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Julio 20, 2010 - 12:00 a.m.

Por:
Redacción El País
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La independencia de Colombia se hizo a ritmo de contradanza y bambuco.

HistoriaEn imágenesProtagonistasViaje al pasadoTestPara niñosEl aporte de CaliRitmos de


libertadDesde 1810, el rechazo a lo español no fue sólo político y económico, sino a la imposición de
costumbres.La música jugó papel importante en la Independencia, hasta el punto de que cada
batallón patriota tenía banda musical que ‘ amenizaba’ las batallas con temas no españoles, entre
los cuales destacaron especialmente la contradanza de origen francés y el bambuco de raíces
negras y aborígenes.Con estas músicas libertarias fueron erradicados del gusto popular aires y
ritmos hispanos como tonadillas, bolero español, seguidillas, polos y tiranas. La contradanza tenía
tufillo revolucionario desde tiempo atrás, pues a su ritmo se forjó la Revolución Francesa de 1789, en
reacción contra las clases aristocráticas que bailaban ‘ minué’ .De Francia fue traída al actual Haití,
donde los esclavos africanos se fascinaron con ella. Cuando se rebelaron a finales del Siglo XVIII,
los franceses huyeron a Cuba llevando consigo su contradanza francesa. De allí saltó al resto de
América hispana a comienzos del XIX, convirtiéndose en símbolo de rechazo a lo español. Y fue una
contradanza, ‘ La vencedora’ , lo que se escuchó en el puente de Boyacá el 7 de agosto de 1819,
hacia las 4:00 p.m., por iniciativa del coronel José María Cancino, quien dirigía la banda musical del
ejército libertador. Apenas se supo en Santa Fe del triunfo en el río Teatinos, que significó la
expulsión definitiva del español, fue compuesta otra contradanza, ‘ La libertadora’ , para estrenarla
durante la entrada triunfal de Bolívar a la capital y bailarla en la fiesta de la libertad en el Palacio de
San Carlos y en los festejos populares que duraron dos semanas para celebrar el fin del yugo.Otra
manera de erradicar lo peninsular fue regar por todo el país una música que se remonta a comienzos
del Siglo XVII, que mezcló en las montañas del Patía el torbellino indígena con la síncopa africana: el
bambuco.La primera cita conocida figura en una carta del general Francisco de Paula Santander,
escrita en Bogotá el 6 de diciembre de 1819, en la cual aconsejaba al general París, quien se hallaba
en Popayán: “ Refréscate en el Puracé, báñate en el río Blanco, paséate por el Ejido, visita las
monjas de la Encarnación, tómales el bizcochuelo, diviértete oyendo a tu batallón, baila una y otra
vez el bambuco” .Éste fue dispersado por la zona andina por las bandas de vientos de los ejércitos
libertadores y por ello la musicóloga caucana Paloma Muñoz considera que “ el bambuco fue, en
principio, una música guerrera” . Famosa es la carga comandada por José María Córdova en la
batalla de Ayacucho, que dio la libertad al Perú en 1824 al grito “ Paso de vencedores” . Fue
acompañada por la banda del Batallón Voltígeros con el bambuco ‘ La guaneña’ .A Bolívar también
le gustaba el ritmo, pues en su cuaderno de música figura uno, ‘ El aguacerito’ , con arreglos para
guitarra, que hacía parte del repertorio de las fiestas del Palacio de San Carlos cuando el libertador
era presidente.Sí, la Independencia también fue musical.¡Cumbia!Para cuando fue declarada la
Independencia de Colombia, desde hacía más de un siglo (finales del Siglo XVII) se bailaba la
cumbia en las fiestas populares y patronales de los pueblos de la Costa Caribe. Especialmente la
fiesta de San Martín, el 11 de noviembre, y la fiesta de San Blas (patrono de los esclavos), ambas
como preludio del antiguo carnaval de Cartagena.. Las noches de cumbiamba eran anunciadas con
una bandera roja enarbolada en una guadua. Los indios también la bailaban en las fiestas de la
Candelaria, el 2 de febrero.PrensaDesde 1810 fueron fundados numerosos diarios y periódicos
quincenales o semanales, al servicio de la causa y los ejércitos patriotas. Destacaron:‘ La
Bagatela’ , fundado por Antonio Nariño, a través del cual hizo derrocar la primera Junta de Gobierno
y hacerse con el poder. ’ Argos’ , periódico federalista de Cartagena se opuso a la campaña de
Nariño contra la Junta. ’ Diario Político de Santafé de Bogotá’ , fundado por Francisco José de
Caldas.VeloriosYa en la época de la Independencia, en numerosas comunidades indígenas y negras
se practicaba desde siglos atrás el Velorio del Angelito, para niños que morían antes de cumplir 5
años y por lo mismo se convertían en ángeles. Se conservan grabados del Siglo
XIX.VestuariosMientras la aristocracia y las clases altas de Santa Fe, Villa de Leyva. Mompox,
Cartagena y Popayán vestían a la usanza de las cortes europeas, la gente pobre trataba de copiar y
adaptar los modelos a sus posibilidades y los elementos a mano.Numerosas comunidades indígenas
aún usaban sus atuendos ancestrales.Ritmo madreLa contradanza traída que se puso de moda en la
época de la Independencia de América, se aculturó en varios países y dio orígenes a ritmos
propios:En Cuba: derivó en danza habanera, de la cual surgieron la danza, la guajira y el bolero.
También es hija de la contradanza la danza santiaguera, de la cual surgieron el danzón y el
danzonete, y contribuyó a configurar el bolero.En Puerto Rico y República Dominicana: merengue y
danza.En Colombia: de la contradanza, después de varios procesos surgió la danza. Además, el
merengue vallenato, el merengue andino, la guasca, la carranga descienden del merengue
antillano.En México: danza y corrido.En Uruguay y Argentina: la milonga y de ésta el tango.
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Las diferencias entre Bolívar y el general Santander marcaron el primer paso hacia la vida republicana.

HistoriaEn imágenesProtagonistasViaje al pasadoTestPara niñosEl aporte de CaliEl sistema político se gestó hace
200 añosHace 200 años, la República de Colombia tal como la conocemos hoy no existía. Nuestra nación formaba
parte del Virreinato de la Nueva Granada, establecido por la corona española en 1739 con capital en Santa Fe de
Bogotá y jurisdicción sobre los territorios de Venezuela, Colombia, Ecuador y Panamá. Durante la época colonial
fue muy fuerte la presencia de los criollos (hijos de españoles nacidos en este territorio y que gozaban de todos los
privilegios) en las regiones donde se concentraron los grandes polos de desarrollo económico. El resto del país
estaba habitado por pueblos aborígenes.De ahí que para ese momento no existía organización política. “ Todas las
decisiones se tomaban desde España. El Virrey encarnaba el Ejecutivo y el Legislativo” , explica el historiador Juan
Carlos Flórez.Los negros, los mestizos y los indígenas no tenían prácticamente ningún derecho y mucho menos
eran considerados ciudadanos porque habitaban en territorios alejados de las grandes ciudades. “ Además la
ciudadanía fue un concepto que nació posteriormente en la América Hispánica como efecto de la Revolución
Francesa, en ese momento en pleno auge” , agrega el experto.“ La nuestra era una organización imperial. En la
medida en que fue avanzando la independencia se fue gestando todo un movimiento en favor de la libertad, la
democracia y un sentido republicano” , añade el también historiador Otto Morales Benítez.Y como no existían
organizaciones políticas, el fervor ciudadano a favor de determinadas causas era concitado a través de los grandes
movimientos constitucionalistas que marcaron el Siglo XIX. Flórez y Morales explican que en todas las regiones se
dictaron Constituciones: Cartagena, Antioquia, Tunja, Santander, Ocaña, Rionegro, etc.“ En todas partes se
producían Constituciones a través de las cuales se reclamaba un régimen republicano y un régimen democrático.
Lentamente se fueron trazando los primeros matices del Partido Liberal en favor de ventajas sociales para la gente
pobre, y una vocación reaccionaria del Partido Conservador. Ambos partidos se crearon muchos años después” ,
destaca Morales Benítez.De hecho, el Partido Conservador fue fundado en 1848 en torno a las ideas del Libertador
Simón Bolívar, y al año siguiente nació el Partido Liberal, alrededor de las ideas del general Francisco de Paula
Santander.Desobediencia en la regiónEl 20 de julio de 1810 en Cali y la región persistía la rebeldía contra los
españoles. La clase criolla seguía renuente a seguir obedeciendo las órdenes del gobernador de Popayán, el
español Miguel Chacón, e insistía en lograr más autonomía. Esa resistencia a obedecer a las autoridades
españolas había tomando mayor fuerza desde el 3 de julio del mismo año cuando Cali de rebeló y tomó la decisión
de firmar el acta de su independencia.
La independencia americana nació en el interior de los conventos y la gestación de este fenómeno
comenzó, desde fechas muy tempranas, protagonizada por los frailes criollos. Esta afirmación así de
contundente, que por lo mismo pareciera oportunista o altisonante por traerse a cuento precisamente
en el año del Bicentenario de nuestra independencia nacional, contrasta con la explicación
tradicional -pero bastante simplista- que considera que la ideología revolucionaria que condujo a la
independencia, fue causada por la influencia de las ideas liberales europeas de la segunda mitad del
siglo XVIII.

Sin embargo, se trata de una tesis antigua sobre la cual llamó la atención el historiador Juan Friede
en 1953 en un trabajo que intituló El arraigo histórico del espíritu de independencia en el Nuevo
Reino de Granada. En él revela que la independencia fue un movimiento relámpago, profundamente
democrático, que gozaba de simpatías generales y que demostró la existencia de un ambiente
general hostil a España en sus colonias americanas, lo cual explica que la relativa corta duración de
las guerras de independencia hubieran conseguido liberar un continente en dos lustros de una
dominación de tres siglos, y que en un año se hubiesen declarado contra España estados y ciudades
separados por miles de kilómetros de distancia y casi sin contradicción alguna, propagándose el grito
de independencia como por contagio, sin visible resistencia, cual movimiento eminentemente
popular.
Los manuales de salud Los manuales de salud pertenecen a una tradición que proviene de la llamada “medicina para
pobres”, cuyo inicio data del siglo XVI y que tiene un origen común: los antiguos preceptos de la Escuela de Salerno,
aparecidos en forma masiva durante el siglo XVII. El libro más famoso de esta célebre escuela de medicina,
fundamentalmente práctica, fue el Regimen Sanitatis Salernitanus, también conocido como Flos Medicinae Salerni19.
Los manuales de salud publicados a partir de la segunda mitad del siglo XVIII se sitúan en la misma perspectiva que los
tratados de medicina para pobres, bien sea para prolongarlos, comentarlos, criticarlos o bien para inspirarse en ellos. En
general, estos dos tipos de libros revelan la preocupación por acceder a un saber, por informar e instruir, y persiguen
dos objetivos esenciales: llegar a los intermediarios culturales para alcanzar mejor al pueblo y reaccionar contra la
charlatanería y los daños que esta producía. Para cumplir con sus objetivos, cada uno de estos géneros se sirve de
medios diferentes: el de la medicina para pobres privilegia la medicina curativa, para lo cual aporta recetas, listas de
remedios y fórmulas diversas utilizadas contra las enfermedades. El otro, específico del siglo XVIII, pone más énfasis en
la higiene y en la prevención; por ende, allí se nota un deseo más pedagógico. Otro elemento importante que marca la
diferencia es que en el siglo XVII buena parte de esta literatura fue escrita en latín, mientras que los manuales del XVIII
fueron escritos en lenguas vernáculas20. En el siglo XVII y hasta mediados del siglo XVIII, este tipo de libros eran escritos
generalmente por sacerdotes o por damas de caridad y revelaban el espíritu de esta virtud teologal: la obligación de
socorrer a los pobres en nombre de la ley divina. Los autores se sentían investidos de una misión caritativa, ellos eran los
apóstoles, indispensables para auxiliar a los pobres, en un deber de asistencia que participaba de la manutención de un
orden social incontestable e inmutable. 19 Esta obra se tradujo a por lo menos ocho idiomas y en 1846 ya se habían
realizado 240 ediciones. El Régimen consta de 10 secciones: higiene, drogas, anatomía, fisiología, etiología, semiología,
patología, terapéutica, clasificación de las enfermedades y práctica de la medicina. Se trata de una serie de
observaciones, escritas en latín versificado, sencillo y claro, de simples consejos racionales, en los que no se hace
apelación alguna a las autoridades, a la magia o los astros. Sobre la escuela de Salerno, véase: Charles Victor Daremberg,
La médecine, histoire et doctrines, 2 ed. (París: Didier, 1855), 123-144. 20 Mireille Langet y Claudine Luu, Médecine et
chirurgie des pauvres (París: Privat, 1984), 24. Daniel Teysseire y Corine Verry-Jouvet, “Présentation”, en Avis au peuple
sur sa santé Samuel Tissot (París: Chez P. Fr. Didot, 1782; París: Quai Voltaire Histoire, 1993)

Los frailes que en el siglo XVI se encargaron de la evangelización de los pueblos indígenas de la Nueva
España proclamaron casi inmediatamente el éxito de su empresa cristianizadora: los indígenas acudían en
masa a las iglesias, se bautizaban con avidez y participaban con entusiasmo en las atractivas procesiones y
misas organizadas por los religiosos; además, con su trabajo se construyeron centenares de iglesias y
monasterios que modificaron irreversiblemente el paisaje sagrado del país

Qué atrajo a los indígenas a la nueva fe predicada por los franciscanos, dominicos y agustinos? En primera
instancia, no hay que olvidar que los españoles destruyeron y proscribieron los templos, los cultos, los libros y
las doctrinas de las antiguas religiones estatales mesoamericanas. Inhabilitaron de esta manera a las antiguas
deidades tutelares, los dioses patronos que regían la vida ritual y política de los Estados mesoamericanos y
que definían su historia, su identidad y su fuerza, desde la fertilidad de su maíz hasta el poderío de sus
ejércitos.

Pero esa persecución no basta para explicar por qué tantos aceptaron voluntariamente la predicación
católica. En primer lugar, los mesoamericanos estuvieron dispuestos a conocer y adorar a los dioses
cristianos —así concibieron la pléyade de santos, vírgenes y apóstoles que acompañaban a la Santísima
Trinidad—porque sus religiones eran politeístas y tenían una larga tradición de aceptación de las divinidades
de otros pueblos. Además, desconocían el principio de intolerancia constitutivo del catolicismo: la convicción
de ser la única verdadera religión.
Por si esto no fuera suficiente, los nuevos dioses cristianos habían demostrado brutalmente su poder: para
los es pañoles tanto como para los indígenas, la conquista de los mexicas fue, sobre todo, la derrota de su
temible dios guerrero, Huitzilopochtli, por el sanguinario Santiago Matamoros, santo patrono de los
conquistadores. La siguiente copla de la Danza de moros y cristianos, practicada hoy en día en muchas
comunidades indígenas mexicanas, explicita, en un ficticio diálogo entre Cortés y Moctezuma, este
razonamiento que equipara la fuerza bélica con el poder divino:

Cortés:
Es tan eterno este Dios,
que si quieres ver su gloria
olvida tu ley que tienes
y observa a un Dios verdadero.
Moctezuma:
¿Y para qué traes tu acero?
Cortés:
Porque si renuente estás
y no admites lo que quiero,
en él experimentarás
que éste es el Dios verdadero.

El Virreinato de Nueva Granada, Virreinato de Santafé o Virreinato del Nuevo Reino de Granada fue
una entidad territorial, integrante del Imperio español, establecida por la Corona (1717-1723, 1739-1810 y 1816-
1819) en la última fase de su dominio en el Nuevo Mundo. Fue creado por el rey Felipe V en 1717 dentro de la
nueva política de los borbones y suspendido en 1723, por problemas financieros, siendo reinstaurado
en 1739 hasta que el movimiento independentista lo disuelve de nuevo en 1810. En 1815 fue reconquistado su
territorio por el ejército del rey Fernando VII, siendo nuevamente restaurado, hasta que el ejército libertador logró
su independencia definitiva del poder español en 1819.
Durante el año de 1860, don Jose Maria Vergara (Escritor y Critico Literario Colombiano) nació en Bogotá el 19 de marzo
de 183 escribió el libro titulado “La Historia de la nueva Granada” . Este libro se basa desde sus inicios indígenas hasta
sus finales en 1831.

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