Está en la página 1de 49

A MI ZOILITA (HIJA)

Mi Señor, siempre bueno conmigo


Una tarde primaveral
Me regaló una hijita
Que la llamé Zoilita;
¡Me equivoque! No fue una hija
¡Fue un Ángel!
Un ángel disfrazado de hija
La que, desde pequeñita
Demostró amor, obediencia
Sencillez, bondad y respeto.
A toda la familia
Nos hace muy felices
Solo Dios podría recompensarle
Todo cuanto recibimos de ella.
Canta muy bonito,
Es una deportista,
Pero sobre todo
Es la mejor de las hijas.
Cuando algo le molesta
Se pone muy seria
Y por último protesta
Silbando mejor que un ruiseñor,
Solo yo se ese gran secreto.
Señor Jesucristo, es tu hija
Cuídamela de todo peligro.
Y cuando yo le falte
Te la encargo y la pongo
En tus benditas manos.
LA QUEJA DE JESÚS

Qué bonito sería si nadie te rechazara, si todo


El mundo te amara a ti, Virgen María.

Si en cada amanecer, todos te saludaran con el


Ave María, que bonito sería.

Y al anochecer, en todos los hogares rezando el rosario,


Juntos en familia, que bonito seria.

Pero por desgracia tantos te rechazan y hasta te


Calumnian, y creen que con eso dan honor a Dios.

Y van por el mundo con la frente en alto


Repitiendo voces: Señor, señor, contigo todo
Pero con tu madre no.

Si pudieran contemplar cara a cara al Señor, en


Ella encontrarán una queja de dolor y llegaría a sus oídos
El eco triste de su voz.

¿Por qué se empeñan en separarnos a los dos?


Si en donde se encuentra ella, allí me encuentro yo.

¿Por qué me le hieren tanto?


No comprenden mi dolor.
Si ella me llevó en su vientre, con su sangre me alimento
Y su corazón y el mío son un mismo corazón.

Si la desprecian a ella
El despreciado soy yo.
A MI JULITA

María nuestra Madre Bendita


Anhelaba mandar a la tierra
Rostros dulces, gentiles, primorosos
I… pensó en su Julita…
Así… una mañana de invierno, llegó
Justo fue el mes elegido
Una niña extraordinaria nació entonces.
Linda por fuera, y con un corazón hermoso
Ideal para ser llamada Hija de María
Amorosa cual ninguna…
Radiante como una estrella,
Al mundo iluminaba
Virtudes mil practicaba
En busca del amor Divino
La armonía era su dicha
Ofrenda que al señor brindada.
LATIDOS

Corazón, como lates en mi pecho


¡Nunca golpear tan fuerte he sentido!
¿Juzgas acaso tu refugio estrecho
y quieres ya escaparte de tu nido?
Comprendo tu dolor y tu despecho
Nadie ha sufrido, lo que tú has sufrido
La angustia entre sus garras te ha desecho
Y siempre como un huérfano has vivido…
Yo también corazón siento dolores
Y lo mismo que tú pienso en la huida
De este valle de lágrimas y horrores…
Espera, pronto te daré salida
Y los dos, cual soldados desertores
Nos fugaremos juntos de la vida.
Poemas Para Ti

CAPITULO I

A la Madre
Poemas Para Ti

CAPITULO II

Al Maestro
Poemas Para Ti

CAPITULO III

A Jesús y María
Poemas Para Ti

CAPITULO IV

Variedades
LA MADRE

Con cinco letras augustas


Que son cual cinco diamantes
En mi corazón escrito
Llevó el nombre de mi madre.

Para grabarlo me dieron


Rojas llamas los volcanes
Su nieve las cordilleras y
Sus zafiros los mares,
El sol sus dardos de fuego
La luna su plata suave
Sus murmullos el viento y
El jardín sus azahares.

La grandeza de los mundos


Estrecha viene a su imagen
La hermosura de los cielos
A su lado nada valen
Que Dios sintiéndose triste
Y en sus eternas soledades
Para ser más Dios que nunca
Quiso tener una MADRE
Y yo que a mi madre tengo
A nada aspiro más grande.

Todo bien tengo con ella


Sin ella todos los males
Con ella el amor sublime
Que en ternura se deshace
Y se encrespa en heroísmos.
Y junto a la cuna ríe
Sobre la tumba plañe y
Junto al lecho consuelo y
En la desgracia es más grande
Porque le nacieron alas en el alma.
Sin ella la noche inmensa
De la orfandad lamentable.
Las caricias que se buscan
Y no pueden encontrarse
La ausencia de unos amores
Que jamás nos dará nadie
El murmullo de unos besos
Que se fueron por el aire
La fuerza de unos suspiros
La muerte de unos cantares.
Todo lo bello se muere
Cuando se muere una madre.
Yo no temo al infortunio
Con tal que tu pecho me ame
Y tus labios me sonrían
y tu dulce voz me hable
Aquellas santas palabras
Que solo dicen las madres.
Por lo mucho que me diste
Mucho más quisiera darte
Mi vida que es vida tuya
Y mi sangre que es tu sangre
Un corazón muy pequeño
Y una gratitud muy grande
Por eso con cinco letras
Que son cual cinco diamantes
En mi corazón escrito
Llevo el nombre de mi madre.

José Jaime Ascua


EL BRINDIS DEL BOHEMIO
Guillermo Aguirre y Fierro – México

En torno de una mesa de cantina,


Una noche de invierno,
Regocijadamente departían
Seis alegres bohemios.

Los ecos de sus risas escapaban,


Y de aquel barrio quieto
Iban a interrumpir
El imponente y profundo silencio.

El humo de olorosos cigarrillos


En espirales se elevaba al cielo
Simbolizando, al disolverse en nada,
La vida de los sueños…

Pero en todos los labios


Había risas,
Inspiración en todos los cerebros,
Y, repartidas en la mesa,
Copas pletóricas de ron, wisky o ajenjo.

Era curioso ver aquel conjunto


De aquel grupo bohemio,
Del que brotaba la palabra chusca,
La que vierte veneno,
Lo mismo que, melosa y delicada,
La música de un verso.

A cada nueva libación,


Las penas hallábanse
Más lejos del grupo,
Y nueva inspiración
Llegaba a todos los cerebros
Con el idilio roto
Que venía en alas del recuerdo.

Olvidaba decir que aquella noche


Aquel grupo de bohemios
Celebraba entre risas, libaciones,
Chascarrillos y versos,
la agonía de un año
que amarguras dejo
en todos los pechos
y la llegaba, consecuencia lógica
del feliz ¡AÑO NUEVO!...

Una voz varonil dijo, de pronto:


-¡Las doce, compañeros!,
Digamos el “requiesca”
Por el año que ha pasado
A formar entre los muertos…
Brindemos por el año que comienza,
Porque nos traiga ensueños,
Porque no sea su equipaje
Un cúmulo de amargos desconsuelos.

- Brindo, dijo otra vez,


Por la esperanza
Que a la vida nos lanza
De vencer los rigores del destino,
Por la esperanza nuestra
Dulce amiga, que las penas mitiga
Y convierte en vergel nuestro camino.

Brindo porque ya hubiese a mi exigencia


Puesto fin, con violencia esgrimiendo
En mi frente mi venganza
Si en mi cielo de tul, limpio y divino
No alumbrara mi sino una pálida estrella:
¡Mi esperanza!.

¡Bravo! – dijeron todos


Inspirado esta noche has estado
Y hablaste breve, bueno y sustancioso
El turno es de Raúl;
Alce su copa y brinde por… Europa,
Ya que su extranjerismo es delicioso

- Bebo y brindo – exclamó el interpelado


- Brindo por mi pasado
Que fue luz, de amor y de alegría,
Y en el que hubo mujeres seductoras
Y frentes soñadoras
Que se juntaron con la frente mía…

Brindo por el ayer,


Que en la amargura que hoy
cubre de negrura mi corazón,
esparce sus consuelos trayendo
hasta mi mente
las dulzuras de goces, de delirios, de desvelos.

- Yo brindo – dilo Juan – porque en mi mente


Brote un torrente de inspiración
Divina, seductora; porque vibre
En las cuerdas de mi lira
El verso que suspira, que sonríe
Que canta y que enamora.

Brindo porque mis versos, cual saetas,


Lleguen hasta las grutas,
Formadas de metas y granito,
Del corazón de la mujer ingrata,
Que a desdenes me mata,
¡pero que tiene un cuerpo muy bonito!

Porque a su corazón llegue mi canto,


Porque enjuguen mi llanto sus manos
Que me causan embelesos,
Porque con creces mi pasión me pague,
¡Vamos! porque me embriague
Con el divino néctar de tus besos…
Siguió la tempestad de frases vanas,
De aquellas tan humanas que hallan
En todas partes acomodo,
Y en cada frase, de entusiasmo ardiente,
Hubo ovación creciente y libaciones
Y reír y todo.

Se brindó por la Patria, por las flores,


Por los castos amores
Que hacen un valladar de una ventana,
Y por esas pasiones voluptuosas
Que el fango del placer llenan de rosas
Y hacen de la mujer la cortesana.

Solo faltaba un brindis, el de Arturo,


El del bohemio puro, de noble corazón
Y gran cabeza; aquel que sin ambages
Declaraba que sólo ambicionaba
Robarle inspiración a la tristeza

Por todos estrechado alzo la copa


Frente a la alegre tropa
Desbordante de risa y de contento,
Los inundó en la luz de su mirada,
Sacudió su melena alborotada
Y dijo así, con inspirado acento:
- Brindo por la mujer, más no por esa
En la que halláis consuelo en la tristeza,
Rescoldo del placer, ¡desventurados!
No por esa que os brinda sus hechizos
Cuando besáis sus rizos
Artificiosamente perfumados.

Yo no brindo por ella, compañeros,


Siento por esta vez no complaceros,
Brindo por la mujer, pero por una,
Por la que me brindó sus embelesos
Y me envolvió en sus besos:
Por la mujer que me arrulló en la cuna,
Por la mujer que me enseño de niño
Lo que vale el cariño exquisito,
Profundo y verdadero;
Por la mujer que me arrulló en sus brazos
Y que me dio en pedazos,
Uno por uno, el corazón entero.
¡por mi madre! Bohemios,
Por la anciana que piensa en la mañana
Como en algo muy dulce y muy deseado,
Porque sueña, tal vez, que mi destino
Me señala el camino
Por el que me volveré pronto a su lado.
Por la anciana adorada y bendecida,
Por la que con su sangre me dio la vida
Y ternura y cariño;
Por la que fue la luz del alma mía
Y lloro de alegría
Sintiendo mi cabeza en su corpiño

¡Por esa brindo! Dejad que llore


Y en lágrimas deplore esta pena
Letal que me asesina.
Dejad que brinde por mi madre ausente,
Por la que llora y siente
que mi ausencia es un fuego que calcina…
Por la anciana infeliz
Que gime y llora y que del cielo implora
Que vuelva yo muy pronto
A estar con ella

¡Por mi MADRE!, bohemios,


Que es dulzura vertida en mi amargura
Y en esa noche de mi vida, ESTRELLA…

El bohemio calló,
Ningún acento profanó el sentimiento
Nacido del dolor y la ternura,
Y pareció que, sobre aquel ambiente,
Flotaba inmensamente
Un poema de amor y de amargura.
AL SEPARARNOS
F. Barreto
Mañana cuando llores sin consuelo
la juventud que pasa y no regresa
y advierte con dolor y con sorpresa
hebras de nieve entre tu pelo negro.

Mañana cuando al fin una pena honda


te haga sufrir tormenta no sufrido
y gimas y nadie oiga tus gemidos
y llames sin que nadie te responda.

Mañana cuando caiga fulminado


al golpe de tu saña desmedida
y me oigas pronunciar tu nombre santo
con el último aliento de la vida…

Entonces ¡ay! Entonces estoy cierta


de que al fin te hará falta mi ternura
y llorarás con intensa amargura
y tendrás compasión del pobre muerto…

Y desolada inconsolable y triste


me el llamarás con ánima cobarde
y yo desde la tumba que me abriste
“Ya es tarde ingrata” te diré “ya es tarde”
y al ver tu dicha y mi esperanza trunca
exclamarás transida de quebranto.

¿Por qué Señor, porque no lo amé nunca,


si era tan bueno, si me amaba tanto?
Y sin tener quien te oiga ni te guarde
irá al cielo a perderse tu plegaria
y yo desde mi tumba solitaria
¡Ya es tarde ingrata! Te diré ¡ya es tarde!
TODO EN VANO

Desesperada hui para olvidarte


Y llegué junto al ancho mar
Más escuché tu nombre que armonizas
Las olas repetían sin cesar.

Y me aleje de ahí con raudo paso


Para no escuchar ese rumor
Y hallé una roca que se alzaba adusta
Y vi a tu corazón
Y huí también y de amargura llena
Mis lágrimas brotaron sin cesar
Para olvidarte presto me alejaba
Caminando al azahar.
Mas ¡oh dolor! Al paso hallé un riachuelo
Y sí el trinar de un dulce ruiseñor
Y en ellos escuche desesperada
El eco idolatrado de tu voz.
TEMOR

Yo no temo señor a la noche


Yo no temo señor a la oscuridad
Porque birlla tu ley en la sombra
Ya no hay noche, tu eres luz.

Ya no temo Señor los fracasos


Yo no temo señor la ingratitud
Porque el triunfo señor es la vida
Tú lo tienes, tú lo das.

Ya no temo, señor los abismos


Ya no temo, señor la oscuridad.
Porque eres señor el camino
La vida y la verdad.

Yo no temo señor a la muerte


Yo no temo señor a la eternidad
Porque tu estas allá esperando
Que yo, llegue hasta ti.
MÁS ALLÁ DE LA MUERTE
Federico Barreto.
Es invierno y en una noche negra fría y tempestuosa en la lúgubre
capilla de un asilo monadal yace el cuerpo inanimado de una joven
religiosa agobiada por la pena, se murió como una rosa arrancada de
su tallo por el fiero vendaval.
Blanco traje que realza su magnífica belleza simboliza su inocencia,
su bondad y su candor. Rosas blancas en capullo le cinrcundan la
cabeza y parece aquella virgen que muriendo de tristeza una novia
desmayda en su talamo de amor…
El silencio que allí reina es tan solo interrumpido por el viento que
sacude las vidrieras al pasar y otras veces por el tétrimo grasmidos,
de los búhos que allí moran, que han formado allí sus nidos y que
atisban lo que pasa por las grietas de un atlas.
Cuatro cirios iluminan con fulgores inseguros el cadáver de aquel
Ángel de belleza y virtud y las sombras que proyectan esos cirios por
los muros van y vienen en silencio por los ámbitos oscuros como un
coro de fantasmas circundando el ataúd, mil rumores misteriosos, mil
incognitos sonidos llegan vagos y confusos a la casa del señor…
Es un lúgubre muerto de solloza y gemido me acongojan y
estremecen, me dan pena y horror dan las doce lentamente sobre el
viejo campanario y al vibrar en la capillala hora tétrica y fatal salen un
monje de alto traje por la puerta del sagrario atraviesa a paso lento el
recinto solitario y se postra de rodillas ante el lecho funeral se diría
que de abiar en un mundo de tristeza que le mata el desamado se
muere de aflicción ¿Por qué crispa sus dos manos? ¿Por qué inclina
la cabeza? ¿Por qué tiembla? ¿Por qué gime? ¿Por qué llora? ¿Por
qué reza?.
¡Hay misterios que estremecen hasta el fondo del corazón!
De repente se alza el monto del helado y duro sitio a la muerta se
aproxima y la llama a media voz y al ver que ella sigue muda sigue
fría como el hielo la acaricie con ternura, la mirada eleva al cielo y
murmulla entre dientes ¡que injusto eres santo Dios! Luego clava sus
pupilas en la pálida doncella la contempla largo tiempo con recóndita
piedad y cogiendo entre sus manos una mano de las de ella la
aproxima hasta sus labios y con un ósculo lo sella y loable y firme y
llora a gritos como una niña en orfandad.
Dora, clama, Dora mía, te estoy viendo muda y no creo que la muerte
haya osado herirte a ti ¡Muerta tú! …. ¿Será posible? No mil veces…
no está muerta, duerme, sueña, está viva por piedad mi amor
despierta no te duermas… no me dejes ¡Vive! Y vive para mi.
Yo era huérfano, yo estaba triste y solo en este mundo mas Dios
quiso que te hallara y no tuve penas ya ¿Lo oyes Dora? ¡Dios lo quiso!
Piedad tuvo de mi duda y para ángel de mi guarda te envió un día
desde el cielo ¡Tú no puedes morirte! ¡Dios no quita lo que da”.
Así envuelta en blancas tulas, coronada así de tules te ofrecí elevarte
al templo y jurarte esclavitud ¡Sueño efímero! Tus padres por matar
nuestro amor te encerraron en este centro de recónditos dolores y
hoy que vengo aquí a buscarte, te hallo aquí en un ataúd ¡pobre novia
de mis sueños! ¡pobre tórtola sin nido! ¡Virgen mártir, que viniste con
el alma rota en dos! ¿Por qué callas si te llamo? ¿Por qué no oyes mi
gemido? ¿Te cansaste de esperarme, y a cielos has partido?
¡Vuelve… vuelve, te lo ruego, yo te quiero más que Dios! Calla el
monje, más de pronto como un loco que se coge en sus a aquel ángel
que en la vida tanto amó y besándola en la boca vuelve en ti por Dios
le grita, toma mi alma en este beso ¡Resucita! ¡Resucita! Toma mi
alma, toma mi alma, vive tú aunque yo muera, un prodigio se ve
entonces, ella vota su despojos como herida de repente por el dardo
del dolor en sus pálidas mejillas aparecen tintes rojos quiere hablar,
mueve los labios, ya despistada abre sus ojos.
Todo aliento… hasta la muerte… a los besos del amor.
Una aurora clara y bella a la nube a sucedido en el templo que el sol
ya comienza a iluminar, yace el monje de alto trajo, junto al féretro
tendido y los hechos por allí moran, que lean formado allí sin nido la
contemplan un asombro por las grietas del altar. Esta muerto y se
diría que perdida la honda duelo que repite entre los dientes ¡Qué
injusto eres santo Dios! Este muerto lo mataron el dolor y el
desconsuelo no halla acá su prometido y a buscarle se fue al cielo.
¡Ya están juntos! ¡Una tumba es la tumba de dos!
MIS GOLONDRINAS
F. Barreto
Huiste como un pájaro del nido
Y me olvidaste para que muriera
Y yo quiera olvidarte y no te olvido
Y yo te quiero siempre, aunque no quieras.

¡Nunca creí perderte, y te he perdido!


Al despedirte me dijiste “espera”
¡ y esperándote vivo, he vivido!
¡ y así te esperaré la vida entera!

Tal como tú, volaron otro día


En dorado tropel mis ilusiones
Y no han vuelto a su nido todavía

¡Nada me queda! Esta es mi dicha trunca


Y todavía aguardo en los balcones
Las golondrinas que no vuelven nunca.
EL NIÑO Y LA MARIPOSA

Mariposa
Vagarosa
Rica en triste y en donaire,
¿Qué haces tu de rosa en rosa?
¿De que vives en el aire?
- ¿Yo? De flores
Y de olores
Y de espuma de la fuente,
Y del sol resplandeciente
Que me viste de colores
- ¿Me regalas
Tu dos alas?
¡Son tan lindas! ¡te las pido!
Deja que orne mi vestido
Con la pompa de tus galas
- Tu niñito
Tan bonito;
Tu que tienes tanto traje
¿Por qué envidias el ropaje
Que me ha dado Dios bendito?
¿De que alitas
Necesitas?
¿Si no vuelas cual yo vuelo?
¿Qué me resta bajo el cielo
Si mi todo me lo quitas?
Días sin cuento
De contento
El Señor a ti te envía
Más mi vida es sólo un día;
No me lo hagas de tormento.
¿Te divierte
Dar la muerte
A una pobre mariposa?
¡Ah! Quizá sobre una rosa
Me hallarás bien pronto inerte
Oyó el niño
Con cariño
Esta queja de amargura
Y una gota de miel para
Le ofreció con dulce guiño…
Ella, ansiosa,
Vuela y pasa
En su palma y sonrosada;
Y allí mismo ya saciada
Y de gozo temblorosa
Expiro la mariposa.
SENTIMIENTO FILIAL
Es mi madre mi tesoro
Yo la adoro
La amaré toda la vida
Sin medida
¿No veló junto a mi cuna?
Cual ninguna
¿No cuidó de mi niñez?
Cierto es;
Ello me enseño a manchar
Y a charlar.
¡Que paciencia, madre, cuanta!
Eres Santa.
Eres mi dulce sostén.
Cara bien.
A tu lado madre mía.
No hay poesía
Nada temo si te veo
En ti creo;
Si yo sufro, rauda vuelas
Me consuelas;
Tus palabras amorosas,
Melodiosas
Son divinas inflexiones
Dulces son
Quiero feliz contemplarte
Y ensalzarte
Trabajar para ti anheloso
Cariñoso
Y hasta que venga la muerte
Quiero verte
Oh mi madre, mi tesoro
Yo te adoro.
Gregorio Quintero.
LOS TRES LADRONES
Época fue de grandes redenciones
El mundo de dolor estaba henchido
Y en el Gólgota en sombras convertido
Se hallaban en sus cruces tres ladrones.

A un lado, en espantosas contorsiones


Se encontraba un ratero empedernido,
En el otro un ratero arrepentido
Y en medio, el robador de corazones.

De luto se cubrió la vasta esfera;


Gestos el malo se retuerce y gime,
Dimos el bueno en su dolor espero
Y el otro, el de la luenga cabellera
Que sufre, que perdona, que redime
Se robó al fin, la humanidad entera.
ANITA
Tú eres mi niñita,
Mi niñita querida
Mi ilusión y alegría
Del resto de mi vida.

Tu nombre es Anita
Anita la linda,
Describirte toda,
Solo Dios podría.

Eres menudita
Cual botoncito
De rosa preciosa
De un rosal de amor.

Como un Jesusito.
Allá en tu infancia
Dormías quedita
Junto al lado mío,
Y a perturbar ese sueño
No alcanzaba nunca
Ni el canto del ave
Del jardín cercano
CORAZON
Corazón que no has amada
Tú no sabes el dolor
De un corazón angustiado
Carcomido y desgarrado
Por amarguras de amor.

No sabes cómo se llora


Con ese llanto que quema
Con la noche con la aurora
Con ese sol que colora
En la frente un anatema

Se llora con el placer


Se llora con el pesar
Con el recuerdo de ayer
Y mañana… hay que llorar
Si nos ama una mujer

Tu vedado a la tormenta
De borrascosa pasión
No sabes cómo se aumenta
Como inflamada revienta
La pena del corazón.
LOS MOTIVOS DEL LOBO
(Nicaragua) Rubén Darío.

El varón que tiene corazón de lis,


Alma de querube, lengua celestial
El mínimo y dulce Francisco de Asís,
Está con un rudo y torvo animal;
Bestia temerosa de sangre y de robo,
Las pauses de furia, los ojos del mal;
El lobo de Gubbia los alrededores;
Cruel ha deshecho todos los rebaños
Devoro corderos, devoro pastores,
Y son incontables sus muertes y daños.
Fuertes cazadores armados de hierros
Fueron destrozados. Los duros colmillos
Dieron cuenta de los más bravos perros
Como de cabritos y de corderillos.
Francisco salió
Al lobo buscó
En su madriguera,
Cerca de la cueva encontró a la fiera
Enorme, que al verle se le lanzó feroz
Contra él. Francisco, con su dulce voz
Alzando la mano,
Al lobo furioso dijo: “Paz hermano
Lobo! El animal.
Contemplo al varón de Tosca Saya,
Dejo su aire arisco
Cerré las abiertas fauces agresivas
Y dijo: “¡Esta bien hermano Francisco!”
¡Como! Exclamo el Santo ¿Es ley que tu viva
De horro y de muerte?
La sangre que vierte
Tu hocico diabólico, el duelo y espanto
Que esparces, el llanto
De los campesinos, el grito el dolor
De tanta criatura de nuestro señor,
¿No han de contener tu encono infernal?
¿Vienes del infierno?
¿Te ha infundido acoso su rencor eterno
Luzbel o Beliat?
Y el gran lobo humilde: “¡Es duro el invierno,
Y es horrible el hambre! En el bosque helado
No hallé que comer; y busqué en el ganado,
Y en veces comí ganado y pastor,
¿La sangre? Yo vi más de un cazador
Sobre su caballo llevando al azar
Al puño, o correr tras el jabalí
El oso o el ciervo; y a más de uno vi
Mancharse de sangre, herir, torturar,
De las roncas trampas al sordo clamor,
A los animales de Nuestro Señor.
Y no era por hambre que iban a cazar
Francisco responde: “En el hombre existe
Mala levadura”
Cuando nace viene con pecado. Es triste,
Mas el alma simple de la bestia es pura.
Tú vas a tener
Desde hoy que comer
Dejarás en paz
Rebaños y gente en este país
¡Que Dios melifique tu ser montaraz!
“- Esta bien, hermano Francisco de Asís”
“- Arte el Señor, que todo ata y desata
En fe de promesa, tiéndeme la pata”
El lobo tendió la pata al hermano
De Asis, que a su vez le alargo la mano
Y lo que miraba casi no creía.
Tras el religioso iba el lobo fiero,
Y baja la testa, quieto le seguía
Como un can de casa o como un cordero
Francisco llamó a la gente a la plaza
Y allí predico
Y dijo “he aquí una amable caza,
El hermano lobo se viene conmigo;
Me juro no ser ya nuestro enemigo
Y no repetir su ataque sangriento
Nosotros, en cambio, daréis su alimento
A la pobre bestia de Dios. -¡Así sea!
Contesto la gente toda de la aldea.
Y luego en señal de contentamiento
Movió Testa y cola el buen animal.
Y entró con Francisco de Asís, al convento
Algún tiempo estuvo el lobo tranquilo
En el santo asilo.
Sus bastas orejas, los salmos oían
Y los claros ojos se le humedecieron
Aprendió mil gracias y hacia mi juegos
Cuando a la cocina iba con los legos
Y cuando Francisco su oración hacia
El lobo las pobres sandalias lamia
Salía a la calle
Iba por el monte, descendía al valle
Entraba a las casas y le daban algo
De comer, mirábanle como a un manso gato
Un día Francisco se ausento, y el lobo
Dulce, el lobo manso y bueno, el lobo probó
Desapareció, torno a la montaña.
Y recomenzaron su aullido y su saña
Otra vez sintiese el temor, la alarma

Entre los vecinos y entre los pastores


Colmaba el espanto, los alrededores
De nada servían el valor y el arma
Pues la bestia fiera, no dio tregua a su furor jamás
Como si tuviera fuegos de Moloch y de satanás.
Cuando volvió al pueblo, el divino santo
Todos lo buscaron con quejas y llantos
Y con mil querellas dieron testimonio
De lo que sufrían y perdían tanto
Por aquel infame, lobo del demonio
Francisco de Asís se puso severo.
Se fue a la montaña
A buscar al falso, lobo carnicero
Y junto a su cueva halló a la alimaña
“-En nombre del Padre del Sacro Universo,
Conjúrate –dijo- ¡oh lobo perverso!
A que me respondas: ¿Por qué has vuelto al mal?
Contesta te escucho:
Como en sorda lucha hablé al animal
La boca espumosa y el ojo fatal:
“-Hermano Francisco, no te acerques mucho…
Yo estaba tranquilo allá, en el convento
Al pueblo salía, y si algo me daban
Estaba contento y manso comía.
Mas empecé a ver que todas las cosas
Estaba la envidia, la saña, la ira
¡En todos los rostros ardían las brasas
De odo, de lujuria, de infamia y mentira
Perdían los débiles, ganaban los malos
Hembra y macho eran como perro y perra
Y un buen día todo, me dieron de palos
Me vieron humilde, lamia las manos
Y los pies erguía, tus sagradas leyes
Todas las criaturas eran mis hermanos:
Los hermanos hombres, los hombres bueyes
Hermanas estrellas y hermanos gusanos
Y así me apalearon y me echaron fuera
Y su risa fue como un agua hirviente
Y entre mis entrañas revivió la fiera
Y me sentí lobo malo de repente
Mas siempre mejor que esa mala gente
Y recomencé a luchar aquí,
A defenderme y alimentarme
Como el oso hace, como el jabalí
Que para vivir tiene que matar
Déjame en el monto, déjame en el risco
Déjame existir en mi libertad
Vete a tu convento, hermano Francisco
Sigue tu camino y tu santidad
El santo de Asís no le dijo nada
Le miró con su profunda mirada
Y partió con lágrimas y desconsuelos
Y hablo al Dios eterno con su corazón
El viento del bosque llevó su oración
Que era: Padre nuestro, que estas en los cielos…
LO VI UNA MAÑANA
Lo vi una mañana
Tenía en el pico
Un poco de paja
Pajitas de trigo.
Miraba los arboles
Estaba indeciso
Buscaba sin duda
Cuál sería el sitio.
El sitio más bello
El sitio más quedo
Para hacer su nido.
Eligió el más bello
Un árbol florido
Se arrancó las plumas
De su breche tibio
Y empezó su obra
Aquel pajarillo
Con tanta constancia
Con tanto artificio
Con tanto cariño
Y me dije a solas
Después de un suspiro
¡Oh cuanta paciencia
Para hacer un nido!
FELICES LOS AMIGOS QUE TRABAJAN POR LA PAZ
Felices
Los que hacen de la amistad
Un remanso de paz
Los que nunca se irritan
Y los que… si se irritan
Saben controlarse
Y nunca lastiman al otro
Ni con gestos
Ni con palabras

Felices
Los que contruyen la paz
Hacía adentro de la amistad
Y los que generan paz
Hacía afuera
Hacia quienes los rodean

Felices los amigos


Que hacen de su encuentro
Un momento de paz
Dentro de la alabada carrera
Del mundo moderno.
Los que ponen
Una pausa enriquecedora
A los desatinos del apuro
Y de la prisa

Felices
Los amigos que trabajan
Por la paz
Porque se transmitirán
Un mutuo equilibrio
Y serán escuela de sensatez.

Felices
Porque serán ejemplo de vida
Y mostraran con sus actos
Que la violencia
No tiene sentido

Felices
Porque en su trato.
Nunca se instalará la agresión
Y nacerá un respeto
Creativo
Y dinámico
Felices porque, en paz
Uno se descubre mejor
A si mismo.
Se disfruta mas la vida
Y se aprovechan todas
Las potencialidades
Que tenemos

Felices
Los amigos que trabajan
Por la paz
Porque serán llamados
Hijos de Dios.

Juan Carlos Pisano


Diego Mourino.
LAS PERLAS DEL ROSARIO

Fatigada una tarde caminaba


Por senderos de larga soledad
Las penas que sentía me agraviaban
Cansada me detuve a meditar
Pensativa sola preguntaba
¿Es posible que haya tanta soledad?
De pronto una suave voz me dijo
¡No estás sola en esta inmensidad!
Estoy contigo, siempre te acompaño;
Soy tu sombra en tu largo caminar
Soy quien vela tus sueños por las noches
Soy tu luz, en tu inmensa oscuridad.
Sorprendida de vuelta al escucharla
Pude ver su rostro angelical
¡Eres tú! ¡Virgencita del Rosario!
Quien me hablaba con tanta suavidad
¿A qué temes hija mía? Me dijiste
Soy tu madre, no te dejo de cuidar.
En mi manto protector yo te cobijo
Tengo armas para vencer al mal.
Unas perlas llevabas en tus manos
Que el reflejo de una luz iluminó
De pronto un rosario me entregaste
Y me dijiste ¡Ven! Vamos juntas a rezar
De rodillas ante ti, yo repetía:
Con fe la oración que me enseñabas
Un padre nuestro y diez Ave Marías
Que en las perlas del Rosario las contabas
Desde entonces madre mía no he dejado
Ni un instante sin poderte recordar
Rezo a diario la oración que me enseñaste
y no siento nunca más la soledad
OQUEDAD
(A Vallejo)
Hay oquedad triste en tu mirada
Hoy no es tu día
Fermenta tu hambre
Esperando el pan
Que nunca llega.

Estas solo y sin embargo


Como te ofenden
Como les duele
Que hayas cometido
El imperdonable pecado
De nacer.

Todas se han ido


Los Cristos, las Marías
Ni la dulce Rita
Te acompaña

Esta solo con tus versos


Con los dados eternos
Con tu barro
Con tus heraldos negros
De la muerte…

Han manchado tu nombre


Muchas veces
Y se han puesto a reír
Con tu verdugo

Por eso yo quisiera


En esta tarde que es de invierno
Como el de tu jueves Santo
Devorar los jirones de tu pena
Y descansar después
Junto al camino
Por donde pasará
Tu corazón a pie.

Hernán Gálvez Coronado


LATIDOS
Federico Barreto

Corazón como lates en mi pecho


¡Nunca golpear tan fuerte he sentido!
¿Juzgas acaso tu refugio estrecho
Y quieres yo escaparte de tu nido?
Comprende tu dolor y tu despecho
Nadie ha sufrido lo que tu has sufrido
La angustia entre sus garras te ha desecho
Y siempre como un huérfano has vivido
Yo también corazón siento dolores
Y lo mismo que tu pienso en la huida
De este valle de lágrimas y horrores
Espera, pronto te daré salida
Y los dos mal soldados desertores
Nos fugaremos juntos de la vida.
SEMBRANDO
De aquel rincón
Bañado por los fulgores del sol
Que nuestro cielo
Triunfante llena
De la florida tierra
Donde entre flores
Se deslizo mi infancia
Dulce y serena
Envuelta en los recuerdos
de mi pasado borroso
cual lo lejos del horizonte
guardo el ejemplo
extraño
nunca olvidado
del sembrador
más raro
que hubo en el monte
aun…
no sé si era sabio, loco
o prudente,
aquel hombre
que humilde traje vestía
Solo sé que al mirarlo
Toda la gente
Con profundo respeto
Se descubría;
¿Es que por ser
Su gesto sereno y noble?
¿A todos asombraba
Por lo arrogante?
Hasta los leñadores
Mirando el roble
Sienten las magistrados
De lo gigante
Una tarde de otoño
Subi a la sierra
Y al sembrador
Sembrando
Miré risueña
Desde que existen
Hombres sobre la tierra
Nunca se ha trabajado
Con tanto empeño
Quise saber curiosa
Lo que el demente
sembraba en la montaña
solo y bravío
El infeliz
Oyome benignamente
Y me dijo que onda melancolía
Siembro robles, pinos y siconoros
Quiero llenar de frondas sus laderas
Quiero que otros disfruten de los tesoros
Que darán estas plantas
Cuando yo muera
¿Por qué tantos afanes en la jornada?
Dije
¿Sin tener recompensa alguna?
Y el loco
Murmuro, con las manos sobre la azada.
¿Es que acaso tu sabes que no me equivoco?
¿Es que acaso, tu por ser niña
No esmeras mucho?
¿El soberano impulso que mi alma
Esconde?
Por los que no trabajan
Trabajo y lucho
Si el mundo no lo sabe
Dios me comprende
Hoy es el egoísmo
Torpe maestro.
A quien rendimos culto de varios modos
Cuando rogamos pedimos
Solo el pan nuestro
Nunca al cielo pedimos
Pan para todos
En la propia miseria
Los ojos fijos
Buscamos las riquezas
Que nos convienen
Y todo lo arrastramos
Por nuestros hijos
¿Es que acaso los demás padres
Hijos no tienen?
Vivimos
Siendo hermanos solo de nombre
Y en las guerras brutales
Con sed de robo
Hay siempre un fraticida
Dentro del hombre
Y el hombre para el hombre
Siempre es un lobo
Por eso
Cuando al mundo siempre contemplo
Yo me afano y me impongo
Dura tarea y se que vale mucho
Mi pobre ejemplo
Aunque pobre y humilde
Parezca y sea.
Hay que pedir por el que no piden
Hay que vivir por los que no viven
Hay que luchar por los que no luchan
Hay que llorar por los que no lloran
Hay que reír por los que no ríen
Hay que hacer que oigan los que no escuchan
Hay que ser cual abejas
Que en las colmenas
Fabrican para todos dulces panales
Hay que ser como el agua
Que va serena brindando al mundo entero
Fresas raudales
Hay que imitar al viento
Que siembra flores
Lo mismo en la montaña que en la llanura
Y hay que vivir en la vida
Sembrando amores
Con la vista y el alma
Siempre en la altura
Dijo el lobo
Con noble melancolía
Y por las breñas del monte
Siguió trepando
Y al perderse por las montañas
Aun repetía:
¡Hay que vivir sembrando…
Siempre sembrando…
Español (M.R. Blanco Belmonte)

También podría gustarte