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La Organización Mundial del turismo (OMNT) sitúa a España como tercera potencial del planeta
por número de turistas extranjeros, por detrás, únicamente, de Francia y Estados Unidos. Sólo
en 2014, cruzaron sus fronteras casi 65 millones de visitantes.
Dicha cifra expresa, mejor que cualquier otra, el interés de nuestro país como destino
internacional y el potencial de sus recursos culturales y naturales. España es, de hecho,
el tercer estado miembro de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la
Ciencia y la Cultura (UNESCO) con mayor número de bienes declarados Patrimonio
Mundial.
No es casual, por ello, que el turismo represente hoy el 10% del Producto Interior Bruto
español y genere cerca del 11% de todo el empleo nacional, equivalente a 2,5 millones
de puestos de trabajo.
Estamos, por tanto, ante una industria madura, pujante y, a la par heterogénea, en la
que conviven desde grandes cadenas hoteleras con implantación y experiencia
internacional, empresas familiares y pequeños negocios ubicados, en muchos casos,
en núcleos poblacionales reducidos. Ambos extremos de la cadena comparten, sin
embargo, varias notas de enorme importancia: son actores económicos de primer orden,
constituyen un factor clave de vertebración social y territorial y, por ello, son a la vez un
motor necesario de desarrollo.
Estamos, por tanto, ante una industria madura, pujante y, a la par heterogénea, en la
que conviven desde grandes cadenas hoteleras con implantación y experiencia
internacional, empresas familiares y pequeños negocios ubicados, en muchos casos,
en núcleos poblacionales reducidos. Ambos extremos de la cadena comparten, sin
embargo, varias notas de enorme importancia: son actores económicos de primer orden,
constituyen un factor clave de vertebración social y territorial y, por ello, son a la vez un
motor necesario de desarrollo.
En los ultimos años, no obstante, la actividad turitica española ha visto mermada
considerablemente su competividad coincidiendo con el fin del ciclo expansivo inicado
a mitad del siglo XX y la aparicion de nuevos referentes mundiales basados en la
innovacion.
En ese sentido, el reto del sector no es tanto manener el extraordinario crecimiento de las
ultimas decadas sino avanzar en el nivel de calidad y servicio de la oferta disponible. Es,
sobre todo, y ligado a este ultimo punto, hacer frente a las innovaciones de la nueva era
digital y a los cambios que esta ha empezando a introducir en los habitos de consumo y
modelos de comportamiento del viajero del siglo XXI.
Por lo pronto, la adaptcion al nuevo escenario requiere de una gestion mas
intensa, eficiente e inteligente de los millones de datos que acompañan a los
procesos de busqueda, selección, contratacion, disfrute y reconocimiento de
destinos por tarde del usuario digital. Por ejemplo, de sus busquedas en portales
oficiales, de paginas personales en Internet, de valoraciones en servicios de
intermediaion virtual, del historico de sus reservas de vuelo o de sus intereses y
gustos declaracdos en redes sociales.
Tambien, necesita de una coordinacion mas estrecha entre los distintos actores publicos
y privados para explotar conjuntamente el potencial de la informacion. Se trat, en
realidad, de actuar conjuntamente de forma consensuada sobre el territorio para
desarrollar verdaderos destinos inteligentes que aunen la sostenibilidad, el bienestar
urbano y la experiencia personalizada del visitante urbano y la experiencia personalizada
del visitante y del cuidadno con la configuracion de un espacio fisico y tecnologicamente
integrado, que se oriente al aprendizaje y a la innovacion permanente en los servivios,
en la linea que representan las Smart Cities.