Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
En este día, al comenzar estos Ejercicios, es necesario que reconozca una cosa: para
construirme como ser humano, como persona, necesito partir de lo que soy, de mi propia
verdad, necesito ARMONIZARME POR DENTRO.
Esto es lo primero, lo más necesario, abrirme a mi verdad, decirme a mí mismo la verdad de lo que
me está pasando. Sólo a partir de ello podré pensar y ver con claridad lo que será mi vida. Pensar
en lo que quiero ser sin antes reconocer lo que en este momento soy, es empezar a pisar sobre
terreno poco firme, sobre arenas movedizas.
El primer paso es decirme la verdad de lo que soy. No lo que dicen de mí, ni siquiera lo que creo o
quiero ser, sino lo que soy. Así, desnudándome, mirar lo que soy.
¿Quién soy yo?... Difícil saberlo. Cuesta responder esta pregunta porque es compleja en sí misma
y porque llevo ya mucho tiempo viviendo lejos de mí. Es más fácil mirar a los otros, hablar de los
otros, encontrar valores y defectos en los otros...; pero ¡qué difícil es hablar de lo que yo soy! ¿Qué
valores tengo? ¿Cuáles son mis defectos? ¿Cuáles son mis anhelos y mis dificultades? ¿Cuáles
son mis dudas? Es difícil hablar de lo que soy, porque no tengo la costumbre de mirarme para
reconocer mi verdad.
Me desconozco. Sé dos o tres datos superficiales sobre mí y con esos pobres datos suelo
definirme. Pero no me conozco. Como diría San Agustín que “es grande la distancia que me
separa de mí mismo”. Así pues, si quiero transformar mi vida tengo que empezar por aceptar
aquello que ahora soy, aceptar mi historia, mi pasado, mi presente. Aquí está el secreto de esta
experiencia: decirme la verdad, para empezar a “nacer de nuevo” (Cf. Jn 3,1ss). Si oculto mi
verdad nada podré descubrir, sólo yendo con la verdad se puede alcanzar la libertad. “Conoceréis
la verdad y la verdad os hará libres” (Juan 8, 31-32). Es hora de decirme la verdad, de sacarlo todo
afuera, para que dentro nazcan cosas nuevas.
Para poder mirarme por dentro me puedo ayudar de la imagen de una cebolla, al igual que
ella yo también tengo muchas capas.
He nacido en un ambiente, durante años he respirado el aire de ese ambiente y, por tanto, tengo
las mismas actitudes del ambiente. Pero, ¿quién ha hecho el ambiente? Hombres, mujeres, seres
humanos como yo. Hombres y mujeres que en la vida cotidiana, casi sin darse cuenta, empezaron
a vivir los valores falsos del ambiente. Así surgió el ambiente, y así se mantiene. Y, ¿cuáles son los
cimientos de mi ambiente?
Mi cuerpo, ¿qué expresa?, ¿para qué lo uso? Mi cuerpo termina expresando lo que mi ambiente
con ganas de lucir y aparentar le impone en cada momento. El cuerpo es quizá el mayor medio de
comunicación que tenemos. Por el cuerpo podemos expresar todo lo que nos sucede; por los
sentidos podemos captar todo lo que le sucede al mundo, todo lo que le sucede a los demás.
Y mis sentidos, ¿qué siento con ellos?, ¿pueden ver mis ojos los sufrimientos que hay a mi
alrededor?, ¿escucho los lamentos de los pobres?, ¿he tocado el dolor de los que viven
cerca de mí?
Mi ambiente me ha enseñado a ser insensible. A pesar de todo lo que sucede, tiendo a ser
indiferente: miro sin ver, oigo sin escuchar, toco sin palpar, gusto sin sentir. Mi vida es superficial,
porque la forma como siento el mundo es superficial.
Mi afectividad es un don, la capacidad que me permite sentir la vida, con sus alegrías y tristezas.
Hace que la vida no me sea indiferente, que la realidad me afecte; pero ¿Qué es lo que yo siento
normalmente? A veces siento soledad, aburrimiento, inseguridad, mal genio, dolor, tristeza. A
veces siento unos complejos que me llenan de timidez, de introversión o de deseos de llamar la
atención o de huir. Otras veces siento como siente el ambiente y busco amores fáciles, busco que
me quieran, que me reconozcan, que me alaben, busco toda una serie de experiencias que no me
dejan nada en el corazón. No me conmueve el mendigo, ni el drogadicto, ni me conmueven los que
pasan hambre. Me preocupo sólo por mí y la mayor parte de las veces lloro por mí, porque de la
única persona que llego a sentir lástima, es de mí. Inconmovible, sintiendo dolor o ternura sólo por
mí, amando para que me amen.... así me voy quedando en las profundidades de una gran soledad.
Mi mente tiene tres funciones básicas: inteligencia para descubrir y conocer; libertad, para elegir y
voluntad, para realizar lo elegido. Pero, ¿qué es lo que yo conozco, especialmente: qué conozco
acerca de mí?, ¿qué decisiones tomo? o ¿me toman mis decisiones?, ¿qué cosas valiosas he
hecho, sobre todo: qué he hecho por los demás?
Pero en el fondo, hay una quinta capa no contaminada, aunque si escondida por toda la
contaminación de mi ambiente:
Lo mejor de mí son todos esos valores, todas esas realidades auténticamente positivas que yo
tengo. Es difícil captar lo mejor de mí, porque o me han dicho tantas veces que no sirvo para nada
y han exagerado tanto mis defectos, o me han alabado tantos valores falsos que aparento tener, o
me han apreciado por tener cosas que el ambiente considera valores (dinero, fama, belleza física,
posición social), que al fin de cuentas me es difícil saber qué es lo mejor de mí. Sí, es difícil
descubrir cuáles son mis valores auténticos, diferenciándolos de las caricaturas que admira y
aprecia mi ambiente.
Con todo, aunque sea difícil necesito descubrir qué es lo mejor de mí, pues sólo desde mis valores
auténticos, desde lo mejor de mí, puedo reconstruir mi vida.
I. Preguntas de Reflexión
Hacer una radiografía de mí mismo. Describir lo que hay en cada una de mis capas, descubriendo
la contaminación que hay en ellas:
Mi ambiente, mi sociedad
¿Cómo es? ¿Qué características tiene?
¿Cuáles son mis actitudes POSESIVAS?
¿Qué cosas o personas poseo?
¿Con qué actitudes suelo llamar la atención y buscar reconocimiento?
¿Cómo busco ser más que los demás?
¿Quiénes me dominan?
¿A quiénes domino?
¿De qué forma suelo dominar a los otros?
Mi afectividad:
¿Qué sentimientos tengo?
¿Cuáles son mis complejos, mis tristezas, mis sufrimientos?
¿Qué me conmueve?
Mi mente:
¿Qué uso hago de mi inteligencia, mi libertad y mi voluntad?
¿Cómo suelo justificar mis mediocridades para quedar bien?
Jesús es tentado.
Las tentaciones son tres:
PODER: Convertir las piedras en pan, usando el poder para el propio beneficio.
TENER: Poseer todos los reinos de la tierra.
VALER: Tirarse del alero del templo para ser reconocido como Hijo de Dios y Mesías.
1. ¿Cuál es la actitud de Jesús ante las tentaciones? ¿Qué postura toma ante cada una de ellas?
2. Las tentaciones le proponen a Jesús otro tipo de vida. Al rechazarlas, ¿qué tipo de vida elige
Jesús?
3. ¿Cuáles son las tentaciones que hay en mi vida? ¿Qué actitud tomo ante ellas?
4. Al rechazar las tentaciones de mi vida, o al caer en ellas, ¿cuál es el tipo de vida que estoy
construyendo?
5. ¿A qué me invita Jesús en este texto?
Ayudas para la Oración
Reconocerme ante el Señor, en su presencia.
Mirar mi vida, sentir que muchas veces he construido mi vida sobre arena.
Sentir todos mis cimientos falsos y presentárselos al Señor.
Presentar al Señor mis deseos de andar en verdad, construyendo sobre roca.
Repetir una y otra vez: “El Señor es mi fuerza, mi roca y mi salvación: ¿a quién temeré?; el
Señor defiende mi vida: ¿quién me hará temblar?”.
Sentirlo cercano. Amarlo ahí.