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¿Para qué sonreímos?

Quizá muchos me responderéis con rapidez: "para parecer


amigables" o bien "para hacer que los demás se sientan agusto". Y todos estaréis de acuerdo en
que podemos sonreir de forma sincera o fingida ¿verdad? Pues hay mucho más en una sonrisa,
aunque todo la anterior sea cierto. De hecho hay más que sólo un par de tipos de sonrisa y todas
tienen su explicación.

La sonrisa genera una reacción positiva en los demás, y es que, como animales al fin y al cabo
que somos, la primera lección de supervivencia es que lo que debemos hacer antes de nada es
mostrar a otros de nuestra especie que no somos una amenaza, que venimos en son de paz,
sumisos y que desamos ser aceptados. Y esto nos viene de serie, es un gesto primitivo. Pero no
pasemos por alto este matiz: la sonrisa es un gesto de sumisión. Así que, en el lado contrario,
quién no sonríe mucho, o se nos presenta sin sonrisa alguna nos está dejando claro que no es
alguien sumiso, que no le importa ser aceptado y que no te tiene miedo, son personas
dominantes. ¿Sabías que los bebés empiezan a sonreir a las cinco semanas de vida? Saben que así
permaneceremos a su lado, al igual que saben que si lloran conseguirán lo que necesiten.
Los animales no se quedan serios para mostrarse agresivos, no, para eso nos enseñan sus dientes.
Y los humanos hacemos lo mismo. El ejemplo más parecido a los humanos son los chimpancés.
Ellos enseñan sus dientes inferiores alertando de que pueden morder y nosotros hacemos lo
mismo en un momento de furia. Por eso cuando sonreímos dejamos oculto los dientes inferiores,
para no parecer agresivos. Cada uno sonreímos a nuestra manera y es por ello que hay que
analizar el gesto en el conjunto de la cara al completo, pero las personas cuya sonrisa consiste en
enseñar tanto los dientes superiores como los inferiores pueden mandarnos el mensaje de que
están en tensión o muy nerviosas, y su sonrisa no causará el efecto apaciguador que pretende.

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