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Palabra compleja incluso para pronunciarla.

La procrastinación viene del latín


procrastinare, compuesta por el prefijo pro que significa adelante y crastinus que
se refiere al futuro. En griego la procrastinación se llama “akrasía” y se relaciona
con la tendencia a actuar en contra de nuestro interés, sin autocontrol.
Procrastinar es postergar alguna actividad importante, priorizando por alguna otra actividad
de menor envergadura.
Si piensas en tu vida y en las veces en que decides procrastinar, creo que estarás
de acuerdo con que se produce, por un lado, por el miedo al fracaso y, por otro,
por la tentación del placer inmediato, y no produce satisfacción, sino todo lo
contrario. Te sientes culpable y ese tiempo que ganarías al postergar una tarea
importante, no lo disfrutas.
La procrastinación influye en tu aprendizaje y en tu vida académica de manera
negativa. Lo más probable es que tengas malos resultados. Esto afectará tu
autoestima e impedirá proyectarte hacia nuevos escenarios. El primer año
universitario es un período en que experimentas la transición entre el sistema de
educación escolar hacia el de educación superior, espacio temporal en que debes
asumir mayor autonomía frente a mayores exigencias, por lo que debes adecuar
tus hábitos de estudio a las nuevas exigencias y es necesario que tomes
conciencia de que no puedes procrastinar cuando las exigencias de la vida
académica van en aumento.
Durante la siguiente sesión reflexionarás sobre la procrastinación y su influencia
en tu aprendizaje, revisarás el “experimento malvavisco”, en el que verás las
causas y consecuencias de la procrastinación. Continuarás aprendiendo algunas
formas para luchar contra ella mejorando tus prácticas académicas, tales como la
técnica Pomodoro.

Antes de comenzar, les voy a contar el caso de una estudiante:

Francisca está en primer año de una carrera. En uno de sus


cursos se le entregan las instrucciones del trabajo que debe
entregar a final de semestre, para que desde ya empiece a
hacerlo y así pueda tener correcciones de su docente, sin
embargo, Francisca no dedica tiempo a este trabajo, sino que
se enfoca en estudiar para las pruebas de sus otras asignaturas,
destinando el tiempo que le sobra a realizar actividades placenteras, tales como:
juntarse a conversar con sus amigas, asistir a clases de baile árabe y además a
navegar largas horas en internet. Cuando piensa en el trabajo, siempre tiene
excusas para no realizarlo, tales como “en cuanto tenga tiempo, me sentaré a
trabajar”; “es fácil, así que será una tarea simple”; y “falta mucho para tener que
entregarlo”, y pese a estas excusas, mientras el semestre avanza, comienza a
sentir angustia por realizar el trabajo. Así, se le pasan los días y Francisca ni
siquiera logra entregar un boceto para la pre-corrección. El día antes de la fecha
de entrega, comienza a realizar la tarea, pero evidentemente su resultado no es
bueno y entrega un trabajo que apenas alcanza a ser mediocre. Cuando recibe su
nota, que es un rojo, piensa que no tuvo el tiempo necesario para realizar el
trabajo, que nunca tiene tiempo y cuestiona sus capacidades para estudiar su
carrera.
El caso de Francisca es un ejemplo de la procrastinación y sus consecuencias,
pero ¿por qué habrá aplazado la tarea?, ¿los motivos que empleaba serán los
reales o eran simples pretextos?
En esta unidad profundizaremos en la procrastinación, sus motivos y tipos ¿Has
escuchado alguna vez hablar sobre la procrastinación? Esta palabra parece poco
común y complicada, sin embargo, su significado es simple y fácil de relacionar.
Es la acción de postergar asuntos importantes para dedicarnos a situaciones más
agradables, o incluso, simplemente menos importantes.
La procrastinación está emparentada con los verbos postergar y
posponer.
Pese a estar alejada de nuestro uso común del lenguaje, sí se encuentra muy
ligada a tu diario vivir, incluso en el lenguaje mismo con oraciones comunes,
tales como “no dejes para mañana lo que puedes hacer hoy”, o desde la otra
vereda, “el lunes empiezo”.

Todos hemos procrastinado alguna vez, por ejemplo, al no comenzar


inmediatamente una dieta o sentarnos a ver televisión en vez de estudiar. Sin
embargo, esto no quiere decir que seamos procrastinadores, pues la mayoría de
las veces, tarde o temprano, comenzamos la dieta y apagamos la televisión para
estudiar. Cuando no cumplimos con la tarea encomendada, es cuando
efectivamente desarrollamos la procrastinación. Es la repetición del fenómeno la
que nos va transformando y funciona como una bola de nieve, pues mientras más
postergamos actividades, ellas se van apilando y transformando en una gran
montaña de trabajo por hacer, que parece cada vez más abrumadora.
La procrastinación es un trastorno de la voluntad y, normalmente, tiene un trasfondo
psicológico de ansiedad, frustración o estrés.
La acción pendiente puede parecer abrumadora, difícil o tediosa, por lo cual,
decides posponerla, incluso por actividades que no necesitas realizar, pero que
las ocupas como pretexto. En este sentido, es importante distanciar la
procrastinación de la acción de posponer una actividad por otra que es
mayormente prioritaria, por ejemplo, posponer la rutina de ejercicios de un día
por estudiar para una prueba, claramente no es procrastinar.
La procrastinación académica es un fenómeno que causa preocupación, en la
medida que afecta a gran parte de los estudiantes, y trae consecuencias negativas,
tales como bajas calificaciones, ausentismo e incluso deserción. Una forma de
luchar contra ella es a través del proceso metacognitivo, haciéndote responsable
de este fenómeno y buscando solucionarlo a través del autocontrol.

Durante las décadas de los 60 y 70, en la Universidad de Stanford, Walter


Mischel, importante psicólogo, realizó una investigación sobre la gratificación
retardada.

Experimento malvavisco
Se desarrolló de la siguiente forma: a un grupo de niños de cuatro años de edad se les ofreció un malvavisco y
se les señaló que tenían dos opciones: comerse el malvavisco o no y esperar a que el facilitador del
experimento regresara. Así, ganaría otro malvavisco.

El seguimiento durante años manifestó que aquellos niños que lograron contener
sus impulsos y recibieron gratificación fueron adolescentes con mejores
calificaciones, más seguros y planificados. Como adultos, tuvieron menos
problemas de drogas, obesidad y trastornos de estrés.
Al postergar la gratificación se aumenta la capacidad de desarrollar soluciones
alternativas, y tanto la imaginación como la creatividad se fortalecen.
Quienes son capaces de esperar la gratificación poseen autorregulación y logran
proyectarse en diferentes escenarios futuros para lograr sus cometidos. Lo mismo
sucede con los estudiantes que logran autorregularse, pues son capaces de
analizar diferentes escenarios y tomar las decisiones adecuadas para gestionar su
tiempo.
Piers Steel (2011), a partir de estudios conductuales sobre comportamientos
financieros, genera una ecuación sobre la procrastinación:
Por lo tanto, la motivación para realizar una acción será el resultado de dividir las
expectativas y el valor, por la impulsividad y la demora. Entendiendo que el
valor es la importancia que el sujeto le asigna a la actividad y la demora es el
tiempo que se tiene para realizar la tarea. Si bien no estamos de acuerdo con
resumir en ecuaciones matemáticas el comportamiento del ser humano, sí es
fructífero pensar en las variables de la ecuación y, específicamente, en cómo la
impulsividad afecta multiplicando el tiempo que piensas que tienes para realizar
la tarea. Por lo tanto, la fecha límite debe estar muy cerca para que le pongas
atención.
Distintos estudios, desde diferentes áreas del conocimiento, han coincidido en
que uno de los factores correlacionados a procrastinar es la impulsividad (García-
Ayala, 2013). Desde la psicología, la impulsividad “hace referencia a un pobre
autocontrol de la conducta, caracterizado por la toma inmediata de decisiones sin
tener en cuenta el alcance de sus consecuencias” (Celma, 14).

La impulsividad es no controlar los impulsos que llevan a tomar


decisiones sin reflexionar en sus consecuencias.
Tras entender la definición, no cabe duda de la estrecha relación que guarda con
la procrastinación, pues cuando optas por procrastinar es porque decidiste
postergar una acción sin fijarte en sus consecuencias, y muchas veces esto se
relaciona con seguir impulsos de evitar algo tedioso, abrumador o difícil. Cabe
aclarar que, a veces, la procrastinación es síntoma de trastornos psicológicos más
complejos como la depresión o el trastorno por déficit de atención con
hiperactividad, y que estos requieren de apoyo profesional.
¿Tienes hábitos de estudio?, ¿estudias todos los días o solo para las pruebas?
Una forma de solucionar la procrastinación académica es a través de los hábitos
de estudio, que son aquellas conductas repetidas para aprender e interiorizar los
conocimientos impartidos. Si tienes buenos hábitos de estudio tendrás una menor
tentación de procrastinar, en especial porque estos buscan aumentar la
comprensión cognitiva en el menor tiempo posible, para así poder manejar mejor
el aprendizaje y el tiempo libre.
Los hábitos de estudio son una disposición constante para tomar
acciones que permitan distribuir el tiempo de forma efectiva.
Por ejemplo, si estudias todos los días, el día antes de la prueba no tendrás que
dedicarte exclusivamente a estudiar y a la vez no estarás procrastinando, porque
habrás organizado y planificado tus actividades para el logro de la tarea.
La Técnica Pomodoro fue creada por Francesco Cirillo a finales de la decada de
los 80. Su nombre se debe al típico reloj de cocina con forma de tomate (en
italiano, pomodoro), y busca gestionar el tiempo dedicado a alguna actividad. El
método es el siguiente:
Cada uno de los intervalos de trabajo de 25 minutos se llama pomodoro, es un
período indivisible y debe ser solamente dedicado a una tarea. La idea es que se
esté concentrado en la acción y se eliminen distracciones. Una vez realizado el
pomodoro se anota su éxito, de esta forma, se lleva un registro que permite una
reflexión sobre la actividad. Si se realizan 4 pomodoros, la pausa que se tome
debe ser más larga de 20 minutos.

Las pausas mejoren la agilidad mental, evitando las multiples distracciones, y


permite controlar nuestro tiempo, evitando la ansiedad. Te recomiendo que
busques una aplicación de el Método Pomodoro en tu celular y la pruebes.
Notarás como disminuye tu ansiedad y distracciones.

Superar la procrastinación es un asunto de metacognición y de autorregulación,


específicamente del tiempo. Te proponemos algunos tips para vencerla:
En esta sesión nos preguntamos por qué muchas veces no realizamos las acciones
que deberíamos, sino otras, priorizando en nuestra agenda actividades de menor
sentido para nuestra vida académica. Así, llegamos al concepto de
procrastinación. A partir del cual pudimos ver el “experimento malvavisco”, la
ecuación que relaciona las expectativas que tenemos con el valor que asignamos
a una tarea, dividiéndolas por la impulsividad del sujeto multiplicada por la
demora o tiempo para realizar esa actividad y la Técnica Pomodoro.
Los tres subtemas que abordamos nos manifiestan cómo la impulsividad y la falta
de autocontrol son factores que conllevan a la procrastinación. Sin embargo,
también resolvimos que se puede superar a través de procesos metacognitivos en
la organización del tiempo y priorización de las tareas que dan mayor sentido a la
vida académica.
Proponerse priorizar acciones y enfrentar las tareas que debemos realizar,
reforzar la actividad con un estímulo positivo, darle sentido a la tarea que realizas
y evitar pensar en que recibirás ayuda de familiares, amigos, parejas, son
acciones que te pueden ayudar a no procrastinar.
A partir de los conceptos desarrollados, es posible afirmar que el aprender y el
saber cómo aprender, es un camino que nos lleva a desarrollarnos como sujetos
autónomos, activos, responsables, más allá de la vida académica y a insertarnos
en contextos cambiantes, desafiantes y fluidos.

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