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Se argumenta sobre textos bíblicos expresos, sin admitirse interpretaciones extensivas y se afirma también
que la unión de hombre y mujer reproduce el estado natural anterior a la caída de Adán y Eva y por eso es
indisoluble. En la Confesión de Schleitheim (1527) solo se admite el divorcio por adulterio, en ocasiones
también se admite el divorcio por el privilegio de la fe en el momento de la conversión del prosélito o si el
cónyuge cambia de religión, aunque no se puede generalizar pues el privilegio de la fe se niega en un tratado
de los menonitas holandeses de 1527, o en los 5 artículos Hutteritas de 1547, y una resolución menonita de
Wismar de 1554, permitía la separación pero el cónyuge debía guardar fidelidad (castidad) hasta que el infiel
muriese o adulterase (R. PHILLIPS., Putting asunder. A history of divorce in Western society, Cambridge,
Ma. 1988, Pág. 66 y sigs.).
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Al principio se daban a sí mismos el nombre de «hijos de la luz» (1ª Tes 5:5). El propio FOX prefería darles
sencillamente el título de «amigos» (así es como gustan de llamarse los cuáqueros -Hech 27:3, Juan 15:14).
Pero fueron llamados «cuáqueros», del inglés quake, temblar, por sus extrañas gesticulaciones en la oración,
que en muchos casos se asimilan o parecen a las de los judíos ortodoxos. La autobiografía de G. FOX on line
puede consultarse en http://www.ccel.org/ccel/fox_g/autobio.html. Los cuáqueros parecen haber ejercido
proselitismo en ciertos ambientes anabaptistas, lo que produce fuertes reacciones a la derecha
de los baptistas, que en ocasiones asumen las posturas mas radicales calvinistas en cuanto a la
organización de la Iglesia y a la predestinación (Véase Hugh BARBOUR The Quakers in Puritan
England, New Haven 1964, que concibe los cuáqueros como un desarrollo del puritanismo (Pág.2),
T.L. UNDERWOOD, Primitivism, radicalism and the lambs war. The Baptist-Quaquer conflict in
Seventeenth Century England, Oxford 1997). Los cuáqueros, como los baptistas originarios, estaban
especialmente mal vistos por el poder político, por no reconocer autoridad secular y negarse a pagar
impuestos (BARBOUR, The Quakers in puritan England, New Haven, 1964); sin embargo a partir de 1689
independientes, baptistas y cuáqueros obtienen el derecho a practicar libremente la religión en Inglaterra.
queda a los cuáqueros de cristianos, a su izquierda se inicia la negación de ambos pilares
cristianos.
Las creencias anabaptistas y cuáqueras, a pesar de ser contrarias a la noción
institucional y sacramental de Iglesia, con el paso del tiempo, y partiendo de importantes
diferencias regionales y confesionales, generan importantes organizaciones eclesiales, y
una tradición doctrinal y dogmática coherente y elaborada (con enseñanza superior
teológica competitiva, y fuerte acento en los martirologios de sus orígenes). Los baptistas
en particular organizan el culto y la vida cristiana en congregación, ordenan sus ministros, y
prestan como Iglesia una especial atención a la educación, el proselitismo y la caridad; e
incluso miembros destacados de estas comunidades participan activamente en política3.
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Un ejemplo de institucionalización del anabaptismo W.O. PACKULL, The hutterite beginnings.
Communitarian experiments during the reformation, Baltimore 1995. Caracterizando el mundo anglosajón,
NIEBUHR The Social Sources of Denominalism, New York, 1962 (la primera edición es de 1929) observa
dentro del protestantismo que lo que empieza como una radical secta, que rompe con la Iglesia instituida,
evoluciona con el tiempo a una confortable denominación, en paz con el mundo que le rodea, y que
normalmente bendice los personajes social y económicamente bien situados de la sociedad local en que se
asienta, a la vez que asume y una responsabilidad social y política mas allá de la propia denominación
religiosa. Las denominaciones baptistas muy diversificadas, por su localismo se clasifican en función de
orígenes sociales y económicos, nacionales y de razas. C. REDEKOP, S. C. AINLAY, R. SIEMENS,
Mennonite Entrepreneurs, Baltimore 1995, nos presentan a los menonitas sacralizando la propiedad de la
tierra, apegados a la misma, y con estricta autoridad (paternal y eclesial) en garantía de una estricta moral
social y sexual (al menos hasta el siglo XX), pero luego, como en Alemania y Holanda donde gozan de mayor
libertad, al urbanizarse, se enfrentan a un proceso de fuerte secularización y perdida de identidad religiosa, y
en todo caso tienen fuertes procesos de disgregación, y cada comunidad adopta sus propios principios y
valores, normalmente adaptándose a las nuevas necesidades y con mayor laxitud que la de sus ancestros (Pág.
235).