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1. Reforzamiento positivo.
Los reforzadores son estímulos que, cuando se aplican a las conductas, las
fortalecen. Esto es, incrementan la probabilidad de que dicha conducta ocurra en
situaciones específicas futuras. Hay que enfatizar que los reforzadores se definen en
función del efecto que tengan sobre la conducta. Si un estímulo aumenta la probabilidad
de que la conducta vuelva a aparecer, es por definición un reforzador. Esto significa que
no importa la forma que tenga el estímulo, si dicho estímulo aumenta una conducta es,
simplemente, un reforzador.
Existen dos tipos básicos de reforzadores: positivos y negativos. Los reforzadores
positivos son aquellos cuya presentación da lugar a que aumente la probabilidad de que
una conducta ocurra. Los reforzadores negativos son estímulos, normalmente
desagradables y llamados aversivos, cuya supresión aumenta la probabilidad de la
respuesta.
De acuerdo a otra clasificación podemos distinguir entre reforzadores primarios
y reforzadores secundarios. Los reforzadores primarios hacen que aumente la
probabilidad de emitir una conducta debido a la naturaleza biológica del organismo.
Estos reforzadores son innatos, de forma que los necesitamos para la supervivencia del
organismo o de la especie (comida, agua, aire, etc). Los reforzadores secundarios son
formalmente estímulos neutrales que han adquirido algún valor reforzante de
reforzadores primarios tras haber sido asociados con ellos o con otros reforzadores
secundarios. El fenómeno por el cual un estímulo neutral se convierte en un reforzador
secundario es parecido al proceso por el que un estímulo neutral es capaz de elicitar una
respuesta en el condicionamiento clásico. Sin embargo, en este caso el estímulo neutral
se asocia con una consecuencia de la conducta.
Pero, ¿cómo podemos saber que servirá como reforzador? Según Skinner,
solamente llevando a cabo una prueba directa. Un suceso es reforzante si produce un
aumento en la frecuencia de una respuesta específica. No importa lo buena que una cosa
pueda parecer, no es un reforzador si no cambia la tasa de respuesta, o si el cambio en la
tasa es para disminuirla. Así, podemos definir la efectividad o potencia de los
reforzadores examinando su capacidad para incrementar la probabilidad de que aparezca
determinada conducta. Cuanto más incremente la probabilidad de que aparezca la
respuesta mayor potencia tendrá. Sin embargo, la efectividad de los reforzadores puede
variar para una misma persona, incluso pueden perder su potencia cuando se han
adquirido en grandes cantidades (saciación).
Programas de reforzamiento
2. Reforzamiento negativo.
Cuando el organismo utiliza una conducta que evita o escapa de un evento; aquí
tenemos que la ausencia de una estimulación negativa (aversiva) incrementa la
probabilidad de que ocurra una respuesta; dicho estímulo es en este contexto un
refuerzo negativo. Consiste en la eliminación de un estímulo o situación negativo
como consecuencia de la aparición de una conducta deseable. Son ejemplos de
reforzamiento negativo que se dan en la vida cotidiana: cuando tenemos frío y nos
abrigamos, cuando nos protegemos de la lluvia con un paraguas para no mojarnos.
Realizando una conducta se produce un alivio de lo que nos resultaba negativo. Cuando
un profesor le dice a un alumno: “mientras no acabes la tarea no saldrás al recreo”, está
reforzándole negativamente. El alumno se escapará de la situación o estímulo negativo
cuando aparezca la conducta de acabar la tarea. A su vez este modelo puede dividirse en
dos subtipos:
a) Evitación: cuando el sujeto emite una conducta que permite que no aparezca
un estímulo aversivo (coger el paraguas y de ese modo evitar la lluvia).
b) Escape: cuando el sujeto da una respuesta que permite la desaparición de un
estímulo aversivo ya presente (salir corriendo hacia un portal para protegerse de
la lluvia).
Castigos.
Con frecuencia se confunde éste con el reforzamiento negativo. El castigo
supone la disminución o supresión del comportamiento. Cuando una conducta es
seguida de un estimulo aversivo, en el futuro es menos probable que se repita en una
situación similar. El objetivo de los procedimientos de castigo es disminuir conductas o
eliminarlas. Al igual que ocurre con el refuerzo, lo que define que algo sea castigo o no
es el efecto. Cualquier hecho cuyo efecto sea la disminución o desaparición de una
conducta es considerado castigo. Al igual que el reforzamiento, el castigo puede tomar
dos formas distintas:
Castigo positivo o por presentación: ocurre cuando la conducta disminuye o
desaparece porque con ella se obtiene algo que es en sí mismo aversivo o desagradable
para el sujeto.
Castigo negativo o por retirada: la consecuencia de la conducta es la retirada
de algo agradable para el sujeto, lo cual también disminuye la probabilidad de que se
repita esa conducta.
Entre algunas de las TÉCNICAS que se han derivado basadas en los principios
del condicionamiento operante encontramos:
1) Advertir al niño del castigo (la información sobre las consecuencias de la conducta)
2) Definir conductas de escape asequibles para él.
3)Que el castigo sea proporcionado al hecho castigado y relacionado con sus
consecuencias
4) Que sea consistente, es decir, si se ha advertido, debe cumplirse
5) Que se aplique lo más inmediatamente posible después del hecho castigado
6)Aplicarlo sin desvalorizar globalmente al niño y sin generalizar sobre su
comportamiento.