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Violencia en Los Medios de Comunicacion
Violencia en Los Medios de Comunicacion
PRESENTADO POR:
DOCENTE:
JULIACA – PERÚ
2014
INDICE
1. INTRODUCCIÓN
3. LEY ESPECÍFICA
3.1 Artículos 33 a 39 de la ley 8/1995
3.2 Artículo 36
13. CONCLUSIONES
14. BIBLIOGRAFIA
15. Anexos
INTRODUCCIÓN
Como veremos más adelante, el objetivo fundamental que se les pide a los
medios de comunicación es contribuir al desarrollo de mejores formas de
convivencia humana en tres áreas de fundamental importancia: en primer lugar,
fomentar y promover tanto el reconocimiento como el respeto a la dignidad
humana y a la moral social; en segundo lugar, fortalecer y respetar a la
estructura familiar y los vínculos que de ella nacen; finalmente, promover el
desarrollo armónico de los niños, las niñas y los adolescentes si se evitan
influencias nocivas y perturbadoras, a través de sus imágenes y contenidos.
Los medios de comunicación son por lo tanto nuestra visión sobre todos los
acontecimientos y hechos que se dan día a día y que en un futuro formará
parte de la historia. Los medios de comunicación nos han acercado la violencia
y han convertido la información y la violencia en dos palabras que suelen ir
muchas veces cogidas de la mano, tanto que son los medios de
comunicación los que crean la violencia. Un ejemplo claro y perfecto de lo
mencionado está expuesto en una película de James Bond, el agente 007 en
“El mañana nunca muere”. Para especular y no dejarnos convencer por lo que
se nos quiere vender, es necesario juzgar sobre todo a la televisión, como
medio de comunicación triunfante de este siglo XXI que termina y como fuente
constante de formulaciones violentas ante los ojos de los telespectadores. Este
tema es el escogido ya que me interesa, como siempre, mezclar los procesos
que subyacen en nuestras mentes, con la sociedad, y así unir la psicología y la
sociología para llegar a conclusiones que indiquen él porque del
comportamiento violento influido por los medios de comunicación en sociedad.
3. LEY ESPECÍFICA
8.1 La violencia pasiva, por decir así, en la que los medios se limitan a
presentar la violencia existente y beneficiarse de sus efectos.
8.2 La violencia activa, en la que son los medios los que provoca la
violencia, la ejercen o la fabrican en sus estudios y eventos mediáticos, de
modo que redoblan su peso y sus efectos.
En los dos casos, los medios que muestran o ejercen violencia utilizan con ella
su poder, su legitimación por ese poder ejercido. Se trata de un modo de
imponer su presencia que es también un arma de doble filo, pues los
profesionales violentos o que juegan con la violencia adquieren gran atención,
pero también pierden credibilidad y prestigio social en su función.
Gran parte de los programas televisivos que podemos ver en todos los
canales tanto públicos como privados son tratados como debates entre
presentador e invitado, como competición entre miembros de un mismo jurado
en ellos encontramos la crítica como fundamentación del debate para así crear
polémica, pues cuando se discrepa de alguien el objetivo no es, al parecer,
escuchar y comprender, son el de emplear todo tipo de tácticas, a fin de “ganar
la partida”. De este modo, lo que veríamos como una conversación entre dos o
más personas, o una valoración de una actuación, pasa a ser un “campo de
batalla” donde la utilización de un lenguaje lleno de violencia suscita en morbo
entre los espectadores.
10.1 Televisión
Es pues sin duda una cifra verdaderamente significativa, en uno de los países
que más programas distribuye al resto del mundo, con lo que en
programaciones como la española se puede observar programas basados en lo
que se llama “fórmulas americanas”, en lo que triunfa en el mercado
americano, con lo que estos programas que importamos son a su vez violentos,
una difusión como si de un virus se tratara. Programas con explosiones,
asesinatos, dibujos violentos no son sino gran parte de la baza que la televisión
expone en un horario en el que los niños aún no duermen, el control sobre el
horario de emisión es mínimo y los niños encuentran esa ventana abierta a la
violencia.
10.2 Cine
Pero no sólo el cine de acción tiene digamos la culpa, pues todos los géneros
basan sus argumentos en algún tipo de violencia, los dramas utilizan las
palizas, insultos, etc., mientras que la comedia trata de provocar la risa
mostrando como graciosos los golpes de personajes principales o los llamados
marginales.
Otros géneros significativos son, sin duda el terror y el gore, limitado a los
mayores de 18 años por su alto contenido en escenas violentas, sangre y sexo
explícito, aunque no desarrollaremos porque legalmente no deberían afectar a
los niños, porque “legalmente” tienen prohibido su visionado
Se trata de una huida hacia delante, que como hemos visto debe ofrecer
siempre más violencia en imágenes o relatos para producir el mismo efecto;
igual que en una adicción a una sustancia como una droga o un calmante, se
necesita subir la dosis para producir efecto constante. Los medios comenzaron
a producir y fabricar violencia para poder impactar más la sensibilidad, y así
llegaron a las aberraciones de las que hemos hablado antes.
Hay una perversión en el derecho que los me- dios tienen a representar y a
exponer la violencia o la muerte. Se llega a diseccionar esos fenómenos en
todos sus componentes, a hacerlos interactuar en directo, a repercutirlos de mil
maneras, fragmentándolos, poniéndolos a cámara lenta, mostrando sus lados
menos vistos y más secretos, en una especie de obscenidad de la mirada. Así,
un rasgo común une a los programas médicos que nos muestran operaciones
de cirugía en directo con los cadáveres desnudos de las guerras en los
periódicos, es decir, un grado de violencia que une la indefensión y la debilidad
con el poder de intromisión de los medios.
Este efecto se conoce desde hace décadas. Incluso se sabe que un visionado
constante de violencia, sea real o ficticia, conduce a una percepción muy
negativa del entorno que vivimos, exagerando el aspecto violento y
desaprensivo de la sociedad, y creando miedo, lo cual redunda también en
reacciones agresivas, aunque sólo sean ideológicas, contra ese mundo
distorsionado por la violencia mediática.
Hay sin duda una perversión en la moral de los medios a la hora de representar
violencia o comunicar hechos violentos. La denuncia o la repulsa de la violencia
se hace, desde los medios, repitiendo esa misma violencia, por ejemplo: cuan-
do imágenes violentísimas se emiten para ser criticadas o denunciadas por un
medio. No existe aquí tampoco una clara conciencia de la inmoralidad de la
violencia pasiva, de la complicidad o indiferencia con la que se tratan y
difunden imágenes o informaciones que en sí mismas perjudican gravemente
nuestra sensibilidad.
Pero, ¿cuál es sin duda uno de los efectos más mortíferos de la violencia en la
vida social? La adicción y la incapacidad de resistencia de los ciudadanos a
estos contenidos, y por tanto, la escalada de la violencia en la vida social
colectiva y privada. Vamos a explicar este mecanismo por su importancia
capital.
Así, cuando no se emiten contenidos nefas- tos, los públicos demandan más
calidad en los productos de los medios y, al revés, cuanto peor cualitativamente
es la oferta, más incapacidad de exigencia y más pasividad se da en los
espectadores y audiencias.
Los consejos que pueden darse son claros. En primer lugar, explicar y difundir
todos estos efectos psicológicos y sociales producidos por la violencia en los
medios: la censura, la distorsión, la merma de la capacidad de juicio y de
sensibilidad, la destrucción cultural de la sociedad.
CONCLUSIONES
La radio debe crear programas que tiendan a difundir las transformaciones que
está sufriendo y debe sufrir el papel social de la familia y las relaciones entre
sus integrantes, así como en particular la situación de los niños, las niñas y los
adolescentes y sus derechos, por medio de los cuales se trata de crear una
conciencia social sobre tales problemas.
Cuadro #1