El aseo es una gran base de estimación social y contribuye poderosamente a la
conservación de la salud. Comunica mayor grado de belleza y elegancia a cuanto nos concierne, que el aseo y la limpieza. El aseo en nuestra persona debe hacer un gran papel en nuestras diarias ocupaciones; y nunca dejaremos de destinarle la suma de tiempo que nos reclame, por grande que sea la entidad y el número de negocios a que vivamos consagrados. Así como no debemos nunca entregarnos al sueño sin alabar a Dios y darle gracias por todos sus beneficios lo mismo debemos hacer con nuestro aseo pero de nuestra alma. Cuando hayamos despertado y dado gracias a Dios asearemos también nuestro cuerpo, todavía más cuidadosamente que al acostamos. No nos limitaremos a lavarnos la cara al acto de levantarnos: repitamos esta operación por lo menos una vez en el día, y además, en todos aquellos casos extraordinarios en que la necesidad así lo exija. Como los cabellos se desordenan tan fácilmente, es necesario que tampoco nos limitemos a peinarlos por la mañana, sino que lo haremos además todas las veces que advirtamos no tenerlos completamente arreglados. Después que nos levantemos de la mesa, y siempre que hayamos comido algo, limpiemos igualmente nuestra dentadura; pero nunca delante de los extraños ni por la calle. Nuestras manos nos sirven para casi todas las operaciones materiales de la vida, por lo tanto, siempre deben estar limpias Las uñas deben ser recortadas cada vez que su crecimiento llegue al punto de oponerse al aseo Es, según esto, contrario al aseo y a la buena educación, el humedecerse los dedos en la boca para facilitar la vuelta de las hojas de un libro, la separación de varios papeles, o la distribución d loa naipes en juego. No acostumbremos a llevar la mano a la cabeza, ni introducirla por debajo de la ropa con ningún objeto, y mucho menos con el de rascamos. El que se ve en la necesidad de eructar o escupir, debe proceder de una manera tan cauta y delicada. Jamás empleemos los dedos para limpiarnos los ojos, los oídos, los dientes, ni mucho menos las narices. ARTÍCULO II Del aseo en nuestros vestidos El aseo es importante en nuestros vestidos en especial cuando nos mostramos ante la sociedad al igual cuando estamos dentro y fuera de casa. El aseo debe ir acompañado con una buena presentación, es decir, que las vestiduras no estén rotas ni arrugadas, porque la vestimenta rota no es admitida en ningún lugar. Tal vez el medio en el que nos encontremos impida que mudemos constantemente nuestra ropa por lo tanto es importante que si lo hagamos de nuestra ropa interior todos los días. Nuestro calzado debe estar limpio y con lustre, pues esta parte es la que más resalta de nuestra vestimenta. ARTÍCULO III Del aseo de nuestra habitación El lugar en el que habitamos debe estar en un completo orden y además siempre debe estar limpio. El aseo debe ser de forma general en toda la casa y no solo en el lugar en el que habitamos. Los lugares exteriores de nuestra casa que están a la vista de todos siempre deben estar limpios. El aseo de la habitación no solo debe limitarse a tenerlo arreglado, sino que éste también debe estar limpio con respecto al piso, techo y paredes. La ropa siempre debe estar aseada y en el lugar que le corresponde, además la ropa que ya hemos utilizado debe estar en otro lugar que sea diferenciado. ARTÍCULO IV Del aseo para con los demás Nuestra presentación es importante para con los demás por eso debemos tener nuestra vestimenta limpia que demos buena presencia. Si necesitamos toser o estornudar, debemos retirar con un ligero movimiento nuestra cabeza y cubrirnos nuestra boca con un pañuelo, con la finalidad de no contaminar a la otra persona. Cuando por alguna razón nuestras manos no estén y debamos saludar con otra persona busquemos otro tipo de saludo. Es siempre necesario que usen utensilios para la alimentación, no es buena educación utilizar las manos en el momento que nos alimentamos. Debemos ser precavidos con nuestros objetos de aseo y no prestar a ninguna otra persona. El aseo respecto al agua de beber, no se debe compartir un mismo vaso, tampoco beber de jarras o bebederos directamente. Se de evitar emanar un mal olor y por eso se debe tener un buen aseo personal. Seamos cuidadosos de no recostar la cabeza en el respaldo de los asientos porque es de mala educación. Debemos ser cuidadosos con las palabras y términos que utilicemos en nuestras conversaciones para no incomodar a la otra persona.