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Dentro del Museo de la Ciudad se encuentra localizado en el patio Norte, como

primera parte del recorrido, un mapa de América distribuido de forma distinta al normal
del uruguayo Joaquín Torres García: ‘Nuestro norte es el sur’; esto con la finalidad de
reflexionar la llegada y recorrido de los conquistadores de América. Continuando con el
recorrido se llega a la sala 1 con el nombre de "Indigenismos y Realismo Social", 1915-
1950, donde se aprecian pinturas de Guayasamín y otros, en estas pinturas se busca
plasmar el arte indígena a través de la visualidad de los cuerpos, los cuales son
representados con características antropomórficas propias de la cultura occidental, de
igual forma, plasmar también la reproducción material de la cultura y la división del
trabajo. Se busca mostrar el sufrimiento y dominación del otro que es de los puntos a
destacar en esta exposición. Es importante destacar la pintura "Desnudo" de Pedro León
Donoso, la primera pintura de una mujer indígena (desnuda) tendida sobre la hierba,
plasmada sobre tela y óleo; siendo una de las primera representaciones del indígena, así
también se presentas otras pinturas donde se trata de plasmar la pasividad del indígena.
Se representa también las miradas de las "Indígenas de Otavalo" de las cuales se
interpretan también el resentimiento frente la explotación laboral, cuya idea será parte
importante del proceso de transformación que dará lugar a una nueva lectura y
representación de “EL OTRO”.

El recorrido continúa con la sala 2 donde se expone la fuerza de trabajo como


única mercancía la cual puede vender el indígena. Principalmente destaca la pintora
Germania Paz y Miño con la pintura “Las Lavanderas” la cual alude al trabajo de una
madre como obligación, mas no como un objeto de venta como lo es la forma en la que
plasman su oficio en esa pintura. Asimismo, se muestran las manos del indígena en los
cuadros como interpretación del medio de expresión cultural, cuya forma señala fuerza,
sacrificio y esfuerzo por parte de los mismo en todas las actividades realizadas. Se
exponen pinturas de Diógenes Paredes traídas desde la Casa de la Cultura, Leonardo
Tejada desde la Colección privada Pablo Tejada y Eduardo Kingman desde la
Fundación Kingman en Quito. Entre ellas destacan “El Hijo Ausente” donde, a la luz de
una vela, se plasma a una mujer indígena sentada junto a una mesa, donde expresa la
melancolía de la pérdida del igual (del otro como indígena). Por otro lado, Galo Galecio
plasma la muerte del, sobre papel, donde expresa la ausencia del alma en los cuerpos
víctimas de la dominación cultural. Una muestra interesante es la llamada “Defensa de
la tierra” donde se evidencia la consecuencia de tomar autonomía por sus propios
medios: la muerte.

En la sala 3, nombrada “artes ’sin nombre’” se habla de la etnografía y folklor


con autores como Olga Fisch y Tamara Landívar. Al iniciar la sala se aprecia un
bosquejo que representa 6 mujeres indígenas con sus elementos culturales, sin embargo,
se las representa con la postura erguida, enfocada y mostrando su diseño ya no como
“representativo” sino con influencias desde la cultura occidental. Entre el folklor se
presentan los elementos como el trabajo de la tela y su proceso plasmado en nueve
cuadros. Un cuadro importante sin autor donde se representa la forma y elementos de la
fiesta indígena, sin embargo, se involucra el nacionalismo al presenciar las banderas en
el margen superior del cuadro. Se presentan cuadros que aluden al individuo blanco
como jefe de la línea artesana; al igual que se representa el contacto entre
conquistadores y conquistados (1492): “INDIOS, nombre dado generalmente a los
aborígenes de las Indias o América, esparcidos en la extensión de dos prodigiosos
Continentes, y divididos en un número infinito de naciones y Tribus…”, frase que va
más allá de la descripción alude a la superioridad de los conquistadores.

En la sala 4, nombrada “Emplumados y Enterrados”, se referencia al aborigen


amazónico dentro del constructo del miedo al “indio salvaje”, tal así se presenta la
fotografía de una portada con el nombre: “Amazon Head-Hunters”, donde se visualiza
al indio como salvaje cazador de cabezas, inhibiendo la cultura original. Otra fotografía
muestra a una mujer aborigen donde su postura representa el empoderamiento contra
años de sumisión y explotación. Se reflejan las miradas y la ausencia emocional del
“otro” igual. También es interesante destacar que se observan libros escritos por
cronistas europeos que describen a la población como si fueran una especie exótica de
tal forma que distorsionan la verdad como el texto denominado “Viajeros Modernos” de
Eduardo Charton.

Al finalizar, la sala 5 “Laten las luchas”, se presenta la irrupción dentro de las


concepciones occidentales para el reconocimiento de las culturas que viven y luchan por
sus derechos durante los últimos años. Se presenta el cuerpo cultural indígena como
cuerpo político que exige su reconocimiento en derechos tomándose los lugares como
parques, plazas y carreteras. Uno de los movimientos indígenas más representativos fue
el movimiento G.R.S.B. con lema: “Revolución”, invitando a unirse al pueblo dentro de
su reconocimiento e inclusión.

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