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Fortificaciones y sistemas de defensa en Próximo Oriente.

TEMA 9: LA CIUDAD Y LOS SISTEMAS DE DEFENSA:


MURALLAS Y FORTIFICACIONES

1. Mesopotamia:
Las fortificaciones de las ciudades asirias: Assur y Jorsabad
Babilonia
2. Las áreas periféricas:
La arquitectura militar hitita
Las fortificaciones de las ciudades luvio-arameas
Ciudades y fortificaciones en Siria, Fenicia y Palestina

Introducción.
Los mesopotámicos fueron grandes fundadores de ciudades. Junto a los
barrios de viviendas, que ocupaban la mayor parte del espacio urbano, la
ciudad oriental fue dando cabida poco a poco a una serie de elementos con
los que acabaría por identificarse: el palacio, el templo, las puertas de las
ciudades, las murallas y, cuando fuese posible, también los puertos. Sus
formas fueron muy variadas, reflejo del crecimiento que iba
experimentando a lo largo de los años y de las iniciativas de construcción
públicas y privadas que la iban transformando. Por su parte, la red viaria
solía estar compuesta por un conjunto de calles irregulares que muy pocas
veces estaban pavimentadas. Habitualmente eran de tierra y se iban
diversificando para conducir a los diferentes barrios y edificios, siendo poco
frecuente la organización regular del trazado. Hay que decir, además, que
ya en las primeras ciudades existieron redes de alcantarillado básicas, de
las cuales se han encontrado restos en lugares como Mari, Tell-Asmar o
Ugarit.

Las murallas fueron reconocidas por los antiguos como el componente


esencial de la ciudad, límite entre la naturaleza y el mundo civilizado, y
constituyeron un elemento presente en la mayoría de sus núcleos urbanos
desde su misma creación. Además la fortificación pasó también a formar
parte de los principales edificios de la ciudad: la tendencia al
encastillamiento fue una constante en la construcción de templos y palacios
desde el III milenio a.C.

Las primeras fortificaciones de importancia comienzan a hacer su aparición


en el dinástico arcaico, hacia mediados del III milenio, como consecuencia
directa del clima de inestabilidad que viven en este momento las ciudades-
estado sumerias. Es éste el momento en el que se afronta la fortificación de
la ciudad de Uruk, mediante una imponente muralla de casi diez kilómetros
de perímetro y 900 torres defensivas, cuya construcción se atribuía al mítico
rey Gigalmesh.

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.1 Mesopotamia.

.1.1 Las fortificaciones de las ciudades asirías: Assur y Jorsabad


Las ciudadelas y recintos fortificados del Imperio Asirio constituyen sin duda
unas de las más importantes muestras de la arquitectura militar del
Próximo Oriente Antiguo, las cuales cumplían su lógica función defensiva,
pero también las de propagar el potencial militar y el poder de quienes las
habitaban.

Sabemos que Assur, la primera capital del Imperio Asirio, estuvo ya


rodeada de un importante recinto amurallado; asimismo, ya en el II milenio
a.C., la construcción del Palacio del Noroeste en Kalahk se rodeo de un
fuerte recinto fortificado. Pero la mejor expresión de este tipo de
actuaciones la encontraremos durante el I milenio a.C. en Dur-Sarrukín
(Jorsabad), fundada por Sargón II. Se trataba de una ciudad nueva,
planificada «a priori», que parecía un gran castillo cuadrado, de dos
kilómetros de lado, con murallas muy gruesas (23 metros de espesor) y
siete puertas de acceso. Lo que conocemos del trazado nos habla de un
gusto por la regularidad y la simetría: un ejemplo será la ubicación de las
puertas en la muralla: dos en cada lado excepto en el flanco noroeste,
donde se abrió un baluarte que sobresalía de la muralla.

En el interior de la ciudad estaba la ciudadela, también fortificada; su


amurallamiento se ha venido explicando como un intento de establecer
una distancia con respecto a la población de la ciudad, pero también
como el modo de proyectar a través de la arquitectura una imagen del
carácter y poder de la Monarquía Asiría. La construcción de palacios
fortificados, que fue una constante desde el III milenio a.C., alcanzaría
así su punto culminante en esta ciudad y su ciudadela, cuya imagen
venía a ser la de un castillo dentro de otro castillo.

Las puertas de la ciudad y las de la ciudadela eran iguales, con forma de


arco y dos torres a cada lado rematadas por almenas, que sobresalían
claramente de la altura de la muralla. Las fachadas de las torres tenían a
veces ventanas rectangulares reales o falsas y en su interior se aplicaba
una decoración con placas de yeso puestas verticalmente sobre un
zócalo, protegiendo así los muros. Parece ser que existían también en
estas puertas esculturas de genios protectores, como los toros alados
que hemos visto aparecer en el salón del trono del palacio.

.1.2 Babilonia
Babilonia, la ciudad de Nabucodonosor II, existía ya en el III milenio a.C. y
constituye el mayor asentamiento urbano antiguo de toda Mesopotamia y
también el más importante. La Babilonia de Nabucodonosor, cruzada por
el río Eufrates, constituye uno de los mejores ejemplos, en el contexto de
las ciudades orientales, de distribución urbana de acuerdo a estrictos
principios de regularidad y simetría.

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Su perímetro urbano adoptó forma


rectangular, y su interior fue
también dividido en manzanas
regulares atravesadas por largas
calles pavimentadas que se
cruzaban en ángulo recto, en tomo
a las cuales se distribuían los
principales edificios. Entre los
religiosos estaban el zigurat o
«torre de Babel», el Templo de
Marduk o «Esaglia» y el «bit akiti»,
un santuario edificado a las
afueras de la ciudad, todos ellos
conectados a través de la famosa
Vía de las Procesiones, una
impresionante arteria de dos
kilómetros de longitud y unos 20
metros de anchura, que
atravesaba longitudinalmente la
ciudad y discurría entre unos
muros de 7 metros de altura
decorados con figuras de leones
hechas de ladrillo vidriado sobre
fondo azul. La calle tenía una clara
función ceremonial relacionada con
lo político y lo religioso.

Pero además. Babilonia era una ciudad fortificada con un sistema de doble
línea de murallas, que en uno de sus sectores llegaba a ser triple, también
diferente a los realizados hasta el momento.

- El primero de ellos estaba formado por muros de adobe, el interno de


seis metros de espesor y el externo de cuatro, separados entre sí por un
foso de siete metros que pudo emplearse para el tránsito de las tropas.

- Unos 20 metros más allá del muro externo había un talud de ladrillos
que protegía un foso de 50 metros de anchura unido al Eufrates.

- Con un intervalo de 52 metros se elevaban las torres, existiendo en el


perímetro de la ciudad un total de ocho puertas, cada una de ellas
asignada a una divinidad.

- La puerta más destacada es la Puerta de Ihstar, la cual se componía de


una estructura doble, en correspondencia con el doble encintado de la
muralla, albergando en su interior varios vestíbulos y flanqueada por dos
torreones terminados en almenas.

Pero lo más destacado de esta puerta, consiste en su decoración. Con


ella llega a su máximo esplendor el empleo del ladrillo vidriado
polícromo. En este caso la técnica fue perfeccionada y transformada,
dando relieve a las figuras de toros y dragones amarillos y blancos,
que aparecían reproducidas sobre el fondo azul del muro.

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.2 Las áreas periféricas:


.2.1 La arquitectura militar hitita
La arquitectura militar hitita es, probablemente, una de las mejor conocidas
del Próximo Oriente Antiguo, y también la más destacada manifestación
artística de este pueblo. A través de ella los hititas dejaron constancia de los
dos rasgos más destacados de su actividad constructiva: la capacidad de
innovación técnica y la adaptación entre la naturaleza y arquitectura.

A mediados del siglo XVIII a.C. apareció el tipo de fortificación ciclópea, es


decir, construida a base de enormes bloques de piedra, y también cuando la
arqueología ha documentado la construcción de las primeras poternas, una
especie de pasadizos subterráneos cubiertos con bóveda de piedra, que
servían para abandonar la ciudad en caso de asedio.

Hattusa fue construida en lo alto de una montaña en cuya cima se situaba


la ciudad fortificada. Esta fue una práctica habitual en el mundo hitita, que
se ha venido explicando en base a dos cuestiones:
- el aprovechamiento estratégico, con fines defensivos, de las
características naturales del terreno;

- la especial significación que tenían para los hititas las rocas y


montañas, a las que atribuía un significado mágico y religioso vinculado
a la divinidad.

Ya en el Reino Antiguo se había


construido en el roquedal donde
luego se instaló Hattusa una
ciudadela fortificada y un palacio
real. Sabemos que el palacio-
ciudadela estaba cercado por
una muralla oval que rodeaba lo
más alto de la montaña. Su
contorno tenía hasta 3 puertas
fortificadas, unas 22 torres
avanzadas y unos gruesos
muros de piedra que daban al
conjunto una gran solidez,
característica de las
fortificaciones hititas.

La muralla de la ciudadela fue ampliada en época imperial a la ciudad baja,


proyectando en este caso un doble cerco en la zona ocupada por un
terraplén, al que se abría una puerta. En este nuevo espacio se construyó
una poterna.

La muralla estaba construida con grandes bloques de piedra irregular, sin


tallar, que constituían el zócalo sobre el que se levantaban los muros de
adobe y madera, con torres cuadrangulares cada 30 metros
aproximadamente y puertas especialmente fortificadas. Además, en el
interior de la ciudad se construyeron también muros que aislaban
determinadas zonas, haciéndola así más segura.

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Uno de los rasgos más peculiares del


sistema de fortificación hitita fueron
sus puertas. Se han conservado tres
Puerta de los Leones (Hattusa)
de la ciudad de Hattusa: la Puerta
del Rey, la Puerta del León y la
Puerta de la Esfinge. A las dos
primeras se accedía a través de
rampas paralelas a la muralla, de
acceso tortuoso, que ralentizaban el
paso del enemigo y permitían
abatirle fácilmente.

La estructura de dichas puertas se


componía de un sistema de doble
muro que permitía dar cobijo en su
espacio a un cuerpo de guardia, con
su abertura en forma de arco
apuntado.

Además, ambas estaban flanqueadas por figuras monumentales —la del


León por dos figuras de leones, y la del Rey por la de un dios— talladas en
grandes bloques de piedra, dando lugar a una fusión entre arquitectura y
escultura que constituye uno de los rasgos más destacados del arte hitita.

Frente a estos accesos, la Puerta de las Esfinges aportó algunas novedades,


especialmente la de incluir bajo su terreno una poterna o pasadizo de unos
70 metros, construido con piedras que formaban una galería ojival que
pasaba por debajo de la muralla y conducía a la colina que había al lado.

.2.2 Las fortificaciones de las ciudades luvio-arameas


El trazado de las ciudades y fortificaciones de los reinos luvio-arameos
presenta interesantes puntos de contacto con lo hitita. Así, sus ciudades
solían construirse en lugares elevados, aprovechando y explotando las
características del terreno para defenderlas y construir ciudadelas
fortificadas. Éstas solían estar realizadas también al modo hitita, elevadas
sobre terraplenes y levantadas con zócalos de piedra y muros de adobe y
madera.

La ciudad de Samal, datada en el siglo X a.C. Su perímetro urbano


adoptó una forma circular, con una ciudadela fortificada en el centro, y
un doble círculo de murallas en la ciudad baja, en las que se abrían tres
puertas donde también se hacía presente la tradición hitita de fusionar
escultura y arquitectura. Un sistema similar fue empleado en la ciudad
que se ha considerado como la más clara continuadora de la tradición
hitita, Karkemish, donde se construyó una muralla donde se
combinaban los lienzos rectos con los semicirculares.

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.2.3 Ciudades y fortificaciones en Siria, Fenicia y Palestina


La presencia de fortificaciones fue una constante en las numerosas ciudades
fundadas en este ámbito oriental del Mediterráneo por ser una zona
especialmente conflictiva.

Por ejemplo, la ciudad siria de Ebla contó con un perímetro amurallado


desde el III milenio a.C. A comienzos del II milenio se construyó un
terraplén defensivo con potentes muros hechos con basamento de piedra,
que alcanzaban en su parte más ancha los 50 metros de espesor.

Un rasgo peculiar de estas murallas fue la estructura de sus puertas, que


anticipaba la disposición «en tenaza» característica de las fortificaciones
sirias y palestinas del Bronce Medio: consistía en la articulación de la
puerta en tres secciones: una exterior compuesta por una puerta entre
dos pares de contrafuertes y un vano; un patio trapezoidal a cielo
abierto; y finalmente una puerta interior que tenía tres contrafuertes y
dos vanos.

Las ciudades palestinas contaron también con sólidas fortificaciones; hacia


principios del II milenio incorporaron como novedad los bastiones de
esquina en los ángulos de las puertas y el refuerzo de los lienzos de las
murallas con taludes. Ejemplos la ciudad siria de Ugarit y en otras ciudades
del Mediterráneo Oriental, como Troya, Micenas y Tirinto.

Las ciudades fenicias solían fundarse en lugares fáciles de fortificar:


promontorios rocosos a orillas del mar o pequeñas islas cercanas a la costa,
de modo que los puertos y las murallas se convirtieron en sus
construcciones más características. Además, solían organizarse con un
patrón fijo, con una acrópolis fortificada donde se encontraban los edificios
principales, y una ciudad baja con las instalaciones portuarias y
comerciales. Generalmente se admite la existencia de tres tipos de ciudades
púnicas o fenicias:

- las factorías, que fueron ciudades fortificadas dependientes de una


ciudad mercantil que las había fundado, entre las que se hallaban Rodas,
Chipre o Tasos

- las concesiones, que eran una especie de barrios comerciales creadas


en ciudades ya existentes

- las colonias, que eran simples enclaves mercantiles. Biblos, Sidón o


Tiro fueron algunas de las más importantes ciudades fenicias
organizadas de acuerdo a los principios señalados.

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