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AÚN NOS CALIFICAN

Para hacer uso correcto de la evaluación es necesario hacer una diferencia enorme entre lo
que es en realidad y lo que significa calificar o agregar un número encima de una persona.
Pero antes, es correcto agregar que las personas que en su mayoría se dedican a la
enseñanza, en sí solo hacen eso: botar encima del alumno un montón de verborrea que
posiblemente a él ni le interese, para después, escondiéndose tras su concepto de
evaluación, asignarle a cada persona un número que define si está apto o no para
continuar. ¡Es basura! En muchos salones de clase se habla de la importancia de los
valores de cada persona, de la ética, la moral, su desarrollo, su futuro, bla, bla, bla…, pero
los profesores se sientan frente al salón a contar si todos asistieron para poder dictar su
clase, sin tener en cuenta el estado emocional del alumno; sin tener en cuenta su desarrollo
personal; sin siquiera motivar al estudiante para que aprenda y disfrute, a que evolucione
personalmente. Pero al final del periodo, o semestre, llega lo peor, lo que todos odian, las
evaluaciones; pero son pocos los profesores que realmente evalúan, el resto son de esos
que crecieron bajo la educación tradicional y solo se preocupan por calificar y tener notas
que reflejan que sí se trabajó.
Entonces ya se empieza a desglosar lo que realmente significa evaluar; y ya se empieza,
tras un análisis cuidadoso, a deducir que entonces el conocimiento no es toda esa carreta
que el profesor nos dice allá apoyado al tablero, que algunas veces ni sabe usar, porque
aún hay “profesores” que no saben escribir o adoptar una postura correcta frente a un grupo
de estudiantes; recordemos que los alumnos, en la mayoría de los casos, toman como
ejemplo a sus docentes. Así pues, el conocimiento es un acto social que se aplica, y se
complementa, en un discurso; porque de tal modo, las tareas o investigaciones no serían
más que el reflejo que crea un espejo, algo repetitivo, algo mediocre, reflejo de una
desinformación. De qué le sirve al profesor recomendar leer el Quijote, si cuando es
momento de una evaluación, todos dicen lo mismo porque nadie lo leyó sino que repiten
todo lo que el internet les dice. El primer error aquí es que recomendar, como dice
Estanislao Zuleta, es lo mismo que prohibir; y el segundo error es que el profesor no se
interesa en despertar la curiosidad necesaria en el estudiante para que, de forma autónoma,
lo lea, así se crea un ambiente repetitivo. Un ejemplo de esto, es la mentira, quizá, más
vaga que se ha expandido por todos los países de habla hispana: no es necesario tildar las
mayúsculas; un palabreo tan pobre que hasta los mismos estudiantes con mentalidades
pobres se creen esto, y para no tener que aprenderse las normas necesarias para realizar
una acentuación correctamente, entonces deciden escribir todo el tiempo en mayúscula. Y
es horroroso ver cómo en los colegios y universidades aún hay profesores que promueven
esta práctica. No sé si alguna vez se preguntarán cómo puede un extranjero leer
correctamente de esta forma. En fin, este es el resultado de un malentendido que crea el
hecho de no tener plena certeza de qué es el conocimiento.
Como decía Sacristán, es necesario que el profesor también sea evaluado por el estudiante.
Sería emocionante ver esto, porque si un docente le muestra a sus alumnos que el evaluar
es poner un número, entonces el muy buen borreguito le pondrá también un número a su
docente. Pero si el maestro le ayuda en su proceso de aprendizaje y le muestra que evaluar
es una búsqueda por el progreso del estudiante, entonces él entenderá que la verdadera
finalidad con esto es que el alumno mejore y pueda aplicar su conocimiento; es decir, la
evaluación es un desarrollo cualitativo. Ahora todo tiene más sentido: el evaluar es un
proceso que se puede llevar a cabo, antes, durante y después de la enseñanza. Y así se
puede simplificar a la calificación como un acto rebuscado y de bajo nivel, que solo busca
agregar un número a cada alumno para compararlo y hacerlo competir; o sea, algo
cuantitativo. Teniendo en cuenta esto, una persona puede realmente evaluar a los demás y
avanzar como sociedad.

Pedro Rodríguez Guais.


Cód.: 201612051

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