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No va por ahí

8 de agosto de 2014 en Nacional

Experto explica etapa de transición del cerebro adolescente y


recomienda “contención” en lugar de “reclusión".

¿Por qué la adolescencia es una etapa que se caracteriza por la


impulsividad, en la que disminuye la capacidad de juicio, se dan
alteraciones de conducta y de las capacidades cognitivas? La respuesta
parece estar en la necesidad de supervivencia y de dejar descendencia. A
esto dedicó su charla Luis Barbeito, director del Instituto Pasteur de
Montevideo.

La conferencia formó parte de instancias de formación y reflexión


organizadas por el Equipo de Atención Integral a Adolescentes que
desarrollan la Red de Atención Primaria de la Administración de los
Servicios de Salud del Estado y el Programa Apex de la Universidad de la
República.

Barbeito explicó que el cerebro humano se construye desde la etapa


intrauterina y durante más de una década. Indicó que la adolescencia “se
caracteriza por los cambios que produce en el cerebro el influjo de
hormonas sexuales”. Detalló que en esa etapa se pasa de tener un cerebro
adaptado al ambiente familiar a tener un cerebro adaptado a la vida
reproductiva. “El impacto que hacen las hormonas sexuales en el cerebro
es de un riesgo increíble; genera riesgos biológicos, sociales, de todo tipo”,
afirmó.

Expresó que el cerebro se construye en base a la selección neuronal: la


estrategia consiste en producir un exceso de neuronas que son elegidas por
el individuo para adaptarse a su ambiente. Especificó que “el cerebro tiene
que recibir el estímulo justo para guardar esas neuronas y hacerlas
funcionar después”, y que eso ocurre fundamentalmente en dos períodos:
en la primera infancia y en la adolescencia. Mencionó además otros
condicionantes del neurodesarrollo. Identificó que condiciones subóptimas
como la anemia perinatal y el alcoholismo materno “modifican
drásticamente el capital neuronal” y provocan dificultades de aprendizaje y
de varios tipos de memoria. Del mismo modo impactan los problemas
familiares y socioeconómicos, el hacinamiento, las carencias alimenticias,
la falta de estimulación, y tóxicos como el plomo.

Dijo que con la irrupción de las hormonas sexuales se produce una


“desconexión entre la corteza prefrontal, que es la región del juicio, donde
se anticipan las consecuencias de los actos y donde aparece la motivación,
y la necesidad de estar hiperestimulado”. La etapa se caracteriza por “la
incapacidad de planificar y juzgar apropiadamente, mayor impulsividad y
mínima consideración de riesgos físicos”. Señaló que los accidentes de
tránsito son la principal causa de muerte y que se registran picos en el
consumo de alcohol, marihuana y tabaco. Barbeito dijo que las adicciones
están relacionadas con la necesidad del cerebro de tener estímulos externos
para liberar dopamina y serotonina, los dos grandes neurotransmisores.

Consideró que durante la adolescencia ocurre una especie de “reseteo de


algunas partes del cerebro”, cuya recomposición lleva algunos años;
mencionó estudios científicos que sitúan ese momento en los 23 años y
relacionó esa constatación con lo pautado por los códigos de hace más de
un siglo, cuando Uruguay fijó la mayoría de edad en 18 y 21 años.

Desde el punto de vista neurobiológico, recomendó manejar la


adolescencia con contención: fijar los límites y, al mismo tiempo, ser muy
tolerantes y dar siempre una segunda oportunidad. “El problema es que si
usamos otros recursos para tratar este cerebro que está en transición,
podemos caer en un entorno de relacionamiento que lleve al cerebro a
adaptarse a una condición que no queremos, a una condición muy
desfavorable”, dijo. Especificó que “una posible reclusión en condiciones
que sean de no rehabilitación sería dantesca, porque estaría llevando al
individuo a una escuelita del crimen: ahí, ese cerebro adolescente va a
aprender todo lo que tenga en su entorno, lo va a fijar y lo va a usar el
resto de su vida, como si fuera una lengua más”. “El asunto, en esto de la
imputabilidad, es quién asume la responsabilidad de la punición del
Estado; si esa punición no se hace en una condición de rehabilitación muy
bien cuidada, puede dar un individuo al que condenamos de por vida a
tener conductas antisociales muy violentas”, explicó.

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