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Arquitectura funeraria en Próximo Oriente.

TEMA 8: TUMBAS Y RECINTOS FUNERARIOS

La arquitectura funeraria no fue un rasgo distintivo de las culturas próximo


orientales, a diferencia de Egipto. Los pueblos de Mesopotamia y sus
regiones limítrofes no confirieron tanta importancia como los egipcios a la
creencia en el Más Allá, en la vida de ultratumba. Para ellos el destino
previsto para los muertos consistía en una especie de existencia, nada
prometedora, en el mundo de las sombras, en la «tierra sin retorno» lo que
determinará la realización de ciertos ritos funerarios y la construcción de
tumbas, aunque éstas no serán objeto de gran atención artística.

Las tumbas de foso y los hipogeos en sus diferentes modalidades fueron las
tipologías funerarias más empleadas para la inhumación de los cadáveres.
Las primeras solían consistir en fosas rectangulares, dobles o sencillas, con
paredes de piedra excavadas en el subsuelo a poca profundidad y cubiertas
por una especie de tapa de troncos o piedra, dependiendo de la zona en la
que fuesen realizadas. Se han hallado algunas tumbas que siguen este
modelo en ciudades hititas del III milenio a.C.

.1 Arquitectura funeraria en Mesopotamia

.1.1 Las tumbas del III milenio: las tumbas de fosa y los hipogeos
del cementerio Real de Ur
Después de las tumbas de simple fosa, las de la I dinastía de Ur datadas
en el III milenio a.C. representan el primer ejemplo de arquitectura
funeraria de cierta envergadura; se han hallado en este cementerio un total
de 1850 tumbas, 16 de ellas pertenecientes a la realeza y las restantes al
pueblo. Ponen de manifiesto el hecho de que ya por aquellas fechas existía
una firme creencia en la vida de ultratumba, dato que ha sido deducido de
la riqueza y características de los ajuares funerarios que acompañaban a los
difuntos.

La tipología de estas tumbas consistía en una fosa excavada a 10 metros


de profundidad, con unas dimensiones de 10 por 5 metros, a la que se
accedía por una rampa en forma de corredor. En el suelo estaba la
tumba propiamente dicha, que podía tener una o varias cámaras y que
se cubría con falsa bóveda de piedra o ladrillo. El personaje principal
ocupaba el espacio de la tumba, mientras que el resto de los cadáveres
se ubicaban en el corredor y en el foso.

Siguiendo esta tipología se construyó en época neosumeria el Mausoleo de


los reyes de la III dinastía, que formaban parte del conjunto
arquitectónico presidido por el gran zigurat de Ur. Se trataba de hipogeos
con las cámaras sepulcrales excavadas en el subsuelo y cubiertas con
bóvedas de ladrillo; sobre ellas se situaron capillas funerarias con
instalaciones diversas que no se han llegado a explicar del todo. Conviene
destacar, además, que las cámaras reproducían sustancialmente la
estructura de las casas de la época.

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Arquitectura funeraria en Próximo Oriente.

.2 Tipologías funerarias en las áreas periféricas

.2.1 Los hipogeos de las necrópolis reales sirias y fenicias


Los enterramientos en forma de hipogeo fueron los más empleados en las
llamadas áreas periféricas. Tenemos una muestra en la necrópolis real de
la ciudad siria de Ebla, datada a comienzos del II milenio a.C, de la que
se han excavado tres hipogeos. Al parecer formaban parte de un conjunto
arquitectónico compuesto por un palacio y dos santuarios, estando
excavados en la roca y bajo los edificios. Así por ejemplo, la «Tumba de la
Princesa» tenía su acceso en el centro de un patio del palacio, y su
estructura se componía de un corredor que conducía directamente al
hipogeo; en origen parece ser que esta tumba se comunicaba con otras dos,
la del «Señor de las Cabras» y la «Tumba de las Cisternas», de estructura
más compleja. La primera estaba dividida en tres espacios, uno de ellos
semicircular.

La costumbre de ubicar las tumbas en el subsuelo de las construcciones


se repetirá en uno de los palacios construidos en el II milenio a.C. en la
ciudad de Ugarit, donde se han descubierto tres cámaras funerarias
abovedadas dedicadas a necrópolis real, siguiendo una práctica que
podemos relacionar con la de las «casas-tumba» en Mesopotamia.

Las necrópolis fenicias se ubicaban normalmente en las afueras de la


ciudad, utilizando también la práctica de construcción de hipogeos.
Podemos destacar la de la ciudad de Marato, fechadas a mediados del I
milenio a.C., donde se han conservado monumentos sepulcrales en los que
se producía una mezcla entre el hipogeo y el mausoleo. La tipología se
basaba en una tumba-pozo, formada por tres habitaciones, a la que se
accedía por una escalera abierta en las proximidades. Sobre ella se
construía el mausoleo, que consistía en un pedestal circular, adornado con
figuras de toro, un cuerpo cilíndrico en forma de torre y, como remate de
toda la estructura, una cúpula.

.2.2 Los frigios: la tumba del rey Midas


Los frigios se ubicaron en la Península de
Anatolia tras la invasión de los pueblos
del Mar.
De lo poco que conocemos de su
arquitectura, realizada en los siglos IX y
VII a.C. destaca la Tumba del Rey
Midas, que incorpora a la historia de la
arquitectura funeraria del Próximo
Oriente un nuevo modelo, el de hipogeo
excavado en la roca.

Al exterior reproduce en relieve la


fachada de un edificio monumental con
tejado a dos aguas y decorada con
formas geométricas. Este tipo de
sepulcro excavado en la roca
reaparecerá en la arquitectura persa.

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.2.3 Las tumbas reales persas: Mausoleos e hipogeos


El Mausoleo de Ciro en Pasagarda.
Se trataba de una estructura
construida en piedra, bastante
simple, compuesta por un alto
basamento escalonado con seis
gradas sobre la que se levantó una
estructura rectangular, en forma de
casa con cubierta a dos aguas, en
cuyo interior se encontraba el cuerpo
del difunto.

En su entorno se construyeron otras


tumbas aqueménidas menores, pero
que seguían este mismo modelo.

Esta tipología no fue continuada por los


reyes aqueménidas. A partir de Dario I
prefirieron enterrarse en los acantilados
situados frente a la llanura de Persépolis, en
conexión con el palacio, construyendo
hipogeos que tenían su fuente de inspiración
en Egipto.

Estos hipogeos aqueménidas tenían su


fachada horadada en la roca y adoptaban
forma de cruz griega (con los cuatro lados
iguales), la cual daba acceso a un vestíbulo
y, a partir de él, a la cámara sepulcral.

La entrada simulaba la fachada de un


palacio, con cuatro columnas a modo de
pórtico, dos a cada lado de la puerta,
existiendo sobre ella una amplia franja de
relieves esculpidos sobre la roca con
escenas simbólicas de presentación del rey
ante el dios.

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