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MENTIRAS DEL

FÚTBOL SEVILLANO
Por Carlos Romero

Punto Rojo Libros


MENTIRAS DEL FÚTBOL SEVILLANO
Carlos Romero

Editado por:
PUNTO ROJO LIBROS, S.L.
Cuesta del Rosario, 8 Sevilla 41004
España 902.918.997
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Impreso en España
ISBN: 978-84-16007-83-7
Depósito Legal: SE 2ϱϯ8-2013

Diseño de ex libris: Francisco Javier Galán Fernández


Foto portada: 1937. Eizaguirre LJ Peral en un parƟdo a favor de los ŇecŚas de la Falange.
Foto contraportada: Detenido tras Śaber dado un navajazo a PĠrez, jugador
sevillista, en el campo bĠƟco. 1918.
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© 2013 Carlos Romero

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pyrigŚt, bajo las sanciones establecidas por las leyes, la reproducción parcial o total
de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprograİa y el
tratamiento informáƟco, y la distribución de ejemplares de esta edición mediante
alquiler o prĠstamos pƷblicos.
A Carmen, Marina, Alba y Marta.
A José y a Juan.
A Agustín Rodríguez Jiménez
y Juan Castro Prieto, mis maestros.
A LOS GUARDIANES DE LA MEMORIA,

Antonio Ramírez Romero, Juan Luis Franco Sánchez,


Enrique Vidal, Alejandro González-Serna, Javier Terenti
Sánchez, José Manuel Ariza, Pedro José Sendra, José Luis
Herrera, Francisco Javier Maldonado y José Melero Lopera.

…mi equipo y queridos amigos que me aportaron tanto.

Mi agradecimiento a Vicent Masiá de La Futbolteca.


ÍNDICE

INTRODUCCIÓN. ............................................................................................15

CAPÍTULO 1
SERÁ NOTICIA PARA MUCHOS... ..............................................................21

CAPÍTULO 2
LOS INICIOS DEL BALOMPIÉ......................................................................41

CAPÍTULO 3
1910, LOS TERCEROS EN DISCORDIA. ..................................................51

CAPÍTULO 4
CUANDO SEAS PADRE, COMERÁS HUEVOS........................................57

CAPÍTULO 5
LA COPA VIOLETERO Y MR. JONES..........................................................63

CAPÍTULO 6
UNA NAVAJA CABRITERA Y VEINTIDOS GOLES A CERO. .............73

CAPÍTULO 7
LOS COLORES DE LOS EQUIPOS SEVILLANOS. ..................................91

CAPÍTULO 8
DE MOJAMAS, BOFETADAS Y SILLETAZOS......................................... 105

CAPÍTULO 9
MICROBIOS, MOROSOS Y PROFESIONALES. .................................. 129

CAPÍTULO 10
UN SEVILLISTA EN LA PRESIDENCIA
DEL REAL BETIS BALOMPIÉ. ..................................................................... 147

CAPÍTULO 11
FASCISMO Vs. REPUBLICANISMO......................................................... 155

CAPÍTULO 12
LA PEÑA DEL POLLO. ................................................................................... 161

CAPÍTULO 13
EL (SUPUESTO) EQUIPO DE LOS FASCISTAS. .................................... 169


CAPÍTULO 14
LOS OCHOCIENTOS SOCIOS. ................................................................. 179

CAPÍTULO 15
EL TRANSCURRIR DURANTE LA GUERRA. ...................................... 183

CAPÍTULO 16
UNA BOMBA SALTARINA. .......................................................................... 191

CAPÍTULO 17
LOS CLUBES SEVILLANOS EN LA POSGUERRA.
EL CASO ANTÚNEZ. ..................................................................................... 199

CAPÍTULO 18
EL GENERAL SÁENZ DE BURUAGA ........................................................ 211

CAPÍTULO 19
LOS ESTADIOS SEVILLANOS..................................................................... 223

CAPÍTULO 20
DE TRANVÍAS. ................................................................................................. 237

CAPÍTULO 21
LAS OBLIGACIONES. .................................................................................... 245

CAPÍTULO 22
SÁNCHEZ-PIZJUÁN Vs. BENITO VILLAMARÍN. .............................. 249
INTRODUCCIÓN.

H
ablar de la historia del fútbol sevillano a los
habitantes hispalenses no es fácil. Y no lo es porque
es muy complicado que alguien escriba sobre él en
su globalidad sin que alguna otra persona se duela por lo que
lea. No existe término medio.

La Historia no sería Historia si no se hallasen referencias


claras sobre las que apoyarse. Las pruebas y las evidencias
deben ser las garantes que certifiquen que lo que se está
escribiendo es lo correcto y no algo inventado, aunque eso sí,
siempre sujeto a nuevos descubrimientos que den un sentido
u otro a la teoría que se pretende exponer, por lo tanto es
algo abierto y sujeto a nuevas investigaciones, a favor de lo
expresado o en contra. Poner en pie lo que ocurrió en esta
ciudad singular durante más de cien años es apasionante.
Buscar en hemerotecas, bibliotecas, hacer entrevistas, oír
debates grupales… no se trata de que el autor dé una versión
de lo ocurrido, algo completamente legítimo, en nuestro
caso son las pruebas y las evidencias las que deben hablar.
Los documentos son los que cuentan la Historia al autor y
este transmite la información directamente a su pluma, casi
mecánicamente y sin interpretación inicial. El investigador
es un medio, un simple recurso que hace que la realidad
pasada tome forma, se configure automáticamente en forma
de un gigantesco puzle, donde las piezas deben encajar
perfectamente, porque si no es así, el resultado final es un


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objeto amorfo y sin sentido. Nada debe quedar a la aventura,


esto no es un juego de azar. Si no encaja, no sirve.

La interpretación de los hechos difusos aparece irremediable


en segundo lugar, aunque la auténtica tarea del investigador
es precisamente la de cubrir aquellos huecos y lagunas en
donde las evidencias difícilmente hacen acto de presencia.
El paleontólogo debe poner un empaste irremediablemente
allá donde no hay hueso. Juegan un papel fundamental los
indicios, las pistas, el análisis de una frase de un personaje
a posteriori, o una actuación perdida, sujeta siempre a la
ulterior aparición de datos que lo corroboren o no, y sobre
todo el método científico.
La habladuría de tasca, la leyenda urbana, la mentira
y el rumor, son la antítesis de la Historia. Es la versión a
conveniencia de un sector u otro, de un grupo humano
intentando desprestigiar siempre al rival, cuando en realidad,
la Historia, la que debe contarse, engrandece a todos. La
misma no debe convertirse en arma arrojadiza en forma de
bulo y debe asumirse tal cual ocurrió. Hay que hacer, en
definitiva, un ejercicio de honestidad.
La propaganda Vs. la información. La propaganda es una
forma de comunicación que tiene como objetivo influir en la
actitud de una comunidad respecto de alguna causa o posición,
presentando solamente un lado o aspecto de un argumento.
Hubo mucho de propaganda en el fútbol hispalense, pero
incidiremos en la historia gloriosa del fútbol sevillano, de
béticos y sevillistas, encajados en su respectiva época y su
forma de actuar ante el balompié, y ante una ciudad con sus
peculiaridades, con su idiosincrasia dual, a veces cainita y
revanchista, a veces burlesca en su dimensión puramente
sevillana, sus familiaridades y, cómo no, su orgullo. Pero


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al mismo tiempo es inseparable. No podemos hablar de la


historiografía de dos clubes inconexos nunca, porque ambas
están tan unidas a partir de un momento, que no podrá
contarse nunca sin hacer referencia al rival, por más que lo
intentemos, en algún momento de la línea del tiempo en la
que se cruzan inexorablemente.

Nos referimos a dos clubes más que centenarios, históricos


del fútbol español. Hablamos de dos aficiones míticas, unos
por una razón y otros por alguna muy distinta, nada más
parecido a aquella filosofía china de nombre impronunciable
en blanco sobre negro, o viceversa, donde todo en realidad
es un conjunto indisoluble en la diferencia, creando una
paradoja al mismo tiempo, de ahí su fascinación.

Pero hay que hablar de lo que nunca se contó en toda su


dimensión, de aquellos episodios que permanecieron
condenados al ostracismo, que por mucho que no nos gusten
sucedieron y fueron distorsionados para que al final pareciesen
una cuestión distinta. Ese es el objetivo de este trabajo. Hay
que sacarlos a la luz y este trabajo hará especial incidencia en
ellos. Nos interesa la Historia culta y la oculta. La prohibida
para algunos y la reconfortante para otros, desechando
especialmente aquella Historia interesada, manipulada,
exprimida y retorcida en su palabra por algunos, para hacer
parecer que dice otra cosa, cuando en realidad es tan sencillo
como comprobar científicamente su veracidad.

Es un libro de fútbol, pero en él no verá usted alineaciones,


ni estrategias de juego, ni tan siquiera podrá ver crónicas
de partidos, porque es un trabajo que profundiza
antropológicamente en la vida futbolística sevillana, y bucea
en los porqués y en los cómo sucedieron las cosas.


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El investigador no es responsable de que la Historia sea


asimétrica, que se decante favorablemente o desgraciadamente
hacia un lado u otro. No es responsable de sus hechos, y no
es responsable de su distorsión, ni de los bulos y leyendas
urbanas contra el rival en un determinado lugar o en el otro.
Sencillamente le proponemos una versión documentada, las
causas deberá descubrirlas usted mismo conforme bucee en la
lectura de este trabajo.

CARLOS ROMERO.


Algunos piensan que las clases populares de primeros de
siglo se sintieron más cercanas a la expresión Balompié y a
un equipo formado por estudiantes. Otros piensan que fue
determinante en este sentido, la historia del nacimiento del
Betis Football Club, por escisión del eterno rival. Las causas
que la originaron, como alguno de sus protagonistas contaron,
son de sobra conocidas, y no es necesario incidir en ellas.
(…)
La cruel Guerra Civil, que destrozó tantas cosas, asoló como
un violento tsunami a nuestro Betis Balompié…
(…)
El 16 de julio, dos días antes del levantamiento, se había
firmado el contrato de arrendamiento del campo de Heliópolis,
del que apenas se pudo tomar posesión, pues fue asignado a los
“camisas negras” de Mussolini, como cuartel y garaje de carros
de combate…
(…)
Por si fuera poco, y teniendo en cuenta los mínimos desperfectos
que sufrieron los edificios de la ciudad, un obús de artillería,
dirigido contra el gobierno civil, dio de lleno en la casa de la calle
Bilbao, donde el Betis Balompié tenía entonces su sede social…
(…)
La plantilla quedó desmembrada: bien por quedarse atrapados
en sus lugares de origen, o por acabar en el exilio, bien por ser
movilizados al frente…

José León, presidente del Real Betis Balompié. Extracto del


discurso del Centenario bético en 2007.


CAPÍTULO 1
SERÁ NOTICIA PARA MUCHOS...

El Sevilla Football Club nació en 1905


porque se inscribió en el Libro de
Registro del Gobierno Civil ese año.

A
manecía el nuevo año de 1890, Sevilla ya no es lo
que era. Los barcos que antaño llegaban del Nuevo
Mundo dejaron de aparecer hacía tiempo en el
puerto sevillano en detrimento de otros en la costa. Era una
ciudad media, amurallada en buena parte aún, muy poco
industrializada, 150.000 habitantes, y tan solo ocho notarios
ejercían la profesión ese año en la provincia, lo que nos da una
idea del escaso nivel de contratación, siendo la que se efectúa
–básicamente- la que tiene que ver con los emprendedores
británicos que llegan a la ciudad del Guadalquivir para
poner en marcha determinados negocios, especializados
principalmente en la explotación de los recursos nacionales
para su exportación y el comercio.

La implantación de empresas como la MacAndrews, dedicada


al transporte marítimo de mercancías, la Sevilla Water
Works, o la Portilla&White, una fundición regentada por un
indiano y un británico, son algunas de las pocas compañías
importantes que dan vida a la ciudad y de cuyos componentes


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surgiría, para siempre ya, aquella palabreja que sonaba rara


para los habitantes hispalenses y que llamaban Football. No
obstante el deporte era algo que venía practicándose en la
ciudad desde hacía varios años, especialmente el remo desde
1870, y curiosamente en su mayoría por algunos de los
británicos residentes en Sevilla.

El 25 de enero de 1890 un grupo formado principalmente


por escoceses y descendientes de británicos nacidos en
Sevilla, celebran la Noche de Burns, en la que se recuerda,
coincidiendo con el natalicio del autor, la vida y la obra del
poeta Robert Burns, compositor de poemas como “Auld Lang
Syne”, una fiesta patriótica en Escocia. Al estilo de cómo se
inventó el fútbol en Inglaterra, no podría ser más que a la luz
de unas frescas y rubias cervezas sevillanas, que en forma
de musas inspiraron a nuestros protagonistas, para poner
en marcha aquello que sucedería por primera vez en suelo
hispano, y esto fue constituir un club específico dedicado al
football.

No existen noticias de que nadie hiciera esto antes en España.

No pudieron esperar un solo instante más. A la mañana


siguiente embarcaron en un bote y -a través del río que baña
la ciudad de Sevilla- remaron una milla y media de distancia
por el antiguo meandro de los Gordales hasta llegar a la
Dehesa de Tablada, donde existía un hipódromo, y lugar de
esparcimiento sevillano, con un magnífico terreno de hierba
en su centro, ideal para la práctica del sport. Pidieron el
permiso reglamentario a la Sociedad hípica e inmediatamente
comenzaron a jugar.

Ciertamente, con anterioridad a 1890, existen noticias de lo


que podrían ser partidos de football en España, especialmente


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jugados en Jerez, San Sebastián, Bilbao y Río Tinto, pero en


ninguna de las reseñas encontradas hasta ahora se indica que
fuesen encuentros disputados por integrantes de sociedades
dedicadas específicamente a este deporte. El encargado de dar
la primicia será un periódico escocés llamado “The Dundee
Courier and Argus”, al que escribe un componente del
pionero club español y sevillano, contando con todo detalle
los múltiples movimientos del grupo de deportistas. Dicha
crónica debe ser entendida como el acta constitutiva del club
hispalense, porque cumple con todas las premisas necesarias,
como igualmente lo es la noticia publicada en la prensa local
del Huelva Recreation Club de diciembre de 1889.

La primera premisa es la voluntad de los socios de constituir


una sociedad; la segunda consistiría en “bautizar” a la
Sociedad con un nombre y este fue “Club de Football de
Sevilla”, y en la tercera describen con meridiana claridad la
actividad que van a ejercer como tal y las reglas mínimas de
funcionamiento. Con esto fue más que suficiente para dejar
constituido legalmente un club de fútbol, no necesitaban
registrase como tal ante las autoridades para ser legalmente
una asociación deportiva, según la Ley de Asociaciones de
1887, cosa que podrían hacer años después si así lo creyesen
necesario, o les obligasen administrativamente, como fue el
caso, en 1905.

Hay un detalle que expresaron con meridiana claridad, y éste


es que jugarían bajo las “Association Rules”, normas que
distinguen entre el fútbol tal cual lo conocemos y el fútbol
rugby. Ninguna referencia previa al fútbol en España contiene
esta precisión, y por lo tanto, tales noticias, a diferencia de
ésta sobre el nacimiento del Sevilla FC, permiten otro tipo de
interpretaciones que aquí no caben.


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PRIMER PARTIDO DE FÚTBOL EN ESPAÑA


[De un corresponsal de Sevilla]

Hace unas seis semanas unos cuantos jóvenes entusiastas,


residentes de origen británico, nos reunimos en uno de los
cafés a efectos de considerar la propuesta de que deberíamos
constituir una Asociación Atlética, ya que la mayoría de
nosotros, principalmente ocupados en asuntos mercantiles,
venía sintiendo una enorme necesidad de hacer ejercicio.
Después de debatirlo y tomar unas cuantas cañas de cerveza,
el “Club de ‘Football’ de Sevilla” estaba debidamente
constituido y con sus cargos oficiales electos. Se decidió que
deberíamos jugar conforme a las reglas de la Asociación y,
como no había tiempo que perder, decidimos disputar un
partido de entrenamiento a la mañana siguiente (Domingo).
Conforme a ello, a la mañana siguiente, a las ocho en
punto, unos diez de nosotros partimos desde la Casa
Bote por el Guadalquivir, remando abajo hasta Tablada o
Hipódromo, una distancia de alrededor de milla y media.
Una vez obtenido el permiso de la Sociedad de Carreras de
Caballos, fueron debidamente preparados los postes de las
porterías, etc. Éramos más o menos la mitad españoles y la
mitad británicos, y disputamos un partido muy agradable
–cinco contra cinco- empleándonos a fondo, lo que nos
dejó las articulaciones rígidas para unos cuantos días. En
el curso de los acontecimientos, nos dimos cuenta de que
íbamos a tener dificultades para reunir gente suficiente
los sábados, me temo que no tanto como una cuestión de
principios, sino por tener que levantarse de la cama. Al no
estar en casa como ustedes, nosotros no disfrutamos de la
mitad del sábado libre; pero inmediatamente los diversos
socios pusieron el asunto en conocimiento de los jefes de sus


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empresas, que no tuvieron ningún reparo en autorizarlo. En


consecuencia, durante algunos sábados hemos disputado
unas partidas magníficas, meditando recientemente algo
para nosotros.

(…)

Eran la mitad españoles y la mitad británicos los que


constituyeron la Sociedad, y la motivación para su creación
es la práctica del deporte. Se consideraban a sí mismos
como “sportmen”, una filosofía de vida para estos pioneros
que tenían sus reglas, cómo no, basadas en la flema y en la
jerarquía británica. No era raro ver a los jugadores en un
“match” de football con camisa de cuello almidonado,
corbata o pajarita y calzones con cinturón o tirantes. Faltaría
más, aún en paños menores, la elegancia en aquella época era
signo de identidad fundamental. Igualmente era frecuente ver
al referee (árbitro), con su sombrero de hongo corriendo por
el campo para amonestar a algún jugador.

Tras algunas semanas entrenando, como hemos podido


comprobar, les llegan noticias a través de Mr. Henderson,
comerciante metalúrgico a caballo entre Sevilla y Huelva,
consistente en la reciente constitución de un club inglés de
recreo perteneciente a la pequeña colonia británica de la
ciudad de Huelva. Entendieron los sevillistas que era una
oportunidad única para desafiarles, a pesar de no ser, el de
Huelva, un club de football propiamente dicho, ya que los
clubes de recreo de la época se dedicaban principalmente a
las excursiones, los bailes y cantos propios de su tierra de
origen, y al sport en general. Pero donde hay un británico,
éste es susceptible de practicar cualquier deporte de su tierra,
y efectivamente la invitación llegó a manos del secretario del
club inglés de recreo, un señor apellidado Palin, que envió


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inmediatamente al medio informativo que la colonia británica


de Huelva utilizaban habitualmente como altavoz, un diario
que se llamaba La Provincia.

HUELVA RECREATION CLUB


La siguiente carta ha sido recibida del secretario del Sevilla
Football Club:

Sevilla 25 de febrero de 1890. EW.Palin Esqr. Huelva

Estimado Señor:

Su nombre ha llegado a nuestras manos por Mr.


Henderson como Secretario del Huelva Recreation Club.

Como probablemente sabrá, recientemente hemos


creado un Club de Football aquí, y se ha propuesto pedir
a los miembros de su Club visitar Sevilla y tomar parte en
un partido amistoso con nosotros bajo las normas de la
Association.

Si fuera conveniente para ustedes venir el domingo 8 de


marzo, esa fecha podría servirnos.

Nosotros propondríamos que el partido comience sobre


las cinco de la tarde para aprovechar el frescor y que después
su equipo pueda cenar y pasar la tarde con nosotros.

Esperando su respuesta

Suyo afectísimo.

Isaías White J.


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Es Isaías White Méndez, hijo sevillano del co-propietario de


la empresa metalúrgica Portilla&White, y el secretario de
la Sociedad de fútbol sevillista como podemos comprobar.
Los ingleses de Huelva confirman al Sevilla Football Club,
mediante un cable, que acudirán a jugar el encuentro. Veamos
la segunda parte de la crónica de The Dundee Courier and
Argus, descubierta por el investigador Javier Terenti Sánchez,
que continua narrando lo que ocurrió.

(…)

Habiendo un Club de Recreo entre nuestros compatriotas


en Huelva, les escribimos preguntándoles si podían reunir
un once y venir a Sevilla para medir sus fuerzas contra
nosotros, y a los pocos días recibimos un cable confirmando
que se enfrentarían a nosotros el sábado 8 de marzo. La
semana pasada tuvimos un tiempo espléndido, aunque
un tanto frío; pero, en conjunto, las perspectivas eran de
ambiente soleado, y el sábado nos esperaba con grandes
expectativas. La prensa local se hizo eco, estábamos seguros
de la asistencia de un buen número de espectadores en el
campo, pero desafortunadamente, a la llegada de nuestros
amigos de Huelva se puso a llover. Sin embargo, habían
recorrido ochenta millas para jugar con nosotros, por lo
que no teníamos más remedio que jugar. La hierba estaba
en muy buenas condiciones a pesar del persistente aguacero,
comenzando a las 4:45 ante alrededor de doce decenas
de espectadores. Los jugadores presentaban un aspecto
variopinto, con todas las equipaciones en regla, salvo el
ala izquierda nuestra, que nunca había tenido el honor
de pertenecer a un club atlético, y se presentó con traje
de noche, en forma de un fantástico pijama estampado.
Fue recibido entre carcajadas burlonas y bautizado por
los nativos como el “Payaso Yugles”. El juego resultó de lo

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más agradable, con dos partes de treinta y cinco (minutos),


terminando con victoria para Sevilla por 2 a 0. Ritson hizo
el primero, seguido poco después por el “Payaso Yugles”,
de forma inesperada para todos, y no menos para él mismo.
Es de justicia reconocer que el Club de Huelva nunca había
jugado junto antes, y que habían tenido un viaje en tren
de cuatro horas por la mañana, por lo que jugó con una
gran desventaja. Nuestro médico inglés actuó como juez
para Sevilla, y el Secretario del Club de Recreo hizo lo
mismo para Huelva, cumpliendo el cometido de árbitro el
Vicecónsul británico a satisfacción de todos. Siendo ésta el
primer encuentro de fútbol conocido en el Sur de España, y
probablemente de toda España, se consideró que la ocasión
era digna para un banquete especial, y a las ocho, treinta
cubiertos se dispusieron en el salón del Restaurante Suizo.
Después de una suntuosa cena, en parte española y en
parte francesa, con ligeros tintes británicos en el menú, el
Sr. Edward Johnston, que presidía, con unas palabras bien
escogidas, brindó por nuestra Reina, el Príncipe de Gales, y la
Familia Real, así como por la Reina Regente y el joven rey de
España, con especial sensibilidad por la reciente enfermedad
de Alfonso XIII. Sobra decir que tras los brindis se bebió con
el entusiasmo debido. La velada transcurrió agradablemente
con brindis, cantos y emoción. Ni siquiera el fracaso del
“Payaso Yugles” en su intento por mantener el equilibrio
sobre una silla vacía estropearía la armonía de la reunión. Es
probable que Sevilla visite Huelva en unas pocas semanas,
y esperamos con interés que se repitan unos momentos
tan agradables como los que Huelva ha vivido aquí; y
seguramente, la inauguración de este juego en ésta parte del
país será seguida por otras organizaciones similares en todo
lugar donde exista una colonia británica en España.


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Una crónica para la posteridad que nos confirma con meridiana


claridad para disfrute del fútbol español determinadas
cuestiones. En primer lugar podemos comprobar que este sería
el primer partido del “juego nacional de Gran Bretaña”, como
lo titula un diario de la época, y se juega en España entre dos
clubes constituidos. El nombre del deporte es tan desconocido
que sería nombrado como Pootball en el periódico El Baluarte.

Como comentamos previamente, no existen noticias anteriores,


o no las conocemos, de otro partido con estas características.
Y por otro lado es el primero igualmente que se juega bajo
la Association rules, es decir, el fútbol tal cual lo conocemos.
Además nos confirma que el primer gol marcado en suelo español
es efectuado por Ritson, jugador del Sevilla Football Club, así
como que el primer club de football que gana un partido en
España es el club sevillista.

En definitiva asistimos a los inicios del fútbol en España, no


existen otros clubes en la ciudad, no existen federaciones, ni
tan siquiera campeonatos, y será el propio club el que organice
internamente las fórmulas competitivas necesarias, algo que
ocurre de espaldas a la sociedad sevillana en aquellos primeros
años, exceptuando las fechas navideñas. Todos los años por
esas fechas organizarían unos partidos más formales. Así lo
comprobamos, nada más y nada menos que en Nueva Zelanda,
trabajo de investigación de Juan Luis Franco Sánchez, que nos
aporta el periódico The Otago Witness de la ciudad de Dunedin
en 1891.


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“Será noticia para muchos que el juego del fútbol tiene un


sonoro discurrir en España. Se dice (escribe un periodista
de la revista “The Field”) que allá donde los ingleses se
establecen, no paran hasta que introducen sus costumbres
y juegos nacionales, y los ingleses en España no son una
excepción. El fútbol lleva algunos años formando parte
de los festejos de Navidad en Sevilla, y el club, bajo la
presidencia del genial Vicecónsul Mr. E. F. Johnston, está en
un floreciente estado. El sábado 27 de diciembre, el partido
con Huelva, que se ha convertido en un acontecimiento
anual, tuvo lugar en el hipódromo –en el que se ha
obtenido un campo excelente- gracias a la amabilidad de
las autoridades. Casi todos los ingleses residentes estaban
presentes, y una amable representación de españoles,
ansiosos por iniciarse en los misterios del fútbol, el cual,
según describen los periódicos locales, es jugado sin palos
ni cestas de protección. La concurrencia no tenía derecho a
quejarse por la diversión que se les brinda, a pesar de que
el rápido juego terminó en empate, sin que ningún bando
marcase; y en verdad, lo único censurable fue la actitud
de las señoras españolas, más preocupadas de las piernas
y el comportamiento de los jugadores que del juego. Las
defensas de ambos equipos jugaron bien, y gracias a su
buena defensa, el equipo de Huelva se salvó del desastre,
mientras que los delanteros Welton y White de Sevilla y
Birchall de Huelva estuvieron sobresalientes. En cuanto
a Geddes, de Sevilla, merece una mención especial por el
dudoso honor de ser peligroso por igual con sus compañeros
que con sus enemigos”.

Hablamos de una crónica de 1891, basada en otro periódico


llamado “The Field” que se publicaría en Londres. Un


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nuevo descubrimiento a partir de estos sueltos periodísticos,


nos llevaría a conocer al presidente sevillista, el vicecónsul
británico Edward Farquharson Johnston, un poliédrico
personaje de la vida sevillana.

El primer árbitro conocido de España.

El partido del 8 de marzo de 1890 y los posteriores celebrados


en la ciudad, solo podían ser arbitrados por la autoridad
competente y siendo ésta el propio vicecónsul británico,
amén de dos socios, uno por parte sevillista y otro onubense.

E. F. Johnston, según el investigador Alejandro González-


Serna, era hijo de James Johnston y Margaret Miller
Farquharson. El obituario del Sr. Johnston, nos muestra que se
educó primeramente en Weston House –el que fuera notorio
seminario de Elgin en el que, al mismo tiempo, impartía
clases Alexander Graham Bell- y posteriormente en Mill Hill,
la famosa ‘Public School’ inglesa situada cerca de Londres.
Tras completar su educación, Johnston entró a formar parte
del negocio relacionado con su madre, y que tenía extensas
relaciones comerciales con España y Asia. A través de esta
profesión, fue enviado a España en la década de 1870. Allí
estableció su vida con su familia, y el 23 de enero de 1879 fue
designado vice-cónsul británico en Sevilla hasta su retirada el
5 de octubre de 1906.

Ned Johnston, así conocido igualmente, se casó con Mary


Crombie el 3 de julio de 1879, siendo residente en Sevilla,
y lo hizo en Ballgownie Logde, en Aberdeen, según publica
“The Pall Mall Gazette” de Londres el 4 de julio de
dicho año. Johnston era un emprendedor negociante. Lo
encontramos, el 14 de mayo de 1899 en The New York Times
como exportador de productos olivareros, ya que poseía en


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la localidad sevillana de Carmona terrenos dedicados a la


aceituna y sus empresas transformadoras, según recoge el 7
de enero de 1901 El progreso agrícola y pecuario, a través de
su compañía MacAndrews. Al poco tiempo de estar en Sevilla
se hizo socio del Centro Mercantil (hoy Círculo Mercantil e
Industrial), y en 1905 fue nombrado presidente del Centro de
Contratación de Sevilla.

La MacAndrews fue su principal actividad. Era esta una


compañía naviera, empresa familiar con origen en Elgin, y
extendida desde ese punto a otras localidades británicas y
españolas. Nuestro personaje fue nieto de Mary MacAndrews
y biznieto de William McAndrews, fundador de la compañía.
En The London Gazette, del 14 de julio de 1908, se obtuvo
la confirmación, en una operación comercial firmada junto a
tres socios apellidados MacAndrews, de que E. F. Johnston
era uno de los socios propietarios de la compañía naviera.
Johnston llegó a Sevilla para hacerse cargo de la organización
y desarrollo de una nueva sociedad naviera, MacAndrews y
Cía., que tendría la hegemonía del comercio sevillano con
las islas británicas. Tras la liquidación de la compañía en
España, en 1917, Johnston fijó su residencia en Londres. La
casa de los Johnston (en la calle Guzmán el Bueno, número
2) era el centro cultural de acogida de los viajeros románticos
británicos. Estamos a finales del siglo XIX, época de auge de
excavaciones arqueológicas y de escritos de libros de viajes.
Época también de hispanistas que tradujeron al inglés los
clásicos españoles. Independientemente de su papel como
comerciante, era un aglutinante cultural de los británicos que
visitaban Sevilla. Por el Epistolario de Jorge Bonsor vemos
que era recomendada la visita a Guzmán el Bueno a otros que
pasaran por Sevilla. Su relación con Bonsor y con Carmona
se aúna en el Museo de la Necrópolis Romana de Carmona


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(Sevilla), en 1885, donde es uno de los firmantes del acta de


fundación de dicha entidad. Hasta 1905 fue la persona que
rigió los destinos de la Sociedad footballística sevillana con
éxito, año en el que le sucede a su oficialización José Luis
Gallegos Arnosa un relevo necesario que debía llegar con los
años.
El equipo sevillista estaría magníficamente capitaneado por
un personaje de vital importancia, entrenador del equipo en
el campo y de una personalidad arrolladora.

Hugo MacColl fue el capitán sevillista completando al


presidente y al secretario en la Junta directiva de la Sociedad
Footballistica, un triunvirato que conformaría el alma mater
de aquellos pioneros. Cambió MacColl en Sevilla su nombre
original, en inglés “Hugh”, por Hugo, nombre castellanizado
que conservaría hasta el final de sus días, incluso en su tierra.

Jugaría junto a los hermanos Lindberg, Hanaldo y Juan,


los hermanos Welton, Carlos y Enrique, Mackandrews,
Chabbanan, Geddes, y otros tantos. MacColl se marcharía
a la ciudad inglesa de Sunderland hacia 1892 para poner en
marcha una empresa de ingeniería marina. Allí se le uniría
otro compañero de equipo como fue el goleador Gilbert Reid
Pollock.

Con los años, Hugo haría llegar desde Inglaterra las camisetas
a rayas blancas y rojas que fueron encargadas en 1908 por los
dirigentes sevillistas, a través del capitán Wood, cuyo barco,
el Córdova, se reparaba periódicamente en los talleres de la
Maccoll & Pollock en la ribera del Wear. Unas camisetas
provenientes del Sunderland AFC que su equipo, aquel que
ayudó a fundar, el Sevilla Football Club, vistió por aquellos
años.


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El Centro Mercantil, hoy Círculo Mercantil e Industrial de


Sevilla, sería el nexo de unión de todos los pioneros sevillistas
durante casi treinta años y donde realmente hacían vida de
club, es decir, se reunían y planificaban todas sus actividades
deportivas, además de las profesionales.

El catedrático de Historia Contemporánea D. Rafael


Sánchez Mantero expuso durante su ponencia, fruto de sus
investigaciones, en la Conferencia de Historia y Deporte,
pronunciadas el 14 de febrero de 2013 en el Paraninfo
de la Universidad de Sevilla, que paulatinamente fueron
incorporándose más jugadores nativos a este equipo sevillano,
que se ejercitaba en el campo existente detrás de la Fábrica de
vidrios de la Trinidad. Así, aparecen con el tiempo nombres
como los hermanos Zapata, Ángel Leániz, Manuel Jiménez
León y José Luis Gallegos en el natural relevo generacional
dentro de la sociedad sevillista.

Efectivamente, eran comerciantes en su mayoría, y algunos de


ellos habían sido previamente enviados a países extranjeros
a realizar sus estudios. Este relevo necesario conoce el fútbol
en los países de destino, y sus miembros se reúnen para
poder ponerlo en práctica cuando vuelven a Sevilla. Como
bien puede deducirse, estos jóvenes entusiastas procedían
de familias adineradas, de hecho burguesas, que contaban
con prósperos negocios, que volvían de realizar sus estudios
en el extranjero, especialmente en Gran Bretaña, aunque
comprobamos a otros provenientes de Suiza y Francia. A
todos ellos también se unirían algunos jóvenes nacidos en
Inglaterra que llegaron a Sevilla, especialmente por cuestiones
de negocios, y con un hilo conductor como era su río – el
Guadalquivir- y los vapores que atracaban en el Puerto,
encontrando un espacio y un grupo humano en la ciudad


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que daba pie a poner en práctica costumbres británicas como


el Football. Estos muchachos sabían en qué consistía dicho
sport, pues lo practicaron obligatoriamente como asignatura
durante sus estudios y no querían dejar de practicarlo a su
vuelta a Sevilla. Sabían que no solo era una diversión, sino
que respondía a ciertos ideales cuyo aprendizaje adquirieron
durante su formación en el extranjero. Fue una generación
muy polifacética y no centraban sus actividades en un solo
deporte, algo que estaba incluido en dicha cultura británica,
donde se practicaban, entre otros, el lawn tennis, el cricket, el
remo (siendo este sport –en un primer momento- el preferido
por nuestros sevillistas), aunque finalmente, a finales del siglo
XIX, el fútbol fue considerado como un deporte a practicar
en invierno con objeto de mantener la forma física, ya que
en esa estación se hacía difícil practicar el remo, debido a la
temperatura del agua y sobre todo por el temor a contraer
enfermedades derivadas del enfriamiento, ante lo poco
avanzado de la medicina de la época.

Amaneciendo el siglo XX, el fútbol se configuraba como el


deporte principal como se desprende a partir del declive del
“Rowing Club”, donde descubrimos a nuestros sportmen
practicándolo en un terreno extramuros, además de en el
Prado de San Sebastián, en un corralón de la Fábrica de
vidrio de la Trinidad y bajo el auspicio de Luis Rodríguez
Caso, director de dicha fábrica. Pero poner esto en práctica y
concienciar a la ciudadanía local no fue algo fácil. Fue quizás
por su juventud lo cual creaba ciertos escándalos públicos
por el atuendo y por problemas de ruido en la recatada
sociedad sevillana de la época. Como decía Arturo Otero
en su libro, eran considerados “locos en paños menores”
(autor de la expresión tan copiada posteriormente) que
fueron perseguidos en numerosas ocasiones por parte de las


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autoridades y no podían jugar de forma abierta, por lo que


es muy probable que comenzasen a pensar en darle un giro
a la situación heredada, buscando a la sociedad una cierta
formalización pública para hacerse respetar un poco. Pero
la nueva generación era demasiado joven y según las leyes
de la época, como hoy mismo, asociarse requería, al menos
en su junta directiva, que fuesen mayores de edad. A finales
de 1904, sería José Luís Gallegos, ya entrado en la edad
necesaria, tal y como podemos comprobar de sus propias
palabras en la revista “El Fígaro” de 1914, el que tomaría
la iniciativa para hacer posible que aquel grupo de jóvenes
equipiers, que practicaba el fútbol en Sevilla, el “Football
Club” para ellos, fuese tomando forma dando sus primeros
pasos. El motivo principal para que tomasen la decisión de dar
forma jurídica a la Sociedad sería la idea de la participación
en algunos torneos que de manera incipiente comenzaban a
organizarse en aquella España footballística, aún en pañales.
Concretamente se disponían a jugar un partido contra el
ya conocido como Recreativo de Huelva. Sería allá por la
Feria de San Miguel de 1905, septiembre-octubre, como bien
nos recordaba Luís de Ybarra y Osborne, muy joven socio,
adolescente recién llegado de Inglaterra aquel mismo año, del
“Football Club” de Sevilla. Los componentes blanquirrojos
se consideraban a sí mismos como “sportmen”, y querían
implantar las formas educativas inglesas a las que atribuían
propiedades de superioridad y prestigio de lo que todo lo
británico gozaba por aquel entonces en el mundo. Esto les
llevó a utilizar los juegos al aire libre y el sport como medios
de su implantación para la mejora física de los jóvenes.

El componente ideológico regeneracionista era claro, nuestros


sevillistas dejarían alguna frase para la historia que darían fe
de ello, entre ellas, quizás la más famosa, corresponde a José


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Luis Gallegos Arnosa, primer presidente oficial, que nos dejó


para el recuerdo aquello tan regeneracionista de:

“Todos los hombres de cualquier nivel social, ideas


religiosas o políticas tendrán aquí cabida”

Sería el Sevilla Football Club, la primera institución de la


ciudad que fomentase el deporte como tal de forma pública y
abierta. El éxito en el futuro de la Sociedad sevillista radicaría
precisamente en eso. Ya en 1908, tan solo tres años después
de su oficialización, la nueva generación blanquirroja contaba
con más de ochenta jóvenes repartidos en cinco equipos tal
y como hemos podido saber de la prensa de la época, un
objetivo muy elaborado, dada la mentalidad de aquellos
sevillanos de principios del siglo XX. No tardarían mucho en
organizar dentro de la denominada “Fiesta de la primavera”,
los primeros juegos sportivos de cara a los ciudadanos
sevillanos que comenzaron a conocer tales prácticas. La
prensa, en 1913, dice lo siguiente:

“El Sevilla Football Club, la única importante entidad


dedicada a la propagación de la cultura física bajo todas
sus manifestaciones, a cuyo frente marcha el conocido
deportista don José. M. Miró, se propone organizar para
la época que separa las tradicionales fiestas sevillanas de
Semana Santa y Feria, una serie de fiestas deportivas…”

Mundo Deportivo 20-2-1913

José María Miró Trepat fue precisamente el gran impulsor


de la tarea regeneracionista del Sevilla Football Club, amén
de Paco Alba, en esta fase de consolidación, y el que aportó
renovadas bases al contenido ideológico al club sevillista,
como se aprecia en su discurso como presidente de la


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institución en la inauguración del Campo del Mercantil en


1913, en la que se dirigió a los sevillistas diciendo:

“Vosotros representáis la alegría, la salud, la fuerza y la


robustez; en las reuniones que celebramos no se habla de
política, en el seno de nuestra sociedad de “sport” caben
por igual el pobre y el rico, hasta nuestra afición es reflejo
de nuestra Sociedad de “sport”, pues en nuestro campo se
codean personas de todas las clases sociales y se os debe
enaltecer, porque tenéis como norma la disciplina, por ideal
la victoria, la fortaleza es nuestra aspiración y la admiración
de los demás nuestro premio.”

Concluimos, diciendo que sería este interclasismo precisamente


el objeto y el motivo, entre otros, de la continuidad de la
Sociedad. Otras consideraciones socio-políticas de estos
sportmen, la encontramos en el cuestionamiento del por qué la
no ostentación por parte del Sevilla Football Club de un título
de “Real”. Es algo de lo que ni tan siquiera se planteasen su
solicitud, natural por otro lado en las sociedades deportivas
de la época, tal y como podemos comprobar con el Real Club
Recreativo de Huelva, el Real Madrid FC, la Real Sociedad
de San Sebastián, o el mismo Real Betis Balompié, pero la
razón fundamental la encontremos probablemente en que
buena parte de los integrantes sevillistas fuesen republicanos.
No hablamos de derechas o izquierdas, hablamos de que
eran partidarios de un sistema político presidencialista y
sin rey. Las relaciones que mantienen aquellos pioneros con
José Montes Sierra, presidente de la Unión Republicana
y diputado a Cortes, y presidente del Círculo Mercantil
sevillano contemporáneamente, institución con la que los
sevillistas como tal mantendrían relaciones capitales en sus
inicios, serían magníficas. Los jóvenes sevillistas realizaban


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sus reuniones en los altos del Círculo Mercantil en la calle


Sierpes, de la que eran socios también y lugar que sería
testigo de la redacción y aprobación de los documentos que
dieron lugar a la oficialización como club. Esto ocurrió un 23
de septiembre de 1905 y sería el 14 de octubre de ese mismo
año cuando se presentó el expediente exigido en el Gobierno
Civil de Sevilla.

La Guerra Civil acabó en 1939, el Sevilla Club de Fútbol,


rebautizado así por imperativo legal por prohibirse los
extranjerismos en todos los espectáculos públicos, recibe el
encargo de escribir su primera Historia dos años después.
Arturo Otero, secretario sevillista, será el encargado de
recabar los datos necesarios y relatarla. Pero está mal visto en
esos momentos que el club sevillista ostentase unos orígenes
británicos claros, ya que España se alinea en ese momento con
Alemania e Italia frente a Francia y Reino Unido. La censura
hace acto de presencia cuando Arturo Otero hace referencia a
“…unos ingleses que hicieron que los sevillanos se decidiesen
a practicar aquella cosa rara y exótica denominada sport”.
Poco más se podía decir.


CAPÍTULO 2
EN 1907 UN GRUPO DE ESTUDIANTES
FUNDAN EL SEVILLA BALOMPIÉ.

¿Fundaron unos estudiantes el Balompié en 1907?

T endrían que pasar muchos años para que otro grupo de


muchachos se organizaran para practicar aquello que
comienza a ser aceptado en la sociedad sevillana conocido
como football, y puesto en marcha desde muchos años
atrás por los componentes del Sevilla Football Club. Sin
embargo las motivaciones tendrían matices muy distintos en
estos nuevos equipiers. Serían en su mayoría descendientes
de militares y terminarían siéndolo con gran repercusión y
protagonismo en el futuro del país, como ya veremos. Como
podemos comprobar, el nacimiento de los clubes sevillanos
a finales del siglo XIX y principios del XX, no parte de una
base social encuadrada en las clases bajas u obreras, sino que,
por el contrario, se pone en práctica por parte de aquellos
que tuvieron un acceso privilegiado al sport en general al
football en particular y a su conocimiento previo. En aquel
año, 1908, la Academia Politécnica de Sevilla -fundada en
1894- cobraría un importante papel en la fundación del hoy
club verdiblanco. Dicha academia tenía por objeto preparar
a sus alumnos para el ingreso en las Escuelas de Ingenieros de
Caminos, Minas, Montes; Ingenieros Industriales de Madrid,
Barcelona y Bilbao; Aduanas, Correos, Telégrafos, etc. según


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reza la publicidad en la prensa de la época. Pero, quizás su


papel más importante era el de preparar a sus alumnos para
el ingreso a las distintas academias militares de Artillería,
Infantería, Ingenieros e Intendencia, sección en la que nuestros
jóvenes entusiastas ejercían sus estudios. Por lo tanto, la
Academia Politécnica de Sevilla y, por ende, el estamento
militar, se configuraba claramente como el nexo de unión
de aquel grupo de muchachos, lugar donde probablemente
se conocieron. Ya por esas fechas sabían del football,
quizás porque lo vieron habitualmente en los footballistas
sevillistas, siendo posible que alguno hubiese pertenecido a
la filas merengues en uno de los equipos que ya tenían en
marcha a lo largo de 1908, y especialmente porque en la
Academia de Infantería de Toledo, lugar donde realizaban
sus exámenes de ingreso en las distintas academias militares,
ya se practicaba por aquellas fechas, según hemos podido
comprobar. También el componente ideológico formaría parte
de sus propias idiosincrasias, pero en contraposición al de los
sevillistas. Para los militares los deportes atléticos tuvieron
importancia ante todo como preparación física para la guerra.
Numerosos trabajos, declaraciones a la prensa, discursos, e
incluso legislación a principios del siglo XX, revelan el nuevo
interés que para los militares comenzaron a tener los deportes
atléticos, anteriormente secundarios, debido al prestigio que,
en los cuarteles y entre la oficialidad, tenían desde siempre la
gimnasia militar y los deportes aristocráticos como la hípica
y la esgrima. Según Antonio Rivero Herráiz, autor del trabajo
“Regeneracionismo español, cultura física y deporte”, el
deporte era un arma del nacionalismo, que continuó hasta
los Juegos Olímpicos de Berlín en 1936, donde se puso de
evidencia de la manera más contundente.


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Este intento de poner en marcha el “nacionalismo español”


sería el eje sobre el que giraría el nacimiento de la sociedad
verdiblanca.
Luis Rodríguez Caso, director de la Fábrica de Vidrios de
la Trinidad, que ya ayudaba a los jóvenes sevillistas, allá
amaneciendo el siglo XX, a guardar los palos de la portería en la
fábrica y cederles el corralón trasero en el que jugaban. Era militar
de Artillería y junto con otros amigos de idéntico idealismo,
sería el promotor de un acto nacionalista muy importante en
la vida sevillana como fue “España en Sevilla”, un acto en el
que profundizaremos posteriormente. A este personaje, junto
con otros, se le considera uno de los precursores de la idea de
la Exposición Iberoamericana de 1929. Posiblemente Rodríguez
Caso, siendo conocedor desde hace algún tiempo de la actividad
sevillista, entre otras cosas porque jugaron en un corralón detrás
de su fábrica de vidrio como hemos visto, prevé la posibilidad de
formar un nuevo equipo en la ciudad a partir de aquel grupo de
chavales aspirantes a militares que asistieron al acto de “España
en Sevilla”. Unir la idea de “España” a un equipo de fútbol para
enaltecer sus valores no era algo descabellado.
Probablemente y con cierta lógica, Luis Rodríguez Caso se
puso en contacto con Francisco Peris Mencheta, fundador
de El Noticiero Sevillano, cuyo sobrino Vicente participaba
en aquellos inicios balompedistas, y este a su vez escribiría
a un personaje que cambiaría en parte el mapa de las
nomenclaturas de los equipos españoles conocido hasta el
momento. La ocasión merecía la pena y el intento fructificó.
Mariano de Cavia, nacido en Zaragoza, licenciado en Derecho
y periodista, colaboró en la Revista de Aragón, Diario
Zaragoza y Diario de Avisos, llegando incluso a fundar una
publicación humorística.


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Su buen estilo literario y una incisiva mirada sobre la política


marcarían su trayectoria periodística. Trabajaría en diversos
medios de Madrid, El Liberal al principio, El Imparcial
durante casi una década y El sol, desde 1917 hasta su muerte
en 1920. Era un personaje muy preocupado por la pureza del
lenguaje, hasta tal punto que ingresó en la Real Academia
de la Lengua, que le concedió el sillón con la letra A. Como
decíamos, De Cavia recibió la petición por parte de Peris
Mencheta para traducir el vocablo Football, sobre lo que
publicó un artículo en El Imparcial de 1 de agosto de 1908.

“EL BALOMPIÉ”

Varios jóvenes amables se proponen organizar una nueva


sociedad de “football”; desean darle un nombre español, y no
acertando con él, me hacen la merced de apelar a mis cortas
luces, porque ellos tienen por intraducible el vocablo inglés
con que se denomina este deporte.

¡Intraducible! Así como Napoleón, o quien fuese, dijo que la


palabra “imposible” no era francesa, yo me permito creer que
la palabra “intraducible” es una de las más inútiles de nuestro
vocabulario. Para un idioma tan copioso, variado, expresivo
y flexible como el español, muy a duras penas se halla una
voz o término extranjero que no tenga equivalencia exacta, o
que en último caso, y sin caer en el vicio del barbarismo, no
sea asimilable o adaptable con la debida holgura.

El término “football” no solamente no es intraducible, sino que al


traducirlo al pie de la letra -ya que el pie toma tanta parte en ese
juego- nos encontramos con un vocablo español de la más clara
significación y de la más castiza estructura.


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El vocablo inglés es doble: está compuesto de “foot” (pie) y


“ball” (balón). Pelota muy grande de viento llama al balón el
Diccionario de la Academia en la segunda acepción de la palabra.

Disponiendo pues, en nuestro idioma de las mismas dos voces


que en inglés, e igualmente precisas y breves, nada más lógico
y hacedero que componer la palabra “balompié”, cambiando
en m la n del balón por la misma regla ortográfica que se
sigue en ciempiés, sambenito, el apellido Sampedro, etc., etc.

El “piebalón” sería una traducción harto servil de la palabra


inglesa, bastante fea además, y por añadidura, opuesta a
la índole de nuestro idioma, que con toda gentileza se nos
manifiesta en otras palabras casticísimas, hermanas mayores
del neologismo que me atrevo a proponer, en la esperanza de
que deje de serlo muy pronto, para convertirse en una voz
tan corriente como estas de rancio y puro linaje: buscapié,
hincapié, rodapié, tirapié, traspié, volapié.

No sé si me dejo en el tintero algunas otras por el estilo.


Con las precitadas podría hombrearse muy dignamente
el “balompié”, gracias a la aceptación y extensión
que en España ha logrado este deporte británico, si
mi proposición mereciese igual favor por parte de los
jóvenes deportistas y de los cronistas deportivos.

A los primeros en general, y más especialmente a los


segundos, brindo esta modesta “ideica” en bien de
la pureza y riqueza de esta habla española, por cuya
conservación y acrecimiento todos debemos interesarnos
de continuo, sin dejarnos vencer por la rutina y el culto
inconsciente que se rinde al exotismo, culto asaz bajuno
y excesivamente cursi en muchas ocasiones.


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Cierto que al principio parecerá rara y chocante la palabra


“balompié”, como acontece con toda novedad léxica;
pero repítase varias veces el vocablo -balompié, balompié,
balompié, balompié- y presto se acostumbrará el oído,
mercede a la significativa y castiza estructura de esas tres
sílabas. ¿No es esto mejor que decir “fubol”, como dicen los
más, diciéndolo torpemente y sin saber lo que se dicen?

Y para no cansar más aquí pongo término a esta vaga


y quizás vana leccioncilla de castellano visto ordeñar,
saludando afectuosamente a los briosos jugadores de
balompié, y despidiéndonos del vocablo nuevo con las
palabras de un padre que no se fía mucho de la fuerza de la
razón.

¡Fortuna te dé Dios, hijo!”

Españolizar el término football era en sí toda una declaración


de intenciones por parte de aquellos jóvenes militares. Si bien
estuvo muy acertado Cavia y su propuesta fue muy bien
acogida a nivel general, no por ello dejó de haber voces críticas.
Los más puristas dudaban incluso de esa castellanización del
vocablo, dado el origen francés de la palabra balón. Al final
no era una palabra tan puramente española como pretendía
en su objetivo. El mismísimo Azorín, ejerciendo de garante
del idioma, aseveraba la existencia de otras palabras que
venían a significar lo mismo, sin necesidad de forzar vocablos
nuevos de dudosa procedencia etimológica, llegando a
proponer incluso como vocablo la “esferomaquia” para
definir al football de forma castellanizada.

¿A qué viene eso de balompié? ¿No tenemos aquí la voz


esferomaquia? ¿Qué es jugar con una pelota de viento, sino
esferomaquia?


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Jacinto Benavente, por el contrario, reivindicaría el vocablo


football como tal:
“A vos, D. Mariano de Cavia, príncipe del ingenio
español, emperador de la lengua castellana, con el debido
acatamiento, expongo, que de hoy más, siempre que del
“foot-ball” hable por cuenta propia.

¿Qué méritos hallasteis en juego como el “foot-ball”, que


más parece expansión de potros o luchas en el prado,
para otorgarle carta de naturaleza que otros más lúcidos y
airosos no lograron?

Ahí se están el lawn-tennis y el polo y el golf. Y aunque


estos últimos, el último sobre todo, tan como de casa
parecen, no es menos caprichosa su etimología que la de
“fuboll”, que tanto os ofende.

Por mi parte declaro que este fuboll tiene toda mi simpatía,


fuboll me encanta. Me parece nacido en el mismo arroyo
de Embajadores. Y si con cariño se pronuncia, veréis como
suena dulcemente y desentonaría menos en cualquier
composición poética que el balompié o el piebalón
académicos”.

Pero asistimos a un momento verdaderamente histórico y sin


precedentes en la historia del fútbol. Poco más de un mes más
tarde, aparece en prensa la noticia de la fundación de un club
cuyo padrino será, a la postre, un académico de la Lengua
Española como lo fue D. Mariano de Cavia.
Nos comunican desde Sevilla que se ha
constituido allí una Sociedad de deportistas
bajo el título de “España Balompié”.
La felicitación con que nuestros amables


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comunicantes nos favorecen, se la devolvemos


muy afectuosa a los balompedistas, (así se
firman y hacen bien) que tienen el buen gusto
de decir en español lo que la rutina
y el culto cursi al exotismo apenas aciertan a
decir en lengua extraña”.

España y Balompié juntas encerraban en sí mismas toda una


ideología clara y meridiana, aunque quizás sea este uno de los
episodios más opacos de la historia del fútbol sevillano, pues
esta Sociedad duró muy poco, unos días o semanas quizás,
ni tan siquiera sabemos qué actividad ejerció dicho club, ni
figura en ningún registro público, pero no existen noticias
de otro club anterior que llevase por nombre la traducción
castellanizada del vocablo Football. Ello nos demuestra que
aquel espíritu nacionalista basado en la afirmación de un
sentimiento bajo la denominación y la por entonces marca
“España”, tendría tintes de rivalidad frente al cosmopolitismo
del Sevilla Football Club desde el mismo instante de su
nacimiento. Dicha rivalidad desde su propio génesis no sería
solo deportiva sino ideológica: la España balompédica frente
al Mundo footballístico. No deja de ser curioso y paradójico
cómo -vista la evolución de ambos clubes a lo largo de más
de cien años- los balompedistas acabarían promulgando a
partir de finales de los años 60 un espíritu universal como
símbolo de identidad fundamental, y los blanquirrojos
amalgamando una idiosincrasia alrededor de la ciudad.
De hecho en los símbolos del club verdiblanco, no aparece
ni una sola referencia a la ciudad, ni en el escudo, ni tan
siquiera en la bandera, todo lo contrario a la evocación en los
símbolos sevillistas, cuyas referencias a Sevilla presiden todos
sus actos. Será Juan del Castillo Ochoa, primer tesorero, el
que hará referencia al primigenio club hispano-balompedista


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cincuenta años después, situándolo como el origen de una


Sociedad que no cambiaría el apellido, Balompié, al que
antepondrían el nombre de la ciudad. Es muy probable que
surgiesen desavenencias entre sus componentes y decidieran
cambiar el nombre “España”. Determinados autores sitúan
a los hermanos Hermosa, en el centro de la polémica, siendo
defensores del nombre “España” frente a “Sevilla, cuestión
ante la que quedaron en minoría. Así, el 30 de enero de 1909,
nace la ‘Sociedad Sevilla Balompié’, aprobando estatutos y
reglamento, inscribiéndose en el Gobierno Civil dos días
después.
Ha quedado constituida la sociedad de sports titulada
“Sevilla Balompié” cuyo reglamento ha sido presentado en
el gobierno civil”

Diario Sevilla, 30-1-1909

Como podemos comprobar, los inicios del fútbol sevillano


fueron mucho más románticos que como lo dibujan en
la esfera popular y sin necesidad de estar reflejándose
permanentemente en el rival.

Pero el Sevilla Balompié es tan solo uno de los dos clubes que
compusieron finalmente al actual Real Betis Balompié, otro
club llegaría más tarde y revolucionaría el fútbol sevillano tal
y como se conocía.


CAPÍTULO 3
1910, LOS TERCEROS EN DISCORDIA.

El Sevilla FC no quería obreros entre sus filas


por su estatus clasista, y esto hizo que en su
seno hubiese un cisma que dio pie al
nacimiento del Betis.

E
sta es una de las leyendas urbanas más extendidas sobre
el nacimiento del equipo bético. Se pretende hacer ver
que el Sevilla Football Club era un equipo elitista, del
que, determinados miembros que no estaban de acuerdo con
esa filosofía se escinden para crear el Betis Football Club, un
equipo más acorde con un pensamiento más cercano a los
pobres y obreros de Sevilla.

Una vez vistas las idiosincrasias de los componentes de los


equipos sevillanos en capítulos anteriores, don José Melero
Lopera, investigador del fútbol sevillano y autor de diversos
artículos en referencia a los orígenes del fútbol en Andalucía,
nos descubre otros aspectos importantes.

Gil Gómez Bajuelo, “Discóbolo”, presidente bético en 1922,


en el especial que le dedica la revista “Oiga” con motivo de las
Bodas de Oro del equipo verdiblanco, observa cómo se llegó
a un acuerdo y se pudieron abortar estas primeras rencillas
entre sus fundadores. Los motivos de estas diferencias


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se desconocen aunque es muy posible que fueran por el


cambio de nombre de “España Balompié” por el de “Sevilla
Balompié”. En cualquier caso, fuese el motivo que fuese, lo
cierto es que no serían las primeras diferencias surgidas dentro
del seno de la Sociedad balompedista. En febrero de 1917 en
una carta publicada en El Correo de Andalucía y que firmaba
el que más tarde sería presidente bético, Carlos Alarcón de la
Lastra, habla de la desunión, la falta de compañerismo y la
envidia entre sus directivos como las causas del mal momento
por el que atraviesa el ya en ese momento ‘Balompié’.
Causas que pocos años después llevan al equipo a casi su
disolución, una pauta que se repetirá en muchas ocasiones
posteriormente, y que salvara in extremis el jugador y capitán
del equipo Carmelo Navarro, como señalaba de nuevo Gil
Gómez Bajuelo en el diario La Unión de 30 de diciembre de
1920, hecho este, totalmente inédito. La inestabilidad y las
continuas diferencias entre sus directivos no solo se dieron
en los inicios del club balompedista, sino que se alargaron
durante sus primeros años. Pero volviendo a los momentos
iniciales de la Sociedad Sevilla Balompié, antecesor del actual
Real Betis, y ya superada la primera crisis interna, como fue
la protagonizada por los hermanos Hermosa, vemos cómo el
equipo va tomando cuerpo y observamos a sus fundadores
cómo forman en las primeras alineaciones, siendo los
hermanos Wesolouski y los Gutiérrez los que conforman la
columna vertebral del primer equipo, principalmente estos
últimos, que con José y Manuel copan el centro del campo
balompédico dejando al menor de los hermanos, Antonio,
formando parte como vocal de la junta directiva. Como
vemos en una crónica de El Correo de Andalucía de 1 de
mayo de 1909, primera vez que la prensa sevillana se hacía
eco de un partido jugado por el Sevilla Balompié y en la que
su primer equipo se enfrentaba al segundo equipo del Sevilla


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Foot-Ball Club. Poco a poco algunos jugadores en el Sevilla


Balompié van siendo relegados a un segundo plano y dejan
de aparecer en las alineaciones del primer equipo. Entre
estos jugadores se encuentran precisamente los hermanos
Gutiérrez, José y Manuel, que pasan a jugar en el segundo
equipo, como comprobamos en El Liberal de 31 de diciembre
de 1909. También dentro de la directiva, el menor de los
hermanos, Antonio, deja de formar parte de la misma. Pero
lo que llega a suponer el mayor desencanto en muchos de
estos jugadores es el campeonato de Andalucía que organiza
por primera vez el Recreativo de Huelva y que se conoció
popularmente como “Copa Mackay”, por ser este el apellido
del presidente recreativista y persona encargada de organizar
dicho campeonato. Esta competición estaba concertada
para los días 4, 5 y 6 de enero de 1910, y el Recreativo invitó
para disputarlo al Sevilla Foot-Ball Club y a la Sociedad
Sevilla Balompié, que a finales de diciembre envía una carta
con la relación de jugadores que componían la expedición,
en la que no aparecen ninguno de los hermanos Gutiérrez,
aunque finalmente José si llegó a disputarlo. En cualquier
caso el cisma se había producido en el seno del propio Sevilla
Balompié, y son los hermanos Gutiérrez los que lo encabezan,
uniéndoseles Manuel Domínguez Anillo, Manuel Folgado,
Diego Otero, Alberto Henke, Guillermo Comesaña, etc. todos
ellos estudiantes de la Academia Politécnica Sevillana, algo
que podríamos denominar como una “crisis de nacimiento”,
tal y como apuntó Juan Castro Prieto en su libro Primeros
pasos del Football sevillano, de 1890 a 1915.

Acababa de nacer el Betis Foot-Ball Club a principios de 1910.


En un intento de abortar la escisión, la directiva del Balompié
convoca una junta en la que logra convencer a José Gutiérrez
de que permanezca en el club, el mismo que meses después


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logra ocupar la presidencia de la Sociedad, dándose la curiosa


circunstancia de que los dos equipos, tanto Sevilla Balompié
como Betis Football Club son presididos por dos hermanos,
José por un lado y Manuel por el otro, como prueba la ‘Guía
Oficial del Comercio y la Industria de Sevilla y su Provincia’,
conocida popularmente como “Guía Gómez Zarzuela”, en su
tomo de 1911, lugar donde aparecen reflejadas las sociedades
creadas un año antes, o sea, en 1910. Aunque sería por poco
tiempo su permanencia en el equipo balompédico, ya que un
año después abandonaría el Sevilla Balompié y volvería junto
a sus hermanos a formar parte del Betis Football Club. Este
club juega su primer partido el 27 de febrero de 1910, tal
y como aparece reflejado en El Liberal el 27 de febrero de
ese mismo año, frente al tercer equipo del Sevilla Balompié
y a tenor de las crónicas y comentarios posteriores de sus
protagonistas. Fue un enfrentamiento cargado de incidentes
debido a la gran rivalidad que se fraguó entre ambos equipos.
El Sevilla Football Club ha sido uno de los muy pocos
equipos históricos del fútbol español que habría permanecido
sin fusionarse con ningún club, manteniendo sus orígenes
hasta hoy en día. Este tipo de hechos se producían siempre
por motivos económicos y cuando un club veía peligrar su
existencia debido a estos motivos, una buena solución era
la fusión con otros clubes. Veníamos observando en nuestra
investigación cómo el Betis Football Club sostendría unas
relaciones magníficas con el equipo sevillista, club que
prácticamente apadrinaba al club bético prestándole equipo
deportivo y material diverso para la práctica del football. Por
el contrario la rivalidad existente entre el Betis Football Club
y el Sevilla Balompié se podría calificar como de “extrema”.
Algunos partidos jugados entre ambos clubes rozaban índices
de violencia desmesurada, con entradas fuertes y lesionados
importantes. Hay quien ha querido darle una explicación


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basada en que como los componentes del club bético eran ex-
jugadores sevillistas, estos seguían manteniendo la rivalidad
con los balompedistas, algo poco probable, pues ya hemos
demostrado que la escisión de dicho club no se produjo
en el seno del Sevilla Football Club, sino por el contrario,
dentro del propio Balompié, por lo que la rivalidad fue entre
balompedistas y ex balompedistas vistos los nombres de sus
integrantes. El proceso sucedería a la inversa, no solo no fue
un cisma dentro del Sevilla Football Club, sino que sería este
el que acogería posteriormente a los miembros del equipo
bético junto al Andalucía Football Club posteriormente tras
su disolución en 1913.

Pero un personaje quedará en nuestra mente para los anales


de la historia del fútbol sevillano, Manuel Pérez Centeno,
trabajador de la empresa textil llamada Hilaturas Fabra y
Coast, que se incorporó a las filas sevillistas entre 1909-1910
para jugar con el equipo. Como en esa época los horarios de
trabajo eran muy amplios (12-14 horas) el Sevilla Football
Club ofreció posteriormente a Manuel Pérez la posibilidad
de alojarse en las instalaciones del estadio de la avenida de la
Reina Victoria para ejercer como guarda y así poder asistir
a los entrenamientos, ayudándole la institución a en todo
lo que pudo. Por lo tanto, el primer jugador obrero que se
incorporó a un equipo sevillano lo hizo dentro de las filas
del Sevilla Football Club, desmintiendo la teoría del clasismo
de esta sociedad. Desaparecido el Betis Football Club, poco
más tarde, un equipo con el mismo nombre fue creado por
Pedro Rodríguez de la Borbolla, consiguiendo el título de
Real para la sociedad, llamándose Real Betis Football Club,
que terminó fusionándose con la Sociedad Sevilla Balompié,
dando como resultado al Real Betis Balompié.


CAPÍTULO 4
CUANDO SEAS PADRE,
COMERÁS HUEVOS.

El recién estrenado Balompié ganó


la primera copa Spencer en Jerez.

E
l fútbol dejaría de ser un monopolio en la ciudad en
manos de los sevillistas tras 18 años, como hemos
comentado de forma documentada, a finales de 1908 y
principios de 1909. Los componentes del Balompié terminan
de organizarse ese último año con el objeto de ser un rival
para el Sevilla Football Club. Esta afirmación fue hecha
por los primeros socios fundadores del equipo verdiblanco,
y repetida a lo largo de la Historia por varios dirigentes y
periodistas. Pero dicha rivalidad no sería gratuita. El equipo
sevillista siguiendo una vieja ley del sport no escrita, estaba
en disposición de ponérselo muy difícil a los balompedistas.
Una norma que decía que los equipos novatos no podrían
enfrentarse directamente a los primeros equipos de los clubes
más antiguos. Para ello, el primer equipo de la Sociedad novel
debería enfrentarse en primer lugar a las categorías inferiores,
hasta llegar a jugar contra el primer equipo del Club más
antiguo. Era algo así como el reflejo perfecto del refrán o
dicho que reza: “Cuando seas padre comerás huevos”. Y así
ocurrió. El equipo balompedista como tal, comenzó a dar

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sus primeras patadas al balón a orillas del Arroyo Tagarete,


situado efectivamente extramuros en su paso por Sevilla,
concretamente en el Prado de Santa Justa, que en sus orillas
dejaba unos arenales lo suficientemente espaciosos como
para poder practicar el football. Procedente de la comarca
de los Alcores, el arroyo Miraflores cambiaba su nombre por
Tagarete, transcurriendo por las inmediaciones de la capital
hasta desembocar junto al lugar donde hoy se asienta la
Torre del Oro. Se quejaban los jugadores balompedistas, tal
y como hizo referencia José Fernández Zúñiga, portero bético
apodado “Agonía”, en una entrevista de la ‘Revista Más’ de
1941, que los viandantes que por allí pasaban se referían a tal
equipo como el “Tagarete Club”, lo que produjo en más de
una ocasión algún que otro enfrentamiento, ya que era algo
que les molestaba bastante. Máxime, teniendo en cuenta que,
si decidieron llamarse “Sevilla Balompié”, fue precisamente
para no incurrir en un nombre extranjero debido a su
idiosincrasia, como vimos en el capítulo anterior.

Decía el portero bético “Agonía”:

“…El primer campo lo tuvimos en el Prado de Santa


Justa, junto al Arroyo Tagarete, lo que dio motivo para
que los “graciosos” nos llamasen “Tagarete Club”. A los
balompedistas nos sentaba el mote como un tiro, y esto
originó más de un “amistoso” contacto”.

Podemos imaginar quiénes eran los autores intelectuales del


mote, es posible que la ancestral rivalidad sevillana naciese
justo en ese momento. El Sevilla Balompié debía demostrar
que tenía suficientes recursos y técnica como para desplegar
un fútbol a la altura deseada, según la vara de medir de los


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componentes del Sevilla Football Club, y para ello accedió


enfrentarse al tercer equipo sevillista como primer paso en
este “original campeonato”, que tendría como premio final
medirse al primer equipo blanquirrojo y, cómo no, intentar
ganarle. Que se tenga noticias, este primer partido se jugó
en abril de 1909 tal y como nos contó primer tesorero y
tercer presidente del Balompié, Juan del Castillo Ochoa en
ABC, en Sevilla, diario de la tarde y en la revista “Oiga”
de diciembre de 1958 simultáneamente. Esta es la primera
noticia existente en prensa de un partido jugado por el
‘Sevilla Balompié’, no sabemos de otro anterior en el que uno
de los protagonistas sea el equipo verdiblanco. Debió ganar
ese encuentro al tercer equipo sevillista, pues el 2 de mayo de
ese mismo año se enfrentó de nuevo al Sevilla Football Club,
pero en esta ocasión a su segundo equipo. En ese momento no
debió ser nada fácil ganarle a dicho segundo equipo sevillista,
no pasando de las tablas, pues no conseguiría enfrentarse el
equipo balompedista -al primer equipo blanquirrojo- hasta
finales de octubre, y luego en dos ocasiones más a lo largo de
noviembre, con resultado de empate por dos veces y victoria
mínima del Balompié, reforzado por jugadores del Recreativo
de Huelva residentes en Sevilla, el 28 de noviembre de 1909.
Realmente no sabemos el resultado del partido, en este caso
daría igual, pues el equipo verdiblanco tendría carta blanca
para enfrentarse ya para la posteridad de igual a igual al equipo
decano de la ciudad. Pero no crea usted, lector o lectora, que
esta norma no escrita solo se aplicó a los balompedistas,
serían estos mismos los que impondrían más tarde dicha
norma a los equipos que aparecieron más tarde en el tiempo,
tal y como hemos podido comprobar en la prensa de la época.
Efectivamente, sería el recién fundado Betis Football Club en
enero de 1910, el que pediría un desafío al Balompié –con esta
expresión se definían a los encuentros footballisticos en esas


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fechas- debiendo comenzar a enfrentarse a su tercer equipo.


Con el tiempo y con la aparición de numerosos equipos en
la ciudad, con el establecimiento de distintas competiciones,
dicha norma terminaría por no aplicarse, hasta quedar
obsoleta.

Otro episodio interesante ocurrió en 1911, un hecho digno


de mención, ya que se celebraba por aquel año en Jerez la
Gran Feria de Ganado, con exhibiciones hípicas, concursos
variados y exposiciones; corridas de toros y curiosamente, no
fue la primera vez en la tierra del vino, un torneo de Football.
Iba a poder disputarse el novedoso sport con la donación
por parte de un jugador jerezano, Gustavo Gómez Spencer,
capitán de caballería, jugador del cual tomaría su apellido
posteriormente como apodo Enrique Gómez Muñoz, el
Spencer sevillista, dado que no quería que su padre supiese de
su afición al football. Por lo tanto no confundir el “Spencer”
jerezano con el otro sevillano. De esta forma se especulaba
con que acudiese a jugar este torneo un equipo hispalense.

“Los días de concurso y football serán los días 2 y 3.


Vendrán a jugar al football, dos teams de Cádiz y quizás
uno de Sevilla”.

29 de abril de 1911 Diario el Guadalete.

Aunque como podemos comprobar, ese “quizás” no daba


toda la seguridad de que fuese a acudir un equipo de Sevilla,
y no sabemos bien la razón, el caso es que los tres equipos
de Cádiz, es decir, el Español Football Club, Cádiz Football
Club y Jerez Football Club, son los que definitivamente
disputarán el trofeo donado por el Sr. Spencer.


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En la pista de la finca denominada San Benito propiedad


del señor Garvey, tendrá lugar esta tarde a las cuatro un
interesante match de Foot-Ball concertado entre los equipos
de Jerez y Cádiz.

Se disputarán los jugadores una magnífica copa, regalo del


Capitán de Caballería don Gustavo Gómez Spencer.

Tratándose de un nuevo sport en la localidad y tomando


parte en él notables aficionados, auguramos a las personas
que concurran un rato agradable de recreo.

Tendremos le gusto de informar a nuestros lectores del


resultado de esta fiesta.

Efectivamente, el día de 2 de mayo de 1911 tiene lugar el


partido entre Jerez Foot-Ball Club y el Cádiz Foot-ball Club,
cuyo vencedor fue el equipo gaditano y la copa fue otorgada
a este equipo con toda la parafernalia de la celebración
correspondiente.

Aquí se habría acabado la historia si no fuese porque seis días


después:

Ayer llegaron en el tren correo algunos de los miembros de


la Sociedad Balompié de Sevilla, para luchar con la Sociedad
Español F.B.C. de Cádiz, vencedora de las demás Sociedades
que han prestado concurso en la serie organizada por Jerez.

En estos matchs se disputa la copa dona por el Sr. Spencer.

La Sociedad Español F.B.C. de Cádiz no concurrió, por


cuya causa no se verificó la lucha.


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Los distinguidos jóvenes de la Sociedad de Sevilla regresaron


en el exprés a dicha capital.

8 de mayo de 1911. Diario el Guadalete.

No sabemos bien las razones, pero el caso es que el Balompié


se presentó varios días después a jugar un torneo que se
celebró durante las pasadas fiestas jerezanas. El Español de
Cádiz ganó su trofeo y se marchó a su ciudad varios días
antes y el Sevilla Balompié tuvo que dar la vuelta tal y como
llegó.


CAPÍTULO 5
LA COPA VIOLETERO Y MR. JONES.

Una copa para flores y un presidente


bético que no quería ver el blanco ni en pintura.

CARTA ABIERTA AL SR. ALCALDE


Excmo. Señor.- supongo habrá leído en uno de los
periódicos de la localidad, la protesta contra los desmanes
que a todas horas comenten una turba de... niños que con
gritos y alaridos salvajes se solazan dando patadas a los más
variados objetos. Ya son pelotas de goma (las menos) de
papel, de trapo, piedras, botas viejas, y a todo objeto que
cogen con sus pies, objeto que con furia loca se lanzan unos
a otros con notorio peligro del pacífico transeúnte.

Dichas turbas, en número inconcebible están a todas horas


y en todas las calles. Aparte del peligro para el transeúnte,
sus alaridos salvajes molestan hasta a los sordos ¿Quién no
los ha oído? ¡Go, go, go! Esa es la exclamación que a gritos
desaforados sale de sus gargantas.

Aparte de esas dos causas que bastarían por sí solas para


considerar indispensable la absoluta prohibición de esos...
juegos, el buen nombre y la cultura de esta capital están
reclamando a voces la represión de tales desmanes.

'EVPSW6SQIVS

No hace mucho tiempo se veía a la chiquillería jugar a las


bolas, al trompo, al toro. Ahora ha hecho su aparición el
reinado de las coces y coces van y coces vienen. No hay más.

No cejaré hasta conseguir limpiar las calles y plazas de la


espantosa plaga, que ha llegado a los límites o mejor dicho,
ha sobrepasado lo justo y no puede consentirse ni una hora
más.

Señor alcalde ¿conseguiremos librarnos de los... niños


footballistas?

Es lo que desea Sevilla entera, no lo dude y el primero


s.s.q.b.s.m.

JLM

Periódico El Liberal, 1916.

Aunque todavía quedaría lejos el que este nuevo juego desbancara


en popularidad a los toros y los partidarios de Joselito y Belmonte,
seguían siendo mayoría, en los cafés y casinos de la ciudad
donde se hablaba con verdadero entusiasmo de los Lecompte,
Paco Díaz, Jones, Tornero, Ramos Asensio, Puig, Barzanallana,
Carmelo Navarro, Artola, Spencer... eran los nuevos ídolos de
los partidarios de este nuevo “sport” importado de Reino Unido
y que sin lugar a dudas provocaba en ellos una exaltación que
superaba en mucho a la que producía la ya conocida en esa época
como Fiesta nacional.

Se discutía sobre el tecnicismo del football y de su


reglamento, y todo ello con nuevas palabras como


0E'STE:MSPIXIVS]1V.SRIW

“corner”,”penalty”,”faut”,”off-side” y otros anglicismos


que se estaban haciendo comunes en el argot popular de los
sevillanos. Y, efectivamente, en la Plaza Nueva, en la Alameda
de Hércules, en los arenales a orillas del Guadalquivir y
en muchas calles y plazas sevillanas, la chiquillería ya no
jugaba al trompo, a las bolas, ni a los toros, sino que ahora
estaba de moda el correr y dar patadas a una pelota de
trapo al grito de ¡gol, gol, gol!... El football en definitiva
iba arraigando en las costumbres de la ciudad y de otras
muchas ciudades andaluzas.

Un par de años antes, 1914, se configuraría como un


año decisivo en el devenir de los equipos sevillanos, ya
que se producen múltiples cambios estructurales, sea por
fusiones, absorciones, cambios de directiva, etc. El historial
de rivalidad entre ambas sociedades era notorio por esas
fechas, y la afición sevillana comenzaba a decantarse por un
equipo o por otro de forma muy enconada, algo natural en
la sempiterna Sevilla dual. Macarena o Esperanza de Triana,
Joselito o Belmonte, Sevilla o Betis… En el Balompié aparece
un curioso personaje de procedencia inglesa llamado Mr.
Herbert Richard Jones, llegado desde la Tacita de plata y
jugador del Español de Cádiz, equipo muy importante en
Andalucía, tanto, que llegó a ganar el primer Campeonato
regional. Jones se convertiría por esas fechas en el presidente
del equipo verdiblanco y, con el tiempo, en presidente del ya
llamado Real Betis Balompié, equipo resultante de la fusión
entre el ‘Sevilla Balompié’ y el ‘Real Betis Football Club’.
Insistimos. No deberíamos confundir a este último club,
con el ‘Betis Football Club’, pues fueron equipos distintos,
aunque con algunos componentes comunes. Hemos de
recordar que algunos de los componentes del primitivo Betis
Football Club se integraron en la Sociedad Sevilla Football


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Club poco tiempo antes, otros en el Andalucía Football


Club e incluso en el mismo Balompié, justo a finales del año
anterior. Para sorpresa de muchos, hubo incluso intentos
de fusionar Sevilla Football Club y Real Betis Balompié en
una sola sociedad, algo que no prosperó. Ambos equipos
venían jugando tiempo atrás algunos torneos locales,
como la Copa de Sevilla, junto a un buen nutrido grupo
de equipos sevillanos tales como el Recreativo de Sevilla,
el Athletic de Sevilla, el Estrella, el Español de Sevilla, etc.
Pero sí estaba claro que cuando se hablaba de rivalidad en
su máxima expresión, sería entre los dos grandes equipos,
el decano, así se conocía al Football Club, y el Balompié.
Mr. Herbert Richard Jones Vengouzel nació en Colombo
capital de Ceilán (actual Sri Lanka), colonia británica, el
8 de septiembre de 1885. Sobre 1909 llega a Cádiz donde
contrae matrimonio con María Teresa Medina Díaz, hija
de militar. Y es allí en la “Tacita de Plata” donde sobre
1911 ayuda a fundar al Español Football Club, equipo
al que perteneció. A finales de 1912 llega a Sevilla y
rápidamente se enrola en las filas del Sevilla Balompié en
el que se convierte en capitán y en poco menos que en el
“alma mater” del equipo balompédico. Fue vicesecretario
de la Federación Regional Sur, presidente del Comité de
Árbitros del Sur, y árbitro en activo una vez retirado como
ocurrió con otros muchos jugadores.

El 30 de marzo de 1914 aparece un escrito en la prensa


firmado por Richard Jones, conocido en la parroquia
bética como “Papa Jones”, en el que se protesta por un
hecho muy singular.


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“… Sr. Director de El Liberal.-Presente.

Muy señor mío y de mi mayor consideración: Le ruego


encarecidamente dé cabida en el diario de su digna dirección
a estas aclaraciones, por lo que le doy gracias anticipadas:
Seguramente, el distinguido público no está enterado de
muchas cosas que suceden con la cuestión de las copas en
que el Sevilla F.B.C. toma parte. Para su gobierno, voy a
darles a conocer una ó dos cositas.

En octubre del año pasado jugamos un partido contra el


Sevilla F.B.C., en que se disputaba una donada por Cástor
Montoto, socio del Balompié. Dicha copa fué llevada á la
caseta, y al terminar el partido, en que salió vencedor el
Sevilla F.B.C., fué entregada al capitán de dicha Sociedad
llena de champagne. Así fué entregada la copa por el
Sevilla Balompié. Ahora bien; como ya saben todos, este
excelentísimo Ayuntamiento donó una copa de plata para
el campeonato de Sevilla de 1913-14. Esta copa fué jugada
cuando el Sevilla F.B.C. le pareció más conveniente, pues era
la Sociedad depositaria de ella. Como es natural, al terminar
el partido final, en que el Balompié salió vencedor, yo, como
capitán del equipo, fuí a la caseta del S.F.B.C., para que
me fuera entregada la copa, pero encontré que se habían
marchado el presidente y la Directiva de dicha Sociedad-
seguramente para no tener el gusto de entregar una copa
que ya habían considerado casi suya. Y me consta que dicha
copa estaba en la caseta durante el partido. Por la tarde
encontré al presidente del Sevilla F.B.C. en el paseo, y al
preguntarle, me dijo que estaban grabando la copa.

Al día siguiente me dió una tarjeta suya para que pudiera yo


recoger dicha copa en la platería del señor Reyes. La recogí-
-pero tuve que pagar quince pesetas por un grabado--que yo


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no mandé hacer. Así fué entregada la copa del campeonato


por el Sevilla F.B.C. Ahora vengo á otra copa más reciente-
la que se jugó el domingo pasado. El señor Gallegos,
presidente del Sevilla F.B.C., vino á verme, invitando al
Balompié á jugar un partido de revancha, ofreciendo una
copa de plata. Al preguntarle qué copa sería, me dijo que
una copa que iba á comprar el señor Lastra. Eso fué en la
mañana del viernes, y quedé en contestarle aquella misma
noche. Fuí al Casino aquella noche, como le había ofrecido,
y acepté la partida, á pesar de tener uno de nuestros mejores
jugadores enfermo. Al mismo tiempo estipulé que la copa
fuera entregada al vencedor en el Campo, después del
partido.

Se quedó conforme el señor Gallegos, agregando que


pudiera suceder que el señor don Luís Ibarra, á quien
había encargado el asunto de la copa, no pudiese ver al
señor Lastra á tiempo, para poderla comprar el sábado, en
cuyo caso me la entregaría el lunes. Verificado el partido,
y declarado vencedor el Balompié, fuí á la caseta, como la
vez anterior, por la copa, y me dijo el señor presidente del
Sevilla F.B.C. que aún no la tenía, pero que me la entregaría
al día siguiente. Me consta, sin embargo, que la copa que
había regalado el señor Lastra estaba en la caseta durante el
partido, y que fué vista por varias personas. El lunes el señor
Gallegos me entregó una copita que más bien parecía un
violetero. Al preguntarle si esta era la copa comprada por el
señor Lastra, me dijo que no, que la copa del señor Lastra
era demasiado buena para este partido, y que, por lo tanto, la
Sociedad S.F.B.C. la había sustituído por la copita-o violetero-
que me entregó.


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Este objeto-florero- fué comprado en la platería del señor


Reyes el lunes por la mañana, después de haber perdido
el Sevilla F.B.C., el partido que tenía tanta seguridad en
ganar. Si hubieran quedado ellos vencedores, no hay duda
alguna que la copa del señor Lastra hubiera sido “muy a
propósito” como premio prometido, la cual hace unos diez
días que había entregado dicho señor. Pero como fueron
ellos los vencidos, el presidente del S.F.B.C. dispuso de
otra mañana, demostrando así que estaba jugando con dos
barajas. No es mi ánimo más que dar á conocer al público
cómo se juegan y recogen las copas del S.F.B.C. Todo el
mundo estará ya enterado también de lo que ha pasado
con respecto á la copa de los Infantiles, donada también
por dicho señor presidente, y que forzosamente tenía que
ganar el Sevilla F.B.C. Rogándole me dispense el espacio que
ocupo en su digno periódico, me repito suyo muy atto. y
s.s.q.b.s.m..-H. R. Jones, presidente del Sevilla Balompié…”
1

1 Transcripción exacta y literal.

Como podemos comprobar los problemas no solo existían,


sino que “se aireaban”, y nos propusimos investigar de forma
más profunda estos hechos. Más de cuatro mil personas se
congregarían en el campo del Mercantil para ver “el desafío”
en el que se pone en juego la copa a la que hace referencia el
Sr. Jones. Toda una multitud si tenemos en cuenta que aún
estamos en 1914. Ya comenzaba a ser un deporte de masas
y estos equipos encandilaban a sus respectivas aficiones. El
inicio del partido se tornó enrarecido y la fuerte rivalidad de
la que hablábamos comenzó a surgir en forma de entradas
violentas. En un encontronazo en el que están presentes los
balompedistas Carmelo Navarro y Henke, el jugador del


'EVPSW6SQIVS

Sevilla Football Club, Thompson, cae lesionado teniendo que


abandonar el campo, quedando el Sevilla con 10 jugadores
para el resto del partido. Hemos de tener en cuenta que las
normas de la época no permitían los cambios y si un jugador
se lesionaba sin poder jugar, su equipo se veía mermado y
con menos efectivos. Tras el descanso, el decano domina el
partido a pesar de ir en inferioridad numérica, destacando los
jugadores Leconte y Noriega, pero según se ha podido saber
por crónicas de la época y otras fuentes, el Balompié hace
más faltas de la cuenta y estas son durísimas. A mediados del
segundo tiempo, Carmelo Navarro, lanza un potente tiro que
el portero sevillista, Valenzuela, no puede atajar por lo que el
Balompié se pone por delante. En las postrimerías del partido
ambos jugadores protagonizarán un episodio inolvidable
que quizás hoy pueda parecer incluso cómico, pero que en
realidad, en su momento, fue un asunto muy serio. Quedando
poco tiempo para finalizar, Navarro hace una fea entrada al
portero sevillista Valenzuela que queda tendido en el suelo
doliéndose. Cuando este consigue recuperar el resuello,
persigue a Navarro con una silla en las manos por todo el
campo, que Valenzuela usa cuando su equipo ataca, cosa
habitual que los porteros se sentasen en una silla cuando
se aburrían, levantándose cuando el equipo contrario se
acercaba para cubrir el arco. Otros jugadores hicieron de
parapeto para que la silla no se estrellase contra el jugador
balompedista, lo cual no impidió que, un tercero en discordia,
Currito Illana, se abalanzase sobre Navarro tumbándole de
un golpe. A continuación el campo quedó invadido por el
público asistente, como era natural por aquellos años. Los
sevillistas no quedaron satisfechos con el señor Millar, árbitro
y socio del Balompié, por cierto, abandonando el campo.
Los balompedistas se alinean de nuevo y el árbitro da como
finalizado el encuentro.


0E'STE:MSPIXIVS]1V.SRIW

¿Quién tuvo razón?

Es probable que el club sevillista no tuviese la caballerosidad


suficiente para entregar la copa correspondiente al club rival,
por supuesto llena de champán como era costumbre de la
época, pues el partido lo perdieron a todas luces. José Luis
Gallegos Arnosa, presidente sevillista, mostró su enfado
actuando tal y como “Papa Jones” describe, pero tampoco
podemos obviar que las bajas fueron importantes. No menos
cierto, objetivamente comprobable, es que Herbert Richard
Jones, presidente balompedista, no cuenta todo lo ocurrido
en el artículo que leímos anteriormente. Sería el primero de
los muchos episodios que ocurrirían a lo largo de la Historia,
no hemos hecho más que comenzar a contarlos.

Un caso bastante significativo y desconocido que contamos


a colación del personaje, fue que Papa Jones, llegó a jugar
algunos partidos alineado con el Sevilla Football Club
a finales de 1915. Los partidos a los que nos referimos se
jugaron en la capital de España los días 31 de octubre y 1
de noviembre de 1915. El resultado fue de 9 a 1 y de 10
a 0 respectivamente, confirmando el equipo madrileño la
superioridad que mantenía debido a la precaria forma física
del equipo andaluz que dejaba mucho que desear. El equipo
en 1915 aún no estaba dotado de la ciencia que despegó en los
años siguientes con la llegada de Tornero primero y sobre todo
de Kinké después, sin desmerecer al gran equipo madridista.
Prueba de ello es que un mes después rendía visita a la capital
el Recreativo de Huelva que también salió goleado del feudo
merengue madrileño. El 23 de octubre de 1915 “El Liberal”
sevillano publicaba la relación de jugadores que componían
la expedición sevillista, en la que además del presidente
verdiblanco aparecía el “back” del Recreativo de Huelva,


'EVPSW6SQIVS

Manuel Montenegro. Esto no era algo anormal, los equipos


sevillanos recurrían y se ayudaban entre ellos cuando querían
reforzar sus respectivos teams, preferentemente cuando
jugaban contra potentes equipos foráneos. Así lo vemos
igualmente cuando Spencer y Pérez, jugadores sevillistas, se
alinean en el Betis cuando se enfrenta a un equipo de Gibraltar
en 1915. También desconocida hasta el momento, fue la fecha
en la que el ex-presidente verdiblanco –Papa Jones- abandona
Sevilla, y según hemos podido averiguar fue en la segunda
quincena del mes de septiembre de 1918, incorporándose al
ejercito ingles que luchaba en Francia durante la I Guerra
Mundial. El semanario madrileño “Madrid Sport” reseña
muy brevemente la noticia de la marcha del mítico presidente
bético.

“Mr. Herbert Richard Jones, alma del Real Betis Balompié y


notable árbitro de la región sur, ha tenido que incorporarse al
ejercito inglés que lucha en Francia. Le deseamos mucha suerte”.

Jones falleció en Streatham, (Londres), el 29 de septiembre de


1950, convirtiéndose en una figura mítica y en todo un icono
del beticismo, que en 2007 le dedicó un merecido y emotivo
homenaje en la persona de su hija Beatrice Jones.


CAPÍTULO 6
UNA NAVAJA CABRITERA
Y VEINTIDOS GOLES A CERO.

Los niños verdiblancos se autogoleaban


de rabia por lo que los sevillistas le hicieron a su club.

P
uede ser una de las mentiras supremas de entre las
grandes mentiras del fútbol sevillano. Esta parte de la
historia futbolística hispalense no se puede contar solo
como algo aislado sucedido en un partido concretamente,
como viene siendo habitual en el boca a boca popular de la
capital del Guadalquivir. Es necesario explicar el contexto,
narrar toda una concatenación de hechos que sucedieron a lo
largo de varias semanas y ni tan siquiera así, concluye con el
famoso partido de los veintidós goles, sino que continúan los
sucesos hasta varias semanas después. Es necesario contarlo
conociendo los hechos, los antecedentes y las causas. Es muy
posible que este año del que hablamos -1918- y de estas
cuestiones acontecidas, arreciase la rivalidad tan marcada
entre ambos clubes para siempre. El Sevilla FC es el equipo
a batir en esta época, debido a que ejerce la supremacía
del “football” andaluz y en los años de los que hablamos,
quizás más. El Balompié, que todavía era conocido con ese
nombre en aquella época, (también se le conocía como el/
la “Real”, aunque ya se llamaba oficialmente ‘Real Betis

'EVPSW6SQIVS

Balompié’ desde 1914), llevaba tres años sin ganar al equipo


sevillista. Es necesario tener en cuenta que en aquella época
se jugaban bastantes partidos a lo largo de un año y casi
siempre entre los mismos contendientes, por lo que tres años
sin ganar a su eterno rival suponía una carga que tocaba
a la moral y el orgullo de los jugadores balompedistas.
Como dijimos anteriormente, no eran los únicos equipos
que existían en Sevilla en aquella época, aunque sí es cierto
que eran los clubes más importantes. Los acontecimientos
sucedieron durante la competición del Campeonato de la
Copa de Andalucía y Extremadura, en su tercera edición
concretamente. El Campeonato regional era lo máximo a
lo que un equipo andaluz podía aspirar por aquellos años,
dando paso directo al ganador a disputar el Campeonato
de España. Era un torneo de gran importancia, la máxima
para los dos clubes sevillanos, sin ningún género de dudas.
El Balompié venía jugando el torneo muy bien debido a que
se reforzó con buenos jugadores, tenía una plantilla fuera de
lo normal. Como ya contamos anteriormente fue un equipo
dirigido sobre todo por militares, algo que le sirvió para
“ojear” jugadores que estaban haciendo el servicio militar
en el Sur de España e incorporarlos al equipo. Fue un año de
suerte, pues varios jugadores importantes del fútbol español
coincidieron haciendo “la mili” en Sevilla. De esta forma
observamos que el Betis contaba entre sus filas con Canda,
del Vigo Sporting, Artola, de la Real Sociedad, y Balbino, del
Fortuna de Vigo, captados de entre las tropas militares para
engrosar las filas béticas. Contaban también con el refuerzo
de un ídolo para los seguidores de su club, Barzanallana, del
Español de Cádiz, que en las siguientes temporadas continuó
jugando en su club originario. Nos relataba el semanario
Madrid-Sport de 12 de febrero de 1918:


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“La Sociedad bética ha formado un equipo con jugadores


forasteros, como Artola, Balbino, etc. En suma seis, algunos
de los cuales se rumorea que son profesionales, y uno de ellos,
el señor Balbino, del Real Club Fortuna de Vigo, ha sido
denunciado a la Federación como tal y el asunto ha pasado a
la Federación Nacional, de quien se espera el dictamen.”

Hablamos de una época donde el fútbol profesional estaba


totalmente prohibido, federativamente hablando, y debía
imperar –teóricamente- el amateurismo pero los clubes se las
arreglaban para pagar bajo cuerda a los jugadores, llegando
a llamarse comúnmente a esta práctica como “amateurismo
marrón”, conducta que repetían todos en mayor o menor
medida, aunque las acusaciones de profesionalismo se lanzaban
de un lado a otro permanentemente. El equipo sevillista contaba
con un jugador muy bueno, Juan Armet de Castellví, “Kinké”,
proveniente de Madrid donde jugó algún partido en el Madrid
FC, aunque anteriormente procedía del Español de Barcelona,
del que se sospechó siempre de su profesionalidad. Kinké llegó
a Sevilla en 1917 tocado con un sombrero de ala ancha, y tal
cual ejerció de linier en el primer partido jugado en Sevilla entre
el Madrid Football Club y el equipo sevillista, que jugó vestido
con camiseta grana y pantalón blanco en deferencia a su rival
que vestía completamente de blanco. Era costumbre de la época
–por caballerosidad- que el equipo local fuese el que cambiara de
indumentaria. La eliminatoria entre Betis y Sevilla estaba servida.
La popular guasa sevillana hace acto de presencia y los sevillistas
entonaban una copla socarrona, de las que se cantaban en la
época:

Que este año no gana


el campeonato,
ni con Artola,
ni Canda, ni Balbino.
...Serranillo.


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Eliminatoria a doble partido, cuyo primer encuentro se juega


en el campo del Mercantil sevillista, transcurriendo este como
cualquier otro partido y en la tónica de los años anteriores, sin
incidencias a destacar de ningún tipo, ganando el club sevillista
este encuentro por 3 a 2. Pero el equipo bético se sabía con
la suficiente calidad como para remontar la eliminatoria en
su campo. De hecho, como hemos comprobado, el Real Betis
Balompié llegó a invertir mucho en jugadores, realizando un
gran esfuerzo económico. Por lo tanto, la vuelta en el campo
bético sería otro cantar.

El partido de la discordia.
No hubo a lo largo de la Historia del fútbol sevillano
un partido más accidentado que este que relataremos a
continuación. Estamos ante el súmmum y en la cota más alta
de la conflictividad futbolística que nunca tuvo parangón en
la ciudad hispalense. Este encuentro jugado el 24 de febrero
de 1918 en el campo bético de la Enramadilla, estuvo cargado
de gran tensión por parte de jugadores, directivos y público
asistentes. Ese día, domingo, había Elecciones generales en
España y sabemos que acudieron pocas fuerzas de seguridad
a un partido local de esta importancia, donde debía decidirse
quién pasaría a jugar la fase final del campeonato andaluz.
El Sevilla Football Club, según sabemos, protestó porque las
medidas del campo bético -conocido como el de las tablas
verdes, debido a que estaba rodeado de vallas de ese color- y
las porterías no eran las reglamentarias, cosa que parece ser
hacía cada vez que acudía a jugar a este recinto, y no eran
aptas para la práctica del football con garantías. El único
campo en aquel momento con las medidas reglamentarias era
el Campo del Mercantil sevillista, - el de las tablas rojas- que


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contaba incluso con un vestuario, algo inédito en la época,


alojado en la caseta de feria del Círculo Mercantil sevillano.
Entender un vestuario de un campo de fútbol, tal y como lo
entendemos hoy en día, no es posible. Era un habitáculo conde
colgar el abrigo o la gabardina, ya que los jugadores acudían
vestidos de futbolistas desde sus domicilios correspondientes
y volvían igualmente vestidos de futbolistas. La gabardina
y el sombrero eran las prendas que disimulaban en la calle
el vestuario deportivo interior. Todo estaba preparado para
iniciar el gran partido.

Ambos equipos posaron aquel 24 de febrero antes de jugar


el partido. Foto Sánchez del Pando - La Unión Ilustrada
7-3-1918

Se alinearon por parte del Balompié: Portillo, Canda,


Barzanallana, Salvador, Balbino, Barragán, Puig, Carmelo,
Artola, Cabeza y León. Y por parte del Sevilla FC: Díaz,
Alcocer, Trujillo, Ismael, Ramírez, Pérez, Cruz, Kinké,
Spencer, Ramos y Escobar. En los comienzos del encuentro,
el Balompié practica un juego robusto pero de gran calidad,
adelantándose en el marcador por dos veces, haciendo gala
del poderío futbolístico que podía desplegar. Nos contaba El
Correo de Andalucía:


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“No pudiendo asistir ayer nuestro cronista deportivo


Zancadilla al campo de fútbol, confió el encargo de hacer la
crónica a un inteligente aficionado, del cual es la presente:

A poco de comenzar el partido hay una combinación del


‘Balompié’, chutando Carmelo, apuntándose
el primer ‘goal’ para su equipo.

El tanto es acogido por los realistas con grandes ovaciones.

Sacado nuevamente el balón del centro, entra en juego y en


una ‘melee’ frente a la puerta del Sevilla, un delantero azul
larga un punterazo, con tan buena suerte, que lo introduce
por segunda vez en la portería contraria.

Las palmas y vítores son atronadores.”

Pero en los comienzos del segundo tiempo comienzan a


sucederse determinados hechos tras el tercer gol bético.

“Puesto el balón en juego nuevamente, parece que los


blancos se sacuden la apatía y empiezan a desarrollar su
clásico juego de pases cortos y rápidos, logrando acorralar a
los contrarios (...) en estos momentos culminantes
un espectador se lanza contra un jugador del Sevilla,
agrediéndole cobardemente...”

Efectivamente, el Sevilla FC se mete en el partido con ánimos


de remontar y marca un gol. Cuando el jugador Pérez se
dispone a sacar de banda continuando con la inercia de
mejora de su juego, un energúmeno armado con una navaja
cabritera y un palo -según definición de la prensa- agrede al
jugador por la espalda y le hiere. Este hecho fue ratificado,
además de los periódicos y revistas de la época a las que
hacemos referencia, por la familia del jugador que dice que


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fue herido en el glúteo debido al objeto punzante. No sería el


único hecho ocurrido. Veamos qué recogen otras crónicas de
la prensa del día siguiente sobre estos hechos:

(...)Un grupo numeroso de aficionados al Balompié,


aprovechando la llegada a la valla de un equipier del Sevilla
FC, lo abofeteó villanamente, cogiendo al jugador indefenso.
Poco después, otro espectador que nos dicen es operario de la
Pirotecnia, se adelantó en el Campo con una navaja en la mano
y un palo, agrediendo al medio izquierda del equipo campeón
-Pérez-(...)
Crónica de Corane para el Noticiero sevillano.

(...)Un espectador se lanza contra un jugador del Sevilla,


agrediéndole cobarde y brutalmente en la espalda (...)
Crónica de Triquitraque en El Liberal.

Por lo que podemos leer, además del suceso donde Pérez


es protagonista, otro jugador tuvo que acudir a la Casa
de Socorro con alguna herida y otros jugadores sevillistas
fueron abofeteados conforme se acercaban a las bandas para
disputar el balón. Es necesario tener en cuenta el por qué
esto podía suceder con esta facilidad. Por un lado, como ya
hicimos referencia a ello anteriormente, no se encontraban
las fuerzas de seguridad necesarias para contener a la masa
de aficionados, que en número de dos mil asistieron para
ver ese partido. Por otro lado el público se concentraba
habitualmente de pie, justo pisando la línea de banda y de
fondo/gol ya que no existían las gradas, por lo que el público
estaba prácticamente encima de los jugadores. Se dio el
caso anteriormente, en otro partido distinto, que en un tiro


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a portería de un jugador que salió fuera, un niño apostado


junto al poste le dio con el pie metiendo dentro la pelota, no
percatándose el “referee” de ello, dando por válido el gol. Los
jugadores de ambos equipos, una vez terminado el partido,
se enzarzan en una pelea, propinándose golpes y puñetazos.
Algo que tendría consecuencias, como más adelante veremos.
Los hechos que nos ocupan, trajeron cola y algunos cronistas
de los periódicos sevillanos le reprochan al Balompié su
actitud en el partido y critican fuertemente estos sucesos,
como así vemos en una crónica de El Correo de Andalucía de
25 de febrero de 1918.

“…Bien merecen, [los béticos], una enhorabuena después de


tres años sin vencer al Sevilla, pero es lástima que la primera
vez que vencen a su poderoso rival después de tanto tiempo,
se señale en los anales futbolísticos sevillanos con el estigma
de un espectáculo indecoroso…”

En los días posteriores, los seguidores balompedistas


lanzan octavillas por la calle en contra de estos periodistas
deportivos, soliviantando más si cabe a las masas. Algunos
cronistas deben defenderse de las acusaciones lanzadas desde
el bando bético, aunque sus directivos se excusan diciendo
que nada tienen que ver con ello. No obstante el Real Betis
Balompié celebra este esperado triunfo en el Pasaje de las
Delicias, tras un largo periodo de derrotas infligidas por los
sevillistas, donde se reúnen hasta 80 comensales haciendo
discursos, a veces jocosos contra el equipo blanquirrojo, sobre
la tan esperada victoria que ya se hacía de rogar y brindando
por ello con champán. Pero los días de vino y rosas pronto
llegarían a su fin.


9REREZENEGEFVMXIVE]ZIMRXMHSWKSPIWEGIVS

La infancia entra en juego.


El campeonato debía continuar, ya que según las normas
del momento existe igualdad en cuanto a partidos ganados
por ambos y se debe jugar otro para desempatar. Tras un
sorteo, se debía celebrar el siguiente encuentro en el Campo
del Mercantil. Este se celebraría el día 10 de marzo de 1918.
Por si fuese poca la gravedad de los hechos acontecidos en el
anterior partido por parte del club vestido de azul en aquella
época, en este próximo partido no se quedarían atrás, solo
que ahora aparece otro importante personaje en escena. José
Ximénez de Sandoval, fue considerado héroe de guerra en
España, personaje que dio muerte en combate a José Martí en
Cuba, líder revolucionario al que llamaban “el apóstol”. Este
general malagueño pasó la mayor parte de su vida en Cuba y
a su vuelta fue gobernador militar de Santander y Valencia.
Fue nombrado teniente general en 1912 y arribó en Sevilla en
1915, para ocuparse de la Capitanía General de Andalucía.
Poco tenía que ver con el football en Sevilla y sus equipos
como pueden comprender. Su interés por este deporte era
mínimo, pero los directivos del Real Betis Balompié deciden
achacarle una decisión grave y esta consistiría en que no
permitiría que los jugadores béticos que realizaban el servicio
militar jugasen el partido de desempate ante el Sevilla FC.
Pero esto se debía a una razón muy particular. Sabemos que
en el partido anterior hubo tumultos, todo está comprobado
y cotejado en decenas de publicaciones, pero en uno de los
sueltos periodísticos, concretamente en el del diario El Día, de
25 de febrero de 1918 observamos un detalle que no aparece
en el resto de publicaciones consultadas. Comprobamos
cómo al final del suelto periodístico se dice:


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“…Algunos soldados de artillería condujeron a varios


jugadores a la cárcel.”

Todo ello ocurrió tras leer en el mismo que, en el tumulto,


entre los jugadores hubo agresiones físicas. Como bien
comprenderemos los soldados solo pueden arrestar a
soldados, ejerciendo como policías militares, concepto que
por aquella época no existía, y si era así el periodista no lo
usa por lo tanto implícitamente y al menos Canda y Artola,
militares de aviación, son arrestados por la jurisdicción militar
por verse envueltos en un tumulto civil. No observamos
que el suelto periodístico se refiera al público. Todo aquel
que sea militar o haya hecho el servicio militar, sabrá que
las penas militares son bastantes duras hoy en día, si como
tales se viesen envueltos en un delito de reyertas callejeras,
máxime en aquella época. Así entendemos por lo que hemos
podido comprobar, que por este tipo de falta, el arresto
probablemente no durase menos de un mes y el partido por
el que fueron “retenidos” se celebró tan solo dieciséis días
después. El partido de desempate, conocido como el del 22
a 0, fue para dilucidar quién pasaba a la siguiente fase del
Campeonato de Andalucía, hecho que tuvo que pasar por
la Federación Regional Sur, con representantes de ambos
clubes para sortear el campo en el que se jugaría y la fecha
del partido con toda probabilidad, tal y como sabemos de los
documentos de la época, y que el Real Betis Balompié sabía
a ciencia cierta qué ocurría con sus mejores jugadores y el
arresto que sufrían. Si el Real Betis Balompié ya sabía el día
del sorteo qué ocurría y sabía que sin sus mejores jugadores
y en campo rival tendría pocas posibilidades de ganar, es
lógico pensar que esperaba poder jugar en campo propio,
probablemente, para “en aguas revueltas” intentar sacar un
resultado positivo de igual manera que la anterior vez. Pero


9REREZENEGEFVMXIVE]ZIMRXMHSWKSPIWEGIVS

el sorteo no les favoreció, entrando, eso sí, en el terreno de


la conjetura muy difícilmente demostrable, pero que da pie a
pensar en ello, ya que hasta dos días antes del partido nunca
protestó, ni pidió un receso, ni se conoce ninguna otra medida
dedicada a paliar la desventaja que conoció desde el principio.
Decidieron por ello, y sin previo aviso, enviar a unos niños
a competir como forma de protesta ante dicha determinación
del general, acusando al club sevillista de usar influencias para
ganar el partido de forma ventajosa y tratando de esta manera
que los sevillistas abandonasen la competición. El día previo
al partido se vieron carteles en los aledaños y taquillas del
Campo del Mercantil en los que se informaba que el equipo
bético acudiría incompleto por este acontecimiento, pero lo
que nunca nadie se imaginaría es lo que iba a suceder, aunque
existen noticias de que la Federación andaluza sí sabía de esto
un par de días antes. Por lo que sabemos, el club sevillista
estuvo un buen rato planteándose el jugar o no el partido,
pero finalmente decidió hacerlo y tratar aquellos “infantiles”
como hombres, según se desprende de declaraciones de los
protagonistas, aunque mantuvieron la compostura en todo
momento a sabiendas de contra quien jugaban. Se alinearon
por parte del Real Betis Balompié Juristo, Zúñiga, Montano,
Juristo II, Tobi Iglesias, Arjona, Alonso Cueli, Matarredona,
Barroso, Jiménez y Cruz. Por el equipo sevillista se alinearían
Díaz, Alcocer, Trujillo, Pérez, Ramírez, Ismael, Cruz, Spencer,
Kinké, Ramos y Escobar.

Si el Sevilla Football Club no hubiese jugado el partido habría


sido descalificado automáticamente, estando el real Betis
Balompié clasificado en ese caso, algo que no podría suceder
bajo ninguna circunstancia. No obstante los jugadores


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béticos, aleccionados, “nunca fueron al balón” cosa que


hemos podido saber por otras fuentes y crónicas, por lo que
cinco de ellos fueron expulsados -para colmo- y el partido
acabó con el escandaloso resultado que todos sabemos, como
fue el 22 a 0. Analicemos las crónicas periodísticas que hablan
de este partido, en las que sorprendentemente, el problema
no era que un equipo de hombres se enfrentase a un equipo
infantil, como podríamos pensar con los parámetros éticos
actuales, sino que fue un “partido camelo” y que el público
se gastó un buen dinero de la época para ver un espectáculo
que no se produjo.

ENTRE LOS “TRES” LA MATARON.


(...) ¿Hay derecho a anunciar a los primeros equipos y
presentar a un infantil? Ayer al terminar la “farsa” se dijo
que demasiado bueno era el público. Bueno por fuerza,
porque tras pagar 1,75 y 0,75 por una entrada, aún querían
que el público se lanzase al campo para que la fuerza de la
guardia civil, que en gran número allí había, le “moliese” las
costillas a quien en uso de su perfecto derecho reclamaba el
importe de la estafa de que había sido objeto (...) Olmedo,
Madrid-Sport.

UN PARTIDO “CAMELO”. EL DECORO DEPORTIVO


POR LAS NUBES. MALAS ARTES. Y ALGO MÁS
TAMBIÉN...
(…) Mal, muy mal vemos que haya señores que por tener
afecto a determinado “club” , se apresten a determinadas
resoluciones que a nada práctico conducen y que van en


9REREZENEGEFVMXIVE]ZIMRXMHSWKSPIWEGIVS

perjuicio del público, pero peor aún, (incluso lo vemos casi


criminal), que porque los del Betis le falten dos jugadores
y les hayan jugado una mala partida, (si es cierto), sus
contrarios manden a chiquillos para que les rompan un
hueso, siendo tal el desequilibrio físico del hombre y del
niño, y que necesariamente y por azar del juego tienen que
encontrarse y chocar en la contienda(…)

Zancadilla. El Correo de Andalucía.

Como se puede comprobar, eso de que fuesen niños los


que jugaron les importaba poco. Mención especial merece
la crónica de Triquitraque publicada en el diario El Liberal
en su edición de Sevilla, titulada De Herodes a Pilatos. Los
cronistas usaban muy frecuentemente su pseudónimo, como
hemos verificado, en este caso se trata de D. Enrique Feria,
cronista de tendencia republicana que parece ser se ve obligado
en contadas ocasiones a cubrir estos eventos deportivos, tal y
como podremos comprobar. En realidad son muy pocos los
artículos que redacta sobre fútbol, sí publica bastantes sobre
toros y sobre todo de política. Su crónica no tiene desperdicio
por la locuacidad y forma en que cuenta los hechos.

“(…) Y fuimos llenos de entusiasmo a ver pelear en noble


lid, cara a cara, frente a frente, no con navajas cabriteras,
sino con las espadas caballerescas, a los dos “teams”
favoritos de la afición sevillana.

Cuando llegamos al campo del Sevilla F.C. el lleno era


completo. El encuentro de los blancos y los azules había
despertado inusitada curiosidad.


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Al llegar al campo, nos enteramos de una noticia que nos


produjo verdadera decepción: el equipo del Betis Balompié
jugaría incompleto.

Ocupamos sitio en el palco destinado a la Prensa, dispuestos


a reseñar con entera imparcialidad aquella lucha, que se
desarrollaría a la luz del sol, y donde el triunfo sería del que
lo conquistase noblemente y donde no cabían habilidades
para lograr la victoria.

En esas estábamos, cuando un amigo se nos acercó


sigilosamente y al oído nos dijo: ¿Sabe usted la ventaja que
nos ha tirado el Sevilla? ¿Sabe usted que nos han quitado
a Artola y a Conde, los dos fenómenos del balompédico?
¿Sabe usted que se ha salido con las suyas? ¡Es claro! ¡Así le
birlábamos el campeonato! ¡Eso es intolerable! ¡Es el eterno
caciquismo de los blancos...!

Sinceramente lo declaramos... el ‘mundo’ se nos vino


encima... ¿Pero dónde nos habíamos metido?

Esas reflexiones nos hacíamos cuando otro amigo se nos


acercó y en idéntico tono confidencial nos dijo: “Sabrá usted
ya lo que ha hecho el Balompié. Para no sufrir el palizón,
faltándole Artola y Conde, que por orden del capitán
general no pueden jugar mientras estén en el servicio, han
enviado al equipo infantil. Eso es una habilidad intolerable.
Deben de residenciar al equipo...”

Nuestra cabellera se erizó; los ojos se nos salieron de las


órbitas. Habíamos sufrido una gran equivocación.

¡Aquello era una ofensa para los miles de espectadores que


llenaban totalmente las localidades del campo...! Aquello
era una vergüenza.


9REREZENEGEFVMXIVE]ZIMRXMHSWKSPIWEGIVS

Había que ver la desigualdad de los equipos... Aquellos niños


con las camisetas azules nos daban la sensación de estar en la
playa sanluqueña a presencia de la colonia escolar...

Y en un ambiente hostil comenzó aquella parodia de partido,


que duró largo rato, durante el cual los del Sevilla hicieron 22
‘goals’ y los infantiles ni siquiera se apuntaron un tanto.

¿Para qué reseñar el partido? Ante la monstruosidad


del abuso cometido ayer con el público, no acertamos a
expresar nuestra indignación.

No nos atrevemos a culpar ni a unos ni a otros. Sí a todos.

Y terminamos haciendo una proposición. Ayer ingresaron


unas miles de pesetas en las taquillas del campo del Sevilla
F.C. Esas pesetas debieran ser restituidas a sus dueños... Ya
no tiene remedio. Solo hay una solución que rehabilite a
los que las cobraron: el que esas pesetas sirvan para llevar
pan a tantos hogares donde el hambre ha establecido su
criminal imperio.

Triquitraque”.

Insistimos que el problema para todos ellos fue que se


engañó al público al no ofrecer el espectáculo prometido,
no al hecho de que fuesen niños los que jugarían contra
hombres. Feria desvela la forma en que los seguidores béticos,
estratégicamente, deslizan a los periodistas la información
que necesitan que se publique. La propaganda en su estado
más puro.


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¿Niños, equipo infantil o jóvenes?


En el vox populi sevillano, pasado el tiempo, se habla de
“equipo juvenil” como aquel que se enfrentó al Sevilla Football
Club, pero en realidad el concepto a manejar es el de “equipo
infantil”. Hemos de reconocer que este tema del equipo infantil,
independientemente del tema ético o moral propio de nuestros
tiempos, puesto que en aquel momento tenía una importancia
mínima, nos ha tenido muy despistados en la investigación de
estos hechos y les explicaremos por qué. Habiendo profundizado
sobre la composición y objeto de los equipos infantiles de la
época, llegamos a la conclusión de que más bien habría que
haberlos llamado segundos equipos. No debemos confundir
esto con “equipo filial”, ya que son dos cosas completamente
distintas y lo realmente curioso es que durante esas fechas en
todos los clubes españoles, los segundos equipos, generalmente
estaban compuestos por jugadores de hasta 18 años, o rondaban
el límite de esa edad y era la media. Tengan en cuenta que en
esa época la mayoría de edad se conseguía a los 23 años. Sin
embargo podemos comprobar cómo desde el equipo verdiblanco
se aportó esta foto como la del equipo que se enfrentó al Sevilla
FC el 10 de marzo de 1918.


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En ella se puede observar a unos chicos que pueden rondar


edades de entre 13 y 17 años aproximadamente. La foto
está datada e identificada por el diario Marca en 1958, (40
años después), como la de aquel equipo infantil bético de
1918, aunque es necesario reseñar que por los alrededores
del campo no parecen que sea el Campo del Mercantil,
por lo que es probable que esa foto no corresponda a ese
partido, o al menos al campo del Enramadilla. Sin contar
con ningún dato objetivo de que esa foto pueda corresponder
con el Betis infantil de aquella época, más que el que lo diga
a posteriori el diario deportivo Marca, podemos afirmar, sin
ningún género de dudas, que el Real Betis Balompié presentó
a un equipo de similares características. Sin embargo el hecho
de jugar contra niños y ganarles por goleada no es nuevo a
esas alturas del siglo XX, y nos llama la atención que para
la prensa este hecho no fuese el tema central de las críticas
¿Por qué? Aunque no era algo habitual, sí era un hecho
que ocurría en determinadas ocasiones por aquellos años y
que ya tuvo sus precedentes tan solo cuatro años antes, por
ejemplo, en el que el Real Betis Balompié juega un partido
del Campeonato de Sevilla, enfrentándose al Athletic de
Sevilla, equipo compuesto por niños según las crónicas de
la época, a los que gana por 12-0. El año que nos ocupa,
1918, tan solo unos meses más tarde de los hechos relatados
en este capítulo, será testigo de un partido en el Campo del
Patronato bético frente al Español de Cádiz, endosándole
un 9 a 1, estando este último equipo compuesto por algunos
jugadores infantiles igualmente. Como pueden comprobar,
este tipo de partidos entre niños y jugadores con cierta
madurez no era atípico y de ahí que no entrañase sorpresa
alguna en la opinión pública. Pero no terminaría todo aquí.
El Real Betis Balompié sería fuertemente sancionado por este
episodio y su presidente será inhabilitado por esta acción por


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parte de la Federación. El Sevilla Football Club será acusado


de ejercer el poder absoluto dentro de la Federación Regional
Sur, y esto desembocaría en batallas y luchas intestinas en
su seno por alcanzar el poder, donde una serie de alianzas
hará que la Federación hubiese podido terminar por salir de
Sevilla y haber terminado por instalarse en Huelva, tras unas
rocambolescas alianzas para incordiar al fútbol sevillano y
con el Real Betis Balompié en una situación social, deportiva
y económica verdaderamente lamentable, otra vez, que casi
acaba con sus huesos en el ostracismo más absoluto.


CAPÍTULO 7
LOS COLORES DE
LOS EQUIPOS SEVILLANOS.

La camiseta del Real Betis Balompié está basada


en el blanco y el verde de la bandera de Andalucía.

S
on varios los tópicos, y por qué no decirlo, mentiras,
que circulan en Sevilla sobre el origen de los colores
de los equipos sevillanos en los que trataremos de
profundizar. No sabemos bien qué colores utilizaron aquellos
protosevillistas en 1890, tan solo tenemos referencia a través
de la prensa, que iban bien equipados y conforme a las
normas de los sportmen: “el higiénico sport”,… pero con
elegancia. En base a ello, con toda probabilidad vestirían de
blanco y esto era por diversas razones que pasamos a analizar.
Es necesario tener en cuenta que estamos hablando de los
orígenes del fútbol en España. Nuestros pioneros ya sabían
de las normas básicas del deporte porque lo conocieron
externamente, pero en cuanto a hábitos de la vestimenta no
nos encontramos en esta época, lógicamente, ningún tipo de
distribuidor de ropa deportiva en territorio nacional, como
bien puede comprenderse. No había ningún tipo de moderno
tejido sintético; el lino, la lana, la seda y el algodón eran los
materiales básicos en las prendas de vestir de la época. En
el football jugado en Inglaterra, donde llevaban ya muchos

'EVPSW6SQIVS

años de práctica y con indumentarias fabricadas al efecto,


las prendas deportivas utilizadas como uniforme ya eran
coloridas. Pero en estos inicios españoles a los que nos
referimos, la prenda usada como camiseta era la camisa de
vestir y esta era de color blanco. No era momento aún de
importar vestimenta específica de Gran Bretaña, comenzaban
a dar sus primeros pasos, no había otros equipos contra los
que jugar a priori, y jugarían con los medios existentes. Y
volvemos a recordar que eran sportmen, no podían dejar de
ser elegantes por su estatus, en una época donde se llevan los
grandes bigotes a lo borgoña, bombines, tirantes, pajaritas y
corbatas. Por ello jugarían con una camisa blanca, pantalón
del mismo color, medias negras –eran las que habían- y para
distinguirse de los equipos formados entre ellos mismos,
llevarían en el cinto un pañuelo de seda de un determinado
color cada equipo a modo de cinturón. Con la aparición
de otros clubes, los cintos de colores desaparecerían, pues
el color de las camisetas/calzonas cambiaría de un equipo a
otro. No era algo nuevo. Ya practicando el remo usaban la
indumentaria blanca en numerosas ocasiones y sabemos por
las crónicas que, en algunas regatas, el color azul del cinto era
el habitual de los remeros sevillanos. No deja de ser curioso
cómo no abandonarían, como algo implícito en la vestimenta
futbolística, las pajaritas y las corbatas, al menos para la foto
previa al partido. Elegantes sobre todo. El referee arbitraría
totalmente trajeado, incluso con el bombín encasquetado,
toda una muestra de autoridad en los lances del juego. En la
primera década del siglo XX, el Sevilla Football Club seguiría
sin cambios en cuanto a hábitos y vestimentas, a excepción
de una noticia aparecida en Mundo Deportivo, de fecha 3 de
noviembre de 1908, donde se refleja que el equipo sevillista
decide por fin encargar camisetas a Inglaterra, blancas con
franja roja concretamente. Una camiseta que a fecha de 31 de


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enero de 1909 aún no llegó, por lo que parece, ya que el Sevilla


FC aparece jugando un partido muy importante a favor de
los damnificados por el terremoto de Mesina, en los que se
les ve perfectamente vestidos de blanco. Hemos de tener en
cuenta que el Sevilla Football Club jugó hasta entonces muy
pocos partidos de cara al público, suponiendo este partido
del que hablamos toda una presentación en sociedad. Gustó
tanto esta indumentaria a todos los asistentes, que el club
decidió adoptarla definitivamente como principal, dejando
la de “franja roja”, que llegó sin duda unos meses después,
para las categorías inferiores. Descubrimos por ello, según
los documentos gráficos de la época, que la encargada en
Inglaterra, en realidad se trataba de una camiseta con once
rayas, alternando las blancas y las rojas. Diseño que usarían
en varias ocasiones a lo largo de la historia, unas veces
como principal en muy contadas temporadas, otras como
secundaria. Es muy probable que dicha camiseta proviniese
de la ciudad de Sunderland, ya que su equipo, según hemos
podido comprobar, vestía así en aquel momento y serían
enviadas por Hugo MacColl, capitán sevillista allá por 1890
que mantenía su negocio en la ciudad inglesa. No sabemos
exactamente en qué momento se diseñó el primer escudo
sevillista que adornaba la indumentaria blanca. Desde las
primeras fotos conocidas aparecen con él; entendemos que al
ser diseñado por Lafita tuvo lugar sobre 1908.

La razón por la que aparece un interés por exhibir símbolos


externos en ese momento, como el escudo y los colores, es
debido a la aparición de los rivales ante los que es necesario
distinguirse.

El escudo tenía un diseño que no desentonaba con los cánones


de la época. Tres letras, “S”, “F”, “C”, siendo las siglas de


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la Sociedad, entrelazadas en color rojo y rodeadas por un


círculo, eran bordadas en las camisas de los equipiers al lado
izquierdo. Las rayas blancas y rojas volverían a aparecer en
el nuevo y definitivo escudo diseñado en 1921 por Pablo
Rodríguez Blanco. No era casualidad.

El Balompié, del blanco al verde, pasando por el azul.


Los colores blanco y verde no responden
a ninguna bandera, ni simbolismo (...)
Todo lo que se diga contrario son fantasías.

Agonía, portero del Sevilla Balompié en sus inicios.

En opinión de José Melero Lopera en su estudio e investigación


sobre los colores del Balompié de 31 de agosto de 2011, que
en junio de 1958 el semanario “Oiga” publica una entrevista
al que fuera primer presidente y ex jugador del Sevilla
Balompié, club originario del actual Real Betis Balompié,
Juan del Castillo Ochoa, con motivo de las Bodas de Oro que
en ese año celebraba el club verdiblanco. Dicha entrevista
está plagada de una serie de errores, debido posiblemente a
una debilitada memoria de un -ya por esas fechas- anciano
ex presidente bético, el cual llega a afirmar entre otras cosas
que llegó a ocupar una segunda presidencia en 1917 y que
volvió en ese mismo año a jugar en el equipo bético, datos
erróneos pero en la actualidad felizmente subsanados y
corregidos. Pero lo que llama poderosamente la atención es
un error bastante significativo y que incomprensiblemente
se ha prolongado en el tiempo hasta llegar a nuestros días,
como es el que el veterano militar designara el azul y blanco
como los primitivos colores del equipo balompédico, algo
que como veremos más adelante, pueda deberse a un error


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de apreciación. En un principio, el Sevilla Balompié, como


ocurriera antes con el Sevilla FC y posteriormente con el
Betis FC utilizó el blanco como primer color en su camiseta,
sin que exista otro motivo más que el que era esa posiblemente
el vestuario deportivo más fácil de conseguir por esos años.
El primer documento fotográfico que se tiene de esa primera
vestimenta se obtiene gracias a uno de sus fundadores, Diego
López, el cual aporta dicha fotografía que fue publicada en
distintos periódicos sevillanos con motivo de las Bodas de Oro
del Real Betis Balompié. Muy poco debió durar el color blanco
y da la sensación que debió de ser algo provisional ya que en
1910, un año aproximadamente después de la fundación del
equipo balompédico, la revista malagueña La Unión Ilustrada,
publica una crónica de un partido entre el Sevilla Balompié y el
Betis FC el día 27 de octubre, donde aparece una fotografía de
un gran valor histórico, que muestra por primera vez al Sevilla
Balompié con la originaria camiseta a rayas verticales verdes y
blancas, las mismas que trajera desde Dumfries (Glasgow), el
onubense natural de Isla Cristina y capitán del equipo D. Manuel
Ramos Asensio, el cual cursaba sus estudios en dicha ciudad
escocesa, donde conoció el football por primera vez, y donde
el equipo del Celtic lucia los mismos colores. Este documento
demuestra que, como mínimo, en 1910 ya utilizaba el Sevilla
Balompié el verde y blanco en sus camisetas, desmintiendo
la teoría que últimamente se ha venido divulgando donde se
habla del estreno de dicha camiseta en 1912, basándose en
un artículo de ese año, en el que se anuncia un partido entre
el Sevilla Balompié y el Betis Football Club, y donde se señala
que el primero jugara de verde y el Betis Football Club de
blanco, no indicando en ningún momento que esa fuera la
primera vez que dichos clubes lucirían esos colores. El Sevilla
Balompié siguió usando dichas camisetas hasta la unificación
con el Real Betis Football Club, el 27 de diciembre de 1914,


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unión que dio lugar al actual Real Betis Balompié, estrenando


una semana después curiosamente unas nuevas camisetas que
-según algunos historiadores- también había traído desde
Escocia el capitán del equipo Ramos Asensio. La indumentaria
consistía en unas camisetas a rayas verticales negras y verdes y
pantalón blanco, aunque desde otras fuentes se apunta a que las
rayas eran negras y amarillas. En cualquier caso fue algo muy
puntual y casi anecdótico ya que solo se jugaron dos partidos
con dichas camisetas, puesto que el 5 de enero de ese 1915,
(dos días después del estreno de esa vestimenta), el Real Betis
estrena nueva indumentaria en un partido en el que se enfrenta
al Sevilla Football Club en un match en el que se disputaba
una copa donada por la “Sociedad Artística Sevillana”. La
nueva vestimenta consistía en una camiseta sin rayas, y de
un verde algo más oscuro que el anteriormente usado, que la
prensa denominó “verde botella” y pantalón blanco. Verde y
blanco, blanco y verde. El equipo bético por tanto seguía fiel
a sus originarios colores, los que el capitán del equipo Ramos
Asensio había exportado tiempo atrás desde tierras escocesas.
Y se siguieron produciendo enfrentamientos entre béticos y
sevillistas, acrecentándose aún más si cabe la rivalidad entre
ambos equipos. Así, el 7 de febrero en el campo del Sevilla FC
se disputo un partido entre ambos clubes, eliminatorio para
un torneo a disputar en San Fernando, con una copa en juego
donada por el Duque de Santo Mauro. El partido fue muy duro
y disputado ganándolo finalmente el equipo sevillista por un
apretado 4 a 3, causando gran alegría entre los “merengues”,
(así se les llamaba a los sevillistas en aquellos años como hemos
visto), y la lógica decepción entre los “pepinos”, que era como
se denominaba a los verdiblancos.

Tal fue la alegría que despertó la posibilidad de disputar


dicha copa en tierras gaditanas, que tanto jugadores como


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directivos y algunos socios del club blanco organizaron un


banquete en un céntrico restaurante donde -y según reflejaba
El Correo de Andalucía al día siguiente:

“…el menú fue excelente y la animación grandísima y


durante el banquete se hacían comentarios sobre el partido,
chistes muy oportunos y de vez en cuando un pepinillo
volaba por la mesa...”

Evidentemente el “pepinillo” hacía alusión a los jugadores


béticos debido al color de sus camisetas.

En 1917 se iba producir uno de esos episodios de rivalidad cainita


tan frecuentes entre los dos clubes sevillanos. El hecho ocurrió
el 6 de enero y en un choque entre el Sevilla Football Club y
el Football Club Malagueño, correspondiente a la semifinal del
Campeonato de Andalucía, en el que el equipo blanco ganó 3
a 1 y se clasificó para la final del campeonato que días después
conseguiría adjudicarse por primera vez en su historia. Los
hechos ocurrieron una vez comenzado el partido cuando los
aficionados sevillistas que llenaron el campo del Mercantil, se
quedaron enormemente sorprendidos cuando desde una zona
del campo, y en el paroxismo de la rivalidad, se comenzó a
pitar y abuchear al equipo blanco cada vez que tocaba el balón,
aplaudiendo y vitoreando al conjunto malagueño cuando la
pelota le llegaba a estos. Esto, lógicamente, provocó un gran
enfado entre los aficionados sevillistas, sobre todo a uno de
ellos, el cual escribió una carta publicada dos días después en
El Correo de Andalucía, y que bajo el significativo título de “La
idiosincrasia de un pueblo”, cargaba contra estos aficionados
béticos a los que les echaba en cara esa actitud tan poco elegante
y que se debía, decía este aficionado, a la envidia que se le tenía al
Sevilla Football Club, reprochándoles que esa envidia “agresiva
no escondiera su verde cara...”


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Nos encontrábamos en 1917, solo quedaba un año para que


se celebrara la histórica Asamblea de Ronda donde se habría
de designar los símbolos y colores representativos de nuestra
región y el Real Betis Balompié, desde prácticamente su
fundación, seguía luciendo el verde y blanco en su vestimenta,
a sus seguidores se les llamaba “pepinos” y en definitiva y
como hemos podido comprobar, eran esos los colores que
siempre se asociaba tanto al club como a sus aficionados, los
colores representativos de la entidad bética. El 28 de enero de
1917 se disputó un partido del Campeonato de Sevilla en el
campo del Mercantil, feudo que el Sevilla Football Club tenía
en alquiler y lugar donde se disputaban los partidos oficiales,
(campeonato local y regional), por ser el único campo vallado
y con las medidas reglamentarias que existía en nuestra
región (esto ocurrió hasta la temporada 1917-1918). Dicho
partido lo disputaron el Real Betis y el Español de Sevilla,
ganando los verdiblancos al modesto equipo españolista por
4 goals a 0. Pero lo que llamó la atención de periodistas y
aficionados que presenciaron el choque fue la indumentaria
con la que salto al terreno de juego el Real Betis Balompié,
una vestimenta que consistía en camiseta azul y calzonas
blancas. El cronista del diario El Liberal, que no era otro
que el presidente sevillista Paco Alba que solía firmar sus
crónicas con el seudónimo de “Inside Rigth”, bastante
sorprendido por cierto, afirmaba sobre dichas camisetas
que debían de ser “los nuevos colores del equipo Real”.
Unas declaraciones a tener en cuenta sobre todo por quien
las dice, el presidente blanco que antes de serlo fue jugador
del equipo sevillista, y estuvo presente en los primeros
enfrentamientos entre sevillistas y balompédicos, siendo
testigo directo solo unos años antes de los primeros pasos
dados por el equipo verdiblanco. Este documento, junto al
resto de crónicas de ese partido donde se habla del estreno


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de esas camisetas, en contraposición con las declaraciones


efectuadas en 1918 por el primer tesorero verdiblanco D.
Juan del Castillo Ochoa y de las que hablamos al principio.
Existe una teoría sobre el origen de estas camisetas que habla
sobre la posibilidad de que fueran de color azul (azul-Prusia
lo definió la prensa), debido a ser este el color del cuerpo de
artillería, al que pertenecían algunos de los fundadores del
Sevilla Balompié, militares la mayoría como es bien sabido.
Un dato que refuerza esta teoría es el hecho de que muchos
de estos pioneros en ese mismo año, y según sabemos por la
prensa, volvieron de sus respectivos destinos militares para
incorporarse al club, enfrentándose incluso en un partido
amistoso celebrado el día 30 de diciembre de 1917 al primer
equipo bético que vistió la recién estrenada camiseta azul,
vistiendo el “antiguo Balompié”, (así se le llamó desde la
prensa), con la que era en ese tiempo la equipación del
segundo equipo, esto es camiseta y calzonas blancas. Unos
meses después el Correo de Andalucía daba una noticia,
suponemos bastante esperada por sus dirigentes y socios.
Concretamente fue el 6 de octubre cuando se anunciaba
que por fin el club conseguiría de alguna manera cercar
su campo con una valla de madera. Este hecho supuso un
paso importante en el crecimiento del club, ya que desde ese
momento la mayoría de sus seguidores pagaban por ver a
su equipo, y así se pudo adquirir a grandes y reconocidos
jugadores; desde los defensas Barzanallana y Canda, hasta
los internacionales Balbino y Artola, para los que hubo
incluso que echar mano de las influencias militares de las
que gozaba el club verdiblanco, como en el caso del vasco
Artola que realizaba el servicio militar en la capital de
España, donde llegó a debutar en el mismísimo Real Madrid
(semanario Madrid Sport 1 de marzo 1917) y fue trasladado
a un cuartel de nuestra ciudad.


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A todos estos jugadores lógicamente había que pagarles, ya


que, aunque el profesionalismo aún no estaba legalizado, el
“amateurismo marrón” o profesionalismo encubierto era
algo que estaba a la orden del día y muy extendido en el
fútbol español, y todos, absolutamente todos los clubs en
mayor o menor medida hacía uso de él. El club bético, como
antes hiciera el Sevilla Football Club con las míticas “tablas
rojas”, pintó las referidas vallas de madera que circundaban
su nuevo campo con -y como no podía ser de otra forma- los
colores representativos de la entidad, llamándose el nuevo
campo de la “Enramadilla”, popularmente conocido como
el campo de las “tablas verdes”. Y, efectivamente, según
hemos podido comprobar por las diferentes crónicas de los
partidos que disputo el equipo bético, se siguieron utilizando
estas nuevas camisetas en el año 1918, como ocurrió el 24 de
febrero en el partido local más escandaloso de la historia del
fútbol sevillano, del que hablamos en anteriores capítulos.

También en todos los partidos que tenemos recogidos al


año siguiente, en 1919, aparece el equipo bético con dichas
camisetas azules, como reflejaba El Correo de Andalucía, con
fecha 12 de diciembre de dicho año. Resulta difícil datar la
fecha exacta en la que el conjunto bético volvió a utilizar su
originaria y representativa vestimenta verde y blanca, aunque
por los datos que tenemos, la primera fotografía que hemos
podido localizar es la publicada en el semanario madrileño
Madrid Sport, de 15 de julio, en la que se cita al equipo
verdiblanco que disputó el Campeonato de Sevilla de ese año,
aunque es posible que en ese 1920 y durante un tiempo se
compaginaran ambas indumentarias. Por último, argumentar
que los colores del Real Betis Balompié no tienen vinculación
alguna con aquella Asamblea de Ronda en la que el padre de
la patria andaluza, Blas Infante, designó el verde y blanco


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como los colores de la bandera andaluza, Parafraseando lo


que D. José Fernández Zúñiga “Agonía” dijo años después,
alguien que, al contrario que Andrés Aranda, no entró
a formar parte del club en 1921, sino que fue uno de sus
fundadores y que volvió en 1917, para arrimar el hombro en
unos años dificilísimos para la entidad. El Sevilla Balompié
no usó prácticamente nunca un escudo conocido, no se
habla de él en ninguna crónica y no aparece en ninguna foto
antigua de la época hasta casi al final de la denominación
como Sevilla Balompié a finales de 1913, en el que aparece
un escudo verdiblanco en un membrete de la entidad. No
sería hasta la aparición del Real Betis Football Club en 1914
y con su fusión cuando el equipo bético comenzaría a usar un
escudo reconocible en las camisetas.

Merengues Vs. Pepinos; Palanganas Vs. Creaturas.


Ser colchonero, merengue, culé, verderón, periquito,
submarino amarillo, boquerón, choquero, león, etc, no
tiene nada de especial, supone algo divertido y es así como
se conoce a las aficiones de los distintos equipos. Pero hay
muchas anécdotas y datos que no estarían de más conocer. Tal
y como se desprende de algunas crónicas, los componentes del
equipo decano la ciudad fueron conocidos durante un largo
periodo de tiempo como los “merengues”. Hay datos muy
antiguos que se remontan a la primera del siglo XX donde
ya podemos encontrar dicho apodo referido al club sevillista
por ese nombre. Concretamente la primera referencia que
encontramos corresponde a Madrid Sport de 1918.

Kinké marcó el primer tanto y Spencer el segundo, a éste


fuerónsele infinidad de balones, tanto por alto como por los
lados.


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En lo Real Betis, vimos un equipo endeble aunque sin


“profesionales” como el pasado año.

En el Sevilla jugaron Canda y Artola que lo fueron del Real


Betis. Avilés del Español, Rey del Sporting, y León el gran
extremos izquierda de “los reales”, que se han pasado al
Sevilla a pesar de su odio a los merengues.

En el Real Betis vi a Ramoncito que el pasado año estuvo en


el Recreativo y también en el Sevilla.

Y aquí terminó el sainete.

Y así seguimos encontrando sueltos periodísticos que hablan


de los merengues hasta finales de los años cincuenta, donde
dicho término comienza a ser atribuido casi en exclusiva al
Real Madrid Club de Fútbol. Coincide con un momento en
el que el Sevilla Club de Fútbol cambiaría desde principios
de los años 60 y durante décadas, sus medias, que pasarían
a ser blancas en vez de negras. Como dato curioso decir que
el Sevilla Club de Fútbol hasta la fecha de esta publicación,
jamás ganó nada con ese nombre y vistiendo medias blancas,
valga el dato por muy supersticioso que pueda llegar a parecer.
El término “merengue” iría desapareciendo paulatinamente
del argot sevillista a favor del equipo madridista, como
hemos comentado, y será ya en torno a mediados de los
años 70 cuando, con estas cosas del moderno marketing que
comienzan a dar sus primeros pasos. La marca Adidas que
vestía al Sevilla Club de Fútbol por aquella época, inserta en
la vestimenta, hasta ese momento de blanco impoluto, unas
finas líneas rojas en el cuello y la bocamanga, recordando a los
eternos rivales las antiguas palanganas blancas de porcelana
con el filo en rojo. Será por ello que a los componentes del
equipo sevillista comiencen a ser conocidos popularmente


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como “Palanganas”, si bien otras versiones (béticas sin duda)


hablan que el estadio sevillista visto desde el aire parece una
palangana igualmente, en contrapartida probablemente a
que el sevillismo decía de su estadio que parecía una “caja
de herramientas”. Esto es lo que se ha dado en llamar “guasa
sevillana”. Sea como fuere el origen del apodo, este no
aparece antes de mediados los años 70 del pasado siglo tal y
como hemos señalado y según hemos investigado.

Pero lo verdaderamente curioso no es que una afición le


ponga un apodo más o menos hiriente a la rival, lo que es
sorprendente es que sea un presidente el que tilde a su propia
afición para la posteridad, probablemente sin quererlo, con
algún apodo.

Y eso fue lo que ocurrió con los que hasta ese momento eran
conocidos como “verderones” hasta finales de los años 90,
cuando Manuel Ruiz de Lopera, presidente del Real Betis
Balompié se harta de escuchar a los pocos críticos propios
con la situación del equipo en la tabla clasificatoria, y espeta
en un programa de radio nacional:

“Esas criaturas que antes comían “arcatufas” por la


[Avenida de la] Palmera y que se han acostumbrado ahora a
comer jamón de pata negra…”

Quería decir D. Manuel, que antes de llegar él, tanto el equipo


como el club no funcionaban tan bien; que el conformismo
reinaba entre el beticismo (de ahí el símil de la palabra
arcatufa por la que es conocida en Sevilla a la chufa) y que
en su mandato el equipo estaba dando muy buen resultado
(obsérvese el símil con el jamón de pata negra) aunque esa
temporada no fuese tanto del agrado del beticismo.


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La afición sevillista no desaprovechó la oportunidad para tildar


a la afición bética como de “criaturitas” o de “creaturitas”,
ya que ambas acepciones son igualmente válidas para la
Real Academia de la Lengua. Son igualmente esas cosas tan
hispalenses como es la “guasa sevillana”, tal y como hemos
comentado anteriormente.

Los “ex verderones” pasaron a partir de ese momento a ser


“creaturitas” para gozo “palangana”, apodos que gusta poco
a sus respectivas parroquias, pero esto es Sevilla y las cosas
son así para su gente, una idiosincrasia muy particular.


CAPÍTULO 8
DE MOJAMAS, BOFETADAS
Y SILLETAZOS.

La persecución por parte sevillista hacia el Betis.


El robo del sello de la Federación.

L
os años 20 transcurrirían consolidando a las principales
sociedades futbolísticas sevillanas. El fútbol ya comía
terreno, incluso sobrepasaba al principal espectáculo
hasta ese momento como eran las corridas de toros. Los
estadios de los principales equipos sevillanos sufrieron
numerosas remodelaciones debido al incremento de público
para ver los partidos, y los jugadores más emblemáticos salían
del estadio a hombros en loor de multitudes cuando marcaban
goles de antología, como si de una faena taurina se tratase.
Muchos aún trasladaban las costumbres de un espectáculo
a otro, los pasodobles, los olés, y los silencios. La Sevilla
dual seguía fiel a su rito ancestral de posicionarse ante unos
u otros. Esperanza Macarena frente a Esperanza de Triana,
Joselito frente a Belmonte. A Sevilla tan solo le faltaban dos
elementos que compitiesen y fuesen contrincantes de verdad,
como el Sevilla Football Club y el Real Betis Balompié. Todo
se vivió siempre así en la ciudad del Guadalquivir y como algo
intrínseco al sevillano, y a partir de este momento mucho más.
El Sevilla Football Club ganaría la mayoría de los campeonatos

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regionales puestos en juego, siendo los mismos la forma de


competición conocida en aquella época, que desembocaba en
el Campeonato de España, reservado en su conjunto para los
campeones regionales de las distintas federaciones locales y en
otras incluso para el subcampeón igualmente. A mediados de
los años 20, al equipo sevillista se le conocía todo el país como
“el eterno Campeón de Andalucía”.

[Spencer] Pertenecía al Sevilla F.C. desde los comienzos de


su actuación deportiva, habiendo contribuido eficazmente a
los triunfos del eterno campeón de Andalucía.

La Libertad 16 de marzo de 1926.

No haríamos justicia si no dijésemos que el eterno subcampeón


casi siempre fue el Real Betis Balompié, título nada desdeñable
teniendo en cuenta que ya por aquellos años participaban
equipos de toda Andalucía, y que le proporcionó -a través
de sus subcampeonatos- la participación en algún que otro
Campeonato de España.

Este monopolio del fútbol sevillano causaría recelos en otros


clubes andaluces, especialmente en el Real Club Recreativo
de Huelva, que aspiraba desde los inicios del pasado siglo
XX a ser faro y guía del fútbol andaluz, pretendiendo liderar
y encabezar la Federación Regional Sur, pero la mayoría de
equipos sevillanos preponderantes le privó de tal privilegio y
ello fue debido a la fijación de la Federación Regional Sur en
Sevilla y al establecimiento de uno de los campos sevillanos
como sede fija para disputar los campeonatos, y esto era
debido a que los equipos sevillanos eran apedreados, inclusive
desde el mismísimo campo onubense, por lo que se decidió
así en previsión de ocurriera alguna desgracia.


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De “Kinké” –admirable chutador- vamos a transcribir una


anécdota: En la temporada 19-20 se vio en un aprieto, en
Huelva, yendo a contender con el onubense Recreativo,
teniendo que salir del campo, sin jugar, entre los guardias
civiles para que no le agredieran. El hecho fue porque dos
equipistas del Recreativo estaban de soldados en Sevilla y no
obtuvieron permiso para ir al “match” lo que se atribuyó a
manejos del Club de “Kinké”, sobre el que iba a descargar
tal tormenta, que uno del Recreativo paseó por Huelva un
grueso bastón claro, en el que había escrito con tinta china:
“Este bastón se va a romper en la cabeza de kinké”, lo que
fue un gran éxito de interpretación general…

Diario La Libertad, noviembre de 1923.

Eran momentos en los que la mal llamada “escuela sevillana”


estaba en su auge, el Sevilla Football Club deslumbraba a la
prensa nacional.

El Sevilla realizó una primera


parte (sobre todo en los comienzos de ésta) en la forma
fortunada de una exhibición. El juego, que podríamos
llamar académico, refulgente, sorprendente por la rapidez,
armonioso en sus combinaciones, ligero y primoroso de
la escuela sevillista, se aplaudió constantemente. Las alas,
sobre todo Roldán, se distinguieron bastante más que los
interiores—mejor León que Kinké—- y se sostuvo en un
buen plano Rey, como Ocaña en el centro de los medios, si
bien delante de él no había enemigo.
El portero, él jovencito Izaguirre, resistió soberbiamente la
presión madridista de la segunda parte y recibió ovaciones
cerradas y dedicadas “ixprofeso”.

La voz, 5 de abril de 1956.


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El estadio sevillista sufriría distintas remodelaciones para


poder albergar a la creciente afición tal y como hemos
comentado. Contaría a mediados de los años 20 con un
vestuario con ducha, una caseta para el guarda, un habitáculo
para reuniones para la directiva y un botiquín que regiría José
Manuel Puelles de los Santos, médico y directivo del Sevilla
Football Club del que hablaremos en sucesivos capítulos.

Alarcón de la Lastra, un presidente “muy particular”.


Los trabajos van realizándose poco a poco conforme la
Sociedad va obteniendo ingresos, según podemos deducir de
las actas de las reuniones de la Junta directiva estudiadas y
que el Sevilla Football Club conserva en sus dependencias.
La rivalidad continuó siendo enconada hasta el punto en que
se sucedieron episodios de gran virulencia. En 1922 Manuel
Zapata, directivo desde la oficialización del club en 1905,
y secretario en ese momento, escribiría a su amigo Ismael
Rubio:

“…No quiero contarte la de cosas que han pasado, pues


necesitaría mucho papel, pero resumiendo te diré que Carlos
Alarcón me agredió cobardemente por la espalda en nuestro
campo, que yo le di 48 bofetadas y que me lo hubiera
comido si no nos separan...” 1

Carlos Alarcón de la Lastra era directivo del Real Betis


Balompié durante aquellos años y llegó a ser igualmente
presidente verdiblanco y de la Federación Regional Sur. Estos
hechos sobrepasaban con creces la rivalidad deportiva que

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debía dirimirse en el terreno de juego, el football y el balompié


son dos concepciones completamente distintas de entender
el deporte en la ciudad y cualquier hecho, por ridículo que
parezca, es imputado automáticamente y por defecto al rival.

José Melero Lopera nos cuenta en un artículo publicado


en 2011, que en el mes de junio de 1921 se celebró en
Sevilla la asamblea anual de la Federación Regional Sur
de fútbol en la que se constituyó la nueva junta directiva
en la que correspondía ocupar el cargo de presidente a un
representante del Real Betis Balompié, como anteriormente
había ocurrido con el Recreativo de Huelva y el Sevilla FC.
Dicho representante fue precisamente el presidente bético
Carlos Alarcón de la Lastra, en una asamblea, dicho sea de
paso bastante convulsa, en la que se formó la siguiente junta
directiva:

Presidencia: Carlos Alarcón de la Lastra ( R. Betis)


Secretaría: Juan Otero (Sevilla FC)
Tesorería: José Pérez Pernil (R. Huelva)
Vocalías: Julio Iriso (R. Betis),Gregorio Navarro (R.
Huelva),Rafael Peña (Nacional FC)
Representante de Prensa: Gil Gómez Bajuelo (R. Betis)

Los escándalos no tardarían en llegar y no solo por que


se designó como representante de la prensa a Gil Gómez
Bajuelo quien hacia escasamente un mes había relevado en
la presidencia verdiblanca a Carlos Alarcón de la Lastra,
ni porque a los pocos días de tomar posesión del cargo, en
una asamblea de la Federación Española, se intentó sin éxito
anular el campeonato de Andalucía anteriormente celebrado
y ganado justamente por el Sevilla FC, sino porque en esa
misma asamblea se había decidido que debido, al cada


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vez más frecuente abandono que hacían algunos clubs en


los campeonatos regionales cuando se veían sin ninguna
posibilidad de ganarlo, y por tanto de jugar el campeonato
de España, se había decidido que dichos clubs no podrían
tener representantes en las directivas de dichas federaciones
regionales, algo que ocurría en el caso de la recién constituida
Federación andaluza, donde no hubo representante del
Español de Cádiz, pero sí del Recreativo, pese a que ambos
se habían retirado en plena competición alegando problemas
económicos. Por lo tanto, según la prensa de la época, la
mencionada junta directiva que se había formado con la
única intención de arrebatar el cetro futbolístico andaluz al
cada vez más poderoso Sevilla FC, era totalmente ilegal, como
reflejó el periódico deportivo catalán El Mundo Deportivo
con fecha 30 de junio de 1921.

La prensa se quejaba de que los acuerdos que se tomaban


en la nueva junta directiva no eran notificados a ésta por el
representante de los periodistas y ex presidente bético Gil
Gómez Bajuelo, como llegó a reconocer el propio periodista,
bajo el seudónimo de “Dribling”, en el diario La Unión a
principios del mes de noviembre.

También se hacía eco la prensa de que pese a haberse


acordado en junta directiva que el partido benéfico que solía
jugarse a principio de temporada, y que debía de enfrentar al
campeón Sevilla Football Club contra una selección formada
por jugadores del resto de clubes de la región (como se venía
haciendo con gran éxito en otras regiones como la catalana)
se decidiera a última hora que se debía de sortear que equipos
deberían enfrentarse, tocándole en suerte disputarse un
partido entre el Real Betis y el recién ascendido Nacional FC,
choque que resultó ser un fracaso en lo económico debido a


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la poca asistencia de público. Para justificar de alguna manera


esta decisión, Gómez Bajuelo, nuevamente desde las páginas
del diario La Unión, esgrimió que el disputar el primer partido
acordado suponía reconocer una superioridad del Sevilla FC
que desvirtuaba y quitaba fuerza moral al campeonato que
estaba a punto de comenzar, además, añadía el ex presidente
bético, que en absoluto existía una persecución hacia el
Sevilla Football Club.

Comenzó el Campeonato de Andalucía y lo hizo con sorpresa


puesto que contra todo pronóstico el Real Betis se impuso al
vigente campeón Sevilla FC por 3 goals a 1 en el campo del
Patronato, en un choque en el que los balompédicos solían
emplearse con una dureza inusual. Pero el ardor con el que
se solía emplear el equipo bético cuando se veía las caras
con el Sevilla Football Club no lo era tanto que cuando lo
hacía con el resto de rivales, así, en su partido contra el recién
ascendido Nacional Football Club, no pudo pasar del empate
a uno frente a un modesto equipo el nacionalista que había
sucumbido estrepitosamente con el equipo sevillista en esa
temporada por un claro tanteador de 10 a 0.

Y lo que no se pudo ganar en el campo se quiso conseguir fuera


de él, ya que el equipo bético reclamó los puntos alegando
que varios jugadores nacionalistas no estaban federados. Y
sorpresivamente y de nuevo con la ayuda de los federativos
del Recreativo de Huelva que ilegalmente ocupaban distintos
cargos en la Federación, se votó que hasta que la Federación
Española decidiera esos puntos en litigio quedarían en
posesión del equipo verdiblanco.

La Federación Española se reunió a mediados de diciembre


de 1921 y decidió darle la razón al Nacional FC, devolviendo


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los carnets de los jugadores debidamente firmados. Pero y


pese al escándalo, la Federación Regional Sur se reunió y
obvió la orden dada por la Federación Española, alargando
el asunto deliberadamente con la clara intención de esperar
a que el campeonato finalizase y adjudicarse definitivamente
los puntos en juego.

Y llegó el final del Campeonato y efectivamente llegaron


empatados a puntos sevillistas y béticos, planeando la
Federación andaluza, de nuevo con el apoyo de los directivos
recreativistas, una encerrona en toda regla al Sevilla FC, puesto
que se organizó un partido de desempate en una ciudad como
Huelva donde ya se habían producido gravísimos incidentes
anteriormente con la visita del equipo blanco, debido a la
gran rivalidad existentes entre ambos equipos. Pero no solo
debía de temer esto el equipo sevillista, sino que para arbitrar
el partido se designó al ex-jugador onubense Antonio Mata
y el equipo balompédico se reforzó con un jugador del
Español de Madrid (Sacristán) y otro del Recreativo, para lo
cual amañó con antelación las fichas de estos dos futbolistas
ya que el plazo para incorporar a nuevos futbolistas había
caducado y el madrileño, además, ya había participado en el
campeonato de su región.

Como diría el ex-seleccionador nacional Luis Aragonés: ”por


lo civil o por lo criminal...”

Aunque el “match” fue anunciado en la prensa, con alineación


bética incluida, el partido nunca llegó a disputarse ya que
la nueva federación invalidó los puntos que indebidamente
se le adjudicó al Real Betis, con la mediación del presidente
del comité de la Real Federación Española de Fútbol, David
Hormaechea, que tuvo que desplazarse a nuestra ciudad.


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Todas estas decisiones que tomaba la Federación Regional


Sur y que las solía llevar a cabo con el apoyo y los votos
de los asambleístas onubenses, que recordemos estaban
inhabilitados por la Nacional, se pudieron realizar debido al
robo de un sello que debía de estar a cargo del secretario de
la federación y representante del Sevilla FC Juan Otero, y
con el que se convocaba a los representantes del Recreativo
de Huelva, hecho éste que fue denunciado por los clubs de
primera y segunda categoría de Sevilla y Cádiz.

Fue tal es escándalo que originó este asunto, que se convirtió


en la comidilla de la España futbolística, conociéndose según
nos cuenta el historiador Nicolás Salas, en su libro “La Sevilla
en tiempos de Joselito y Belmonte”, como “El caso del robo
del sello”.

Y por último fue acordado poner a buen recaudo el sello


de la Federación del que hacía uso un señor completamente
ajeno a esta entidad, y que se permitió citar a junta a los
federativos de Huelva hace varios días, poniendo su firma.

Pero la traca final que es sin duda este pasaje de la Historia


del fútbol sevillano, la encontramos en las páginas del diario
La Unión, donde solía escribir el ex presidente bético Gil
Gómez Bajuelo. En dicho diario se recordó unos hechos
ocurridos dos años antes. En febrero de 1920 se disputó un
triangular entre el Real Betis, el Sevilla FC y el Recreativo
de Huelva, organizado por el primero de los clubs, con una
copa donada por el rey Alfonso XIII y cuya recaudación iba
a ir destinada a la Cruz Roja. El único partido que se disputó
fue entre béticos y sevillistas ya que el Recreativo decidió no
participar alegando la cercanía a la que se encontraba del
Campeonato de Andalucía. El “match” se jugó en el campo
del organizador, el Real Betis, y terminó con victoria sevillista


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por 2 a 3, siendo un enfrentamientos cargado de incidentes


debido al escandaloso arbitraje del ex jugador verdiblanco
Llinat, el cual, y de común acuerdo entre ambas directivas,
hubo de ser sustituido durante el encuentro por sus más que
polémicas decisiones.

Pasados unos días el prestigioso periodista de El Correo


de Andalucía, Antonio Cantos “Zancadilla”, solicitó que
se hiciera pública la recaudación del encuentro, sabedor
de la situación económica por la que atravesaba el equipo
balompédico, el cual por esas fechas estuvo al borde de la
disolución. Dicha solicitud tuvo respuesta en una carta del
presidente del Real Betis Balompié, Carlos Alarcón de la
Lastra, publicada en el mismo periódico en la que, bastante
molesto lógicamente, afirmaba que los beneficios de esa
recaudación serian entregados a la Junta de Damas de la Cruz
Roja Española y que no había ningún motivo para dudar. Dos
años después, el diario La Unión, recordaba ese partido y la
promesa del presidente verdiblanco de presentar las cuentas
de aquel partido benéfico.
Por último, y ya es hora de que se sepa, ¿cuándo se
presentarán las cuentas de un partido celebrado en Sevilla
hace un año o más, en beneficio de la Cruz Roja?
Basta ya de pases cortos, apréstense las defensas. Guárdese
bien la puerta. En guardia... que vamos a chutar.

Pasado un tiempo volvería a ser El Correo de Andalucía el que


publicara una ”carta al director” del presidente bético Carlos
Alarcón de la Lastra, en respuesta a una entrevista realiza
días antes a un directivo sevillista en la que se le acusaba de
los desmanes cometidos bajo su mandato presidencial. Lejos
de defenderse, se limitó a culpar a otro ex-presidente bético y
vocal de esa misma junta directiva de la Federación, Julio Iriso,


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de ser la persona que “secuestró” el sello federativo e hizo un


uso ilegitimo del mismo. Gracias a esta carta sabemos que el
máximo dirigente de la Federación Sur, no llegó a terminar su
mandato si no que se vio obligado a dimitir debido a la gran
cantidad de escándalos que se protagonizaron durante su
mandato, un dato totalmente inédito hasta hoy. Terminaba
la carta recordando lo mucho y bueno que había realizado
en esos años por el Real Betis en particular y por el fútbol
andaluz en general.

La prepotencia sevillista.
Más adelante, a comienzos de 1923, en un partido celebrado
en el campo sevillista de la Avenida de la Reina Victoria, se
celebraba uno de tantos partidos domésticos de la época
entre los eternos rivales. El dominio futbolístico sevillista era
total en aquel momento y los jugadores blanquirrojos salían
al campo completamente confiados, hasta tal punto que
hacían apuestas entre ellos sobre la goleada que le caería al
equipo verdiblanco, algo que venía ocurriendo en anteriores
partidos. Pero no les resultaría tan fácil a la postre, de hecho
no conseguirían ni tan siquiera ganar. Será uno de esos casos
por el que el equipo blanquirrojo será tildado en el futuro
como de “prepotente”. Pero dejemos que sea el propio
Pepe Brand, jugador sevillista que vivió directamente aquel
encuentro, el que nos lo cuente desde su diario:

“Rentería, sufrió ayer las consecuencias de nuestras


confianzas y desaciertos, era tanta la confianza de mis
compañeros en nuestro fácil triunfo, que uno de ellos,
León, se permitió apostar con su amigos en una diferencia
de cinco tantos que lejos estaba de él de imaginarse como
se iba a desarrollar el encuentro.


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El entusiasmo bético pudo en casi todo el encuentro con


nuestra ciencia y superioridad, los ases nuestros entre los
que me hallo, no acertaban a hacer nada derecho y fue
Sedeño en la defensa, y Ferreras en los medios y Escobar
en el ataque los más acertados por modestos.

Marcó el Betis a poco de comenzar el encuentro, quizás en


su primer cuarto de hora, fue un gran chut de Rodríguez a
bastante distancia que entró como una exhalación, Avilés
nada puede hacer por ella a pesar de que para Kinké era
parable el chut, nuestros defensas y Ocaña que eran los que
cubrían la jugada fueron despistados por la picardía del
jugador bético que los engañó como a unos chinos, pedía la
pelota, para que se centrara marcarlo él, tanto con una cara
de perdonavidas, que daba idea de lo confiado que estaban
en nuestra victoria yo le llamé al orden, sobre que había
que tomar en serio la cosa, y entonces empezamos a dar de
cabeza, los béticos chillaban como desesperados animando a
sus jugadores y metiéndose con nosotros

Portillo empezó a parar cuanto llegaba a su puerta cuando


llegó el primer tiempo y estábamos de cabeza y ya un poco
descompuestos, porque la cosa se había torcido más de la
cuenta, tanto es así que en el segundo tiempo nuestro ataque
al campo bético no daba sensación de peligro y cuando ya
desesperábamos de lograr siquiera el empate que nos hiciera
campeones, en un acoso del Sevilla a Portillo despeja la
pelota, que es recogida por Llinat, que avanza con ella, yo
que he visto y calculo la jugada desde mi extremo me cruzo y
logro escamotear la pelota a Llinat, éste sorprendido intenta
recuperarla pero yo en la huida con la pelota y casi desde
medio campo y de bolea lanzo la pelota hacia el gol, Portillo
que ve venir el peligro duda en hacer la salida y cortar la


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jugada que era lo indicado, y cuando la pelota cae su bote se


ve que va a caer dentro de la portería , los delanteros míos se
han dado cuenta que se ha presentado la ocasión de empatar
el partido y se lanzan en tromba al remate y cuando la jugada
se resuelve hay un montón de jugadores dentro de la portería
de Portillo y la pelota en el fondo de la red.

Rentería ni corto ni perezoso pita gol. Llinat que está allí a


mi misma altura presenciando la hecatombe de su puerta no
quiere creer que Rentería haya dado por tanto, una jugada
tan sucia como la que ha originado, pero yo trato de llevarle
al convencimiento de que sí, que Rentería ha dado el tanto
por válido y cuando este llega a nuestra altura le pregunto
¿ha pitado usted gol, sí o no? y al contestarme que sí Llinat
le pega una guantada y Rentería se traga el pito, se arma un
escándalo formidable, interviene Juanito balompédico, la
Guardia Civil hace irrupción en el terreno, y Llinat sale en
conducción ordinaria, a pié y vestido de equipo.

Esto le costará al pobre Llinat, además del disgusto de verse


entre la pareja, la descalificación a perpetuidad, a Rentería
unos dientes nuevos y algunos aficionados anónimos algún
que otro coscorrón.

(…)

El partido terminó en medio de un escándalo, la Guardia


Civil tenía acordonada la entrada de la caseta…”.

Efectivamente será nuevamente Salvador Llinás (o Llinat,


tal y como aparece en otros documentos de la época), un
jugador controvertido para los contendientes del Balompié,
y la prensa habla abundantemente de sus “encuentros” con
los rivales y en esta ocasión sería el árbitro el que expiaría


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las culpas habidas y por haber, dándole un golpe en la cara,


tras lo que se produjo una invasión del terreno de juego, algo
nada complicado y habitual, pues los espectadores se agolpaban
prácticamente alrededor de la cal del terreno de juego tras
una pequeña barandilla. Parece ser que la Guardia Civil tomó
cartas en el asunto obedeciendo órdenes del propio árbitro,
Rentería, según hemos podido comprobar, pero la directiva del
Real Betis Balompié culpará a Manuel Blasco Garzón, segundo
vicepresidente sevillista en ese momento y posterior presidente, de
que su jugador fuese detenido por la agresión. Dice la prensa que
el futbolista fue absuelto inmediatamente por el juez, ante el que
fue conducido y tuvo que comparecer, y tras ello fue agasajado
por el club verdiblanco en un restaurante, donde “se resarció su
honor”, y se anuncia que se tomarán medidas judiciales contra el
vicepresidente sevillista. No hemos encontrado rastro de la posible
denuncia, por lo que parece ser la cosa acabó ahí y se quedó en un
amago, no sin que la prensa ajustase las cuentas correspondientes
ante tal desfachatez y reprendiese fuertemente a Llinás.

“Suponemos que la Federación sabrá eliminar para siempre


del fútbol español a este individuo, a cuyo cargo han estado
muchas veces la parte desagradable de muchos partidos”

Correo de Andalucía, 24 de febrero de 1923.

Unos meses más tarde Manuel Blasco Garzón sería agredido


en el campo de Sport del Real Betis Balompié, sito en el Real
Patronato Obrero, por la hermana de Llinás, cuando asistía a
otro partido doméstico, abofeteándole la cara y ante lo cual, y
según comenta el diario La Voz de 10 de septiembre de 1923,

“…gracias a la serenidad y cordura del Sr. Blasco Garzón el


incidente no tuvo mayores consecuencias”.


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Otro hecho que llama poderosamente la atención en estos años


de permanente y enconada rivalidad, fue el caso ocurrido en
1929, en el que otro partido se dibuja durísimo para ambos
contendientes. El diario ABC de 22 de octubre de 1929 nos
cuenta lo siguiente:

En el campo del Betis. El resultado de la batalla entre el


club titular y el Sevilla fue de empate a cero.

Estos encuentros entre los clubs que se disputan el primer


puesto del fútbol andaluz, va degenerando en verdaderos
combates, y ya es hora de que se tome una medida radical en
evitación de espectáculos en los que, como el del domingo,
puede calificarse de intolerable y francamente antideportivo.

La pasión va llevando a actuantes y partidarios a un terreno


harto peligroso.

Termina la batalla, se recogen las bajas y se pacta el


armisticio. Pero las tropas no acatan las órdenes de sus
generales, y los contendientes, fuera del campo, buscan la
quimera nuevamente.

No insistiremos en esta parte. Pertenece al capítulo de


sucesos, como pertenecerán a la misma sección. Dentro
de poco, los partidos Sevilla-Betis, de seguir las aguas por
los cauces que van.

Efectivamente se llega al punto álgido de la violencia y no ya


entre aficiones, sino entre los propios directivos y jugadores.
Así, tras la acertada crónica del periodista de ABC, y en el
capítulo de sucesos tal y como nos anunciaba, aparece el
siguiente escrito.


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Cultura deportiva

El domingo por la noche, después del partido Sevilla-


Betis, ocurrió un lamentable suceso en una taberna de la
Puerta Osario.

Encontrándose allí el jugador del Real Betis Enrique


G. Garrido, se le acercó el jugador del Sevilla Rogelio
Benítez Moreno, acompañado de un cuñado, y la
emprendieron a golpes con él, derribándole en el suelo.

Acudió la madre de Enrique, María Reguero Trigo, y, al


ir a levantar a su hijo, recibió un silletazo en la cabeza,
rodando en el suelo.

Enrique fue curado de varias patadas en el vientre, en la


Casa de Socorro del Prado de San Sebastián. Pronóstico,
reservado.

Su madre, María Reguero, fue asistida, en la Casa


de Socorro de la Alhóndiga, de una contusión, con
hematoma, en la región biparental, y conmoción cerebral.
También pronóstico reservado. Ambos heridos pasaron a
su domicilio en una camilla.

Benítez Moreno pasó detenido a la Comisaría.

Un hecho deleznable y condenable a todas luces que debió


dirimirse dentro del terreno de juego y con los goles de por
medio, pero no fue así desgraciadamente. No todo fueron
noticias de agresiones en esta década, algunas daban pie a la
esperanza y a la solidaridad entre los clubes como podremos
observar. Durante estos años, aún con las ayudas públicas, el
Balompié (aún era conocido así hasta los años 30) es un club mal
administrado. Una noticia aparecida en prensa nos indica que


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los problemas de liquidez son graves, hasta el punto de no poder


pagar a sus jugadores, algo que podían hacer legalmente desde
1926, año este en el que se levanta la veda del amateurismo y
comienza el profesionalismo de una forma abierta.

Los balompedistas organizan un partido en el que instan a los


jugadores de muchos de los equipos andaluces a solidarizarse
con ellos poniendo una copa en juego, con objeto de recaudar
fondos que se repartirían entre los jugadores del Real Betis
Balompié. Una copa que no nos extrañaría nada que hubiese
sido conocida como “la de la mojama”, por lo “secos” en
cuanto a penurias económicas que estaban los jugadores
balompedistas. En mayo de 1927 se celebra el partido entre la
“selección” de jugadores de equipos andaluces y el Real Betis
Balompié, participando, además de varios jugadores sevillistas,
otros de Málaga, Huelva, Cádiz y Jerez, siendo el Betis el
que ganó dicha copa venciendo a la “selección andaluza”
por cinco goals a dos, y cuyo trofeo hoy se encuentra en las
vitrinas verdiblancas, habiendo sido confundido a posteriori
con una copa de Andalucía. Curiosamente sería una de las
copas que no serían destruidas en julio de 1936, cuando un
supuesto obús de artillería destrozase la secretaría bética en
la calle Bilbao, algo de lo que hablaremos más adelante.

Spencer, el fútbol hecho arte.


El club sevillista estaría mucho mejor organizado estos años
y, sin ser un club rico y con poco apego al poder político
y económico, organizaría mejor sus recursos. Pero en 1926
ocurriría uno de los hechos más trágicos de la historia
sevillista, diríamos que de la historia del fútbol sevillano, que
se produciría con el fallecimiento de forma inesperada de
Enrique Gómez Muñoz, “Spencer”.


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Según hemos podido saber de D. Antonio Ramírez Romero,


experto estudioso del fútbol sevillano de los años 20 y en
especial de la figura de Spencer, fue un jugador que nació
en Sevilla en marzo de 1897. Sobre el origen de su apodo
podemos concluir que se dio por un cúmulo de circunstancias.
Por una parte a la admiración que sentía por el futbolista
así apellidado que jugaba en Jerez, del que hablamos en un
capítulo anterior, y que le sirvió para ocultar su pasión por el
fútbol a sus padres, que preferían que su hijo se dedicara a otros
menesteres. A esto podríamos unir el factor físico de Enrique,
que pudo propiciar que fuesen sus propios compañeros los
que le adjudicasen su alias definitivo, ya que cuando comenzó
a jugar era un chaval espigado, fino, agilísimo, de pelo rubio y
lacio que se dejaba bastante largo, y que le caía sobre el rostro
cuando saltaba o hacía un movimiento brusco, además de su
tez blanca y cubierta de pecas. Todo esto le daba, un cierto
aire británico. Sin duda estamos ante la quintaesencia de la
escuela sevillana o sevillista de fútbol, todo un espectáculo
en su época que generó la admiración de propios y extraños.

El investigador D. Pedro J. Sendra ha localizado en el archivo


de la Real Parroquia de Santa Ana del barrio de Triana su
acta de bautismo:

En la ciudad de Sevilla a ocho de marzo de mil ochocientos


noventa y siete, yo Don Juan Perea coadjutor de esta
Iglesia Parroquial de Sra. Sta. Ana, bauticé solemnemente
a un niño que nació el día cuatro del corriente a las siete
de la mañana en calle Betis número cuarenta y dos hijo de
Don José Gómez de profesión maquinista y de Dª Carmen
Muñoz, casados en esta Parroquia. Abuelos paternos D.
José y Dª Rosario Rodríguez.
Maternos D. José y Dª Agustina Yes. Todos naturales


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de Sevilla y el abuelo paterno de Moguer. Se le puso por


nombres Enrique Emilio Manuel de la Santísima Trinidad.
Fueron sus padrinos D. Manuel Gómez y Dª Amparo
Berraquero vecinos de esta a quien advertí el parentesco y
obligaciones. Fueron testigos D. Antonio Reyes y D. José
García de esta ciudad. En fé de la cual lo firmé fecha ut
supra. Juan Perea.

Tuvo el honor de ser el primer internacional del fútbol


andaluz en partido disputado frente a Portugal en el campo
de la Avenida de la Reina Victoria en diciembre de 1923. Fue
junto a otras cuatro o cinco almas tocadas por la gracia divina
de eso de saber tratar la pelota con elegancia, clase y salero,
el que creó una de las líneas de ataque más sorprendentes y
admiradas de la historia futbolística española: la Línea del
Miedo. Inició, siendo un niño, su carrera futbolística como
defensa en el modesto Victoria Football Club pasando luego
por el Athletic Club de Sevilla y el Recreativo de Sevilla desde
donde llegó a los 15 años a la disciplina sevillista ocupando
el puesto de interior derecha. El 22 de marzo de 1915 en
la final de la copa Duque de Santo Mauro en San Fernando
inventó la chilena marcando un gol de tan peculiar manera.
Cuentan las crónicas que aquel gol fue ovacionado por el
público gaditano con delirio, acompañándose de los acordes
de la banda de infantería de Marina que rompió a sonar y de
muchos “hurras” a Sevilla.

A veces, cuando la necesidad del equipo lo requería, ocupaba


el puesto de portero mostrando unas aptitudes encomiables.
Otras veces aparecía en competiciones atléticas quedando
siempre en destacado lugar. Estuvo trece temporadas en el
Sevilla FC con dos breves estancias en Oviedo y en el Español
de Barcelona. En el Sevilla FC sumó nueve campeonatos


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de Andalucía que propiciaron para el equipo sevillista


el apelativo del Eterno Campeón de Andalucía. El lunes
15 de marzo de 1926 una silenciosa multitud se agolpó
en la rotonda del sevillano cementerio de San Fernando.
Apenas hacia veinticuatro horas que la noticia de la
muerte de Spencer había sacudido el corazón de toda
Sevilla y de España entera. Tres días antes, junto a sus
compañeros del Sevilla Football Club, preparaba el partido
de la eliminatoria del Campeonato de España que debía
enfrentarles al Real Madrid FC. Unas fuertes molestias
abdominales le obligaron a retirarse del entrenamiento.
Fue la recaída de una operación de apendicitis sufrida
semanas antes. Spencer maldecía su suerte pues quería
jugar ese partido a toda costa. Trasladado a la clínica del
Dr. Cortés se le intervino quirúrgicamente. La operación
resultó delicadísima y el estado del jugador era muy grave.
El domingo, 14 de marzo, a las diez y media de la mañana
se produjo el fatal desenlace. Por la tarde sus compañeros
tuvieron que jugar el partido rotos de dolor.

Miles de aficionados acompañaron al féretro que fue


portado por sus compañeros del alma; Kinké, Herminio,
Pepe Brand… Los equipiers madridistas, cariacontecidos,
también estaban presentes pues se habían quedado en
Sevilla para asistir al entierro de su admirado rival y no
por ello menos amigo. Cientos de telegramas llegaban
desde todos los puntos de la geografía española. Decenas
de coronas… Todos los periódicos, todos, se hicieron eco
de la triste y luctuosa noticia. Sevilla entera le lloró.

Ricardo Zamora, el mítico portero dijo de él en sus memorias:

“He aquí el mejor footballer que ha dado el fútbol


andaluz. De la escuela del gran Armet fue éste el alumno


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más aventajado. Poseedor de magnífico toque de balón;


perfecto al amortiguar y retener la pelota; hábil al avanzar
por driblings preciosos y elegantes; flexible y agilísimo
en el salto; certero en el remate de cabeza y brillante en
el disparo. Spencer completaba, resumía un tratado o
compendio del bien jugar.

En pleno triunfo, en el apogeo de sus facultades desapareció.


Rápida y traidora enfermedad lo arrebató de entre nosotros,
perdiendo Andalucía su figura más saliente y representativa.”

Spencer murió en el mejor momento de su carrera deportiva.

Fallecimiento y entierro de Spencer

Sevilla.- El sábado, de madrugada, después de haberle


sido practicada una operación quirúrgica, cayó en una
gran pestración el conocido futbollista Spencer.

Este, hablando con las personas que lo rodeaban, dijo


que no quería morirse sin conocer el resultado del partido
del domingo.

A las diez de la mañana del domingo dejó de existir y


ayer verificose el entierro, que constituyó una sentidísima
manifestación de duelo.

El féretro fue llevado a hombros por equipiers del Sevilla


FC y del Real Madrid.

Diario de Córdoba 16 de marzo de 1926.

Su leyenda y su memoria fueron aprovechadas por el eterno


rival para tapar sus propias desdichas y a veces como arma
arrojadiza, gracias al triunfo en un partido del que durante
muchos años, y aun hoy día, se han vanagloriado como si


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de una “final europea” se tratase. Mucho se ha hablado,


y más se ha escrito, sobre aquel homenaje al gran jugador
sevillista, si bien, la inmensa mayoría de las veces desde el
desconocimiento y el error transmitido de generación en
generación usando la entidad verdiblanca la historieta para
su propia autoestima y para la de sus feligreses. También
es frecuente leer erróneamente que el partido homenaje a
Spencer, o Copa Spencer, la ganó en su primera edición el
equipo bético en un derroche de hegemonía balompédica
absoluta batiendo al Sevilla FC a doble partido por un
cómputo global de 5 a 1. Recientemente, en un libro sobre
la historia del fútbol andaluz, realizado tras “concienzudos y
laboriosos estudios que han durado varios años” (léase con
ironía), con el dinero de todos los andaluces, se dice;

“…Unos meses después se disputa la copa Spencer en


homenaje al internacional sevillista, fallecido el 14 de marzo
de 1926. El Betis gana los dos partidos 1-3 en la Victoria y
2-0 en el Patronato”.

El balón blanquiverde. Pág. 38.

La realidad fue bien distinta.

Tras la sentida y lamentable muerte del internacional


sevillista, el Sevilla FC pensó en tributarle un merecido
homenaje mediante la disputa de un partido de fútbol en el
que se recaudasen fondos para su madre que había quedado
en una difícil situación económica. El carácter benéfico fue
la finalidad principal de dicho encuentro. Según aparece
recogido en las actas del Sevilla FC tan sólo una semana
después de su muerte, se toma la decisión de disputar un
partido y ya se elige el rival que no podía ser otro que el
Real Betis Balompié. El campeón andaluz buscó apoyo en


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la Federación Regional Sur para que organizara el evento de


modo que la participación del Real Betis quedase asegurada,
con lo que la taquilla quedaría garantizada al tratarse de un
clásico partido sevillano con todo lo que ello conlleva de
apasionamiento y rivalidad entre los aficionados.

El encuentro se disputó el domingo 3 de octubre de 1926,


apenas siete meses después de la pérdida del gran jugador
sevillista, en el campo de la avenida de la Reina Victoria. La
Federación Regional Sur donó una hermosa copa de plata
para el equipo vencedor. También se donaron otras dos copas
más; una para el mejor jugador del encuentro y otra para el
mejor equipier sevillista. Las crónicas dejaron evidencias de
los triunfadores. El Betis ganó 3 a 1 aquel partido homenaje
y benéfico, obteniendo el bético Enrique el trofeo al mejor
jugador del partido y León el suyo como mejor sevillista. Y
no hubo más. A pesar de la buena entrada en las gradas,
no se consiguió el lleno, quizá debido a que coincidió con
una corrida de toros en la plaza de la Real Maestranza. No
se disputó nunca un segundo encuentro ni por supuesto,
más ediciones de ese trofeo. Tres semanas después un cargo
directivo de la Federación Regional Sur entregó la copa
al ganador en el campo del Patronato en la previa de un
partido del Campeonato Regional entre el Betis y un equipo
malagueño. Y no hubo más. Después, aquello se magnificó
contándose la historia de forma interesada, dándole a aquel
trofeo benéfico rango de título, hasta tal punto que se exhibe
actualmente en la vitrinas béticas junto a otros títulos
verdaderamente importantes como la Liga o la Copa del Rey,
dándose la circunstancia que tampoco fue destrozado por los
bombardeos en la Guerra Civil, ni destruido por las riadas
del Tamarguillo.


CAPÍTULO 9
MICROBIOS, MOROSOS
Y PROFESIONALES.

El Sevilla Football Club “roba” tres jugadores al Betis


debido a su mayor potencial económico
parta tratar de hundirles.

C
omentario previo merecen los hechos que estamos
contando sobre el club balompedista a lo largo de
más de una centuria. Este tiene como protagonista
la endémica situación de crisis económica y permanente del
club verdiblanco. La mala administración de sus sucesivas
directivas, paliada solo en determinados momentos y por
algunos personajes, es seña de identidad indisoluble hasta el
día de la publicación del presente.

El Sevilla Football Club fue un club igualmente sin demasiados


recursos, aunque su éxito dependió en gran parte por una
gestión más eficaz de sus directivos, aunque no estuvo exento
de determinadas crisis a lo largo de la historia.
Podemos hablar de esta como la época más convulsa y
conflictiva del fútbol sevillano en cuanto a sus dos grandes
clubes respecta. Tras el conocido como “el partido del
navajazo” y el posterior partido del 22 a 0, la cosa no quedaría
aquí. Real Betis Balompié y Sevilla Football Club deben


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abandonar en el verano de 1918 sus respectivos terrenos de


juego debido a las obras de reurbanización que proyecta el
ayuntamiento sevillano en el Prado de San Sebastián, quizás
con la mente puesta ya en la Exposición Iberoamericana
de 1929, lugar del fútbol en Sevilla por aquellos años, por
orden del alcalde Pedro Rodríguez de la Borbolla, personaje
conocido como “Perico, el de las mercedes”, debido a que
concedía estas al “populacho” arbitrariamente.

El Sevilla FC contaba con un buen campo de juego provisto


de, nada más y nada menos que un vestuario. Dicho vestuario
era la misma caseta de feria del Círculo Mercantil tras la cual
se hallaba el terreno de juego, que se valló por primera vez en
1916 con unas maderas numeradas que se pintaron de color
rojo. El vestuario era una sala con unas perchas para colgar la
gabardina sin más pretensiones, la primera ducha no aparcería
hasta mediados de los años 20. El Real Betis Balompié hizo
lo propio en la Enramadilla al año siguiente, pero en este caso
y como es natural, pintó las vallas de madera de color verde.
Por lo tanto por aquellos años se conocían a ambos campos
como el de las “tablas rojas” y el de las “tablas verdes”. Los
dos clubes deben ponerse manos a la obra para encontrar un
nuevo emplazamiento donde establecerse, pero como veremos
esto ocurrió de una forma muy dispar. El club verdiblanco
hizo esa temporada un gran esfuerzo económico, quizás el
mayor hasta ese momento y por muchos años posteriormente,
para poder lograr llegar a la final de la Copa de Andalucía
y ganarla, cosa que no consiguió. Como ustedes ya saben,
el club bético estaba regido –y así fue hasta la década de los
70- por componentes del estamento militar. No nos referimos
al estrato social de sus aficionados, compuesto al igual que
el del Sevilla FC, por personas de todas las clases sociales,
aunque en número hemos comprobado que durante estos


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primeros años el equipo sevillista sobrepasaba ampliamente


al equipo bético. No sucedería así casi un siglo después y
ya veremos por qué. El Real Betis Balompié “ficharía” a
Canda, Artola, Barzanallana y Balbino, en la temporada
1917/1918. Eran jugadores de otros equipos repartidos por
la geografía nacional que hacían el servicio militar en Sevilla.
Dado que el Betis estaba presidido por directivos que se
dedicaban a la vida castrense, lógicamente tenían fácil acceso
al “reclutamiento” de estos jugadores para el equipo bético.
De por sí esto era jugar con ventaja sobre el rival, ya que
suponía un fichaje encubierto en una época donde esto estaba
totalmente prohibido debido al amateurismo obligatorio.
La profesionalización del fútbol era algo ilícito, prohibido
por la federación nacional y por las regionales, aunque
todos los equipos lo practicaron sin excepciones de manera
encubierta, llegando a denominarse a esta época como la
del “amateurismo marrón”. A priori y a falta de ver otras
pruebas más adelante, no sabemos bien en qué condiciones
jugaban estos soldados en el equipo bético, lo que sí está
claro es que no pertenecían a la cantera bética como bien
comprenderán y que jugarían a cambio de algún dispendio, ya
fuese por un status y una vida militar más placentera y suave,
o bien, como se estilaba por aquellos años, “por la gabardina
y las dos pesetas”. El Real Betis Balompié, a finales de los
años 10 y comienzos de los 20 del siglo XX, fue un equipo
adinerado, pero según hemos podido comprobar estaba muy
mal administrado. Las ayudas oficiales al equipo bético eran
patentes, públicas y conocidas. El Real Betis Balompié es el
primer club conocido, que sepamos, en el elenco de equipos
españoles en recibir una subvención pública, en este caso
ocurrido en 1914, por el que recibe mil pesetas por parte
del Ayuntamiento en concepto de organización de unos
juegos deportivos en la ciudad. El primer apunte contable


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tras recibir la subvención fue relativo a la compra de una


caja de puros. “Reclutar” jugadores importantes de otros
equipos españoles, le suponía igualmente al Betis una ventaja
económica con respecto a sus rivales, puesto que a la hora
de negociar retribuciones a los mismos, contaban con una
posición predominante por ser superiores en el rango militar,
un dinero que en teoría debía notarse al cabo del ejercicio
anual. El Real Betis Balompié, como ya hemos dicho, decidió
tirar la casa por la ventana aquella temporada 1917/1918
para conseguir el Campeonato de Andalucía, algo que no
pudo llevar a cabo. Así, Canda, Artola y Balbino, procedían
del Sporting de Vigo, la Real Sociedad de San Sebastián y del
Fortuna de Vigo respectivamente, cuando aún pertenecían a
la disciplina bética. Barzanallana, un magnífico y brillante
jugador gaditano, hacía su servicio militar procedente
del Español de Cádiz. En el caso del Sevilla Football Club
ocurriría algo parecido en cuanto al “fichaje” de Juan Armet
de Castellví, apodado Kinké, un jugador que militaría en el
Español de Barcelona y jugaría algunos partidos en el Real
Madrid Football Club, que dicen las lenguas de la época que
jugaba como los ángeles, cosa que demostró en el Sevilla
Football Club por muchos años; sería un “fichaje” directo y
por una suma de dinero más o menos importante, aunque el
modus operandi nada tuvo que ver con el estamento militar
como hemos visto en el Betis. Nos contaba Manuel Zapata
en 1922, directivo sevillista, en una carta que envió a Ismael
Rubio, jugador sevillista que estaba haciendo el servicio
militar con la Guerra de Marruecos en vigencia tras el desastre
de Annual, que el Real Betis Balompié se hallaba nuevamente
a punto de desaparecer, hasta el punto de no saber si con
el comienzo de la nueva temporada el equipo verdiblanco
reaparecería para competir y que esto sucedía todos los años.


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Nuestras sospechas fueron confirmadas previamente tras leer


un suelto periodístico datado en octubre de 1918 de Madrid
Sport, escrito por el periodista Antonio Olmedo, en el que
preguntaba a modo de titular,

¿”Qué hay del Real Betis Balompié”?

Ignoro qué misterio encierra la Sociedad Real Betis Balompié,


pues no se habla de ella ni media palabra.
Las vallas que por primera vez rodeó y cercó su campo no se
ven instaladas por parte alguna.
Sentiría que tan simpática sociedad no figure en el campeonato
(si es que lo hay), pues con ello perdería mucho la afición.

Como podemos comprobar fue equipo del que poco se supo


desde mayo hasta finales de octubre de ese mismo año. El
Sevilla Football Club, como ya hemos visto y al igual que
el Real Betis Balompié, se vio obligado a buscar nuevo
emplazamiento de juego y aunque ya en aquella época, 1918,
parece ser que encontró unos terrenos en Nervión, justo
donde se halla el antiguo Matadero, y a día de la publicación
del presente, es la Delegación de Educación de la Junta de
Andalucía. Así lo vimos reflejado en la prensa, Madrid Sport,
en junio de aquel mismo año:

La próxima temporada proyectan inaugurar con el Barcelona


F.C en el nuevo campo del barrio de Nervión.

Ya buscaban por aquella época, diez años antes, un terreno


por el barrio de Nervión, pero sería finalmente establecido
en otro lugar. Una ubicación que reclamaron al Sr. Alcalde,
D. Pedro Rodríguez de la Borbolla en forma de terrenos
municipales tal y como aparece reseñado en el acta de la
Junta directiva sevillista de 18 de junio de 1918:


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Habrán de discutirse las condiciones particulares y económicas


de cada uno de los terrenos objeto de las visitas hechas, sin
que nada en definitivo pueda acordarse sobre ellos. Se acuerda
que la comisión continúe sus gestiones y particularmente
que visiten al Sr. Rodríguez de la Borbolla por lo que pueda
conseguirse respecto al campo que hasta aquí ha venido
disputándolo la Sociedad en el Prado de San Sebastián.

Pero que el alcalde les negó de forma rotunda, tal y como


aparece en la siguiente acta de 26 de junio de 1918:

El Sr. Presidente da cuenta de las gestiones hechas por la


comisión de campo con el Sr. de la Borbolla con resultado
negativo.

El terreno elegido para albergar el ‘Campo de Sport del Sevilla


Football Club’, ese era su nombre, se inauguró el 21 de octubre
de 1918. Conocido posteriormente y oficiosamente como el
de la “Reina Victoria”, asentado en la Avenida de la Reina
Victoria, posteriormente conocida como Paseo de la Palmera.
Todos los campos son conocidos por su ubicación a posteriori.
Se construye este campo gracias a la petición del presidente Paco
Alba a la Marquesa de Esquivel, Dña. María del Pilar de Carvajal
Hurtado de Mendoza, para arrendar parte de unos terrenos que
tenía en la finca “Casablanca”, situada al pie de la Avenida de la
Reina Victoria, gracias a la colaboración de Manuel de Medina
y Carvajal, hijo de esta señora y que logró el título de ‘Marqués
de Esquivel’ el 12 de abril de 1916. El marqués era un gran
aficionado al fútbol y muy sevillista, logrando convencer a su
madre para que el alquiler no resultara muy gravoso, fijándose
la cantidad anual de 2.000 pesetas. Este es de los muy pocos
directivos con título aristocrático con los que ha contado el Sevilla
Football Club a lo largo de la Historia, estando ligado al hecho
de que el alquiler no resultase demasiado caro. Por segunda vez

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a lo largo de su historia, como siempre posteriormente, el club


sevillista construye su estadio con fondos propios. El club pone
a la venta 100 obligaciones, al precio cada una de 100 pesetas a
devolver en cinco años y con un interés ilusionante. La actividad
sevillista es frenética entre mayo y octubre de 1918 debido a la
construcción del nuevo campo, reutilizando las tablas rojas de
quita y pon de campo del Mercantil, que terminarían siendo
fijas, y en el que se fabrican las primeras gradas conocidas en un
estadio sevillano, dos filas en los goles/fondos y varias alturas
en preferencia, ya que anteriormente lo que se hacía era alquilar
sillas. Contaría posteriormente con un vestuario con ducha
y una caseta para el guarda y que se usaría como botiquín y
sala de reuniones de la Junta directiva. Así lo contaría Manuel
Zapata en una carta dirigida a Ismael, gran jugador sevillista
que servía en Marruecos:

“…El campo ha sufrido este año buenas reformas. Pérez se


ha quedado definitivamente de guarda y vivirá en el ambigú
nuevo que se ha construido de material, a cuya espalda se ha
hecho una habitación para que viva con su mujer e hijos.

La habitación que tenía antes será destinada a enfermería y se


instalarán los mismos aparatos de masajes. El médico es Don
José Puelles de los Santos. Los jugadores del primer equipo
tienen su habitación con 15 perchas para sus equipos y su ducha
y lavabo (...) La otra habitación está destinada a la Directiva…”

Como hemos visto reflejado en la prensa, el Real Betis


Balompié prácticamente no reunía condiciones para poder
seguir compitiendo, especialmente si no encontraba un
presidente benefactor, tal y como acostumbraba, y un terreno
de juego en el que poder jugar sus partidos, siendo este el
principal hándicap. Pero ocurriría un hecho que le salvó
y este vino de la mano de Carlos Alarcón de la Lastra, que


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negociaría “in extremis” con el Excelentísimo Ayuntamiento


de Sevilla la cesión del terreno municipal conocido como el
Real Patronato Obrero, un terreno casi en medio de la nada
a caballo entre el Prado de San Sebastián, lugar por el que se
accedía, y la Pirotecnia. Lo que el alcalde Pedro Rodríguez de
la Borbolla negó al Sevilla Football Club, se lo concedió al club
balompedista muy poco tiempo después. No sabemos las causas
exactas, lo único certero es que “Perico el de las mercedes”
fue fundador del Real Betis Football Club. Pagaría el Real
Betis anualmente por dicha cesión en torno a 500 pesetas, una
cuarta parte del precio que pagaría el Sevilla FC por su terreno,
es decir, 2000 pesetas, considerado este último ya de por sí
ventajoso para los precios de la época. Podemos entender que
el Betis pagaría una auténtica ganga por su campo de juego.
El club bético trasladaría las famosas tablas verdes del anterior
campo de la Enramadilla para cercar el nuevo estadio y una
nueva etapa se abrió para el equipo verdiblanco tal y como
hemos podido saber de su presidente electo para la temporada
1918/19 -Julio Iriso- en unas declaraciones a Madrid Sport:

“En la calle Sierpes me ha parado mi amigo Julio Iriso, me


ha hecho varias preguntas sobre mi campaña de este año. Le
he dicho que poca campaña haré cuando apenas hay afición,
(comparada con la de años atrás); los jugadores son muy
malos y además no se entrenan.

Me dice que es presidente del Real B.B. (sic) y me agrega,


que es preciso que le ayude este año a subir.

Dice el amigo Julio que ha hecho en la Sociedad una


campaña sanitaria, con la cual quedará el Club muy limpio
de “microbios”, “morosos”, “profesionales”, etc. No
seremos campeones –agrega- pero habrá vergüenza en la
Sociedad, que es lo bastante”.


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Por lo tanto sacamos en conclusión que efectivamente el


Real, (así era conocido el Betis por aquellos años o bien
como el “Balompié”), se encontraba prácticamente sin
afición, muerto económicamente en la práctica, y con una
plantilla muy mermada, ya que con toda seguridad no
podían pagar a sus “jugadores estrella” tales como Canda,
Artola, Balbino y Barzanallana y debió deshacerse de ellos.
Sin embargo, parte de la prensa y en especial la comandada
por Antonio Olmedo y Marathon, insiste en que el Sevilla
Football Club “ha despojado” de sus mejores jugadores al
equipo bético. Observamos cómo Barzanallana volvería a
su club, el Español de Cádiz, pero los otros tres jugadores
supusieron una oportunidad de incorporar más calidad al
equipo sevillista, ya que, insistimos, por boca del presidente
Julio Iriso, quedaron libres. Recordemos que estamos en una
época donde el fútbol debe ser completamente amateur y está
totalmente prohibido que los jugadores se profesionalicen,
sin embargo probablemente el Sevilla Football Club llega a un
acuerdo de tapadillo con estos jugadores que se incorporarían
a la disciplina sevillista. El club blanquirrojo inauguraría su
nuevo campo en un enfrentamiento contra el Unión Sporting
Club de Madrid. La primera temporada se establece esta lista
de precios para el público: Tribuna: 1ª fila 10 pesetas, 2ª fila
9 pesetas, 3ª fila 8 pesetas, Fila de bancos a 5 pesetas. La
cuota de socios pasa de 2 a 3 pesetas mensuales. La decisión
del Sevilla Football Club de establecer su campo de juego en
dicho emplazamiento contrae algunas dudas que no sabemos
si crearon controversia en aquel momento, ya que por
aquellos años se sabía que aquellos terrenos serían el destino
de la Exposición Iberoamericana de 1929, máxime teniendo
en cuenta que el campo no dejó de sufrir remodelaciones y
ampliaciones durante la década que el equipo sevillista jugó
allí, debiendo abandonar en 1928 sus instalaciones, para tener


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que volver a buscar terreno de juego e invertir nuevamente en


la construcción en una nueva ubicación.

A finales de 1918 un anuncio aparece en la prensa de la época:

Obsérvese cómo la caballerosidad del momento hacía que


apareciese en primer lugar del cartel el equipo visitante, equipo
que en caso de coincidir la vestimenta la conservaría, siendo
el equipo local el que cambiaría sus colores si fuese necesario.
Efectivamente el Real Betis Balompié elegiría al Sevilla Football
Club como rival para inaugurar sus nuevas instalaciones de juego,
algo que podría sorprender teniendo en cuenta que unos meses
antes andaban a la gresca con los famosos partidos “del navajazo
y del 22 a 0”. Contigo pero sin ti. Y sobre todo por un hecho que
crearía toda la polémica habida y por haber: el Sevilla Football
Club se presentaría con sus nuevos jugadores Canda, Artola y


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Balbino, elementos que pertenecieron, como hemos comprobado,


a la disciplina bética la temporada anterior. Había igualmente
otro hecho que sería importante y este es que el Sevilla Football
Club no dejó de entrenarse, además de ser reforzado durante el
supuesto tiempo de zozobra y asueto, ante un club, el verdiblanco,
que reaparecía casi como de nuevo y con peores jugadores. Y el
partido acabó como debía acabar, con una goleada por parte
del Sevilla Football Club que le endosaría un 1 a 5 al equipo
verdiblanco. La prensa sería implacable, pero no con el equipo
local, sino para sorpresa de muchos con el equipo blanquirrojo.
La crítica se basaría en la adquisición de los ex jugadores béticos
por parte del Sevilla Football Club, como si se los hubiese
“robado”, sin embargo hemos comprobado cómo eran jugadores
que quedaron “libres” al no poder hacer frente a su pago por
parte del Real Betis Balompié en palabras de su presidente Julio
Iriso, que admitió que eran profesionales en el seno balompédico.
Esto llegó a convertirse en un bulo popular hasta hace bien pocos
años y ha sido el boca a boca el que ha ido prevaleciendo sobre
los datos históricos reales. Antonio Olmedo sería nuevamente
implacable, y escribiría una crónica que hoy podemos considerar
cuanto menos como insólita, ya que ensalzaría a la defensa bética,
que aunque encajara cinco goles, frente a los delanteros sevillistas
a los que mantendrían “en jaque”.

No todo acabaría aquí, el Real Betis Balompié volvería a


inaugurar su estadio veintitrés días después frente al Español
de Cádiz, un equipo compuesto en su mayoría por jugadores
infantiles, a los que el Real Betis Balompié les endosaría todo un
9 a 0. Esa inauguración parece que sí fue del gusto y agrado de
la parroquia verdiblanca, pues fue la que prevaleció en los libros
de historia propios a posteriori.

La propaganda jugaría un papel esencial esos años y juega


igualmente al fútbol. La propaganda es una forma de


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comunicación que tiene como objetivo influir en la actitud


de una comunidad respecto de alguna causa o posición,
presentando solamente un lado o aspecto de un argumento.
La propaganda es usualmente repetida y difundida con el fin
de obtener el resultado deseado en la actitud de la audiencia.


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Los dirigentes de corte militar del Balompié saben de su


eficacia, el club que gana habitualmente no necesita hacer uso
de ella, pero para el que pierde es fundamental, porque hace
que se justifiquen públicamente las causas por las que pierde,
las utiliza contra el rival, y mantienen el foco de atención
de la afición que repite en el boca a boca las “injusticias
perpetradas en contra”.

Antonio Olmedo es un experto militar, es periodista y bético,


que como no podría ser de otra manera vistas sus tres pasiones,
maneja la propaganda a la perfección junto a Marathon y
Squizo, este último es Gil Gómez Bajuelo, presidente bético
entre 1921 y 1922. La prensa deportiva está manejada en
buena parte por periodistas verdiblancos que repiten una
consigna machaconamente: El Sevilla Football Club es el
equipo de los ricos, roba al Balompié, y conspira junto a las
autoridades para acabar con el equipo de los pobres.

Sevilla F.C. 5, Club Gimnástico de Huelva, 1 goals.

A pesar del mal estado del campo se llevó a efecto el match


anunciado entre los dos equipos citados.Venció fácilmente el
Sevilla por 5 goals a uno de sus contrarios.

Los onubenses son regularcitos, pero los anteriores que


vinieron el mes pasado (Huelva F.C.), son mejores.El Sevilla,
para asegurarse la victoria, “coló” en su segundo team dos o
tres jugadores del primero.

De público asistieron los porteros y empleados de las


taquillas, los jugadores del Sevilla y dos o tres arrojados,
entre ellos el que escribe estas líneas.

Antonio Olmedo. Madrid Sport 21-12-1916


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Se supone que Olmedo es un periodista que se dirige al


público sevillano, y debería alegrarse por la victoria de
un equipo sevillano frente a uno forastero, pero no, como
pueden observar. Ningunea permanente y abiertamente las
victorias sevillistas, y las achaca al poder que ejerce entre las
autoridades y la Federación Regional Sur, cuando en realidad
el Real Betis Balompié y las autoridades eran un solo cuerpo.

Pero un suceso de gran importancia marcaría el inicio de


la década de los locos años 20 que igualmente nos cuenta
Antonio Olmedo:

¡¡ADIOS, JOSELITO!!
El gran torero ha muerto.

Eso nada atañe con el sport; pero José Gómez, además de


ser lidiador de reses bravas, fue deportista. Cuando varios
amigos fundamos la Unión velocípeda Española, en la
ciudad del Guadalquivir, yo fui un día a ver a Joselito, con
objeto de hacerle socio, como lo era de una importante
sociedad de fútbol.

En la calle Amor de Dios me lo encontré, al salir del club.

- Adiós Olmedito- me dijo.

- ¡Hola José! ¿Qué tal?

- Bien, ¿y tú? ¿A dónde caminas?

- En busca tuya.

Y a renglón seguido le zampé:


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- José, quiero que te hagas socio de la Sociedad ciclista. Ya


sé que tú no 0has de correr; pero con tu cuota, serás uno de
los tantos que contribuiría al sostenimiento de la afición.

Joselito, que practicaba mucho la bicicleta, accedió a mi


petición y fue socio de la Unión.

En ocasión de publicar en Sevilla la revista de Sport


Botepronto, el ingenio de Manolo Marín, un dibujante
grande, hizo una caricatura del difunto José, en traje de
futbolista, con las insignias del Club Campeón andaluz.

Más de una tarde le vi en el campo del Sevilla FC, shootar al


lado del gran Armet (Kinké), con quien tenía amistad.

Otras veces, cuando nos preparábamos para alguna carrera


ciclista, nos tropezamos con Gallito por la carretera,
haciendo “piernas” en bici.

Descanse en paz el malogrado torero, entrañable amigo y


entusiasta deportista. ¡Adiós, Joselito! Trabajo me ha costado
creerlo, peor he tenido que sucumbir ante la terrible realidad.
Olmedo (Botepronto).
Zoco de Telatza, 22-5-1920.

Los grandes toreros de la época fueron sevillistas, incluso


otros que pocos años después tuvieron que ver con el devenir
del Real Betis Balompié como veremos.

A finales de 1923 Gil Gómez Bajuelo escribiría lo siguiente:

“Los jugadores tenían por cielo el techo del


Patronato”....”las tablas se venían al suelo cuando llovía o
hacia fuerte viento”.


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Es decir, estaban en la más absoluta ruina, sin embargo, a partir


de 1924, bajo el mandato del Capitán del Regimiento Soria,
Ramón Navarro Cáceres, la entidad empezará a despegar.
Y de la noche a la mañana… en el anuncio publicado el 5
de septiembre de 1924 por el Correo de Andalucía, se dice
textualmente:

“Hace varios días comenzaron las importantes reformas


que el Real Betis Balompié tiene proyectadas para su
Campo de Sport del Patronato, que consistirán, según dos
dicen elementos del Club bien informados, en circundar el
Campo con vallas de material e instalar tribunas y gradas de
madera”.

¿Quién y cómo se pagó eso si estaban en la ruina? Transcurridos


15 días al anuncio anterior, el 20 de septiembre de 1924, El
Correo de Andalucía informa en su sección de deportes:

“El R.Betis Balompié da los últimos toques a su amplio y


hermoso Campo. Dicho campo, operará tal metamorfosis,
que de la nada –porque aquello daba pena de verlo- quedará
transformado en uno de los mejores de España, haciéndose
con tal solidez las obras, bajo la dirección de hombres
expertos, que no habrá temor a temporales ni a nada”.

En marzo de 1924 el Betis elige nueva junta directiva, repleta


de militares de los tiempos fundacionales y todos ya con
estrellas en la bocamanga. La entidad da un giro importante
con las importantes reformas en el campo. De la noche a la
mañana y sin un céntimo dan alas al club.

Antes, el 13 de septiembre de 1923 con el apoyo de diversos


sectores de la sociedad española (militares, industriales


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y sectores conservadores en general), el capitán general


de Cataluña, Miguel Primo de Rivera, se sublevó contra
el Gobierno y dio un golpe de Estado suspendiendo la
constitución de 1876, prohibiendo la libertad de prensa,
disolviendo el Gobierno y el Parlamento e implantando un
régimen dictatorial dirigido por un Directorio Militar. El
Real Betis Balompié se adapta a la situación nombrando una
directiva militar en tiempos de ruido de sables, como vemos
en el suelto de Madrid Sport.


CAPÍTULO 10
UN SEVILLISTA EN LA PRESIDENCIA
DEL REAL BETIS BALOMPIÉ.

Solo el Real Betis Balompié pudo tener


un presidente al que un toro mataría en una plaza.

L
a consecución del Campeonato andaluz por parte del
Real Betis Balompié coincidió con la llegada de un
personaje que destacó sobremanera en la Sevilla de los
toros, de las cofradías, de la cultura y del arte. Tan solo le
quedaba tocar el palo futbolístico. Ignacio Sánchez Mejías
accedió a presidir el Real Betis Balompié.

No tendría nada de particular, en nuestra versión de la


historia, que un mecenas llegase a ser presidente bético, algo
natural, si no fuese por el hecho de que el personaje era socio
sevillista y seguidor a ultranza del equipo blanquirrojo, al
igual que lo fue su cuñado, Joselito, y otros tantos toreros de
la época que utilizaban el campo sevillista de la Avenida de la
Reina Victoria como lugar de entreno.

De la biografía del torero publicada por Andrés Amorós y


Antonio Rodríguez Torres extraemos el siguiente párrafo:


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El origen de esa nueva aventura lo recordaba años después


su hijo José Ignacio, en una anécdota recogida por García
Ramos y Narbona.

Estaban almorzando cuando llegaron los mensajeros


“verdes”. Un criado pasó el aviso:

- Don Ignacio: ahí están dos señores que quieren verle.

- - ¿Quiénes son?

- Don Juan Alfonseca y don Adolfo Cuéllar.

Cuando volvió el ex torero contó a su hijo la “embajada”


que traían.

- Era para ofrecerme la presidencia del Betis.

- …Y tú le habrás dicho que no, que eres sevillista.

- Niño, tú cállate.

Fue toda una oportunidad ya que Sánchez Mejías no podía


aspirar a la presidencia sevillista, el club de sus amores, por dos
razones fundamentales. La primera y especialmente porque un
personaje comenzaba a adquirir un carisma esencial en el seno
del sevillismo y competir con él hubiese sido suicida,

Nos referimos a Ramón Sánchez-Pizjuán, que como veremos


protagonizará un episodio con Ignacio Sánchez Mejías
verdaderamente memorable, el torero no podría competir con
él de ninguna de las maneras. Y la segunda es que el “sistema”
de mecenazgo no formaba parte esencial en el funcionamiento
de un Sevilla Football Club arraigado muy fuertemente en el
sistema asambleario y supeditado al protagonismo y la crítica
férrea al club por parte de sus socios.


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El mecenazgo por parte del diestro en el Real Betis Balompié


supondrá el punto de partida del que, quizás, fue su mejor
época histórica hasta el momento. Sánchez Mejías invierte
fuertemente en el club bético, una de sus primeras acciones
fue modernizar el campo del Patronato. Acababa por fin en
esa época el amateurismo entre los jugadores para convertirse
en profesionales a cielo abierto, Sánchez Mejías quería
confeccionar una plantilla campeona fichando a los mejores
jugares, de hecho, sentó las bases de aquel equipo que se
proclamaría Campeón de Liga unos años después. Esto fue
así, no sin notarse su inexperiencia en los lances futbolísticos
en cuanto a directiva se trataba, y en cuanto a las normas
establecidas, pues trataría de saltarse algunas, cuestiones
estas que crearon más de un conflicto con algunos equipos del
elenco futbolístico español. Intervino activamente en aquella
sesión federativa que pondría en marcha por primera vez
el Campeonato nacional de Liga, pero seguiría cometiendo
algunas torpezas, entre ellas la de deshacerse de jugadores
que eran clave en el equipo, al mismo tiempo que el intentar
negociar con importantes jugadores del elenco futbolístico
español a espaldas de sus clubes, algo que levantó ampollas e
incluso hizo intervenir a la federación nacional.

Así ocurrió con Lazcano, Marculeta y Bienzobas, el primero


del Real Madrid Football Club en aquel momento y los otros
dos de la Real Sociedad de San Sebastián.

No obstante consolidaría las bases de un equipo que consiguió


el campeonato andaluz previo a su entrada en mayo de 1928,
y que conseguiría llegar a la final del Campeonato de España,
aunque perdió frente al –por aquella época- todopoderoso
Athletic Club de Bilbao. El Betis saborearía por fin aquello
que persiguió durante tantos años, las mieles del mencionado


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campeonato andaluz, tras un partido épico disputado en


Córdoba, terreno neutral, frente al Sevilla Football Club que
terminaría perdiendo.

El club sevillista por el contrario se hallaba en un momento


de declive, los maravillosos años 20 estaba llegando a su fin
y un ciclo se cerraba dejando atrás al malogrado Spencer, y a
unas ya viejas glorias como Kinké, Ocaña y otros jugadores
importantes que dejaron el fútbol en activo poco tiempo antes,
y toda aquella línea del miedo prácticamente desmantelada
con los años. Aunque el Sevilla FC continuaría ganando el
campeonato andaluz las temporadas posteriores, se avecinaban
momentos de cambio hasta su nueva explosión como máximo
equipo andaluz a mediados de la década siguiente. No
conseguiría el equipo sevillista entrar de primeras en la lista de
los seleccionados para componer la Primera División española
de fútbol, debió conformarse con alinearse en la categoría de
plata algunos años debido a que solo entrarían los que hubiesen
conseguido ganar el Campeonato de España anteriormente, o
bien hubiesen llegado a ser finalistas.

Coincidiría todo esto con la inauguración de su nuevo estadio


sito en la Avenida de Dato y conocido como el campo de
Nervión. Tras la primera edición del Campeonato Nacional
de Liga, el Sevilla Football Club se proclama campeón de
Segunda División, siendo el único caso de la historia de la
Liga en el que el primer clasificado no asciende directamente.

Un hecho trascendente ocurriría en la temporada 1928/1929,


cuando se jugaba un partido doméstico decisivo para que el
club blanco se proclamara campeón de Liga, y el vehemente
Ignacio debió de hacer algunos comentarios sobre el Sevilla
que no debieron de gustar a la delegación blanquirroja. La
victoria fue de los verdiblancos, aunque el Sevilla se clasificó al


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final campeón y con derecho a jugar la promoción a Primera


división. El asunto llegó a la asamblea sevillista, celebrada
el 4 de julio de 1929. Uno de sus más significativos socios,
Francisco Gutiérrez, pidió que se diese de baja de la nómina
del club a Ignacio Sánchez Mejías, como consecuencia de su
actitud en el último partido doméstico local. El presidente,
el barón de Gracia Real, Juan Domínguez Osborne, amigo
personal del torero, quiso quitar importancia a lo ocurrido,
pero la intervención de Ramón Sánchez-Pizjuán, vicepresidente
en aquel momento, hizo que definitivamente causara baja.
Así aparece en el acta de la Asamblea sevillista de junio de
1929.

El señor Gutiérrez don Francisco propone que se expulse


del SFC a los socios pertenecientes al mismo y que formaron
parte de la caravana que marchó a Carmona después del
último partido Betis-Sevilla por estimar que un socio del club,
no puede ni debe realizar actos que pudieran considerarse
incorrectos, y con manifestaciones en contra de la Sociedad
y sabiendo que entre los mismos figuraba el señor Sánchez
Mejías, que es socio del Club, propone su expulsión.

El Presidente se opone y dice mientras hay quien va por los


pueblos festejando la derrota del Sevilla FC, el Sevilla lo que
hace es clasificarse el primero en su competición y gana los
campeonatos.

El señor Sánchez-Pizjuán se opone a las manifestaciones y


apoya la propuesta de expulsión del Sr. Sánchez Mejías por
encontrarse incurso dicho socio en que la que hizo el Sr.
Gutiérrez.

Se acuerda la baja del Sr. Sánchez Mejías.



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La siguiente temporada, 1929-30, en la competición liguera


la principal novedad fue la introducción del ascenso directo
de Segunda a Primera División en lugar de tener que disputar
una promoción. También hubo cambios en el descenso, ya
que sólo hubo un descenso de Segunda a Tercera División, el
del colista, y no dos, como en la temporada anterior.

En esta temporada el Betis se salva in extremis de bajar a


Tercera por una decisión del Comité Nacional que le quita un
punto a la Cultural Leonesa en un partido que se suspendió
cuando iba 2-2 por incomparecencia del Coruña y en el que
dieron por vencedor al equipo de León. El partido reseñado
fue el 16 de marzo de 1930. Cultural Leonesa y Deportivo
de la Coruña empataban a dos cuando el jugador coruñés
Jacobo da una brutal patada en el pecho al leonés Pantaleón
que lo deja desvanecido en el suelo. Escándalo mayúsculo en
las gradas por un público indignado que asaltó el campo para
repeler la agresión. Intervino la autoridad separando a los
“contendientes” y logrando que los jugadores alcanzasen los
vestuarios. Restablecida la paz, el árbitro ordenó reanudar el
partido pero los coruñeses se negaron a salir por lo que se les
dio el partido por perdido, tras marcar la Cultural el gol de
rigor. Dos puntos para los leoneses.

Después de acabar la liga, el Comité, tras un recurso


presentado, decide dejarlo en empate. La pérdida en los
despachos de ese punto dejó empatados a Betis y Cultural
Leonesa a 14 puntos, descendiendo éste último por gol-
average.

En el mes de abril se produce un grave motín en la nave bética.


Los jugadores se declaran en rebeldía en una grave falta de
disciplina que llevó acarreadas fuertes sanciones para casi


9RWIZMPPMWXEIRPETVIWMHIRGMEHIP6IEP&IXMW&EPSQTMq

todos los jugadores. El secretario técnico del Real Betis, Julián


Ruete, en representación de la directiva del Club entrega una
extensa nota a la prensa en la que califica el comportamiento
de sus jugadores como de delincuencia deportiva.

Esa misma temporada, en octavos de final del Campeonato de


España el Betis se enfrentó al Barcelona en partido disputado
en el Stadium de la Exposición. El partido se suspendió al
descanso. Hubo agresiones al árbitro Sr. Melcón y lluvia de
sillas desde la grada tiradas por los aficionados locales. La FRS
envió una extensa carta a la Nacional dando explicaciones y
defendiendo los intereses del club andaluz. Era evidente que
el final de aquella temporada fue tremendamente movido
para el equipo del Patronato.
Ignacio Sánchez Mejías estuvo poco más de un año en la
presidencia. Queriendo marcharse le convencieron para que
ocupase la presidencia de honor y decidió volver al toreo.

Determinados autores han augurado que Sánchez Mejías


no era precisamente un personaje de izquierdas, más bien
representaba en muchos de sus actos a una clase pudiente y
de derechas a pesar de su amistad profunda con personajes
como García Lorca, o Rafael Alberti, pero también con otros
personajes siniestros como el Algabeño, de importancia
capital en el golpe de 1936 y su posterior represión.

Ignacio mantendría un papel importante junto a su igualmente


amigo Manuel Blasco Garzón, presidente sevillista unos años
antes y presidente del Ateneo de Sevilla en esos momentos, en
la celebración del acto de homenaje a Góngora, episodio que
dio lugar a lo que se denominó la “Generación del 27”.

Sánchez Mejías corrió con algunos de los gastos, si bien el


acto fue organizado oficialmente por el Ateneo de Sevilla,


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en especial por su secretario José María Romero Martínez,


que a su vez mantendría amistad con el torero igualmente y
probablemente la idea surgió en uno de sus encuentros.

Pero la muerte no entiende de arte ni de fútbol, y se llevó


a este sevillista de corazón, personaje singular y carismático
que claudicó en una plaza de toros en 1934 como no podría
ser de otra manera, pero cuando esto ocurrió ya no era
presidente bético.

La familia del torero declararía que aún en los años 50


pagarían facturas a cuenta del club bético.


CAPÍTULO 11
FASCISMO Vs. REPUBLICANISMO.

El Betis es el equipo de los pobres


y el Sevilla FC el de los ricos.

… sin embargo, hay una leyenda victimista que no sé qué


villano se la ha colgado al cuello. Y de ello hay muchos que
han hecho un martirio. El martirio del Betis.

Es un bulo tan gordo, tan insólito, tan increíble que no se


puede tragar. Y por ello se lo han tragado. Ya se sabe que las
mentirijillas siempre te las cazan, pero la trola gigante pasa. Si
llegas tarde y dices que había un atasco monumental todos te
miran con guasa y el “boss” te mete una bronca o un día de
haber. Pero si dices que ha muerto tu madre, la cosa cambia.
Hasta te mandan a casa con un par de días de permiso. Al fin
y al cabo ¿quién sabe que tu madre murió hace 17 años?

Félix Martialay y Bernardo de Salazar - Las grandes


mentiras del fútbol español.

Mucho se ha hablado sobre el posicionamiento de los equi-


pos sevillanos en el elenco político español. De esta forma,
en algún momento de la historia, se encuadró al Sevilla FC


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con la derecha, alineado con el Bando Nacional en la Guerra


Civil, mientras que los componentes del Real Betis Balompié
se habrían posicionado junto a los republicanos, ubicados en
una capa social perteneciente a los pobres y a los obreros de
izquierda, siendo por ello oprimidos y perseguidos por la de-
recha, o lo que es lo mismo para algunos, los sevillistas, con
el objeto de hacerles desaparecer.

Pero, ¿ocurrió verdaderamente de esta forma?

Analizando las distintas épocas desde una óptica antropo-


lógica, para averiguar cuándo surgen los primeros comen-
tarios sobre este hecho, hay un momento en la historia en
el que aparecen claramente, y estos están ubicados en torno
a finales de la década de los 70 y principios de los 80. En-
contramos publicaciones de determinados personajes de la
política, la cultura y el deporte, de tendencia verdiblanca en
general, dirigidas a esgrimir esta teoría de las izquierdas y de
las derechas, del fascismo y el republicanismo en el fútbol. Un
modelo interesado que se daba en otros ámbitos geográficos
como en Madrid y Barcelona, y que decidieron importar a
la ciudad de Sevilla, seguramente por sus réditos políticos.
Dirigentes como Felipe González, Alfonso Guerra, que dijo
en una ocasión algo así como “Yo, como todos los que no
entendemos de fútbol, soy del Betis”; Pepote Rodríguez de
la Borbolla, ex presidente de la Junta de Andalucía, que ha
hecho habitualmente comentarios jocosos dirigidos al Sevilla
FC, entre los que se encuentran aquel que comentó en una
radio pública “…en mi familia estamos orgullosos porque
nunca hubo ni rateros ni sevillistas”, aunque posteriormente
se demostró que, al menos, una de las dos afirmaciones, no
era cierta. Así como Emilio Carrillo o Mercedes de Pablo,
esta última autora de un libro titulado “La Sevilla del Ba-


*EWGMWQS:W6ITYFPMGERMWQS

lón”, donde abundó en todos los tópicos habidos y por haber


interesadamente, y otros tantos políticos béticos de la época.
Escritores como Antonio Hernández, que dijo algo así:

“Como el bético de toda la vida que reunió a sus hijos cuan-


do se estaba muriendo y les dijo. Hijos míos, apuntadme de
socio al Sevilla. Los hijos le habían salido ranas, o sea, que
lo habían traicionado y eran socios daltónicos, de esos que
lo ven todo blanco, como la vestimenta de su equipo.

Y el hombre, a su vejez, en su última hora, se quería apuntar


al Sevilla (…) para que se muriera un sevillista en vez de un
bético. Qué corazón más bueno debía tener aquel hombre,
¡Bético puro! ”

Hernández hizo gala de un beticismo anti sevillista salvaje


con su libro “El Betis, la marcha verde”, un catecismo, in-
cluso catetismo insultante para algunos, un paso que nunca
nadie se atrevió a dar en esta ciudad, y nunca, ni siquiera a
posteriori con los años, recibió una réplica de igual calibre
por parte de un sevillista.

Personajes que durante esa época de la que hablamos, redi-


bujaron o incidieron en el panorama de las afiliaciones polí-
ticas y sociales sevillanas, consiguiendo que esta versión sui
generis de la historia quedase impregnada en el subconsciente
colectivo, especialmente entre las capas con menos prepara-
ción intelectual, que utilizarán el boca a boca como elemento
de transmisión de estas ideas. Pero una cosa es el componente
de leyenda que de ello se pueda extraer tendenciosamente,
y otra muy distinta la realidad contrastada y documentada
que pasaremos a comprobar, eso sí, nunca nos referiremos
a las aficiones, sabias siempre, sino al elenco corporativo de
los clubes. Entendemos que las aficiones son heterogéneas,


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muy diversificadas, y el espectro político al que pertenecen y


pertenecieron es muy dispar con toda seguridad, no habiendo
una alineación clara a unas tendencias políticas u otras en el
grueso de las mismas. Aunque no conocemos estudios esta-
dísticos sobre lo anterior, no deja de llamar la atención cómo
a día de hoy y en los últimos 25 - 30 años, los indicadores de
las aficiones ultras dibujan un panorama ultraderechista en
el Real Betis Balompié, y ultra de izquierdas en la sevillista,
diametralmente opuesto a lo que popularmente se comenta
en la calle en cuanto a tendencias políticas representativas
de ambos equipos. Algo por otro lado insignificante para el
grueso de sus aficiones. Como recordarán comenzamos en
la presente publicación hablando de los inicios de los clubes
sevillanos y pudimos comprobar dónde hacían vida de club
charlando, tomando copas y departiendo con las personas
afines a la ideología correspondiente, y forma de pensar a
falta de instalaciones propias, los pioneros de ambos clubes.
Así pudimos ver en uno de los primeros capítulos a un Sevi-
lla Football Club muy inmerso en el Círculo Mercantil hasta
principios de los años 20 bajo el mandato de José Montes
Sierra, presidente de un partido republicano, con el que mu-
chos sevillistas dirigentes se sentían identificados, aunque
no todos necesariamente, haciendo hincapié en que tener un
pensamiento republicano no implica el ser de izquierdas for-
zosamente, como en muchas ocasiones se pretende vincular
de forma intencionada, sino que, por el contrario, el sistema
en sí mismo acoge las distintas tendencias políticas al estilo
de repúblicas como la francesa, la estadounidense o la italia-
na, ejemplo que por estar manido y ser obvio, no es menos
necesario explicarlo e insistir en ello. Estos sevillistas de prin-
cipios del siglo XX no eran precisamente lo que se podría
entender en aquella época como “de izquierdas”, debido a su
propio rol como clase privilegiada, hijos de comerciantes y


*EWGMWQS:W6ITYFPMGERMWQS

empresarios, pero adquirieron y entrenaron una mentalidad


avanzada, teniendo como horizonte las ideas regeneracionis-
tas que observaron en el extranjero.

Y por otro lado nos encontramos a los componentes béticos en


el Café Nacional durante esos años, club de índole castrense
formado con tal objeto, pues como béticos eran estudiantes
que se preparaban para la carrera militar como hemos expues-
to anteriormente, existiendo un antes y un después debido a
un hecho de capital importancia que pasamos a explicar. Por
razón de educación, convencimiento y sentimiento, el estamen-
to militar conlleva implícita la función de defender la nación.
En aquellos años de principio del siglo XX muchos militares,
o descendientes de militares, habían sufrido personalmente la
dureza de la realidad de defender a España. La pérdida de las
colonias fue acompañada de muchas pérdidas humanas. Mien-
tras esto pasaba en la situación de globalidad nacional, en Se-
villa se promueve la fiesta patriótica “España en Sevilla”, en
1908, reivindicando la idea “España” en unos momentos de
cierto “relajamiento” del fervor patrio. Dos semanas de cele-
bración en Sevilla, con folclore español, homenaje a la bandera
y procesiones, conmemorando el Centenario de la Guerra de la
Independencia. Ni que decir tiene, que grandes protagonistas
de las celebraciones fueron Daóiz y Velarde. Nuestros persona-
jes verdiblancos están insertos y absortos en este hecho insólito
que les llevaría a poner en marcha el España Balompié -en pri-
mer término- y el Sevilla Balompié en segunda instancia, hasta
su fusión definitiva con el Real Betis Football Club. Vista esta
introducción necesaria, pasamos a analizar más profundamen-
te a los equipos sevillanos en siguientes capítulos.

¿Cómo fueron los hechos posteriores? ¿Cuál fue el compor-


tamiento de ambos clubes ante sucesos graves de la historia?


CAPÍTULO 12
LA PEÑA DEL POLLO.

El Sevilla Football Club fue afín al bando ganador de la


Guerra Civil, de ahí sus éxitos durante la posguerra.

“Recordamos la fecha como si fuera de ayer. Primeras


horas de la tarde de un sábado caluroso. El ambiente denso,
cargado de presagios, de vivísima emoción, de esperanzas.
Horas decisivas para el destinó de la nación. Lo que ocurrió
después está en el conocimiento de todos. Del cuartel de San
Hermenegildo, ese cuartel que ya ha quedado desalojado
militarmente un recuerdo que la piqueta entregará a la
reforma urbanística—, salieron los escasos soldados de
que dispuso el general Quelpo de Llano y unos grupos de
voluntarios. La guerra había comenzado.

Lo que de aquellos días inolvidables queremos recoger, y


aquí damos muestras gráficas, es el entusiasmo con que
hombres de toda condición acudían en petición de un fusil
para la lucha, el ideal generoso que a las muchedumbres
Informaba. Un fusil y un gorrillo no más, sin atuendo
castrense, en los albores de una organización primaria e
improvisada, con el gozo de un despertar de pesadilla y una
alegre disposición de entrega total de la vida por la Causa.
Era España, otra vez en pie, con sed de alturas. Magnífico


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espectáculo, renovado uno y otro día durante tres años,


por todos los pueblos y ciudades, por todos los campos de
España, hasta la consecución’ de la victoria final.

Han pasado los años. Se han sucedido las generaciones.


Lógicamente, cada vez son menos los testigos de aquellos
días. Fusión días de gloria y de dolor, de lucha entre
hermanos españoles que la vesania imperante hizo posible,
hizo necesaria, pero que no deben volver, que no volverán.
En este sentido, con este deseo, escribimos estas líneas.
La fecha del 18 de Julio debe unirnos a todos. Y ello se
conseguirá, a buen seguro, si permanecemos fieles a las
esencias, a los nobilísimos móviles de una gran España para
todos los españoles, que fueron los que el 18 de Julio nos
impulsaron a tomar las armas…”

Artículo de Gil Gómez Bajuelo, “Discóbolo” en ABC de 1957.


Presidente del Real Betis Balompié en 1922.

Los hechos que hemos introducido en capítulos anteriores,


determinarían el devenir de ambos clubes en el futuro y hasta
muy avanzado el siglo XX. Así podemos comprobar cómo
los estudiantes fundadores del Balompié terminaron por
ser militares de carrera y la mayoría no abandonó su club
hasta el final de sus días, apareciendo y desapareciendo de las
distintas directivas a lo largo de los años tal y como hemos
comprobado, acompañándoles otros directivos de profesión
militar que fueron sumándose por el camino. Pero habría un
personaje de entre aquellos fundadores que igualmente nunca
perdería de vista al Real Betis Balompié, y este fue sin duda
José Cuesta Monereo.


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Cuesta, hijo del también militar D. Tomás Cuesta Carrión,


archivero de Capitanía General, que había llegado a Sevilla
procedente de Jaén en 1906, organizó junto a su hermano
Tomás el equipo de fútbol el Estrella, en clara alusión a su
condición de aspirantes a militares tal y como nos cuenta
Juan Castro Prieto en su libro “Primeros pasos del Football
sevillano”. El Estrella hacía la función de cantera del equipo
balompedista y muchos de los jugadores futuros del Balompié.
El caso más claro de lo que decimos es el de Andrés Aranda,
jugador que procedía de ese equipo. Su hermano Tomás llegó
a tener algún cargo importante en el club, concretamente fue
tesorero del mismo, con lo que queda más que demostrada
su participación en los inicios balompedistas. Ya hemos
constatado que casi todos los fundadores del Balompié
fueron militares ¿Pero qué hace especial a José Cuesta
Monereo con respecto al resto de los fundadores del equipo
verdiblanco? Cuesta era comandante de Estado Mayor de la
Región Militar de Andalucía en 1936 y diseñó con éxito el
golpe junto a Queipo de Llano en Sevilla, uno de los puntos
de partida de la Guerra Civil española. Fue el cerebro de la
estrategia y de las operaciones militares que llevó al éxito la
operación golpista militar. Igualmente fue junto al presidente
del Betis a la llegada de la República, y hombre fuerte del
club, Adolfo Cuellar, el guionista de las tristemente famosas
alocuciones por la radio de Queipo de Llano, medio de guerra
psicológica. Cuéllar estableció la hoja de ruta de Queipo para
fijar el mando en la Plaza de Sevilla, el objetivo de adhesión
al golpe de altos mandos afines al gobierno republicano, la
manipulación de las comunicaciones, los movimientos de
tropas por la ciudad, el emplazamiento estratégico de la
artillería y la posterior represión a civiles. Siempre a las diez
de la noche, con el fin de amedrentar al enemigo y animar a los
partidarios nacionalistas en zona republicana, en un lenguaje


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directo y generalmente soez, se burlaba de los dirigentes de


la República y hacía alusiones a la virilidad de legionarios y
regulares, con comentarios tales como:

“...Nuestros valientes Legionarios y Regulares han


demostrado a los rojos cobardes lo que significa ser
hombres de verdad. Y, a la vez, a sus mujeres. Esto es
totalmente justificado porque estas comunistas y anarquistas
predican el amor libre. Ahora por lo menos sabrán lo que
son hombres de verdad y no milicianos maricones. No se
van a librar por mucho que berreen y pataleen. Mañana
vamos a tomar Peñaflor. Vayan las mujeres de los “rojos”
preparando sus mantones de luto...”

La posterior represión, una vez acabado el asedio a Sevilla


correspondió en gran medida a este personaje. En la posguerra
tuvo un papel importante en la organización política de la
ciudad. Cuesta Monereo fundó el Balompié junto a los tres
hermanos Wesolowski, los dos hermanos Del Castillo, los
hermanos Hermosa, y junto a algunos otros que no eligieron la
carrera militar como los Gutiérrez. La mayor parte de ellos se
alinearon junto al bando nacional cuando estalló la Guerra Civil.
José Cuesta acompañaría siempre al equipo verdiblanco hasta
el fin de sus días, le ayudó en la sombra en múltiples ocasiones,
especialmente en tres fases críticas para su equipo. En 1924
con la reconstrucción del campo del Patronato; en 1939 con la
recomposición del equipo y el acondicionamiento del estadio de
Heliópolis, y en 1952 a través del general Sáenz de Buruaga, un
capítulo que merecerá especial análisis por nuestra parte más
adelante. Cuesta Monereo no ocupó un puesto relevante en el
Real Betis Balompié hasta casi el final de sus días, cuando fue
presidente de la Junta Consultora del Real Betis Balompié junto
al general Luengo a principios de los años 70.


0ETIyEHIPTSPPS

Los directivos.
Junto a Cuesta, otros tantos personajes béticos formaron
parte del grupo que organizó la rebelión en 1936, tales como
Juan del Castillo, fundador igualmente, tesorero y presidente
balompedista, y su hermano, el primer presidente del Balompié,
Alfonso del Castillo. También lo harían, los hermanos
Alarcón de la Lastra, Carlos, que participó como hemos
dicho en la Sanjurjada, presidente bético igualmente, como
lo fue su hermano Alfonso, y su otro hermano Luis. Otros
serían Forcada Cabanellas, directivo balompedista, Alfonso
Jaramillo, que fue falangista y medalla de la vieja guardia, el
igualmente directivo, el general Bohórquez Vecina, Domenech
Romero. El general Sánchez Lauhlé, igualmente condenado
por la Sanjurjada, huido a Portugal y de vuelta con el golpe de
1936. No faltarían en este listado Fernando Coca de la Piñera,
el general Castejón, el general de la Guardia Civil Luengo
Muñoz, Tassara Buiza; el presidente balompedista Moreno
Sevillano, el igualmente presidente Navarro Cáceres, Álvarez
Rementería, Rodríguez Caso; Utrera Molina, y los hermanos
Jacinto, Guillermo y Edmundo Wesolouski entre otros tantos.

En la introducción de este capítulo han podido observar un


escrito de Gil Gómez Bajuelo, periodista y presidente bético
en 1922 que no dudó en unirse igualmente al bando nacional,
Eduardo Benjumea, Adolfo Cuéllar, del que les hablamos
anteriormente; José Hermosa que murió defendiendo el
Cuartel de la Montaña; los directivos Carlos Fernández de
Pando, Francisco Lazo Orta, Manuel Alonso Cueli, y un
largo etcétera. Antonio Olmedo, periodista bético del que
hablamos en anteriores capítulos que escribió la biografía
de Queipo de Llano titulada ‘General Queipo de Llano,
(Aventura y audacia)’ junto a Cuesta Monereo.


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No obstante, mención especial merecerá un joven presidente


bético en 1931 como fue Mantecón Navasal, historiador y
político aragonés nacido en 1902. Su actividad política se inicia
con el ingreso en la Universidad, y en 1917, a los quince años,
pronunció su primer mitin republicano. Colaboró en Zaragoza
y más tarde en Sevilla, con el Partido Radical, pero nunca
militó en él. Durante la dictadura de Primo de Rivera se afilió al
partido dirigido por don Manuel Azaña, Acción Republicana,
posteriormente integrado en Izquierda Republicana, y
participó en los comités de lucha contra la Dictadura y
contra la Monarquía. Proclamada la República, renunció a
ocupar cargos oficiales por servir mejor a la organización del
partido. En 1935 se traslada a Zaragoza, donde junto a las
actividades políticas desarrolla una importante misión en la
empresa familiar. La sublevación de julio de 1936 le sorprende
en Madrid y organiza, juntamente con el diputado socialista
Eduardo Castillo, las Milicias Aragonesas. Nombrado capitán,
marchó con las Milicias al frente de Guadalajara. Más tarde
fue nombrado comisario de la 72 Brigada Mixta y destinado
con ella al Ejército del Este, cerca de Boltaña, donde recibió,
en 1937, el nombramiento de Gobernador General de Aragón.
Un presidente del Betis entre 1931 y 1933, un republicano con
poder en tiempos de la República en necesidad y acorde con
el sistema político. Aunque Mantecón fue una paloma que se
rodeó de halcones como podemos observar en la composición
de la directiva de la época, entre otros:

Presidente, D. José Ignacio Mantecón Navasal.


Vicepresidente-1º: D. Joaquín Sainz De la Maza.
Vicepresidente-2º: D. Francisco Lazo Orta.
Vicepresidente-3º: D. Carlos Alarcón de la Lastra...
Secretario: D. Carlos Fernández De Pando.
Contador: D. Manuel Alonso Cueli.


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Entre sus vocales teníamos a D. Eduardo Benjumea Vázquez y


Armero. Carlos Alarcón de la Lastra, su tercer vicepresidente,
participó en la Sanjurjada, como hemos comprobado
anteriormente, siendo presidente en ese momento Mantecón
Navasal. No estaba muy bien rodeado don Ignacio. Bajo su
mandato, Mantecón continuó reforzando aquel equipo que
cimentó Sánchez Mejías, y que concluyó a la postre ganando
el Campeonato nacional de Liga en la temporada 1934-1935.

Los jugadores béticos.


En cuanto a los jugadores béticos, el día 18 de julio de 1936
el presidente del Betis se encontraba dimitido, lo cual iba
a ser un hándicap importante en los años de la guerra, ya
que el club, además de descabezado, estaba completamente
deshecho. El Betis Balompié (que perdió el título de “Real”
debido a la República) se había visto obligado antes de la
guerra a dejar en libertad, o a traspasar a varios de sus más
destacados futbolistas.

Incidimos e insistimos en el hecho de que fue antes de la guerra.

Urquiaga se marchó al Barcelona, Unamuno fichó por el


Bilbao, Espinosa y Arrieta se fueron al Madrid, Rancel
y Gómez quedaron en libertad y ficharon por el Gerona,
Aedo también quedó en libertad y apalabró su fichaje por
el Barcelona. Como hemos podido comprobar, la marcha
de los deportistas fue en plena II República y por motivos
económicos. Recordamos que no hay constancia de que
ningún miembro de la plantilla bética en activo a final de
temporada en la 1935/1936, luchara a favor de la República,
todos lo hicieron en el ejército de Franco. Larrinoa y Rejón,
estaban en el País Vasco, zona republicana, en el momento del


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Golpe, pero se alinearon con el bando franquista. El primero,


en un destacamento de sanidad en Santander, y el segundo
cayó herido en Extremadura. El gallego Cornejo también
estuvo en el lado franquista, muriendo en Somosierra cuando
su batallón se disponía a tomar Madrid. En plena República,
justo después de haber ganado la Liga, el club bético estaba
hecho unos zorros, sin presidente, sin sus mejores jugadores,
sin dinero, con grandes deudas y a punto de desaparecer,
algo en lo que profundizaremos. Concluyendo, las pruebas
nos remiten a que decenas de directivos desde la fundación
de club blanquiverde, que acompañaron al equipo durante
varias décadas, en especial el General Cuesta Monereo que
actuaría como “ángel de la guarda” en la sombra, tenían una
marcada tendencia golpista/fascista como hemos visto, de
hecho prácticamente todos se unieron sin fisuras al golpe de
1936. Este no era precisamente el club que nos dibujaron
determinados políticos en la transición española, como un
equipo republicano, de los pobres y obrero, al menos entre
sus líneas dirigentes, ni entre sus jugadores, ni tampoco sería
la idiosincrasia adoptada como club, sus propios directivos lo
habrían impedido. Como pueden comprobar, por mucho que
los González, Guerra, de la Borbolla, de Pablo, Hernández
y Emilio Carrillo nos contasen, estos hechos se enfrentan
claramente a sus teorías, a falta de algún matiz que quieran
añadir, y claramente obviaron este pasaje de la historia de los
antiguos componentes béticos.


CAPÍTULO 13
EL (SUPUESTO) EQUIPO
DE LOS FASCISTAS.

La flor de la juventud republicana.

L
a República fue una época de esplendor para el
fútbol sevillano, ambos clubes ganaron importantes
torneos nacionales, en el caso del Betis Balompié la
incipiente Liga que comenzaba a dar sus pasos en aquellos
momentos, y el Sevilla Football Club el torneo por excelencia
que fue el Campeonato de España, en su acepción “Copa
Presidente de la República” así como la amateur de la
misma competición. Como podemos comprobar, el Sevilla
Football Club no solo ganó sus primigenios campeonatos
nacionales en época franquista como muchos han querido
hacer ver tendenciosamente. Si bien vimos anteriormente
cómo el Real Betis Balompié pasaba una situación económica
gravísima, los merengues (era así conocido el equipo sevillista
en la época) están en unos momentos deportivos cuanto
menos extraños, pues estuvo a punto de descender en la
temporada 1935-1936, salvándose en el último momento.
Ramón Sánchez-Pizjuán accedió a la presidencia sevillista
en 1932 y se configuraba en ese momento como un político
perteneciente a un partido que participó en las elecciones


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durante la II República, consiguiendo muy pocos votos,


prácticamente un número insignificante. Hablaremos de
Sánchez-Pizjuán en profundidad en sucesivos capítulos, pero
sería interesante mostrar qué tipo de personajes y afiliaciones
políticas nos encontramos en el Sevilla FC. El club sevillista
sería mucho más heterogéneo que el club verdiblanco en
cuestiones políticas, nos encontramos a varios personajes,
pocos en comparación con el Betis, que se alinean en el Bando
Nacional. Entre ellos encontramos a unos de sus porteros
míticos como fue Guillermo Eizaguirre, capitán de la Legión,
hijo de Eugenio Eizaguirre, magistrado de Sevilla y dirigente
de la Comunión Tradicionalista. También contemplamos
a Raimundo Blanco, jugador sevillista que lucha contra la
República. Así, observamos igualmente personajes sevillistas
de cierto rango, como son por ejemplo Enrique Balbontín de
Orta, que llegó a ser presidente sevillista al igual que Ramón
de Carranza, ambos participaron muy activamente en el golpe
del 36, así como posteriormente Sancho Dávila, directivo
del Sevilla FC. Sin embargo, y a diferencia del entonces
Betis Balompié, sí encontramos personajes alineados con la
República en el equipo blanquirrojo justo en el momento en
que estalla el golpe en 1936, por lo tanto en activo en ese
momento, tal y como podemos observar en el libro “Breve
historia del Sevilla FC” de Agustín Rodríguez y Juan Castro,
de la editorial Punto Rojo Libros, que nos dice lo siguiente:

“En el Sevilla, Euskalduna y Epelde lucharon como


gudaris a favor de la República. Una vez hechos prisioneros
fueron internados en campos de trabajo. Epelde en un campo
de Zamora y Euskalduna en Jerez de la Frontera en uno de los
famosos Batallones de Trabajo. Fede estuvo como miliciano en
el País Vasco, donde curiosamente jugó al fútbol con el único
jugador bético que luchó a favor de la República, aunque nunca


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llegó a vestir de verdiblanco. Duque, un joven portero de Jerez


que el Betis había fichado semanas antes del Golpe para suplir
la baja de Espinosa y que nunca se incorporó a la disciplina
verdiblanca. Segura, el medio centro del Sevilla, estuvo hasta su
conquista en la Málaga Republicana. Tache, el que fuera máximo
goleadora en la temporada 35/36, se enroló con el Barcelona en
su viaje a Sudamérica, y se exilió en México. Pero el caso, quizás
más llamativo sea el de Guillermo Campanal, recién casado en
ese verano. Una vez producido el Golpe, escapó con su señora
por el pasillo de Tomares hacia Asturias, donde luchó como
miliciano Republicano. Mientras Guillermo estaba en tierras
asturianas incorporado a la milicia, junto a otros futbolistas de
la tierra, recogió en su casa de Avilés a Galé, interior izquierdo
del Oviedo y amigo suyo, pues los milicianos querían apresarle.
Este hecho posiblemente le salvo la vida posteriormente. Una
vez conquistada Asturias, Guillermo Campanal volvió a Sevilla
y después de pasar un periodo de retiro en un campo de trabajo,
el Régimen entendió que el delantero centro de la selección le era
más útil fuera que encerrado y lo destinó a una batería antiaérea
en Tomares. Luis Tejada por su condición de Ingeniero fue de
los primeros movilizados y destinado a ferrocarriles, un destino
sin armas pues su familia de carácter progresista y era poco
afecta al nuevo régimen”.

Como podemos comprobar, en el equipo blanquirrojo


encontramos a bastantes componentes, especialmente
jugadores, que se alinearon, incluso lucharon junto a la
República. No obstante, algunos directivos también fueron
afectos a la República como veremos a continuación.


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Manuel Blasco Garzón


Manuel Blasco Garzón fue un presidente sevillista
perteneciente a la masonería- muy activo, bohemio, político
de reconocido prestigio y muy popular. Orador brillantísimo,
omnipresente en la vida social y cultural sevillana durante
muchos años, no obstante fue presidente del Ateneo de Sevilla
entre otros cargos en el mismo.

En 1921 organiza en el Palacio de San Telmo un hospital de


sangre para aliviar a los heridos en el desastre de la batalla
hispano marroquí que se produce en Annual (Marruecos).

Durante su mandato en el Ateneo se propuso llevar la cultura


a todos los rincones de Sevilla. Muestra de ello fue la salida
a las casas de vecinos para hacer partícipes de la cultura a
aquellos que ni soñaban, tal vez, con poder acercarse a ella.
Blasco Garzón pretendía desde su cargo, en 1925, llevar el
nivel cultural a los barrios y contribuir a la educación de los
ciudadanos, ayudando a la lucha contra el analfabetismo. Un
proyecto sin igual en la época.

En el terreno político fue Concejal del Ayuntamiento de


Sevilla, ejerciendo de alcalde interino en varias ocasiones,
diputado por Sevilla en Cortes con la izquierda liberal en
1923, una vez constituida la Segunda República, se presentó
a las elecciones con el Partido Republicano Liberal en 1933 y
por la Unión Republicana en 1936.

Alcanzó el máximo en política al ser Ministro de


Comunicaciones y Marina Mercante y después ocuparía la
cartera de Justicia.

En el aspecto que nos ocupa, el sevillista, se convierte en íntimo


amigo de Fray Jerónimo de Córdoba con el que iba a ver los


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partidos que jugaba el Sevilla en los terrenos de la Trinidad.


Como anécdota a contar, acompañaba al famoso fraile el día
que éste recibe una pedrada en la cabeza, considerándose por
ello a Fray Jerónimo como víctima de la violencia futbolística
en nuestro país.

Llegó al máximo cargo del Sevilla FC en 1924, tras un


periodo presidencial muy corto de Don Carlos Piñar y
Pickman. Impulsó el Sr. Blasco al club en todos sus facetas,
en la económica al establecer un considerable cuerpo social,
en la deportiva fichando a varios jugadores de entidad
entre ellos a Caballero, Roldán, Fuentes, Iglesias, Carreño,
Monge y principalmente a Guillermo Eizaguirre, este último
procedente de la cantera.

Pero el mejor fichaje que realiza para el Sevilla es el del hijo


de su íntimo amigo Don Eduardo Sánchez Pizjuán. Blasco
Garzón hace directivo a Don Ramón Sánchez-Pizjuán cuando
este cuenta tan solo con 24 años.

Durante su mandato el Sevilla consigue una Copa de


Andalucía y es pionero en dos cuestiones sin precedentes en
el club: contrata al primer médico que tiene la sociedad D.
José Manuel Puelles de los Santos y organiza las primeras
concentraciones que realiza el Sevilla, en una finca propiedad
del Barón de Gracia Real, (más tarde también presidente), en
el sevillano pueblo de Villanueva de Rio y Minas. También
consiguió que en el Estadio Reina Victoria se jugara la final
de la Copa de España entre el Barcelona y el Club Arenas de
Guecho.

La figura de Blasco Garzón mantiene hoy su brillo por su


presencia en una foto imperecedera. Aquel homenaje a
Góngora fue organizado por nuestro presidente, aquellas


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famosas conferencias en las que participan los grandes


intelectuales de la generación del 27: Lorca, Alberti, Guillén
que atienden las llamadas de Blasco Garzón al ser gran amigo
de estos. Fue en ese encuentro donde se acuñó el término
“Generación del 27”, todo un hito para la cultura de nuestro
país que traspasó fronteras.

Aquel puñado de escritores pasó como un vendaval por


la historia de la literatura en español. Blasco Garzón, con
su intensa actividad profesional y su gran capacidad para
encauzar los aires renovadores que soplaban por España,
puso su grano de arena en la construcción de un movimiento
literario de una riqueza, que sólo puede compararse con la
del Siglo de Oro.

Por mediación del presidente de la República, Don Diego


Martínez Barrios, consigue que en octubre de 1936 sea
destinado como Cónsul general de España en Buenos Aires,
donde se marcha con toda su familia, incluida una sobrina
que aún vive en Argentina como única descendiente de este
gran presidente sevillista.

Cuando termina la guerra es nombrado representante del


gobierno en el exilio en Argentina. Blasco Garzón fallece en
Argentina el 21 de noviembre de 1.954, sin poder volver a
su tierra. Todo un honor para el sevillismo el haber tenido
entre sus filas tan magnífico representante de las libertades y
la cultura.


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José Manuel Puelles de los Santos

Concejal republicano del Ayuntamiento de Sevilla y


presidente de la Diputación Provincial, Puelles fue detenido
en la tarde del 18 de julio en el hotel ‘Majestic’ cuando, con
un grupo de personas de su partido, Unión Republicana,
gestores provinciales y funcionarios de la Diputación,
celebraba pacíficamente la onomástica del secretario general
de ésta, Federico Vilanova, sin haber intervenido para nada
en la resistencia que los barrios obreros de Sevilla opusieron
al golpe encabezado por Queipo de Llano. Éste, por contra,
anunció incluso por radio que, tanto a Puelles como a
Labandera, se les aplicaría inexorablemente la sanción
correspondiente a las actuaciones que hubiesen realizado
cada uno en los sucesos acaecidos en la capital hispalense.
Fue fusilado junto a otros miembros de su partido político
tras aplicársele el bando de guerra de la Autoridad Militar
establecida por el ejército sublevado. Previamente le fueron
robadas por requisición parte de sus pertenencias, entre
ellas cuadros de Picasso y Valdés Leal.

José Manuel Puelles atendió médicamente a la primera


plantilla del Sevilla FC en los años veinte, erigiéndose
como el primer médico oficial de la Entidad. Esta faceta
comenzó a gestarse durante sus años de carrera, que cursó
en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Sevilla. Allí
participa activamente en la creación del Ateneo Médico-
Escolar junto a Manuel Sánchez Pizjuán, tío del que sería
más adelante uno de los grandes presidentes del Sevilla FC,
Ramón Sánchez Pizjuán. Aunque sería principalmente su
amistad con Manuel Blasco Garzón, entonces en la directiva
de Carlos Piñar y Pickman y presidente de la Entidad de
1924 a 1925, la que le serviría de trampolín para llegar,


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en octubre de 1922, a dirigir el área médica de la primera


plantilla sevillista, algo de lo que muy pocos clubes en España
gozaban en la época.

A su llegada al campo de Reina Victoria, seguramente a finales


de 1922, habilitó un pequeño cuarto a modo de enfermería,
así como buscó a dos practicantes que le ayudasen con el
trabajo. Aún se escucha por los mentideros sevillistas la
historia de que tuvo que curar a un pequeño que se hirió
con un alambre intentando saltar una de las vallas colocadas
en el antiguo campo. Prueba es ésta de la gran solidaridad
y compromiso con los demás que envolvía la vida de este
gran sevillista. Tuvo que dejar el cargo en 1934 cuando fue
nombrado, por primera vez, presidente de la Diputación de
Sevilla, aunque no dejó de ser socio y directivo en ningún
momento.
Como podemos comprobar, a diferencia del entonces Betis
Balompié, el Sevilla FC contó con bastantes personajes de
lado republicano, por lo que la leyenda que configura un
Betis de los pobres, de los obreros y de los republicanos,
frente a un Sevilla FC de los fascistas y de los señoritos, tiene
menos base documental a todas luces, por no decir mínima.
Dicho bulo fue aumentando conforme pasaba el tiempo y
así nos encontramos con determinadas publicaciones, como
fue, por ejemplo, el coleccionable de Marca de 1994 titulado
‘Sentimiento Verdiblanco’, en su página nº 51, al referirse a
la Guerra Civil, y escribió:

“La mayoría de los jugadores, flor de la juventud, tuvieron


que marchar al frente y se dio la circunstancia de que el
grueso del grupo bético se alineó con el bando republicano,
perdedor en la cruel contienda, por lo que el extraordinario
plantel del Real Betis quedó disuelto.”


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Si lo dice Marca debía ser verdad, pensarían muchos, pero


como podemos comprobar, cualquier parecido con la realidad
es pura coincidencia. Mención especial merece el narrar los
últimos meses previos a la Guerra Civil por parte de los
equipos sevillanos.


CAPÍTULO 14
LOS OCHOCIENTOS SOCIOS.

La afición indestructible de un equipo


roto y abandonado a su suerte en el norte de España.

...Y llegaron a Sevilla tras la aventura.

El equipo se desplazó a jugar contra el Sabadell el primero


de mayo. El viaje lo hicieron por ferrocarril los jugadores
“a Fortiori” por la festividad del día que no permitía otro
medio de locomoción. Llevaban unas cuatro mil pesetas
y como tuvieron que quedarse allí una semana para jugar
contra el Gerona, fue preciso enviarles otras dos mil, porque
ya en el hotel donde se hospedaban les negaban hasta lo más
indispensable.

Jugaron entre semana un partido amistoso en Lérida, que


nuestro representante concertó, cobrando una prima de
2.250 pesetas, y tampoco era suficiente esta cantidad para
los gastos de regreso.

Como teníamos agotadas todas las disponibilidades


decidimos redactar la “nota” que se ha publicado en la
prensa. La Federación Regional Sur -me interesa hacer
resaltar esto- se nos ofreció, haciéndonos un anticipo de


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1.000 pesetas suficientes, ahora, para el regreso de los


“equipiers”. Eran las que necesitábamos, de momento.
También nos han hecho ofrecimientos buen número
de deportistas, incluso significados sevillistas, cosa que
agradecemos en todo su valer” (...) “El ejercicio anterior
lo cerramos con 200.950 pesetas de déficit, y tenemos
préstamos por valor de 95. 000. Comprenderán que la
situación no puede ser más difícil. Claro que el principal
causante de esta angustiosa situación ha sido el mal tiempo
que ha hecho, de lluvias. En los partidos de más “taquilla”.
Sin ir más lejos, con el Athletic de Bilbao no hicimos ni la
tercera parte de la recaudación normal.

La Directiva, ante este estado de cosas, acordó que los


socios pagaran una cuota extraordinaria para el partido
Betis - Racing, ¿y qué creen ustedes que pasó?, pues que
se dieron de baja unos 800 socios para no pagarla”...
“Teníamos unos 1.500 socios de seis y ocho pesetas al mes,
estos contadísimos- y los infantiles.

A aquellos 800 hay que sumar otros muchos que se marchan


a la desbandada” ... “A los jugadores se les debe a algunos
desde enero, y a la mayoría los meses de febrero, marzo,
abril y el corriente, más las primas de los partidos contra el
Sabadell y Gerona, a razón de 300 pesetas cada uno” ...

Así de abiertamente se expresaba a la prensa el secretario de


la Junta del Betis Balompié, D. Francisco Fernández, en torno
a final de la temporada 1935/36 lo que deja clara la situación
que sufría el equipo verdiblanco en aquellos momentos.
Sospechamos que uno de los insignes sevillistas a los que se


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refiere el secretario bético fue el mismísimo Ramón Sánchez-


Pizjuán, algo que seguramente no podremos demostrar
nunca, pero lo que sí está claro es que fueron sevillistas los
insignes a los que se refiere don Francisco Fernández, por lo
que este hecho por sí mismo desmiente a las claras la versión
interesada de aquellos que dijeron siempre que desde el
Sevilla Football Club se pretendía acabar con el Betis. Como
demostraremos, esto no solo no fue así, sino que los intentos
fueron al contrario en determinadas ocasiones, y esto no es
un hecho anormal en el elenco de equipos españoles, otros
muchos equipos “se deshicieron de sus rivales” a la mínima
oportunidad que tuvieron.

Nos viene a la memoria el caso del Racing Club de Madrid,


sociedad que a principios de los años treinta trataba de tú a tú
al Real Madrid. El Madrid estaba al frente de la Federación
Centro y hasta que no se cargó a los racinguistas no paró. Les
prohibió ir de gira a América para recaudar fondos con los
cuales sufragar su nuevo estadio y cuando estos les desoyeron,
les impusieron una multa y el descenso a Segunda División.
El golpe fue mortal y el Racing desapareció al negarse a jugar
en esta categoría.

Igualmente recordamos que en la ciudad de Valencia la guerra


sucia entre Levante y Valencia FC también fue sonada. César
Augusto Milego, presidente de los valencianistas durante
los años veinte, hizo lo imposible para que los levantinistas
no prosperaran, e incluso, tras la guerra, obligaron al
Gimnástico y al Levante a realizar una fusión ilógica para
que se llevasen a bofetadas y con el tiempo desaparecieran. Al
final los gimnásticos se pasaron al Valencia y los levantinistas
se hicieron los dueños saliéndoles mal la jugada, de la que
tardaron de 60 años en recuperarse.


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Pero curiosamente en Sevilla se ha dado un caso


verdaderamente particular, porque el club que ostentó el
poder, como podremos comprobar más adelante, intentó en
varias ocasiones sin éxito acabar con el rival y ese equipo en
el poder no fue precisamente el Sevilla Football Club.

En el caso que nos ocupa, la situación del Betis Balompié era


verdaderamente desesperada. Los jugadores no cobraban,
las deudas eran considerables y prácticamente insalvables
con los medios propios, (recordemos que el Betis no contaba
con estadio de su propiedad) descabezado y sin presidente,
todo hacía presagiar que llegaría a desaparecer. Y esto podría
ocurrir especialmente porque los propios socios abandonan
al club, debido a que lo que queda de directiva pretende subir
los precios de los abonos para poder afrontar algunos pagos
urgentes. De 1500 socios, 800 –más de la mitad- se dan de
baja a los que habría que sumar que otros muchos huyeron en
desbandada. El Betis estaba sentenciado. La Tertulia Bética,
un auténtico sanedrín verdiblanco, se reunía para dilucidar
qué soluciones había para salvar al Betis, pero de pronto
llegó la Guerra.

El Real Betis Balompié no recuperaría un número más


normalizado de abonados hasta, al menos, 1953. Diversos
testimonios autorizados aseveran que durante la posguerra,
en su penar por Tercera División, solo mantuvo entre 100 y
300 socios.


CAPÍTULO 15
EL TRANSCURRIR
DURANTE LA GUERRA.

El Real Betis Balompié fue el perdedor en la cruel contienda y


el Sevilla FC comienza su periodo de gloria.

H
emos visto cómo el Sevilla Football Club afronta una
crisis deportiva importante en la temporada 1935-
1936. Está a punto de bajar a Segunda División y
se salvaría in extremis en el último partido prácticamente.
Todo esto es incomprensible teniendo en cuenta que el año
anterior ganó nada más y nada menos que el Campeonato de
España en su acepción “Copa Presidente de la República”, y
que conserva prácticamente el mismo equipo campeón.

El equipo amateur sevillista sin embargo sigue cosechando


éxitos y precisamente el 18 de julio de 1936, esa misma noche,
se disponía a celebrar un banquete por los éxitos deportivos
obtenidos. Pero este nunca se celebró.

El Betis Balompié, campeón de Liga un año antes con todos


los honores y reconocimientos habidos y por haber, se dirime
entre la vida y la muerte deportiva, social, institucional y
económica. No hay una sola faceta del club que albergue una
mínima expectativa de esperanza y de salvación. La suerte
estaba echada, dos días antes se aferraban como a un clavo


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ardiendo a la cesión por parte del Excelentísimo Ayuntamiento


de Sevilla del estadio de la Exposición Iberoamericana, con
mayor capacidad que el campo del Real Patronato Obrero, y
en el que poder organizar partidos que proporcionasen algún
dinero en efectivo a la desesperada.

La Guerra Civil hizo que el tiempo se paralizara y detuviese


todo lo que tuviera que ver con la vida cotidiana. Todas las
expectativas de éxito, incluso las de fracaso, terminaron
por congelarse como si de un brutal invierno se tratara. Los
campeonatos nacionales, así como cualquier otra competición
se paralizaron inmediatamente a partir de ese momento. No
duró demasiado tiempo la guerra en Sevilla, de hecho fueron
pocos días y las nuevas autoridades tenían en mente poner en
marcha los espectáculos públicos y de masas lo antes posible.
Así se comenzaron a organizar los primeros partidos en Sevilla,
pero con el objeto de recaudar fondos para los comedores de
Flechas de la Falange, y de igual forma a favor del Ejército.

Como hemos visto, el Sevilla FC mantuvo antes de la guerra


una crisis deportiva, pero para nada esta fue institucional,
ni social ni tampoco económica, por lo que sus integrantes,
a excepción de los jugadores y directivos mencionados
anteriormente, estaban en activo y listos para competir.

La mayoría de los jugadores pertenecían a los escalafones


inferiores y serían estos los protagonistas de los partidos
organizados por el Régimen, con la inclusión de algún jugador
del primer equipo que apareciese en algún momento.

Muchos equipos de la época, como fueron el Puerta Osario,


el Sparta, el Calzada, el Triana, el España, el Macario, el
Atletic, el Calavera, el San Vicente y otros, participaron y
colaboraron, sin duda forzados en muchos casos, para poner
en marcha el fútbol sevillano.

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Durante la guerra en el resto del territorio nacional y en


ambas zonas, los dirigentes entienden que el fútbol es un buen
medio para conseguir fondos para la causa y se apresuran a
ponerlo en marcha cuanto antes. En Sevilla prácticamente es
inmediato y los gobernantes fuerzan a los equipos sevillanos
a organizar partidos. De hecho en septiembre de 1936 se
juegan los primeros entre equipos menores de la ciudad.

Con respecto al Sevilla FC no se observa en primera instancia


a los jugadores del primer plantel, sino que, por el contrario,
serán los jugadores de las categorías inferiores los que se alinean
habitualmente. El Sevilla Football Club llega a utilizar al
menos 70 jugadores en estos partidos organizados y ordenados
desde las autoridades que llegan incluso a confeccionar
las alineaciones y su primer plantel. El club blanquirrojo
llegó a jugar en tiempo de guerra unos 20 encuentros. El
colaboracionismo debió imperar si querían subsistir. Ramón
Sánchez-Pizjuán cuya única religión profesada y que se le
conoce se llama Sevilla FC, hace todo lo posible por mantener
cohesionado el Club, cosa que conseguiría a la postre.

Los partidos consistían en realizar una exaltación del nuevo


régimen establecido y se jugaba a favor de la Falange, de los
Flechas, de los comedores sociales y a favor del Ejército, entre
otros.

Los asistentes a los estadios y los jugadores deben realizar


el saludo fascista, deben gritar las consignas del régimen
establecido, así como cantar sus himnos para realzar los
valores patrios.

Se ha utilizado mucho por parte de algunos componentes


béticos una foto en la que se ve a los jugadores sevillistas
formados antes de comenzar un partido, realizando el saludo


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fascista, para así intentar demostrar que el club sevillista


estaba alineado motu propio con el franquismo.

Sin embargo hemos observado que todos los equipos, incluido,


por supuesto, el propio equipo del Betis Balompié estuvieron
obligados a ello, e incluso existen fotos donde se ve a todos
los asistentes como público –algunos miles de personas- en un
partido en Heliópolis a principio de los años 40, igualmente con
el brazo en alto ¿Significa este hecho que todos eran fascistas, o
es que, realmente, estaban obligados a hacerlo?

En mayo de 1937 se celebró la Copa Queipo de Llano con el


fin de recabar fondos para las Casas de Inválidos de Guerra,
Empleados y Obreros. El día 30 el Betis derrotó al Sevilla,
consiguiendo la copa donada por el General y que con toda
seguridad guardarán en sus vitrinas.

¿Qué ocurrió con los jugadores de ambos equipos?

Ya vimos el capítulo en el que tanto jugadores como


directivos se encuadraban en un bando u otro, pero poco a
poco los jugadores van regresando, algunos como es el caso
de Guillermo Campanal al que el régimen interesa perdonar
para utilizarlo y lo reinserta en un cuartel. Otros no tendrían
tanta suerte y se irían definitivamente exiliados.

Muchos son igualmente acuartelados, tal y como podemos


leer en “Breve Historia del Sevilla FC” de Rodríguez y Castro,
Punto Rojo Libros:

“En la primavera del 38, la prensa empezó a publicar


informaciones sobre los equipos militares. Varios jugadores
de los primeros clubes sevillanos realizaron su prestación
de servicio en los distintos destacamentos. En Artillería
Antiaérea estuvieron destinados Campanal, Alcázar, Félix


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y Torróntegui, junto a los béticos Peral, Morita y Sánchez.


En Aviación, dirigida por el bético Andrés Aranda,
concretamente en la base aérea de Jerez, estuvo destinado
Diego Villalonga, junto a los amateurs Payán y Salustiano.
También sirvieron en Tablada, Joaquín, Fermín, Duarte,
López y Berrocal, además del filial Raimundo Blanco y los
verdiblancos Tobales, Becerril, Mije, Torres, Pileño, Rufo,
etc. En Sanidad estuvieron los amateurs Cayuso, Tejada
y Palencia, con los también aficionados béticos Tomasín,
Rafaelillo, Peregrina, etc. Sin duda alguna, el equipo de
Aviación era el más potente de todos ellos. En cuanto a los
modestos, el Osario era, seguro, el más poderoso, al haber
recogido a la mayoría de futbolistas del Betis”.

El Sevilla Football Club nunca perdió su estructura


institucional forjada desde el tiempo de la II República, por
lo que era de prever que su continuidad pos guerra estuviese
asegurada. Pero, por el contrario, como reza el dicho, el Betis
nunca caminará solo, y el general Cuesta Monereo siempre
estuvo ahí para demostrarlo.

A principios de 1939 se anuncia en la prensa, por arte de


Birlibirloque, que el Betis ha comenzado a reparar el estadio
Municipal de Heliópolis y que pronto se organizarán las
competiciones correspondientes. Esto es especialmente
llamativo teniendo en cuenta que en 1938 del Betis Balompié
como tal institución no se oyen noticias y no juega un solo
partido en todo ese año.

La pregunta es, ¿cómo es posible que el Betis Balompié sin


haber jugado partidos, y sin ningún tipo de ingresos, no
cuente ya con deudas, tenga un equipo preparándose para
competir, esté ya organizado institucionalmente y repare el
estadio, todo al mismo tiempo?


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¿Salvó quizás, visto lo visto, la Guerra Civil al Betis Balompié?


¿Quién pagó las inmensas deudas contraídas en tiempos de
la República, de tan solo tres años antes? ¿Cómo se pagan
los fichajes, los sueldos y los gastos corrientes de un equipo
de Primera División en un equipo que no cuenta con socios
prácticamente?

Es un periodo muy oscuro y opaco, no hay datos visibles


que puedan mostrarse como dilucidadores de este nuevo
milagro, uno más, que como apariciones marianas surgen
religiosamente y de la nada. Quizás nunca lo sepamos, lo
cierto es que las pesquisas han sido infructuosas. Sí sabemos
quién arregló el estadio, pero merece un capítulo aparte.

Mientras tanto el campo heliopolitano es recompuesto y


remozado, quedando posteriormente como nuevo. El equipo
verdiblanco juega sus compromisos en el estadio de Nervión
sevillista, del que se ordena desde la autoridad impuesta
por las armas, que se erija como “estadio único” del fútbol
sevillano.

Pero volvamos, justo en este instante, a lo que nos contaba el


especial de Marca sobre el Betis en 1994:

“La mayoría de los jugadores, flor de la juventud, tuvieron


que marchar al frente y se dio la circunstancia de que el
grueso del grupo bético se alineó con el bando republicano,
perdedor en la cruel contienda, por lo que el extraordinario
plantel del Real Betis quedó disuelto”.

Vayamos por partes, ¿cuántos jugadores en activo a finales


de 1936 recuperarían los equipos sevillanos tras la guerra?
Veamos gráficamente este hecho comparado con distintos
equipos de la época:


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ATHLETIC CLUB DE BILBAO 1935-36, jugadores


en activo en Liga 24. En 1939-40 siguen 7 - (29,2%):
Echevarría, Elíces, Gárate, Gorostiza, Oceja, Urra y Zabala

REAL MADRID 1935-36, jugadores en activo en Liga 19.


En 1939-40 siguen 7 - (36,8%): Bonet, Lecue, León, López
Herranz, Mardones, Méndez Vigo y Quincoces.

RACING DE SANTANDER 1935-36, jugadores en activo


en Liga 22. En 1939-40 siguen 10 - (45,4%): Ceballos,
Chas, Cuca, Ibarra, Milucho, Pedrosa, Pombo, Tayo, Trigo
y Víctor.

FC BARCELONA 1935-36, jugadores en activo en Liga 24.


En 1939-40 siguen 2 - (8,3%): Franco y Nogués.

HÉRCULES 1935-36, jugadores en activo en Liga 21. En 1939-


40 siguen 11 - (52,4%): Aparicio, Betancort, Irles, Maciá,
Medina, Mújica, Pérez, Salas, Salvador, Tatono y Tormo.

BETIS BALOMPIÉ 1935-36, jugadores en activo en Liga


22. En 1939-40 siguen 11 - (50%): Aurelio, Caballero,
Cornejo, Fernández, Paquirri, Peral, Rejón, Rosales, Saro,
Suárez y Valera.

VALENCIA CF 1935-36, jugadores en activo en Liga 20.


En 1939-40 siguen 9 – (45%): Amadeo, Bertolí, Blasco,
Domenech, Goiburu, Iturraspe, Juan Ramón, Lelé y
Melenchón.

ESPAÑOL 1935-36, jugadores en activo en Liga 19. En


1939-40 siguen 6 - (31,6%): Bosch, Lecuona, Martorell,
Pérez, Prat y Teruel.


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SEVILLA FC 1935-36, jugadores en activo en Liga 25. En


1939-40 siguen 11 – (42%): Alcázar, Berrocal, Campanal,
Fede, Félix, Guillamón, Joaquín, López, Segura, Torróntegui
y Villalonga.

ATHLETIC AVIACIÓN 1935-36, jugadores en activo


en Liga 22. En 1939-40 siguen 6 – (27,3%): Alejandro,
Arencibia, Elícegui, Gabilondo, Guillermo y Mesa.

Como podemos comprobar el Betis Balompié recuperaría el


50% de sus jugadores, es decir, el que más tras el Hércules
con un 52%. El Sevilla Football Club recuperaría el 42%
de los jugadores en activo en 1936, lo que demuestra una
vez más las diferencias en este sentido con respecto a ambos
clubes.

El Estadio Municipal de Heliópolis fue reinaugurado en abril


de 1939 con un partido de Copa de Andalucía entre el propio
Betis Balompié y el aún llamado Sevilla Football Club que
perdió por 1 a 0. Aunque el Betis Balompié estuvo a punto
de llevarse el campeonato andaluz fue a la postre el Sevilla
Football Club quién lo consiguió.

Como invitados de honor de esta reinauguración asistieron el


general Queipo de Llano y, cómo no, un bético de pro como
José Cuesta Monereo que presenció orgulloso cómo ganó su
equipo.


CAPÍTULO 16
UNA BOMBA SALTARINA.

Un obús rebota en una farola para acertar justo en la ventana


de la secretaría del Betis Balompié. El objetivo de Queipo de
Llano era atacar al equipo verdiblanco.

“El manquepierda es un eslogan y una manera de sentir.


Eslogan porque el Betis ha sido un club muy perseguido en
este país. Después de ganar la liga en la temporada 34/35,
seis jugadores de aquella plantilla que eran vascos emigran
y forman un club itinerante que viaja por todo el mundo,
fundamentalmente por América Latina, al que llamaron
Vizcaya CF y que suscitó un sentimiento antibético por
haber pertenecido a éste. Luego cuando Queipo de Llano
entra en Sevilla bombardea la sede del club y su estadio
fue utilizado como depósito de tanques de la División
Acorazada italiana. Ya te digo que fue un equipo perseguido
y eso hizo surgir ese grito de ¡Viva el Betis manquepierda!”

(N. del A. -- VICTIMISMO: Tendencia a considerarse


víctima o hacerse pasar por tal.
Real Academia Española de la Lengua).


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Volvemos de nuevo un poco atrás en el tiempo y nos situamos


justamente en el día 18 de julio de 1936. El anterior texto
aparece en un libro titulado ‘El Betis: La marcha verde’,
editado en 1987 y escrito por Antonio Hernández. Como
podemos comprobar se habla abiertamente de persecución
hacia el entonces Betis Balompié, el general Queipo de Llano
ataca abiertamente al Betis debido a que era un nido de rojos,
o poco más o menos es lo que Antonio Hernández quiere
transmitir a sus lectores.

Por otro lado Manuel Rodríguez y Tomás Furest, en su


“Historia del Real Betis Balompié. Tomo II. Ediciones BEA.
1981”, afirman que:

“…las tropas republicanas disparaban contra el Gobierno Civil...

Una de las bombas, que eran lanzadas por elevación,


tropezó con la farola de la misma esquina de Méndez Núñez
y después de romperla por completo penetró por la ventana
de la secretaría destruyéndola por completo”.
Manuel Rodríguez y Tomás Furest se recatan un poco más
en este sentido, poco realmente, afirmando que una de las
bombas que iban dirigidas al Gobierno Civil tropieza en una
farola y de rebote le da a la sede bética de la calle Bilbao.
Qué mala suerte que después de rebotar en una farola entrase
precisamente por la ventana. No podría haber dado en el muro
exterior, dirigirse a otro lado, sino que acertó justamente en
la ventana. Pero nos dicen que no fueron los sublevados, sino
los republicanos los que dispararon contra el Gobierno Civil.

Por otro lado, Mercedes de Pablo nos cuenta en su libro “La


Sevilla del Balón”, de Biblioteca de temas sevillanos editado
en 1982, e igualmente confirma, no solo que no serían las


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tropas nacionales, como a afirman Rodríguez y Furest, sino


que igualmente habrían sido las republicanas:

“Por otro lado, las tropas republicanas que disparaban contra


el Gobierno Civil a espaldas del Hotel Inglaterra afectaron a
la sede social del Real Betis, hasta el punto de destruir toda la
documentación que suponía su patrimonio
histórico como club”.

Doña Mercedes no atribuiría, al menos, a la subliminal “derecha


sevillista golpista” el desaguisado. Otras versiones son dignas
de ser analizadas, entre ellas la de la hija del secretario bético,
Manuel Simó, miembro del Consejo de Administración del
Real Betis Balompié y directora del Archivo de Indias, doña
Isabel Simó, que nos cuenta lo siguiente:

“... y baterías apostadas en el Ayuntamiento lanzaron


obuses contra el Gobierno Civil, situado en la trasera del
Hotel Inglaterra. Uno de ellos entró por una ventana de
la secretaría del Betis, ubicada en el número 2 de la calle
Bilbao, y prácticamente la destrozó.”

En este caso, la señora Simó afirma que fue un obús y que este
entró directamente por la ventana destrozando la secretaría.
Así mismo nos deja en la duda de si fue el bando republicano
o el nacional, pues no lo dice.

Sería Julio César del Arco, un “emperador” que en tiempos


del fascismo “disparaba flechas”, tal y como podemos deducir
del seudónimo de Manuel Benítez Salvatierra, caballero
periodista que escribió un libro sobre la historia del Real Betis
Balompié en 1957 titulado “Medio siglo de fútbol sevillano”,
la primera persona que parece ser publicó el episodio de la
bomba de la calle Bilbao, que sepamos.


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Pero, ¿qué ocurrió realmente?

Según Juan Ortiz Villalba, ‘Del golpe militar a la Guerra Civil:


Sevilla 1936’, (2006), los sublevados ordenaron al comandante
Núñez acudir con unos 70 soldados de Intendencia a la
plaza Nueva, donde una sección de zapadores que estaban
luchando contra los guardias de asalto. Además desplegaron
una compañía de fusileros de Sanidad Militar entre las puertas
de Jerez y de la Carne. Sobre las cinco de la tarde también
se unió a los sublevados la Guardia Civil. Una sección se
incorporó al combate en la Plaza Nueva, mientras que otras
unidades desplegaron ametralladoras en torno al centro
para aislarlo de los barrios pobres, de donde podían venir
milicianos izquierdistas. Los sublevados también armaron a
algunos civiles falangistas en el regimiento de Infantería. En
el bando contrario sobre las 14:45h, los guardias de asalto del
cuartel de la Alameda de Hércules repartieron unos 80 fusiles
a civiles. Desde allí los partidarios del Gobierno formaron dos
columnas, cada una encabezada por una autoametralladora.
Una fue hacia el Parque de Artillería, cerca de la Maestranza,
donde fueron repelidos sangrientamente por los sublevados.
La otra acudió a defender el Gobierno Civil.

El combate en la Plaza Nueva entró en su momento decisivo


hacia las 18:15, cuando llegaron los artilleros y desplegaron
dos cañones contra las posiciones de las fuerzas leales al
Gobierno. Primero cañonearon el edificio de la Telefónica,
matando al teniente de Asalto D. Ignacio Alonso, tras lo cual
los resistentes se retiraron. A continuación dejaron fuera de
combate a la última de las auto ametralladoras de la Guardia
de asalto y dispararon 14 cañonazos sobre el hotel Inglaterra,
de donde también tuvieron que retirarse los leales.


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A las 20:00, tras un primer y último cañonazo contra el


Gobierno civil, Varela, se rindió telefónicamente a Queipo
de Llano.

Víctor Hurtado publicaría recientemente un atlas sobre la


sublevación, en el que describe gráficamente con gran detalle
dónde se apostaban las diferentes fuerzas, entre otras batallas
de la Guerra Civil, en el episodio de la Plaza Nueva aquel
18 de julio de 1936. Los proyectiles supuestamente acabaron
con la secretaría bética, que como estamos demostrando y es
reconocido por estudiosos de la historia verdiblanca, no era
objetivo de guerra en absoluto, sino en cualquier caso sería
un hecho fortuito.

Dicha batería del bando nacional estaría apostada en la calle


Granada, en la misma acera donde se hallaba la secretaría,
por lo que era bastante poco probable que un proyectil
pudiese impactar directamente en el inmueble referido de la
calle Bilbao, o al menos impactar directamente, por no decir
imposible.

Pero… ¿fue cañón, mortero, o por el contrario fue un obús?


¿Podría rebotar un proyectil de artillería en una farola como
para entrar justo por una ventana y volar las dependencias
béticas?

Todos los escritos de la época apuntan a que fue un cañón el


que se apostó en la calle Granada, aunque Queipo de Llano
recuerda un año después el episodio de la Plaza Nueva, en
una entrevista en el diario ABC de 18 de julio de 1937:

“…Vuelva y diga que con rompedora, tire contra el


Hotel Inglaterra, en el que hay que abrir brecha para
batir el Gobierno Civil”.


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Y efectivamente una vez sabemos el tipo de proyectil


utilizado de primera mano –rompedora- y según los expertos
en artillería consultados por el autor del presente, una pieza
de artillería, que fue lanzada por el capitán Vicente Pérez de
Sevilla, con suficiente poder como para destruir un edificio,
no podría rebotar contra una farola, y si fuese un proyectil
de cañón, como cuentan la mayoría de trabajos sobre este
hecho, no contaría con la suficiente parábola como para que
lo hiciese, por lo que la teoría del “rebote” es igualmente
improbable.

Como se puede comprobar y sin desmentir absolutamente


ninguna posibilidad, las teorías esgrimidas no se sostienen
por sí mismas a priori, aunque no negamos cierta destrucción
del inmueble y nos inclinamos a que determinados cascotes
provenientes de la esquina del Hotel Inglaterra, impactasen
contra las oficinas del Real Betis Balompié, incluso que la
onda expansiva ocasionase algunos daños, pero no como para
hacer desaparecer trofeos y documentación. Quizás algunos
cristales y ventanas rotas, unido a algunos desperfectos leves
en el interior del inmueble.

Una vez hemos desvelado en capítulos anteriores quiénes


fueron las personalidades que compusieron el Real Betis
Balompié desde sus inicios allá por 1908-1909, no es
necesario abundar en el desmentido sobre que Queipo de
Llano prácticamente se levantase en armas contra el Betis, una
teoría peregrina sin duda alguna, ya que sería ir contra sus
propios correligionarios como pueden comprender. El escrito
de Antonio Hernández raya lo surrealista, no se sustenta en
base alguna, consiguió alimentar determinadas “leyendas”,
en el momento adecuado y con cierto oportunismo, que
llegaron a calar en determinados sustratos de la población


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sevillana, que inmediatamente divulgaron con el boca a boca


convirtiéndose prácticamente en una verdad para muchos,
aunque no para todos afortunadamente. Fabrica una afición
que se enfrenta a la injusticia, que requiere de un grito de
guerra para hacer posible resistir ante el enemigo sevillista
que encarna todo lo malo que les ha ocurrido y en previsión
de lo que les ocurrirá. El Betis se levanta una y otra vez cual
Ave Fénix gracias a su afición, y esta se revuelve como si
de un gato salvaje se tratase. Antonio Hernández hizo bien
su trabajo, promocionó determinados bulos, los relacionó
negativamente con el sevillismo, causa de todos sus
problemas, y el relato se quedó para habitar en la ciudad
durante muchos años.

Hasta ahora.

España entraba en guerra y a nadie le interesaba que una


secretaría de un club deportivo fuese bombardeada por
accidente -o no- en unos momentos tan graves para la vida
de cientos de miles de personas. Por tanto nos atenemos a los
relatos orales a posteriori, el más esclarecedor sin duda sería
el del mismo responsable de la secretaría bética D. Manuel
Simó Mateos, que afortunadamente no se encontraba dentro
de la misma en ese momento, intuimos.


CAPÍTULO 17
LOS CLUBES SEVILLANOS EN LA
POSGUERRA. EL CASO ANTÚNEZ.

El robo por parte del Sevilla FC


del jugador bético Antúnez.

¡C
orre, corre!, ¡que un hombre se ha caído en la
esquina!, decían las voces. Le ha dado un “flato”.
El flato era la palabra que definía lo que ocurría con
demasiada frecuencia y no solo por las calles sevillanas de irregular
adoquinado y socavones que podrían tildarse como accidentes
topográficos. Y es que comer en los años “de la hambre” se
convirtió en un imposible para muchos. El señor llevaba varios
días sin comer y su cuerpo no soportaba ni su propio peso.
Un corrillo de niños llenos de churretes, con las rodillas al
aire y rapados para evitar ser comidos por los piojos, llevaban
zapatos ocres roídos, que dejaban al aire el dedo gordo del
pie en muchos casos, y en otros la suela se abría por delante
como si de un feroz cocodrilo se tratase, rodeaban al despojo
viviente con cara de cadáver.
Algún alma caritativa se dejó caer al rato para darle un
caldito caliente de patas de pollo al pobre hombre, un pollo
fantasma que nadie vio jamás, pero que eran la prueba de que
existió, ¿de dónde demonios saldrían esas patas?


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Y al rato el pobre hombre pudo recuperar el resuello para


continuar su camino, no se sabe hasta dónde tras dar las
gracias con una voz que surgió como de ultratumba. Unas
mondas de patata fueron su última comida hizo ya varios
días. El dicho de que el puchero resucita a los muertos debió
provenir de esos tristes momentos.

Las cartillas de racionamiento no cubrían la alimentación de


los ciudadanos y había cartillas para todo. El mozo llamado
a filas, por ejemplo, era provisto de su cartilla de tabaco,
además del uniforme, tieso como una mojama. La gente
se agolpaba en las dependencias del Auxilio Social, puesto
en marcha precariamente para socorrer cientos de miles de
bocas y darles de comer. Hablamos de la posguerra, una
época trágica tras la Guerra Civil española.

¡Qué sano se ve tu niño! le decía una mujer a otra. Era un


niño rollizo.

No es como hoy, donde los cánones de belleza cambian en


función de la opulencia económica. A pesar de estar gordo,
era preferible a sufrir raquitismo. Los padres se veían en
la obligación de tener muchos hijos, la mitad en muchas
ocasiones morían, y tener muchos hijos aseguraba tener algo
de descendencia al final de sus días.

…tan lejano en el tiempo y tan cercano en la distancia.

Un maná aparecería ante los ojos del beticismo nuevamente.


Estrenando un flamante campo, sin deudas, con las
autoridades de su parte, y con una buena plantilla recuperada
de los jugadores activos de antes de la guerra, que estuvo a
punto de ganar el campeonato andaluz. La directiva poco
tendría que hacer más que acompañar a una maquinaria


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perfectamente engrasada, que debería rodar sola, pero una


vez más la mala gestión y el despilfarro pudieron con ellos
por enésima vez. La administración del club volvería a ser
desastrosa.

El Balompié desciende en 1941 a Segunda División, asciende


en 1942, pero en 1943 comenzaría una travesía en un desierto
casi infinito, al que no le verían el fin en la distancia, e incluso
bajarían a Tercera División en la que permanecerían siete
años. En 1942 accedería a la presidencia Alfonso Alarcón
de la Lastra, un presidente que bajaría al equipo ese año
precisamente, y que cuenta en una entrevista a ABC en julio
de ese mismo año:

- ¿Cómo has encontrado al Betis?

- Bastante mejor que yo creía (sic). La crisis del club se


originó indiscutiblemente con motivo de nuestra guerra de
liberación. Nuestra atención, nuestras fuerzas, se dispersaron
ante lo que para todo español era primordial. Prueba de ello
fue la lista de gloriosos caídos que tuvimos cuyo recuerdo
alienta permanentemente en nosotros. El comandante Pepe
Hermosa, figura deportiva nacional, encabezó la lista con su
gloriosa caída en el cuartel de la Montaña.

Al reanudarse la competición oficial de fútbol sufrimos


naturalmente esta consecuencia en mayor grado que otros,
porque nos faltaron valiosos jugadores. Y descendimos de la
primera División, no obstante los esfuerzos de la directiva.

Ya comenzaba la guerra en ese tiempo a ser la justificación


perfecta de la mala gestión. El victimismo estaba echando raíces.

Se situaba el equipo bético junto a los buenos durante aquella


época, los que ganaron, y los responsables de sus desgracias


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fueron los que provocaron la guerra, es decir, los seguidores


de la República. Los “gloriosos caídos” se situaban donde
debían.

Todo pasa, y con la llegada de la democracia, hay que volver


a vestir al santo, ya no estaba tan bien visto el haber luchado
“por la liberación de la patria”. Ahora lo que se lleva es estar
con los luchadores de la libertad, tanto es así, que aquel Betis
campeón de liga, ya no fue desmantelado por atender lo que
para todo español era primordial.

Era momento oportuno para que los “gloriosos caídos”


cambiaran de bando, y ahora nos los presentaban como
republicanos adalides de la libertad que defendían los valores
democráticos, bien jugando al fútbol con la selección vasca o
bien en el frente republicano, y como no, sufriendo el exilio.

“...Betis campeón de Liga en 1935, y luego, en los duros


años de la postguerra, cuando la plantilla de Unamuno,
Peral, Areso y Aedo había partido al exilio de las dos
España y se produjo la caída del Imperio hasta Tercera.”
Antonio Burgos, mayo de 2006.

El Sevilla Football Club perdería sus señas británicas para


siempre a principios de la cruel posguerra, debido a la
alineación de la España franquista con el eje italo-alemán; no
en vano les ayudaron a ganar la guerra. Británicos y franceses
pasarían a ser considerados automáticamente enemigos. De
esta forma, una orden ministerial de Serrano Suñer obligaría
a todas las Sociedades dedicadas a los espectáculos públicos
que albergasen extranjerismos en sus nomenclaturas a
españolizarlas. Así el Sevilla Football Club pasaría a llamarse
en 1940 Sevilla Club de Fútbol, como el Athletic Club


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se llamaría Atlético de Bilbao, o el Real Madrid pasaría a


apellidarse ya para siempre Club de Fútbol.

La Orden de 16 de marzo de 1940 rezaba así:

«...por exigencias del respeto que debemos a lo que


entrañablemente es nuestro, como el idioma, precisa
desarraigar vicios de lenguaje que trascendiendo del ámbito
parcialmente incoercible de la vida privada, permiten en la
vida pública la presencia de modas con apariencia de vasallaje
o subordinación colonial. Es deber del poder público, en
la medida en que ello es posible, reprimir estos usos, que
contribuyen a enturbiar la conciencia española, desviándola
de la pura línea nacional, introduciendo en las costumbres de
nuestro pueblo elementos exóticos que importa eliminar...»

Justo en ese momento el Betis Balompié recuperó su título


de Real, que perdió en la II República, una seña de identidad
ineludible del equipo verdiblanco.

Arturo Otero, secretario sevillista, escribe por esos años la


primera historia blanquirroja y se ve obligado probablemente
por la censura a omitir los orígenes británicos del club desde
finales del siglo XIX, aunque nos dejaría pistas importantes
para la posteridad.

Serían tiempos en los que los directivos de todos los clubes


estarían nombrados a dedo por la autoridad, y Ramón
Sánchez-Pizjuán no es la persona que el dictador entendía
que debiese llevar las riendas del club más laureado del Sur
de España. Se marchará el ex presidente sevillista a Madrid
a la Real Federación Española de Fútbol. Al contrario de
lo que algunos pudieran pensar, Sánchez-Pizjuán se va a
la federación nacional porque debe dejar obligatoriamente


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al Sevilla Football Club y no al revés. Es una especie de


“exilio” esperando una situación más propicia para volver.
La única condición sería que el sevillismo volviese a elegirlo,
y por aquellos tiempos de dictadura no se atisbaba que fuese
posible, al menos por muchos años.
Sería el segundo de a bordo, Antonio Sánchez Ramos, el
conocido entre el sevillismo como “el tío del puro”, el que
cogería las riendas sevillistas en primera instancia, y al año
siguiente Jerónimo Domínguez y Pérez de Vargas, Marqués
del Contadero, un personaje que llegó a ser presidente bético
en los años 20 y alcalde de Sevilla –alineado con el régimen
obviamente- quien recogería el testigo, llevando a buen puerto
la nave, pues bajo su mandato se consiguió el único título del
Campeonato Nacional de Liga en 1946.
Con el Real Betis Balompié a la deriva por aquellos nefastos
años 40, simultáneamente accede a la Delegación Nacional
de Deportes el general Moscardó, un cruel personaje de la
guerra que protagonizaría uno de los episodios más cainitas
del fútbol español y tuvo que ocurrir precisamente en Sevilla.
Según nos cuenta Enrique Vidal, autor del Libro “El caso
Antúnez, más allá del honor” es posiblemente el mejor ejemplo
de la deformación de la historia a manos de la rivalidad. Lo
que la tradición populachera de inspiración verdiblanca ha
venido propalando como ejemplo de opresión del poderoso
club sevillista sobre el Betis, gracias a un supuesto dominio
federativo del primero no sólo no fue tal, sino que en puridad
se trató de un descomunal episodio de prevaricación pro Betis,
orquestado en las más altas instancias de la administración
franquista por parte de los dirigentes heliopolitanos del
momento, a la sazón, altos cargos del ejército y de la Falange,
un episodio que había pasado desapercibido gracias a la
sordina impuesta por el régimen dictatorial.


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El sustrato básico del suceso es bien sencillo. A mediados


de la temporada 1945-1946, el Betis, que entonces militaba
en la Segunda División, se encontraba al borde mismo de
la desaparición y abandonado por sus seguidores, tanto
era así que la prensa de filiación verdiblanca del momento,
singularmente el ultracatólico “El Correo de Andalucía”,
llegó incluso a realizar una campaña pública de concienciación
social para la salvación verdiblanca, bajo el lema ¡Aupa Betis!

En sus páginas, el diario episcopal reclamaba de la afición


verdiblanca que dejase de protestar tanto y empezase a
colaborar con el Club. La situación económica era realmente
angustiosa, por lo que en junta directiva se decidió que los
vicepresidentes Carlos Hernández Nalda y Alfonso de la
Torre, habituales gestores de todas las transacciones de
compra y traspasos de jugadores, procediesen a la venta de
su activo más cotizado, el defensa Francisco Antúnez Espada,
un canterano del Sevilla FC reclutado por el club bético ante
la escasez de oportunidades en Nervión por la competencia
en su puesto. La transferencia debía realizarse con urgencia,
no sólo por las necesidades imperiosas de tesorería del Club
bético, sino porque el jugador finalizaba contrato al término
de esa misma temporada, y podría quedar libre si no había
dinero para ejercitar el derecho de retención.

Las gestiones iniciales no fructificaron debido a que no


había más clubes interesados en el jugador que el Sevilla,
enfrascado entonces en la lucha por el campeonato de Liga.
Ante la tesitura de salvarse vendiendo a su mejor jugador al
eterno rival o desaparecer, en caso de no hacerlo, el presidente
bético, Eduardo Benjumea, jefe provincial de Falange en
Sevilla, optaría por lavarse las manos y quitarse literalmente
de en medio, dejándole el “marrón” a sus vicepresidentes,


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y con la directiva debatiéndose entre el sí o el no a la venta.


Debido a lo acuciante de la situación, Hernández Nalda, en
conversación telefónica con Benjumea, informó a éste de que,
como responsable de los traspasos en la entidad, procedería
a la venta inmediata del futbolista al Sevilla por 80.000
pesetas, salvo que recibiese instrucciones de no hacerlo.
No llegaría ninguna orden en contrario y al día siguiente
quedaba materializado el traspaso, a cambio de la cantidad
concertada, que el Sevilla satisfizo en el acto, permitiendo
que el Betis pudiera con dicho dinero ponerse al día con sus
acreedores más apremiantes.

El terremoto sobrevino al hacerse público el fichaje. Es


entonces cuando estalla el caso. La afición verdiblanca,
la misma que se dedicaba, según declaraciones del propio
gerente bético Manuel Simó, sólo a protestar y no a prestar
ayuda práctica al club, monta en cólera porque el traspaso,
aunque le daba la vida a la entidad, evitando su desaparición,
se hizo a favor del Sevilla. El “desaparecido” Benjumea se
ve obligado a reaparecer de su hibernación voluntaria, y
en lugar de asumir responsablemente el mal trago pasajero
de un traspaso impopular, arremete contra sus propios
vicepresidentes, los mismos que con su patrimonio particular
habían venido sosteniendo al Club, desautorizándolos
públicamente y acusándolos de traición, pues según sus
declaraciones, la transacción la habían hecho a sus espaldas.
Ante tal hipocresía, Hernández Nalda redactó una nota de
prensa en la que responde a Benjumea, dando su versión del
caso. El Sevilla, que había tramitado rápidamente la ficha
del jugador con la Federación Regional Sur con objeto de
alinearlo de inmediato, se ve obligado a tomar parte en el
asunto para defender la operación, por razones puramente
deportivas, ante la negativa de la Andaluza a inscribirlo y la


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derivación del asunto a la Federación Nacional. Asumiendo


un riesgo considerable, y pese a que la propia Federación
Nacional le amenaza en prensa con penalizaciones deportivas
y económicas por alineación indebida, el nuevo defensa
blanco debuta con el Sevilla en Chamartín y aparece como
titular en la decena de partidos que restan de la competición.

La controversia por Antúnez se juega a partir de entonces en


distintos niveles o planos.

Por un lado, en la calle, donde el Betis, largamente acreditado


en el uso de la propaganda y los medios de comunicación
para denigrar a rival, se dedica a enmarañar acusando al
Sevilla de oscuras maniobras ante la Federación Regional
Sur, algo insólito habida cuenta que el expediente de
traspaso se derivó de inmediato a la Nacional. Gracias a
su argumentación victimista, sabiamente construida por el
abogado ultraderechista Adolfo Cuéllar, el mismo que sugirió
a Queipo de Llano y Cuesta Monereo en julio de 1936 el uso
de la radio como instrumento de guerra psicológica, logró
adhesiones entre la afición más incauta y manipulable pese a
que nada de lo que se afirmaba podía demostrarse. Sin duda,
este juicio público, paralelo y alegal, fue ganado por el Betis,
que consiguió además mancillar eficazmente la imagen de su
rival y distraerlo de su objetivo deportivo, el más ambicioso
de toda su historia, ganar la Liga.

Por otro lado, la trifulca debió seguir el trámite federativo,


donde las consecuencias del litigio sobre las competiciones se
antojaban importantísimas. De considerarse que la transacción
era federativamente ilícita, además de la imposición de multas,
el Sevilla sería sancionado con pérdida de puntos en una liga
ajustadísima que iba en ese momento liderando. Es decir, el
pleito significaba un ataque frontal a la posible consecución


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del título liguero por el Sevilla. La Federación Nacional estaba


presidida por Javier Barroso, del Atlético de Madrid, pero en
su comité directivo se encontraban representantes del Athletic
Club de Bilbao y del FC Barcelona, los dos clubes con quienes
los sevillistas se estaban jugando el título liguero. Ésta era la
principal derivada del asunto. También formaba parte de la
misma como Vicepresidente Ramón Sánchez-Pizjuán.

El Secretario de la Federación Nacional fue designado


instructor del expediente. Se desplazó a Sevilla, reunió la
documentación oportuna y tomó declaración a todos los
protagonistas del caso, de uno y otro club. Volvió a Madrid
donde redactó una propuesta de resolución que fue sometida
a la votación en la junta directiva de la Federación. El fallo
se dispuso en una resolución de más de 30 folios, en la que se
analizaban pormenorizadamente todos los detalles del caso, y
se autorizaba el traspaso, al considerarse que reunía todos los
requisitos reglamentarios. El aspecto principal era que el Betis
tenía habilitados en la Federación como signatarios de las
adquisiciones y traspasos de futbolistas a los vicepresidentes
que también firmaron la venta de Antúnez al Sevilla, lo que
pudo comprobarse con los archivos federativos. De hecho,
esa misma temporada, apenas un par de meses atrás, el Betis
había traspasado a sus jugadores Muruaga y Bescos siguiendo
el mismo proceso que con Antúnez, sin que entonces el
Presidente Benjumea interpusiese ninguna reclamación.

Pero el Betis tenía escondido un as en la manga. La Federación


Nacional debía obediencia a la Delegación Nacional de
Deportes (DND), presidida por el General Moscardó.
Quien fuera ensalzado como héroe franquista del Alcázar de
Toledo, era colega de armas del Gobernador Civil sevillano
y benefactor bético, Fernando Coca de la Piñera, y éste era


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amigo íntimo del Presidente verdiblanco Eduardo Benjumea.


La cúpula directiva bética y los notables del Club estaban
integrados en ese momento (como en muchos otros a lo largo
de su historia) por altos cargos de la Falange y del Ejército
de Franco. Benjumea, Coca, Sánchez Laulhé, Bohórquez,
Cuesta Monereo y hasta los abogados del caso, Cuéllar y
José María Doménech. El Betis movió sus hilos hasta en los
pasillos de El Pardo. Presentó un recurso ante la DND y ésta,
en lugar de dar traslado del mismo al Sevilla y al jugador,
como era preceptivo, antes de resolver, los ignoró, hurtándole
a ambos el trámite de audiencia que les correspondía para
defenderse, dictando directamente, sin procedimiento
alguno, una resolución de dos párrafos que anulaba el
traspaso, pero que no se atrevía a desposeer al Sevilla del
título de Liga conquistado. El Betis, y esto conviene aclararlo
convenientemente, solicitó de forma expresa en su recurso
ante la DND que el Sevilla fuese desposeído de su título de
Liga. Nunca nadie antes ni después, en toda la historia del
fútbol español, sin el más mínimo interés deportivo de por
medio, pues los béticos militaban en Segunda División, ha
pretendido privar a un club hermano en los despachos un
título de liga obtenido en el campo de juego. Increíblemente
esta agresión, por fortuna relegada finalmente a grado de
simple tentativa, ha sido históricamente silenciada pese a su
gravedad, para dar pábulo a una falsa versión del caso con el
Betis como víctima de su vecino, cuando en realidad fue todo
lo contrario.

La tropelía cometida por Moscardó contra el Sevilla tuvo


sus consecuencias. El Club blanco y el futbolista le plantaron
cara al General presentando sendos recursos de reposición en
los que denunciaban la flagrante infracción de procedimiento
cometida al privarles de poder presentar sus alegaciones, y


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resolver el asunto atendiendo exclusivamente a las peticiones


del Betis. El mundo del deporte en España, principalmente el
del fútbol, se solidarizó con el Sevilla. Hubo dimisión en pleno
de todas las federaciones futbolísticas regionales, comités de
árbitros, clubes (incluido el mayor beneficiario de un fallo
desfavorable para el Sevilla, como lo era el Barcelona) y, por
supuesto, en la Federación Nacional. Este hecho, teniendo en
cuenta que a los Federativos los designaba el propio régimen,
era de una singular gravedad y supuso un grave contratiempo
para Moscardó. Había que arreglar el asunto rápidamente
como fuese. En el Betis empezaron a pasar cosas extrañas.
Cuando el éxito del pleito hacía presagiar bonanza para
Benjumea y los suyos, éste se vio misteriosamente obligado a
dimitir. Se sucedieron meses con el Club descabezado porque
nadie quería presidirlo. La entidad seguía arruinada pues el
relanzamiento de la masa social que produjo el caso Antúnez
fue un bluf. Además había que devolver el dinero recibido
por el traspaso. La única solución para evitar que el Club
desapareciera era traspasar al jugador, llegando incluso a
ponerlo públicamente a la venta al mejor postor, pero el Betis
se encontró con el rechazo en pleno de todo el fútbol español,
debido a sus tejemanejes en el caso, siendo el Sevilla a la postre
el único destino posible de Antúnez. Al final, se escenificó un
acuerdo entre todas las partes en la sede de la Federación
Sur y, paradójicamente, meses después de haber tildado de
nula e inadmisible la operación, cuando ya no estaba en
juego la posibilidad de arrebatarle la Liga al Sevilla, el mismo
Betis autorizaba la venta de Antúnez al Sevilla a cambio de
100.000 pesetas. Un sobreprecio de 20.000 pesetas era todo
el valor del orgullo verdiblanco.


CAPÍTULO 18
EL GENERAL SÁENZ DE BURUAGA.

El Sevilla Club de Fútbol cede jugadores a equipos de Tercera,


para conseguir que el Real Betis Balompié no ascienda.

E
n enero de 1951 el Sevilla FC peleaba en el campeonato
nacional de Liga de Primera División teniendo el día
7 un partido de vital importancia, ante el Valladolid,
para cumplir sus altos objetivos deportivos; ganar la Liga.

El día antes, día de Reyes, el Betis viajó a Huelva para obtener


los puntos que le ayudasen a conseguir su propósito; salir del
profundo pozo de la Tercera División (grupo sexto), división
ésta en la que compartía cartel con equipos como el Larache,
el Magreb, o el Utrera. Ese mismo día coincidiendo con el
partido de Huelva se celebraba en Nervión un partido benéfico
de Rugby entre un combinado universitario de Sevilla y el
Atlético de Madrid. A Sánchez-Pizjuán no se le ocurre otra cosa
que además de colaborar con el deporte amateur fomentando
el rugby en nuestra ciudad dejando el estadio y donando un
trofeo para el vencedor, procurar la infraestructura radiofónica
adecuada para que los aficionados del Real Betis Balompié
supiesen como iba un partido de su equipo en Tercera.

“…Ante la importancia de este encuentro, con el que se inicia


la práctica de este deporte oficialmente en Sevilla, el presidente


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del Club titular don Ramón Sánchez Pizjuán, ha donado un


magnífico trofeo, que será entregado al equipo vencedor por
nuestra primera autoridad civil, demostrando una vez más
con este rasgo su interés y apoyo por el deporte amateur.
Coincidiendo este partido con el que se celebra en Huelva
entre el titular y el Real Betis Balompié, y después de vencer
innumerables dificultades, se ha conseguido línea directa
entre el velódromo y Nervión, para que los seguidores béticos
y el público en general puedan conocer la marcha de tan
importante jornada para el Betis a través de los altavoces
instalados en el campo.

Diario “Sevilla” 05.01.1951

Según Ramón Puche Maciá, en su trabajo ‘Historia de


España, la Guerra Civil española”, en el apartado de
“Biografías del Bando Nacional”, Eduardo Sáenz de
Buruaga y Polanco, nació en Camagüey, Cuba, procedía de
una familia de tradición castrense. Sus primeras acciones
se desarrollaron en las Guerras de África. Participó en el
bando nacional en la Guerra Civil Española. Ingresó en la
Academia de Infantería de Toledo en 1910 bajo el mando
del Coronel José Villalba Riquelme. Desde el primer
momento de su vida castrense estuvo incorporado al ejército
colonial de Marruecos donde participó en numerosas
acciones militares. Por su comportamiento en los campos
de batalla le fue concedida la Medalla Militar Individual. Su
participación en la sublevación nacional fue decisiva para
asegurar el control de Tetuán.


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Como coronel se hizo cargo en julio de 1936 del mando de las


tropas sublevadas en dicha plaza. Tras el alzamiento ejerció
durante unos días el cargo de Alto Comisario de España en
Marruecos. Trasladado a la Península, al mando de sus tropas
moras participó en la toma de Córdoba y en el avance hacia
Madrid a lo largo del valle del Tajo. Intervino en el cerco de
la ciudad y en las batallas del Jarama y Brunete.

Participó también en la conquista de Teruel y en la ofensiva


nacional del Ebro. Fue ascendido a general durante la campaña.
Después de la guerra ocupó los cargos de gobernador militar
de Madrid y del Campo de Gibraltar. Más tarde fue capitán
general de Baleares y de Sevilla, para terminar desempeñando
el cargo de Director General de la Guardia Civil. El general
fue un gran aficionado al fútbol, de hecho Sáenz de Buruaga
era seleccionador de fútbol en la Zona del Protectorado
previo al golpe nacional en 1936 (entonces coronel), lo que
le permitió mayor facilidad de movimientos, por temor a
que sus pasos fueran seguidos por las Fuerzas de Seguridad
del Estado en tiempos de la República. Desde mayo a junio
de 1936, perfiló junto al general Mola su estrategia. Las
maniobras del 12 de julio en Llano Amarillo le permitieron
consolidar los contactos para que nada quedara al azar.
Además, quedaron allí definidas las últimas adhesiones para
que llegado el momento nada se opusiera a un movimiento
que consideraba arrollador.

Fue presidente de honor del Real Betis Balompié en 1952.


Pero su cargo tendría poco de honorífico, ya que fue un
presidente ejecutivo en toda regla a pesar de tener a efecto
uno nombrado como fue Manuel Ruiz.

¿Qué hacía un general nacido en Cuba, madridista, siendo un


héroe para los suyos, accediendo a ser presidente de honor


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de un equipo que penaba por Tercera División? Un teniente


general del bando vencedor era un “semi-dios” en aquella
España de principios de los años 50, podría haber elegido
cualquier equipo para ser su presidente de honor, ¿por qué
precisamente al Real Betis Balompié?

Hubo varias razones importantes, entre ellas la de ser un


singular club de profunda tradición castrense en el sur de
España, pero había una de un peso específico sustancial que
sería irrenunciable para Sáenz de Buruaga.

Ya hablamos en anteriores capítulos de la importancia que


tuvo con toda seguridad el cerebro del golpe militar de
1936 en Sevilla, y fundador del Sevilla Balompié en 1909,
José Cuesta Monereo. Sabemos que aparece en momentos
clave en los que el Betis está realmente necesitado de ayuda,
llegando a ser su salvador cuando las sucesivas y endémicas
crisis económicas, sociales e institucionales hacen mella,
suponiendo prácticamente una tumba para el club, pero casi
siempre aparece este personaje que in extremis lo rescata de
la catástrofe a lo largo de 60 años.

Uno de estos momentos históricos tuvo lugar en 1952,


cuando, como de la nada, aparece el general Sáenz de Buruaga
que fue destinado a la Capitanía general en Sevilla.

José Cuesta intenta contar con el apoyo de altos militares


dados sus probables destinos en el futuro. Cuesta experimenta
a mediados de los años 40 pidiendo a un General de Ingenieros,
como fue Sánchez Lauhlé, que se hiciera cargo del club. Así
llegó a ser presidente ejecutivo en primera instancia y más
tarde presidente honorario del Betis. Es menester recordar
que otros fundadores aparecen en las sucesivas directivas de
estos años, amén de los unidos posteriormente a la causa. Por


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dar algunos datos biográficos, diremos que Sánchez Lauhlé


fue golpista en la sanjurjada, detenido como es natural,
huyendo a Portugal tras un permiso para asistir al entierro de
un pariente cercano. Por si fuese poco participó activamente
en el golpe del 36, todo un halcón de Queipo de Llano, siendo
testigo de la acusación en el juicio sumarísimo contra algunos
republicanos que terminaron en el paredón. Este general duró
poco en la presidencia bética y no fructificó en las aspiraciones
de Cuesta. A principios de los años 50 Cuesta Monereo, siendo
Gobernador militar del Campo de Gibraltar, coincide con un
personaje que será fundamental en el destino del Betis. Cuesta
sabe que cada vez será destinado más lejos de Sevilla, debido a
su escalada en el generalato. Los gerentes del Betis recurren de
nuevo a él desesperadamente, la situación es gravísima y deben
evitar la desaparición del club verdiblanco. Cuesta reacciona
y contacta con el Capitán general de la II Región militar, sita
en Sevilla, Eduardo Sáenz de Buruaga y Polanco. Monereo
está justo un puesto por debajo en el escalafón de Sáenz de
Buruaga y va siguiendo sus pasos, primero como Gobernador
Militar del Campo de Gibraltar y más tarde como Capitán
General de Baleares. El hecho de tener los mismos destinos
hace que tengan contacto frecuente, en esos años por cercanía.
En Andalucía coinciden habitualmente. Pero hay vínculos aún
mayores. Eran viejos amigos cuyas vidas quiso el destino cruzar
justo en el momento y en el lugar adecuado. En una entrevista
en “Mundo deportivo” el 26 de junio de 1963 el periodista le
pregunta a Sáenz de Buruaga de dónde le viene esa afición al
fútbol, a lo que responde:

“Lo practiqué en mi Juventud y de una manera bastante


asidua, junto con otros deportes, durante mi estancia en la
Academia Militar”.


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Por lo tanto incluso practicaron juntos con toda probabilidad


el fútbol ya que coincidieron siendo compañeros de
promoción, pues ambos ingresaron a la vez en la Academia de
Infantería de Toledo en 1910. Más aún y como prueba de la
amistad de ambos, Cuesta Monereo fue testigo en la boda de
la hija de Sáenz de Buruaga; sus esposas protagonizaban los
chismorreos de la alta sociedad, cuando compartían mesa en
la fiesta de la banderita de la Cruz Roja, según se observa en la
prensa. Además coincidían en el Club Hípico de Pineda, del que
curiosamente Cuesta fue fundador; presidían desfiles militares,
celebraban recepciones en el Gobierno militar; despachaban
como superior y subordinado en el Estado mayor, sito en la
segunda planta de Capitanía General en la Plaza de España de
Sevilla. La relación entre ambos es incuestionable y Cuesta le
pide que use su poder en Sevilla para favorecer a un equipo que
deambulaba por la Tercera División sin socios prácticamente,
muerto económicamente y a punto de desaparecer de nuevo.
Tan solo un personaje como el que estamos analizando, con
ese poder, es capaz de conseguir nuevamente el milagro.

Sáenz de Buruaga acepta de tal forma que incluso sorprende


a Cuesta Monereo, pues se vuelca en apoyo del equipo de su
amigo. El 6 de septiembre de 1952 se le prepara al general
un homenaje en el estadio de Heliópolis y se le hace entrega,
según la prensa, de las insignias que acreditan que será
presidente honorario de la entidad verdiblanca. De buenas
a primeras y sin más preámbulos el mecenazgo está servido.

Durante este periodo, justo a la temporada siguiente, se da


un hecho fundamental en el Real Betis Balompié Betis y este
es el fichaje de Sabino Barinaga, gran jugador aún al final de
su carrera, a poco de comenzar el campeonato. Viene el ex
madridista de la mano del capitán general. Aquella costumbre


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bética de “reclutar” jugadores en 1917/1918 continúa en


1953 como ya vimos en capítulos anteriores. Cuadrándose
ante su jefe en la milicia, Barinaga dice con solemnidad: “Mi
general, venimos a ascender al Betis”, lo que provocó los
aplausos y la euforia de los allí concentrados. Y tanto que lo
ascendieron, al año siguiente ya estaban en Segunda División.

El Real Betis Balompié cuenta con tan pocos socios en aquel


momento, que cuando se anuncia que jugará Barinaga en el
equipo doblan su número, según publica el diario ABC en
1952, en el que el presidente ejecutivo, Manuel Ruiz, hace
referencia a dicho logro. Fuentes fidedignas, como la de uno
de sus directivos, Alfonso Jaramillo, llegaría a manifestar que
el Betis tenía 300 socios en Tercera División, por lo tanto
subirían en torno a 600 socios. Se lleva a cabo una política de
precios especiales entre la tropa de reemplazo destinada a la
plaza de Sevilla para que asistan a los partidos. Serían tiempos
en los que la grada de Heliópolis se teñía del caqui de los
uniformes, y probablemente sería este uno de los embriones
de ese mito de Betis universal junto con la emigración de
familias sevillanas posterior, debido a que muchos soldados
de otros lugares de España simpatizan con el equipo bético.

Llegado el general a tomar el mando del equipo verdiblanco,


no solo cuentan con dinero para fichajes, como es el caso de
Barinaga, sino que incluso se habla de un nuevo remozamiento
del estadio municipal de Heliópolis.

- ¿Se realizarán obras en Heliópolis?

- Detrás de ese capítulo andamos (...) Es decir, en este


aspecto como en los restantes, no nos faltan deseos
y proyectos, y que, con la ayuda de Dios y de la
Macarena, y la colaboración decidida y entusiasta


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de todos los buenos béticos, empezando por el digno


capitán general, esperamos llevarlo a buen puerto.

Como podemos observar, el presidente ejecutivo bético se


pone en manos del general y no hay paso que dé sin que
el general esté informado de ello. Todo son loas para quien
tomará las riendas del equipo verdiblanco de facto.

Le pregunta nuevamente el reportero Elide de ABC:

- ¿Se ha conseguido alguna ayuda económica?

- Regular, no tengo a la vista las cifras; pero como


en esa tarea he encontrado un gran apoyo moral de
nuestro presidente de honor, el teniente general Sáenz
de Buruaga, a quien nunca podremos agradecer lo
que está haciendo por el Betis, creo que llegaremos a
cubrir lo que estimamos suficiente para emprender la
temporada y siempre que los béticos que aún faltan
por colaborar con su óbolo no nos olviden.

Entrando en algún detalle, se negociaría por otros jugadores


de la cantera madridista ante la mirada atónita del resto
de equipos de la Tercera División, que no se atreverían a
protestar. El capitán general sentaría todas las bases habidas
y por haber, para devolver nuevamente al equipo bético a
Primera División en 1958. Jugadores como Campa, Cedrés,
el portero Padilla y Grané llegarían desde Madrid durante
aquellos años para reforzar las filas béticas, y ante otros
equipos que poco podían hacer para poder evitarlo. De
hecho y nuevamente desde la pluma de Elide se le pregunta
al presidente Manuel Ruiz Rodríguez por las relaciones con
el Real Madrid.


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- ¿Qué hay de las relaciones béticas con el Real Madrid?

- Pues solo buenas noticias. Fue gracias a nuestro ilustre


presidente, el teniente general Sáenz de Buruaga,
como se encauzó la relación, por la gran personalidad
de nuestro capitán general cerca del club castellano y
por su balompedismo acendrado. Y, personalmente,
realicé un viaje a la capital de España y allí sostuve
cordialísimas entrevistas con los directivos del Real
Madrid, con lo que di –sencillamente- satisfactoria
realidad a las gestiones que personalmente había
realizado nuestro presidente de honor, de quien partió
la iniciativa y la gestión misma.

Sáenz de Buruaga era al mismo tiempo presidente de honor


del Real Madrid Club de Fútbol, De hecho, no debemos
olvidar que el equipo de sus amores en realidad era el equipo
merengue madrileño.

Pero un hecho insólito será contado desde filas béticas con


cierta indignación. El bulo callejero cuenta que el Sevilla
Club de Fútbol, con ánimo de hundir al Real Betis Balompié,
cedía jugadores a sus equipos rivales para conseguir que no
ascendiera. En el subconsciente colectivo verdiblanco y de
forma subliminal quedaba para la posteridad aquello de que
se cedían jugadores a equipos de Tercera generalizadamente,
y el ejemplo que siempre se utilizó fue el de la cesión del
jugador Loren al Algeciras CF. En realidad el Algeciras era
prácticamente un equipo filial del Sevilla Club de Fútbol por
aquellos años, tenían un acuerdo preferente en cuanto al
fichaje de jugadores y que sepamos el club sevillista no solía
ceder jugadores a otros equipos de Tercera División. Loren
era un jugador que estaba ya en el Algeciras CF, con gran


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proyección y muy joven -19 años- procedente de su propia


cantera. Los sevillistas pusieron sus ojos en Loren y tenían
previsto entrar en conversaciones para su fichaje la próxima
temporada. Sin embargo algo precipitó los acontecimientos y
esto era que Real Madrid CF, Atlético de Madrid y Valencia
CF se fijaron igualmente en el jugador.

El Sevilla Club de Fútbol sabía que competir con clubes muy


potentes económicamente para fichar al jugador iba a ser una
tarea muy ardua, por lo que debía jugar sus bazas.

Por lo investigado se observa que en primer lugar hizo


prevalecer la situación de privilegio y hermandad con respecto
al club algecireño, ya que el Sevilla tiene a algunos de sus
jóvenes valores curtiéndose en este club desde mucho tiempo
atrás, situación que al Algeciras CF le venía de perlas. Y por
otro lado la inserción de alguna cláusula que diese ventajas a
este club.

Por lo tanto, se llegó a un acuerdo económico suficiente para


todas las partes, incluido el jugador, así como el posibilitar
que Loren permaneciese en el club algecireño hasta final de
temporada, cediendo el Sevilla Club de Fútbol en la misma
operación a Gallardo y Oñoro. El equipo blanquirrojo
se aseguraba así que Loren sería sevillista a la temporada
siguiente, ganando por la mano al Real Madrid CF. Aunque
a posteriori los acontecimientos se precipitaron nuevamente
y Loren terminó en el Sevilla Club de Fútbol antes de finalizar
la temporada. Sin embargo esto fue interpretado desde
determinados sectores del beticismo como la utilización de
jugadores sevillistas que se cedían a otros equipos en contra
del club verdiblanco, cuando en realidad era por otros
motivos, como se demuestra, y a un solo club.


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El 26 de febrero de 1957, Eduardo Sáenz de Buruaga recibiría


un homenaje en su despedida de la Capitanía General de
la II Región Militar sita en Sevilla. Su amigo José Cuesta
Monereo, recién nombrado teniente general, da el discurso
de despedida, intercambiándose regalos. Cuesta accedería a
la Capitanía General de Baleares mientras Sáenz de Buruaga
era nombrado director general de la Guardia Civil.

Ambos saldrían de Sevilla pero el futuro del Real Betis


Balompié estaba ya atado y muy bien atado “entre ramos de
olivo” por arte y parte de ambos. Unos sentaron las bases y
otros se llevaron la gloria.

El general Cuesta Monereo accedería a la presidencia de la


junta consultiva del Real Betis Balompié a principios de los
años 70 junto a otro general como fue Luengo Muñoz. Cuesta
fue nombrado socio de honor, tal y como puede comprobarse
en el diario ABC de 14 de febrero de 1970, con lo que el
vínculo militar estaba establecido nuevamente. Por lo tanto
comprobamos, todavía en la década de los 70 perduraría la
estrecha relación con el militarismo y el franquismo imperante
del Real Betis Balompié. Faltaban pocos años, algo menos de
una década, para que algunos políticos, ya en democracia,
cambiasen la historia del fútbol sevillano, le diesen la vuelta
como a una tortilla, y la adaptasen a medida aprovechando
su carisma y poder de convocatoria en ese momento.


CAPÍTULO 19
LOS ESTADIOS SEVILLANOS.

¡Pizjuanazo! El Betis inaugura el estadio sevillista venciendo 2


a 4. Una adjudicación pública por decreto.

E
n anteriores capítulos hemos visto cómo los principales
clubes sevillanos ponen en marcha sus primitivos
estadios a principios de la década de los 10 y durante
los años 20 del siglo pasado, pero en torno a la II República y
la Guerra Civil suceden otros hechos en cuanto a los estadios
dignos de un capítulo aparte.

Una cuestión que siempre nos llamó la atención fue la


incógnita de por qué el Sevilla Football Club construye un
estadio en unos terrenos que ya saben están en la zona en la
que se construirá el recinto para la Exposición Iberoamericana
de 1929, y de los que saben tienen que marcharse. No solo
esto sino que de hecho el estadio de la Avenida de la Reina
Victoria es remodelado y remozado incluso poco antes de su
marcha de este espacio, cosa que ocurrió en 1928. Y tal como
ya tuvieron intención diez años antes, buscan y encuentran su
campo de juego en la zona del barrio de Nervión, su tercer
estadio propio, un terreno que alquilan en primera instancia
a la inmobiliaria del Marqués de Nervión, que es su dueño,
y del que la zona toma su nombre, para posteriormente


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comprarlos. A pesar de la lejanía del centro de Sevilla, prevén


que es una de las zonas de expansión de la capital con el
tiempo y realmente acertaron. Nuevamente deben poner en
marcha toda la parafernalia para conseguir el dinero necesario
para la construcción del cerramiento, las gradas y las casetas
pertinentes, como el vestuario y el habitáculo del guarda, que
continuaba siendo Manuel Pérez, aquel jugador obrero que
llegó en 1909, y por fin fue inaugurado en un partido contra
el Real Betis Balompié que este último ganó por el tanteo de
1 a 2. Un nervionazo en toda regla.

El ‘Campo de Sport del Sevilla FC’, sito en el barrio de Nervión


–la prensa lo conocía en ocasiones como el de la Avenida de
Dato- fue un estadio glorioso para el Sevilla Football Club,
no en vano ganó tres Campeonatos de España y una Liga.

Durante estos años el equipo verdiblanco sigue residiendo


en el Real Patronato Obrero de titularidad municipal, pero
en 1936 el Betis Balompié se ve obligado por determinadas
circunstancias a abandonarlo para mudarse al Stadium de la
Exposición Iberoamericana, no se sabe bien si obligados por
el ayuntamiento para intentar rentabilizarlo y amortizarlo, o
como hemos visto anteriormente, por la necesidad económica
imperante del Betis Balompié, que se debate entre la vida y la
muerte deportiva, económica y social.

Quizás fue la solución ideal para ambas partes. La mentira


urbana, esta vez de parte sevillista, reza que el Ayuntamiento
le cedió el Stadium por el valor simbólico de una peseta.

Pero esto no ocurrió así. Previamente, el Ayuntamiento


intentó por todos los medios que el estadio de la Exposición
tuviese un uso regular, sobre todo para paliar los gastos de
conservación del mismo que eran cuantiosos. Poco antes del


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acuerdo con el Real Betis Balompié, la Comisión liquidadora


de la Exposición del 29 estuvo a punto de cerrar un acuerdo
con una sociedad de carreras de galgos de Madrid para
convertirlo en un canódromo, cosa que, obviamente, no
fructificó.

El 16 de julio de 1936 se firma un acuerdo de cesión, según la


prensa, aunque finalmente se comprueba que fue un contrato
de arrendamiento por la cantidad de 166 pesetas mensuales.
Toda una ganga teniendo en cuenta que pagaba 500 pesetas
por los terrenos municipales del Real Patronato Obrero, que
ya de por sí era considerado una ganga. Por lo tanto es un
precio simbólico que la ciudad de Sevilla concede al equipo
verdiblanco. Esto suponía una facilidad añadida para poder
fichar jugadores y asumir gastos mayores en otras parcelas de
cara al futuro.

Un partido se anunció casi de inmediato, incluso se publicaron


los precios de las localidades, pero no le dio tiempo al equipo
bético a ocuparlo, porque dos días después, tras la firma,
estalló la Guerra Civil. Como vimos anteriormente todo lo
referente al fútbol quedó paralizado y este evento igualmente.

Leemos un artículo publicado por Isabel Simó, consejera


responsable de los asuntos de Historia del Real Betis
Balompié, e hija del directivo bético durante varias décadas,
Manuel Simó Mateos, en el que dice lo siguiente:

“El estadio de la Exposición, que tantas ilusiones había


generado entre los béticos, fue incautado por el estado
de Guerra para servir de depósito de carros de combate,
acuartelamiento de tropas italianas, de caballería, de
picadero... Finalizada la guerra, el estadio estaba en una
situación tan lamentable que, según testimonio de Simó,


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quien realizó el inventario, se acordó abonar una cifra


simbólica de 166 pesetas al mes desde 1939 a 1961,
pues se tuvo que hacer frente a cuantiosos gastos en la
reconstrucción del mismo, hecho que no le permitió hacer
buenos fichajes para la temporada 1939/40, quedando
sólo de la mítica plantilla de la temporada 1935/1936 los
jugadores Saro y Peral.
Tal vez debió solicitar la no participación en la competición
de Liga, como hizo el Real Oviedo, pero nuestro Betis es
así y como en otras muchas ocasiones, fue más Quijote que
Sancho.”

Esto es lo que ha venido diciéndose a lo largo de los años,


pero la curiosidad del investigador histórico no tiene límites
y por ello ha sido estudiado hasta el último detalle. Como
podemos comprobar, el beticismo se duele ante hechos tan
injustos, motivos por los cuales, una vez más, justifican
su no progresión deportiva, debido a factores externos,
determinadas conjuras antibéticas, especialmente de signo
blanquirrojo, o quizás achacables a la propia suerte a la
que culpan de tanta desgracia junta. No se observa una
autocrítica y vemos que no se responsabilizan de las gestiones
tan nefastas que llevaron a cabo.

Ya vimos la evolución del equipo bético durante la Guerra


Civil, no volveremos a incidir en ello, pero sí nos interesa
la evolución que durante esos años tuvo el Stadium de la
Exposición, y efectivamente comprobamos que fue habitáculo
de tanques, tropas italianas, lugar donde se efectuaron
determinadas maniobras.

Para poder acoger tanta maquinaria de guerra, fue necesario


derribar una tapia de unos 2,5 mts. de altura existente entre la


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grada de preferencia y gol/fondo norte. En algunas versiones


hemos leído que tiraron toda la grada de gol norte, cosa que
no ocurrió, pero además se ha comprobado que la obra del
derribo de la tapia sucedió legalmente, es decir, pidiendo los
permisos de obras pertinentes. Y estos permisos solo pudieron
ser pedidos por la sociedad que ocupaba el Stadium, y en este
caso era nada más y nada menos que el Real Betis Balompié
tal y como puede comprobarse en la documentación que el
Ayuntamiento de Sevilla guarda en sus archivos.

Tal vez podríamos pensar que el Stadium estaba flamante


para la práctica futbolística en el momento de la firma del
contrato de arrendamiento, pero no fue así. Y de esta forma
se ha comprobado en la prensa de la época. En 1935, con
ocasión de la Cabalgata de Reyes, se hizo una petición pública
para celebrar un Sevilla-Betis en Heliópolis con objeto de que
su mayor aforo permitiera una recaudación más alta para
invertirla en el desfile.

“El partido Sevilla-Betis a beneficio de la cabalgata de los


Reyes Magos

Ruego al señor Alcalde

El partido de gran interés que se va a celebrar el día de


Reyes entre el Betis y el Sevilla -y al que va a concurrir tanta
gente- ¿por qué no se celebra en el Stadium?, gran ocasión
es ésta para volver a abrirlo, cosa que nos permitimos
indicar a nuestra primera autoridad municipal, que al igual
del señor Salazar Alonso, tanto se interesa por los deportes,
no dudando que a ser posible, hará las gestiones necesarias.

Varios aficionados al fútbol


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Muy bien la propuesta de estos aficionados. Pero no va a


ser posible complacerlos. En el Stadium se celebró en la
primavera pasada un concurso hípico militar. Se destrozó
el espléndido campo de hierba con el arado, se plantaron
obstáculos, se abrieron zanjas y se dejó aquello como para
no jugar más al fútbol, salvo que se invierta en el arreglo
del terreno una respetable cantidad de pesetas, que no
sabemos de dónde se van a sacar. Por si todo ello fuera poco
desfilaron por el terreno centenares de caballos y el campo,
salvo que se mude la tierra, ha quedado inutilizado para
jugar al fútbol, por el peligro de que haya sido infectado de
tétanos. Por ello, el magnífico campo de fútbol continuará
solitario. Cuando era tiempo, nosotros llamamos la atención
de quienes podían dar vida al Stadium, pero nuestras
palabras

Visto lo visto, es muy probable que el Betis consiguiese


un contrato de arrendamiento muy ventajoso debido a las
condiciones en las que el Stadium se encontraba y por el hecho
de que debía encargarse de su reparación y mantenimiento,
pero tal y como nos lo cuenta Isabel Simó parece que los astros
se confabularon contra el Real Betis Balompié. Lo que está
claro es que no fue el uso militar del recinto lo que destrozó
el terreno de juego, en realidad ya estaba en mal estado,
destrozado, inservible e inútil desde 1935 al menos. Requería
importantes reparaciones en el momento de alquilarlo durante
las últimas horas de la II República y el Real Betis Balompié
lo sabía.

¿Por qué organizar un partido, tal y como anunciaron, en un


campo en esas condiciones? Como vemos, el terreno de juego


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estaba lleno de agujeros, zanjas, boquetes, obstáculos, postes


fijados al césped y, lo más importante de todo, infestado de
tétanos. Durante los meses siguientes, hasta 1936, lo único
que hubo en Heliópolis fueron más caballos y más gynkanas.

Además de lo expuesto, otro hecho que llama poderosamente


la atención es que Isabel Simó se lamenta de que el Real Betis
Balompié no pidiese la no participación en la competición
de Liga, como hizo el Real Oviedo, cuyo campo estaba
destrozado.

Y esto es algo que el Real Betis no pudo hacer jamás por


mucho que se lo propusiese, entre otras cosas porque cuando
llegó a reabrirse el Campeonato nacional de Liga en octubre
de 1939, el equipo verdiblanco llevaba entrenándose siete
meses antes en un campo completamente remozado por
las autoridades. El 12 de marzo de 1939, dejó de llamarse
Estadio de la Exposición, para ser conocido como Estadio
Municipal de Heliópolis.

El club blanquiverde piensa rodear la inauguración del


Stadium de la máxima solemnidad, y se confía en que
pueda asistir al acto el glorioso Salvador de Andalucía,
nuestro General Queipo de Llano, si las necesidades de la
Patria lo permiten. Serán también invitadas al memorable
acto todas las autoridades locales y las circunstancias del
mismo parecen indicar que será un día el que recordarán los
aficionados sevillanos.

ABC, marzo de 1939.

Efectivamente el recinto estaba flamante, su césped impecable,


y fue reinaugurado con un partido contra el Sevilla Football
Club perteneciente al Campeonato de Andalucía. Como


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vimos en capítulos anteriores Isabel Simó profundiza en las


mentiras y los tópicos victimistas una vez más a estas alturas
del siglo XXI que recorremos, pues esto no ocurrió así de
ninguna de las maneras tal y como se demuestra.

Félix Martialay y Bernardo de Salazar, insignes historiadores


del fútbol español, declararían lo siguiente en su libro Las
grandes mentiras del Fútbol español:

Cuando empezó a jugarse al fútbol, el Sevilla les cedió


Nervión. Lo compartían ambos equipos. NO, no, el Betis
no tuvo problema de campo. Y sólo en un par de partidos
jugó en el Patronato (contra el Sevilla ambos, el 5 de julio y
el 26 de septiembre de 1937). La falta de Heliópolis no les
dejó inactivos en el dique seco; amistosos y Campeonatos
Regionales los jugaron normalmente en El Nervión (SIC).
Y el campo fue arreglado. Seguramente el Ayuntamiento
corrió con todos los gastos. Cómo quedó de coqueto pueden
verlo. Quienes tengan curiosidad en el semanario “Marca”
número 4, de fecha 11 de enero de 1939.

Recordamos que si el Betis consiguió un precio de


arrendamiento tan ajustado a la firma del contrato en
1936, fue precisamente para hacerse cargo de los gastos
de reparación y mantenimiento del estadio, ya que era el
motivo por el cual el Ayuntamiento decide arrendarlo al Betis
Balompié sacándolo literalmente del campo del Patronato.
Pero fueron las autoridades las que acometieron con dinero
público las reformas en 1939, curiosamente con los militares
al mando de la nación, al igual que ya ocurrió igualmente en
1924 en plena dictadura de Primo de Rivera, como vimos en
capítulos anteriores.


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Conforme avanzamos en nuestra investigación, observamos


cómo el Real Betis Balompié se mueve siempre en la esfera
pública, con gran éxito y suerte por cierto, mientras que el
Sevilla Football Club lo hace en la privada y tampoco le va
nada mal hasta el momento, pero su suerte cambiará más
adelante como veremos. El club sevillista accedió en 1938 a
comprar los terrenos que ocupaba su estadio, además de unos
terrenos adyacentes a la inmobiliaria Nervión a pagar en los
plazos que se determinasen. En momentos de precariedad
económica, algunos directivos accedieron a avalar los créditos
necesarios para terminar de pagarlos con el tiempo, aunque
el momento quizás no fue el adecuado pues el país estaba en
plena guerra aún.

En dichos terrenos adyacentes el equipo sevillista decidiría


construir a mediados de los años 50 un nuevo estadio debido
a que Nervión se ha quedado pequeño. Con 22.000 socios, el
Sevilla Club de Fútbol participa en la Copa de Europa y llega
a estar en la élite de los equipos punteros de la época.

Ramón Sánchez-Pizjuán pone en marcha el proyecto, pero


no llegará a ver puesta ni tan siquiera la primera piedra, pues
fallece en septiembre de 1956. Se tenía previsto que el nuevo
campo sevillista se llamase ‘Gran Stadium’, pero la muerte
precipitada del presidente sevillista hizo que este llevase su
nombre posteriormente.

Pero el dicho popular vuelve a jugar malas pasadas y a


desvirtuar la memoria colectiva, pues nuevamente aparece
el bulo que dice que el Real Betis Balompié “inauguró” el
estadio Ramón Sánchez-Pizjuán con un marcador de 2 a 4,
una especie de mentirijilla a medias como vamos a comprobar.


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El estadio sevillista se inaugurará sin estar terminado en gran


parte. Tan solo el primer anillo estaría terminado, pero fue
suficiente como para poder acoger ya a más público y con
más garantías que el vetusto estadio de Nervión, por lo que
la directiva decide que es el momento de abrirlo al público.

Pensando en su inauguración, el equipo ideal más adecuado


para ello -según la directiva- y para tal acontecimiento fue el
Cádiz Club de fútbol, tal y como aparece reflejado en prensa.
El Cádiz jugará en el nuevo estadio sevillista.

Cádiz 7. El alcalde de Cádiz, don José León de Carranza,


ha sido informado de que el equipo local Cádiz CF, será
el primer conjunto que juegue en el estadio sevillano,
que actualmente se construye en Nervión. El partido se
celebrará el próximo día 7 de septiembre, y tanto el Cádiz
como el Sevilla alinearán a sus primeros equipos en justa
correspondencia a las facilidades que dio el equipo gaditano
para que fuera precisamente el Sevilla quien inaugurara el
Estadio Municipal Ramón de Carranza.

Esta decisión de la directiva sevillista ha sido muy


apreciada en su justo valor, y los comentarios encomiando
esta oportunidad son unánimes en su agradecimiento.
Corresponsal.
ABC, 8 de agosto de 1958.

Pero unos hechos ocurridos entre medio, concretamente en


el trofeo Carranza, hicieron que el Sevilla Club de Fútbol
cambiase de opinión. Una artículo de José Antonio Martín
“Petón” describe con meridiana claridad qué pasó.

… Santiago Bernabéu bajó al vestuario del árbitro,


en un Trofeo Carranza, para anunciar que si seguía


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jugando Campanal, tras una entrada que le había hecho


a Santisteban, el Madrid se retiraba del torneo en ese
momento. Fue sustituido y, casualmente, el central de la
selección, el hombre al que pretendían el Inter, el Torino,
el Atleti de Madrid, el Barça, el propio Madrid, el mejor
deportista español en una temporada y segundo en otra,
el indiscutible zaguero del Sevilla, no volvió a ponerse la
camiseta nacional.

Por lo tanto el Sevilla Club de Fútbol buscó otro candidato


al que invitar a jugar el partido de inauguración del estadio
Ramón Sánchez-Pizjuán, y lo encontró en un equipo andaluz
que merecía tal honor por su juego, y debido a que llega a
jugar en Primera División por primera vez como fue el Real
Jaén.

El 7 de septiembre de 1958, fecha prevista desde el inicio,


se jugó el partido de inauguración del coliseo sevillano,
quedando empatados a 3 tal y como aparece en las crónicas
de la época. Cuestión distinta sería que el siguiente partido
oficial, concretamente perteneciente al Campeonato
Nacional de Liga, coincidiese en el estadio sevillista con el
enfrentamiento entre el Sevilla Club de Fútbol y Real Betis
Balompié, con lo cual dio pie a que algunos desmemoriados
en el bando verdiblanco se atribuyesen tal inauguración, y si
no fue así, al menos la “inauguración en partido oficial” que
también les vale, el caso era inaugurarlo de alguna forma.

Más tarde, en 1961, el Estadio Municipal de Heliópolis


pasaría a manos béticas, pero esta vez como propietarios.
El autor de este libro tuvo el honor de dirigir un programa
de radio sobre la historia del fútbol sevillano. En una de las
ocasiones y a modo de tertulia hablamos precisamente sobre


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los estadios, y las opiniones se dieron conforme se realizó


el programa. Días más tardes, recibí una carta de un señor,
concretamente de Alfonso Jaramillo, que en paz descanse,
quien públicamente quiso expresar su opinión, no muy acorde
con la que expresamos en directo y así, como director de un
programa de radio y públicamente me escribió lo siguiente:

El pasado jueves día 10 del corriente, conecté con el


programa de Radio Estilo, Familia Roja y Blanca, y me ha
sorprendido grandemente el que en dicha emisión se hablara
de la historia del Real Betis y se hizo sin ajustarse a la más
pura realidad, y que pretendo aclarar al máximo y dejar a
cada uno en el lugar que le corresponde.

En 1958, Don Benito Villamarín Prieto, aquel gran


presidente del Real Betis Balompié, me llama un día y me
dice, Alfonso, quiero comprar el estadio, tú eres concejal del
ayuntamiento, puedo contar contigo, ya se suponía cual sería
mi contestación. Al día siguiente le consigo una entrevista
con el Sr. Alcalde Don Mariano Pérez de Ayala, y le expone
sus deseos y así se inicia la gestión de compra. Yo comienzo
a mover el mecanismo del Ayuntamiento con el Jefe de
Propiedad y Asesoría Jurídica y todo comienza
a ponerse en marcha.

Se celebran varios Plenos ordinarios en los que se va


perfilando detalles de las normas que figurarían en el
pliego de condiciones y antes de celebrarse el último pleno
ordinario que puedo asistir porque termina mi periodo
de concejal en febrero de 1961, me informan de que el
presidente del Sevilla Atlético, D. Antonio Sánchez Ramos,
estaba dispuesto a la compra del estadio y en este Pleno
pido la palabra y propongo que se añada una nueva cláusula


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para poder adquirir el estadio, que fuera un club de Primera


División y que no tuviera campo propio. Esta propuesta fue
aprobada por unanimidad, se fijó la cuantía del valor del
estadio en 14.036.550 pesetas que fueron pagadas por D.
Benito Villamarín el día 12 de agosto de 1961, en el propio
estadio al que asistieron como testigos el Cardenal D. José
María Bueno Monreal, D. Antonio Vicent, ex Alcalde de
Sevilla (Conde de Halcón), el Sr. Interventor de fondos y
desde ese mismo día el Real Betis Balompié es el propietario
en pleno dominio de aquel estadio de la Exposición.

Sirva de contrapunto a nuestras tesis la opinión de D. Alfonso


Jaramillo, nadie mejor que él, gran bético como siempre
demostró, y al que respetamos en todo su espectro.

Tan solo llama la atención, tal y como lo cuenta, que fuese


prácticamente una adjudicación directa de un Ayuntamiento
que debía ejecutar un Concurso Público, al que optasen
distintos concursantes, pero las cláusulas impuestas fueron
tan estrechas que parece que fue imposible. No se culpa de
ello al Sr. Jaramillo, un caballero que solo miraba por su club,
aunque sí al Ayuntamiento, pero estas son las cosas por las
que una dictadura lo es.

Una adjudicación pública por decreto, el Real Betis Balompié


se vio nuevamente favorecido en su relación habitual con el
poder.

¿Quién se atrevería contra la sombra alargada de Cuesta


Monereo o de Sáenz de Buruaga?

El Sevilla Club de Fútbol no podría hacer frente fácilmente a los


pagos de la construcción del estadio, las cuestiones deportivas
estarían supeditadas a las económicas, por lo que no se


pueden fichar buenos jugadores y un periodo de mediocridad
deportiva de décadas acabarían momentáneamente con aquel
Sevilla Football Club grande de antaño.

La liga particular y los localismos, profundizarían la herida


del club blanquirrojo. Solo con la llegada de la “Generación
del Centenario”, con los Kanouté, Navas, Luis Fabiano,
Maresca, Alves, Antonio Puerta, Adriano, Palop, Renato,
Martí, Poulsen, Javi Navarro, y otros en 2005, el Sevilla
Fútbol Club consiguió salir del túnel.
CAPÍTULO 20
DE TRANVÍAS.

Cuando un sevillista llamado Moliní hizo


que los pobres béticos no pudiesen coger el tranvía
los domingos para ir a ver a su equipo.

P
or si fuese poco que al Real Betis Balompié le robasen
jugadores, la autoridad militar no dejase que sus
jugadores compitiesen; que la guerra destrozase al club,
que Queipo de Llano destruyese personalmente su secretaría
de la calle Bilbao a bombazo limpio, y que los sevillistas fuesen
cediendo jugadores a los rivales del Betis en Tercera División,
lo que nos quedaba por ver es que Ramón Sánchez-Pizjuán
fuese cortando los cables para dejar al Betis sin tranvía los
días de partido, para que los béticos no pudiesen ir a animar
a su equipo que penaba por el desierto de la categoría de
bronce.

Esta es también una leyenda urbana muy repetida, que si


bien puede estar exagerada por algunos intentando ver al
Sevilla Club de Fútbol detrás de esto, podría estar basada en
que el Real Betis Balompié, una vez más, es maltratado por
las autoridades con oscuras intenciones. Como siempre nos
interesamos en averiguarlo.


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Como vimos, y por pura lógica, al Sevilla Club de Fútbol le


interesaba el Betis en aquel momento lo mismo que el Calavera
o el Triana, si en alguna ocasión tuvo oportunidad de acabar con
el equipo bético al estilo en el que lo hicieron el Athletic Club, el
FC Barcelona, o el Real Madrid CF con algunos de sus rivales,
esa hubiese sido una oportunidad magnífica para hacerlo. Pero
eso no se produjo, con la confirmación pública por parte de
Ramón Sánchez-Pizjuán de que nunca lo haría, como veremos
más adelante. De hecho, un equipo como el Club Deportivo
Puerto fue convertido en filial del Sevilla Club de Fútbol, el hoy
Sevilla Atlético, y el estadio Municipal de Heliópolis hubiese
sido un campo magnífico para el filial blanquirrojo.

Toda la trama de la leyenda urbana de los tranvías se centra


especialmente en la época en la que el Real Betis Balompié
está en Tercera División. Ya comprobamos cómo las versiones
autorizadas más pesimistas otorgaban en esta época entre 100
y 300 socios, aunque las más optimistas hablan de 2500. En
cualquier caso es conveniente tenerlo en cuenta, porque no es
lo mismo tener que trasladar a los 15000 socios que llegó a
tener el Sevilla Club de Fútbol en aquel periodo de Campeones
de Liga y Copa de Europa, que tener que trasladar a 2500.

Sin embargo encontramos noticias sobre la movilidad bética


en los días de partido:

“…además del servicio extraordinario de tranvías y con


el fin de facilitar el acceso al público al campo del Estadio
de Heliópolis, se establecerá a partir de las 3’15 (15’15) de
la tarde de hoy un servicio de autobuses que saldrán cada
diez minutos de la Plaza de Falange Española, sin paradas
intermedias. El precio del billete será de 0’70 pta.”

El Correo de Andalucía, 23 de octubre de 1949.


(IXVERZuEW

Como podemos comprobar no solo tenían su línea regular a


Heliópolis, sino que los días de partido se ponía en marcha
un servicio extraordinario de tranvías, e incluso uno de
autobuses con salidas cada diez minutos desde el centro de
la ciudad y sin paradas, pero que nadie caiga en la tentación
de suponer que los transportes públicos de la época puedan
ni tan siquiera acercarse a los que hoy conocemos. En una
publicación de la empresa de transportes de Sevilla, TUSSAM,
podemos encontrar esto:

“...Si a esto se añade que el material y las instalaciones de


la citada empresa de tranvías, a fuerza de no renovarse por
las razones que ya vimos, se habían llegado a deteriorar
hasta lo inconcebible, tendremos que, además de hacinado,
el público viajaba expuesto a constantes paralizaciones
del servicio: por caídas de cables, salidas de trole,
descarrilamientos, etc. Hasta tal punto llegó el deterioro,
que se cuentan anécdotas que, si no hubieran ocurrido de
verdad, podrían calificarse de surrealistas, como la de que
a veces los descarrilamientos se producían por salirse la vía
del vehículo, y no al contrario, como es costumbre...”

Ya vemos que estas cosas ocurrían cotidianamente, por tanto


los cortes en toda la red viaria de tranvías, (de tan solo 43
km), eran habituales y dicha red no cubría ni de lejos las
aspiraciones de movilidad de los sevillanos en una ciudad en
plena expansión y desarrollo en los años 50 y por tanto en
los 60 que se aproximaban ¿Por qué no habría de ocurrir
también en la línea de Heliópolis? Los cortes del servicio
tranviario no eran solo motivo de queja de los usuarios
Helipolitanos, ni tan siquiera de los béticos, era un clamor
de toda la ciudad de Sevilla, incluido el sevillismo. Tanto fue
así que el Ayuntamiento tomó las riendas del asunto en 1960,


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haciendo que la explotación fuese de titularidad pública. Una


vez la asumió, la hizo desaparecer para poner en marcha los
autobuses de la empresa municipal de transportes.

¿Cuál puede ser el origen de la crítica por parte de aficionados


del Real Betis Balompié?

El señor que dirigía la empresa de tranvías sevillanos era


D. Luis Moliní Briasco, que entenderían era sevillista y
mantendría una amistad con Ramón Sánchez-Pizjuán que
posibilitaría esa “inquina” antibética.

Moliní Briasco fue el fundador del equipo “Recreativo de


Sevilla”, en honor a su padre, Ingeniero de obras del Puerto de
Sevilla, que tomó parte en los primeros pasos del club de recreo
de Huelva y fue jugador del Sevilla FC en 1896. Sin embargo su
verdadera vocación sería la de “referee” o árbitro, siendo uno
de los fundadores del Colegio Andaluz de Árbitros, allá por
1915. Arbitró muchísimos partidos a los equipos sevillanos,
en especial al Sevilla FC y al Real Betis, bajo cuyo arbitraje
-curiosamente- ganó bastantes partidos este último. Don Luis
ostentaba el cargo de “Jefe de movimiento” de la “Seville
Tramways Company”, es decir, organizaba e influía en toda la
trama de movimientos de tranvías. Ya hemos comprobado por
la prensa cómo actuaba los días de partido en Heliópolis, pero
podríamos profundizar un poco más.

En el libro de Nicolás Salas titulado “El tranvía, crónica de


costumbres de la ciudad de Sevilla” que habla de este servicio
desde que se inauguró a finales del siglo XIX, hasta 1960 en que
dejó de funcionar como tal, podemos ver el siguiente párrafo:

“Desde los primeros lustros del siglo XX hasta 1960,


cuando dejó de funcionar el último tranvía, los días de


(IXVERZuEW

partidos de fútbol en los campos del Sevilla FC y del Real


Betis Balompié, la Compañía organizaba servicios especiales
para facilitar la presencia de los aficionados. Tan decisivos
eran estos servicios especiales que los clubes incluían en la
publicidad de los partidos la referencia obligada de “Doble
servicio de Tranvías al campo”, para garantizar a los
aficionados tanto la ida como el regreso”.

En el libro “Heliópolis. Historia de un barrio sevillano”


páginas 385 a 389. Varios autores. Caja Rural, Sevilla 1999,
podemos encontrar lo siguiente:

“...En el año 1.941 debido a estos conflictos con la


Compañía de Tranvías y considerando el Ayuntamiento que
han de mantenerse las comunicaciones por la popularidad
el barrio, instala una línea de tranvías desde la Glorieta de
Heliópolis a la Plaza de San Francisco...”

Don Francisco Marín Pereira (Sevilla, 1943), licenciado en


Ciencias Físicas y profesor de Matemáticas, ha dedicado casi
toda su vida al coleccionismo y estudios técnicos del tranvía
en Sevilla, formando una base de datos única, enriquecida
además con los dibujos y planos realizados por él mismo.
Consultado sobre esta cuestión, nos comenta lo siguiente:

“Recuerdo haberle oído, yo personalmente, a D. Manuel


Ruíz de Lopera en un programa de deportes, en la Ser,
a José Ramón de la Morena, que los antiguos tranvías
que iban al fútbol del Betis los domingos, no rendían este
servicio porque ¡el alcalde de Sevilla era sevillista!.. De
esto hace ya, al menos ocho o diez años, pero lo recuerdo
perfectamente. Pongamos que UN SÓLO DÍA, estuviesen
él y su padre esperando al tranvía -como aquella noche


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dijo en La Ser- en “El Cid” (lo dijo textualmente) y hubiese


un problema de suministro eléctrico ese día en esa línea.
Y supongamos, que no es mucho suponer, que se llevaran
tiempo esperando y tuviesen que ir caminando al campo del
Betis. Y supongamos que el padre le diese por decirle a su
niño: “Este tranvía no viene porque el Alcalde es sevillista y
como nos odia a los béticos nos quita hasta el tranvía”. No
se me ocurre otra explicación para tanta estupidez.

Yo, por circunstancias, veía tranvías todos los días y a casi


todas las horas. Y los apuntaba. Ese fue mi acierto. Y digo y
proclamo que eso no era cierto. En una página y en un libro
de D. Nicolás Jesús Salas, el periodista, conocido mío y que
me hizo un artículo en Diario de Sevilla sobre los libros de
los tranvías, este señor pone un anuncio de la época (creo
que del año 1947) donde el Betis jugando en 3ª División)
juega con el Algeciras y se dice en el anuncio que habrá
servicio doble de tranvías (entiendo que a las horas de ida y
vuelta al campo). Y eso, jugando en 3ª.

Los tranvías de “FÚTBOL” que iban al Villamarín, no lo


hacían curiosamente, por la línea 18 (la de Guadaira) con
parada final en la Glorieta que está entre Manuel Siurot, la
Barriada de Pedro Salvador y el comienzo de la carretera
de Su Eminencia, que está más cerca del campo del Betis
que la del recorrido por donde sí lo hacían, que era el de
la línea de Heliópolis, la 24, que tenía su parada final en la
glorieta donde está el Bar La Parada, al final de la Avenida
del Padre García Tejero. Ignoro, aunque lo supongo, por qué
la Compañía de Tranvías escogía dicho recorrido. ¡Cómo se
iban a quitar tranvías que, además del fútbol, llevaban a sus
vecinos al barrio de Heliópolis, uno de los más distinguidos
de Sevilla!


(IXVERZuEW

Si además la línea 24 es la que tenía los mejores vehículos


de los que disponía la Compañía de Tranvías. Era la línea
señorita de Sevilla. Se reforzaba la línea con tres o cuatro
tranvías de los de mayor capacidad, con la tablilla de
FÚTBOL además de los cuatro tranvías con remolques
grandes que componían los de la línea 24”.

Quizás nuestro querido lector pueda sacar sus propias


conclusiones de todo esto.


CAPÍTULO 21
LAS OBLIGACIONES.

De cuando Sánchez-Pizjuán obligaba


a los pobres béticos a financiar el estadio sevillista.

D
ice la leyenda urbana en verdiblanco que Don
Ramón Sánchez-Pizjuán, debido a sus muy buenas
relaciones con la Caja Rural, y a su poder en la Sevilla
de la posguerra por sus supuestas relaciones con el régimen
franquista, hizo que esta entidad bancaria forzase a quien
quisiera pedir un préstamo, a comprar unas “obligaciones”
estando entre los prestatarios muchos pobres béticos que no
tenían más remedio que “pagar” así el estadio de su rival.

No sería de extrañar que en cualquier tasca sevillana


escuchásemos la siguiente conversación:

Sí, sé de un bético que aún guarda ciertas obligaciones


“sanchezpizjuanistas” de su padre, el cual era socio del
Real Betis Balompié. No crea, me está resultando trabajoso
convencerle para que saque a la palestra ese documento
(carnet temporada y obligación); hay gente mayor que es
muy reservada y temerosa, pero estamos en ello.

De hecho el comentario es real, obtenido de cualquier medio


al azar, aunque todos dirían lo mismo. Imaginen a ese pobre


'EVPSW6SQIVS

hombre temeroso de enseñar su “obligación”, que sólo le


pudo reportar… beneficios.

Esto ha sido algo muy habitual en la Sevilla cainita, y es uno


de los bulos favoritos a la hora de presentar a un Sevilla
Fútbol Club poderoso y abusón, frente a otro inocente y
limpio al que sólo la épica y el pundonor de sus aficionados
ha posibilitado su subsistencia frente al Goliat blanquirrojo.

Lo que realmente llama la atención es la creencia que la


palabra “obligación” despierta en los sujetos que alimentan el
bulo, entendiendo que a los pobres béticos se les “obligaba”
literalmente a acudir a una entidad bancaria a pedir un
préstamo, con objeto de pagarle al sevillismo su nuevo estadio.
Es lo que subyace en el subconsciente colectivo de verde.

Por otro hablan de obligaciones “sanchezpizjuanistas”


cuando en realidad debió ser su fantasma, ya que Sánchez-
Pizjuán murió antes de que se pusieran en la calle dichas
obligaciones.

Pero, ¿qué es una obligación?

Una obligación hipotecaria es un préstamo (empréstito) que


hace una determinada persona física o empresa a un tercero,
a devolver en un determinado plazo, respaldada por títulos
inmobiliarios, en este caso por propiedades sevillistas, por
la cual se recibirá un tanto por ciento de interés al término
del mismo. Es decir, el dinero se devuelve cuando acaba el
plazo establecido con sus intereses correspondientes. En
el caso que nos ocupa, se emitieron 100.000 obligaciones,
con un interés del 7% anual. No sería de extrañar que de
100.000 obligaciones, la mayoría de 500 pesetas, cualquier
persona interesada en estas condiciones obtuviese una o


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varias, independientemente de cuáles fueran sus colores


futbolísticos. “Obligación” en este caso particular significa
que el Sevilla Club de Fútbol estaba obligado a devolver el
empréstito con sus respectivos intereses, como así ocurrió
llegado el momento.

Los pobres béticos “obligados a ganar dinero” que las


adquirieron, parece que renunciaban a ello porque rompían
de rabia aquellos “papeles raros”, según otros comentarios
que han adornado la leyenda urbana. Todo el mundo sabe que
solo había una caja de ahorros en toda España y solo se podía
ir a esa entidad, entiéndase la ironía que no abandonamos en
ningún momento del escrito.

No hubo que obligar a nadie, era un producto más de la caja


de ahorros correspondiente muy productivo, como otros
que tenían los bancos. Por lo que sabemos, las condiciones
fueron muy buenas y el papel se agotó pronto entre los
miles de sevillistas que sufragaron, una vez más, la compra
de sus estadios y este era el cuarto ya. Muy pocos sevillistas
volvieron a cobrar sus intereses. Los béticos con ojo, que los
hubo, acudieron motu propio para ganar dinero, invirtieron
y sacaron pingües beneficios, emplearon dinero en el valor
futbolístico seguro de la ciudad, y les iba a importar poco que
fuese la casa del rival mientras obtuviesen beneficios. Una
cosa es la afición y otra la “obligación”, nunca mejor dicho.

A lo largo de su historia, el Sevilla Football Club puso en


marcha distintas remesas de obligaciones, en concreto tres
veces, empezando en primer lugar por el de la Avenida de la
Reina Victoria. El Real Betis Balompié hizo lo mismo en 1961,
cuando decidió comprar el estadio Municipal de Heliópolis,
¿”obligando” quizás a los pobres sevillistas? Más bien no.


CAPÍTULO 22
SÁNCHEZ-PIZJUÁN Vs.
BENITO VILLAMARÍN.

Ramón Sánchez-Pizjuán, el implacable


perseguidor de béticos.

U
no de los bulos habituales del boca a boca sevillano,
y concretamente bético, tiene como protagonista
al presidente símbolo del sevillismo, Don Ramón
Sánchez-Pizjuán. Lo normal es que se hable de él por algún
tipo de fechoría que realizó contra la parroquia verdiblanca,
y todas con objeto de hacer desaparecer al equipo coronado
por su majestad. Sánchez-Pizjuán parece, según el mito
urbano, que padecía una especie de obsesión compulsiva
para perseguir béticos, siendo, aún hoy, el gran diablo para
muchos de los seguidores verdiblancos.

Leyendas como la de la cesión de jugadores donde parece


que el Sevilla FC iba repartiendo jugadores buenísimos por
toda la Tercera División, con objeto de acabar con el equipo
bético, cuestión que hemos visto en capítulos anteriores.
O la famosa historieta por la que Ramón Sánchez-Pizjuán
forzaba a quien quisiera pedir un préstamo a comprar unas
“obligaciones”, encontrándose entre ellos muchos pobres
béticos que no tenían más remedio que “pagar” así el estadio

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de su rival. Ya ha leído usted en el anterior capítulo aquello de


la afición de Don Ramón a ir, junto a Moliní, jefe de Tranvías
de Sevilla, cortando los cables eléctricos para imposibilitar
que los tranvías echasen a andar los días en que el Betis
disputaba sus partidos. No hablaremos de otras leyendas
urbanas que para nada merecen nuestra consideración y
tampoco de los insultos, a veces homófobos, que le dedican
habitualmente (muchos de ellos realizados por relevantes y
conocidos personajes béticos como concejales, escritores, etc.
desgraciadamente) y son vox populi.

¿Ocurrió así realmente?

Profundizando en la materia y buscando señales del maltrato


que pudo infligir Sánchez-Pizjuán a los seguidores béticos, se
concluye que en realidad el presidente sevillista, el tiempo que
coincidió con el equipo bético en Primera División durante su
mandato y pudo tratarlo de igual a igual, tuvo una relación
muy normalizada según hemos comprobado. Asistió a cada
uno de los actos de celebración del Real Betis Balompié
cuando fue necesario, como por ejemplo a la celebración de
la consecución de la Liga por parte del equipo verdiblanco
en 1935. Pero igualmente asistió a los actos de ascenso de
Tercera a Segunda División para felicitar al rival.

Está más que comprobado el hecho por el cual se le ofreció


un chanchullo para quedarse con el estadio de Heliópolis,
pudiendo dar la puntilla a un Betis que pasaba por sus peores
años en Tercera División, mientras que el Sevilla Club de
Fútbol se movía en la élite del fútbol español. Sin embargo,
el presidente sevillista declinó el ofrecimiento esgrimiendo
soberanamente que el Sevilla nunca dejaría sin campo al Betis.


7jRGLI^4M^NYjRZW&IRMXS:MPPEQEVuR

En el interregno hubo momentos en los que el Sevilla pudo


haber comprado Heliópolis cuando el Betis estaba en
Tercera División, pero Ramón Sánchez-Pizjuán no quiso.
Soñaba con emular al Madrid con un nuevo estadio, que
desde que se inició trae de cabeza a la hacienda merengue y
pudo esgrimir, olímpicamente, que “jamás el Sevilla dejaría
al Betis sin campo”. (La operación propuesta era hacer
un pliego de condiciones al que concurriría el club decano
con los mejores derechos de estar en la división de honor
en una época en la que se cedió y vendió al Círculo de
Labradores el edificio de San Acacio, que había sido centro
de Correos y Telégrafos).

Se ha vinculado mucho a Ramón Sánchez-Pizjuán con el bando


vencedor de la guerra, y se ha utilizado interesadamente frente
a la auto-concepción como pobres, obreros y republicanos del
propio beticismo, cuestión esta inducida a finales de los años
70 y principio de los 80 por parte de determinados políticos
como comentamos anteriormente. Pero como otros muchos
personajes del momento, Ramón Sánchez-Pizjuán perteneció
al Auxilio Social, desde donde organizó partidos con fines
benéficos: auxilio del soldado, comedores de los flechas,
a favor del ejército, etc. El hecho de que en las primeras
semanas del golpe quedaran establecidas dos zonas, motivó
que algunos jugadores, al estar de vacaciones en sus casas,
quedaran aislados del equipo. Digamos que Sánchez-Pizjuán
se adhiere a la causa no por convencimiento propio, ni por
una cuestión de principios ideológicos, sino obligadamente
en primera instancia, so pena de perder la vida, y por el
interés en proteger al sevillismo -del que era responsable
como presidente-, al Sevilla Football Club y a sus jugadores.


'EVPSW6SQIVS

No es lo mismo tener que escenificar la adhesión al régimen


como mecanismo de protección (personal o institucional),
con los vivas a Franco de rigor incluidos, que coger un fusil
y ponerse a pegar tiros a todo rojo que se encontrase, valga
la comparación. Sánchez-Pizjuán fue una persona de fuertes
convicciones demócratas siempre. Nunca fue nombrado
presidente sevillista a dedo, sino elegido democráticamente,
lo que cobra mayor relevancia teniendo en cuenta de que
ocupo el cargo en diferentes etapas, siendo en todas ellas
elegido asambleariamente. También fue demócrata en
tiempos de la República, militando en un partido de derechas
que en realidad consiguió muy pocos votos en las elecciones,
pero nadie duda de su participación en la vida democrática
como tal. Su padre, Eduardo Sánchez Pizjuán, político del
partido liberal, le inculcó esos valores. A finales de los años
cuarenta, cuando el miedo a las represalias comienza poco
a poco a disiparse, Sánchez-Pizjuán personifica la rebelión
pública contra el general Moscardó, la Delegación Nacional
de Deportes y la Falange Española por extensión.

Y en tiempos pretéritos, el falangismo descubrió el chollo:


había que apoderarse del fútbol ¿Cómo? Como fuera. Por
las buenas o por las malas. Y dicho y hecho. Se explotó un
nombre glorioso, como era el de Moscardó, designándosele
presidente de la Delegación Nacional de Deportes en el
Estado número dos: la Secretaría Nacional del Movimiento,
donde se forjó y se hizo un hombrecito Adolfo Suárez.

Se creó la Delegación Nacional de Deportes y se decretó


por las buenas que su patrimonio lo constituirían los bienes
y haciendas de “todos los clubes y sociedades deportivas
españolas”. Todas y todas, así como suena.


7jRGLI^4M^NYjRZW&IRMXS:MPPEQEVuR

En el fútbol solo hubo una oposición, la del Sevilla FC, la


de su “alter ego”, el inolvidable Ramón Sánchez-Pizjuán
y Muñoz. La batalla fue tan elegante como hondamente
reñida. El Sevilla se negó y se enfrentó a la dichosa
Delegación Nacional falangista.

En 1948, cuando ya ha conseguido que Moscardó diera su


brazo a torcer y se admitieran las elecciones presidenciales en
los Clubes españoles, Sánchez-Pizjuán retoma la Presidencia
blanca, por aclamación asamblearia, y continúa con su
política de reivindicaciones públicas por la autonomía de los
clubes, de la que queda constancia, nada menos, en el Diario
falangista MARCA.

- Mi vuelta al cabo de tanto tiempo a la presidencia del


Sevilla por la voluntad de mis queridos socios, tiene, por
encima de cualquier otro significado, el de la más absoluta
identificación del pensamiento de todos ellos con el propio
particular que siempre sostuviera de la necesaria autonomía
que al fútbol en general le era debido, bajo cualquier
aspecto (...)

- Ellos sabían de mis constantes trabajos y esfuerzos en pro


de tan esencial idea (...)...vuelven los clubs, en su inmensa
mayoría, a vivir con gozoso júbilo de su recobrada libertad.

Decir lo anterior en 1948 no era nada fácil, por menos


fusilaron a muchos. Hay una anécdota sobre el carácter y
las convicciones personales de Ramón Sánchez-Pizjuán en
una cena con las autoridades para celebrar el título de Copa
conquistado contra el Celta en la que ocurrió esto:

Ese día, durante el banquete que se celebró para festejar el


título, Sánchez-Pizjuán pidió públicamente que le fútbol


'EVPSW6SQIVS

fuera libre para elegir a sus dirigentes, proponiendo la


fórmula de los compromisarios en vez de la nominación
digital. En esa cena, al calor de la discusión, un acendrado
falangista dijo, dirigiéndose a Sánchez-Pizjuán: “A este hay
que fusilarlo”.

ABC 27 de febrero de 1988.

No parece propio que a un fascista convencido, adlátere del


régimen, se le dedique tan curiosa amenaza:

“A este hay que fusilarlo”.

Y ahora explicaremos la diferencia existente entre lo que


significa “adhesión por obligación” y “toma de las armas
para imponer las ideologías”.

En lado bético encontramos un ejemplo de directivo que nos


servirá perfectamente para explicarlo, como es el caso de
Luis Alarcón de la Lastra, perteneciente a una saga familiar
y tradicional de dirigentes béticos, que fue igualmente un
“demócrata”, pero que llegada la guerra, mantuvo uno
actitud muy diferente. Veamos:
Don Luis Alarcón de la Lastra, gobernador civil de Madrid.

Burgos 29. Su Excelencia el Generalísimo, y a propuesta


del ministro de Gobernación, por notorias razones de
urgencia, ha firmado en el día de hoy un decreto nombrando
gobernador civil de Madrid a don Luis Alarcón de la Lastra.

Un gran acierto es este nombramiento, que será acogido con


verdadero júbilo por los combatientes de España. Porque
el señor Alarcón de la Lastra, comandante de Artillería,
retirado al advenimiento de la República, diputado a Cortes


7jRGLI^4M^NYjRZW&IRMXS:MPPEQEVuR

por Sevilla en todas las legislaturas de aquel triste periodo


en que acreditó una gran preparación, singularmente en
los graves problemas del campo español, se incorporó
nuevamente al servicio activo del Ejército en el glorioso 17
de julio de 1936 y ha seguido hasta el día de la fecha toda
la campaña con heroísmo y competencia verdaderamente
extraordinarios.

Soldado de singular bravura ha tenido dos graves heridas en


esta guerra...

Este ejemplar “demócrata”, persona preparada como pueden


comprobar, fue incluso elegido diputado a Cortes en tiempos
de la República, pero en cuanto oyó tambores de guerra,
como Johnny, no dudó en coger su fusil. Un señor golpista
en toda regla que llegó a ser gobernador civil de Madrid, que
sepamos, por sus “méritos” en la guerra en bando nacional
como podemos comprobar, incluso llegó a estar herido.

No sé si se capta la diferencia entre participar en el Auxilio social,


organizar partidos benéficos, preparar actos de exaltación (no
había otra), procurar que sus jugadores estuviesen lo más
cercanos al Sevilla FC, y combatir activamente pegando tiros
por la causa como ocurrió con el sr. Alarcón de la Lastra,
aunque cada cual sobrevivió en aquellos tiempos como pudo
realmente. Pero si dispusiéramos de un “fascistómetro” -o algo
ficticiamente parecido- para medir el colaboracionismo con el
régimen, al presidente sevillista le correspondería un insulso
“sin calificar”, mientras que otros se llevarían un merecidísimo
“5 estrellas”, sin olvidarnos de Balbontín o Carranza, y alguno
más del bando sevillista, que haberlos los hubo.

Sin embargo este hecho de criticar al presidente símbolo del


rival no se ha dado nunca entre el sevillismo, o al menos no


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se conoce que haya sido así. No se conoce bulo popular por


parte de los sevillistas jactándose de la figura de D. Benito
Villamarín, presidente símbolo del beticismo.

Historietas no, pero hechos demostrados sí. Es hora de que


comencemos a darlos a conocer.

Benito Villamarín, ¿presidente de paja?

Lo primero que cabría preguntarse es cómo ese hombre que


terminaría llamándolos “béticos de taberna” cuando les pidió
que arrimasen el hombro y la cartera para ayudar a su club,
y comprobó que prácticamente no respondían.

De la misma forma que D. Manuel Ruiz de Lopera les tildó


como de “criaturitas” cuando protestaron por la marcha
del equipo. Esto es un hecho singular e insólito en el fútbol
español. Que los presidentes se dediquen a poner apelativos a
su afición tiene su miga.

Siendo gallego de procedencia, no parece que llevase al Real


Betis Balompié en la sangre desde nacimiento, más bien se
convertiría al beticismo por alguna otra razón ¿Cómo llega
a la directiva verdiblanca? ¿Sería por el apoyo de los estratos
populares que, según muchos, constituyen el verdadero ser
del equipo bético? ¿Sería por mediación de algún ilustre
bético republicano? Llegado a Sevilla en 1938, antes del fin
de la guerra, a los 21 años, no se le conoce vinculación alguna
demostrable con el Betis hasta que… no tuvo más remedio.


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HABLA VILLAMARÍN
(...)

- ¿Cuál fue el programa?

- No es ocasión de repetirlo. Un día recibí una consigna de


mi gran amigo, de mi respetado general don Eduardo Sáenz
de Buruaga; hice lo que hice en la guerra, cumplir la orden
que recibí.
ABC de 17 de diciembre de 1958.

Villamarín accede a la directiva bética por orden superior


militar en 1955, procedente de Sáenz de Buruaga, que
el gallego acata con sumo gusto, no en balde tenía otros
intereses bastante más importantes que proteger, según luego
veremos, y este favor al “jefe” encajaba a la perfección en el
juego de las prebendas con la dictadura de aquellos tiempos.
Al fin y al cabo, Ramón Sánchez-Pizjuán siempre fue
elegido por los socios sevillistas democráticamente, incluso
en tiempo de dictadura. Como acabamos de comprobar, el
caso de Pepe León puede no ser el del primer “hombre de
paja” colocado en la presidencia por quienes dominaban el
cotarro en el club bético. Aunque a decir verdad, Villamarín
tampoco sería el primero. Otro ejemplo histórico de esta
política sería el de Mantecón Navasal, del que hablamos en
el capítulo anterior, presidente bético republicano colocado
en la poltrona durante la República por los verdaderos
dominadores del club verdiblanco, que en aquellos tiempos
necesitaban mantenerse en una discreta segunda fila (podía
ser contraproducente elegir a un presidente soldado, para
dirigir un club fuertemente militarizado en tiempos difíciles
para el ejército) por bien de su Club.


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Así pues, Benito Villamarín llega a la presidencia del Betis


por su alineamiento sin fisuras con Sáenz de Buruaga y
todo lo que éste representa. Es un hombre de confianza de
éste, y por extensión de Cuesta Monereo. Es un presidente
ideológicamente alineado con los mandos militares del
momento, leal al régimen, con todo lo que ello supone. Después,
su carisma y sus buenas dotes organizativas procuraron el
reconocimiento generalizado y eterno de la afición bética,
sobre todo a raíz de su temprano fallecimiento, con logros
magníficos para el Club de la Palmera, gracias a influencia
con respecto a las autoridades del momento, destacando
singularmente el obsequio del campo de Heliópolis, del que
ya hemos hablado.

También sufrió el rechazo de los seguidores e incluso llegó a


ser abandonado por su directiva en pleno, aunque eso es otra
historia.

Pero no lo olvidemos, Villamarín es seleccionado


personalmente por Cuesta y Sáenz de Buruaga para presidir
el Betis porque abraza el mismo credo que ellos y comparte
también con ellos los mismos intereses, no sólo deportivos.
Podemos ver perfectamente cómo en el Betis se replica el
mismo plan de actuación que siempre guiaba las decisiones de
Cuesta: mantenerse en un discreto segundo plano dejando los
méritos públicos para alguien más carismático y populista,
situado en primera línea de fuego, para lo bueno y para lo
malo, mientras él movía los hilos en la sombra, cómodamente,
sin riesgo de indiscreciones. Así cuenta la historia que fue su
papel junto a Queipo al gestarse el alzamiento, y así contamos
nosotros que accedió a la presidencia bética. Mejor dicho,
lo cuenta el propio protagonista, y también lo cuentan sus
familiares:


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“El cuarto hijo del matrimonio se llama también Benito


Villamarín y reside en Madrid, es el único que lo hace fuera
de Sevilla. Como toda la familia es bético hasta la médula
porque la pasión de por el fútbol se vivía de forma muy
intensa en aquel hogar. Guarda pocos recuerdos de su padre
porque falleció cuando tenía 13 años, pero conoce bien
la historia de la familia porque la ha oído muchas veces.
Benito, que hoy tiene 57 años, recuerda que fue el general
Sáenz de Buruaga quien convenció a su padre para que
aceptara la presidencia de aquel Club de Fútbol…”

La Región 08-03-2011

Buena parte de las magníficas relaciones de Villamarín con el


ejército, más allá de la cortesía debida, las podemos confirmar
como casi siempre en los actos familiares a donde siempre
acuden los amigos y dentro de estos, solo los más íntimos
se destacan de entre todos. Así podemos comprobarlo en la
boda de la hija de Villamarín.
Como testigos firmaron el acta matrimonial, por parte de
la novia, el capitán general de la I Región Militar, Don
Rafael García Valiño; el teniente general Sáenz de Buruaga,
el general Merry, (conde de Benomar), subsecretario de
justicia, don Isidro Arcénegui; coronel Merry Gordon,
gobernador militar de Huelva, ...

ABC 22-6-1963

Por otro lado, don Benito tuvo un gran éxito como empresario
con la exportación aceitunera a Estados Unidos durante la
posguerra, especialmente en los años cincuenta y sesenta. Son
los tiempos que siguen a “Bienvenido Mr. Marshall” y de
dificultades y bloqueos para la España de Franco en materia


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comercial. Muy excepcionalmente se podían mantener


relaciones comerciales con el mundo occidental surgido tras
la Segunda Guerra Mundial, sobre todo en la época previa
al desarrollismo. Milagrosamente, Villamarín fue uno de los
pocos empresarios de éxito en estas lides. Y ello no estaba
al alcance de cualquiera. Para progresar en estos sectores
se necesitaba contar con el apoyo institucional del régimen,
había que ser de la cuerda franquista, en caso contrario, no
había nada que hacer.

Otro ejemplo del acatamiento a las órdenes de sus superiores


y de los tejemanejes del personaje lo podemos observar en
la deliciosa anécdota que nos cuenta el escritor y periodista
Paco Robles en ABC de Sevilla.

“El nombre de la Virgen se le ocurrió al ecónomo don Julio


Rodríguez de la Horra, cuando se creó la comisión previa a
la fundación. Bonilla lo confiesa abiertamente: «Yo no sabía
hasta ahora que la madre de Queipo se llamara Mercedes».
Del nombre de la Virgen, Redentora de Cautivos, surgió la
idea de la advocación del Cristo. ¿Otros vínculos militares?

«El general Castejón le hizo al Betis el favor de darle


permiso a Isidro, padre de Quique Flores, para jugar un
partido vital. Benito Villamarín quiso pagarle aquello y
el general lo desvió a la hermandad recién nacida. Don
Antonio González Abato, aquel párroco que recogía
botellas para pagar los enseres, le pidió un paso para el
Cristo, y Villamarín lo pagó». Eso es todo.

Muchos hechos ocurrirían tras este episodio, pero esa es otra


historia.


BIBLIOGRAFÍA:

- Estatutos de la Sociedad Sevilla Football Club, 1914.

- Breve Historia del Sevilla FC, de Tablada a mejor


equipo del mundo. Juan Castro Prieto, Agustín
Rodríguez Jiménez, Luis Julio de Zapatero Moya,
Carlos Romero.

- Epistolario de Jorge Bonsor.

- Orígenes del fútbol sevillano. Juan Castro Prieto.

- Las grandes mentiras del fútbol español. Félix


Martialay, Bernardo de Salazar.

- Caso Antúnez, más allá del honor. Enrique Vidal.

- Juan Arza, el niño de Oro. Juan Castro Prieto,


Agustín Rodríguez Jiménez.

- Historia del Club Recreativo de Huelva. 1889-2003.


De Club de Recreo a Sociedad Anónima Deportiva.
Antonio La O, Diego Becerril.

- La Marcha Verde. Antonio Hernández.

- Primeros pasos del Fútbol Sevillano, desde 1890


hasta 1915. Juan Castro Prieto.

- Diario de Pepe Brand.

- La Sevilla del Balón. Mercedes de Pablo.


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- Ignacio Sánchez Mejías. El hombre de la Edad de


Plata. Andrés Amorós, Antonio Fernández Torres.

- Medio Siglo de Fútbol Sevillano. César del Arco.

- Historia del Fútbol en Huelva y su Provincia. José


González Pérez.

- Goal-Post: Victorian Football. Paul Brown.

- Sevilla FC. Casi un siglo de jugadores. Antonio


Martín Lorenzo.

- Historia del Sevilla Club de Fútbol. Arturo Otero.

- Aire de Libertad. Dr. Alberto Máximo Pérez Calero.

- El Balón Blanquiverde. 135 años de fútbol en


Andalucía. Javier Bermejo, José Carlos Barbado.

- Regeneracionismo español, cultura física y deporte.


Antonio Rivero Herráiz.


&MFPMSKVEJuE

PRENSA CONSULTADA:

- The Dundee Courier and Argus.

- The Field.

- Diario La Provincia de Huelva.

- Diario El Baluarte.

- Revista La Bética.

- Diario ABC.

- El Correo de Andalucía.

- Diario The Otago Witness .

- The Pall Mall Gazette.

- The London Gazette.

- Revista El Fígaro.

- Revista Sport Sevillano.

- Diario El Liberal.

- Diario El Imparcial.

- Diario El Noticiero Sevillano.

- Revista de Aragón.

- Revista Más.


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- Diario El Guadalete.

- Diario Zaragoza.

- Diario de Avisos.

- Guía oficial de la Industria y el Comercio de la


Provincia de Sevilla, Gómez Zarzuela.

- Revista El Sol.

- Diario Sevilla.

- Revista Oiga de Deportes y Toros.

- Revista Blanco y Negro.

- Revista La Unión Ilustrada.

- Revista Madrid Sport.

- Diario Noticiero sevillano.

- Diario El Día.

- Diario Marca.

- Diario AS.

- Diario La Unión.

- Diario La Voz.

- El Mundo Deportivo.

- Diario La Vanguardia.

- Revista Mundo Bético.


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- Revista Serva.

- Revista Sevillismo.

- Trofeo, Revista Deportiva.

- Revista Campeón.

- Revista El Sevillista.

- Diario La libertad.


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ARCHIVOS Y HEMEROTECAS

- Archivo de la Real Parroquia de Santa Ana.

- Archivo de la Parroquia de San Vicente.

- Padrón Municipal de Sevilla.

- Archivo Agustín Rodríguez.

- Hemeroteca, Archivo y Biblioteca del Área de Histo-


ria del Sevilla Fútbol Club

- British Library.

- Biblioteca Nacional de España.

- Archivo de la familia de Ismael Rubio.


ESTA OBRA TERMINÓ DE EDITARSE
EL 11 DE NOVIEMBRE DE 2013.

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