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UNA TRAMPA?
Diego Delgado Jara
“Jeff Sessions, fiscal general de los Estados Unidos, anunció que arrestar a Julián Assange es
una prioridad para su país.”
El Comercio, martes 15 de mayo del 2018, pág. 4.
“Art. 41. Se reconocen los derechos de asilo y refugio, de acuerdo con la ley y los instrumentos
internacionales de derechos humanos. Las personas que se encuentren en condiciones de asilo o
refugio gozarán de protección especial que garantice el pleno ejercicio de sus derechos. El Estado
respetará y garantizará el principio de no devolución, además de la asistencia humanitaria y
jurídica de emergencia.”
“No se aplicará a las personas solicitantes de asilo o refugio sanciones penales por el hecho de
su ingreso o de su permanencia en su situación de irregularidad.”
No cabe por lo tanto anular el asilo ya concedido, porque ello entrañaría una falta de seriedad tremenda
para nuestro país. La Declaración Universal de los Derechos Humanos, de la ONU, y la Constitución
de la República reconocen y garantizan los derechos de asilo y refugio y nuestro país no puede violar
dichos instrumentos jurídicos.
¿No sería motivo de un escándalo mundial si las autoridades del Ecuador facilitan, en forma deliberada,
al gobierno de los EE. UU., el cumplimiento de su empeño por detener a Assange y luego lo condenan?
¡Lo menos que supondría alguna gente es que el gobierno del Ecuador actuó como instancia
subordinada a los objetivos de los Estados Unidos!
Existe un solo caso de anulación de asilo ya concedido en los últimos años. Es la triste experiencia del
diputado ecuatoriano Galo Lara Yépez, por quien según el ex embajador de Panamá ante la OEA,
Guillermo Cochez, denunció al gobierno de Martinelli de haber recibido seis millones de dólares del
Ecuador así como haber aceptado el chantaje del gobierno de Correa de no entregar el buque de
bandera panameña Doria si no anulaban el asilo territorial concedido y devolverlo detenido a Ecuador,
como en efecto sucedió.
2. Entre los documentos que se difundieron en el 2010, según un conciso resumen del referido
columnista, “consta que las fuerzas de la OTAN mataron a cientos de civiles en incidentes que se
ocultaron. Los diarios consideraron que existía un interés público legítimo en el material. En la invasión
a Iraq, realizada por EE. UU., sin la autorización de la ONU, con el pretexto que había armas prohibidas
que nunca halló, el horror es mayor. De las 109.000 muertes registradas, 66.081 fueron civiles, 15.000
más que las que el gobierno estadounidense había admitido. Muertes ocurridas por su ejército, en
episodios casi diarios, a lo largo de la ocupación, de una a dos personas, por asesinatos premeditados,
disparos al azar, matanzas en puestos de control. Por ellos se escondieron. Como el homicidio de dos
reporteros de la agencia Reuters e iraquíes, de los que se rió y jactó el soldado que disparó. Los policías
iraquíes torturaron a los prisioneros y los soldados de la coalición de los países invasores lo ignoraron.
Esas eran sus instrucciones. Los británicos tenían manuales de interrogación que violaban la legislación
internacional. Todo eso revelan los documentos. En la prisión de Abu Ghraib, la propia policía militar
de EE. UU., agentes de la CIA y contratistas militares, perpetraron numerosos abusos y torturas a los
prisioneros. Que no había registro de víctimas, dijeron los oficiales británicos y estadounidenses (…)
Ya en el país del Norte, es previsible lo que le esperaría al australiano: se ha pedido que se los juzgue
por espionaje y traición, lo que le acarrearía la pena capital.”
3. El argumento que no existe ningún riesgo para Julián Assange, como lo repiten algunos
comentaristas, tiene una rotunda negativa en la declaración realizada el lunes 14 de mayo del 2017 por
Jeff Sessions, fiscal general de los Estados Unidos, recogida por varias agencias internacionales y
publicada en diario El Comercio, del martes 15 de mayo del 2018, pág. 4, que señala: “(…) arrestar a
Julian Assange es una prioridad para los Estados Unidos.”
Primero: “La agencia de inteligencia utilizó un presupuesto para “gastos especiales” a fin de
instalar cámaras de vigilancia en la embajada SEMANAS ANTES de conceder asilo al fundador
del portal de filtraciones Wikileaks.” Aspecto que convoca a las siguientes reflexiones: ¿Le
prepararon acaso de manera concertada una celada a Julian Assange para inmovilizarlo, encerrarlo y
conocer quiénes eran parte de su colectivo de dirección en Wikileaks porque estaban seguros que
concurrirían a visitarlo? ¿Cómo así instalaron con antelación las cámaras de vigilancia? ¿Le
“acondicionaron” el espacio físico de observación absoluta antes de invitarlo a la embajada suponiendo
que era parte de un gobierno “progresista”? ¿Fue parte de una trampa previsible para enterarse de
todos los nexos, miembros y responsables de Wikileaks?
Segundo: “El equipo de seguridad establecido por Ecuador pedía a los invitados de Assange su
pasaporte al entrar a la embajada para crear un “perfil” del visitante.” ¿Fichaban acaso a todos
los visitantes para indagar sus vidas, antecedentes, y milagros de todo género? ¿Quién manejó los
listados de los allegados a Assange que fueron a visitarlo? Hace años, cuando estaban prohibidos los
vuelos a Cuba, en los vuelos a La Habana obligaban a hacer escala en Panamá; allí pedían los
pasaportes para fotocopiarlos, como condición ineludible para permitir el embarque a Cuba. La
información la pasaban a los EE. UU. ¿Ahora no?
Tercero: “Se grabaron con detalle las “actividades diarias de Assange”, sus interacciones con el
personal de la embajada, con su equipo legal y otros visitantes.” ¡Es notorio que el objetivo era
grabarlo hasta la última palabra, todos los diálogos, los rostros de los visitantes, los mensajes,
orientaciones, y todo lo concebible y hasta inconcebible! ¿El interés era del gobierno de Correa, que
siempre conocía todo lo que pasaba a través de la Secretaría Nacional de Inteligencia, la SENAIN, o
mucho más del gobierno de los Estados Unidos y la OTAN que fueron denunciados por Wikileaks?
Para llegar a las conclusiones obvias cabe recordar el viejo adagio: “La razón natural no pide fuerza.”
¿Julián Assange cayó en una trampa? ¡Es más que evidente que era observado y detectado al máximo
con la colaboración de las autoridades del fascismo del siglo XXI encabezado por Rafael Correa!
5. RAZONES PARA EL ASILO DE ASSANGE
¿Por qué se le concedió asilo a Julián Assange? En forma probable por tres razones o motivos:
Primero, porque era una forma de mantener una estudiada apariencia de una supuesta e inexistente
posición “progresista” del régimen antipopular del fascismo del siglo XXI, al acoger a alguien que -con
esa apariencia- molestaba con sus filtraciones al gobierno de los EE. UU.; era una forma de ganarse la
confianza de sectores contestatarios que apoyaban lo realizado por Assange y, además, reforzaba una
supuesta posición de “izquierda” para seguir obteniendo información, como topo, de regímenes como
Cuba, Bolivia, Venezuela, Irán, Rusia o China.
Segundo, porque Correa pretendía hacer creer, a nivel internacional, que respetaba el derecho de
opinión ajena y toleraba a los discrepantes cuando en esencia era un régimen atrabiliario y ferozmente
represivo en el interior del país; basta revisar la Ley Orgánica de Comunicación (Tercer Suplemento
del Registro Oficial 22, del 25 de junio del 2013), o el “Reglamento para la Implementación y
funcionamiento del Sistema de Vigilancia Técnica Electrónica”, publicado en el Registro Oficial 678, del
lunes 9 de abril del 2012, que en base al software y hardware dotado por el Departamento de Estado y
Departamento de Justicia de EE. UU., se autoriza todo tipo de interferencia telefónica, internet,
mensajes, correo electrónico, videoconferencias, y todo lo imaginable (Art. 4) con la desaparición
absoluta del derecho a la intimidad, garantizados en el Art. 12 de la Declaración Universal de los
Derechos Humanos, y del Art. 66, numerales 18, 19, 20 y 21, de la Constitución, todo ello diseñado en
el marco de la globalización.
No obstante, estos hechos no pueden ser motivo de reconocimiento y aplauso del partido Demócrata
ni de quienes contemplan el régimen racista y xenófono de Trump en agresividad desaforada. Quizá
no es ninguna casualidad que, más allá de los servicios prestados con anterioridad, en las últimas
semanas del gobierno demócrata de Barack Obama, fastidiados por su exclusión de la Casa Blanca,
se haya autorizado el envío desde los EE. UU. de la información que poseía el Departamento de Justicia
en torno al caso Odebrecht donde está involucrada la plana mayor del gobierno de Rafael Correa.