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COMO CONOCE EL HOMBRE

ELIANA CECILIA TORRES ÁLVAREZ

UNIVERSIDAD DE SUCRE

FACULTAD DE EDUCACIÓN Y CIENCIAS

LICENCIATURA EN LENGUAS EXTRANJERAS

EPISTEMOLOGIA DEL LENGUAJE

III SEMESTRE

SINCELEJO, SUCRE

2015
COMO CONOCE EL HOMBRE

ELIANA CECILIA TORRES ÁLVAREZ

ORIENTADOR: JULIO SIERRA DOMINGUEZ


Licenciado en filosofía y letras con especialización en filosofía
(Universidad Javeriana de Bogotá) y Magister en Proyectos de
Desarrollo Social (Universidad del Norte de Barranquilla)

UNIVERSIDAD DE SUCRE

FACULTAD DE EDUCACIÓN Y CIENCIAS

LICENCIATURA EN LENGUAS EXTRANJERAS

EPISTEMOLOGIA DEL LENGUAJE

III SEMESTRE

SINCELEJO, SUCRE

2015
INTRODUCCIÓN

En las siguientes paginas encontraras de manera clara y precisa las maneras de


cómo conoce el hombre su realidad y se adapta a su contexto con el fin de
encontrar la verdad verdadera, proceso en el cual errara pero estos errores será
un logro en el camino hacia esa verdad.

Cada uno de estos conceptos están basados en diferentes autores que a lo largo
de la historia dedicaron su vida a la búsqueda de estas respuestas; para que hoy
compares todos los conceptos y aclares dudas y crees tu propio concepto acerca
de cada uno de los puntos próximos a tratar, desde el sujeto hasta la verdad de tu
contexto.

Espero que estas páginas te sean de gran ayuda y que superen tus expectativas.
COMO CONOCE EL HOMBRE

1. COMO CONOCE EL HOMBRE DESDE LA BASE DEL SUJETO Y EL OBJETO:

En el proceso de conocimiento se hallan frente a sí dos elementos que hacen


parte, a la vez, de la estructura de la investigación como sistema. Entre estos dos
elementos, que son un sujeto y un objeto, se dan relaciones de singular
complejidad.

El conocimiento es siempre conocimiento para alguien, está en la conciencia de


alguien; por ello se presenta como una relación sujeto y objeto, los cuales están a
la vez en una permanente correlación: el sujeto solo es sujeto para un objeto y el
objeto solo lo es para un sujeto. Ambos solo son lo que son en cuanto son para el
otro. Pero esta correlación no es reversible. Ser sujeto es algo completamente
distinto que ser objeto; la función del sujeto es aprehender al objeto, la del objeto
ser aprehensible y aprehendido por el sujeto.

No podemos, pues, imaginar un conocimiento sin sujeto, sin que sea percibido por
una determinada conciencia. Pero, de la misma manera, podemos decir que el
conocimiento es siempre conocimiento de algo, de alguna cosa, ya sea en entre
abstracto, - ideal como un número o una proposición lógica -, ya sea de un ente o
un fenómeno material o aún de la misma conciencia; en todos los casos, a aquello
que es conocido lo denominamos el objeto del conocimiento. La relación que se
articula entre sujeto y objeto es dinámica y constante; por una parte, puede
decirse que el sujeto debe situarse frente al objeto como algo externo a él,
colocado fuera de sí, abandonar su subjetividad para poder examinarlo. Vista
desde el sujeto, la aprehensión del objeto se presenta entonces como una salida
del primero fuera de su propia esfera, una invasión en la esfera del objeto y una
captura de las propiedades de éste. El objeto no es arrastrado, empero, dentro de
la esfera del sujeto, sino que permanece trascendente a él; en el sujeto surge una
cosa que contiene las propiedades del objeto; es la "imagen" del objeto.

El acercamiento del investigador, es decir del sujeto, hacia su objeto, puede


considerarse como la operación fundamental, la esencia misma de la
investigación, pues es lo que lo vincula con la realidad, le permite conocerla.
Para que ese acercamiento y el conocimiento logrado tenga un sentido completo
el investigador debe, en todo caso, volver otra vez hacia sí mismo a fin de elaborar
los datos que ha recogido, reinterpretando el objeto a la luz de su contacto con él.
Sujeto y objeto son así dos términos que sucesivamente se oponen y se
compenetran, se separan y se acercan en un movimiento que se inicia por la
voluntad del investigador que desea el conocimiento, y que en realidad continúa
repetidamente, hasta que aquél adquiere un conocimiento cada vez más completo
y profundo sobre el objeto. En esto consiste la objetividad.

Para que el sujeto logre un conocimiento en realidad objetivo debería despojarse


de toda su carga de valores, deseos e intereses, convertirse en una especie de
espíritu puro, liberado de toda preocupación sicológica por la naturaleza del
conocimiento que irá a obtener. Sin embargo, esto no será nunca del todo posible,
pues el sujeto de la investigación es siempre un sujeto humano , y no puede dejar
de serlo.

Se puede llegar, en el mejor de los casos, a utilizar instrumentos, máquinas, etc.


como complementos tecnológicos en la investigación; tales elementos serán
capaces de recoger datos, ordenarlos y procesarlos, sin duda. Pero lo que no
serán capaces de efectuar son las operaciones propiamente epistemológicas de
plantearse un problema, seleccionar el tipo de datos capaces de resolverlo, e
interpretar el valor y el sentido de los datos recogidos por las máquinas.

Y es más, podríamos decir que una cierta dosis de subjetividad no sólo es


inevitable en un trabajo de investigación, sino que es además indispensable, ya
que para querer saber algo se necesita una voluntad, una preocupación por
conocer la verdad y esclarecer la duda que no puede ser sino subjetiva. Por esa
misma razón no se concibe la existencia de un conocimiento llanamente objetivo y
se afirma que todo conocimiento no deja de ser un producto también social y,
como tal, producto de una cultura, de una época y de hombres concretos

1.1 El sujeto de investigación:

Es el individuo que asume el papel de investigador, que se adentra en el


conocimiento comprensión y estudio de los objetos, fenómenos y procesos de la
naturaleza y de la sociedad. Es el hombre que, condicionado social e
históricamente, interroga por la ley que rige un fenómeno, por las causas que lo
determinan y por las posibilidades de aplicación de sus propiedades.
El sujeto no solo conoce y utiliza los objetos sino que además los transforma; tal
transformación es conciente y se traza unos fines y unos objetivos que ningún otro
ser de la naturaleza puede lograr. El adoptar el papel de sujeto es la condición
para dominar y llegar a conocer efectivamente el objeto. La situación contraria
impide el conocimiento por cuanto se es objeto. En su condición de sujeto, el
investigador es una expresión social, es decir, expresa las condiciones de
conocimiento y las necesidades de la sociedad que lo produce. Pero si ello es
claro, también lo es el hecho de que, el sujeto de investigación, además de recibir
impresiones, elaborarlas e interrelacionarlas, es capaz de crear imágenes, juicios
y conceptos; es quien logra estructurar modelos y símbolos, como instrumentos de
expresión de una realidad.

En suma, el sujeto es un ser activo, creador, que desborda los límites de los
sentidos en la infinita riqueza de la imaginación.

1.2 El objeto de investigación:

Toda investigación científica se realiza sobre un objeto; sobre un ser existente ya


sea en la sociedad, en la naturaleza inanimada o en la misma naturaleza viva.
Para el físico que estudia la velocidad el objeto es el auto; para el ingeniero que
estudia los procesos de flujo de un producto, el objeto es la producción; para el
mercadotecnista que busca la relación de oferta y demanda el objeto es una
mercancía y así sucesivamente...

Se entiende por objeto de investigación todo sistema del mundo material o de la


sociedad cuya estructura presenta al hombre una necesidad por superar, es decir,
un problema de investigación. Pero no hay que confundir el objeto de investigación
con el problema de investigación. El objeto es el sistema donde el problema existe
y se desarrolla. El problema está contenido en el objeto. Tomemos algunos
ejemplos: para el médico, el paciente es su objeto de investigación, mientras que
la enfermedad es el problema; para un sociólogo, las ideas de una comunidad
constituyen su problema, es tanto que la comunidad es su objeto; para un
economista la rentabilidad puede ser su problema, mientras que el producto es el
objeto.

La teoría de sistemas permite un conocimiento más en detalle de los objetos de


investigación de los más simples hasta los más complejos, y, poco a poco, el
investigador tendrá que estudiar cada vez objetos más complejos, más
organizados, más densos.
Se ha definido el objeto de investigación como un sistema, pero, ¿qué es un
sistema? Definámoslo como un conjunto articulado e integral de partes o
elementos que engendran unas determinadas cualidades, que permiten el logro de
unos determinados fines. Es el caso de un motor, articulado de partes integradas,
que aisladas, sin interconexión, no producirían los efectos que conocemos. La
integración e interrelación de los elementos componentes del objeto, significa que
la modificación o alteración de cualquiera de ellos necesariamente se manifiesta
en el todo, en el objeto. Cuanto más complejo es el sistema y cuanto más alto el
grado de diferenciación, tanto más compleja resulta la estructura del objeto. Todo
objeto de investigación hay que considerarlo en relación e intercambio dialéctico
con su medio.

El medio de su objeto de investigación lo componen los diversos objetos que le


son ajenos, pero que, de una u otra forma entran en comunicación modificándolo o
modificándose a sí mismos. En el ambiente del objeto existen sistemas sin los
cuales el objeto no podría existir y que son imprescindibles en el análisis que se
haga del objeto de investigación; se los conoce como elementos necesarios .
Pero, así mismo existen otros que ejercen menos influencia y de los cuales en
algunos casos se puede prescindir; a estos elementos se les llamaconcomitantes.

Todo objeto de investigación tiende a la renovación permanente de su estructura


mediante la propiedad del auto dinamismo, lo que obliga al investigador a tener
una visión dialéctica de cambio constante. Pero así como todo objeto tiende al
cambio y a la renovación, también tiende a la conservación, a gozar de un carácter
concreto de estabilidad en el tiempo y en el espacio. Pero hay que entender tal
conservación como un proceso, así que podemos decir que la estructura del
objeto de investigación es su organización en el tiempo; y éste viene a constituirse
entonces en una característica del objeto de investigación.

En cuanto a la relación entre Sujeto y Objeto, se podría afirmar que está


constituida por el acto cognoscitivo. De allí que esta relación surge como un
problema epistemológico y, por lo tanto, se dan diferentes respuesta a dicho
problema, pues las lógicas diferentes de concebir la relación dan origen a distintas
formas de entendimiento de ésta, así mismo la crítica, que se basa en ésta
relación, en tanto se entiende al sujeto como quien establece la crítica y a la
sociedad se le otorga la categoría de objeto. Esta concepción que separa al sujeto
del objeto es visible en los planteamientos de Karl Popper.
Popper reedita la noción cartesiana de la división de mundos, Descartes hace
alusión a dos mundos, el mundo de los cuerpos y estados fisicos (mundo1) y el
mundo de los estados mentales (mundo 2), Popper a esta noción agrega un tercer
mundo que denomina mundo 3 y que en líneas generales es el mundo de los
productos de la mente humana.

La incorporación de un tercer mundo en el cual se ubicarían los productos de la


mente humana, es decir, las relaciones y significados que los sujetos den a los
objetos abre la posibilidad de establecer nuevas formas de pensar esta relación de
sujeto y objeto, pues Popper sitúa así a los objetos, en cuanto tales, en el mundo
1, a los procesos mentales en el mundo 2 y a los productos de la mente en el
mundo 3. Esto lleva a observar que la cultura como producto de la socialización
humana (y por lo tanto de la mente humana) se ubicaría en el mundo 3, pero al
plantear una crítica ha de plantearse a la cultura en calidad de objeto.

Desde esta división que Popper hace de los mundos, plantea las nociones de
“Conocimiento Objetivo” y “Conocimiento Subjetivo”, se refiere al conocimiento
objetivo haciendo alusión a la noción kanteana de objetividad: “el conocimiento
objetivo es aquel que ha de ser justificable independiente de los caprichos de
nadie” a esta noción Popper agrega lo siguiente: “...las teorías científicas no son
nunca enteramente justificables o verificables, pero que son, no obstante,
contrastables. Diré, por tanto, que la objetividad de los enunciados científicos
descansa en el hecho de que pueden contrastarse intersubjetivamente”, de allí
plantea que el conocimiento subjetivo se alimenta del conocimiento objetivo
“...aunque el conocimiento objetivo sea un producto humano, rara vez se crea
asumiendo el conocimiento subjetivo. Rara vez sucede que un hombre primero
adopte una convicción basándose en su experiencia personal, la publique y
consiga que sea aceptada como una de esas cosas que decimos: <<Es sabido
que...>>. Por lo general, el conocimiento objetivo es el resultado de teorías rivales
que se proponen provisionalmente para solucionar algún problema conocido
objetivamente”.

Popper plantea de este modo que el conocimiento tiene un carácter objetivo y


subjetivo, en cuanto al carácter objetivo abre una serie de debates con respecto a
la falsación o refutación de los enunciados, plantea que cuando se emiten juicios
terminantes (con afán universalista) éstos pueden compararse a “vetos” o
“prohibiciones” y por ello son suceptibles de falsear: “no afirman que exista algo, o
que se dé en cierto caso determinado, sino que lo niegan. Insisten en que no
existen ciertas cosas o situaciones, como si las vedaran o prohibieran: las
excluyen. Y precisamente por esto son falseables...”

Popper propone que la critica está relacionada en forma fundamental con la


noción de validez, ya que la validez de un enunciado pasa por someterlo
previamente a un juicio crítico “esto sucede (...) porque decir que una teoría es
verdadera o falsa significa someterla a un juicio critico” de modo que Popper
reconoce en la crítica un procedimiento para llegar a la verdad de un enunciado.

De lo antes dicho con respecto a Popper, se puede plantear una relación con la
critica, en ella el sujeto se separa del objeto, pues el objeto ocupa un lugar en el
primer mundo y el conocimiento objetivo se sitúa en el tercer mundo, pues el
conocimiento es resultado la mente humana, en tanto del proceso de racional y
metódico de contrastar los enunciados, el problema que surge en la lógica de
Popper es que la cultura también es resultado de la mente humana y no alude a
un objeto del mundo 1, por lo tanto, la interpretación que surge desde la división
de mundos planteada por Popper es que la cultura pertenece exclusivamente al
mundo 3 sin tener un significante en el mundo 1 (el mundo de los estado y lo
procesos físicos).

2. EL SUJETO Y EL OBJETO EN SU CONTEXTO

«El mundo es mi representación» es la frase con la que se abre la obra.


Schopenhauer parte de la premisa de la limitación del conocimiento humano, idea
tradicional en filosofía: «Nadie puede salirse de sí mismo para identificarse
directamente con las cosas distintas a él; todo aquello de que se tiene
conocimiento cierto e inmediato se encuentra dentro de su conciencia». Existe, por
un lado, el sujeto de la representación, que es el que conoce; por otra, el objeto, lo
que se conoce, condicionado o estructurado por las formas a priori kantianas
del espacio, el tiempo y la causalidad. El objeto, los seres naturales, orgánicos e
inorgánicos, sin embargo, y esto es lo importante, carecen de existencia real fuera
de la representación; no tienen más valor que el sueño de Calderón de la Barca, o
el velo de Maya de los hinduistas. Lo que posee existencia verdadera es la cosa
en sí, que para Schopenhauer viene expresada en el término voluntad.
3. LA VERDAD, EL ERROR Y LA VERDAD VERDADERA

3.1 La verdad:

Cada uno de nuestros intentos por comprender la realidad (sea científico,


filosófico, o de cualquier otro tipo) no nos da sino un aspecto de esa riquísima
realidad. Son como "varias fotografías de un lugar, tomadas desde distintos
puntos, en distintos momentos y por distintos operadores" : el conjunto nos da
una imagen más completa, no contradictoria, de ese paisaje. Vaz Ferreira quiere
entender el conocimiento humano en toda su riqueza, sin caer en la trampa
reduccionista de disyunciones tan comunes como las siguientes: "o ciencia o
filosofía", "o razón o sentimiento", "o certeza o ignorancia". Para terminar de
aclarar la imagen vazferreriana del conocimiento humano, me será útil presentar
cómo define él mismo su postura respecto a algunos "ismos" con los que coincide
en parte, pero que supera con una visión menos reductiva del conocimiento:
positivismo, escepticismo y pragmatismo. Para los tres distingue una manera
"buena" y una "mala" de entenderlos y vivirlos. La buena es la que le permite
reconocer la contribución y el alcance de ciencia y filosofía en la búsqueda de la
verdad.

En primer lugar, frente a la actitud cientificista proclamada por el "positivismo


malo" ("la limitación sistemática del conocimiento humano a la sola ciencia" ), Vaz
Ferreira propone lo que él llama un "positivismo bueno" ("sentir admiración y amor
por la ciencia pura, sin hacer, en su nombre, exclusiones" ). Tanto la ciencia como
la filosofía contribuyen al conocimiento de la realidad. Tan sin sentido sería
rechazar la ciencia en nombre de la filosofía, como rechazar la filosofía en nombre
de la ciencia. Por un lado, la ciencia aporta, como se ha visto, una solidez que
resulta muy útil desde un punto de vista práctico: el témpano flotante es un lugar
"habitable y grato", sobre el que se puede edificar, sembrar, cosechar… Pero, por
otro lado, "esa morada perdería su dignidad si los que la habitan no se detuvieran
a veces a contemplar el horizonte inabordable". La filosofía nos hace abandonar
la seguridad, pero nos abre a la inmensidad de lo real.

Para Vaz Ferreira, "la metafísica es legítima; más que legítima: constituye y
constituirá siempre la más elevada forma de la actividad del pensamiento humano,
mientras no pretenda tener el aspecto de claridad y precisión de la ciencia". El
análisis filosófico completa el conocimiento, no a pesar de, sino justamente por su
falta de precisión. Se empieza a pensar con un esquema preliminar, y luego se
sigue analizando para matizarlo, "estableciendo las relaciones, las transiciones,
las penumbras y hasta las confusiones, porque para pensar bien hay que hacer
como el dibujante que traza primero el contorno, y después, con el claroscuro,
completa, y atenúa la rigidez falsamente precisa del esquema inicial". Vaz Ferreira
contrasta la precisión del esquema con la profundidad del análisis, y reserva la
primera herramienta para la ciencia y la segunda para la filosofía: ambas
contribuyen a su modo al conocimiento de la realidad.

Ahora bien, si la filosofía nos lleva más allá de la ciencia, también hay un más allá
del análisis filosófico. O, dicho de otro modo, si es verdad que ciencia y filosofía
contribuyen al conocimiento de la realidad, también lo es que el conocimiento que
ambas proporcionan es parcial, limitadísimo en comparación con la ignorancia que
dejan sin cubrir. Las últimas líneas de la metáfora del témpano flotante pueden dar
la impresión de un cierto pesimismo, cercano al escepticismo:

Pero esta morada perdería su dignidad si los que la habitan no se detuvieran a


veces a contemplar el horizonte inabordable, soñando en una tierra definitiva; y
hasta si continuamente algunos de ellos, un grupo selecto, como todo lo que se
destina a sacrificios, no se arrojaran a nado, aunque se sepa de antemano que
hasta ahora ninguno alcanzó la verdad firme, y que todos se ahogaron
indefectiblemente en el océano para el cual no se tiene barca ni velas.

Pero, si se entiende bien, lo que se encuentra en este pasaje es un realismo


optimista. Nadie ha alcanzado la verdad firme, pero esto no quiere decir que la
verdad sea puro sueño, pura ilusión: lo que ocurre es que la verdad no tiene por
qué ser firme. Vaz Ferreira nos anima a lanzarnos a nado, sin barca ni velas, es
decir, sin sistemas, a la búsqueda de la verdad: "la verdad se ha de buscar
directamente".

Vaz Ferreira defiende así un "buen escepticismo", que contiene, junto a un


socrático reconocimiento de la propia ignorancia, una desconfianza respecto del
lenguaje y, en general, respecto de toda sistematización. La realidad es siempre
mucho más de lo que nuestros pobres esquemas logran capturar. Por eso, todavía
más allá del pensamiento filosófico, Vaz Ferreira reconoce el valor del "psiqueo"
asistemático: "esa realidad mental 'fluida', de que no es expresión adecuada el
pensamiento lógico, esquema, ni el lenguaje, esquema de esquema". Lo que no
es un pensamiento, o más bien es un pensamiento sin palabras y por tanto un
auténtico pensar, lo que no tiene una forma definida y por ello es difícil plasmarlo
en un escrito, también aporta su contribución a la búsqueda de la verdad. Una
actitud abierta por parte de ciencia y filosofía les permitiría sacar provecho de la
alianza con ese pensar no encerrado en sistemas.

Por otra parte, en esta búsqueda, en la que todos los esfuerzos se suman,
también todos los grados de certeza son bienvenidos. Para Vaz Ferreira lo que se
duda, e incluso lo que se ignora, puede jugar un papel importante en el
conocimiento del mundo. Frente al racionalismo, que pretende seguridades a toda
costa, pero también frente al pragmatismo "malo", que propone forzar la creencia
por la voluntad, Vaz Ferreira defiende un pragmatismo "bueno", que gradúa la
creencia y reconoce su ignorancia:

Saber qué es lo que sabemos, y en qué plano de abstracción lo sabemos; creer


cuando se debe creer, en el grado en que se debe creer; dudar cuando se debe
dudar, y graduar nuestro asentimiento con la justeza que esté a nuestro alcance;
en cuanto a nuestra ignorancia, no procurar ni velarla, ni olvidarla jamás; y, en ese
estado de espíritu, obrar en el sentido que creemos bueno, por seguridades o por
probabilidades, según corresponda, sin violentar la inteligencia, para no deteriorar
por nuestra culpa este ya tan imperfecto y frágil instrumento, —y sin forzar la
creencia.

El conocimiento de la realidad se despliega con toda esta riqueza de matices:


saber, en distintos planos de abstracción; creer, en distintos grados; dudar unas
veces y asentir otras, y no siempre con la misma convicción; reconocer la propia
ignorancia y su alcance. Por eso insiste Vaz Ferreira en que enseñar a ignorar es
tan importante como enseñar a saber, y por eso propone ese encantador "libro
futuro" en el que quedaría reflejada la vida fluida del pensamiento: junto a las
seguridades (que las hay, incluso en filosofía), también las dudas; y las
rectificaciones, las aclaraciones, las anotaciones caóticas; y las opiniones que no
se comparten, y las críticas recibidas; y también las incomprensiones, y los
callejones sin salida, y la ignorancia. Con su propuesta, Vaz Ferreira quiere
reconocer el valor, no sólo de las pequeñas verdades parciales conquistadas por
el pensamiento sistemático (sea científico o filosófico), sino también de todo ese
"fermento intelectual" que, precisamente por ser un pensamiento no cristalizado,
no corre el peligro de ser tomado como "la verdad", cerrada y definitiva, y por tanto
paralizante.
3.2 El error:

Se connota como privación de la verdad, concepto que esta errado porque si se


conoce una verdad solo que esta aunque obliga al raciocinio del hombre, no será
la correcta.

S. Agustín (v.), cuando nos avisa de la necesidad de conservar los errores en esta
vida, y del poco valor que por tal hecho tiene ésta: «A mí mismo me ha sucedido
equivocarme en una bifurcación de caminos y no pasar por donde se había
ocultado un grupo de donatistas armados que esperaban mi paso; y así sucedió
que llegase a donde me dirigía tras un largo rodeo. Conocidas después sus
asechanzas, me regocijé de haberme equivocado, dando gracias a Dios, ¿Quién
dudará anteponer un viajero que yerra de este modo a un salteador que de este
modo no se equivoca? (...). Por esto mismo es miserable esta vida en que vivimos
ya que en algunas ocasiones es necesario el error para conservarla. Muy lejos de
mí el creer que tal sea aquella vida donde la verdad misma es vida de nuestra
alma, donde nadie engaña ni es engañado» (Enquiridion, 17,5). Para el converso
de Tagaste esta vida sería el lugar de las verdades a medias, de los errores útiles
o negativos, pareciendo querer contraponer dialécticamente a ésta, la otra vida en
la que habrían desaparecido por completo todos estos obstáculos que taran
nuestro paso por el mundo. Dios, al fin y a la postre, sería el «premio de nuestros
errores»

Nietzsche, para el que el mundo de la verdad debe ceder y dar paso al mundo de
la apariencia, del error. Sustenta su extraña tesis en base a un escepticismo
historicista y relativista. Según él, el reino del ser debe ser sustituido por el del
devenir, y la misma metafísica debe ser sustituida por el arte donde entra la
apariencia, lo no-verdadero, etc. La verdad no sería otra cosa que el e. en el que
me hallo instalado; el e. que fomenta al existente es para él verdad. Quizá cabe
aquí recordar a Unamuno cuando advierte de «que vale más el error en que se
cree que no la realidad en que no se cree; que no es el error, sino la mentira, la
que mata al alma»

Es interesante tener en cuenta la tesis relativista, según la cual la marcha de la


humanidad es una sucesiva serie de errores, pero errores no en el sentido positivo
del término, sino errores como ideologías, puntos de vista, teorías, etc., que
durante determinado momento histórico fueron mantenidas como válidas, «como
si» no fuesen tales errores, y tuvo que ser una época posterior la que demostrase
la no validez de estos modos de enfrentarse a la realidad, la que las puso a la luz
como tales errores; esta misma razón les puede hacer suponer que la teoría en las
que se hallan instalados y desde la cual critican a las demás no tiene derecho a
pretender ostentar un rango de validez absoluta, que se encuentran instalados
sobre las arenas movedizas de la historia, pues una época posterior tendrá
igualmente derecho a descalificarla. No hay otro modo de proceder para el
historicismo (v.), la verdad está en función de la temporalidad, la cronomanía para
decirlo con Maritain; pero no por ello hay que desechar los errores, sino que
debemos servirnos de ellos como de sendas perdidas de caminos que no
debemos recorrer nunca.

Esto es sustentado por el Filosofo Alemán Karl laspers; cuando expone en su


Tesis de introducción al conocimiento, esto: <<son los errores, esos errores
negativos; los que hacen que estemos más cerca de la verdad, esa verdad sin
grado de falsedad temporal>>

3.3 La verdad verdadera:

La dialéctica y todas las corrientes críticas niegan la existencia de esta verdad


verdadera o absoluta, pues dicen que la verdad siempre estará sometida a
clausulas éticas, morales y sobre todo de tiempo, es asi como lo evidencia

Lenin, en su obra Materialismo y Empiriocriticismo, dio una definición dialéctica de


la verdad absoluta: “Por su naturaleza, el pensamiento humano es capaz de
darnos, y nos da en efecto, la verdad absoluta, la cual está integrada por una
suma de verdades relativas. Cada escalón del desarrollo de la ciencia aporta
nuevos granos a esta suma que constituye la verdad absoluta; pero los límites de
verdad de cada tesis científica son relativos, ora dilatándose, ora restringiéndose
por el desarrollo sucesivo del saber”

Lo que nos hace sustentar que Cada fase del conocimiento está limitada por el
nivel de la ciencia y por las condiciones históricas de la vida de la Sociedad, que
hacen inevitablemente que nuestros conocimientos sobre la Naturaleza sean
relativos, incompletos. Pero las verdades descubiertas por nuestro conocimiento,
siendo relativas, contienen al mismo tiempo también parte de una verdad absoluta,
puesto que reflejan de manera correcta, aunque incompleta, el mundo objetivo
exterior. Por eso, el conocimiento logrado mediante las verdades incompletas y
relativas, nos acercan, en el desarrollo progresivo del conocimiento humano, a la
verdad absoluta, es decir, al conocimiento pleno y universal del mundo objetivo.
Es inconcebible agotar el conocimiento del mundo objetivo en un momento
históricamente determinado del desarrollo del conocer humano. Tal conocimiento
agotado significaría que el saber humano puede detenerse en su desarrollo,
cuando lo que ocurre es que está constantemente progresando del conocimiento
de la esencia de las cosas hacia el conocimiento más profundo de dicha esencia.
Por otra parte, tal conocimiento agotado del mundo objetivo no es posible en un
momento dado, debido a que el propio mundo se halla en un estado de cambio y
renovación eternas. Por consiguiente, también el conocimiento que es el reflejo
mental del mundo exterior, es inagotable y jamás puede acabarse; de la misma
manera que es inagotable e infinito el mundo.
CONCLUSIÓN

Al culminar este ejercicio de consulta e investigación es de gran satisfacción para


mi, el poder entregar este documento como muestra de el proceso de aprendizaje
obtenido.

Saber ahora como conoce el hombre, como conozco yo; va a ayudar a mi carrera
a enfocar la búsqueda del conocimiento de manera más eficaz para obtener los
mejores resultados y crecer como persona.

Agradezco de ante mano al profesor Julio Sierra por orientarnos en este ejercicio
académico de la mejor manera.

Esperando que cada uno de ustedes que leen estas páginas se sientan
satisfechos y tengan grandes conocimientos.
REFERENTES BIBLIOGRAFICOS

 En Google: Idea; Seminario de Investigacion UNAL.


http://www.virtual.unal.edu.co/cursos/IDEA/2007219/lecciones/cap_4/sub5.h
tml

 POPPER, KARL R. “El Cuerpo y la Mente”. Ediciones Paidós. Barcelona. 1997.


Pág. 36

 KANT, I. “Crítica a la Razón Pura”. Ed. Sopena. Buenos Aires. 1952. Pág. 192

 SCHOPENHAUER, Arthur: El mundo como voluntad y representación.


Introducción de E. Friedrich Sauer. Editorial Porrúa - México, 1987.

 Vaz Ferreira, C., Fermentario, (Obras vol. X). Montevideo : CRROU, 1963.

 Karl Laspers, Introducción al conocimiento,1961

 Lenin, obra Materialismo y Empiriocriticismo,1909

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