Invitados por una familia italiana tuvimos el privilegio de ver con
nuestros propios ojos el paraíso terrenal en forma de isla en el mediterráneo. El viaje en avión no comenzó muy bien ya que después de estar una hora sin despegar, tras una avería, aunque un poco tarde, llegamos a nuestro destino: el ombligo (ombelico)del Mediterraneo .
Para que os hagáis una idea, (perché vi facciate un’idea) Cerdeña es
como si a la sierra de Madrid con sus bloques de granito le pusiéramos el mar del Caribe. Nunca he visto playas de arena tan blanca ni aguas más transparentes, con colores que van del azul turquesa al esmeralda. De hecho, la impresión inicial fue tan fuerte que a pesar de (nonostante) mis años me encontré corriendo feliz en dirección al mar lanzándome de cabeza en el agua. [...]. A poca distancia del agua había unos islotes sobre los que descansaban los cormoranes. Una vez repuesta de la emoción, (superata l’emozione) me puse a observar el paisaje desde la playa y sólo pude ver naturaleza en forma de arbustos y pequeñas lomas (dune), ni huellas (tracce) de cemento, ni ladrillos( mattoni).
Desde el apartamento familiar ibamos a Cannigione, el pueblo más
cercano, por una carretera que discurría entre villas con frondosos jardines. Frente al puerto deportivo se encontraba un bar de copas (bicchieri) llamado Coco Loco, del que siempre salía música caribeña y en el que tenían costumbre de ponerte tapas (piccole porzioni di cibo) con las copas. Además, la terraza del bar era muy agradable y estaba decorada muy bien con dibujos de colores. Por eso lo visitamos todos los días de nuestra estancia y que llevo en mi cartera una tarjeta del local como quien lleva una estampa de la Virgen.
Es costumbre realizar excursiones marítimas por las islas e islotes de
la zona. Lo ideal es que tengas yate propio o alquilarlo (affittarlo). Pero si esta opción no es viable siempre existe la posibilidad de sacar un ticket para el barco del " capitano", que tiene menos glamour (fascino) pero te da la posibilidad de visitar el archipiélago de la Maddalena. Existe también la posibilidad de ir a Porto Cervo, para hacerte fotos en los yates más fastuosos que hayas visto, y luego ostentar de haber navegado en ellos por el archipiélago, pero si lo que realmente te gusta es lo recoleto (lougo solitario) puedes visitar Porto R afael , con construcciones dentro de las rocas graníticas que te harán sentirte como Wilma.
Uno de los vicios adquiridos (acquisiti) -y conservados gracias a la
bondad de la familia italiana que me lo suministra- es el pane carasau, que consiste en láminas finísimas de pan (más finas aún que la regañá sevillana) que se tuestan en una sartén y se acompañan de aceite de oliva virgen y de romero. Desde mi viaje, cuando veo una mata de romero no puedo evitar cortar una rama para mi pane.
Recuerdo el viaje como una experiencia mágica y tengo la esperanza
de poder revivir tan gratos recuerdos. Si la próxima vez consigo evitar el avión, estoy segura de que será perfecto.