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Sección de Obras de Ciencia y Tecnología

FUNDAMENTOS DE CONSERVACIÓN BIOLÓGICA


Perspectivas latinoamericanas
Agradeceremos sus comentarios y sugerencias al correo electrónico
laciencia@fce.com.mx
Richard Primack • Ricardo Rozzi • Peter Feinsinger
Rodolfo Dirzo • Francisca Massardo
y 117 autores de recuadros

Fundamentos de conservación biológica


Perspectivas latinoamericanas

Fondo de Cultura Económica


MÉXICO
Primera edición, 2001

Esta edición es una adaptación de la obra


Essentials of Conservation Biology
de Richard Primack
Copyright © 1998 Sinauer Associates, Inc.
ISBN 0-87893-721-8

Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra


—incluido el diseño tipográfico y de portada—,
sea cual fuere el medio, electrónico o mecánico,
sin el consentimiento por escrito de los editores.

D.R. ©, 2001, Fondo de Cultura Económica


Carretera Picacho-Ajusco 227, 14200 México, D.F.

ISBN 968-16-6428-0

Impreso en México
A los jóvenes latinoamericanos que aman esta fuerte nervadura de la vida,
a la gente del campo, las ciudades y las etnias amerindias,
a los diversos seres vivos que habitan en los desiertos, las selvas,
los mares, los suelos, los ríos, las rocas y las alturas
del Nuevo Mundo.
Prólogo

E
n las alturas de los Andes, en tiempos ancestrales Viracocha
emergió del Lago Titicaca y creó el sol con su luz, la lluvia y el
agua con sus lágrimas, y dio origen al cielo, las estrellas, los
seres humanos y los otros seres vivos que pueblan la región. En
la Puerta del Sol, en Tiahuanaco, permanece hoy en silencio, mirando
hacia la salida del sol, la figura de Viracocha esculpida en piedra hace
unos 2 200 años. Esta representación de Viracocha está rodeada por
48 figuras aladas, 32 de ellas poseen rostros humanos y 16 tienen rostros
de cóndor. Esta figura nos recuerda cuán ligadas están las naturalezas
humanas con aquellas de las aves, como el cóndor; con los ecosistemas y
sus lluvias, ríos y lagunas; con el sol, la luna, las estrellas y el conjunto
de seres que habitan los cielos, las aguas y los suelos.
Para la cultura mapuche el cóndor o mañke es el rey de las aves que
simboliza también a la Cordillera de los Andes puesto que, además de
su gran tamaño, lleva el color blanco de la nieve y el negro de las rocas y
minerales. Este rey de las aves vuela a gran altura y reúne las virtudes
fundamentales. Mañke es, a la vez, kimche o persona sabia, norche o per-
sona que ama la justicia, kümeche o persona bondadosa y newenche o
persona poderosa o gobernante*.
El rey de las aves es también el ave nacional de Colombia, Ecuador,
Bolivia y Chile y hasta hace poco sobrevolaba toda la Cordillera de los
Andes, desde Santa Marta en Colombia hasta el Cabo de Hornos en el
extremo austral de Sudamérica. Abundaba también en los terrenos ocu-
pados hoy por centros urbanos como Bogotá, Quito, La Paz o Santiago,
donde el cerro Manquehue en la capital de Chile significa lugar de cón-
dores (mañke = cóndor; hue = lugar).
Paradójicamente, el cóndor se encuentra hoy amenazado de extin-
ción y junto con el ave se extinguirían también los valores culturales de
los incas, que veneraban a Viracocha, y de los mapuches, que admiraban

*Véase Aillapán y Rozzi (2001). 9


a mañke. Así, con la extinción de mañke en los centros urbanos neotropi-
cales, desaparecen también las virtudes fundamentales de la sabiduría
(kim), la justicia (nor), la bondad (küm) y la disciplina (newen) cultivadas
por este rey de las aves neotropicales.
El cóndor en la portada de este libro nos invita a recordar que: 1) los
problemas de la conservación biológica atañen tanto a los seres humanos
como a los otros seres vivos, 2) la diversidad biológica y cultural están
indisolublemente integradas, y 3) el bienestar social y la conservación
biocultural vuelan juntos.

Ricardo Rozzi
Parque Etnobotánico Omora,
Puerto Williams, Chile, Mayo 25, 2001

10
Prefacio

L
a idea central de este libro es que el bienestar de las comu-
nidades humanas y el de las demás especies biológicas son com-
plementarios y no opuestos. Para el desarrollo de este argu-
mento, que identifica la conservación de la biodiversidad con
la calidad de vida de las comunidades humanas, hemos organizado la
estructura del libro en seis partes.
La primera comienza con los fundamentos de la transdisciplina de la
conservación biológica y desarrolla las nociones ecológicas, evolutivas y
biogeográficas de la biodiversidad. La segunda parte presenta evidencias
evolutivas, ecológicas y sociales de la actual crisis ambiental. Considera
los patrones y procesos de la pérdida de la diversidad biológica desde el
nivel genético hasta la escala de paisajes. Analiza las causas y consecuen-
cias sociales y biológicas de la pérdida de biodiversidad y la degradación
ambiental asociadas a la crisis ecosocial que actualmente enfrenta
Latinoamérica.
En la tercera parte se discuten las razones por las cuales deben con-
servarse los ecosistemas y las especies biológicas. Desde el punto de vista
de la economía ecológica, parece más seguro y menos costoso conservar
la biodiversidad. Ésta provee a las sociedades humanas una infinidad de
bienes, tales como alimentos (frutos, peces, hongos), fibras vegetales o
animales para tejidos, y otros materiales para la construcción de embar-
caciones, viviendas y otros utensilios. Además, la biodiversidad sustenta
“servicios ecosistémicos” básicos, como la regulación del clima, la cali-
dad de las aguas y los flujos hídricos, previniendo o mitigando inunda-
ciones en las épocas de lluvia y sequía en las épocas secas. La conser-
vación de la biodiversidad es clave para la generación de suelos fértiles y
de aire limpio, para la descomposición de basura y desechos industriales,
así como para la continuidad de múltiples procesos ecológicos de los
cuales dependen la vida humana y la de otras especies biológicas.
La economía ecológica ha comenzado a determinar altos valores mone-
tarios para estos bienes y servicios de los ecosistemas y ha fomentado el
análisis de costo-beneficio de variables ambientales y sociales en activi- 11
dades económicas no tradicionales como el ecoturismo. Tales estima-
ciones sorprenden al mostrar que en muchos casos la conservación de los
ecosistemas genera mayores ingresos económicos que su rápida sustitu-
ción por actividades intensivas. Por ejemplo, los monocultivos de
especies exóticas degradan severamente la biodiversidad y, en consecuen-
cia, los servicios ecosistémicos a la vez que impiden formas tradicionales
de subsistencia y limitan el acceso de las comunidades locales a sus eco-
sistemas regionales, debido a la concentración de la propiedad de la tierra
para actividades económica centradas en un único o unos pocos productos.
En la tercera parte se contextualiza también, histórica y multicul-
turalmente, el momento de la actual crisis ecosocial que afecta a
Latinoamérica y el proceso de globalización del modelo económico de
libre mercado, que demuestra que el Nuevo Mundo ha sido y podrá ser
diferente. En este sentido las guías éticas y el conocimiento ecológico
tradicional albergado por las etnias amerindias pueden ser muy valiosos.
Las culturas indígenas de América no sólo ofrecen una variedad de
sofisticadas prácticas ambientales, sino también complejas regulaciones
sociales y cosmogonías que involucran un respeto por todos los seres
vivos. Las ciencias contemporáneas, así como, numerosas culturas indíge-
nas, comparten nociones cognitiva y éticamente fundamentales, como
aquellas de un origen evolutico común y de una naturaleza biológica
compartida por los seres humanos con el conjunto de los seres vivos. Se
establece así una relación de parentesco que promueve —o debería pro-
mover— el respeto y el amor por la biodiversidad. La ética ambiental se
nutre también de las profundas interconexiones ecológicas desentrañadas
por las ciencias y las cosmovisiones indígenas que enfatizan que la exis-
tencia de los seres humanos y los demás seres transcurren juntas.
Las partes IV, V y VI desarrollan principios biológicos para la conser-
vación de las poblaciones, especies y ecosistemas. Luego se discuten for-
mas de integración entre comunidades locales e internacionales en los
esfuerzos para la conservación. Las prácticas de la conservación biológica
ocurren a distintas escalas espaciales, tales como pequeños sitios dentro
de los ecosistemas originarios o espacios artificiales como zoológicos o
jardines botánicos, o grandes áreas como cuencas hidrográficas y ecorre-
giones. La investigación básica y aplicada en la conservación biológica
abarca desde niveles genéticos, poblacionales y de especies, hasta la pro-
tección de hábitats, regiones y la biosfera. En las últimas décadas se ha
enfatizado que los seres humanos somos componentes esenciales de los
ecosistemas. Por lo tanto, urge explorar e implementar mejores formas de
integración entre las comunidades humanas y sus ecosistemas dentro y
fuera de las áreas protegidas. Las prácticas de conservación atañen a todo
el rango de intervención humana, desde áreas remotas a centros urbanos.
En Latinoamérica, el biólogo de la conservación debe estar preparado
para trabajar en favor del bienestar de las diversas sociedades humanas y
comunidades biológicas. Ambas han cohabitado en los paisajes ameri-
canos desde hace unos 50 000 años.
La conservación biológica es, por lo tanto, enormemente compleja
12 debido a la interacción de dimensiones ecológicas, sociales y culturales.
Esto exige a los biólogos un gran esfuerzo por alcanzar una visión inte-
gradora y colaborar con personas de otras disciplinas, como antropólo-
gos, abogados, economistas, sociólogos, filósofos y geógrafos. Además,
las experiencias de la conservación biológica y las actuales teorías
del conocimiento nos invitan a escuchar con atención a las formas de
conocimiento tradicional indígena y de comunidades rurales de pes-
cadores o campesinos. El capítulo xxii sintetiza la multiplicidad de
dimensiones culturales y biológicas involucradas en las decisiones políti-
cas, productivas y éticas que afectan al medio ambiente y sus habitantes.
Se propone una integración de las dimensiones ecológicas y sociales en
el análisis de las causas y el diseño de alternativas para los graves proble-
mas ecosociales que afectan actualmente a Latinoamérica.
Ojalá que este texto amplíe el espectro de perspectivas para observar,
analizar y comprender las situaciones que los biólogos de la conser-
vación y otras personas de esta región deben enfrentar en sus vidas
cotidianas. Que fomente, a la vez, una responsabilidad social y ética que
permita la continuidad de la diversidad cultural y biológica de
Latinoamérica. Nuestra intención es proveer métodos que contribuyan a:

1) integrar visiones de diversas disciplinas y oficios;


2) mantener la rigurosidad de los métodos que cada uno aprende o ha
aprendido en sus disciplinas u oficios particulares;
3) articular las miradas de diversas culturas y grupos sociales que habi-
tan en Latinoamérica;
4) conjugar lo intelectual y lo afectivo en el esfuerzo por conservar la
diversidad biológica y cultural;
5) cultivar actitudes que permitan el florecimiento de la diversidad bio-
cultural;
6) integrar el trabajo de las ciencias descriptivas y aplicadas.

No basta con investigar, describir y entender los maravillosos sis-


temas ecológicos y culturales que se despliegan en América Latina. Es
necesario y urgente contribuir también con espacios intelectuales y físi-
cos que inspiren a las diversas personas de nuestras sociedades a partici-
par en la conservación biocultural y posibilitar así la continuidad del
devenir de las multifacéticas historias de vida de los seres humanos y
otras especies biológicas que habitan en el Continente Americano y el
planeta.

Ricardo Rozzi, Francisca Massardo,


Peter Feinsinger, Rodolfo Dirzo
y Richard Primack

13
Semblanza de los coordinadores

Richard Primack
Richard Primack es profesor del Departamento de Biología de la
Universidad de Boston y Bullard Fellow de la Universidad de Harvard
(1999-2000), en donde recibió su B.A. en 1972. En 1976 se doctoró en
Duke University y realizó estudios de postdoctorado en las
Universidades de Canterbury y Harvard. Su libro Essentials in
Conservation Biology (primera edición, 1993, y segunda edición, 1998)
ha sido traducido al chino y alemán mientras que Primer of Conservation
Biology, (primera edición 1995), ha sido traducido al japonés, indone-
sio, vietnamita, coreano y portugués. Otros libros que ha publicado son
A Field Guide to Poisonous Plants and Mushrooms of North America (con
Charles K. Levy); A Forester´s Guide to the Moraceae of Sarawak; Ecology,
Conservation and Management of Southeast Asian Rainforests, (con
Thomas Lovejoy) y Timber, Tourists, and Temples: Conservation and
Development in the Maya Forest of Belize, Guatemala, and Mexico
(con David Bray, Hugo Galletti e Ismael Ponciano). La investigación
del Dr. Primack incluye la conservación y restauración de especies de
plantas raras, la ecología, conservación y manejo de los bosques tropi-
cales del sudeste de Asia y América Central, la educación ambiental y la
historia natural de las orquídeas. Entre 1993 y 1999 fue el editor de la
sección de revisión de libros en la publicación periódica Conservation
Biology.

Ricardo Rozzi

Ricardo Rozzi es ecólogo (M.S. Universidad de Chile, Ph.D.,


Universidad de Connecticut) y filósofo (M.A. Universidad de
Connecticut y Centro de Filosofía Ambiental, Universidad de North
Texas). Su investigación combina ambas disciplinas a través del estudio
de las interrelaciones entre los modos de conocer y habitar el mundo 15
natural. Con el afán de incorporar la ética ambiental en las prácticas de
conservación y educación ha colaborado con el Ministerio de Educación
de Chile desde 1994 y ha participado en la creación de la Estación
Biológica Senda Darwin y el Parque Etnobotánico Omora. Estos dos
centros ensayan diversas prácticas de conservación en los bosques del sur
de Chile. Desde 1998 es representante para Sudamérica de la Sociedad
Internacional de Ética Ambiental y actualmente trabaja en la Creación
del Centro de Etnoecología y Ética Ambiental Omora cuyo objetivo es
integrar la conservación biocultural y el bienestar social en el extremo
austral de América.

Peter Feinsinger

Desde 1971, Peter Feinsinger trabaja en la ecología de comunidades, la


ecología de las interacciones planta-animal y la conservación biológica
de los hábitats tropicales, subtropicales y, en el Cono Sur, en hábitats
templados. En 1974 recibió su doctorado de Cornell University
(Estados Unidos). Luego fue Profesor de Zoología y Profesor de
Cortesía de Estudios Latinoamericanos en la Universidad de Florida
(Estados Unidos). En 1992 se retiró de la Universidad de Florida con el
fin de trabajar más directamente con los latinoamericanos en sus pro-
pios entornos. Actualmente es profesor adjunto de Biología de la
Universidad del Norte de Arizona, (Estados Unidos) y “Conservation
Fellow” de la Wildlife Conservation Society (wcs). Se dedica a proyec-
tos locales de la conservación biológica en casi todos los países sudame-
ricanos y otros países latinoamericanos, principalmente por medio de la
capacitación a varios niveles: estudiantes y profesionales en la conser-
vación biológica, docentes del colegio primario, guardaparques y otro
personal de las áreas protegidas y, a veces, pobladores locales.

Rodolfo Dirzo

Rodolfo Dirzo se graduó de biólogo por la Universidad de Morelos,


México. Su maestría y doctorado en Ecología los llevó a cabo en la
Universidad de Gales, Gran Bretaña. Ha sido investigador en el
Instituto de Biología y de la Estación Biológica de Los Tuxtlas,
Universidad Nacional Autónoma de México (unam), cual también fue
director. Actualmente es investigador titular en el Instituto de Ecología
de la unam. Ha sido profesor en la unam, varias universidades de
Latinoamérica y la Universidad del Norte de Arizona. Ha publicado
51 artículos internacionales, 36 capítulos de libros, 20 artículos de
divulgación y es autor de 7 libros. Sus actuales líneas de investigación
son: la ecología y evolución de plantas y animales tropicales, la interac-
ción planta-animal en los trópicos y la conservación biológica.

16
Francisca Massardo

Francisca Massardo es ingeniera agrónoma y fisióloga vegetal (M.S.,


Ph.D. Universidad de Chile). Entre 1989 y 1997 trabajó como investi-
gadora y profesora de Fisiología Vegetal en la Universidad de Santiago
de Chile. Con el fin de integrar la investigación básica con aspectos de
conservación, desde 1998 realiza investigación como posdoctorante en
el Departamento de Ecología y Biología Evolutiva de la Universidad de
Connecticut, combinando los estudios de biología reproductiva
de plantas con aplicaciones en reintroducción de especies y etnobotáni-
ca en el Parque Etnobotánico Omora en la Región del Cabo de Hornos,
Chile. La Doctora Massardo ha colaborado también con la Unidad de
Medicina Tradicional del Ministerio de Salud de Chile y ha investigado
el conocimiento botánico tradicional de culturas amerindias de
Norteamérica y el sur de Chile.

17
Agradecimientos

E
ste libro expresa el trabajo colectivo de muchas personas que
con sus acciones o escritura anhelan el florecimiento de la vida
en su diversas manifestaciones. A su vez, este texto surgió del
interés de uno de los autores por escribir una revisión de la
segunda edición del texto Essentials of Conservation Biology de Richard
Primack (Sinauer Associates, 1998). Al conocer esta intención de
Ricardo Rozzi, Richard Primack sugirió la posible traducción al español
de su texto inglés. Entusiasmado por la perspectiva general de la conser-
vación biológica, presentada en forma clara y comprensible para un
amplio grupo de lectores que ofrecía el texto en inglés, pero consciente
que las condiciones de Latinoamérica son muy diferentes de las
norteamericanas y requieren, por lo tanto, perspectivas y propuestas vin-
culadas a sus realidades particulares, Ricardo Rozzi conversó con Peter
Feinsinger, Rodolfo Dirzo y Francisca Massardo acerca de la posibilidad
de trabajar en una edición latinoamericana de Essentials of Conservation
Biology. Así, motivados por la urgente necesidad de contar con un texto
básico en castellano de la nueva transdisciplina de la conservación
biológica en el contexto de Latinoamérica, decidimos emprender este
proyecto usando un lenguaje claro (evitando o explicando los términos
especializados o técnicos) que permita una aproximación interdiscipli-
naria útil para diferentes individuos y grupos que trabajan o se interesan
por la conservación en Latinoamérica.
Hemos tenido en mente a los siguientes lectores y usuarios poten-
ciales del libro: estudiantes de diversas carreras técnicas y profesionales
relativas al medio ambiente, tales como ingeniería forestal, agronomía,
manejo de recursos marinos y de vida silvestre, ingeniería ambiental y
biología; trabajadores artesanales o industriales ligados al medio ambien-
te, tales como pescadores, mineros, forestales; personas de comunidades
indígenas y de ongs dedicadas a la problemática ambiental o la conser-
vación biocultural misma; personas que trabajan en instituciones guber-
namentales, direcciones de parques nacionales y áreas protegidas privadas; y
el público general interesado en la materia.
19
Nuestros objetivos son ofrecer a esta audiencia un libro que presente
una síntesis equilibrada entre los principios teóricos y prácticos generales,
a la vez que exponer el estudio de casos y perspectivas que describan la
diversidad biológica y las aproximaciones para la conservación desarrolla-
das en Latinoamérica. Para satisfacer el primer objetivo reescribimos sus-
tancialmente el cuerpo del texto original, reorientándolo hacia la realidad
biológica, ecopolítica y social de Latinoamérica. Para el segundo objetivo
pensamos que la mejor aproximación consiste en la inclusión de una
diversidad de “recuadros” o ensayos breves escritos por personas o grupos
de trabajo cercanos al tema, estudios de caso o aproximaciones descritas.
Así fue que, con el impulso de Peter Feinsinger, conocimos a más de un
centenar de personas que trabajan en diversas facetas de la conservación
biológica en diferentes regiones de Latinoamérica. De esta manera, esta
versión reúne a 122 autores de recuadros que constituyen una materia
prima esencial del texto. Estos recuadros ilustran tanto las diferencias
como los elementos comunes involucrados en los desafíos para la conser-
vación biológica en América Latina y otras regiones. El trabajo editorial
del libro fue coordinado por Francisca Massardo, quien articuló los
recuadros con el texto, diseñó o codiseñó con los diversos autores
numerosas figuras de los recuadros y de los capítulos y, junto a Ricardo
Rozzi y Peter Feinsinger, revisó los contenidos y los aspectos técnicos de
los recuadros y el libro en general.
Los recuadros permitirán que los estudiantes y lectores conozcan a las
personas, las instituciones o los grupos de trabajo que estudian la biodi-
versidad y participan en numerosos y sofisticados proyectos de conser-
vación a lo largo de Latinoamérica. Este aspecto favorece el trabajo en red
a través de la región. Por otro lado, la escritura de los recuadros por tan
diversos autores permite exponer en forma explícita y directa la capacidad
y riqueza de las perspectivas desarrolladas por personas que han elaborado
y están experimentado una multiplicidad de aproximaciones para la con-
servación en América del Sur y Central y México.
En este contexto regional, este libro ha sido posible gracias a la cola-
boración de numerosas instituciones y personas que han aportado traba-
jo, infraestructura y financiamiento para cubrir gastos básicos.
Agradecemos la generosidad y colaboración de la Editorial Sinauer de
Estados Unidos a través de su director Andrew Sinauer y de su directora
técnica Marie Scavotto; el apoyo académico y estímulo para completar
este trabajo brindado por el Center for Conservation and Biodiversity
asociado al Department of Ecology and Evolutionary Biology de la
Universidad de Connecticut, en particular a John Silander y a Gregory
Anderson; en forma especial damos las gracias al trabajo y dedicación del
equipo de la Subgerencia de Proyectos Especiales de la editorial Fondo de
Cultura Económica, a la señora María del Carmen Farías, subgerente
de esta Unidad, a Axel Retif, coordinador editorial, a Sara Flores, promo-
tora comercial, a Roberto Campos, diseñador gráfico, y a Dulce María
Luna, correctora del manuscrito final.
Por la cuidadosa revisión técnica y lingüística del material expuesto
20 en este libro agradecemos a Gabriel Bernardello (capítulo IV), Andrea
Caselli (capítulos VIII y IX), Rafael González del Solar (capítulos VIII y
IX), Alejandro Grajal (capítulos I y XIV-XVIII y XXI), Eduardo
Gudynas (capítulos XV-XVII), Silvia Iriarte (capítulo VI), Gustavo
Kattan (capítulos VI y XVIII), Jorge de León (capítulos VI y XV-XXII),
Marta Lizarralde (capítulo VII), Luis Marone (capítulos I, VIII, IX, XI
y XIII), Rodrigo Medellín (capítulo XIII), Fernando Milano (capítulos
VIII y IX), Luis Gonzalo Morales (capítulos III-VII y XI-XVII),
Carolina Murcia (capítulos VI y XVIII), Juan Núñez-Farfán (capítu-
lo XI), Fausto Sarmiento (capítulo III) y Guadalupe Williams-Linera
(capítulo XIX).
Por sus valiosos comentarios y sugerencias bibliográficas agradece-
mos a James Affolter, Zoe Cardon, Robin Chazdon, Juan Dupuy,
Alejandro Grajal, Eduardo Gudynas, Jorge de León, Luis Marone,
Eduardo Morales, Luis Gonzalo Morales, Eduardo F. Pavez, Juan
Salguero y Fausto Sarmiento. Durante el desarrollo de este trabajo
agradecemos el generoso y valioso trabajo de producción de Ezio M.
Firmani y la colaboración de Lorenzo Aillapán, Christopher Anderson,
Janine Caira, Archie Carr, Bryan Connolly, Steve Dauer, Phillip
Fearnside, Luci Latina-Fernandes, Livia Firmani, Sara Flores, Kirsten
Jensen, Kurt Heidinger, Alicia Lavanchy, Rebecca Lehmann, Andrés
Marín, Héctor Massardo, Florencia Murillo, Claudio Valladares-Padua,
Eric Schulz, Arturo Silva, Víctor Toledo y David Wagner.
Por su significativo apoyo agradecemos a las siguientes instituciones:
Universidad de Boston, Instituto de Ecología de la Universidad
Nacional Autónoma de México (en especial a Raúl Iván Martínez),
Universidad de Northern Arizona, Universidad de Magallanes (particu-
larmente a Orlando Dollenz, Sylvia Oyarzún y Mariela Torres), Red
Latinoamericana de Botánica (de manera singular a su coordinadora
Susana Maldonado), Red Latinoamericana de Jardines Etnobotánicos
Hermanos (en especial al clacs de la Universidad de Georgia) y al
Programa para América Latina y el Caribe de la National Audobon
Society. Expresamos nuestra gratitud a la Comunidad Indígena Yagán
de Bahía Mejillones, la Municipalidad de Cabo de Hornos y la
Gobernación de la Provincia Antártica Chilena por la cálida acogida y
el estímulo para completar este libro en una búsqueda conjunta de sus-
tentabilidad en el lugar más austral del continente americano.
Por las donaciones de fotos o figuras agradecemos a , invemar,
Fundación Senda Darwin, Parque Etnobotánico Omora, ecociencia,
The Nobel Foundation, Instituto Rigoberta Menchú, Unión
Ornitológica de Chile, Delegación de Parques Nacionales de Nahuel
Huapi, Universidad de los Andes, Mérida, Mangrove Action Project,
Underground Project, U.S. National Park Service y a las publicaciones
periódicas Ambiente y Desarrollo, Ecology y Journal of Mammalogy. Las
siguientes personas aportaron generosamente fotografías o figuras:
Anthony Anderson, Christopher Anderson, Juan Carlos Aravena,
Wesley Bocxe, Robin Chazdon, Marty Crump, Jorge de León, Ezio M.
Firmani, Alexander Flecker, Mario García, Martin Gardner, Bernard
Goffinet, Alejandro Grajal, Alex Ibañez, Charles Janson, Livia Marin- 21
Firmani, Mary Kalin-Arroyo, Raúl Iván Martínez, Steve Morello, Vince
Murphy, Piotr Naskrecki, Eduardo Pavez, Becky Pierce, Alfredo Quarto,
Arturo Silva, Peter Singer, Doris Soto, Jean-Phillipe Soulé, Donald
Taphorn, Teresa Tarifa, Gaines Tyler, Pablo Villarroel, Oliver Vogel y
David Wagner.
Apreciamos el apoyo de la InterAmerican Foundation por su beca
postdoctoral a Francisca Massardo, del Center for Conservation and
Biodiversity de la Universidad de Connecticut por las becas para Ricardo
Rozzi y de la Universidad de Boston por su apoyo para los gastos edito-
riales básicos.
Por último, los autores Eduardo Morales y Francis Trainor agradecen
el apoyo técnico prestado por el Laboratorio de Microscopía Electrónica
y el Centro de Recursos del Facultativo de la Universidad de
Connecticut; Fernando Milano agradece el apoyo de la Maestría en
Manejo de Vida Silvestre de la Universidad Nacional de Córdoba,
Argentina; Juan Armesto y Cecilia Smith-Ramírez agradecen el apoyo de
Cátedra presidencial en Ciencias (J. J. A.) y Proyecto SUCRE (European
Union); Luis Marone, Javier López de Casenave y Víctor R. Cueto hacen
la Contribución número 14 de Ecodes y agradecen los valiosos comenta-
rios de R. González del Solar y R. Rozzi para su recuadro.

22
Índice de siglas

adn: Ácido desoxirribonucleico


avp: Análisis de Viabilidad Poblacional
ap: Antes del presente
bdm: Banca para el Desarrollo Multilateral
bid: Banco Interamericano del Desarrollo
ci: Conservation International (Conservación Internacional)
cites: Convention of International Trade in Endangered Species of Wild Fauna
and Flora (Convención sobre el Comercio Internacional de Especies
Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres)
d.c.: después de Cristo
fao: Food and Agricultural Organization of the United Nations (Organización
de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación)
fmam: Fondo para el Medio Ambiente Mundial, en inglés GEF
fmi: Fondo Monetario Internacional
fmn: Fondo Mundial para la Naturaleza, en inglés WWF
fna: Fondos Nacionales del Ambiente
gef: Global Environmental Facility
ibes: Índice de Bienestar Económico Sustentable
ifc: International Finance Corporation (Corporación Financiera Internacional)
iib: Índice de Integridad Biótica
isis: International Species Inventory System
iucn: International Union for the Conservation of Nature and Natural Resources
mab: Man and the Biosphere Program
nafta: North American Free Trade Agreement
ong: Organización No Gubernamental
pib: Producto Interno Bruto
pnb: Producto Nacional Bruto
pnuma: Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, en inglés UNEP
sig: Sistemas de Información Geográfica
uicn: Unión Mundial para la Naturaleza, en inglés IUCN
unced: United Nations Conference on Environment and Development (Conferencia
de las Naciones Unidas Sobre Medio Ambiente y Desarrollo)
undp: United Nations Development Programme
unesco: United Nations Educational, Scientific and Cultural Organization (Orga-
nización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura)
unep: United Nations Environment Programme
wcmc: World Conservation Monitoring Centre
wcs: Wildlife Conservation Society
wri: World Resources Institute
wwf: World Wildlife Fund for Nature 23
Índice general

Dedicatoria. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7

Prólogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9

Prefacio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11

Semblanza de los coordinadores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15

Agradecimientos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19

Índice de siglas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23

PRIMERA PARTE:
Fundamentos de la conservación biológica
I. ¿Qué es la biología de la conservación?, por R. Rozzi, R. Primack, P. Feinsinger, R. Dirzo y F. Massardo . . . .. 35
Orígenes de la biología de la conservación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 45
Crisis ambiental y crisis social . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 53
Resumen . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 56
Para discutir. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 57
Lecturas sugeridas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 57
RECUADRO I.1 Conservación de los guacamayos en Perú, por R. Primack. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 41
RECUADRO I.2 Conservación de mamíferos marinos, por C. Campagna y R. Primack . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 43

II. ¿Qué es la diversidad biológica?, por R. Rozzi, P. Feinsinger, F. Massardo y R. Primack . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 59


Diversidad genética . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 72
Especies biológicas y biodiversidad. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 74
Diversidad de comunidades . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 82
Principios de organización de las comunidades . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 84
Diversidad de ecosistemas y ecorregiones en Latinoamérica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 89
Resumen . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 94
Para discutir. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 95
Lecturas sugeridas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 96
RECUADRO II.1 Nominación y clasificación de los seres vivos, por F. Massardo y G. Anderson . . . . . . . . . . . . . . . . 69
RECUADRO II.2 Las algas: conceptos críticos en la evaluación de su diversidad, por E. A. Morales y F. R. Trainor . . . 77
25
III. ¿Dónde se encuentra la diversidad biológica?, por R. Primack, R. Rozzi, R. Dirzo y P. Feinsinger. . . . . . . . . . . . . 99
¿Por qué existen tantas especies en los trópicos? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 102
Ecosistemas con alta biodiversidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 104
¿Cuántas especies existen en el mundo? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 111
Comunidades recientemente descubiertas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 120
La necesidad de formar más taxónomos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 121
Resumen . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 127
Para discutir. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 127
Lecturas sugeridas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 128
RECUADRO III.1 Selvas tropicales secas de México: un ecosistema de importancia planetaria,
por R. Dirzo e I. Trejo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 106
RECUADRO III.2 Biodiversidad en los paisajes culturales de la ecorregión Tropandina, por F. O. Sarmiento . . . . . . 108
RECUADRO III.3 Arrecifes coralinos de Colombia, por N. E. Ardila y J. O. Reyes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 109
RECUADRO III.4a. La biodiversidad de países extratropicales: el caso de Chile, por J. A. Simonetti. . . . . . . . . . . . . . 115
RECUADRO III.4b. Los artrópodos: protagonistas en la estimación y conservación de la biodiversidad tropical,
por R. Colwell , J. T. Longino, D. Brenes, N. Oconitrillo, M. Paniagua y R. Vargas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 116
RECUADRO III.5. Los macroinvertebrados de agua dulce de los Andes tropicales, por G. Roldán Pérez . . . . . . . . . . 122
RECUADRO III.6. Conservación del mundo desconocido de las profundidades marinas, por R. Primack . . . . . . . . . 125

SEGUNDA PARTE:
Amenazas para la diversidad biológica
IV. Extinciones, por R. Primack, R. Rozzi, R. Dirzo y F. Massardo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 133
Tasas de extinción en el pasado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 135
Extinciones provocadas por los seres humanos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 136
Tasas de extinción natural . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 139
Especies endémicas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 140
Tasas de extinción en islas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 142
Biogeografía de islas y tasas de extinción actuales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 144
Efectos ecosistémicos de las extinciones de especies . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 152
Resumen . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 157
Para discutir. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 158
Lecturas sugeridas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 158
RECUADRO IV.1. Extinción de peces de agua dulce en Sudamérica, por J. S. Usma Oviedo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 145
RECUADRO IV.2 Especies introducidas y extinciones de especies endémicas en islas oceánicas,
por G. Bernardello y G. J. Anderson. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 147
RECUADRO IV.3 Madagascar: un laboratorio evolutivo en extinción, por J. A. Silander y J. Ratsirarson . . . . . . . . . . 149
RECUADRO IV.4 Extinciones de proocesos ecológicos: las interacciones entre plantas y mamíferos tropicales,
por R. Dirzo y E. Mendoza . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 153

V. Vulnerabilidad a la extinción, por R. Primack, F. Massardo, R. Rozzi y R. Dirzo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 161


¿Cuáles son las especies o grupos de especies más vulnerables a la extinción frente a los cambios ambientales
causados por la sociedad contemporánea?. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 162
Categorías de conservación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 173
Resumen . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 179
Para discutir. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 179
Lecturas sugeridas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 180
RECUADRO V.1 Los anfibios están desapareciendo de América Latina, por M. L. Crump y L. O. Rodríguez . . . . . . . 170

VI. Destrucción y degradación del Hábitat, por R. Primack, R. Rozzi, F. Massardo y P. Feinsinger. . . . . . . . . . . . . . 183
Destrucción del hábitat . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 185
Bosques tropicales lluviosos amenazados . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 186
Procesos de destrucción y degradación del hábitat . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 194
26 Resumen . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 221
Para discutir. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 222
Lecturas sugeridas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 223
RECUADRO VI.1 El bosque atlántico brasileño está amenazado de extinción, por P. C. Morellato . . . . . . . . . . . . . . 189
RECUADRO VI.2 Producción de camarones y destrucción de manglares en Ecuador, por L. Suárez y D. Ortíz . . . . . 195
RECUADRO VI.3. Fragmentación del bosque templado y las aves del sur de Chile, por M. F. Willson e I. Díaz . . . . 202
RECUADRO VI.4 Extinción de especies y fragmentación del hábitat en el Neotrópico, por G. H. Kattan . . . . . . . . . 205
RECUADRO VI.5 Agricultura y conservación: el aguilucho langostero de Argentina, por M. E. Zaccagnini . . . . . . . . 212

VII. Especies exóticas, enfermedades y sobreexplotación, por R. Primack, R. Rozzi, P. Feinsinger y F. Massardo . . . . 225
Enfermedades . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 236
Sobreexplotación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 239
Sociedades tradicionales y contemporáneas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 243
Resumen . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 251
Para discutir. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 251
Lecturas sugeridas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 252
RECUADRO VII.1. Las truchas: agresivas extranjeras en las aguas andinas, por A. S. Flecker y C. Carrera. . . . . . . . . . 229
RECUADRO VII.2a El castor: un ingeniero exótico en las tierras más australes del planeta,
por M. S. Lizarralde y C. Venegas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 231
RECUADRO VII.2b Los castores como ingenieros de ecosistemas en sus hábitats nativos, por T. G. Whitham. . . . . . 233
RECUADRO VII.3a Historia ecológica de la Región Maya, por M. Brenner, B. W. Leyden,
M. W. Binford y D. A. Hodell . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 245
RECUADRO VII.3b La Isla de Pascua o el microcosmo de un mundo aislado, por F. di Castri . . . . . . . . . . . . . . . . . 248

TERCERA PARTE:
El valor de la diversidad biológica
VIII. Valoración de la biodiversidad, por R. Rozzi, R. Primack y F. Massardo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 255
Causas humanas del deterioro ambiental . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 256
La economía ecológica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 261
Resumen . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 287
Para discutir. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 288
Lecturas sugeridas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 289
RECUADRO VIII.1 Las granjas de mariposas: un colorido ejemplo de manejo sustentable, por D. Wagner . . . . . . . . 267
RECUADRO VIII.2. El valor de las palmeras en la Amazonía. por K. Silvius . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 270
RECUADRO VIII.3 El Proyecto Aguaratimi: desarrollo alternativo y derechos intelectuales,
por I. Combes, J. Yandura y N. Justiniano . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 278
RECUADRO VIII.4 La conchuela de la yuca: una historia exitosa de control biológico, por R. Primack . . . . . . . . . . . 283
RECUADRO VIII.5 Etnobotánica cuantitativa en bosques secundarios de Costa Rica,
por R. L. Chazdon y F. G. Coe . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 285

IX. Valoración económica indirecta, por R. Primack, R. Rozzi y F. Massardo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 291


Valor de uso indirecto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 292
Protección de los recursos suelo y agua. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 293
Tratamiento de los desechos y retención de nutrientes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 299
Valor educativo y científico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 302
Valor de opción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 306
Valor de existencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 307
Resumen . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 308
Para discutir. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 309
Lecturas sugeridas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 310
RECUADRO IX.1 Servicios ecosistémicos de los bosques nativos, por D. Soto y A. Lara. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 295
RECUADRO IX.2 Ecoturismo en el Cono Austral de América, por F. Massardo, O. Dollenz y R. Rozzi . . . . . . . . . . . 303

27
X. Ética ambiental: raíces y ramas latinoamericanas, por R. Rozzi . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 311
Ética ambiental comparada . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 315
El “efecto sombra” de la cultura dominante . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 325
Metáforas como puentes interculturales e interdisciplinarios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 326
Análisis histórico para fomentar la tolerancia y la diversificación ética . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 330
Éticas ambientales y arte en América Latina . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 342
Interrelaciones entre ciencia y ética . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 345
Resumen . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 356
Para discutir. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 357
Lecturas sugeridas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 359
RECUADRO X.1. Similitudes y diferencias interculturales en las éticas ambientales,
por R. Rozzi y F. Massardo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 319
RECUADRO X.2. Éticas ambientales y conservación en los extremos de América,
por N. J. Turner, F. Massardo, D. Deur y R. Rozzi . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 321
RECUADRO X.3. Cultura y naturaleza en la civilización occidental, por T. Kwiatkowska . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 333
RECUADRO X.4. Derechos humanos y medio ambiente, por H. Neira. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 338
RECUADRO X.5. Cuando la admiración salva vidas: ¿cuál es el valor estético de un animal silvestre?,
por F. Milano. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 347
RECUADRO X.6 Diversos paradigmas científicos para los biólogos de la conservación, por R. Rozzi . . . . . . . . . . . . . 350
RECUADRO X.7. Tres primatólogas que llegaron a ser activistas, por R. Primack . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 353

CUARTA PARTE:
Conservación a nivel poblacional y específico
XI. Problemas de las poblaciones pequeñas, por R. Primack . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 363
Tamaño mínimo viable . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 365
Pérdida de variabilidad genética . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 366
Tamaño poblacional efectivo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 372
Variación demográfica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 377
Variación ambiental y catástrofe . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 378
Vórtices de extinción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 379
Resumen . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 381
Para discutir. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 381
Lecturas sugeridas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 382

XII. Aplicaciones de la biología de poblaciones, por R. Primack . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 385


Recolección de información ecológica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 386
Monitoreo de poblaciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 388
Análisis de viabilidad poblacional. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 394
Metapoblaciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 396
Monitoreo de especies y ecosistemas en el largo plazo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 400
Resumen . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 402
Para discutir. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 403
Lecturas sugeridas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 403
RECUADRO XII.1. Restablecimiento del mono tití-león-negro en Brasil,
por C. Valladares-Padua, S. Machado Padua, A. C. S. Martins y L. Cullen Jr. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 398

XIII. Establecimiento de nuevas poblaciones, por R. Primack. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 405


Comportamiento de los animales liberados . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 407
Consideraciones para el logro de programas exitosos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 408
Establecimiento de nuevas poblaciones de plantas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 414
Legislación ambiental y programas de restablecimiento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 417
Resumen . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 418
28 Para discutir. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 419
Lecturas sugeridas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 420
RECUADRO XIII.1. El cóndor andino: conservación y nuevas fuentes de alimentación, por E. F. Pavez . . . . . . . . . . . 409

XIV. Estrategias de conservación ex situ, por R. Primack y F. Massardo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 421


Zoológicos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 425
Acuarios. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 430
Jardines botánicos y arboretos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 432
Bancos de semillas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 437
Resumen . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 444
Para discutir. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 445
Lecturas sugeridas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 445
RECUADRO XIV.1. El panda necesita mucho más que el cariño del público para sobrevivir, por R. Primack. . . . . . . 423
RECUADRO XIV.2. Integración de la conservación in situ y ex situ en los jardines botánicos de Latinoamérica,
por F. Massardo, D. Rae, M. Lagrotteria, J. Affolter y R. Rozzi . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 433

QUINTA PARTE:
Aplicaciones prácticas
XV. Establecimiento de áreas protegidas, por R. Primack, R. Rozzi y P. Feinsinger. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 449
El sistema IUCN de clasificación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 450
Áreas protegidas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 452
Establecimiento de prioridades. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 457
Centros de diversidad. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 471
Prioridades nacionales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 472
Resumen . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 473
Para discutir. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 474
Lecturas sugeridas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 475
RECUADRO XV.1. Importancia de la distribución de las áreas protegidas: el caso del bosque chileno,
por J. J. Armesto y C. Smith-Ramírez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 454
RECUADRO XV.2. Conservación de depredadores: áreas extensas y bosques antiguos,
por K. Omland, D. Martínez, D. Gaillard, R. Rozzi y S. Pickett . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 459
RECUADRO XV.3. Migraciones altitudinales e interconexión de hábitats en bosques tropicales,
por G. V. N. Powell y R. Bjork. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 465

XVI. Diseño de áreas protegidas, por R. Primack, R. Rozzi y P. Feinsinger . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 477


Consideraciones biológicas para el diseño de las reservas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 480
Tamaño de las reservas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 480
Preservación efectiva de especies. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 484
Unión de las reservas mediante corredores de hábitat . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 488
Ecología del paisaje y diseño de parques. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 491
Resumen . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 494
Para discutir. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 495
Lecturas sugeridas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 495
RECUADRO XVI.1. Áreas protegidas con límites cambiantes en Ecuador, por L. Suárez e I. Araya . . . . . . . . . . . . . . 478

XVII. Manejo de áreas protegidas, por R. Primack, R. Rozzi, P. Feinsinger y F. Massardo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 497
Identificación y manejo de las amenazas en las áreas protegidas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 502
El manejo de parques y la población . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 506
Manejo de recursos de los parques . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 515
Resumen . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 517
Para discutir. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 517
Lecturas sugeridas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 518
RECUADRO XVII.1 Integración social en los parques nacionales andino-patagónicos, por J. Salguero. . . . . . . . . . . . 499
RECUADRO XVII.2 Las múltiples caras de la participación social en las áreas protegidas,
por J. Czerwenka y E. Gudynas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 509 29
RECUADRO XVII.3 Los borregos cimarrones de la Isla Tiburón: conservación y desarrollo sustentable,
por R. A. Medellín y F. Colchero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 510

XVIII. Conservación fuera de las áreas protegidas, por R. Primack, R. Rozzi, P. Feinsinger y F. Massardo . . . . . . . . . . . 521
Valor del hábitat conservado fuera de las áreas protegidas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 522
Manejo sustentable de poblaciones de fauna nativa: diversificación de la economía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 534
Manejo de ecosistemas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 547
Resumen . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 555
Para discutir. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 556
Lecturas sugeridas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 557
RECUADRO XVIII.1 Indagación ecológica en el patio de la escuela, por L. Margutti, R. D. Oviedo,
M. Herbel y P. Feinsinger . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 526
RECUADRO XVIII.2 La Red de Reservas Naturales Campesinas de La Cocha, Colombia, por E. Constantino . . . . . . . 528
RECUADRO XVIII.3 Una iniciativa vecinal para la conservación de una laguna urbana,
por E. Tarifeño, M. Rojas, E. Hidalgo y M. Santelices . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 530
RECUADRO XVIII.4 Cambios en el método de cultivo del café y sus efectos sobre la biodiversidad, por C. Murcia . . . . 532
RECUADRO XVIII.5. Recuperación y manejo de la vicuña, por T. Tarifa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 536
RECUADRO XVIII.6 La conservación del ñandú, por F. Milano y A. Caselli. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 539
RECUADRO XVIII.7 Manejo sustentable de poblaciones de caimanes y cocodrilos, por J. Thorbjarnarson . . . . . . . . . 541
RECUADRO XVIII.8 ¿Es posible la conservación en fincas ganaderas privadas de Los Llanos de Venezuela?,
por A. Grajal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 543

XIX. Restauración ecológica, por R. Primack y F. Massardo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 559


Fases de la restauración ecológica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 562
Restauración del hábitat para la conservación de especies amenazadas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 566
Restauración en sistemas urbanos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 567
Restauración de praderas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 572
Restauración de ecosistemas acuáticos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 573
Restauración de bosques tropicales secos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 575
Algunas precauciones con la ecología de la restauración . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 578
Resumen . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 581
Para discutir. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 581
Lecturas sugeridas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 582
RECUADRO XIX.1 Restauración del bosque de montaña en Xalapa, Veracruz, por G. Williams-Linera. . . . . . . . . . . 563
RECUADRO XIX.2 Las micorrizas y la restauración de ecosistemas tropicales, por G. Cuenca . . . . . . . . . . . . . . . . . . 568
RECUADRO XIX.3 Restauración y conservación de la cotorra cubana, por X. Gálvez Aguilera,
V. Berovides Alvarez y J. W. Wiley. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 570
RECUADRO XIX.4 Restauración y manejo sustentable del Gran Chaco, por E. H. Bucher y C. J. Saravia Toledo. . . . 579

SEXTA PARTE:
Conservación y sociedades humanas
XX. Conservación y desarrollo sustentable a niveles local y nacional, por R. Primack, R. Rozzi,
F. Massardo y P. Feinsinger . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 585
Sociedades tradicionales y diversidad biológica. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 586
Conservación local en la sociedad occidental . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 604
Tierras para la conservación o land trusts . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 608
Legislación nacional . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 609
Políticas nacionales y regulaciones internacionales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 614
Resumen . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 615
Para discutir. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 615
Lecturas sugeridas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 616
RECUADRO XX.1 Pueblos indígenas y conservación en México: manejo comunitario de los recursos naturales,
30 por V. M. Toledo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 590
RECUADRO XX.2 Selvas antropogénicas mayas, por A. Gómez-Pompa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 593
RECUADRO XX.3 Manejo local por los embera del Chocó colombiano, por C. Campos, H. Rubio y A. Ulloa. . . . . . 599
RECUADRO XX.4 Conservación en el lago Titicaca, por S. Sánchez Huamán y A. M. Trelancia Amico . . . . . . . . . . 606
RECUADRO XX.5 Legislación sobre protección ambiental y cultural en Colombia, por N. Arango y M. E. Chaves . . . . 611

XXI. Conservación y desarrollo sustentable a nivel internacional, por R. Primack, R. Rozzi,


P. Feinsinger y F. Massardo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 619
Acuerdos para la protección de especies . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 620
Acuerdos para la protección del hábitat . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 627
Cumbre de la Tierra de 1992. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 630
Financiamiento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 636
Cambio en el proceso de financiamiento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 645
Acuerdos biorregionales de colaboración ambiental entre países . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 648
Resumen . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 658
Para discutir. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 658
Lecturas sugeridas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 659
RECUADRO XXI.1 Cooperación internacional para la conservación del oso andino, por J. P. Jorgenson . . . . . . . . . . 621
RECUADRO XXI.2. La guerra por los elefantes: ¿se acabó el armisticio?, por R. Primack . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 625
RECUADRO XXI.3a El Banco Mundial y la conservación de la biodiversidad, por G. Castro . . . . . . . . . . . . . . . . . . 633
RECUADRO XXI.3b. El Fondo para el Medio Ambiente Mundial y la biodiversidad, por M. A. Ramos. . . . . . . . . . . 634
RECUADRO XXI.4. Educación y capacitación para la conservación en Venezuela, por L. G. Morales e I. Novo . . . . 640
RECUADRO XXI.5 La represa Balbina: un daño ambiental y social irreparable, por P. M. Fearnside . . . . . . . . . . . . . 642
RECUADRO XXI.6. Una nueva estrategia de conservación en México, por R. González Montagut . . . . . . . . . . . . . . . 650
RECUADRO XXI.7. Conservación en el Mediterráneo o el cruce de los caminos evolutivos, por F. di Castri.. . . . . . . 652
RECUADRO XXI.8 El Paseo Pantera: un corredor hacia la esperanza, por A. Carr, III . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 656

XXII. Desafíos para la conservación biológica en Latinoamérica, por R. Rozzi y P. Feinsinger . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 661
Interdisciplinariedad y multidimensionalidad ecológica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 673
Perspectivas locales y globalización. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 676
Resumen . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 685
Para discutir . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 687
Lecturas sugeridas y material básico clave . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 687
RECUADRO XXII.1. Los delicados equilibrios de la conservación en América Latina, por E. Gudynas . . . . . . . . . . . . 663
RECUADRO XXII.2. Historia natural local y ciencia ecológica universal: los sistemas semillas-granívoros
en desiertos de Sudamérica y Norteamérica, por L. Marone, J. López de Casenave y V. R. Cueto . . . . . . . . . . . . . . . 678
RECUADRO XXII.3. La promoción de perspectivas locales e iniciativas autónomas: una urgencia para el futuro
de la conservación biológica en América Latina, por P. Feinsinger y R. Rozzi . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 682

Bibliografía. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 689

Relación de autores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 771

Índice de términos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 783

31
II. ¿Qué es la diversidad biológica?
Ricardo Rozzi
Peter Feinsinger
Francisca Massardo
Richard Primack

l contacto con la biodiversidad y su reconocimiento es una


de las experiencias más emocionantes de la existencia humana; a
la vez, la diversidad biológica es tan vasta, que parece inaprensi-
ble (¡incluso para los biólogos!). Las siguientes imágenes ejem-
plifican algunos de los múltiples niveles biológicos, temporales y espa-
ciales de la biodiversidad: dentro de un grupo de monos, el
comportamiento de un macho dominante es distinto al de un macho
juvenil; a lo largo del ciclo de vida de una mariposa, su forma corporal y
sus interacciones ecológicas cambian drásticamente desde sus estados lar-
varios hasta su fase adulta; en un bosque de neblina, los sectores que cre-
cen sobre colinas expuestas al viento tienen árboles más bajos o achapar-
rados que los sectores ubicados en las profundidades de una quebrada;
los paisajes dominados por cactáceas en un desierto como el de Sonora
(en el norte de México) contrastan con los paisajes más áridos y
pedregosos de otro desierto como el de Atacama (en el norte de Chile).
Esta enorme y compleja diversidad biológica puede ser descrita y analiza-
da dentro de un esquema jerárquico de niveles de organización biológica
que va desde genes hasta paisajes, distinguiendo tres atributos: composi-
ción, estructura y función (Noss, 1990; Figura II.1).
La composición de la biodiversidad incluye los componentes físicos de
los sistemas biológicos en sus distintos niveles de organización: genes,
poblaciones, especies, comunidades, ecosistemas y paisajes (Figura II.1).
Éste es el atributo más reconocido de la biodiversidad, y ha motivado la
confección de bancos de germoplasma e inventarios de especies y la
identificación de comunidades y ecosistemas en estado precario de con-
servación. La diversidad estructural considera la disposición u orde-
namiento físico de los componentes en cada nivel de organización. Por
ejemplo, a nivel poblacional puede referirse a la distribución agregada o
uniforme de los individuos de una cactácea en una región desértica; a
nivel ecosistémico, puede considerar la cantidad de niveles del dosel, de
troncos, rocas, cascadas y pozas en un estero en una cuenca forestal; o a
escala del paisaje, la estructura de un desierto puede incluir la cantidad
29
Fundamentos de laconservación de oasis, sus formas y las distancias entre ellos. La diversidad funcional se
biológica refiere a la variedad de procesos e interacciones que ocurren entre los
componentes biológicos. Estos procesos pueden ser ecológicos (por
ejemplo, las interacciones entre larvas herbívoras y el follaje de
ciertos arbustos), biogeoquímicos (por ejemplo, los pro-
cesos de fijación de nitrógeno llevados a cabo por
asociaciones de bacterias con raíces de plantas
leguminosas) o evolutivos (por ejemplo, la
coevolución entre plantas con flores tubu-
lares y colibríes) (Figura II.2).
Es fundamental comprender que
cuando se extingue un componente en
cualquiera de los niveles de organi-
zación biológica, no sólo se pierde el
componente en sí, sino también sus
relaciones estructurales y sus interac-
ciones funcionales con los demás
componentes del sistema biológico
considerado. Por ejemplo, si en una
región árida de México se elimina una
población de mezquite (Prosopis sp.),
también desaparecen estructuras del ecosis-
tema (tales como el dosel que provee un
microhábitat y que sirve como fuente de ali-
mento y refugio para otras especies) y se alteran
funciones del ecosistema (tales como la estabilización
del suelo o la fijación de nitrógeno realizada por bacterias
simbiontes con las leguminosas). Si en el sotobosque de una selva seca de
Paraguay se extingue una especie de bromelia cuyas plantas acumulan
Figura II.1 Atributos de la biodi- agua de lluvia en su interior, el ecosistema pierde no sólo la especie de
versidad —composición, estructura bromelia sino también una importante estructura que provee hábitat a
y función— considerando cuatro numerosas especies de anfibios e invertebrados (véase Mereles, 1998) y
niveles de organización biológica: que cumple una función esencial en los flujos hídricos y de nutrientes.
(1) genes; (2) especies y pobla- Para evaluar el estado de conservación de la biodiversidad se requiere,
ciones; (3) comunidades y ecosis-
temas, y (4) paisajes. (Según Noss,
por lo tanto, mucho más que los inventarios o seguimientos de algunos
1990). grupos de especies. Por esta razón se han definido indicadores para
establecer criterios y programas de seguimiento del estado de conser-
vación de la biodiversidad en sus múltiples atributos y niveles de organi-
zación biológica (Noss, 1990; Cuadro II.1).
La diversidad de componentes, estructuras y procesos biológicos no
constituye un mosaico estático, sino que va cambiando como resultado
de procesos evolutivos y ecológicos que se manifiestan en los distintos
niveles y atributos descritos para la biodiversidad, y en múltiples escalas
temporales y espaciales. La evolución y la ecología destacan una
propiedad crucial para la biología de la conservación: los sistemas biológi-
cos son dinámicos (Solbrig, 1991). La composición genética de las pobla-
ciones, especies y comunidades biológicas, como también los tipos de
30 ecosistema, varían a distintas tasas en el curso de la evolución.
31
32
Figura II.2 La diversidad biológica El esquema presenta una colección de Así, la colección de especies se mues-
puede caracterizarse en cuatro niveles especies sin ilustrar las interacciones tra en este nivel organizada en una
de organización: (A) Dentro de una para denotar las limitaciones que estructura y desempeñando diversas
población de una especie se encuentra tienen los análisis de biodiversidad funciones ecológicas. (D) A la escala
variación fenotípica (apariencia de los basados únicamente en listas de del paisaje las interacciones entre los
individuos) que puede incluir dimor- especies. (C) El tercer nivel presenta la distintos tipos de bosque y los cursos
fismo sexual (los machos y las hembras comunidad biológica y el ecosistema de agua es fundamental para el
tienen distinta apariencia), como en con interacciones entre especies, tales movimiento de organismos y para los
los colibríes ilustrados en la primera como el colibrí polinizando una flor flujos de nutrientes en los ecosistemas
fila. Entre los individuos de una misma en el margen del bosque, una larva de tropicales. (El colibrí representado
población suelen encontrarse varia- insecto alimentándose de hojas y los corresponde a Topaza pella; la fauna y
ciones genéticas. En la pareja de la nódulos de bacterias asociadas a la el bosque corresponden a un bosque
derecha se destaca una hembra homo- raíz de un árbol donde ocurre la tropical lluvioso de la Amazonía y la
cigota (en el par los dos cromosomas fijación del nitrógeno atmosférico. La gráfica está basada en datos de Ter-
son idénticos) y un macho que presen- gráfica de la izquierda ilustra la borgh y Petren [1991]; el paisaje está
ta una trisomía (un brazo de cromoso- estructura del bosque donde se dis- basado en el diagrama de Morán
ma extra), que puede constituir la base tinguen árboles emergentes, un dosel [1993] para un sector de la Amazonía
de procesos evolutivos. dominante, un sotobosque multies- venezolana representando los bosques
(B) En el segundo nivel se presenta una traficado y una capa de hierbas y plan- de terra firme, bosques más secos,
diversidad de especies biológicas, con- tas rastreras en el suelo. También bosques inundables y manglares, que
siderando algunos representantes de la existen troncos caídos que proveen se asocian a distintos tipos de suelos y
fauna de invertebrados y vertebrados microhábitats y liberan nutrientes al regímenes hídricos).
del bosque tropical. ecosistema.

La tectónica de placas, por ejemplo, es fundamental para entender


algunos cambios geológicos, climáticos y bióticos que han dado forma a
la biodiversidad del Continente Americano. Hace unos 200 millones de
años las masas terrestres formaban un único continente, Pangea, que más
tarde se desmembró en dos grandes continentes: Laurasia y Gondwana
(Figura II.3A). Luego, Laurasia se dividió en las masas continentales de
Norteamérica y Eurasia, y Gondwana se disgregó en los continentes de
Sudamérica, África, Antártica, India y Oceanía (Australia, Nueva Zelan-
da, Nueva Guinea, Nueva Caledonia y Tasmania) (Figura II.3B). Estos
movimientos continentales, en combinación con la historia evolutiva,
explican los patrones de distribución actual de ciertos grupos de organis-
mos. Por ejemplo, las Cicadales son plantas que se caracterizan por cre-
cer y reproducirse muy lentamente y que fueron muy abundantes
durante la época de los dinosaurios. A medida que el clima cálido del
Mesozoico se fue enfriando y aparecieron las plantas con flores, las
cicadáceas quedaron confinadas a regiones tropicales que hoy conservan
un clima parecido al de la época de los dinosaurios (Cox y Moore, 2000)
(Figura II.4). Dentro de las plantas con flores que aparecieron más
recientemente, muchas surgieron evolutivamente en la región tropical de
Sudamérica, cuando ésta ya se encontraba separada de África, y todavía
se distribuyen exclusivamente en la región neotropical. Por ejemplo, el
género Crinodendron se distribuye en regiones del sur de Brasil, las Yun-
gas de Bolivia y el sur de Chile, que habrían estado conectadas hasta hace
unos cinco millones de años, antes que ocurriera el mayor levantamiento
de la Cordillera de los Andes (Hinojosa y Villagrán 1997; Villagrán e
Hinojosa, 1997). Este tipo de procesos han llevado a definir grandes 33
Fundamentos de laconservación A
biológica

Figura II.3. (A) Hace unos 140


millones de años las masas conti-
nentales del mundo se dividían en
dos continentes: Laurasia al norte y
Gondwana al sur. (B) Hace unos
90 millones de años África y
Sudamérica se habían separado,
pero ésta última seguía unida a la
Antártica y a través de ella man-
tenía la conexión con Australia.
(Modificado de Cox y Moore,
2000).

regiones biogeográficas florísticas y faunísticas que representan la escala


geográfica más amplia para el análisis de la biodiversidad (Figura II.4).
Obsérvese cómo la Región Neotropical (“trópico del Nuevo Mundo”)
corresponde casi exactamente con el territorio de Latinoamérica,
extendiéndose desde el Desierto de Sonora, en el límite entre Estados
Unidos y México, hasta el extremo sur de Sudamérica (sólo quedaría
afuera una estrecha franja en el extremo sudoeste de Sudamérica, que
pertenece a la Región Sub-Antártica, (Villagrán e Hinojosa, 1997).
La secuencia de fragmentación de Gondwana permite apreciar cómo
durante los últimos 100 millones de años la biota tropical de Sudamérica
ha evolucionado con un grado de aislamiento respecto a otras biotas
continentales. Esto explica parte de la gran singularidad de la biota
neotropical (Hernández et al., 1992). La conexión entre las Américas del
Sur y del Norte se produjo hace sólo unos tres millones de años, cuando
se completó la formación del Istmo de Panamá que generó el Gran Inter-
cambio Biótico Americano (Marshall et al., 1982). Desde Sudamérica
migraron hacia el norte mamíferos tales como armadillos y marsupiales;
34 a la vez, desde Norteamérica migraron hacia el sur grandes carnívoros y
II. ¿Qué es la diversidad biológica?

Figura II.4. Los movimientos de


las masas continentales generados
por la tectónica de placas, en com-
binación con la historia evolutiva,
explican los patrones de distribu-
ción actual de ciertos grupos de
organismos. Las plantas Cicadales
(en gris) fueron muy abundantes
durante el Mesozoico (la época de
los dinosaurios) y a medida que el
clima cálido de esa época se fue
enfriando, las cicadáceas quedaron
confinadas a regiones tropicales de
camélidos (Figura II.5). En la fauna actual de Latinoamérica observa- diversas regiones continentales que
mos la mezcla derivada de ese intercambio. Por ejemplo, la llama es un antes estaban conectadas en un sólo
símbolo de las culturas de los Andes peruanos donde fue domesticada continente, Pangea. En contraste,
las especies de Crinodendron(en
hace unos 7 000 años AP; sin embargo, el mayor de los camélidos
negro), un género neotropical de
sudamericanos había arribado al altiplano desde el Hemisferio Norte plantas con flores que apareció más
hacía sólo unos dos millones de años (Wheeler et al., 1992; Wheeler, recientemente en la historia evolu-
1998). El Gran Intercambio Faunístico condujo también a importantes tiva, cuando los continentes ya se
cambios ecológicos junto con procesos de extinción y especiación en las encontraban separados, presenta
diversas regiones de América. una distribución restringida a los
bosques del sur de Brasil, las Yun-
El conocimiento de estos continuos cambios que transcurren en
gas de Bolivia y el sur de Chile, que
múltiples escalas geológicas, biogeográficas, ecológicas y evolutivas no habrían estado conectadas hasta
sólo ayuda a comprender los patrones de diversidad y distribución de los hace unos cinco millones de años,
grupos de organismos, sino que, a la vez, resalta el carácter dinámico de antes que ocurriera el mayor levan-
las comunidades biológicas que nos esforzamos por conservar. La vida en tamiento de la Cordillera de los
la Tierra habría surgido hace unos 3 500 millones de años, y a partir de Andes. A partir de los patrones de
distribución florística y faunística,
ese momento se habría diversificado, dando origen a la multiplicidad de
los biogeógrafos han definido
especies que habitan hoy el planeta. La formación de nuevas especies o grandes regiones florísticas
especiación involucra variados y complejos mecanismos evolutivos —Neotropical, Antártica, Aus-
(Núñez-Farfán y Eguiarte, 1999), pero generalmente es lento y requiere traliana, Africana y Holártica— y
centenares o miles de generaciones. La evolución de nuevos géneros y zoogeográficas: Neotropical, Aus-
familias es aún más lenta y puede tardar miles o millones de años. En traliana, Africana, Oriental,
Paleártica y Neártica. (Distribución
algunos casos, sin embargo, las especies pueden originarse en sólo una
de Cicadales basada en Cox et al.,
generación, a través de mecanismos tales como mutaciones, reordena- 1976; distribución de Crinoden-
ciones cromosómicas o divisiones desiguales de cromosomas que generan dron basada en Villagrán e Hino-
una progenie con cromosomas extras o poliploides (Soltis y Soltis, 1999). josa, 1997; las regiones florísticas
No obstante la diversidad de mecanismos evolutivos, en la actuali- están tomadas de Takthajan, 1969,
dad la tasa de especiación es probablemente unas mil veces menor que la tasa y las regiones zoogeográficas se
definen según Cox y Moore, 2000).
de extinción, y este desequilibrio podría acentuarse aún más en el futuro
(Capítulo IV). La tasa de especiación estaría disminuyendo debido a la
destrucción y homogeneización de los hábitats que ocurre actualmente
en todo el planeta (Capítulos VI y VII). En la medida que los hábitats dis-
minuyen, existen menos poblaciones de cada especie y, por lo tanto,
menos oportunidades para la evolución. Además, muchas de las especies
35
Fundamentos de laconservación
biológica

Figura II.5. El Gran Intercambio


Biótico Americanose produjo hace
unos tres millones de años, cuando
se completó la formación del Istmo
de Panamá que conectó América
del Sur y del Norte, provocando
migraciones de mamíferos y otros
organismos en ambas direcciones.
Así, las comunidades biológicas de
América son muy diferentes antes y
después del surgimiento del istmo.
(Figura modificadaa de Wilson,
1999).
amenazadas de extinción constituyen los únicos representantes vivos de
su género o familia. Por ejemplo, especies como el celacanto (Latimeria
chalumnae, un primitivo pez encontrado en el Océano Índico), el oso
panda gigante (Ailuropoda melanoleuca, que habita en los bosques de
China) o el monito del monte (Dromiciops australis, única especie
viviente de la primitiva familia marsupiales Microbiotheria, que hoy
habita en los bosques templados de Argentina y Chile) son los únicos
representantes vivos de linajes evolutivamente antiguos y, en consecuen-
cia, su extinción significaría la pérdida de una rama mayor en el árbol
filogenético.
La diversidad biológica resultante de los procesos evolutivos puede
describirse a distintos niveles taxonómicos. En la base de la filogenia
pueden distinguirse los dominios Archaea y Bacteria (que están incluidos
dentro de los procariontes u organismos constituidos por células carentes
de núcleo y organelos) y el dominio Eukaria. Este último abarca cuatro
reinos de eucariontes u organismos constituidos por células con núcleo y
organelos con doble membrana: los protistas (protozoos, algas uni y mul-
ticelulares), los hongos, las plantas y los animales (Raven et al., 1999). A
niveles taxonómicos cada vez más específicos dentro de algún reino, por
ejemplo las plantas, se pueden analizar los patrones de diversidad a nivel
de divisiones (o filos), clases, órdenes, familias, géneros, especies y var-
iedades (Recuadro II.1). Este último nivel incluye la diversidad genética
que ocurre entre poblaciones (de una misma especie) con distintos gra-
36
dos de aislamiento y entre individuos (de una misma población). Un II. ¿Qué es la diversidad biológica?
tipo de diversidad genética especialmente relevante para la comprensión
de las diversificadas y sofisticadas formas de interrelación entre las
sociedades humanas y la diversidad biológica en Latinoamérica corresponde
a las innumerables variedades de especies de plantas cultivadas a lo largo
de la región neotropical.
Los pueblos precolombinos ostentan una larga historia de prácticas y
conocimientos botánicos. La agricultura se habría iniciado en el Conti-
nente Americano hace unos 9 000 años AP, e incluso en el sitio arque-
ológico de Monteverde en el sur de Chile, que data de al menos 14 000
años AP, se han encontrado restos de más de una docena de plantas medi-
cinales y comestibles (Dillehay, 1997). Esta larga historia de interac-
ciones entre sociedades humanas y especies de plantas en la región
neotropical ha dado origen a centenares de variedades domesticadas que
presentan alto rendimiento, resistencia a enfermedades, aclimatación a
condiciones ambientales locales y/o períodos de cosecha en distintos
momentos. Por ejemplo, muchas variedades de papa fueron cultivadas
por las culturas del altiplano y del sur de Chile (Re c ua d ro I I . 1)
y numerosímas variedades de ají, maíz y tomate fueron seleccionadas y
aclimatadas a una gama de condiciones ambientales en las regiones
habitadas por las culturas meso y sudamericanas (Pearsall, 1992) (Figu-
ra II.6). Las sociedades humanas del Nuevo Mundo no sólo han incidi-
do sobre la diversidad de variedades, sino también sobre la composición
de especies en ciertos ecosistemas, tales como la selva maya (Recuadro
XX.2) y los palmares amazónicos (Recuadro VIII.2). También crearon
Figura II.6. Remanentes vegetales
encontrados en sitios arqueológicos
de la costa peruana que datan de 2
500 AP. Gran parte de las especies
cultivadas o recolectadas por los
pueblos precolombinos eran legu-
minosas como el frijol o solanáceas
como la papa, cuyo cultivo ha dado
origen a un gran número de
v a riedades. (Dibujos adaptados y
modoficados de Wilson, 1999).

37
Fundamentos de laconservación
biológica

Figura II.7. Las chinampas consti-


tuyen policultivos que combinan la
acuicultura, la horticultura y la sil-
vicultura en la meseta central de
México e ilustran la influencia que
tienen las culturas en la configu-
ración del paisaje y la diversidad de
especies. (Fotografía de Michael
Calderwood).
sistemas de policultivos que conforman ecosistemas complejos y ricos en
especies, como las chinampas, que combinan acuicultura, horticultura y
silvicultura en la meseta central de México (Figura II.7). Así, la diversi-
dad cultural en el Continente Americano ha evolucionado embebida en
una intrincada red de interacciones con la biodiversidad, y uno de los
desafíos para los biólogos de la conservación que trabajamos en esta
región es desentrañar mejor esa compleja y delicada red.
En síntesis, la concepción geológica, climática, biogeográfica, evolu-
tiva y ecológicamente dinámica de la biodiversidad subraya que más que
la preservación de las especies o las comunidades en forma aislada, el
objetivo central de la conservación biológica es posibilitar la continuidad
de los procesos evolutivos y ecológicos (Pickett y Rozzi, 2000;
Feinsinger, 2001). Si pensamos metafóricamente que la vida es como la
música y anhelamos que la música siga vibrando, entonces no pretender-
emos guardar los instrumentos musicales en vitrinas y evitar que sean
tocados por los seres humanos, sino que pondremos la atención en que
los músicos puedan pulsar delicadamente las cuerdas del cuatro, percutir
los tambores y respirar con las zampoñas, manteniendo el movimiento
musical que deviene en el tiempo. Con esta perspectiva se tratará la bio-
diversidad a nivel de genes, poblaciones, especies, comunidades biológi-
38 cas, ecosistemas y regiones.
Recuadro II.1. Nominación y clasificación de los seres vivos
Francisca Massardo

Gregory Anderson

La taxonomía (taxis = arreglo, nomos = ley) es el arte nas americanas consideran su origen, formas de
o la ciencia de identificar, nominar y clasificar a los vida, nominaciones, relaciones con los animales,
seres vivos. La taxonomía científica tiene por objeto contexto de vida y otros (Berlin, 1992). Por ejemp-
crear un sistema de clasificación que refleje la evolu- lo, en el sur de Chile la cultura mapuche nomina las
ción de los diferentes grupos. Para los biólogos de la plantas del bosque considerando caracteres florales,
conservación este sistema contribuye a identificar hábitat, interacciones con animales o usos para
especies o grupos de especies que son únicos y cuya medicina, fibra o alimento (Villagrán, 1998).
protección es imperativa, o a detectar áreas de alta Entre las plantas comestibles cultivadas uti-
riqueza de especies. lizadas por el pueblo mapuche, la clasificación
Los nombres científicos de las especies biológicas botánica de la papa cultivada (Solanum tuberosum)
comprenden dos términos en latín: el primero es un constituye un caso notable dentro de la flora nativa
sustantivo (en mayúscula) que nomina al género y el de Sudamérica. La subespecie S. tuberosum andige-
segundo un adjetivo (en minúscula) que distingue a na tuvo su origen en los Andes peruanos y evolu-
la especie. Esta nominación binomial fue introduci- cionó paralalemente a la subespecie S. tuberosum
da por Carlos Linneo en el siglo XVIII, guiado a su tuberosum del sur de Chile. Esta última era cultiva-
vez por la lógica y el sistema de clasificación de da por los huilliches (un grupo de los mapuches) en
géneros y especies elaborado por Aristóteles en la la Isla de Chiloé desde antes de la llegada de los
antigua Grecia. Este sistema establece ramifica- españoles. Hoy en día los huilliches distinguen la
ciones dicotómicas agrupando jerárquicamente cat- papa silvestre (malla) de la asilvestrada (vucheñ) y de
egorías particulares en categorías generales. Así, un la cultivada (poñü). Entre las papas cultivadas exis-
grupo de especies similares se agrupa dentro de un ten más de 100 variedades nativas, cada una acli-
mismo género; géneros similares, dentro de una matada a condiciones ecológicas particulares y con
familia; familias similares se incluyen en órdenes; usos diversos (alimentación humana, forrajera,
órdenes similares, en clases, y estas clases se agrupan medicinal). Las variedades de poñü también difieren
en las ramas principales del conjunto de los seres en características como tamaño y forma del tubér-
vivos: las divisiones (plantas) o phyla o filos (ani- culo, color de la cáscara y de la pulpa, sabor, textu-
males), que designan los grupos de clases dentro de ra, época de siembra, suelo y caracteres de toleran-
los reinos. cia ambiental. Las nominaciones huilliche describen
La clasificación biológica o evolutiva de las características de cada variedad. Así, Huicaña nomi-
especies es un sistema utilizado por los científicos na a una variedad de papa con tubérculos de cáscara
en nuestra civilización occidental, la cual integra la violácea y pulpa blanca; Mahuinahue identifica a
tradición aristotélica, el trabajo botánico de Linneo, una variedad de papa de cáscara gris que tolera el
métodos de sistemática molecular y el análisis suelo húmedo; la variedad Nothra es tardía;
cladístico contemporáneo. Sin embargo, a través de Memichun es una papa forrajera. El léxico huilliche
diferentes culturas podemos encontrar diversos y relativo a la papa involucra labores de cultivo
sofisticados sistemas de clasificación de plantas y (daipín = hojas de papa para abono, iñal = siembra
animales, los que a veces coinciden notablemente tardía, quecha = aporca), formas de preparación
con la taxonomía científica. Los criterios para clasi- (anquentu = papas secadas con humo, buña =
ficar las plantas usados por algunas culturas indíge- papas ablandadas con agua), elementos de cocina 39
La papa (Solanum tuberosum)está relacionada con otras
especies de plantas y otros seres vivos a diversos niveles de
organización taxonómica, desde reinos hasta especies.
(Según Cronquist, 1981, Hawkes 1990 y Raven et al.,
1999).

40
(queldo = paleta para sacar papas cocidas, chafalote = papa, esta familia incluye otras especies americanas
cuchillo para pelar papas), modos de cocinarla domesticadas que transformaron la dieta de los con-
(cuhen = papas cocinadas en ceniza), productos quistadores europeos y que todavía son relevantes
(chuañe = pan de papa, erengo = harina de papa, lío para la alimentación humana, tales como el tomate
= fécula), rituales (regalo de variedades en el matri- (Solanum esculentum), el tomate de árbol (Solanum
monio), relaciones sociales (aíto = regalo de papas betaceum), el pepino dulce (Solanum muricatum) y
escogidas) y mitología (coñipoñi = gusano del papal el ají (Capsicum annum y C. frutescens). Todas estas
que tranquiliza a los niños). En la actualidad las especies están estrechamente emparentadas en su
variedades tradicionales están siendo rápidamente evolución. Otras Solanáceas americanas son impor-
desplazadas por unas pocas variedades comerciales. tantes debido a su alto contenido de alcaloides con
El desafío para los biólogos de la conservación es efecto narcótico, tales como el tabaco (Nicotiana
doble: (1) mantener la diversidad genética de las tabacum), o alucinógeno como el palo de brujo
variedades tradicionales y (2) permitir la con- (Latua pubiflora). En total, la familia Solanaceae
tinuidad de la diversidad cultural ligada a los cul- incluye 84 géneros, 59 de los cuales son nativos de
tivos tradicionales. Sudamérica, donde proveen alimento y medicina.
A fines del siglo XVI la papa fue exportada a Las especies más tóxicas y narcóticas todavía son
Europa, y desde ahí hacia todo el mundo, ocupan- utilizadas por diferentes culturas indígenas en
do actualmente el cuarto lugar en la producción magia y religión. En conclusión, la clasificación de
mundial de especies cultivadas, a partir del desarrol- los seres vivos incluye a los organismos silvestres y
lo de muchas de las variedades comerciales. La papa domesticados e integra elementos de la diversidad
pertenece a una familia de plantas representativa de biológica y cultural.
Sudamérica: la familia Solanaceae. Además de la

El cladograma representa la clasificación taxonómica


de algunas especies de plantas fundamentales para
las culturas americanas e ilustra las relaciones evolu-
tivas entre las especies. De izquierda a derecha: una
monocotiledónea de la familia Poaceae, el maíz
(Zea mays, originario de América Central) rela-
cionada lejanamente (rama cortada) con las
dicotiledóneas de la familia Solanaceae: pimiento y
ají (Capsicum annum, originario de América Cen-
tral), pepino dulce (Solanum muricatum, originario
de América Central y Sur) y diversas variedades de
tomate (Solanum esculentum,originario de América
Central) y papa (Solanum tuberosum,originario de
América del Sur). (Cladograma construido de acuer-
do a Spooner et al., 1993). (Fotografía de Bryan
Connolly).
Fundamentos de laconservación Diversidad genética
biológica
Los biólogos de la conservación deben estudiar los mecanismos que
mantienen o afectan la diversidad desde los niveles básicos de la diversi-
dad biológica: los genes, los individuos y las poblaciones. Por lo general,
entre los individuos de una población ocurren leves diferencias en los
genes, segmentos de ADN en los cromosomas que codifican proteínas
específicas. Las diferentes formas de un gen se conocen como alelos, que
se generan a través de mutaciones, poliplodía u otros mecanismos (Soltis y
Soltis, 1999). Por ejemplo, el colibrí del extremo derecho en la Figura
II.2a presenta una trisomía en uno de los cromosomas esquematizados
que, de ser viable, podría generar variaciones genéticas importantes. La
poliploidía es especialmente importante para la diferenciación genética
de variedades y especies de plantas (Soltis y Soltis, 1999). La reproduc-
ción sexual incrementa la variabilidad genética en la descendencia, a
través de la recombinación de genes y cromosomas de los progenitores.
Los diversos alelos de un gen pueden determinar diferencias en el desarrollo,
la fisiología y/o la morfología de los individuos. Los horticultores y los
criadores de animales aprovechan esta variabilidad genética para pro-
ducir variedades o razas de una especie con alto rendimiento y resistencia
a enfermedades en plantas (como el maíz o la papa) o en animales (como
la llama o los bovinos).
Las combinaciones de alelos en un individuo constituyen su
genotipo, mientras que el conjunto de genes y alelos dentro de una
población constituyen su acervo genético o pool genético. Una población
es un grupo de individuos que se entrecruzan y producen descendencia
fértil. Una especie puede incluir una o más poblaciones separadas y cada
población puede incluir unos pocos o millones de individuos capaces de
reproducirse. Un solo individuo de una especie sexuada o un grupo de
individuos incapaces de reproducirse, por ejemplo, un grupo de diez
machos de guacamayo (Ara militaris), no constituyen una población ver-
dadera.
El fenotipo de un individuo representa las características morfológi-
cas, fisiológicas, anatómicas y bioquímicas que resultan de la expresión
de su genotipo bajo condiciones ambientales particulares. Algunas carac-
terísticas, como el tamaño corporal de los mamíferos, dependen en gran
medida de la dieta (factores ambientales); en cambio, otras característi-
cas, como el tipo sanguíneo o la estructura primaria de las enzimas, son
determinadas por el genotipo.
La cantidad de variabilidad genética en una población está determi-
nada por el número de genes con más de un alelo (genes polimórficos) y
por el número de alelos para cada gen polimórfico. La existencia de un
gen polimórfico permite a algunos individuos de una población ser hete-
rocigotos para ese gen, esto es, reciben un alelo diferente del gen desde
cada uno de sus padres. Esta variación genética es esencial para enfrentar
los cambios temporales y espaciales que ocurren en el ambiente.
Para una gran variedad de poblaciones vegetales y animales se ha
42 encontrado que los individuos heterocigotos tienen mayor adecuación
biológica que aquellos homocigotos, esto es, los heterocigotos tienen II. ¿Qué es la diversidad biológica?
mayor crecimiento, supervivencia y tasas de reproducción (Allendorf y
Leary 1986). Este fenómeno, denominado vigor híbrido, es ampliamente
conocido para las plantas y los animales domésticos, y se debería a dos
razones básicas: (1) disponer de dos formas diferentes de una enzima
otorga al individuo mayor flexibilidad frente a los cambios ambientales y
variaciones en las etapas del desarrollo, y (2) los alelos no funcionales o
deletéreos recibidos desde uno de los progenitores quedan enmascarados
por los alelos funcionales provenientes del otro progenitor.
Entre las poblaciones de una misma especie pueden ocurrir impor-
tantes diferencias en las frecuencias relativas de alelos e incluso en los
tipos de alelos. Estas variaciones genéticas pueden resultar de la
adaptación de cada población a su ambiente local o por azar. Las pobla-
ciones que se encuentran en los extremos de los ámbitos de distribución
de su especie constituyen valiosos componentes de la diversidad biológi-
ca y deben protegerse.
Aunque la mayoría de los cruzamientos ocurre entre individuos de
una misma población, ocasionalmente algunos individuos se mueven
desde una población a otra, permitiendo la transferencia de nuevos alelos
y combinaciones genéticas entre poblaciones. Esta transferencia genética
se conoce como flujo de genes, y a veces se interrumpe debido a las activi-
dades humanas que transforman el hábitat y separan las poblaciones,
empobreciendo así el acervo genético en cada una de ellas.
También ocurre variación genética dentro de las plantas y animales
domesticados. Como se señaló antes, diversas culturas americanas selec-
cionaron variedades vegetales de acuerdo con sus propósitos productivos
y las condiciones ambientales locales. Estas prácticas de selección artifi-
cial no se interrumpieron con el arribo de los conquistadores europeos,
sino que comenzaron a ejercerse sobre los nuevos animales y plantas
traídos desde el Viejo Mundo. Un caso interesante corresponde al de las
razas bovinas criollas americanas, originadas a partir de unos 300 vacunos
que llegaron a América en 1493, cuando Cristóbal Colón desembarcó en
su segundo viaje en la Isla Española (actualmente Haití y República
Dominicana). Desde entonces las razas criollas se han desarrollado medi-
ante un manejo de rodeos que incluye la selección “semi-natural” a través
de la cría en condiciones semisalvajes (Bouzat et al., 1998).
En la ganadería y en la agricultura modernas, el proceso de selección
artificial de razas animales o variedades vegetales comerciales manipula
de manera cada vez más precisa la variabilidad genética y utiliza técnicas
de ingenería genética que permiten la transferencia de genes (desde otros
organismos) que confieren algún carácter deseable (por ejemplo, en el
caso de las plantas, la resistencia a plagas y enfermedades). La selección
artificial comercial y biotecnológica reducen, sin embargo, la diversidad
de variedades en vez de aumentarla, como ocurre con las prácticas tradi-
cionales. Sólo unas pocas variedades comerciales se imponen en el mer-
cado global y propenden cada vez más hacia patrones culturales y
biológicos únicos; en cambio, las prácticas tradicionales incluyen un
mosaico de variedades y de condiciones ambientales locales. Por ejemplo, 43
Fundamentos de laconservación en el sur de Chile se cultivaban unas 146 variedades nativas de papa,
biológica cada una adaptada a condiciones ecológicas propias y con usos y prácti-
cas culturales diversas (Recuadro II.1). El énfasis en los cultivos comer-
ciales ha determinado que la mayoría de los agricultores abandonara sus
variedades nativas en favor de unas pocas comerciales, como Desirée,
Industrie, Condor y Ginecke, que paradójicamente fueron generadas con
germoplasma de la papa chilota que ahora se les vende a los habitantes
locales (Altieri y Montecinos, 1993). La erosión genética causada por la
sustitución de los centenares de variedades locales por unas pocas variedades
comerciales representa una pérdida de biodiversidad muy importante en
Latinoamérica (Altieri, 1998). La fuerza homogeneizadora de la agricul-
tura comercial ha intensificado y universalizado el denominado “sín-
drome de domesticación” (Thorpe y Smartt, 1995), donde se induce en
las plantas un grupo de caracteres deseables comercialmente:

— gigantismo de la parte utilizada de la planta (fruto, semilla, tubérculo),


— supresión de los mecanismos de dispersión (retención del órgano deseado),
— supresión de la reproducción sexual (en especies con tubérculos),
— alteración de la arquitectura de la planta,
— cambio de la forma del ciclo de vida (hacia anual o bianual),
— desarrollo de la autopolinización (aumenta la independencia del clima),
— pérdida de la latencia de la semilla (sincroniza la germinación y la
hace predecible),
— cambios bioquímicos (pérdida de compuestos tóxicos),
— aumento de la ploidía, y
— cambios fisiológicos (neutralización de la respuesta a la luminosidad).

Estos cambios involucran a la vez una creciente dependencia tec-


nológica. Por lo tanto, la proliferación de modos de agricultura industri-
al no sólo conlleva una pérdida de variedades y cultivares, sino también
la pérdida de tradiciones culturales y autonomía de las comunidades
locales, que pasan a depender del mercado industrial para su abastecimien-
to de semillas, fertilizantes, herbicidas y otros insumos. El uso de herbici-
das e insecticidas reduce también la diversidad de especies, puesto que
esta práctica agrícola involucra la eliminación sistemática de las especies
“no deseables” o malezas dentro de una área. De manera que no sólo se
disminuye la diversidad de variedades de cada especie cultivada, sino
también la diversidad de especies dentro de un micrositio dado. En
suma, la agricultura comercial, cuyo epítome es la clonación de individu-
os idénticos, reduce drásticamente la variabilidad genética, la diversidad
de especies y la diversidad cultural de comunidades indígenas o rurales,
que además pierden su autonomía (Rozzi y Massardo, 2000).

Especies biológicas y biodiversidad

Los biólogos de la conservación necesitan reconocer y clasificar las


44 especies, ¿pero cómo es posible distinguir cada una de las especies dentro
del conjunto de seres vivos? Existen múltiples definiciones de especie, II. ¿Qué es la diversidad biológica?
basadas en conceptos evolutivos (la especie es un linaje único de pobla-
ciones de organismos descendientes de un ancestro común y que
mantienen su identidad evolutiva a través del devenir histórico), filo-
genéticos (las especies son distinguidas por medio de métodos cladísticos
que infieren las relaciones evolutivas entre los linajes), ecológicos (las
especies constituyen linajes o conjunto de linajes de organismos que
habitan espacios definidos por variables ambientales bióticas y abióticas)
y de cohesión (las especies corresponden a grupos de individuos que con-
servan su similitud morfológica, ecológica, genética, del comportamien-
to y las historias de vida a través del flujo génico que ocurre entre ellos y
que no existe con otros grupos de organismos) (véase la revisión de
Aguilera y Silva, 1997).
En medio de la multiplicidad de definiciones de especie han prevale-
cido dos tipos fundamentales: la definición morfológica o fenotípica de
especie que ha sido tradicionalmente utilizada por los taxónomos para
clasificar las especies y que considera como tal al conjunto de individuos
morfológica, anatómica, fisiológica y/o bioquímicamente similares entre
sí (Recuadro II.1); la definición biológica que distingue como especie al
conjunto de poblaciones cuyos individuos se entrecruzan actual o poten-
cialmente dando origen a descendencia fértil, y que están reproductiva-
mente aislados de otros grupos. La definición biológica de especie es
comúnmente usada por los biólogos evolutivos, debido a que enfatiza las
relaciones genéticas por sobre las características físicas que pueden ser
afectadas por el ambiente. En la práctica, sin embargo, la definición
biológica de especie es difícil de usar porque requiere conocer cuáles
individuos tienen el potencial de reproducirse entre sí, información rara-
mente disponible. Como resultado, los biólogos de campo suelen distin-
guir y nominar las especies por su aspecto y se refirien a ellas como
morfo-especies u otros apelativos, hasta que los taxónomos provean los
nombres científicos definitivos (Oliver y Beattie, 1996).
Los problemas para distinguir e identificar especies basándose en la
morfología son más comunes de lo que se supone (Rojas, 1992; Stand-
ley, 1992). Existen numerosos casos de especies crípticas que son mor-
fológica y/o fisiológicamente similares, pero corresponden a especies dis-
tintas. La incorporación de métodos de análisis molecular en la
taxonomía ha demostrado que muchos casos de supuesta variabilidad
“intraespecífica” corresponden a especies crípticas que no habían sido
distinguidas como tales. Muchos invertebrados marinos presentan proble-
mas particularmente difíciles para la distinción de especies, puesto que
en sus estados adultos carecen de caracteres morfológicos útiles para la
distinción de especies. Los análisis moleculares de muchas especies de
estrellas de mar, esponjas, nemertinos o briozoos que se describían como
cosmopolitas, han mostrado que las poblaciones de lugares distantes (por
ejemplo, las costas del Mediterráneo y las costas atlánticas de Brasil)
corresponden no sólo a especies distintas, sino incluso a géneros y famil-
ias diferentes (Thorpe y Sole-Cava, 1994). Estos hallazgos podrían con-
ducir a aumentar el número de especies marinas y critican el supuesto 45
Fundamentos de laconservación generalizado acerca de los amplios ámbitos de distribución de las
biológica especies en ambientes marinos. Los análisis moleculares también han
descubierto especies crípticas entre vertebrados. Por ejemplo, el reciente
análisis genético de un reptil único de Nueva Zelandia, el tuatara
(Sphenodon punctatus), reveló que en realidad existen dos especies distin-
tas de tuatara, y ambas requieren protección para su conservación
(Daughtery et al., 1990). En el caso del elefante africano, los científicos
aún discuten si corresponde a una sola especie o si en realidad son tres
especies separadas: una de sabana, una de bosque y una de desierto.
También ocurre el caso inverso, donde individuos morfológicamente
muy distintos pero pertenecientes a una misma especie son clasificados
como especies diferentes. Por ejemplo, en el caso del picaflor de Juan
Fernández (Sephanoides fernandenzis), que presenta un marcado dimor-
fismo sexual, la hembra y el macho fueron inicialmente clasificados
como especies distintas (Colwell, 1989). Las diferencias morfológicas,
pueden ser aún más marcadas en especies de plantas, tales como el
ranúnculo acuático, que presentan una gran plasticidad fenotípica; esto
es, un mismo genotipo expresa distintos fenotipos en diversas condi-
ciones ambientales (Figura II.8). La distinción de especies llega a grados
extremos de dificultad en grupos de organismos como las microalgas, las
cuales son diminutas, tienen ciclos de vida que incluyen varios estados
con distinta morfología y presentan plasticidad fenotípica (Recuadro II.2).
La incapacidad para distinguir claramente las especies dificulta la
implementación de algunos programas de conservación y la formulación
Figura II.8. Las hojas de la especie de leyes precisas y efectivas para la protección de éstas. Los taxónomos
Ranunculus aquatis adoptan formas han descrito sólo entre el 10 y el 30% de las especies existentes y proba-
muy distintas si las plantas crecen blemente numerosas especies se extingan sin llegar a ser descritas. Una
expuestas al aire, sumergidas en el
clave para resolver este problema corresponde al entrenamiento de más
agua o en la interfase aire-agua.
Este caso de plasticidad fenotípica taxónomos que trabajen en la identificación y clasificación de especies,
ilustra el rango de variabilidad mor- primordialmente en regiones ricas en especies, tales como los trópicos
fológica presentado por miembros (Raven y Wilson, 1992) y en grupos taxonómicos poco estudiados, tales
de una misma especie bajo diversas como las algas dulceacuícolas (Recuadro II.2).
condiciones ambientales. (Figura
modificada a partir de Cook,
1968).

46
Recuadro II.2. Las algas: conceptos críticos en la evaluación
de su diversidad
Eduardo A. Morales

Francis R. Trainor

A pesar de la reconocida importancia del grupo de Las algas son un grupo heterogéneo de organis-
algas como productores primarios dentro de las mos no relacionados taxonómicamente entre ellos.
cadenas alimenticias acuáticas, la mayor parte de las Por ejemplo, las algas verde azules o cianobacterias
prácticas conservacionistas se ha concentrado en los poseen una estructura celular procariota, mientras
productores secundarios (protozoos, rotíferos, que los grupos restantes son eucariotas. Dentro de
copépodos y otros pequeños crustáceos) y particu- las algas eucariotas existe una gran diversidad de
larmente sobre los consumidores que constituyen formas y hábitos; los grupos más relevantes son las
los últimos eslabones de la cadena, como peces, algas verdes, euglenofíceas, diatomeas, crisofíceas,
aves, anfibios, reptiles, mamíferos terrestres y otros. dinoflagelados, algas pardas y algas rojas, todas ellas
Sin embargo, cualquier esfuerzo de conservación en con representantes marinos y de agua dulce. Los
el largo plazo debe considerar la protección del primeros cinco grupos son microscópicos, mientras
hábitat y de las especies que, además de las plantas que las algas pardas y rojas —junto con algunas
vasculares, sirven de alimento en la base de la algas verdes— son en su mayoría macroscópicas
pirámide alimenticia. alcanzando en algunos más de un metro de longi-
Las algas microscópicas y macroscópicas consti- tud. La distribución geográfica de las algas está
tuyen la base sobre la cual se desarrollan múltiples estrechamente relacionada con las condiciones físi-
procesos ecológicos en ambientes marinos, lacustres cas (luz, temperatura, transparencia) y químicas
y ribereños. Tales procesos comprenden, por ejemp- (concentración de nutrientes como fósforo,
lo, la descomposición y reciclaje de la materia algal nitrógeno, azufre, elementos traza y vitaminas) del
muerta por parte de los descomponedores (hongos, agua. Es así que el éxito ecológico de un determi-
bacterias y algunos protozoos) y la producción de la nado grupo algal se halla ligado al estado trófico
materia orgánica que constituye el sustento para el (calidad del agua) de un ecosistema. Esta relación
resto de la biota acuática. Además, las comunidades ha sido utilizada por los limnólogos y oceanólogos
macroalgales del litoral representan un refugio para (ecólogos que estudian ecosistemas dulceacuícolas y
una gran diversidad de especies animales. marinos, respectivamente) para que al analizar el
Cualquier alteración de estas comunidades rela- tipo de comunidad algal que se desarrolla en un
cionada con las actividades humanas se asemeja a ecosistema se pueda inferir la calidad del agua y así
los efectos producidos por la deforestación, donde determinar su uso como fuente de agua potable, de
la extinción de una especie o de un gremio de riego, de uso industrial, etc. La utilización de las
especies esenciales desencadena la extinción de las algas como bioindicadores se hace también extensi-
especies asociadas a ella. va a la inferencia de los cambios en las condiciones
A pesar de este papel preponderante de las algas medioambientales desde el origen mismo del eco-
en el mantenimiento del equilibrio ecológico de los sistema hasta su situación actual, empleando fósiles
medios acuáticos y sus cuencas, hasta la fecha no de algas microscópicas, principalmente diatomeas y
existen proyectos serios para su protección y conser- crisofíceas. La ciencia que se encarga de este tipo de
vación, aun cuando las algas han formado parte del estudios históricos se denomina Paleolimnología, y
desarrollo de varias culturas en América como se ha aplicado ya en numerosos ecosistemas lati-
fuentes de alimento, medicina y materias primas noamericanos, principalmente en México y varios
para la artesanía e industria. países andinos. 47
Una gran proporción de los estudios ficológicos grupo algal dependerá de las concentraciones de
en América Latina están restringidos a México, nutrientes y las condiciones físicas del medio
Brasil, Argentina y Chile (por ejemplo, Bicudo y acuático.
Bicudo, 1970; Caballero-Miranda, 1996; Rivera, La parte tropical de América —especialmente la
1974; Tell y Conforti, 1986), pero no reflejan la zona baja— ha sido menos estudiada y, por ende, la
diversidad algal ni siquiera en estos países. La zona literatura tiende a indicar una menor diversidad
montañosa andina cobija una gran cantidad de algal. Visitas esporádicas de investigadores europeos
especies, como fue demostrado por estudios de y norteamericanos resultan frecuentemente en la
Aldave (1989), Cadima y Morales (1992) y Morales descripción de nuevas especies (por ejemplo, Theri-
y Trainor (1996), entre otros. Pero tales estudios se ot et al., 1985). En general sin embargo, muchos
hallan restringidos a las zonas de Perú, Bolivia, de los ecosistemas tropicales tienden a tener aguas
Chile y Argentina. Se conoce muy poco acerca de con alto contenido en sedimentos, lo cual impide la
los lagos y ríos de altura de Ecuador, Colombia y penetración de la luz aun en la porción más superfi-
Venezuela; la situación es mucho más precaria en cial de la columna de agua. Esto actúa en detrimen-
los países centroamericanos, las Guayanas, Paraguay to de la comunidad algal, ya que las cadenas ali-
y Uruguay. Los países caribeños han recibido menticias son mucho más reducidas. Muchos lagos
mayor atención en lo que se refiere al estudio de y lagunas tropicales tienden a acumular grandes
macroalgas marinas y, con la excepción de algunos cantidades de material orgánico proveniente de la
grupos de algas verde azules, verdes y diatomeas vegetación circundante, favoreciendo el crecimiento
marinas (Gonzales, 1996; Navarro, 1981; Paulmier, de algunas especies de euglenoides, algas verdes y
1993), las algas microscópicas han sido práctica- algunas cianobacterias, principalmente.
mente ignoradas. Los ambientes costeros marinos varían enorme-
La gran diversidad topográfica latinoamericana mente en su composición florística, dependiendo
determina la existencia de una gran variedad de de su ubicación geográfica. Existe una gran diferen-
ecosistemas acuáticos continentales. En algunos cia, por ejemplo, entre la zona tropical y templada y
casos, como ocurre en la zona andina, estos ecosis- entre los oceános Pacífico y Atlántico. De una man-
temas han tenido distintos orígenes a lo largo de la era muy general, las comunidades algales y animales
historia geológica del Continente Sudamericano. que viven en la costa se dividen en tres zonas: (1) la
Como resultado, los procesos que condujeron a la zona supramareal, más expuesta a la atmósfera, en
consolidación de la biodiversidad actual (inmi- la que se desarrollan organismos que pueden resistir
gración desde zonas aledañas u otros continentes, alternancias entre intervalos de sequía y humedad;
especiación in situ, hibridación, etc.) son difíciles de estas comunidades se hallan compuestas principal-
determinar. En este sentido, existen varios estudios mente por animales y líquenes. (2) La zona inter-
sobre la flora y fauna terrestres (por ejemplo, Simp- mareal, cubierta por agua con mayor frecuencia y
son, 1971), pero que no incorporan las algas. En dominada por algas rojas. (3) Finalmente, la zona
líneas muy generales y tomando en cuenta los esca- inframareal, que se halla siempre sumergida y dom-
sos estudios florísticos disponibles, podemos indicar inada por algas pardas. Aun dentro de ambientes
que los sistemas acuáticos de las zonas templadas tropicales o templados existe una gran variación en
(zona andina, sur de Chile y Argentina) tienden a la composición de las comunidades algales, deter-
tener una mayor diversidad algal. En estas zonas los minada por aspectos físicos y químicos del agua, así
lagos de aguas ácidas (pH menor a 7) mantienen como también por procesos de competencia entre
poblaciones bien desarrolladas de desmidiáceas los organismos que cohabitan un determinada
(algas verdes), diatomeas y crisofíceas, mientras que región. Por ejemplo, las costas chilenas, en su may-
los lagos de aguas neutras o básicas (pH igual o oría templadas, albergan comunidades que, depen-
mayor a 7) tienden a sostener una gran diversidad diendo de la latitud están conformadas en su zona
de algas verde azules, verdes, dinoflagelados y otras intermareal por Chaetomorpha, Codium (ambas
especies de diatomeas y crisofíceas. La presencia de algas verdes) Gigartina, Rhodymenia (ambas algas
48 una u otra especie perteneciente a un determinado rojas), etc., mientras que la zona inframareal está
dominada por algas pardas como Lessonia, Durvil- fenotípica y evolución convergente ponen en evi-
laea y Macrocystis (Santelices, 1990; Stephenson y dencia patrones insospechados. La taxonomía algal
Stephenson, 1972). a nivel de especies considera que la morfología es en
Uno de los problemas más grandes en la conser- gran medida la base más confiable para la construc-
vación algal es la carencia de estimaciones sobre el ción de sistemas de clasificación. El polimorfismo,
número de especies actuales (Norton et al., 1996). referido a la diversidad genética dentro de una
Por ejemplo, la carencia de información sobre bio- especie, ha sido poco estudiado en las algas. Medi-
diversidad algal en sistemas tropicales mencionada ante esta propiedad intrínseca de las poblaciones
anteriormente impide el establecimiento de planes que se reproducen sexualmente, diferentes genoti-
inmediatos de conservación en América Central y pos dentro de la misma especie producen mor-
gran parte de Sudamérica. El panorama se torna fologías también diferentes. Tales variantes mor-
aún más grave cuando sabemos que la deforestación fológicas han sido en algunos casos consideradas
en dichas regiones avanza a pasos agigantados e como especies distintas, dando una noción falsa de
ignoramos completamente cuales son sus impactos diversidad (Sheath y Burkholder, 1983). La plastici-
sobre los ecosistemas acuáticos. Procesos similares dad fenotípica, es decir, la capacidad de un
de deforestación ocurren en el bosque templado en genotipo para producir varios fenotipos a raíz de
el sur y centro de Chile, y aun cuando existen varios cambios ambientales, actúa también reduciendo la
estudios detallados sobre diatomeas —por ejemp- diversidad en forma substancial. En este caso algu-
lo— (Rivera, 1974, entre otros), no se sabe a cabal- nas variedades, especies y géneros simplemente cor-
idad si estos organismos son afectados en la misma responden a la expresión genética de un único
proporción que las especies animales y vegetales genotipo y por ende pertenecen a la misma especie
asociadas al bosque. (Trainor, 1998). La evolución convergente, referida
Se conoce muy poco acerca de la diversidad a la producción de fenotipos similares por parte de
genética total de las algas, pero se sabe que a dos o más especies distintas, es otro proceso muy
pequeña escala es severamente impactada por la poco estudiado dentro las algas. No sabemos el
disminución de la calidad del agua. Estudios real- efecto que la convergencia pueda tener en los sis-
izados durante las últimas décadas han demostra- temas de clasificación actuales, pero sí sabemos que
do que la eutroficación cultural (incremento de varias especies que comparten las mismas distribu-
nutrientes en el agua ocasionado por actividades ciones eco-geográficas producen morfologías simi-
agrícolas e industriales), la contaminación (ver- lares. La falta de consideración de la convergencia
tido de desechos tóxicos) y la lluvia ácida podría reducir la diversidad en aquellos casos en
(depositación de compuestos nitrogenados y sul- que dos especies genéticamente distintas hayan sido
fatados liberados a la atmósfera por las industrias) incluidas dentro el mismo taxón.
reducen dramáticamente la diversidad de estos Está claro que los conceptos presentados aquí
organismos, al punto de favorecer el florecimiento deben ser tomados en cuenta a fin de establecer
de una sola especie. Si bien la recolonización de prácticas conservacionistas más efectivas. Los eco-
los habitats afectados es usualmente rápida, los sistemas latinoamericanos son muy diversos y cada
cambios físico-químicos en el agua son tan drásti- uno de ellos se caracteriza por una ecología y biodi-
cos que impiden los procesos de repoblamiento versidad propias; es por ello que cada uno de estos
(véase Julius et al., 1998 para el caso norteameri- ecosistemas requiere de un método de conservación
cano). específico. Esfuerzos inmediatos a nivel de campo y
El estudio de la diversidad algal se hace laboratorio deben ser aplicados a la evaluación de la
mucho más difícil cuando, además de los obstácu- biodiversidad algal. Sin duda alguna el conocimien-
los impuestos por el tamaño de los organismos, to adecuado de los organismos resultará en procesos
las investigaciones sobre polimorfismo, plasticidad de conservación más apropiados.

49
(a,b) Algunos ejemplos de algas comunmente encontradas en (h) Synura, una crisofícea colonial, donde cada una de las
ecosistemas marinos y de agua dulce de Latinoamérica. células está protegida por varias escamas de sílice dispues-
(c,d) Las cianófitas Synechocystis(colonial) y Arthrospira (fila- tas a manera de un tejado. (i) La diatomea céntrica Aulaco-
mentosa). (e) Las algas verdes Chlamidomonas(unicelular, con seira, cuya pared celular se compone de sílice. (j) La
un cisto —estadío de resistencia— en la parte superior de la diatomea pennada Fragilaria, también con una pared celu-
microfotografía) y Spirogyra (filamentosa). lar silicificada. La macroalga roja Rhodymenia, común en
(f) Trachelomonas,una euglenófita unicelular que posee una costas marítimas chilenas. k. Porphyridium, uno de los
cubierta de carbonato de calcio. (g) Gymnodinium,un dinofla- escasos representates unicelulares y dulceacuícolas dentro
gelado cuya pared celular está constituida por placas de carbon- de las algas rojas. (Fotografías de Eduardo Morales y Fran-
ato de calcio dispuestas a manera de un piso de mosaico. cis Trainor).

No obstante las dificultades anteriores, la diversidad se define fre-


cuentemente en función del número de especies encontrado en una
comunidad, una medida llamada riqueza de especies. Varios índices
matemáticos han sido desarrollados para connotar la diversidad de
especies en tres escalas geográficas diferentes. El número de especies en
una comunidad o sitio determinado se describe como la diversidad alfa.
La diversidad alfa es cercana al concepto de riqueza de especies y puede
usarse para comparar el número de especies en sitios particulares o tipos
de ecosistemas, como lagos o bosques. Por ejemplo, la diversidad alfa del
bosque lluvioso del Amazonas es superior a la de un bosque templado,
porque una parcela de 10 ha en el primero contiene diez veces más
especies de árboles que una parcela de 10 ha en un bosque templado
50 (Latham y Ricklefs, 1993).
La diversidad gamma se aplica a escalas geográficas mayores. Se II. ¿Qué es la diversidad biológica?
refiere al número de especies en una región más grande o en un conti-
nente. La diversidad γ permite comparar grandes extensiones que
mantienen diversas comunidades biológicas en un área geográfica amplia
que incluye varios hábitats. Por ejemplo, en Nicaragua habitan unas 200
especies de mamíferos y tiene, por lo tanto, una diversidad γ cuatro veces
mayor que Gran Bretaña donde habitan sólo 50 especies (datos de
World Conservation Monitoring Centre,1994). La diversidad γ de un
paisaje resulta de la diversidad alfa de sus comunidades y del grado de
diferenciación o diversidad beta entre ellas (Whittaker, 1972).
La diversidad beta (β) es una medida del grado de partición del ambi-
ente en parches o mosaicos biológicos. Este componente de la diversidad
es particularmente importante a escala del paisaje, donde cuantifica el
grado de recambio de especies a lo largo de gradientes geográficos o
ambientales (Halffter, 1998). La diversidad beta permite evaluar tam-
bién la heterogeneidad espacial en los policultivos y sistemas agrofore-
stales de uso múltiple (Halffter y Escurra, 1992).
Podemos ilustrar los tres tipos de diversidad con un ejemplo teórico
en tres sectores montañosos (Figura II.9). La región 1 tiene la mayor
diversidad alfa, con más especies promedio por montaña (seis especies)
que las otras dos regiones. La región 2 tiene la mayor diversidad gamma,
con un total de diez especies. La región 3 tiene una mayor diversidad beta
(3.0) que la región 2 (2.5) o que la región 1 (1.2) porque todas sus
especies se encuentran en sólo una montaña cada una. Nótese que la
región 1 es la más rica en especies, pero como éstas son casi las mismas en
todas las montañas, su diversidad beta es más baja que en la región 3. Un
ejemplo de esta situación se encuentra al comparar la selva valdiviana y el
desierto de Atacama en Chile. Aunque el número de especies de plantas
por hectárea es mucho mayor en la selva valdiviana que en el desierto de
Atacama, este último puede presentar una variación de especies entre Figura II.9. Índices de biodiversi-
dad para tres regiones, cada una
sitios mucho más alta, particularmente en sectores del desierto expuestos con tres montañas. Cada letra re-
a la neblina costera (Rundel et al., 1991). Por lo tanto, la diversidad alfa presenta una población de una
especie. Algunas especies están sola-
mente en un montaña mientras que
otras están en dos o tres montañas.
Se muestran los valores para las
diversidades alfa, beta y gamma. Si
hubiera fondos disponibles para
proteger sólo una de las regiones,
debería seleccionarse la región 2
porque presenta la mayor diversi-
dad gamma (total). Sin embargo, si
sólo una de las montañas puede ser
protegida, debiera seleccionarse una
de la región 1 debido a su mayor
diversidad alfa (local). Las mon-
tañas de la región 3 tienen mayor
diversidad beta. De todas las
regiones, la 3 debiera tener menor
prioridad de conservación.
51
Fundamentos de laconservación es más alta en la selva valdiviana, pero la diversidad beta es mayor en las
biológica lomas costeras del desierto de Atacama. Una situación similar ocurre con
la elevada diversidad beta y los altos grados de endemismo en los desier-
tos de México (Sonora, Chihuaha o el Valle de Tehuacán-Cuicatlán),
característica que se refleja también en el alto grado de endemismo de las
cactáceas, que alcanza un 72% a nivel de especies (Rzedowski, 1992a,b;
Cuadro IV.3). Una diversidad beta alta puede ocurrir también a escalas
espaciales pequeñas, por ejemplo, las especies de insectos que viven en el
follaje pueden variar casi completamente de un árbol a otro en las selvas
tropicales de Panamá (Erwin, 1982; Capítulo III). Recientemente la
diversidad beta ha adquirido mayor relevancia para la estimación y evalu-
ación de la biodiversidad (Feinsinger, 2001). Otro aspecto importante en
la estimación de la diversidad de especies es la consideración no sólo de la
riqueza de especies, sino también de la abundancia relativa de cada una de
ellas (Capítulo V).

Diversidad de comunidades

Una comunidad biológica está constituida por el conjunto de diversas


especies que habitan en una localidad particular, incluyendo sus comple-
jas interacciones bióticas. Las comunidades biológicas están organizadas
en niveles tróficos que representan las formas en las cuales se obtiene la
energía del ambiente (Figura II.10). Las especies fotosintéticas (también
conocidas como productores primarios) obtienen su energía directamente
del sol. En ambientes terrestres las plantas son las responsables de la
mayor parte de la fotosíntesis, mientras que en los ambientes acuáticos
los fotosintetizadores más importantes son las algas uni y multicelulares
y las cianobacterias (algas verde-azuladas). Todas estas especies utilizan la
energía solar para producir moléculas orgánicas básicas que necesitamos
para vivir y crecer.
Los herbívoros (también conocidos como consumidores primarios)
comen especies fotosintéticas. Por ejemplo, en ambientes terrestres los
mamíferos (como la capibara) o insectos (como las langostas o salta-
montes) comen hierbas, mientras que en los ambientes acuáticos los
peces y especies del zooplancton (como los crustáceos) comen algas.
Debido a que gran parte del material vegetal no es digerible para muchas
especies o simplemente no es comido, como la celulosa y la lignina, sólo
un pequeño porcentaje de la energía capturada por las especies que foto-
sintetizan se transfiere al nivel de los herbívoros.
Los carnívoros (también conocidos como consumidores secundarios o
depredadores) comen otros animales. Los carnívoros primarios (como el
jaguar) comen herbívoros (como la capibara), mientras que los
carnívoros secundarios (como el salmón) comen otros carnívoros (como
un sapo). Ya que los carnívoros no comen toda su presa porque muchas
partes de su cuerpo no son digeribles, nuevamente un pequeño por-
centaje de la energía del nivel trófico herbívoro se transfiere al nivel
52 carnívoro. Los carnívoros por lo general son depredadores, aunque
II. ¿Qué es la diversidad biológica?

algunos combinan la depredación directa con el comportamiento carroñero. Figura II.10. Modelo de un ecosis-
Otros carnívoros, como el coatí, son omnívoros porque incluyen una por- tema que muestra los niveles trófi-
ción sustancial de vegetales en su dieta. En general, los depredadores son cos y vías de energía simplificadas.
más grandes y más fuertes que sus presas, pero se encuentran en menores
densidades poblacionales.
Los parásitos, plagas y organismos causantes de enfermedades forman
una importante subclase de depredadores. Los parásitos de animales,
incluyendo mosquitos, garrapatas, gusanos intestinales, protozoos y bac-
terias son pequeños en tamaño y no matan a su presa inmediatamente.
Las plantas también pueden ser atacadas por parásitos que incluyen hon-
gos, bacterias, virus, otras plantas e insectos. Los efectos de los parásitos
van desde el debilitamiento imperceptible de la presa hasta un debilita- 53
Fundamentos de laconservación miento total o incluso la muerte de la presa. Los parásitos son a menudo
biológica importantes en el control de la especie presa. Cuando la densidad de la
especie presa es baja, los parásitos son menos capaces de moverse desde
un hospedero a otro y sus efectos sobre la población de la presa son
bajos. Cuando la población de la presa tiene alta densidad, los parásitos
se expanden rápidamente desde un individuo a otro, causando intensas
infestaciones locales del parásito, con la disminución subsiguiente en la
densidad de la presa. En zoológicos y pequeñas reservas naturales pueden
ocurrir altas densidades de poblaciones presa, de manera que esos lugares
pueden ser peligrosos para muchas especies amenazadas.
Los detritívoros (también conocidos como descomponedores) son
especies que se alimentan de detritos, es decir restos de materia orgánica,
tales como tejidos muertos de plantas y animales y desperdicios,
degradando los tejidos complejos y las moléculas orgánicas. Los
d e t r i t í vo ros liberan minerales tales como nitratos y fosfatos hacia el
ambiente, desde donde pueden ser tomados de nuevo por plantas y
algas. Los detritívoros más importantes son las bacterias y los hongos
(Figura II.11). Sin embargo, en los procesos de degradación de la mate-
ria orgánica interviene un amplio rango de especies, que incluye por
ejemplo buitres y otros carroñeros que se alimentan de animales muer-
tos, lombrices que degradan hojas caídas y otra materia orgánica e insec-
Figura II.11. Los organismos
detritívoroso descomponedoresse tos como los escarabajos peloteros que se alimentan y entierran estiércol
alimentan de detritos(restos de animal (Figura IV.10). Si los detritívoros no estuvieran presentes para
materia orgánica), degradando los degradar la materia orgánica y liberar los nutrientes, el crecimiento de las
tejidos complejos a moléculas sim- plantas disminuiría enormemente.
ples. En este proceso liberan min-
erales, tales como nitratos y fos-
fatos, que son tomados de nuevo
por las plantas y las algas. Las bac- Principios de organización de las comunidades
terias y los hongos (como el hongo
ostra que en la fotografía se observa Como una consecuencia de la menor transferencia de energía a cada
creciendo sobre un tronco caído) nivel trófico sucesivo en las comunidades biológicas, la mayor biomasa
son detritívoros esenciales puesto (peso vivo) en un ecosistema terrestre corresponde a los productores pri-
que tienen la capacidad de degradar
marios. En las comunidades terrestres existe una tendencia a tener más
y reciclar grandes cantidades de
moléculas resistentes como la celu-
losa y la lignina, que no pueden ser
digeridas por invertebrados y otros
componentes de la biota. Si los
hongos, las bacterias y otros
detritívoros no estuvieran presentes
para degradar la materia orgánica y
liberar los nutrientes, el crecimien-
to de las plantas disminuiría
enormemente y “estaríamos enterra-
dos en una capa de basura”.
(Fotografía de Ricardo Rozzi,
Archivo Parque Etnobotánico
Omora, Isla Navarino, Chile).

54
individuos herbívoros que carnívoros primarios y más carnívoros primar- II. ¿Qué es la diversidad biológica?
ios que secundarios (Price, 1992). Por ejemplo, una comunidad de
bosque generalmente contiene más insectos y biomasa de insectos que
aves insectívoras, y más aves insectívoras que aves rapaces (como los hal-
cones, que se alimentan de otras aves).
Aunque las especies pueden organizarse dentro de estos niveles trófi-
cos generales, el espectro de alimentos de cada especie puede ser bastante
especializado (Freeland y Boulton, 1992). Por ejemplo, una determinada
especie de áfido puede alimentarse sólo de un tipo de planta, y una cierta
chinita (Coccinelidae) puede alimentarse de sólo un tipo de áfido. Estas
relaciones específicas de alimentación se llaman cadenas tróficas. La
situación más común en muchas comunidades biológicas es, sin embar-
go, que una especie se alimente de varias especies de un nivel trófico infe-
rior y, a la vez, sea presa de varias especies del nivel trófico superior. Por
lo tanto, una descripción más exacta de la organización de las comu-
nidades biológicas corresponde a la de red trófica, en la cual las especies
están ligadas a través de complejas relaciones de alimentación (Figura
II.12). Las especies del mismo nivel trófico que usan aproximadamente Figura II.12. Diagrama de una
los mismos recursos ambientales se consideran como un gremio de cadena trófica real estudiada en el
lago Gatún en Panamá. El fito-
especies. plancton (microalgas fotosintéticas)
La especificidad de los requerimientos de cada especie constituye un es el productor primario y la base
factor importante porque previene el aumento excesivo de las pobla- de la cadena alimenticia. El zoo-
ciones de muchas especies dentro de una comunidad. Por ejemplo, las plancton está compuesto por ani-
dietas de muchos insectos herbívoros están restringidas a sólo unas pocas males flotantes pequeños, por lo
especies de plantas, y muchos insectos pueden comer sólo ciertas partes general microscópicos, que confor-
man los consumidores primarios
de la planta (Ehrlich y Raven, 1964). Esta especialización trófica radica que forman, junto con los insectos,
en la forma de su aparato bucal y de su cuerpo que son adecuados para las fuentes de alimentación básicas
un cierto comportamiento de alimentación. Todavía más especializados para los peces que son consumi-
son sus sistemas digestivos, los cuales son sorprendentemente limitados dores secundarios. (Cortesía de G.
en su capacidad para extraer nutrientes y tolerar los compuestos tóxicos H. Orians).

55
Fundamentos de laconservación defensivos producidos por muchas plantas. Así, aunque un bosque
biológica pueda estar lleno de plantas verdes creciendo vigorosamente, algunas
especies de insectos que se alimentan de especies de plantas raras pueden
ser incapaces de completar su desarrollo y de reproducirse, porque no
pueden obtener el alimento específico que requieren. Por lo tanto, para
la evaluación de las reservas naturales no sólo importa su tamaño, sino
también su gama de hábitats y recursos.
Los hábitats particulares pueden contener recursos clave críticos, a
menudo físicos o estructurales, que ocupan sólo un área restringida del
hábitat y que son cruciales para muchas especies en la comunidad. Por
ejemplo, las láminas salinas y los afloramientos minerales constituyen una
fuente de minerales esenciales para la vida silvestre, y su distribución
puede determinar la abundancia y distribución de los vertebrados, par-
ticularmente en áreas tierra adentro con lluvias intensas. Las pozas pro-
fundas en esteros y vertientes pueden ser el único refugio para peces y
otras especies acuáticas durante la estación seca, cuando el nivel del agua
baja. Para los animales terrestres, estas fuentes de agua pueden proveer la
única fuente de agua fresca disponible dentro de un radio considerable.
Los troncos ahuecados proveen sitios de nidificación para muchas especies
de aves o madrigueras para mamíferos. Este tipo de recursos clave puede
ocupar sólo una pequeña porción de un área protegida, pero tiene una
importancia crucial para la conservación de muchas poblaciones ani-
males. La pérdida de un recurso clave podría significar la rápida pérdida
de una especie animal.
Cuando una población o especie se extingue, pueden ocurrir extin-
ciones en cascada de plantas que dependen de aquellos animales para su
polinización y dispersión de semillas. Aquellas especies que tienen efec-
tos desproporcionadamente altos sobre la estructura comunitaria se
denominan especies clave. Estas especies incluyen organismos tales como
hongos que movilizan fósforo, bacterias que fijan nitrógeno,
depredadores que permiten la coexistencia de varias especies de presas o
especies de detritívoros que previenen la acumulación de materia orgáni-
ca muerta. Un caso notable dentro de este último grupo corresponde al
pez detritívoro Prochilodus mariae que habita en la Cuenca del Orinoco.
Hacia fines de la estación lluviosa las poblaciones de esta especie realizan
migraciones masivas hacia las laderas andinas y van retirando los sedi-
mentos desde las piedras del fondo de los ríos, de manera que modifican
notablemente el hábitat acuático, creando heterogeneidad de microhábi-
tats y superficies “limpias” en rocas que permiten el establecimiento de
otros organismos de las comunidades acuáticas (Flecker, 1996, Figura
II.13). Este caso permite ilustrar cómo la construcción de una represa
que impide las migraciones de especies de peces como el P. mariae alterará
también la estructura comunitaria y el funcionamiento de los ecosis-
temas acuáticos.
Uno de los ejemplos clásicos de una especie de depredador clave es la
estrella de mar, Pisaster sp., que se alimenta de 15 especies de moluscos
adheridos a la roca del ecosistema intermareal (Paine, 1966). La estrella
56 de mar come suficientes individuos de las diversas especies de moluscos
II. ¿Qué es la diversidad biológica?

(A) Figura II.13. Aquellas especies que


se denominan especies clavetienen
un gran efecto sobre la estructura
de las comunidades biológicas de
las que forman parte. (A) Por ejem-
plo, el pacu (Prochilodus mariae) es
un pez detritívoro que habita en la
cuenca del Orinoco donde retira los
sedimentos de las piedras del fondo
de los ríos; de esta manera modifica
notablemente el hábitat acuático
durante sus migraciones masivas
hacia las laderas andinas. En (B) se
observan las superficies de las rocas
que ha “limpiado” el pacu y que
permiten el establecimiento de
(B)
otros organismos de las comu-
nidades acuáticas, en contraste con
(C), donde se aprecia la acumu-
lación de sedimentos sobre las rocas
en el sector donde se ha excluido el
pez por medio de mallas.
(Fotografías de Alexander Flecker,
reproducido con permiso de
Ecology).

(C)

como para que ninguna llegue a acaparar todo el espacio y excluya a


otras especies, permitiendo la coexistencia de las 15 especies en las rocas
del intermareal. Cuando se remueve la estrella de mar, las poblaciones de
moluscos aumentan a tal grado que sólo algunas de las 15 especies origi-
nales logran persistir, e incluso algunas rocas son colonizadas sólo por
una especie. Análogamente, en las comunidades de praderas la diversi-
dad de especies de plantas es a menudo superior cuando se encuentran
herbívoros que pastorean en ellas (Harper, 1977). 57
Fundamentos de laconservación Un grupo de especies clave fundamental para el funcionamiento de
biológica los ecosistemas terrestres es el de las bacterias del género Rhizobium.
Estas bacterias establecen interacciones mutualistas con especies de legu-
minosas y estas interacciones son esenciales para la disponibilidad de uno
de los nutriente más importante para las plantas, el nitrógeno. En las
relaciones mutualistas ambas especies (o grupos de especies) interactu-
antes se benefician. En este caso, las bacterias penetran los pelos radicu-
lares de la planta de la que obtienen hidratos de carbono como fuente de
energía. A su vez, las bacterias transforman el nitrógeno atmosférico (N-
2, que no es asimilable por la planta) en NH3,que reacciona con agua
formando NH4+, el cual es incorporado en los aminoácidos de la planta
(Figura II.2C). Este proceso de fijación biológica del nitrógeno consti-
tuye el mayor aporte de este macronutriente en los ecosistemas terrestres,
incluyendo los sistemas agrícolas de los cuales depende la alimentación
Figura II.14. Interacciones mutu- humana (Lynch y Hobbie, 1998).
alistas entre hormigas y plantas. (A) Las interacciones mutualistas son mucho más comunes de lo que se
La Myrmecodiade Borneo es una supuso en el pasado. Los mutualismos abarcan una amplia gama de
epífita (planta que crece sobre la interacciones entre especies, que son clave no sólo para la supervivencia
superficie de otra planta) que pro- de las especies involucradas directamente en la interacción, sino también
duce un tubérculo lleno de cámaras
huecas en su base. (B) Las cámaras
para el funcionamiento de los ecosistemas. En los ambientes marinos, los
son ocupadas por colonias de arrecifes de coral constituyen uno de los ecosistemas más diversos y su
hormigas que usan algunas cámaras subsistencia depende de la interacción mutualista entre algas fotosintéti-
como sectores de oviposición y cas y celenterados (Recuadro III.3). En los ambientes terrestres, una
otras como depósito de hormigas relación mutualista muy generalizada corresponde a las micorrizas generadas
muertas. La planta absorbe los por las interacciones entre ciertos hongos y la mayoría de las plantas vas-
nutrientes minerales que necesita
para su crecimiento desde estos
culares (Recuadro XIX.2). En los ecosistemas tropicales ocurren fre-
depósitos, a la vez que las hormigas cuentes asociaciones mutualistas entre especies de plantas y de hormigas
obtienen un sitio seguro para (Figura II.14). Por ejemplo, los árboles de Acacia producen secreciones
establecer sus colonias. (Fotografias ricas en azúcares (cuerpos de Beltian) de las cuales se alimentan las
de Richard Primack). hormigas, que además encuentran en los árboles una estructura para
establecer sus colonias. A su vez,
las hormigas eliminan a los insec-
tos herbívoros que de otro modo
devorarían el follaje de las acacias
(Cronin, 1998; Janzen, 1966,
1969). Otros géneros de árboles
tropicales como las cecropias pro-
ducen secreciones ricas en lípidos y
proteínas (cuerpos de Mueller), de
las que se alimentan las hormigas
Azteca, que también defienden a
estos árboles de los insectos her-
bívoros (Agrawal, 1998; Janzen,
1973). Las hormigas azteca consti-
tuyen especies clave porque sin su
presencia las cecropias no sobre-
vivirían, dado que serían rápida-
58 (A) (B)
mente defoliadas y no podrían
fotosintetizar. A su vez, la pérdida de las cecropias afectaría a numerosas II. ¿Qué es la diversidad biológica?
aves, murciélagos y mamíferos que se alimentan de sus frutos y dispersan
sus semillas, regenerando la comunidad.
En realidad, en las intrincadas redes de interacciones ecológicas,
todas las especies podrían llegar a ser especies clave (Feinsinger, 2001).
Esta propiedad no sólo depende de las especies mismas y sus interac-
ciones, sino también de cuánto se conozca la biología de la especie y
cuánto se haya estudiado su ecología. Por ejemplo, las lombrices llegan a
construir redes de galerías subterráneas de hasta 8 900 km/ha, que airean
el suelo y proveen canales, los cuales son seguidos por las raíces de las
plantas, que van así extrayendo los minerales de nuevos sectores del suelo
(Lavelle et al., 1995). Mientras van creando galerías, las lombrices
ingieren materia orgánica en descomposición y suelo mineral, evitando
así la acumulación de detrito y facilitando la liberación de minerales y
nutrientes esenciales, como el fósforo y el nitrógeno, que quedan
disponibles para el crecimiento de las plantas (Rose, 1997). De esta
manera, las lombrices constituyen especies clave que interconectan los
flujos de nutrientes entre el mundo biótico y el mundo físico, al liberar
nutrientes y modificar la estructura física del suelo. Este ejemplo muestra
además cómo las especies biológicas no sólo interactúan entre sí, sino
también con el ambiente abiótico y organizan así los ecosistemas que
engloban tanto los sistemas físicos (agua, suelo, rocas, aire) como las
comunidades biológicas descritas arriba.

Diversidad de ecosistemas y ecorregiones en Latinoamérica

La perspectiva de los ecólogos de ecosistemas ha sido descrita como de


“cajas negras” porque la atención principal está en los flujos de energía y
materia a través de los ecosistemas, y no tanto en las poblaciones o
especies biológicas. Así, por ejemplo, se mide la cantidad de nitrógeno
que ingresa a una cuenca en el punto del nacimiento de los arroyos y
luego se compara con los niveles de este nutriente en los puntos en que
los cursos de agua dejan las cuencas (véase Hedin et al., 1995). Respecto
a la transferencia de energía, las preguntas se dirigen hacia cuánta mate-
ria orgánica (y la energía contenida en ella) generada por los productores
primarios (por ejemplo, fitoplancton) es absorbida por los herbívoros o
consumidores primarios (por ejemplo, dafnias del zooplancton), por los
depredadores de herbívoros o consumidores secundarios (por ejemplo,
peces zooplanctónicos), por los depredadores de los depredadores de her-
bívoros o consumidores terciarios (por ejemplo, las carpas que se alimen-
tan de peces) y así sucesivamente a través de las redes tróficas (Lindeman,
1942; Wiegert y Owen, 1971). El énfasis en estos estudios radica en los
“eslabones tróficos” y en las transferencias de energía y materia entre
ellos, más que en las especies contenidas en tales “eslabones” o “cajas
negras”.
La síntesis entre las aproximaciones de los ecólogos de ecosistemas y
aquellas de los ecólogos de poblaciones y comunidades se ha comenzado 59
Fundamentos de laconservación a gestar durante las últimas dos décadas, y representa una integración
biológica muy fértil para la investigación ecológica y para la conservación biológi-
ca (Pickett et al., 1992; Rozzi y Cardon, en preparación). La perspectiva
de comunidades se enriquece al considerar los flujos de materia y energía
que ocurren a través de los componentes bióticos y abióticos de los eco-
sistemas. A la vez, la perspectiva ecosistémica se enriquece al “mirar den-
tro de las cajas negras” y distinguir interacciones ecológicas e historias de
vida de las especies que componen las comunidades.
Además, las influencias entre los sistemas físicos y bióticos es recípro-
ca y el papel de la diversidad biológica es vital para el funcionamiento de
los ecosistemas (Mooney et al., 1995). La cobertura y estructura de la
vegetación modifican sustancialmente características físicas, tales como
la velocidad del viento, la humedad y la temperatura (Capítulo VI). Las
comunidades de macroalgas en el intermareal rocoso disminuyen las
variaciones de humedad y temperatura y atenúan el impacto de las olas que
afecta a numerosos invertebrados (Cancino y Santelices, 1981). Los
arrecifes de coral constituyen estructuras construidas por comunidades
de animales y algas que modifican la topografía y propiedades físicas del
Figura II.15. Distribución de los fondo marino, proveyendo un hábitat que alberga una de las mayores
mayores biomas terrestres en diversidades de organismos del planeta (Recuadro III.3).
relación con la precipitación y tem- Los ciclos anuales de temperatura y precipitación y las características
peratura media anual. Dentro de de la superficie del suelo afectan, a su vez, la estructura y las característi-
los sectores delimitados por líneas cas de una comunidad biológica y favorecen la formación de bosques,
discontinuas el tipo de bioma es
muy dependiente de factores como
praderas, desiertos o humedales. Esta perspectiva llevó a Whittaker
la estacionalidad de las sequías, la (1970) a ubicar a los mayores biomas terrestres del planeta dentro de
frecuencia de fuegos y la intensidad zonas de gradientes de precipitación y temperatura, que en cierta medida
del pastoreo. (Según Whittaker, se relacionan con gradientes latitudinales y altitudinales (Figura II.15).
1970). En Latinoamérica las formaciones “árticas-alpinas” son en realidad
“antártico-andinas” y se las encuentra las
latitudes australes y en las zonas altas de
la Cordillera de los Andes. En los ecosis-
temas de altura, que incluyen los
páramo y la Puna, se encuentran vari-
adas formas de vida como las plantas en
cojín, que toleran grandes fluctuaciones
térmicas y de humedad (Figura II.16).
En regiones donde la temperatura es
alta y la precipitación es escasa se
encuentran las formaciones de desierto,
como el de Atacama, que se prolonga
por Perú hacia el norte, o el de Chi-
huahua que, como otros desiertos mexi-
canos, alberga un alto número de
especies endémicas (Cuadro IV.3; Figu-
ra XV.4). En las zonas cálidas con mayor
precipitación se encuentran los bosques
tropicales secos, como los del Chaco
60 (Recuadro XIX.4) o el sur de México
II. ¿Qué es la diversidad biológica?

(A)

Figura II.16. (A) En la Puna cre-


cen formas de vida muy singulares
como las plantas en cojín (B), que
toleran las grandes fluctuaciones
térmicas y de humedad (Fotografías
[A] de Christopher Anderson y
(B) [B] de Teresa Tarifa).
(Recuadro III.1), y lluviosos, como el Bosque Atlántico de Brasil
(Recuadro VI.1). En las regiones neotropicales no sólo existe una rica
diversidad terrestre, sino que también sus sistemas dulceacuícolas, com-
puestos por una multitud de cuencas pequeñas y aisladas y de grandes
ríos, contribuyen a que Sudamérica posea la fauna de peces de agua
dulce más diversa del mundo: se han descrito más de 3 000 especies pese
a que se ha explorado la ictiofauna de menos del 25% del territorio
(Figura II.17, Recuadro IV.1). En las regiones lluviosas más frías se
encuentran los bosques templados que albergan algunas de las especies
más longevas del planeta, como el alerce (Fitzroya cupressoides), que
puede alcanzar más de 3 600 años de edad (Figura IX.6a, Lara y Villal-
ba, 1993). En las regiones de precipitación y temperatura intermedias se
encuentran formaciones de praderas, como las pampas del centro de
Argentina, y sabanas, como la Gran Sabana y los Llanos del Orinoco en
Venezuela (Recuadro XVIII.8).
Para el trabajo en conservación biológica es fundamental tener siem-
pre presente una perspectiva jerárquica de distintas escalas temporales,
espaciales y niveles de organización en los que se describe y analiza la bio-
diversidad. Las categorías generales de Whittaker adquieren característi-
cas muy particulares en diversas situaciones geográficas, estados suce-
sionales y grados de aislamiento. La clasificación de unidades regionales
de hábitat para Latinoamérica y el Caribe permite tener una visión un
poco más cercana del mosaico de comunidades biológicas y ecosistemas
Fundamentos de laconservación
biológica

(A)

de

Figura II.17. (A) En la multitud de


cursos de aguas en cuencas pequeñas
y aisladas de la Amazonía se encuen-
tra la fauna de peces de agua dulce
más diversa del mundo. (B) Los
bagres, como la Pseudoplatystoma sp.
constituyen uno de los grupos más
diversos entre las 3 000 especies
descritas para los ecosistemas de
agua dulce de Sudamérica.
(Fotografías (A) de Ezio M. Firmani
y (B) de Donald Taphorn). (B)

esta región (Figura II.18). Es fundamental, sin embargo, considerar


siempre que al refinar la resolución en cada una de estas unidades apare-
cen ecorregiones muy diversas. Por ejemplo, dentro de los bosques tem-
plados australes (7.1 en el mapa, Figura II.18) se encuentran tipos fore-
stales tan diversos como el parque de araucaria (Figura I.1A), la selva
valdiviana (Figura I.3A), el bosque mixto de alerce y coigüe (Figura
IX.6A) y los bosques del extremo austral en la zona del Cabo de Hornos
(Figura X.7C). En los capítulos siguientes se analizarán los patrones de
distribución de la diversidad biológica, su grado de conocimiento y las
amenazas a que están sujetas las distintas regiones del Neotrópico o
América Latina, que a nivel planetario constituye la zona más rica en
especies vegetales, grupos de animales (como las aves y los peces) y donde
la mayor parte de la biota de invertebrados, hongos y otros grupos menos
estudiados todavía está aún por descubrirse, a la espera de ir dilucidando
este interminable tejido de la biodiversidad.

62
Figura II.18. Unidades regionales
de hábitat de Latinoamérica y el
Caribe. (Según el Biodiversity
Suport Program y la WWF, 1995). 63
Fundamentos de laconservación Resumen
biológica
1. El contacto con la biodiversidad y su reconocimiento es una experien-
cia que enriquece nuestra comprensión acerca del mundo natural y de
nuestra posición en él. A la vez, la diversidad biológica es tan vasta que
parece inaprensible, incluso para los biólogos. Una forma de describir la
enorme y compleja diversidad biológica se basa en un esquema
jerárquico de niveles de organización biológica que analiza la diversidad
de genes, poblaciones, especies, comunidades biológicas, ecosistemas,
paisajes y biomas, distinguiendo en cada nivel tres atributos: composi-
ción, estructura y función.

2. El conocimiento de los múltiples cambios geológicos, biogeográficos,


ecológicos y evolutivos ayuda a comprender los patrones de diversidad y
distribución actual de los grupos de organismos, a la vez que resalta el
carácter dinámico de las comunidades biológicas que nos esforzamos por
conservar. La concepción evolutiva y ecológicamente dinámica de la bio-
diversidad subraya que, más que la preservación de las especies o las
comunidades en forma aislada, el objetivo central de la conservación
biológica es posibilitar la continuidad de los procesos evolutivos y
ecológicos.

3. La diversidad cultural en el Continente Americano ha evolucionado


embebida en una intrincada red de interacciones con la biodiversidad.
Las culturas americanas han desarrollado un gran número de variedades
de papa, maíz y otros cultivos. A la vez, las prácticas de policultivos
como las chinampas, o de recolección y plantación de especies en selvas
como las de los mayas o la de algunos pueblos amazónicos, han influido
sobre la composición de especies y la fisionomía del paisaje. Estas prácti-
cas tradicionales tienden a aumentar la diversidad de variedades al incluir
un mosaico de ellas y de condiciones ambientales locales. Esta situación
contrasta con la agricultura comercial, la cual se basa en unas pocas
variedades y propende cada vez más hacia patrones culturales y biológi-
cos únicos y, por lo tanto, reduce la variabilidad genética, la diversidad
de especies y la diversidad cultural.

4. Existe una multiplicidad de definiciones de especies, pero son dos los


tipos fundamentales que han prevalecido: (1) la definición morfológica o
fenotípica de especie (tradicionalmente utilizada por los taxónomos), que
distingue y clasifica a las especies en base a un conjunto de características
morfológicas, anatómicas, fisiológicas y/o bioquímicas, y (2) la definición
biológica, que define como especie al conjunto de poblaciones cuyos indi-
viduos se entrecruzan actual o potencialmente dando origen a descen-
dencia fértil. Ambas definiciones presentan limitaciones, debido a que
no todas las especies tienen reproducción sexual o porque es muy difícil
determinar si las poblaciones dan origen a descendencia fértil. Por otro
lado, las especies pueden presentar formas muy diferentes debido a la
plasticidad fenotípica, dimorfismo sexual y cambios durante las etapas
64
del desarrollo. A la inversa, poblaciones morfológicamente muy similares II. ¿Qué es la diversidad biológica?
pueden corresponder a especies distintas. Con técnicas moleculares se
han detectado numerosos casos de estas “especies crípticas”.

5. En ecología la diversidad de especies se caracteriza por numerosos


índices. El más simple se refiere a la riqueza de especies a escalas geográfi-
cas diferentes. La diversidad alfa corresponde al número de especies en
una comunidad o sitio determinado. La diversidad gamma se refiere al
número de especies en una región extensa. La diversidad beta estima el
grado de recambio de especies de un sitio a otro

6. En las comunidades biológicas algunos recursos como láminas salinas


o afloramientos minerales, pozas profundas en esteros y troncos ahuecados
pueden ser claves para la sobrevivencia y éxito reproductivo de muchas
especies. Algunas especies, como bacterias fijadoras de nitrógeno, lom-
brices que socavan el suelo, peces que remueven el detrito, hormigas que
previenen las defoliación de algunos árboles, etc. pueden tener un
impacto muy alto sobre la estructura comunitaria y se denominan, por
lo tanto, especies clave.

7. La biodiversidad tiene un papel muy importante en el funcionamien-


to de los ecosistemas. La integración de las perspectivas de ecosistemas,
centradas en los flujos de energía y materia, y la de los ecólogos de pobla-
ciones y comunidades, centradas en las interacciones entre especies o
poblaciones, es muy valiosa para la investigación y la aplicación en la
biología de la conservación.

8. Las influencias entre los sistemas físicos y bióticos de los ecosistemas


son recíprocas: los organismos modifican su ambiente y el ambiente
influye sobre ellos. Factores climáticos, como los ciclos anuales de tem-
peratura y precipitación favorecen la formación de determinados tipos
de biomas, bosques, praderas, desiertos o humedales. Latinoamérica no
sólo tiene la más alta diversidad de especies vegetales, de aves, de peces y
otros grupos de organismos, sino también incluye una enorme diversi-
dad de tipos de hábitats, como los desiertos secos y cálidos, las selvas llu-
viosas y frías, los arrecifes de coral, las pequeños esteros tropicales, los
lagos del altiplano y las mayores zonas de bosque tropical y humedal del
planeta.

Para discutir

1. ¿Cuántas especies de aves, plantas, insectos, mamíferos y hongos


puede identificar en su vecindario o en un ecosistema de su región?
¿Entre las especies identificadas, cuáles grupos taxonómicos (vertebrados,
invertebrados, plantas, algas, hongos) y ecológicos (descomponedores,
productores primarios, herbívoros, depredadores) son más comunes?
¿Cómo podría aprender a identificar las especies menos notorias? ¿Cuán
generalistas o especialistas son las especies identificadas? ¿Cómo podría 65
Fundamentos de laconservación organizar las redes de interacciones ecológicas entre ellas? ¿Puede distin-
biológica guir algunas especies clave?

2. ¿Qué esfuerzos de conservación se desarrollan actualmente en su


región y en qué nivel biológico se centran: la variación genética, la diver-
sidad de especies, las comunidades biológicas y los ecosistemas? ¿Cuáles
son los atributos más considerados por tales proyectos: la composición
de la biodiversidad, sus funciones o la estructura de las comunidades,
paisajes o poblaciones? ¿Cree usted que otros componentes de los ecosis-
temas naturales necesiten ser protegidos?

3. ¿Cuál ha sido el efecto sobre la biodiversidad de comunidades indíge-


nas y cómo se compara al efecto que tiene la sociedad actual sobre ella?
¿Qué variedades de cultivos se han desarrollado en su región y cuáles
siguen plantándose y consumiéndose? ¿Cuántos tipos de frutos y
“sabores” distingue usted en el supermercado y cuántos en los mercados
rurales?

4. ¿Cómo ha cambiado el paisaje en su localidad durante los últimos


1 000, 500, 100 y 10 años? ¿Qué conclusiones y recomendaciones puede
ofrecer para la conservación biológica y cultural en su región?

5. ¿Qué tipos de hábitat o ecosistemas componen su región? ¿Cómo se


distribuyen, a lo largo de algún gradiente climático, de altitud, de
humedad, de distancia al mar, de salinidad o de tipo de suelo? ¿Cómo
interactúan estos ecosistemas entre sí, en términos de grupos de especies
compartidas o distintas, flujos de nutrientes o agua que fluye de uno a
otro y de diseños para la conservación? ¿Cómo manejaría usted el
mosaico de ecosistemas en el paisaje de su región con el fin de conservar
o restaurar los niveles y atributos de la diversidad biológica?

Lecturas sugeridas

Aguilera, M., y J. Silva (1997), “Especies y biodiversidad”, Interciencia


22:299-305. Una sucinta e interesante revisión del concepto de
especies y sus implicaciones para la conservación biológica y el con-
cepto de biodiversidad.
Bouzat, J. L., G. Giovambattista, C. D. Golijow, M. M. Lojoe y I. F. Dulout
(1998), “Genética de la conservación de razas autóctonas: el ganado
criollo argentino”, Interciencia 23:151-157.
Flecker, A. S. (1996), “Ecosystem engineering by a dominant detritivore
in a diverse tropical stream”, Ecology 77:1845-1854. Un interesante
caso de una especie clave.
Hernández, J., T. Walschburger, R. Ortiz y A. Hurtado (1992), “Origen
y distribución de la biota suramericana y colombiana”, en Halffter,
G., (comp.), La Diversidad Biológica de Iberoamérica I. volumen
especial, Acta Zoológica Mexicana, nueva serie, Instituto de
66 Ecología, A.C., Xalapa, México, pp. 55-104. Un muy buen ensayo
acerca de las interrelaciones entre la historia biogeográfica y los II. ¿Qué es la diversidad biológica?
patrones de diversidad actual.
Lavelle, P., Lattaud C., Trigo. D. y I. Barois, (1995), “Mutualism and
biodiversity in soils.” Plant and Soil, 170: 23-33. Las comunidades
del suelo cumplen un papel extraordinariamente importante en el
funcionamiento de los ecosistemas y la conservación de la biodiversidad.
Noss, R. F. (1990), “Indicators for monitoring biodiversity: a hierarchical
approach”, Conservation Biology 4:355-364.
Piperno, D. R., y D. M. Pearsall (1998), The Origins of Agriculture in the
Lowland Neotropics, Academic Press, California. La diversidad
biológica y cultural están estrechamente imbricadas en Latinoamérica.
Villagrán, C., y L. F. Hinojosa (1997), “Historia de los bosques del sur
de Sudamérica, I: análisis fitogeográfico”, Revista Chilena de Historia
Natural 70:241-267. Un artículo ilustrativo acerca de los cambios de
la flora en el tiempo y su relación con cambios climáticos y geológicos.
Wiegert, R. G., y Owen D. F. (1971), “Trophic structure, available
resources and population density in terrestrial vs. aquatic ecosys-
tems”. J. Theoretical Biology 30:69-81. Una aguda comparación entre
la estructura de las comunidades terrestres y acuáticas.

67
VI. Destrucción y degradación del hábitat
Richard Primack
Ricardo Rozzi
Peter Feinsinger

L
a pérdida del hábitat provocada por las actividades
humanas es la causa principal de la disminución de la biodiversi-
dad. La pérdida del hábitat puede ser total, como en el caso de
la inundación de bosques al construir una represa hidroeléctri-
ca. En tal caso se habla de destrucción del hábitat. En otras situaciones el
daño del hábitat puede ser parcial, como en el caso de la contaminación
atmosférica y la lluvia ácida en que se pierden algunas especies ( p o r
ejemplo, algunas especies de líquenes), interacciones ecológicas
(por ejemplo, hongos sensibles a la lluvia ácida) y procesos ecosistémi-
cos (por ejemplo, en algunos ciclos de nutrientes como el del azufre, la
entrada de los minerales aumenta por las fuentes industriales de
emisión). En los casos de daño parcial se trata de una degradación del
hábitat. Entre los dos extremos; degradación y pérdida del hábitat; existe
una gama de intensidades que van desde la pérdida de algunas especies,
estructuras y funciones de los ecosistemas (como en el caso de la tala
selectiva) hasta la transformación completa del hábitat (como la
construcción de una ciudad sobre un área originalmente boscosa).
En este capítulo se considerará primero la destrucción de hábitats,
ejemplificada con algunos que se encuentran más amenazados: bosques
tropicales, praderas, humedales, manglares y arrecifes de coral. Los cam-
bios en el uso de la tierra, en los ciclos de nutrientes de los ecosistemas y
el cambio climático global generados por la sociedad contemporánea
ocurren a tal velocidad y extensión, que las especies no son capaces de
adaptarse genéticamente o de dispersarse hacia sitios adecuados. En con-
secuencia, se generan pérdidas de biodiversidad sin precedentes (Capítu-
lo IV). En la segunda parte del capítulo se analizarán los procesos de
degradación del hábitat que más comúnmente conducen a las extin-
ciones de poblaciones, especies o comunidades: la desertificación, la frag-
mentación del hábitat, la contaminación del agua, aire y suelos y el cam-
bio climático global. En el capítulo siguiente se analizarán otros procesos
de destrucción y degradación del hábitat: la sobreexplotación de pobla-
ciones o especies, la mayor diseminación de enfermedades o pestes y la
153
Amenazas para la diversidad biológica introducción de especies exóticas que llegan a constituir especies invaso-
ras. La mayoría de las especies con problemas de conservación enfrentan
dos o más de estas amenazas, lo que acelera su camino hacia la extinción
y dificulta los esfuerzos para protegerlas.

Destrucción del hábitat

La pérdida de hábitat es la amenaza principal para la mayoría de las


especies de vertebrados (Cuadro VI.1), invertebrados, plantas y hongos
(Heywood, 1995). En muchos países, particularmente en islas o locali-
dades con alta densidad poblacional humana, la mayoría de los hábitats
originales han sido degradados. En 49 de los 61 países tropicales del
Viejo Mundo, más del 50% de los hábitats de vida silvestre ha sido
destruido (IUCN/UNEP 1986a,b). En Asia tropical se ha perdido el
65% del bosque primario, con tasas de destrucción particularmente altas
para Bangladesh (96%), Sri Lanka (86%), Vietnam (76%) y la India
(>80%). Por fortuna los dos países asiáticos biológicamente más ricos,
Malasia e Indonesia, todavía conservan cerca de la mitad de sus bosques
primarios y están en proceso de establecimiento de áreas protegidas
extensas. El sub-Sahara africano ha perdido el 65% de sus bosques, con
las pérdidas más severas en Ruanda (80%), Gambia (89%) y Ghana
(82%). Las tasas actuales de deforestación varían considerablemente
entre países, con tasas anuales superiores al 2% en varios países lati-
noamericanos (Figura VI.1). En Paraguay y Costa Rica se ha eliminado
un cuarto de la superficie forestal durante la última década. El caso de
Costa Rica es especialmente paradójico, puesto que posee a la vez la

CUADRO VI.1. Factores responsables de algunas extinciones y amenazas de extinción.

Porcentaje debido a cada causaa

Grupo Pérdida Sobreexplotaciónb Introducción de Depredadores Otros Desconocido


de hábitat especies
Extinciones
Mamíferos 19 23 20 1 1 36
Aves 20 11 22 0 2 37
Reptiles 5 32 42 0 0 21
Peces 35 4 30 0 4 48

Amenaza de Extinciónc
Mamíferos 68 54 6 8 12 -
Aves 58 30 28 1 1 -
Reptiles 53 63 17 3 6 -
Anfibios 77 29 14 - 3 -
Peces 78 12 28 - 2 -

Fuente: Según Reid y Miller, (1989b), basado en datos de varias fuentes.


a Estos valores representan el porcentaje de especies afectadas por el factor mencionado. Algunas especies pueden ser afectadas por más

de un factor; así, algunas filas pueden exceder el 100%.


b La sobreexplotación incluye la caza comercial, deportiva y de susbsistencia como también la captura de animales vivos para otros propósitos.

154 c Las especies y subespecies amenazadas incluyen aquellas en las categorías IUCN en peligro crítico, en peligro y vulnerable.
VI. Destrucción y degradación
del Hábitat

Figura VI.1. Grandes cantidades


de hábitat se pierden cada año en la
medida que se talan los bosques.
Algunos países latinoamericanos
como Costa Rica y Paraguay han
perdido más de un cuarto de su
superficie forestal durante la última
década. Las tasas de deforestación
se han estimado como el porcentaje
de disminución anual de la cubierta
forestal en el período 1980-1990.
(Datos de WRI, 1999).
mayor proporción de área protegida (23.7%) y la mayor tasa de defor-
estación anual en Latinoamérica (2.6%) (WCMC, 1997).
Otros tipos de hábitats también han sido drásticamente destruidos o
degradados. La región mediterránea ha estado densamente poblada
durante miles de años y sólo mantiene el 10% de su cubierta forestal
original (Recuadro XXI.7). El curso de numerosos ríos ha sido interrumpi-
do por la construcción de represas, alterando los ciclos hídricos y de
nutrientes e impidiendo que las especies de peces migratorios completen
sus ciclos de vida (Recuadro XXI.5). Además, muchos ríos, como el
Tiete que alimenta la gran ciudad de San Pablo (18 millones de habi-
tantes), han recibido las descargas de contaminantes industriales,
incluyendo cianuros y fluoruros, que han eliminado la biota acuática y
las condiciones sanitarias mínimas para la población paulista (Buarque y
de Sousa, 1995). Otra megápolis latinoamericana, la ciudad de México
(con más de 20 millones de habitantes), está seriamente afectada por el
deterioro de los sistemas acuáticos. Aproximadamente el 72% del
abastecimiento de agua proviene de aguas subterráneas, cuyo nivel está
bajando un m cada año y que además se están contaminado. La ciudad
de México confronta uno de los desafíos más importante para el siglo
XXI: el abastecimiento de agua fresca. Los ecosistemas marinos, especial-
mente los costeros, constituyen otro conjunto de ecosistemas severa-
mente dañados por la contaminación industrial, urbana y minera, que
además de eliminar la rica biota marina afecta la salud humana indirecta
o directamente, como en el caso de la introducción del cólera en Perú a
través de desechos de barcos en 1991 (Gonzales de Olarte, 1995).
155
Amenazas para la diversidad biológica Bosques tropicales lluviosos amenazados

La destrucción de los bosques tropicales lluviosos ha llegado a ser sinóni-


mo de la pérdida de especies, puesto que, aun cuando ocupan sólo el 7%
de la superficie del planeta, se ha estimado que contendrían más del 50%
de las especies que habitan la Tierra (Myers, 1986). Estos bosques siem-
preverdes o parcialmente siempreverdes ocupan áreas libres de heladas
bajo los 1 800 m de altitud, con precipitaciones mensuales superiores a
los 100 mm. Con base en patrones actuales de precipitación y temperatu-
ra, se ha estimado que la extensión original de los bosques lluviosos tropi-
cales era de unos 16 millones de km2 (Myers, 1984, 1986, 1991b; Sayer
y Whitmore, 1991). Una combinación de análisis terrestres, fotos aéreas
y datos de sensores remotos, demostró que en 1982 sólo quedaban 9.5
millones de km2 de bosque tropical lluvioso. En 1991 esta superficie dis-
minuyó a 6.4 millones de km2, esto es, menos de la mitad del hábitat
original. Actualmente se están perdiendo 140 000 km2 de bosque llu-
vioso al año, un área superior a la de Guatemala. Gran parte del hábitat
es completamente destruido y otra parte está siendo degradada drástica-
mente, alterando la composición de especies y procesos ecológicos a
nivel de comunidades y ecosistemas (Figura III.6). Los suelos frágiles,
a menudo poco profundos y pobres en nutrientes que predominan en los
ecosistemas de bosque tropical, son fácilmente degradados y se erosionan
bajo las abundantes precipitaciones. Existe una considerable discusión
científica acerca de la extensión original y área actual de los bosques trop-
icales, como también sobre sus tasas de deforestación. A pesar de la difi-
cultad de obtener cifras precisas, existe consenso general respecto a que
las tasas de deforestación del bosque tropical son alarmantemente altas y
que continúan aumentando (Figura VI.1).
Según Myers (1991b), a nivel mundial las pérdidas anuales de 140 000
km de bosque tropical lluvioso derivan principalmente de la conversión
2
de hábitat para cultivos a pequeña escala (86 000 km2 anuales, 61%).
Parte de esta tierra es convertida a plantaciones agrícolas y praderas per-
manentes, pero gran parte del área pasa a ser bosque secundario luego
del cultivo temporal. Se incluye aquí el sector degradado cada año para
producción de leña. Más de dos mil millones de personas cocinan su ali-
mento con leña, de tal manera que su impacto es significativo. Otros 29
000 km2 (21%) se destruyen anualmente debido a la tala comercial
selectiva. Se tumban alrededor de 15 000 km2 de bosque al año para
establecer explotaciones ganaderas (Figura VI.2). La limpieza para
plantaciones comerciales (palma de aceite, cacao, caucho, etc.), construc-
ción de caminos, minería y otras actividades dan cuenta de 10 000 km2 al
año (7%). Sin embargo, la importancia relativa de estos factores varía
con la región geográfica y el momento histórico (Kummer y Turner,
1994; Rudel y Roper, 1996; Bawa y Dayanandan, 1997). En Bolivia, la
degradación de los bosques se ha debido principalmente a las grandes
empresas madereras, y desde la década de los noventa los grandes
agricultores son los mayores responsables de la deforestación (Pacheco,
156 1998).
Una causa importante de la destrucción del bosque lluvioso tropical VI. Destrucción y degradación
es la demanda de los países industrializados de madera o productos del Hábitat
madereros y agrícolas de bajo costo, tales como el caucho, cacao,
banano, aceite de palma y carne de vacuno. Durante los años ochenta
Costa Rica experimentó una de las mayores tasas de deforestación del
mundo como resultado de la conversión del bosque tropical lluvioso,
seco y semiseco en ranchos ganaderos (Downing et al., 1992). La carne Figura VI.2. Conversión de bosque
producida en estos ranchos se exportaba principalmente a Estados tropical lluvioso en terrenos agríco-
las. (A) Agricultura tradicional en el
Unidos para producir hamburguesas baratas. La publicidad contra esta noreste de la Amazonía donde se
“conexión hamburguesa” fue seguida por un boicot de los consumidores, limpian pequeños campos con técni-
que provocó una marcada disminución en la compra de carne tropical cas de tumba y quema. Los pueblos
por parte de las cadenas de restaurantes. Aun cuando la alta tasa de indígenas han utilizado esta práctica
deforestación continúa en Latinoamérica, el boicot fue importante para durante cientos de años; sin embar-
la toma de conciencia de la población respecto a las conexiones interna- go, mantenían poblaciones humanas
bajas. Cuando un alto número de
cionales que promueven la deforestación. Sin embargo, de acuerdo con personas realiza esta práctica de sub-
las proyecciones, si se mantiene la tasa actual de pérdida, no quedará sistencia el daño es extenso.
bosque tropical después del año 2040, excepto en las áreas protegidas. (Fotografía de Paul Patmore).
Las historias de tres regiones neotropicales ilustran cuan rápida (B) Los campos de arroz sustituyen
puede ser la destrucción del bosque lluvioso. vastas áreas de bosque lluvioso en el
sudoeste de la India. (Fotografía de
Richard Primack).
(C) Grandes terrenos forestales en
Rondonia. la amazonía quema para abrir
praderas para el ganado. (Fotografía
de The Woods Hole Research Cen-
Este estado amazónico abarca un área total de 243 000 km2 que hasta ter).
1975 estaba casi completamente cubierto por bosques
tropicales primarios: sólo 1 200 km2 estaban deforesta-
(A)
dos (Myers, 1986; Fearnside, 1990, 1996). En los años
setenta, el gobierno brasileño construyó parte de la car-
retera Trans-Amazónica a través de Rondonia, que
incluyó una red de caminos laterales que se internaban
en el bosque. Al mismo tiempo, el gobierno proveyó
subsidios que permitieron a las corporaciones establecer
explotaciones ganaderas en la región, estimulando a la
gente pobre y sin tierras a emigrar a Rondonia, que
ofrecía tierras gratis. Estos incentivos fueron necesarios
porque los suelos de la región del Amazonas son pobres

(C) (B)

157
Amenazas para la diversidad biológica en nutrientes minerales, de manera que los pastizales y tierras agrícolas
generadas son improductivos y no reportan ganancias financieras.
Durante esta “quimera de la tierra”, 10 000 km2 de bosque se habían
tumbado en 1982, con 6 000 km2 adicionales en 1985 (Figura VI.3). A
fines de los ochenta, la población del estado crecía 15.8% al año y la
deforestación aumentaba anualmente en un 37%. Estas tasas de crec-
imiento poblacional y de deforestación son extraordinariamente altas
comparadas con otras partes del mundo. Las protestas en contra de este
daño ambiental condujeron al gobierno a reducir los subsidios a la
industria ganadera, disminuyendo la tasa de deforestación a comienzos
de los noventa. Sin embargo, el daño masivo ya está hecho y la tasa de
deforestación ha comenzado a crecer nuevamente como resultado de los
años secos en 1997 y 1998, que han facilitado las labores de tumba y
quema de bosque.
Figura VI.3. (A) Foto satelital de una
nueva carretera a través del bosque Costa atlántica de Brasil.
lluvioso del Amazonas en Rondonia.
El área mostrada cubre cerca de 24
500 km2. Note los caminos laterales En las últimas décadas la costa atlántica de Brasil ha sido casi completa-
que permiten ingreso al bosque
mente talada y el bosque remanente está dividido en fragmentos aislados,
(B) Con acceso al interior de país y
lucrativos subsidios gubernamen- incapaces de mantener poblaciones viables de muchas especies en el largo
tales, la “quimera de la tierra” de plazo (Recuadro VI.1). El fragmento de mayor tamaño tiene sólo 7 000
Rondonia produjo la deforestación km2 y está rodeado por hábitats muy perturbados, de manera que muchas
masiva de 16.000 km2 que fueron de sus especies están en alto riesgo de extinción (Brooks y Balmford, 1996).
talados en unos pocos años en la Esta región posee una biodiversidad profusa y riquísima en endemismos
década de los ochenta. (Fotografías
de flora y fauna, incluyendo varias especies de monos, tales como los
de The Woods Hole Research Cen-
ter). monos tití león dorado (Leontopithecus rosalia) y tití león negro (L.
chrysopygus) (Recuadro XII.1).

Costa de Ecuador.

La región costera de Ecuador originalmente estaba cubierta


por un exuberante bosque, rico en especies endémicas. Esta
región había sido mínimamente perturbada por la actividad
humana hasta 1960, momento en que comenzaron a con-
struirse caminos y los bosques se destruyeron para asen-
(A) tamientos humanos y plantaciones de palma aceitera. El
último fragmento sobreviviente del bosque húmedo
piemontano de esta región occidental del Ecuador central
es la Reserva de la Ciencia Río Palenque, con 1.7 km2. Esta
pequeña área de conservación contiene 1 025 especies de
plantas, entre ellas 253 especies que no se conocen en
ningún otro lugar, y 100 son nuevas para la ciencia. Para
muchas de estas especies sólo se conoce un individuo único
y están, por lo tanto, destinadas a la extinción. Centinela,
una ladera aislada al este del Río Palenque, estaba cubierta
por bosque de neblina y a pesar de su escasa superficie (20
158 (B) km de largo por un km de ancho) al menos 90 especies de
Recuadro VI.1. El bosque atlántico brasileño está amenaza-
do de extinción
Patricia C. Morellato

El bosque atlántico brasileño es un sistema único, mentado, presenta algunas áreas extensas de bosque
caracterizado por una elevada diversidad de especies primario bien preservadas, especialmente al sur del
y alto grado de endemismo asociados a un paisaje estado de San Pablo.
complejo y de belleza espectacular. El dominio A pesar de estar tan reducido, pocas especies
tropical atlántico, en Brasil, se compone de dos animales o vegetales han sido declaradas extintas
tipos principales de vegetación: el bosque atlántico del bosque, pero muchas están clasificadas como
de la costa o bosque lluvioso atlántico y el bosque amenazadas de extinción. Una razón para la persis-
semideciduo o bosque atlántico estacional. El tencia de las especies en este ambiente tan fragmen-
bosque lluvioso atlántico cubre principalmente la tado está relacionada con el alto número de especies
ladera este de la cadena montañosa costera en dirección y el alto endemismo encontrado en esta vegetación
norte-sur, mientras que el bosque semideciduo (Brown y Brown, 1992): la topografía tan comple-
cubre el plano interior, al sudeste y centro del país. ja de toda la región atlántica genera pequeños hábi-
Este complejo sistema forestal atlántico presen- tats fragmentados dispersos a través del paisaje. Esto
ta una diversidad aún más alta que aquella de los implica que muchas especies han sobrevivido como
bosques amazónicos, pero hoy está entre los sis- poblaciones muy pequeñas en microambientes con
temas naturales más amenazados del mundo. condiciones bastante imprevisibles derivadas del
Respecto de su cobertura original, sólo queda un alto grado de perturbaciones naturales, topografía
12% (área estimada en 1990), y la mayoría de los accidentada, lluvias intensas e inestabilidad climáti-
remanentes forestales son fragmentos, quedando ca. Sin embargo, una plasticidad apreciable de la
unas pocas áreas boscosas extensas y bien preser- mayoría de las especies de plantas y animales ha
vadas. Esta reducción es el resultado de 500 años de permitido de alguna manera adaptaciones rápidas a
destrucción sistemática iniciada con el descubrimien- los cambios ambientales.
to del Brasil y que se ha intensificado en los últimos La conservación de la selva atlántica es, por lo
200 años (Morellato y Hadad, 2000), con la indus- tanto, uno de los desafíos actuales más importantes
trialización, urbanización y la agricultura de la caña para los conservacionistas, investigadores y el gobier-
de azúcar, café y cacao (Buarque y Aguiar de Sousa, no. La designación del bosque atlántico como
1995). Reserva de la Biósfera y la creación de parques y
El bosque atlántico cubría originalmente un reservas estatales y federales han contribuido a su
área de aproximadamente 1 205 780 km2, quedan- conservación. Para la preservación efectiva del
do a la fecha apenas 146 000 km2 de bosques dis- bosque remanente es necesario concentrar esfuerzos
tribuidos principalmente en las regiones sur y sudeste en: (1) proteger las áreas de reserva actualmente
del país (Brown y Brown, 1992). De esta área, sólo establecidas; (2) incentivar la formación de otras
31 000 km2 (2,5% de la superficie original) están áreas protegidas, públicas o particulares, e impedir
protegidos en forma de parques, reservas, estaciones la destrucción del bosque existente; (3) educar e
ecológicas y otras áreas de conservación. El bosque informar a la población local respecto a la impor-
semideciduo es el sistema más amenazado: está tancia de la conservación de este ecosistema, y (4)
completamente fragmentado y quedan pocas áreas proveer opciones económicas, especialmente el turis-
extensas. El bosque lluvioso atlántico, ahora frag- mo ecológico, que permitan la conservación del 159
bosque en cuanto beneficien a los propietarios y a la ental regional y local. Desafortunadamente, la actual
población local. Estas metas sólo podrán lograrse a coyuntura económica, social y política de países
través del esfuerzo conjunto del gobierno, los investi- como Brasil hacen que la problemática ambiental,
gadores, las organizaciones no gubernamentales y la ahora urgente, sea una preocupación secundaria para
población general en la generación de políticas públi- la población, puesto que su prioridad inmediata es la
cas que conduzcan a una efectiva divulgación e imple- supervivencia, la alimentación y el empleo, y las
mentación de la legislación de uso y protección del medidas urgentes para resolver estos problemas
bosque, y en la elaboración de planes de gestión ambi- carecen de interrelación con el problema ambiental.

El Bosque Atlántico de Brasil contiene un altísimo número de especies endémicas; por ejemplo, 168 especies de anfibios, 40
especies de mamíferos (incluyendo varios primates) y alrededor de 5 000 especies de plantas vasculares.
Las vistas corresponden al Parque Estatal Serra do Mar, San Pablo. (Fotografías de Patricia Morellato).

plantas con flores eran endémicas a esta ladera. Cuando el bosque se


destruyó, esta comunidad de especies únicas fue aniquilada.

Otros hábitats amenazados

La situación de los bosques tropicales lluviosos representa el caso más


difundido de destrucción del hábitat, pero otros hábitats también están
severamente amenazados.

Bosques tropicales secos.

La región ocupada por los bosques tropicales secos es más adecuada para la
agricultura y la ganadería que aquella ocupada por los bosques lluviosos
tropicales, y por esto han sido seriamente degradados (Recuadro III.1).
Las lluvias moderadas, entre 250 y 2 000 mm anuales, permiten la reten-
ción de los nutrientes minerales en el suelo desde donde pueden ser
absorbidos por las plantas. Por esto la población humana es cinco veces
mayor en las áreas de bosques secos de América Central que en los bosques
lluviosos adyacentes. En este momento la costa del Pacífico de América
160
Central conserva menos del 2% de su bosque seco original (Janzen, 1988a). VI. Destrucción y degradación
del Hábitat
Praderas.

Las praderas templadas constituyen otro tipo de hábitat que ha sido casi
completamente destruido por la actividad humana. Es relativamente
fácil convertir grandes áreas de praderas en tierras de cultivo y ranchos
ganaderos (Figura VI.4). Por ejemplo, la vasta región pampeana argenti-
na (300 000 km2) fue la primera frontera de pastizales encontrada por los
conquistadores europeos en el siglo XVI (Ghersa, 2001). En ella ha- bita-
ban venados, guanacos, armadillos y ñandúes (Recuadro XVIII.6), los
cuales fueron rápidamente desplazados por la introducción del caballo,
cuyas manadas alcanzaban los 100 mil individuos a fines del siglo XVI.
Luego el ganado bovino y ovino aumentó a tal grado, que en el siglo

(A)

Figura VI.4. Las praderas tem-


pladas son extremadamente valiosas
para la protección de la diversidad
biológica y para propósitos agríco-
(B) las. (A) Una pradera natural con
numerosas especies nativas en el esta-
do de Montana, Estados Unidos.
(B) Pastoreo de vacunos en una
pradera natural. (C) Una pradera
sobrepastoreada tiene el aspecto de
un desierto, el ganado es famélico y
las especies nativas son eliminadas.
(Fotografías cortesía del U.S. Fish
and Wildlife Service y del U.S. For-
est Service).

(C) 161
Amenazas para la diversidad biológica XVII el rey de España Felipe III solicitó evitar el daño “del ganado sil-
vestre y cimarrón que en tropas de grandes cantidades corren la tierra
por tan largos espacios que la maltratan y esterilizan” (Ghersa, 2001). En
el siglo XIX la agricultura extensiva, principalmente de cereales, transfor-
mó profundamente la región, y en el presente complejos de autopistas,
vías ferroviarias, embalses, núcleos urbanos, redes de líneas eléctricas,
basurales e industrias han terminado por fragmentar severamente los
pastizales pampeanos. Este proceso explicaría en parte la baja riqueza de
especies que se encuentra actualmente en la región (Rapoport, 1996).

Humedales y hábitats acuáticos.

Los humedales constituyen hábitats críticos para aves, peces, invertebra-


dos, algas y plantas acuáticas. Además, estos hábitats son claves para el
control de inundaciones, la provisión de agua potable y la producción de
energía (Mitchell, 1992; Moyle y Leidy, 1992; Dugan, 1993). En
Uruguay la mayor biodiversidad se encuentra en los humedales que están
siendo drenados y transformados para la actividad ganadera y la cre-
ciente producción de arroz (Figura VI.5, Gudynas, 1996). Uruguay
destina anualmente 140 000 ha al cultivo del arroz, su tercer producto
agrícola, requiriendo el drenaje de hábitats de humedal y el uso de sus
aguas para el riego. Los humedales constituyen el hábitat para el 50% de
las especies de vertebrados de Uruguay, mantienen los últimos bosques
samófilos y representan un hábitat crítico para varias especies de aves
migratorias que paran aquí durante sus migraciones estacionales entre los
extremos norte y sur del Continente Americano. Este problema de con-
servación adquiere así una dimensión internacional. En 1984 Uruguay
firmó la Convención de RAMSAR para la protección de los humedales,
comprometiéndose a la protección de estos hábitats.
La mayor región neotropical de humedales es el Pantanal, que con 20

Figura VI.5. Los humedales consti-


tuyen uno de los tipos de hábitats
sujetos a mayor presión, debido al
drenaje para su urbanización o a la
conversión en tierras de cultivo o
ganaderas. En Uruguay el mayor
número de especies del país se encuen-
tra en los humedales de la costa este,
que están siendo rápidamente drena-
dos y transformados en tierras de cul-
tivo para la creciente producción de
arroz y para la actividad ganadera.
(Fotografía de Jorge de León).

162
millones de ha constituye también la planicie de inundación continua VI. Destrucción y degradación
más extensa del planeta. Esta región representa un mosaico de ecosistemas del Hábitat
terrestres y acuáticos con transiciones de la selva amazónica, los cerrados,
llanuras inundables y altiplanos. Estos ecosistemas reciben grandes canti-
dades de nutrientes durante las inundaciones en la estación de lluvias y
representan uno de los ecosistemas más productivos del mundo. En estos
ecosistemas habita una riquísima fauna acuática, terrestre y anfibia, que
incluye la nutria gigante, jaguares y al menos 260 especies de peces y 650
especies de aves (Alho y Lacher, 1991). El Pantanal alberga también una
riquísima diversidad cultural, constituida por un conjunto de tribus
guaraníes. Este paisaje de humedal cultural y biológicamente único está
siendo crecientemente amenazado por el rápido proceso de ocupación
humana durante las últimas décadas, que ha facilitado el tráfico ilegal de
pieles (por ejemplo, en 1981 se confiscaron 435 pieles de jaguar), así
como por la minería de diamantes y oro que contamina las aguas con
mercurio (Eckstrom, 1996). Pero los mayores impactos para la biota, los
ecosistemas y las comunidades indígenas de Pantanal podrían derivar del
megaproyecto de construcción de la hidrovía comercial Paraguay-Paraná
de 3 500 km de largo (véase el Capítulo XXI; Balcom et al., 1996).

Manglares.

El 60% de los bosques de manglares del mundo se encuentra en


Sudamérica. Este es uno de los ecosistemas más importantes de las
regiones tropicales, puesto que desempeña un papel fundamental en la
retención y reciclaje de nutrientes. Además, constituye un hábitat clave
para el apareamiento y alimentación de peces y camarones. Las especies
vegetales del manglar están entre las pocas plantas leñosas que toleran el
agua salina y ocupan las áreas costeras donde típicamente existen fondos
fangosos. A pesar de su gran valor económico, los manglares se tumban
frecuentemente para el cultivo del arroz y para el cultivo y viverización
del camarón comercial (Recuadro VI.2).

Arrecifes de coral.

Se ha estimado que un tercio de las especies de peces del océano habita


en sólo 0.2% de su área: aquella ocupada por los arrecifes de coral (Figu-
ra III.5; Recuadro III.3). Hasta el momento el 10% de todos los
arrecifes de coral ha sido destruido y más del 30% podría perderse en las
próximas décadas (Birkeland, 1997). La destrucción más severa está
ocurriendo en Filipinas, donde el 90% de los arrecifes está muerto o
muriendo debido a: (1) la contaminación que mata al coral directamente
o permite el crecimiento excesivo de las poblaciones de algas; (2) la sedi-
mentación derivada de la tala del bosque; (3) la sobrecosecha de peces,
b i va l vos y otros animales y ( 4 ) la explotación con dinamita y la
l i beración de cianuro para colectar las pocas criaturas vivientes rema- 163
Amenazas para la diversidad biológica nentes. En el Caribe la combinación de sobrepesca, daño por huracanes,
contaminación y enfermedades es responsable de la disminución
dramática de una gran cantidad de arrecifes de coral y de su reemplazo
por macroalgas carnosas (Hughes, 1994; Recuadro III.3).

Procesos de destrucción y degradación del hábitat

Desertificación

Muchas comunidades biológicas son degradadas hasta ser convertidas en


desiertos por las actividades humanas, un proceso conocido como deser-
tificación (Breman, 1992; Allan y Warren, 1993). Estas comunidades
incluyen praderas tropicales, chaparrales, bosques deciduos, como tam-
bién matorrales templados, tales como aquellos que se encuentran en la
región del Mediterráneo, sudoeste de Australia, Sudáfrica, Chile y el sur
de California. Aunque estas áreas pueden tolerar inicialmente la agricul-
tura, el cultivo repetido, especialmente durante años secos y ventosos,
Figura VI.6. Las zonas áridas del conduce a la erosión y pérdida de la capacidad de retención del agua del
mundo están experimentando una
creciente desertificación. Este
suelo (Figura VI.6). El sobrepastoreo por ganado doméstico (vacas, ove-
aumento de la aridez está provocan- jas o cabras) y la sobrecosecha de plantas leñosas para combustible (Fleischner,
do una expansión de los desiertos. 1994; Milton et al., 1994) contribuyen a una degradación progresiva e
Las regiones sombreadas en negro irreversible de la comunidad biológica y a la pérdida de la cubierta del
son hiperáridas, con cantidades suelo. Por último, la región toma la apariencia de un desierto que no fun-
mínimas de precipitación. La som- ciona como un ecosistema desértico natural, puesto que carece de la flora
bra gris cubre áreas que están en
riesgo de transformarse en desiertos
y fauna características. El alto grado de degradación impide también su
en las próximas décadas. (Según uso por el hombre. Más de nueve millones de km2 de tierras áridas han
Allan y Warren, 1993). sido convertidas a desiertos por el hombre (Dregne, 1983).
Uno de los casos más dramáticos de desertificación en Latinoamérica

164
Recuadro VI.2. Producción de camarones y destrucción de
manglares en Ecuador
Luis Suárez
Doris Ortiz

El cultivo comercial de los camarones (Penaeus stylirostris El Centro de Levantamientos Integrados de


y P. vannamei), famosos en la cocina internacional, Recursos Naturales por Sensores Remotos
se inició en 1968 en las costas de Ecuador. Extensas (CLIRSEN) ha evaluado los cambios en la superfi-
áreas de manglar, lagunas costeras y salitrales cie cubierta por manglares, áreas salinas y piscinas
comenzaron a transformarse en piscinas camaroneras durante las últimas tres décadas. La
camaroneras. En 1983 Ecuador llegó a ser el princi- gráfica muestra un continuo incremento de las áreas
pal productor de camarón del mundo, alcanzando de producción del camarón a expensas de una dis-
una producción anual de 35 600 ton. Luego, en minución de la superficie cubierta por manglares y
1984 y 1985 la producción declinó debido a la áreas salinas. Estas últimas se redujeron en 1995 a
escasez de postlarvas silvestres para la “siembra” en un 10% de la superficie que tenían en 1969.
las piscinas relacionada con las condiciones ambien- Durante el mismo período, un 26.6% de las áreas
tales posteriores al evento de El Niño de 1982- de manglar ha sido deforestado para construir pisci-
1983. Sin embargo, en 1987 la producción se recu- nas camaroneras.
peró exportándose 48 912 ton, lo cual ubicó al Debido a la menor productividad de las
camarón como el segundo producto de exportación camaroneras del Golfo de Guayaquil, al parecer
del país, superado únicamente por el petróleo provocada por la contaminación del agua con
(Olsen y Arriaga, 1989). En la actualidad, el plaguicidas utilizados por la industria bananera,
camarón constituye el tercer producto de desde 1992 la industria camaronera se ha expandi-
exportación del Ecuador, después del petróleo y el do hacia los manglares del norte del país, en la
banano. Provincia de Esmeraldas. Por ejemplo, en la zona de
El Porvenir se construyeron 921 ha de
piscinas camaroneras mediante la conver-
sión de 553 ha de manglares, 235 ha de
bosques húmedos tropicales y más de 100
ha de tierras agrícolas (CLIRSEN, 1996).
La conversión de los manglares a pisci-
nas camaroneras provoca graves impactos
ambientales, especialmente sobre las
poblaciones de peces, crustáceos y molus-
cos que dependen del manglar durante

Cambios en la superficie cubierta por manglares,


áreas salinas y piscinas camaroneras desde 1969 a
1995 a lo largo de la costa del Ecuador continen-
tal. (CLIRSEN, 1991, 1996).

165
períodos cruciales de sus ciclos de vida. Además, las importante de la producción camaronera depende
camaroneras descargan las aguas contaminadas en de las poblaciones silvestres de postlarvas para el
los esteros y desvían los cursos naturales de los ríos y cultivo o de hembras grávidas para la producción de
esteros, provocando cambios en los patrones de sed- postlarvas en laboratorio. Los manglares consti-
imentación, inundación e intercambio de mareas. tuyen un hábitat crítico para el ciclo de vida del
La industria camaronera también genera graves camarón, especialmente en los estadíos de postlarva
impactos sociales relacionados con el acceso a los y juvenil (Saenger et al., 1983). Por lo tanto, su
recursos naturales, distribución de ingresos y seguri- destrucción podría agravar los problemas de escasez
dad alimentaria de las comunidades que habitan en de postlarvas, que constituye la principal restricción
la región costera. Los derechos de las comunidades para la producción de camarón en Ecuador.
locales sobre las áreas costeras y sus recursos son Aunque el gobierno ecuatoriano ha creado nor-
ignorados o violados para favorecer a los mas que protegen al manglar y prohíben su conver-
camaroneros, quienes a través de concesiones sión, no existe la capacidad institucional ni la volun-
estatales limitan o prohíben el acceso a los usuarios tad política para la aplicación de las disposiciones
tradicionales del manglar. La conversión de los legales. El modelo de desarrollo económico orienta-
manglares y la contaminación de los estuarios do hacia la exportación, las fuertes presiones
reduce la calidad de vida de los pescadores y de económicas y políticas, la inseguridad de la tenencia
otros usuarios que dependen directa o indirecta- de la tierra y el crecimiento de la demanda de
mente del manglar para satisfacer sus necesidades, camarón han permitido la expansión de las
mediante la captura, recolección y comercio de una camaroneras a costa de los manglares y otras áreas
diversidad de recursos biológicos, tales como con- boscosas o agrícolas en la región. La falta de coordi-
chas (Anadara similis, A. tuberculosa), ostras (Crassotraea nación inter-institucional y de una clara definición
columbiensis), almejas (Mytella guayanensis) y can- de las competencias y responsabilidades de las insti-
grejos (Ucides occidentalis y Goniopsis pulchra) tuciones públicas con relación a los manglares tam-
(Mera, 1999). bién ha contribuido a su destrucción.
Paradójicamente, la destrucción de los Pese a estas dificultades, las comunidades
manglares impide también el desarrollo de una locales han comenzado a organizarse para defender
maricultura sustentable, puesto que una parte sus bosques de manglar y denunciar a los invasores.
En respuesta a estas demandas locales, en 1995 el
Los manglares son ecosistemas propios de las gobierno estableció la Reserva Ecológica Manglares
costas protegidas tropicales y subtropicales. Cayapas-Mataje (51 300 ha) con el objeto de prote-
Estas formaciones vegetales cumplen una fun-
ción ecológica fundamental, puesto que las
raíces ayudan a detener los sedimentos acar-
reados por las corrientes fluviales, enrique-
ciendo el suelo donde crecen almejas, can-
grejos y otras especies. El manglar también
constituye una barrera natural contra las
corrientes estuarinas y costeras, protege los
suelos agrícolas aledaños de los vientos cos-
teros cargados de sal, y la descomposición
de la hojarasca producida por el manglar y
el flujo y reflujo de las mareas permite la
continua fertilización de las aguas estuari-
nas y costeras, aumentando su productivi-
dad como criaderos de muchas especies de
peces y mariscos de alto valor comercial. En
estos ecosistemas, caracterizados por una
alta productividad interactúan el mar, la
tierra, la atmósfera y las aguas epicontinen-
166 tales. (Fotografía de Luis Suárez).
ger el área de manglar más importante del norte del la firma de acuerdos entre el Estado y las comu-
país (Provincia de Esmeraldas). En esta reserva se nidades locales para el uso sustentable y custodia de
permiten sólo los usos tradicionales del manglar por los manglares. Estas nuevas políticas, orientadas al
parte de las comunidades locales, prohibiéndose la manejo participativo del manglar, deberán evaluarse
construcción de nuevas piscinas camaroneras. Más en un futuro, respecto a su impacto sobre la conser-
recientemente, en 1999, un decreto presidencial vación de la diversidad biológica y la calidad de vida
mantiene indefinidamente la prohibición de la tala de las poblaciones costeras.
de manglares en todo el territorio nacional y autoriza

Pese a su gran importancia ecológica,


los manglares están siendo eliminados
para crear piscinas camaroneras, cuya
superficie en las costas de Ecuador ha
llegado a superar a la de los manglares.
(Fotografía de Mario García).

se encuentra en el nordeste de Brasil, en la Catinga que cubre unos 750


000 km2. La vegetación natural de esta zona árida dominada por cac-
táceas, euforbiáceaes y leguminosas, ha sido afectada por las actividades
agropastoriles debido a que: (1) los hábitats más favorables o húmedos
han sido “limpiados” para establecer monocultivos de maíz, algodón, fre-
joles (frijoles o porotos) o mandioca (yuca), que tienen productividades
relativamente bajas; (2) porciones de hábitats más áridos han sido con-
vertidos en praderas de pastos introducidos, y (3) la mayor proporción
del terreno ha sido utilizada para el ganado bovino y caprino, que alcan-
za más de 25 millones de cabezas sujetas a severos problemas de ali-
mentación durante la estación seca (Sampaio, 1995). Estos factores,
junto al acrecentado uso de leña se han intensificado a tal grado que en la
década de los ochenta se perdió un 30% de la vegetación en esta zona
árida (Buarque y Aguiar de Sousa, 1995).
La expansión de la agricultura en regiones semiáridas conlleva otros
problemas: la salinización de los suelos y el agotamiento de las napas
freáticas. En la región de Copiapó, en el norte de Chile, el 65% de la
tierra cultivable presenta actualmente algún grado de salinización (Altieri
167
Amenazas para la diversidad biológica y Rojas 1995). El riego por aspersión y los grandes volúmenes de agua
evaporada dejan en el suelo altas concentraciones de cloruro de sodio y
otras sales que alcanzan niveles tóxicos. Así, la productividad de los viñe-
dos ha disminuido en un 50% en esa región. Un proceso similar ha
ocurrido en la pampa argentina y en algunos sectores de la Patagonia
argentina.

Fragmentación del hábitat

Los hábitats que antiguamente ocupaban grandes áreas continuas están


siendo rápidamente divididos por caminos, campos de cultivo, ciudades y/o
una amplia gama de otras actividades humanas. Se denomina fragmentación
del hábitat al proceso en el cual una área extensa y continua de hábitat es
reducida y dividida en dos o más fragmentos (Wilcove et al., 1986;
Schonewald-Cox y Buechner, 1992; Reed et al., 1996). La fragmentación
del hábitat constituye una de las formas más comunes de degradación del
hábitat forestal en Latinoamérica. Aunada a la disminución de la superficie
forestal, la fragmentación provoca un aislamiento progresivo entre los
parches de bosque, tal como se observa en la evolución del paisaje de Costa
Rica durante la segunda mitad del siglo XX (Figura VI.7). A menudo los
fragmentos de bosque quedan aislados entre sí por un paisaje muy modifi-
cado o degradado (Figura VI.8). La fragmentación implica generalmente
una reducción severa del hábitat, pero esto también puede generarse
destruyendo una pequeña fracción del hábitat original si éste se divide por

Figura VI.7. La cubierta boscosa de


Costa Rica ha sido drásticamente
deforestada y fragmentada durante la
segunda mitad del siglo XX. Durante
la década 1977-1987, Costa Rica
perdió más de 310 000 ha forestales
debido principalmente a la conver-
sión de bosques en praderas
ganaderas (Según el ministerio de
Recursos Naturales de Costa rica,
1988).

168
VI. Destrucción y degradación
del Hábitat

Figura VI.8. En la Amazonía


brasileña se han investigado experi-
mentalmente los efectos de la frag-
mentación del bosque sobre las
comunidades de plantas y animales,
utilizando fragmentos de bosque de
tamaños específicos generados por la
conversión de bosque en pradera
comercial. El cuadrado de bosque en
el extremo inferior izquierdo tiene
un área de 10 ha (316 x 316 m) y
está rodeado por tres lados por una
banda de pasto de 100 m de ancho.
caminos, líneas ferroviarias, canales, líneas de energía, cercas, líneas de El pequeño fragmento cuadrado en
petróleo, líneas cortafuegos u otras barreras al movimiento libre de especies. el centro tiene 1 ha. Una gran área
El modelo de biogeografía de islas (Capítulo IV) permite analizar los frag- de bosque circundante absorbió las
mentos como islas en medio de una matriz de hábitat degradado. aves desplazadas por la tala.
Los fragmentos difieren del hábitat original en dos importantes (Fotografía de R. Bierregaard).
aspectos: (1) los fragmentos tienen una mayor cantidad de borde que
área de hábitat y (2) el centro de cada fragmento está cercano a un borde.
Considere, por ejemplo, un cuadrado de una reserva biológica de 1 000
m (1 km) por lado (Figura VI.9). El área total del parque es un km2
(100 ha) y su perímetro (o borde) tiene en total 4 000 m. El punto cen-
tral de la reserva está a 500 m del perímetro más cercano. Si los gatos
domésticos y las ratas introducidas se alimentan a 100 m dentro del
perímetro de la reserva y evitan que las aves del bosque se reproduzcan
exitosamente, entonces sólo 64 ha en el interior de la reserva están
disponibles para la reproducción de las aves. El borde que no es apropia-
do para la crianza ocupa 36 ha.
Imagine este parque dividido en cuatro cuartos iguales por una carretera
norte-sur de 10 m de ancho y por una vía del ferrocarril este-oeste, tam-
bién de diez m de ancho. Las vías ocupan un total de 2 x 1 000 x 10 m
(dos ha) de área del parque. Debido a que sólo el 2% del parque se está Figura VI.9. Este ejemplo hipotético
eliminando por concepto de vías caminera y ferroviaria, los planifi- muestra cómo el área de hábitat ade-
cuado es severamente reducida por la
fragmentación y los efectos de borde.
(A) Área protegida de 1 km2.
Suponiendo efectos de borde (som-
breado) que penetran 100 m en la
reserva, aproximadamente 64 ha
quedan disponibles como hábitat útil
para sitios de nidificación para aves.
(B) La división de la reserva por un
camino y una vía de ferrocarril
ocupa escasa área real, pero al exten-
der los efectos de borde se destruye
la mitad del hábitat reproductivo.
169
Amenazas para la diversidad biológica cadores del gobierno pueden considerar que los efectos sobre el parque
son mínimos. Sin embargo, la reserva se ha dividido ahora en cuatro
fragmentos, cada uno de los cuales tiene 495 x 495 m de área. La distan-
cia desde el centro de cada fragmento hasta el punto más cercano del
perímetro ha sido reducida a 247 m, lo cual es menos de la mitad de la
distancia inicial. Como los gatos y ratas pueden alimentarse ahora dentro
del bosque a lo largo del camino y de los rieles, las aves pueden repro-
ducirse exitosamente sólo en las áreas más internas de cada uno de los
cuatro fragmentos. Cada una de estas áreas internas tiene ahora 8.7 ha de
un total de 34.8 ha. Aunque ambas vías ocuparon sólo el 2% del área de
la reserva, éstas redujeron a la mitad el hábitat disponible para las aves.
La forma de los fragmentos remanentes y la distancias entre ellos
también afectan significativamente los procesos ecológicos. El ejemplo
anterior con los cuadrados es una simplificación extrema, puesto que el
avance de la frontera agrícola no genera necesariamente fragmentos aisla-
dos y cuadrados del hábitat original. Por ejemplo, la forma de los frag-
mentos remanentes podría ser larga y angosta, sinuosa o recta. La forma
particular de cada fragmento y su distancia al próximo afectan significa-
tivamente los procesos ecológicos. Además, los remanentes de hábitat
original no constituyen siempre fragmentos aislados, sino que en
muchos paisajes de América Latina se encuentran penínsulas (tiras o
jirones) estrechas del hábitat original, que permanecen conectadas con
extensiones grandes de dicho hábitat, pero “penetran” en terrenos circun-
dantes que han sido transformados, a veces hasta por varios kilómetros.
Los procesos ecológicos dentro de tales “tiras” y la naturaleza de sus
interacciones con los campos agrícolas (por ejemplo, el intercambio de
organismos y procesos ecológicos entre las tiras y los cultivos), podrían
ser muy distintos de los que ocurren dentro de los fragmentos “tradi-
cionales”. No obstante, a pesar de la alta frecuencia de hábitats que
muestran esta forma de conversión —diversa de los “fragmentos clási-
cos”— hasta ahora existen muy pocos estudios sobre el fenómeno de la
creación de “tiras” de hábitat original y sus implicancias para la conser-
vación (Feinsinger, 1997).

Fragmentación del hábitat y movilidad de especies.

Además de una reducción del área de hábitat original, una mayor pro-
porción de borde y menor distancia al borde más cercano, la frag-
mentación del hábitat amenaza la persistencia de las especies en otras
formas menos evidentes.
Primero, la fragmentación del hábitat crea barreras para los procesos
de dispersión y colonización de las poblaciones. En un ambiente no per-
turbado las semillas, esporas y animales se mueven pasiva y activamente a
través del paisaje. Cuando llegan a un lugar apropiado, se comienzan a
desarrollar nuevas poblaciones, que pueden establecerse o extinguirse a
una escala local debido a que la especie migra hacia otro sitio o porque la
170 comunidad biológica experimenta una sucesión ecológica. A escala de
paisaje, una serie de poblaciones que exhibe este patrón de extinción y VI. Destrucción y degradación
recolonización se le conoce como una metapoblación (Capítulo XII). del Hábitat
Cuando un hábitat se fragmenta, muchas especies de anfibios, rep-
tiles, aves, mamíferos e insectos del interior del bosque no cruzarán dis-
tancias, aunque cortas, en áreas abiertas (Recuadro VI.3; Bierregaard et al.,
1992; Laurance y Bierregaard, 1997). Atravesar los bordes hacia las áreas
abiertas los expone a depredadores tales como halcones, lechuzas, aves
insectívoras y gatos. Los campos agrícolas de 100 m de ancho pueden
representar una barrera insuperable para la dispersión de muchas
especies de vertebrados. Cuando la movilidad de los mamíferos y aves se
reduce por la fragmentación del hábitat, también se afecta la dispersión
de las especies de plantas con frutos carnosos consumidos por vertebra-
dos o semillas que se adhieren a ellos (Santos y Telleria, 1994). En la
medida que las especies se extinguen dentro de los fragmentos individ-
uales a través de los procesos de sucesión natural y metapoblación,
nuevas poblaciones de tales especies serán incapaces de inmigrar debido
a las barreras para la colonización y, por lo tanto, el número de las
especies presentes en el fragmento diminuirá con el tiempo. Las especies
capaces de moverse a través de hábitats perturbados aumentarán en
abundancia en los fragmentos aislados y pequeños de hábitat no pertur-
bado. La mayoría de los parques nacionales y reservas de la naturaleza
son demasiado pequeños para mantener poblaciones de especies con
capacidad de dispersión restringida (Figura VI.10).
Segundo, la fragmentación del hábitat reduce la capacidad de los
animales para buscar alimento. Muchas especies animales requieren
moverse a través del paisaje para alimentarse. Un recurso dado puede
necesitarse sólo durante unas pocas semanas al año, incluso sólo una vez
en varios años. Cuando el hábitat se fragmenta, las especies confinadas
en un único fragmento son incapaces de migrar en búsqueda de esos
recursos escasos en su ámbito normal de hábitat. Por ejemplo, durante
los episodios de escasez de frutos, muchos primates frugívoros buscan
activamente aquellos pocos árboles dispersos que poseen frutos abun-
dantes. La destrucción del bosque para la construcción de caminos
puede evitar que estos monos alcancen los árboles con frutos, porque

Figura VI.10. Casi la mitad de los


parques nacionales y áreas protegi-
das del mundo tiene menos de 100
km2 y un 98% de los parques tiene
menos de 10 000 km2. (Datos de
IUCN, 1985).

171
Amenazas para la diversidad biológica interrumpe la unidad del dosel del bosque, y muchos primates son inca-
paces o no están dispuestos a descender al suelo y cruzar el paisaje abierto
intervenido. Otro grupo de mamíferos severamente afectado por la frag-
mentación es el de los grandes herbívoros, cuyas migraciones son impe-
didas por las cercas. Forzados a sobrepastorear un hábitat inapropiado, se
producen hambrunas de los animales y degradación del hábitat.
Recuadro VI.3. Fragmentación del bosque templado y las
aves del sur de Chile
Mary F. Willson
Iván Díaz

Los extensos bosques templados lluviosos siem- dad de las aves y de la presencia de corredores de
preverdes del sur de Chile están siendo rápida- hábitat que faciliten su movimiento entre los
mente fragmentados para habilitar campos agrí- fragmentos de bosque.
colas y de pastoreo o para producir madera, leña y Estos tres factores pueden ser examinados
astillas. En todo el mundo, la fragmentación del para algunas aves del bosque templado del sur de
bosque tiene efectos dramáticos sobre algunas Chile:
especies tales como las aves, especialmente aquellas
del sotobosque (Willson et al., 1994). Este proble-
ma es particularmente grave en el sur de Chile, Densidad poblacional:
debido a que la fragmentación será total en
menos de 20 años, y en estos ecosistemas El carpintero negro patagónico (Campephilus
f o restales un alto porcentaje de aves lo consti- magellanicus) requiere árboles emergentes para
tuyen especies terrestres y endémicas (Fjeldså y anidar y alimentarse (Willson et al., 1996). Esta
Krabbe, 1990). especie puede usar fragmentos pequeños, pero se
La fragmentación afecta el número de indi- necesitan varios fragmentos cercanos para mantener
viduos, su éxito reproductivo y su capacidad de una sola familia. Dos especies endémicas de aves
dispersión hacia nuevas áreas. La densidad pobla- terrestres pertenecientes a la familia Rhynocripti-
cional depende de la calidad del hábitat, de la dae, el chucao (Scelorchilus rubecula) y el huet-huet
capacidad de las aves para llegar al fragmento y de (Pteroptochos tarnii), son afectadas de manera dis-
su éxito reproductivo. A su vez, el éxito reproduc- tinta por la fragmentación. Los chucaos pueden
tivo depende de la capacidad de los adultos para habitar tanto grandes bosques continuos como
encontrar pareja, evitar que sus nidos sean destru- bosques fragmentados, pero su densidad es depen-
idos o depredados y de la supervivencia de los diente de la presencia de quebradas con cursos de
juveniles. Si la capacidad de las aves de moverse agua cubiertos de vegetación densa. El huet-huet,
entre fragmentos para encontrar espacios en los en cambio, es de mayor tamaño y posee grandes
cuales establecer sus propios territorios es mayor, áreas de actividad, no encontrándose por lo tanto
los adultos tienen mayores probabilidades de en fragmentos pequeños. Otra especie endémica del
encontrar pareja. Además, la dispersión aumenta sotobosque, el colilarga (Sylviorthorhynchus desmursii)
del flujo génico, incrementando la variabilidad habita en claros o márgenes de bosque cubiertos
genética y disminuyendo la posible endogamia. por bambú (Chusquea quila). También se le
172 La capacidad de dispersión depende de la movili- encuentra en matorrales de los bordes de fragmen-
tos y en campos abandonados dominados por Éxito de dispersión:
arbustos con ramaje denso, especialmente en los
primeros 1-2 metros sobre el suelo (Díaz, 1999). Las especies migratorias —como la viudita y el fío
Un pequeño tiránido endémico, la viudita fío— y las especies generalistas de hábitat —como
( C o lorhampus parvirostris), está presente sólo en el picaflor, el zorzal y el fío fío— no tienen dificul-
bosques continuos o en fragmentos de mediano tades para moverse entre los fragmentos. Sin embar-
tamaño con estructura y composición vegetal simi- go, para muchas aves del sotobosque la dispersión
lar a la del bosque original. En contraste, un de un fragmento a otro puede ser un serio proble-
tiránido migratorio, el fío-fío (Elaenia albiceps) y ma. Chucaos, huet-huets, colilargas y otras aves del
otros frugívoros del dosel, como el zorzal (Turdus sotobosque no cruzan campos abiertos o praderas
falklandii), se encuentran ampliamente distribuidos (Sieving et al., 1996), pero pueden movilizarse a
no sólo en bosques continuos, sino también en través de corredores con vegetación densa, con un
pequeños fragmentos, cortavientos y huertos, y su ancho mayor a los 10 m (Sieving et al., en prensa).
densidad no decrece con la fragmentación. Para el colilarga se ha encontrado que su éxito
reproductivo depende de la probabilidad que ten-
gan los machos de encontrar pareja. Este evento
Éxito reproductivo: está directamente relacionado con la presencia de
corredores de hábitat que permitan el movimiento
Aquellas especies que construyen nidos con forma de los colilargas entre los fragmentos de bosque
de taza, como los zorzales (Turdus falklandii), fío- (Díaz, 1999).
fíos (Elaenia albiceps) y picaflores (Sephanoides galer- La fragmentación afecta de manera diferente a
itus), sufren altos niveles de depredación de nidos (a las diversas especies aves del bosque en el sur de
menudo >75%) particularmente en los bordes de los Sudamérica. Sin embargo, se pueden ofrecer algu-
fragmentos (Willson, manuscrito en preparación). nas recomendaciones para el diseño del paisaje, que
Parece dudoso que estas poblaciones puedan man- incluyen: (1) la conservación de cursos de agua
tenerse por sí mismas en bosques fragmentados (tal cubiertos por vegetación en el mosaico de terrenos
vez podrían ser mantenidas vía inmigración desde agrícolas; (2) el mantenimiento y restauración de
bosques continuos cercanos). En cambio, otras cortavientos de plantas nativas (>10 m de ancho), y
especies que anidan en cavidades o que construyen (3) la realización de talas que mantengan fragmen-
nidos cerrados, tales como los chucaos, huet-huets y tos de bosque intacto (>5-6 ha) conectados con
colilargas, presentan un éxito reproductivo mayor otros fragmentos por medio de corredores de
(comúnmente sobre un 80%) y pueden mantener vegetación
poblaciones viables en los fragmentos.

En los bosques templados lluviosos del


sur de Sudamérica habitan varias
especies de aves terrestres,
pertenecientes a la familia Rhynocripti-
dae. Estas especies no sólo se alimentan
en el suelo del bosque, sino que tam-
bién anidan entre los troncos y otras
cavidades, como el chucao (Scelorchilus
rubecula) en la fotografía. (Fotografía
de Steve Morello).

173
Porcentaje de individuos que se mueven
entre hábitats boscosos y no-boscosos con dis-
tintas coberturas de vegetación (terreno abier-
to, vegetación dispersa o vegetación densa)
en respuesta a reproducción (“playback”) de
cantos en cinta grabadora. Las cuatro
especies de rinocríptidos —chucao
(Scelorchilus rubecula),huet-huet (Pteropto-
chos tarnii), churrín de la Mocha ( E u g r a l-
la paradoxa) y churrín ( S c ytalopus magel-
lanicus)— y una especie de furnárido, el
colilarga (Sylviorthorhynchus desmursii)
habitan en el suelo y/o el sotobosque bajo
(<2 m) de los bosques del sur de Sudaméri-
ca. (Datos de Sieving et al., 1996).

Las barreras a la dispersión pueden restringir además la capacidad


para encontrar pareja, conduciendo a muchas especies animales a una
pérdida de potencial reproductivo. Las plantas también pueden dis-
minuir la producción de semillas si las mariposas y abejas son menos
capaces de migrar entre los fragmentos de hábitat para polinizar las flo-
res. Por ejemplo, en el Chaco argentino se ha encontrado que la frag-
mentación disminuye las visitas de insectos polinizadores nativos, mien-
tras que aumenta la frecuencia de visitas por abejas introducidas (Apis
melifera) (Aizen y Feinsinger, 1994a). En la mayoría de las especies del
bosque chaqueño estudiado, el número de granos de polen por estigma y
la producción de semillas por flor fue menor en los fragmentos pequeños
(<1 ha) que en los fragmentos grandes (>2 ha) y el bosque continuo
(Aizen y Feinsinger, 1994b).
Tercero, la fragmentación del hábitat puede acelerar la reducción de
la población y provocar su extinción al dividir una población extensa en
dos o más subpoblaciones dentro de un área restringida. Estas pobla-
ciones más pequeñas quedan más vulnerables a la depresión endogámica,
deriva genética y otros problemas ecológicos (véase el Capítulo XI).
Aunque un área grande permita mantener una población numerosa
única, es posible que ninguna de las subpoblaciones más pequeñas pueda
persistir por un período prolongado.

Efectos de borde.

La fragmentación del hábitat aumenta la proporción de área de borde y


modifica el microambiente. Algunos de los efectos de borde más impor-
tantes incluyen cambios microclimáticos de luminosidad, temperatura,
174 viento, humedad e incidencia de incendios (Murcia, 1995; Schelhas y
Greenberg, 1996; Laurance y Bierregaard, 1997). Cada uno de estos VI. Destrucción y degradación
efectos de borde puede tener un impacto significativo sobre la vitalidad y del Hábitat
composición de las especies del fragmento.

Cambios microclimáticos.

La luz del sol es absorbida y reflejada por las capas de hojas, particular-
mente en las comunidades boscosas. En general, menos del 1% de la
energía luminosa alcanza el piso del bosque. El dosel del bosque amor-
tigua el microclima del piso del bosque, manteniéndolo relativamente
frío, húmedo, sombreado durante el día, reduciendo el movimiento del
aire y atrapando el calor durante la noche. Cuando el bosque se corta,
estos efectos desaparecen. En la medida que el piso del bosque queda
expuesto a la radiación solar directa, el suelo llega a calentarse mucho
más durante el día y, careciendo del dosel que reduce las pérdidas de
calor y humedad, durante la noche es también mucho más frío y menos
húmedo. En estudios de fragmentos de bosque del Amazonas, los efectos
microclimáticos se hicieron evidentes a más de 100 m al interior del
bosque. Las flores silvestres tolerantes a la sombra del bosque templado,
las especies de árboles de sucesión tardía en el bosque tropical y los ani-
males sensibles a la humedad, como algunos anfibios, son rápidamente
eliminados por la fragmentación del hábitat que altera las condiciones
microclimáticas, generando así un cambio en la composición de especies
de la comunidad (Recuadro VI.4)

Recuadro VI.4 Extinción de especies y fragmentación del


hábitat en el Neotrópico
Gustavo H. Kattan

Una de las primeras evidencias de extinción local de quedó convertido en una isla de 1 500 ha que
especies debida al aislamiento de un fragmen- mantiene un fragmento aislado del bosque original.
to de bosque en el Neotrópico proviene de la avi- En 1923, diez años después de construido el canal,
fauna de Barro Colorado en Panamá. Barro Col- la isla de Barro Colorado fue decretada reserva
orado era un pequeño cerro en Panamá central, biológica. Desde entonces se ha documentado la
cuyos bosques fueron escasamente intervenidos extinción local de más de 50 especies de aves y la
hasta el siglo diecinueve, cuando una mitad de la disminución poblacional de otras especies de aves,
colina fue convertida a terrenos agrícolas. A principalmente del sotobosque (Sieving y Karr,
comienzos del siglo XX, como resultado de la con- 1997; Robinson, 1999).
strucción del canal de Panamá, se inundaron los En varias localidades del Neotrópico la existen-
terrenos que rodeaban al cerro y Barro Colorado cia de inventarios de especies previos a la frag- 175
mentación ha permitido documentar la extinción
de aves en relación con los procesos de frag- rapaces son especialmente afectados por la frag-
mentación de bosques. Por ejemplo, los inventarios mentación (Turner, 1996). Otros grupos taxonómi-
de aves realizados por una expedición del Museo cos son, en cambio, más resistentes. Por ejemplo, en
Americano de Historia Natural en 1911 en dos los fragmentos de bosque amazónico en la región de
localidades de bosques húmedos de montaña en los Manaos la diversidad de mamíferos pequeños y de
Andes de Colombia han permitido demostrar la ranas no ha disminuido en los fragmentos
extinción local del 30% de las aves del bosque origi- pequeños, comparados con el bosque continuo
nal, asociada a la fragmentación del bosque durante (Malcolm, 1997). En el caso de las ranas, la
el siglo XX (Kattan et al., 1994, Renjifo, 1999). La respuesta de las especies a la fragmentación depende
documentación más dramática y directa de los efec- más de la presencia de microhábitats de reproduc-
tos de la fragmentación se ha obtenido en el proyec- ción en los fragmentos, que del área del fragmento
to “Dinámica Biológica de los Fragmentos de en sí.
Bosque” en la región amazónica en las cercanías de Además de los efectos directos sobre los organis-
Manaos. En este proyecto se fragmentó el bosque mos, la fragmentación puede tener efectos indirec-
en un diseño experimental que dejó fragmentos de tos a través de cascadas de interacciones interespecí-
1, 10 y 100 ha en una matriz de pastizales. Varios ficas. La ausencia de aves frugívoras en los
grupos de organismos fueron monitoreados antes, fragmentos podría alterar los patrones de disemi-
durante y después de la fragmentación, lo que per- nación de semillas, lo que se traduciría en cambios
mitió constatar la desaparición local de aves, abejas en la estructura de la vegetación. La ausencia de
euglosinas y otros organismos en el curso de los mamíferos y aves grandes puede disminuir la diver-
años siguientes al aislamiento de los fragmentos sidad de escarabajos estercoleros, lo cual altera los
(Lovejoy et al., 1986). patrones de reciclaje de nutrientes en los fragmen-
En ausencia de inventarios pre-fragmentación, tos (Klein, 1989).
los efectos de la fragmentación se han estudiado Para poder predecir la respuesta de los organ-
comparando la composición de especies en parches ismos a la fragmentación es necesario comprender
de bosque de diferentes tamaños. De acuerdo con la los mecanismos de extinción, es decir, cuáles son
relación especies-área de la teoría de biogeografía de los factores ecológicos que causan la extinción de
islas, puede esperarse que el número de especies dis- especies. Turner (1996) identificó seis mecanis-
minuya con el tamaño del fragmento. Willis (1979) mos de extinción en bosques tropicales fragmen-
fue uno de los primeros en utilizar esta aproxi- tados: (1) eliminación total de ciertos hábitats en
mación, estudiando en el sudeste brasileño tres un paisaje; (2) restricción del tamaño de las
remanentes de bosque de distinto tamaño: 1 400, poblaciones; (3) prevención o reducción de la
250 y 21 ha. Los fragmentos contenían respectiva- inmigración (es decir, aislamiento de la
mente 202, 146 y 93 especies de aves y las especies población); (4) efectos de borde; (5) efectos de
de los fragmentos pequeños eran subconjuntos de orden superior (es decir, cascadas de interacciones
los conjuntos de especies encontradas en los frag- interespecíficas), y (6) inmigración de especies
mentos más grandes. Este patrón de “subconjuntos exóticas. En la región neotropical se han realizado
anidados” sugiere que las extinciones no son aleato- escasos estudios que evalúen rigurosamente estos
rias, sino que siguen un cierto orden (e. g., Blake, u otros mecanismos de extinción. Estudios cuida-
1991). dosamente diseñados permitirían comprender la
Los estudios sobre los efectos de la frag- dinámica de extinción, predecir e idealmente mit-
mentación han identificado grupos de especies o igar los efectos de la fragmentación, y evaluar el
gremios ecológicos especialmente vulnerables. Así valor de los fragmentos de bosques remanentes
por ejemplo entre las aves, los frugívoros grandes como refugios de diversidad biológica en paisajes
del dosel, los insectívoros del sotobosque y las antropogénicos.

176
El borde del hábitat es generalmente la región más fluctuante del VI. Destrucción y degradación
fragmento (Figura VI.11). Los bordes pueden alcanzar temperaturas del Hábitat
diurnas muy altas, cuando el ángulo del sol es bajo, y temperaturas noc-
turnas muy bajas debido a la ausencia de amortiguación
por la vegetación. Sin embargo, un tejido denso de
enredaderas y de especies pioneras de rápido crecimiento
en el borde del fragmento a menudo crea una barrera que
reduce los efectos de la perturbación ambiental en el inte-
rior del fragmento. El borde del bosque juega un papel en
cierto grado análogo al de una membrana biológica fun-
damental en la preservación de la composición del frag-
mento forestal (Williams-Linera, 1990, 1993).
Los cambios en el viento pueden tener un efecto sig-
nificativo en los hábitats forestales fragmentados. En un
bosque intacto, la velocidad del viento se reduce sustan-
cialmente por el efecto del dosel de árboles. El viento se
mueve con mucha fuerza sobre el bosque pero se reduce a
una brisa suave en el interior. Cuando un hábitat se frag-
menta, el viento es capaz de penetrar a través del bosque
y, aunque su impacto es mayor en el borde expuesto a la
fuerza total del viento, los movimientos del aire pueden
tener efectos a una considerable distancia desde el borde,
particularmente en un terreno plano. La mayor fuerza del
viento y la turbulencia del aire dañan directamente la veg-
etación en el borde, donde pueden encontrarse
numerosos árboles muertos, aunque incluso los árboles
que han crecido protegidos en el interior pueden sufrir
defoliación y quiebre de ramas o incluso ser derribados (A)
(Laurance, 1991b, 1994; Essen, 1994). Pese a que tales efectos son más Figura VI.11. (A) La tala del bosque
evidentes dentro de los 200 m desde el borde, se ha notado daño a más para generar praderas en Brasil pro-
500 m del borde en los bosques lluviosos de Australia. El aumento del duce bordes abruptos que modifican
impacto del viento conduce también a una mayor sequedad del suelo, el microclima del bosque lluvioso.
(Fotografía de R. Bierregaard).
menor humedad del aire y mayor pérdida de agua desde la superficie de
las hojas. Este déficit hídrico puede afectar a muchas especies de plantas
del interior del bosque.

Mayor incidencia de incendios.

El mayor impacto del viento, la menor humedad y las temperaturas más


elevadas aumentan los riesgos de incendio. El fuego puede expandirse
hacia el interior de los fragmentos desde los campos agrícolas cercanos
que son regularmente quemados. Los fragmentos de bosque pueden ser
particularmente susceptibles al daño por fuego cuando se ha acumulado
madera en el borde debido a la muerte de los arboles o a su derribamien-
to provocado por el viento. En Borneo, Indonesia, varios millones de ha
de bosques húmedos tropicales fueron quemados durante un período
inusualmente seco en 1982 y 1983, y los bosques se quemaron de nuevo 177
Amenazas para la diversidad biológica

(B)

Figura VI.11. (B) Diversos efectos en 1997 y 1998. La combinación de fragmentación, acumulación de
de la fragmentación del hábitat, leña provocada por la tala selectiva y fuego en campos agrícolas con-
medidos desde el borde hacia el
interior de un fragmento de bosque
tribuyeron a la expansión de este desastre ambiental (Leighton y
lluvioso del Amazonas. Por ejemplo, Wirawan, 1986).
las mariposas adaptadas a la pertur-
bación migran 250 m dentro del
bosque y la humedad relativa Interacción interespecífica.
del aire se reduce dentro de los 100
m del borde del bosque. (Según
Laurance y Bierregaard, 1997)
La fragmentación del hábitat aumenta la vulnerabilidad del fragmento a
la invasión por especies de plagas exóticas y nativas. El borde del bosque
representa un ambiente perturbado, con alta fotosíntesis y rico en nutri-
entes, donde muchas especies de plagas de plantas y animales aumentan y
se dispersan hacia el interior del fragmento (Janzen, 1983; Paton, 1994).
Por ejemplo, las semillas de plantas dispersadas por el viento pueden ser
llevadas a grandes distancias hacia el interior del fragmento, donde
pueden colonizar áreas soleadas en los claros abiertos por árboles y arbus-
tos que han muerto recientemente, ya sea por causas naturales o antrópi-
cas. La ausencia de especies de aves y mamíferos puede tener múltiples
efectos en “cascadas de interacciones interespecíficas” (Recuadro VI.4).

Potencial para enfermedades.

La fragmentación del hábitat aumenta el contacto entre las poblaciones de


animales silvestres y domésticos. Las enfermedades de los animales domés-
ticos pueden así expandirse más fácilmente a las especies silvestres, las que
178 a menudo carecen de inmunidad contra ellas. Una vez que el nivel de con-
tacto aumenta, es posible que las enfermedades de las especies silvestres se VI. Destrucción y degradación
diseminen hacia plantas y animales domésticos e incluso a los humanos. del Hábitat

Contaminación

Aún cuando un hábitat no sea afectado por destrucción o fragmentación


evidentes, sus comunidades y especies pueden estar profundamente afec-
tadas por actividades humanas que no cambian la estructura de las
especies dominantes de la comunidad, de tal manera que el daño no es
evidente inmediatamente. Por ejemplo, la presencia de cargas excesivas
de bovinos en las comunidades de pradera cambia gradualmente la
comunidad biológica, eliminando especies nativas y favoreciendo a las
especies exóticas que pueden tolerar el pastoreo. El tránsito frecuente de
botes y el buceo en los arrecifes de coral degrada a la comunidad en la
medida que las especies frágiles son aplastadas por las tablas de buceo, el
casco de los botes y las anclas.
La forma más intensa de degradación ambiental es la contaminación,
comúnmente causada por plaguicidas, aguas servidas, fertilizantes deriva-
dos de la agricultura, desechos químicos e industriales, emisiones de
industrias y automóviles y depósitos de sedimentos derivados de la
erosión. Los efectos de la contaminación sobre la calidad del agua, del aire
e incluso el clima global, son motivo de gran preocupación por las ame-
nazas que representan para la diversidad biológica y la salud humana.

Contaminación por plaguicidas.

Los peligros de los plaguicidas fueron denunciados en 1962 por Rachel


Carson, quien en su influyente libro Primavera Silenciosa describió un
proceso conocido como biomagnificación, a través del cual el DDT
(dicloro-difeniltricloroetano) y otros plaguicidas organoclorados se con-
centraban en la medida que ascendían por la cadena alimenticia. Estos
compuestos, que se utilizaban en los cultivos para eliminar insectos y se
asperjaban sobre masas de agua para matar larvas de mosquito, dañaron
a las poblaciones silvestres, especialmente roedores y aves insectívoras,
peces u otros animales expuestos al DDT y sus derivados. Las aves con
altos niveles de DDT concentrados en sus tejidos, particularmente
rapaces tales como halcones y águilas, se debilitaron y tendieron a pro-
ducir huevos con la cáscara anormalmente delgada que se quebraba
durante la incubación. Como resultado de la falla en la generación de
juveniles y la muerte instantánea de adultos, las poblaciones de estas aves
mostraron reducciones dramáticas en todo el mundo. En lagos y estuar-
ios el DDT y otros plaguicidas se concentraron en peces depredadores y
en mamíferos marinos; en las áreas agrícolas numerosas especies de insec-
tos beneficiosos fueron eliminadas junto con las plagas. Al mismo tiem-
po, los mosquitos y otras especies consideradas dañinas desarrollaron
resistencia, de tal manera que se hicieron necesarias dosis crecientes de
179
Amenazas para la diversidad biológica DDT para suprimirlas. El reconocimiento de esta situación en los años
setenta motivó la prohibición del uso de DDT y otros plaguicidas esta-
bles en la mayoría de los países industrializados. Esta prohibición permi-
tió la recuperación parcial de las poblaciones de varias especies de aves,
tales como el halcón peregrino (Cade et al., 1998; Porteous, 1992). Sin
embargo, las industrias químicas continuaron exportando esta clase de
productos a otros países donde su uso no está prohibido (Recuadro
VI.5). Esto es motivo de preocupación no sólo por sus efectos sobre la
biodiversidad, sino también sobre la salud de las personas. En Lati-
noamérica los trabajadores del campo en el sector exportador de frutas,
principalmente mujeres con bajos salarios, han presentado signos de
envenenamiento por plaguicidas altamente tóxicos como Parathion,
Azinphos, Captan y Paraquat (Altieri y Rojas, 1999). Durante los años
noventa el uso de insecticidas y herbicidas en la agricultura chilena ha
aumentado en un 64% y un 220%, respectivamente (Altieri y Rojas,
1999). Estos productos químicos persisten en el ambiente y se dispersan
ampliamente en el aire y el agua, dañando plantas, animales y personas
que viven lejos de los puntos de aplicación (McLachlan y Arnold, 1996).

Contaminación del agua.

La contaminación del agua tiene serias consecuencias para las pobla-


ciones humanas: destruye importantes fuentes de alimentación y conta-
mina el agua potable con productos químicos dañinos para la salud
Figura VI.12. Los desechos indus-
triales son la fuente más importante
humana. En un sentido amplio, la contaminación del agua daña severa-
de contaminación del agua. mente las comunidades acuáticas (Moyle y Leidy, 1992; Recuadro
Productos químicos y otros desechos III.5). Los ríos, lagos y océanos son usados como alcantarillas abiertas
de una procesadora de celulosa se para los desechos industriales y las aguas servidas residenciales. Los
vierten sin el adecuado tratamiento plaguicidas derivados del petróleo, metales pesados (tales como mercu-
de las aguas. (Fotografía de J. N. A. rio, plomo y zinc), detergentes y desechos industriales matan directa-
Lott, McMaster U./Biological Photo
Service).
mente a los organismos o degradan severamente los ambientes acuáticos
(Figura VI.12). En contraste con una descarga en el ambiente terrestre
que tiene primariamente efectos
locales, los desechos tóxicos en los
ambientes acuáticos se difunden en
áreas amplias. Los productos químicos
tóxicos, aun a muy bajos niveles,
pueden concentrarse a niveles letales
en los organismos acuáticos. Debido a
que muchos ambientes acuáticos son
naturalmente pobres en minerales
esenciales, especialmente fosfatos, las
especies acuáticas han desarrollado una
capacidad para procesar grandes
volúmenes de agua y concentrar estos
minerales. Cuando estas especies
180 procesan aguas contaminadas concen-
tran, junto con los minerales esenciales, compuestos tóxicos que envene- VI. Destrucción y degradación
nan al mismo individuo o a otros individuos y especies que se alimentan del Hábitat
de las especies acuáticas cargadas de compuestos químicos tóxicos.
Los minerales esenciales que son beneficiosos para la vida animal y
vegetal también pueden llegar a ser contaminantes dañinos en concen-
traciones elevadas. Los desechos humanos, fertilizantes agrícolas, deter-
gentes y procesos industriales liberan a menudo grandes cantidades de
nitratos y fosfatos hacia los sistemas acuáticos, iniciando el proceso de
eutroficación cultural. Aunque pequeñas cantidades de esos nutrientes
pueden estimular el crecimiento de plantas y animales, las altas concen-
traciones resultan frecuentemente en gran crecimiento de algas sobre las
superficies de lagunas y lagos. Este crecimiento excesivo de algas puede ser
tan denso que impide el paso de la luz, sombreando a las especies que
habitan en el fondo y eliminando especies del plancton. En la medida
que el crecimiento de algas forma capas más gruesas, los estratos inferi-
ores mueren. Las bacterias y hongos que descomponen las algas muertas
crecen en respuesta a este sustrato adicional y, en consecuencia, absorben
todo el oxígeno del agua. Sin oxígeno, mucha de la vida animal rema-
nente muere, algunas veces visiblemente en la forma de masas de peces
muertos que quedan flotando sobre la superficie del agua. El resultado es
una comunidad enormemente empobrecida, compuesta sólo por aquel-
las especies que toleran el agua contaminada y niveles bajos de oxígeno.
Este proceso de eutroficación afecta no sólo a los sistemas de agua dulce
sino también a los sistemas marinos, particularmente en las áreas costeras
y de arrecifes de coral próximas a los asentamientos humanos. Los mares
del Caribe y del Mediterráneo son dos ejemplos de aguas marinas
enfrentadas a severos problemas de contaminación debido a la enorme
descarga de nutrientes en un área cerrada. En muchos casos la eutrofi-
cación favorece a las algas que crecen cubriendo los arrecifes de coral y
altera completamente una comunidad biológica (Figura VI.13).

Figura VI.13. En la década de los


setenta los corales dominaban los
ecosistemas de arrecife en Jamaica.
Veinte años más tarde la contami-
nación del agua y la sobrecosecha
de los peces que se alimentan de
algas provocaron la proliferación
de las algas en esta región. (Según
Hughes, 1994).

181
Recuadro VI.5. Agricultura y conservación: el aguilucho
langostero de Argentina.
María Elena Zaccagnini

La noticia del envenenamiento masivo de pobla- aparecían muertos en el campo o bien tenían una
ciones del aguilucho langostero (Buteo swainsoni) notoria disminución poblacional (Canavelli y
ocurrido en 1996 en su área de distribución estival Zaccagnini, 1996).
en el Hemisferio Sur conmovió a la opinión públi- Esta situación impulsó una estrategia de conser-
ca, a la comunidad científica y a las organizaciones vación para el aguilucho, que no sólo pretendía
de conservación internacional (Di Silvestro, 1996; analizar el impacto de los plaguicidas sobre esta
Line, 1996). El problema ya había ocurrido antes especie, sino también evaluar la prácticas agrícolas
(Woodbridge et.al., 1995) y en todos los casos la sobre la biodiversidad de los ecosistemas. Se inte-
causa había sido el uso de un peligroso plaguicida, graron medidas y actividades que permitieran rever-
el Monocrotophos (Azodrin). Aproximadamente tir efectivamente y en el largo plazo las limitantes
20 000 aguiluchos murieron por intoxicación para la conservación de la fauna silvestre en el con-
(ingestión, contacto e inhalación), según se com- texto agropecuario. La puesta en marcha de este
probó mediante los análisis diagnósticos de mues- programa incluyó la participación de diversos sec-
tras de tejido nervioso, plumas y contenido gas- tores gubernamentales, no gubernamentales, educa-
trointestinal de los animales colectados (Goldstein cionales, científicos, agrícolas y de la industria agro-
et al., 1996). El producto, aunque descontinuado química, pertenecientes tanto a la comunidad
en Estados Unidos desde 1988, siguió siendo nacional como internacional.
ampliamente usado en Argentina y otros países lati- El plan de acción promovió la articulación
noamericanos para el control de plagas de insectos y inter-institucional (nacional e internacional)
ácaros en praderas y cultivos, principalmente alfal- e inter-disciplinaria de diversos componentes:
fa, soya y maíz. (1) regulación y ajuste de las normas sobre registro
Hasta 1996 el impacto de los plaguicidas sobre de plaguicidas; (2) ajustes de la comercialización y
la vida silvestre no era un problema importante uso de Monocrotophos en la región pampeana; (3)
para las instituciones argentinas, incluyendo a las investigación básica y aplicada sobre la ecología del
organizaciones agropecuarias gubernamentales y aguilucho y su relación con el uso de agroquímicos;
privadas y a las organizaciones conservacionistas. El (4) extensión y comunicación sobre la base de
caso aguilucho marcó un comienzo, ya que el gobier- talleres realizados con productores agropecuarios,
no emprendió un operativo de emergencia para asesores agrícolas, aplicadores de agroquímicos y
diagnosticar la situación en terreno. En pocas semanas escuelas agrotécnicas, incluyendo transferencia tec-
se documentaron 18 casos de mortalidad en la nológica sobre control no contaminante de plagas
región central de la pampa húmeda, poniendo en agrícolas y criterios de manejo integrado de plagas,
evidencia que la agricultura pampeana estaba cau- junto con la difusión de los beneficios de la fauna,
sando un daño importante sobre el aguilucho y, especialmente las aves rapaces, para la agricultura, y
probablemente bajo su “paraguas ecológico”, otras (5) desarrollo de capacitación, entrenamiento, elabo-
especies de la fauna nativa podrían estar sufriendo ración de procedimientos operativos estandarizados
impactos negativos similares. Testimonios de más de campo y laboratorio, con el objeto de establecer
de 300 productores y aplicadores consultados en el un programa nacional de vigilancia y monitoreo
primer estudio contabilizaron más de 20 especies de cuyos resultados se incorporarán en la toma de deci-
182 aves y mamíferos silvestres que reiteradamente siones, según las misiones y funciones de cada una
de las instituciones participantes. Además, la partici- estos desafíos. El programa cuenta con un Manual
pación activa y comprometida de las principales de Procedimientos Operativos Estandarizados
compañías fabricantes del principio activo permitió (Uhart y Zaccagnini, 2000), basado en las normati-
limitar la disponibilidad del químico en la región vas nacionales y en las capacidades propias del país.
de distribución del aguilucho y una multinacional Estas normas, junto con un programa de vigilancia
descontinuó su comercialización nacional e interna- activa y monitoreo ecotoxicológico de campo (por
cional. los organismos de control y en cooperación con
Tres años de aplicación del programa permi- organizaciones de voluntarios), permitirán evaluar
tieron un cambio sustancial: (1) prohibición total los éxitos logrados y conocer el estado de conser-
de uso de Monocrotophos en Argentina; (2) un vación de la fauna en los ecosistemas agrícolas. Así
mejor conocimiento del uso de los insecticidas en el se podrá detectar y actuar a frente a eventuales
control de plagas en la región pampeana, que impactos en el futuro.
resultó en disminución del uso de pesticidas, y (3) El programa de conservación del aguilucho lan-
avances en el conocimiento de la ecología de aguilu- gostero requiere el afianzamiento de alianzas
cho y la reducción significativa de los incidentes de interinstitucionales y estrategias cooperativas, ya
mortalidad del aguilucho. También se documentó que la resolución de los problemas dependerá de la
una variedad de impactos sobre otras especies de la coordinación de acciones entre los distintos respon-
fauna nativa. sables (productor, profesional asesor y aplicadores,
Un aspecto crucial en este proceso ha sido la organismos de registro y control, de manejo y con-
toma de conciencia de la población e instituciones servación, investigadores, ambientalistas, edu-
sobre los riesgos ambientales de la agricultura y de cadores y extensionistas). La experiencia de este
las necesidad de alianzas para revertirlos en el corto programa muestra que se puede revertir una causal
plazo. Ahora el panorama es más optimista frente a de peligro, no sólo para una especie, sino en benefi-
cio del conjunto de especies de la vida silvestre que
convive con el ambiente agropecuario.
Mortandad masiva del aguilucho langostero (Buteo swain-
soni) después de aplicaciones del plaguicida Monocrotophos
para el control de insectos y ácaros en diversos cultivos
(derecha). (Fotografía de María Elena Zaccagnini).

El aguilucho (Buteo swainsoni)es una especie migratoria


distribuida a lo largo del Continente Americano. Durante el
invierno austral se reproduce en Norteamérica y entre
octubre y noviembre la población mundial (aproximada-
mente 450 000 individuos) migra hacia la región pampeana
en Argentina, donde permanecen hasta marzo-abril, para
volver al Hemisferio Norte. En ambos extremos de su dis-
tribución esta especie se asocia con agroecosistemas, ya que
su alimentación se basa mayoritariamente en roedores,
saltamontes (o langostas) y orugas. Este comportamiento
alimentario transforma al aguilucho en verdadero aliado del
productor agropecuario, pero al mismo tiempo lo pone en
alto riesgo de envenenamiento por plaguicidas utilizados en
el control de las plagas agrícolas (izquierda). (Fotografía de
María Elena Zaccagnini). 183
Amenazas para la diversidad biológica Los sedimentos de erosión derivados de la tala de los bosques o de
terrenos agrícolas también pueden dañar los sistemas acuáticos. Los sedi-
mentos cubren las hojas de las plantas sumergidas y otras superficies
verdes con una película de fango que reduce la disponibilidad de luz y
disminuye las tasas fotosintéticas. El aumento de la turbidez del agua dis-
minuye la profundidad a la cual puede ocurrir la fotosíntesis y afecta la
visibilidad de los animales que se alimentan y habitan en el agua. Las car-
gas de sedimento son particularmente dañinas para muchas especies de
coral que requieren aguas claras y cristalinas para sobrevivir. Los corales
tienen filtros delicados que cuelan pequeñas partículas de alimento desde
el agua clara. Cuando el agua tiene una elevada densidad de partículas de
suelo, los filtros se obstruyen y los animales no pueden alimentarse.
Muchos animales del coral se asocian con algas simbióticas que les
proveen hidratos de carbono fotosintéticos, pero cuando el agua tiene
partículas de suelo, existe muy poca luz para que las algas fotosinteticen,
y entonces los corales pierden su fuente de energía.

Contaminación del aire.

En el pasado la gente supuso que la atmósfera era tan extensa que los
materiales que se liberaran hacia el aire serían ampliamente dispersados y
sus efectos serían mínimos. Pero en la actualidad varios tipos de contami-
nantes del aire están tan ampliamente extendidos, que han comenzado a
dañar ecosistemas completos y a cambiar el clima global del planeta.

Lluvia ácida. Las industrias tales como las fundiciones y las plantas
de energía que funcionan con petróleo y carbón liberan al aire enormes
cantidades de nitratos y sulfatos, los cuales se combinan con la humedad
atmosférica para producir ácidos nítrico y sulfúrico. Estos ácidos se
incorporan a las nubes y bajan el pH (la medida estándar de la acidez)
del agua de lluvia. A su vez, la lluvia ácida reduce el pH del agua del
suelo y de los cuerpos de agua, tales como lagos y lagunas. A medida que
la acidez de los cuerpos de agua aumenta, muchas especies de peces
mueren inmediatamente o tienen problemas durante el desove. Muchas
lagunas y lagos en países industrializados han perdido gran parte de sus
comunidades animales como resultado de la lluvia ácida. Estos cuerpos
de agua dañados se encuentran a menudo en áreas supuestamente prísti-
nas, a cientos de kilómetros de las fuentes más importantes de contami-
nación urbana e industrial; por ejemplo, la acidificación es evidente en el
39% de los lagos de Suecia y en el 34% de los lagos de Noruega (Moi-
seenko, 1994). La mayor acidez y la contaminación del agua son los dos
factores probablemente responsables de la dramática reducción de las
poblaciones de anfibios en todo el mundo (Recuadro V.1). La mayoría
de las especies de anfibios depende de los cuerpos de agua durante al
menos una parte de su ciclo de vida, y una reducción en el pH del agua
provoca aumento de la mortalidad de huevos y juveniles (Beebee et al.,
184 1990; Blaustein y Wake, 1995). La acidez también inhibe los procesos
microbianos de descomposición de la materia orgánica en el suelo de los eco- VI. Destrucción y degradación
sistemas terrestres, reduciendo la tasa del reciclaje mineral y la productivi- del Hábitat
dad.
Los efectos de la contaminación del aire sobre las comunidades
forestales han sido intensamente estudiados debido al enorme valor
económico de los bosques en términos de producción
de madera, manejo de cuencas y recreación. La lluvia
ácida daña y debilita muchas especies de árboles y los
hace más susceptibles al daño por insectos, hongos y
enfermedades (Figura VI.14). En grandes áreas de
Europa y el noreste de América del Norte la muerte
masiva de árboles del bosque se ha atribuido a la lluvia
ácida y otros componentes de la contaminación del aire
(Edwards, 1994). Cuando los árboles mueren, otras
especies del bosque también se extinguen localmente,
especialmente aquellas más susceptibles a la contami-
nación. Los líquenes —organismos simbióticos com-
puestos de hongos y algas— pueden sobrevivir en
algunos de los más severos ambientes naturales, pero
son particularmente susceptibles a la contaminación del
aire. Debido a que cada especie de liquen tiene distintos
niveles de tolerancia a la contaminación aérea, los
líquenes se han utilizado como indicadores biológicos
del nivel de contaminación del aire. Figura VI.14. Los bosques de todo
el mundo, especialmente en las
Producción de ozono y depósitos de nitrógeno. Los automóviles, plantas regiones templadas del Hemisferio
productoras de energía y otras actividades industriales liberan hidrocar- Norte, están experimentando los
buros y óxidos de nitrógeno como productos de desecho. En presencia efectos de la lluvia ácida, depósitos de
nitrógeno, daño por ozono, ataque
de la luz solar, estos productos químicos reaccionan con la atmósfera
de insectos y enfermedades. Estos
para producir ozono y otros productos secundarios colectivamente lla- árboles muertos fueron fotografiados
mados smog fotoquímico. Aunque el ozono en la capa superior de la en 1988 en Carolina del Norte, Esta-
atmósfera es importante en la filtración de la radiación ultravioleta, altas dos Unidos. (Fotografía de Jim
concentraciones de este compuesto a nivel del suelo dañan los tejidos MacKenzie, WRI).
vegetales, afectando a su vez a las comunidades biológicas y reduciendo
la productividad agrícola. El ozono y el smog son perjudiciales para la
gente y los animales cuando se inhalan, de tal manera que el control de la
contaminación del aire beneficia a las personas y a la diversidad biológi-
ca.

Metales tóxicos. Otro componente de la contaminación aérea son los


metales tóxicos como el zinc, cobre o plomo. Este último metal, alta-
mente tóxico para la salud humana, especialmente de los niños, alcanzó
concentraciones de 25 µg/l en la lluvia y nieve del noreste de Estados
Unidos en 1975 (Likens, 1991a). La gasolina con aditivos de plomo era
responsable en un 90% de estas altas concentraciones. En consecuencia,
en 1977 se prohibió el uso del plomo en la gasolina, disminuyendo su
concentración en más de diez veces en 1989. Sin embargo, Estados
Unidos continúa exportando aditivos plomados para la gasolina a países
185
Amenazas para la diversidad biológica del tercer mundo, incluyendo la mayoría de los países latinoamericanos
(Likens, 1991b). El aumento de la contaminación del aire es particular-
mente severo en muchas de las grandes capitales o ciudades de Lati-
noamérica (por ejemplo, la ciudad de México, San Pablo, Santiago) con
poblaciones humanas densas y en aumento, industrialización creciente y
rápido crecimiento del número de propietarios de automóviles. Algunas
alternativas para el control de la contaminación del aire incluyen proce-
sos de filtración más eficientes de los gases industriales, construcción de
vehículos motorizados con menos emisiones de contaminantes, mejores
sistemas de transporte público y reducción del uso total de energía a
través de medidas de conservación y eficiencia.
La minería y las operaciones de fundición, junto con otras activi-
dades industriales, también liberan grandes cantidades de metales tóxi-
cos a la atmósfera, afectando no sólo la salud de los mineros y pobla-
ciones vecinas, sino también las biotas regionales. Los efectos de estos
metales tóxicos son particularmente evidentes en las áreas alrededor de
las grandes fundiciones, donde la vida ha sido destruida en un radio de
kilómetros.
Un tipo de contaminación particular proviene de los aerosoles y otros
gases industriales que contienen clorofluorocarbonos (CFC). Los CFC
suben a la estratósfera a unos 20 km de altitud y, por la intensa radiación
ultravioleta (UV), liberan su átomo de cloro, el cual cataliza la reducción
del o zono (O 3 ) a oxígeno molecular (O 2). El ozono de la estratós-
fera (a diferencia del ozono que se acumula cerca del nivel suelo) es
benéfico porque filtra la radiación UV y, por lo tanto, su pérdida incre-
menta los niveles de radiación, afectando la salud humana y provoca
alteraciones en el plancton y las comunidades terrestres (Firor, 1990).
Los patrones de circulación del aire y los cristales de hielo en la estratós-
fera sobre la Antártica acumulan cloro durante el largo invierno polar,
que se libera a la llegada de la primavera, lo que ha producido desde la
década de los setenta un “hoyo en la capa de ozono” que se ha ido agran-
dando progresivamente sobre la región.

Cambio climático global.

El dióxido de carbono (CO 2), el metano y otros gases traza en la atmós-


fera son transparentes a la luz solar, permitiendo que la energía luminosa
atraviese y caliente la superficie de la Tierra. Estos gases y el vapor de
agua (en la forma de nubes) atrapan la energía que irradia desde la Tierra
como calor, disminuyendo la tasa a la cual el calor abandona la superficie
terrestre. Estos gases han sido llamados de invernadero debido a que fun-
cionan como el vidrio en un invernadero: son transparentes a la luz del
sol pero atrapan la energía dentro del invernadero una vez que se trans-
forma en calor (Figura VI.15). El efecto invernadero permite que la vida
florezca sobre la Tierra; sin él la temperatura de la superficie del planeta
bajaría dramáticamente. Sin embargo, como resultado de la actividad
186 humana en la sociedad contemporánea, la concentración de los gases de
invernadero está incrementando a un grado tal que podría conducir a un VI. Destrucción y degradación
episodio de calentamiento global. Durante los últimos 100 años los nive- del Hábitat
les globales de CO2, metano y otros gases traza han aumentado continu-
amente como resultado del uso de combustible fósil (carbón, petróleo y
gas natural) (Gates, 1993; IPCC, 1996). La quema de leña para calefac-

ción y para cocinar también contribuye a este proceso. La deforestación Figura VI.15. En el efecto inver-
puede ser crucial, puesto que si se disminuye la superficie fotosintética, nadero los gases y el vapor de agua
forman una capa alrededor del plane-
se reduce la fijación del CO2 atmosférico. En los últimos 100 años la
ta que actúa como el techo de vidrio
concentración de CO2 en la atmósfera ha aumentado en un 20%, desde de un invernadero, permitiendo la
290 partes por millón (ppm) a 350 ppm (Figura VI.16), y se proyecta entrada de la energía solar (ondas
que se duplicará a mediados del siglo XXI. Incluso si los planes acordados cortas) y atrapando el calor (ondas
en la conferencia de Kioto en 1997 para reducir la producción de CO2 largas) generado en la superficie de la
fueran instantáneamente implementados, la reducción inmediata del Tierra. (Según Gates, 1993).
nivel del CO2 atmosférico actual sería mínima, debido a que la molécula
de CO 2 reside en la atmósfera durante un promedio de 100 años antes
de ser fijada por las plantas y los procesos geoquímicos naturales. Este
retardo implica que los niveles de CO 2 atmosférico continuarán aumen-
tando en el corto plazo.
Otro gas de invernadero significativo es el metano, que ha aumenta-
do desde 0.9 a 1.7 ppm en los últimos 100 años como resultado del cul-
tivo del arroz, la ganadería, la actividad microbiana en basurales, la liberación
durante la producción de combustible fósil y la quema de bosques tropi-
cales y praderas. El metano es mucho más eficiente en la absorción de
calor que el CO2, de manera que incluso a bajas concentraciones con-
tribuye significativamente al efecto invernadero. Las reducciones en los
niveles de metano son difíciles de lograr debido a que su producción está
estrechamente asociada con la actividad agropecuaria.
Muchos científicos creen que estos mayores niveles de gases de inver-
nadero ya han afectado el clima del planeta y que sus efectos aumentarán
en el futuro. Existe evidencia confiable que sugiere que el clima global se
ha calentado entre 0.3 y 0.6°C durante el último siglo (IPCC, 1996). La
predicción de los patrones climáticos futuros es extremadamente com- 187
Amenazas para la diversidad biológica

Figura VI.16. Durante los últi-


mos 130 años las concentraciones
de CO2 (línea negra) y otros gases
de invernadero en la atmósfera
inferior han aumentando constan-
temente como resultado de las
actividades humanas. Existe tam-
bién evidencia de un aumento
global en las temperaturas del aire
(línea gris).
La mayoría de los científicos cree
que los aumentos de temperatura
observados están siendo provoca-
dos por las mayores concentra-
ciones de gases de invernadero.
(Según Schneider, 1989).

pleja y difícil; sin embargo, el consenso entre los meteorólogos es que el


clima del mundo aumentará su temperatura entre 1 y 3.5°C en el próxi-
mo siglo, como resultado de los mayores niveles de dióxido de carbono y
otros gases. El aumento podría ser aún mayor si el dióxido de carbono
aumenta más rápido de lo predicho, o podría ser levemente menor si
todos los países acordaran reducir sus emisiones de gases de invernadero.
El incremento de la temperatura será mayor en las latitudes altas y
sobre las grandes masas continentales (Figura VI.17) (Myneni et al.,
1997). Muchos científicos han predicho un aumento en la frecuencia de
las catástrofes climáticas, tales como huracanes, inundaciones y sequías
regionales asociadas con este calentamiento (Schneider, 1998). Los mode-
los sobre patrones climáticos futuros son aproximados debido a la
incerteza en relación con la capacidad del océano para absorber CO2,
con las respuestas de las comunidades vegetales a mayores niveles de
CO2, temperatura y aerosoles, así como el efecto de la cubierta de nubes
en la reflexión de la luz solar.
El calentamiento global no es un fenómeno nuevo. Durante los últi-
mos dos millones de años han existido al menos diez ciclos de calen-
tamiento y enfriamiento globales. Durante los períodos cálidos el hielo
polar se fundió, el nivel de los océanos se elevó a un nivel superior al
actual y las especies expandieron sus distribuciones más cerca de los
polos y emigraron a mayores altitudes. Durante los períodos fríos los hie-
los polares se extendieron, el nivel de los mares descendió y las especies se
distribuyeron más cerca del Ecuador y a menores elevaciones. Mientras
que muchas especies indudablemente se extinguieron durante estos
188 episodios repetidos de cambios de ámbito, las especies que tenemos hoy
son supervivientes del cambio climático global. Si las especies se ajus- VI. Destrucción y degradación
taron al clima global en el pasado, ¿serán capaces de ajustarse a los cam- del Hábitat
bios previstos en el clima global causado por la alteración humana de la
atmósfera?.

Es probable que muchas especies no sobrevivan al calentamiento Figura VI.17. Los modelos de
provocado por los humanos, debido a que éste ocurrirá mucho más rápi- simulación de clima global predicen
damente y en un paisaje antrópico que presenta mayores barreras para la que el nivel de CO2 se duplicará a
migración, comparado con los períodos de calentamiento que mediados del siglo XXI y las tem-
sucedieron a las glaciaciones durante el Pleistoceno. Para los bosques peraturas aumentarán significativa-
mente. Se pronostican temperaturas
deciduos del noreste de América del Norte, las especies de plantas ten- superiores en los continentes y lati-
drán que migrar entre 500 y 1 000 km hacia el norte para seguir la onda tudes elevadas, esto es, más cercanas
de aumento térmico, entre 1 y 3.5°C, durante el próximo siglo (Davis y a los polos. (Según IPPC, 1996).
Zabinski, 1992). En cambio, después de la última glaciación pleistocéni-
ca las especies de árboles migraron hacia América del Norte a una tasa de
10 a 40 km por siglo, esto es, a tasas entre 50 y 100 veces más lentas que
las requeridas por el cambio climático actual. Además, la urbanización,
el deterioro ambiental y la fragmentación del hábitat provocada por las
actividades humanas dificultarán o impedirán la migración de muchas
especies. Muchas especies con distribución limitada y/o baja capacidad
de dispersión se extinguirán, favoreciendo a las especies más amplia-
mente distribuidas y/o dispersadas en las nuevas comunidades.
Se espera que los efectos del cambio climático global sobre la tem-
peratura y la precipitación sean menos dramáticos en los trópicos que en
las zonas templadas (IPCC, 1996; Bawa y Markham, 1995). Sin embar-
go, cambios pequeños en la cantidad y oportunidad de la lluvia podrían
tener grandes efectos sobre la composición de especies, ciclos reproduc-
tivos de las plantas y susceptibilidad a los incendios. El impacto de tales
cambios sobre las poblaciones de aves migratorias podría ser bastante 189
Amenazas para la diversidad biológica dramático. Algunos modelos sugieren que los huracanes serán más
severos y frecuentes en las áreas tropicales, afectando la estructura de los
bosques.

Aumentos del nivel del mar. Las temperaturas más cálidas en los próximos
50 o 100 años podrían derretir glaciares y hielos polares, elevando los
niveles del mar entre 0.2 y 1.5 m. Las comunidades costeras de baja alti-
tud —como los humedales— se inundarían y no podrían desplazarse
tierra adentro debido a la presencia de caminos, barreras para el control
de inundaciones y asentamientos humanos, eliminando el hábitat de
muchas especies de aves, invertebrados, peces y plantas propias de esos
ecosistemas. En las áreas tropicales los manglares serán severamente afec-
tados por el aumento del nivel del mar, cuya profundidad impedirá el
establecimiento de nuevas generaciones de plantas. Regiones, países y
ciudades a baja altitud como Buenos Aires, Bangladesh o Venecia
podrían quedar bajo el agua dentro de unos 100 años. Existe evidencia
que este proceso ya ha comenzado, puesto que en los últimos 100 años el
nivel de los mares ha aumentado entre 10 y 25 cm, debido probable-
mente a un aumento de la temperatura global (IPCC, 1996).
El aumento de los niveles del mar es potencialmente perjudicial para
muchas especies del arrecife de coral que crecen a una profundidad pre-
cisa, con una determinada combinación de luz y movimiento del agua.
Una tasa de aumento del nivel del mar de un metro por siglo requeriría
un incremento de 10 mm al año, una tasa alcanzada sólo por los corales
de más rapido crecimiento (Grigg y Epp, 1989). La mayoría de las
especies de los arrecifes de coral tienen crecimientos más lentos y, por lo
tanto, serán incapaces de compensar el aumento del nivel del mar y
morirán al quedar gradualmente sumergidos.
Los arrecifes de coral son afectados también por el aumento de las
temperaturas marinas. Las temperaturas del agua del Océano Pacífico
anormalmente altas durante 1982 y 1983 condujeron a la muerte de algas
simbióticas asociadas con los corales. En consecuencia, el coral “blanquea-
do” careció de hidratos de carbono esenciales, provocando la muerte masi-
va del 70 al 95% del área a 18 m de profundidad (Brown y Ogden, 1993).

Plantas y cambio climático. Algunas especies de plantas serán capaces de


utilizar los mayores niveles de CO2 y temperaturas más elevadas para
aumentar sus tasas de crecimiento, mientras que otras especies no lo
harán y disminuirán en abundancia (Bazzaz y Fajer, 1992; Harte y Shaw,
1995). Un aumento sustancial del crecimiento vegetal ya ha sido detec-
tado en grandes áreas en las latitudes altas del norte usando datos
satelitales (Myneni et al., 1997). Los cambios en las poblaciones de las
especies de insectos herbívoros pueden ser más pronunciados en la medi-
da que sus recursos vegetales cambian. Las fluctuaciones impredecibles
de las poblaciones de especies de plantas e insectos podrían conducir a la
190 extinción de especies raras y aumentos de otras especies.
Efectos del calentamiento global. El cambio climático global podría VI. Destrucción y degradación
reestructurar radicalmente las comunidades biológicas y alterar los ran- del Hábitat
gos de distribución de muchas especies. Se han informado cambios en la
distribución de aves y plantas y procesos reproductivos prematuros en la
primavera (Grabherr et al., 1994; BirdLife International, 1997). Debido
a que las implicancias del cambio climático global son de largo alcance,
las comunidades biológicas, las funciones ecosistémicas y el clima necesi-
tan ser cuidadosamente monitoreados en las décadas venideras.
A medida que ocurra el cambio climático, muchas reservas biológicas
no podrán continuar protegiendo a sus especies raras, por lo que deberán
desplazarse a nuevas áreas de conservación. Por lo tanto, deben identifi-
carse y establecerse nuevas rutas para potenciales migraciones futuras,
tales como valles de ríos norte-sur y corredores verticales desde la base
hacia la cumbre de las montañas. Algunos individuos de especies ame-
nazadas deberán manejarse en cautiverio, para reestablecerlos luego en
nuevas áreas protegidas.
La preocupación respecto al cambio climático global no debiera, sin
embargo, desviar nuestra atención de la destrucción masiva del hábitat,
principal causa de la extinción de especies y de los daños ecológicos y
sociales asociados (Vitousek, 1994). La preservación de comunidades
intactas y la restauración de comunidades degradadas son las prioridades
más importantes e inmediatas de la conservación.

Resumen

1. La amenaza más importante para la diversidad biológica es la pérdida


del hábitat; por lo tanto, para proteger la diversidad biológica debemos
preservar el hábitat. Más del 50% del hábitat de la vida silvestre ha sido
destruido en 49 de los 61 países tropicales del Viejo Mundo. Muchas
especies únicas y amenazadas han perdido gran parte de su hábitat y
están protegidas en sólo un pequeño porcentaje de su rango original. Los
bosques lluviosos tropicales están actualmente siendo destruidos a una
tasa muy alta. Otros hábitats amenazados incluyen los manglares,
bosques tropicales secos, humedales y arrecifes de coral.

2. La fragmentación del hábitat es el proceso por el cual un área continua


de hábitat se divide en dos o más fragmentos. Estos fragmentos están a
menudo aislados entre sí por hábitats modificados o degradados. La frag-
mentación del hábitat conduce a la pérdida de especies debido a que crea
barreras para los procesos normales de dispersión, colonización y ali-
mentación. Los fragmentos individuales pueden carecer del tipo de ali-
mentos y otros recursos necesarios para sustentar las poblaciones perma-
nentes de ciertas especies, o pueden tener condiciones ambientales físicas
y bióticas inadecuadas para las especies originales.

3. La contaminación ambiental afecta tanto a la salud humana como a


las demás especies biológicas. Los pesticidas, asperjados para controlar
191
Amenazas para la diversidad biológica plagas de insectos, se concentran en los tejidos de las aves, particular-
mente en las rapaces, conduciendo a una reducción de sus poblaciones.
La contaminación del agua por productos derivados del petróleo, dese-
chos industriales, exceso de nutrientes derivados de los fertilizantes,
residuos tóxicos de pesticidas y herbicidas, aguas servidas y sedimentos
derivados de la erosión del suelo es particularmente dañina para algunas
comunidades acuáticas y pueden cambiar drásticamente su composición
de especies. La lluvia ácida, los altos niveles de ozono a nivel del suelo y
los metales tóxicos suspendidos en el aire afectan particularmente la
salud de los niños y grupos de organismos como los líquenes. Los
aerosoles afectan la capa de ozono de la estratósfera, provocando un
aumento de la radiación ultravioleta dañina para la salud humana. Se
han implementado convenios y regulaciones respecto al uso y
comercialización de muchos de estos productos contaminantes, pero des-
graciadamente éstos han continuado exportándose hacia los países lati-
noamericanos y otras regiones del llamado Tercer Mundo.

4. Los patrones de clima global podrían cambiar dentro del próximo


siglo debido a las grandes cantidades de CO2 y otros gases de inver-
nadero producidos por las actividades humanas. El aumento de las tem-
peraturas podría ocurrir tan rápidamente durante el siglo XXI que
muchas especies serán incapaces de modificar su distribución y se extin-
guirán. Los biólogos de la conservación necesitan monitorear estos cam-
bios y actuar cuando las especies no puedan adaptarse al cambio climáti-
co.

Para discutir

1. Examine mapas de parques y reservas de la naturaleza. ¿Han sido estas


áreas fragmentadas por caminos, líneas de energía y otras actividades
humanas? ¿Cómo ha afectado la fragmentación el tamaño promedio del
fragmento, el área del hábitat interior y la longitud total del borde? Analice
los efectos de la adición de nuevos caminos o la eliminación de los
caminos existentes y del desarrollo del parque y considere sus implican-
cias biológicas, legales, políticas y económicas.

2. ¿Qué consecuencias tendrían los procesos de fragmentación analiza-


dos por usted en el punto anterior para distintos grupos de organismos,
tales como aves terrestres, aves voladoras, insectos, etc.? ¿Qué evidencia
tiene respecto a los requerimientos de hábitat y movilidad de los distin-
tos grupos de organismos que habitan en ellos? ¿Cómo serían afectados
algunos procesos ecológicos tales como la polinización o la herbivoría
por tales procesos de fragmentación?

3. ¿Cuáles hábitats son los más afectados en su región? ¿Qué grupos de


personas son las más afectadas por la contaminación? ¿Cuáles son las
mayores fuentes de contaminación del agua, los suelos y el aire? ¿Qué
192
iniciativas a nivel personal o colectivo le permitirían una participación VI. Destrucción y degradación
activa para revertir la degradación ambiental y social? del Hábitat

4. Compare el estado de conservación de los distintos ecosistemas de su


región. ¿Por qué algunos se han preservado y otros se han degradado?
Utilizando los recuadros de este capítulo y otras fuentes bibliográficas,
realice una comparación similar entre distintas regiones de Latinoaméri-
ca y del mundo. ¿Qué tipos de hábitats y qué regiones aparecen más
seriamente deteriorados? ¿Cuáles son los grupos de organismos más per-
judicados? ¿Cuáles son las poblaciones humanas más afectadas por esa
degradación del hábitat?

Lecturas sugeridas

Aizen, M., y P. Feinsinger (1994a, b), “Forest fragmentation, pollina-


tion, and plant reproduction in a Chaco dry forest, Argentina”, Ecol-
ogy 75:330-351. Un meticuloso trabajo pionero en el análisis de los
efectos de fragmentos multiformes sobre procesos ecológicos.
Bierregaard, R. O., T. E. Lovejoy, V. Kapos, A. A. Dos Santos y R. W.
Hutchings (1992), “The biological dynamics of tropical rainforest
fragments”, BioScience 42:859-866. Un buen resumen del experi-
mento de fragmentación a gran escala en Brasil, incluido en un
número dedicado a artículos de conservación y ecología de comu-
nidades.
Hajek, E. (comp.) (1995), Pobreza y Medio Ambiente en América Latina,
CIEDLA, Buenos Aires, Argentina. Un análisis de casos sobre las
complejas interrelaciones entre pobreza y la degradación del medio
ambiente en diversas regiones de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile,
Costa Rica, Perú y Venezuela.
Firor, J. (1990), The Changing At m o s p h e re. A Global Challenge, Yale
University Press, New Haven, Estados Unidos. El reconocido cientí-
fico John Firor describe y discute en términos sencillos los distintos
componentes del cambio climático global.
Laurance, W. F., y R. 0. Bierregaard, Jr. comps. (1997), Tropical Forest
Remnants: Ecolog y, Management y Conservation of Fragmented Com-
munities, The University of Chicago Press, Chicago, Estados Unidos.
Un amplio texto sobre la fragmentación del hábitat.
Meyer, W. B. (1996), Human Impact on the Earth, Cambridge University
Press, Cambridge. Una clara y sintética descripción de los cambios
ambientales generados por la actividad humana.
Murcia, C. (1995), “Edge effects in fragmented forests: Implications for
conservation”, Trends in Ecology and Evolution 10:58-62.
Sieving, K. E., M. F. Willson y T. L. de Santo (2000), “Defining corridor
functions for endemic birds in fragmented south-temperate rainfor-
est”, Conservation Biology 14:1120-1132. La efectividad de los corre-
dores depende del diseño de éstos y del grupo de organismos de
interés.
193
Amenazas para la diversidad biológica Williams-Linera, G. (1993), “Bordes de bosque nublado en el Parque
Ecológico Clavijero, Xalapa, Veracruz, México”, Revista de Biología
Tropical 41:107-117.

194
X. Ética ambiental: raíces y ramas
latinoamericanas
Ricardo Rozzi

L
a ética ambiental representa una dimensión crucial de la
conservación biológica, puesto que los orígenes de la crisis ambi-
ental actual radican en el modo de relación establecido por la
sociedad industrial con el mundo natural (White, 1967; Bor-
mann y Kellert, 1991; Rozzi, 1999; Davidson, 2000). Por lo
tanto, la ética ambiental concierne tanto a las sociedades humanas como
a la naturaleza y procura el bienestar de ambas.
La teoría de la evolución propone que los seres humanos poseen un
origen común con todas las especies biológicas. La ecología reconoce que
los seres humanos establecen interacciones ecológicas con una multitud
de especies biológicas y procesos ecosistémicos. Variadas culturas indíge-
nas americanas conciben a los seres humanos como “hijos y habitantes”
de la Tierra. En consecuencia, para la ética ambiental la Tierra y los seres
humanos no constituyen dos esferas separadas. Más aún, los tipos de
relaciones que establecemos con la naturaleza se parecen a aquellas que
establecemos entre los seres humanos. Si los humanos nos explotamos
los unos a los otros entonces muy probablemente haremos lo mismo con
los demás seres vivos. En cambio, si aprendemos a respetarnos y a ser so-
lidarios en nuestras relaciones con las diversas personas y culturas de
América y del mundo, entonces podremos construir una base sólida para
establecer relaciones respetuosas y solidarias con el conjunto de los seres
vivos. Por esta razón la ética ambiental no es una postura ambientalista o
conservacionista que trate disociadamente del “medio ambiente sano” o
de los derechos animales, sino que analiza críticamente las relaciones de
los seres humanos con el ambiente del que forman parte y cuestiona los
modos de vida y de desarrollo en cuanto inciden en tales relaciones
(Naess, 1973; Sosa, 1990).
Como disciplina académica, la ética ambiental se instauró en las uni-
versidades sólo a mediados de los setenta (Callicott, 1989; Rolston,
2000). Sin embargo, las tradiciones culturales de innumerables etnias
albergan una antigua y vasta diversidad de éticas en los modos de valorar
y relacionarse con el mundo natural, que hoy es desentrañada por estu-
281
Rozzi R. 2001. Éticas ambientales latinoamericanas: raíces y ramas.
En “Fundamentos de Conservación Biológica: Perspectivas Latinoamericanas”,
Primack, R., R. Rozzi, P. Feinsinger, R. Dirzo & F. Massardo , pp. 311-362. Fondo de Cultura Económica, México.
El valor de la diversidad biológica

(A)

Figura X.1 (A) Los biólogos de la


conservación se interesan hoy por
conocer y comprender las éticas
ambientales involucradas en refi-
nadas prácticas, tales como la
recolección de juncos que sustenta
(B) la cestería de las mujeres
yaganes en los delicados ecosistemas
del extremo sur de América.
(Fotografías de Ricardo Rozzi,
Archivo Parque Etnobotánico
Omora Isla Navarino, Chile).
(B)
dios antropológicos, históricos, ecológicos, filosóficos y por la ética
ambiental comparada (Figura X.1; Callicott, 1994). La constatación de
esta diversidad cultural amplía enormemente el horizonte de aproxima-
ciones para los biólogos de la conservación, puesto que no toda la especie
humana está en conflicto con la biodiversidad; sino que sólo algunas
actitudes generan problemas ambientales. Más aún, estas actitudes y sus
prácticas asociadas pueden ser modificadas y corregidas. Así, la ética
ambiental nos da una esperanza para superar la crisis ambiental y nos
sugiere que para dar ese paso debemos indagar en la diversidad valórica y
cultural de los seres humanos. Por esto la primera parte de este capítulo
se dedica a la ética ambiental comparada.
Una segunda constatación importante para una ética ambiental lati-
noamericana es que la mayor parte de la biodiversidad actual se encuen-
tra en los territorios indígenas y no en las regiones más desarrolladas
(Alcorn, 1994). No obstante, la capacidad de los habitantes indígenas
para conservar sus recursos naturales se subestima frecuentemente cali-
ficándola como primitiva, pobre o perteneciente al “Tercer Mundo”.
Desde un punto de vista ético, tal descalificación constituye una discrim-
inación injustificada que promueve la exclusión de las poblaciones
locales y la toma de control de los recursos naturales por parte de elites
282 políticas o económicas. La descalificación de la cultura local y la
Rozzi R. 2001. Éticas ambientales latinoamericanas: raíces y ramas.
En “Fundamentos de Conservación Biológica: Perspectivas Latinoamericanas”,
Primack, R., R. Rozzi, P. Feinsinger, R. Dirzo & F. Massardo , pp. 311-362. Fondo de Cultura Económica, México.
admiración por la ciencia y tecnología extranjeras pueden permearse Ética ambiental: raíces y ramas
también latinoamericanas
—consciente o inconscientemente— en el trabajo de los biólogos de la
conservación, quienes debemos, por lo tanto, esforzarnos por debatirlas
explícita y críticamente. La segunda parte de este capítulo, titulada
metafóricamente “el efecto sombra de la cultura dominante”, trata pre-
cisamente de las dificultades de expresión de los valores y los saberes
indígenas, rurales o de comunidades marginales, que pueden ofrecer
valiosos elementos para abordar los problemas ecológicos y sociales que
preocupan a los biólogos de la conservación (Figura X.2).
La constatación de las relaciones de poder exige una gran respons-
abilidad científica y ética a los biólogos de la conservación. Responsabili-
dad científica, porque las respuestas a estas preguntas son complejas y
requieren innovaciones metodológicas y modos de interpretación que
provienen tanto de las ciencias naturales y sociales como de las
humanidades (Oelschlaeger, 1991). Responsabilidad ética, porque es Figura X.2 Rigoberta Menchú
más fácil adherir a los modos de vida y competir por tener éxito dentro Tum es descendiente de la antigua
de los parámetros de evaluación técnico-profesionales y socio-económi- cultura maya-quiché y de niña
cos imperantes, que decidir innovar nuestro modo de vivir y practicar la ayudó a su familia en los trabajos
conservación biológica. Este enorme desafío no puede abordarse individual- del campo en las grandes planta-
ciones de café donde niñas y adul-
mente y debemos aprender, por lo tanto, a trabajar en equipo estable- tos realizan la recolección. La injus-
ciendo una ética grupal de colaboración. ticia, la discriminación y la miseria
En los trabajos inter-disciplinarios, inter-institucionales o inter-per- que afligen a los indígenas de
sonales cada uno aporta un hilo de conocimiento y de acción que partici- Guatemala que luego terminó de
pa constructivamente en el complejo tejido de hebras ecológicas, sociales conocer como empleada doméstica
y políticas de la conservación biológica y el bienestar social. La reflexión en la ciudad, la llevaron a involu-
crarse en acciones de reforma social
ética debe considerar con especial atención las relaciones de poder y sus y defensa de derechos de la mujer.
consecuencias para la exclusión, marginación e incluso muerte de Su padre y hermano murieron
grandes números de personas humanas y de otros seres (Rebellato, 1995; después de ser encarcelados y tortu-
Rozzi, 2001). Estas dolorosas marginaciones u opresiones han sido fre- rados; su madre también murió
cuentemente captadas y expresadas por artistas, quienes son importantes después de ser arrestada, torturada
portavoces de las éticas ambientales latinoamericanas. La tercera sección y violada; pero Rigoberta continuó
trabajando por la defensa y promo-
de este capítulo analiza las interrelaciones entre el arte y la ética ambien- ción de los derechos y los valores de
tal, como una expresión que integra los derechos humanos de las diversas los pueblos indígenas de América y
culturas y los derechos de los otros seres vivos y componentes de los eco- logró superar el “efecto sombra de
sistemas regionales. la cultura dominante”. En 1992
La crisis ambiental, descrita en los capítulos anteriores de este libro, llegó a recibir el reconocimiento de
surge en gran medida porque supuestos, tales como “es posible controlar la “cultura dominante” pasando a
ser la primera mujer de raza indíge-
la naturaleza”, “los recursos naturales son infinitos” o “más dinero conlle- na que recibe un Premio Nobel.
va una mejor calidad de vida”, no son tan simples o lineales como se Más aún, las Naciones Unidas la
pensaba (Ehrenfeld, 1991; Milton, 1992). En el plano de la ecología, los nombraron Embajadora de Buena
científicos constatan reiteradamente que no conocemos ni compren- Voluntad en el Año Internacional
demos los sistemas naturales tan bien como creían la ciencia y la tec- de los Pueblos Indígenas (1993), y
nología modernas. En consecuencia, la ética ambiental propone el “prin- es asesora personal del Director
General de la UNESCO y presiden-
cipio de precaución” que afirma que ¡debemos ser moderados y cautos en ta de la Iniciativa Indígena para la
nuestras relaciones con los demás seres vivos y los ecosistemas! Paz, donde Rigoberta aboga por la
(Oelschlaeger y Rozzi, 1998). En el plano social, la economía y la políti- reconciliación etno-cultural y los
ca advierten que la “mano invisible del mercado” parece insuficiente para derechos indígenas. (Fotografía
cortesía de The Nobel Foundation).
283
Rozzi R. 2001. Éticas ambientales latinoamericanas: raíces y ramas.
En “Fundamentos de Conservación Biológica: Perspectivas Latinoamericanas”,
Primack, R., R. Rozzi, P. Feinsinger, R. Dirzo & F. Massardo , pp. 311-362. Fondo de Cultura Económica, México.
El valor de la diversidad biológica

Figura X.3 Indígenas tarahumara


del Ejido de Pino Gordo, en las
montañas de Sierra Madre en el
Estado de Chihuahua en el norte de
México, marchan por las calles de
Guadalajara en una protesta pacífi-
ca demandando que se detenga la
tala ilegal en sus territorios. Esta
fotografía apareció en un reportaje
del periódico estadounidense New
York Times(28 de abril, 1999) y
contribuyó a la presión interna-
cional que obligó al gobierno federal
a adoptar medidas legales para
detener las explotaciones ilegales.
(Fotografía cortesía de Wesley Box-
regular todas nuestras actividades y que una vida plena requiere tanto de
ley).
un bienestar material como de un sentido de solidaridad con otros seres
humanos y especies biológicas (Rebellato, 1998). Por lo tanto, la ética
ambiental plantea que la crisis ambiental demanda un cuestionamiento
acerca de los modos en que habitamos y conocemos el mundo (Rozzi et
al., 1998). Por esta razón, la última sección de este capítulo trata de las
interrelaciones entre ciencia y ética para proponer la necesidad de explo-
rar nuevos valores sociales y formas de hacer ciencia que superen las
“modernas” nociones de progreso y desarrollo económico y nos permitan
abordar apropiadamente preguntas y situaciones actuales, tales como:

— ¿Por qué las comunidades indígenas de Chihuahua deben marchar


hasta Guadalajara para que se adopten medidas contra la corta ilegal de
árboles en sus ejidos? Más aún, ¿por qué tales medidas se implementan
sólo después que su denuncia haya aparecido en el periódico The New
York Times? (Figura X.3)

— ¿Cuáles han sido los procesos de cambio en los paisajes ecológicos y


etnográficos del Altiplano boliviano que determinan que hoy una mujer
aymara con su hija se vean obligadas a pedir limosna a los conductores
en la ciudad de La Paz?

— ¿Cuál es la ética de la Tierra que permite que en los semáforos de


grandes ciudades de Latinoamérica, como Bogotá o Ciudad de México,
corran niños de múltiples etnias a limpiar los vidrios de los vehículos en
cada luz roja ?

— ¿Cuáles son los conocimientos científicos, los criterios técnicos y los


valores éticos que imperan en proyectos tales como la construcción de
grandes centrales hidroeléctricas? Por ejemplo, ¿por qué en Urra
(Colombia) o Ralco (Chile) se inundan ecosistemas forestales tropicales
284 o templados, respectivamente, a pesar de que se alteran los flujos de

Rozzi R. 2001. Éticas ambientales latinoamericanas: raíces y ramas.


En “Fundamentos de Conservación Biológica: Perspectivas Latinoamericanas”,
Primack, R., R. Rozzi, P. Feinsinger, R. Dirzo & F. Massardo , pp. 311-362. Fondo de Cultura Económica, México.
nutrientes y se desplaza violentamente a las comunidades indígenas, Ética ambiental: raíces y ramas
como los embera o pehuenche, desconociendo sus demandas? latinoamericanas

— ¿Qué ética impera en una empresa como la petrolera Oxy que toma
posesión del territorio de los uwa en Colombia y procede con sus obras,
pese a que los uwa han manifestado que cometerán suicidio colectivo si
se desarrolla tal proyecto? (Figura X.4)

— ¿Quiénes son los principales agentes de la deforestación de


la Amazonía? ¿Cómo se benefician o perjudican las comu-
nidades indígenas y biológicas de estos ecosistemas tropicales?
¿Cuáles son los valores que imperan y cuán semejantes o difer-
entes son de mis propios valores?

Los ejemplos anteriores nos indican cómo la ética ambiental


latinoamericana emana desde situaciones donde se entre-
cruzan dimensiones ecológicas, antropológicas, históricas,
políticas y culturales. Para nuestra ética ambiental regional es
imprescindible, entonces, considerar en conjunto las necesi-
dades de las especies biológicas, los ecosistemas y los seres
humanos. El análisis ético de las diversas actitudes positivas y
negativas respecto al medio ambiente que albergan sociedades
indígenas, campesinas y urbanas que habitan en nuestro con-
tinente, favorece la comprensión de las interconexiones entre
el bienestar social y la conservación de la diversidad biológica
y cultural. Esta comprensión promueve, a su vez, la expresión
de variadas prácticas y valores ambientales que son esenciales
para mantener viva la diversidad biocultural de Latinoaméri-
ca. Para ello es urgente diversificar los criterios que guían la
toma de decisiones político-ambientales, puesto que las imperantes ecua- Figura X.4 ¿Qué ética impera en
ciones de costo-beneficio contemplan sólo unas pocas variables una empresa como la petrolera
económicas. Oxy, que toma posesión del territo-
La ética ambiental comparada promueve la inclusión de una plurali- rio de los uwa en Colombia y pro-
cede con sus obras pese a que los
dad de valores y la diversificación de criterios para el diseño y toma de
uwas han manifestado que come-
decisiones político-ambientales. Esta diversificación de criterios es fun- terán suicidio colectivo si tal
damental para contrapesar los procesos de globalización y de homo- proyecto se desarrolla? En medio de
geneización biológica y cultural. Esta pluralidad ofrece también alterna- estas tensiones, un niño uwa
tivas a los gobernantes, quienes frecuentemente adoptan modelos sostiene en sus manos una concha
económicos y de desarrollo importados sin considerar alternativas que sagrada, evocando en la concepción
de su cultura: “el territorio U'wa es
provienen de valores y modos de vida locales que albergan una prolonga-
el corazón del mundo, por él corren
da historia de interacciones con los ecosistemas regionales. las venas que alimentan el universo;
si éste se destruye, entonces se
desangra el mundo”. (Fotografía de
Ética ambiental comparada Terry Freitas, cortesía de Under-
ground Project, www.moles.org)
La ética ambiental comparada estudia la vasta diversidad de modos de
conocer y habitar en ecosistemas y climas muy contrastantes que encon-
tramos a través de la geografía del planeta y a través de la historia
285
Rozzi R. 2001. Éticas ambientales latinoamericanas: raíces y ramas.
En “Fundamentos de Conservación Biológica: Perspectivas Latinoamericanas”,
Primack, R., R. Rozzi, P. Feinsinger, R. Dirzo & F. Massardo , pp. 311-362. Fondo de Cultura Económica, México.
El valor de la diversidad biológica humana (Callicott, 1994). En el Altiplano, la Tierra o Pacha Mama es
para los quichua una deidad, un ser vivo y dinámico a quien se le hacen
ofrendas y se le respeta en las prácticas agrícolas y en las fechas de
cosecha para mantener su fertilidad. Para los tukano, que habitan los eco-
sistemas fluviales inundables de la Amazonía colombiana (Figura
XX.1), el creador del universo es el Sol, quien creó sólo un número limi-
tado de plantas y animales. La energía del “padre-sol” es limitada y per-
mite el crecimiento de un número finito de plantas y sus frutos, como
también la reproducción de los animales en cantidad acotada. Para
habitar este universo de recursos finitos, los tukano poseen numerosas
regulaciones. Por ejemplo, los ríos pertenecen a los peces y toda tala en
los bosques ribereños está prohibida. Esta creencia adquiere sentido
ecológico, puesto que en estos sistemas de inundaciones periódicas los
nutrientes provienen de la hojarasca y alimentan a los peces detritívoros
que constituyen la principal fuente alimenticia de los tukano (Reichel-
Dolmatoff, 1976). En otros continentes, como Asia, filosofías tradi-
cionales como el taoísmo enseñan nociones tales como el wu-wei, que
invita a fluir con la tierra y a cultivarla siguiendo las fuerzas naturales
(Callicott y Ames, 1989). En la India, el hinduísmo alberga uno de los
movimientos ambientalistas más carismáticos, el Movimiento Chipko de
las regiones forestales de los Himalayas. Chipko en hindi significa
“abrazar” y abrazando los árboles los miembros de este grupo han logra-
do una moratoria firmada por la primera ministra Indira Gandhi en
1981, que posterga la tala en la región de los bosques himalayos (Shiva,
1988). En Tailandia, el budismo inspira actualmente iniciativas de pro-
tección y restauración de ecosistemas forestales nativos (Alcorn, 1991;
Figura XX.3). Este tipo de ejemplos ilustra cómo la ética ambiental
comparada puede contribuir a la conservación de la diversidad biológica
y cultural mediante el respeto, el esfuerzo por comprender y articular las
variadas concepciones y prácticas ambientales que han sobrevivido hasta
nuestros días.
La ética ambiental comparada ha permitido detectar no sólo diferen-
cias sino también similitudes entre las diversas culturas (Recuadro X.1).
La ciencia contemporánea y numerosas culturas indígenas comparten
notables similitudes; una noción central para la biología y la ética ambi-
ental actual: es que ¡todas las especies biológicas, incluyendo los seres
humanos, poseen un origen evolutivo común!. Las cosmogonías indíge-
nas expresan esta relación de parentesco entre los humanos y las demás
especies de maneras muy variadas, y abarcan incluso una identificación
con las plantas. El texto maya del Popol Vuh (véase edición 1939) relata
cómo los dioses crearon a los seres humanos con masa de maíz para hac-
erlos más perfectos. Otras cosmogonías indígenas tienen una llamativa
similitud con la escala o filogenia evolutiva científica. Por ejemplo, el
canto kumulipo de los hawaianos explica el origen de todas las especies a
partir de un pólipo de coral, y luego la genealogía kumulipo asciende
desde los invertebrados hasta los vertebrados de manera similar a la filo-
genia científica actual (Callicott, 1994).
286 Más allá de la exactitud en el grado de correspondencia entre las cos-
Rozzi R. 2001. Éticas ambientales latinoamericanas: raíces y ramas.
En “Fundamentos de Conservación Biológica: Perspectivas Latinoamericanas”,
Primack, R., R. Rozzi, P. Feinsinger, R. Dirzo & F. Massardo , pp. 311-362. Fondo de Cultura Económica, México.
mogonías del Popol Vuh o del canto kumulipo con la teoría evolutiva, Ética ambiental: raíces y ramas
ellas comparten la noción de un origen común para los seres humanos y latinoamericanas
el conjunto de los seres vivos. Se establece así un sentido de parentesco
que promueve —o debería promover— un respeto ético por la biodiver-
sidad (Recuadro X.1). Como señalara Aldo Leopold (1949) en su
conocido libro Sand County Almanac:

Hace más de un siglo que Darwin proveyó una mejor comprensión sobre el
origen de las especies. Ahora sabemos algo que era desconocido para las
numerosas generaciones anteriores: los humanos son sólo compañeros de
viaje con otras especies biológicas en esta “odisea de la evolución”. Tal
conocimiento debiera habernos inculcado ya un sentido de parentesco con
otros seres vivos, un deseo de vivir y dejar vivir, un respeto ético por nue-
stros parientes cercanos y lejanos.

Este sentido ético, basado en una noción de parentesco, se


encuentra en numerosas cosmogonías indígenas americanas con prolon-
gada antelación a la formulación de Darwin y
Leopold (Rozzi y Massardo, 1999b). Poetas
mapuches como Lorenzo Aillapán y Leonel Lien-
laf expresan hoy la ancestral identificación que su
pueblo mantiene con la tierra (mapu=tierra,
che=gente) en poesías bilingües (mapudungun y
español) (Figura X.5). Estas poesías mantienen
vivas las profundas interconexiones entre su cul-
tura y los ecosistemas del sur de Chile, donde
habitan. Por ejemplo, Lienlaf (1989) establece
una continua comunicación entre su lengua y las
flores (copihue), la tierra y las aves (chucao) que
dialogan con la gente mapuche en fragmentos
como el siguiente:
Figura X.5 Biólogos de la conser-
Pin dungu Palabras dichas vación graban en los bosques sub-
antárticos del Parque Etnobotánico
Kaley mi pin “Es otra tu palabra” Omora poesías bilingües
kochkÜlla dunguenew, me habló el copihue, (mapudungun y castellano) del
mapu dunguenew. me habló la tierra. poeta Lorenzo Aillapán, el Hombre
Pájaro Mapuche.Estas poesías
Epe ngümafun. Casi lloré.
expresan una íntima identificación
Chukao dunguenew “Tus lágrimas debes de las personas de su pueblo con las
mi külleñu dárselas a las flores” aves e integran una rica tradición
müley mi eluafiel me habló el pájaro chucao. oral con el conocimiento ecológico
rayen. tradicional y la observancia de la
historia natural de los mapuche
(Fotografía de Oliver Vogel, Archi-
En el poema de Lienlaf, el chucao, un ave terrestre (Recuadro VI.3),
vo Parque Etnobotánico Omora,
nos indica una guía ética que nos conecta íntimamente con el mundo Isla Navarino, Chile).
vegetal. La capacidad de escuchar a “la tierra que nos habla” se expresa
no sólo en poemas sino también en refinadas prácticas ambientales de los
mapuche y otros pueblos de las regiones de bosques templados de Améri-
ca (Recuadro X.2), que resuenan con las prácticas y actitudes descritas
287
Rozzi R. 2001. Éticas ambientales latinoamericanas: raíces y ramas.
En “Fundamentos de Conservación Biológica: Perspectivas Latinoamericanas”,
Primack, R., R. Rozzi, P. Feinsinger, R. Dirzo & F. Massardo , pp. 311-362. Fondo de Cultura Económica, México.
El valor de la diversidad biológica para otras culturas americanas en este libro. Por ejemplo, en los bosques
tropicales del Chocó, los embera albergan la noción de wuandra o madre
de las plantas y animales (Recuadro XX.3); en la Amazonía los
okaracibiteri —gente de la tierra con mucha palma inaja— habitan cerca
de palmares de donde obtienen palmitos, jugo de la pulpa de frutos
nuevos, semillas y larvas de escarabajo de los frutos caídos (Recuadro
VIII.2); en el lago Titicaca del altiplano, los uros han desarrollado una
cultura sustentada en los juncos, e incluso habitan en “balsas de totora”
(Recuadro XX.4).
Las narrativas y las filosofías ambientales de los pueblos indígenas de
Latinoamérica entretejen un conocimiento ecológico que es a la vez
práctico y teórico. No se trata de “supersticiones” o “leyendas” disociadas
de la realidad material o de un saber menor. Entre los yaganes, por ejem-
plo, un tabú prohibía usar árboles donde anidara un pájaro carpintero
para construir canoas (Recuadro X.2). Desde el punto de vista científi-
co, esta medida tiene mucho sentido puesto que tales árboles suelen estar
horadados por larvas. Para un yagán es tan importante saber elegir el
árbol adecuado para su canoa, como para un oficial de marina es crucial
conocer el uso del radar de su barco. En ambos casos una equivocación
puede costar la vida de los navegantes. Se trata de distintos modos de
conocer y coordinarse con el mundo físico o natural y no de “mitos” o
“leyendas” (Rozzi, en preparación).
Una prueba del valor práctico del conocimiento ecológico tradi-
cional orientado por éticas ambientales, radica en que éstos han permiti-
do la subsistencia de una gran diversidad de comunidades indígenas
durante centurias o milenios. A la vez, es muy importante considerar que
—tal como la ciencia y tecnología occidentales— el conocimiento y las
prácticas indígenas cambian a través del tiempo y no siempre son exi-
tosas, pudiendo ocurrir también la degradación de hábitats y aún la
desaparición de pueblos indígenas y culturas tradicionales (véanse los
Capítulos VII y VIII).
Desde el punto de vista ético, también se pueden inferir perspectivas
y actitudes análogas entre el conocimiento ecológico tradicional o indí-
gena y las concepciones científicas. Por ejemplo, el ecólogo Paul Shepard
(1969) ha expresado —de una manera poética semejante a la concepción
mapuche y de otras etnias americanas— la conexión ecológica entre los
diversos componentes de los ecosistemas que disuelve los límites entre la
naturaleza humana y no-humana:

...en un aspecto el yo es una colección de órganos, sensaciones y pensamientos —


un yo rodeado por una cubierta corporal dura: la piel, ropa y hábitos insulares—
La alternativa es un yo concebido como un centro de organización, que es con-
stantemente influido por e influye sobre su entorno… El pensamiento ecológi-
co… requiere un tipo de visión a través de los límites. La epidermis de la piel es
ecológicamente como la superficie de una charca o del suelo de un bosque, no
tanto una capa aislante como una delicada interpenetración. Se revela así un yo
ennoblecido y extendido… como parte del paisaje y el ecosistema.

288
Rozzi R. 2001. Éticas ambientales latinoamericanas: raíces y ramas. Continúa página 294
En “Fundamentos de Conservación Biológica: Perspectivas Latinoamericanas”,
Primack, R., R. Rozzi, P. Feinsinger, R. Dirzo & F. Massardo , pp. 311-362. Fondo de Cultura Económica, México.
Recuadro X.1. Similitudes y diferencias interculturales en
las éticas ambientales
Ricardo Rozzi
Francisca Massardo

El Continente Americano alberga una reticulada mundo que inicia el tercer milenio. En consecuen-
constelación de visiones de la naturaleza que nos cia, los biólogos de la conservación latinoameri-
señalan cuán variadas pueden ser nuestras rela- canos deberíamos estudiar con la misma seriedad
ciones con el mundo animal, vegetal y físico. Tal las narrativas indígenas y los textos de ecología cien-
constelación cultural representa uno de los panora- tífica.
mas más fértiles para visualizar un tejido de rutas Para conservar y articular la riquísima variedad
alternativas y complementarias a los patrones de miradas y modos de habitar sobre el mundo natural
valóricos y modos de relación con el mundo natu- es indispensable:
ral, promovidos por la arrolladora ola de globalización Primero, reconocer que existe tal diversidad;
que homogeniza la cultura y los paisajes ecológicos. por lo tanto, los problemas ambientales no ocurren
Adelantándose a esta ola, en los años sesenta el entre la humanidad y el medio ambiente, sino que
antropólogo francés Claude Lévi-Strauss planteaba surgen entre modos de mirar y habitar que son
desde el Viejo Mundo la defensa de la refinada red específicos para sociedades y ecosistemas particu-
de cosmologías indígenas que habita en el Nuevo lares.
Mundo, señalando que: Segundo, estudiar cada una de las narrativas,
incluida la científica, desde el punto de vista de la
La mitología latinoamericana pertenece al patrimo- ecología humana y de la conservación biológica.
nio cultural de la humanidad a la par con la
Tercero, complementar y coordinar las diversas
mitología de la Antigua Grecia y Roma y aquella del
Cercano y Lejano Oriente. miradas en el contexto de las realidades sociales y
políticas actuales procurando mantener los proce-
Estas palabras abren el prólogo de la colección sos evolutivos e históricos que son constitutivos de
“Folk Literature of South American Indians” editada la diversidad biológica y cultural.
por Johannes Wilbert entre 1970 y 1990 (UCLA La articulación de la diversidad biocultural pre-
Latin American Center Publications). Las narrati- senta un desafío conceptual enorme que se debate
vas de culturas que habitan ecosistemas tropicales entre dos polos: similitud y diferencia. La similitud
(como los warao o los tukano), andinos (como los corresponde a una visión que enfatiza estructuras
quechua o los aymara) o subantárticos (como los universales en la naturaleza humana y el universo.
yamana o los selknam) son textos acerca del medio Bajo esta concepción, la racionalidad de todos los
ambiente y de las relaciones que con éste pueden seres humanos compartiría estructuras fundamen-
establecer las sociedades americanas. Tales narrati- tales (por ejemplo, la filosofía de Kant o la
vas han brotado de largas historias de interacciones antropología de Lévi-Strauss) o sería posible des-
con los ecosistemas y dan cuenta de “detalles” que cubrir leyes científicas que den cuenta de una mul-
escapan a los modelos elaborados por ecólogos que tiplicidad de procesos que se desenvuelven en diver-
tienen una experiencia de campo comparativa- sas situaciones ambientales (por ejemplo, las leyes
mente ínfima con aquellos ecosistemas. A su vez, de gravitación universal de Newton o de selección
los científicos aportan aproximaciones críticas para natural de Darwin). La diferencia, en cambio, dirige
articular la diversidad biocultural en el contexto del su atención hacia aquellos aspectos de un fenómeno
natural o visión de mundo que no pueden ser asimi- 289
Rozzi R. 2001. Éticas ambientales latinoamericanas: raíces y ramas.
En “Fundamentos de Conservación Biológica: Perspectivas Latinoamericanas”,
Primack, R., R. Rozzi, P. Feinsinger, R. Dirzo & F. Massardo , pp. 311-362. Fondo de Cultura Económica, México.
lados por otras. Por lo tanto, tales fenómenos son vivencia en el marco de la sociedad contemporánea
incomparables y tales visiones son inconmensu- globalizada. Ensayemos la similitud o analogía
rables, en el mismo sentido que pueden serlo dos entre la teoría de ecosistemas y una cosmología
concepciones científicas (Kuhn, 1962). Frente a su indígena americana basada en una profunda conexión
vivencia de las grandes diferencias de cosmovi- “ecosistémica”.
siones, el antropólogo Richard Nelson (1982) se En el sur de Chile un grupo de los mapuches o
pregunta luego de pasar varios años viviendo con gente de la tierra (mapu=tierra, che= gente) habita
los koyukon en Alaska: en las montañas donde crecen las araucarias o
pehuenes. Este grupo se denomina pehuenche
¿Qué es el cuervo para mí? ¿Un ave del género (pehuen= araucaria; che=gente) y su subsistencia
Corvus, como dicen los científicos, o una persona,
depende en los frutos de este árbol. Los clanes
una deidad, como narran los ancianos koyukon?
¿Cómo convivir entre estos mundos contrastantes? pehuenches se identifican con grupos de araucarias
que son vistos como familias. Desafortunadamente
Si queremos contribuir a la continuidad de los hoy este pueblo confronta uno de los conflictos
cursos históricos y evolutivos de los diversas cul- ambientales más álgidos de Sudamérica: su territo-
turas y ecosistemas que mantienen el mosaico de rio está siendo inundado por una serie de represas
paisajes ecoculturales, entonces debemos hacernos que además cortan el flujo del río más grande de
cargo de la encrucijada planteada por Nelson. A la Chile, el Bío-Bío. La noción de pertenencia a la
vez, debemos esforzarnos por encontrar puentes de tierra albergada por los pehuenches es ignorada por
comunicación intercultural que permitan la nece- los programas de biología o es considerada como
saria comprensión y respeto mutuo para la con- una “curiosidad” que poco tiene que ver con la

El ciclo del azufre devela notables


“puntos de encuentro” entre la
cosmovisión del pueblo pehuenche
y la ciencia de ecosistemas. Ambas
visiones critican hoy con argumen-
tos complementarios la
construcción de represas sobre el
mayor río de Chile, que alterarán
los ciclos de nutrientes e inundarán
parte del territorio pehuenche.

290
Rozzi R. 2001. Éticas ambientales latinoamericanas: raíces y ramas.
En “Fundamentos de Conservación Biológica: Perspectivas Latinoamericanas”,
Primack, R., R. Rozzi, P. Feinsinger, R. Dirzo & F. Massardo , pp. 311-362. Fondo de Cultura Económica, México.
ecología. Sin embargo, los argumentos de los del azufre contenido en su estructura proviniera de
pehuenches y de ecólogos de ecosistemas para solici- las emisiones volcánicas, entonces la ciencia des-
tar la suspensión de los trabajos construcción de la cubriría un vínculo nutricional entre el volcán, las
represa pueden presentar notables similitudes. araucarias y la gente similar a la concepción
Para los pehuenches los seres humanos y otros pehuenche.
seres vivos descienden de aquellos que sobrevivieron Desde el punto de vista ecosistémico está claro
en una cumbre volcánica, salvándose de una gran que las represas alteran los flujos de nutrientes como
inundación. La noción de ser gente de la tierra los el azufre o el fósforo, y que podrían afectar el crec-
liga también a los volcanes bajo la conciencia que en imiento de las algas río abajo y en las bahías marinas
los frutos del pehuén, uno come también los min- donde éstos desembocan. De esta manera se alteraría
erales del volcán. Un análisis químico muestra que el crecimiento de las algas y se afectarían las cadenas
las emisiones de los volcanes son ricas en azufre, un tróficas y la abundancia de peces, importantes tanto
componente de dos aminoácidos esenciales: la cisteí- para la dieta de los pehuenches como para la pesca
na y la metionina. Estos aminoácidos no pueden ser comercial en la Bahía Talcahuano donde desemboca el
sintetizados por el organismo humano y deben por Bío-Bío. De esta manera, tanto las narrativas indíge-
lo tanto ingerirse en la dieta. Precisamente los frutos nas ancestrales como las explicaciones científicas con-
del pehuén contienen estos aminoácidos y si parte temporáneas denotan conexiones ecológicas entre los
mundos vegetales, la tierra y los seres humanos.

Recuadro X.2. Éticas ambientales y conservación en los


extremos de América
Nancy J. Turner
Francisca Massardo
Douglas Deur
Ricardo Rozzi

Los pueblos indígenas comparten una característica “conocimiento ecológico tradicional” difiere del
que afecta profundamente sus modos de relación modo prevaleciente en la tecnología y ciencia occi-
con la biodiversidad y la tierra: ellos han habitado y dental, es que descansa fuertemente en la investi-
subsistido en los ecosistemas nativos por un gación de algunas variables seleccionadas y su análi-
número de generaciones muy superior al de los sis por medio de cuerpos teóricos fundados en las
conquistadores o colonos europeos. Mientras que la matemáticas y la lógica (Rozzi y Massardo 1999a).
historia de interacciones de los pueblos indígenas En consecuencia, el conocimiento indígena con-
con sus ambientes naturales ha transcurrido trasta con el “occidental”, en que el primero es más
durante varios siglos o incluso milenios, la historia inmediato y sensorial y está embebido en sus
de los colonos de la civilización moderna e industri- filosofías, la percepción de las otras especies, sus his-
al lleva sólo decenas de años en algunos parajes del torias, ceremonias, normas sociales, valores y
“Nuevo Mundo”. lenguaje. En cambio, el conocimiento de la sociedad
La prolongada historia y las formas de vida en urbana e industrial es más mediatizado, sobre todo
contacto con su ambiente han dado origen a sofisti- hoy cuando los ciudadanos observan la naturaleza
cados modos de conocimiento arraigados en la por televisión o en Internet con mucho mayor fre-
experiencia directa de los pueblos indígenas. Tal cuencia que su contacto directo con los ecosistemas
modo de conocimiento, denominado hoy y las comunidades biológicas (Rozzi 2001). 291
Rozzi R. 2001. Éticas ambientales latinoamericanas: raíces y ramas.
En “Fundamentos de Conservación Biológica: Perspectivas Latinoamericanas”,
Primack, R., R. Rozzi, P. Feinsinger, R. Dirzo & F. Massardo , pp. 311-362. Fondo de Cultura Económica, México.
Aun en regiones de climas tan rigurosos como obtenían también de los lobos marinos. Construían
los extremos latitudinales del Continente Ameri- sus canoas con corteza de ciprés y vivían en tiendas
cano, han habitado etnias que se han desenvuelto de cuero y ramas de lenga, y todavía fabrican her-
en medio de los densos bosques que cubren las mosos cestos de junquillo (Marsippospermum gran-
costas y de los ambientes marinos y estuarinos que diflorum). En el extremo norte, las culturas nativas
reticulan el paisaje de fiordos y canales. En estas dos de la costa noroeste utilizaron centenares de
regiones extremas —la austral de Chile y Argentina, especies de plantas en su vida diaria que expresan la
y la boreal de Estados Unidos y Canadá— las filosofía de “conservándolos vivos”. Las plantas
poblaciones nativas han desarrollado estrategias y tuvieron un papel muy importante en la dieta de
modos de vida que han conservado los ecosistemas estos pueblos, complementando su alimentación
y mantenido sus recursos, una noción que los rica en animales marinos como el salmón, mariscos,
kwakwaka’wakw (grupo indígena de la costa lobos marinos, focas y ballenas. La localización
noroeste) llaman “conservándolos vivos” (Turner y geográfica del recurso, particularmente del salmón,
Deur, 1999). indujo la emergencia de poblados que a su vez pare-
En el extremo austral, al sur del Canal de Bea- cen haber aumentado las demandas por recursos
gle, los yamana (o yaganes) cosechaban su “pan” de vegetales en las vecindades de estos asentamientos.
los hongos del género Cyttaria que crecen sobre los El cedro rojo (Thuja plicata), considerada a
árboles de la especie Nothofagus (coigües y lengas), menudo como “la piedra angular” de la tecnología
colectaban bayas de chaura (Pernettya mucronata) y de la costa noroeste, era sujeto de reverencia y de
calafate (Berberis buxifolia), obtenían la carne medi- múltiples aplicaciones culturales: su madera servía
ante la caza de lobos marinos y aves, peces, de la para fabricar canoas, casas, tótems, cajas y muchos
recolección de centollas y mariscos y de las ballenas otros productos; su interior fibroso se empleaba
que ocasionalmente varaban en la playa; el aceite, para la confección de vestimentas, canastos, cuerdas
esencial para la alimentación y para proteger sus y elementos ceremoniales; sus ramas y raíces eran
desnudos cuerpos en las heladas latitudes, lo utilizadas para la cestería. Además, el cedro rojo era

Los esfuerzos de conservación pueden orientarse hacia la


autonomía de las comunidades indígenas y su acceso a los
ecosistemas, permitiendo la continuidad de sus prácticas
culturales y de subsistencia. La libertad individual y colecti-
va, la oportunidad de practicar medicinas y tradiciones de
educación propias favorecen al mismo tiempo la conser-
vación de los valores ambientales y de la biodiversidad. En
la fotografía Viviana Zárraga, miembro de la Comunidad
Indígena Yagán de Bahía Mejillones, que habita la región
más austral del mundo, muestra los hongos que crecen
sobre un tronco de coigüe (Nothofagus betuloides)y que han
constituido una base de alimentación tan importante que se
conoce como el “pan del indio”. (Fotografía Ricardo Rozzi;
Archivo del Parque Etnobotánico Omora, Isla Navarino,
Chile).

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Rozzi R. 2001. Éticas ambientales latinoamericanas: raíces y ramas.
En “Fundamentos de Conservación Biológica: Perspectivas Latinoamericanas”,
Primack, R., R. Rozzi, P. Feinsinger, R. Dirzo & F. Massardo , pp. 311-362. Fondo de Cultura Económica, México.
considerado un árbol sagrado —como otras por los indígenas de la costa noroeste para consumo
especies de árboles y plantas—del que se creía tenía inmediato o almacenados para el invierno. Estas
un espíritu que al ser tratado sin respeto podía plantas crecen en ecosistemas estuarinos, marismas
causar daño a las personas. y planicies intermareales junto con otras especies de
La corteza del cedro y otros árboles era arranca- raíces comestibles (Turner 1995). Recuerdos de
da en largas tiras y los cosechadores han aprendido ancianos como los del Jefe Hereditario Adam Dick,
desde pequeños a no cosechar demasiado para evi- kwakwaka’wakw, describen que el trébol costero de
tar la muerte del árbol. En el pasado también se primavera era tradicionalmente cultivado en hábi-
cosechaban de esta manera tablones sin dañar al tats intermareales, los cuales eran expandidos a
árbol y se podaban ramas y raíces, sólo unas pocas través de prácticas de relleno de suelo y labranza de
de cada individuo de manera de no comprometer la la tierra, cosecha selectiva y replante de fragmentos
vida del árbol. Hoy encontramos todavía estos de rizomas, construcción de camas de siembra, des-
“árboles culturalmente modificados”, cuyas tiras de malezamiento, transplantes y marcado de parcelas
corteza o tablones removidos nos expresan una manejadas por clanes o grupos familiares definidos
filosofía general de no ocasionar la muerte o daño (Deur, 2000; Deur y Turner, en preparación).
innecesario a los árboles u otras formas de vida En las vegas húmedas crecen también los bulbos
(Deur y Turner 1999). También pueden encon- del camas (Camassia quamash y C. leichtlinii) que
trarse árboles de otras especies cuya corteza fue par- ofrecieron una importante fuente de hidratos de
cialmente cosechada para medicina, tintura, o carbono a los primeros habitantes desde el sur de la
árboles cuya corteza interna fue cosechada como isla de Vancouver (Canadá) hasta California (Esta-
alimento, aunque dejando suficiente para mantener dos Unidos) y el este de las Montañas Rocallosas.
el árbol vivo. Los nativos mantuvieron estos hábitats que también
Otras especies —tales como el trébol costero de producían una variedad de otras plantas
primavera (Trifolium wormskioldii) y el cinquefoil comestibles y especies útiles mediante prácticas de
(Potentilla anserina ssp. pacifica)— eran cosechadas fuego controlado, desmalezadura, cosecha selectiva
y re-siembra. Estos hábitats han sido muy restringi-
dos debido a la urbanización, a especies invasoras
(Dactylis glomerata, Cytisus scoparius) y por la elimi-
nación obligatoria del fuego desde la época colonial
hasta el presente.
El fuego se utilizaba también para mantener
áreas abiertas y bordes de bosque donde los salal
crecen mejor y las parcelas de salal manejadas de
este modo también pertenecían a clanes o individu-
os. El salal (Gaultheria shallon) es un arbusto siem-
preverde que produce bayas que son cosechadas en
grandes cantidades y deshidratadas para su con-
sumo durante el invierno y constituyen un compo-
nente importante de la dieta en la costa noroeste.

La filosofía que los kwakw’ala (grupo indígena de la Costa


Noroeste de Canadá) llaman “conservándolos vivos” se expresa
aquí en un cedro rojo (Thuja plicata) que ha sido sólo parcial-
mente descortezado, permitiendo que el árbol continúe vivo y
se presente ahora ante nosotros como un “árbol culturalmente
modificado”. (Fotografía de Nancy
Turner).
293
Rozzi R. 2001. Éticas ambientales latinoamericanas: raíces y ramas.
En “Fundamentos de Conservación Biológica: Perspectivas Latinoamericanas”,
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Sus ramas y hojas otorgaban sabor y conservaban la su contexto biológico y cultural; los ecosistemas y
humedad de comidas cocinadas en hoyos tapados las prácticas de cosecha desde donde proceden la
en el suelo. Aun cuando el salal crece en bosques carne y los frutos están ausentes de las vitrinas y son
templados costeros lluviosos, en algunos sitios los desconocidos para la mayoría de los consumidores.
arbustos eran quemados individualmente para Estos contrastes expresan cómo los saberes
incrementar su productividad. Para recuperar el teóricos, los hábitos y los valores de vida repercuten
control de sus sitios con manejo tradicional, los en nuestro impacto sobre el medio ambiente y la
pueblos indígenas de la costa noroeste intentan de diversidad biológica y cultural que en ellos se desplie-
negociaciones de reclamación de tierras con las ga. Esta clarificación sugiere que importantes
autoridades provinciales y federales, a través de pro- esfuerzos de conservación pueden orientarse hacia
cesos legales. favorecer la autonomía de las comunidades indíge-
Estos modos de habitar embebidos en el ambi- nas y su acceso a los ecosistemas, permitiendo la
ente natural, aún en las condiciones extremas y continuidad de prácticas culturales y de subsisten-
frágiles de los extremos de América, contrasta con el cia; atenuando de esta manera la creciente espiral de
modo de vida urbano donde el ciudadano recibe los dependencia, aculturación, transformación de los
productos naturales y sus derivados en supermerca- valores y actitudes ambientales vinculados a un
dos. En tales tiendas, los frutos son desprovistos de acelerado deterioro ambiental.

Como eco a este fragmento del ecólogo Shepard, resuena el poema


mapuche de Lienlaf (1989) que evoca una genealogía común y una exis-
tencia humana cuyos flujos de energía y materia se conectan con los eco-
sistemas:

Mañkean ñi dungu El sueño de Mañkean

Umagtuken Mi risa es el sol del mediodía,


lafken pewmamu ina nepeken mis lágrimas las vertientes,
challwa nepenmu. mi dormir es el descanso del amor
Ayeken kümemew, y mi despertar la vida de los peces.
Ngümaken mawünmew Es así mi existir,
feley ta ñi mongen, es así mi palabra
feley ta ñi nütram, y las aguas me continúan cantando.
fewla umagtuan.

La conciencia de la interconexión ecológica, expresada por Shepard y


Lienlaf, enfatiza que la existencia de los seres humanos y los demás seres
transcurren juntas; el dolor de uno es el dolor del otro, el agua de las ver-
tientes es el agua de las lágrimas, la diversidad biológica y la diversidad
cultural danzan juntas, el bienestar de los seres humanos y de los demás
seres vivos y entes del mundo natural van de la mano. Sin embargo, para
“que las aguas continúen cantando”, como en el poema de Lienlaf, los
biólogos de la conservación debemos esforzarnos por comprender inter-
conexiones entre la existencia humana y las demás especies cuyas dimen-
siones trascienden a la especialidad biológica. Tal como en el caso de la
economía ecológica, la ética ambiental requiere una aproximación esen-
294 cialmente interdisciplinaria que integre múltiples dimensiones e
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interrelaciones culturales, sociales y ecológicas, y fomente la expresión y Ética ambiental: raíces y ramas
preservación tanto de la diversidad biológica como cultural. latinoamericanas

El “efecto sombra” de la cultura dominante

El aporte de la filosofía ambiental comparada se manifiesta claramente al


contrastar la multiplicidad de perspectivas culturales con la unidimen-
sionalidad prevaleciente en las perspectivas de análisis en la economía
de mercado que se presenta hoy como “el paradigma” que rige la toma de
decisiones, como un modelo casi inevitable o inescapable. Los esfuerzos
se concentran hoy en no quedarse atrás en la carrera del mercado.
Paradójicamente, un análisis histórico de sólo unas pocas generaciones
demuestra que el modelo económico de libre mercado no ha traído con-
sigo las bonanzas que prometía: hoy alcanzamos el mayor número
histórico de personas que viven bajo condiciones de extrema pobreza
(más de dos billones de pobres) y los problemas ecológicos se han
agudizado y diversificado (Brown, 2000). Además, la aparición de este
modelo económico es muy reciente en comparación con la larga prehis-
toria e historia humana en el Continente Americano. Por lo tanto, no
existe necesidad ni justificación histórica y/o social para asumir que
debemos articular los diseños de la biología de la conservación y la toma
de decisiones ambientales dentro de la lógica del mercado. Esta lógica
nos parece difícil de superar, sin embargo, su prevalencia constituye sólo
una contingencia histórica. Las alternativas actuales e históricas al mode-
lo de libre mercado laten en múltiples rincones del planeta e indican
direcciones para diversificar el modelo político-económico que hoy se
globaliza aceleradamente.
Proyectos como la Red de Reservas Campesinas de La Cocha en los
Andes del sur de Colombia, ofrecen una aproximación ética basada en
un modelo de integración social y ecológico alternativo (Recuadro
XVIII.2). En 1980 un grupo de familias campesinas decidió comprome-
terse a destinar parte de sus tierras a reservas y en sólo 20 años han crea-
do 38 reservas, que cubren unas 3 000 hectáreas de páramos, humedales,
juncales, bosques secundarios y bosques primarios. La conservación es
vista como un componente necesario para una economía campesina que
busca recuperar formas de vida comunitarias y autónomas basadas en
prácticas ambientalmente apropiadas. Este tipo de iniciativas conlleva
una ética ambiental y una opción de vida que favorece la conservación
biológica y el bienestar social, pero está sujeta a amenazas que provienen
frecuentemente de presiones político-económicas externas. Por ejemplo,
el proyecto de la Laguna la Cocha y sus reservas se encuentra actual-
mente amenazado por la construcción de una central hidroeléctrica en el
río Guamués que inundará el área y obligará a desalojar a sus 4 000 per-
sonas (Leal, 2000). El líder y co-fundador del proyecto La Cocha, don
Eusberto Jojoa, fue asesinado por desconocidos en enero del 2000.
Durante su funeral fue despedido por sus compañeros de comunidad
con las siguientes palabras: 295
Rozzi R. 2001. Éticas ambientales latinoamericanas: raíces y ramas.
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El valor de la diversidad biológica Don Eusberto transmitía su testimonio de vida con su sonrisa perpetua y con
su calidez humana, que en el viento del páramo atraía y protegía como un
fogón. Con su manera divertida e inverosímil de bailar y de hacer volar, al
ritmo de la guaneña y del miranchurito, sus botas pantaneras y su ruana, con
pericia de patinador. Con la sabiduría silenciosa, pero benévola y gentil de
quien habla el lenguaje del agua, de las nubes, de los musgos y del frailejón.

El proyecto La Cocha muestra cómo en Latinoamérica la conser-


vación biológica y la ética ambiental no se pueden separar de la justicia
social. Las tradiciones y los anhelos de conservación están presentes en
numerosas comunidades y personas como don Eusberto Jojoa, quién,
como el poeta mapuche “habla el lenguaje del agua”. Una ética de la vida,
requiere superar la exclusión y la absolutización del mercado para reconstru-
ir una sociedad solidaria entre los seres humanos y con los seres vivos en
general (Rebellato, 1995). Una ética ambiental demanda también trans-
formar los sistemas educacionales adoptando aproximaciones intercultur-
ales con participación de comunidades indígenas y campesinas, traba-
jadores urbanos y rurales, donde los estudiantes sean educados para ser
ciudadanos y no meramente consumidores (Rozzi, 1997b).

Metáforas como puentes interculturales e interdisciplinarios

Para comprender y articular la diversidad de modos de pensar, valorar e


interactuar con el medio ambiente debemos superar las barreras discipli-
narias en los programas de biología de la conservación y en la educación
tradicional (Oelschaleger y Rozzi, 1998; Toledo, 1999b). En las escuelas
y universidades hemos sido —y todavía somos— “educados” al margen
de otras racionalidades (formas de pensar) diferentes de la ciencia o la
filosofía occidental. Esto limita seriamente nuestra capacidad de com-
prender las propuestas y actuar frente a las demandas de nuestros compa-
triotas indígenas, mestizos, rurales o urbanos, cuyas lógicas suelen diferir
de aquellas que hemos aprendido en las universidades. En este contexto,
las metáforas representan figuras del lenguaje que pueden actuar como
puentes de comunicación entre concepciones formuladas en distintos
lenguajes y permiten alcanzar articulaciones interculturales, transforma-
ciones educacionales e integraciones interdisciplinarias (Beck, 1978;
Oelschlaeger y Rozzi, 1998).
La comunicación de nociones científicas al público general (en
libros, artículos de prensa, filmaciones) o en clases escolares por medio
de metáforas es comprensible y estimula un pensamiento analógico
sofisticado respecto a conceptos complejos. La teoría evolutiva consti-
tuye una noción central para los biólogos de la conservación, y Darwin
mismo utilizó abundantes metáforas para comunicar sus nociones evolu-
tivas. La trascendencia alcanzada por su libro El Origen de las Especies se
debería en parte a su lenguaje literario, elegante y comprensible (Rozzi et
al., 1998). Darwin (1859) concluye su capítulo sobre selección natural
296 señalando que:
Rozzi R. 2001. Éticas ambientales latinoamericanas: raíces y ramas.
En “Fundamentos de Conservación Biológica: Perspectivas Latinoamericanas”,
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Las afinidades entre todos los seres vivos pueden ser representadas de algu- Ética ambiental: raíces y ramas
na manera por un gran árbol. Estoy convencido que esta analogía es ver- latinoamericanas
dadera. Las ramas verdes, sus hojas y yemas verdes pueden representar las
especies existentes; aquellas producidas en años anteriores podrían repre-
sentar las especies extintas... Las numerosas ramas que han caído desde los
inicios del crecimiento del árbol, podrían representar los casos de órdenes,
familias y géneros completos que carecen de representantes vivos y que son
conocidos sólo a través del registro fósil... En la medida que las yemas con-
tinúan brotando se van generando nuevas hojas que extienden el follaje del
Gran Árbol de la Vida. Así ha sido por generaciones, mientras las ramas
muertas y quebradas cubren la superficie de la corteza terrestres, los nuevos
brotes y hojas van generando las continuas ramificaciones de este hermoso
árbol.

Estas líneas metafóricas comunican elegante y sintéticamente com-


plejas nociones evolutivas y ecológicas:

— todos los seres vivos comparten un origen común;


— ocurre un proceso evolutivo de diversificación donde algunos grupos
de organismos se transforman o desaparecen;
— el mundo biótico interactúa con los componentes físicos, por ejemplo,
contribuyendo a la formación del suelo con la materia orgánica que se
deposita y descompone.

Esta metáfora del árbol de la vida sirve entonces a la comunicación


interdisciplinaria, puesto que un humanista —por ejemplo, un filóso-
fo— podría entender claramente el mensaje de este biólogo. A su vez, a
partir de esta comprensión un filósofo ambiental podría derivar las sigu-
ientes implicancias éticas de esta metáfora: si todos compartimos un ori-
gen común, entonces todos somos parientes en un cierto grado, por
remoto que éste sea, y en cuanto parientes nos debemos un respeto
mutuo y compartimos el derecho a la vida.
La metáfora del árbol de la vida también tiene un gran potencial para
la comunicación intercultural. Obsérvese la Figura X.6 que compara el
dibujo realizado por el biólogo alemán Ernst Haeckel, quien se inspirara
en Darwin en el siglo XIX, con la pintura mural realizada por los olmeca
tardíos en Cacaxtla, México, alrededor del año 800 d.c. bajo influencia
maya y teotihuacana. Llama inmediatamente la atención que estas dos
culturas, una del Nuevo Mundo y la otra del Viejo Mundo, utilizan una
planta para simbolizar el origen común de los seres humanos con el resto
de los seres vivos. Así detectamos un importante elemento común entre
la ilustración de una cosmogonía indígena inspirada en el texto maya del
Popul Vuh que relata cómo los seres humanos fueron creados con masa
de maíz —la principal fuente de alimento para los maya y
teotihuacanos— y la ilustración de una visión evolutiva científica basada
en la metáfora darwiniana. Ambas figuras expresan también un sentido
de parentesco entre los diversos seres vivos. Respecto a estas nociones
evolutivas y éticas fundamentales, detectamos también que aunque para
Darwin constituyeron un descubrimiento que promovió una revolución
cultural para la sociedad victoriana, estas nociones representan, en cam
297
Rozzi R. 2001. Éticas ambientales latinoamericanas: raíces y ramas.
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El valor de la diversidad biológica bio, conceptos y valores arraigados con mucha antelación en los maya y
otras etnias precolombinas (Recuadros X.1 y X.2). Además de los
importantes elementos comunes entre la cosmogonía (concepciones y
relatos acerca del origen del cosmos) ilustrada por culturas indígenas
mesoamericanas y la concepción evolutiva científica dibujada por el biól-
ogo alemán Haeckel, podemos encontrar también contrastes muy rele-
vantes para una ética ambiental:

(B)

Figura X.6 (A) El “árbol de la (A)


vida” dibujado por el biólogo
alemán Ernst Haeckel, quien
1. en el árbol de Haeckel el hombre está en la cúspide e ilustra un pro-
quedara profundamente impresion- greso evolutivo lineal definido en cuatro estados jerárquicos (dibujados al
ado por la obra de Darwin “El Ori- lado derecho de su lámina): protozoos, invertebrados, vertebrados y
gen de las Especies”y se convirtiera mamíferos que culminan con el hombre blanco europeo (véase Gould,
luego en el “apóstol del darwinismo 1989); en cambio, en la pintura mural precolombina la planta de maíz
alemán”. Nótese la estructura tiene las cabezas humanas como sus mazorcas y, por lo tanto, están al
jerárquica de su lámina que dibuja
una noción de progreso lineal desde
mismo nivel jerárquico que el maíz; 2. el árbol de Haeckel representa la
las bacterias hasta el hombre. genealogía de los animales exclusivamente; en cambio, en el mural
(B) Pintura mural en la zona arque- mesoamericano la relación ocurre entre los humanos y las plantas.
ológica mesoamericana de Cacaxtla,
México, que sugiere una fuerte La identificación de los seres humanos con el mundo vegetal se
influencia de la cosmogonía maya encuentra en numerosas culturas americanas e intentaremos desarrollar
del Popol Vuh,el cual relata cómo aquí una “metáfora vegetal”desde el punto de vista científico. Esta metá-
los seres humanos fueron creados
con masa de maíz. Nótese la falta
fora nos permitirá analizar la unidimensionalidad actual del pensamien-
de jerarquía entre los hombres y la to forestal que promueve la expansión de plantaciones monoespecíficas
“planta de la vida” en la concep- de árboles de rápido crecimiento, cuando el interés por los bosques se
ción precolombina. (Fotografía de reduce a la producción de madera (Figura X.7a). La unidimensionali-
298 Patricio Robles Gil). dad de este esquema mental se traduce en plantaciones donde los árboles
Rozzi R. 2001. Éticas ambientales latinoamericanas: raíces y ramas.
En “Fundamentos de Conservación Biológica: Perspectivas Latinoamericanas”,
Primack, R., R. Rozzi, P. Feinsinger, R. Dirzo & F. Massardo , pp. 311-362. Fondo de Cultura Económica, México.
Ética ambiental: raíces y ramas
latinoamericanas

Figura X.7 Contraste entre planta-


ciones forestales y bosques nativos
en el sur de Chile. (A) Plantación
de Pinus radiata donde todos los
individuos tienen la misma edad,
están equidistantes y la flora leñosa
(A) nativa ha sido eliminada. (B) Soto-
bosque de un ecosistema forestal
vecino a la plantación de pino en A.
(C) Bosque de lenga (Nothofagus
pumilio) que muestra su estructura
compleja con troncos caídos y otros
elementos que proveen microhábi-
tat para insectos y otros organismos
terrestres y acuáticos. (Fotografías
A y B de Ricardo Rozzi y C de
Francisca Massardo, Archivo Par-
que Etnobotánico Omora,Isla
Navarino, Chile).

(B)

(C)
de una sola especie, la mayoría de las veces exótica, están “ordenados” a
distancias equidistantes, presentan una edad uniforme y las especies dis-
tintas son eliminadas mediante desmalezamiento y la aplicación de her-
bicidas. El modelo de la producción en serie de las fábrica reemplaza así a
los diversos bosques nativos, reduciéndolos a “monocultivos uniformes”
(Shiva, 1998). La fisionomía de las plantaciones contrasta marcadamente 299
Rozzi R. 2001. Éticas ambientales latinoamericanas: raíces y ramas.
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El valor de la diversidad biológica con aquella de los ecosistemas forestales, donde el sotobosque presenta
una rica diversidad de especies y una alta complejidad estructural (Figu-
ra X.7b y c). Tal riqueza de especies y estructuras parece un “abandono”
y un “desorden” a quienes promueven la uniformidad y la unidimension-
alidad en las plantaciones (Capítulo XXII).
La nueva ecología forestal (Capítulo XVIII) ha encontrado, sin
embargo, cada vez mayor evidencia acerca de la importancia que tiene el
“desorden de los bosques” para las interacciones bióticas, de hábitats para
peces y microhábitats para hongos, bacterias, líquenes e insectos, y para
procesos ecosistémicos como los flujos hídricos y de nutrientes (Capítu-
lo II). Este cuadro de complejas y múltiples interacciones ecológicas nos
estimula a derivar la siguiente metáfora para superar la unidimensionali-
dad de los monocultivos de la mente y del paisaje:
Tal como la caída de árboles y las aperturas del dosel permiten que la
luz llegue a los estratos más bajos de los bosques y estimulen el crec-
imiento de una diversidad de plantas y otros organismos, en Lati-
noamérica es urgente crear aperturas culturales en los modelos económi-
cos y políticos dominantes que estimulen el crecimiento y la expresión
de un sinnúmero de valores y prácticas culturales silenciadas.
Tal como bajo el dosel emergente habita la mayor diversidad biológ-
ica de los ecosistemas forestales, bajo los discursos dominantes borbotean
las “éticas ambientales silenciadas” de la mayoría de las personas que
habitan en nuestros países.
La superación del encierro generado por la omnipresencia de sis-
temas políticos o económicos, dogmas científicos o religiosos, flexibiliza
la búsqueda de alternativas ecológicas y culturales. Además abre criterios
para una mayor comprensión y revaloración de otros modos existentes
para conocer y habitar el mundo natural. Más urgente que inventar solu-
ciones para los problemas de conservación parece necesario detenerse a
escuchar y ponderar alternativas que ya existen, pero que no pueden
expresarse. La “apertura de claros culturales” permite superar la negación
que ejerce la cultura dominante sobre de la diversidad de perspectivas
valóricas, económicas y éticas. Para que germinen proyectos como el de
la Laguna la Cocha, se requiere una ética ambiental asociada a un senti-
do de justicia social y a una legislación que regule proyectos económicos,
tales como la construcción de centrales hidroeléctricas. Es necesario
superar el “efecto sombra” de los modelos políticos y económicos domi-
nantes y “abrir claros” que permitan la expresión de la “mega-diversidad”
de valores y anhelos de vida latentes en América Latina y el mundo.

Análisis histórico para fomentar la tolerancia


y la diversificación ética

El florecimiento de la diversidad biocultural que todavía late en


numerosos terruños es inhibido porque la mayoría de las voces
300 disidentes del modelo económico y político globalizado son silenciadas.
Rozzi R. 2001. Éticas ambientales latinoamericanas: raíces y ramas.
En “Fundamentos de Conservación Biológica: Perspectivas Latinoamericanas”,
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Al acallar estas voces, no sólo se pierde un acervo de conocimiento tradi- Ética ambiental: raíces y ramas
cional (Alcorn, 1994), sino también prácticas y éticas que podrían latinoamericanas
favorecer la conservación y una convivencia más solidaria con el mundo
natural y con la diversidad de personas y etnias. En este contexto, las
expresiones indígenas deben irrumpir a veces violentamente para lograr
cruzar los límites regionales y llegar al mundo entero para expresar su
sentir, su decir y su pensar, como ocurrió con los tzeltales, tzotziles, choles
y tojolabales de Chiapas en 1994. En términos de un maestro de primaria
de la comunidad tzeltal de Chiapas:

Despertamos en armas, pero no en una guerra, es una manifestación para que


nos respeten. Aquí en Chiapas tenemos la inteligencia que nos quitaron...
Porque nuestra inteligencia nos la golpearon. Tanto nos golpearon la cabeza
con fierros y palos, con marginación, con ignorancia, con látigos y mentiras nos
golpearon, que nos dejaron como burros. Como bolo [ebrio] que estoy desde
que llegó Colón en 1492. Pero como dice la leyenda [la llegada del sexto sol] ,
las premoniciones de nuestros ancestros nos aseguran que en este año va a cam-
biar todo, que veremos una nueva etapa en nuestra historia” (Elías, 1994).

Estas situaciones nos presentan un desafío ético puesto que como biólo-
gos de la conservación debemos ser responsables frente a las expresiones
que surgen desde las comunidades que habitan los paisajes eco-culturales
del Continente Americano, por extrañas que éstas nos parezcan. Desde
el punto de vista de una ética ambiental equitativa y solidaria
deberíamos, en principio, poner el mismo esfuerzo para conocer, com-
prender y preservar una plantita tan peculiar como la Lacandonia uniflo-
ra (Figura V.2) que el que destinamos para conocer, comprender y
preservar la cultura del singular pueblo de los lacandones. Como científi-
cos responsables no debiéramos idealizar ni tampoco descartar acrítica-
mente las propuestas indígenas o rurales. El rigor ético y científico
debiera conducirnos a examinar las necesidades de las diversas especies
biológicas y culturas tan cuidadosamente como las necesidades de nues-
tra propia especie y cultura.
La ética ambiental comparada resalta la diversidad sincrónica que
todavía existe en los contrastantes ecosistemas y culturas del mundo.
Desde el extremo sur y al extremo norte de América existen culturas tan
refinadas como los yaganes y los kawakw’ala (Recuadro X.2). En un eje
temporal, las crónicas, las pinturas, la arqueología y otras “huellas
humanas” en el paisaje muestran cuán distinto ha sido el mundo en el
pasado. La ética ambiental comparada examina esta diversidad diacróni-
ca y los procesos históricos que se despliegan en tales cambios para con-
frontarnos con la máxima kantiana: ¡el mundo es una tarea por hacer!
(Kant, 1787). Como eco a esta máxima ética, el escritor argentino
Ernesto Sábato inicia su libro Resistencia diciendo que “a veces me levan-
to con una esperanza demencial de que un mundo más humano está al
alcance de nuestras manos, hoy es un día de ellos”. Esta constatación nos
libera del encierro de la cultura dominante y fundamenta el proyecto de
la conservación biológica, puesto que los mundos naturales y culturales
(y sus interrelaciones) han sido distintas en el pasado y podrán ser difer-
301
Rozzi R. 2001. Éticas ambientales latinoamericanas: raíces y ramas.
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El valor de la diversidad biológica entes en el futuro. De nosotros depende este cambio, pero éste no puede
ser arbitrario porque los sistemas ecológicos y sociales tienen propiedades
y límites que deben ser considerados cuidadosamente. En este contexto,
el análisis ético e histórico provee una plataforma para pensar hacia
donde seguir.

Éticas ambientales durante la conquista de América

Para identificar y analizar críticamente las raíces ideológicas de la actual


crisis ambiental en Latinoamérica, conviene comenzar por las concep-
ciones de la naturaleza y la relación entre los seres humanos y la natu-
raleza que comienza a establecerse con la llegada de los conquistadores
europeos. Durante el proceso de colonización y conquista europea ha
existido poca sensibilidad, conocimiento y disposición para reconocer la
rica diversidad biológica y cultural del Nuevo Mundo (Rozzi et al.,
2000).
Al arribar al Nuevo Mundo los descubridores y conquistadores
europeos encontraron una flora y fauna que les resultaba muy ajena y
amedrentadora. Por ejemplo, al ver las iguanas, Américo Vespucio evoca-
ba horrorizado la leyenda de la serpiente voladora y escribía que “la
apariencia de estos reptiles era tan repugnante que seguramente eran
venenosos y era mejor no acercarse a ellos” (en Crosby, 1972). Los ríos
de Centroamérica contenían tantos tipos de peces como jamás se habían
visto en el Guadalquivir; la selva del Amazonas estaba habitada por ana-
condas que superaban varias veces en tamaño a toda serpiente europea
(Gil, 1989). El terror a esta biota extraña y diversa, junto al ánimo de
conquista y la prevalencia de una religión y cultura que enfatizaba la sep-
aración entre los humanos y la naturaleza (Recuadro X.3), generaron
rápidas transformaciones ecológicas y culturales que se extendieron por
los paisajes americanos durante los siglos XVI, XVII y XVIII.
El contacto inicial con los conquistadores españoles provocó fuertes
epidemias que aniquilaron gran parte de la población indígena del
Nuevo Mundo, que carecía de resistencia para los microbios euroasiáti-
cos (Diamond, 1997). Otra parte de la población aborigen sufrió el
embate de las guerras de la conquista y de la destrucción de sus hábitats.
El establecimiento de ciudades y haciendas bajo el modelo europeo
motivó la quema de vastas extensiones de bosque para abrir terrenos des-
tinados a la agricultura y la ganadería (Bakewell, 1997; Rozzi et al.,
2000). Se introdujeron nuevos animales domésticos (principalmente
aves de corral, cabras, ovejas, cerdos, burros, vacas y caballos), inicián-
dose rápidamente la transformación de praderas (que no habían sido
pastoreadas con tal intensidad previamente) a través de procesos de
sobrepastoreo, erosión y perturbación de los ecosistemas forestales que
han dejado sus huellas evidentes hasta nuestros días (Recuadro XIX.4).
Las acciones anteriores, como también el papel que tuvo la Iglesia
Católica, fueron criticados a menudo por los liberales, quienes lucharon
302 por la independencia de las nuevas naciones del reino de España. Sin
Rozzi R. 2001. Éticas ambientales latinoamericanas: raíces y ramas. Continúa página 305
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Recuadro X.3. Cultura y naturaleza en la civilización
occidental
Teresa Kwiatkowska

En la tradición filosófica de la civilización occiden- El concepto de naturaleza (del griego physis y


tal la naturaleza y la cultura constituyen dos mun- del latín natura) conlleva múltiples significados y en
dos distintos, separados, incluso disociados. La natu- su extensión incluye al conjunto de los organismos
raleza es meramente un sujeto del conocimiento y vivos, los ecosistemas y las sociedades humanas, los
el objeto de la explotación. La moralidad es básica- cuerpos celestes y el mundo físico en su conjunto.
mente cultural, y lo cultural es básicamente opuesto Aunque la ciencia moderna occidental ha conce-
a lo natural. Esta confusa separación metafísica bido al mundo natural en su existencia autónoma e
entre naturaleza y cultura, subyace frecuentemente independiente obedeciendo a las regularidades
a las propuestas de la ética ambiental (véase conocidas y verbalizadas dentro de un sistema lógi-
Kwiatkowska e Issa, 1998) y distorsiona el concep- co, en otras manifestaciones de la cultura occidental
to de conservación biológica. La naturaleza que la naturaleza es vista como representación, sen-
debiera ser preservada es concebida como un ente timiento, modelo a imitar, metáfora o creencia
estático cuya pureza natural sólo puede existir —en racional e irracional. Las representaciones e inter-
su estado de perfección— en ausencia de la activi- pretaciones se expresan en numerosas proyecciones
dad humana. Sin embargo, las evidencias ecológicas antropomórficas, en los ámbitos ético-político y
y evolutivas muestran que los ecosistemas no son jurídico, en las artes, en las religiones, en los sis-
fijos, sino que varían; las especies también desapare- temas filosóficos.
cen en ausencia de la acción humana; toda especie La cultura no se encuentra, en su definición,
está destinada a la extinción de manera natural, restringida únicamente a conjuntos racionales de
incluso la especie humana. creencias más o menos justificadas, o a creencias no
Hace millones de años los humanos consti- justificadas racionalmente, sino que incluye tam-
tuíamos un elemento natural dentro de los ecosis- bién a la cultura material y a las organizaciones
temas. Con la invención de las tecnologías, en par- sociales y culturales con sus correspondientes
ticular de la agricultura hace diez mil años, nuestra impactos bióticos. Es decir, “cultura” son también
incidencia sobre el ambiente terrestre abandonó los artefactos materiales, así como los artefactos
gradualmente su carácter natural destinado a la sociales de la interacción social, económica y políti-
autosubsistencia, para volverse cultural. Hoy habita- ca (lo que se entiende usualmente por “sociedad”),
mos un mundo que hemos transformado total- así como las prácticas y realizaciones humanas rela-
mente, donde los sistemas naturales “puros” repre- tivas al medio natural. La presencia humana puede
sentan abstracciones inadecuadas tanto para la teoría contribuir al desarrollo del potencial de la natu-
como para la práctica de la conservación y restau- raleza misma, porque con ella se enriquecen la
ración ecológica. Habría que sugerir entonces políti- complejidad natural y la multiplicidad de las fun-
cas de conservación que involucren el trueque entre ciones de los seres vivos, pero también puede con-
múltiples valores, mezclando estas dos nociones en stituir un fenómeno patológico que daña todo el
prácticas que combinen ambas dinámicas: la evolu- organismo natural. La degradación del ambiente, la
ción biológica y la evolución cultural. Como acción destructora que el hombre ejerce sobre el
señalara Federico Schiller: “el hombre culto deberá planeta, conlleva una profunda alteración del curso
reencontrarse armónicamente con la naturaleza”. de la evolución biológica, donde “la inteligencia 303
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técnica, producto de la naturaleza, se convierte a la Sin embargo, debido a que entre nuestros con-
vez en instrumento de la autodestrucción de ésta” géneres prevalece una indiferencia hacia aquello que
(Kolakowski, 1970). no les afecta directamente, y la compasión hacia
Para superar la dicotomía cultura-naturaleza y otras especies biológicas de animales (para no
el efecto degradante de la primera sobre la segunda hablar de las plantas) es inusitada, las posturas y
es necesario entonces incluir en la caracterización argumentos antropocéntricos parecen ser más
de los ecosistemas no sólo las variables biológicas, promisorios para la conservación biológica, en
físico-químicas, termodinámicas, sino también los cuanto ofrecen sugerencias prácticas más realistas
bioentornos formados por sistemas culturales (realizables). Éstas pueden incorporarse sin dificul-
—que están configurados por sus correspondientes tad (junto con la relación toda entre el ser humano
entornos materiales, interpretativos, valorativos y y naturaleza) dentro de lo que Hume llamó “las
biotécnicos—. El ambiente es más que un espacio medidas comunes del deber”. Por lo tanto, es nece-
físico: es una fusión de nuestra conciencia y sus sig- sario conciliar diversas teorías éticas, las utilitaristas
nificados con las condiciones climáticas, geológicas, del tipo Pinchot, las deontológicas de tipo kan-
geográficas y físicas. El ambiente es un constructo tiano, las posturas que adscriben derechos a los
cultural que al mismo tiempo se halla determinado individuos, especies o ecosistemas, y aún las que
por imperativos independientes de las actividades defienden perspectivas estrictamente antropocéntri-
humanas, sean éstas intencionales o no. cas. Si no somos capaces de encontrar puntos de
No podemos entender el mundo y la vida sino acuerdo sobre objetivos y tácticas comunes, arriesg-
desde una perspectiva específicamente cultural. amos paralizarnos en una discusión teórica, y los
Aquello que para nosotros constituye “la realidad” problemas de la conservación y la restauración del
se halla sujeto a nuestras propias interpretaciones; es ambiente se agudizarán.
decir, está condenado a ser “humanizado”. El El nivel de las alteraciones globales del ambi-
mundo natural deviene, así, un mundo cultural. ente y el abandono del concepto de ecosistema (y
Más aún, es un mundo que existe única y exclusiva- de sociedad humana) estable, objetivo cuyas leyes
mente como objeto de transformaciones —ya sea metahistóricas pueden reconstruirse siguiendo el
tecnológicas, ya sea artísticas—. Somos los seres procedimiento riguroso del método científico, puso
humanos quienes adscribimos un fin o un valor a
una cosa o a un ser viviente; quienes establecemos
derechos y obligaciones. Sin embargo, debe decirse
que la imposibilidad (lógica y metafísica) de aban-
donar un punto de vista específicamente humano
no debe ser un impedimento absoluto para consid-
erar en nuestras deliberaciones y decisiones los
intereses vitales de otros seres —de igual manera
como la imposibilidad de abdicar de nuestra perspec-
tiva individual no nos incapacita para actuar tenien-
do en cuenta los fines de otras personas e incluso ser
solidarios y hasta altruistas con el prójimo—. Que
la perspectiva antropocéntrica nos resulte
inescapable no significa que todas nuestras elec-
ciones prácticas —como individuos y como
especie— deban promover exclusivamente nuestro
placer o nuestra conveniencia.

“Hemos sido naturaleza(…) y nuestra cultura debe devolver-


nos, por el camino de la razón y de la libertad, a la natu-
raleza.” (Friedrich Schiller, 1759-1805).
304
Rozzi R. 2001. Éticas ambientales latinoamericanas: raíces y ramas.
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en entredicho la imagen tradicional del nexo natu- siones culturales que alteran los ecosistemas. En
raleza-cultura, en donde la Humanidad aparece consecuencia, se establece la clara división entre los
como el agente exógeno que interviene en la natu- ecosistemas naturales y la cultura constituida por
raleza con intereses explotadores conducentes a la los intereses y valores humanos, para pedir final-
degradación de los ecosistemas. Dichos intereses, mente un cambio cultural a favor de valores centra-
centrados en el ser humano junto con sus correspon- dos en el bien propio del ecosistema y de los
dientes sistemas de valores, se presentan como pre- organismos que lo componen.

embargo, después que obtuvieron su independencia de la Monarquía


Española, muchos países latinoamericanos promovieron una mayor
inmigración de europeos (a quienes se les ofrecía ayuda financiera para
su transporte y establecimiento) para “elevar el nivel cultural” y las
fuerzas productivas de las jóvenes naciones (Bakewell, 1997). Así,
paradójicamente el eurocentrismo fue reforzado por la independencia y a
mediados del siglo XIX comenzó a gestarse una nueva ola de transforma-
ción ecológica y cultural aún más intensa que la ocurrida durante la
monarquía (Rozzi, et al., 2000). Europa fue percibida más que nunca
como el hogar de la “verdadera civilización” y la inmigración europea
constituía el camino obvio para lograr una rápida modernización y
“desarrollo”. A través del continente americano, los grupos aborígenes
(muchos de ellos nómades o seminómades) fueron reclutados en
pequeñas reservas ubicadas en terrenos marginales, mientras las tierras
más productivas se destinaron a colonos nacionales o extranjeros, princi-
palmente inmigrantes europeos (Bakewell, 1997; Rozzi, 2001).
Durante el período que comienza con la llegada de los conquista-
dores europeos al “Nuevo Mundo” podemos distinguir cinco actitudes
éticas básicas respecto al modo de relacionarse con la naturaleza y sus
recursos naturales: (1) la etapa del laissez-faire (dejar hacer lo que se
quiera), (2) la conservación o manejo racional de los recursos, (3) la
preservación de la naturaleza, (4) una ética ecocéntrica, en que los seres
humanos son considerados como componentes de los ecosistemas y (5)
una ética ecosocial que integra el bienestar social con la conservación de
la diversidad biológica y cultural. Aunque estas éticas ambientales pre-
sentan una cierta secuencia histórica, ellas coexisten todavía amplia-
mente.

La actitud del LAISSEZ-FAIRE.

Se caracteriza por formas de explotación de la naturaleza basadas en una


concepción de recursos naturales ilimitados que están para servir a los
seres humanos, quienes compiten por su extracción. Esta aproximación,
promovida por los conquistadores o colonos europeos, se ha fortalecido
con el establecimiento de la propiedad privada que privilegia el interés
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El valor de la diversidad biológica individual por sobre el interés colectivo (Merchant, 1997). El laissez-
faire prevaleció ampliamente hasta fines del siglo XIX pero todavía con-
tinúa, sobre todo en regiones remotas de Latinoamérica donde los recur-
sos parecen inagotables o donde no existe capacidad de fiscalización
(Fuentes, 1994).

Conservación o manejo racional de los recursos.

La forma de explotación anterior generó un rápido y extenso deterioro


ambiental y el laissez-faire fue reemplazado por una forma racional de
manejo de los recursos que define el uso apropiado de los recursos natu-
rales como aquel que promueve “el mayor beneficio para el mayor
número de personas durante el mayor tiempo posible” (Callicott, 1989,
1999; Norton, 1991). Esta ética deriva del utilitarismo de los filósofos
ingleses Jeremy Bentham y John Stuart Mill, quienes evalúan las
acciones humanas y los recursos naturales de acuerdo a su utilidad. La
naturaleza es vista como un depósito de recursos al servicio del hombre.
El valor de la biodiversidad es fundamentalmente instrumental, es decir,
su valor no radica en sí mismo sino en la utilidad que posee como medio
para alcanzar otros fines (Norton, 1991). Por ejemplo, se valora un vol-
cán porque sus rocas liberarán minerales ricos en fósforo que fluirán por
el río hasta la bahía, ahí servirán de fertilizante para las algas que consti-
tuyen el alimento del zooplancton, que a su vez servirá de alimento para
la anchoveta que genera trabajo y alimento a numerosos pescadores
(Recuadro X.1). En este caso, la biodiversidad es valorada y protegida
por su utilidad para los seres humanos. Debido a que el valor de la biodi-
versidad y los esfuerzos de conservación están motivados por su beneficio
para los seres humanos, esta actitud o perspectiva se denomina
antropocéntrica (Norton, 1991).
La ética de la conservación o manejo racional de los recursos pro-
movida por Gifford Pinchot en los Estados Unidos desde fines del siglo
XIX se expresa hoy en la noción del desarrollo sustentable, definida
como “el desarrollo que satisface las necesidades del presente sin compro-
meter la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias
necesidades” (Brundtland, 1988). Las falencias de esta doctrina derivan
de su limitada concepción de la vida humana y de sus modos de relación
con el ambiente. La filosofía ambiental comparada ha mostrado clara-
mente que —bajo la perspectiva de numerosas culturas y pensadores
disidentes dentro de la civilización occidental— la “naturaleza” no corre-
sponde puramente a un depósito de “recursos naturales”, que los seres
humanos no somos puramente consumidores de recursos, que el bienes-
tar no se reduce al placer y que el valor de las múltiples especies biológi-
cas no se limita a su utilidad para la especie humana (Hargrove, 1989;
Rozzi, 1997a, b).

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La preservación de la naturaleza. Ética ambiental: raíces y ramas
latinoamericanas
Como consecuencia del utilitarismo y la unidimensionalidad de la ética
anterior, naturalistas y filósofos criticaron tempranamente el trato hacia
las colonias (Capítulo I). En el siglo XVIII, el filósofo alemán Herder
criticaba el trato de las colonias como meros proveedores de recursos nat-
urales al servicio del optimismo y la euforia de la Ilustración Europea y
exigía, en cambio, reconocer la diversidad cultural. Criticaba la visión de
la Ilustración como un grado superior de civilización, cuestionaba la
noción de progreso que implicaba avanzar hacia una única “Cultura
Universal” inspirada por la sociedad europea moderna y recomendaba
hablar de “culturas” en plural. Demandaba un respeto por la diversidad
de culturas que requería entender a cada cultura en sus propios términos
y frente a los optimistas de la modernización y la sociedad industrial,
Herder criticaba:

¿Podrían ustedes nombrar algún lugar donde los europeos hayan llegado
sin una codicia ilimitada, palabras con doble intención, formas violentas de
opresión, enfermedades y regalos fatales? Europa no debiera connotarse
como la más sabia región de la tierra, sino como la más arrogante, agresiva
y orientada hacia el dinero: lo que ha entregado a los pueblos de otras
regiones no es civilización sino la destrucción de sus propias culturas
(Herder, 1793 en Gare, 1998).

La perspectiva multicultural de Herder expresa cómo los seres


humanos no somos todos codiciosos, arrogantes, agresivos u orientados
hacia el dinero. Tales características son propias sólo de un momento
histórico y de un modelo social muy particular de la modernidad euro-
pea. Herder denuncia que sólo algunos seres humanos son codiciosos,
egoístas y arrogantes. Esta afirmación posee un valor enorme puesto que
nos libera de un fatalismo o una desesperanza que considera a los seres
humanos como intrínsicamente dañinos para la diversidad biológica y
cultural. Tal clarificación recupera la riquísima diversidad cultural y de
valores que también existe dentro de la civilización occidental, donde
frailes como Bartolomé de las Casas defendieron las causas indígenas en
América (Recuadro X.4) o filósofos europeos como Giordano Bruno,
que amaron la identificación con la naturaleza hasta el punto de ser que-
mados en la hoguera debido a su disidencia con las estructuras de pen-
samiento y poder dominantes.
En Norteamérica, los pensadores trascendentalistas Ralph Waldo
Emerson (1803-1882) o Henry David Thoreau (1817-1862), iniciaron
el movimiento de preservación de la naturaleza apelando a su valor
intrínseco más que a sus beneficios económicos (Sagoff, 1995). Frente al
derroche de los colonos norteamericanos, Thoreau sostuvo tenazmente
que es posible vivir con muchas menos posesiones que aquellas a las que
aspiraba la emergente sociedad industrial materialista del Nuevo Mundo.
Más tarde, John Muir (1838-1914) condenaría a los “d e s t ru c t o re s
de templos, devotos de la codicia y el saqueo comercial, quienes en vez
de alzar sus ojos al Dios de las Montañas, los alzan al Dólar
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El valor de la diversidad biológica Todopoderoso”. Muir rechazaba, a la vez, la concepción que el hombre
debía dominar la naturaleza porque “ella tiene valor en sí misma y no
sólo para servir a los seres humanos”; esto es, la biodiversidad posee un
valor intrínseco (en Norton, 1991).
La perspectiva de Muir es problemática porque ha originado una
aproximación denominada preservacionista que, al igual que la posición
antropocéntrica, establece una dicotomía entre los seres humanos y el
resto de la naturaleza, sólo que en este caso se privilegia al resto de las
especies biológicas. Por tal razón esta aproximación se denomina como
biocéntrica. Una de las consecuencias negativas de esta polarización es
que ha motivado la exclusión de los seres humanos de muchas áreas pro-
tegidas. Tal exclusión es problemática en ecosistemas que tienen una his-
toria de interacciones con poblaciones humanas (Callicott y Nelson,
1998), a la vez que deteriora el bienestar social de aquellas poblaciones e
impide que éstas mantengan sus formas tradicionales de subsistencia
(Toledo y Castillo, 1999).

Recuadro X.4. Derechos humanos y medio ambiente


Hernán Neira

Los argumentos legales y morales son dinámicos, y pueblos de muy distinto tipo, produciéndose un
nuevas conceptualizaciones pueden ofrecer sólidos vínculo que tardó mucho en ser comprendido y
fundamentos para la protección del medio ambi- normado. Los conquistadores europeos definieron
ente. En este recuadro se describirá brevemente el ciertos derechos para los indígenas, los que no
desarrollo histórico de la noción de derechos fueron necesariamente respetados. Durante el
humanos, que en sus expresiones más recientes primer tercio del siglo XVI religiosos y filósofos,
incorporan el derecho a un medio ambiente como los sacerdotes Bartolomé de las Casas o Fran-
ecológicamente íntegro, no sólo para los seres cisco de Vitoria, fundándose en una concepción del
humanos, sino también para todos los seres vivos. derecho natural de inspiración católica, declaraban
En la Antigüedad Clásica no hubo declara- el derecho a la libertad de los indígenas y el derecho
ciones universales de derechos humanos, sino que a resistir guerras injustas, como las que frecuente-
estos derechos existieron de modo distinto al actual mente hacían los españoles a los antiguos habitantes
y sin declaraciones que los definieran. Se considera americanos.
habitualmente que la Carta Magna firmada por el Tanto la Carta Magna como algunas declara-
rey de Inglaterra Juan Sin Tierra en 1215 constituye ciones relativas a los derechos de los indígenas
la primera declaración de derechos humanos moder- americanos pueden ser clasificadas dentro de la lla-
na. En ella la nobleza y el clero obtienen de Juan mada “primera generación” de derechos humanos,
Sin Tierra un compromiso de respeto para una serie que está constituida por los derechos civiles y políti-
de garantías individuales y materiales. Posterior- cos, tales como el derecho a la vida, a la libertad y a
308 mente, la conquista de América puso en contacto a la asociación. Su formulación más coherente ocurrió
Rozzi R. 2001. Éticas ambientales latinoamericanas: raíces y ramas.
En “Fundamentos de Conservación Biológica: Perspectivas Latinoamericanas”,
Primack, R., R. Rozzi, P. Feinsinger, R. Dirzo & F. Massardo , pp. 311-362. Fondo de Cultura Económica, México.
entre los siglos XVI y XVIII, y en su funda- bajo, de ahí que pueda discutirse si propiamente
mentación filosófica se pueden distinguir dos ten- son derechos aparte o un capítulo de otros más rele-
dencias. Por una parte, la representada por el filóso- vantes. Sin embargo, algunos movimientos sociales,
fo inglés John Locke (1632-1704), quien sostiene especialmente de izquierda, consideran que sin los
que la sociedad debe garantizar los derechos indi- derechos de segunda generación, los de primera son
viduales, pues éstos se originan en el estado de nat- abstractos e inútiles. En esa perspectiva fue enuncia-
uraleza —por lo tanto, al Estado sólo le corre- da, en 1947, la Carta Internacional Americana de
sponde reconocerlos y promoverlos— (véase el Garantías Sociales, que enumera los derechos del
Tratado sobre el Gobierno Civil, 1690). Por otra trabajador.
parte, el filósofo francés Jean Jacques Rousseau Una situación paradójica se produce con la “ter-
(1712-1778), sostiene que en el estado de natu- cera generación” de derechos humanos (véase
raleza el hombre perecería si no cambiara su forma Haarscher, 1993). Éstos están referidos al medio
de ser. Por lo tanto, todos los derechos ciudadanos ambiente, y pueden abarcar desde el derecho a vivir
se deben al contrato social y se subordinan a éste en un ambiente libre de contaminación (véase, por
(véase El Contrato Social, 1762). ejemplo, la Constitución de la República de Chile),
La primera generación de derechos humanos hasta el supuesto que todos los seres vivos, y no sólo
está recogida en la Declaración de Derechos del Hom- los humanos, poseen derechos. Esta terc e r a
bre y del Ciudadano de 1789 y en la Declaración de g e neración es la más polémica de todas, pues se le
Universal de Derechos Humanos de 1948. Cabe critica que carece de sujeto nítido que reivindique
destacar que ya durante la Revolución Francesa su derecho y al mismo tiempo no existe un objeto
hubo quejas en el sentido de que se hablaba de claro sobre el cual reivindicarlo. ¿A qué sujeto indi-
derechos del “hombre” (droits de l´homme) y no del vidual, colectivo o político le corresponde reclamar,
hombre y de la mujer. Para evitar una posible por ejemplo, por la destrucción de la capa de
fuente de discriminación, hoy se prefiere el término ozono? ¿A quién hacerle la exigencia? ¿Qué autori-
“derechos humanos”, válido para cualquier sexo. dad se pronuncia sobre la validez del reclamo?
La “segunda generación” de derechos humanos ¿Dónde comienza y dónde concluye el objeto “capa
la constituyen los derechos sociales y económicos. de ozono” y en qué umbral se fija su carácter de
Algunos autores estiman que estos derechos no “destruida por la contaminación”?
tienen un fundamento natural, puesto que no son Los especialistas coinciden en que sin un sujeto
inalienables y tienen un carácter derivado; esto es, de derecho, sin un objeto de derecho y sin una
no pertenecen a cada hombre independientemente autoridad que castigue la transgresión, no existe
de su voluntad, sino que derivan de decisiones propiamente un derecho, sino sólo una convención
vitales tales como el tipo y cantidad de trabajo que moral. Con todo, cada día se tiende a flexibilizar
cada cual quiera realizar, de modo que la sociedad más los conceptos jurídicos para acoger en ellos los
no tiene la obligación de garantizarle un mínimo de problemas ambientales. Caso especial es el relativo a
bienestar. Esos derechos han sido recogidos en si los animales no-humanos son sujetos de derecho
declaraciones recientes, como el Pacto Internacional y dignos de consideración moral, como proclaman
de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, propuesto las corrientes filósoficas de Liberación Animal y
por las Naciones Unidas en 1966 y que entró en Derechos Animales (véase Kwiatkowska e Issa,
vigencia en 1976. En esta declaración los Estados 1998). Esta postura es resistida por la conciencia
firmantes se obligan a garantizar, entre otras cosas, jurídica tradicional, de modo que los derechos de
“un salario equitativo e igual por trabajo de igual los animales podrían ser clasificados en una cuarta
valor, sin distinciones”, “la higiene y la seguridad en generación de derechos, ya no humanos, sino general
el trabajo” y el “derecho de toda persona a fundar de los seres vivos.
sindicatos”. Algunos de los derechos de segunda Podemos concluir que el concepto de derechos
generación, como la abolición de la esclavitud, son humanos se ha ido constituyendo poco a poco y
corolario de otros de la primera generación, aunque que sus características, aun cuando se les declare
referidos al ámbito más directamente ligado al tra- inalienables, se han ido fijando y completando con 309
Rozzi R. 2001. Éticas ambientales latinoamericanas: raíces y ramas.
En “Fundamentos de Conservación Biológica: Perspectivas Latinoamericanas”,
Primack, R., R. Rozzi, P. Feinsinger, R. Dirzo & F. Massardo , pp. 311-362. Fondo de Cultura Económica, México.
el paso del tiempo. Los cambios culturales y
sociales, aunque lentos, imponen exigencias a juris-
tas, filósofos y políticos. Eso sucedió con algunos
derechos hoy considerados evidentes, como la liber-
tad y la vida, que parecían absurdos cuando en
numerosos países aún estaba vigente la esclavitud.
Por ello, cabe pensar que, tal vez con modifica-
ciones, los derechos de segunda y tercera generación
se irán asentando en la conciencia jurídica, cultural
y política de la humanidad, siendo probable que en
algunas décadas se les pueda considerar como algo
evidente.

Frailes como Francisco de Vitoria, Bernardino Sahagún,


Bartolomé de Las Casas y Domingo de Santo Tomás reac-
cionaron inmediatamente a comienzos del siglo XVI contra
el trato brutal hacia los indígenas americanos, logrando que
Carlos V condenara las encomiendasen 1520. El
reconocimiento de los indígenas como seres humanos
racionales y libres representa una primera superación del
eurocentrismo, al extender los derechos humanos básicos
más allá de los conquistadores.

Ética ecocéntrica.

Como reacción a la perspectiva antagónica entre seres humanos y natu-


raleza surgió la ética ecocéntrica, que considera a los seres humanos como
componentes de los ecosistemas. Esta ética promueve una consideración
moral por todas las especies que constituyen las comunidades biológicas,
incluyendo entre ellas al Homo sapiens (Callicott, 1989). Esta visión
prevalece en las culturas indígenas americanas y en las ciencias ecológicas
fue cobrando fuerza desde mediados del siglo veinte con la Ética de la
Tierra formulada por Aldo Leopold (1949). Leopold propuso a los “con-
quistadores europeos en América” un cambio fundamental en su actitud
con la naturaleza: dejar de ver a la Tierra como un bien que nos pertenece
y considerar, en cambio, a la Tierra como una comunidad a la que
pertenecemos. Esto estimula un giro ético “desde conquistadores de la
naturaleza hacia miembros de la comunidad de seres vivos”. Así, Leopold
invita a establecer una nueva forma de relación con la naturaleza que se
parece más a la establecida por las culturas indígenas y que puede ser
interpretada también como el resultado de un proceso evolutivo:

La primera ética trató de la relación entre individuos..., más tarde se incorporó


la relación entre los individuos y la sociedad...; actualmente, no existe todavía
una ética que trate de la relación entre el hombre y la tierra, los animales, y las
plantas que crecen en ella .... La extensión de la ética a este tercer elemento en
310 el ambiente humano es una posibilidad evolutiva y una necesidad ecológica.
Rozzi R. 2001. Éticas ambientales latinoamericanas: raíces y ramas.
En “Fundamentos de Conservación Biológica: Perspectivas Latinoamericanas”,
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En Noviembre de 1992, después de un amplio debate, la Sociedad Ética ambiental: raíces y ramas
Norteamericana de Ingenieros Forestales introdujo en su código de ética latinoamericanas
profesional un artículo conocido como “ética de la Tierra”. Este artículo
se ha constituido en el primero del código y establece que los miembros
de esta sociedad deben abogar por prácticas de manejo forestal consis-
tentes con principios ecológicos y de conservación.

Hacia una ética que integre el bienestar social y la conservación


biocultural.

La ética de la Tierra integra a los seres humanos y la naturaleza. De esta


manera, por una vertiente científica Leopold arriba a una noción ética
similar a la albergada por etnias amerindias como los quechuas o los
mapuche, para quienes la Madre Tierra (Pacha Mama o Ñuke Mapu,
respectivamente) expresa que la tierra no es un bien que nos pertenezca,
sino que nosotros pertenecemos a ella tanto como el agua, el suelo, el
aire, las plantas, los animales y todos los seres que en ella habitamos.
Estas nociones resuenan, a su vez, con algunas raíces de la filosofía y la
religión occidental, donde encontramos en la Teogonía de Hesíodo una
genealogía en que toda la naturaleza, incluidos los seres humanos,
descendemos del Padre Cielo y la Madre Tierra. Para los filósofos pre-
socráticos —tal como para los quechuas o los mapuches— los elementos
esenciales eran el agua, el aire, el fuego y la tierra. Este último, la tierra,
es también el elemento del cual el primer hombre y la primera mujer son
creados en el Génesis bíblico y todos los seres vivos son igualmente crea-
ciones de Dios.
La variedad de concepciones análogas acerca de la naturaleza que
aparecen, desaparecen y reaparecen a través de la historia y la geografía
humana sugieren que el progreso en los modos de conocer y de habitar el
planeta no es un proceso lineal. Tal como sugieren los términos “ricerca”
(en italiano) o “research” (en inglés), la indagación científica parece ser
un constante “re-buscar”, un proceso circular de ir observando desde dis-
tintos puntos de vista a la naturaleza y a nosotros mismos dentro de ella
(Rozzi, 2002b). Análogamente, nuestros hábitos de vida y nuestras éticas
ambientales van variando en este círculo.
La concepción de círculos culturales dinámicos con variadas ciencias
y éticas ambientales, contrasta con el afán de progreso y “modernización”
que se impone hoy en nuestros países latinoamericanos bajo la unidi-
mensional mirada centrada en el crecimiento económico (Rozzi,
1998). Confrontados con la globalización económica debemos considerar
los procesos políticos y las relaciones de poder entre etnias, culturas, gru-
pos socio-económicos y naciones que continúan eliminado o negando la
riquísima diversidad cultural y sus modos de relación con el medio
ambiente. La extensión ética de Leopold es, por lo tanto, insuficiente
respecto al reconocimiento y análisis de las causas de la erradicación de la
diversidad cultural. Para satisfacer las demandas éticas, ecológicas-
sociales y se requiere para un giro ético de respeto intercultural.
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Rozzi R. 2001. Éticas ambientales latinoamericanas: raíces y ramas.
En “Fundamentos de Conservación Biológica: Perspectivas Latinoamericanas”,
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El valor de la diversidad biológica En suma, la noción de pertenencia a una comunidad biótica es nece-
saria pero no suficiente para una ética ambiental latinoamericana. Como
expresa el poeta mapuche Lorenzo Aillapán (2001), Leftraru o Lautaro
era el descendiente de la veloz ave “traro”, a la vez que el veloz guerrero
que ha impedido la sumisión del pueblo mapuche a los conquistadores
españoles. En esta visión, los mundos bióticos y culturales están indisol-
ublemente integrados. Los biólogos de la conservación debemos abogar
por la apertura de espacios conceptuales y físicos donde puedan expre-
sarse los diversos conocimientos y éticas ambientales.
La esencial interrelación entre los problemas sociales y ecológicos
(Capítulo XXII) demanda incorporar en la ética ambiental latinoameri-
cana una ética de la justicia social y priorizar los valores de la solidaridad
y la equidad. Es indispensable integrar los derechos humanos con los de
medio ambiente (Recuadro X.4). No basta con una aproximación nat-
uralista como la ética de la Tierra norteamericana, sino que debemos
considerar tanto los referentes culturales y políticos como los referentes
naturales para indagar, juzgar y construir nuestras éticas ambientales. La
ecología social postula que las formas de dominio o explotación de la
naturaleza reproducen formas de explotación del hombre por el hombre
(Bookchin, 1990). Los pensadores ecofeministas interpretan el abuso de
la naturaleza como una proyección de la forma de relación establecida
entre el hombre y la mujer en nuestra sociedad patriarcal (Merchant,
1989; Warren, 1999). En síntesis, nuestras formas de relaciones sociales
están íntimamente emparentadas con las formas de relación que estable-
cemos con la naturaleza.

Éticas ambientales y arte en América Latina

La mirada artística ha sabido integrar las dimensiones ecológicas, sociales


e históricas de los problemas y los valores del Nuevo Mundo. El mundo
precolombino y los posteriores cambios históricos en las relaciones con el
ambiente han motivado la búsqueda plástica de numerosos muralistas,
pintores, escultores, como también músicos y escritores latinoameri-
canos (Figura X.8). A comienzos del siglo XX, el escritor guatemalteco
Miguel Ángel Asturias denunciaba cómo el proceso de destrucción de la
tierra hiere el profundo nexo entre los hombres y el maíz, entre la cultura
y su tierra. Luego de traducir el Popol Vuh (1939), Asturias (1953) se
inspiró en este relato maya para escribir la novela Hombres de Maíz,
donde conecta las creencias maya a los sucesos modernos de su país. En
Chile, a mediados del siglo XX, el poeta Pablo Neruda cantaba a los
paisajes y hombres americanos, criticando el proceso histórico iniciado
por los conquistadores españoles e invitando a establecer formas de
relación más sensibles a la rica naturaleza ecocultural del Nuevo Mundo.
Su Canto General (1950) se inicia con los versos de una desolada imagen
que recorre la historia y geografía de América:
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Rozzi R. 2001. Éticas ambientales latinoamericanas: raíces y ramas.
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Ética ambiental: raíces y ramas
latinoamericanas

Figura X.8 El arte constituye una


de las expresiones culturales que
integra las dimensiones ecológicas y
sociales en su trabajo. Oscar Con-
cha trabaja con leña y otros frag-
mentos en la composición de sus
esculturas. (Fotografía de Livia
Marin-Firmani, Archivo Parque
Etnobotánico Omora Isla Navari-
no, Chile).

Antes de la peluca y la casaca


fueron los ríos, ríos arteriales;
fueron las cordilleras, en cuya onda raída
el cóndor o la nieve parecían inmóviles;
fue la humedad y la espesura, el trueno
sin nombre todavía, las pampas planetarias.
El hombre tierra fue, vasija, párpado
del barro trémulo, forma de la arcilla,
fue cántaro caribe, chibcha,
copa imperial o sílice araucana...
Nadie pudo
recordarlas después: el viento
las olvidó, el lenguaje del agua
fue enterrado...
Desde la paz del búfalo
hasta las azotadas arenas
de la tierra final, en las espumas
acumuladas de la luz antártica...
Tierra mía sin nombre, sin América,
estambre equinoccial, lanza púrpura,
tu aroma me trepó por las raíces
hasta la copa que bebí hasta la más delgada
palabra aún no nacida.

Neruda abre su canto con “el hombre de tierra, barro trémulo o arcilla”,
“el olvidado lenguaje de los ríos arteriales y las aguas” y un “aroma que
trepa desde las raíces de su árbol” para mirar integradamente la natu-
raleza y los pueblos americanos desde la nórdica tierra de los búfalos
hasta el marino extremo antártico.
En este capítulo podemos apreciar cómo algunas metáforas tales
como “de arcilla, del agua y del árbol” se cantan reiteradamente en los
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Rozzi R. 2001. Éticas ambientales latinoamericanas: raíces y ramas.
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El valor de la diversidad biológica lenguajes poéticos indígenas y castellanos, en religiones y filosofías de
distintas regiones, como también en las ciencias ecológicas y evolutivas.
Así podemos intentar la comunicación entre las ramas de un árbol de
diversos lenguajes, cuyos cantos anhelan, sin embargo, nociones éticas y
cognitivas comunes a las distintas disciplinas y culturas.
Recientemente los científicos han comenzado a interesarse por la
indagación de los valores estéticos de la diversidad biológica (Recuadro
X.5). Sin embargo, la aproximación científica es todavía muy incipiente
puesto que el análisis estético se basa fundamentalmente en aproxima-
ciones de la economía de mercado donde la valoración de las especies
depende del “gusto” de las personas encuestadas. Tal como se advierte en
las poesías de Neruda o Lienlaf, el sentido estético no se reduce a la
“belleza” o “fealdad” de las especies, medida por el gusto de ciertos gru-
pos de personas en determinados momentos históricos, sino que la
búsqueda artística apunta hacia una comprensión de las especies inmer-
sas en sus interacciones ecológicas para construir una apreciación estética
de las estructuras y procesos ecosistémicos de los que formamos parte.
Esta percepción estética se despliega dentro de un sistema de nociones y
búsquedas de sentido plástico, filosófico e histórico donde las especies
participan de múltiples relaciones ecológicas, sociales y culturales. “La
sabiduría silenciosa de quien habla el lenguaje del agua” como señalaba el
poeta Lienlaf, se expresa cuando se logran las condiciones de autonomía,
equidad y subsistencia. Por lo tanto, para una genuina ética ambiental
latinoamericana es indispensable integrar las dimensiones ecológicas,
culturales y sociales, tal como canta el poeta Esteban Gumucio (1978):

Me gustan las flores,


las que florecen en todos los caminos,
pequeñas flores sin destino.
Me gustan las simples cosas de siempre,
los días y las noches que nacen y se mueren.
Me encantan los pequeños gestos humanos,
el hombre y la mujer tomados de la mano,
el niño y la niña,
y la mañana
y el sol que se cuela por la ventana…
Me gustan los desiertos y las selvas,
las playas soleadas, las fuertes marejadas
y la altura.
Y me gusta esta fuerte nervadura de la vida,
el campo, las ciudades, las moradas compartidas
y la gente,
sus dolores y alegría, su palabra
y la lucha sostenida codo a codo
por un mundo más humano para todos.

En términos poéticos, los artistas latinoamericanos contribuyen a la


314 apreciación ética de la diversidad biológica y cultural, luchando además

Rozzi R. 2001. Éticas ambientales latinoamericanas: raíces y ramas.


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“codo a codo” con todos los involucrados en la práctica de la conser- Ética ambiental: raíces y ramas
vación biológica, cuyo afán es un bienestar equitativo para todas las per- latinoamericanas
sonas y todos los seres que participan en “esta fuerte nervadura de la
vida”. El trabajo artístico agudiza la percepción requerida para detectar y
valorar la diversidad biocultural. Así ofrece miradas que inspiran éticas y
modos de conocer que diversifican y transforman unidimensionalidad
cultural imperante en políticas que se globalizan hoy aceleradamente. Tal
unidimensionalidad prevalece incluso en ciertas perspectivas éticas
(cuando se reducen a una aplicación simplista, científicas orientadas por
criterios tecnológicos carentes de cuestionamiento) y artísticas (cuando
se basan en moldes fijos de producción en serie). Para la superación de
este “efecto sombra” provocado por la unidimensionalidad de los discur-
sos dominantes, las laboriosas búsquedas artísticas y sus variadas expre-
siones ofrecen “claros culturales y sociales” necesarios para la germi-
nación de las éticas ambientales que laten en “las ciudades y el campo,
los desiertos y las selvas, las alturas y los mares” a lo largo del continente
americano.

Interrelaciones entre ciencia y ética

Pedro Feinsinger (2001) define la biología de la conservación como “el


campo de estudio y de acción para un manejo del paisaje que atenúe los
impactos humanos negativos durante el breve paso de nuestra especie por
el planeta”. Esta definición trae consigo un giro fundamental para la prác-
tica de la ecología: ¡no basta con describir los ecosistemas (labor científi-
ca), sino que los ecólogos deben promover además su conservación (afán
ético)!
Este giro conlleva una integración entre la ecología básica y aplicada.
Este giro demanda también recuperar el vínculo entre ciencia y ética.
Recuperar, porque la disociación entre los modos de conocer (ciencia) y
de vivir (inspirados y modulados por éticas), ocurrió sólo recientemente
en nuestra cultura occidental. La separación entre hechos y valores, la
distinción entre “conocimiento objetivo” y “moral subjetiva” se insta-
laron como paradigma dominante entre los científicos durante el siglo
pasado, como expresión de la prevalencia del empiricismo (Recuadro
X.6).
Las relaciones recíprocas entre los modos científicos de comprender y las
actitudes éticas en nuestro trato con la naturaleza y sus diversos seres vivos
determinan un vínculo ético esencial entre las ciencias ecológicas-evoluti-
vas y la práctica de la biología de la conservación. Estas relaciones son
recíprocas puesto que los diversos conceptos culturales y sus prácticas éti-
cas influyen, a su vez, en los modos en que observamos e interpretamos el
mundo natural bajo diversos lentes (Rozzi, 1999). Esta profunda unidad
entre la ciencia y la ética, aquella entre los modos de conocer y de habitar
en el mundo natural, se manifiesta en múltiples cambios de paradigmas
en las ciencias occidentales. Por ejemplo, la concepción dualista de René
descartes matemático y filósofo fundador de la ciencia moderna distingue 315
Rozzi R. 2001. Éticas ambientales latinoamericanas: raíces y ramas.
En “Fundamentos de Conservación Biológica: Perspectivas Latinoamericanas”,
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El valor de la diversidad biológica entre espíritu y materia, proveyendo de espíritu sólo a los “hombres”. En
los inicios de la modernidad, los seguidores de Descartes estaban conven-
cidos a tal punto de sus ideas mecanicistas, que en la calle pateaban perros
y otros animales como evidencia de que éstos constituirían máquinas
vivientes –meros autómatas- con respuestas completamente predecibles
(Rozzi, 2002). Esta concepción científica ha estimulado un abismo ético
entre los humanos y las demás especies que ha justificado hasta nuestros
días insensibles experimentos con animales, tales como los conejillos de
Indias o los monos utilizados para pruebas de vacunas. Actualmente, con
una concepción cartesiana, los pollos y otros animales son “producidos”
en la industria agropecuaria en jaulas que impiden su movimiento para
que no pierdan peso y alimentados con hormonas que aceleran su crec-
imiento (Figura X.9).

FIGURA X.9 En la actualidad


13 000 millones de pollos viven
enjaulados e inmovilizados mien-
tras son alimentados con hormonas
y antibióticos (FAO, 2000). En la
década de los setenta el movimien-
to de Liberación Animal remeció a
la opinión pública llamando la
atención acerca del tratamiento que
se da a los vertebrados domésticos
como cerdos, vacunos o pollos, que
son capaces de sentir dolor y placer,
pero que son manipulados sin
ninguna consideración ética en los
criaderos (véase Singer, 1975).
Desde entonces, los biólogos de la
conservación debemos formular y
discutir preguntas tales como: ¿es (A)
éticamente justo trasladar nuestro
modelo de la fábrica a seres vivos
sensibles, que como nosotros tienen
ojos, cerebro y corazón? (A) Jaulas
en un criadero de pollos, (B) pollos
vivos antes de la matanza.
(Fotografías cortesía de Peter
Singer).

316 (B)
Rozzi R. 2001. Éticas ambientales latinoamericanas: raíces y ramas. Continúa página 322
En “Fundamentos de Conservación Biológica: Perspectivas Latinoamericanas”,
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Recuadro X.5. Cuando la admiración salva vidas: ¿cuál es el
valor estético de un animal silvestre?
Fernando Milano

Reiteradas veces surgía la pregunta: ¿cuánto vale un Las especies de amplia distribución mundial
jaguar, un pecarí, un zorrino o un flamenco? Un que son consideradas tradicionalmente bellas o
trabajo realizado en Córdoba, Argentina, fue el atractivas por nuestra cultura de fuerte influencia
marco para desarrollar esta inquietud. Debido a la europea —flamencos, mariposas, patos, liebre, tor-
dificultad de responder la pregunta en términos tugas, águilas y garzas— tuvieron los puntajes más
económicos (Hastings, 1986; Hammit et al., 1993), altos para los escolares (entre 4.33 y 3.92). Los
realicé una evaluación del valor estético que la fauna carnívoros (zorro, puma, gato montés) y dos roe-
silvestre tiene para los visitantes a la Laguna Mar dores sudamericanos (cuis y carpincho, este último
Chiquita en la provincia de Córdoba (Milano, el roedor de mayor tamaño en el mundo), consti-
1996). Esta es un área protegida, declarada Sitio tuyeron el segundo grupo en puntaje de preferen-
Hemisférico de la Red Hemisférica de Reservas para cias (entre 3.76 y 3.45). Un tercer grupo (entre
Aves Playeras (1994), que combina la avifauna 3.25 y 2.87) correspondió a especies peligrosas o
acuática con la fauna típica del Chaco semiárido. frecuentemente consideradas desagradables (víbo-
En el Centro de Visitantes se consultó sobre las ras, quirquincho, insectos, comadreja, zorrino,
características y preferencias de la fauna a cuatro lagartos y sapos). En último lugar (entre 2.27 y
tipos de visitantes: grupos escolares (nueve a once 1.21), se ubicaron especies autóctonas poco conoci-
años), veraneantes, visitantes al centro de inter- das u observadas (corzuela, jaguar, pecarí, chorlos,
pretación del área protegida y ecoturistas. Las pre- hurón), que el 40% de los encuestados desconocía.
guntas se presentaron como un cuestionario En los otros grupos sólo debían contestar esta
autoadministrado, indagando sobre el gusto por pregunta aquellas personas particularmente intere-
observar diferentes especies silvestres a lo largo de sadas en conocer la naturaleza: 50, 70 y 100% de
una excursión. Las opciones de respuesta tenían un los veraneantes, visitantes al centro y ecoturistas,
valor de cero a cinco: no la conozco (0); no me respectivamente.
gusta (1); me gusta un poco (2); me gusta bastante Los veraneantes mostraron mucho
(3); me gusta mucho (4); me gusta muchísimo (5). desconocimiento o baja valoración de especies
En todos los grupos encuestados el flamenco regionales típicas (chorlos, pecarí), denotando esca-
fue la especie predilecta. También conocidos como so contacto con la reserva, pero destacaron especies
parinas, los flamencos incluyen cinco especies, tres tradicionalmente consideradas bellas (por ejemplo,
de ellas están en la Laguna Mar Chiquita: el fla- garzas, flamencos y mariposas). Los ecoturistas valo-
menco chileno (Phoenicopterus chilensis), la parina raron también estas últimas; sin embargo,
grande (P. andinus) y la parina chica (P. jamesi), mostraron aprecio por especies típicamente
siendo el primero el más abundante. Los flamencos regionales. Entre ellas el zorrino, el carpincho, la
eran una de las especies estéticamente (y también corzuela, el gato montés, los chorlos, la tortuga, los
culinariamente) predilectas en la antigua Roma. lagartos y el pecarí, como también por aquellas que
Como puede verse, el flamenco constituye una generan sensaciones de movimiento y emoción,
especie idiosincrática de Sudamérica, a la vez que como el águila, el puma, el jaguar y el zorro (Rolston
una especie carismática en la cultura occidental. III, 1987). Los visitantes al centro aparecieron
como una transición entre ambos grupos. 317
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Los flamencos, el coypo y el ñandú merecieron de promoción de áreas naturales y como vía de sen-
algunas consideraciones adicionales: las dos sibilización del público contra la caza furtiva, el
primeras son emblemáticas del lugar, la primera por comercio ilegal o la destrucción de hábitats.
su abundancia y colonias de nidificación y la segun- — Promover la difusión de las especies más apreciadas
da por la cantidad de criaderos y la industria a través de la venta de recuerdos y souvenirs (vesti-
peletera derivada que hay en la zona. El ñandú menta, pósters, etc.), mecanismo que genera ingre-
tuvo un alto puntaje en los cuatro grupos, proba- sos y hace partícipe al visitante.
blemente debido a su fisonomía y protagonismo — Valorar los hábitats a través de las especies que
histórico. Los tres grupos encuestados mostraron los habitan.
también gran afinidad por las aves poco frecuentes
y de difícil observación, remarcando la gran moti- En un trabajo sobre los valores de la biodiversi-
vación que genera la rareza. En cambio, algunas dad, Paul y Anne Ehrlich (1992) consideran cuatro
especies caracterizadas como temibles o desagradables valores fundamentales: éticos, estéticos, económicos
—serpientes, comadreja, anfibios— tuvieron bajos directos y económicos indirectos. La belleza natur-
puntajes para los tres grupos. al genera, sin duda, un nivel de satisfacción espiri-
Este trabajo permitió dar una serie de recomen- tual más allá del marco en el que se experimente.
daciones a través de las cuales el valor estético se En el contexto recreativo y turístico los valores
presentó como una herramienta que permite: estéticos pueden convertirse en económicos, lo cual
es de particular importancia para especies que no
— Incorporar en proyectos de educación formal y pueden ser utilizadas de manera extractiva. En
no formal la importancia ecológica de especies poco 1991 los estadounidenses gastaron más de 18 000
valorizadas o desconocidas, así como la difusión de millones de dólares para observar, fotografiar y ali-
estas últimas, resaltando su valor estético y pro- mentar fauna silvestre.
moviendo su uso apreciativo. Si logramos abrir caminos para que la belleza
— Evaluar cuantitativamente la evolución de estos natural sea descubierta, habremos podido fundir los
proyectos educativos luego del diagnóstico inicial, valores estéticos, éticos y económicos en una com-
ya que las valoraciones poseen un puntaje. binación vital para muchas especies para las cuales,
— Utilizar las especies más valoradas como forma probablemente, no haya otra salida.

El flamenco fue la especie predilecta de escolares


y turistas que visitan la Laguna Chiquita en
Córdoba, Argentina. Entre las tres especies de
flamencos que llegan a la Laguna Mar Chiquita,
la más abundante es el flamenco chileno
(Phoenicopterus chilensis),fotografiado aquí en
la Bahía de Samborombón, Provincia de
Buenos Aires. (Fotografía de Alfredo Balcarce).

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Rozzi R. 2001. Éticas ambientales latinoamericanas: raíces y ramas.
En “Fundamentos de Conservación Biológica: Perspectivas Latinoamericanas”,
Primack, R., R. Rozzi, P. Feinsinger, R. Dirzo & F. Massardo , pp. 311-362. Fondo de Cultura Económica, México.
Preferencias estéticas por especies o grupos de especies silvestres
para los veraneantes, visitantes al centro, ecoturistas y escolares
(orden decreciente según medias del grupo “veraneantes”)

GRUPOS ENCUESTADOS

ESPECIES Veraneantes Visitantes Ecoturistas Escolares


al Centro
Puntaje Ranking Puntaje Ranking Puntaje Ranking Puntaje Ranking
Flamencos 4.30 1 4.45 1 4.89 1 4.30 1
Mariposas 3.78 2 4.03 8 3.89 25 4.19 2
Garzas 3.76 3 4.21 2 4.53 10 3.92 8
Ñandú 3.70 4 4.08 6 4.66 5 4.07 4
Coypo 3.66 5 3.72 11 4.16 22 3.20 15
Águilas 3.51 6 4.11 4 4.89 1 3.95 7
Quirquincho 3.46 7 4.11 4 4.47 12 3.12 16
Corzuela 3.39 8 3.67 13 4.47 12 2.27 22
Tortuga 3.33 9 3.64 14 4.32 18 4.02 6
Patos 3.33 9 3.71 12 4.38 17 4.10 3
Puma 3.32 11 3.60 15 4.71 3 3.71 10
Zorro 3.22 12 3.44 19 4.68 4 3.76 9
Liebre 3.18 13 3.44 19 3.79 27 4.06 5
Jaguar 3.18 13 3.53 16 4.66 5 2.25 23
Gato montés 3.13 15 3.73 10 4.42 15 3.56 11
Carpincho 3.06 16 3.50 17 4.50 11 3.45 12
Cuis 2.95 17 3.15 24 3.92 24 3.45 13
Insectos 2.72 18 3.43 21 3.13 33 3.10 17
Pecarí 2.71 19 2.86 30 4.24 20 2.04 24
Lagartos 2.66 20 2.89 29 4.29 19 2.95 20
Chimango 2.63 21 2,94 28 3.68 30 1.98 25
Chorlos 2.62 22 3.21 23 4.42 15 1.63 26
Víbora 2.53 23 2.54 31 3.7 29 3.25 14
no venenosa
Hurón 2.50 24 3.12 25 3.79 27 1.21 27
Zorrino 2.48 25 3.06 26 4.55 9 2.98 19
Comadreja 2.41 26 3.03 27 3.84 26 3.00 18
Sapos y ranas 2.18 27 2.53 32 3.68 30 2.87 21
Víbora venenosa 2.09 28 2.03 33 3.58 32 S/dato -

Nombres científicos: ñandú (Rhea americana); coypo (Myocastor coypus); quriquincho ( Chaetophractus vellerosus);
corzuela (Mazama gouazoubira); liebre (Lepus capensis), gato montés (Felis geoffroy); carpincho (Hydrochoreis hydrochaeris),
cuis (Microcavia australis), chimango (Milvago chimango - Falconidae); hurón (Galictis cuja); comadreja (Didelphis alviventris).

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Rozzi R. 2001. Éticas ambientales latinoamericanas: raíces y ramas.
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Recuadro X.6 Diversos paradigmas científicos para
los biólogos de la conservación
Ricardo Rozzi

Una de las mayores dificultades para abordar en propiedades materiales de los seres vivos y entes físi-
nuestras academias -en particular en la enseñanza cos, gestó una revolución científica que posicionó a
de las ciencias biológicas- los complejos problemas los objetos de estudio y a quienes los investigaban
ecosociales que afectan a Latinoamérica radica en la fuera del marco puramente teológico y condujo al
disociación entre ciencia y ética, entre los modos de establecimiento de las universidades y de la ciencia
vivir y los modos de conocer el mundo. Para un moderna.
antropólogo o un psicólogo las interconexiones El nuevo empiricismo centró su atención en la
entre las esferas cognitivas y prácticas pueden ser descripción de los objetos materiales y postergó la
obvias. En cambio, en la enseñanza y práctica de los mirada o la reflexión de los investigadores sobre sí
biólogos estos vínculos rara vez se tratan, y generan mismos. Por ejemplo, el estudio en las interac-
la ilusión de estar tomando datos y describiendo ciones entre los colibríes y las flores se habría dirigi-
fenómenos que están más allá del investigador. De do hacia estos objetos “en sí mismos”, y las estruc-
esta manera se disocian las esferas de la vida profe- turas racionales desde las cuales los científicos
sional y de la vida personal. El trabajo pasa fre- observaban las aves y las plantas habrían sido omiti-
cuentemente a ser concebido como una tarea pura- das del análisis.
mente técnica. Para facilitar la comprensión de las La omisión anterior estimuló una segunda rev-
dimensiones que son omitidas con esta “aproxi- olución científica liderada por filósofos modernos
mación técnica” y analizar las influencias recíprocas en los siglos XVI y XVII, quienes propusieron que
entre la cultura y las ciencias ecológicas y evolutivas, el estudio de los objetos naturales debía incluir
ilustraré cómo varía el estudio de las interacciones tanto a los objetos estudiados (por ejemplo, plantas
de un colibrí y sus flores desde distintas perspectivas y aves) como a las estructuras mentales y supuestos
científicas que han adquirido preponderancia en cognitivos de quien las estudiaba. Para estos pen-
distintas épocas históricas (aunque en realidad sadores el contraste entre los astrónomos Tolomeo y
siempre han coexistido). Copérnico representaba un caso ejemplar. Tolomeo
Hacia fines de la Edad Media el redescubrimen- había concluido que la Tierra era el centro del uni-
to y la traducción de los trabajos de Aristóteles y verso basándose en sus observaciones empíricas al
otros pensadores de la antigua Grecia sobre historia ver girar el sol en torno a la Tierra. Copérnico, en
natural, motivó a los monjes a no restringirse a los cambio, centró su atención sobre sus reflexiones
textos teológicos y salir a explorar fuera de los lógicas y matemáticas para proponer -en contra del
monasterios en la búsqueda de respuestas a sus sentido común, de los aparentes datos empíricos y
indagaciones sobre los fenómenos naturales de la institucionalidad- que la Tierra giraba en
(Bowler, 1993). La mirada de los monjes se dirigió torno al sol. Los científicos modernos copernicanos
entonces con interés hacia la elaboración de cuida- dirigieron su atención tanto a las estructuras men-
dosas descripciones de especímenes vegetales, ani- tales o cognitivas como a los objetos estudiados.
males, minerales y se escribieron obras tan impor- Bajo esta concepción, el estudio de los colibríes y las
tantes como De Vegetabilibus et Plantis y De flores ya no trataría de estas aves y plantas en sí mis-
Animalibus de Alberto Magno (1200-1280). Esta mas sino de los fenómenos que nos representamos
320 salida de los monasterios para investigar las de ellos en nuestras mentes.
Rozzi R. 2001. Éticas ambientales latinoamericanas: raíces y ramas.
En “Fundamentos de Conservación Biológica: Perspectivas Latinoamericanas”,
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Los encuentros que naturalistas de los siglos mulan las descripciones y explicaciones de los fenó-
XVIII y XIX comenzaron a tener en sus explo- menos naturales, debiera fortalecer nuestro trabajo
raciones a través del mundo con culturas con- en al menos cinco aspectos: (1) una mejor com-
trastantes entre sí y muy diversas de la nuestra, prensión de las interrelaciones entre los sistemas
reforzaron la concepción de que nuestras estruc- culturales y ecológicos que subyacen a los diversos
turas mentales no dependen sólo de nuestra modos de conocer y de relacionarse con los ecosis-
biología, sino también de nuestra cultura y lengua- temas regionales; (2) una mejor preparación de los
je. Se debilitaba así el supuesto moderno de una biólogos de la conservación para comprender los
razón universal para dar paso a una pluralidad pos- diversos conocimientos etnoecológicos y, en conse-
moderna. Para comprender la paradoja moderna de cuencia, para respetar y relacionarse con culturas
que “un mismo fenómeno natural” es visto o expli- distintas; (3) una mayor conciencia de los límites de
cado de manera diferente por distintos culturas o validez de la ciencia occidental contribuiría a pre-
científicos, la perspectiva posmoderna señala que es venir una arrogancia científica frente a formas de
necesario considerar los contextos culturales y conocimiento ecológico tradicional; (4) a nivel per-
ambientales de cada investigador. Así el estudio de sonal habría un mayor interés por examinar los vín-
las interacciones entre el colibrí y sus flores incluiría culos entre nuestro trabajo científico y nuestro
también un concienzudo análisis de los lenguajes modo de vivir, y por contextualizar nuestras aproxi-
con que este fenómeno es observado y descrito. maciones científicas con nuestros contextos cultur-
Metáforas evolutivas contrastantes, como por ejem- ales; (5) una mayor comprensión de que los modos
plo la “selección natural” y la “deriva natural”, con- de explicar el mundo natural y habitar en él están
llevan mundos culturales distintos y conducen a esencialmente conectados y que la ciencia occiden-
distintas formas de entender las interacciones entre tal —funcional a la sociedad industrial y tecnológi-
plantas y animales (Rozzi et al., 1998). ca— constituye sólo uno de los sistemas cognitivos
Para la biología de la conservación latinoameri- y éticos que se despliegan dentro la inaprensible
cana contemporánea, la individualización y carac- diversidad de modos de mirar y habitar los intrinca-
terización de las sociedades y/o personas que for- dos paisajes bioculturales de Latinoamérica.

Tres perspectivas científicas que han adquirido preponder-


ancia en distintos momentos en la historia de la ciencia
occidental. Pre-Moderna, representa el énfasis en la obser-
vación del mundo natural iniciado a fines de la Edad
Media. Moderna, incluye al científico quien ya no percibe
ni explica seres o procesos naturales en sí mismos sino
fenómenos representados en su mente, que pueden o no
corresponderse con el mundo material “externo”. Post-
Moderna, enfatiza las influencias de los contextos sociales
y culturales sobre las observaciones y explicaciones del
científico. Las flechas destacan el carácter bi-direccional de
estas relaciones, en que el científico afecta a la vez su
medio cultural. El lenguaje y sus metáforas, como selec-
ción natural y deriva natural, son elementos claves en estas
influencias recíprocas entre los científicos, su sociedad y
cultura.

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Rozzi R. 2001. Éticas ambientales latinoamericanas: raíces y ramas.
En “Fundamentos de Conservación Biológica: Perspectivas Latinoamericanas”,
Primack, R., R. Rozzi, P. Feinsinger, R. Dirzo & F. Massardo , pp. 311-362. Fondo de Cultura Económica, México.
El valor de la diversidad biológica Una alternativa a la filosofía cartesiana emana de la filosofía de David
Hume y de la concepción evolutiva de Charles Darwin. El filósofo y el
biólogo británicos recuperaron para la cultura occidental una cosmo-
visión en que el hombre y todos los seres vivos comparten un origen
común (Rozzi, 2002). Este sentido de parentesco con todos los seres
vivientes estimula un respeto ético que trasciende a las personas humanas
para considerar y proteger a las diversas manifestaciones de vida. Inspi-
radas en esta visión evolutiva y ecológica, en la década de los sesenta, tres
valerosas mujeres primatólogas demostraron con su entrega cómo la
ciencia y la filosofía ambiental pueden motivar cambios en la percepción
y en la acción por la conservación. Jane Goodall, Dian Fossey y Birute
Galdikas, dedicaron su vida al estudio a largo plazo de grupos de chim-
pancés, gorilas y orangutanes, respectivamente. A diferencia de la ciencia
cartesiana basada en números, ellas distinguieron individuos entre sus
monos. Los observaron y convivieron con ellos por varios años y su
investigación arrojó un conocimiento tan refinado acerca de la conducta
de nuestros parientes biológicos más cercanos, que rápidamente motivó
un compromiso ético en estas tres mujeres. Además de sus estudios pri-
matológicos, ellas comenzaron a dedicar gran parte de su tiempo a la
educación y a la política de la conservación. Dian Fossey se involucró
a tal punto en la defensa de los gorilas y la destrucción de su hábitat que
murió defendiendo a sus monos contra la caza furtiva (Recuadro X.7).
Las tres primatólogas nos muestran cómo las personas transforman
sus actitudes éticas cuando las ideas acerca de ellas mismas, acerca del
mundo y de su relación con él se modifican profundamente (Callicott,
1999). Recientemente, en la década de los noventa la gran difusión cien-
tífica acerca de la belleza e importancia de los polinizadores ha estimula-
do el interés por estos organismos y hoy se llevan a cabo proyectos para la
conservación de colibríes, palomas, murciélagos y mariposas polinizado-
ras (Buchmann y Nabhan, 1996). Así, los cambios en la comprensión y
percepción de los otros seres vivos y sistemas ecológicos influyen sobre
nuestras actitudes éticas hacia ellos y generan también cambios en las
políticas ambientales y prácticas productivas. Biólogos latinoamericanos
tan notables como Osvaldo Reig, Leon Croizat y Nelson Papavero no
sólo han contribuido al conocimiento científico, sino que también han
contribuido a forjar la visión que tenemos del mundo y del respeto ético
que le debemos.
La filosofía ambiental y las ciencias ecológicas proveen de esta man-
era modelos cognitivos acerca del mundo natural y de nuestra relación
con él, contribuyendo a forjar valores y normas morales. A su vez, las
transformaciones en los modos de concebir el mundo podrían conllevar
sustanciales transformaciones éticas en los modos de una relacionarnos
con el mundo, incluyendo las relaciones de los seres humanos entre sí.
Por esta razón, a partir de la interrelación entre los modos de conocer y
de habitar nuestras realidades individuales, sociales y ecológicas, la
filosofía ambiental propone una mayor integración entre las éticas y las
ciencias ecológicas y evolutivas (Rozzi, 1999). La ética ambiental per-
322 mite incorporar en la conservación biológica, cursos y programas de
Rozzi R. 2001. Éticas ambientales latinoamericanas: raíces y ramas.
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Primack, R., R. Rozzi, P. Feinsinger, R. Dirzo & F. Massardo , pp. 311-362. Fondo de Cultura Económica, México.
investigación acerca de las responsabilidades éticas de los seres humanos Ética ambiental: raíces y ramas
con la naturaleza (Goulet, 1996), puesto que ésta constituye el funda- latinoamericanas
mento para el sustento de la vida, incluida la humana. Una aproxi-
mación científica que vincula explícitamente a la teoría con la práctica
con la vida personal y con la ética, demanda, sin embargo, nuevos
modos de hacer ciencia y concebir el conocimiento científico congru-
entes con los rápidos cambios de paradigmas y teorías que experimentan
las ciencias entrado el siglo XXI (Recuadro X.6).
La ética ambiental no es simplemente un cuerpo normativo que los
biólogos de la conservación deban obedecer como un mandato externo o
adoptar como un aditamento profesional. Las teorías científicas y el tra-
bajo de los biólogos de la conservación junto a filósofos, ecólogos,
antropólogos, gobernantes, artistas, pescadores y los diversos miembros
de la sociedad, van construyendo guías éticas enraizadas en aproxima-
ciones cognitivas para reconocer, analizar y diseñar los múltiples modos.
—existentes o posibles— de habitar y valorar los paisajes ecológicos y cul-
turales de cada región en Latinoamérica y el planeta.

Recuadro X.7. Tres primatólogas que llegaron


a ser activistas
Richard Primack

Los seres humanos son los parientes vivientes más mismos habían cazado y extrayendo termitas de sus
cercanos de los grandes monos: chimpancés, gorilas nidos usando hojas de pasto arrancado. Este último
y orangutanes. A pesar de la fascinación ejercida hallazgo causó sensación: fue el primer ejemplo de
durante siglos, la mayor parte de lo que sabemos de un animal distinto al humano utilizando herramien-
los grandes monos la hemos aprendido en los últi- tas (Morell, 1993). El método de Jane Goodall de
mos 35 años. Nuestro conocimiento descansa en nominar (más que numerar) animales individuales
gran medida sobre el trabajo pionero de tres pri- y enfocarse sobre las características únicas de cada
matólogas: Jane Goodall, Dian Fossey y Birute individuo para explicar la dinámica de grupo fue
Galdikas. Estas mujeres fueron pioneras en los estu- criticado por algunos primatólogos. Con el tiempo,
dios a largo plazo en sus respectivos temas y even- sin embargo, llegó a ser estándar. Por el seguimiento
tualmente dedicaron más de su tiempo a los esfuer- paciente de los grupos de chimpancés a lo largo de
zos de conservación que sólo al propósito de lograr las generaciones obtuvo nueva información acerca
conocimiento científico. de su estructura social. En su segunda década de
Jane Goodall comenzó su estudio de los chim- investigación, Jane Goodall y sus asociados hicieron
pancés en 1960 en Gombe, Tanzania. Su trabajo de descubrimientos más extraordinarios, incluyendo
campo fue rápidamente recompensado. Durante los canibalismo dentro de los grupos y guerra elaborada
primeros tres meses ya había sido testigo de activi- y premeditada entre grupos. El trabajo en Gombe está
dades que ningún investigador había observado, entre los estudios de campo continuos sobre el compor-
incluyendo chimpancés comiendo carne que ellos tamiento animal más prolongados jamás realizado. 323
Rozzi R. 2001. Éticas ambientales latinoamericanas: raíces y ramas.
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Dian Fossey comenzó estudiando gorilas de incluyeron observaciones a largo plazo, seguimiento
montaña en 1966 en Zaire, pero dentro de un año de años de los mismos individuos, el acostum-
fue desalojada de su sitio original de estudio por la bramiento de grupos de primates a la presencia de
guerra civil. Se trasladó al borde del Parc Nacional humanos, observaciones mucho más cercanas que
des Volcans de Ruanda, y durante los siguientes 18 las realizadas previamente y una apreciación por la
años éste fue su sitio de investigación y su hogar. De individualidad de los animales estudiados. Tales
acuerdo a su obituario, publicada en la revista métodos, que permitieron a los investigadores
American Anthropologist en 1986, los escritos cientí- desarrollar una empatía con los monos, desafiaron
ficos de Dian Fossey “proveyeron a los antropólogos la actitud prevaleciente, que valoraba la objetividad
y zoólogos con la primera información precisa sobre y el desapego emocional como elementos esenciales
desarrollo del comportamiento y la organización de la “buena ciencia”. En estos casos, sin embargo,
social de los gorilas en la naturaleza” (Hausfater y la relación con los animales de estudio no fue una
Kennedy, 1986). Por ejemplo, ella fue la primera barrera, sino un paso esencial para un conocimiento
investigadora en notar que las hembras se trans- científico profundo.
fieren entre grupos y en documentar que los La empatía condujo a las tres primatólogas a
machos matan a los gorilas infantes para inducir el luchar por la conservación de las especies de
estro en las hembras: dos claves importantes en la grandes monos, todas en peligro por la caza furtiva,
dinámica social del gorila. Lo mismo que Jane destrucción del hábitat y crecimiento de la
Goodall en Gombe, Dian Fossey desarrolló en su población humana. Mientras que sus escritos y
sitio de estudio, Karisoke, el centro para investi- glamorosa carrera ayudaron a aumentar el
gación de campo en su área. conocimiento popular acerca de la naturaleza y el
Birute Galdikas se embarcó en su trabajo pio- apoyo a su conser vación, Jane Goodall estuvo satis-
nero entre los orangutanes en Borneo en 1971. fecha con concentrarse en la investigación y dejar el
Birute Galdikas tuvo un objeto de estudio más difí- trabajo de conservación directo a otros. Eventual-
cil. A diferencia de los chimpancés y los gorilas, los mente su actitud cambió como resultado de la ame-
orangutanes son mayoritariamente solitarios, lo naza directa a los chimpancés alrededor de su sitio
cual dificulta el estudio de sus interacciones sociales de estudio. Ella notó que “todavía era el mejor lugar
o habituarlos a la presencia de observadores en el mundo para mí. Pero comprendí que los
humanos. Son, además, los únicos monos arbóreos chimpancés me necesitaban de otra forma…y supe
grandes y a menudo viven en bosques pantanosos, y que tenía que usar el conocimiento que los chim-
esto hace que su búsqueda y seguimiento sean pancés me dieron para luchar por salvarlos” (Miller,
extremadamente dificiles. Sin embargo, con años de 1995). En la actualidad, Jane dedica mucho de su
paciente estudio, Birute Galdikas descubrió infor- tiempo a la educación y a la política de conser-
mación básica sobre la dieta de los orangutanes, vación, criticando la destrucción del hábitat, el
mapeó sus ámbitos de hogar y catalogó sus variadas comercio ilegal de chimpancés y el abuso de los
vocalizaciones. Ella agregó mucho a lo poco que se chimpancés en la investigación médica.
conocía acerca de la vida social de este mono, docu- Birute Galdikas también ha estado activamente
mentando los algunas veces prolongados cortejos involucrada en la conservación. Desde sus primeros
entre machos y hembras, cuidado maternal y ban- años en Borneo ayudó a la rehabilitación de oran-
das juveniles errantes. El trabajo de Birute Galdikas gutanes que estaban en cautiverio para que se liber-
condujo a la creación de un centro de estudio que aran y los acompañó durante años en su reintroduc-
ha apoyado el trabajo de nuevas generaciones de ción en los ecosistemas de origen. Con el tiempo su
científicos. labor de conservación se enfocó más hacia la preser-
El éxito científico de estas primatólogas descan- vación del hábitat, la clave para la preservación de
só en parte sobre los nuevos métodos de estudio los orangutanes en el medio silvestre, y fue clave
que desarrollaron, que permiten a los investigadores para frenar la tala de bosques en su área de estudio,
estudiar los efectos de las diferencias individuales la reserva de caza Tanjung Puting. Galdikas tam-
324 sobre la dinámica social de grupo. Estos métodos bién ha trabajado para educar a los residentes
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locales, especialmente a los niños, acerca de los parque liderando patrullas armadas contra los
orangutanes y la necesidad de protegerlos, recur- cazadores furtivos. Su asesinato en 1985 fue moti-
riendo a las tradiciones locales de respeto por esta vado probablemente por sus actividades anti-caza
“gente del bosque” (el significado de la palabra furtiva. En 1985 Dian Fossey había abandonado la
orangután en Indonesia). colección de datos y se había dedicado tiempo com-
Dian Fossey no se dio el lujo de esperar para pleto a la conservación activa. Sus métodos y su
transformarse en conservacionista. Como muchos renuncia a la ciencia fueron criticados por algunos,
otros científicos de campo, vio cómo su objeto de pero otros vieron sus esfuerzos como esenciales,
estudio era destruido frente a sus ojos. En este caso, incluso heroicos, para salvar a una población al
los gorilas de montaña estaban siendo asesinados borde de la extinción. Dian Fossey tuvo sus priori-
para capturar infantes para los zoológicos europeos dades en orden: “cuando trabajas con cualquier tipo
y para colectar trofeos de cabezas y manos. También de especie rara, la primera prioridad es trabajar por
los gorilas estaban muriendo accidentalmente en las su protección. La ciencia es necesaria sólo secun-
trampas de los habitantes locales para cazar dariamente” (Morell, 1986).
antílopes, a la vez que los granjeros y su ganado Las contribuciones de estas tres científicas son,
estaban reduciendo y degradando permanente- en realidad, triples. Primero, ellas han creado un
mente su hábitat dentro y fuera del parque. Con impresionante cuerpo de conocimiento sobre las
alrededor de sólo 600 gorilas de montaña rema- especies que constituyen nuestros parientes biológi-
nentes en dos poblaciones aisladas, esta subespecie cos más cercanos. Segundo, lograron que la comu-
de gorila es la más amenazada de los grandes nidad internacional tomara conciencia acerca de la
monos. Dian Fossey publicitó el destino de sus condición de amenaza para estas especies y asum-
gorilas en presentaciones públicas alrededor del ieron una posición eminentemente activa y de sacri-
mundo y pidió al gobierno de Ruanda y a organis- ficio en nombre de los monos. Por último, ellas
mos internacionales colaborar en su protección. proveen un modelo para la mujeres jóvenes, cientí-
Pero, frente a la relajada aplicación de las reglas del ficas y estudiantes a través del mundo, inspirán-
parque, ella también practicó lo que llamó “conser- dolas para enriquecer el mundo científico y la con-
vación activa”: destruir las trampas de los cazadores servación de la biodiversidad con sus propias
furtivos, balear al ganado que pastaba dentro de contribuciones.

Las primatólogas Dian Fossey (izquierda), Jane Goodall


(centro) y Birute Galdikas (derecha) comenzaron estudian-
do el comportamiento animal, pero luego se dedicaron a la
conservación activa. (Fotografía cortesía de The Leakey
Foundation).

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El valor de la diversidad biológica Resumen

1. Los orígenes de la crisis ambiental actual radican en el modo de


relación dominante que la sociedad industrial ha establecido con el
mundo natural. Por lo tanto, para superar esta crisis no basta con más
tecnología y más ciencia, sino que también es necesario repensar y modi-
ficar nuestra relación con la naturaleza. Ésta constituye la tarea que se ha
propuesto la nueva disciplina de la ética ambiental, y afortunadamente
este no es un afán puramente académico sino que muchas etnias, organi-
zaciones sociales y personas de las ciudades y del campo aman y conocen
profundamente la naturaleza y se preocupan por su bienestar, como tam-
bién de los diversos seres humanos. Para los estudiantes y biólogos de la
conservación la ética ambiental constituye esencialmente una invitación
a integrar fluidamente nuestras vidas personales y profesionales, superan-
do así una postura “técnica” que disocia los ámbitos privados de los pro-
fesionales. En suma, el cerebro y el corazón van juntos para la mayoría de
la gente y en la mayoría de nuestras situaciones importantes en la vida
cotidiana; la ética ambiental nos invita a practicar esta integración en la
conservación biológica.

2. No es el ser humano en general —tampoco toda la cultura occiden-


tal— quien está en conflicto con la naturaleza y la biodiversidad, sino
que los problemas derivan de algunas actitudes y prácticas particulares
que es necesario identificar. La ética ambiental comparada estudia la vasta
diversidad de modos de valorar y relacionarse con el mundo natural
expresado por etnias de distintas regiones del planeta y en distintos
momentos históricos, como también por diversos grupos sociales, per-
sonas y pensadores dentro de la sociedad industrial. Así, la ética ambien-
tal contribuye a los propósitos de la conservación biológica a través de la
distinción, análisis y ponderación de elementos negativos y positivos en
las prácticas y actitudes ambientales albergadas por diversas personas,
comunidades o culturas.

3. La ética ambiental latinoamericana emana de situaciones donde se


entrecruzan dimensiones ecológicas, antropológicas, históricas, políticas y
culturales. Por esta razón, deben considerarse las necesidades del conjunto
de las especies biológicas, como aquellas específicas de los seres humanos,
incorporando elementos de la justicia social. Desde la Conquista de
América han prevalecido modos de explotación de la naturaleza que han
desconocido o subvalorado los refinados conocimientos tradicionales y las
culturas ambientales de la pluralidad de sociedades indígenas. Durante
este período podemos distinguir cinco actitudes básicas, que aunque pre-
sentan una cierta secuencia histórica todavía coexisten ampliamente: (1)
la etapa del laissez-faire (dejar hacer lo que se quiera), (2) el manejo
racional de los recursos, (3) la preservación de la naturaleza, (4) una ética
ecocéntrica, en que los seres humanos son considerados como compo-
nentes de los ecosistemas, y (5) una ética ecosocial que integra el bienestar
326 social con la conservación de la diversidad biológica y cultural.

Rozzi R. 2001. Éticas ambientales latinoamericanas: raíces y ramas.


En “Fundamentos de Conservación Biológica: Perspectivas Latinoamericanas”,
Primack, R., R. Rozzi, P. Feinsinger, R. Dirzo & F. Massardo , pp. 311-362. Fondo de Cultura Económica, México.
4. Los muralistas mexicanos, la prosa de Asturias o la poesía de Neruda o Ética ambiental: raíces y ramas
Aillapán junto a una gran variedad de trabajos de artísticos a lo largo del latinoamericanas
continente americano, integran en su trabajo perspectivas de la ética
ambiental y la justicia social. Estos artistas latinoamericanos expresan de
este modo una apreciación ética de ambas: la diversidad biológica y cul-
tural. Así ellos contribuyen al afán de la conservación biológica por inte-
grar un bienestar humano equitativo para todas las personas y el conjun-
to de los seres vivos. Estas expresiones artísticas han valorado las culturas
precolombinas y fomentan junto a los filósofos ambientales y biólogos
de la conservación un respeto intercultural. A la vez, sus trabajos artísti-
cos vinculan los cambios ecológicos y sociales en la historia del Nuevo
Mundo y sugieren nuevos modos para estas interrelaciones ecoculturales
en el futuro. En síntesis, el trabajo artístico agudiza la percepción
requerida para detectar y valorar la diversidad biocultural, y ofrece
miradas que inspiran éticas y modos de conocer alternativos a los pro-
movidos por la unidimensionalidad cultural imperante en políticas que
se globalizan hoy aceleradamente.

5. La práctica esencial de la ética ambiental es estimular nuestra creativi-


dad para reconocer e inventar otros modos de vivir (diversos de aquellos
a que estamos acostumbrados) y a través de la multiplicidad de rela-
ciones existentes o posibles de ensayar con otros seres vivos y otras per-
sonas recuperar los valores de la equidad y la solidaridad.

Para discutir

1. ¿Quiénes son, por un lado, las personas más afectadas y, por otro lado,
quiénes son los principales agentes de los cambios ambientales que ocur-
ren en su pueblo o región? ¿Qué nociones éticas podrían atenuar tales
problemas y conducir hacia un mundo más equitativo para los diversos
seres humanos y las demás especies biológicas?

2. ¿Qué significa para usted el concepto de solidaridad? ¿En quienes


piensa usted cuando evoca el valor ético de la solidaridad? ¿Cómo piensa
usted que este concepto contribuye a una vida más integral para usted,
para las demás personas y para el conjunto de seres vivos? ¿Cómo podría
extender su concepto de solidaridad hacia los diversos grupos sociales,
etnias y especies biológicas de su región o país?

3. ¿De qué manera considera usted que se expresan distintos conceptos y


valores de vida cuando los bosques nativos son convertidos en plantaciones
monoespecíficas? ¿Qué le parece la noción de progreso involucrada en
estas iniciativas? ¿Qué connotación adquieren para usted las nociones de
valor instrumental y valor intrínseco de la naturaleza en estas situaciones?
¿Qué argumentos podría elaborar usted para juzgar éticamente la conver-
sión de comunidades biológicas diversas (que cumplen múltiples fun-
ciones ecológicas y dan sustento a numerosas personas) en monocultivos
327
Rozzi R. 2001. Éticas ambientales latinoamericanas: raíces y ramas.
En “Fundamentos de Conservación Biológica: Perspectivas Latinoamericanas”,
Primack, R., R. Rozzi, P. Feinsinger, R. Dirzo & F. Massardo , pp. 311-362. Fondo de Cultura Económica, México.
El valor de la diversidad biológica (que eliminan la biodiversidad, interrumpen las funciones ecosistémicas y
concentran los beneficios económicos en unas pocas personas)?

4. Considerando los cinco tipos de éticas ambientales descritas para el


período que se inicia con la conquista europea de América: ¿Qué ele-
mentos de cada uno de estos tipos de éticas ambientales reconoce usted
en su persona, en su familia, en sus amigos y en otras personas o grupos
de su país? ¿Se expresan y valoran todas estas éticas por igual a nivel
público? ¿Qué aspectos de la situación ambiental de su país empeorarían
y cuáles mejorarían si se expresara en mayor grado esta diversidad de éti-
cas ambientales?

5. El desafío de integración de las ciencias ecológicas y la ética ambiental


puede parecer abrumador para los biólogos de la conservación, pero esta
integración puede simplificarse por medio de preguntas directas. Si usted
tuviera que enseñar ética ambiental a los niños de la escuela de su barrio
¿qué le parecería trabajar preguntas de indagación científica y ética con
los niños tomando un organismo en sus manos, por ejemplo, una planta
común e importante como el maíz? Para examinar esta proposición
sostengan una mazorca de maíz y formulen preguntas acerca de cómo
cada uno conoce y cuida a la planta. Comente los siguientes ejemplos de
preguntas y discuta para qué edad y tipo de estudiantes sería apropiada
cada una de ellas: ¿cuáles son las facultades que utilizamos para examinar
esta planta (tacto, olfato, vista, imaginación)? ¿Qué historias conocemos
acerca de esta planta? ¿Cómo describiría un botánico esta planta? ¿Cuán-
tas variedades de maíz conocemos? ¿Cómo y cuándo se originaron esas
variedades? ¿Qué relación tienen las palomitas de maíz con las plantas de
maíz? ¿Será bueno manipular genéticamente todas las variedades de maíz
para que sólo sirvieran para producir palomitas de maíz y así poder ir al
cine y comer grandes cantidades de ellas? ¿Nos parece justo que los país-
es latinoamericanos, donde se originó el maíz, deban pagar hoy a com-
pañías europeas o norteamericanas grandes sumas de dinero para poder
sembrar variedades de maíz especializadas para producir palomitas de
maíz? ¿Qué podemos hacer para conservar la diversidad biológica y cul-
tural asociada al maíz: debemos dejar de comer palomitas de maíz o se
nos ocurren otras soluciones justas para todas las personas y las plantas
de maíz? ¿Qué consecuencias éticas y ecológicas tiene para la conser-
vación biocultural este afán por las palomitas de maíz, las hamburguesas
los pollos y otros “productos” animales y vegetales fabricados masiva-
mente en serie?

6. A partir de las preguntas formuladas en el punto anterior, mientras el


alumno sostiene la mazorca de maíz, podemos ensayar preguntas que
extienden su radio de incidencia, tales como: ¿Por qué vivo como vivo?
¿Cómo me gustaría interactuar con las demás personas, las plantas, los
insectos, los peces y otros seres vivos o las rocas y el agua? ¿Por qué no me
había preocupado antes acerca de lo que le ocurría a otras personas y a
otros seres vivos cuando yo comía palomitas de maíz, salmones,
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Rozzi R. 2001. Éticas ambientales latinoamericanas: raíces y ramas.
En “Fundamentos de Conservación Biológica: Perspectivas Latinoamericanas”,
Primack, R., R. Rozzi, P. Feinsinger, R. Dirzo & F. Massardo , pp. 311-362. Fondo de Cultura Económica, México.
camarones o hamburguesas? ¿Qué pasaría si las palomitas de maíz las Ética ambiental: raíces y ramas
preparáramos artesanalmente en mi barrio o en mi pueblo ocupando dis- latinoamericanas
tintas variedades de maíz? ¿Haría esto más felices a los cocineros de mi
barrio porque podrían demostrar sus destrezas, tener trabajo y permitir
que sigan creciendo muchas variedades de maíz y no sólo aquellas que
sirven para las palomitas de maíz que llegan envasadas sin conocer quién
las preparó? La formulación de este tipo de preguntas constituye una
genuina práctica de la ética ambiental y permite la reflexión sobre
nosotros mismos como personas que habitamos en medio de relaciones
sociales y ecológicas.

7. Ensaye otros ejemplos, adecuando sus preguntas a estudiantes o per-


sonas de distintas edades, o procedentes de diferentes regiones geográfi-
cas y/o culturales de su país. La invitación es a poner en movimiento una
ética ambiental en las escuelas, cuyo afán sea entender y decidir de mejor
manera cómo deseamos vivir, fomentando la conciencia de que nuestras
vidas son influidas por otros seres a quienes a su vez afectamos.

Lecturas sugeridas

Bormann, F. H, y S. R. Kellert, comps. (1991), Ecology, Economics, Ethics:


The Broken Circle, Yale University Press, New Haven. Una valiosa
colección de ensayos interdisciplinarios que integran aspectos éticos,
ecológicos y económicos de la conservación biológica.
Callicott, B. (1986), “The metaphysical implications of ecology”, Envi-
ronmental Ethics 8: 301-316. Excelente artículo que relaciona entre sí
diversas concepciones filosóficas y ecológicas. Esta revista, Environ-
mental Ethics, es una muy buena publicación de la disciplina.
Callicott, B. (1994), “Earth’s Insights: A Survey of Ecological Ethics
from the Mediterranean Basin to the Australian Outback”, Universi-
ty of California Press, Berkeley, California. Una narrativa sobre éticas
ambientales de los cinco continentes que son contrastadas con perspec-
tivas de la ecología.
Kwiatkowska, T., y J. Issa, comps. (1998), Los Caminos de la Etica
Ambiental: Una Antología con Textos Contemporáneos, Editorial Plaza
y Valdés, México. Una buena colección de ensayos de ética ambien-
tal.
Kw i a t k owska, T., y R. López Wilchis, comps (2000) Ingeniería
Genética y Ambiental Editorial Plaza y Valdés. Problemas Filosóficos
y Sociales de la biotecnología, México. Colección de ensayos sobre
problemas de la ética ambiental contemporánea.
Rozzi, R. 1999. The reciprocal links between evolutionary-ecological
sciences and environmental ethics. BioScience 49 (11): 791-201. Un
argumento acerca de las influencias recíprocas entre las explicaciones
acerca científicas del mundo natural y los modos de vivir en él.
Sosa, J. (1993) Ética Ecológica, Aires, Barcelona. Un buen libro que inte-
gra las dimensiones ecológicas y sociales de la ética ambiental.
329
Rozzi R. 2001. Éticas ambientales latinoamericanas: raíces y ramas.
En “Fundamentos de Conservación Biológica: Perspectivas Latinoamericanas”,
Primack, R., R. Rozzi, P. Feinsinger, R. Dirzo & F. Massardo , pp. 311-362. Fondo de Cultura Económica, México.
XXII. Desafíos para la conservación
biológica en Latinoamérica
Ricardo Rozzi
Peter Feinsinger

L
a conservación biológica y el bienestar social son comple-
mentarios, no opciones contrapuestas, como generalmente se
presentan. Numerosos casos expuestos en los capítulos anteri-
ores sustentan esta noción que modifica la perspectiva de una
supuesta disyuntiva entre desarrollo y conservación. Este libro demuestra
que confrontamos una gran crisis, tanto ecológica como social. Las
causas de esta crisis ecosocial parecen derivar precisamente de la diso-
ciación entre los sistemas sociales y ecológicos y, por lo tanto, las solu-
ciones podrían surgir de la reconexión de estos sistemas.
La valoración múltiple de los ecosistemas y las aproximaciones inter-
disciplinarias de la conservación biológica permiten considerar los víncu-
los entre la diversidad biocultural y las complejidades socio-políticas
involucradas en los problemas sociales y ecológicos de Latinoamérica. En
este capítulo examinaremos diversos casos y perspectivas ofrecidas en los
capítulos anteriores, con el fin de integrar y proponer aproximaciones
que den cuenta de las interrelaciones entre los problemas sociales y
ecológicos y que, a su vez, procuren establecer programas de conser-
vación que atiendan tanto al bienestar humano como al de otros seres
vivos.

Bienestar social y conservación biológica

La conservación biológica en Latinoamérica dista mucho de aquella cari-


catura que considera al ecologismo como un lujo “de quienes, teniendo
de todo, se preocupan por las plantas y los animales en peligro de extin-
ción”; en contraste, el “ecologismo de los pobres” brota de quienes
dependen directamente de los recursos naturales para vivir (Martínez-
Alier, 1998). La consideración de la interdependencia entre los sistemas
sociales y los ecológicos refuerza la sustentabilidad de las propuestas para
superar los problemas ecosociales y permite superar la equívoca disyunti-
va entre desarrollo y conservación. Cada vez que en una gran ciudad
643
Conservación y sociedades humanas sudamericana, como San Pablo (Brasil), un río como el Tietê recibe las
descargas de contaminantes industriales que incluyen compuestos alta-
mente tóxicos, no sólo se elimina la biota acuática, sino que también se
degradan severamente las condiciones sanitarias de las poblaciones
humanas que habitan la megápolis, principalmente de aquellas que habi-
tan en los sectores marginales (i.e., favelas). En contraste, cada vez que se
conservan los ecosistemas de una cuenca hidrográfica, por ejemplo en la
Amazonía —la mayor extensión de bosque tropical del mundo— no
sólo se conserva la vida de miríadas de invertebrados, plantas acuáticas,
algas, peces y aves, sino que también se permite la continuidad del su-
ministro de agua limpia, comida y albergue que ha permitido la subsis-
tencia de poblaciones humanas por siglos o milenios, como en el caso de
los indios amazónicos ka´apor.
El vínculo entre la conservación de la diversidad biológica y el bien-
estar humano es aparentemente obvio. Sin embargo, en las esferas públi-
cas y políticas se generan grandes tensiones y conflictos: aunque la
pobreza es apropiadamente presentada como el problema más urgente
que afecta a Latinoamérica, la protección ambiental es equivocadamente
presentada como un lujo —incluso un impedimento— para la solución
de los problemas de la pobreza (Recuadro XXII.1). Muchos gobiernos
latinoamericanos han justificado sus políticas de desarrollo como una
acción necesaria para superar la pobreza; sin embargo, la proporción y el
número de personas que viven en condiciones de extrema pobreza ha
aumentado durante las últimas décadas en esta región (Hajek, 1995).
La ineficacia de los modelos de desarrollo definidos por estrechos
parámetros tecnológicos y de mercado deriva de la omisión de impor-
tantes variables ambientales y sociales. Estas omisiones conllevan
impactos como la sustitución de ecosistemas diversos y complejos por
monocultivos o sistemas artificiales simples, la expropiación de la tierra y
la concentración de la propiedad privada (Capítulos I, VIII y X). Cuan-
do se interrumpe el acceso de las poblaciones indígenas o rurales a sus
ecosistemas terrestres o marinos —debido a que estos ecosistemas han
sido eliminados o privatizados— tales poblaciones son forzadas a migrar
a los centros urbanos con drástico deterioro de su calidad de vida. Aun
en los casos donde los nuevos propietarios de la tierra —compañías o
personas— ofrecen trabajo a los antiguos habitantes, el nivel de
autonomía decae y sus modos de vida tradicional se alteran profunda-
mente.
Otro factor negativo de los actuales modelos de desarrollo deriva de
la falta de participación de la mayoría de los latinoamericanos en los sis-
temas político-económicos nacionales o globales. Las poblaciones
rurales, indígenas o urbanas que viven en condiciones de pobreza (equi-
valente a 2/3 de la población latinoamericana) han sido postergadas en la
toma de decisiones y diseños de políticas económicas. En consecuencia,
estos modelos de desarrollo han causado no sólo severas pérdidas de bio-
diversidad, sino que también han deteriorado la vida espiritual y mate-
rial de las poblaciones indígenas, rurales y de los pobres en general
644 (Rebellato, 1995).
Recuadro XXII.1. Los delicados equilibrios de la conser-
vación en América Latina
Eduardo Gudynas

¿Cuáles son los desafíos de la conservación en servación consiste en articular esos dos campos,
América Latina para el siglo XXI? Podría dudarse ofreciendo medidas de protección que se comple-
que la pregunta sea válida preguntándose si existe menten con las estrategias de desarrollo, por ejemp-
una agenda regional y si presenta particularidades lo, integrando la preservación de la biodiversidad en
propias. La respuesta es afirmativa: el continente un estilo de desarrollo sustentable. Se necesitará
presenta atributos ecológicos propios que requieren mejorar la sensibilidad social, entender las deman-
acciones de conservación específicas. Esas particu- das de los campesinos y empresarios, fortalecer el
laridades no se limitan a los muy promocionados sentido ciudadano en la búsqueda del bien común y
ambientes tropicales, puesto que también existen potenciar los campos políticos democráticos, donde
los ambientes marinos, las zonas áridas, los bosques la sociedad discuta y analice cómo manejar y dis-
y las estepas templadas y frías australes o las áreas tribuir sus recursos naturales.
montañosas, así como muchos otros ecosistemas. Un segundo plano de tensiones se centra entre
En esta compleja asociación de ecosistemas se la tarea del científico y el compromiso del militante
encuentran naciones que los están usando bajo conservacionista. Muchas veces al amparo de la
estrategias productivas que también poseen una neutralidad científica se ha abusado de estudios
identidad propia. Sea por los atributos ecológicos como listas de fauna y flora, contribuyéndose muy
como por los políticos y sociales, es ineludible dis- poco a las medidas de conservación para preservar
cutir los desafíos de la conservación en el conti- esas especies. La biología de la conservación
nente. enfrenta decididamente esta cuestión, vinculando
Estos desafíos se mueven en un campo de ten- las investigaciones con las actividades necesarias
siones entre diversas perspectivas que es necesario para la conservación. Esa militancia podrá ser de
reconocer. muy distinto tipo, desde artículos de divulgación en
En un primer plano se observan en las tensiones la prensa hasta la palestra de un discurso público.
entre la conservación y el desarrollo. Muchos sec- La acumulación de información científica es indis-
tores latinoamericanos siguen viendo a las consid- pensable para la conservación y es urgente en
eraciones ambientales como una restricción al América Latina, dados sus déficits, pero por sí sola
desarrollo y un impedimento a los procesos produc- no genera estrategias de conservación. En este caso
tivos. Considerando la extensión de la pobreza en el biólogo de la conservación latinoamericano
América Latina, la desigualdad social, los atrasos deberá buscar sus equilibrios entre los requerimien-
en educación o salud y los problemas de empleo, las tos de conocimientos originales y las acciones
demandas del desarrollo son enormes. Por lo tanto, urgentes de conservación.
las presiones en este nivel son muy fuertes y oscilan Un tercer nivel de tensiones más interno se
entre la prédica por medidas ambientales que enfa- encuentra dentro de las propias disciplinas científi-
tizan las prohibiciones (de donde su efectividad es cas envueltas en la conservación. Éstas incluyen
baja) al extremo donde todo vale (continuándose concepciones y modelos que pueden estar en
con los estilos de desarrollo tradicional y dejando a pugna, tal como en el caso de la consideración de
la conservación como un mero enunciado de las comunidades como entidades reales que poseen
aspiraciones). El desafío para los biólogos de la con- una evolución sucesional determinada o como sim- 645
ples agregados de especies individuales. Las implica- tradiciones milenarias que pueden complementar
ciones de seguir una u otra concepción en la conser- la aproximación científica. En cualquier caso, per-
vación pueden ser muy distintas; por ejemplo, una manece la certeza que no se puede permitir la extin-
interpretación de la sucesión ecológica como un ción de una especie y que ésta constituye un fin
proceso lineal determinado motivaría prácticas de último de un biólogo de la conservación.
restauración entendidas como la recuperación de Los desafíos que nos aguardan son inmensos, y
estadios perdidos en la marcha de la comunidad. La los equilibrios para avanzar en ellos son delicados.
experiencia demuestra que estas concepciones revis- Ni más ni menos que en otros órdenes de la vida.
ten un carácter provisorio: es el mejor conocimien- La biología de la conservación es ciencia y debe
to con el que se dispone en un momento dado. El mantener esa base científica con la mayor rigurosi-
peligro reside en confundirse y creer que el modelo dad posible. Pero es más que ello. Requiere tam-
de moda es la verdad. El biólogo de la conservación bién: (1) humildad para entender las propias limita-
en América Latina debe estar muy atento a ello, en ciones de esa ciencia y escuchar respetuosamente
especial cuando esos modelos son desarrollados otras formas de conocimiento, como las que ofre-
en gran medida en otros países, para otros tipos de cen las comunidades locales; (2) osadía, para
ecosistemas. El desafío consiste en moverse en un defender esas ideas ante la opinión pública y las
campo donde se enfrentarán distintos grados de reparticiones gubernamentales; y sobre todo, (3)
incertidumbres, con los que habrá que convivir. una obstinada perseverancia en el trabajo y con-
También exige atender a otros conocimientos, tinuidad en los proyectos en el largo plazo para
como los saberes locales indígenas o campesinos lograr la conservación de la riqueza biológica del
que ofrecen una valiosa información encerrada en continente.

Las políticas ambientales afectan


múltiples esferas sociales, económi-
cas y valóricas y generan posiciones
encontradas donde se debaten los
delicados equilibrios y tensiones de
la conservación biológica.
(Fotografía de Pablo Villarroel).

La conservación biológica podría desempeñar un papel crucial para


atenuar la pobreza en Latinoamérica al clarificar los vínculos entre la
integridad de los ecosistemas regionales y el bienestar de las poblaciones
humanas. Diversas especies y productos biológicos —tales como hongos,
frutos, larvas, mariscos, carne, fibras— y estructuras y funciones eco-
sistémicas —tales como agua limpia, abrigo, migraciones estacionales—
han desempeñado un papel central para numerosas poblaciones indíge-
nas y rurales durante siglos (Figura XXII.1). La protección de estos
patrones ecosistémicos, donde los seres humanos son componentes inte-
grales, constituye uno de los desafíos fundamentales para la conservación
646 biológica en Latinoamérica, cuyo objetivo central es promover aproxi-
XXII. Desafíos para la conservación
biológica en Latinoamérica

Figura XXII.1 Una mujer chachi


del noroeste del Ecuador teje una
canasta de hojas de “rampira” o
“paja toquilla”, Carludovica palma-
ta (Cyclanthaceae). (Foto de Marty
Crump).

maciones teóricas y prácticas que satisfagan las necesidades de ambos: los


seres humanos y los sistemas ecológicos donde habitamos.
Para una biología de la conservación latinoamericana la equidad, la
justicia social y la solidaridad debieran ser tan importantes como la pro-
tección de los ecosistemas (por ejemplo, los bosques tropicales secos,
Recuadros III.1 y XIX.4) o de poblaciones de especies (por ejemplo, de
artrópodos, Recuadros III.4 y VIII.1). ¿Cómo podemos los biólogos de
la conservación abogar por las miríadas de seres vivos que cohabitan en
nuestras regiones y que no tienen voz para manifestar sus necesidades
frente a las personas e instituciones que toman las decisiones de desarrol-
lo? ¿Cómo podemos los biólogos de la conservación contribuir a que
tales organismos, como también las multitudes de comunidades indíge-
nas, rurales y poblaciones marginales de pobres en Latinoamérica, ten-
gan una voz en estas decisiones y sus necesidades sean integradas en pro-
cesos más participativos y diversos? ¿Cómo podemos dar cuenta de las
presiones económicas y políticas externas, nacionales e internacionales,
sobre nuestros ecosistemas regionales y sus poblaciones humanas?
¿Cómo podemos poner en práctica los complejos modelos y explica-
ciones que elaboremos en torno a estas problemáticas?
Estas preguntas parecen extremadamente complejas porque exceden
y desafían a las aproximaciones disciplinarias de los especialistas que
dominan la academia y otras instituciones. Sus respuestas no sólo exigen
una integración entre las múltiples áreas del saber, sino que demandan
también una colaboración entre diversas instituciones gubernamentales
(por ejemplo, el municipio o el gobierno provincial), comunales (por
ejemplo, las juntas de vecinos), no gubernamentales (por ejemplo, los
consejos indígenas o los sindicatos de pescadores artesanales), de seguri-
dad (por ejemplo, el cuartel de policía local o las fuerzas armadas) o de
educación (por ejemplo, la escuela local o la universidad regional).
La participación inter-institucional e inter-disciplinaria permite que los
aportes de los biólogos de la conservación no permanezcan cautivos en el
interior de la academia o de las publicaciones científicas, sino que sean
647
Conservación y sociedades humanas incorporados por los diversos actores que participan en la toma de deci-
siones, cuyos criterios son esencialmente políticos, económicos y admi-
nistrativos. En este escenario, cada estudiante de biología, naturalista o
científico puede hacer aportes muy valiosos por medio de acciones tan
sencillas como por ejemplo, mostrar y comunicar la belleza e importan-
cia de organismos poco conocidos como los líquenes, musgos u hongos
(Figura XXII.2). Para facilitar el análisis de las interacciones entre las
diversas variables ecológicas y sociales, consideraremos un caso específi-
co: la industria camaronera ecuatoriana (Recuadro VI.2).

Figura XXII.2 Un ecólogo explica


al Presidente de la República de
Chile, al Gobernador de la Provin-
cia Antártica Chilena y el Alcalde de
la Comuna de Cabo de Hornos la
importancia que tienen los líquenes
para la formación del suelo en los
ecosistemas del extremo austral de
América. (Fotografía de Alex
Ibañez, Archivo Parque Etnobotáni-
co Omora Isla Navarino, Chile).

El caso de las empresas camaroneras de Ecuador

El Recuadro VI.2 presenta un caso que ilustra notablemente cómo las


políticas nacionales e internacionales y los indicadores macroeconómicos
pueden pasar por alto profundos problemas ecológicos y sociales involu-
crados en ciertos modos de explotación de los recursos naturales. El cul-
tivo comercial de los camarones ecuatorianos, hoy famosos en la cocina
internacional, comenzó en 1968 y en sólo 15 años (en 1983) Ecuador
llegó a ser el principal exportador mundial de este producto. Este cre-
cimiento explosivo de la empresa camaronera es generalmente visto
como un logro político y económico. Sin embargo, su impacto ambien-
tal y social ha sido tal, que hoy el área cubierta por piscinas camaroneras
sobrepasa al área de manglares en la costa ecuatoriana (Figura en
Recuadro VI.2) y numerosas comunidades humanas de las costas ecua-
torianas fueron forzadas a emigrar.
En las regiones tropicales los manglares actúan como “membranas”
entre los ecosistemas terrestres y marinos, puesto que reciclan los nutri-
entes y regulan los flujos hidrológicos y de sedimentos. Los manglares
actúan además como defensas costeras contra el aumento del nivel de las
aguas marinas, proveen hábitat reproductivo para numerosas especies de
648
invertebrados y vertebrados, constituyen reservas de biodiversidad XXII. Desafíos para la conservación
(incluyendo especies resistentes a la salinidad) y representan también una biológica en Latinoamérica
reserva de carbono (Martínez-Alier, en preparación). Su conversión
masiva a piscinas camaroneras ha aumentado dramáticamente los niveles
de sedimentación y pérdida de nutrientes en los suelos tropicales. Estos
procesos han afectado drásticamente las poblaciones de especies de algas,
peces, crustáceos y moluscos, cuyo ciclo de vida depende de los
manglares. Las industrias camaroneras también desvían el curso de los
ríos y contaminan las aguas con plaguicidas (por ejemplo, Malathion,
Parathion, Azodrín, Paraquat, Endosulfán y Butachlor), que son mezcla-
dos con antibióticos (por ejem- plo, terramicina, eritromicina y oxite-
traciclina) utilizados para prevenir enfermedades de los camarones, pero
cuyos efectos sobre la salud humana aún no han sido evaluados (Hagler,
1997).
La industria camaronera genera además serios problemas sociales al
impedir el acceso de las comunidades locales a los manglares, puesto que
éstos han sido eliminados o privatizados. La tala o la privatización
se realiza generalmente de manera ilegal debido a dos razones: (1)
las áreas costeras son de propiedad estatal y su acceso es, por lo
tanto, público; (2) los manglares constituyen ecosistemas protegi-
dos por leyes nacionales e internacionales (Martínez-Alier, en
preparación). Las diferencias económicas entre ricos y pobres
aumentan, puesto que unas pocas personas se enriquecen con la
conversión o la privatización de los manglares, mientras que una
multitud de personas se empobrece con la desaparición o la restric-
ción del acceso a estos ecosistemas.
Las mujeres de las comunidades costeras suelen recolectar entre
uno y dos centenares de bivalvos diariamente, los cuales utilizan
para su consumo familiar y para la venta (Figura XXII.3). Las
concheras de Ecuador y Centroamérica han intentado evitar la
deforestación de los manglares exponiendo sus vidas al tenderse
delante de los “bulldozers” y máquinas excavadoras (Hagler, 1997).
Ellas perciben claramente cómo los derechos de las comunidades
locales han sido violados para favorecer a las industrias por medio
de concesiones gubernamentales. También han constatado cómo ha
decaído la calidad de vida en sus comunidades de pescadores al dis-
minuir la diversidad y abundancia de mariscos, peces, algas, ostras y cen- Figura XXII.3 Una mujer
tollas. Consciente de cómo el crecimiento explosivo de la exportación conchera recolecta cholgas en un
camaronera conlleva una contrastante miseria para los habitantes de la manglar cerca de Muisne, Ecuador.
región costera de Ecuador, una mujer conchera escribió el 11 de marzo (Fotografía de Alfredo Quarto,
Mangrove Action Project, Muisne,
de 1999: Ecuador).
Ellos nos quieren humillar porque somos negras, porque somos pobres,
pero una no elige la raza en que nace, tampoco elegimos el no tener nada
para comer. Pero yo estoy orgullosa de ser una conchera, porque mi raza
me da fuerzas para combatir en defensa de lo que era de mis padres y
heredarán mis hijos. Estoy orgullosa porque nunca he robado ni le he saca-
do la comida de la boca a otra persona para llenar la mía… Ahora estamos
peleando por algo que nos pertenece, son nuestros ecosistemas, pero no
649
Conservación y sociedades humanas peleamos porque seamos ecólogos profesionales sino porque deseamos con-
tinuar viviendo; si los manglares desaparecen, toda nuestra gente desapare-
cerá… Si los manglares desaparecen deberemos comer basura en los cor-
dones marginales de Esmeraldas o Guayaquil, donde deberemos ser
prostitutas… ¿Qué ocurrirá cuando los camaroneros erijan sus letreros
“propiedad privada” y nos disparen cuando intentemos cruzar y seamos
asesinados con la bendición del Presidente? (Falla, 2000).

Una semana después de la carta de la conchera, el 18 de marzo de 1999,


la ONG ecuatoriana Fundecol y el presidente de Greenpeace, Michael
Hagler, escribían una carta al presidente de Ecuador argumentando en
términos económicos que “si se ha estimado un valor medio anual de 13
000 dólares/ha por los bienes y servicios provistos por los manglares no
nos es posible comprender la justificación económica para sacrificar los
beneficios económicos en el largo plazo por un pago de sólo 60 millones
de dólares en el corto plazo”.
El caso anterior clarifica algunas de las causas y de los síntomas de la
rápida degradación ambiental que está ocurriendo en el Neotrópico, la
región con la mayor biodiversidad del planeta. Al mismo tiempo, genera
alguna esperanza para una mejor integración entre las políticas ambien-
tales y sociales al mostrar que numerosos asentamientos humanos
regionales están conscientes de la interdependencia entre la calidad de
sus vidas y la preservación de la diversidad biológica. Esta conciencia
de las comunidades locales desafía, a su vez, el concepto de buena vida
promovido por la globalización de la economía de mercado.
Para analizar algunas de las falencias en las propuestas que han pro-
movido proyectos tales como las camaroneras ecuatorianas y para pro-
poner la incorporación de variables ecológicas y sociales en futuros
proyectos de desarrollo, discutiremos siete puntos desde la perspectiva de
varias disciplinas que forman parte de la conservación biológica:

1. Se señala que el crecimiento económico generalmente ayuda a la gente


pobre. Sin embargo, megaproyectos tales como las camaroneras ecuato-
rianos e innumerables empresas análogas en Latinoamérica (por ejemplo,
las compañías petroleras en las selvas amazónicas (Recuadro XVI.1) o
las grandes represas en Brasil (Recuadro XXI.5) son frecuentemente
resistidas por las comunidades locales cuyas vidas se ven negativamente
afectadas. Tomando un ejemplo que se debate actualmente, como la
construcción de la gran hidrovía en la Región de Pantanal, que cavaría
un canal a lo largo del río Paraguay-Paraná, que permitiría la navegación
de cargueros desde la costa argentina de Buenos Aires hasta lugares situa-
dos a 3 000 km al norte, a través de Bolivia, Paraguay y Brasil (véanse los
Capítulos VI y XXI), los biólogos de la conservación debiéramos pre-
guntarnos: ¿a quiénes serviría este proyecto? Es necesario identificar a los
beneficiarios, caracterizar la distribución de los beneficios, los costos
sociales, las amenazas para la biodiversidad e incorporar en el análisis los
múltiples bienes y servicios ecosistémicos que se verán alterados. Estas
variables son subestimadas u omitidas en la mayoría de los modelos
650 económicos, análisis sociales y proyectos políticos. Por ejemplo, si
quienes toman las decisiones sobre el destino de los bosques amazónicos XXII. Desafíos para la conservación
valoran estos ecosistemas exclusivamente en función de la madera extrai- biológica en Latinoamérica
da y vendida, tales ecosistemas forestales continuarán siendo consumidos
para la obtención de un solo producto y para solo un grupo de beneficia-
rios, que además habita mayoritariamente lejos de tales regiones.
Además, muchos políticos y otras personas que toman decisiones ambi-
entales en Brasil conocen las consecuencias ecológicas, sociales y
económicas negativas de las actuales prácticas de deforestación. No se
trata, por lo tanto, de un problema que derive solamente de la falta de
conocimiento, sino también de una voluntad política para superar las
presiones de grupos de poder y para reorientar los criterios en que se
basan las aspiraciones para la reelección o una nueva designación (Vie-
derman et al., 1997).

2. Algunos indicadores macroeconómicos —tales como el Producto Nacional


Bruto y el Ingreso per capita— pueden conducir a interpretaciones erradas
debido a la concentración de los ingresos en sectores minoritarios de la
población. Con humor negro el escritor Jorge Luis Borges ha dicho que él
no cree en las estadísticas económicas, puesto que tales índices señalan
que en Argentina las familias consumen un pollo a la semana, cuando él
sabe muy bien que algunas familias comen un pollo diario, mientras que
otras comen medio pollo al mes. En algunos países latinoamericanos el
10% de la población más rica recibe más del 75% del ingreso nacional
(Quiroga, 1994). En proyectos que han tenido un crecimiento explosi-
vo, tales como las camaroneras ecuatorianas o las salmoneras del sur de
Chile, los costos ambientales no son cubiertos por las empresas y los
beneficios económicos ni siquiera se traspasan equitativamente a los tra-
bajadores. Por ejemplo, en el período 1990-1993 el valor de las ventas de
salmones aumentó en más de un 30%, mientras que los aumentos
de sueldo fueron inferiores al 20% (Claude et al., 2000).

3. En los países latinoamericanos existe una marcada diferencia entre la le-


gislación ambiental y las prácticas ambientales. Tal como la instalación de
piscinas camaroneras es ilegal debido a que los manglares constituyen
ecosistemas protegidos y se ubican en áreas costeras públicas, muchas
irregularidades ocurren debido a la baja capacidad de control y fisca-
lización o a que priman relaciones de poder, criterios económicos y
políticos. Por ejemplo, pese a que la captura de nutrias y delfines ha esta-
do prohibida en Chile por leyes nacionales e internacionales desde medi-
ados del siglo XX, su caza para el comercio de piel continúa (Figura
XXII.4; Rozzi y Torres-Mura, 1990; Manzur y Canto, 1997). Las medi-
das legales son insuficientes para la conservación si no van acompañadas
de un estricto control, programas de educación ambiental y alternativas
económicas para quienes abandonan estas actividades. La legislación
ambiental debe cautelar también el cumplimiento de normas interna-
cionales. Por ejemplo, el caso del gavilán Swainson (Recuadro VI.5)
muestra cómo plaguicidas prohibidos en países del Hemisferio Norte
son vendidos en el Hemisferio Sur, donde continúan utilizándose, ame-
651
Conservación y sociedades humanas

(A)

Figura XXII.4. (A) Delfines en los


canales de los archipiélagos del sur
de Chile. (B) Pese a que su caza
está prohibida, la captura de
delfines continúa para utilizarlos
como carnada en la pesca de la cen-
tolla. (Fotografías (A) de Ricardo
Rozzi Archivo Parque Etnobotáni-
co Omora, Isla Navarino, Chile y
(B) de María Isabel Manzur, repro-
ducido con la autorización de
Ambiente y Desarrollo). (B)
nazando la vida silvestre y la salud humana. Es urgente mejorar la legis-
lación acerca del uso de productos químicos, tales como antibióticos en
la acuicultura, hormonas en la crianza de pollos o plaguicidas en la agri-
cultura (Capítulo VI), los derechos del subsuelo que permiten extraer
agua, petróleo, minerales y explotar cualquier recurso que exista bajo el
suelo sin considerar sus impactos sociales y las “cicatrices ecológicas”
dejadas por los pozos, las minas y el agotamiento de recursos tan im-
prescindibles como las aguas subterráneas. En la mayoría de los países y
regiones de Latinoamérica los costos sociales y ambientales —tales como
daños a la salud humana, pérdidas de biodiversidad y contaminación de
los cursos de aguas y las napas subterráneas— no están claramente incor-
porados en las normativas ambientales.

4. Existe una carencia de información y de debate público de los problemas


ambientales. La prensa y otros medios de comunicación de Latinoaméri-
ca, como en otras regiones del mundo, suelen estar controlados por gru-
pos económicos que simplifican las posiciones conservacionistas como
pertenecientes a ambientalistas románticos o grupos indígenas anacróni-
cos que se resisten a los proyectos de progreso para el país. El sesgo peri-
odístico y la censura impuesta a los medios de comunicación evitan la
discusión pública informada acerca de los complejos problemas sociales
y ambientales (véase Claude, 1997). Otra dificultad es el financiamiento
de la publicidad. Por ejemplo, en 1993 el New York Times publicó suple-
652 mentos especiales en apoyo del TLC o NAFTA (North American Free
Trade Agreement), cuyos costos están fuera del alcance de organizaciones XXII. Desafíos para la conservación
no gubernamentales que hubieran deseado exponer sus argumentos para biológica en Latinoamérica
oponerse al NAFTA (Viederman et al., 1997). A mayor escala ocurre
algo análogo con la publicidad a favor de la Organización Mundial de
Libre Comercio. Imaginemos que la prensa comunicara los aspectos
ambientales de proyectos como las piscinas camaroneras. ¿Qué ocurriría
con la opción de los consumidores al ser informados acerca de la canti-
dad y diversidad de organismos que son destruidos y de las comunidades
rurales que son desplazadas? Tal situación podría emular al “efecto ham-
burguesa”, cuando millones de consumidores dejaron de comer hambur-
guesas al enterarse de los efectos de la defo- restación involucrados en su
producción (Capítulo VI). Un tercer obstáculo para la comunicación
de los problemas ecológicos surge del desinterés y la dificultad que ge-
neralmente tienen los científicos para explicar sus resultados y perspectivas
a la ciudadanía y a los periodistas. Es necesario que los biólogos de la
conservación se esfuercen por comunicar sus hallazgos y sus pro- puestas
de una manera tal que sea a la vez rigurosa y comprensible para el públi-
co general. La educación ecológica y su difusión constituye un desafío
clave para los jóvenes biólogos de la conservación quienes pueden, por
ejemplo, poner en práctica y transmitir el mensaje de las “Cuatro Cs” del
programa “Enseñanza de la Ecología en el Patio de la Escuela”: para
Conservar es necesario Conocer, Comprender y Cuestionar (Figura
XXII.5, Feinsinger, 2001). Finalmente, la colaboración de los biólogos
de la conservación con los medios de comunicación debiera promover
una mayor tribuna para las visiones de las comunidades indígenas, las
organizaciones de base y la sociedad civil en general, cuya subsistencia,
salud, derechos civiles, trabajos, autonomía y otros aspectos de sus vidas
es afectada directamente por las políticas y decisiones ambientales
(Bryant, 1995).
Figura XXII.5 Alumnos de la Uni-
versidad de Azuay (Cuenca,
5. Los modelos de explotación de los recursos naturales a gran escala satis- Ecuador) elaborando perspectivas
facen generalmente las necesidades de las sociedades de consumo en puntos innovadoras sobre la conservación
distantes y no de las poblaciones locales. Más del 90% de los camarones biológica del paisaje local.
producidos y exportados por las empresas ecuatorianas son consumidos (Fotografía de Peter Feinsinger).
por sólo unos pocos países: Estados Unidos
(600 000 ton), Japón (318 000 ton) y países
de la Comunidad Europea (200 000 ton)
(Hagler, 1997). Similarmente, el destino de
más del 90% de los salmones exportados
por Chile se concentra en Japón (59%),
Estados Unidos (29%) y la Comunidad
Europea (5%) (Claude, 2000). El 93% de
las astillas producidas en los bosques del sur
de Chile tiene como destino final la produc-
ción de papel en Japón (Claude, 1997). Este
último caso representa una paradoja no sólo
respecto al punto de consumo (ubicado en
el extremo opuesto del planeta) sino tam-
653
Conservación y sociedades humanas bién respecto al despilfarro de valiosas maderas, la ausencia de valor agre-
gado y el deterioro social y ecológico en la región de los bosques chilenos
(Rozzi et al., 2000).

6. Los principales agentes de la degradación ambiental y de la pérdida de


biodiversidad pueden ser unas pocas personas o compañías —por ejemplo,
grandes haciendas, empresas mineras o pesqueras— y no necesariamente
“masas de pobres incultos”. El caso de las astillas producidas a partir del
bosque nativo de Chile muestra también cómo a veces unas pocas per-
sonas o empresas son responsables de extensos impactos ambientales.
Sólo dos consorcios, Mitsubishi-Daio Paper-Marubeni y Citibank-Scott
Paper-Shell, controlan la producción de astillas en esta región (Rozzi et
al., 2000). Más hacia el sur, las regiones de Aysén y Magallanes presen-
tan una de las menores densidades poblacionales a nivel mundial (<1
habitante/km2). No obstante, el área de bosques alterados, talados o que-
mados alcanza casi los dos millones de ha, correspondientes al 33% de la
superficie forestal de la región (CONAF-CONAMA-BIRF, 1997). En el
Capítulo I se señalaba cómo en la selva amazónica la mayor área de
dominio (175 000 km 2) pertenece al consorcio Royal Dutch Shell, que
ha tenido un grave impacto de deforestación y contaminación minera,
violando abierta y sistemáticamente las leyes ambientales brasileñas
(Ceccon y Miramontes, 1999).

7. Estos patrones de impactos sociales y ambientales negativos han ocurrido


reiteradamente en la historia de las diversas regiones del Continente Ameri-
cano. Por ejemplo, la fiebre del oro y la plata ha irrumpido tanto en la
región austral de la Patagonia, como en la andina de Potosí (Bolivia), la
tropical de Ouro Prêto (Brasil), la región mesoamericana de los Zacate-
cas (México), y en regiones del oeste norteamericano, como California
(Estados Unidos). La ganadería ovina o bovina a gran escala también ha
cruzado el Continente Americano, desde Tierra del Fuego hasta
Norteamérica; las plantaciones extensivas de caña de azúcar, banana y
algodón se expandieron tanto en América del Sur y Central como del
Norte (véase Bakewell, 1997). Los ejemplos no se limitan al pasado. Hoy
en Sudamérica las extensas plantaciones monoespecíficas de especies de
Eucalyptus sustituyen bosques nativos de México, Colombia, el sur
de Brasil y Chile (Carrere, 1998; Ceccon y Martínez-Ramos, 1999) la
masificación de monocultivos de soya transgénica transforman y
destruyen extensos hábitats en el norte de Argentina (Rozzi y Massardo,
2000); la contaminación de mercurio causada por procesos de amalgama
de oro en regiones tropicales está afectando la salud de los invertebrados
acuáticos, peces y poblaciones humanas que viven río abajo en regiones
de la Amazonía boliviana, brasileña, ecuatoriana y peruana (Guimaraes
et al., 1999). El análisis histórico muestra que una y otra vez éstas y otras
situaciones similares han constituido casos efímeros de bonanza
económica y han dejado tras de sí una secuela de deterioro ambiental y
social a través de toda Latinoamérica.
654
Los puntos anteriores indican que los problemas que confronta la XXII. Desafíos para la conservación
conservación biológica abarcan una multiplicidad de dimensiones biológica en Latinoamérica
sociales, culturales y biológicas. Es necesario, por lo tanto, hacerse cargo
de esta complejidad y multidimensionalidad a través de aproximaciones
interdisciplinarias.

Interdisciplinariedad y multidimensionalidad ecológica

La ecología nos devela un mundo compuesto esencialmente de interrela-


ciones (Callicott, 1986). La vida de cada de ser transcurre en una red de
interacciones con el medio abiótico, con otros seres vivos y, para al
menos los seres humanos, abarca también los contextos culturales,
sociales, políticos y afectivos (Bateson, 1979). La ecología humana
muestra que los cursos de nuestras vidas y las decisiones que tomamos,
no constituyen acontecimientos determinados por nuestras individuali-
dades aisladamente, sino que dependen de e influyen sobre las relaciones
afectivas cercanas, las relaciones sociales y las relaciones con el medio
ambiente. Bajo esta perspectiva ecológica la separación entre las dimen-
siones sociales y las dimensiones medio ambientales parece distorsiona-
da. Es necesario superar aquellas dicotomías donde las ciencias de la na-
turaleza no tienen conciencia de su inscripción en una cultura, una
sociedad, una historia y, a su vez, las humanidades no tienen conciencia
del carácter físico y biológico de los fenómenos humanos (Morin, 1984).
Pareciera haber consenso respecto a que ciertas aproximaciones y
conceptos de la conservación biológica, tales como el manejo de ecosis-
temas o el desarrollo sustentable, suponen esta interfase entre ciencias
naturales, sociales y humanidades (Leff, 1994). Sin embargo, los progra-
mas de ecología y ciencias biológicas carecen casi por completo de cursos
de antropología, filosofía, economía, sociología o política (Grez et al.,
1995, Saberwahl y Kothari, 1996). Incluso los departamentos de
biología han sido subdivididos en departamentos de zoología, botánica,
ecología, evolución, taxonomía y sistemática, microbiología, fisiología
vegetal, fi- siología animal, genética, biología molecular, etc.
La extrema separación disciplinaria, expresada en una multitud de
departamentos de áreas del conocimiento biológico, dificulta y reduce la
comunicación entre especialistas y el espectro de variables abordadas en
el análisis de los problemas ambientales. Tal segregación limita la com-
prensión de los sistemas biológicos en que estamos inmersos. Pensemos,
por ejemplo, en la presencia de un elemento tan vital como el oxígeno en
la atmósfera de la Tierra. Un cambio molecular a nivel de proteínas y de
genes originó el proceso de la fotosíntesis, el que a su vez permitió la
diversificación de los organismos aeróbicos, incluyendo las plantas y los
animales (Firor, 1990). Hoy los ecosistemas, la biosfera y la vida en nu-
estro planeta dependen de este elemento: el oxígeno (Figura XXII.6).
Este ejemplo ilustra la interdependencia entre los niveles genéticos, mo-
leculares, celulares, organísmicos, ecosistémicos y biosféricos de los fenó-
menos biológicos. Tal interdependencia parece obvia; sin embargo, se 655
Conservación y sociedades humanas

Figura XXII.6. Los sistemas físi-


cos y vivos que componen los
ecosistemas y la biósfera no con-
stituyen compartimientos separa-
dos. Por ejemplo, la atmósfera
terrestre es una “creación” de los
seres vivos. Su composición
difiere marcadamente de la
atmósfera de los planetas vecinos
Venus y Marte debido a que en
un momento de la evolución
ocurrió un cambio molecular a
nivel de proteínas y de genes que
originó el proceso de la fotosínte-
sis, lo cual determinó la presencia
de un elemento tan vital como el
oxígeno. La interdependencia
entre los niveles genéticos, molec-
ulares, celulares, organísmicos,
ecosistémicos y biosféricos parece
aquí obvia. Sin embargo, aunque
sabemos que un cambio a nivel
genético puede conducir a un
cambio a nivel planetario —y
viceversa— la especia- lización
académica ha conducido a que en
la práctica cada nivel de organi-
zación sea investigado por distin-
tos biólogos que trabajan en
diferentes departamentos univer-
sitarios, pertenecen a diferentes implementa precariamente en los proyectos agronómicos, forestales,
sociedades científicas y publican en médicos y de ingeniería genética, los cuales se centran en sólo uno de los
revistas científicas leídas casi exclu- niveles biológicos (Rozzi y Massardo, 2000). Por ejemplo, en 1999,
sivamente por colegas de su espe-
durante las Negociaciones de Bioseguridad de las Naciones Unidas, pro-
cialidad. Esta segregación discipli-
naria se acentúa a medida que el fesionales y representantes de Monsanto —la mayor compañía de semil-
espectro de las ciencias biológicas se las a nivel mundial— argumentaron extensamente que las “malezas
amplía a las ciencias físicas y roban la luz solar a las plantas útiles” (Shiva, 2000). Esta visión contrasta
sociales, las artes y las marcadamente con la perspectiva de la ecología y de las sociedades indí-
humanidades, la política y la edu- genas o rurales, donde la totalidad o casi la totalidad de las especies y va-
cación. La falta de comunicación
riedades son importantes para el funcionamiento de los ecosistemas,
entre especialistas involucrados en
un mismo fenómeno, como la com- tienen uso medicinal o alimentario y tienen además derecho a existir. A
posición de la atmósfera terrestre los esfuerzos biotecnológicos por producir variedades resistentes a herbi-
respirada por todos sus seres vivos, cidas y enfermedades, o que sean resistentes a la sali- nidad o que fijen
ilustra cómo la segregación nitrógeno, habría que contestar que tales variedades y especies existen ya
académica puede limitar seriamente en los cultivos tradicionales (por ejemplo, se conocen más de 3 000 var-
el análisis de los problemas ambien-
iedades de papa en la región andina (véase el Capítulo II) o en la
tales y las variables abordadas.
(Figura modificada de Rozzi y Mas- inabarcable y todavía desconocida diversidad de los ecosistemas lati-
sardo, 2000). noamericanos (Rozzi y Massardo, 2000).
656 Los monocultivos, tales como las extensas plantaciones monoespecí-
ficas de eucaliptos o de trigo, las piscinas camaroneras o las jaulas de XXII. Desafíos para la conservación
salmonicultura (Figura XXII.7), representan prácticas extremas en biológica en Latinoamérica
cuanto a su unidimensionalidad: ¡se eliminan todas las especies excepto
aquellas cultivadas! Este libro ha enfatizado cuánto desconocemos de la
diversidad de invertebrados terrestres y marinos. Para muchas regiones
de Latinoamérica es necesario entonces realizar estudios bási-
cos de ta- xonomía que consideren la genética y los ciclos de
vida de estos taxa, puesto que los caracteres de algunas
especies e incluso géneros se expresan sólo en los estados lar-
varios y no adultos (Capítulo II). La conciencia de estas
carencias en el conocimiento debería indicarnos que sería
arrogante pretender controlar completamente o sustituir
estos sistemas ecológicos. En consecuencia, antes de masificar
prácticas basadas en sólo una especie (por ejemplo, la acui-
cultura del salmón del pacífico), se deberían evaluar sus
múltiples consecuencias ecológicas y sociales. Es mejor actuar
con cautela, que luego invertir grandes esfuerzos en reparar.
El daño de la reducción de los complejos sistemas
ecológicos y sociales a una sola dimensión (la madera, la hari-
na, los camarones o los salmones y el dinero obtenido de la
venta) queda bien ilustrado por el caso de las salmoneras del
sur de Chile. En términos económicos, resulta inacep- table
que los costos de las pérdidas de biodiversidad, la eutrofi-
cación, las altas concentraciones de químicos, antibióticos y
desechos (véanse los Recuadros VII.1 y IX.1) no sean asum-
idos por las empresas, sino que deban ser pagados por toda la
sociedad. En términos sociales y culturales, aquellas comu-
nidades tradicionalmente dedicadas a la recolección, la pesca
y/o la agricultura en pequeña escala han debido emigrar o pasar de una Figura XXII.7. Las condiciones de
situación en que eran dueñas de su propia subsistencia a una dependen- vida de los salmones aglomerados
cia de terceros (Claude et al., 2000). La autonomía, dignidad y riqueza en jaulas y bajo altas dosis de
antibióticos pueden ser aún peores
cultural de vastas regiones latinoamericanas se va degradando. También
que las de los pollos en criaderos,
se amenaza la seguridad alimentaria y la supervivencia de la sociedad donde pasan su vida en pequeñas
humana, puesto que para producir un kilo de salmón en Chile se jaulas y con fuertes dosis de hor-
requieren entre 2.5 y 5 kilos de pescado como alimento, administrado en monas. Este tipo de trato hacia ani-
forma de concentrado a base de harina de pescado (Claude et al., 2000). males ha motivado un incremento
Resulta evidente que “deberíamos comer directamente peces silvestres”, y de las personas vegetarianas que
por razones éticas abandonan el
la iniciativa del Programa Chile Costa, que apoya la pesca artesanal y la
consumo de carne. (Fotografía de
organización de sus agrupaciones, provee una alternativa ejemplar Doris Soto).
(Moscoso, 2000; Pavez y Vial, 2000). Además, las condiciones de vida
de los salmones aglomerados en jaulas (Figura XXII.7) son tanto o más
deplorables que aquellas en los criaderos de pollos, de manera que
también desde el punto de vista ético el consumo de peces silvestres
parece mejor que el de “peces enjaulados”.
Es entonces imprescindible adoptar aproximaciones y programas
interdisciplinarios que incorporen disciplinas híbridas como la ética
ambiental, el derecho ecológico, la economía ecológica, la antropología
ecológica, la ecología política, la historia ambiental, el periodismo 657
Conservación y sociedades humanas ecológico y la ecología humana (Capítulo I. Figura I.1; Toledo,
1999a). Cada una de estas disciplinas cuenta ya con libros temáticos y
publicaciones periódicas, como por ejemplo, Environmental Ehtics,
Environmental Values, Ecological Economics, Environmental History,
Etnoecología, Ethnobiology, Ecología Política o Human Ecology. Es funda-
mental también salvar las distancias entre las humanidades y las ciencias.
Como ha señalado el biólogo argentino Marcelino Cerejido (1996):

Los pensadores, escritores y artistas de Latinoamérica hacen un esfuerzo


admirable por analizar y reflejar en sus obras el sufrimiento y la injusticia
que se padece en Latinoamérica. Con todo, hay una falta de comunicación
casi insalvable entre ellos y los investigadores, que hace que rara vez los
relacionen con el conocimiento. Por eso es que mientras no logremos atraer
también a nuestros creadores, y ellos sigan creyendo que la ciencia y la tec-
nología son meros proveedores de datos estrafalarios y artefactos computa-
rizados, o que la única relación entre ellos y nosotros se da en el terreno de
la ciencia-ficción, no lograremos difundir esa visión de mundo del que
depende nuestro “polo científico”.

Con una perspectiva diferente, el etnoecólogo mexicano Víctor Toledo


ha enfatizado que:

En una región, donde a diferencia de los países donde se originó la ecología


científica, las culturas originales o autóctonas no sólo no fueron aniquiladas
o suprimidas por completo, sino que hoy viven un renacimiento no sola-
mente demográfico, sino socio-cultural y político, resulta impropio realizar
investigación científica sin tomar en cuenta los aportes de las “otras
ecologías”... Es imposible diseñar modelos sustentables ...sin revisar antes la
experiencia ganada por estas culturas locales durante siglos de interacción
con los ecosistemas terrestres y acuáticos (Toledo y Castillo, 1999).

La aproximación transdisciplinaria no supone la abolición de las dis-


ciplinas, sino su integración dentro de enfoques holísticos o sistémicos
donde el biólogo de la conservación no sólo debe observar y desentrañar
patrones, sino también implementar e involucrarse en la acción.

Perspectivas locales y globalización

El llamado de Víctor Toledo hacia reconocer y valorar la multiplicidad


de visiones y prácticas indígenas apunta hacia el reconocimiento de una
de las causas más graves de la actual crisis ecosocial en Latinoamérica, a
la vez que abre perspectivas para su solución. En el Capítulo X la metá-
fora del “efecto sombra” subraya la existencia de una multitud de valores,
actitudes y prácticas que propenden hacia la conservación y podrían ser
sustentables. Esta enorme diversidad de perspectivas locales es descono-
cida y aun eliminada por ciertas prácticas de la actual globalización
económica, que es también política y cultural. El mercado global reem-
plaza los mercados locales, los pequeños agricultores y ganaderos son
desplazados por grandes compañías que establecen extensos monocul-
tivos. Actualmente sólo diez compañías controlan más de un tercio del
658
mercado de semillas comerciales y el 100% de las semillas genéticamente XXII. Desafíos para la conservación
modificadas (Shiva, 2000). La tendencia hacia el cultivo de variedades biológica en Latinoamérica
alteradas genéticamente conlleva una dramática reducción en la diversi-
dad genética de las especies en nuestra alimentación. En vez de las innu-
merables variedades de maíz de Centroamérica, en México se están
expandiendo las variedades genéticamente modificadas que, además,
deben ser compradas a las compañías (Kwiatkowska y López, 2000). Las
variedades genéticamente modificadas son resistentes a herbicidas y
plaguicidas que eliminan el resto de las especies, reduciendo drástica-
mente la diversidad biológica en los campos de cultivo. Además, cuando
los agricultores adoptan estas semillas, y la batería química asociada, su
dependencia de los mercados internacionales aumenta y, por lo tanto, su
autonomía y tradiciones culturales desaparecen a la par con la diversidad
biológica de sus ecosistemas regionales (Rozzi y Massardo, 2000).
Frente a esta ola de globalización y homogeneización, es im-
prescindible poner en relieve la diversidad ecológica y cultural de los
paisajes latinoamericanos. Es necesario reconocer que algunas explica-
ciones o teorías ecológicas desarrolladas en el Hemisferio Norte pueden
no ser aplicables a situaciones del hemisferio sur. Por ejemplo, la dificul-
tad que tuvieron los ecólogos para detectar la dispersión de semillas por
hormigas en sistemas áridos de Argentina ocurrió en gran medida
porque los ecólogos argentinos fueron entrenados en Estados Unidos,
donde los mecanismos de dispersión de semillas en ecosistemas áridos
son diferentes (Recuadro XXII.2) Es necesario distinguir y recalcar las
particularidades de cada sistema antes de explicarlo o transformarlo con
modelos científicos o tecnológicos importados (Feinsinger, 2001). El
estudio de la historia natural de los organismos, sus interacciones ecoló-
gicas y su papel en el funcionamiento de los ecosistemas representan una
posibilidad al “alcance de la mano” para las escuelas, las universidades,
los grupos de defensa de la naturaleza y las comunidades indígenas a lo
largo de Latinoamérica (Figura XXII.8).

Figura XXII.8 .Miembros de una


comunidad de los Izuceños,del
Gran Chaco de Bolivia, comentan
sus inquietudes sobre la conser-
vación y el manejo de su paisaje.
Para ello formulan preguntas
arraigadas en su tradición cultural y
con elementos de la ciencia ecológi-
ca que no requieren un costoso
equipamiento para conducir la
investigación y proponer medidas
para lograrlo. (Fotografía de Peter
Feinsinger).

659
Recuadro XXII.2. Historia natural LOCAL y ciencia ecológica
UNIVERSAL: los sistemas semillas-granívoros en desiertos de
Sudamérica y Norteamérica
Luis Marone
Javier López de Casenave
Víctor R. Cueto

El ecólogo, como cualquier ser humano, tiene una oriental. La monterita de collar (Poospiza torquata),
percepción de la naturaleza con ineludibles compo- emberízido común en el Monte central, consume
nentes subjetivos. Las consecuencias de esta subje- fundamentalmente semillas en otoño-invierno, al
tividad en el estudio de los ecosistemas merecen un igual que otras especies de esa familia. Pero, a dife-
atento análisis epistemológico. La observación cien- rencia de otros emberízidos del área que comen
tífica debe ser intersubjetiva, es decir, todo dato semillas del suelo, la monterita es un granívoro pre-
debería poder ser registrado por más de un obser- dispersivo que come sobre las panojas de gramíneas.
vador (Pickett et al., 1994). Así, la comunidad cien- Por lo tanto, si P. torquata fuera considerada
tífica reduce los sesgos individuales de sus miem- granívora terrícola, el consumo de semillas sobre el
bros, evaluando la calidad de sus enunciados suelo por el conjunto de las especies de aves
observacionales y eliminando los que están equivo- granívoras sería sobrestimado. Usando cálculos
cados (tales como aquellos que no expresan una bioenergéticos (López de Casenave, 1999) la
correspondencia con los hechos). Sin embargo, sobrestimación promedio para diez inviernos habría
aunque establecer hechos en la naturaleza requiere sido de un 32%, superando el 100% en algunos de
observaciones detalladas, a veces esas observaciones ellos (en 1988 y 1997). El análisis de la historia na-
se suponen correctas sin suficiente corroboración o tural de las aves del Monte permite, en cambio,
evaluación crítica. Si esas distorsiones se introducen postular una relación realista entre la abundancia de
en cadenas inferenciales (por ejemplo, un experi- semillas y consumidores, ya sea eliminando a
mento) el error original se propaga irremediable- P. torquata de las estimaciones de impacto sobre el
mente. banco de suelo (Marone et al., 1998) o sugiriendo
Tales distorsiones pueden ser introducidas por un mejor estimador de disponibilidad de semillas
preconcepciones teóricas, muchas veces importadas para la P. torquata (tal como sólo semillas en pie).
de otros sistemas y, por lo tanto, insuficientemente Las hormigas granívoras del género Pogono-
evaluadas frente a la nueva situación empírica. Un myrmex, comunes en desiertos americanos, ofrecen
ejemplo de esto queda ilustrado por la confusión otro ejemplo de cómo las observaciones erróneas de
entre granívoros predispersivos (que consumen la historia natural pueden afectar la interpretación
semillas sobre las plantas) y posdispersivos (que de los experimentos. La tasa de remoción de semi-
consumen semillas en el suelo). Esta confusión llas por hormigas ha sido estimada en varios desier-
surge, en ciertos casos, simplemente porque el com- tos del mundo usando un experimento clásico,
portamiento de alimentación de los animales se aunque importado, donde se ofrecen semillas en
supone, sin más, a partir de su estado taxonómico cebaderos ubicados sobre el suelo. Un supuesto
(por ejemplo, todas las aves de la familia Embe- restrictivo de estos experimentos es que la tasa
rizidae o las hormigas del género Pogonomyrmex son de remoción en cebaderos simula la tasa natural de
granívoras terrícolas). Hemos estudiado el posible consumo. Cuando realizamos un experimento
impacto de las aves granívoras sobre las reservas de de esas características en el Monte, nos sorprendió
semillas en el Desierto del Monte, una región que la baja frecuencia de individuos de Pogonomyrmex
corre al pie de la Cordillera de los Andes, desde el en los cebaderos. Seguramente influenciados por
660 extremo noroeste de Argentina hasta la Patagonia preconcepciones teóricas importadas, esperábamos
que estas hormigas iban a ser muy frecuentes, dado Un ejemplo un tanto diferente acerca del efecto
que son granívoros estrictos que remueven muchas de las observaciones imprecisas sobre las cadenas de
semillas en los experimentos de Norteamérica. El razonamientos lo brindan los estudios sobre dieta
resultado obtenido nos indujo a estudiar mejor el de aves. En el Monte, algunas especies como Elae-
comportamiento alimentario de las Pogonomyrmex: nia albiceps (Tyrannidae) suelen tener grandes can-
observaciones preliminares sugieren que cosechan tidades de semillas en sus tractos digestivos (por
una importante proporción de semillas sobre las ejemplo, del género Lycium). Pero estas semillas no
plantas de gramíneas en el Monte. Debimos son consumidas per se sobre las plantas o el suelo,
entonces desprendernos de aquellas preconcep- sino que son incorporadas al consumir frutos
ciones y estudiar la historia natural de las hormigas carnosos enteros. Confundir frugivoría con
para poder interpretar mejor nuestros experimen- granivoría conduce a conformar equivocadamente
tos. el conjunto de especies granívoras y, como se vio en
Esta experiencia deja también enseñanzas sobre el caso de la P. torquata, este error se propaga a lo
la importancia del análisis metodológico para inte- largo de las cadenas inferenciales.
grar el conocimiento ecológico (véase Pickett et al., Los ecólogos y biólogos de la conservación
1994). Las tasas experimentales de remoción de aumentaremos la probabilidad de alcanzar resulta-
semillas en desiertos con diferentes proporciones de dos significativos si somos capaces de evaluar críti-
hormigas que se alimentan sobre las plantas y sobre camente nuestros enunciados observacionales, com-
el suelo podrían variar no sólo porque las hormigas binando experimentos cuidadosamente diseñados
difieren en su importancia como granívoros entre con largos períodos de observación de la historia
desiertos, sino también como consecuencia de natural de las especies en los sistemas que estudi-
sutiles diferencias en la historia natural de los amos y procuramos conservar (W. Resetarits, en
ensambles. Roush, 1995).

Consumo de semillas por aves


granívoras —como la monterita de
collar (Poospiza torquata), especie de
emberízido común en el Monte central
de Argentina— durante diez inviernos
en el Monte central, estimado a partir
de cálculos bioenergéticos (López de
Casenave, 1999). Las cruces indican el
consumo estimado del conjunto total
de especies de aves granívoras, mien-
tras que los círculos indican el con-
sumo de todas las especies, excepto
Poospiza torquata.

661
Conservación y sociedades humanas En la escuela resulta sencillo salir de la sala de clases para observar el
vecindario donde pueden realizarse actividades de dibujo, descripción,
formulación de preguntas o reflexiones acerca de las casas, plazas, jar-
dines, árboles en las avenidas, líquenes que crecen sobre los troncos de
los árboles, arroyuelos donde se pueden también tomar muestras de agua
para observar bajo la lupa los diversos protozoos, algas o invertebrados.
El conocimiento que emana de estas actividades simples y la sensibi-
lización frente a la belleza y diversidad del mundo natural –donde los
seres humanos somo sólo una especie entre millones—constituye una
experiencia crucial para una conservación biológica perdurable.
En la universidad pueden realizarse, con bajo costo, excursiones para
reconocer y describir las especies, hábitats, comunidades biológicas, eco-
sistemas y hábitos de vida de las poblaciones humanas regionales. Este
tipo de observación directa del entorno biótico, cultural y social es tan
estimulante y esencial a nivel universitario para la sensibilización, com-
prensión y cuestionamiento científico, como lo es la exploración a nivel
escolar. Además, las organizaciones naturalistas, las comunidades indíge-
nas y otras personas interesadas en la conservación pueden sumarse a
estas experiencias. La participación de académicos y estudiantes con la
comunidad posibilita la experiencia de desentrañar ciclos de vida, diversidad
de formas de vida y de interacciones entre ellas en su conjunto. Esta experi-
encia participativa puede inspirar el accionar político, social, económico,
antropológico, legal o filosófico con mayor arraigo en las refinadas y
múltiples tramas de la diversidad biológica y cultural (Rozzi, 2000).
Es necesario integrar también la diversidad del paisaje, considerando
en los esfuerzos de la conservación biológica tanto los “ecosistemas prísti-
nos” como los “ecosistemas antrópicos”. Robin Chazdon (1998) ha enfa-
tizado la importancia que tienen los bosques secundarios para la conser-
vación de los bosques tropicales. Bosques primarios y secundarios se
complementan en la actual matriz del paisaje latinoamericano y deben
complementarse también en los esfuerzos de conservación en esta región
(Figura XXII.9)
Es necesario comprender también la íntima conexión entre los eco-
sistemas y los conocimientos locales. Tal como en los pueblos recolec-
tores del Chocó (Recuadro XX.3) o los extremos latitudinales de
América (Recuadro X.2), el conocimiento acerca de las plantas está li-
gado al momento y lugar donde se colectan los frutos, el conocimiento
científico está también indisolublemente ligado a los ecosistemas y los
contextos culturales donde se ha generado (Rozzi, 1999). Las particula-
ridades de las situaciones locales pueden permanecer ocultas cuando son
analizadas con la mirada de modelos o métodos que se presentan como
universales, pero que en realidad también están circunscritos a sus
lugares natales.
¿Qué hubiera ocurrido sin en vez de masificar el ganado bovino, éste
se hubiera combinado con el manejo de las poblaciones de ñandú y de
camélidos en las pampas argentinas? ¿Qué ocurriría si en vez de instalar
las plantaciones monoespecíficas de eucalipto se manejaran los bosques
662 nativos del sur de Brasil? ¿Qué ocurriría si además de aprender los méto-
XXII. Desafíos para la conservación
biológica en Latinoamérica

(A)

Figura XXII.9. (A) Tanto los


bosques primarios, como (B), los
fragmentos de bosques secundarios
son elementos constituyentes del
paisaje de Centroamérica que
deben ser integrados complemen-
tariamente en el trabajo de conser-
vación biológica. (Fotografías de
(B) Robin Chazdon).
dos y las teorías científicas desarrolladas en el Hemisferio Norte
pusiéramos atención a las tradiciones culturales de nuestras regiones?
Es necesario reconocer la gran influencia que tienen los modelos de
los países del Hemisferio Norte sobre nuestros programas académicos y
en el desarrollo y aplicaciones tecnológicas en nuestras regiones. Como
señala Cerejido (1996), hoy tenemos suficientes indicios que hemos
logrado el objetivo de formar investigadores. Los investigadores lati-
noamericanos publican en las mejores revistas del mundo, figuran en los
planteles de Harvard y del Max Planck; ahora es necesario enfatizar la
incorporación de nuestras propias realidades ecológicas, sociales y cultu-
rales. Es imprescindible definir con claridad la naturaleza de los proble-
mas de conservación en nuestras regiones y proponer soluciones simples,
tecnológica y económicamente viables y respetuosas de los contextos
socio-ecológicos donde se implementan (Recuadro XXII.3). Esta consti-
tuye otra buena razón para enfatizar el trabajo de campo en la enseñanza
de la ecología y los programas de biología de la conservación. Debemos
esforzarnos por salir a explorar los ecosistemas, a la vez que conversar con
la gente de nuestras localidades y generar perspectivas que permitan
expresar las propiedades y especificidades ecológicas y culturales latentes
en nuestras regiones. 663
Continúa página 665
Recuadro XXII.3. La promoción de perspectivas locales
e iniciativas autónomas: una urgencia para el futuro de la
conservación biológica en América Latina
Peter Feinsinger
Ricardo Rozzi

La ciencia y la sociedad son dinámicas, pero el cam- centros. Estas ideas y aproximaciones “importadas”
bio histórico no niega la responsabilidad presente. a los países latinoamericanos pueden ser muy útiles,
Así, laboriosamente y con decisión, nos motivadoras y beneficiosas. Sin embargo, no siem-
empeñamos en integrar práctica y teoría en la pre es así. Cada país, provincia, ciudad o zona rural
biología de la conservación. Abiertos a una perma- de América Latina presenta circunstancias únicas y
nente revisión crítica del conocimiento y rediseño muy distintas a aquellas de los países mencionados
de los programas de investigación, educación, legis- arriba con respecto a la política, la sociedad, la his-
lación, protección y manejo de ecosistemas, hemos toria, la biología y otros aspectos de la historia na-
expuesto aquí lo que percibimos sinceramente tural y la manera de percibir e interactuar con el
como algunos de los problemas más urgentes que medio ambiente. Se deduce que ustedes, los lectores
confrontan los paisajes biológicos y culturales. de este texto, no deben seguir acríticamente la
Exploramos a la vez posibles respuestas a tales sabiduría convencional, los modelos “universales”
desafíos y las acciones que pudieran implementar del campo de la biología de la conservación. Es
tales respuestas en el diversificado mosaico del Con- imprescindible, en cambio, desarrollar cuidadosa-
tinente Americano. En este esfuerzo nos parece mente perspectivas y acercamientos a la biología de
imprescindible rescatar, respetar y enfatizar el valor la conservación arraigados en los contextos ecológi-
de los “puntos de vista” locales, en regiones rurales, cos y culturales locales, donde los ojos, los oídos y
áreas protegidas, comunidades indígenas y también los cerebros están familiarizados con estas reali-
en las comunidades multiculturales de los centros dades. En este sentido, la habilidad de observar y
de investigación y de toma de decisiones políticas pensar facultan para proponer soluciones o caminos
en la urbe. de manera independiente o conjuntamente con
En primer lugar, debemos reconocer que otros colegas latinoamericanos y extranjeros. Sele-
muchos de los conceptos, aproximaciones, prácticas ccionen lo más apropiado de la gran cantidad de
y políticas de la biología de la conservación contem- acercamientos a la biología de la conservación y
poránea han sido planteados en los países indus- modifíquenlo según las particularidades locales, o
trializados de las regiones templadas del Hemisferio según éstas planteen acercamientos innovadores. En
Norte y Australia. Tales países presentan una histo- los otros recuadros ya han encontrado a muchos
ria más larga en este campo y ofrecen mayores opor- profesionales latinoamericanos que lo han hecho.
tunidades de empleo como biólogo de la conser- La aproximación planteada en el Recuadro
vación y para la publicación de estudios o teorías; XVIII.1 está dirigida a la indagación de los
además, existe una mayor cantidad de personas tra- entornos locales y regionales. ¿Qué deseamos con-
bajando en esta área, gran número de programas servar?: los paisajes, los seres vivos que habitan en
académicos, políticas y ministerios involucrados en ellos y sus interacciones. ¿Quiénes son las personas
la conservación y un apoyo financiero que lo per- más familiarizadas con estos entornos y que, por lo
mite. Muchos profesionales de la conservación tanto, podrían percibir los problemas de conser-
biológica en América Latina han realizado estudios vación con una mayor agudeza enraizada en las his-
en centros académicos de Europa o Norteamérica, o torias de convivencia con aquellos paisajes?: cierta-
664 han basado sus cursos en textos preparados en tales mente los miembros de las comunidades locales,
quienes en su gran mayoría no son biólogos de la que enfatizan el sentido común y la habilidad de
conservación certificados. En este escenario, el ciclo pensar, las inquietudes de los lugareños conducirán
de indagación planteado en el recuadro XVIII.1 a preguntas, indagaciones y aplicaciones más ade-
permitiría una integración entre las preguntas y for- cuadas a dicho paisaje. Nosotros, los biólogos de la
mas de exploración traidas desde fuera por los bió- conservación, no tenemos todas las respuestas; ni
logos de la conservación y aquellas preguntas y siquiera tenemos todas las preguntas.
conocimiento tradicional cultivado por las comu- La biología de la conservación, como toda cien-
nidades locales (Feinsinger, 2001). cia, es social. Su historia ha influido sobre, a la vez
Este tipo de indagación conjunta debiera con- que ha sido influida por, cambios en las perspectivas
ducir a nuevas formas de exploración, nuevos sociales y políticas. Aquello que observamos hoy ha
ensayos, nuevos modos de relación. Esto exige que sido estructurado por aquella azarosa deriva históri-
los biólogos de la conservación aprendamos a ca, por nuestros peculiares modos de entrenamiento
escuchar, a abrir primero los oídos a las preguntas y académico y por las sociedades en que nos ha toca-
conocimientos locales y evitar actitudes de arrogan- do vivir. En este libro hemos enfatizado temas que
cia académica. A través de la indagación realmente han parecido relevantes a los autores y editores, a
participativa podrán formularse preguntas contesta- colegas de la biología de la conservación en América
bles sobre el terreno acerca de la diversidad biológi- Latina y otras regiones, y esperamos que también a
ca, procesos ecológicos y modos de relación de las los diversos lectores de este texto. Si este libro
poblaciones humanas con los ecosistemas. Se hubiera sido escrito hace 50, o aún hace diez años
podrán ensayar preguntas en escalas históricas de las atrás, habría enfatizado temáticas muy distintas, y
tradiciones orales y registros complementarios acer- estamos seguros que dentro de cinco décadas los
ca de cambios en el paisaje. A través de una práctica futuros lectores se reirán al mirar la tabla de con-
conjunta del Ciclo de Indagación u otros métodos tenidos y muchos de los enfoques.

Figura. Taller de reconocimiento de aves


de los bosques del sur de Chile y Argentina
con guardaparques, profesores y biólogos
de los dos países, realizado en el Parque
Nacional Chiloé en noviembre de 1995.
(Fotografía de Ricardo Rozzi).

En la actual época de globalización, es necesario distinguir los lugares


de origen de los problemas ambientales y los lugares donde éstos se
expresan. Por ejemplo, el deterioro de la capa de ozono en la estratósfera
deriva principalmente de las emisiones químicas en los países industria-
lizados; sin embargo, afecta con mayor intensidad a las poblaciones
humanas y de otros seres vivos en el extremo sur de América (Figura
XXII.10). El desafío es ahora incorporar los principios de la biología de
la conservación en nuestros modos de vidas a nivel individual, comuni- 665
Conservación y sociedades humanas

Figura XXII.10. El cambio global


demuestra cómo las actividades de
los países industriales afectan áreas
tan remotas como la región más
austral del Continente Americano,
ubicada debajo de la mayor apertu-
ra del agujero de la capa de ozono y
sometida a intensa radiación ultra-
violeta en los meses de primavera
(octubre-diciembre). (Fotografía de
Ricardo Rozzi, Archivo del Parque
Etnobotánico Omora, Isla Navari-
no, Chile).

tario, nacional y global. La conservación biológica es saber teórico y


práctico a la vez. La primera resistencia para este paso viene de la ciencia
misma, que durante la segunda mitad del siglo XX ha separado las
esferas del conocimiento con aquella de los valores y de la ética. Bajo tal
perspectiva, una tarea corresponde a la investigación y explicación de
procesos físico-químicos, como los que generan el adelgazamiento de la
capa de ozono, y otra tarea corresponde a la implementación de políticas
necesarias para evitar su deterioro. Hoy en cambio, los biólogos de la
conservación latinoamericanos debemos asumir ambas responsabili-
dades: (1) describir y comprender los procesos que afectan la biodiversi-
dad y (2) adoptar cambios en nuestros estilos de vida, y fomentarlos en
las políticas nacionales e internacionales. Esta tarea requiere generar
espacios donde los variados sectores de la sociedad y sus diversas per-
sonas puedan participar en la tarea de la conservación biocultural (Figu-
ra XXII.8). Sin esta cooperación entre los científicos y los ciudadanos las
polarizaciones e incomprensiones entre “científicos bien informados” y
“ciudadanos o políticos desinformados” continuarán, dificultando la
solución de nuestros problemas contingentes. Tal tarea demanda, entre
otras cosas, una transformación cultural.
La ecología nos muestra que los seres vivos y los sistemas de intera-
cciones que ellos constituyen son dinámicos. Las relaciones, los procesos
y las estructuras ecológicas varían en el tiempo y así también pueden
variar las relaciones establecidas por los seres humanos entre sí y con el
medio ambiente. Las perspectivas ofrecidas en este libro probablemente
se transformarán rápidamente, pero en este momento en que confronta-
mos una profunda crisis ecosocial en Latinoamérica hemos considerado
oportuno enfatizar que la conservación de la biodiversidad y el bienestar
social no son antagónicos, sino que se complementan. Que los progra-
mas de desarrollo basados esencialmente en el crecimiento económico no
implican necesariamente una satisfacción de las necesidades básicas para
666 la mayoría de la gente, sino que frecuentemente conllevan una acumu-
lación de la riqueza y del poder político en un pequeño sector. Que la XXII. Desafíos para la conservación
degradación ambiental afecta primordialmente a grupos marginados de biológica en Latinoamérica
las decisiones políticas, pero que constituyen la mayoría de la población
latinoamericana. Que existen opciones depositadas en el saber tradi-
cional (como el manejo de los palmares de inaja practicado por los
okaracibiteri, Recuadro VIII.2) o en alternativas innovadoras (como las
granjas de mariposas donde cada vez que el cielo es cruzado por el vuelo
azul de una mariposa Morpho, ésta nos recuerda que el bienestar de los
seres humanos y de los demás seres vivos pueden ir juntos, Figura
XXII.11). Que el respeto por la diversidad biológica y cultural significa a
la vez un respeto por nosotros mismos, por nuestra supervivencia, la de
nuestros descendientes y por la expresión de la más hermosa de las vir-
tudes humanas: el amor por la vida.

Figura XXII.11. Cada vez que el


cielo es cruzado por el vuelo azul de
una mariposa Morpho,en los cam-
pos de una granjas de mariposas,
ésta nos recuerda que el bienestar
de los seres humanos y de los
demás seres vivos pueden ir juntos.
(Fotografía de Fulvio Eccardi).

Resumen

1. La conservación biológica y el bienestar social son complementarios y no


son opciones contrapuestas, como generalmente se presentan. Confronta-
mos una gran crisis, tanto ecológica como social. Tanto el diagnóstico de
sus causas como el diseño de sus soluciones demandan una integración
entre los sistemas sociales y ecológicos. Esta reconexión requiere de aproxi-
maciones interdisciplinarias y de la valoración múltiple de los ecosistemas. 667
Conservación y sociedades humanas 2. Con una aproximación interdisciplinaria es necesario: (1) analizar afir-
maciones problemáticas, tales como “el crecimiento económico ge-
neralmente ayuda a la gente pobre”; (2) diversificar los indicadores de
bienestar social; (3) mejorar la formulación y el cumplimiento de las le-
gislaciones ambientales (interrelacionando dimensiones ecológicas y
sociales); (4) escuchar a los diversos involucrados y afectados por los
proyectos de desarrollo; promover la discusión pública e informar a la
ciudadanía respecto a los problemas ecosociales; (5) precisar quiénes son
los beneficiarios y los afectados por los proyectos de extracción de recur-
sos naturales; (6) definir cualitativa y cuantitativamente el impacto ambi-
ental de diversas personas, comunidades o empresas, y (7) revisar la histo-
ria ambiental de cada región para comprender mejor los procesos de
transformación ecológica y cultural y evitar errores cometidos en el pasado.

3. La extrema segregación disciplinaria limita la comprensión de los sis-


temas biológicos. Aunque la interdependencia entre los niveles de orga-
nización biológica (niveles genéticos, moleculares, celulares, organísmi-
cos, ecosistémicos y biosféricos) y sus interacciones con los sistemas
sociales pudieran parecer obvias al sentido común, ésta no es considerada
por la mayoría de los grandes proyectos agronómicos, forestales, médicos
y de ingeniería genética. Un ejemplo extremo de ésto es la proliferación
de monocultivos bajo cuya perspectiva todas las demás especies son
“malezas o competidores”.

4. Antes de masificar prácticas de monocultivo y la introducción de va-


riedades genéticamente modificadas, se deberían evaluar sus múltiples
consecuencias ecológicas y sociales. Es mejor actuar con cautela que
luego invertir grandes esfuerzos en reparar.

5. Frente a la ola actual de globalización y homogeneización, es im-


prescindible: poner en relieve la diversidad ecológica y cultural de los
paisajes latinoamericanos; desarrollar explicaciones y prácticas inmersas
en estos paisajes; evaluar críticamente las teorías y modelos desarrollados
en otras regiones; integrar la diversidad del paisaje, considerando tanto
ecosistemas “pristinos” como “antrópicos”; revalorar los conocimientos
locales y comprender sus conexiones con los ecosistemas regionales;
definir con claridad la naturaleza de los problemas de conservación en
nuestras regiones y proponer soluciones simples, tecnológica y económi-
camente viables y respetuosas de los contextos socio-ecológicos donde se
implementan; enfatizar en la enseñanza de la ecología y los programas de
biología de la conservación el trabajo de campo; y asumir nuestra
responsabilidad como biólogos de la conservación, no sólo para
describir y comprender los procesos que afectan la biodiversidad, sino
también para participar en los cambios en nuestros estilos de vida y las
políticas nacionales e internacionales, promoviendo una transformación
cultural que conduzca a relaciones más solidarias entre nuestras diversas
sociedades, y entre ellas y nuestros preciosos ecosistemas y sus miríadas
de seres vivos.
668
Para discutir XXII. Desafíos para la conservación
biológica en Latinoamérica
1. Después de leer este texto, ¿cree usted que es necesario integrar los
conceptos biológicos con las humanidades (como la filosofía), las artes
(como la pintura) y las ciencias sociales (como la antropología, la
economía, la historia, las ciencias políticas)? ¿Por qué sí o por qué no?
¿Cómo podría realizar usted esta integración?

2. ¿Qué problemas detecta usted en su región que requieran la concur-


rencia de disciplinas de las áreas sociales y de las áreas biológicas? ¿Cómo
puede cada una de las disciplinas contribuir a la solución de tales proble-
mas?

3. ¿Qué dificultades experimenta usted en su escuela, universidad o insti-


tución para integrar aspectos sociales y ecológicos en los problemas de
conservación que le interesan? ¿Qué podría hacer usted para mejorar la
colaboración interdisciplinaria en el interior de su institución e incre-
mentar la cooperación entre instituciones vinculadas a problemáticas de
la conservación biológica en su región?

4. Como resultado del estudio de la biología de la conservación biológi-


ca, ¿ha decidido algún cambio en su estilo de vida o en su nivel de activi-
dad política? ¿Cree que puede hacer alguna contribución? ¿En qué
forma?

5. Elija un concepto, caso o perspectiva que le haya resultado interesante


o estimulante a lo largo de este texto. ¿Cómo podría presentárselo a los
estudiantes de su escuela local? ¿Cómo se los explicaría a alguna de las
autoridades de su comuna o provincia? ¿Qué actividad o programa pro-
pondría usted para dar a conocer este concepto o práctica a la comu-
nidad de su región?

6. Discuta las nociones y prácticas que le parezcan más relevantes para la


biología de la conservación en Latinoamérica. ¿Qué habría que corregir
respecto a las aproximaciones actuales y cuáles serían las innovaciones más
urgentes? ¿Cómo podría implementarlas? ¿Qué secciones nuevas desearía
escribir usted para un texto de conservación biológica para su región?

Lecturas sugeridas y material básico clave

Cerejido, M. (1996), “En América Latina ya podemos investigar, el próxi-


mo paso es tratar de hacer ciencia”, Interciencia 21:64-70. Los inves-
tigadores latinoamericanos deben pasar de una fase en que se han
esforzado por imitar el modo de hacer ciencia de los países industri-
alizados a una fase en que la investigación se inserte en las pro-
blemáticas sociales y ecológicas de sus regiones y países.
Conservation Biology. Publicación periódica de la Sociedad de Biología de
la Conservación, cuyos artículos junto con los de revistas como 669
Conservación y sociedades humanas Ambio, BioScience, Biological Conservation, Ecología Política, Ecologi-
cal Applications, Ecological Economics Environmental Conservation,
Environmental Ehtics, Environmental History, Environmental Values y
Ethnobiology, o Human Ecology, conviene revisar periódicamente.
de la Madrid, M., comp. (1998), La América que Queremos, Fondo de
Cultura Económica, México. Ensayos por destacados pensadores
latinoamericanos que integran las dimensiones sociales y ambientales
de los problemas y de los sueños que se encuentran en las diversas
regiones del continente.
Feinsinger, P. (2001), Scientific Inquiry as a Tool in Protected Area Man-
agement in Latin America and Elsewhere, Island Press, Covelo, Cali-
fornia, en prensa. Un texto que enfatiza la historia natural y entrega
conceptos y aproximaciones científicas de una manera sencilla que
recuerda las aproximaciones de Paulo Freire.
Jacobson, S. K., E. Vaughan y S. W. Miller (1995), “New directions in
conservation biology: Graduate programs”, Conservation Biology 9:5-
17. Descripciones de 51 programas de posgrado con las listas de los
profesores respectivos.
Meffe, G. K. y C. R. Carroll (1997), Principles of Conservation Biology,
Sinauer Associates, Sunderland, Massachusetts, Estados Unidos.
Excelente texto para alumnos de postgrado.
Oelschlaeger, M., y R. Rozzi, (1998), “El nudo gordiano interdiscipli-
nario: un desafío para la sustentabilidad”, Ambiente y Desarrollo
XIV(3):71-81. Un argumento para la necesidad de enfoques inter-
disciplinarios.
Saberwal, V. K., y A. Kothari (1996), “The human dimension in conser-
vation biology curricula in developing countries”, Conservation Biol-
ogy 10:1328-1331. En los países latinoamericanos y otros conti-
nentes del Hemisferio Sur las ciencias sociales y las humanidades
están ausentes de la mayoría de los programas de biología de la con-
servación o de manejo de vida silvestre.
Toledo, V. M., y A. Castillo (1999), “La ecología en Latinoamérica: siete
tesis para una ciencia pertinente en una región en crisis”, Interciencia
24:157-168. Un excelente artículo que propone orientar la investi-
gación hacia la solución de problemas regionales, considerar las cul-
turas indígenas y adoptar aproximaciones interdisciplinarias.

670
Sección V

Aplicaciones prácticas
XV. Establecimiento de áreas protegidas
Richard Primack
Ricardo Rozzi
Peter Feinsinger

L
a protección de hábitats es la manera más efectiva para preservar
la diversidad biológica. Un paso crítico para la conservación de las
comunidades biológicas es el establecimiento de áreas protegi-
das legalmente, gobernadas por leyes y reglamentos que permi-
tan diferentes grados de uso tradicional y/o comercial por la comunidad
local, uso recreativo, investigación científica y preservación del hábitat.
Para asegurar que una vez establecidas las áreas protegidas alcancen su
propósito, es necesario generar poder político y recursos financieros con-
siderables.
La mayor parte de las primeras áreas protegidas se establecieron para
proteger cuencas hidrográficas que aseguraban la provisión de agua para
la agricultura y los asentamientos humanos, o como lugares escénica-
mente atractivos (Figura XV.1). El énfasis en el papel de las reservas en
la conservación de la biodiversidad es reciente. Las áreas protegidas
pueden establecerse de diversas formas, pero los mecanismos más
comunes son la acción del gobierno (a menudo a nivel nacional, pero
también a niveles internacional, regional y local) y la adquisición de ter-
renos por organizaciones de conservación o por particulares. Si bien la
legislación y la compra del terreno no aseguran su preservación, consti-
tuyen un fundamento para lograrlo.
Las áreas protegidas también se han establecido por iniciativa de
sociedades tradicionales que desean mantener sus modos de vida o
preservar sus tierras. En países tales como Colombia, Bolivia, Estados
Unidos, Canadá y Malasia los gobiernos nacionales han comenzado a
reconocer los derechos de las sociedades tradicionales. Tal reconocimien-
to ha ocurrido frecuentemente después de conflictos legales seguidos por
la prensa. En muchos casos la lucha por de los derechos locales ha provo-
cado violentas confrontaciones (a veces con pérdida de vidas) con las
autoridades de gobierno que pretenden imponer proyectos de desarrollo
(Gadgil y Guha, 1992; Western et al., 1994).

419
Aplicaciones prácticas

Figura XV. 1. Actualmente existe


consenso en Centroamérica acerca
de la necesidad de proteger los
bosques de las laderas y las cuencas
hidrográficas para prevenir las
sequías e inundaciones y mitigar los
efectos de erosión provocado por
los huracanes. (Fotografía de Vince
Murphy).

El sistema IUCN de clasificación

El grado de la influencia humana sobre las comunidades biológicas es


variable: es menor en las regiones más remotas, tales como el bosque llu-
vioso amazónico, y mayor en cultivos agrícolas intensivos, ciudades y
lagos artificiales. Incluso en las regiones más remotas del mundo la con-
taminación del aire, el aumento de los niveles de CO2 y el calentamiento
global afectan la biota. Por otro lado, dentro de los sistemas artificiales
intensamente modificados es posible que los remanentes de la biota origi-
nal puedan permanecer y prosperar. Los hábitats con niveles intermedios
de perturbación y que cubren grandes áreas geográficas presentan
algunos de los desafíos y oportunidades más importantes para la biología
de la conservación. Los bosques tropicales secundarios talados selectiva-
mente pueden permitir la continuidad de las interacciones ecológicas y
la permanencia de una considerable diversidad biológica (Western,
1989; Redford, 1992; Chazdon, 1998). Cuando se establece un área de
conservación debe hacerse un compromiso entre la protección de la
diversidad biológica y el funcionamiento del ecosistema, satisfaciendo las
necesidades inmediatas y en el largo plazo del gobierno y de la comu-
nidad humana local.
Cuando se está planificando la protección de un área, las decisiones
deben tomarse de acuerdo a la intensidad de la perturbación humana
potencialmente permitida. Un área protegida existente puede requerir
protección adicional si las actividades humanas actuales están dañando
aspectos importantes de la diversidad biológica; por otro lado, la mayor
actividad humana puede ser apropiada e inofensiva. En general, cuando
se permite una gran cantidad de alteración humana se conserva un rango
de biodiversidad más estrecho. El IUCN ha desarrollado el siguiente sis-
tema de clasificación para áreas protegidas, que considera desde un uso
humano bajo del hábitat hasta usos intensivos (IUCN, 1994b):
420
1. Reservas naturales estrictas y áreas silvestres. Protegen organismos natu- XV. Establecimiento de áreas protegidas
rales y procesos naturales en ausencia de actividad humana con el objeto
de mantener ejemplos representativos de la diversidad biológica para el
estudio científico, educación, monitoreo ambiental y mantenimiento de
la variabilidad genética. Incluye dos subcategorías: (Ia) reservas natu-
rales establecidas para la investigación científica y el monitoreo; (Ib)
áreas silvestres mantenidas para actividades de subsistencia y recreación,
para proteger hábitats y procesos ecosistémicos (por ejemplo, una cuenca
hidrográfica).

2. Parques nacionales. Grandes áreas de belleza natural y escénica de


importancia nacional o internacional, mantenidas para uso científico,
educacional y recreativo. Generalmente no se usan para la extracción
comercial de recursos.

3. Monumentos nacionales. Áreas más pequeñas designadas para preservar


áreas naturales únicas o de interés histórico-ecológico especial.

4. Santuarios de vida silvestre manejados y reservas naturales. Similares a las


reservas naturales estrictas, pero que pueden requerir de alguna manipu-
lación humana para mantener las características de la comunidad ecológi-
ca. En ellas se permite alguna cosecha.

5. Áreas protegidas y paisajes marinos. Áreas que incorporan la interacción


de la gente y el ambiente a través del uso tradicional no destructivo de
los recursos naturales. Estas áreas incluyen áreas de pastoreo, huertos fru-
tales o aldeas de pescadores. A la vez brindan oportunidades para el turis-
mo y la recreación.

6. Áreas protegidas con manejo de recursos. Permiten la producción sus-


tentable de recursos naturales, incluyendo agua, vida silvestre, pastos
para el ganado, madera, turismo y pesca, de una forma tal que asegure la
preservación de la diversidad biológica. Son áreas a menudo grandes y
pueden incluir usos modernos y tradicionales de los recursos naturales.

De estas categorías, las cinco primeras suelen definirse como ver-


daderas áreas protegidas, debido a que sus hábitats son manejados funda-
mentalmente para la conservación de la diversidad biológica. Una defini-
ción más estricta incluye sólo las primeras cuatro categorías. Las áreas en
la última categoría no son manejadas para la conservación de la diversi-
dad biológica en primera instancia, sino que éste es un objetivo secun-
dario del manejo. Las áreas manejadas pueden ser particularmente signi-
ficativas, puesto que son generalmente mucho más grandes en superficie
que las áreas protegidas y contienen además muchas o la mayoría de las
especies originales. En efecto, el trabajo de la conservación en la matriz
fuera de las áreas protegidas es clave para la preservación de la biodiversi-
dad en el largo plazo y para la reconciliación entre ésta y el bienestar
humano (Capítulos XVIII, XIX y XX).
421
Aplicaciones prácticas Áreas protegidas

En 1994 habían sido creadas, al menos en al papel, cerca de 8 600 áreas


protegidas en todo el mundo, cubriendo alrededor de ocho millones de
km2 (Cuadro XV.1) (IUCN, 1994b; WRI, 1994). Aunque ocho mil-
lones de km2 puede parecer una cifra impresionante, representa sólo
cerca del 6% de la superficie total del planeta. El parque más grande del
mundo está en Groenlandia, y cubre 972 000 km2, el 12% del total del
área protegida. Sólo el 3% de la superficie de la Tierra está estrictamente
protegido en reservas científicas y parques nacionales. La designación de
un área protegida como tal en diversos países y continentes es sólo una

CUADRO XV.1. Áreas protegidas y manejadas en diversas regiones geográficas del mundo.

REGIÓN ÁREAS PROTEGIDAS ÁREAS MANEJADAS


(Categoría IUCN I-V) (Categoría IUCN VI)

Número Tamaño (Km2) Porcentaje Número Tamaño (Km2) Porcentaje


de áreas del total de áreas del total

África 704 1 388 930 4.6% 1 562 746 360 2.5%


Asiaa 2 181 1 211 610 4.4% 1 149 306 290 1.1%
Norte 1 752 2 632 500 11.7% 243 161 470 0.7%
y Centroamérica
Sudamérica 667 1 145 960 6.4% 679 2 279 350 12.7%
Europa 2 177 455 330 9.3% 143 40 350 0.8%
Ex-U.S.S.R. 218 243 300 1.1% 1 4 000 0%
Oceaníab 920 845 040 9.9% 91 50 000 0.6%
Total 8 619 7 922 660 5.9% 3 868 3 588 480 2.7%

Fuente: WRI, 1994.


aNo incluye la antigua U.S.S.R.
bAustralia, Nueva Zelanda y las Islas del Pacífico.
cIncluye sólo la tierra protegida por los gobiernos nacionales. No incluye sitios protegidos privados

o locales y tampoco considera la Antártica.

aproximación, debido a que algunas veces las leyes que protegen los par-
ques nacionales y los santuarios de la naturaleza no se aplican en la reali-
dad; por el contrario, algunas secciones de áreas manejadas que no están
técnicamente protegidas, están cuidadosamente protegidas en la prácti-
ca. Así, la incerteza acerca del número y tamaño de las áreas protegidas
proviene de los diferentes estándares usados y del grado de protección
real sobre un área designada. La cobertura de las áreas protegidas varía
ampliamente entre países. Por ejemplo, dentro de Latinoamérica los por-
centajes de área protegida varían entre un 27% en Costa Rica, 18% en
Chile, 8% en México y un 0.24% en El Salvador.
El establecimiento de áreas protegidas ha aumentado en este siglo y
alcanzó su máximo en los años setenta y principios de los ochenta (Figu-
ra XV.2). La disminución durante los ochenta refleja la disminución de
la voluntad política de los ciudadanos y gobiernos para designar más
422 áreas protegidas, junto a la noción que ya se habían creado suficientes.
XV. Establecimiento de áreas protegidas

Las áreas protegidas no podrían llegar a cubrir un gran porcentaje de la Figura XV.2. Número (línea) y área
superficie terrestre, (quizás sólo entre el 7 y el 10%), debido a que otras (barras) incorporada en nuevas áreas pro-
necesidades de la sociedad humana exigen usos intensivos de la tierra. tegidas creadas en intervalos de cinco años.
Muchas áreas protegidas se ubican en terrenos considerados de escaso (Según McNeeley et al., 1994).
valor económico, como laderas volcánicas, cumbres montañosas, desier-
tos o glaciares (Recuadro XV.1).
La conservación marina ha quedado muy postergada respecto a la
terrestre (Agardy, 1997). La determinación de provincias biogeográficas
para el ambiente marino es mucho más difícil que para el terrestre,
debido a que es menos conocido, los límites son menos definidos y la
dispersión de larvas y adultos es más amplia (Grassle, 1991). Los científi-
cos han descrito 40 provincias marinas, utilizando una combinación de
la distribución de animales marinos relacionados (costa, bancos de arena,
océano) y de las propiedades físicas que afectan su ecología y distribu-
ción (corrientes, temperatura) (Hayden et al., 1984).
Se están realizando esfuerzos internacionales urgentes para proteger
la diversidad biológica marina en cada una de estas provincias biogeográ-
ficas, estableciendo parques marinos comparables a los parques terrestres
(Kenchington y Agardy, 1990), tales como la Reserva Marina Hol Chan
en Belice, valiosa para la creciente industria del ecoturismo. Se han crea-
do más de 1 300 áreas protegidas marinas y costeras en el mundo, que
cubren en total cerca de 800 000 km2 (Agardy, 1997). La mitad de esta
superficie corresponde a las tres áreas protegidas marinas: el Parque
Marino de la Gran Barrera de Arrecifes en Australia, el Parque Marino de
Galápagos y la Reserva del Mar del Norte de Holanda. Cerca del 25% de
las 300 reservas de la biósfera internacionalmente reconocidas incluyen
hábitats costeros o estuarinos (Ray y Gregg, 1991). La protección de los
viveros de especies de invertebrados y peces comerciales y el mantenimien-
to de áreas para recreación y pesca están entre las principales razones 423
Aplicaciones prácticas económicas para el establecimiento de estas reservas. Desafortunada-
mente, muchas de ellas sólo existen en el papel y reciben poca protección
contra la sobreexplotación y la contaminación. La regulación de la
cosecha de peces que migran en aguas internacionales es compleja y la
contaminación del agua puede dañar áreas costeras extensas y mares
cerrados (Norse, 1993).

Recuadro XV.1. Importancia de la distribución de las áreas


protegidas: el caso del bosque chileno
Juan J. Armesto
Cecilia Smith-Ramírez

Una pregunta antigua en el ámbito de la biología de las zonas de borde con otros ambientes no protegi-
la conservación es: ¿cuánta área es necesario prote- dos. Mientras más pequeñas y aisladas sean las
ger para salvaguardar en forma efectiva el patrimo- reservas, serán más afectadas por flujos ecológicos
nio biológico de una región o un país? Ha habido que provienen de la matriz no conservada (por
muchos intentos de responder esta pregunta de ejemplo, invasión de especies exóticas, contami-
manera general, usando como herramienta los pre- nantes químicos, acceso de cazadores furtivos,
ceptos de la teoría de biogeografía de islas (Harris, incendios, etc.). La alternativa más favorable al
1984). De acuerdo con esta relación teórica entre objetivo de conservar la biodiversidad (tal como
el número de especies y el área en una región, al una gran reserva continua) es a menudo impractica-
menos un 10% de la extensión original de hábitat ble porque los territorios más ricos están ocupados
natural debería mantenerse para conservar el 50% por ciudades o caminos, o son utilizados con fines
de las especies presentes originalmente en ese hábi- productivos desde hace mucho tiempo.
tat (Soulé y Sanjayan, 1998). Existen, sin embargo, En consecuencia, es necesario conocer en
numerosas complicaciones con este guarismo. Por detalle la distribución de las áreas protegidas en la
un lado, este 10% de hábitat silvestre puede estar región, su geometría e interconexión mediante
repartido de muchas maneras: una sola área continua, corredores de hábitat. Asimismo, a medida que
varias áreas pequeñas discontinuas, dos grandes blo- mejores datos de inventarios biológicos están
ques conectados, etc. La distribución espacial, frag- disponibles, la ubicación de las áreas protegidas (en
mentación y forma de las áreas protegidas determi- especial aquellas con mayor concentración de diver-
nan su utilidad con fines de conservación. Si se sidad biológica, con mayor representación de tipos
quiere conservar especies que habitan grandes terri- de comunidades, especies endémicas y en estado de
torios, una gran cantidad de áreas pequeñas pueden conservación crítico) condiciona la efectividad del
ser insuficientes para prevenir su extinción. Por otro sistema de reservas.
lado, si muchas especies tienen ámbitos de hogar El sistema de áreas silvestres protegidas de Chile
circunscritos, numerosas áreas protegidas pequeñas es citado como un ejemplo de conservación en
deberían encontrarse conectadas por corredores de Sudamérica, considerando la gran proporción de su
hábitat para servir a su propósito. Otros problemas territorio destinada a parques y reservas: cerca de
relevantes incluyen la pérdida de hábitats interiores un 20%. Como referencia, Costa Rica, protege un
424 en pequeñas reservas y la sobre-representación de 12% de su territorio, y el promedio de protección
Regiones Administrativas de Chile en el ámbito regional de los bosques templados,
su latitud media en la costa oeste de Sudamérica, la superficie cubierta por plantaciones comerciales
(Pinus radiata y Eucalyptus spp.) como indicador de intensidad de uso actual, el número de
géneros leñosos totales y endémicos como un índice de la distribución de biodiversidad, y la pro-
porción del área total regional protegida en Parques y Reservas (PR) correspondiente a cada latitud.

Región Latitud Sur Plantaciones forestales* Géneros leñosos Géneros % del área total
(ha x103) endémicos en PR

Maule (VII) 35.6° 413.2 67 20 0.0


Bío-Bío (VIII) 37.0° 939.7 68 24 0.8
Araucanía (IX) 38.5° 359.7 56 25 2.9
Los Lagos (X) 41.3° 196.4 56 26 4.5
Aisén (XI) 46.2° 7.1 24 16 38.9
Magallanes (XII) 52.3° 0 11 8 52.9

* Fuente: INFOR (1997) Estadísticas Forestales, Boletín Estadístico No 50, Santiago.

en países latinoamericanos es inferior al 5%. Es latitudes más septentrionales y hábitats más esta-
posible evaluar la efectividad del sistema de áreas bles, ubicados en la Cordillera de la Costa, particu-
protegidas de Chile tomando en consideración el larmente entre 36-40°S (Villagrán, 1995). Muchas
conocimiento actual sobre la distribución de la especies endémicas cuya distribución no se extiende
riqueza y endemismo florístico de los bosques tem- más de un grado de latitud sobreviven en la zona
plados, al sur de los 35° (Armesto et al., 1992; costera entre 38-39° S (tales como Gomortega keule,
Arroyo et al., 1996). En esta región existen 59 par- Nothofagus alessandrii, Pitavia punctata). Las zonas
ques y reservas que totalizan aproximadamente 13 biológicamente más ricas del bosque templado aus-
millones de hectáreas protegidas, lo que representa tral están en gran medida fuera del extenso sistema
un 32% del territorio sobre 35°S de latitud. Sin chileno de parques y reservas, coincidentes con
embargo, es notorio que la repartición de los par- áreas de intenso uso agro-forestal, así como con
ques y reservas en el ámbito regional está sesgada mayor concentración urbana (Armesto et al.,
hacia latitudes altas (sobre 43°), donde encon- 1998).
tramos un 90% del total de territorio protegido. La Las perspectivas de aumentar la representación
proporción de área regional protegida está inversa- de bosques en parques y reservas son limitadas
mente relacionada con la riqueza florística y debido a la creciente demanda por uso de bosques,
endemismo genérico de la flora leñosa de los suelos y agua, la tenencia privada de la tierra y la
bosques templados, que se concentra entre las lati- gran superficie en parques y reservas estatales. En
tudes 36 y 40° S (Armesto et al., 1998). consecuencia, áreas de alto endemismo y riqueza
Esto no es sorprendente. Por un lado, los par- florística seguirán críticamente amenazadas por las
ques y reservas han sido ubicados en áreas de escasa actuales tendencias de degradación y sustitución de
productividad o mayor estrés ambiental, seleccionadas bosques. El manejo de los ecosistemas fuera de los
por su belleza escénica (por ejemplo cumbres de parques y reservas será crítico para la sobrevivencia
volcanes), y en territorios remotos o inaccesibles de muchas especies únicas y de distribución
(por ejemplo los campos de hielo patagónicos). Por restringida. Es erróneo, entonces, suponer que los
otro lado, las reconstrucciones del paleoclima y la problemas de conservación de la biodiversidad se
vegetación durante el último período glacial (18-20 resuelven con un extenso sistema de parques y
mil años AP) sugieren que los bosques templados reservas. Para resolver esta incongruencia se requiere
fueron empujados por el avance de los hielos hacia impulsar la protección de tierras que mantienen
425
remanentes de vegetación nativa en áreas sometidas uso y conservación, similar al modelo de reservas
a manejo, a la vez que promover esfuerzos de extractivas aplicado en Brasil y Bolivia, puede susten-
restauración para conectar estas, a veces diminutas, tar gran parte de la biodiversidad (Smith-Ramírez,
áreas. El uso mixto de los paisajes con fines de pro- 1999). El apoyo a programas que refuercen el víncu-
ducción y conservación debe ser una meta en la lo entre la investigación científica y la educación
planificación del uso de recursos naturales. En tierras ambiental (Armesto et al., 1996) es una tarea urgente
indígenas, donde no es ético comprar o enajenar para que la conservación de la biodiversidad se
tierras para la preservación, una estrategia mixta de extienda mas allá de las áreas protegidas.

Los ecosistemas forestales del sur de Chile se


encuentran sujetos a múltiples presiones
antrópicas —como la tala ilegal— incluso
cuando están protegidos dentro de reservas o
parques nacionales y perturbaciones naturales,
tales como el volcanismo. (Fotografía de
Gerónimo Marin/Ricardo Rozzi).

Efectividad de las áreas protegidas

Si las áreas protegidas cubren sólo un pequeño porcentaje del área total
del mundo, ¿cuán efectivamente pueden preservar las especies? Las con-
centraciones de especies ocurren en lugares particulares en el paisaje: a lo
largo de gradientes altitudinales, yuxtaposiciones de diferentes forma-
ciones geológicas, zonas geológicamente antiguas y en lugares que tienen
abundancia de recursos naturales críticos, tales como corrientes y ojos de
agua en hábitats áridos, cavernas y árboles huecos que pueden ser usados
para anidar por algunas especies de aves, murciélagos y otros animales, o
afloramientos salinos que proveen nutrientes minerales esenciales
(Carroll, 1992; Recuadro XV.1).
A menudo el paisaje contiene grandes extensiones de tipos de hábitat
uniforme y sólo pequeñas áreas de tipos de hábitats raros. En este caso, la
protección de la diversidad biológica probablemente no dependerá
tanto de la preservación de grandes áreas del tipo común de hábitat, sino
de la inclusión de áreas representativas de todos los tipos de hábitat en
un sistema de áreas protegidas. Los recientes planes de manejo de conser-
vación para Sarawak, en la costa noroeste de Borneo, han enfatizado la
necesidad de distribuir nuevos parques nacionales con el objeto de cubrir
los tipos más importantes de vegetación y comunidades biológicas
426 (Kavanaugh et al., 1989). Los siguientes ejemplos ilustran la efectividad
potencial de las áreas protegidas de extensión limitada: XV. Establecimiento de áreas protegidas

— Una ilustración dramática de la importancia de las áreas protegidas


pequeñas está representada por el Parque Santa Rosa en el noroeste de
Costa Rica. Este parque cubre sólo el 0.2% del área de Costa Rica, pero
contiene poblaciones reproductivas del 55% de las 135 especies de mari-
posas nocturnas de la familia Sphingidae del país. El Parque Santa Rosa
está incluido dentro de las 82 500 ha del Parque Nacional Guanacaste,
que supuestamente alberga poblaciones de casi todas las especies de
mariposas (Janzen, 1988b).
— Los parques y santuarios de vida silvestre cubren sólo cerca del 8% de
Tailandia, pero incluyen el 88% de las especies de aves residentes del
bosque (Rand, 1985 citado en Reid y Miller, 1989b).
— El gobierno de Indonesia planea proteger poblaciones de todas las
especies de aves nativas y primates dentro de su sistema nacional de par-
ques y reservas. Este objetivo se está cumpliendo al diseñar el 10% de
Indonesia como área protegida.
— En muchos de los grandes países tropicales africanos la mayoría de las
especies de aves nativas tiene poblaciones dentro de las áreas protegidas.
Por ejemplo, Zaire tiene más de 1 000 especies de aves y el 89% de ellas
se encuentra en el 3.9% del área bajo protección. Del mismo modo, el
85% de las aves de Kenia está protegida en sólo el 5.4% del área incluida
en los parques (Sayer y Stuart, 1988).

Estos ejemplos muestran que las áreas protegidas bien seleccionadas


pueden incluir muchas de las especies de un país. Sin embargo, el futuro
a largo plazo de muchas de las especies incluidas en estas reservas es
dudoso. Las poblaciones de muchas de ellas pueden estar tan reducidas
en tamaño, que su destino eventual es la extinción. Del mismo modo,
los eventos catastróficos tales como incendios, brotes de enfermedades y
episodios de caza furtiva pueden eliminar rápidamente algunas especies,
particularmente en las reservas aisladas. Las especies que se encuentran
en reservas aisladas puedan ser incapaces de migrar en respuesta a
pequeños cambios climáticos. Por lo tanto, aunque el número de
especies existentes en un parque es un indicador importante de su poten-
cial, el valor real del parque radica en su capacidad para mantener pobla-
ciones de especies viables en el largo plazo; así, el tamaño del parque y su
manejo son aspectos críticos.

Establecimiento de prioridades

En un mundo superpoblado, con recursos naturales y financieros limita-


dos, deben establecerse prioridades para lograr la conservación de la
diversidad biológica. Aunque se podría argumentar que ninguna especie
o comunidad biológica debiera perderse, la realidad es que se están per-
diendo todos los días y que no existen suficientes recursos disponibles
para salvarlas a todas. El desafío real radica en encontrar formas de mini-
427
Aplicaciones prácticas mizar las pérdidas en un ambiente contando con recursos financieros y
humanos limitados. Los planificadores de la conservación deben considerar
tres preguntas interrelacionadas: ¿cuáles especies, comunidades o hábi-
tats deben protegerse?; ¿dónde debieran protegerse?, y ¿cómo debieran
protegerse? Pueden usarse los siguientes tres criterios para establecer las
prioridades de conservación:

Especies únicas. Una comunidad biológica compuesta fundamentalmente


por especies endémicas raras tiene mayor prioridad de conservación que
una dominada por especies de amplia distribución (Recuadro VI.1).
Las especies taxonómicamente únicas, que constituyen los únicos repre-
sentantes de su género o familia, tienen mayor valor de conservación que
aquellas especies que pertenecen a géneros o familias que incluyen
numerosas especies (Faith, 1994; Vane-Wright et al., 1994). La
población única de una especie que tiene características genéticas
inusuales que la distinguen de otras poblaciones de la misma especie ten-
drá mayor prioridad para la conservación que una población más típica.

Grado de amenaza. Las especies en peligro de extinción y las comu-


nidades biológicas amenazadas con la destrucción inminente también
tienen prioridad. Por ejemplo, sólo sobreviven unos pocos individuos de
las especie de mono tití-león-negro (Leontopithecus chrysopygus) que se
encuentra en uno de los ecosistemas más diversos y amenazados del
Figura XV.3. El búho moteado del
norte (Strix occidentalis caurina) ha planeta: el bosque atlántico de Brasil (Recuadros VI.1 y XII.1).
sido una especie carismática que ha
contribuido a proteger los bosques Utilidad. Las especies con valor actual o potencial para los humanos
antiguos de la Costa del Pacífico de tienen mayor valor de conservación que las especies que no tienen uso
Norteaméri ca. (Fotografía de Jon evidente para las personas. Por ejemplo, los parientes silvestres del maíz
Mark Steward/Biological Photo Ser- son potencialmente útiles para el desarrollo de nuevas variedades mejo-
vice).
radas para el cultivo. Comunidades biológicas tales como los
manglares y bosques en laderas montañosas proveen servicios eco-
sistémicos críticos y pueden tener mayor prioridad de protección.
La tortuga gigante de Galápagos es un ejemplo de una especie que
podría reunir los tres criterios de prioridad de conservación: es la
especie de tortuga más grande del mundo (especie única), se encuen-
tra amenazada y es una importante atracción turística que también
tiene interés científico (utilidad).

Enfoque sobre las especies

Los esfuerzos de conservación pueden dirigirse hacia las especies caris-


máticas, tales como los guacamayos, el búho moteado del norte o el
jaguar (Figura XV.3; Recuadro XV.2). Muchos parques nacionales
han sido creados para proteger este tipo de megafauna carismática
que atrae la atención del público, tiene valor simbólico y es crucial
para el ecoturismo. A menudo estas especies carismáticas sirven
como “paraguas” para proteger miles de otras especies que consti-
428 tuyen las comunidades y mantienen los procesos ecosistémicos.
Recuadro 15.2. Conservación de depredadores: áreas exten-
sas y bosques antiguos
Kristian Omland
David Martínez
David Gaillard
Ricardo Rozzi
Steward Pickett

Las mayores extensiones de bosques lluviosos tem- tos encontrados en estas regiones: el lobo (Canis lupus)
plados del mundo se encuentran en el sur de Chile en el Hemisferio Norte y el puma (Felis concolor
y en la costa noroeste del Pacífico, en Estados araucana) en el Hemisferio Sur (Figura V.1) han
Unidos (Alaback, 1991). Ambos ecosistemas com- sido considerados animales peligrosos, temidos y
parten historias geológicas y climas similares, al admirados. Tanto el lobo como el puma siguen sien-
extremo que tales factores han influenciado el do perseguidos y cazados, pese a estar clasificados
desarrollo de sus respectivas faunas (Meserve y como especies amenazadas (IUCN). Además, pocas
Jaksic, 1991). En ambas regiones la colonización áreas protegidas satisfacen los requerimientos de
humana ha estado asociada con extensos incendios grandes territorios para la supervivencia de estas
producidos para habilitar terrenos agrícolas, con especies (Mella y Simonetti, 1994). La conservación
desarrollo urbano intensivo, incendios y tormentas del puma y el lobo demandan, por lo tanto, esfuer-
de viento y, en décadas recientes, por la actividad zos fuera de las áreas protegidas, aun cuando experi-
forestal, originando con esto una dramática reducción encias recientes demuestran el papel fundamental de
de las áreas boscosas (Veblen y Ashton, 1978; estos depredadores como especies clave en el man-
Thomas et al., 1990). Esta destrucción acelerada de tenimiento de la estructura y composición de las
los ecosistemas de bosque ha repercutido fuerte- comunidades dentro de las áreas protegidas.
mente sobre un grupo particularmente importante El lobo fue completamente extirpado en
de los bosques antiguos: los depredadores, los cuales muchas regiones de Estados Unidos a principios del
cumplen un papel fundamental puesto que siglo XX y, recientemente, gracias a un programa de
mantienen el equilibrio de las poblaciones de her- reintroducción de grandes carnívoros, unas 30
bívoros y por lo tanto la salud del ecosistema. manadas de lobos vuelven a recorrer las Montañas
Los grandes depredadores despiertan sentimien- Rocallosas. Una nueva comprensión ecológica de la

El lobo fue completamente extirpado en


muchas regiones de Estados Unidos a princi-
pios del siglo XX, provocando un crecimien-
to descontrolado de las poblaciones de her-
bívoros. Una mejor comprensión acerca de
su papel ecológico ha contribuido a la revalo-
ración de esta especie y a iniciar un programa
de reintroducción, que ha generado un álgi-
do debate público. (Fotografía del US
National Park Service).

429
función esencial que desempeñan los depredadores diferencias de flora y fauna entre los bosques tem-
dentro de las comunidades biológicas ha conducido plados del sur de Chile y de la costa noroeste de
a su revaloración (Pickett y Rozzi, 2000). Donde Estados Unidos, ambas regiones están habitadas por
los lobos fueron eliminados, las poblaciones de cier- especies de búhos moteados congenéricos: Strix
vos y otros ungulados aumentaron a tal punto que occidentalis en el Hemisferio Norte y Strix rufipes o
impedían la regeneración de la vegetación, alteran- concón en el Hemisferio Sur. La distribución,
do profundamente la fisionomía del ecosistema de abundancia y viabilidad de los búhos moteados
bosque; en vez de un bosque estructuralmente com- están ineludiblemente ligadas a la existencia de
plejo, con árboles y plántulas, arbustos y herbáceas, bosques maduros, de antiguo crecimiento y ambas
existía un ecosistema simplificado con sólo árboles especies, S. occidentalis y S. rufipes, presentan nota-
viejos y pasto (Coughenoury Singer, 1996). Afortu- bles similitudes respecto a las características estruc-
nadamente, algunas poblaciones de lobos han per- turales del hábitat utilizado, tamaño del ámbito de
sistido en Canadá y Alaska, como también en Asia y hogar y uso de presas (Thomas et al., 1990,
Europa. En los años ochenta algunos lobos alcan- Martínez, 1993, 1996; Martínez y Jaksic, 1996).
zaron el norte de los Estados Unidos y en 1986 se La edad del bosque y la incidencia de ocu-
registró la primera reproducción de lobos en Mon- pación por búhos están fuertemente correla-
tana. Ésta fue celebrada por los conservacionistas cionadas. En Oregon (en la costa noroeste del Pací-
como un augurio de recuperación de las pobla- fico) más del 93% de los sitios con presencia de
ciones. Pero una recolonización natural habría tar- búhos moteados corresponde a rodales de más
dado muchos años y la reintroducción de los lobos de 100 años de edad. El tamaño mínimo de los
en los ecosistemas era urgente. Así, en 1995 el ámbitos de hogar de las parejas de búhos moteados
Departamento de Vida Silvestre de Estados Unidos oscila entre 320 a 800 ha (Doak, 1989), depredan-
liberó en las montañas de Yellowstone e Idaho 66 do selectivamente sobre mamíferos arborícolas
lobos que fueron capturados en Canadá. Pese a su (ardillas, Glaucomys sabrinus) y trepadores (ratas
importancia en las interacciones ecológicas, su rein-
troducción no ha sido bien recibida por todos los
ciudadanos, en particular por los ganaderos,
quienes temen por la vida de su ganado. El debate
público generado al respecto ha puesto en evidencia
la fragilidad de la perspectiva conservacionista
frente al poder de los grandes rancheros.
Otros depredadores, aunque más pequeños que
los grandes carnívoros, también tienen requerimien-
tos especiales para su conservación: la presencia de
hábitats específicos. El búho moteado, por ejemplo,
representa un caso emblemático para la conser-
vación de los bosques antiguos. No obstante las

Los búhos moteados se han constituido en especies


emblemáticas para la conservación de los bosques antiguos de
los cuales depende su existencia. Tanto los bosques templados
de la vertiente del Pacífico de Norteamérica, como Sudaméri-
ca están habitadas por especies de este búho. En la fotografía
un juvenil de Strix rufipes,el concón o búho moteado del
Hemisferio Sur. (Fotografía de David Martínez).

430
de bosque, Neotoma spp.). En Chile los búhos de superior a 100 años, cobertura del dosel superior a
bosque no habitan rodales con edades inferiores a 70%, árboles dominantes con diámetros superiores
los 100 años. Sus ámbitos de hogar oscilan entre a 28 cm, más de cinco tocones/ha que posean al
180 a 1 200 ha, variación que dependerá de si se menos 20 cm de diámetro, signos de decadencia
trata de bosque continuo o fragmentado. Estas aves tales como detritos leñosos en el suelo y árboles
depredan selectivamente sobre roedores y marsupiales emergentes con ramas rotas o pudrición central.
arborícolas (Irenomys tarsalis, Dromiciops gliroides) y Ambos búhos son similares respecto a sus
roedores trepadores (Olygorizomys longicaudatus). requerimientos de hábitat y también en cuanto a
La edad promedio de los árboles dominantes en que confrontan la acelerada pérdida de los bosques
rodales de crecimiento secundario es de 129 años, lluviosos templados, hecho que está reduciendo sus
mientras que en bosques de antiguo crecimiento es probabilidades de supervivencia (Martínez y Jaksic,
230 años. Un modelo general de la estructura del 1997). Junto al puma y al lobo, ilustran algunos de
hábitat utilizado por búhos de bosque, con inde- los complejos problemas para el establecimiento
pendencia del estado sucesional y de la composi- de áreas protegidas adecuadas para la conservación de
ción de especies arbóreas, incluye los siguientes ele- estas especies clave.
mentos: bosques multiestratificados, edad del rodal

La identificación de áreas de alta prioridad de conservación es el


primer paso en el desarrollo de planes de supervivencia para especies
individuales. En el Continente Americano los Programas de Patrimonio
Natural (Natural Heritage Programs) y los Centros de Datos de Conser-
vación (Conservation Data Centers) están conectando datos sobre
especies raras y en peligro de 13 países latinoamericanos, los 50 estados
de Estados Unidos y tres provincias de Canadá (Jenkins, 1996). Esta
información se está utilizando para establecer nuevas localidades-blanco
para la conservación, es decir, donde exista concentración de especies en
peligro o las últimas poblaciones de una especie en disminución. Otros
programas importantes son los de Planes de Acción de la Comisión para
la Supervivencia de Especies del IUCN. Aproximadamente 2 000 cien-
tíficos están organizados en 80 grupos especialistas para entregar evalua-
ciones y recomendaciones sobre mamíferos, aves, invertebrados, reptiles,
peces y plantas (Stuart, 1987; Species Survival Commission, 1990).

Enfoque sobre los ecosistemas y comunidades

Un grupo de conservacionistas ha argumentado que las comunidades y eco-


sistemas debieran ser el blanco principal de la conservación, por sobre las
especies individuales (Reid, 1992; Grumbine, 1994b). El gasto de un millón
de dólares en la protección de una zona de hábitat amenazado preserva más
especies en el tiempo que el gasto de la misma cantidad de dinero en un
esfuerzo intensivo para salvar sólo una especie conspicua. Los ecosistemas
benefician a la gente en términos de control de inundaciones, energía
hidroeléctrica, forraje para animales domésticos, producción de madera, caza y
pesca y recreación. La conservación del ecosistema no sólo protege especies,
sino que a menudo tiene una base económica fácilmente comprensible. 431
Aplicaciones prácticas Las áreas protegidas nuevas debieran tratar de proteger tantos sitios
representativos de la mayor cantidad de comunidades biológicas como sea
posible.
La determinación de cuáles son las áreas del mundo más adecuadas
para la conservación y cuáles necesitan urgentemente protección adicional
es crítica. Un análisis de los 14 tipos de biomas terrestres más importantes
—tipos de ecosistemas relacionados por la estructura y características de
su vegetación, cada uno de los cuales mantiene comunidades biológicas
únicas— muestra que la cantidad de área protegida y el porcentaje de área
protegida varía considerablemente (Cuadro XV.2). Considerando esta
información, probablemente la mayor prioridad para la conservación
debiera ser el incremento del área de protección de las praderas templadas
y sistemas lacustres, debido a que estas comunidades están limitadas en
superficie y sólo un pequeño porcentaje de su área está protegido.
En la actualidad un total de 124 países mantiene áreas protegidas.
Aunque se podría argumentar que todos los países debieran tener al
menos un parque nacional, los países más grandes, con biotas más ricas y
con una serie de tipos de ecosistemas debieran beneficiarse de la manten-
ción de muchas áreas protegidas.

CUADRO XV.2. Protección relativa de 14 grandes biomas terrestres.


BIOMA ÁREA NÚMERO DE ÁREA PORCENTAJE DE
TOTAL (km2) ÁREAS PROTEGIDA (km2) ÁREA
PROTEGIDAS PROTEGIDA

Bosques tropicales 10 513 210 506 538 334 5.1%


lluviosos
Bosques tropicales secos 17 312 538 799 817 551 4.7%
Praderas y sabanas 4 264 833 59 235 128 5.5%
tropicales
Subtropical 3 930 979 899 366 297 9.3%
Bosques templados 11 216 660 1 507 358 240 3.2%
deciduos
Bosques templados de 3 757 144 776 177 584 4.7%
coníferas
Praderas templadas 8 976 591 194 99 982 0.8%
Desiertos y semi- 24 279 842 300 984 007 4.1%
desiertos cálidos
Desiertos fríos 9 250 252 136 364 720 3.9%
Bosques boreales 15 682 817 429 487 227 3.1%
Tundra (praderas ártica 22 017 390 78 1 645 043 7.5%
y alpina)
Sistemas de islas 3 252 270 530 322 769 9.9%
(Hawai, Galápagos
y otros)
Sistemas de lagos 517 694 17 6 635 1.3%
(Grandes Lagos
de Norteamérica, lagos
africanos)
Sistemas montañosos 10 633 145 1277 852 494 8.0%
(Los Andes, Himalayas)

Fuente: IUCN (1994b).


432
El Plan de Acción de 1982 del IUCN en Bali reconoce la necesidad XV. Establecimiento de áreas protegidas
de conservar ecosistemas con el objeto de establecer una amplia red de
parques nacionales y áreas protegidas que cubran todas las regiones
ecológicas terrestres. Así, se están evaluando regiones de todo el mundo
para analizar el porcentaje actual de áreas bajo protección, amenaza,
importancia de conservación y necesidad de acción. Los revisores han
finalizado el estudio de la Región Indomalaya (MacKinnon y MacKinnon,
1986a; WCMC 1992), la Región Afrotropical (MacKinnon y MacKi-
nnon, 1986b) y Oceanía (Dahl, 1986). Esta información se está utilizan-
do para clasificar a los países de acuerdo con sus necesidades de conser-
vación (Dingwall et al., 1994).
Una nueva iniciativa de conservación es coordinada por la WWF, la
cual utilizó los criterios de riqueza de especies, niveles de endemismo,
peculiaridad taxonómica, procesos ecológicos o evolutivos únicos y la
rareza del tipo de hábitat para identi-
ficar 233 ecorregiones (136 terrestres,
36 de agua dulce y 61 marinas) de
primera prioridad para la conser-
vación. Estas ecorregiones son cono-
cidas como Global 200, y buscan la
protección equilibrada entre los eco-
sistemas tropicales y los otros tipos de
hábitats distribuidos en las diversas
regiones biogeográficas del planeta
(por ejemplo, mares antárticos o
bosques templados) que albergan bio-
tas únicas y diversas pero han sido
menos considerados en los esfuerzos
de conservación (Olson y Dinerstein,
1998) (Figura XV.4).
Figura XV.4. Los ecosistemas de
Análisis gap o de vacíos desierto han recibido menos aten-
ción para la conservación que los
Una manera de evaluar la efectividad de los programas de conservación bosques tropicales. Estas comu-
nidades albergan, sin embargo, una
de ecosistemas y comunidades es contrastar las prioridades de biodiversi- biota ecológica y evolutivamente
dad con las áreas protegidas existentes y propuestas (Church et al., 1996; única, y en el caso de los desiertos
Scott y Csuti, 1996; Woinarski y Price, 1996). Este contraste permite de México las especies de plantas
identificar gaps o vacíos en la preservación de la biodiversidad que necesi- alcanzan un endemismo tan alto
tan designarse como nuevas áreas protegidas. A escala internacional, el como el 62%. Por estas razones el
objetivo es proteger ejemplos representativos de todas las comunidades desierto de Chihuahua es una de
las ecorregiones incluidas en la ini-
biológicas del mundo, tal como la aproximación de Global 200. ciativa del Global 200. (Fotografía
A nivel nacional o regional, la diversidad biológica es protegida más de Arturo Silva).
eficientemente cuando los tipos de ecosistemas más importantes están
incluidos en un sistema de áreas protegidas. La Amazonía brasileña ya ha
perdido cerca del 10% de su cobertura forestal original y continúa perdi-
endo más cada año (Fearnside y Ferraz, 1995). El establecimiento de
nuevas áreas protegidas es una prioridad urgente, debido a que sólo un
433
Aplicaciones prácticas 2.7% del Amazonas (13 millones de ha) está actualmente incluido en
reservas, y los planes futuros son aumentarlas a sólo un 3.3%. Un análisis
gap del Amazonas revela que 10 de los 38 tipos únicos de vegetación de
la región no están representados en las áreas protegidas. El primer objeti-
vo debiera ser la creación de un sistema de reservas que proteja muestras
de cada tipo de vegetación en cada uno de los estados brasileños. De las
111 zonas vegetacionales del Amazonas brasileño, sólo 37% están actual-
mente protegidas. Esta necesidad es particularmente evidente en el esta-
do de Maranhao, donde ya se ha perdido el 60% del bosque y sólo está
protegido un tipo de vegetación. Se ha propuesto crear una serie de
reservas lo suficientemente grandes como para proteger ejemplos de cada
tipo vegetacional y mantener poblaciones viables de virtualmente todas
las especies.
Los estudios de especies migratorias son especialmente relevantes
para detectar deficiencias en los sistemas de áreas protegidas (Recuadro
XV.3). Los movimientos y distribución de las especies, los patrones
geográficos de los tipos de vegetación, clima, suelos, topografía, geología
e hidrología pueden ser analizados integralmente a través de los sistemas
de información geográfica (SIG), que proveen una herramienta tec-
nológica reciente para el análisis gap (Figura XV.5; Sample, 1994;
Wright et al., 1994). El análisis SIG facilita la detección de áreas críticas
que debieran ser incluidas dentro del sistema de parques nacionales. Las
fotografías aéreas e imágenes satelitales son fuentes de datos básicas para
el análisis SIG. En particular, una serie de imágenes en el tiempo puede
revelar patrones de fragmentación y destrucción del hábitat que

Figura xv.5. Los sistemas de infor-


mación geográfica (SIG) ofrecen un
método para integrar un amplio
espectro de datos para su análisis y
presentación en mapas de fácil
comprensión. Por ejemplo, la
superposición de los mapas de dis-
tribución de tipos de vegetación, de
tres especies de animales ame-
nazadas y de las áreas protegidas
permite identificar aquellos sitios
que requieren ser protegidos. La
especie A se encuentra bastante
protegida en una reserva, la especie
B está protegida en un pequeño
sector de la otra reserva y la especie
C se encuentra completamente
fuera de las áreas protegidas.
(Según Scott et al., 1991).

434
requieren atención urgente e ilustran políticas gubernamentales que no XV. Establecimiento de áreas protegidas
funcionan en el terreno y deben modificarse; también detectan correla-
ciones entre los elementos abióticos y bióticos del paisaje y ayudan a la
planificación de parques a que incluyan diversidad de los ecosistemas,
sugiriendo sitios de búsqueda de especies raras.

Recuadro XV.3. Migraciones altitudinales e interconexión


de hábitats en bosques tropicales
George V. N. Powell
Robin Bjork

Muchos de los animales tropicales migran altitudi- altitud) —en la mayoría de los casos en dos migra-
nalmente; sin embargo, los detalles de estas migra- ciones separadas— hacia dos localidades de hábitats
ciones son poco conocidos (Loiselle y Blake, 1991; de bosque de menor altitud en las pendientes del
Stiles, 1985). Las migraciones estacionales son muy Pacífico y del Atlántico de las montañas Tilarán.
importantes ecológicamente, puesto que generan Primero se movieron hacia abajo de la pendiente
interrelaciones entre las diversas comunidades de del Pacífico entre 1 000 y 1 400 m, donde per-
los ecosistemas montanos neotropicales. Así, la manecieron durante tres o cuatro meses en frag-
movilidad estacional debe constituir una consideración mentos de bosque sin protección. Luego retro-
fundamental para la conservación de los paisajes. El cedieron a través de su área reproductiva hacia las
quetzal, Pharomachris mocinno, es una de las localidades en la pendiente del Atlántico (entre 500
grandes aves frugívoras que realiza migraciones alti- y 1 000 m), donde permanecieron durante dos o
tudinales. Considerando los movimientos esta- tres meses. Posteriormente volvieron a su área de
cionales del quetzal, hemos evaluado el diseño de nidificación para una nueva temporada de repro-
una red de áreas protegidas de Costa Rica respecto a ducción.
su capacidad para proteger a los migrantes esta- Existen 11 zonas de vida (incluyendo los tres
cionales (Wheelwright, 1983). cinturones de transición) en Costa Rica sobre los
Para identificar los hábitats forestales necesarios 500 m, que constituye el límite de la distribución
para la supervivencia del quetzal, se rastrearon aves del quetzal (Holdridge, 1967). La población del
con radiotelemetría para determinar su ciclo anual quetzal se reproduce fundamentalmente en la zona
en las montañas Tilarán de Costa Rica. Se insta- vital del bosque lluvioso montano bajo. Esta zona
laron radiotrasmisores a los quetzales dentro de sus vital está bien representada en la Reserva de Mon-
áreas reproductivas en la Reserva de Bosque de teverde (57 km2) y en otras zonas de Costa Rica
Neblina de Monteverde y se monitorearon sus (1 578 km2, 46% del total de Costa Rica).
movimientos diariamente. Las localizaciones se La zona vital del bosque lluvioso premontano
graficaron sobre un mapa, registrando también su en la pendiente del Atlántico, ocupada por los quet-
comportamiento y fuentes de alimentación. zales durante la segunda parte de su migración
Se marcaron y monitorearon 26 individuos anual, también está representada en la Reserva
(incluyendo ocho recapturas) durante un período Monteverde (173 km2) y en Costa Rica (1 038
de tres años. Las aves marcadas migraron cada año km2, 23%). En contraste, las zonas de vida uti-
desde sus áreas de nidificación (sobre 1 500 m de lizadas por los quetzales en la pendiente del Pacífico 435
durante su primera migración —el bosque mon- vación de bosque con los propietarios de las tierras.
tano húmedo bajo y el bosque húmedo premon- Debido a que los hábitats de la pendiente del
tano— están muy pobremente representadas en la Pacífico están dedicados a la agricultura intensiva,
Reserva Monteverde (9 km2) y a través de Costa proponemos que la opción más viable para proteger
Rica (92 km2, 5%). suficiente hábitat dentro de estas zonas de vida es el
Los datos colectados sobre el uso de hábitat en estable- cimiento de una red de corredores
este estudio demostraron interconexiones biológicas alrededor de los fragmentos remanentes de bosque.
entre varios de los hábitats más importantes de Estos fragmentos podría proveer áreas críticas de ali-
Mesoamérica. La actual falta de protección de los mentación. Al mismo tiempo, la integración de los
hábitats de la pendiente del Pacífico provoca que fragmentos en una matriz de corredores facilitará la
los quetzales y otros migrantes altitudinales se participación de los propietarios en actividades que
reduzcan en número y eventualmente se extingan a promuevan la cooperación a través de sus tierras,
medida que los hábitats naturales remanentes de la debido a que, más que acciones aisladas de conser-
pendiente del Pacífico sean eliminados. Deben ha- vación, es imprescindible realizar un esfuerzo de
cerse esfuerzos para expandir la protección a estos grupo para expandir el hábitat existente para la con-
hábitats, a través de su inclusión en áreas protegidas servación de estas especies.
o mediante programas cooperativos de conser-

Distribución del quetzal durante su migración desde el área


reproductiva en la ladera occidental (triángulos) y, cerca de
tres meses más tarde, hacia la ladera oriental (círculos) de las
montañas Tilarán de Costa Rica.

436
Representatividad (km2) de las zonas de vida montanas
(>500 m.s.n.m.) en la Reserva Monteverde y en las zonas protegidas de Costa Rica.

Área Total en Área Protegida


Zona de Vida Costa Rica Montañas Tilarán Total en Costa Rica
(%)
Montano bajo superhúmedo 3.399 57 1.578 46
Montano bajo perhúmedo 1.109 3 41 4
Montano bajo perhúmedo de 14 0 0 0
transición a húmedo
Montano bajo húmedo 106 0 0 0
Premontano superhúmedo 4.493 173 1.038 23
Premontano perhúmedo 4.05 6 51 1
Premontano perhúmedo de 662 4 13 2
transición a superhúmedo

Aproximaciones internacionales

Para ayudar a establecer prioridades de conservación, el IUCN, el World


Conservation Monitoring Centre, Birdlife International y otros organismos
han intentado identificar áreas clave para la preservación: con gran diver-
sidad biológica, altos niveles de endemismo y que están bajo la amenaza
inmediata de extinción de especies y destrucción del hábitat (Figura
XV.6; Cuadro XV.3). Utilizando estos criterios para las especies de plan-
tas leñosas de los bosques tropicales lluviosos, Myers (1988a) identificó
doce regiones clave, que en conjunto incluyen el 14% de las especies de
plantas del mundo en sólo el 0.2% de la superficie total de la Tierra. Este
análisis se extendió más tarde para incluir ocho hábitats no forestales,
cuatro en los trópicos y cuatro en climas de tipo mediterráneo. Un área
notable es el sur de África, incluyendo Sudáfrica, con 23 200 especies de
plantas, 80% de las cuales son endémicas de la región.

Otra aproximación valiosa ha sido identificar doce países con megadiver-


sidad, que en conjunto contienen entre el 60 y el 70% de la diversidad
biológica del mundo: México, Colombia, Brasil, Perú, Ecuador, Repúbli-
ca Democrática del Congo, Madagascar, Indonesia, Malasia, India, China
y Australia (Cuadro XV.4). Los esfuerzos de conservación en estos países
son prioritarios (Mittermeier, 1988; Mittermeier y Werner, 1990).
Las prioridades internacionales y las regiones clave globales se sobre-
ponen considerablemente. Existe acuerdo general sobre la necesidad de
incrementar los esfuerzos de conservación y establecimiento de áreas
protegidas adicionales en las siguientes regiones:

América Latina: Los bosques costeros de Ecuador; los bosques tropicales


secos de Centroamérica, Venezuela y Colombia; los bosques nublados; el
bosque costero atlántico de Brasil y el bosque samófilo del extremo sur
de Brasil y Uruguay.
437
Aplicaciones prácticas

Figura XV.6. (A) Quince puntos críticos (hotspots)de bosque


tropical lluvioso con alto endemismo y amenazados con extin-
ción inminente. Los números sobre Latinoamérica corresponden
al porcentaje de área protegida. Las áreas dentro de los círculos
corresponden a puntos críticos de islas: el Caribe, Madagascar y
las islas del océano Índico y las regiones del Archipiélago Mayo y
Wallacea. La región Polinesia/Micronesia abarca un gran
número de islas oceánicas, incluyendo el Archipiélago de Hawai,
Fiji, Samoa, la Polinesia Francesa y las Marianas. Las letras indi-
can los tres únicos remanentes de bosque tropical lluvioso sin
ocupación humana. S = Sudamérica, C = la Cuenca del Congo y
N = Nueva Guinea. (B) Diez puntos críticos en otros ecosis-
temas. El área dentro del círculo corresponde a la cuenca del
Mediterráneo. (Según Mittermeier et al., 1999).
438
CUADRO XV.3. Número de especies endémicas en algunas áreas críticas (hot spots).

REGIÓN ÁREA PLANTAS MAMÍFEROS REPTILES ANFIBIOS


(km2) VASCULARES

Amazonía occidental 100 000 5 000 - - ca. 70


Bosque atlántico brasileño 1 000 000 5 000 40 92 168

Oeste de Ecuador 27 000 2 500 9 - -


Cocó colombiano 100 000 2 500 8 137 111
Filipinas 250 000 3 700 98 120 41
Norte de Borneo 190 000 3 500 42 69 47
Malasia peninsular 120 000 2 400 4 25 7
Suroeste de Australia 113 000 2 830 10 25 22
Oeste de la India 50 000 1 600 7 91 84
Madagascar 62 000 4 900 86 234 142
Región del Cabo 134 000 6 000 16 43 23
(Sudáfrica)
Zona mediterránea 324 000 2 140 15 25 7
de California
Chile Central 140 000 1 450 - - -
Nueva Caledonia 15 000 1 400 2 21 0
Himalayas Orientales 340 000 3 500 - 20 25

Fuente: Myers, 1988a; World Conservation and Monitoring Centre, 1992.


Nota: El área original del bosque lluvioso considera sólo las regiones tropicales.

CUADRO XV.4. Países con la mayor cantidad de especies en los seis grupos
de organismos mejor conocidos.

Número Mamíferos Aves Anfibios Reptiles Mariposas Angiospermasa

1 Indonesia Colombia Brasil México Indonesia Brasil


515 1 721 516 717 121 55 000
2 México Perú Colombia Australia China Colombia
449 1 701 407 686 99-104 45 000
3 Brasil Brasil Ecuador Indonesia India China
428 1 622 358 ca. 600 77 27 000
4 Zaire Indonesia México Brasil Brasil México
409 1 519 282 467 74 25 000
5 China Ecuador Indonesia India Myanmar Australia
394 1 447 270 453 68 23 000
6 Perú Venezuela China Colombia Ecuador Sudáfrica
361 1 275 265 383 64 21 000
7 Colombia Bolivia Perú Ecuador Colombia Indonesia
359 ca. 1 250 251 345 59 20 000
8 India India Zaire Perú Perú Venezuela
350 1 200 216 297 58 20 000
9 Uganda Malasia Estados Unidos Malasia Malasia Perú
311 311 205 294 55 20 000
10 Tanzania China Venezuela/ Tailandia/Papúa/ México Ex-U.S.S.R.
Australia Nueva Guinea
310 1 195 197 282 52 20.000

Fuente: Conservation International. Los datos para mariposas son de Collins y Morris (1985)
y para las angiospermas son de Davis et al., (1986).
aLos números de especies de plantas corresponden a estimaciones.

439
Aplicaciones prácticas Africa: Los bosques montanos de Tanzania y Kenia, los grandes lagos y
la isla de Madagascar.

Asia: El sudoeste de Sri Lanka, los Himalayas del este, Indochina


(Myanmar, Tailandia, Camboya, Laos, Vietnam y el sudeste de China) y
Filipinas.

Oceanía: Nueva Caledonia.

Las prioridades adicionales de conservación incluyen el este y el sur


de la Amazonía brasileña, las tierras altas de la Amazonía occidental,
Colombia, Camerún, el oeste de África ecuatorial, la zona de Sudán,
Borneo, Sulawesi, Malasia peninsular, Bangladesh/Bután, el este de
Nepal y Hawai. La aproximación de las regiones clave se ha refinando y
expandido en la iniciativa del Global 200 (Olson y Dinerstein, 1998).

Áreas silvestres

Existen áreas extensas que han sido menos afectadas por la actividad
humana, tienen baja densidad poblacional y es poco probable que sean
desarrolladas en el futuro cercano. Éstos podrían ser los únicos lugares
sobre la Tierra donde los grandes mamíferos podrán sobrevivir en la natu-
raleza. Estas áreas silvestres pueden mantenerse como controles para
estudiar las comunidades naturales con mínima influencia humana. En
el trópico se han identificado tres extensas áreas silvestres que se consideran
como prioritarias para la conservación (Figura XV.6) (Conservation
International, 1990; Bryant et al., 1997):

Sudamérica. El semicírculo de bosques lluviosos, sabana y montañas con


escasa población a través del sur de Guyana, sur de Venezuela y las zonas
amazónicas del norte y oeste de Brasil, Colombia, Ecuador, Perú y
Bolivia.

África. Una extensa área de África ecuatorial centrada en Zaire tiene baja
densidad poblacional y hábitat no perturbado, e incluye grandes sectores
de Gabón, República del Congo y Zaire. La guerra y la carencia de con-
trol gubernamental previene la efectividad de las actividades de conser-
vación en partes de la región.

Asia. La Isla de Nueva Guinea posee la mayor área de bosque no perturbado


en la región asiática del Pacífico, a pesar de los impactos de la tala, la minería
y de los programas de transmigración. La mitad este de la isla es la nación
independiente de Papúa Nueva Guinea, con 3.9 millones de personas en
462 840 km2. La mitad oeste de la isla, Irian Jaya, es un estado de Indonesia,
y tiene sólo 1.4 millones de habitantes en 345 670 km2. Existen también
grandes sectores de bosque en la isla de Borneo, pero la tala, la agricultura y
la población humana en expansión, junto con una red de transporte en
440 desarrollo, están reduciendo rápidamente el área de bosque no perturbado.
Centros de diversidad XV. Establecimiento de áreas protegidas

Algunos organismos se usan como indicadores de diversidad biológica


cuando no existe disponibilidad de datos específicos acerca de una
comunidad completa. Por ejemplo, la diversidad de aves puede utilizarse
como un buen indicador de la diversidad de una comunidad. Aunque
algunas veces los diversos grupos de organismos no coinciden en sus
patrones geográficos de diversidad, se han identificado áreas de Colom-
bia y Ecuador con las mayores concentraciones de especies de aves y se
ha propuesto la protección de estos sitios (Terborgh y Winter, 1983). El
análisis de las bases de datos existentes en Estados Unidos reveló que la
protección de sitios con plantas en peligro también protegería muchas
especies de animales en peligro en una pequeña porción del área total del
país (Dobson et al., 1997a).
Esta aproximación se está expandiendo en forma sistemática. El
IUCN está identificando y documentando cerca de 250 centros globales
de diversidad vegetal con grandes concentraciones de especies
(WWF/IUCN, 1997). Bird Life International (anteriormente llamado
The International Council for Bird Protection ICBP) está identificando
localidades con concentraciones de aves con rangos restringidos, llama-
dos Endemic Bird Areas (EBAS) (Stattersfield et al., 1998). A la fecha se
Figura XV.7. Dos proyectos inter-
han identificado 218 localidades que contienen 2 451 especies de aves de
nacionales, uno basado en las áreas
distribución restringida (Figura XV.7). Muchos de estos sitios son islas de endemismo de aves (EBA) y otro
en zonas montañosas aisladas que también tienen numerosas especies basado la diversidad de especies de
endémicas de lagartijas, mariposas y plantas, y así son prioritarias para la plantas leñosas (CPD), han identifi-
conservación. Los análisis posteriores han hecho evidente que muchos cado sitios prioritarios para la con-
de los EBAS no contienen áreas protegidas y requieren medidas urgentes servación. Nótese que existe una
considerable superposición entre los
de conservación.
sitios identificados para las aves y
Una aproximación novedosa usa los detallados registros de los censos las plantas, con una concentración
británicos de aves para identificar sitios potenciales para nuevas reservas en las regiones tropicales y en islas.
naturales (Williams et al., 1996). Utilizando 170 098 registros docu- (Según Stattersfield et al., 1998).

441
Aplicaciones prácticas mentados sobre la reproducción de 218 especies dentro de 2 827 parce-
las de 10 x 10 km que cubren toda Gran Bretaña, se analizaron tres posi-
bles sistemas de reservas, considerando su capacidad para proteger sitios
reproductivos de las aves, incluyendo sólo el 5% de las celdas. Estos tres
sistemas se crearon para proteger: (1) áreas que contienen la mayoría de
las especies, (2) especies raras (con distribución geográfica restringida) y
(3) una serie de áreas complementarias seleccionadas por la mayor combi-
nación de número de especies. Los resultados del análisis muestran que,
aunque la selección de áreas clave para las especies incluye un mayor
número de especies de aves por celda, se pierde el 11% de las especies de
aves raras. En contraste, seleccionando las áreas complementarias se logra
la protección de todas las especies de aves y se obtiene, probablemente, la
estrategia más efectiva de conservación. Las áreas complementarias
pueden seleccionarse de acuerdo con especies adicionales o hábitats
representativos que no están protegidos. La ventaja de este enfoque es
que cada área protegida adicional se agrega al conjunto de la diversidad
biológica protegida.

Establecimiento de áreas protegidas con información limitada

En muchos países las bases de datos necesarias para la identificación de


centros de diversidad todavía no están organizadas. Los grupos de biólo-
gos pueden reunir el conocimiento colectivo identificando localidades
que debieran protegerse (Hawksworth et al., 1997). También pueden
reunirse en talleres para discutir y proponer los sitios prioritarios para la
conservación, los cuales se pueden presentar luego en la forma de libros
rojos (véase, por ejemplo, el Libro Rojo de los Sitios Prioritarios de
Chile, Muñoz et al., 1996).
Para las áreas escasamente conocidas será necesario enviar grupos de
biólogos para realizar inventarios de especies. Cuando las decisiones
de los límites de un parque tienen que ser tomadas rápidamente, los
biólogos están siendo entrenados para realizar “evaluaciones rápidas de
biodiversidad”, lo cual involucra hacer listas de especies, comprobar la
presencia de especies de preocupación especial, estimar el número total
de especies y buscar nuevas especies y características de interés especial
(Oliver y Beattie, 1993). En general, las nuevas áreas protegidas debieran
abarcar comunidades biológicas ricas en especies endémicas poco repre-
sentadas en otras áreas protegidas, que contengan especies amenazadas y
que posean recursos de uso potencial para la gente, tales como aquellas
de uso potencial agrícola o medicinal.

Prioridades nacionales

La comunidad internacional de conservación puede ayudar a establecer


pautas y a encontrar oportunidades para proteger la diversidad biológica,
pero finalmente son los gobiernos nacionales y locales quienes deben
442
determinar sus propias prioridades. Muchos países están en proceso o XV. Establecimiento de áreas protegidas
han preparado recientemente planes de acción ambiental nacional, planes
de acción de biodiversidad o planes de acción de bosques tropicales.
El gobierno de Indonesia ha considerado recientemente la necesidad
de balancear la protección del 15 al 20% de las especies del mundo con-
tra los requerimientos de su población creciente de 185 millones per-
sonas. El Plan de Acción de Biodiversidad de Indonesia propone la
expansión de su sistema de parques para incluir el 10% del área del país,
con el fin de proteger a todas las especies silvestres. Las prioridades adi-
cionales incluyen el fortalecimiento del manejo de parques, apoyo a las
comunidades locales para la conservación de los parques, asegurar el
financiamiento estable para los parques y desarrollar infraestructura para
un nuevo zoológico y jardín botánico. Como corresponde a una nación
que tiene 17 000 islas, se incluyen planes que aumentan en gran medida
la protección de las aguas marinas y costeras, particularmente los
manglares.
Una vez establecidas las prioridades de conservación, los recursos y el
personal pueden ser dirigidos efectivamente hacia los problemas mundiales
más críticos. La priorización debiera reducir la tendencia de las agencias
financieras, de científicos tropicales y de agencias de desarrollo a agrupar
los proyectos de alto perfil en unos pocos países accesibles y política-
mente estables. La decisión de la Fundación MacArthur (una de las más
grandes fuentes privadas de fondos para las actividades de conservación)
de concentrarse en diferentes áreas del mundo por varios años a la vez,
(método del foco o spotlight móvil) es un contrapunto valioso a la ten-
dencia de concentrar todos los recursos en unos pocos lugares bien cono-
cidos, tales como Costa Rica, Kenia y Brasil. Los biólogos de la conser-
vación pueden tener un papel valioso si utilizan su experiencia de campo
para identificar y recomendar áreas adecuadas para la preservación.
Además, para asegurar que las áreas protegidas cumplan realmente sus
objetivos y no constituyan sólo “parques de papel” que se destruyen o
degradan rápidamente, es necesario considerar el diseño y el manejo de
las áreas protegidas.

Resumen

1. La protección del hábitat es el método más efectivo para la preser-


vación de la diversidad biológica. Los terrenos puede ser adquiridos por
organizaciones gubernamentales, privadas o por ciudadanos particulares.
El grado del impacto humano sobre los hábitats protegidos varía
enormemente, y existe un compromiso entre la protección de la diversi-
dad biológica y la satisfacción de las necesidades humanas. Las áreas pro-
tegidas incluyen reservas naturales, parques nacionales, santuarios de
vida silvestre, monumentos nacionales y paisajes terrestres y marinos
protegidos. Una considerable diversidad biológica puede existir en áreas
no protegidas con manejo de uso múltiple.
443
Aplicaciones prácticas 2. Alrededor del 6% de la superficie terrestre está incluida en unas 8 600
áreas protegidas, pero los porcentajes de área protegida varían enorme-
mente entre los países (Costa Rica tiene un 27%, mientras que las áreas
protegidas de El Salvador constituyen sólo el 0.24% de su territorio). A
nivel mundial, el área protegida probablemente no podrá exceder el
10%, debido a las necesidades de la sociedad humana por el uso de
recursos naturales. Sin embargo, en numerosos países, el 10 o 20% de la
tierra está manejada para la producción de recursos de uso múltiple.

3. Las áreas protegidas bien seleccionadas pueden proteger inicialmente


un gran número de especies. Sin embargo, el futuro de muchas de estas
especies es dudoso debido a los tamaños poblacionales pequeños y a la
incapacidad de las áreas protegidas para satisfacer todos los requerimien-
tos de las especies. La conducta migratoria de muchas especies las expone
a las amenazas del ambiente externo al área protegida. Para preservar
efectivamente la diversidad biológica, las áreas protegidas deben ser
grandes, integrarse en sistemas de reservas, estar bien manejadas e incluir
muestras de todas las comunidades biológicas.

4. Las agencias del gobierno y organizaciones de conservación nacionales


e internacionales están definiendo prioridades para el establecimiento de
nuevas áreas protegidas basados en los criterios de riqueza de especies,
niveles de endemismo, peculiaridad taxonómica, procesos ecológicos o
evolutivos únicos y rareza. El programa Global 200 es una nueva iniciati-
va de conservación a nivel internacional que ya ha identificado 233 eco-
rregiones prioritarias (136 terrestres, 36 de agua dulce y 61 marinas).

Para discutir

1. Consiga un mapa de su región o país que muestre las áreas protegidas


(tales como reservas naturales y parques) y áreas manejadas de uso múlti-
ple. ¿Quién es responsable del manejo de cada parcela de tierra y cuál es
su propósito en el manejo? Considere hábitats acuáticos en esta región
(lagunas, pantanos, humedales, arroyos, ríos, lagos, estuarios, etc.).
¿Quién es responsable por el manejo de estos ambientes y cómo balancea
la necesidad de protección de la diversidad biológica con las necesidades
de la sociedad por recursos naturales? Si usted pudiera agregar áreas pro-
tegidas a esta región ¿dónde las ubicaría y por qué? Señale su localización
exacta, tamaño y forma, justificando su elección.

2. Imagine que una única población de una especie de flamenco rara y


en disminución vive a lo largo de la playa de un lago aislado. Este lago
tiene numerosas especies únicas de algas, peces, crustáceos e insectos. El
lago y su playa son propiedad de una compañía maderera que está plani-
ficando construir una industria de celulosa en la playa donde anidan los
flamencos. Esta planta de celulosa contaminará seriamente el lago y
destruirá el alimento de los flamencos. Usted ha recibido una donación
444
de un millón de dólares para proteger a los flamencos. Un programa de XV. Establecimiento de áreas protegidas
conservación efectivo de los flamencos involucra reproducción en cau-
tiverio, liberación de individuos en la población, mejoramiento de hábi-
tat y estudios de historia natural con un costo total de 750 000 dólares.
Otra alternativa es comprar esta área que la compañía está dispuesta a
vender por un millón. ¿Es mejor comprar la tierra y no dedicar los recur-
sos específicamente a la recuperación del flamenco, o sería mejor cuidar a
los flamencos y permitir que el lago sea destruido? ¿Puede sugerir otras
alternativas o posibilidades?

Lecturas sugeridas

Dingwall, P., J. Harrison y J. A. McNeely, comps., (1994), Protecting


Nature: Regional Reviews of Protected Areas, IUCN, Gland, Suiza. Un
informe autorizado sobre el estado actual de las áreas protegidas en el
mundo.
International Union for the Conservation of Nature, (1994b), Guidelines
for Protected Area Management Categories, IUCN, Gland, Suiza.
Descripción de los tipos de áreas protegidas.
Myers, N. (1991a), “The biodiversity challenge: Expanded “hot spots”
analysis”, Environmentalist 10:243-256. Presentación condensada de
los centros de biodiversidad.
Oliver, I., y A. J. Beattie (1993), “A possible method for the rapid assess-
ment of biodiversity”, Conservation Biology 7:562-568. Métodos
para estimaciones rápidas y gruesas de la biodiversidad en terreno.
Olson, D. M., y E. Dinerstein (1998), “The Global 200: A representa-
tion approach to conserving the Earth’s most biologically valuable
ecoregions”, Conservation Biology 12:502-515.
Stattersfield, A. J., M. J. Crosby, A. J. Long y D. C. Wege (1998),
Endemic Bird Areas of the World: Priorities for Biodiversity Conserva-
tion, Birdlife International, Cambridge, Gran Bretaña. Sitios priori-
tarios para la conservación de las aves.
World Resources Institute, (1994), World Resources 1994-95, Oxford
University Press, Nueva York. Un resumen de las áreas protegidas del
mundo, con análisis estadísticos e información adicional.

445
XVIII. Conservación fuera
de las áreas protegidas
Richard Primack
Ricardo Rozzi
Peter Feinsinger
Francisca Massardo

E
s imprescindible complementar los esfuerzos de conservación
que se llevan a cabo dentro de las áreas protegidas con iniciati-
vas de conservación fuera de ellas (Gradwohl y Greenberg,
1988; Western y Pearl, 1989). Como señalara Western (1989):
“si no podemos salvar las áreas naturales fuera de las áreas protegidas, no
será mucho lo que sobrevivirá dentro de ellas”. Más del 90% del planeta
permanece y permanecerá fuera de las áreas protegidas; por lo tanto,
numerosas especies raras quedarán inevitablemente fuera de las zonas
bajo protección. Al mismo tiempo, la mayoría de estas tierras sin protec-
ción no son intensivamente usadas por los humanos, y conservan en
algún grado su biota original. Por último, una confianza desmedida en el
papel de los parques y reservas para la protección de la biodiversidad
puede llevar a una contraproducente “mentalidad de asedio” que consi-
dera que “como dentro de los parques las especies están bien protegidas,
entonces las especies fuera de ellos pueden ser rápidamente explotadas”.
Como unidades legalmente establecidas para manejo de tierras, los par-
ques nacionales tienen límites (McNeely, 1989). Pero la naturaleza no
conoce límites, y los avances recientes de la biología de la conservación
están demostrando que los parques nacionales son por lo general demasi-
ado pequeños para conservar efectivamente los grandes mamíferos o
árboles que se intentan preservar.
La estrategia de establecer nuevos parques nacionales de gran tamaño
para proteger la diversidad biológica y reservas de la biósfera para prote-
ger a las sociedades tradicionales ha sido retóricamente adoptada por
países como Brasil y Malasia, en respuesta a las críticas internacionales
sobre sus intensas políticas de desarrollo. Sin embargo, si se degradan las
áreas que circundan los parques, la diversidad biológica dentro de las
áreas protegidas disminuirá debido a que muchas especies migran a
través de los límites del parque para acceder a los recursos que éste no
puede proveer, al menos en algunas épocas del año.
En general, mientras más pequeña sea un área protegida, mayor será
su dependencia de los terrenos aledaños para la persistencia de la diversi-
503
Aplicaciones prácticas dad biológica en el largo plazo. Además, el número de individuos de una
especie dentro de los límites del parque puede ser menor que el tamaño
poblacional mínimo requerido para su viabilidad. Por ejemplo, la pan-
tera de Florida (Felis concolor coryi) es una subespecie del puma que habi-
ta exclusivamente en el sur de Florida, donde actualmente sobreviven
menos de 50 individuos (Maehr, 1990). Esta pantera en peligro de extin-
ción fue adoptada como animal emblemático del estado de Florida en
1982 y desde entonces ha recibido atención por parte del gobierno y de
los investigadores. La mitad del ámbito de distribución geográfico actual
de la pantera está en tierras privadas, y todos los animales rastreados con
radiotelemetría pasan al menos una temporada en tales terrenos, que
poseen los mejores suelos y un mayor número y abundancia de especies
de presa (Figura XVIII.1). En consecuencia, éstos son los terrenos
preferidos por las panteras. La adquisición de las 400 000 ha de terreno
privado ocupado por esta especie es financiera y políticamente muy difí-
cil. Tampoco parece posible evitar los proyectos de desarrollo en estos
sectores. En este escenario se ha propuesto que lo mejor para conservar a
la pantera es educar a los propietarios acerca de su valor ecológico y
estético, como también de su derecho a seguir existiendo. A la vez, se ha
considerado financiamiento para aquellos que adopten prácticas de
manejo de hábitat que permitirían la supervivencia de la pantera, tales
como minimizar la fragmentación del hábitat y mantener bosques pan-
tanosos (Maehr y Cox, 1995).

Valor del hábitat conservado fuera de las áreas protegidas

Las estrategias que consideran la educación de los propietarios privados


respecto de la necesidad de proteger especies y comunidades biológicas

Figura XVIII.1. La pantera de


Florida (Felis concolor coryi)se
encuentra en terrenos públicos y
privados de la región sur de Florida.
La línea punteada encierra las áreas
donde la pantera pasa algún tiem-
po, de acuerdo a los datos de
radiotelemetría. Los puntos negros
representan registros de panteras
sin seguimiento. La sombra repre-
senta el terreno fiscal. (Según
Maehr, 1990).

504
raras son la clave para la supervivencia de muchas especies en el largo XVIII. Conservación fuera
plazo. Las actividades de educación para la conservación abarcan una de las áreas protegidas
amplia gama de edades, grupos sociales y aproximaciones. Por ejemplo,
la iniciativa de Árboles para la Vida realiza siembras de especies arbóreas
nativas con niñas y niños, quienes podrán tener la experiencia de ver cre-
cer estos árboles durante sus vidas (Rovira, 1998). En el otro extremo
generacional, se imparten talleres para personas de la “tercera edad”
quienes pueden transmitir sus conocimientos a los más jóvenes. Una
experiencia que ha sido muy fértil en va- rios países de Sudamérica es la
“indagación ecológica en el patio de la escuela” (Recuadro XVIII.1).
Esa innovadora y sencilla aproximación ha sido incorporada por el Min-
isterio de Educación de Chile en los talleres para profesores que exploran
una educación más conectada con los entornos cotidianos, ecológicos y
sociales, dentro del programa Mejoramiento de la Equidad y Calidad de
la Educación (véase Rozzi et al., 1997b). Otros programas de gobierno
de numerosos países informan a los constructores de caminos y viviendas
acerca de la ubicación de especies raras o amenazadas y los asesoran para
modificar sus planes, evitando el daño a esos sitios.
En las regiones desérticas las especies corren menos riesgos que otras
comunidades no protegidas, porque se consi- deran marginales para el
uso y la habitación humanas. Del mismo modo, las áreas montañosas
son por lo general demasiado escarpadas e inaccesibles para el desarrollo,
pero son frecuentemente manejadas por los gobiernos como cursos de
agua valiosos que producen un suministro de agua estable y previenen las
inundaciones. Estas áreas son también importantes refugios de las comu-
nidades naturales. No obstante, en la actualidad las presiones demográfi-
cas conducen a poblar todos los rincones del planeta, incluso las regiones
de montaña. En los Andes del sur de Colombia, por ejemplo, una región
de exuberante biodiversidad a casi 3 000 m de altitud comenzó a sufrir
desastrosos efectos derivados de su poblamiento a mediados del siglo
XX. Sin embargo, recientemente la naturaleza del impacto humano
adquirió una dimensión positiva a través de una iniciativa campesina
basada en actividades productivas sustentables, educación y mejoramien-
to del hogar (Recuadro XVIII.2).
No sólo en áreas remotas, sino también en sectores urbanos puede
favorecerse la vida silvestre mediante acciones tales como el cultivo de
plantas en los balcones de edificios centrales, mantenimiento de jardines
en el patio de las casas y el cuidado de parques urbanos (Rapoport,
1993). Los programas de conservación deberían poner mayor énfasis en
la ecología urbana, puesto que más del 70% de la población latinoamer-
icana vive en ciudades (Figura XVIII.2) —porcentaje que ha aumenta-
do rápidamente en las últimas décadas, desde un 57% en 1970, al 65%
en 1980 y al 73% en 1995 (CEPAL, 1999)—. Además, los programas y
espacios para la educación ecológica en centros urbanos son cruciales
porque aumentan la conciencia del impacto de los niveles de consumo,
la producción de basura y otras acciones de la ciudadanía sobre el ambi-
ente. Por otra parte, es en los bancos, la bolsa de comercio, las empresas
públicas y privadas ubicadas en los centros urbanos, donde se toman las 505
Aplicaciones prácticas

decisiones que afectan el destino de los ecosistemas y la vida silvestre en


áreas remotas. En una ciudad del sur de Chile se inició un proyecto de
conservación de una laguna urbana que sobresale por los múltiples nive-
les de participación ciudadana, la integración de la ecología terrestre y
Figura XVIII.2. Proporción de la acuática, la diversidad biológica y cultural y por la valoración múltiple
población urbana y rural en Lati- del parque como lugar de educación, recreación y conservación
noamérica. (Datos tomados de la (Recuadro XVIII.3).
CEPAL, 1999). Las especies nativas pueden continuar viviendo en áreas que, aunque
sujetas a actividades productivas, mantienen las estructuras y funciones
básicas de sus ecosistemas. Por ejemplo, los bosques talados selectiva-
mente en ciclos largos, o cultivados con técnicas tradicionales por comu-
nidades agrícolas, suelen contener un porcentaje considerable de la biota
original (Poore y Sayer, 1991; Thiollay, 1992). La mayoría de las especies
de aves de los bosques tropicales lluviosos de Malasia habita en bosques
que fueron talados selectivamente hace 25 años, y que se encuentran en
la cercanía de otros bosques no perturbados que actúan como fuente de
colonización (Johns, 1996). En Latinoamérica, un caso ejemplar co- rre-
sponde a los sistemas agroforestales tradicionales de los mayas y otras cul-
506 turas de la región tropical (véase el Recuadro XX.2). Por ejemplo, las
plantaciones tradicionales de café (café sombreado) han permitido el XVIII. Conservación fuera
mantenimiento de una alta diversidad faunística de invertebrados y ver- de las áreas protegidas
tebrados debido a que la planta de café crece bajo el dosel de una amplia
variedad de árboles de sombra de casi 40 especies por granja (Perfecto et
al., 1996). En el sur y centro de México los cafetales cubren más de 850
000 ha correspondientes a unos 200 000 productores, quienes practican
unas cinco formas de cultivo: dos tradicionales, donde el café se produce
bajo la sombra de la vegetación original; una intermedia, donde la som-
bra proviene de árboles exóticos, y dos formas recientes de monocultivo
(con y sin sombra) (Figura XVIII.3; Moguel y Toledo, 1999). Las for-
mas tradicionales de cultivo del café se encuentran ampliamente dis-
tribuidas en el trópico americano, pese a ser una planta exótica, y han
conciliado la conservación de la biodiversidad con las necesidades de
subsistencia desde su introducción a principios del siglo XVIII. Desgra-
ciadamente los cafetales de sombra están siendo rápidamente sustituidos
por los monocultivos soleados, que parecen dar una mayor rentabilidad a
corto plazo, pero que conllevan un serio deterioro ambiental (Recuadro
XVIII.4).

Figura XVIII.3. Cinco sistemas de


producción de café en México. Se
aprecia que la complejidad estruc-
tural, altura del dosel y diversidad
de la composición de especies dis-
minuye drásticamente con las prác-
ticas modernas, en comparación
con las prácticas tradicionales.
(Según Moguel y Toledo, 1999).

507
Contin[ua p[agina 516
Recuadro XVIII.1. Indagación ecológica en el patio de la
escuela
Laura Margutti
Ramona D. Oviedo
Margarita Herbel
Peter Feinsinger

Una conservación biológica perdurable sólo será de escuelas urbanas contienen rincones con posi-
posible cuando los adultos estén familiarizados con bilidades para investigar las ciencias ecológicas y sus
su ambiente y conscientes de los efectos de las deci- aplicaciones. Allí podemos encontrar malezas y pas-
siones que se tomen con respecto al mismo. Los tos, musgos, líquenes, arañas, hormigas. La mayoría
niños de hoy son los adultos del mañana. A través de los patios tienen además árboles, arbustos, her-
de sus experiencias y contexto social particular báceas, aves y numerosos organismos pequeños,
desarrollarán actitudes propias sobre la naturaleza incluidos los del suelo. En cualquier patio es posible
que los rodea y sobre las formas de habitarla y con- investigar una gama de procesos ecológicos: intera-
servarla. Dichas actitudes, junto con el conocimien- cciones entre especies y con los factores físicos, dis-
to directo del entorno y la manera de pensar, van a tribución espacial, microambientes, diversidad de
incidir profundamente a la hora de tomar deci- especies, descomposición, disturbios, alternativas
siones relacionadas con el ambiente y los seres de manejo del micropaisaje y más.
vivos. Por ello es básico que despleguemos todos los Desde el año 1994 hemos promovido la
esfuerzos para que los niños no pierdan contacto “enseñanza de la ecología en el patio de la escuela”,
con la tierra y adquieran una comprensión profun- realizando talleres para educadores y biólogos en los
da y vital de la naturaleza y sus interacciones. que se propone el Ciclo de Indagación como acer-
Los niños comprenden y recuerdan mejor los camiento pedagógico. Los docentes y luego los
conceptos cuando los aprenden por experiencia alumnos aprenden sobre la manera de observar la
directa y personal. Sin embargo, en la dinámica naturaleza y plantear preguntas, diseñar y realizar
escolar que prevalece hoy en día se prefieren activi- las indagaciones para responderlas y reflexionar
dades rápidas que contengan mucha información o sobre los resultados obtenidos (Feinsinger et al.,
que pretendan imponer las actitudes “correctas”, 1997). Cada indagación en el patio escolar pasa por
evitando que los alumnos realicen sus propios des- las tres etapas del ciclo. En particular, ponemos
cubrimientos. Las clases de ciencias naturales y edu- énfasis en la siguiente reflexión: ¿cómo se podrían
cación ambiental más protagónicas para los niños se extrapolar los resultados a ámbitos más amplios?
reducen a esporádicas salidas de “campo” y sesiones Luego de realizar varios talleres comprendimos
puntuales de laboratorio. Proponemos una manera que para sostener un programa local era necesario for-
alternativa en la que el niño puede aprender activa- mar equipos estables de docentes y biólogos que con-
mente sobre los componentes y procesos naturales. taran con el indispensable apoyo institucional. Así
Esta alternativa presenta un marco basado en las nació el proyecto de innovación educativa “Ecología
ciencias naturales, en la historia natural local y en en el patio escolar en la Patagonia Argentina”, del
las interacciones entre los seres humanos y el resto Centro Regional Universitario Bariloche, Universidad
del entorno natural. Destaca la experiencia de Nacional del Comahue. El mismo se lleva a cabo
primera mano en el entorno cotidiano del niño y desde julio de 1998 con el apoyo financiero de la
sus maestros: el patio de la escuela. Fundación Kellogg. Trabajamos en siete escuelas de
Nuestra primera impresión suele ser que el Bariloche con 20 docentes involucrados, ocho biólo-
patio es un lugar desolado, con demasiado “cemen- gos y/o profesores de biología y aproximadamente
508 to” y poca “naturaleza”. Sin embargo, aun los patios 500 alumnos de primaria y secundaria
Los resultados logrados hasta el momento son El Ciclo de Indagaciónconstituye una versión directa y sencil-
muy satisfactorios. Además de desarrollar los temas la del esquema de la investigación científica. El proceso
conceptuales del curriculum de ciencias naturales, a incluye tres fases: plantear la pregunta, responderla según la
través del ciclo de indagación los docentes están experiencia de primera mano y reflexionar sobre los resulta-
adquiriendo: mayor confianza para salir y llevar dos de la segunda fase y sus implicaciones para la primera.
Esta reflexión debería considerar no solamente la construc-
adelante actividades en el patio escolar, flexibilidad
ción original de la pregunta, sino también la manera de
para retomar las inquietudes de los alumnos y tomar los datos y el significado que los resultados obtenidos
transformarlas en objetivos de actividades de habili- de la indagación de primera mano tendrían para ámbitos más
dad para hacer de la reflexión una práctica cotidiana amplios. Este proceso reflexivo podrá conducir a otra fase
y mayor confianza para poder cumplir con las más: la aplicación.
nuevas pautas del contenido curricular vigente. En
Argentina la ley Federal de Educación número
24.195 incluye, en todos los ciclos del curriculum de Por otro lado, los alumnos están desarrollando
la Educación General Básica, conceptos sobre la una mayor capacidad de observación, integrada a
conservación de la diversidad biológica, el manten- un mayor conocimiento de la historia natural del
imiento de los procesos ecológicos esenciales y el paisaje cotidiano, los procesos biológicos y los efec-
aprovechamiento de las especies y de los ecosistemas tos de las perturbaciones sobre los seres vivos, una
con criterios de desarrollo sustentable. Los mismos mayor habilidad y desenvoltura en la práctica de
pueden ser planteados como contenidos transver- reflexionar sobre lo aprendido y capacidad para
sales, entendidos como temas interdisciplinarios. relacionarlo con sucesos y patrones del mundo
externo al patio.
Se han iniciado programas de “enseñanza de la
ecología en el patio de la escuela” en otros paisajes
argentinos y de Belice, Bolivia, Colombia, Chile,
Ecuador, Guayana, México, Perú y Venezuela.
Creemos que estas propuestas, que dependen más
del entusiasmo de las personas involucradas y
menos del presupuesto, constituyen rutas sólidas y
viables hacia la conservación biológica en el futuro.

En el patio escolar: el aprendizaje de primera mano, un taller


de capacitación de docentes y biólogos trabajando con los
niños. (Fotografía de Laura Margutti).
509
Recuadro XVIII.2. La Red de Reservas Naturales Campesinas
de La Cocha, Colombia.
Emilio Constantino

Las aguas de la Laguna del Guamues o La Cocha, comenzaron a notar cómo los recursos naturales,
ubicada en la zona andina del sur de Colombia otrora abundantes y generosos, empezaban a
(2 760 de altitud), fluyen por las laderas orientales escasear: las maderas finas se agotaron, la presas de
de los Andes para luego formar el gran río Putu- caza no se encontraban, la pesca disminuía y las
mayo, importante afluente del Amazonas. Es una fuentes naturales de sustento eran cada vez más difí-
región muy húmeda y cubierta de selvas y páramos, ciles de conseguir. La actividad principal de los
con un gradiente altitudinal que va desde los 4 200 campesinos era la producción de carbón vegetal a
hasta los 250 msnm, donde entra en contacto con partir de las selvas maduras de mate, una especie de
las selvas de la Amazonía. En esta zona se encuentra Clusia de alta montaña. Los hombres de la familia
una de las mayores concentraciones de flora y fauna se dedicaban a la dura tarea de talar, cortar y que-
del planeta. La cuenca del Alto Putumayo-Gua- mar, para luego acarrear y comercializar el carbón,
mues es extremadamente rica en especies de insec- mientras que las mujeres dedicaban su tiempo a las
tos (más de 850 especies de mariposas diurnas) labores del hogar y la crianza de los hijos.
mamíferos, aves (más de 860 especies), anfibios, y En el Departamento de Nariño se había forma-
plantas (más de 16 especies de palmeras). Pese a esta do en los años ochenta la Asociación Para el Desa-
exuberante diversidad de especies y su alto grado de rrollo Campesino (ADC), una ONG que buscaba
endemismo (un 45% de las especies de mariposas y trabajar con campesinos y agricultores apoyándolos
orquídeas), la biota —y más aún la ecología— de en aspectos como organización, comercialización,
esta región es todavía muy poco conocida. La sistemas productivos sustentables, educación ambi-
Cocha es una de las pocas grandes lagunas alto-an- ental y mejoramiento del hogar. Al llegar a La
dinas al norte de la línea ecuatorial, y está rodeada Cocha, la ADC también detectó aquello que los
de inmensas montañas, conos volcánicos, páramos campesinos habían notado: el impacto de sus activi-
y selvas todavía poco fragmentadas por la actividad dades estaba empobreciendo los ecosistemas y al
antrópica. mismo tiempo a la comunidad residente. Fue
Hace aproximadamente 40 años se inició una entonces cuando los líderes comunitarios y fun-
fuerte actividad colonizadora por parte de
campesinos sin tierra que buscaban
mejores oportunidades de vida. Al llegar a
la laguna se dedicaron a la tala y extracción
de maderas finas, producción de carbón
vegetal y conversión de los terrenos abier-
tos en potreros y cultivos de papa. Luego
de 30 años de dedicarse a estas actividades,

Vista de la laguna La Cocha. (Fotografía de Emilio


Constantino).

510
cionarios de la ADC se plantearon la búsqueda de más rentable y menos esforzada para los hombres,
alternativas productivas para contrarrestar la quienes decidieron seguir apoyando a sus mujeres y
situación. dejar de lado la explotación del carbón vegetal. Este
Una de las alternativas discutidas fue la cría y cambio viene ocurriendo desde 1990 y cada vez
producción semi-comercial del cuy (Cavia porcellus), abarca a más carboneros y familias campesinas.
o conejillo de Indias, que asado constituye el plato Mediante el trabajo de educación ambiental
predilecto del sur de Colombia, donde se cría arte- que paralelamente desarrollaba la ADC se logró que
sanalmente en las zonas rurales. Esta tan apetecida por iniciativa propia los campesinos decidieran
especie es también una de las carnes más costosas mantener sus bosques como reserva para el futuro
del país, por lo que se pensó que este pequeño ani- de sus hijos. Actualmente la Red de Reservas Nat-
mal sería una fuente alternativa de ingresos famil- urales “José Gabriel Villota” de La Cocha cuenta
iares, que podría ocupar a mujeres y niños cerca de con más de 38 reservas afi- liadas, cubriendo unas 1
la casa. El éxito que tuvo la cría tecnificada del cuy 600 ha. Se ha convertido en un modelo de conser-
y su gran aceptación en el mercado hizo que esta vación para la sociedad civil, tanto de Colombia
actividad pecuaria fuera creciendo y requiriera de como de los países vecinos. Muchas organizaciones
mano de obra adicional. Las mujeres entonces con- de agricultores y campesinos de otras regiones de
trataron a sus maridos e hijos mayores —hasta ese Colombia están visitando La Cocha para aprender y
momento dedicados a la fabricación de carbón— compartir vivencias con sus compañeros, ahora
para que realizaran trabajos como producción y maestros en producción y desarrollo sustentable.
acarreo de forraje, mantenimiento y limpieza de los Conceptos como inventarios de fauna y flora,
galpones de cría y otras actividades relacionadas con restauración de ecosistemas, creación de corredores
la cría de los cuyes. Esta nueva actividad resultó ser biológicos entre fragmentos y reservas, zonificación,
planes de manejo y sistemas sustentables
de producción agropecuaria, son actual-
mente de uso diario en la región. Algo más
importante aún, son términos llevados a la
práctica por los propios miembros de la
comunidad de La Cocha, quienes se
pueden considerar con orgullo como los
gestores de uno de los movimientos con-
servacionistas más importantes y de mayor
perspectiva para el futuro de la conser-
vación de la biodiversidad de los Andes
colombianos.

Familia Cuaran-Muyuy, partícipe en el proyecto


La Cocha para la crianza del cuy (arriba).
Infraestructura para la producción del cuy, un roe-
dor apreciado por su carne. La crianza de esta
especie constituye una actividad promisoria para
las comunidades rurales porque requiere escasa
inversión inicial, infraestructura y labor, y provee
carne de alta calidad en el corto plazo (abajo). El
cuy (Cavia porcellus) es una especie nativa de
América que ha sido domesticada y criada para ali-
mentación en la región alto-andina de Sudamérica
desde tiempos precolombinos (inserto).
(Fotografías de Emilio Constantino).

511
Recuadro XVIII.3. Una iniciativa vecinal para la conser-
vación de una laguna urbana
Eduardo Tarifeño
Mónica Rojas
Eduardo Hidalgo
Mónica Santelices

En el área metropolitana de Concepción, en el sur Wallmapu (vocablo que en mapudungún, la lengua


de Chile, existen siete lagunas dentro del perímetro indígena regional, significa “entorno de la Tierra”).
urbano. Pese a que a estas lagunas constituyen un Desde 1993 esta corporación coordina las acciones
valiosos patrimonio ambiental y cultural, han sufri- de defensa de estos terrenos como “bienes de uso
do impactos contaminantes por descarga de aguas público”.
servidas y erosión de sus orillas. Además, se encuen- Debido el serio daño ambiental diagnosticado
tran sometidas a las presiones de una creciente para la Laguna Grande por estudios científicos
expansión urbana —con alta demanda de terrenos (Parra, 1989; Cisternas et al., 1997a,b), Wallmapu
para construcción de complejos habitacionales— ha contribuido al establecimiento de medidas de
que carece de criterios de conservación ambiental. protección ecológica destinadas a evitar el ver-
La Laguna Grande de San Pedro de la Paz, con timiento de aguas servidas, disminuir la llegada de
una superficie de 155 ha, es la mayor de estas lagu- sedimentos y extraer plantas acuáticas invasoras.
nas urbanas. Actualmente, casi todo su perímetro Además, en las 23 ha fiscales de la laguna la comu-
está dentro de propiedad privada. En 1991 el Servi- nidad organizada propuso y ha promovido el
cio de Vivienda y Urbanismo (SERVIU) —depen- establecimiento de un parque público que tuviera
dencia ministerial que tiene por misión fomentar el por finalidad la recreación, la educación ambiental
desarrollo de complejos habitacionales— inició los y la difusión de la cosmovisión de la relación seres
estudios para licitar a empresas inmobiliarias las humanos-naturaleza que tiene la cultura mapuche,
únicas 23 ha de uso público ubicadas en la ribera de etnia aborígen que había ocupado esta zona en
la laguna. épocas prehispánicas. Así, se propuso el Parque
La venta de estos terrenos a particulares signifi- Wallmapu con objetivos educacionales, de
caba que toda la orilla de la Laguna Grande de San recreación y etnográficos (Tarifeño et al., 1999).
Pedro quedaría marginada del acceso público. Esta La originalidad de esta propuesta de la comu-
situación que restringe el acceso a la ciudadanía nidad, no sólo por su trilogía de objetivos, sino
pública a lagunas, parques y otras áreas naturales se también por plantear la defensa vecinal de un patri-
repite cada vez con mayor frecuencia en Chile y en monio natural, recibió el apoyo entusiasta de los
Latinoamérica. Por esto, la comunidad vecinal vecinos, los científicos de la Universidad de Con-
organizada a través del Comité Ecológico de la cepción y las autoridades comunales y regionales,
Junta de Vecinos, inició una campaña para evitar iniciándose así las acciones para diseñar el parque
la venta de estas 23 ha a particulares y solicitó que por parte del SERVIU. Desde marzo de 1997 la
fueran destinadas a esparcimiento y recreación gestión del desarrollo de este parque está en manos
pública, tal como estaba indicado en el Plan Regu- de la Municipalidad, representante gubernamental
lador Metropolitano vigente. Para reforzar este local.
planteamiento de la comunidad y aunar esfuerzos Pese a este entusiasmo y apoyo colectivo, la con-
con organizaciones vecinales y deportivas que cen- creción del Parque Wallmapu ha sido dificultada y
traban su actividad en la Laguna, se creó la Corpo- retrasada por problemas ajenos a la gestión de la
ración Pro-Recuperación de la Laguna Grande de comunidad. Por una parte, los proyectos urbanísti-
512 San Pedro, conocida también como Corporación cos elaborados para este parque han contemplado
costos muy elevados y difíciles de incluir dentro de operaciones de limpieza del lugar, especialmente las
los presupuestos fiscales a nivel comunal y ministe- orillas de la laguna, iniciado la construcción de jar-
rial. Por otra parte, el proyecto municipal del Par- dines y la reforestación con árboles nativos e instala-
que Wallmapu se ha alejado notablemente de la do luminarias. Dentro de este complejo de intere-
propuesta original de la comunidad. Los di- ses, se espera lograr un acuerdo de consenso con el
señadores municipales han privilegiado el aspecto SERVIU sobre el diseño definitivo que tendrá el
recreativo por sobre los componentes ecológico y parque y posteriormente hacer las inversiones nece-
etnográfico. Así, los tres objetivos —educacionales, sarias, en las cuales la Corporación Wallmapu ha
de recreación y etnográficos— se han reducido a un comprometido su contribución.
“parque de diversiones”, ajeno a la integración con Luego de una década de trabajo en este proyec-
su entorno ecológico-cultural. En lugar de privile- to, podemos extraer algunas conclusiones y experi-
giar el entorno natural existente de bosques, encias valiosas. Primero, la comunidad tiene el
senderos a orillas de la laguna, suaves colinas, esce- derecho y el deber de defender en forma organizada
narios de gran valor paisajístico, vegetación y fauna y representativa el interés común por sus áreas natu-
autóctona, la atención se ha dirigido a la inclusión rales. Para ello, sus argumentos y planteamientos
de infraestructuras “duras” tales como piscinas, deben estar respaldados por antecedentes técnicos
restaurantes, gimnasios y comercio menor. Esta que aporten a la clarificación de la discusión.
situación ha incrementado los costos de establec- Segundo, es importante que las autoridades locales,
imiento del parque. Sin embargo, cabe destacar que comunales y regionales entiendan que son man-
la Municipalidad de San Pedro de la Paz, con el datarios de una voluntad popular y, como tales,
apoyo del sector empresarial local, ha ejecutado deben velar por satisfacer las aspiraciones sociales,
culturales y económicas de la comunidad
y no imponer sus puntos de vista o intere-
ses personales. Por último, en una gestión
ambiental inspirada por el concepto de
desarrollo sustentable corresponde dar
una real participación a la comunidad
organizada, incluyendo a los sectores
público y privado, las comunidades
académicas y las autoridades locales.

Torneo de vela menor en la Laguna Grande de


San Pedro, definida por la Gobernación Maríti-
ma como lugar de deportes náuticos para vela
menor, boga y windsurf, prohibiéndose, a peti-
ción de la Corporación Wallmapu, el uso de lan-
chas motorizadas y motos acuáticas (arriba).
Área deforestada donde se han plantado reno-
vales de especies nativas que crecerán en el par-
que Wallmapu. En contraste, los árboles que se
observan en torno al parque corresponden a
especies exóticas, principalmente Eucalyptus sp.
(abajo). (Fotografias de Eduardo Tarifeño).

513
Recuadro XVIII.4 Cambios en el método de cultivo del café
y sus efectos sobre la biodiversidad
Carolina Murcia

La presión para aumentar la productividad de los Perfecto y Snelling, 1995).


sistemas agrícolas en el corto plazo ha promovido su La transformación de un sistema de cafetal de
conversión en sistemas ecológicamente simples y sombra a uno de sol va acompañada por un cambio
altamente tecnificados. Los cultivadores de café en los sistemas de producción de las fincas (Perfecto
(Coffea arabica) no han sido ajenos a estas tenden- et al., 1996). Aunque la eliminación del dosel y
cias y han cambiado la forma tradicional de cultivo, otras especies representa una pérdida en la variedad
como un manejo agroforestal, por un monocultivo de productos alternativos al café que obtiene el cafi-
expuesto al sol. cultor, la mayor exposición al sol representa un
El café cultivado tradicionalmente es un arbus- aumento en productividad gracias a la mayor
to mediano que crece bien en las condiciones de disponibilidad de luz. Hipotéticamente, las ganan-
penumbra del sotobosque. Los cultivadores lo siem- cias generadas por la mayor productividad del café
bran a la sombra de árboles remanentes del bosque permitirían al caficultor obtener en el mercado los
original, o junto con otros árboles sembrados por su productos agrícolas que su finca deja de producir
valor como fuente de alimento o madera y lo con el nuevo sistema. Sin embargo, el cambio en la
entremezclan con una variedad de otras especies forma de producción tiene otra serie de costos tanto
herbáceas cultivadas (Perfecto et al., 1996). Aunque de producción como biológicos (Perfecto et al.,
las especies acompañantes del café varían de un país 1996). Con el fin de sostener una alta productivi-
a otro, la fisionomía de los cafetales tradicionales es dad, el caficultor debe suplir las demandas sobre el
la misma en la América tropical, esto es, un agro- suelo con un aumento en insumos agrícolas y técni-
ecosistema complejo en su composición de especies cas intensas de manejo. Esto representa no sólo un
y estructura. costo monetario significativo —que aparentemente
En las tres últimas décadas, los cafetales han no es compensado por las ganancias de la mayor
sido transformados, en mayor o menor grado, en productividad (Perfecto et al., 1996)— sino que
ecosistemas simples, dominados por una sola tiene también un costo ambiental sobre suelos y
especie o variante (algunos usan híbridos inter- aguas. Otros costos ambientales, como la pérdida
específicos). En el extremo de simplificación del de diversidad de especies, son más complejos de
ecosistema están los cafés de sol (sun coffee), que medir y valorar.
consisten en arbustos chaparros, sembrados a pleno En la última década los ecólogos han comenza-
sol y sin acompañamiento de otras especies, excepto do a evaluar el valor de los cafetales tradicionales
por algunas plantas bajas sembradas para controlar como parte del paisaje y el impacto que tienen los
la erosión del suelo en las pendientes fuertes o para cambios del método de cultivo sobre la diversidad
el control de malezas. En la literatura científica y biológica. Los primeros estudios consideraron la
conservacionista por lo general se hace el contraste avifauna, particularmente las aves migratorias
entre el “café de sombra” y el “café de sol”, pero en (Greenberg, 1993; Wunderle y Latta, 1994), pero
realidad existe un continuo entre estos dos más recientemente se han incluido otros grupos de
extremos, con distintos grados de sombra, dependi- organismos.
endo del tipo de cobertura del dosel, y con distintos Debido a su complejidad estructural, los cafe-
514 grados de diversidad de especies (Greenberg, 1993; tales tradicionales pueden mantener un alto por-
centaje de la flora y fauna originales de la región. En sino que también a nivel del paisaje. Debido a que
Colombia, un cafetal tradicional puede contener la vegetación acompañante del café varía de acuerdo
hasta el 77% de la avifauna presente en un bosque con la composición original del bosque (en los casos
aledaño (Corredor, 1989). Del mismo modo, el en que se dejan árboles remanentes), o de acuerdo
65% de las hormigas presentes en un bosque de con las preferencias del caficultor respecto al tipo de
Puerto Rico están también presentes en un cafetal cultivos que siembre para sombrío, los cafetales
aledaño (Torres, 1984). En contraste, los cafetales tradicionales pueden generar una increíble diversi-
de sol son particularmente pobres en especies (Per- dad espacial en composición de especies vegetales y
fecto et al., 1996). Esta diferencia radica en las car- fauna asociada a nivel del paisaje. La transforma-
acterísticas de la vegetación acompañante, la cual ción de estos cafetales tradicionales en versiones
ofrece recursos alimenticios, condiciones micro- uniformes y tecnificadas puede generar pérdidas de
climáticas favorables, sitios de nidificación y refugio diversidad a gran escala, proporcionales a la exten-
para la fauna local (Corredor, 1989, Perfecto y sión del área afectada.
Snelling, 1995). Por ejemplo, la reducción de la Como los cafetales tecnificados tienen mayor
complejidad estructural de los cafetales está asocia- productividad y aparente rentabilidad neta, con-
da con una disminución en riqueza y diversidad de trarrestar la actual tendencia de conversión requiere
las hormigas del suelo (Perfecto y Snelling, 1995). de argumentos tanto biológicos como económicos.
Aquellas especies asociadas directamente con el fo- La demanda incipiente pero aparentemente cre-
llaje del café, sin embargo, aparentemente no son ciente de los países desarrollados por café producido
afectadas por el cambio en complejidad. en condiciones ambientalmente favorables ofrece
Los efectos del cambio en el sistema de cultivo una posibilidad real para la reversión de estas ten-
se manifiestan no sólo a nivel del parche de cafetal, dencias en la producción.

Características de los cafetales cultivados con dos técnicas


contrastantes (modificado de Perfecto et al., 1996).

CARACTERÍSTICA TRADICIONAL TECNIFICADO

Variedad de café Arábigo, Borbón, Maragopipe Caturra, Catuai, Colombia, Catimor


Altura de la planta 3-5 m 1-2 m
Cobertura del dosel 60-90% 0-50%
Altura del dosel 15-25 m 5-8 m
Vegetación acompañante Árboles remanentes del bosque Leguminosas, banano, usualmente
(diversas especies), leguminosas en monocultivo
(Inga, Erythina), frutales, bananos
y plátanos, árboles maderables
Densidad de siembra 1.000-2.000/ha 3.000-10.000/ha
Edad para la primera cosecha 4-6 años 3-4 años
Duración de la planta 30 o más años 12-15 años
Insumos utilizados Bajo o nada Fertilizantes, herbicidas, fungicidas
y nematicidas
Requerimiento de mano de Estacional para cosecha y poda Todo el año para la aplicación
obra esporádica de insumos y estacional (más prolongada)
para la cosecha
Erosión del suelo Baja o ninguna Alta, principalmente en las laderas. 515
Manejo sustentable de poblaciones
de fauna nativa: diversificación de la economía

La conservación de la biodiversidad dentro y fuera de las áreas protegidas


puede promoverse mediante el manejo de poblaciones de fauna nativa.
Al igual que los sistemas agroforestales, estas prácticas están profunda-
mente arraigadas en los sistemas tradicionales del Continente Ameri-
cano. El caso más notable corresponde a la domesticación y manejo de
especies de camélidos que hicieron las culturas del Altiplano de
Sudamérica. Hoy, la revaloración de estas prácticas tradicionales con-
tribuye a la conservación de la diversidad cultural y favorece la conser-
vación de especies animales que de otro modo estarían amenazadas o
extintas. Complementariamente, los ecosistemas y comunidades biológi-
cas se benefician al mantener la fauna que ha formado parte de su histo-
ria evolutiva. Además, en el contexto de la economía contemporánea
emerge la posibilidad de ofrecer productos novedosos obtenidos de la
fauna nativa, que estarán sujetos a una menor competencia de otros pro-
ductos y que contribuyen a diversificar la economía de los países lati-
noamericanos. Un caso que combina estas múltiples dimensiones es la
vicuña, que estuvo a punto de extinguirse hacia fines de la década de los
sesenta y que hoy, gracias a programas de conservación y manejo sus-
tentable, vuelve a correr por la Puna y a proporcionarnos su fina lana
(Recuadro XVIII.5).
El manejo de fauna incluye también especies de aves, reptiles,
anfibios, peces e invertebrados. Entre las primeras, el ave americana de
mayor tamaño, el ñandú, es pródiga en huevos, plumas y carne. Era un
ave predilecta de los extintos tehuelches, que la cazaban con boleadoras en
la Patagonia, en sur de Sudamérica. A fines del siglo XX comenzaron a
ensayarse innovadores planes de manejo comercial del ñandú en esa
región (Recuadro XVIII.6). Entre los reptiles, se han manejado sus-
tentablemente poblaciones de cocodrilos y caimanes para la producción
de finos cueros y carne en las regiones tropicales de América. El manejo
de fauna nativa —como el caimán— ha favorecido la supervivencia de
estas especies y de las comunidades biológicas de las que forman parte.
Sin embargo, en términos económicos y pese a su enorme potencial y
originalidad, estos productos han estado expuestos a oscilaciones en la
demanda y en los precios, lo cual dificulta la continuidad de los progra-
mas de manejo (Recuadro XVIII.7).
Una alternativa para disminuir los riesgos económicos asociados al
manejo de fauna nativa en terrenos privados es la diversificación de las
actividades económicas involucradas en la empresa. Como en el caso de
la vicuña, los caimanes y ñandúes son atractivos para aquellas personas
que anhelan admirar la belleza de los animales y su comportamiento en
sus hábitats nativos, conservados en predios dedicados al manejo de estas
especies. Además, se pueden combinar los ensayos con fauna nativa con
actividades económicas más típicas, tales como la ganadería. El conjunto
de estas innovaciones y diversificaciones tal vez sea una vía realista para
516 conciliar las necesidades de la conservación biológica con aquellas necesi-
dades económicas y de subsistencia, cada vez más apremiantes en nuestro XVIII. Conservación fuera
continente y otras regiones del planeta. En la región de Los Llanos de de las áreas protegidas
Venezuela, por ejemplo, algunas fincas privadas intentan combinar la
habitual actividad ganadera con otras que incluyen la fauna nativa
(Recuadro XVIII.8).
Un antecedente alentador para intentos como los de Venezuela, que
compatibilizan la producción de ganado vacuno y la fauna nativa,
proviene de países de África del este, famosos por su megafauna. Alrede-
dor de las tres cuartas partes de los dos millones de animales grandes que
constituyen la base de la valiosa industria de ecoturismo en Kenia habi-
tan en pastizales ubicados fuera de los límites de los parques nacionales
(Western, 1989). Las praderas de Kenia ocupan 700 000 km2 (cerca del
40% de la superficie del país), y el 89% de las jirafas, el 72% de los
impalas, el 99% de las cebra Grevy, el 73% de los el oryx y el 92% de las
avestruces se encuentran predominantemente fuera de los parques. Sólo
los rinocerontes, elefantes y grandes carnívoros se encuentran mayori-
tariamente dentro de los parques. Los rinocerontes y elefantes están con-
centrados en los parques porque los cazadores furtivos han virtualmente
eliminado las poblaciones externas de estos animales en busca de marfil,
cuernos y pieles (Recuadro XXI.2). Los grandes herbívoros que habitan
dentro de los parques a menudo pastorean estacionalmente fuera de
ellos. Las áreas que rodean los parques nacionales se utilizan frecuente-
Figura XVIII.4. El número de
mente como praderas para el ganado doméstico. Podría suponerse que el especies de mamíferos grandes en
ganado compite por espacio, agua y ve- getación; sin embargo, los estu- los ecosistemas del este de África
dios han demostrado que el principal factor que determina el número de está aparentemente determinado
especies de vida silvestre en Kenia no es la competencia con el ganado, por la precipitación anual, con la
sino la cantidad de precipitaciones (Figura XVIII.4). mayor abundancia de especies en las
regiones con precipitaciones inter-
medias. Los ecosistemas dominados
por el ganado (círculos abiertos)
mantienen prácticamente las mis-
mas especies que los parques
nacionales, donde la entrada de
ganado doméstico está prohibida.
(Según Western, 1989)

517
Recuadro XVIII.5. Recuperación y manejo de la vicuña
Teresa Tarifa

La vicuña (Vicugna vicugna) es un camélido cuerdas (Torres, 1992). Con esta práctica era posi-
sudamericano de singular belleza y de gran impor- ble capturar entre 20 000 a 40 000 animales;
tancia ecológica y económica que habita en las muchos eran cazados, pero la mayoría de los guana-
regiones alto andina y puneña de los Andes de cos y vicuñas se esquilaba y luego se liberaba. Los
Argentina, Chile, Perú, Ecuador y Bolivia, entre los chaku se hacían cada cuatro a cinco años y se con-
3 000 a 5 000 m de altitud y entre los paralelos sideraba un privilegio real, celebrándose con
9º30’y 29º00’ de latitud sur. Sólo recientemente grandes fiestas (Cabrera y Yepes, 1940). Este pro-
esta especie se ha recuperado del peligro de extin- cedimiento favorecía la conservación y uso sus-
ción a la que había sido llevada por la cacería indis- tentable de los recursos que proporcionaba la
criminada motivada por su valiosa lana. En los últi- vicuña. Con la lana se confeccionaban prendas de
mos años se ha reiniciado un programa de manejo vestir usadas por los nobles locales e imperiales y
sustentable en todos los países de su área de dis- por los caciques (Hurtado de Mendoza, 1987).
tribución, exceptuando Ecuador, que beneficia a las Después de la conquista del Imperio Incaico
comunidades locales. por los españoles, la vicuña fue cazada irracional-
La vicuña es especialmente apropiada para un mente y sus poblaciones comenzaron a disminuir,
plan de manejo y una alternativa para la economía situación que se mantuvo durante la Colonia y la
de las comunidades locales puesto que: (1) a partir República, pese a la prohibición de su caza y de los
de su lana es posible elaborar telas de alta calidad y chakus (Hofmann et al., 1983). Los gobiernos de
alto valor económico; (2) por sus características cada país continuaron dictando leyes y decretos
biológicas es capaz de sobrevivir exitosamente en prohibiendo la caza, transporte y comercialización.
áreas sobreexplotadas no apropiadas para la agricul- Pero estas medidas fueron insuficientes para normar
tura y la ganadería doméstica y así incrementa la la utilización de la vicuña, llevándola en los años
producción secundaria de esas tierras (Hofmann et sesenta a la extinción en Ecuador, y al borde de la
al., 1983), y (3) las grandes poblaciones tienen tam- extinción en los otros países.
bién un atractivo turístico que puede ser aprovecha- En el período incaico había entre 1 000 000 a
do (Jungius, 1971). 1 500 000 vicuñas en todo su rango de distribución;
El aprecio por la lana de vicuña es milenario. en los años cincuenta quedaban cerca de 400 000
En escenas pictóricas del periodo Arcaico Tardío de animales, pero la intensificación de la presión de
la cultura andina (3 500 a 1 000 a.c.) (Hurtado de caza, la demanda comercial y el incremento del
Mendoza, 1987) y en crónicas sobre el Imperio ganado doméstico provocaron que en 1965
Incaico se ilustra la técnica de su aprovechamiento, quedaran tan sólo 6 000 individuos (Nowak,
conocida como chaku o chaco. En esta forma de 1999). Esta dramática situación condujo en 1969 a
manejo ancestral, 20 000 a 30 000 hombres forma- que los países con poblaciones de vicuña y la comu-
ban un círculo de hasta 150 km de circunferencia, nidad internacional tomaran medidas más radicales
en el interior del cual quedaban atrapadas miles de para protegerla. Perú y Bolivia suscribieron el Trata-
vicuñas y otros camélidos. El círculo se iba cerrando do de La Paz, comprometiéndose a impedir la caza
y los animales eran así obligados a entrar en corrales y comercialización de vicuñas y sus productos (Car-
518 construidos con piedra o con estacas unidas con dozo, 1994). Se adhirieron a este Tratado Argentina
en 1971 y Chile en 1972. Más adelante, en 1979, II de CITES (Torres, 1992; Wheeler y Hoces,
se evaluaron los resultados obtenidos por el Trata- 1997). El resto de las poblaciones de Perú se trans-
do, y todos los países, incluido Ecuador, firmaron el firieron en 1995, y ciertas poblaciones en Argentina
Convenio de la Vicuña, que en 1989 fue renovado y Bolivia, en 1997. Estos países están solicitando la
indefinidamente (Cardozo, 1994). La Unión Inter- reclasificación de la vicuña de “especie en peligro” a
nacional para la Conservación de la Naturaleza la categoría de “amenazada” en el Acta de Especies
(UICN) declaró a la vicuña como especie rara y en en Peligro de Estados Unidos, con fin de abrir el co-
peligro y se prohibieron el comercio local e interna- mercio con este país (Federal Register, 1999).
cional de sus productos mediante su inclusión, en Las experiencias de manejo están en concordan-
1970, en el Acta de Especies en Peligro de Estados cia con la realidad de cada país. Pero en todos los
Unidos, y en 1975, en el Apéndice I de la Conven- casos en que los campesinos son propietarios de las
ción sobre el Comercio Internacional de Especies tierras, ellos se constituyen en los responsables de la
Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES). conservación y el manejo sustentable de la vicuña
Los convenios binacionales y multinacionales como recurso, y son los receptores de los beneficios
permitieron una lucha más efectiva contra los con- económicos provenientes de su aprovechamiento.
trabandistas, se disminuyó el impacto del tráfico y La forma de manejo es regulada por la legislación
se desarrollaron investigaciones conjuntas y cam- de cada país. El manejo incluye la captura (y la uti-
pañas de difusión (Hofmann et al., 1983). Estas lización de los materiales para ello), la esquila, la
acciones desempeñaron un papel importante en la clasificación de la fibra de acuerdo con la parte del
recuperación de la vicuña, evitando su extinción. animal de la cual proviene, el pesado, embalado,
No obstante, la conservación de la especie en el marcado, sellado, registro y almacenaje de ésta en
largo plazo sólo será posible si las comunidades un lugar seguro, hasta que se completen las autor-
locales en cuyas tierras se encuentra la vicuña izaciones para su comercialización (Federal Register,
reciben beneficios tangibles. Esto porque el incre- 1999).
mento de sus poblaciones ha causado competencia En Argentina la utilización de la vicuña se basa
por pastos con las llamas, alpacas y ovejas, animales en el uso sustentable de las poblaciones silvestres en
de los que depende la sustentación económica de la provincia de Jujuy, y también se trata de desarro-
los campesinos locales (Torres, 1992). llar poblaciones en semicautiverio en áreas cercadas
La recuperación de las poblaciones permitió en las provincias de Catamarca, Jujuy, La Rioja,
que en 1987 se reabriera el comercio internacional Salta y San Juan, donde las tierras que constituyen
de telas y otros productos obtenidos de la lana de el hábitat de la vicuña son propiedad de rancheros
vicuñas vivas trasquiladas, mediante la transferencia que han sido entrenados para su manejo (Federal
de algunas poblaciones de Perú y Chile al Apéndice Register, 1999). La producción de lana bajo estas
últimas condiciones ha crecido en pop-
ularidad entre los rancheros, quienes
consideran que apoyar este tipo de pro-
grama incrementa su status (Federal
Register, 1999).

Un ejemplar de vicuña (Vicugna vicugna) en


la Estación Experimental de Patacamaya,
Departamento La Paz, Bolivia. (Fotografía de
Eric Yensen).

519
Poblaciones de vicuña en los países de su ámbito de distribución, comparando datos
de seis años reportados por diferentes autores.
POBLACIÓN ESTIMADA DE INDIVIDUOS

PAÍS 1953a 1969b 1979d 1981f 1992g 1998-1999f

Argentina 20.000 100 1.070 8.155 23.000 33.414


Bolivia 50.000 1.097. 3.384 4.493 12.047 45.162
Chile ? 100 4.087 7.990 27.927 19.848
Ecuador ? 0c 0 0 0 712h
Perú 1.000.000 5.000 55.500 61.896 97.670 103.161
Total ? 6.279 64.041 82.534 160.644 202.297

aHofmann et al., (1983), bCardozo (1994), cConsiderada extinta para 1971 (Jungius, 1971), dInformación oficial,
producto de los primeros censos (Cardozo, 1994), fDGB (1999), gTorres (1992), hReintroducidas a partir
de poblaciones provenientes de otros países de la región.

En Chile las poblaciones manejadas en su hábi- Programa es fomentar el aprovechamiento de la


tat natural son las que se encuentran en la Reserva fibra de vicuña mediante la esquila de animales
Nacional Las Vicuñas y en el poblado de Caquena, vivos. En 1997 se otorgó la custodia de las vicuñas a
donde se encuentra la mayor densidad de vicuñas. las comunidades campesinas en tres centros piloto,
Actualmente existen planes de conservación y con fines de protección y recuperación. A la fecha se
manejo, medidas legales para proteger la especie han organizado y registrado seis asociaciones
y adecuada protección; sin embargo, se están elabo- regionales de manejadores de vicuña, que incluyen a
rando los mecanismos para la cosecha y comercia- 189 comunidades campesinas. Bolivia está actual-
lización (Federal Register, 1999). mente solicitando a CITES el levantamiento del
Perú es el país que más ha avanzado en el mane- cupo cero para la comercialización de tela de vicuña
jo de la vicuña. En 1991 se otorgó a las comu- para las poblaciones en el Apéndice II y la transfe-
nidades campesinas su custodia legal junto con el rencia de todas las poblaciones al Apéndice II, con
derecho de usar la lana obtenida de la esquila. En el propósito de incluir a todas las comunidades
1992 se establecieron Comités Regionales para el campesinas en el manejo de la especie.
Manejo de la Vicuña en 259 comunidades, que La recuperación de la vicuña y los avances de su
aumentaron a 320 en 1997, y con un potencial total manejo sustentable en beneficio de las comunidades
de 700 comunidades (Wheeler y Hoces, 1997). El locales constituyen un gran logro. Sin embargo,
éxito de las técnicas de trasquilado y los métodos de quedan muchos problemas a los cuales es necesario
captura, basados en el chaku tradicional, permi- enfrentarse. La cacería ilegal es uno de ellos. Entre
tieron que en 1994 se vendieran 2 000 kg de lana 1991 y 1994 esta actividad ha ocasionado en Perú
cruda en 1.3 millones de dólares. Este dinero fue la disminución de la población en 100 000 ani-
dividido entre las 35 comunidades campesinas que males (Wheeler y Hoces, 1997). Otros problemas
habían producido la lana y destinado a obras públi- se relacionan con: falta de claridad y precisión de la
cas (70%) e infraestructura para la conservación y el legislación; incumplimiento de la misma; compe-
uso de la vicuña (30%) (Wheeler y Hoces, 1997). El tencia de la vicuña con las alpacas, llamas, ovejas y
manejo de la vicuña ha generado trabajo de tiempo vacas; desplazamiento de la vicuña a áreas mar-
completo para varios miembros de la comunidad ginales; deterioro del hábitat por sobreexplotación;
indígena Lucanas, en la construcción de cercas, falta de investigación sobre las consecuencias
obtención y limpieza de la lana, protección de los genéticas en las poblaciones en semicautiverio;
animales e instrucción a otras comunidades intere- carencia de recursos para programas de conser-
sadas (Federal Register, 1999). vación y manejo; falta de estudios sobre la lana y,
En Bolivia el Programa Nacional para la Con- por último, se hacen necesarios estudios de merca-
520 servación de la Vicuña es incipiente. La política del do.
Recuadro XVIII.6. La conservación del ñandú
Fernando Milano
Andrea Caselli

Las especies de aves de mayor tamaño en América por alimento con el ganado o transmisión de enfer-
son los dos avestruces americanos o ñandúes. El medades parasitarias. Estos factores, sumados a la
más grande, Rhea americana, habita las sabanas y caza, generaron una disminución poblacional del
pampas de Brasil, desde el Marañón y Mato Grosso ñandúl que determinó, en 1986, la prohibición de la
hasta Rio Grande do Sul, Paraguay, Uruguay y el comercia- lización de productos y subproductos de
Chaco boliviano; también es abundante en las lla- ejemplares silvestres, quedando autorizada sola-
nuras centrales de Argentina. Este ave corredora mente la originada a partir de ejemplares de cri-
alcanza pesos de hasta 40 kg, y sus nidos pueden adero. No obstante, los cazadores furtivos con-
contener de 12 a 40 huevos. La otra especie, Pteroc- tinúan diezmando las poblaciones silvestres en busca
nemia pennata, presenta una distribución disyunta, del cuero y plumas, que venden ilegalmente a val-
con poblaciones en la Puna Altiplánica de Chile, ores de entre 8 y 10 dólares por individuo. Aunque
Bolivia, Perú y el noroeste argentino (suri). Hay la carne de ñandú ha sido consumida tradicional-
otro grupo de poblaciones en las tierras patagónicas mente en el ambiente rural, actualmente no tiene
australes, desde Neuquén hasta Magallanes mercado en Argentina y es desechada por los
(choique o ñandú petizo), y recientemente ha sido cazadores. Otros países como Uruguay, Canadá,
introducida en Tierra del Fuego. Esta especie alcan- Estados Unidos e Inglaterra, en cambio, han comen-
za un peso de 35 kg y pone entre 12 y 25 huevos zado a valorar comercialmente la carne y la grasa de
por nidada. Por su gran tamaño, los ñandúes fueron este animal, aunque todavía a baja escala.
muy apreciados por su carne, huevos, plumas, A pesar de la baja valoración que sufre esta
cuero, grasa y huesos por múltiples culturas indíge- especie en Argentina, algunos ganaderos protegen al
nas (véase el Capítulo X), por los gauchos y con- ñandú por su valor estético y cultural, así como por
tinúan teniendo, ética y estéticamente, valor para su potencial productivo. La protección constituye
nuestra sociedad. una de las claves para su conservación. Muchas
En la pampa argentina, hasta hace poco era poblaciones han desaparecido, particularmente en
común el desplume de este animal (con su posterior las zonas agrícolas de la región pampeana, y la ma-
liberación) para la comercialización de las plumas, yoría de los núcleos remanentes oscilan entre 20 y
utilizadas en la fabricación de artículos de limpieza y 100 animales. En general, se considera que un
vestimenta. El cuero también tuvo demanda: entre municipio ganadero de la Pampa Húmeda, de
1950 y 1985 se exportaron entre 10 000 y 20 000 aproximadamente 500 000 ha, podría albergar entre
unidades anuales, principalmente a Japón, Estados 400 y 1 600 individuos. La recuperación pobla-
Unidos, Italia y Francia. Sin embargo, el valor de la cional a partir de estos núcleos podría ser rápida con
especie se subestimó al irse desarrollando gradual- un manejo apropiado.
mente el notable gran potencial agropecuario de Desde la década del ochenta, la comercia-
muchos de los territorios que ocupaba, así como lización internacional de las grandes aves corredoras
por la ausencia de mercados importantes. Como (avestruz, emú y ñandú) ha aumentado significativa-
consecuencia, los agricultores los exterminaron o los mente. Esto, sumado a los riesgos de la agricultura,
desplazaron, alegando daños agrícolas, y muchos la inestabilidad en el mercado de granos y la baja
ganaderos los rechazaron, suponiendo competencia rentabilidad ganadera, ha provocado que algunos 521
productores consideren al ñandú como un recurso mitiría desarrollar un sistema productivo mixto,
productivo alternativo. reforzando la producción de bovinos y contribuyen-
Los escasos intentos de producción comercial do a conservar la biodiversidad del pastizal. La pro-
del ñandú se han orientado hacia el manejo intensi- ducción intensiva podría, a su vez, complementar
vo (alto número de animales/ha), con sumi- nistro los criaderos extensivos con fines específicos, como
de alimento, medicamentos y refugio. Paralelamente el abastecimiento de ciertas demandas del mercado,
la Pampa Deprimida, área de la Provincia de Buenos no obstante la necesidad de subsidios para la pro-
Aires de nueve millones de hectáreas, atraviesa una ducción y la carencia de intera- cción con sus hábi-
crisis económica debido a la baja rentabilidad de la tats originales.
producción de ganado bovino, su principal activi- En los últimos años tanto Brasil (Dani, 1993)
dad. Como los suelos de esta región son limitantes como Argentina han promovido la utilización del
para la agricultura, el 75% de la superficie corre- ñandú, investigando su comportamiento, dinámica
sponde a pastizales naturales, los cuales conservan en poblacional (Navarro et al., 1998), alimentación
buena medida la biodiversidad de la Pampa Húme- (Milano et al., 2000), tecnología de carnes, etc. Por
da. Los sistemas productivos en esta región son de su parte el INTA Bariloche y la Universidad
baja rentabilidad pero muy eficientes en términos de Nacional de Córdoba en Argentina realizan este
energía fósil (energía producida/energía fósil con- esfuerzo con el choique o ñandú petizo, con-
sumida), aspecto fundamental en el marco de la sus- tribuyendo a la diversificación productiva de la
tentabilidad, ya que no requieren gran cantidad de Patagonia, región sometida a importantes niveles de
insumos (Cahuepé et al., 1982). La producción bov- desertificación.
ina en un establecimiento tipo de 600 ha con mane- De este análisis se desprenden tres puntos
jo tradicional mejorado (110 kg carne/ha/año con importantes: (1) la conveniencia de priorizar al
una carga animal de 0.75 equivalente vaca/ ha), per- ñandú frente a la introducción de especies exóticas
mitiría apenas cubrir los gastos de la familia propi- productivas como el búfalo o el avestruz africano;
etaria, ya que generaría un ingreso neto anual de 15 (2) la necesidad de generar un mayor valor económi-
000 dólares.. En este escenario, la incorporación de co para la especie y su ecosistema original. Esto
criaderos extensivos de ñandú (bajo número de ani-
males en grandes superficies de terreno), permitiría
aumentar la productividad por ha con bajos sub-
sidios energéticos indivi- duales (alimento, med-
icación, calefacción). Por otra parte, la dieta de los
ñandúes está compuesta por un alto porcentaje de
plantas dicotiledóneas, poco consumidas por los
bovinos en áreas de vegetación na- tural y presentes
en condiciones de sobrepastoreo (Somlo et al.,
1994). Además, el ñandú es fácil de arrear, incapaz
de saltar alambrados para bovinos y se encuentra en
poblaciones silvestres en la región, todo lo cual per-

El ñandú (Rhea americana) es el ave nativa de mayor


tamaño en el Continente Americano. Sus grandes y
numerosos huevos, sus plumas, su cuero y su carne, junto
con su papel ecológico en las sabanas y pampas del sur de
Sudamérica, la convierten en una especie ideal para progra-
mas de manejo sustentable, como en este criadero extensi-
vo en la Pampa Húmeda. (Fotografía de Fernando Milano).

522
puede representar un potencial económico, ya que garantizando tanto la vigencia de la legislación ade-
su carne y el sistema productivo propuesto se cuada como su estricto cumplimiento.
enmarcan en las reglamentaciones de productos La reflexión final pone en evidencia nuestra cul-
orgánicos, lo cual podría significar un sobreprecio tura de insumos y descubre, en la antigua historia
respecto a las carnes no orgánicas; (3) el gran riesgo natural, posibles respuestas para el futuro del desa-
del recrudecimiento de la caza furtiva que puede rrollo agropecuario y de la conservación de la biodi-
generarse con la apertura del mercado y la necesidad versidad.
de proteger a la especie del consiguiente colapso,

Recuadro XVIII.7. Manejo sustentable de poblaciones de


caimanes y cocodrilos
John Thorbjarnarson

En el planeta existen 23 especies de caimanes y importaciones dio origen a una red de tráfico ilegal
cocodrilos, y diez de ellas son propias de Lati- de pieles de Caiman (Gaski y Hemley 1988). Antes
noamérica: seis caimanes y cuatro cocodrilos. Estos de 1984 las estadísticas de exportación de CITES
reptiles habitan en prácticamente todos los ecosis- mostraban que más del 80% de las pieles de caimán
temas acuáticos de tierras bajas, incluyendo ríos, comercializadas que eran declaradas se obtenían ile-
arroyos, lagos, pantanos, marismas y muchas aguas galmente, y este porcentaje crecía considerable-
costeras salinas, desde el norte de Argentina hasta mente al incluir las pieles no declaradas. Pese a que
México y las Antillas. Por más de un siglo las pieles tanto la baba como el yacaré poseen distribuciones
de cocodrilo han sido utilizadas para la manufac- amplias y se adaptan a condiciones ecológicas diver-
tura de productos exóticos de cuero. La caza comer- sas, cuando los niveles de exportación de pieles
cial asociada con la extracción de las pieles condujo excedieron el millón anual hubo preocupación al
a una drástica disminución de las poblaciones y considerar los efectos de la cosecha no manejada
determinó la clasificación de la mayoría de los coco- sobre las poblaciones silvestres y subrayó la necesi-
drilos como especies en peligro. La cacería de co- dad de desarrollar programas para una cosecha
codrilos en Latinoamérica comenzó en México y manejada.
parte de América Central a fines del siglo XIX y, en Desde mediados de los sesenta hasta principios
el sector norte de Sudamérica, en 1930. Las de los setenta algunos países como Estados Unidos,
primeras especies cazadas fueron los grandes coco- Papúa, Nueva Guinea y Zimbawe buscaron desa-
drilos (Crocodylus spp.), y cuando estas especies rrollar planes de manejo que incluyeran la cosecha
comenzaron a escasear a mediados de siglo, los de las poblaciones de cocodrilo. Desde ese entonces
cazadores dirigieron su atención hacia el caimán los programas de uso sustentable de cocodrilos han
negro del Amazonas (Melanosuchus niger), y en la llegado a ser un negocio lucrativo de la vida silvestre
década de los sesenta a los caimanes más pequeños, en todo el mundo para una serie de negociantes,
la baba y el yacaré (Caiman crocodylus y C. yacare). desde cazadores, peleteros, propietarios y rancheros,
La alta demanda por pieles de baba y yacaré, la hasta comerciantes de pieles, curtidores y fabri-
falta de control legal, los bajos precios de las pieles cantes en cueros. En América Latina, Venezuela fue
obtenidas ilegalmente y la incapacidad de los países el primer país que inició un programa de cosecha
para regular adecuadamente las exportaciones e legal a gran escala para el caimán. Después, los pro- 523
gramas de cosecha manejada en Honduras, cocodrilo aumentaron en los ochenta, pero cayeron
Nicaragua, Guyana, Paraguay y Colombia iniciaron abruptamente en 1991-1992. La caída en los pre-
la producción de pieles con programas de reproduc- cios de las pieles fue un hecho mundial para todas
ción en cautiverio en ranchos. las especies de cocodrilos comercializados, resultan-
A diferencia de los patrones históricos de caza do en la reducción significativa de las compras de
comercial, donde el lucro en el corto plazo era el pieles, con importantes repercusiones para los pro-
objetivo fundamental, las cosechas manejadas hoy gramas de manejo de cocodrilos basados en el uso
en día están basadas sobre una comprensión de la comercial. Los niveles de cosecha en Venezuela
biología de poblaciones de las especies involucradas, fueron drásticamente restringidos (Thorbjarnarson
teniendo la sustentabilidad de la cosecha como el y Velasco, 1999), y en Brasil quebró un gran
objetivo fundamental. El monitoreo de las pobla- número de ranchos para caimán. Los precios repun-
ciones cosechadas tiene la primera prioridad en los taron a mediados de los noventa pero volvieron a
programas de uso sustentable de cocodrilos, y la caer bruscamente, fundamentalmente como resul-
evidencia sugiere que los niveles de caza han estado tado de la crisis económica en Asia.
dentro de los niveles sustentables (Ross, 1998). La historia de los programas de manejo de
Sin embargo, existen límites en el uso de la cosecha de cocodrilos muestra las ventajas y desven-
explotación comercial como una aproximación para tajas de una aproximación de conservación basada
la conservación de estas especies (Thorbjarnarson, sobre la cosecha sustentable. La demanda por los
1999). En la medida que el número de programas productos de cuero de cocodrilo transformó el
de cosecha de cocodrilo proliferó, el suministro de manejo comercial del caimán en una alternativa
pieles legales aumentó. A mediados de los noventa atractiva para negociantes y autoridades nacionales
el comercio de pieles de cocodrilo y lagarto
(Alligator mississippiensis) tuvo la enorme cifra
histórica de 500 000 pieles al año, y el comer-
cio del caimán produjo algo más de un millón
de pieles al año. Al mismo tiempo, el mercado
para los productos de cuero de reptil se ha
mantenido relativamente estable y está
enfrentando la competencia creciente con otras
pieles exóticas, como la de avestruz. En
muchos mercados los precios de la piel de

El cocodrilo del Orinoco (Crocodylus intermedius)es


el cocodrilo más grande del norte de Sudamérica.
Esta especie, endémica de la cuenca del río Orinoco
en Venezuela y Colombia, fue cazada casi hasta la
extinción en la mitad del siglo XX y todavía es el más
amenazado de los cocodrilos sudamericanos (arriba).
La baba (Caiman crocodylus)es una especie que ha
estado sometida a programas de cosecha manejada en
Venezuela desde 1983. Las pieles se almacenan en un
centro de acopio antes de su transferencia a las cur-
tidurías. En la fotos se exhiben dos pieles en salazón.
Note las etiquetas plásticas sujetas a la cola que iden-
tifican a este producto como pieles legalmente pro-
ducidas (abajo). (Fotografías de John Thorbjarnar-
son).

524
de manejo de vida silvestre. En los últimos 20 años programas de conservación de cocodrilos basados
el éxito de estas aproximaciones puede evaluarse a completamente en su uso sustentable muestran
través del número de países que comenzó las cose- claramente que la “sustentabilidad” de esta aproxi-
chas manejadas, el cambio radical desde la obten- mación depende de los caprichos del mercado del
ción de pieles en forma fundamentalmente ilegal a cuero de reptiles exóticos, un mercado que parece
una legal, la cantidad de investigación y monitoreo ser cíclico y no únicamente relacionado con la pro-
de poblaciones de las especies manejadas comercial- ducción de pieles. Esto significa que las autoridades
mente, y la recuperación de las poblaciones de una de vida silvestre deben ser críticas con aquellos pro-
serie de especies de cocodrilo (Messel, 1991). gramas dirigidos solamente hacia la piel. Debieran
Las limitaciones de una aproximación de uso examinar formas de diversificación hacia la produ-
sustentable para el manejo de poblaciones de coco- cción local de carne u otros productos, en particular
drilos son evidentes, principalmente respecto a su aquellos que agreguen valor local a la cosecha,
efectividad con especies en peligro, tales como el dejando áreas y poblaciones protegidas que ase-
cocodrilo del Orinoco. Los intentos para establecer guren la supervivencia de la especie.

Recuadro XVIII.8. ¿Es posible la conservación en fincas


ganaderas privadas de Los Llanos de Venezuela?
Alejandro Grajal

La región de Los Llanos corresponde a una extensa Desde comienzos de la década de los setenta
provincia biogeográfica que cubre sabanas y muchas fincas han trabajado con el aprovechamien-
bosques deciduos en gran parte del norte y oeste de to legal del chigüire o capibara (Hydrochaeris
la cuenca hidrográfica del río Orinoco, en hydrochaeris) y de la baba (Caiman crocodylus).
Venezuela y Colombia. En Venezuela, Los Llanos Estos programas de cosecha fueron establecidos por
cubren aproximadamente 253 000 km2, con sólo la Dirección de Aprovechamiento y Conservación
dos parques nacionales y dos refugios de fauna que de la Fauna del Ministerio del Ambiente MARNR-
suman 1 196 km2. La mayoría de Los Llanos está PROFAUNA. Aunque la cosecha comercial ha
en propiedades privadas o fincas ganaderas, tradi- tenido altibajos (Thorbjarnarson y Velasco, 1998,
cionalmente llamadas hatos o fundos, algunos con 1999), el marco legal permitió el manejo diversifi-
más de 80 mil ha. La ganadería extensiva de bovi- cado de los recursos biológicos de las fincas involu-
nos ha sido la actividad comercial tradicional de cradas, que incluso han establecido programas de
Los Llanos desde la Conquista. ecoturismo, incrementando así la entrada de divisas
Varias fincas en Los Llanos de Venezuela, tales durante los períodos de devaluación y estancamien-
como Masaguaral, El Frío, Piñero y El Cedral, son to económico de Venezuela. La diversificación
reconocidas internacionalmente por sus actividades económica puede ser potencialmente lucrativa. Por
de conservación e investigación biológica. Otras ejemplo, el ingreso estimado para tres grandes fin-
fincas también realizan excelentes programas de cas por concepto de ganado vacuno oscila entre 7 y
conservación, pero son menos conocidas. La mayor 23 dólares/ha, más siete dólares/ha y cuatro
parte de estos programas ha sido iniciada y man- dólares/ha por la cosecha del chirigue y baba,
tenida gracias al interés personal, financiamiento y respectivamente (Hoogesteijn y Chapman, 1997).
dedicación de los dueños de las fincas. Los ingresos por ecoturismo son difíciles de cuan- 525
tificar, pero una de las fincas estudiadas tuvo un empleos y manteniendo niveles aceptables de con-
ingreso anual bruto de 350 000 dólares (equiva- servación de fauna y hábitat. Sin embargo, para
lente a 4-21 dólares/ha). producir este cambio es necesario que el Estado
A pesar de los beneficios económicos poten- fomente enfoques productivos sustentables,
ciales, la explotación ganadera compatibilizada con otorgándoles el reconocimiento que se merecen y
la conservación no se ha extendido masivamente. estableciendo programas de incentivos fiscales y de
Por el contrario, Los Llanos de Venezuela han capacitación, permitiendo el acceso a capital opera-
experimentado una de las mayores tasas de destru- tivo. Si el Estado no apoya el cambio, la conser-
cción de hábitat en los últimos 20 años, incluyendo vación sustentable continuará dependiendo de la
el drenaje y destrucción de los humedales y la pérdi- iniciativa privada de unos pocos dueños de fincas.
da de más del 60% de los bosques. En el cuadro se Las fincas son manejadas bajo la tutela personal de
resumen algunos de los complejos y múltiples fac- sus dueños, y aun cuando algunas de ellas han
tores que han llevado a numerosas fincas medianas establecido mecanismos sucesorios de manejo, un
y pequeñas a la agricultura intensiva de maíz, sorgo gran reto será establecer mecanismos que permitan
y arroz, o bien a la ganadería con pastos exóticos y regulen la continuidad de los planes de manejo
manejados. El desarrollo agropecuario ha conduci- mixtos, que integren la producción agropecuaria y
do a la destrucción de los otrora imponentes la conservación en el largo plazo de la flora y fauna
bosques del piedemonte andino y de los bosques de de Los Llanos de Venezuela.
galería de los grandes ríos llaneros, alteración de
humedales y contaminación masiva del
ambiente con agroquímicos. En el cuadro
se contrastan los factores económicos y
sociales limitantes con aque- llos que per-
miten compatibilizar la conservación y las
actividades productivas.
Después de describir el panorama que
presenta Venezuela, cabe preguntarse: ¿son
compatibles la conservación y las activi-
dades agropecuarias en Los Llanos? Sí, son
compatibles, puesto que las grandes exten-
siones de tierras en esta región podrían ori-
entarse hacia actividades que pueden max-
imizar el retorno económico, generando

La baba (Caiman crocodylus)es una de las


especies nativas manejada comercialmente en
Los Llanos; además es un atractivo para las
actividades de ecoturismo en las fincas (arriba),
diversificando así la ganadería, que constituye la
actividad comercial regional (abajo).
(Fotografías de Alejandro Grajal).

526
52
Aplicaciones prácticas La productividad de las praderas, medida como peso animal/km2 al
año, varía con la cantidad de lluvias, siendo superior el número de
especies en las zonas con cantidades intermedias de precipitación. La
presencia de ganado fuera de los parques no afecta al número de especies
silvestres presentes, aunque reduce levemente la productividad. Pareciera
que el pastoreo limitado del ganado puede ser compatible con la conser-
vación de la vida silvestre en algunas circunstancias, y que el espacio
comercial puede aumentar el área efectiva de las reservas de vida silvestre.
Incluso en áreas donde existe ganadería comercial parece existir un cam-
bio mínimo en los tipos de especies silvestres presentes. Para apoyar este
punto, Western (1989) ha señalado que el pastoralismo humano, como
el de los masai en Tanzania, ha existido en África del este por más de 3 000
años, sin que se halla extinguido uno sólo de los grandes herbívoros.
Una serie de factores ayuda a la persistencia de la vida silvestre en las
áreas sin protección del este de África, las cuales sustentan una conside-
rable población rural (Western, 1989). Muchas especies silvestres son
valoradas por su carne, y por lo tanto se estimula su presencia en las
praderas. La ganadería privada, en la cual las especies silvestres y el gana-
do se manejan en conjunto, resulta más beneficiosa que el manejo de
ganado doméstico únicamente. Otras especies silvestres pueden encon-
trarse en bajas densidades o son esquivas e ignoradas por los ganaderos.
Algunas áreas contienen vida silvestre que no es utilizada por la gente
debido al suministro inadecuado de agua, guerras, enfermedades o
inaccesibilidad del terreno. Aquí la vida silvestre puede desarrollarse sin
interferencias. Algunas especies, como el elefante, son toleradas porque
abren la vegetación leñosa para el establecimiento de praderas y mejoran
el hábitat para el ganado. Por último, aunque algunas especies están pro-
tegidas por leyes contra la caza y el comercio, muchas otras especies per-
sisten simplemente porque la gente disfruta con su presencia.
En Kenia y países vecinos existe actualmente un movimiento para
crear nuevas políticas de gobierno que permitan a las comunidades
rurales y propietarios beneficiarse directamente de la presencia de
grandes animales de caza (Baskin, 1994). Con la asistencia de agencias
donantes internacionales se están creando empresas de ecoturismo local
que ofrecen caminatas, fotografía, canoas y safari a caballo. Cuando el
terreno está adecuadamente provisto de animales, se permite la caza de
trofeos, con altos precios adicionales por la carne y las pieles.
La continuidad de la existencia de las especies silvestres en áreas sin
protección en África depende de una estructura social estable y de la
segura tenencia de la tierra de la población. Estas características se
encuentran en las sociedades tradicionales de África, donde el control de
los recursos está estrictamente regulado por una autoridad reconocida y
las necesidades actuales pueden ser pospuestas para lograr el mejo-
ramiento de la producción futura de los recursos. Pero aquellos países
que hoy presentan propiedad inestable de los recursos y quiebres de
autoridad, altas migraciones y pobreza, probablemente van a experimen-
tar mayor deterioro ambiental y destrucción de las comunidades biológi-
528 cas, debido a que en estas circunstancias la gente debe centrarse en satis-
facer sus necesidades inmediatas, con poca preocupación por el valor XVIII. Conservación fuera
futuro de los recursos. En los países con inestabilidad política ocurre una de las áreas protegidas
proliferación incontrolable de armas de fuego en las áreas rurales y una
incapacidad para controlar la caza furtiva. En un estudio sobre los fac-
tores que afectan el nivel poblacional del elefante africano, los más
importantes fueron la cantidad de desórdenes civiles y, en menor grado,
el nivel socioeconómico de la población (Burrill et al., 1986). Las pobla-
ciones de elefantes en países políticamente estables aumentaron un 2.5%
al año, mientras que en aquellos inestables están disminuyendo en un
16% anual. La alfabetización de la población, el incremento del ingreso
anual y las medidas de conservación también contribuyen al aumento de
las poblaciones de elefantes.

Manejo de ecosistemas

Así como existen programas de manejo para poblaciones de fauna nativa


y policultivos nativos o mixtos, también se han abordado planes de
manejo que consideran el ecosistema o incluso los ecosistemas que con-
forman unidades del paisaje regional. El diseño e implementación del
manejo ecosistémico introduce complejidades adicionales propias de este
nivel de organización biológica y de la incorporación de factores sociales
en las políticas y diseño del manejo. Tal complejidad se refleja en las va-
riadas definiciones que existen sobre esta noción. Así, el manejo de eco-
sistemas ha sido definido como:

— El conjunto de estrategias que permite mantener el rango completo


de valores y funciones a nivel del paisaje. El manejo coordinado a nivel
del paisaje, trascendiendo los límites de la propiedad privada, es un com-
ponente esencial (Society of American Foresters, 1993).
— La aplicación cuidadosa y hábil de principios ecológicos, económicos,
sociales y administrativos para producir, restaurar o conservar la integri-
dad ecosistémica y las condiciones deseadas de usos, productos, valores y
servicios en el largo plazo (Overbay, 1992).
— Cualquier sistema de manejo de tierras que intente proteger pobla-
ciones viables de todas las especies nativas, perpetuar los regímenes de
perturbación a una escala regional, adoptar una planificación temporal a
la escala de siglos y que permita niveles de uso humano que no causen
degradación ecológica irreparable (Noss y Cooperider, 1994).
— El manejo que integra el conocimiento científico de las relaciones
ecológicas dentro de un complejo marco sociopolítico y de valores, con
el objetivo general de proteger la integridad del ecosistema nativo a largo
plazo (Grumbine, 1994a).

Más allá de las divergencias en las definiciones anteriores, resulta inno-


vador en todas ellas que: (1) ocurre una integración de las esferas ecológ-
ica y social; (2) se cambia la aproximación de especialistas por una apro-
ximación interdisciplinaria; (3) se transforma la concepción de los recur-
529
Aplicaciones prácticas sos naturales como objetos externos o ajenos a los seres humanos, que
sólo tienen valor de uso, por una concepción que considera que los seres
humanos estamos inmersos en los ecosistemas, comunidades o paisajes
manejados, y (4) se amplía el enfoque sobre las utilidades de un sólo
recurso en el corto plazo, para que pueda incluir múltiples escalas tem-
porales, geográficas y funcionales, así como estructuras y procesos
ecológicos y sociales dinámicos e inciertos.
Las tareas y objetivos de la conservación biológica y el manejo eco-
sistémico se despliegan dentro de una delicada y tensa trama de variables
ecológicas y sociales que exigen, por lo tanto, una sólida formación cien-
tífica y humanista (Rozzi, 2001). Lamentablemente, las ciencias sociales
y las humanidades están ausentes en la mayoría de los cursos de conser-
vación biológica y manejo de vida silvestre en los países latinoamericanos
y otras regiones del mundo (Saberwal y Kothari, 1996). Esto representa
una fuerte limitación, debido a las fuertes interdependencias entre las
sociedades humanas y las estructuras, patrones y procesos ecosistémicos.
Un último elemento del manejo ecosistémico que debe ser subraya-
do, especialmente con una perspectiva latinoamericana, es la aproxi-
mación participativa. Esto es: el diseño y desarrollo de programas de
manejo con los pobladores locales y no a pesar de ellos. En términos éti-
cos, esta aproximación contribuye al respeto por los diversos grupos
sociales y previene la imposición de modelos foráneos y una homo-
geneización cultural. En términos prácticos, la participación de los
pobladores locales es clave para la efectividad de los programas de con-
servación y manejo, sobre todo fuera de las áreas protegidas. Incluso las
propuestas basadas en el mejor conocimiento científico y habilidad téc-
nica podrían desaparecer o ser rechazadas si no son comprendidas y
apoyadas por la comunidad local. Por estas razones, el manejo de ecosis-
temas debe ser un proceso de aprendizaje mutuo, participativo, colabo-
rativo, flexible y dinámico (Rozzi et al., 2000).
Edward Grumbine (1994a, 1997) ha identificado diez componentes
esenciales que caracterizan las múltiples dimensiones del manejo de eco-
sistemas:

1. Contexto jerárquico. Las interconexiones entre los múltiples niveles de


la jerarquía biológica (desde genes hasta paisajes) deben ser investigadas
y entendidas por los encargados del manejo. Ningún nivel puede ser
manejado sin afectar los otros niveles.

2. Límites ecológicos. Es necesario traspasar los límites políticos y admi-


nistrativos, para centrarse en los límites ecológicos.

3. Integridad ecológica. Es necesario conservar poblaciones viables de


todas las especies pertenecientes a todas las comunidades biológicas y
estados sucesionales de la unidad de manejo, junto con los patrones
y procesos ecológicos que generan y mantienen la diversidad de genes,
poblaciones, especies, comunidades y ecosistemas en tal unidad.

530 4. Decisiones informadas. Una aproximación ecosistémica requiere el


mayor conocimiento ecológico, social y económico y el mejor uso de los XVIII. Conservación fuera
datos disponibles para efectuar decisiones informadas. de las áreas protegidas

5. Monitoreo. El monitoreo es un componente crítico en el ciclo de


retroalimentación del manejo adaptativo, en cuanto permite la eva-
luación de los resultados de las acciones del manejo y el ajuste o modifi-
cación de tales acciones. El monitoreo debe estar apoyado en indicadores
elegidos cuidadosamente para que reflejen los objetivos del manejo; por
ejemplo, número de especies significativas, cobertura vegetal y calidad
del agua.

6. Manejo adaptativo. Los resultados deben utilizarse para ajustar el


manejo en una forma adaptativa. El manejo debe concebirse como un
experimento, puesto que nuestro conocimiento es limitado y las dinámi-
cas de los ecosistemas son complejas. La flexibilidad y la adaptabilidad
son elementos críticos para enfrentar la incerteza y propiciar un proceso
de continuo aprendizaje respecto a las mejores formas de manejo.

7. Cooperación inter-institucional. El trabajo ecológico requiere de la


colaboración entre instituciones muy diversas, públicas y privadas.
Ninguna entidad debería realizar todo el trabajo y la toma de decisiones
por sí sola. Es necesario cambiar la frecuente competencia entre las insti-
tuciones por relaciones de cooperación con agencias que trabajan a nivel
local, regional, nacional o internacional.

8. Cambios de organización. Las instituciones involucradas deben ser


capaces de modificar sus estructuras y métodos de operación para ajus-
tarse al curso del manejo ecosistémico. Las políticas y prácticas rígidas,
habituales en las agencias, dificultan la realización de un manejo eco-
sistémico adaptativo.

9. Los seres humanos están inmersos en la naturaleza. Las personas son


componentes esenciales de la naturaleza: influyen sobre los patrones y
procesos ecológicos y a la vez son influidas por ellos. Las personas, sus
necesidades y aspiraciones, deben ser consideradas desde el comienzo y a
lo largo de todo el manejo ecosistémico.

10. Valores. Los valores humanos siempre motivarán y permearán los


objetivos de manejo.

Los postulados anteriores podrían parecer simples e incluso obvios;


sin embargo, desafían las rígidas estructuras institucionales, los enfoques
reduccionistas y los intereses egoístas. En efecto, muchos de los proyec-
tos de manejo ecosistémico que se llevan a cabo fuera de las áreas prote-
gidas han experimentado serias dificultades. Por ejemplo, un análisis de
los 90 proyectos de manejo ecosistémico más importantes de Estados
Unidos reveló que sus objetivos eran frecuentemente amenazados por
decisiones económicas o políticas que permitían alteraciones hidrológi-
cas (cambios en el suministro de agua), conversión a uso urbano e intro- 531
Aplicaciones prácticas ducción de especies exóticas (Yafee et al., 1996). Afortunadamente tam-
bién se encuentran casos alentadores, como el de una cooperativa de
rancheros y propietarios locales que promueve la colaboración entre
propietarios privados, agencias de gobierno y organizaciones de conser-
vación en una región de montaña y desierto de Arizona y Nuevo México,
característica por sus montañas aisladas o “islas del cielo”. Esta región,
habitada por el jaguar mexicano, 265 especies de aves y 90 especies de
mamíferos —varias de ellas amenazadas— es una de las áreas biológica-
mente más ricas de Estados Unidos (Figura XVIII.5, Glenn, 1997). El
manejo incluye la reintroducción de pastos nativos, novedosas aproxima-
ciones al pastoreo de bovinos basadas en la investigación científica, pre-
vención de la fragmentación del hábitat a través de regulaciones para el
desarrollo residencial y el uso de fuego controlado. Esta última es una
práctica habitual en los programas de manejo en Norteamérica debido a
que el fuego es un elemento de la dinámica ecológica regional, y la
quema de praderas y bosques era realizada periódicamente por una serie
de grupos indígenas (Pyne y Cronon, 1997; Boyd, 1999). El objetivo es
“crear un paisaje saludable y no fragmentado que pueda mantener una
comunidad de vida humana, de plantas y animales diversa y próspera en
esta región” (Yaffee et al., 1996).
En América Latina se encuentran interesantes experiencias de mane-
jo en ecosistemas forestales tropicales, templados y mixtos. El manejo
forestal sustentable es un imperativo para la conservación, puesto que
más del 80% de las grandes áreas boscosas que aún quedan en países
como Brasil (5 611 070 km2 ), Perú (679 060 km2 ) o Venezuela (456 900
km2 ) (WRI, 1995) se encuentra fuera de las áreas protegidas. Una de las
características ecológicas de los bosques tropicales que ha inspirado algu-
nas formas de silvicultura sustentable es el carácter dinámico de las per-
Figura XVIII.5. El Malpai Border-
lands Group fomenta el manejo de
ecosistemas de 400 000 ha de
desierto y montañas en el sur de
Arizona y Nuevo México, en Esta-
dos Unidos. Muchas especies raras y
en peligro, incluyendo el jaguar
mexicano (Panthera onca) son pro-
tegidas en el proceso de manejo.
(Fotografía de Warner Glenn de
Eyes of Fire: Encounter with a Bor-
derland Jaguar).

532
turbaciones y la regeneración de estos bosques. En muchos bosques la XVIII. Conservación fuera
caída de uno o unos pocos árboles abre claros que constituyen focos de de las áreas protegidas
regeneración, especialmente de especies intolerantes a la sombra
(Hartshorn, 1978). Los claros contienen también las mayores abundan-
cias de algunos grupos de insectos (Braker, 1991) y de aves, como los
picaflores que visitan las flores con néctar que frecuentemente se concen-
tran en los bordes y claros. Por lo tanto, los bosques primarios o antiguos
presentan una alta heterogeneidad espacial derivada de esta dinámica.
En los bosques tropicales de Surinam se ha implementado un sis-
tema de tala selectiva y pequeñas talas con una frecuencia de 20 a 25
años que emulan la formación de claros en el bosque. Las talas en forma
de claros evitan la erosión del suelo y el lavado de nutrientes que se pro-
ducen con las talas a gran escala. La protección del suelo considera tam-
bién la remoción de los troncos con el máximo de cuidado por sendas
definidas. Las empresas forestales de Surinam explotan un máximo de 50
especies arbóreas, que representan sólo entre el 10 y el 20% de las
especies. El proyecto de tala selectiva CELOS ha promovido el uso de un
mayor número de especies, y con el fin de favorecer el crecimiento de
tales especies, algunos de los árboles no comerciales son estrangulados,
pero sus troncos son dejados en el sitio, para su descomposición y reci-
claje de nutrientes. Estas medidas favorecen el crecimiento de las especies
comerciales a la vez que mantienen el hábitat forestal con una diversidad
florística y faunística, permiten la cosecha de productos no maderables,
mantienen los nutrientes y protegen las cuencas hidrográficas (Gradwohl
y Greenberg, 1988).
En Costa Rica el Centro Agronómico Tropical de Investigación y
Enseñanza (CATIE) ha ensayado prácticas de tala selectiva que también
se basan en la creación de espacios con mayor radiación luminosa que
estimulan procesos de liberación o crecimiento de árboles de alto y
mediano valor comercial (Finegan, 1997). En la primera etapa se corta el
dosel de árboles que cubre a los individuos de especies de interés comer-
cial. Esta tala cumple un doble propósito: (1) genera ingresos prove-
nientes de la madera aserrable y de la leña que se obtiene del dosel al ini-
cio del tratamiento y (2) aumenta la llegada de luz al follaje de las
especies de interés. En la segunda etapa se ubica cada árbol valioso y de
buena calidad y se completa el proceso de su liberación mediante la tala
de cada árbol vecino que pueda significar competencia por la luz y/o
otros recursos. Bajo este tratamiento las tasas de crecimiento volumétrico
de los árboles comerciales duplican a aquellas registradas en las parcelas
sin tratamiento.
Junto con formas de manejo centradas en las especies maderables, en
muchos bosques tropicales se llevan a cabo prácticas que consideran pro-
ductos no maderables. En los bosques amazónicos se están ensayando
formas de manejo mixtas que incluyen la recolección de productos no
maderables, la plantación de especies de especial interés por sus produc-
tos maderables y la siembra de especies de interés agrícola (Capítulo
VIII, Clüsener-Godt y Sachs, 1995). Dentro del área del bosque maneja-
do, las actividades de cosecha se realizarían en el cinturón externo, dejan- 533
Aplicaciones prácticas do hacia el centro del área las prácticas agrarias o silvícolas más intensas
(Anderson, 1990). Esta aproximación mixta refuerza la economía del
modelo de las reservas extractivas (Capítulo XX).
Los bosques templados también han sido manejados para una serie
de productos no maderables y servicios ecosistémicos, aunque desde el
arribo de los colonos europeos la producción de madera ha sido el objeti-
vo más importante (Hansen et al., 1991, 1995; Halpern y Spies, 1995).
Sin embargo, recientemente en la región de los bosques de coníferas del
noroeste de Estados Unidos se ha generado un intenso debate entre
ambientalistas y la industria maderera acerca de las opciones de produ-
cción de madera versus la conservación de la única especie de lechuza
moteada del norte (Strix occidentalis caurina). Esta polémica ha promovi-
do una intensa investigación y ensayo de prácticas de manejo que su-
gieren posibles soluciones de compromiso.
Después de incendios, tormentas de viento y otras perturbaciones,
los bosques de la costa del noroeste tienen cuatro distintos estados suce-
sionales:

— El estado sucesional temprano (0-20 años), dominado por hierbas y


arbustos.
— Bosque joven (20-80 años), caracterizado por árboles en crecimiento
vigoroso.
— Bosque maduro (80-200 años), con tasas de crecimiento en disminu-
ción y dosel cerrado.
— Bosque antiguo (más de 200 años), donde las coníferas tolerantes a la
sombra reemplazan a los árboles pioneros muertos o moribundos.

Los bosques antiguos son dañados periódicamente por el fuego y


tormentas de viento, y los sectores quemados vuelven al estado sucesion-
al temprano. A pesar de la gran diferencia en la estructura vegetacional
de los cuatro estados sucesionales, los estudios taxonómicos han
demostrado que existe relativamente poca diferencia en composición y
número de especies entre ellos. No obstante, varias especies de murciéla-
gos y aves que anidan en las cavidades de los árboles —como la lechuza
moteada del norte— están confinadas a los bosques antiguos. La razón
para esta similitud es que todos estos tipos forestales tienen al menos
unos pocos árboles viejos vivos, algunos árboles muertos en pie y árboles
caídos después de incendios y tormentas. Ciertos insectos, anfibios, hon-
gos y musgos también pueden requerir las condiciones húmedas y som-
breadas y la profunda capa de hojarasca que sólo se encuentra en los
bosques antiguos. Estos recursos son suficientes para sustentar una com-
pleja comunidad de plantas y animales. Sin embargo, las prácticas de la
actividad forestal comercial actual remueven los árboles vivos y muertos
de todas las edades para maximizar la producción de madera, lo cual
reduce la complejidad estructural del bosque en el ciclo siguiente. En los
bosques manejados del noroeste de Estados Unidos la práctica de la tala
rasa para madera en parches que alternan con fragmentos de bosques no
534 talados generan un paisaje caracterizado por un mosaico de fragmentos
de bosque, con árboles de diferentes edades a través de los fragmentos, y XVIII. Conservación fuera
edades uniformes dentro de ellos (Figura XVIII.6). de las áreas protegidas
La investigación actual indica que los bosques manejados contienen
considerable diversidad biológica, y a la vez sugiere formas específicas de
manejo de los bosques de
coníferas para la producción de
madera y conservación de un
mayor número de especies.
Estas lecciones se están incor-
porando en la “nueva inge-
niería forestal”, “ingeniería
forestal ecológica” o “forestería
ecológica”, propugnada por la
región de la costa noroeste de
Estados Unidos (Hansen et al.,
1995; Kohm y Franklin,
1997). Este nuevo método
involucra esencialmente la tala
rasa pero mantiene una densi-
dad baja de grandes árboles
vivos, árboles muertos en pie y
algunos árboles caídos, los
cuales proveen complejidad estructural y hábitat para las especies ani- Figura XVIII.6. La cosecha alterna-
males en el próximo ciclo del bosque (Figura XVIII.7). La frag- da de árboles en bosques manejados
mentación también podría reducirse con un tipo de cosecha que utilice del noroeste de Estados Unidos pro-
patrones que mantengan grandes áreas de bosque. Estos métodos alter- duce un mosaico de fragmentos
forestales. Dentro de cada parche, la
nativos de cosecha tienen consecuencias políticas y económicas. Si el
vegetación se encuentra en el mismo
bosque puede ser cosechado en una forma que permita la retención de estado sucesional. (Fotografía de A.
las especies originales, entonces esto representa un mejoramiento de las Levno).
actuales prácticas de tala, al menos desde la perspectiva de la biología de
la conservación. Sin embargo, la ingeniería forestal ecoló- gica requiere
de una cosecha reducida de madera en el momento de la tala y un ciclo
de corte más largo, resultando en menores beneficios para la industria
maderera. La ingeniería forestal ecológica también falla en satisfacer a los
ambientalistas estrictos que desean establecer grandes áreas de bosque
antiguo como áreas de vida silvestre, argumentando que las últimas
regiones de “grandes árboles” no debieran cortarse por razones económi-
cas, incluso si esto pudiera realizarse sin provocar la extinción de
especies.
A pesar de las discusiones acerca de la viabilidad ecológica y
económica del método de tala con retención variable de elementos
estructurales desarrollado en América del Norte, éste ha sido recomenda-
do para los bosques templados del extremo sur del continente (Franklin
y Armesto, 1996). Más aún, en el extremo austral también se ha genera-
do un intenso debate acerca de un megaproyecto de manejo forestal de
bosques maduros de Nothofagus spp. en Tierra del Fuego (Villarroel y
Torres, 1996).
Los aspectos positivos de este proyecto son múltiples. En primer 535
Aplicaciones prácticas

Figura XVIII.7. (A) La tala conven-


cional implica la remoción de
árboles de un área en ciclos de 70
años, reduciendo la diversidad
estructural del bosque. (B) Las
nuevas prácticas propuestas man-
tendrían la diversidad estructural al
dejar algunos árboles viejos, árboles
muertos en pie y troncos caídos.
(Según Hansen et al., 1991).
lugar, ha motivado la participación de más de cien científicos de distintas
disciplinas en su diseño. Esto representa un gran aporte respecto a la
“mentalidad minera” que impera en los bosques australes, que consiste
en extraer sin límites ni cuidado toda madera valiosa (Donoso y Lara,
1996, 1998). También permite la conservación de una mayor diversidad
biológica que la práctica dominante en la silvicultura en la región de los
bosques templados de Sudamérica: la sustitución de bosque nativo por
monocultivos coetáneos de especies exóticas (véase el Recuadro IX.1).
El manejo policíclico en parcelas multietáneas de bosque nativo permite
conservar la estructura vertical y una heterogeneidad espacial y temporal
de plantas con frutos carnosos, esenciales para la conservación de la
diversidad de aves en estos bosques (Willson et al., 1994, 1996; Rozzi et
al., 1996a, b). Además, la persistencia de árboles vivos, muertos en pie,
tocones y troncos caídos en las parcelas manejadas, incluyendo los cursos
de agua, repara la nociva práctica de “limpiar el bosque” que elimina
microhábitats claves (por ejemplo, sitios para la nidificación de aves) y
provoca la pérdida de nutrientes, hongos y otros descomponedores y
erosión del suelo (Armesto y Smith, 1994). El Proyecto Río Cóndor en
Tierra del Fuego se lleva a cabo sobre una vasta área de 258 000 ha, lo
que ha permitido el diseño de un mosaico a escala del paisaje que combi-
na las áreas de manejo con reservas biológicas (área total de reservas = 63
613 ha) y elementos facilitadores en la matriz manejada (Figura
XVIII.8a, Arroyo et al., 1996a). Este diseño permite la evaluación de las
práctica de cosecha y su interacción con procesos ecológicos a distintas
536
escalas (Figura XVIII.8b). XVIII. Conservación fuera
Los aspectos criticables del proyecto anterior se arraigan en una acti- de las áreas protegidas
tud de precaución. ¿Habrá sido suficiente un estudio de línea de base
desarrollado durante sólo una estación reproductiva, sobre todo con-
siderando la lenta dinámica ecológica de estos bosques poco productivos
y frágiles? ¿No deberían estas “catedrales verdes” que crecen en condi-
ciones de clima ri- guroso en el confín del mundo permanecer intocadas Figura XVIII.8. (A) Modelo del
o buscar la sustentabilidad económica a través del ecoturismo? (Gligo, diseño de paisaje para el área de
1996). ¿Serán las instituciones chilenas —con escaso personal y manejo forestal del proyecto Río
equipamiento— capaces de controlar las prácticas de una empresa de tal Cóndor, que incluye áreas mane-
jadas de bosque, retención de com-
envergadura? ¿Será posible establecer programas confiables para la certifi- ponentes estructurales que correspon-
cación de la madera producida en ecosistemas tan remotos? A pesar de den a elementos de una matriz
estas interrogantes, una contribución indiscutible de este proyecto ha facilitadora (FM) y áreas de reserva,
sido la ge- neración de un debate que ha permitido la participación de concebidas como áreas centrales de
científicos y de la ciudadanía, promoviendo una mayor conciencia públi- preservación expandida (ECPA). (B)
ca acerca de la importancia de la conservación en los proyectos económi- El proyecto ha propuesto una
aproximación a múltiples escalas
cos y la búsqueda de la mejor opción para los bosques y los habitantes (individuos, parcelas, cuencas,
del sur de Sudamérica. Éste constituye un paso fundamental para ejercer región, planeta) que conllevan com-
la práctica del manejo sustentable de ecosistemas en Sudamérica. plejos efectos teóricos de la cosecha
forestal dentro de un sistema de
interacciones. 1. La cosecha podría
afectar a los diferentes grupos de
organismos. 2. La cosecha podría
afectar directamente procesos como
el reciclaje de nutrientes. 3. Cam-
bios en los ciclos de nutrientes
podrían afectar otros grupos de
organismos en el bosque. 4. La pér-
dida de biodiversidad a su vez
podría afectar procesos ecosistémi-
cos tales como los ciclos de nutri-
entes. Los efectos directos (5) e
indirectos (6, 7) de la cosecha
podrían tener impactos sobre el
paisaje. 8. Los efectos a nivel del
(A) (B) paisaje podrían redundar en cam-
bios regionales. 9. El efecto acumu-
lativo de cambios a nivel regional
podrían redundar en efectos glob-
ales. (Según Arroyo et al., 1996b).
Resumen

1. Más del 90% del planeta permanece y permanecerá fuera de las áreas
protegidas; por lo tanto, es fundamental trabajar por la conservación
fuera de ellas. Las especies animales que viven en las áreas protegidas a
menudo se alimentan o migran hacia las tierras sin protección, donde
quedan expuestas a la caza, la pérdida del hábitat y otras amenazas. En
áreas remotas no protegidas, y en hábitats manejados con sistemas tradi-
cionales o con criterios ecológicos, existe una considerable diversidad
biológica. Tales hábitats no protegidos son vitales para la conservación.
537
Aplicaciones prácticas 2. Las agencias de gobierno, organizaciones privadas de conservación,
empresas y propietarios privados han comenzado (o deberían comenzar)
a colaborar para lograr los objetivos de conservación a través de progra-
mas educativos, manejo de poblaciones de fauna nativa (lo que permite
diversificar las economías de los países), prácticas agroforestales de
policultivos, hábitats de uso múltiple y planes de manejo ecosistémico
que permitan la utilización de recursos naturales en forma sustentable.

3. En los ecosistemas de bosque tropical y templado se han establecido


programas de manejo de bosque nativo que emulan procesos ecológicos
propios de la dinámica de ese bosque o que retienen elementos estruc-
turales y funcionales de éstos. Estas formas de manejo constituyen una
valiosa alternativa frente a los modelos forestales dominantes, basados en
la conversión de bosques nativos en plantaciones coetáneas y mono-
específicas (principalmente de especies exóticas), la tala rasa o la tala
selectiva indiscriminada. La conservación de la diversidad biológica se
favorece si disminuye la conversión de bosques nativos en otros tipos de
hábitat (monocultivos, praderas, urbanización), o si en las superficies de
bosque nativo manejado se minimiza la fragmentación y se mantienen
algunos componentes sucesionales tardíos, incluyendo árboles vivos,
árboles muertos en pie y árboles caídos. Estos árboles constituyen micro-
hábitats claves para numerosas especies de hongos, briófitas, invertebra-
dos y vertebrados, especialmente para las aves que anidan en cavidades
de troncos.

4. El manejo de ecosistemas y la conservación fuera de las áreas protegi-


das requiere de una profunda integración entre disciplinas de las ciencias
naturales y disciplinas de las ciencias sociales o humanistas. Lamentable-
mente éstas últimas están ausentes o muy poco representadas en los pro-
gramas de estudio de las universidades latinoamericanas. Esta situación
debe ser rápidamente modificada, puesto que los problemas de conser-
vación surgen de la interrelación entre la sociedad y el medio ambiente y,
por lo tanto, ambos componentes deben considerarse.

Para discutir

1. Considere un bosque nacional que ha sido usado durante décadas


para obtener madera, caza y productos mineros. Si en este bosque se des-
cubren especies en peligro, ¿debieran frenarse estas actividades? ¿Pueden
la tala, la caza y la minería coexistir con las especies en peligro? Si la tala
tiene que ser frenada, ¿merecen las compañías o sus empleados alguna
compensación?

2. Identifique un área boscosa de alto endemismo habitada por comu-


nidades indígenas o rurales, cuya subsistencia depende de los ecosistemas
forestales. Imagine que el gobierno de su país propone establecer un gran
proyecto forestal esa área. ¿Qué variables incluiría necesariamente usted
538
en la evaluación de tal proyecto? ¿Qué medidas podría proponer para el XVIII. Conservación fuera
manejo sustentable de tal área? de las áreas protegidas

3. Si su comuna le encargara realizar un taller de educación ecológica y


conservación con un financiamiento muy limitado (como suele ocurrir
en nuestro continente), ¿dónde desearía realizar tal taller? ¿En un área
cercana o una remota? ¿En un sector urbano, rural o un ecosistema poco
perturbado? Si sólo pudieran asistir 30 personas, ¿a quién dirigiría el
taller? ¿A maestras o maestros de escuela, guardaparques, alumnos, per-
sonas de la junta de vecinos, al alcalde? Justifique cada una de sus
opciones y discútalas con sus compañeros.

Lecturas sugeridas

Arroyo, M. T. K., C. Donoso, E. Pisano, I. Serey, R. Schlatter y R.


Murúa (1996), Hacia un Proyecto Forestal Ecológicamente Sustentable.
Conceptos, Análisis y Recomendaciones. Protegiendo la Biodiversidad y
los Procesos Ecosistémicos en el Proyecto Río Cóndor Tierra del Fuego,
Universidad de Chile, DID, Santiago, Chile.
Clüsener-Godt, M., e I. Sachs, comps. (1995), Extractivismo en la Ama-
zonia Brasileña: perspectivas de desarrollo regional, Compendios MAB
18, UNESCO, Montevideo, Uruguay.
Franklin, W. L. (1982), “Biology, ecology, and relationship to man of the
South American camelids”, en M. Mares y H. Genoways, comps.,
Mammalian Biology in South America, Special Publication Series Vol.
6, Pymatuning Laboratory of Ecology, University of Pittsburgh,
Estados Unidos, pp. 457-489.
Gradwohl, J., y R. Greenberg (1988), Saving the Tropical Fo re s t ,
EARTHSCAN Ltd., Londres, Inglaterra. Una perspectiva innovado-
ra para la protección de la biodiversidad tropical.
Grumbine, R. E. (1994a), “What is ecosystem management?”, Conserva-
tion Biology 8:27-38. Una nueva filosofía para el manejo de tierras de
una manera más integradora.
Hansen, A. J., T. A. Spies, F. J. Swanson y J. L. Ohmann (1991), “Con-
serving biodiversity in managed forests”, BioScience 41:382-392.
Nuevas técnicas de explotación del bosque que pueden minimizar el
daño a la biodiversidad.
Kohm, K., y J. E Franklin, comps. (1997), Creating a Forestry for the
21st Century: The Science of Ecosystem Management, Island Press,
Washington, D.C. Estados Unidos. Los ingenieros forestales están
tomando una actitud más abierta y reflexiva del manejo del bosque
que incluye su biodiversidad.

539
Aplicaciones prácticas

540
XXII. Desafíos para la conservación
biológica en Latinoamérica
Ricardo Rozzi
Peter Feinsinger

L
a conservación biológica y el bienestar social son comple-
mentarios, no opciones contrapuestas, como generalmente se
presentan. Numerosos casos expuestos en los capítulos anteri-
ores sustentan esta noción que modifica la perspectiva de una
supuesta disyuntiva entre desarrollo y conservación. Este libro demuestra
que confrontamos una gran crisis, tanto ecológica como social. Las
causas de esta crisis ecosocial parecen derivar precisamente de la diso-
ciación entre los sistemas sociales y ecológicos y, por lo tanto, las solu-
ciones podrían surgir de la reconexión de estos sistemas.
La valoración múltiple de los ecosistemas y las aproximaciones inter-
disciplinarias de la conservación biológica permiten considerar los víncu-
los entre la diversidad biocultural y las complejidades socio-políticas
involucradas en los problemas sociales y ecológicos de Latinoamérica. En
este capítulo examinaremos diversos casos y perspectivas ofrecidas en los
capítulos anteriores, con el fin de integrar y proponer aproximaciones
que den cuenta de las interrelaciones entre los problemas sociales y
ecológicos y que, a su vez, procuren establecer programas de conser-
vación que atiendan tanto al bienestar humano como al de otros seres
vivos.

Bienestar social y conservación biológica

La conservación biológica en Latinoamérica dista mucho de aquella cari-


catura que considera al ecologismo como un lujo “de quienes, teniendo
de todo, se preocupan por las plantas y los animales en peligro de extin-
ción”; en contraste, el “ecologismo de los pobres” brota de quienes
dependen directamente de los recursos naturales para vivir (Martínez-
Alier, 1998). La consideración de la interdependencia entre los sistemas
sociales y los ecológicos refuerza la sustentabilidad de las propuestas para
superar los problemas ecosociales y permite superar la equívoca disyunti-
va entre desarrollo y conservación. Cada vez que en una gran ciudad
643
Rozzi R. & P. Feinsinger. 2001. Desafíos para la conservación biológica en Latinoamérica.
En “Fundamentos de Conservación Biológica: Perspectivas Latinoamericanas”
Primack, R., R. Rozzi, P. Feinsinger, R. Dirzo, F. Massardo y colaboradores, pp. 661-688. Fondo de Cultura Económica, México.
Conservación y sociedades humanas sudamericana, como San Pablo (Brasil), un río como el Tietê recibe las
descargas de contaminantes industriales que incluyen compuestos alta-
mente tóxicos, no sólo se elimina la biota acuática, sino que también se
degradan severamente las condiciones sanitarias de las poblaciones
humanas que habitan la megápolis, principalmente de aquellas que habi-
tan en los sectores marginales (i.e., favelas). En contraste, cada vez que se
conservan los ecosistemas de una cuenca hidrográfica, por ejemplo en la
Amazonía —la mayor extensión de bosque tropical del mundo— no
sólo se conserva la vida de miríadas de invertebrados, plantas acuáticas,
algas, peces y aves, sino que también se permite la continuidad del su-
ministro de agua limpia, comida y albergue que ha permitido la subsis-
tencia de poblaciones humanas por siglos o milenios, como en el caso de
los indios amazónicos ka´apor.
El vínculo entre la conservación de la diversidad biológica y el bien-
estar humano es aparentemente obvio. Sin embargo, en las esferas públi-
cas y políticas se generan grandes tensiones y conflictos: aunque la
pobreza es apropiadamente presentada como el problema más urgente
que afecta a Latinoamérica, la protección ambiental es equivocadamente
presentada como un lujo —incluso un impedimento— para la solución
de los problemas de la pobreza (Recuadro XXII.1). Muchos gobiernos
latinoamericanos han justificado sus políticas de desarrollo como una
acción necesaria para superar la pobreza; sin embargo, la proporción y el
número de personas que viven en condiciones de extrema pobreza ha
aumentado durante las últimas décadas en esta región (Hajek, 1995).
La ineficacia de los modelos de desarrollo definidos por estrechos
parámetros tecnológicos y de mercado deriva de la omisión de impor-
tantes variables ambientales y sociales. Estas omisiones conllevan
impactos como la sustitución de ecosistemas diversos y complejos por
monocultivos o sistemas artificiales simples, la expropiación de la tierra y
la concentración de la propiedad privada (Capítulos I, VIII y X). Cuan-
do se interrumpe el acceso de las poblaciones indígenas o rurales a sus
ecosistemas terrestres o marinos —debido a que estos ecosistemas han
sido eliminados o privatizados— tales poblaciones son forzadas a migrar
a los centros urbanos con drástico deterioro de su calidad de vida. Aun
en los casos donde los nuevos propietarios de la tierra —compañías o
personas— ofrecen trabajo a los antiguos habitantes, el nivel de
autonomía decae y sus modos de vida tradicional se alteran profunda-
mente.
Otro factor negativo de los actuales modelos de desarrollo deriva de
la falta de participación de la mayoría de los latinoamericanos en los sis-
temas político-económicos nacionales o globales. Las poblaciones
rurales, indígenas o urbanas que viven en condiciones de pobreza (equi-
valente a 2/3 de la población latinoamericana) han sido postergadas en la
toma de decisiones y diseños de políticas económicas. En consecuencia,
estos modelos de desarrollo han causado no sólo severas pérdidas de bio-
diversidad, sino que también han deteriorado la vida espiritual y mate-
rial de las poblaciones indígenas, rurales y de los pobres en general
644 (Rebellato, 1995).
Rozzi R. & P. Feinsinger. 2001. Desafíos para la conservación biológica en Latinoamérica.
En “Fundamentos de Conservación Biológica: Perspectivas Latinoamericanas”
Primack, R., R. Rozzi, P. Feinsinger, R. Dirzo, F. Massardo y colaboradores, pp. 661-688. Fondo de Cultura Económica, México.
Recuadro XXII.1. Los delicados equilibrios de la conser-
vación en América Latina
Eduardo Gudynas

¿Cuáles son los desafíos de la conservación en servación consiste en articular esos dos campos,
América Latina para el siglo XXI? Podría dudarse ofreciendo medidas de protección que se comple-
que la pregunta sea válida preguntándose si existe menten con las estrategias de desarrollo, por ejemp-
una agenda regional y si presenta particularidades lo, integrando la preservación de la biodiversidad en
propias. La respuesta es afirmativa: el continente un estilo de desarrollo sustentable. Se necesitará
presenta atributos ecológicos propios que requieren mejorar la sensibilidad social, entender las deman-
acciones de conservación específicas. Esas particu- das de los campesinos y empresarios, fortalecer el
laridades no se limitan a los muy promocionados sentido ciudadano en la búsqueda del bien común y
ambientes tropicales, puesto que también existen potenciar los campos políticos democráticos, donde
los ambientes marinos, las zonas áridas, los bosques la sociedad discuta y analice cómo manejar y dis-
y las estepas templadas y frías australes o las áreas tribuir sus recursos naturales.
montañosas, así como muchos otros ecosistemas. Un segundo plano de tensiones se centra entre
En esta compleja asociación de ecosistemas se la tarea del científico y el compromiso del militante
encuentran naciones que los están usando bajo conservacionista. Muchas veces al amparo de la
estrategias productivas que también poseen una neutralidad científica se ha abusado de estudios
identidad propia. Sea por los atributos ecológicos como listas de fauna y flora, contribuyéndose muy
como por los políticos y sociales, es ineludible dis- poco a las medidas de conservación para preservar
cutir los desafíos de la conservación en el conti- esas especies. La biología de la conservación
nente. enfrenta decididamente esta cuestión, vinculando
Estos desafíos se mueven en un campo de ten- las investigaciones con las actividades necesarias
siones entre diversas perspectivas que es necesario para la conservación. Esa militancia podrá ser de
reconocer. muy distinto tipo, desde artículos de divulgación en
En un primer plano se observan en las tensiones la prensa hasta la palestra de un discurso público.
entre la conservación y el desarrollo. Muchos sec- La acumulación de información científica es indis-
tores latinoamericanos siguen viendo a las consid- pensable para la conservación y es urgente en
eraciones ambientales como una restricción al América Latina, dados sus déficits, pero por sí sola
desarrollo y un impedimento a los procesos produc- no genera estrategias de conservación. En este caso
tivos. Considerando la extensión de la pobreza en el biólogo de la conservación latinoamericano
América Latina, la desigualdad social, los atrasos deberá buscar sus equilibrios entre los requerimien-
en educación o salud y los problemas de empleo, las tos de conocimientos originales y las acciones
demandas del desarrollo son enormes. Por lo tanto, urgentes de conservación.
las presiones en este nivel son muy fuertes y oscilan Un tercer nivel de tensiones más interno se
entre la prédica por medidas ambientales que enfa- encuentra dentro de las propias disciplinas científi-
tizan las prohibiciones (de donde su efectividad es cas envueltas en la conservación. Éstas incluyen
baja) al extremo donde todo vale (continuándose concepciones y modelos que pueden estar en
con los estilos de desarrollo tradicional y dejando a pugna, tal como en el caso de la consideración de
la conservación como un mero enunciado de las comunidades como entidades reales que poseen
aspiraciones). El desafío para los biólogos de la con- una evolución sucesional determinada o como sim- 645
Rozzi R. & P. Feinsinger. 2001. Desafíos para la conservación biológica en Latinoamérica.
En “Fundamentos de Conservación Biológica: Perspectivas Latinoamericanas”
Primack, R., R. Rozzi, P. Feinsinger, R. Dirzo, F. Massardo y colaboradores, pp. 661-688. Fondo de Cultura Económica, México.
ples agregados de especies individuales. Las implica- tradiciones milenarias que pueden complementar
ciones de seguir una u otra concepción en la conser- la aproximación científica. En cualquier caso, per-
vación pueden ser muy distintas; por ejemplo, una manece la certeza que no se puede permitir la extin-
interpretación de la sucesión ecológica como un ción de una especie y que ésta constituye un fin
proceso lineal determinado motivaría prácticas de último de un biólogo de la conservación.
restauración entendidas como la recuperación de Los desafíos que nos aguardan son inmensos, y
estadios perdidos en la marcha de la comunidad. La los equilibrios para avanzar en ellos son delicados.
experiencia demuestra que estas concepciones revis- Ni más ni menos que en otros órdenes de la vida.
ten un carácter provisorio: es el mejor conocimien- La biología de la conservación es ciencia y debe
to con el que se dispone en un momento dado. El mantener esa base científica con la mayor rigurosi-
peligro reside en confundirse y creer que el modelo dad posible. Pero es más que ello. Requiere tam-
de moda es la verdad. El biólogo de la conservación bién: (1) humildad para entender las propias limita-
en América Latina debe estar muy atento a ello, en ciones de esa ciencia y escuchar respetuosamente
especial cuando esos modelos son desarrollados otras formas de conocimiento, como las que ofre-
en gran medida en otros países, para otros tipos de cen las comunidades locales; (2) osadía, para
ecosistemas. El desafío consiste en moverse en un defender esas ideas ante la opinión pública y las
campo donde se enfrentarán distintos grados de reparticiones gubernamentales; y sobre todo, (3)
incertidumbres, con los que habrá que convivir. una obstinada perseverancia en el trabajo y con-
También exige atender a otros conocimientos, tinuidad en los proyectos en el largo plazo para
como los saberes locales indígenas o campesinos lograr la conservación de la riqueza biológica del
que ofrecen una valiosa información encerrada en continente.

Las políticas ambientales afectan


múltiples esferas sociales, económi-
cas y valóricas y generan posiciones
encontradas donde se debaten los
delicados equilibrios y tensiones de
la conservación biológica.
(Fotografía de Pablo Villarroel).

La conservación biológica podría desempeñar un papel crucial para


atenuar la pobreza en Latinoamérica al clarificar los vínculos entre la
integridad de los ecosistemas regionales y el bienestar de las poblaciones
humanas. Diversas especies y productos biológicos —tales como hongos,
frutos, larvas, mariscos, carne, fibras— y estructuras y funciones eco-
sistémicas —tales como agua limpia, abrigo, migraciones estacionales—
han desempeñado un papel central para numerosas poblaciones indíge-
nas y rurales durante siglos (Figura XXII.1). La protección de estos
patrones ecosistémicos, donde los seres humanos son componentes inte-
grales, constituye uno de los desafíos fundamentales para la conservación
646 biológica en Latinoamérica, cuyo objetivo central es promover aproxi-
Rozzi R. & P. Feinsinger. 2001. Desafíos para la conservación biológica en Latinoamérica.
En “Fundamentos de Conservación Biológica: Perspectivas Latinoamericanas”
Primack, R., R. Rozzi, P. Feinsinger, R. Dirzo, F. Massardo y colaboradores, pp. 661-688. Fondo de Cultura Económica, México.
XXII. Desafíos para la conservación
biológica en Latinoamérica

Figura XXII.1 Una mujer chachi


del noroeste del Ecuador teje una
canasta de hojas de “rampira” o
“paja toquilla”, Carludovica palma-
ta (Cyclanthaceae). (Foto de Marty
Crump).

maciones teóricas y prácticas que satisfagan las necesidades de ambos: los


seres humanos y los sistemas ecológicos donde habitamos.
Para una biología de la conservación latinoamericana la equidad, la
justicia social y la solidaridad debieran ser tan importantes como la pro-
tección de los ecosistemas (por ejemplo, los bosques tropicales secos,
Recuadros III.1 y XIX.4) o de poblaciones de especies (por ejemplo, de
artrópodos, Recuadros III.4 y VIII.1). ¿Cómo podemos los biólogos de
la conservación abogar por las miríadas de seres vivos que cohabitan en
nuestras regiones y que no tienen voz para manifestar sus necesidades
frente a las personas e instituciones que toman las decisiones de desarrol-
lo? ¿Cómo podemos los biólogos de la conservación contribuir a que
tales organismos, como también las multitudes de comunidades indíge-
nas, rurales y poblaciones marginales de pobres en Latinoamérica, ten-
gan una voz en estas decisiones y sus necesidades sean integradas en pro-
cesos más participativos y diversos? ¿Cómo podemos dar cuenta de las
presiones económicas y políticas externas, nacionales e internacionales,
sobre nuestros ecosistemas regionales y sus poblaciones humanas?
¿Cómo podemos poner en práctica los complejos modelos y explica-
ciones que elaboremos en torno a estas problemáticas?
Estas preguntas parecen extremadamente complejas porque exceden
y desafían a las aproximaciones disciplinarias de los especialistas que
dominan la academia y otras instituciones. Sus respuestas no sólo exigen
una integración entre las múltiples áreas del saber, sino que demandan
también una colaboración entre diversas instituciones gubernamentales
(por ejemplo, el municipio o el gobierno provincial), comunales (por
ejemplo, las juntas de vecinos), no gubernamentales (por ejemplo, los
consejos indígenas o los sindicatos de pescadores artesanales), de seguri-
dad (por ejemplo, el cuartel de policía local o las fuerzas armadas) o de
educación (por ejemplo, la escuela local o la universidad regional).
La participación inter-institucional e inter-disciplinaria permite que los
aportes de los biólogos de la conservación no permanezcan cautivos en el
interior de la academia o de las publicaciones científicas, sino que sean
647
Rozzi R. & P. Feinsinger. 2001. Desafíos para la conservación biológica en Latinoamérica.
En “Fundamentos de Conservación Biológica: Perspectivas Latinoamericanas”
Primack, R., R. Rozzi, P. Feinsinger, R. Dirzo, F. Massardo y colaboradores, pp. 661-688. Fondo de Cultura Económica, México.
Conservación y sociedades humanas incorporados por los diversos actores que participan en la toma de deci-
siones, cuyos criterios son esencialmente políticos, económicos y admi-
nistrativos. En este escenario, cada estudiante de biología, naturalista o
científico puede hacer aportes muy valiosos por medio de acciones tan
sencillas como por ejemplo, mostrar y comunicar la belleza e importan-
cia de organismos poco conocidos como los líquenes, musgos u hongos
(Figura XXII.2). Para facilitar el análisis de las interacciones entre las
diversas variables ecológicas y sociales, consideraremos un caso específi-
co: la industria camaronera ecuatoriana (Recuadro VI.2).

Figura XXII.2 Un ecólogo explica


al Presidente de la República de
Chile, al Gobernador de la Provin-
cia Antártica Chilena y el Alcalde de
la Comuna de Cabo de Hornos la
importancia que tienen los líquenes
para la formación del suelo en los
ecosistemas del extremo austral de
América. (Fotografía de Alex
Ibañez, Archivo Parque Etnobotáni-
co Omora Isla Navarino, Chile).

El caso de las empresas camaroneras de Ecuador

El Recuadro VI.2 presenta un caso que ilustra notablemente cómo las


políticas nacionales e internacionales y los indicadores macroeconómicos
pueden pasar por alto profundos problemas ecológicos y sociales involu-
crados en ciertos modos de explotación de los recursos naturales. El cul-
tivo comercial de los camarones ecuatorianos, hoy famosos en la cocina
internacional, comenzó en 1968 y en sólo 15 años (en 1983) Ecuador
llegó a ser el principal exportador mundial de este producto. Este cre-
cimiento explosivo de la empresa camaronera es generalmente visto
como un logro político y económico. Sin embargo, su impacto ambien-
tal y social ha sido tal, que hoy el área cubierta por piscinas camaroneras
sobrepasa al área de manglares en la costa ecuatoriana (Figura en
Recuadro VI.2) y numerosas comunidades humanas de las costas ecua-
torianas fueron forzadas a emigrar.
En las regiones tropicales los manglares actúan como “membranas”
entre los ecosistemas terrestres y marinos, puesto que reciclan los nutri-
entes y regulan los flujos hidrológicos y de sedimentos. Los manglares
actúan además como defensas costeras contra el aumento del nivel de las
aguas marinas, proveen hábitat reproductivo para numerosas especies de
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Rozzi R. & P. Feinsinger. 2001. Desafíos para la conservación biológica en Latinoamérica.
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invertebrados y vertebrados, constituyen reservas de biodiversidad XXII. Desafíos para la conservación
(incluyendo especies resistentes a la salinidad) y representan también una biológica en Latinoamérica
reserva de carbono (Martínez-Alier, en preparación). Su conversión
masiva a piscinas camaroneras ha aumentado dramáticamente los niveles
de sedimentación y pérdida de nutrientes en los suelos tropicales. Estos
procesos han afectado drásticamente las poblaciones de especies de algas,
peces, crustáceos y moluscos, cuyo ciclo de vida depende de los
manglares. Las industrias camaroneras también desvían el curso de los
ríos y contaminan las aguas con plaguicidas (por ejemplo, Malathion,
Parathion, Azodrín, Paraquat, Endosulfán y Butachlor), que son mezcla-
dos con antibióticos (por ejem- plo, terramicina, eritromicina y oxite-
traciclina) utilizados para prevenir enfermedades de los camarones, pero
cuyos efectos sobre la salud humana aún no han sido evaluados (Hagler,
1997).
La industria camaronera genera además serios problemas sociales al
impedir el acceso de las comunidades locales a los manglares, puesto que
éstos han sido eliminados o privatizados. La tala o la privatización
se realiza generalmente de manera ilegal debido a dos razones: (1)
las áreas costeras son de propiedad estatal y su acceso es, por lo
tanto, público; (2) los manglares constituyen ecosistemas protegi-
dos por leyes nacionales e internacionales (Martínez-Alier, en
preparación). Las diferencias económicas entre ricos y pobres
aumentan, puesto que unas pocas personas se enriquecen con la
conversión o la privatización de los manglares, mientras que una
multitud de personas se empobrece con la desaparición o la restric-
ción del acceso a estos ecosistemas.
Las mujeres de las comunidades costeras suelen recolectar entre
uno y dos centenares de bivalvos diariamente, los cuales utilizan
para su consumo familiar y para la venta (Figura XXII.3). Las
concheras de Ecuador y Centroamérica han intentado evitar la
deforestación de los manglares exponiendo sus vidas al tenderse
delante de los “bulldozers” y máquinas excavadoras (Hagler, 1997).
Ellas perciben claramente cómo los derechos de las comunidades
locales han sido violados para favorecer a las industrias por medio
de concesiones gubernamentales. También han constatado cómo ha
decaído la calidad de vida en sus comunidades de pescadores al dis-
minuir la diversidad y abundancia de mariscos, peces, algas, ostras y cen- Figura XXII.3 Una mujer
tollas. Consciente de cómo el crecimiento explosivo de la exportación conchera recolecta cholgas en un
camaronera conlleva una contrastante miseria para los habitantes de la manglar cerca de Muisne, Ecuador.
región costera de Ecuador, una mujer conchera escribió el 11 de marzo (Fotografía de Alfredo Quarto,
Mangrove Action Project, Muisne,
de 1999: Ecuador).
Ellos nos quieren humillar porque somos negras, porque somos pobres,
pero una no elige la raza en que nace, tampoco elegimos el no tener nada
para comer. Pero yo estoy orgullosa de ser una conchera, porque mi raza
me da fuerzas para combatir en defensa de lo que era de mis padres y
heredarán mis hijos. Estoy orgullosa porque nunca he robado ni le he saca-
do la comida de la boca a otra persona para llenar la mía… Ahora estamos
peleando por algo que nos pertenece, son nuestros ecosistemas, pero no
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Rozzi R. & P. Feinsinger. 2001. Desafíos para la conservación biológica en Latinoamérica.
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Conservación y sociedades humanas peleamos porque seamos ecólogos profesionales sino porque deseamos con-
tinuar viviendo; si los manglares desaparecen, toda nuestra gente desapare-
cerá… Si los manglares desaparecen deberemos comer basura en los cor-
dones marginales de Esmeraldas o Guayaquil, donde deberemos ser
prostitutas… ¿Qué ocurrirá cuando los camaroneros erijan sus letreros
“propiedad privada” y nos disparen cuando intentemos cruzar y seamos
asesinados con la bendición del Presidente? (Falla, 2000).

Una semana después de la carta de la conchera, el 18 de marzo de 1999,


la ONG ecuatoriana Fundecol y el presidente de Greenpeace, Michael
Hagler, escribían una carta al presidente de Ecuador argumentando en
términos económicos que “si se ha estimado un valor medio anual de 13
000 dólares/ha por los bienes y servicios provistos por los manglares no
nos es posible comprender la justificación económica para sacrificar los
beneficios económicos en el largo plazo por un pago de sólo 60 millones
de dólares en el corto plazo”.
El caso anterior clarifica algunas de las causas y de los síntomas de la
rápida degradación ambiental que está ocurriendo en el Neotrópico, la
región con la mayor biodiversidad del planeta. Al mismo tiempo, genera
alguna esperanza para una mejor integración entre las políticas ambien-
tales y sociales al mostrar que numerosos asentamientos humanos
regionales están conscientes de la interdependencia entre la calidad de
sus vidas y la preservación de la diversidad biológica. Esta conciencia
de las comunidades locales desafía, a su vez, el concepto de buena vida
promovido por la globalización de la economía de mercado.
Para analizar algunas de las falencias en las propuestas que han pro-
movido proyectos tales como las camaroneras ecuatorianas y para pro-
poner la incorporación de variables ecológicas y sociales en futuros
proyectos de desarrollo, discutiremos siete puntos desde la perspectiva de
varias disciplinas que forman parte de la conservación biológica:

1. Se señala que el crecimiento económico generalmente ayuda a la gente


pobre. Sin embargo, megaproyectos tales como las camaroneras ecuato-
rianos e innumerables empresas análogas en Latinoamérica (por ejemplo,
las compañías petroleras en las selvas amazónicas (Recuadro XVI.1) o
las grandes represas en Brasil (Recuadro XXI.5) son frecuentemente
resistidas por las comunidades locales cuyas vidas se ven negativamente
afectadas. Tomando un ejemplo que se debate actualmente, como la
construcción de la gran hidrovía en la Región de Pantanal, que cavaría
un canal a lo largo del río Paraguay-Paraná, que permitiría la navegación
de cargueros desde la costa argentina de Buenos Aires hasta lugares situa-
dos a 3 000 km al norte, a través de Bolivia, Paraguay y Brasil (véanse los
Capítulos VI y XXI), los biólogos de la conservación debiéramos pre-
guntarnos: ¿a quiénes serviría este proyecto? Es necesario identificar a los
beneficiarios, caracterizar la distribución de los beneficios, los costos
sociales, las amenazas para la biodiversidad e incorporar en el análisis los
múltiples bienes y servicios ecosistémicos que se verán alterados. Estas
variables son subestimadas u omitidas en la mayoría de los modelos
650 económicos, análisis sociales y proyectos políticos. Por ejemplo, si

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quienes toman las decisiones sobre el destino de los bosques amazónicos XXII. Desafíos para la conservación
valoran estos ecosistemas exclusivamente en función de la madera extrai- biológica en Latinoamérica
da y vendida, tales ecosistemas forestales continuarán siendo consumidos
para la obtención de un solo producto y para solo un grupo de beneficia-
rios, que además habita mayoritariamente lejos de tales regiones.
Además, muchos políticos y otras personas que toman decisiones ambi-
entales en Brasil conocen las consecuencias ecológicas, sociales y
económicas negativas de las actuales prácticas de deforestación. No se
trata, por lo tanto, de un problema que derive solamente de la falta de
conocimiento, sino también de una voluntad política para superar las
presiones de grupos de poder y para reorientar los criterios en que se
basan las aspiraciones para la reelección o una nueva designación (Vie-
derman et al., 1997).

2. Algunos indicadores macroeconómicos —tales como el Producto Nacional


Bruto y el Ingreso per capita— pueden conducir a interpretaciones erradas
debido a la concentración de los ingresos en sectores minoritarios de la
población. Con humor negro el escritor Jorge Luis Borges ha dicho que él
no cree en las estadísticas económicas, puesto que tales índices señalan
que en Argentina las familias consumen un pollo a la semana, cuando él
sabe muy bien que algunas familias comen un pollo diario, mientras que
otras comen medio pollo al mes. En algunos países latinoamericanos el
10% de la población más rica recibe más del 75% del ingreso nacional
(Quiroga, 1994). En proyectos que han tenido un crecimiento explosi-
vo, tales como las camaroneras ecuatorianas o las salmoneras del sur de
Chile, los costos ambientales no son cubiertos por las empresas y los
beneficios económicos ni siquiera se traspasan equitativamente a los tra-
bajadores. Por ejemplo, en el período 1990-1993 el valor de las ventas de
salmones aumentó en más de un 30%, mientras que los aumentos
de sueldo fueron inferiores al 20% (Claude et al., 2000).

3. En los países latinoamericanos existe una marcada diferencia entre la le-


gislación ambiental y las prácticas ambientales. Tal como la instalación de
piscinas camaroneras es ilegal debido a que los manglares constituyen
ecosistemas protegidos y se ubican en áreas costeras públicas, muchas
irregularidades ocurren debido a la baja capacidad de control y fisca-
lización o a que priman relaciones de poder, criterios económicos y
políticos. Por ejemplo, pese a que la captura de nutrias y delfines ha esta-
do prohibida en Chile por leyes nacionales e internacionales desde medi-
ados del siglo XX, su caza para el comercio de piel continúa (Figura
XXII.4; Rozzi y Torres-Mura, 1990; Manzur y Canto, 1997). Las medi-
das legales son insuficientes para la conservación si no van acompañadas
de un estricto control, programas de educación ambiental y alternativas
económicas para quienes abandonan estas actividades. La legislación
ambiental debe cautelar también el cumplimiento de normas interna-
cionales. Por ejemplo, el caso del gavilán Swainson (Recuadro VI.5)
muestra cómo plaguicidas prohibidos en países del Hemisferio Norte
son vendidos en el Hemisferio Sur, donde continúan utilizándose, ame-
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Conservación y sociedades humanas

(A)

Figura XXII.4. (A) Delfines en los


canales de los archipiélagos del sur
de Chile. (B) Pese a que su caza
está prohibida, la captura de
delfines continúa para utilizarlos
como carnada en la pesca de la cen-
tolla. (Fotografías (A) de Ricardo
Rozzi Archivo Parque Etnobotáni-
co Omora, Isla Navarino, Chile y
(B) de María Isabel Manzur, repro-
ducido con la autorización de
Ambiente y Desarrollo). (B)
nazando la vida silvestre y la salud humana. Es urgente mejorar la legis-
lación acerca del uso de productos químicos, tales como antibióticos en
la acuicultura, hormonas en la crianza de pollos o plaguicidas en la agri-
cultura (Capítulo VI), los derechos del subsuelo que permiten extraer
agua, petróleo, minerales y explotar cualquier recurso que exista bajo el
suelo sin considerar sus impactos sociales y las “cicatrices ecológicas”
dejadas por los pozos, las minas y el agotamiento de recursos tan im-
prescindibles como las aguas subterráneas. En la mayoría de los países y
regiones de Latinoamérica los costos sociales y ambientales —tales como
daños a la salud humana, pérdidas de biodiversidad y contaminación de
los cursos de aguas y las napas subterráneas— no están claramente incor-
porados en las normativas ambientales.

4. Existe una carencia de información y de debate público de los problemas


ambientales. La prensa y otros medios de comunicación de Latinoaméri-
ca, como en otras regiones del mundo, suelen estar controlados por gru-
pos económicos que simplifican las posiciones conservacionistas como
pertenecientes a ambientalistas románticos o grupos indígenas anacróni-
cos que se resisten a los proyectos de progreso para el país. El sesgo peri-
odístico y la censura impuesta a los medios de comunicación evitan la
discusión pública informada acerca de los complejos problemas sociales
y ambientales (véase Claude, 1997). Otra dificultad es el financiamiento
de la publicidad. Por ejemplo, en 1993 el New York Times publicó suple-
652 mentos especiales en apoyo del TLC o NAFTA (North American Free
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Trade Agreement), cuyos costos están fuera del alcance de organizaciones XXII. Desafíos para la conservación
no gubernamentales que hubieran deseado exponer sus argumentos para biológica en Latinoamérica
oponerse al NAFTA (Viederman et al., 1997). A mayor escala ocurre
algo análogo con la publicidad a favor de la Organización Mundial de
Libre Comercio. Imaginemos que la prensa comunicara los aspectos
ambientales de proyectos como las piscinas camaroneras. ¿Qué ocurriría
con la opción de los consumidores al ser informados acerca de la canti-
dad y diversidad de organismos que son destruidos y de las comunidades
rurales que son desplazadas? Tal situación podría emular al “efecto ham-
burguesa”, cuando millones de consumidores dejaron de comer hambur-
guesas al enterarse de los efectos de la defo- restación involucrados en su
producción (Capítulo VI). Un tercer obstáculo para la comunicación
de los problemas ecológicos surge del desinterés y la dificultad que ge-
neralmente tienen los científicos para explicar sus resultados y perspectivas
a la ciudadanía y a los periodistas. Es necesario que los biólogos de la
conservación se esfuercen por comunicar sus hallazgos y sus pro- puestas
de una manera tal que sea a la vez rigurosa y comprensible para el públi-
co general. La educación ecológica y su difusión constituye un desafío
clave para los jóvenes biólogos de la conservación quienes pueden, por
ejemplo, poner en práctica y transmitir el mensaje de las “Cuatro Cs” del
programa “Enseñanza de la Ecología en el Patio de la Escuela”: para
Conservar es necesario Conocer, Comprender y Cuestionar (Figura
XXII.5, Feinsinger, 2001). Finalmente, la colaboración de los biólogos
de la conservación con los medios de comunicación debiera promover
una mayor tribuna para las visiones de las comunidades indígenas, las
organizaciones de base y la sociedad civil en general, cuya subsistencia,
salud, derechos civiles, trabajos, autonomía y otros aspectos de sus vidas
es afectada directamente por las políticas y decisiones ambientales
(Bryant, 1995).
Figura XXII.5 Alumnos de la Uni-
versidad de Azuay (Cuenca,
5. Los modelos de explotación de los recursos naturales a gran escala satis- Ecuador) elaborando perspectivas
facen generalmente las necesidades de las sociedades de consumo en puntos innovadoras sobre la conservación
distantes y no de las poblaciones locales. Más del 90% de los camarones biológica del paisaje local.
producidos y exportados por las empresas ecuatorianas son consumidos (Fotografía de Peter Feinsinger).
por sólo unos pocos países: Estados Unidos
(600 000 ton), Japón (318 000 ton) y países
de la Comunidad Europea (200 000 ton)
(Hagler, 1997). Similarmente, el destino de
más del 90% de los salmones exportados
por Chile se concentra en Japón (59%),
Estados Unidos (29%) y la Comunidad
Europea (5%) (Claude, 2000). El 93% de
las astillas producidas en los bosques del sur
de Chile tiene como destino final la produc-
ción de papel en Japón (Claude, 1997). Este
último caso representa una paradoja no sólo
respecto al punto de consumo (ubicado en
el extremo opuesto del planeta) sino tam-
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Rozzi R. & P. Feinsinger. 2001. Desafíos para la conservación biológica en Latinoamérica.
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Conservación y sociedades humanas bién respecto al despilfarro de valiosas maderas, la ausencia de valor agre-
gado y el deterioro social y ecológico en la región de los bosques chilenos
(Rozzi et al., 2000).

6. Los principales agentes de la degradación ambiental y de la pérdida de


biodiversidad pueden ser unas pocas personas o compañías —por ejemplo,
grandes haciendas, empresas mineras o pesqueras— y no necesariamente
“masas de pobres incultos”. El caso de las astillas producidas a partir del
bosque nativo de Chile muestra también cómo a veces unas pocas per-
sonas o empresas son responsables de extensos impactos ambientales.
Sólo dos consorcios, Mitsubishi-Daio Paper-Marubeni y Citibank-Scott
Paper-Shell, controlan la producción de astillas en esta región (Rozzi et
al., 2000). Más hacia el sur, las regiones de Aysén y Magallanes presen-
tan una de las menores densidades poblacionales a nivel mundial (<1
habitante/km2). No obstante, el área de bosques alterados, talados o que-
mados alcanza casi los dos millones de ha, correspondientes al 33% de la
superficie forestal de la región (CONAF-CONAMA-BIRF, 1997). En el
Capítulo I se señalaba cómo en la selva amazónica la mayor área de
dominio (175 000 km 2) pertenece al consorcio Royal Dutch Shell, que
ha tenido un grave impacto de deforestación y contaminación minera,
violando abierta y sistemáticamente las leyes ambientales brasileñas
(Ceccon y Miramontes, 1999).

7. Estos patrones de impactos sociales y ambientales negativos han ocurrido


reiteradamente en la historia de las diversas regiones del Continente Ameri-
cano. Por ejemplo, la fiebre del oro y la plata ha irrumpido tanto en la
región austral de la Patagonia, como en la andina de Potosí (Bolivia), la
tropical de Ouro Prêto (Brasil), la región mesoamericana de los Zacate-
cas (México), y en regiones del oeste norteamericano, como California
(Estados Unidos). La ganadería ovina o bovina a gran escala también ha
cruzado el Continente Americano, desde Tierra del Fuego hasta
Norteamérica; las plantaciones extensivas de caña de azúcar, banana y
algodón se expandieron tanto en América del Sur y Central como del
Norte (véase Bakewell, 1997). Los ejemplos no se limitan al pasado. Hoy
en Sudamérica las extensas plantaciones monoespecíficas de especies de
Eucalyptus sustituyen bosques nativos de México, Colombia, el sur
de Brasil y Chile (Carrere, 1998; Ceccon y Martínez-Ramos, 1999) la
masificación de monocultivos de soya transgénica transforman y
destruyen extensos hábitats en el norte de Argentina (Rozzi y Massardo,
2000); la contaminación de mercurio causada por procesos de amalgama
de oro en regiones tropicales está afectando la salud de los invertebrados
acuáticos, peces y poblaciones humanas que viven río abajo en regiones
de la Amazonía boliviana, brasileña, ecuatoriana y peruana (Guimaraes
et al., 1999). El análisis histórico muestra que una y otra vez éstas y otras
situaciones similares han constituido casos efímeros de bonanza
económica y han dejado tras de sí una secuela de deterioro ambiental y
social a través de toda Latinoamérica.
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Los puntos anteriores indican que los problemas que confronta la XXII. Desafíos para la conservación
conservación biológica abarcan una multiplicidad de dimensiones biológica en Latinoamérica
sociales, culturales y biológicas. Es necesario, por lo tanto, hacerse cargo
de esta complejidad y multidimensionalidad a través de aproximaciones
interdisciplinarias.

Interdisciplinariedad y multidimensionalidad ecológica

La ecología nos devela un mundo compuesto esencialmente de interrela-


ciones (Callicott, 1986). La vida de cada de ser transcurre en una red de
interacciones con el medio abiótico, con otros seres vivos y, para al
menos los seres humanos, abarca también los contextos culturales,
sociales, políticos y afectivos (Bateson, 1979). La ecología humana
muestra que los cursos de nuestras vidas y las decisiones que tomamos,
no constituyen acontecimientos determinados por nuestras individuali-
dades aisladamente, sino que dependen de e influyen sobre las relaciones
afectivas cercanas, las relaciones sociales y las relaciones con el medio
ambiente. Bajo esta perspectiva ecológica la separación entre las dimen-
siones sociales y las dimensiones medio ambientales parece distorsiona-
da. Es necesario superar aquellas dicotomías donde las ciencias de la na-
turaleza no tienen conciencia de su inscripción en una cultura, una
sociedad, una historia y, a su vez, las humanidades no tienen conciencia
del carácter físico y biológico de los fenómenos humanos (Morin, 1984).
Pareciera haber consenso respecto a que ciertas aproximaciones y
conceptos de la conservación biológica, tales como el manejo de ecosis-
temas o el desarrollo sustentable, suponen esta interfase entre ciencias
naturales, sociales y humanidades (Leff, 1994). Sin embargo, los progra-
mas de ecología y ciencias biológicas carecen casi por completo de cursos
de antropología, filosofía, economía, sociología o política (Grez et al.,
1995, Saberwahl y Kothari, 1996). Incluso los departamentos de
biología han sido subdivididos en departamentos de zoología, botánica,
ecología, evolución, taxonomía y sistemática, microbiología, fisiología
vegetal, fi- siología animal, genética, biología molecular, etc.
La extrema separación disciplinaria, expresada en una multitud de
departamentos de áreas del conocimiento biológico, dificulta y reduce la
comunicación entre especialistas y el espectro de variables abordadas en
el análisis de los problemas ambientales. Tal segregación limita la com-
prensión de los sistemas biológicos en que estamos inmersos. Pensemos,
por ejemplo, en la presencia de un elemento tan vital como el oxígeno en
la atmósfera de la Tierra. Un cambio molecular a nivel de proteínas y de
genes originó el proceso de la fotosíntesis, el que a su vez permitió la
diversificación de los organismos aeróbicos, incluyendo las plantas y los
animales (Firor, 1990). Hoy los ecosistemas, la biosfera y la vida en nu-
estro planeta dependen de este elemento: el oxígeno (Figura XXII.6).
Este ejemplo ilustra la interdependencia entre los niveles genéticos, mo-
leculares, celulares, organísmicos, ecosistémicos y biosféricos de los fenó-
menos biológicos. Tal interdependencia parece obvia; sin embargo, se 655
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Conservación y sociedades humanas

Figura XXII.6. Los sistemas físi-


cos y vivos que componen los
ecosistemas y la biósfera no con-
stituyen compartimientos separa-
dos. Por ejemplo, la atmósfera
terrestre es una “creación” de los
seres vivos. Su composición
difiere marcadamente de la
atmósfera de los planetas vecinos
Venus y Marte debido a que en
un momento de la evolución
ocurrió un cambio molecular a
nivel de proteínas y de genes que
originó el proceso de la fotosínte-
sis, lo cual determinó la presencia
de un elemento tan vital como el
oxígeno. La interdependencia
entre los niveles genéticos, molec-
ulares, celulares, organísmicos,
ecosistémicos y biosféricos parece
aquí obvia. Sin embargo, aunque
sabemos que un cambio a nivel
genético puede conducir a un
cambio a nivel planetario —y
viceversa— la especia- lización
académica ha conducido a que en
la práctica cada nivel de organi-
zación sea investigado por distin-
tos biólogos que trabajan en
diferentes departamentos univer-
sitarios, pertenecen a diferentes implementa precariamente en los proyectos agronómicos, forestales,
sociedades científicas y publican en médicos y de ingeniería genética, los cuales se centran en sólo uno de los
revistas científicas leídas casi exclu- niveles biológicos (Rozzi y Massardo, 2000). Por ejemplo, en 1999,
sivamente por colegas de su espe-
durante las Negociaciones de Bioseguridad de las Naciones Unidas, pro-
cialidad. Esta segregación discipli-
naria se acentúa a medida que el fesionales y representantes de Monsanto —la mayor compañía de semil-
espectro de las ciencias biológicas se las a nivel mundial— argumentaron extensamente que las “malezas
amplía a las ciencias físicas y roban la luz solar a las plantas útiles” (Shiva, 2000). Esta visión contrasta
sociales, las artes y las marcadamente con la perspectiva de la ecología y de las sociedades indí-
humanidades, la política y la edu- genas o rurales, donde la totalidad o casi la totalidad de las especies y va-
cación. La falta de comunicación
riedades son importantes para el funcionamiento de los ecosistemas,
entre especialistas involucrados en
un mismo fenómeno, como la com- tienen uso medicinal o alimentario y tienen además derecho a existir. A
posición de la atmósfera terrestre los esfuerzos biotecnológicos por producir variedades resistentes a herbi-
respirada por todos sus seres vivos, cidas y enfermedades, o que sean resistentes a la sali- nidad o que fijen
ilustra cómo la segregación nitrógeno, habría que contestar que tales variedades y especies existen ya
académica puede limitar seriamente en los cultivos tradicionales (por ejemplo, se conocen más de 3 000 var-
el análisis de los problemas ambien-
iedades de papa en la región andina (véase el Capítulo II) o en la
tales y las variables abordadas.
(Figura modificada de Rozzi y Mas- inabarcable y todavía desconocida diversidad de los ecosistemas lati-
sardo, 2000). noamericanos (Rozzi y Massardo, 2000).
656 Los monocultivos, tales como las extensas plantaciones monoespecí-
Rozzi R. & P. Feinsinger. 2001. Desafíos para la conservación biológica en Latinoamérica.
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ficas de eucaliptos o de trigo, las piscinas camaroneras o las jaulas de XXII. Desafíos para la conservación
salmonicultura (Figura XXII.7), representan prácticas extremas en biológica en Latinoamérica
cuanto a su unidimensionalidad: ¡se eliminan todas las especies excepto
aquellas cultivadas! Este libro ha enfatizado cuánto desconocemos de la
diversidad de invertebrados terrestres y marinos. Para muchas regiones
de Latinoamérica es necesario entonces realizar estudios bási-
cos de ta- xonomía que consideren la genética y los ciclos de
vida de estos taxa, puesto que los caracteres de algunas
especies e incluso géneros se expresan sólo en los estados lar-
varios y no adultos (Capítulo II). La conciencia de estas
carencias en el conocimiento debería indicarnos que sería
arrogante pretender controlar completamente o sustituir
estos sistemas ecológicos. En consecuencia, antes de masificar
prácticas basadas en sólo una especie (por ejemplo, la acui-
cultura del salmón del pacífico), se deberían evaluar sus
múltiples consecuencias ecológicas y sociales. Es mejor actuar
con cautela, que luego invertir grandes esfuerzos en reparar.
El daño de la reducción de los complejos sistemas
ecológicos y sociales a una sola dimensión (la madera, la hari-
na, los camarones o los salmones y el dinero obtenido de la
venta) queda bien ilustrado por el caso de las salmoneras del
sur de Chile. En términos económicos, resulta inacep- table
que los costos de las pérdidas de biodiversidad, la eutrofi-
cación, las altas concentraciones de químicos, antibióticos y
desechos (véanse los Recuadros VII.1 y IX.1) no sean asum-
idos por las empresas, sino que deban ser pagados por toda la
sociedad. En términos sociales y culturales, aquellas comu-
nidades tradicionalmente dedicadas a la recolección, la pesca
y/o la agricultura en pequeña escala han debido emigrar o pasar de una Figura XXII.7. Las condiciones de
situación en que eran dueñas de su propia subsistencia a una dependen- vida de los salmones aglomerados
cia de terceros (Claude et al., 2000). La autonomía, dignidad y riqueza en jaulas y bajo altas dosis de
antibióticos pueden ser aún peores
cultural de vastas regiones latinoamericanas se va degradando. También
que las de los pollos en criaderos,
se amenaza la seguridad alimentaria y la supervivencia de la sociedad donde pasan su vida en pequeñas
humana, puesto que para producir un kilo de salmón en Chile se jaulas y con fuertes dosis de hor-
requieren entre 2.5 y 5 kilos de pescado como alimento, administrado en monas. Este tipo de trato hacia ani-
forma de concentrado a base de harina de pescado (Claude et al., 2000). males ha motivado un incremento
Resulta evidente que “deberíamos comer directamente peces silvestres”, y de las personas vegetarianas que
por razones éticas abandonan el
la iniciativa del Programa Chile Costa, que apoya la pesca artesanal y la
consumo de carne. (Fotografía de
organización de sus agrupaciones, provee una alternativa ejemplar Doris Soto).
(Moscoso, 2000; Pavez y Vial, 2000). Además, las condiciones de vida
de los salmones aglomerados en jaulas (Figura XXII.7) son tanto o más
deplorables que aquellas en los criaderos de pollos, de manera que
también desde el punto de vista ético el consumo de peces silvestres
parece mejor que el de “peces enjaulados”.
Es entonces imprescindible adoptar aproximaciones y programas
interdisciplinarios que incorporen disciplinas híbridas como la ética
ambiental, el derecho ecológico, la economía ecológica, la antropología
ecológica, la ecología política, la historia ambiental, el periodismo 657
Rozzi R. & P. Feinsinger. 2001. Desafíos para la conservación biológica en Latinoamérica.
En “Fundamentos de Conservación Biológica: Perspectivas Latinoamericanas”
Primack, R., R. Rozzi, P. Feinsinger, R. Dirzo, F. Massardo y colaboradores, pp. 661-688. Fondo de Cultura Económica, México.
Conservación y sociedades humanas ecológico y la ecología humana (Capítulo I. Figura I.1; Toledo,
1999a). Cada una de estas disciplinas cuenta ya con libros temáticos y
publicaciones periódicas, como por ejemplo, Environmental Ehtics,
Environmental Values, Ecological Economics, Environmental History,
Etnoecología, Ethnobiology, Ecología Política o Human Ecology. Es funda-
mental también salvar las distancias entre las humanidades y las ciencias.
Como ha señalado el biólogo argentino Marcelino Cerejido (1996):

Los pensadores, escritores y artistas de Latinoamérica hacen un esfuerzo


admirable por analizar y reflejar en sus obras el sufrimiento y la injusticia
que se padece en Latinoamérica. Con todo, hay una falta de comunicación
casi insalvable entre ellos y los investigadores, que hace que rara vez los
relacionen con el conocimiento. Por eso es que mientras no logremos atraer
también a nuestros creadores, y ellos sigan creyendo que la ciencia y la tec-
nología son meros proveedores de datos estrafalarios y artefactos computa-
rizados, o que la única relación entre ellos y nosotros se da en el terreno de
la ciencia-ficción, no lograremos difundir esa visión de mundo del que
depende nuestro “polo científico”.

Con una perspectiva diferente, el etnoecólogo mexicano Víctor Toledo


ha enfatizado que:

En una región, donde a diferencia de los países donde se originó la ecología


científica, las culturas originales o autóctonas no sólo no fueron aniquiladas
o suprimidas por completo, sino que hoy viven un renacimiento no sola-
mente demográfico, sino socio-cultural y político, resulta impropio realizar
investigación científica sin tomar en cuenta los aportes de las “otras
ecologías”... Es imposible diseñar modelos sustentables ...sin revisar antes la
experiencia ganada por estas culturas locales durante siglos de interacción
con los ecosistemas terrestres y acuáticos (Toledo y Castillo, 1999).

La aproximación transdisciplinaria no supone la abolición de las dis-


ciplinas, sino su integración dentro de enfoques holísticos o sistémicos
donde el biólogo de la conservación no sólo debe observar y desentrañar
patrones, sino también implementar e involucrarse en la acción.

Perspectivas locales y globalización

El llamado de Víctor Toledo hacia reconocer y valorar la multiplicidad


de visiones y prácticas indígenas apunta hacia el reconocimiento de una
de las causas más graves de la actual crisis ecosocial en Latinoamérica, a
la vez que abre perspectivas para su solución. En el Capítulo X la metá-
fora del “efecto sombra” subraya la existencia de una multitud de valores,
actitudes y prácticas que propenden hacia la conservación y podrían ser
sustentables. Esta enorme diversidad de perspectivas locales es descono-
cida y aun eliminada por ciertas prácticas de la actual globalización
económica, que es también política y cultural. El mercado global reem-
plaza los mercados locales, los pequeños agricultores y ganaderos son
desplazados por grandes compañías que establecen extensos monocul-
tivos. Actualmente sólo diez compañías controlan más de un tercio del
658
Rozzi R. & P. Feinsinger. 2001. Desafíos para la conservación biológica en Latinoamérica.
En “Fundamentos de Conservación Biológica: Perspectivas Latinoamericanas”
Primack, R., R. Rozzi, P. Feinsinger, R. Dirzo, F. Massardo y colaboradores, pp. 661-688. Fondo de Cultura Económica, México.
mercado de semillas comerciales y el 100% de las semillas genéticamente XXII. Desafíos para la conservación
modificadas (Shiva, 2000). La tendencia hacia el cultivo de variedades biológica en Latinoamérica
alteradas genéticamente conlleva una dramática reducción en la diversi-
dad genética de las especies en nuestra alimentación. En vez de las innu-
merables variedades de maíz de Centroamérica, en México se están
expandiendo las variedades genéticamente modificadas que, además,
deben ser compradas a las compañías (Kwiatkowska y López, 2000). Las
variedades genéticamente modificadas son resistentes a herbicidas y
plaguicidas que eliminan el resto de las especies, reduciendo drástica-
mente la diversidad biológica en los campos de cultivo. Además, cuando
los agricultores adoptan estas semillas, y la batería química asociada, su
dependencia de los mercados internacionales aumenta y, por lo tanto, su
autonomía y tradiciones culturales desaparecen a la par con la diversidad
biológica de sus ecosistemas regionales (Rozzi y Massardo, 2000).
Frente a esta ola de globalización y homogeneización, es im-
prescindible poner en relieve la diversidad ecológica y cultural de los
paisajes latinoamericanos. Es necesario reconocer que algunas explica-
ciones o teorías ecológicas desarrolladas en el Hemisferio Norte pueden
no ser aplicables a situaciones del hemisferio sur. Por ejemplo, la dificul-
tad que tuvieron los ecólogos para detectar la dispersión de semillas por
hormigas en sistemas áridos de Argentina ocurrió en gran medida
porque los ecólogos argentinos fueron entrenados en Estados Unidos,
donde los mecanismos de dispersión de semillas en ecosistemas áridos
son diferentes (Recuadro XXII.2) Es necesario distinguir y recalcar las
particularidades de cada sistema antes de explicarlo o transformarlo con
modelos científicos o tecnológicos importados (Feinsinger, 2001). El
estudio de la historia natural de los organismos, sus interacciones ecoló-
gicas y su papel en el funcionamiento de los ecosistemas representan una
posibilidad al “alcance de la mano” para las escuelas, las universidades,
los grupos de defensa de la naturaleza y las comunidades indígenas a lo
largo de Latinoamérica (Figura XXII.8).

Figura XXII.8 .Miembros de una


comunidad de los Izuceños,del
Gran Chaco de Bolivia, comentan
sus inquietudes sobre la conser-
vación y el manejo de su paisaje.
Para ello formulan preguntas
arraigadas en su tradición cultural y
con elementos de la ciencia ecológi-
ca que no requieren un costoso
equipamiento para conducir la
investigación y proponer medidas
para lograrlo. (Fotografía de Peter
Feinsinger).

659
Rozzi R. & P. Feinsinger. 2001. Desafíos para la conservación biológica en Latinoamérica.
En “Fundamentos de Conservación Biológica: Perspectivas Latinoamericanas”
Primack, R., R. Rozzi, P. Feinsinger, R. Dirzo, F. Massardo y colaboradores, pp. 661-688. Fondo de Cultura Económica, México.
Recuadro XXII.2. Historia natural LOCAL y ciencia ecológica
UNIVERSAL: los sistemas semillas-granívoros en desiertos de
Sudamérica y Norteamérica
Luis Marone
Javier López de Casenave
Víctor R. Cueto

El ecólogo, como cualquier ser humano, tiene una oriental. La monterita de collar (Poospiza torquata),
percepción de la naturaleza con ineludibles compo- emberízido común en el Monte central, consume
nentes subjetivos. Las consecuencias de esta subje- fundamentalmente semillas en otoño-invierno, al
tividad en el estudio de los ecosistemas merecen un igual que otras especies de esa familia. Pero, a dife-
atento análisis epistemológico. La observación cien- rencia de otros emberízidos del área que comen
tífica debe ser intersubjetiva, es decir, todo dato semillas del suelo, la monterita es un granívoro pre-
debería poder ser registrado por más de un obser- dispersivo que come sobre las panojas de gramíneas.
vador (Pickett et al., 1994). Así, la comunidad cien- Por lo tanto, si P. torquata fuera considerada
tífica reduce los sesgos individuales de sus miem- granívora terrícola, el consumo de semillas sobre el
bros, evaluando la calidad de sus enunciados suelo por el conjunto de las especies de aves
observacionales y eliminando los que están equivo- granívoras sería sobrestimado. Usando cálculos
cados (tales como aquellos que no expresan una bioenergéticos (López de Casenave, 1999) la
correspondencia con los hechos). Sin embargo, sobrestimación promedio para diez inviernos habría
aunque establecer hechos en la naturaleza requiere sido de un 32%, superando el 100% en algunos de
observaciones detalladas, a veces esas observaciones ellos (en 1988 y 1997). El análisis de la historia na-
se suponen correctas sin suficiente corroboración o tural de las aves del Monte permite, en cambio,
evaluación crítica. Si esas distorsiones se introducen postular una relación realista entre la abundancia de
en cadenas inferenciales (por ejemplo, un experi- semillas y consumidores, ya sea eliminando a
mento) el error original se propaga irremediable- P. torquata de las estimaciones de impacto sobre el
mente. banco de suelo (Marone et al., 1998) o sugiriendo
Tales distorsiones pueden ser introducidas por un mejor estimador de disponibilidad de semillas
preconcepciones teóricas, muchas veces importadas para la P. torquata (tal como sólo semillas en pie).
de otros sistemas y, por lo tanto, insuficientemente Las hormigas granívoras del género Pogono-
evaluadas frente a la nueva situación empírica. Un myrmex, comunes en desiertos americanos, ofrecen
ejemplo de esto queda ilustrado por la confusión otro ejemplo de cómo las observaciones erróneas de
entre granívoros predispersivos (que consumen la historia natural pueden afectar la interpretación
semillas sobre las plantas) y posdispersivos (que de los experimentos. La tasa de remoción de semi-
consumen semillas en el suelo). Esta confusión llas por hormigas ha sido estimada en varios desier-
surge, en ciertos casos, simplemente porque el com- tos del mundo usando un experimento clásico,
portamiento de alimentación de los animales se aunque importado, donde se ofrecen semillas en
supone, sin más, a partir de su estado taxonómico cebaderos ubicados sobre el suelo. Un supuesto
(por ejemplo, todas las aves de la familia Embe- restrictivo de estos experimentos es que la tasa
rizidae o las hormigas del género Pogonomyrmex son de remoción en cebaderos simula la tasa natural de
granívoras terrícolas). Hemos estudiado el posible consumo. Cuando realizamos un experimento
impacto de las aves granívoras sobre las reservas de de esas características en el Monte, nos sorprendió
semillas en el Desierto del Monte, una región que la baja frecuencia de individuos de Pogonomyrmex
corre al pie de la Cordillera de los Andes, desde el en los cebaderos. Seguramente influenciados por
660 extremo noroeste de Argentina hasta la Patagonia preconcepciones teóricas importadas, esperábamos
Rozzi R. & P. Feinsinger. 2001. Desafíos para la conservación biológica en Latinoamérica.
En “Fundamentos de Conservación Biológica: Perspectivas Latinoamericanas”
Primack, R., R. Rozzi, P. Feinsinger, R. Dirzo, F. Massardo y colaboradores, pp. 661-688. Fondo de Cultura Económica, México.
que estas hormigas iban a ser muy frecuentes, dado Un ejemplo un tanto diferente acerca del efecto
que son granívoros estrictos que remueven muchas de las observaciones imprecisas sobre las cadenas de
semillas en los experimentos de Norteamérica. El razonamientos lo brindan los estudios sobre dieta
resultado obtenido nos indujo a estudiar mejor el de aves. En el Monte, algunas especies como Elae-
comportamiento alimentario de las Pogonomyrmex: nia albiceps (Tyrannidae) suelen tener grandes can-
observaciones preliminares sugieren que cosechan tidades de semillas en sus tractos digestivos (por
una importante proporción de semillas sobre las ejemplo, del género Lycium). Pero estas semillas no
plantas de gramíneas en el Monte. Debimos son consumidas per se sobre las plantas o el suelo,
entonces desprendernos de aquellas preconcep- sino que son incorporadas al consumir frutos
ciones y estudiar la historia natural de las hormigas carnosos enteros. Confundir frugivoría con
para poder interpretar mejor nuestros experimen- granivoría conduce a conformar equivocadamente
tos. el conjunto de especies granívoras y, como se vio en
Esta experiencia deja también enseñanzas sobre el caso de la P. torquata, este error se propaga a lo
la importancia del análisis metodológico para inte- largo de las cadenas inferenciales.
grar el conocimiento ecológico (véase Pickett et al., Los ecólogos y biólogos de la conservación
1994). Las tasas experimentales de remoción de aumentaremos la probabilidad de alcanzar resulta-
semillas en desiertos con diferentes proporciones de dos significativos si somos capaces de evaluar críti-
hormigas que se alimentan sobre las plantas y sobre camente nuestros enunciados observacionales, com-
el suelo podrían variar no sólo porque las hormigas binando experimentos cuidadosamente diseñados
difieren en su importancia como granívoros entre con largos períodos de observación de la historia
desiertos, sino también como consecuencia de natural de las especies en los sistemas que estudi-
sutiles diferencias en la historia natural de los amos y procuramos conservar (W. Resetarits, en
ensambles. Roush, 1995).

Consumo de semillas por aves


granívoras —como la monterita de
collar (Poospiza torquata), especie de
emberízido común en el Monte central
de Argentina— durante diez inviernos
en el Monte central, estimado a partir
de cálculos bioenergéticos (López de
Casenave, 1999). Las cruces indican el
consumo estimado del conjunto total
de especies de aves granívoras, mien-
tras que los círculos indican el con-
sumo de todas las especies, excepto
Poospiza torquata.

661
Rozzi R. & P. Feinsinger. 2001. Desafíos para la conservación biológica en Latinoamérica.
En “Fundamentos de Conservación Biológica: Perspectivas Latinoamericanas”
Primack, R., R. Rozzi, P. Feinsinger, R. Dirzo, F. Massardo y colaboradores, pp. 661-688. Fondo de Cultura Económica, México.
Conservación y sociedades humanas En la escuela resulta sencillo salir de la sala de clases para observar el
vecindario donde pueden realizarse actividades de dibujo, descripción,
formulación de preguntas o reflexiones acerca de las casas, plazas, jar-
dines, árboles en las avenidas, líquenes que crecen sobre los troncos de
los árboles, arroyuelos donde se pueden también tomar muestras de agua
para observar bajo la lupa los diversos protozoos, algas o invertebrados.
El conocimiento que emana de estas actividades simples y la sensibi-
lización frente a la belleza y diversidad del mundo natural –donde los
seres humanos somo sólo una especie entre millones—constituye una
experiencia crucial para una conservación biológica perdurable.
En la universidad pueden realizarse, con bajo costo, excursiones para
reconocer y describir las especies, hábitats, comunidades biológicas, eco-
sistemas y hábitos de vida de las poblaciones humanas regionales. Este
tipo de observación directa del entorno biótico, cultural y social es tan
estimulante y esencial a nivel universitario para la sensibilización, com-
prensión y cuestionamiento científico, como lo es la exploración a nivel
escolar. Además, las organizaciones naturalistas, las comunidades indíge-
nas y otras personas interesadas en la conservación pueden sumarse a
estas experiencias. La participación de académicos y estudiantes con la
comunidad posibilita la experiencia de desentrañar ciclos de vida, diversidad
de formas de vida y de interacciones entre ellas en su conjunto. Esta experi-
encia participativa puede inspirar el accionar político, social, económico,
antropológico, legal o filosófico con mayor arraigo en las refinadas y
múltiples tramas de la diversidad biológica y cultural (Rozzi, 2000).
Es necesario integrar también la diversidad del paisaje, considerando
en los esfuerzos de la conservación biológica tanto los “ecosistemas prísti-
nos” como los “ecosistemas antrópicos”. Robin Chazdon (1998) ha enfa-
tizado la importancia que tienen los bosques secundarios para la conser-
vación de los bosques tropicales. Bosques primarios y secundarios se
complementan en la actual matriz del paisaje latinoamericano y deben
complementarse también en los esfuerzos de conservación en esta región
(Figura XXII.9)
Es necesario comprender también la íntima conexión entre los eco-
sistemas y los conocimientos locales. Tal como en los pueblos recolec-
tores del Chocó (Recuadro XX.3) o los extremos latitudinales de
América (Recuadro X.2), el conocimiento acerca de las plantas está li-
gado al momento y lugar donde se colectan los frutos, el conocimiento
científico está también indisolublemente ligado a los ecosistemas y los
contextos culturales donde se ha generado (Rozzi, 1999). Las particula-
ridades de las situaciones locales pueden permanecer ocultas cuando son
analizadas con la mirada de modelos o métodos que se presentan como
universales, pero que en realidad también están circunscritos a sus
lugares natales.
¿Qué hubiera ocurrido sin en vez de masificar el ganado bovino, éste
se hubiera combinado con el manejo de las poblaciones de ñandú y de
camélidos en las pampas argentinas? ¿Qué ocurriría si en vez de instalar
las plantaciones monoespecíficas de eucalipto se manejaran los bosques
662 nativos del sur de Brasil? ¿Qué ocurriría si además de aprender los méto-
Rozzi R. & P. Feinsinger. 2001. Desafíos para la conservación biológica en Latinoamérica.
En “Fundamentos de Conservación Biológica: Perspectivas Latinoamericanas”
Primack, R., R. Rozzi, P. Feinsinger, R. Dirzo, F. Massardo y colaboradores, pp. 661-688. Fondo de Cultura Económica, México.
XXII. Desafíos para la conservación
biológica en Latinoamérica

(A)

Figura XXII.9. (A) Tanto los


bosques primarios, como (B), los
fragmentos de bosques secundarios
son elementos constituyentes del
paisaje de Centroamérica que
deben ser integrados complemen-
tariamente en el trabajo de conser-
vación biológica. (Fotografías de
(B) Robin Chazdon).
dos y las teorías científicas desarrolladas en el Hemisferio Norte
pusiéramos atención a las tradiciones culturales de nuestras regiones?
Es necesario reconocer la gran influencia que tienen los modelos de
los países del Hemisferio Norte sobre nuestros programas académicos y
en el desarrollo y aplicaciones tecnológicas en nuestras regiones. Como
señala Cerejido (1996), hoy tenemos suficientes indicios que hemos
logrado el objetivo de formar investigadores. Los investigadores lati-
noamericanos publican en las mejores revistas del mundo, figuran en los
planteles de Harvard y del Max Planck; ahora es necesario enfatizar la
incorporación de nuestras propias realidades ecológicas, sociales y cultu-
rales. Es imprescindible definir con claridad la naturaleza de los proble-
mas de conservación en nuestras regiones y proponer soluciones simples,
tecnológica y económicamente viables y respetuosas de los contextos
socio-ecológicos donde se implementan (Recuadro XXII.3). Esta consti-
tuye otra buena razón para enfatizar el trabajo de campo en la enseñanza
de la ecología y los programas de biología de la conservación. Debemos
esforzarnos por salir a explorar los ecosistemas, a la vez que conversar con
la gente de nuestras localidades y generar perspectivas que permitan
expresar las propiedades y especificidades ecológicas y culturales latentes
en nuestras regiones. 663
Rozzi R. & P. Feinsinger. 2001. Desafíos para la conservación biológica en Latinoamérica.Continúa página 665
En “Fundamentos de Conservación Biológica: Perspectivas Latinoamericanas”
Primack, R., R. Rozzi, P. Feinsinger, R. Dirzo, F. Massardo y colaboradores, pp. 661-688. Fondo de Cultura Económica, México.
Recuadro XXII.3. La promoción de perspectivas locales
e iniciativas autónomas: una urgencia para el futuro de la
conservación biológica en América Latina
Peter Feinsinger
Ricardo Rozzi

La ciencia y la sociedad son dinámicas, pero el cam- centros. Estas ideas y aproximaciones “importadas”
bio histórico no niega la responsabilidad presente. a los países latinoamericanos pueden ser muy útiles,
Así, laboriosamente y con decisión, nos motivadoras y beneficiosas. Sin embargo, no siem-
empeñamos en integrar práctica y teoría en la pre es así. Cada país, provincia, ciudad o zona rural
biología de la conservación. Abiertos a una perma- de América Latina presenta circunstancias únicas y
nente revisión crítica del conocimiento y rediseño muy distintas a aquellas de los países mencionados
de los programas de investigación, educación, legis- arriba con respecto a la política, la sociedad, la his-
lación, protección y manejo de ecosistemas, hemos toria, la biología y otros aspectos de la historia na-
expuesto aquí lo que percibimos sinceramente tural y la manera de percibir e interactuar con el
como algunos de los problemas más urgentes que medio ambiente. Se deduce que ustedes, los lectores
confrontan los paisajes biológicos y culturales. de este texto, no deben seguir acríticamente la
Exploramos a la vez posibles respuestas a tales sabiduría convencional, los modelos “universales”
desafíos y las acciones que pudieran implementar del campo de la biología de la conservación. Es
tales respuestas en el diversificado mosaico del Con- imprescindible, en cambio, desarrollar cuidadosa-
tinente Americano. En este esfuerzo nos parece mente perspectivas y acercamientos a la biología de
imprescindible rescatar, respetar y enfatizar el valor la conservación arraigados en los contextos ecológi-
de los “puntos de vista” locales, en regiones rurales, cos y culturales locales, donde los ojos, los oídos y
áreas protegidas, comunidades indígenas y también los cerebros están familiarizados con estas reali-
en las comunidades multiculturales de los centros dades. En este sentido, la habilidad de observar y
de investigación y de toma de decisiones políticas pensar facultan para proponer soluciones o caminos
en la urbe. de manera independiente o conjuntamente con
En primer lugar, debemos reconocer que otros colegas latinoamericanos y extranjeros. Sele-
muchos de los conceptos, aproximaciones, prácticas ccionen lo más apropiado de la gran cantidad de
y políticas de la biología de la conservación contem- acercamientos a la biología de la conservación y
poránea han sido planteados en los países indus- modifíquenlo según las particularidades locales, o
trializados de las regiones templadas del Hemisferio según éstas planteen acercamientos innovadores. En
Norte y Australia. Tales países presentan una histo- los otros recuadros ya han encontrado a muchos
ria más larga en este campo y ofrecen mayores opor- profesionales latinoamericanos que lo han hecho.
tunidades de empleo como biólogo de la conser- La aproximación planteada en el Recuadro
vación y para la publicación de estudios o teorías; XVIII.1 está dirigida a la indagación de los
además, existe una mayor cantidad de personas tra- entornos locales y regionales. ¿Qué deseamos con-
bajando en esta área, gran número de programas servar?: los paisajes, los seres vivos que habitan en
académicos, políticas y ministerios involucrados en ellos y sus interacciones. ¿Quiénes son las personas
la conservación y un apoyo financiero que lo per- más familiarizadas con estos entornos y que, por lo
mite. Muchos profesionales de la conservación tanto, podrían percibir los problemas de conser-
biológica en América Latina han realizado estudios vación con una mayor agudeza enraizada en las his-
en centros académicos de Europa o Norteamérica, o torias de convivencia con aquellos paisajes?: cierta-
664 han basado sus cursos en textos preparados en tales mente los miembros de las comunidades locales,
Rozzi R. & P. Feinsinger. 2001. Desafíos para la conservación biológica en Latinoamérica.
En “Fundamentos de Conservación Biológica: Perspectivas Latinoamericanas”
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quienes en su gran mayoría no son biólogos de la que enfatizan el sentido común y la habilidad de
conservación certificados. En este escenario, el ciclo pensar, las inquietudes de los lugareños conducirán
de indagación planteado en el recuadro XVIII.1 a preguntas, indagaciones y aplicaciones más ade-
permitiría una integración entre las preguntas y for- cuadas a dicho paisaje. Nosotros, los biólogos de la
mas de exploración traidas desde fuera por los bió- conservación, no tenemos todas las respuestas; ni
logos de la conservación y aquellas preguntas y siquiera tenemos todas las preguntas.
conocimiento tradicional cultivado por las comu- La biología de la conservación, como toda cien-
nidades locales (Feinsinger, 2001). cia, es social. Su historia ha influido sobre, a la vez
Este tipo de indagación conjunta debiera con- que ha sido influida por, cambios en las perspectivas
ducir a nuevas formas de exploración, nuevos sociales y políticas. Aquello que observamos hoy ha
ensayos, nuevos modos de relación. Esto exige que sido estructurado por aquella azarosa deriva históri-
los biólogos de la conservación aprendamos a ca, por nuestros peculiares modos de entrenamiento
escuchar, a abrir primero los oídos a las preguntas y académico y por las sociedades en que nos ha toca-
conocimientos locales y evitar actitudes de arrogan- do vivir. En este libro hemos enfatizado temas que
cia académica. A través de la indagación realmente han parecido relevantes a los autores y editores, a
participativa podrán formularse preguntas contesta- colegas de la biología de la conservación en América
bles sobre el terreno acerca de la diversidad biológi- Latina y otras regiones, y esperamos que también a
ca, procesos ecológicos y modos de relación de las los diversos lectores de este texto. Si este libro
poblaciones humanas con los ecosistemas. Se hubiera sido escrito hace 50, o aún hace diez años
podrán ensayar preguntas en escalas históricas de las atrás, habría enfatizado temáticas muy distintas, y
tradiciones orales y registros complementarios acer- estamos seguros que dentro de cinco décadas los
ca de cambios en el paisaje. A través de una práctica futuros lectores se reirán al mirar la tabla de con-
conjunta del Ciclo de Indagación u otros métodos tenidos y muchos de los enfoques.

Figura. Taller de reconocimiento de aves


de los bosques del sur de Chile y Argentina
con guardaparques, profesores y biólogos
de los dos países, realizado en el Parque
Nacional Chiloé en noviembre de 1995.
(Fotografía de Ricardo Rozzi).

En la actual época de globalización, es necesario distinguir los lugares


de origen de los problemas ambientales y los lugares donde éstos se
expresan. Por ejemplo, el deterioro de la capa de ozono en la estratósfera
deriva principalmente de las emisiones químicas en los países industria-
lizados; sin embargo, afecta con mayor intensidad a las poblaciones
humanas y de otros seres vivos en el extremo sur de América (Figura
XXII.10). El desafío es ahora incorporar los principios de la biología de
la conservación en nuestros modos de vidas a nivel individual, comuni- 665
Rozzi R. & P. Feinsinger. 2001. Desafíos para la conservación biológica en Latinoamérica.
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Conservación y sociedades humanas

Figura XXII.10. El cambio global


demuestra cómo las actividades de
los países industriales afectan áreas
tan remotas como la región más
austral del Continente Americano,
ubicada debajo de la mayor apertu-
ra del agujero de la capa de ozono y
sometida a intensa radiación ultra-
violeta en los meses de primavera
(octubre-diciembre). (Fotografía de
Ricardo Rozzi, Archivo del Parque
Etnobotánico Omora, Isla Navari-
no, Chile).

tario, nacional y global. La conservación biológica es saber teórico y


práctico a la vez. La primera resistencia para este paso viene de la ciencia
misma, que durante la segunda mitad del siglo XX ha separado las
esferas del conocimiento con aquella de los valores y de la ética. Bajo tal
perspectiva, una tarea corresponde a la investigación y explicación de
procesos físico-químicos, como los que generan el adelgazamiento de la
capa de ozono, y otra tarea corresponde a la implementación de políticas
necesarias para evitar su deterioro. Hoy en cambio, los biólogos de la
conservación latinoamericanos debemos asumir ambas responsabili-
dades: (1) describir y comprender los procesos que afectan la biodiversi-
dad y (2) adoptar cambios en nuestros estilos de vida, y fomentarlos en
las políticas nacionales e internacionales. Esta tarea requiere generar
espacios donde los variados sectores de la sociedad y sus diversas per-
sonas puedan participar en la tarea de la conservación biocultural (Figu-
ra XXII.8). Sin esta cooperación entre los científicos y los ciudadanos las
polarizaciones e incomprensiones entre “científicos bien informados” y
“ciudadanos o políticos desinformados” continuarán, dificultando la
solución de nuestros problemas contingentes. Tal tarea demanda, entre
otras cosas, una transformación cultural.
La ecología nos muestra que los seres vivos y los sistemas de intera-
cciones que ellos constituyen son dinámicos. Las relaciones, los procesos
y las estructuras ecológicas varían en el tiempo y así también pueden
variar las relaciones establecidas por los seres humanos entre sí y con el
medio ambiente. Las perspectivas ofrecidas en este libro probablemente
se transformarán rápidamente, pero en este momento en que confronta-
mos una profunda crisis ecosocial en Latinoamérica hemos considerado
oportuno enfatizar que la conservación de la biodiversidad y el bienestar
social no son antagónicos, sino que se complementan. Que los progra-
mas de desarrollo basados esencialmente en el crecimiento económico no
implican necesariamente una satisfacción de las necesidades básicas para
666 la mayoría de la gente, sino que frecuentemente conllevan una acumu-
Rozzi R. & P. Feinsinger. 2001. Desafíos para la conservación biológica en Latinoamérica.
En “Fundamentos de Conservación Biológica: Perspectivas Latinoamericanas”
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lación de la riqueza y del poder político en un pequeño sector. Que la XXII. Desafíos para la conservación
degradación ambiental afecta primordialmente a grupos marginados de biológica en Latinoamérica
las decisiones políticas, pero que constituyen la mayoría de la población
latinoamericana. Que existen opciones depositadas en el saber tradi-
cional (como el manejo de los palmares de inaja practicado por los
okaracibiteri, Recuadro VIII.2) o en alternativas innovadoras (como las
granjas de mariposas donde cada vez que el cielo es cruzado por el vuelo
azul de una mariposa Morpho, ésta nos recuerda que el bienestar de los
seres humanos y de los demás seres vivos pueden ir juntos, Figura
XXII.11). Que el respeto por la diversidad biológica y cultural significa a
la vez un respeto por nosotros mismos, por nuestra supervivencia, la de
nuestros descendientes y por la expresión de la más hermosa de las vir-
tudes humanas: el amor por la vida.

Figura XXII.11. Cada vez que el


cielo es cruzado por el vuelo azul de
una mariposa Morpho,en los cam-
pos de una granjas de mariposas,
ésta nos recuerda que el bienestar
de los seres humanos y de los
demás seres vivos pueden ir juntos.
(Fotografía de Fulvio Eccardi).

Resumen

1. La conservación biológica y el bienestar social son complementarios y no


son opciones contrapuestas, como generalmente se presentan. Confronta-
mos una gran crisis, tanto ecológica como social. Tanto el diagnóstico de
sus causas como el diseño de sus soluciones demandan una integración
entre los sistemas sociales y ecológicos. Esta reconexión requiere de aproxi-
maciones interdisciplinarias y de la valoración múltiple de los ecosistemas. 667
Rozzi R. & P. Feinsinger. 2001. Desafíos para la conservación biológica en Latinoamérica.
En “Fundamentos de Conservación Biológica: Perspectivas Latinoamericanas”
Primack, R., R. Rozzi, P. Feinsinger, R. Dirzo, F. Massardo y colaboradores, pp. 661-688. Fondo de Cultura Económica, México.
Conservación y sociedades humanas 2. Con una aproximación interdisciplinaria es necesario: (1) analizar afir-
maciones problemáticas, tales como “el crecimiento económico ge-
neralmente ayuda a la gente pobre”; (2) diversificar los indicadores de
bienestar social; (3) mejorar la formulación y el cumplimiento de las le-
gislaciones ambientales (interrelacionando dimensiones ecológicas y
sociales); (4) escuchar a los diversos involucrados y afectados por los
proyectos de desarrollo; promover la discusión pública e informar a la
ciudadanía respecto a los problemas ecosociales; (5) precisar quiénes son
los beneficiarios y los afectados por los proyectos de extracción de recur-
sos naturales; (6) definir cualitativa y cuantitativamente el impacto ambi-
ental de diversas personas, comunidades o empresas, y (7) revisar la histo-
ria ambiental de cada región para comprender mejor los procesos de
transformación ecológica y cultural y evitar errores cometidos en el pasado.

3. La extrema segregación disciplinaria limita la comprensión de los sis-


temas biológicos. Aunque la interdependencia entre los niveles de orga-
nización biológica (niveles genéticos, moleculares, celulares, organísmi-
cos, ecosistémicos y biosféricos) y sus interacciones con los sistemas
sociales pudieran parecer obvias al sentido común, ésta no es considerada
por la mayoría de los grandes proyectos agronómicos, forestales, médicos
y de ingeniería genética. Un ejemplo extremo de ésto es la proliferación
de monocultivos bajo cuya perspectiva todas las demás especies son
“malezas o competidores”.

4. Antes de masificar prácticas de monocultivo y la introducción de va-


riedades genéticamente modificadas, se deberían evaluar sus múltiples
consecuencias ecológicas y sociales. Es mejor actuar con cautela que
luego invertir grandes esfuerzos en reparar.

5. Frente a la ola actual de globalización y homogeneización, es im-


prescindible: poner en relieve la diversidad ecológica y cultural de los
paisajes latinoamericanos; desarrollar explicaciones y prácticas inmersas
en estos paisajes; evaluar críticamente las teorías y modelos desarrollados
en otras regiones; integrar la diversidad del paisaje, considerando tanto
ecosistemas “pristinos” como “antrópicos”; revalorar los conocimientos
locales y comprender sus conexiones con los ecosistemas regionales;
definir con claridad la naturaleza de los problemas de conservación en
nuestras regiones y proponer soluciones simples, tecnológica y económi-
camente viables y respetuosas de los contextos socio-ecológicos donde se
implementan; enfatizar en la enseñanza de la ecología y los programas de
biología de la conservación el trabajo de campo; y asumir nuestra
responsabilidad como biólogos de la conservación, no sólo para
describir y comprender los procesos que afectan la biodiversidad, sino
también para participar en los cambios en nuestros estilos de vida y las
políticas nacionales e internacionales, promoviendo una transformación
cultural que conduzca a relaciones más solidarias entre nuestras diversas
sociedades, y entre ellas y nuestros preciosos ecosistemas y sus miríadas
de seres vivos.
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Rozzi R. & P. Feinsinger. 2001. Desafíos para la conservación biológica en Latinoamérica.
En “Fundamentos de Conservación Biológica: Perspectivas Latinoamericanas”
Primack, R., R. Rozzi, P. Feinsinger, R. Dirzo, F. Massardo y colaboradores, pp. 661-688. Fondo de Cultura Económica, México.
Para discutir XXII. Desafíos para la conservación
biológica en Latinoamérica
1. Después de leer este texto, ¿cree usted que es necesario integrar los
conceptos biológicos con las humanidades (como la filosofía), las artes
(como la pintura) y las ciencias sociales (como la antropología, la
economía, la historia, las ciencias políticas)? ¿Por qué sí o por qué no?
¿Cómo podría realizar usted esta integración?

2. ¿Qué problemas detecta usted en su región que requieran la concur-


rencia de disciplinas de las áreas sociales y de las áreas biológicas? ¿Cómo
puede cada una de las disciplinas contribuir a la solución de tales proble-
mas?

3. ¿Qué dificultades experimenta usted en su escuela, universidad o insti-


tución para integrar aspectos sociales y ecológicos en los problemas de
conservación que le interesan? ¿Qué podría hacer usted para mejorar la
colaboración interdisciplinaria en el interior de su institución e incre-
mentar la cooperación entre instituciones vinculadas a problemáticas de
la conservación biológica en su región?

4. Como resultado del estudio de la biología de la conservación biológi-


ca, ¿ha decidido algún cambio en su estilo de vida o en su nivel de activi-
dad política? ¿Cree que puede hacer alguna contribución? ¿En qué
forma?

5. Elija un concepto, caso o perspectiva que le haya resultado interesante


o estimulante a lo largo de este texto. ¿Cómo podría presentárselo a los
estudiantes de su escuela local? ¿Cómo se los explicaría a alguna de las
autoridades de su comuna o provincia? ¿Qué actividad o programa pro-
pondría usted para dar a conocer este concepto o práctica a la comu-
nidad de su región?

6. Discuta las nociones y prácticas que le parezcan más relevantes para la


biología de la conservación en Latinoamérica. ¿Qué habría que corregir
respecto a las aproximaciones actuales y cuáles serían las innovaciones más
urgentes? ¿Cómo podría implementarlas? ¿Qué secciones nuevas desearía
escribir usted para un texto de conservación biológica para su región?

Lecturas sugeridas y material básico clave

Cerejido, M. (1996), “En América Latina ya podemos investigar, el próxi-


mo paso es tratar de hacer ciencia”, Interciencia 21:64-70. Los inves-
tigadores latinoamericanos deben pasar de una fase en que se han
esforzado por imitar el modo de hacer ciencia de los países industri-
alizados a una fase en que la investigación se inserte en las pro-
blemáticas sociales y ecológicas de sus regiones y países.
Conservation Biology. Publicación periódica de la Sociedad de Biología de
la Conservación, cuyos artículos junto con los de revistas como 669
Rozzi R. & P. Feinsinger. 2001. Desafíos para la conservación biológica en Latinoamérica.
En “Fundamentos de Conservación Biológica: Perspectivas Latinoamericanas”
Primack, R., R. Rozzi, P. Feinsinger, R. Dirzo, F. Massardo y colaboradores, pp. 661-688. Fondo de Cultura Económica, México.
Conservación y sociedades humanas Ambio, BioScience, Biological Conservation, Ecología Política, Ecologi-
cal Applications, Ecological Economics Environmental Conservation,
Environmental Ehtics, Environmental History, Environmental Values y
Ethnobiology, o Human Ecology, conviene revisar periódicamente.
de la Madrid, M., comp. (1998), La América que Queremos, Fondo de
Cultura Económica, México. Ensayos por destacados pensadores
latinoamericanos que integran las dimensiones sociales y ambientales
de los problemas y de los sueños que se encuentran en las diversas
regiones del continente.
Feinsinger, P. (2001), Scientific Inquiry as a Tool in Protected Area Man-
agement in Latin America and Elsewhere, Island Press, Covelo, Cali-
fornia, en prensa. Un texto que enfatiza la historia natural y entrega
conceptos y aproximaciones científicas de una manera sencilla que
recuerda las aproximaciones de Paulo Freire.
Jacobson, S. K., E. Vaughan y S. W. Miller (1995), “New directions in
conservation biology: Graduate programs”, Conservation Biology 9:5-
17. Descripciones de 51 programas de posgrado con las listas de los
profesores respectivos.
Meffe, G. K. y C. R. Carroll (1997), Principles of Conservation Biology,
Sinauer Associates, Sunderland, Massachusetts, Estados Unidos.
Excelente texto para alumnos de postgrado.
Oelschlaeger, M., y R. Rozzi, (1998), “El nudo gordiano interdiscipli-
nario: un desafío para la sustentabilidad”, Ambiente y Desarrollo
XIV(3):71-81. Un argumento para la necesidad de enfoques inter-
disciplinarios.
Saberwal, V. K., y A. Kothari (1996), “The human dimension in conser-
vation biology curricula in developing countries”, Conservation Biol-
ogy 10:1328-1331. En los países latinoamericanos y otros conti-
nentes del Hemisferio Sur las ciencias sociales y las humanidades
están ausentes de la mayoría de los programas de biología de la con-
servación o de manejo de vida silvestre.
Toledo, V. M., y A. Castillo (1999), “La ecología en Latinoamérica: siete
tesis para una ciencia pertinente en una región en crisis”, Interciencia
24:157-168. Un excelente artículo que propone orientar la investi-
gación hacia la solución de problemas regionales, considerar las cul-
turas indígenas y adoptar aproximaciones interdisciplinarias.

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Rozzi R. & P. Feinsinger. 2001. Desafíos para la conservación biológica en Latinoamérica.
En “Fundamentos de Conservación Biológica: Perspectivas Latinoamericanas”
Primack, R., R. Rozzi, P. Feinsinger, R. Dirzo, F. Massardo y colaboradores, pp. 661-688. Fondo de Cultura Económica, México.

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