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ATB - 0855 - 1 Ts Intro PDF
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0855
1 TESALONICENSES
Introducción
Amigo oyente, el día de hoy, vamos a comenzar nuestro estudio en la Primera epístola del
Apóstol San Pablo a los Tesalonicenses. Estamos una vez más en el Nuevo Testamento, y nos
encontramos ahora en una epístola que está bien dentro del Nuevo Testamento. Casi al final
de las cartas o epístolas del Apóstol Pablo, en cuanto a su ubicación en el Nuevo Testamento.
En realidad, esta es la primera epístola que escribió el Apóstol Pablo. Él la escribió a los
Tesalonicenses. Así es que, hoy queremos presentar algo de los antecedentes para que éstos
nos ayuden a comprender y apreciar más esta maravillosa epístola.
En cuanto a Tesalónica, debemos decir que esta era una colonia romana. Los romanos
en ese entonces no actuaban en la misma forma en que actúan los que intentan colonizar
hoy. Ellos nunca trataban de hacer las cosas, digamos, como las hacemos nosotros en el
presente. No trataban de inculcar toda su cultura en la gente que capturaban, como si esto
fuera un ideal; ya que tenemos dudas en cuanto a que esto pueda ser algo inteligente de
hacer.
Hubo una época en que misioneros iban a diferentes tierras y no trataban de hacerlos
cambiar a la gente de esa zona aceptando las costumbres del misionero, sino de tratar de
hacer de ellos hijos de Dios a través de la fe en Jesucristo. Ahora, esto ha cambiado mucho
hoy, en cuanto a esta clase de programa se refiere.
Tesalónica, pues, era una ciudad romana, porque quiere decir que la gente allí vivía en la
forma en la que vivían los romanos y eso era muy importante en la vida del imperio romano.
Se encontraba a unos 170 km. al oeste de Filipos. Allí fue donde dejamos a Pablo en la
última oportunidad. Él había ido a Filipos y allí había establecido una Iglesia. Luego, él
viajó unos 170 km. para dirigirse a Tesalónica. Esta se encontraba a unos 80 km. al norte de
Atenas y era la ciudad principal de Macedonia. Cicerón, ese gran romano, dijo: “Tesalónica
se encuentra en el regazo del imperio”. Eso quería decir, en el mismo centro y en el corazón
del imperio.
Al comienzo, esta ciudad había sido llamada Terma, a causa de las aguas termales que
existían en esa zona. Pero en el año 316 A.C., Casandra (quien fue uno de los grandes
generales de Alejandro Magno, uno de los 4 generales que dividieron el imperio de
Alejandro, se apoderó de Macedonia; es decir, estableció su base allí.) y él cambió el nombre
de Terma, por el nombre que conocemos hoy, Tesalónica. La llamó Tesalónica. Eso fue en
memoria de su esposa, que era media hermana de Alejandro Magno. Esta ciudad era una
ciudad muy importante, y digamos de paso que la Iglesia de Tesalónica era una Iglesia
modelo. En la primera epístola, en el versículo 7 del capítulo 1, se nos dice: de tal manera
que habéis sido ejemplo a todos los de Macedonia y de Acaya que han creído.
Continuamos ahora hablando del apóstol Pablo y tomando nuestro relato donde lo
dejamos la última vez que hablamos de él. Usted recordará que en su segundo viaje
misionero, el apóstol Pablo y Bernabé se habían separado. Y Pablo tomó a Silas para que le
acompañara, y en el camino ellos también se juntaron con Timoteo, y Lucas también se unió
a ese grupo. Pero él visitó las Iglesias en Galacia. Él trató de hacer un círculo más amplio;
había allí una población tremenda en esa zona. Él estaba trabajando en la zona que
llamamos, la Turquía del día de hoy. Pensamos de esa zona como Asia Menor. Y parece que
él tenía la intención de llevar a cabo su obra misionera en esa zona. Y opinamos que eso es
obvio, porque durante su tercer viaje misionero, él probablemente realizó su obra misionera
más grande de todas, utilizando a Éfeso como su base.
Ahora, él llega a Tesalónica y es allí donde, en realidad, se nos dice que él permaneció
por tres días de reposo hablando con ellos. Eso lo vemos en el capítulo 17, versículo 2, de los
Hechos de los Apóstoles. Allí dice: Y Pablo, como acostumbraba, fue a ellos, y por tres días de
Luego, él partió de Tesalónica; mejor dicho él fue expulsado de esa ciudad. Él tuvo que
partir. Y, luego, él fue a Berea. Realizó su obra allí, y partió en barco hacia Atenas. Él
predicó la Palabra allí, no sabemos cuanto tiempo se demoró allí. Notamos que, en dos
oportunidades en el capítulo 17, se indica que él salía de ese lugar inmediatamente. Bueno,
no sabemos cuanto tiempo indica ese “inmediatamente”, pero es un término un poco
relativo. “Inmediatamente” puede indicar cualquier espacio de tiempo, desde un día hasta
mil años. Pero no creemos que haya estado 1.000 años ni creemos tampoco que haya sido un
día solamente. Pensamos que quizás pasaron unos cuantos meses.
Luego, Pablo se dirige a Corinto, y allí espera a que llegue Timoteo y Silas para que le
lleven alguna palabra en cuanto a lo que pasaba en Tesalónica. Bien, ellos se unieron a él en
Corinto. Y estamos seguros que algún tiempo pasó, porque encontramos en el capítulo 4,
que algunos de los santos, aquellos que habían aceptado al Señor Jesucristo, habían muerto
durante ese tiempo, y se había presentado la pregunta de si iba a tener lugar o no el rapto de
la Iglesia. Y eso, para nosotros, prueba que el Apóstol Pablo enseñó en cuanto a la pronta
venida de Cristo. A la inminente venida de Cristo por Su Iglesia.
Ahora, hay varias formas de bosquejar esta epístola. Una de ellas, y es muy buena, es la
siguiente: “La venida de Cristo es una esperanza inspiradora”. Eso lo podemos ver en el
capítulo 1. En el capítulo 2, tenemos: “La venida de Cristo es una esperanza que actúa”.
Luego, en el capítulo 3, tenemos “La venida de Cristo es una esperanza purificadora”.
Después, en el capítulo 4, encontramos que: “la venida de Cristo es una esperanza
consoladora”. Y, finalmente, en el capítulo 5, tenemos que: “la venida de Cristo es una
esperanza elevadora”. Esa es una división muy buena. Sin embargo, nosotros no la usamos.
Personalmente hemos tratado de dividir esta epístola en forma un poco diferente. En el
capítulo 1, tenemos: “la actitud del creyente hacia la venida o el regreso de Jesucristo”. En
el capítulo 2: “la recompensa del creyente al regreso de Jesucristo”. En el capítulo 3 hasta el
capítulo 4, versículo 12, tenemos: “la vida del creyente y el regreso de Cristo”. Como
podemos apreciar, la mayor parte de esta epístola tiene que ver con el vivir cristiano en
relación con el rapto de la Iglesia.
Hay muchas personas hoy que quieren discutir en cuanto a la profecía. Les gusta hacer
eso. Pero no quieren dedicar mucho tiempo observando las grandes verdades de que si uno
cree realmente en la venida de Cristo, uno encuentra en eso una esperanza purificadora.
Juan dice: “El que tiene esta esperanza, se purifica a sí mismo”. Esto tiene su influencia en la
forma en que uno vive. En realidad, a mí, no me interesa en cuanto a su entusiasmo y gran
interés con respecto a la verdad del relato de la iglesia. Lo que a mí me interesa ver, es cómo
En esta epístola, nosotros no sólo tenemos el vivir cristiano y el regreso de Cristo, sino
que también tenemos el morir del creyente y el regreso de Cristo, y eso lo vemos en el
capítulo 4, versículo 13 al 18. Luego, en el capítulo 5, tenemos “la conducta del creyente”.
Ahora, desde el capítulo 1, tenemos “la actitud hasta la conducta del creyente en vista del
regreso de Cristo”. Y, nuevamente, es la vida la que nos dice si usted es un pre-milenarista o
no lo es. Esto no tiene nade que ver en la forma en que usted se entusiasma en su discusión,
o cómo reacciona cuando entra en una controversia en cuanto a esto. Descubrimos que
muchas personas se ofuscan demasiado hablando acerca de la venida de Cristo. Pero eso no
es necesario hacerlo; usted tiene que demostrarlo en sus obras a quienes lo ven aquí en esta
tierra. Y Pablo va a hablar mucho en cuanto a esto, en esta epístola.
Creemos que es necesario hacer una diferencia aquí y es algo bastante importante. En la
primera epístola a los Tesalonicenses, el énfasis se da al rapto de la Iglesia, la venida de
Cristo para llevar a su Iglesia de este mundo.
Entramos pues, ahora al primer capítulo de esta primera epístola a los Tesalonicenses, y
aquí tenemos que: “la venida de Cristo es una esperanza inspiradora”. Y, en los primeros 4
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Pablo, Silvano y Timoteo, a la iglesia de los tesalonicenses en Dios Padre y en el Señor
Jesucristo: Gracia y paz sean a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.
(1 Tes. 1:1)
Esto es algo con lo cual tenemos que tener mucho cuidado. No pongamos a los
predicadores sobre monumentos, sobre pedestales. Hay que colocarlos junto con las demás
personas. Y creemos que nosotros mismos los ministros, somos responsables por esa
insensatez hoy.
El autor de estos estudios bíblicos, el Dr. Vernon McGee, contaba que, cuando él
comenzó en el ministerio al presentarse en público, utilizaba un saco o una leva llamada
“saco príncipe Alberto”. Y ese saco o esa leva, es algo parecido a los de etiqueta. Él se vestía
con una camisa blanca de cuello amplio y, por lo general, utilizaba una corbata blanca, o
una corbata negra. Y él dice que se parecía más a una mula que está mirando por encima de
un cerco blanco que a un predicador cuando estaba en el púlpito. Así es como él se sentía
Porque, amigo oyente, uno no es diferente de los demás, no lo debería ser porque los
predicadores que conocemos son tal cual los demás seres humanos. Y es necesario que ellos
estén junto con los demás. No creemos que Dios nos esté pidiendo a nosotros que vivamos de
una forma diferente, hermano que nos escucha, de la cual él le ha pedido a usted que viva.
De ninguna manera. Lo que él me pide a mí en este caso es que, cuando yo estoy enseñando
la Palabra de Dios, tenga cuidado de que estoy presentando su Palabra y que estoy, en
realidad, actuando a su favor en esa ocasión. Él quiere que yo tenga cuidado en cuanto a
esto. En cuanto a mi forma de vivir, yo tengo que vivir con los demás hermanos hoy. Me
gustaría dejar esto bien claro hoy. Creo que los predicadores hemos hecho mucho en cuanto
a esto de la división entre el clérigo y el laico. Y, esa es una distinción falsa en cuanto a la
Palabra de Dios concierne. No creemos que esté allí para nada. Permítanos ser francos,
amigo oyente, y decir que un predicador pagado ha sido la maldición de la Iglesia. Ahora,
por favor, no nos entienda usted mal en esto. No creemos que pueda ser de ninguna otra
forma hoy cuando todo es especializado. Pero, después de todo, las herejías de la iglesia se
han presentado a través de ministros pagados. Tenemos que reconocer eso. Hay dos cosas
que son peligrosas hoy: un ministro que trata de elevarse a sí mismo; y otro, es el laico que
trata de ser una autoridad en cuanto a la Biblia, y quien, en realidad, no ha estudiado la
Biblia, sino que se ha apartado en alguna tangente. Y es tan fácil salirse por la tangente.
Y eso, amigo oyente, es lo que ha sido la disciplina más grande para nosotros, la de tomar
la Palabra de Dios completa y enseñarla en su totalidad. Creemos que si usted va a predicar
la Palabra de Dios completa y enseñarla totalmente, usted tiene que tocar todas las teclas del
teclado. Uno no puede evitar esto. Hay muchas cosas que nos gusta enfatizar cuando
llegamos a ellas. Pero hemos de enfatizar todo lo que notamos si vamos a hablar de toda la
Nos agrada mucho la introducción de este libro, de esta carta a los tesalonicenses. Esa
fue la primera epístola escrita por Pablo; y él dice: Pablo, Silvano y Timoteo, a la iglesia de
los tesalonicenses. Esta carta es para la Iglesia de los tesalonicenses. No es para la iglesia de
los filipenses. Estos eran un poquito diferente a los de Tesalónica y van a vivir un poquito
diferente. Pero la Iglesia en Tesalónica es como la Iglesia en Filipos. Es en Dios Padre y en el
Señor Jesucristo.
Ahora, alguien puede decir: “Bueno, eso es algo nuevo”. En Dios Padre. Él no había
dicho eso antes. Bueno, esta es la primera vez que él escribe, y lo dijo una vez y eso tiene que
ser suficiente. Él no lo va a repetir otra vez. ¿Por qué? Porque el Señor Jesucristo fue
quien dijo: “Yo quiero que todo el mundo sepa (cuando Él oraba al Padre) que ellos están en
mí y yo estoy en ellos, de la misma manera en que el Padre y yo somos uno, y yo estoy en el
Padre y el Padre en mi”. Así es que, cuando usted está en Cristo, amigo oyente, usted está en
Dios el Padre también, y ese es un lugar muy seguro en el cual podemos estar. No hay
ninguna caja de seguridad en ningún lugar que sea tan segura como ésta.
Ahora, él dice: Gracia y paz sean a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.
Esa es la introducción típica que él tiene en todas sus epístolas. Primero viene la gracia y,
luego, la paz de Dios. Y es de Dios el Padre y del Señor Jesucristo. Bien, amigo oyente,
hemos llegado al umbral de esta Primera epístola del Apóstol San Pablo a los Tesalonicenses.
Por hoy, vamos a detenernos aquí. Entraremos, Dios mediante en nuestro próximo
programa a estudiar y considerar lo que Dios ha dejado expuesto aquí en esta epístola.