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JUAN SEBASTIÁN BACH: LA MÚSICA PARA ORQUESTA

Las obras orquestales más conocidas de Bach son los seis Conciertos de Brandemburgo, dedicados
en 1721 al Margrave de Brandemburgo -que le había solicitado algunas piezas- aunque compuestos
en los diez años anteriores. Para todos, menos el primero, Bach adoptó el orden en tres
movimientos, rápido-lento-rápido, del concierto italiano, así como los temas triádicos, el pulso
constante de sus ritmos, la forma ritornello y el estilo general. El tercero y el sexto son conciertos
orquestales sin solistas, mientras que en los otros los instrumentos solistas en diversas
combinaciones se enfrentan al cuerpo de cuerdas y al continuo. De un modo típico de él, Bach se
explaya también en este modelo, pues introduce más material del ritornello en los episodios, da
lugar a diálogos entre los solistas y la orquesta dentro de los episodios y prolonga la forma con
técnicas tales como la cadenza asombrosamente larga del clave (¡por lo general un instrumento del
continuo!) en el quinto concierto (Burkholder, Grout y Palisca 2008: 516).

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