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Historia tras una perdida.

No es fácil levantarse y hacer como si nada de esto hubiera pasado, es un hecho, ya no


están, solo cicatrices en mi cuerpo quedaron y son un recordatorio a diario de mi
sufrimiento. No es fácil vivir una pérdida de un hijo gestante y nadie más que una madre
sabe el dolor que estamos viviendo, nuestro cuerpo se ha modificado y lo hemos
aceptado, pero con la recompensa de traer a la tierra un ser maravilloso que amaremos y
cuidaremos. Hacemos tantos planes, proyecciones que al momento de la perdida
quedamos sin rumbo, quedamos vacías.
He vivido dos embarazos, mi primer embarazo fue a mis 21 años, estaba en ese momento
estudiando en el instituto y mi pareja vivía en otra ciudad, apenas teníamos dos meses de
relación, fue algo muy inesperado para ambos, pero creo que nos enamoramos desde el
primer momento que nos besamos. Lo siguiente era contarle a mi madre, recuerdo
haberla llamado muy temerosamente para contarle sobre mi embarazo, que iba ser
“abuela”, esperaba un rechazo de parte de ella, pero fue lo contrario muy cariñosamente
me felicito y me dio su apoyo. Al día siguiente de haber hablado con ella, me llama por
teléfono y me dice “tu padre está enfermo, puede ser cáncer a la piel” y desde ese
momento supe que dejaría todo atrás por estar con él y así fue, deje mis estudios, mis
padres estaban separados por eso tuvimos que viajar a Tocopilla con mi hermana,
hermano y madre a cuidarlo. Mi padre fue diagnosticado con un condrosarcoma, es un
cáncer expuesto que afecto a las partes blandas de su cuerpo, en este caso en su muslo
izquierdo. Mi embarazo desde ese momento paso a segundo plano, y era lógico a mi padre
desde la primera junta médica nos dijeron que no podían hacer nada por él, solo teníamos
que hacerle sus cuidados paliativos, que en mi caso no podía hacerlos porque el olor que
emanaba de su pierna no lo podía tolerar y me daban nauseas. Entonces mi forma de
ayudar fue cocinando, haciendo el aseo y hacer las compras. En todo ese proceso sufrí de
contracciones, dolores, y todos me decían que era normal, “se te están abriendo las
caderas” y yo como primeriza, por la situación y por la ignorancia jamás pensé en una
perdida, nunca paso por mi mente eso. Si me preguntan ¿por qué tu ginecólogo o
matrona no se dio cuenta? Es porque solo tuve una cita con la matrona, tuve que esperar
un mes para verla, me mando hacer exámenes y ecografía, alcance hacerme ecografía y lo
pude ver y hasta lo grabe. Un día antes de mis exámenes mi padre fallece

Nuestro entorno suele ser muy cruel, a veces siento que tengo que estar triste para que la
sociedad no me juzgue, porque la respuesta que ellos esperan es que lloremos todos los
días por nuestros hijos, y es así, pero lo hago en la intimidad con mi pareja. Verme sonreír
no es sinónimo de felicidad, sino de perseverancia, de querer surgir, cumplir metas y en
ellas poder establecer estabilidad para volver intentar tener hijos.

pero… ¿soy la única en casa que los extraña? ¿alguien más piensa en ustedes? Son
cuestionamientos innecesarios que me realizo cada día a día, nadie nace con un manual
sobre como confrontar una perdida tan dolorosa

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