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FRAGMENTO DEL LIBRO: “SEXO, PLACER Y SEXUALIDAD”

AUTORAS: Julieta Paredes y María Galindo (Mujeres Creando, 1999)

PÁGINAS: 121, 122

LAS TRABAJADORAS SEXUALES

Ellas no son esas aves negras y malvadas que nos pinta la sociedad, no vamos a permitir que
sean el pañuelo donde los mismos consumidores de la prostitución se limpien para aparecer
mañana de acartonados y bien lavados caballeros.

De todo el universo de la prostitución escogeremos para analizar a aquellas que mayor dolor
implican, es decir las mujeres más jóvenes, chicas que se prostituyen desde los 14 y 15 años,
otras jóvenes migrantes del campo a la ciudad que en lugares como el Alto, o la terminal de
Santa Cruz y otros sitios se prostituyen hasta por unos pesos que apenas les alcanzan para
comer. Chicas que se alcoholizan para aguantar el ritmo o incluso se drogan, chicas que tienen
que dar el mayor porcentaje de su ganancia a hombres para cuidarlas. Es decir, no estamos
hablando de un mundo fácil de goce y placer, sino de un mundo cruel donde el machismo y la
violencia son los que mandan.

Cuando vemos sus ojos de miedo, su cuerpo lleno de inhibiciones y angustias que no logran
contar, no podemos entender cómo es posible que haya hombres que las exploten
sexualmente por unos pesos que no alcanzan ni para comer. Muchas de ellas mal alimentadas
van camino directo a la enfermedad y al abandono.

Las “Trabajadoras sexuales” no tienen amigo posible, la policía se presenta para abusarlas
aún más, para extorsionarlas y aprovecharse de ellas, es por esto que quedan entre dos
formas de abuso: la que viene de parte de las autoridades y la que viene de parte de sus
clientes.

La prostitución y aquello que intercambian esas Mujeres con el cliente es difícil de entender.
Una famosa mujer feminista, Kate Millet, decía que las prostitutas no venden sexo y que sus
clientes tampoco compran sexo, decía que “ellas venden complacencia y ellos compran el
poder de destrucción sobre las Mujeres”.

Es preocupante porque el frecuentar burdeles es casi parte de la socialización de los varones,


los varones han utilizado a una prostituta aunque sea una vez en la vida.

Para los hombres que frecuentan los burdeles la satisfacción está en la humillación de la
mujer, en el poder disponer de ella y exigir lo que deseen sin ningún tipo de compromiso.

Dicho de otra manera: La mujer prostituta vende su propia humillación y el hombre cliente
compra de esa mujer la satisfacción de humillarla.

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