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Dentro de la Sinasip existen categorías, de entre las cuales las principales son las áreas
protegidas bajo dominio público, las que están bajo dominio privado y las que están bajo
protección de las Binacionales Itaipú y Yacyretá, sumando así alrededor del 16 al 18 por
ciento de todo el territorio nacional, cuando la recomendación del Convenio indica que
todos los países parte deberán conservar el 10 por ciento de su territorio.
Sin embargo, ese dato no significa una victoria para la conservación de los ecosistemas
en Paraguay, ya que si bien el mayor porcentaje de ASP, se encuentra en manos del
Estado, el organismo encargado de su cuidado requiere de importantes recursos para
desarrollar el plan estratégico que permita garantizar al cien por ciento la conservación
de las áreas protegidas.
Además, existen riesgos como la falta de definición de límites, que conlleva a la invasión
sumada a la falta de plan de manejo de esos lugares.
La Dirección de Biodiversidad necesita recursos humanos y materiales como tecnología,
transporte, infraestructura entre otras cosas, que permitirán una mejor labor, para la
conservación de estos sitios que repercute directamente en el mejoramiento de las
condiciones de vida de la población.
Guardaparques
Este es otro punto que debe ser fortalecido, ya que a nivel nacional solamente existen 43
guardaparques para todos los lugares que están clasificados en las distintas categorías.
Si bien los guardaparques son como gerentes que deben administrar las situaciones que
se dan en el lugar y no policías que custodian las hectáreas, es necesario que haya más
personas que cumplan esta función, según dijo Sosa.
Conservación Privada
La conservación privada posee actualmente unas 315 mil hectáreas como reservas
protegidas, que sirven principalmente para investigaciones científicas y explotación del
turismo de la naturaleza, detalló Ana María Macedo Sienra, de la Red Paraguaya de
Conservación en Tierras Privadas.
Al igual que Sosa, explicó que entre los principales riesgos está la invasión y la cacería
en estas áreas. Dijo que el primer caso de conservación privada se dio en el año 2001, y
desde entonces cada vez más propietarios se deciden a conservar una parte de sus
ecosistemas.
Sin embargo, para poder declarar un lugar como reserva debe cumplir con ciertos
requisitos, antes que nada el sitio debe ser un ecosistema natural y debe haber voluntad
del propietario.
Después la Red se encarga de hacer un estudio ambiental para determinar la fauna, flora
y vida silvestre del lugar, recolectar los documentos necesarios y presentarlos ante la
SEAM para que esta apruebe, si es el caso, la declaración como reserva. Además, las
personas que conserven parte de su propiedad como reserva, tienen beneficios, de los
cuales los dos principales son la exención de pago de impuestos y la inexpropiabilidad de
sus tierras mientras dure la declaración de reserva.
En este sentido el propietario puede decidir tener el lugar como reserva durante cinco
años o más, e incluso de forma perpetua.
Tras doce años de estudios sobre el tapir o danta (Tapirus terrestris) realizadas por
investigadores de la Wildlife Conservation Society (WCS) en el Gran Paisaje Madidi-
Tambopata (noreste de Bolivia y sudeste del Perú) comprobaron que las áreas protegidas
son muy importantes para la conservación de esta especie a nivel continental, pues a lo
largo de este tiempo la población de antas fue incrementándose y algunas amenazas se
redujeron.
En los últimos años, gracias a la creación, gestión y control de las diferentes áreas
protegidas (Madidi y Pilón Lajas –en Bolivia– y Bahuaja Sonene y Tambopata –en Perú–
) lograron disminuir significativamente la presión fuerte de la cacería hacia esta especie,
señala Guido Ayala, biólogo del WCS.
“En los años 80 y 90 esta especie fue cazada principalmente para aprovechar su carne, y
el año 2000 los lugareños comentaban que ya no veían tapires por la zona; pero hoy en
día se pueden apreciar antas dentro de esa área, como en el Valle de Tuichi donde antes
había una intensa actividad maderera y los trabajadores los cazaban”, comenta Ayala.
En Chile, cada año se realizan dos censos de guanacos en cada uno de los parques
nacionales de la Región de Atacama. Durante los últimos tres años estos conteos dan
cuenta de un aumento en el número de individuos reportados durante la temporada estival.
Existen acciones de protección de la especie como la educación para la conservación, la
fiscalización de la cacería ilegal y el trabajo de concientización de la problemática perros-
guanacos con los pobladores aledaños a las áreas protegidas. Las medidas de
conservación de la especie deben reforzarse, ya que con el aumento en el número de
individuos se incrementa la probabilidad de conflicto por cacería ilegal y el ataque de
perros asilvestrados.
La pérdida del hábitat y la cacería insostenible, asociadas al desarrollo inducido por las
obras de infraestructura, la extracción ilegal de madera y la actividad minera, pueden
poner en riesgo la salud de las poblaciones de la fauna silvestre. Por ello, es fundamental
asegurar la conectividad de los ecosistemas entre las áreas protegidas y otras unidades de
gestión territorial, así como apoyar a las comunidades indígenas en el manejo sostenible
de la caza y en el desarrollo de alternativas económicas.
Es indispensable que las áreas de categorías I, II, III y IV (criterio IUCN) funcionen para
los objetivos para los que fueron creadas, así como la rezonificación hacia categorías de
reserva estricta o área crítica de los sitios detectados como hábitat de reproducción de las
especies amenazadas.
El número y la extensión de las áreas protegidas se han disparado en los últimos 20 años
y sigue subiendo. Conforme a los objetivos acordados en una de las convenciones de las
Naciones Unidas, las naciones se han propuesto proteger el 17% de la tierra mundial de
aquí a 2020. Todavía nos faltan 3.000.000 km2 para lograrlo.
Preguntas generales