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FACULTAD DE MEDICINA HUMANA Y CIENCIAS DE LA SALUD

ESCUELA ACADÉMICA PROFESIONAL DE PSICOLOGÍA HUMANA

“VIOLENCIA EN LOS MEDIOS DE


COMUNICACIÓN”

PSICOLOGIA DE LAS POBLACIONES EN RIESGO

PRESENTADO POR:

Franz Arturo HUANCA MACHACA


Bianca PARICAHUA CATACORA
Ricio CUBA GUZMAN
Carlos DURAND
Dalila OCCORURO QUICO

ESTUDIANTES DEL OCTAVO CICLO DE PSICOLOGIA HUMANA

DOCENTE:

PS: Gaby HUACASI TORRES

JULIACA – PERÚ

2014
INDICE

1. INTRODUCCIÓN

2. LA VIOLENCIA EN LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN

3. LEY ESPECÍFICA
3.1 Artículos 33 a 39 de la ley 8/1995
3.2 Artículo 36

4. ESTADÍSTICAS SOBRE LA VIOLENCIA EN LOS MEDIOS DE


COMUNICACIÓN

5. TEORIAS SOBRE LA VIOLENCIA EN LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN

5.1. Teoría de la catarsis. FESHBACH Y SINGER


5.2. Teoría de los efectos del estímulo. BERKOWTZ.
5.3. Teoría del aprendizaje por observación. BANDURA Y WALTERS.
5.4. Teoría del refuerzo. KLAPPER.
5.5. Teoría del cultivo. GEBNER.

6. IMPORTANCIA Y AJUSTE DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN

7. LA VIOLENCIA EN LOS MEDIOS


7.1 La televisión en la actualidad

8. TIPOS DE VIOLENCIA EN MEDIOS: ACTIVA Y PASIVA


8.1 La violencia pasiva,
8.2 La violencia activa,

9. LENGUAJE EN LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN


9.1 Televisión:
9.2 Prensa:
9.3 Radio:

10. LA VIOLENCIA EN EL MEDIO AUDIOVISUAL


10.1 Televisión
10.2 Cine

11. EFECTOS CLAVE DE LA VIOLENCIA EN MEDIOS

12. EL MECANISMO DE LA ADICCIÓN Y LA FALTA DE RESISTENCIA A LA


VIOLENCIA

13. CONCLUSIONES

14. BIBLIOGRAFIA

15. Anexos
INTRODUCCIÓN

Los medios de comunicación frente al fenómeno de la violencia familiar son un


factor determinante tanto para la reproducción de la misma como para
prevenirla. A lo largo de este trabajo presentaremos estos aspectos con el fin
de promover la cultura de la no violencia; también para aprovechar dichos
medios como una herramienta de prevención de la misma.

Como veremos más adelante, el objetivo fundamental que se les pide a los
medios de comunicación es contribuir al desarrollo de mejores formas de
convivencia humana en tres áreas de fundamental importancia: en primer lugar,
fomentar y promover tanto el reconocimiento como el respeto a la dignidad
humana y a la moral social; en segundo lugar, fortalecer y respetar a la
estructura familiar y los vínculos que de ella nacen; finalmente, promover el
desarrollo armónico de los niños, las niñas y los adolescentes si se evitan
influencias nocivas y perturbadoras, a través de sus imágenes y contenidos.

La realidad es que actualmente los medios de comunicación son una


herramienta a través de la cual la infancia y la juventud adquieren de forma
regular información y conocimiento a través de la programación establecida
para el entretenimiento de la población, y que definitivamente tienen gran
influencia en sus formas de convivencia, en sus valores y creencias.

En el caso del presente estudio, haremos especial referencia al medio


televisivo, por ser el de mayor influencia y audiencia, además porque cuenta
con datos e información objetiva. Sin embargo, las recomendaciones sugeridas
acerca del mismo pueden ser aplicadas o consideradas para otros ámbitos de
los medios de comunicación.
2. LA VIOLENCIA EN LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN

La violencia se ha convertido durante el siglo XXI en una de las


presencias más habituales en la vida cotidiana de las personas, capaces de
modificar estructuras de la sociedad por completo. Las dos guerras de carácter
mundial han sido difundidas, hasta sus últimos detalles, por los nuevos medios
de comunicación que han nacido y crecido con el siglo (radio, cine, televisión),
así como una multitud de pequeños pero desgarrantes conflictos bélicos entre
dos o más países, entre los que se ve implicado de forma directa o indirecta
EE.UU. En la mayoría de las veces, (recuperación de Kuwait, guerra étnica de
los Balcanes, pugnas árabe-israelíes, guerra Irán-Iraq…) Y centenares de
guerras civiles, revueltas hasta conseguir la independencia o revoluciones
nacionales variadas (guerra civil española, coreana, revolución china, cubana,
independencias como las africanas o la de Pakistán), todas ellas teñidas de
sangre.

Los medios de comunicación son por lo tanto nuestra visión sobre todos los
acontecimientos y hechos que se dan día a día y que en un futuro formará
parte de la historia. Los medios de comunicación nos han acercado la violencia
y han convertido la información y la violencia en dos palabras que suelen ir
muchas veces cogidas de la mano, tanto que son los medios de
comunicación los que crean la violencia. Un ejemplo claro y perfecto de lo
mencionado está expuesto en una película de James Bond, el agente 007 en
“El mañana nunca muere”. Para especular y no dejarnos convencer por lo que
se nos quiere vender, es necesario juzgar sobre todo a la televisión, como
medio de comunicación triunfante de este siglo XXI que termina y como fuente
constante de formulaciones violentas ante los ojos de los telespectadores. Este
tema es el escogido ya que me interesa, como siempre, mezclar los procesos
que subyacen en nuestras mentes, con la sociedad, y así unir la psicología y la
sociología para llegar a conclusiones que indiquen él porque del
comportamiento violento influido por los medios de comunicación en sociedad.
3. LEY ESPECÍFICA

3,1 Artículos 33 a 39 de la ley 8/1995, de 27 de julio, de atención y


protección de los niños y los adolescentes, especialmente lo tipificado en el
Artículo 35 sobre el material audiovisual:

“No se permite vender ni alquilar a niños y adolescentes videos, videojuegos o


cualquier otro material audiovisual que contengan mensajes contrarios a los
derechos y libertades fundamentales reconocidos por el vigente ordenamiento
jurídico, que inciten a la violencia y a actividades delictivas, a cualquier forma
de discriminación o que tenga contenido pornográfico. No se permite tampoco
proyectarlos en locales o espectáculos en los que se admita la asistencia de
niños o adolescentes ni difundirlos por cualquier medio entre niños o
adolescentes”.

3.2 Artículo 36 sobre la prensa, radio y televisión.

“Las programaciones de radio y televisión, en las franjas horarias más


susceptibles de audiencia de niños y adolescentes, deben favorecer
los objetivos educativos que permiten dichos medios de comunicación y deben
potenciar los valores humanos y los principios del Estado democrático y social”.

“Las emisiones de televisión no deben incluir programas ni escenas o mensajes


de cualquier tipo que puedan perjudicar seriamente al desarrollo físico, mental
o moral de los niños y los adolescentes, ni programas que fomenten el odio, el
desprecio o la discriminación por razón de nacimiento, etnia, sexo, religión,
nacionalidad, opinión o cualquier otra circunstancia personal o social”.

“Los espacios dedicados a la promoción de la propia programación y los


programas susceptibles de perjudicar al desarrollo físico, mental o moral de los
niños y los adolescentes y los que contengan escenas de pornografía o
violencia gratuita sólo pueden ser emitidos entre las veintidós y las seis horas,
y deben ser objeto de advertencia auditiva y visual sobre su contenido”.

“Las emisoras de radiodifusión cuya concesión corresponde a la Generalidad,


durante una franja horaria de especial protección de los niños y los
adolescentes, que debe determinarse por reglamento, no han de emitir
programas ni mensajes que inciten directa o indirectamente al consumo de
substancias que pueden generar dependencia, que son de carácter violento o
pornográfico ni de cualquier otra índole perjudicial para el desarrollo físico o
mental o el comportamiento ético de los niños y los adolescentes”.

4. ESTADÍSTICAS SOBRE LA VIOLENCIA EN LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN

Hoy en día el balance de prestigiosos informes sobre la violencia en la


televisión demuestra que ésta aparece en un 15% en los informativos y un 85%
restante en escenas de ficción que corresponden a películas y series. Esta
violencia se disgrega en dos tipos: en los informativos suele ser por conflictos
políticos y escenas de guerra, y en las series de ficción y los reality shows, en
el crimen y la violencia privada: asesinatos, violaciones, venganzas, suicidios,
desapariciones…Las conclusiones de los análisis demuestran que la dosis de
violencia es mayor en los canales privados que en los públicos, y la media se
sitúa en cinco escenas por hora, aunque siempre teniendo en cuenta el país en
el que se emiten, por ejemplo en EE.UU y Japón donde la proporción suele ser
el doble del resto. Estas escenas producen efectos sobre la audiencia, y suelen
ser: el espectador se habitúa a ellas, sobreestima la posibilidad de ser víctima y
acepta los comportamientos agresivos como una forma apropiada para la
resolución de conflictos, tanto en la ficción como en la realidad.

5.1 TEORIAS SOBRE LA VIOLENCIA EN LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN

No obstante, las investigaciones más destacadas sobre la influencia que


ejerce la violencia en los medios de comunicación podrían resumirse en las
siguientes teorías:

5.1. Teoría de la catarsis. FESHBACH Y SINGER. Las frustraciones


generadas en el curso de la vida cotidiana se alivian mediante la participación
por "intermediario" en la agresión ajena. "El acto de presenciar contenidos
violentos en televisión, o de leer noticias consideradas como agresivas, aporta
al público experiencias agresivas indirectas, que sirven como vehículo
inofensivo para aliviar sentimientos de hostilidad".

5.2. Teoría de los efectos del estímulo. BERKOWTZ. La exposición a


los estímulos agresivos incrementa la susceptibilidad de una persona para la
excitación fisiológica y emocional, lo que a su vez hará aumentar su conducta
agresiva. Un estímulo agresivo no provocará siempre una reacción agresiva, ni
es probable tampoco que provoque un mismo grado de agresividad en todo el
público, dependerá de la frustración del individuo, de la justificación de la
actitud violenta, etc.

5.3. Teoría del aprendizaje por observación. BANDURA Y


WALTERS. El público puede modelar su conducta hacia descripciones
agresivas hechas por los medios de comunicación, imitando a personajes que
utilizan la agresividad para alcanzar un status de poder, fama, gloria, etc.

5.4. Teoría del refuerzo. KLAPPER. Las imágenes de violencia en


televisión o descripciones agresivas de noticias en prensa, refuerzan
cualesquiera pactos establecidos de conducta violenta que los receptores de
los medios tengan consigo ante los más media.

5.5. Teoría del cultivo. GEBNER. El mundo simbólico de los medios y,


en particular, de la televisión, cultiva las concepciones de los públicos sobre el
mundo real, con lo que ven el mundo real como si fuera el ofrecido por la
televisión, la prensa, el cine, etc.

6. IMPORTANCIA Y AJUSTE DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN

Los medios de comunicación tienen un papel fundamental en el


mejoramiento de las relaciones humanas e interpersonales, cuando más en las
que se dan entre los miembros de la familia, como conductores de valores
institucionales tales como la convivencia, la equidad, la libertad, la
responsabilidad, la colaboración, y/o valores sociales, como por ejemplo, la
tolerancia, el respeto, el amor, la comunicación, la justicia, entre otros, o
valores universales, como la no violencia, los derechos humanos, la paz, la
democracia. Debe y puede ser un mecanismo la educación en el que
predominen la transmisión de mensajes socialmente aceptables y la
antiviolencia.

El desarrollo de la tecnología en el mundo moderno plantea un problema


respecto al control por parte del Estado de los medios de comunicación, a los
que tiene acceso el público en general, incluidos los niños, las niñas y los
adolescentes, en el mundo entero. Por ello, la importancia de generar en los
adultos, ya sea que se trate de padres, de docentes o cualquier otro
responsable de menores en apego a la ley, una conciencia sobre cómo los
niños, las niñas y los adolescentes deben acceder a los diferentes medios de
comunicación, así como de los contenidos y sus consecuencias presentes y
futuras en el comportamiento de las siguientes generaciones, de ello la
importancia de aprovechar a los medios de comunicación como una
herramienta para la información y modificación de antivalores, de roles y
estereotipos fundados en relaciones de poder abusivas, que sólo atentan
contra la integridad y los derechos fundamentales de las personas. "Aquellas
personas involucradas en los medios de comunicación deben asegurarse de
que actúan de forma responsable, y de que existe una indicación clara sobre el
contenido de sus productos y los programas que realizan para que los padres
puedan guiar y aconsejar de forma adecuada a sus hijos".

7. LA VIOLENCIA EN LOS MEDIOS

Tanto la televisión, como los periódicos, la radio, el Internet, el cine, los


juegos de video y otros constituyen medios importantes en la dinámica y estilos
de vida actual, siendo los de mayor influencia el periódico y la televisión
proyectando imágenes de distinta naturaleza. Muchos de estos mensajes e
imágenes contribuyen a la promoción de la violencia. La violencia de los
medios de comunicación es una forma más de violencia cultural.

Por su capacidad de estar y penetrar en muchos de los hogares y dado que


abarca a la mayoría de los miembros de la familia, este tema se enfocará a la
televisión.

7.1 LA TELEVISIÓN EN LA ACTUALIDAD

Actualmente la televisión ha acaparado todas nuestras actividades.


Tanto el hombre como la mujer de distintas edades, pasa una buena parte de
tiempo delante de un televisor. La televisión provoca el mismo fenómeno que
el de las drogas: crea adicción.
Es la conducta repetitiva que se va haciendo hábito y de la cual es muy difícil
sustraerse: tanto que las personas con escasa capacidad intelectual o poca
curiosidad y creatividad para llenar su ocio con una afición o una actividad bien
definida, quedan atrapadas en ese mundo de la televisión; por lo que se puede
afirmar con certeza, que la televisión es casi todo su alimento intelectual.

8. TIPOS DE VIOLENCIA EN MEDIOS: ACTIVA Y PASIVA

Podríamos distinguir dos tipos de violencia mediática:

8.1 La violencia pasiva, por decir así, en la que los medios se limitan a
presentar la violencia existente y beneficiarse de sus efectos.

8.2 La violencia activa, en la que son los medios los que provoca la
violencia, la ejercen o la fabrican en sus estudios y eventos mediáticos, de
modo que redoblan su peso y sus efectos.

En los dos casos, los medios que muestran o ejercen violencia utilizan con ella
su poder, su legitimación por ese poder ejercido. Se trata de un modo de
imponer su presencia que es también un arma de doble filo, pues los
profesionales violentos o que juegan con la violencia adquieren gran atención,
pero también pierden credibilidad y prestigio social en su función.

Este segundo tipo de violencia activa incluye no solamente la violencia física,


sino también la violencia psicológica. El asalto o la intimidación de los
informadores a los particulares, es una forma de esta violencia. Incluye la
violación de la intimidad y la ruptura de los códigos de cortesía y respeto a la
persona. Incluye la provocación y confabulación para producir violencia, por
ejemplo a través de la elección del tema de un debate o de los contertulios de
un programa. La violencia representada se acompaña de la violencia en el
modo mismo de representar.

Así nos encontramos con fenómenos como la realización de programas en los


que se reúnen a una serie de caracteres conflictivos para ver cómo chocan
entre sí, bajo la idea de que lo que se ofrece es la realidad de las relaciones
humanas, o esos otros programas en los que se ofrece como habitual y natural
conductas violentas como el insulto, la difamación o el linchamiento de
víctimas.

La fabricación activa de violencia en los medios ha llegado al máximo en el


género de ficción cinematográfica en el que las “snuff movies” presentan
muertes reales producidas para ser filmadas, o en las grabaciones de muertes
o palizas a mendigos hechas por particulares a través de móviles con cámaras
para ser colgadas en Internet.

En el caso de la violencia producida por agentes externos a los medios, al


comprobar este fenómeno de la escalada de violencia en los medios, la propia
mente criminal se ha especializado en representaciones violentas e
impactantes, y así tenemos el tremendo hecho de que los terroristas se
inspiren en el cine o que realicen sus atentados y ejecuciones expresamente
para ser emitidos en los medios, vistos los ejemplos que los propios medios
ofrecen.

Éste ya puede considerarse un efecto terrible de la violencia creada por los


medios. Si éstos no hubieran inventado el reality show o las filmaciones en
directo de ejecuciones autorizadas, las ejecuciones filmadas ante los medios
no se hubieran producido. Si no hubiera existido el cine de catástrofes, muchas
catástrofes reales no se hubieran dado. (El mismo 11-S se inspiró en un filme
de ficción basado en un relato de Stephen King).

El contagio y la imitación de la violencia, y sobre todo, la imitación de una


comunicación violenta, se extienden por todas partes, recordemos el reciente
caso de los escolares del Colegio Suizo de Madrid, filmando su propio acoso a
un compañero.

9. LENGUAJE EN LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN

La información ha alimentado los medios de comunicación desde sus


orígenes hasta nuestros días. La necesidad de saber qué pasa, dónde pasa,
hasta qué punto nos afecta y quiénes protagonizan un determinado suceso
alimenta nuestra necesidad esencial de adaptarnos al entorno. El periodista y
el periodismo tienen poder, pero este poder debe ser entendido como un
periodismo de servicio y no de ofensa, destrucción o de muerte. El modo de
informar condiciona la interpretación del lector.

En la actualidad, los medios de comunicación pueden poner sordina a las


expresiones de violencia social o constituirse en altavoces de las mismas. Este
tipo de violencia verbal es menos perceptible que la violencia física, pero con
efectos mucho más graves; podemos llegar a aterrarnos por la violencia física
pero no por las agresiones verbales. Algunos han considerado la palabra como
“arma de destrucción masiva” (teniendo ésta ya una connotación violenta), e
incluso han llegado a designar lenguaje y violencia como una misma cosa.

Y es que el lenguaje va más allá, es tanto reflejo de la mente humana


como canal de transmisión de pensamiento y emociones. Las palabras tienen
efectos en la vida diaria, con ellas podemos construir pero también destruir,
edificar o derrumbar, levantar o aplastar, y declarar o finalizar una contienda.
Todo depende del uso que le demos.

A continuación veremos como algunas muestras de esta violencia verbal


en Televisión, Prensa y Radio.

9.1 TELEVISIÓN: Se ha convertido en el medio de comunicación por


excelencia. Una de sus funciones más reconocidas son: entretener, formar e
informar. Funciones todas ellas que han ido desapareciendo paulatinamente y
que, en la actualidad sólo los encontramos en canales exclusivos para ello.

En este momento la televisión comercial abunda con escenas de


violencia, música de baja calidad y mensajes llenos de violencia.
Constantemente estamos expuestos a un discurso en el que se nos muestra la
naturaleza en peligro, donde vemos sin cesar imágenes de invasión de
penetración y de amenaza.

Gran parte de los programas televisivos que podemos ver en todos los
canales tanto públicos como privados son tratados como debates entre
presentador e invitado, como competición entre miembros de un mismo jurado
en ellos encontramos la crítica como fundamentación del debate para así crear
polémica, pues cuando se discrepa de alguien el objetivo no es, al parecer,
escuchar y comprender, son el de emplear todo tipo de tácticas, a fin de “ganar
la partida”. De este modo, lo que veríamos como una conversación entre dos o
más personas, o una valoración de una actuación, pasa a ser un “campo de
batalla” donde la utilización de un lenguaje lleno de violencia suscita en morbo
entre los espectadores.

Cuando existe un debate político en el Congreso o en las instituciones


autonómicas o locales, los periodistas destacan las frases más duras, las
descalificaciones más sonoras y las frases que hacen más daño al oponente,
que no es ni enemigo ni adversario, pero que nos los muestran como tal. Al
convertir estas frases en lo más importante de todo el debate corremos el
riesgo de no prestar atención a los contenidos y trabajo de los parlamentarios y
quedarnos con las florituras verbales más virulentas.

Si analizamos los contenidos de telediarios, cine, series televisivas,


dibujos animados, etc. comprobaremos como las imágenes, textos,
acontecimientos relatados tratan el hecho de la violencia con mucha mayor
frecuencia que otros temas. Los niños y adultos de todo el planeta pueden
estar a la última en innovaciones armamentísticas y conocen a Rambo y
Terminator. La globalización, pues, alcanza a ídolos más mediáticos poco
dados al diálogo y que son fuentes de inspiración de conductas y modelos de
imitación. (UNESCO, 1998)

Es el lenguaje quien nos utiliza. Como bien explica el lingüista Dwight


Bolinger (Bolinger, 1980), utilizando, por cierto, una metáfora militar, el lenguaje
es como un arma cargada que se puede disparar deliberadamente, pero que
puede también herir o matar si se dispara por accidente. Los términos que
utilizamos para hablar conforman nuestro pensamiento e incluso nuestra
percepción. El lenguaje funciona efectivamente así. De esta forma invisible
moldea nuestra forma de pensar sobre las demás personas, sus acciones y el
mundo en general. Las metáforas militares nos enseñan a pensar y a ver
nuestro entorno como si de un campo de batalla, de conflicto, de lucha se
tratará. Una vez adquirida, esta perspectiva limita nuestra imaginación y
nuestras posibilidades de comprender o cambiar una situación determinada.

9.2 PRENSA: Los titulares de prensa se redactan expresamente de forma


que atraigan al público, pero, sin darnos cuenta, todos utilizamos en alguna
ocasión figuras retóricas referidas a lo militar o en algún modo beligerantes:
”tirar a dar”, “la lucha diaria”, “luchar contra el paro”, “una descarga de
aplausos”. Cualquier táctica es válida si los índices de audiencia aumentan, sea
cual sea el método. Los periodistas de la prensa escrita no se libran de esa
práctica, con cada artículo que desata una polémica lo suficientemente
importante como para que el buzón de la redacción se inunde, los editores se
restriegan las manos de alegría. La ironía de esta situación es el efecto
contrario que puede provocar: en lugar de disuadir de la publicación futuros
episodios, cabe la posibilidad de fomentarlos.

La presentación de un coloquio sobre política con un formato polémico es


bastante característico de los programas de televisión. Por su parte, los
periodistas de la prensa escrita hacen un intento alarde de lenguaje violento
para manifestar su punto de vista. Aunque, en este medio existe la posibilidad
de evitar y corregir los artículos, a diferencia de la radio y la televisión,
especialmente en aquellos programas que se emiten en directo.

9.3 RADIO: El hecho de que tanto en radio como en televisión se


presenten los productos con mayor agresividad es debido al interés, por los
que difunden las noticias, de que la clientela no decaiga. Puesto que existe el
sinónimo de que el enfrentamiento es espectáculo, el resultado es previsible.
Así como en televisión se apoyan de las imágenes para recrudecer cualquier
información, en la radio es muy importante el timbre, el tono y la entonación
entre otros matices que determinan el estilo de la radio. En este medio: la voz
aporta la carga dramática, la palabra la imagen conceptual, el sonido describe
el contexto físico, la música transmite el sentimiento y el silencio la valoración.

Podemos decir que tanto en radio como televisión encontraremos


prácticamente el mismo estilo de programas de debate, la entrevista, la tertulia,
la crítica, etc. Programas en los que la afluencia de violencia en el lenguaje
será la base para la “defensa” de las posturas a “defender”.

Si todo esto que acabamos de analizar desde la televisión, prensa y radio


lo aplicamos a los periodistas deportivos, el problema se agrava e incluso ha
incrementado por un mayor uso de la violencia verbal. Podemos llegar a
caracterizar el deporte como un sucedáneo de la guerra. Los términos que
podemos escuchar en una transmisión de fútbol obedecen más a los de una
batalla, así por ejemplo tenemos: dispara, ataca, defiende, pega fuerte,
arremete, enemigo, retaguardia, ataque.

En un mundo donde los odios étnicos, culturales y religiosos están a la


orden del día, el deporte como expresión de identidad, se convierte en
instrumento político manipulado por los gobiernos, que exacerba los ánimos y
fomenta un malentendido patriotismo que se desencadena en xenofobia, la
cual queda patentizada por los grupos neonazis o cabezas rapadas.

El deporte, y por tanto los medios de comunicación que nos retransmiten


cada momento deportivo, cada noticia del mundo en que vivimos, deben ser
constructores de paz y no de violencia

10. LA VIOLENCIA EN EL MEDIO AUDIOVISUAL

10.1 Televisión

Uno de los estudios más completos y quizás el más importante a escala


mundial sobre contenidos violentos es el Estudio Nacional sobre la Violencia en
la Televisión (NTVS, por sus siglas en inglés) llevado a cabo entre 1994 y 1997
por tres universidades norteamericanas con apoyo financiero de la industria de
la televisión por cable de los Estados Unidos. Según este análisis de contenido
de más de 6 mil horas de programación recopiladas a lo largo de tres años
consecutivos, encontró que aproximadamente el 60 por ciento de los
programas de la televisión estadounidense contenían al menos un incidente
violento.

Es pues sin duda una cifra verdaderamente significativa, en uno de los países
que más programas distribuye al resto del mundo, con lo que en
programaciones como la española se puede observar programas basados en lo
que se llama “fórmulas americanas”, en lo que triunfa en el mercado
americano, con lo que estos programas que importamos son a su vez violentos,
una difusión como si de un virus se tratara. Programas con explosiones,
asesinatos, dibujos violentos no son sino gran parte de la baza que la televisión
expone en un horario en el que los niños aún no duermen, el control sobre el
horario de emisión es mínimo y los niños encuentran esa ventana abierta a la
violencia.

10.2 Cine

También el cine se mueve en los campos de la violencia. La gran pantalla


permite la espectacularidad de las persecuciones, asesinatos, peleas y
explosiones, imágenes en que el héroe típico y mitificado se juega la vida,
tratando de defenderse matando a los supuestos “malos”, personas inocentes
almacenadas en las morgues como si fueran longanizas, para que luego se le
aplauda, se justifique al héroe diciendo cosas cómo “dale” o “eso pasa por
molestar a su chica” cuando el “bueno” atraviesa la cabeza de su antagonista
de un balazo. El cine denominado de acción suele basar sus filmes en figuras
como éstas, en modelos de conducta que los niños adecuaran a sus vidas, a
sus situaciones posteriores.

Pero no sólo el cine de acción tiene digamos la culpa, pues todos los géneros
basan sus argumentos en algún tipo de violencia, los dramas utilizan las
palizas, insultos, etc., mientras que la comedia trata de provocar la risa
mostrando como graciosos los golpes de personajes principales o los llamados
marginales.

Otros géneros significativos son, sin duda el terror y el gore, limitado a los
mayores de 18 años por su alto contenido en escenas violentas, sangre y sexo
explícito, aunque no desarrollaremos porque legalmente no deberían afectar a
los niños, porque “legalmente” tienen prohibido su visionado

¿QUÉ IMAGEN DE RELACIONES FAMILIARES PROYECTA LA TELEVISIÓN?

La imagen de las relaciones familiares que la televisión muestra


constantemente, contiene innumerables escenas de violencia: dolor, angustias,
tragedias, violaciones, expresiones obscenas, escenas de dormitorio, drogas,
la infidelidad conyugal es presentada como el eje de las actividades de los
esposos. La indiferencia, el desprecio, y el crimen reemplazan el amor
recíproco entre padres e hijos. El sadismo y la crueldad, la vulgaridad y la
chabacanería, el incesto y la violación, la drogadicción y la criminalidad, y hasta
el parricidio y otros hechos violentos se disputan los espacios en la televisión.
Frecuentemente la sexualidad es exhibida sin responsabilidad ni
consecuencias para las partes, aislada del contexto del matrimonio, la familia y
la sociedad. Las relaciones entre jóvenes son presentadas como si realmente
no debiesen regirse ni por la moral ni por la religión. Se favorece la
programación entre los adolescentes de vicios sexuales y conductas
anormales. La desmoralización de la familia no es una exclusividad de
películas y novelas. Es hecha también a través de tiras de dibujos animados.

11. EFECTOS CLAVE DE LA VIOLENCIA EN MEDIOS

La imitación y el contagio son tremendamente graves. Pero aún lo es más la


dinámica exponencial que la violencia impone en la comunicación, y que ahora
vamos a explicar.

El uso de la violencia en los medios de comunicación siempre fue un recurso


de atracción de interés. Su efectividad se basa en el impacto sobre la
sensibilidad que produce una atención alarmada sobre algo. El problema es
que los medios, al recurrir a este sistema, necesitan impactar la sensibilidad
cada vez más para producir el mismo interés o atención. Así, hoy nos parecen
inocentes las fotografías de crímenes mafiosos de principios de siglo, o los
relatos truculentos de “El Caso” en los años cincuenta. Para impactar la
sensibilidad, hoy los medios tienen que ofrecer algo realmente violento y
perverso.

Se trata de una huida hacia delante, que como hemos visto debe ofrecer
siempre más violencia en imágenes o relatos para producir el mismo efecto;
igual que en una adicción a una sustancia como una droga o un calmante, se
necesita subir la dosis para producir efecto constante. Los medios comenzaron
a producir y fabricar violencia para poder impactar más la sensibilidad, y así
llegaron a las aberraciones de las que hemos hablado antes.

Hay una perversión en el derecho que los me- dios tienen a representar y a
exponer la violencia o la muerte. Se llega a diseccionar esos fenómenos en
todos sus componentes, a hacerlos interactuar en directo, a repercutirlos de mil
maneras, fragmentándolos, poniéndolos a cámara lenta, mostrando sus lados
menos vistos y más secretos, en una especie de obscenidad de la mirada. Así,
un rasgo común une a los programas médicos que nos muestran operaciones
de cirugía en directo con los cadáveres desnudos de las guerras en los
periódicos, es decir, un grado de violencia que une la indefensión y la debilidad
con el poder de intromisión de los medios.

Ciertamente no hemos visto lo peor en esa carrera. Podemos esperar cualquier


cosa por parte de los medios y, últimamente, en la interacción entre medios,
particulares, terroristas o criminales de todo tipo.

Un efecto temible de este proceso es lo que se llama la normalización de la


violencia en nuestra sociedad. Dado que vivimos un bombardeo constante, en
sus diferentes manifestaciones: activa y pasiva, psicológica y física, para los
espectadores la violencia es algo natural y cotidiano. Las mismas series de
ficción han convertido los guiones en violentos sistemáticamente, y las
relaciones de pareja, de familia, o primarias de cualquier tipo, siempre vienen
teñidas de violencia.

Este efecto se conoce desde hace décadas. Incluso se sabe que un visionado
constante de violencia, sea real o ficticia, conduce a una percepción muy
negativa del entorno que vivimos, exagerando el aspecto violento y
desaprensivo de la sociedad, y creando miedo, lo cual redunda también en
reacciones agresivas, aunque sólo sean ideológicas, contra ese mundo
distorsionado por la violencia mediática.

La misma información acerca de la violencia de pareja, normaliza las cifras de


muertes como si se tratara de decesos por accidentes de tráfico, también
normalizados. Se consideran los sucesos violentos como algo característico de
la vida actual.

En los medios se resalta de manera insuficiente el hecho de que la violencia no


es algo consustancial a la vida o natural, sino que se puede evitar y se puede
vivir sin violencia. Hemos llegado a un punto, tal y como se representan las
relaciones en las series de ficción, y tal y como se informa de la violencia real
en las familias, en que se considera o se trata la violencia como algo normal.
Es completamente anómalo el pensamiento de que la no-violencia es posible.
Así las terapias y tratamientos contra la violencia y el conflicto se encuentran
con que las personas no tienen preparación alguna para luchar contra esa idea
normalizada. Es necesario concienciar a las personas de que una relación no
se beneficia del conflicto y de que la violencia no es un ingrediente emocional
necesario en las relaciones humanas. Conseguir que las personas definan sus
relaciones en términos de paz, armonía o amor, es la gran tarea pendiente de
las terapias de relación, a las que se recurre todavía muy poco.

Hay sin duda una perversión en la moral de los medios a la hora de representar
violencia o comunicar hechos violentos. La denuncia o la repulsa de la violencia
se hace, desde los medios, repitiendo esa misma violencia, por ejemplo: cuan-
do imágenes violentísimas se emiten para ser criticadas o denunciadas por un
medio. No existe aquí tampoco una clara conciencia de la inmoralidad de la
violencia pasiva, de la complicidad o indiferencia con la que se tratan y
difunden imágenes o informaciones que en sí mismas perjudican gravemente
nuestra sensibilidad.

No digamos cuando así ocurre en horarios infantiles. Todos los intentos de


remediar esos graves daños están siendo bastante inútiles hasta el momento
en nuestro país.

Vamos a ver dos efectos más, de importancia mayúscula. La violencia es,


como hemos dicho antes, un mecanismo censor; oculta más que revelar.
Distrae nuestra atención y enceguece, como saben los psicólogos bien.
Cuando los medios, en su carrera comercial por atraer el interés, empiezan a
ejercer violencia y a convertirla en su mensaje fundamental, se produce una
reducción de los temas e intereses tratados. La sociedad se banaliza, se hace
primitiva, escabrosa, sensacionalista. Las cosas más inefables, más cargadas
de valor, como la muerte, la enfermedad, son ventiladas en los medios con to-
tal vacuidad y superficialidad. Se comercia con la muerte y con la enfermedad,
pero también con la violación de la intimidad, con la perspectiva de las
relaciones humanas siempre dudosas e inmorales.

No hay periodos más oscuros en cuanto a lo que realmente sucede y lo


realmente público en su interés, que aquellos de extremo sensacionalistas.
Las épocas de auge del cotilleo y del sensacionalismo, del terror y de los
espectáculos vio- lentos, son aquéllas en las que pasan desapercibidos los
verdaderos asuntos de interés de la vida social: la política, la educación, las
infraestructuras, la cultura. Todo esto es dejado de lado. En su lugar, el país
vive hipnotizado por la violencia en los medios o por asuntos completamente
insustanciales relacionados con esa violencia. Las dos cosas van unidas en
ese proceso.

12. EL MECANISMO DE LA ADICCIÓN Y LA FALTA DE RESISTENCIA A LA VIOLENCIA

Pero, ¿cuál es sin duda uno de los efectos más mortíferos de la violencia en la
vida social? La adicción y la incapacidad de resistencia de los ciudadanos a
estos contenidos, y por tanto, la escalada de la violencia en la vida social
colectiva y privada. Vamos a explicar este mecanismo por su importancia
capital.

La recepción de violencia por parte de los espectadores, lectores u oyentes de


medios de masas es en sí misma un perjuicio por todos los efectos que
estamos viendo. Impide discernir bien la realidad, normaliza la agresividad
como algo necesario en las relaciones y en la vida social, embota la
sensibilidad humana y la capacidad de sentir y ser responsable de esos
sentimientos y desarrolla una escalada en la que se necesita más violencia
para llamar la atención cada vez, y sobre todo, hace descender la autoestima
de los telespectadores o lectores de modo que el consumo de medios se
convierte en algo infame, vergonzoso y degradante.

La llamada comunicación basura que la televisión, el cine o las revistas


propagan produce sobre todo una mala conciencia en el receptor de la misma.
Dicha culpa y mala conciencia, en un ciclo bien estudiado por los psicólogos
cognitivistas, conlleva un descenso de la estima personal del espectador, que
se entrega a estos espectáculos, del cotilleo al morbo o a la desvergüenza, con
sentimiento de muy bajo amor propio. Ese remordimiento por el consumo de
violencia mediática le conduce, en muchos casos, a un nuevo consumo de
estos programas y productos, en una huida hacia delante propiciada por la
incapacidad de resistir a los mismos.
El ciclo de culpa y de debilidad que conduce a un mayor consumo y a mayor
culpa y debilidad hace que los espectadores se enganchen, como en las
adicciones a sustancias determina- das, a estos contenidos virulentos, y que no
sean capaces de suspender ese consumo.

Solamente cuando se consigue la abstinencia se desarrolla resistencia y fuerte


autoestima para luchar contra la atracción de la violencia en los medios.

Este efecto se ha probado en situaciones en las que, al eliminar los programas


de las parrillas de los medios, cuando desaparece esta oferta la demanda
también disminuye y decrece. Es visible el cambio de gustos y tendencias tras
las pausas vacacionales en las que los espectadores desarrollan capacidad de
elección y decisión sobre lo que quieren o no quieren ver.

La sensibilidad de los públicos crece con la ausencia de violencia mediática,


una vez que puede refinarse y desarrollarse dirigida por la conciencia del
espectador o receptor.

Así, cuando no se emiten contenidos nefas- tos, los públicos demandan más
calidad en los productos de los medios y, al revés, cuanto peor cualitativamente
es la oferta, más incapacidad de exigencia y más pasividad se da en los
espectadores y audiencias.

El consumo de violencia en medios, considerando como tal no sólo la violencia


pasiva, ajena a los propios profesionales, o la física y material, sino también la
activa y provocada por los me- dios y la psicológica, en la que son maestros,
produce una auténtica adicción y escalada en su consumo y en sus dosis.

Si se perpetúa y continua su oferta, los espectadores demandan más y de


mayor intensidad. Si no hay la posibilidad de desarrollar resistencia a través de
la abstención de consumo, los gustos y elecciones son cada vez de peor
calidad y tipo. Así se puede llegar a cualquier aberración a través de medios o
en interacción con ellos.

Los consejos que pueden darse son claros. En primer lugar, explicar y difundir
todos estos efectos psicológicos y sociales producidos por la violencia en los
medios: la censura, la distorsión, la merma de la capacidad de juicio y de
sensibilidad, la destrucción cultural de la sociedad.

En segundo lugar, es necesario concienciar a los ciudadanos de que el daño


psicológico es tan grave como el daño físico, y que la comunicación dañina es
tan perniciosa como cualquier otra acción humana. Que la comunicación
violenta no sea palpable o material no significa que no sea importante, al
contrario. Es necesario mostrar, a través de los propios medios, lo negativo que
es el chantaje, el acoso, el ataque, el impacto sobre la sensibilidad y sus
terribles consecuencias para la vida social: la escalada de violencia, el contagio
y la pérdida de sensibilidad.

Por último, es necesario concienciar a ciudadanos y medios de que la


abstención en el consumo de comunicación violenta es necesaria para generar
resistencia en los públicos a esos contenidos, particularmente en el caso de la
juventud y la infancia. Como en las adicciones a sustancias alucinógenas, los
ciclos de dependencia pueden hacer que la persona sea incapaz de elegir libre-
mente y destruyan su capacidad de juicio.

Simplemente difundiendo los resultados de esas investigaciones, que muestran


el cambio de actitud con la abstinencia en el consumo de violencia en los
medios, podríamos avanzar en el control de la comunicación humana y su uso
benéfico para la vida.

CONCLUSIONES

Los medios de comunicación e información son considerados de vital


importancia en el cambio de actitudes y patrones culturales debido al constante
contacto que la población tiene con ellos y a la determinante influencia que la
información e imágenes, que nos presentan, representan en nuestro desarrollo
individual y social.

Hacer campañas en las que se puedan modificar un poco el ocio de los


jóvenes, para que presten menos atención en juegos de consolas y así de esta
forma modifica a su vez la mentalidad de los individuos.

La radio debe crear programas que tiendan a difundir las transformaciones que
está sufriendo y debe sufrir el papel social de la familia y las relaciones entre
sus integrantes, así como en particular la situación de los niños, las niñas y los
adolescentes y sus derechos, por medio de los cuales se trata de crear una
conciencia social sobre tales problemas.

La televisión se puede clasificar como recreativa básicamente, aunque existen


algunos canales y programas culturales; en este medio existe una tendencia a
la difusión de roles y actitudes discriminatorios, de intolerancia y violencia,
basta ver una gran gama de programas infantiles en los que la violencia es el
tema fundamental para la solución de conflictos; ya no se diga del resto de la
programación.

Resultaría importante un cambio que comenzara a erradicar estos modelos


sociales, y que considerara, por ejemplo en los contenidos de la programación,
medios alternativos de solución de conflictos, tolerancia, respeto a los derechos
y libertades fundamentales, reconsideración del papel y del lugar de los
integrantes de la familia, su funcionamiento y los esquemas bajo los cuales se
relacionan los mismos; trabajar para erradicar los roles tradicionales de
sumisión e inferioridad y subordinación en este medio, así como de eliminación
de tanta carga de violencia mediante la difusión de programas educativos en
áreas de interés social como la salud, información jurídica sobre la infancia y la
erradicación de la violencia familiar, etcétera.
Anexos

En el cuadro #1 se presentan algunos ejemplos de cómo contribuyen las


principales instituciones sociales en la justificación de la violencia. La mayoría
opera a nivel inconsciente; algunas, como el ejército, están bastante
especializadas lo exige algo tan difícil de hacer como es el enseñar a matar y
otras tienden a contribuir en mayor medida a lo contrario (la escuela y la
familia). Muchos educadores se han dedicado a analizar el sistema escolar (los
libros de texto, los mecanismos de participación, los sistemas de premios y
castigos) para observar cuánto hay de formas pacíficas de resolver conflictos y
cuánto hay de todo lo contrario.

Cuadro #1

Ámbito Mecanismos de legitimización de la violencia


Cultura Popular Cuentos, refranes, canciones, chistes
Escuela Contenidos, no reciprocidad profesor-alumno, mano dura
Ejército Patriotismo, culto a las armas, deshumanización del enemigo
Empresa Diferencias salariales (hombre-mujer), clasismo.
Familia Autoritarismo, menosprecio, transmisión de valores
M. Comunicación Estereotipos, desinformación, trivialización de la violencia
Religión Textos bíblicos (ojo por ojo diente por diente)
Ciencia Deterioro ambiental por razones de progreso
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