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Conservacion Biologica Richard Primack PDF
Conservacion Biologica Richard Primack PDF
ISBN 968-16-6428-0
Impreso en México
A los jóvenes latinoamericanos que aman esta fuerte nervadura de la vida,
a la gente del campo, las ciudades y las etnias amerindias,
a los diversos seres vivos que habitan en los desiertos, las selvas,
los mares, los suelos, los ríos, las rocas y las alturas
del Nuevo Mundo.
Prólogo
E
n las alturas de los Andes, en tiempos ancestrales Viracocha
emergió del Lago Titicaca y creó el sol con su luz, la lluvia y el
agua con sus lágrimas, y dio origen al cielo, las estrellas, los
seres humanos y los otros seres vivos que pueblan la región. En
la Puerta del Sol, en Tiahuanaco, permanece hoy en silencio, mirando
hacia la salida del sol, la figura de Viracocha esculpida en piedra hace
unos 2 200 años. Esta representación de Viracocha está rodeada por
48 figuras aladas, 32 de ellas poseen rostros humanos y 16 tienen rostros
de cóndor. Esta figura nos recuerda cuán ligadas están las naturalezas
humanas con aquellas de las aves, como el cóndor; con los ecosistemas y
sus lluvias, ríos y lagunas; con el sol, la luna, las estrellas y el conjunto
de seres que habitan los cielos, las aguas y los suelos.
Para la cultura mapuche el cóndor o mañke es el rey de las aves que
simboliza también a la Cordillera de los Andes puesto que, además de
su gran tamaño, lleva el color blanco de la nieve y el negro de las rocas y
minerales. Este rey de las aves vuela a gran altura y reúne las virtudes
fundamentales. Mañke es, a la vez, kimche o persona sabia, norche o per-
sona que ama la justicia, kümeche o persona bondadosa y newenche o
persona poderosa o gobernante*.
El rey de las aves es también el ave nacional de Colombia, Ecuador,
Bolivia y Chile y hasta hace poco sobrevolaba toda la Cordillera de los
Andes, desde Santa Marta en Colombia hasta el Cabo de Hornos en el
extremo austral de Sudamérica. Abundaba también en los terrenos ocu-
pados hoy por centros urbanos como Bogotá, Quito, La Paz o Santiago,
donde el cerro Manquehue en la capital de Chile significa lugar de cón-
dores (mañke = cóndor; hue = lugar).
Paradójicamente, el cóndor se encuentra hoy amenazado de extin-
ción y junto con el ave se extinguirían también los valores culturales de
los incas, que veneraban a Viracocha, y de los mapuches, que admiraban
Ricardo Rozzi
Parque Etnobotánico Omora,
Puerto Williams, Chile, Mayo 25, 2001
10
Prefacio
L
a idea central de este libro es que el bienestar de las comu-
nidades humanas y el de las demás especies biológicas son com-
plementarios y no opuestos. Para el desarrollo de este argu-
mento, que identifica la conservación de la biodiversidad con
la calidad de vida de las comunidades humanas, hemos organizado la
estructura del libro en seis partes.
La primera comienza con los fundamentos de la transdisciplina de la
conservación biológica y desarrolla las nociones ecológicas, evolutivas y
biogeográficas de la biodiversidad. La segunda parte presenta evidencias
evolutivas, ecológicas y sociales de la actual crisis ambiental. Considera
los patrones y procesos de la pérdida de la diversidad biológica desde el
nivel genético hasta la escala de paisajes. Analiza las causas y consecuen-
cias sociales y biológicas de la pérdida de biodiversidad y la degradación
ambiental asociadas a la crisis ecosocial que actualmente enfrenta
Latinoamérica.
En la tercera parte se discuten las razones por las cuales deben con-
servarse los ecosistemas y las especies biológicas. Desde el punto de vista
de la economía ecológica, parece más seguro y menos costoso conservar
la biodiversidad. Ésta provee a las sociedades humanas una infinidad de
bienes, tales como alimentos (frutos, peces, hongos), fibras vegetales o
animales para tejidos, y otros materiales para la construcción de embar-
caciones, viviendas y otros utensilios. Además, la biodiversidad sustenta
“servicios ecosistémicos” básicos, como la regulación del clima, la cali-
dad de las aguas y los flujos hídricos, previniendo o mitigando inunda-
ciones en las épocas de lluvia y sequía en las épocas secas. La conser-
vación de la biodiversidad es clave para la generación de suelos fértiles y
de aire limpio, para la descomposición de basura y desechos industriales,
así como para la continuidad de múltiples procesos ecológicos de los
cuales dependen la vida humana y la de otras especies biológicas.
La economía ecológica ha comenzado a determinar altos valores mone-
tarios para estos bienes y servicios de los ecosistemas y ha fomentado el
análisis de costo-beneficio de variables ambientales y sociales en activi- 11
dades económicas no tradicionales como el ecoturismo. Tales estima-
ciones sorprenden al mostrar que en muchos casos la conservación de los
ecosistemas genera mayores ingresos económicos que su rápida sustitu-
ción por actividades intensivas. Por ejemplo, los monocultivos de
especies exóticas degradan severamente la biodiversidad y, en consecuen-
cia, los servicios ecosistémicos a la vez que impiden formas tradicionales
de subsistencia y limitan el acceso de las comunidades locales a sus eco-
sistemas regionales, debido a la concentración de la propiedad de la tierra
para actividades económica centradas en un único o unos pocos productos.
En la tercera parte se contextualiza también, histórica y multicul-
turalmente, el momento de la actual crisis ecosocial que afecta a
Latinoamérica y el proceso de globalización del modelo económico de
libre mercado, que demuestra que el Nuevo Mundo ha sido y podrá ser
diferente. En este sentido las guías éticas y el conocimiento ecológico
tradicional albergado por las etnias amerindias pueden ser muy valiosos.
Las culturas indígenas de América no sólo ofrecen una variedad de
sofisticadas prácticas ambientales, sino también complejas regulaciones
sociales y cosmogonías que involucran un respeto por todos los seres
vivos. Las ciencias contemporáneas, así como, numerosas culturas indíge-
nas, comparten nociones cognitiva y éticamente fundamentales, como
aquellas de un origen evolutico común y de una naturaleza biológica
compartida por los seres humanos con el conjunto de los seres vivos. Se
establece así una relación de parentesco que promueve —o debería pro-
mover— el respeto y el amor por la biodiversidad. La ética ambiental se
nutre también de las profundas interconexiones ecológicas desentrañadas
por las ciencias y las cosmovisiones indígenas que enfatizan que la exis-
tencia de los seres humanos y los demás seres transcurren juntas.
Las partes IV, V y VI desarrollan principios biológicos para la conser-
vación de las poblaciones, especies y ecosistemas. Luego se discuten for-
mas de integración entre comunidades locales e internacionales en los
esfuerzos para la conservación. Las prácticas de la conservación biológica
ocurren a distintas escalas espaciales, tales como pequeños sitios dentro
de los ecosistemas originarios o espacios artificiales como zoológicos o
jardines botánicos, o grandes áreas como cuencas hidrográficas y ecorre-
giones. La investigación básica y aplicada en la conservación biológica
abarca desde niveles genéticos, poblacionales y de especies, hasta la pro-
tección de hábitats, regiones y la biosfera. En las últimas décadas se ha
enfatizado que los seres humanos somos componentes esenciales de los
ecosistemas. Por lo tanto, urge explorar e implementar mejores formas de
integración entre las comunidades humanas y sus ecosistemas dentro y
fuera de las áreas protegidas. Las prácticas de conservación atañen a todo
el rango de intervención humana, desde áreas remotas a centros urbanos.
En Latinoamérica, el biólogo de la conservación debe estar preparado
para trabajar en favor del bienestar de las diversas sociedades humanas y
comunidades biológicas. Ambas han cohabitado en los paisajes ameri-
canos desde hace unos 50 000 años.
La conservación biológica es, por lo tanto, enormemente compleja
12 debido a la interacción de dimensiones ecológicas, sociales y culturales.
Esto exige a los biólogos un gran esfuerzo por alcanzar una visión inte-
gradora y colaborar con personas de otras disciplinas, como antropólo-
gos, abogados, economistas, sociólogos, filósofos y geógrafos. Además,
las experiencias de la conservación biológica y las actuales teorías
del conocimiento nos invitan a escuchar con atención a las formas de
conocimiento tradicional indígena y de comunidades rurales de pes-
cadores o campesinos. El capítulo xxii sintetiza la multiplicidad de
dimensiones culturales y biológicas involucradas en las decisiones políti-
cas, productivas y éticas que afectan al medio ambiente y sus habitantes.
Se propone una integración de las dimensiones ecológicas y sociales en
el análisis de las causas y el diseño de alternativas para los graves proble-
mas ecosociales que afectan actualmente a Latinoamérica.
Ojalá que este texto amplíe el espectro de perspectivas para observar,
analizar y comprender las situaciones que los biólogos de la conser-
vación y otras personas de esta región deben enfrentar en sus vidas
cotidianas. Que fomente, a la vez, una responsabilidad social y ética que
permita la continuidad de la diversidad cultural y biológica de
Latinoamérica. Nuestra intención es proveer métodos que contribuyan a:
13
Semblanza de los coordinadores
Richard Primack
Richard Primack es profesor del Departamento de Biología de la
Universidad de Boston y Bullard Fellow de la Universidad de Harvard
(1999-2000), en donde recibió su B.A. en 1972. En 1976 se doctoró en
Duke University y realizó estudios de postdoctorado en las
Universidades de Canterbury y Harvard. Su libro Essentials in
Conservation Biology (primera edición, 1993, y segunda edición, 1998)
ha sido traducido al chino y alemán mientras que Primer of Conservation
Biology, (primera edición 1995), ha sido traducido al japonés, indone-
sio, vietnamita, coreano y portugués. Otros libros que ha publicado son
A Field Guide to Poisonous Plants and Mushrooms of North America (con
Charles K. Levy); A Forester´s Guide to the Moraceae of Sarawak; Ecology,
Conservation and Management of Southeast Asian Rainforests, (con
Thomas Lovejoy) y Timber, Tourists, and Temples: Conservation and
Development in the Maya Forest of Belize, Guatemala, and Mexico
(con David Bray, Hugo Galletti e Ismael Ponciano). La investigación
del Dr. Primack incluye la conservación y restauración de especies de
plantas raras, la ecología, conservación y manejo de los bosques tropi-
cales del sudeste de Asia y América Central, la educación ambiental y la
historia natural de las orquídeas. Entre 1993 y 1999 fue el editor de la
sección de revisión de libros en la publicación periódica Conservation
Biology.
Ricardo Rozzi
Peter Feinsinger
Rodolfo Dirzo
16
Francisca Massardo
17
Agradecimientos
E
ste libro expresa el trabajo colectivo de muchas personas que
con sus acciones o escritura anhelan el florecimiento de la vida
en su diversas manifestaciones. A su vez, este texto surgió del
interés de uno de los autores por escribir una revisión de la
segunda edición del texto Essentials of Conservation Biology de Richard
Primack (Sinauer Associates, 1998). Al conocer esta intención de
Ricardo Rozzi, Richard Primack sugirió la posible traducción al español
de su texto inglés. Entusiasmado por la perspectiva general de la conser-
vación biológica, presentada en forma clara y comprensible para un
amplio grupo de lectores que ofrecía el texto en inglés, pero consciente
que las condiciones de Latinoamérica son muy diferentes de las
norteamericanas y requieren, por lo tanto, perspectivas y propuestas vin-
culadas a sus realidades particulares, Ricardo Rozzi conversó con Peter
Feinsinger, Rodolfo Dirzo y Francisca Massardo acerca de la posibilidad
de trabajar en una edición latinoamericana de Essentials of Conservation
Biology. Así, motivados por la urgente necesidad de contar con un texto
básico en castellano de la nueva transdisciplina de la conservación
biológica en el contexto de Latinoamérica, decidimos emprender este
proyecto usando un lenguaje claro (evitando o explicando los términos
especializados o técnicos) que permita una aproximación interdiscipli-
naria útil para diferentes individuos y grupos que trabajan o se interesan
por la conservación en Latinoamérica.
Hemos tenido en mente a los siguientes lectores y usuarios poten-
ciales del libro: estudiantes de diversas carreras técnicas y profesionales
relativas al medio ambiente, tales como ingeniería forestal, agronomía,
manejo de recursos marinos y de vida silvestre, ingeniería ambiental y
biología; trabajadores artesanales o industriales ligados al medio ambien-
te, tales como pescadores, mineros, forestales; personas de comunidades
indígenas y de ongs dedicadas a la problemática ambiental o la conser-
vación biocultural misma; personas que trabajan en instituciones guber-
namentales, direcciones de parques nacionales y áreas protegidas privadas; y
el público general interesado en la materia.
19
Nuestros objetivos son ofrecer a esta audiencia un libro que presente
una síntesis equilibrada entre los principios teóricos y prácticos generales,
a la vez que exponer el estudio de casos y perspectivas que describan la
diversidad biológica y las aproximaciones para la conservación desarrolla-
das en Latinoamérica. Para satisfacer el primer objetivo reescribimos sus-
tancialmente el cuerpo del texto original, reorientándolo hacia la realidad
biológica, ecopolítica y social de Latinoamérica. Para el segundo objetivo
pensamos que la mejor aproximación consiste en la inclusión de una
diversidad de “recuadros” o ensayos breves escritos por personas o grupos
de trabajo cercanos al tema, estudios de caso o aproximaciones descritas.
Así fue que, con el impulso de Peter Feinsinger, conocimos a más de un
centenar de personas que trabajan en diversas facetas de la conservación
biológica en diferentes regiones de Latinoamérica. De esta manera, esta
versión reúne a 122 autores de recuadros que constituyen una materia
prima esencial del texto. Estos recuadros ilustran tanto las diferencias
como los elementos comunes involucrados en los desafíos para la conser-
vación biológica en América Latina y otras regiones. El trabajo editorial
del libro fue coordinado por Francisca Massardo, quien articuló los
recuadros con el texto, diseñó o codiseñó con los diversos autores
numerosas figuras de los recuadros y de los capítulos y, junto a Ricardo
Rozzi y Peter Feinsinger, revisó los contenidos y los aspectos técnicos de
los recuadros y el libro en general.
Los recuadros permitirán que los estudiantes y lectores conozcan a las
personas, las instituciones o los grupos de trabajo que estudian la biodi-
versidad y participan en numerosos y sofisticados proyectos de conser-
vación a lo largo de Latinoamérica. Este aspecto favorece el trabajo en red
a través de la región. Por otro lado, la escritura de los recuadros por tan
diversos autores permite exponer en forma explícita y directa la capacidad
y riqueza de las perspectivas desarrolladas por personas que han elaborado
y están experimentado una multiplicidad de aproximaciones para la con-
servación en América del Sur y Central y México.
En este contexto regional, este libro ha sido posible gracias a la cola-
boración de numerosas instituciones y personas que han aportado traba-
jo, infraestructura y financiamiento para cubrir gastos básicos.
Agradecemos la generosidad y colaboración de la Editorial Sinauer de
Estados Unidos a través de su director Andrew Sinauer y de su directora
técnica Marie Scavotto; el apoyo académico y estímulo para completar
este trabajo brindado por el Center for Conservation and Biodiversity
asociado al Department of Ecology and Evolutionary Biology de la
Universidad de Connecticut, en particular a John Silander y a Gregory
Anderson; en forma especial damos las gracias al trabajo y dedicación del
equipo de la Subgerencia de Proyectos Especiales de la editorial Fondo de
Cultura Económica, a la señora María del Carmen Farías, subgerente
de esta Unidad, a Axel Retif, coordinador editorial, a Sara Flores, promo-
tora comercial, a Roberto Campos, diseñador gráfico, y a Dulce María
Luna, correctora del manuscrito final.
Por la cuidadosa revisión técnica y lingüística del material expuesto
20 en este libro agradecemos a Gabriel Bernardello (capítulo IV), Andrea
Caselli (capítulos VIII y IX), Rafael González del Solar (capítulos VIII y
IX), Alejandro Grajal (capítulos I y XIV-XVIII y XXI), Eduardo
Gudynas (capítulos XV-XVII), Silvia Iriarte (capítulo VI), Gustavo
Kattan (capítulos VI y XVIII), Jorge de León (capítulos VI y XV-XXII),
Marta Lizarralde (capítulo VII), Luis Marone (capítulos I, VIII, IX, XI
y XIII), Rodrigo Medellín (capítulo XIII), Fernando Milano (capítulos
VIII y IX), Luis Gonzalo Morales (capítulos III-VII y XI-XVII),
Carolina Murcia (capítulos VI y XVIII), Juan Núñez-Farfán (capítu-
lo XI), Fausto Sarmiento (capítulo III) y Guadalupe Williams-Linera
(capítulo XIX).
Por sus valiosos comentarios y sugerencias bibliográficas agradece-
mos a James Affolter, Zoe Cardon, Robin Chazdon, Juan Dupuy,
Alejandro Grajal, Eduardo Gudynas, Jorge de León, Luis Marone,
Eduardo Morales, Luis Gonzalo Morales, Eduardo F. Pavez, Juan
Salguero y Fausto Sarmiento. Durante el desarrollo de este trabajo
agradecemos el generoso y valioso trabajo de producción de Ezio M.
Firmani y la colaboración de Lorenzo Aillapán, Christopher Anderson,
Janine Caira, Archie Carr, Bryan Connolly, Steve Dauer, Phillip
Fearnside, Luci Latina-Fernandes, Livia Firmani, Sara Flores, Kirsten
Jensen, Kurt Heidinger, Alicia Lavanchy, Rebecca Lehmann, Andrés
Marín, Héctor Massardo, Florencia Murillo, Claudio Valladares-Padua,
Eric Schulz, Arturo Silva, Víctor Toledo y David Wagner.
Por su significativo apoyo agradecemos a las siguientes instituciones:
Universidad de Boston, Instituto de Ecología de la Universidad
Nacional Autónoma de México (en especial a Raúl Iván Martínez),
Universidad de Northern Arizona, Universidad de Magallanes (particu-
larmente a Orlando Dollenz, Sylvia Oyarzún y Mariela Torres), Red
Latinoamericana de Botánica (de manera singular a su coordinadora
Susana Maldonado), Red Latinoamericana de Jardines Etnobotánicos
Hermanos (en especial al clacs de la Universidad de Georgia) y al
Programa para América Latina y el Caribe de la National Audobon
Society. Expresamos nuestra gratitud a la Comunidad Indígena Yagán
de Bahía Mejillones, la Municipalidad de Cabo de Hornos y la
Gobernación de la Provincia Antártica Chilena por la cálida acogida y
el estímulo para completar este libro en una búsqueda conjunta de sus-
tentabilidad en el lugar más austral del continente americano.
Por las donaciones de fotos o figuras agradecemos a , invemar,
Fundación Senda Darwin, Parque Etnobotánico Omora, ecociencia,
The Nobel Foundation, Instituto Rigoberta Menchú, Unión
Ornitológica de Chile, Delegación de Parques Nacionales de Nahuel
Huapi, Universidad de los Andes, Mérida, Mangrove Action Project,
Underground Project, U.S. National Park Service y a las publicaciones
periódicas Ambiente y Desarrollo, Ecology y Journal of Mammalogy. Las
siguientes personas aportaron generosamente fotografías o figuras:
Anthony Anderson, Christopher Anderson, Juan Carlos Aravena,
Wesley Bocxe, Robin Chazdon, Marty Crump, Jorge de León, Ezio M.
Firmani, Alexander Flecker, Mario García, Martin Gardner, Bernard
Goffinet, Alejandro Grajal, Alex Ibañez, Charles Janson, Livia Marin- 21
Firmani, Mary Kalin-Arroyo, Raúl Iván Martínez, Steve Morello, Vince
Murphy, Piotr Naskrecki, Eduardo Pavez, Becky Pierce, Alfredo Quarto,
Arturo Silva, Peter Singer, Doris Soto, Jean-Phillipe Soulé, Donald
Taphorn, Teresa Tarifa, Gaines Tyler, Pablo Villarroel, Oliver Vogel y
David Wagner.
Apreciamos el apoyo de la InterAmerican Foundation por su beca
postdoctoral a Francisca Massardo, del Center for Conservation and
Biodiversity de la Universidad de Connecticut por las becas para Ricardo
Rozzi y de la Universidad de Boston por su apoyo para los gastos edito-
riales básicos.
Por último, los autores Eduardo Morales y Francis Trainor agradecen
el apoyo técnico prestado por el Laboratorio de Microscopía Electrónica
y el Centro de Recursos del Facultativo de la Universidad de
Connecticut; Fernando Milano agradece el apoyo de la Maestría en
Manejo de Vida Silvestre de la Universidad Nacional de Córdoba,
Argentina; Juan Armesto y Cecilia Smith-Ramírez agradecen el apoyo de
Cátedra presidencial en Ciencias (J. J. A.) y Proyecto SUCRE (European
Union); Luis Marone, Javier López de Casenave y Víctor R. Cueto hacen
la Contribución número 14 de Ecodes y agradecen los valiosos comenta-
rios de R. González del Solar y R. Rozzi para su recuadro.
22
Índice de siglas
Dedicatoria. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7
Prólogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
Prefacio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11
Agradecimientos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19
Índice de siglas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23
PRIMERA PARTE:
Fundamentos de la conservación biológica
I. ¿Qué es la biología de la conservación?, por R. Rozzi, R. Primack, P. Feinsinger, R. Dirzo y F. Massardo . . . .. 35
Orígenes de la biología de la conservación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 45
Crisis ambiental y crisis social . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 53
Resumen . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 56
Para discutir. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 57
Lecturas sugeridas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 57
RECUADRO I.1 Conservación de los guacamayos en Perú, por R. Primack. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 41
RECUADRO I.2 Conservación de mamíferos marinos, por C. Campagna y R. Primack . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 43
SEGUNDA PARTE:
Amenazas para la diversidad biológica
IV. Extinciones, por R. Primack, R. Rozzi, R. Dirzo y F. Massardo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 133
Tasas de extinción en el pasado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 135
Extinciones provocadas por los seres humanos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 136
Tasas de extinción natural . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 139
Especies endémicas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 140
Tasas de extinción en islas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 142
Biogeografía de islas y tasas de extinción actuales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 144
Efectos ecosistémicos de las extinciones de especies . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 152
Resumen . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 157
Para discutir. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 158
Lecturas sugeridas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 158
RECUADRO IV.1. Extinción de peces de agua dulce en Sudamérica, por J. S. Usma Oviedo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 145
RECUADRO IV.2 Especies introducidas y extinciones de especies endémicas en islas oceánicas,
por G. Bernardello y G. J. Anderson. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 147
RECUADRO IV.3 Madagascar: un laboratorio evolutivo en extinción, por J. A. Silander y J. Ratsirarson . . . . . . . . . . 149
RECUADRO IV.4 Extinciones de proocesos ecológicos: las interacciones entre plantas y mamíferos tropicales,
por R. Dirzo y E. Mendoza . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 153
VI. Destrucción y degradación del Hábitat, por R. Primack, R. Rozzi, F. Massardo y P. Feinsinger. . . . . . . . . . . . . . 183
Destrucción del hábitat . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 185
Bosques tropicales lluviosos amenazados . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 186
Procesos de destrucción y degradación del hábitat . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 194
26 Resumen . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 221
Para discutir. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 222
Lecturas sugeridas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 223
RECUADRO VI.1 El bosque atlántico brasileño está amenazado de extinción, por P. C. Morellato . . . . . . . . . . . . . . 189
RECUADRO VI.2 Producción de camarones y destrucción de manglares en Ecuador, por L. Suárez y D. Ortíz . . . . . 195
RECUADRO VI.3. Fragmentación del bosque templado y las aves del sur de Chile, por M. F. Willson e I. Díaz . . . . 202
RECUADRO VI.4 Extinción de especies y fragmentación del hábitat en el Neotrópico, por G. H. Kattan . . . . . . . . . 205
RECUADRO VI.5 Agricultura y conservación: el aguilucho langostero de Argentina, por M. E. Zaccagnini . . . . . . . . 212
VII. Especies exóticas, enfermedades y sobreexplotación, por R. Primack, R. Rozzi, P. Feinsinger y F. Massardo . . . . 225
Enfermedades . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 236
Sobreexplotación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 239
Sociedades tradicionales y contemporáneas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 243
Resumen . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 251
Para discutir. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 251
Lecturas sugeridas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 252
RECUADRO VII.1. Las truchas: agresivas extranjeras en las aguas andinas, por A. S. Flecker y C. Carrera. . . . . . . . . . 229
RECUADRO VII.2a El castor: un ingeniero exótico en las tierras más australes del planeta,
por M. S. Lizarralde y C. Venegas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 231
RECUADRO VII.2b Los castores como ingenieros de ecosistemas en sus hábitats nativos, por T. G. Whitham. . . . . . 233
RECUADRO VII.3a Historia ecológica de la Región Maya, por M. Brenner, B. W. Leyden,
M. W. Binford y D. A. Hodell . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 245
RECUADRO VII.3b La Isla de Pascua o el microcosmo de un mundo aislado, por F. di Castri . . . . . . . . . . . . . . . . . 248
TERCERA PARTE:
El valor de la diversidad biológica
VIII. Valoración de la biodiversidad, por R. Rozzi, R. Primack y F. Massardo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 255
Causas humanas del deterioro ambiental . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 256
La economía ecológica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 261
Resumen . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 287
Para discutir. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 288
Lecturas sugeridas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 289
RECUADRO VIII.1 Las granjas de mariposas: un colorido ejemplo de manejo sustentable, por D. Wagner . . . . . . . . 267
RECUADRO VIII.2. El valor de las palmeras en la Amazonía. por K. Silvius . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 270
RECUADRO VIII.3 El Proyecto Aguaratimi: desarrollo alternativo y derechos intelectuales,
por I. Combes, J. Yandura y N. Justiniano . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 278
RECUADRO VIII.4 La conchuela de la yuca: una historia exitosa de control biológico, por R. Primack . . . . . . . . . . . 283
RECUADRO VIII.5 Etnobotánica cuantitativa en bosques secundarios de Costa Rica,
por R. L. Chazdon y F. G. Coe . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 285
27
X. Ética ambiental: raíces y ramas latinoamericanas, por R. Rozzi . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 311
Ética ambiental comparada . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 315
El “efecto sombra” de la cultura dominante . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 325
Metáforas como puentes interculturales e interdisciplinarios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 326
Análisis histórico para fomentar la tolerancia y la diversificación ética . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 330
Éticas ambientales y arte en América Latina . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 342
Interrelaciones entre ciencia y ética . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 345
Resumen . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 356
Para discutir. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 357
Lecturas sugeridas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 359
RECUADRO X.1. Similitudes y diferencias interculturales en las éticas ambientales,
por R. Rozzi y F. Massardo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 319
RECUADRO X.2. Éticas ambientales y conservación en los extremos de América,
por N. J. Turner, F. Massardo, D. Deur y R. Rozzi . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 321
RECUADRO X.3. Cultura y naturaleza en la civilización occidental, por T. Kwiatkowska . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 333
RECUADRO X.4. Derechos humanos y medio ambiente, por H. Neira. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 338
RECUADRO X.5. Cuando la admiración salva vidas: ¿cuál es el valor estético de un animal silvestre?,
por F. Milano. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 347
RECUADRO X.6 Diversos paradigmas científicos para los biólogos de la conservación, por R. Rozzi . . . . . . . . . . . . . 350
RECUADRO X.7. Tres primatólogas que llegaron a ser activistas, por R. Primack . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 353
CUARTA PARTE:
Conservación a nivel poblacional y específico
XI. Problemas de las poblaciones pequeñas, por R. Primack . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 363
Tamaño mínimo viable . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 365
Pérdida de variabilidad genética . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 366
Tamaño poblacional efectivo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 372
Variación demográfica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 377
Variación ambiental y catástrofe . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 378
Vórtices de extinción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 379
Resumen . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 381
Para discutir. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 381
Lecturas sugeridas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 382
QUINTA PARTE:
Aplicaciones prácticas
XV. Establecimiento de áreas protegidas, por R. Primack, R. Rozzi y P. Feinsinger. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 449
El sistema IUCN de clasificación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 450
Áreas protegidas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 452
Establecimiento de prioridades. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 457
Centros de diversidad. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 471
Prioridades nacionales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 472
Resumen . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 473
Para discutir. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 474
Lecturas sugeridas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 475
RECUADRO XV.1. Importancia de la distribución de las áreas protegidas: el caso del bosque chileno,
por J. J. Armesto y C. Smith-Ramírez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 454
RECUADRO XV.2. Conservación de depredadores: áreas extensas y bosques antiguos,
por K. Omland, D. Martínez, D. Gaillard, R. Rozzi y S. Pickett . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 459
RECUADRO XV.3. Migraciones altitudinales e interconexión de hábitats en bosques tropicales,
por G. V. N. Powell y R. Bjork. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 465
XVII. Manejo de áreas protegidas, por R. Primack, R. Rozzi, P. Feinsinger y F. Massardo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 497
Identificación y manejo de las amenazas en las áreas protegidas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 502
El manejo de parques y la población . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 506
Manejo de recursos de los parques . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 515
Resumen . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 517
Para discutir. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 517
Lecturas sugeridas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 518
RECUADRO XVII.1 Integración social en los parques nacionales andino-patagónicos, por J. Salguero. . . . . . . . . . . . 499
RECUADRO XVII.2 Las múltiples caras de la participación social en las áreas protegidas,
por J. Czerwenka y E. Gudynas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 509 29
RECUADRO XVII.3 Los borregos cimarrones de la Isla Tiburón: conservación y desarrollo sustentable,
por R. A. Medellín y F. Colchero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 510
XVIII. Conservación fuera de las áreas protegidas, por R. Primack, R. Rozzi, P. Feinsinger y F. Massardo . . . . . . . . . . . 521
Valor del hábitat conservado fuera de las áreas protegidas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 522
Manejo sustentable de poblaciones de fauna nativa: diversificación de la economía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 534
Manejo de ecosistemas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 547
Resumen . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 555
Para discutir. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 556
Lecturas sugeridas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 557
RECUADRO XVIII.1 Indagación ecológica en el patio de la escuela, por L. Margutti, R. D. Oviedo,
M. Herbel y P. Feinsinger . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 526
RECUADRO XVIII.2 La Red de Reservas Naturales Campesinas de La Cocha, Colombia, por E. Constantino . . . . . . . 528
RECUADRO XVIII.3 Una iniciativa vecinal para la conservación de una laguna urbana,
por E. Tarifeño, M. Rojas, E. Hidalgo y M. Santelices . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 530
RECUADRO XVIII.4 Cambios en el método de cultivo del café y sus efectos sobre la biodiversidad, por C. Murcia . . . . 532
RECUADRO XVIII.5. Recuperación y manejo de la vicuña, por T. Tarifa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 536
RECUADRO XVIII.6 La conservación del ñandú, por F. Milano y A. Caselli. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 539
RECUADRO XVIII.7 Manejo sustentable de poblaciones de caimanes y cocodrilos, por J. Thorbjarnarson . . . . . . . . . 541
RECUADRO XVIII.8 ¿Es posible la conservación en fincas ganaderas privadas de Los Llanos de Venezuela?,
por A. Grajal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 543
SEXTA PARTE:
Conservación y sociedades humanas
XX. Conservación y desarrollo sustentable a niveles local y nacional, por R. Primack, R. Rozzi,
F. Massardo y P. Feinsinger . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 585
Sociedades tradicionales y diversidad biológica. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 586
Conservación local en la sociedad occidental . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 604
Tierras para la conservación o land trusts . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 608
Legislación nacional . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 609
Políticas nacionales y regulaciones internacionales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 614
Resumen . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 615
Para discutir. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 615
Lecturas sugeridas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 616
RECUADRO XX.1 Pueblos indígenas y conservación en México: manejo comunitario de los recursos naturales,
30 por V. M. Toledo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 590
RECUADRO XX.2 Selvas antropogénicas mayas, por A. Gómez-Pompa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 593
RECUADRO XX.3 Manejo local por los embera del Chocó colombiano, por C. Campos, H. Rubio y A. Ulloa. . . . . . 599
RECUADRO XX.4 Conservación en el lago Titicaca, por S. Sánchez Huamán y A. M. Trelancia Amico . . . . . . . . . . 606
RECUADRO XX.5 Legislación sobre protección ambiental y cultural en Colombia, por N. Arango y M. E. Chaves . . . . 611
XXII. Desafíos para la conservación biológica en Latinoamérica, por R. Rozzi y P. Feinsinger . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 661
Interdisciplinariedad y multidimensionalidad ecológica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 673
Perspectivas locales y globalización. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 676
Resumen . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 685
Para discutir . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 687
Lecturas sugeridas y material básico clave . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 687
RECUADRO XXII.1. Los delicados equilibrios de la conservación en América Latina, por E. Gudynas . . . . . . . . . . . . 663
RECUADRO XXII.2. Historia natural local y ciencia ecológica universal: los sistemas semillas-granívoros
en desiertos de Sudamérica y Norteamérica, por L. Marone, J. López de Casenave y V. R. Cueto . . . . . . . . . . . . . . . 678
RECUADRO XXII.3. La promoción de perspectivas locales e iniciativas autónomas: una urgencia para el futuro
de la conservación biológica en América Latina, por P. Feinsinger y R. Rozzi . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 682
Bibliografía. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 689
31
II. ¿Qué es la diversidad biológica?
Ricardo Rozzi
Peter Feinsinger
Francisca Massardo
Richard Primack
37
Fundamentos de laconservación
biológica
Gregory Anderson
La taxonomía (taxis = arreglo, nomos = ley) es el arte nas americanas consideran su origen, formas de
o la ciencia de identificar, nominar y clasificar a los vida, nominaciones, relaciones con los animales,
seres vivos. La taxonomía científica tiene por objeto contexto de vida y otros (Berlin, 1992). Por ejemp-
crear un sistema de clasificación que refleje la evolu- lo, en el sur de Chile la cultura mapuche nomina las
ción de los diferentes grupos. Para los biólogos de la plantas del bosque considerando caracteres florales,
conservación este sistema contribuye a identificar hábitat, interacciones con animales o usos para
especies o grupos de especies que son únicos y cuya medicina, fibra o alimento (Villagrán, 1998).
protección es imperativa, o a detectar áreas de alta Entre las plantas comestibles cultivadas uti-
riqueza de especies. lizadas por el pueblo mapuche, la clasificación
Los nombres científicos de las especies biológicas botánica de la papa cultivada (Solanum tuberosum)
comprenden dos términos en latín: el primero es un constituye un caso notable dentro de la flora nativa
sustantivo (en mayúscula) que nomina al género y el de Sudamérica. La subespecie S. tuberosum andige-
segundo un adjetivo (en minúscula) que distingue a na tuvo su origen en los Andes peruanos y evolu-
la especie. Esta nominación binomial fue introduci- cionó paralalemente a la subespecie S. tuberosum
da por Carlos Linneo en el siglo XVIII, guiado a su tuberosum del sur de Chile. Esta última era cultiva-
vez por la lógica y el sistema de clasificación de da por los huilliches (un grupo de los mapuches) en
géneros y especies elaborado por Aristóteles en la la Isla de Chiloé desde antes de la llegada de los
antigua Grecia. Este sistema establece ramifica- españoles. Hoy en día los huilliches distinguen la
ciones dicotómicas agrupando jerárquicamente cat- papa silvestre (malla) de la asilvestrada (vucheñ) y de
egorías particulares en categorías generales. Así, un la cultivada (poñü). Entre las papas cultivadas exis-
grupo de especies similares se agrupa dentro de un ten más de 100 variedades nativas, cada una acli-
mismo género; géneros similares, dentro de una matada a condiciones ecológicas particulares y con
familia; familias similares se incluyen en órdenes; usos diversos (alimentación humana, forrajera,
órdenes similares, en clases, y estas clases se agrupan medicinal). Las variedades de poñü también difieren
en las ramas principales del conjunto de los seres en características como tamaño y forma del tubér-
vivos: las divisiones (plantas) o phyla o filos (ani- culo, color de la cáscara y de la pulpa, sabor, textu-
males), que designan los grupos de clases dentro de ra, época de siembra, suelo y caracteres de toleran-
los reinos. cia ambiental. Las nominaciones huilliche describen
La clasificación biológica o evolutiva de las características de cada variedad. Así, Huicaña nomi-
especies es un sistema utilizado por los científicos na a una variedad de papa con tubérculos de cáscara
en nuestra civilización occidental, la cual integra la violácea y pulpa blanca; Mahuinahue identifica a
tradición aristotélica, el trabajo botánico de Linneo, una variedad de papa de cáscara gris que tolera el
métodos de sistemática molecular y el análisis suelo húmedo; la variedad Nothra es tardía;
cladístico contemporáneo. Sin embargo, a través de Memichun es una papa forrajera. El léxico huilliche
diferentes culturas podemos encontrar diversos y relativo a la papa involucra labores de cultivo
sofisticados sistemas de clasificación de plantas y (daipín = hojas de papa para abono, iñal = siembra
animales, los que a veces coinciden notablemente tardía, quecha = aporca), formas de preparación
con la taxonomía científica. Los criterios para clasi- (anquentu = papas secadas con humo, buña =
ficar las plantas usados por algunas culturas indíge- papas ablandadas con agua), elementos de cocina 39
La papa (Solanum tuberosum)está relacionada con otras
especies de plantas y otros seres vivos a diversos niveles de
organización taxonómica, desde reinos hasta especies.
(Según Cronquist, 1981, Hawkes 1990 y Raven et al.,
1999).
40
(queldo = paleta para sacar papas cocidas, chafalote = papa, esta familia incluye otras especies americanas
cuchillo para pelar papas), modos de cocinarla domesticadas que transformaron la dieta de los con-
(cuhen = papas cocinadas en ceniza), productos quistadores europeos y que todavía son relevantes
(chuañe = pan de papa, erengo = harina de papa, lío para la alimentación humana, tales como el tomate
= fécula), rituales (regalo de variedades en el matri- (Solanum esculentum), el tomate de árbol (Solanum
monio), relaciones sociales (aíto = regalo de papas betaceum), el pepino dulce (Solanum muricatum) y
escogidas) y mitología (coñipoñi = gusano del papal el ají (Capsicum annum y C. frutescens). Todas estas
que tranquiliza a los niños). En la actualidad las especies están estrechamente emparentadas en su
variedades tradicionales están siendo rápidamente evolución. Otras Solanáceas americanas son impor-
desplazadas por unas pocas variedades comerciales. tantes debido a su alto contenido de alcaloides con
El desafío para los biólogos de la conservación es efecto narcótico, tales como el tabaco (Nicotiana
doble: (1) mantener la diversidad genética de las tabacum), o alucinógeno como el palo de brujo
variedades tradicionales y (2) permitir la con- (Latua pubiflora). En total, la familia Solanaceae
tinuidad de la diversidad cultural ligada a los cul- incluye 84 géneros, 59 de los cuales son nativos de
tivos tradicionales. Sudamérica, donde proveen alimento y medicina.
A fines del siglo XVI la papa fue exportada a Las especies más tóxicas y narcóticas todavía son
Europa, y desde ahí hacia todo el mundo, ocupan- utilizadas por diferentes culturas indígenas en
do actualmente el cuarto lugar en la producción magia y religión. En conclusión, la clasificación de
mundial de especies cultivadas, a partir del desarrol- los seres vivos incluye a los organismos silvestres y
lo de muchas de las variedades comerciales. La papa domesticados e integra elementos de la diversidad
pertenece a una familia de plantas representativa de biológica y cultural.
Sudamérica: la familia Solanaceae. Además de la
46
Recuadro II.2. Las algas: conceptos críticos en la evaluación
de su diversidad
Eduardo A. Morales
Francis R. Trainor
A pesar de la reconocida importancia del grupo de Las algas son un grupo heterogéneo de organis-
algas como productores primarios dentro de las mos no relacionados taxonómicamente entre ellos.
cadenas alimenticias acuáticas, la mayor parte de las Por ejemplo, las algas verde azules o cianobacterias
prácticas conservacionistas se ha concentrado en los poseen una estructura celular procariota, mientras
productores secundarios (protozoos, rotíferos, que los grupos restantes son eucariotas. Dentro de
copépodos y otros pequeños crustáceos) y particu- las algas eucariotas existe una gran diversidad de
larmente sobre los consumidores que constituyen formas y hábitos; los grupos más relevantes son las
los últimos eslabones de la cadena, como peces, algas verdes, euglenofíceas, diatomeas, crisofíceas,
aves, anfibios, reptiles, mamíferos terrestres y otros. dinoflagelados, algas pardas y algas rojas, todas ellas
Sin embargo, cualquier esfuerzo de conservación en con representantes marinos y de agua dulce. Los
el largo plazo debe considerar la protección del primeros cinco grupos son microscópicos, mientras
hábitat y de las especies que, además de las plantas que las algas pardas y rojas —junto con algunas
vasculares, sirven de alimento en la base de la algas verdes— son en su mayoría macroscópicas
pirámide alimenticia. alcanzando en algunos más de un metro de longi-
Las algas microscópicas y macroscópicas consti- tud. La distribución geográfica de las algas está
tuyen la base sobre la cual se desarrollan múltiples estrechamente relacionada con las condiciones físi-
procesos ecológicos en ambientes marinos, lacustres cas (luz, temperatura, transparencia) y químicas
y ribereños. Tales procesos comprenden, por ejemp- (concentración de nutrientes como fósforo,
lo, la descomposición y reciclaje de la materia algal nitrógeno, azufre, elementos traza y vitaminas) del
muerta por parte de los descomponedores (hongos, agua. Es así que el éxito ecológico de un determi-
bacterias y algunos protozoos) y la producción de la nado grupo algal se halla ligado al estado trófico
materia orgánica que constituye el sustento para el (calidad del agua) de un ecosistema. Esta relación
resto de la biota acuática. Además, las comunidades ha sido utilizada por los limnólogos y oceanólogos
macroalgales del litoral representan un refugio para (ecólogos que estudian ecosistemas dulceacuícolas y
una gran diversidad de especies animales. marinos, respectivamente) para que al analizar el
Cualquier alteración de estas comunidades rela- tipo de comunidad algal que se desarrolla en un
cionada con las actividades humanas se asemeja a ecosistema se pueda inferir la calidad del agua y así
los efectos producidos por la deforestación, donde determinar su uso como fuente de agua potable, de
la extinción de una especie o de un gremio de riego, de uso industrial, etc. La utilización de las
especies esenciales desencadena la extinción de las algas como bioindicadores se hace también extensi-
especies asociadas a ella. va a la inferencia de los cambios en las condiciones
A pesar de este papel preponderante de las algas medioambientales desde el origen mismo del eco-
en el mantenimiento del equilibrio ecológico de los sistema hasta su situación actual, empleando fósiles
medios acuáticos y sus cuencas, hasta la fecha no de algas microscópicas, principalmente diatomeas y
existen proyectos serios para su protección y conser- crisofíceas. La ciencia que se encarga de este tipo de
vación, aun cuando las algas han formado parte del estudios históricos se denomina Paleolimnología, y
desarrollo de varias culturas en América como se ha aplicado ya en numerosos ecosistemas lati-
fuentes de alimento, medicina y materias primas noamericanos, principalmente en México y varios
para la artesanía e industria. países andinos. 47
Una gran proporción de los estudios ficológicos grupo algal dependerá de las concentraciones de
en América Latina están restringidos a México, nutrientes y las condiciones físicas del medio
Brasil, Argentina y Chile (por ejemplo, Bicudo y acuático.
Bicudo, 1970; Caballero-Miranda, 1996; Rivera, La parte tropical de América —especialmente la
1974; Tell y Conforti, 1986), pero no reflejan la zona baja— ha sido menos estudiada y, por ende, la
diversidad algal ni siquiera en estos países. La zona literatura tiende a indicar una menor diversidad
montañosa andina cobija una gran cantidad de algal. Visitas esporádicas de investigadores europeos
especies, como fue demostrado por estudios de y norteamericanos resultan frecuentemente en la
Aldave (1989), Cadima y Morales (1992) y Morales descripción de nuevas especies (por ejemplo, Theri-
y Trainor (1996), entre otros. Pero tales estudios se ot et al., 1985). En general sin embargo, muchos
hallan restringidos a las zonas de Perú, Bolivia, de los ecosistemas tropicales tienden a tener aguas
Chile y Argentina. Se conoce muy poco acerca de con alto contenido en sedimentos, lo cual impide la
los lagos y ríos de altura de Ecuador, Colombia y penetración de la luz aun en la porción más superfi-
Venezuela; la situación es mucho más precaria en cial de la columna de agua. Esto actúa en detrimen-
los países centroamericanos, las Guayanas, Paraguay to de la comunidad algal, ya que las cadenas ali-
y Uruguay. Los países caribeños han recibido menticias son mucho más reducidas. Muchos lagos
mayor atención en lo que se refiere al estudio de y lagunas tropicales tienden a acumular grandes
macroalgas marinas y, con la excepción de algunos cantidades de material orgánico proveniente de la
grupos de algas verde azules, verdes y diatomeas vegetación circundante, favoreciendo el crecimiento
marinas (Gonzales, 1996; Navarro, 1981; Paulmier, de algunas especies de euglenoides, algas verdes y
1993), las algas microscópicas han sido práctica- algunas cianobacterias, principalmente.
mente ignoradas. Los ambientes costeros marinos varían enorme-
La gran diversidad topográfica latinoamericana mente en su composición florística, dependiendo
determina la existencia de una gran variedad de de su ubicación geográfica. Existe una gran diferen-
ecosistemas acuáticos continentales. En algunos cia, por ejemplo, entre la zona tropical y templada y
casos, como ocurre en la zona andina, estos ecosis- entre los oceános Pacífico y Atlántico. De una man-
temas han tenido distintos orígenes a lo largo de la era muy general, las comunidades algales y animales
historia geológica del Continente Sudamericano. que viven en la costa se dividen en tres zonas: (1) la
Como resultado, los procesos que condujeron a la zona supramareal, más expuesta a la atmósfera, en
consolidación de la biodiversidad actual (inmi- la que se desarrollan organismos que pueden resistir
gración desde zonas aledañas u otros continentes, alternancias entre intervalos de sequía y humedad;
especiación in situ, hibridación, etc.) son difíciles de estas comunidades se hallan compuestas principal-
determinar. En este sentido, existen varios estudios mente por animales y líquenes. (2) La zona inter-
sobre la flora y fauna terrestres (por ejemplo, Simp- mareal, cubierta por agua con mayor frecuencia y
son, 1971), pero que no incorporan las algas. En dominada por algas rojas. (3) Finalmente, la zona
líneas muy generales y tomando en cuenta los esca- inframareal, que se halla siempre sumergida y dom-
sos estudios florísticos disponibles, podemos indicar inada por algas pardas. Aun dentro de ambientes
que los sistemas acuáticos de las zonas templadas tropicales o templados existe una gran variación en
(zona andina, sur de Chile y Argentina) tienden a la composición de las comunidades algales, deter-
tener una mayor diversidad algal. En estas zonas los minada por aspectos físicos y químicos del agua, así
lagos de aguas ácidas (pH menor a 7) mantienen como también por procesos de competencia entre
poblaciones bien desarrolladas de desmidiáceas los organismos que cohabitan un determinada
(algas verdes), diatomeas y crisofíceas, mientras que región. Por ejemplo, las costas chilenas, en su may-
los lagos de aguas neutras o básicas (pH igual o oría templadas, albergan comunidades que, depen-
mayor a 7) tienden a sostener una gran diversidad diendo de la latitud están conformadas en su zona
de algas verde azules, verdes, dinoflagelados y otras intermareal por Chaetomorpha, Codium (ambas
especies de diatomeas y crisofíceas. La presencia de algas verdes) Gigartina, Rhodymenia (ambas algas
48 una u otra especie perteneciente a un determinado rojas), etc., mientras que la zona inframareal está
dominada por algas pardas como Lessonia, Durvil- fenotípica y evolución convergente ponen en evi-
laea y Macrocystis (Santelices, 1990; Stephenson y dencia patrones insospechados. La taxonomía algal
Stephenson, 1972). a nivel de especies considera que la morfología es en
Uno de los problemas más grandes en la conser- gran medida la base más confiable para la construc-
vación algal es la carencia de estimaciones sobre el ción de sistemas de clasificación. El polimorfismo,
número de especies actuales (Norton et al., 1996). referido a la diversidad genética dentro de una
Por ejemplo, la carencia de información sobre bio- especie, ha sido poco estudiado en las algas. Medi-
diversidad algal en sistemas tropicales mencionada ante esta propiedad intrínseca de las poblaciones
anteriormente impide el establecimiento de planes que se reproducen sexualmente, diferentes genoti-
inmediatos de conservación en América Central y pos dentro de la misma especie producen mor-
gran parte de Sudamérica. El panorama se torna fologías también diferentes. Tales variantes mor-
aún más grave cuando sabemos que la deforestación fológicas han sido en algunos casos consideradas
en dichas regiones avanza a pasos agigantados e como especies distintas, dando una noción falsa de
ignoramos completamente cuales son sus impactos diversidad (Sheath y Burkholder, 1983). La plastici-
sobre los ecosistemas acuáticos. Procesos similares dad fenotípica, es decir, la capacidad de un
de deforestación ocurren en el bosque templado en genotipo para producir varios fenotipos a raíz de
el sur y centro de Chile, y aun cuando existen varios cambios ambientales, actúa también reduciendo la
estudios detallados sobre diatomeas —por ejemp- diversidad en forma substancial. En este caso algu-
lo— (Rivera, 1974, entre otros), no se sabe a cabal- nas variedades, especies y géneros simplemente cor-
idad si estos organismos son afectados en la misma responden a la expresión genética de un único
proporción que las especies animales y vegetales genotipo y por ende pertenecen a la misma especie
asociadas al bosque. (Trainor, 1998). La evolución convergente, referida
Se conoce muy poco acerca de la diversidad a la producción de fenotipos similares por parte de
genética total de las algas, pero se sabe que a dos o más especies distintas, es otro proceso muy
pequeña escala es severamente impactada por la poco estudiado dentro las algas. No sabemos el
disminución de la calidad del agua. Estudios real- efecto que la convergencia pueda tener en los sis-
izados durante las últimas décadas han demostra- temas de clasificación actuales, pero sí sabemos que
do que la eutroficación cultural (incremento de varias especies que comparten las mismas distribu-
nutrientes en el agua ocasionado por actividades ciones eco-geográficas producen morfologías simi-
agrícolas e industriales), la contaminación (ver- lares. La falta de consideración de la convergencia
tido de desechos tóxicos) y la lluvia ácida podría reducir la diversidad en aquellos casos en
(depositación de compuestos nitrogenados y sul- que dos especies genéticamente distintas hayan sido
fatados liberados a la atmósfera por las industrias) incluidas dentro el mismo taxón.
reducen dramáticamente la diversidad de estos Está claro que los conceptos presentados aquí
organismos, al punto de favorecer el florecimiento deben ser tomados en cuenta a fin de establecer
de una sola especie. Si bien la recolonización de prácticas conservacionistas más efectivas. Los eco-
los habitats afectados es usualmente rápida, los sistemas latinoamericanos son muy diversos y cada
cambios físico-químicos en el agua son tan drásti- uno de ellos se caracteriza por una ecología y biodi-
cos que impiden los procesos de repoblamiento versidad propias; es por ello que cada uno de estos
(véase Julius et al., 1998 para el caso norteameri- ecosistemas requiere de un método de conservación
cano). específico. Esfuerzos inmediatos a nivel de campo y
El estudio de la diversidad algal se hace laboratorio deben ser aplicados a la evaluación de la
mucho más difícil cuando, además de los obstácu- biodiversidad algal. Sin duda alguna el conocimien-
los impuestos por el tamaño de los organismos, to adecuado de los organismos resultará en procesos
las investigaciones sobre polimorfismo, plasticidad de conservación más apropiados.
49
(a,b) Algunos ejemplos de algas comunmente encontradas en (h) Synura, una crisofícea colonial, donde cada una de las
ecosistemas marinos y de agua dulce de Latinoamérica. células está protegida por varias escamas de sílice dispues-
(c,d) Las cianófitas Synechocystis(colonial) y Arthrospira (fila- tas a manera de un tejado. (i) La diatomea céntrica Aulaco-
mentosa). (e) Las algas verdes Chlamidomonas(unicelular, con seira, cuya pared celular se compone de sílice. (j) La
un cisto —estadío de resistencia— en la parte superior de la diatomea pennada Fragilaria, también con una pared celu-
microfotografía) y Spirogyra (filamentosa). lar silicificada. La macroalga roja Rhodymenia, común en
(f) Trachelomonas,una euglenófita unicelular que posee una costas marítimas chilenas. k. Porphyridium, uno de los
cubierta de carbonato de calcio. (g) Gymnodinium,un dinofla- escasos representates unicelulares y dulceacuícolas dentro
gelado cuya pared celular está constituida por placas de carbon- de las algas rojas. (Fotografías de Eduardo Morales y Fran-
ato de calcio dispuestas a manera de un piso de mosaico. cis Trainor).
Diversidad de comunidades
algunos combinan la depredación directa con el comportamiento carroñero. Figura II.10. Modelo de un ecosis-
Otros carnívoros, como el coatí, son omnívoros porque incluyen una por- tema que muestra los niveles trófi-
ción sustancial de vegetales en su dieta. En general, los depredadores son cos y vías de energía simplificadas.
más grandes y más fuertes que sus presas, pero se encuentran en menores
densidades poblacionales.
Los parásitos, plagas y organismos causantes de enfermedades forman
una importante subclase de depredadores. Los parásitos de animales,
incluyendo mosquitos, garrapatas, gusanos intestinales, protozoos y bac-
terias son pequeños en tamaño y no matan a su presa inmediatamente.
Las plantas también pueden ser atacadas por parásitos que incluyen hon-
gos, bacterias, virus, otras plantas e insectos. Los efectos de los parásitos
van desde el debilitamiento imperceptible de la presa hasta un debilita- 53
Fundamentos de laconservación miento total o incluso la muerte de la presa. Los parásitos son a menudo
biológica importantes en el control de la especie presa. Cuando la densidad de la
especie presa es baja, los parásitos son menos capaces de moverse desde
un hospedero a otro y sus efectos sobre la población de la presa son
bajos. Cuando la población de la presa tiene alta densidad, los parásitos
se expanden rápidamente desde un individuo a otro, causando intensas
infestaciones locales del parásito, con la disminución subsiguiente en la
densidad de la presa. En zoológicos y pequeñas reservas naturales pueden
ocurrir altas densidades de poblaciones presa, de manera que esos lugares
pueden ser peligrosos para muchas especies amenazadas.
Los detritívoros (también conocidos como descomponedores) son
especies que se alimentan de detritos, es decir restos de materia orgánica,
tales como tejidos muertos de plantas y animales y desperdicios,
degradando los tejidos complejos y las moléculas orgánicas. Los
d e t r i t í vo ros liberan minerales tales como nitratos y fosfatos hacia el
ambiente, desde donde pueden ser tomados de nuevo por plantas y
algas. Los detritívoros más importantes son las bacterias y los hongos
(Figura II.11). Sin embargo, en los procesos de degradación de la mate-
ria orgánica interviene un amplio rango de especies, que incluye por
ejemplo buitres y otros carroñeros que se alimentan de animales muer-
tos, lombrices que degradan hojas caídas y otra materia orgánica e insec-
Figura II.11. Los organismos
detritívoroso descomponedoresse tos como los escarabajos peloteros que se alimentan y entierran estiércol
alimentan de detritos(restos de animal (Figura IV.10). Si los detritívoros no estuvieran presentes para
materia orgánica), degradando los degradar la materia orgánica y liberar los nutrientes, el crecimiento de las
tejidos complejos a moléculas sim- plantas disminuiría enormemente.
ples. En este proceso liberan min-
erales, tales como nitratos y fos-
fatos, que son tomados de nuevo
por las plantas y las algas. Las bac- Principios de organización de las comunidades
terias y los hongos (como el hongo
ostra que en la fotografía se observa Como una consecuencia de la menor transferencia de energía a cada
creciendo sobre un tronco caído) nivel trófico sucesivo en las comunidades biológicas, la mayor biomasa
son detritívoros esenciales puesto (peso vivo) en un ecosistema terrestre corresponde a los productores pri-
que tienen la capacidad de degradar
marios. En las comunidades terrestres existe una tendencia a tener más
y reciclar grandes cantidades de
moléculas resistentes como la celu-
losa y la lignina, que no pueden ser
digeridas por invertebrados y otros
componentes de la biota. Si los
hongos, las bacterias y otros
detritívoros no estuvieran presentes
para degradar la materia orgánica y
liberar los nutrientes, el crecimien-
to de las plantas disminuiría
enormemente y “estaríamos enterra-
dos en una capa de basura”.
(Fotografía de Ricardo Rozzi,
Archivo Parque Etnobotánico
Omora, Isla Navarino, Chile).
54
individuos herbívoros que carnívoros primarios y más carnívoros primar- II. ¿Qué es la diversidad biológica?
ios que secundarios (Price, 1992). Por ejemplo, una comunidad de
bosque generalmente contiene más insectos y biomasa de insectos que
aves insectívoras, y más aves insectívoras que aves rapaces (como los hal-
cones, que se alimentan de otras aves).
Aunque las especies pueden organizarse dentro de estos niveles trófi-
cos generales, el espectro de alimentos de cada especie puede ser bastante
especializado (Freeland y Boulton, 1992). Por ejemplo, una determinada
especie de áfido puede alimentarse sólo de un tipo de planta, y una cierta
chinita (Coccinelidae) puede alimentarse de sólo un tipo de áfido. Estas
relaciones específicas de alimentación se llaman cadenas tróficas. La
situación más común en muchas comunidades biológicas es, sin embar-
go, que una especie se alimente de varias especies de un nivel trófico infe-
rior y, a la vez, sea presa de varias especies del nivel trófico superior. Por
lo tanto, una descripción más exacta de la organización de las comu-
nidades biológicas corresponde a la de red trófica, en la cual las especies
están ligadas a través de complejas relaciones de alimentación (Figura
II.12). Las especies del mismo nivel trófico que usan aproximadamente Figura II.12. Diagrama de una
los mismos recursos ambientales se consideran como un gremio de cadena trófica real estudiada en el
lago Gatún en Panamá. El fito-
especies. plancton (microalgas fotosintéticas)
La especificidad de los requerimientos de cada especie constituye un es el productor primario y la base
factor importante porque previene el aumento excesivo de las pobla- de la cadena alimenticia. El zoo-
ciones de muchas especies dentro de una comunidad. Por ejemplo, las plancton está compuesto por ani-
dietas de muchos insectos herbívoros están restringidas a sólo unas pocas males flotantes pequeños, por lo
especies de plantas, y muchos insectos pueden comer sólo ciertas partes general microscópicos, que confor-
man los consumidores primarios
de la planta (Ehrlich y Raven, 1964). Esta especialización trófica radica que forman, junto con los insectos,
en la forma de su aparato bucal y de su cuerpo que son adecuados para las fuentes de alimentación básicas
un cierto comportamiento de alimentación. Todavía más especializados para los peces que son consumi-
son sus sistemas digestivos, los cuales son sorprendentemente limitados dores secundarios. (Cortesía de G.
en su capacidad para extraer nutrientes y tolerar los compuestos tóxicos H. Orians).
55
Fundamentos de laconservación defensivos producidos por muchas plantas. Así, aunque un bosque
biológica pueda estar lleno de plantas verdes creciendo vigorosamente, algunas
especies de insectos que se alimentan de especies de plantas raras pueden
ser incapaces de completar su desarrollo y de reproducirse, porque no
pueden obtener el alimento específico que requieren. Por lo tanto, para
la evaluación de las reservas naturales no sólo importa su tamaño, sino
también su gama de hábitats y recursos.
Los hábitats particulares pueden contener recursos clave críticos, a
menudo físicos o estructurales, que ocupan sólo un área restringida del
hábitat y que son cruciales para muchas especies en la comunidad. Por
ejemplo, las láminas salinas y los afloramientos minerales constituyen una
fuente de minerales esenciales para la vida silvestre, y su distribución
puede determinar la abundancia y distribución de los vertebrados, par-
ticularmente en áreas tierra adentro con lluvias intensas. Las pozas pro-
fundas en esteros y vertientes pueden ser el único refugio para peces y
otras especies acuáticas durante la estación seca, cuando el nivel del agua
baja. Para los animales terrestres, estas fuentes de agua pueden proveer la
única fuente de agua fresca disponible dentro de un radio considerable.
Los troncos ahuecados proveen sitios de nidificación para muchas especies
de aves o madrigueras para mamíferos. Este tipo de recursos clave puede
ocupar sólo una pequeña porción de un área protegida, pero tiene una
importancia crucial para la conservación de muchas poblaciones ani-
males. La pérdida de un recurso clave podría significar la rápida pérdida
de una especie animal.
Cuando una población o especie se extingue, pueden ocurrir extin-
ciones en cascada de plantas que dependen de aquellos animales para su
polinización y dispersión de semillas. Aquellas especies que tienen efec-
tos desproporcionadamente altos sobre la estructura comunitaria se
denominan especies clave. Estas especies incluyen organismos tales como
hongos que movilizan fósforo, bacterias que fijan nitrógeno,
depredadores que permiten la coexistencia de varias especies de presas o
especies de detritívoros que previenen la acumulación de materia orgáni-
ca muerta. Un caso notable dentro de este último grupo corresponde al
pez detritívoro Prochilodus mariae que habita en la Cuenca del Orinoco.
Hacia fines de la estación lluviosa las poblaciones de esta especie realizan
migraciones masivas hacia las laderas andinas y van retirando los sedi-
mentos desde las piedras del fondo de los ríos, de manera que modifican
notablemente el hábitat acuático, creando heterogeneidad de microhábi-
tats y superficies “limpias” en rocas que permiten el establecimiento de
otros organismos de las comunidades acuáticas (Flecker, 1996, Figura
II.13). Este caso permite ilustrar cómo la construcción de una represa
que impide las migraciones de especies de peces como el P. mariae alterará
también la estructura comunitaria y el funcionamiento de los ecosis-
temas acuáticos.
Uno de los ejemplos clásicos de una especie de depredador clave es la
estrella de mar, Pisaster sp., que se alimenta de 15 especies de moluscos
adheridos a la roca del ecosistema intermareal (Paine, 1966). La estrella
56 de mar come suficientes individuos de las diversas especies de moluscos
II. ¿Qué es la diversidad biológica?
(C)
(A)
(A)
de
62
Figura II.18. Unidades regionales
de hábitat de Latinoamérica y el
Caribe. (Según el Biodiversity
Suport Program y la WWF, 1995). 63
Fundamentos de laconservación Resumen
biológica
1. El contacto con la biodiversidad y su reconocimiento es una experien-
cia que enriquece nuestra comprensión acerca del mundo natural y de
nuestra posición en él. A la vez, la diversidad biológica es tan vasta que
parece inaprensible, incluso para los biólogos. Una forma de describir la
enorme y compleja diversidad biológica se basa en un esquema
jerárquico de niveles de organización biológica que analiza la diversidad
de genes, poblaciones, especies, comunidades biológicas, ecosistemas,
paisajes y biomas, distinguiendo en cada nivel tres atributos: composi-
ción, estructura y función.
Para discutir
Lecturas sugeridas
67
VI. Destrucción y degradación del hábitat
Richard Primack
Ricardo Rozzi
Peter Feinsinger
L
a pérdida del hábitat provocada por las actividades
humanas es la causa principal de la disminución de la biodiversi-
dad. La pérdida del hábitat puede ser total, como en el caso de
la inundación de bosques al construir una represa hidroeléctri-
ca. En tal caso se habla de destrucción del hábitat. En otras situaciones el
daño del hábitat puede ser parcial, como en el caso de la contaminación
atmosférica y la lluvia ácida en que se pierden algunas especies ( p o r
ejemplo, algunas especies de líquenes), interacciones ecológicas
(por ejemplo, hongos sensibles a la lluvia ácida) y procesos ecosistémi-
cos (por ejemplo, en algunos ciclos de nutrientes como el del azufre, la
entrada de los minerales aumenta por las fuentes industriales de
emisión). En los casos de daño parcial se trata de una degradación del
hábitat. Entre los dos extremos; degradación y pérdida del hábitat; existe
una gama de intensidades que van desde la pérdida de algunas especies,
estructuras y funciones de los ecosistemas (como en el caso de la tala
selectiva) hasta la transformación completa del hábitat (como la
construcción de una ciudad sobre un área originalmente boscosa).
En este capítulo se considerará primero la destrucción de hábitats,
ejemplificada con algunos que se encuentran más amenazados: bosques
tropicales, praderas, humedales, manglares y arrecifes de coral. Los cam-
bios en el uso de la tierra, en los ciclos de nutrientes de los ecosistemas y
el cambio climático global generados por la sociedad contemporánea
ocurren a tal velocidad y extensión, que las especies no son capaces de
adaptarse genéticamente o de dispersarse hacia sitios adecuados. En con-
secuencia, se generan pérdidas de biodiversidad sin precedentes (Capítu-
lo IV). En la segunda parte del capítulo se analizarán los procesos de
degradación del hábitat que más comúnmente conducen a las extin-
ciones de poblaciones, especies o comunidades: la desertificación, la frag-
mentación del hábitat, la contaminación del agua, aire y suelos y el cam-
bio climático global. En el capítulo siguiente se analizarán otros procesos
de destrucción y degradación del hábitat: la sobreexplotación de pobla-
ciones o especies, la mayor diseminación de enfermedades o pestes y la
153
Amenazas para la diversidad biológica introducción de especies exóticas que llegan a constituir especies invaso-
ras. La mayoría de las especies con problemas de conservación enfrentan
dos o más de estas amenazas, lo que acelera su camino hacia la extinción
y dificulta los esfuerzos para protegerlas.
Amenaza de Extinciónc
Mamíferos 68 54 6 8 12 -
Aves 58 30 28 1 1 -
Reptiles 53 63 17 3 6 -
Anfibios 77 29 14 - 3 -
Peces 78 12 28 - 2 -
154 c Las especies y subespecies amenazadas incluyen aquellas en las categorías IUCN en peligro crítico, en peligro y vulnerable.
VI. Destrucción y degradación
del Hábitat
(C) (B)
157
Amenazas para la diversidad biológica en nutrientes minerales, de manera que los pastizales y tierras agrícolas
generadas son improductivos y no reportan ganancias financieras.
Durante esta “quimera de la tierra”, 10 000 km2 de bosque se habían
tumbado en 1982, con 6 000 km2 adicionales en 1985 (Figura VI.3). A
fines de los ochenta, la población del estado crecía 15.8% al año y la
deforestación aumentaba anualmente en un 37%. Estas tasas de crec-
imiento poblacional y de deforestación son extraordinariamente altas
comparadas con otras partes del mundo. Las protestas en contra de este
daño ambiental condujeron al gobierno a reducir los subsidios a la
industria ganadera, disminuyendo la tasa de deforestación a comienzos
de los noventa. Sin embargo, el daño masivo ya está hecho y la tasa de
deforestación ha comenzado a crecer nuevamente como resultado de los
años secos en 1997 y 1998, que han facilitado las labores de tumba y
quema de bosque.
Figura VI.3. (A) Foto satelital de una
nueva carretera a través del bosque Costa atlántica de Brasil.
lluvioso del Amazonas en Rondonia.
El área mostrada cubre cerca de 24
500 km2. Note los caminos laterales En las últimas décadas la costa atlántica de Brasil ha sido casi completa-
que permiten ingreso al bosque
mente talada y el bosque remanente está dividido en fragmentos aislados,
(B) Con acceso al interior de país y
lucrativos subsidios gubernamen- incapaces de mantener poblaciones viables de muchas especies en el largo
tales, la “quimera de la tierra” de plazo (Recuadro VI.1). El fragmento de mayor tamaño tiene sólo 7 000
Rondonia produjo la deforestación km2 y está rodeado por hábitats muy perturbados, de manera que muchas
masiva de 16.000 km2 que fueron de sus especies están en alto riesgo de extinción (Brooks y Balmford, 1996).
talados en unos pocos años en la Esta región posee una biodiversidad profusa y riquísima en endemismos
década de los ochenta. (Fotografías
de flora y fauna, incluyendo varias especies de monos, tales como los
de The Woods Hole Research Cen-
ter). monos tití león dorado (Leontopithecus rosalia) y tití león negro (L.
chrysopygus) (Recuadro XII.1).
Costa de Ecuador.
El bosque atlántico brasileño es un sistema único, mentado, presenta algunas áreas extensas de bosque
caracterizado por una elevada diversidad de especies primario bien preservadas, especialmente al sur del
y alto grado de endemismo asociados a un paisaje estado de San Pablo.
complejo y de belleza espectacular. El dominio A pesar de estar tan reducido, pocas especies
tropical atlántico, en Brasil, se compone de dos animales o vegetales han sido declaradas extintas
tipos principales de vegetación: el bosque atlántico del bosque, pero muchas están clasificadas como
de la costa o bosque lluvioso atlántico y el bosque amenazadas de extinción. Una razón para la persis-
semideciduo o bosque atlántico estacional. El tencia de las especies en este ambiente tan fragmen-
bosque lluvioso atlántico cubre principalmente la tado está relacionada con el alto número de especies
ladera este de la cadena montañosa costera en dirección y el alto endemismo encontrado en esta vegetación
norte-sur, mientras que el bosque semideciduo (Brown y Brown, 1992): la topografía tan comple-
cubre el plano interior, al sudeste y centro del país. ja de toda la región atlántica genera pequeños hábi-
Este complejo sistema forestal atlántico presen- tats fragmentados dispersos a través del paisaje. Esto
ta una diversidad aún más alta que aquella de los implica que muchas especies han sobrevivido como
bosques amazónicos, pero hoy está entre los sis- poblaciones muy pequeñas en microambientes con
temas naturales más amenazados del mundo. condiciones bastante imprevisibles derivadas del
Respecto de su cobertura original, sólo queda un alto grado de perturbaciones naturales, topografía
12% (área estimada en 1990), y la mayoría de los accidentada, lluvias intensas e inestabilidad climáti-
remanentes forestales son fragmentos, quedando ca. Sin embargo, una plasticidad apreciable de la
unas pocas áreas boscosas extensas y bien preser- mayoría de las especies de plantas y animales ha
vadas. Esta reducción es el resultado de 500 años de permitido de alguna manera adaptaciones rápidas a
destrucción sistemática iniciada con el descubrimien- los cambios ambientales.
to del Brasil y que se ha intensificado en los últimos La conservación de la selva atlántica es, por lo
200 años (Morellato y Hadad, 2000), con la indus- tanto, uno de los desafíos actuales más importantes
trialización, urbanización y la agricultura de la caña para los conservacionistas, investigadores y el gobier-
de azúcar, café y cacao (Buarque y Aguiar de Sousa, no. La designación del bosque atlántico como
1995). Reserva de la Biósfera y la creación de parques y
El bosque atlántico cubría originalmente un reservas estatales y federales han contribuido a su
área de aproximadamente 1 205 780 km2, quedan- conservación. Para la preservación efectiva del
do a la fecha apenas 146 000 km2 de bosques dis- bosque remanente es necesario concentrar esfuerzos
tribuidos principalmente en las regiones sur y sudeste en: (1) proteger las áreas de reserva actualmente
del país (Brown y Brown, 1992). De esta área, sólo establecidas; (2) incentivar la formación de otras
31 000 km2 (2,5% de la superficie original) están áreas protegidas, públicas o particulares, e impedir
protegidos en forma de parques, reservas, estaciones la destrucción del bosque existente; (3) educar e
ecológicas y otras áreas de conservación. El bosque informar a la población local respecto a la impor-
semideciduo es el sistema más amenazado: está tancia de la conservación de este ecosistema, y (4)
completamente fragmentado y quedan pocas áreas proveer opciones económicas, especialmente el turis-
extensas. El bosque lluvioso atlántico, ahora frag- mo ecológico, que permitan la conservación del 159
bosque en cuanto beneficien a los propietarios y a la ental regional y local. Desafortunadamente, la actual
población local. Estas metas sólo podrán lograrse a coyuntura económica, social y política de países
través del esfuerzo conjunto del gobierno, los investi- como Brasil hacen que la problemática ambiental,
gadores, las organizaciones no gubernamentales y la ahora urgente, sea una preocupación secundaria para
población general en la generación de políticas públi- la población, puesto que su prioridad inmediata es la
cas que conduzcan a una efectiva divulgación e imple- supervivencia, la alimentación y el empleo, y las
mentación de la legislación de uso y protección del medidas urgentes para resolver estos problemas
bosque, y en la elaboración de planes de gestión ambi- carecen de interrelación con el problema ambiental.
El Bosque Atlántico de Brasil contiene un altísimo número de especies endémicas; por ejemplo, 168 especies de anfibios, 40
especies de mamíferos (incluyendo varios primates) y alrededor de 5 000 especies de plantas vasculares.
Las vistas corresponden al Parque Estatal Serra do Mar, San Pablo. (Fotografías de Patricia Morellato).
La región ocupada por los bosques tropicales secos es más adecuada para la
agricultura y la ganadería que aquella ocupada por los bosques lluviosos
tropicales, y por esto han sido seriamente degradados (Recuadro III.1).
Las lluvias moderadas, entre 250 y 2 000 mm anuales, permiten la reten-
ción de los nutrientes minerales en el suelo desde donde pueden ser
absorbidos por las plantas. Por esto la población humana es cinco veces
mayor en las áreas de bosques secos de América Central que en los bosques
lluviosos adyacentes. En este momento la costa del Pacífico de América
160
Central conserva menos del 2% de su bosque seco original (Janzen, 1988a). VI. Destrucción y degradación
del Hábitat
Praderas.
Las praderas templadas constituyen otro tipo de hábitat que ha sido casi
completamente destruido por la actividad humana. Es relativamente
fácil convertir grandes áreas de praderas en tierras de cultivo y ranchos
ganaderos (Figura VI.4). Por ejemplo, la vasta región pampeana argenti-
na (300 000 km2) fue la primera frontera de pastizales encontrada por los
conquistadores europeos en el siglo XVI (Ghersa, 2001). En ella ha- bita-
ban venados, guanacos, armadillos y ñandúes (Recuadro XVIII.6), los
cuales fueron rápidamente desplazados por la introducción del caballo,
cuyas manadas alcanzaban los 100 mil individuos a fines del siglo XVI.
Luego el ganado bovino y ovino aumentó a tal grado, que en el siglo
(A)
(C) 161
Amenazas para la diversidad biológica XVII el rey de España Felipe III solicitó evitar el daño “del ganado sil-
vestre y cimarrón que en tropas de grandes cantidades corren la tierra
por tan largos espacios que la maltratan y esterilizan” (Ghersa, 2001). En
el siglo XIX la agricultura extensiva, principalmente de cereales, transfor-
mó profundamente la región, y en el presente complejos de autopistas,
vías ferroviarias, embalses, núcleos urbanos, redes de líneas eléctricas,
basurales e industrias han terminado por fragmentar severamente los
pastizales pampeanos. Este proceso explicaría en parte la baja riqueza de
especies que se encuentra actualmente en la región (Rapoport, 1996).
162
millones de ha constituye también la planicie de inundación continua VI. Destrucción y degradación
más extensa del planeta. Esta región representa un mosaico de ecosistemas del Hábitat
terrestres y acuáticos con transiciones de la selva amazónica, los cerrados,
llanuras inundables y altiplanos. Estos ecosistemas reciben grandes canti-
dades de nutrientes durante las inundaciones en la estación de lluvias y
representan uno de los ecosistemas más productivos del mundo. En estos
ecosistemas habita una riquísima fauna acuática, terrestre y anfibia, que
incluye la nutria gigante, jaguares y al menos 260 especies de peces y 650
especies de aves (Alho y Lacher, 1991). El Pantanal alberga también una
riquísima diversidad cultural, constituida por un conjunto de tribus
guaraníes. Este paisaje de humedal cultural y biológicamente único está
siendo crecientemente amenazado por el rápido proceso de ocupación
humana durante las últimas décadas, que ha facilitado el tráfico ilegal de
pieles (por ejemplo, en 1981 se confiscaron 435 pieles de jaguar), así
como por la minería de diamantes y oro que contamina las aguas con
mercurio (Eckstrom, 1996). Pero los mayores impactos para la biota, los
ecosistemas y las comunidades indígenas de Pantanal podrían derivar del
megaproyecto de construcción de la hidrovía comercial Paraguay-Paraná
de 3 500 km de largo (véase el Capítulo XXI; Balcom et al., 1996).
Manglares.
Arrecifes de coral.
Desertificación
164
Recuadro VI.2. Producción de camarones y destrucción de
manglares en Ecuador
Luis Suárez
Doris Ortiz
165
períodos cruciales de sus ciclos de vida. Además, las importante de la producción camaronera depende
camaroneras descargan las aguas contaminadas en de las poblaciones silvestres de postlarvas para el
los esteros y desvían los cursos naturales de los ríos y cultivo o de hembras grávidas para la producción de
esteros, provocando cambios en los patrones de sed- postlarvas en laboratorio. Los manglares consti-
imentación, inundación e intercambio de mareas. tuyen un hábitat crítico para el ciclo de vida del
La industria camaronera también genera graves camarón, especialmente en los estadíos de postlarva
impactos sociales relacionados con el acceso a los y juvenil (Saenger et al., 1983). Por lo tanto, su
recursos naturales, distribución de ingresos y seguri- destrucción podría agravar los problemas de escasez
dad alimentaria de las comunidades que habitan en de postlarvas, que constituye la principal restricción
la región costera. Los derechos de las comunidades para la producción de camarón en Ecuador.
locales sobre las áreas costeras y sus recursos son Aunque el gobierno ecuatoriano ha creado nor-
ignorados o violados para favorecer a los mas que protegen al manglar y prohíben su conver-
camaroneros, quienes a través de concesiones sión, no existe la capacidad institucional ni la volun-
estatales limitan o prohíben el acceso a los usuarios tad política para la aplicación de las disposiciones
tradicionales del manglar. La conversión de los legales. El modelo de desarrollo económico orienta-
manglares y la contaminación de los estuarios do hacia la exportación, las fuertes presiones
reduce la calidad de vida de los pescadores y de económicas y políticas, la inseguridad de la tenencia
otros usuarios que dependen directa o indirecta- de la tierra y el crecimiento de la demanda de
mente del manglar para satisfacer sus necesidades, camarón han permitido la expansión de las
mediante la captura, recolección y comercio de una camaroneras a costa de los manglares y otras áreas
diversidad de recursos biológicos, tales como con- boscosas o agrícolas en la región. La falta de coordi-
chas (Anadara similis, A. tuberculosa), ostras (Crassotraea nación inter-institucional y de una clara definición
columbiensis), almejas (Mytella guayanensis) y can- de las competencias y responsabilidades de las insti-
grejos (Ucides occidentalis y Goniopsis pulchra) tuciones públicas con relación a los manglares tam-
(Mera, 1999). bién ha contribuido a su destrucción.
Paradójicamente, la destrucción de los Pese a estas dificultades, las comunidades
manglares impide también el desarrollo de una locales han comenzado a organizarse para defender
maricultura sustentable, puesto que una parte sus bosques de manglar y denunciar a los invasores.
En respuesta a estas demandas locales, en 1995 el
Los manglares son ecosistemas propios de las gobierno estableció la Reserva Ecológica Manglares
costas protegidas tropicales y subtropicales. Cayapas-Mataje (51 300 ha) con el objeto de prote-
Estas formaciones vegetales cumplen una fun-
ción ecológica fundamental, puesto que las
raíces ayudan a detener los sedimentos acar-
reados por las corrientes fluviales, enrique-
ciendo el suelo donde crecen almejas, can-
grejos y otras especies. El manglar también
constituye una barrera natural contra las
corrientes estuarinas y costeras, protege los
suelos agrícolas aledaños de los vientos cos-
teros cargados de sal, y la descomposición
de la hojarasca producida por el manglar y
el flujo y reflujo de las mareas permite la
continua fertilización de las aguas estuari-
nas y costeras, aumentando su productivi-
dad como criaderos de muchas especies de
peces y mariscos de alto valor comercial. En
estos ecosistemas, caracterizados por una
alta productividad interactúan el mar, la
tierra, la atmósfera y las aguas epicontinen-
166 tales. (Fotografía de Luis Suárez).
ger el área de manglar más importante del norte del la firma de acuerdos entre el Estado y las comu-
país (Provincia de Esmeraldas). En esta reserva se nidades locales para el uso sustentable y custodia de
permiten sólo los usos tradicionales del manglar por los manglares. Estas nuevas políticas, orientadas al
parte de las comunidades locales, prohibiéndose la manejo participativo del manglar, deberán evaluarse
construcción de nuevas piscinas camaroneras. Más en un futuro, respecto a su impacto sobre la conser-
recientemente, en 1999, un decreto presidencial vación de la diversidad biológica y la calidad de vida
mantiene indefinidamente la prohibición de la tala de las poblaciones costeras.
de manglares en todo el territorio nacional y autoriza
168
VI. Destrucción y degradación
del Hábitat
Además de una reducción del área de hábitat original, una mayor pro-
porción de borde y menor distancia al borde más cercano, la frag-
mentación del hábitat amenaza la persistencia de las especies en otras
formas menos evidentes.
Primero, la fragmentación del hábitat crea barreras para los procesos
de dispersión y colonización de las poblaciones. En un ambiente no per-
turbado las semillas, esporas y animales se mueven pasiva y activamente a
través del paisaje. Cuando llegan a un lugar apropiado, se comienzan a
desarrollar nuevas poblaciones, que pueden establecerse o extinguirse a
una escala local debido a que la especie migra hacia otro sitio o porque la
170 comunidad biológica experimenta una sucesión ecológica. A escala de
paisaje, una serie de poblaciones que exhibe este patrón de extinción y VI. Destrucción y degradación
recolonización se le conoce como una metapoblación (Capítulo XII). del Hábitat
Cuando un hábitat se fragmenta, muchas especies de anfibios, rep-
tiles, aves, mamíferos e insectos del interior del bosque no cruzarán dis-
tancias, aunque cortas, en áreas abiertas (Recuadro VI.3; Bierregaard et al.,
1992; Laurance y Bierregaard, 1997). Atravesar los bordes hacia las áreas
abiertas los expone a depredadores tales como halcones, lechuzas, aves
insectívoras y gatos. Los campos agrícolas de 100 m de ancho pueden
representar una barrera insuperable para la dispersión de muchas
especies de vertebrados. Cuando la movilidad de los mamíferos y aves se
reduce por la fragmentación del hábitat, también se afecta la dispersión
de las especies de plantas con frutos carnosos consumidos por vertebra-
dos o semillas que se adhieren a ellos (Santos y Telleria, 1994). En la
medida que las especies se extinguen dentro de los fragmentos individ-
uales a través de los procesos de sucesión natural y metapoblación,
nuevas poblaciones de tales especies serán incapaces de inmigrar debido
a las barreras para la colonización y, por lo tanto, el número de las
especies presentes en el fragmento diminuirá con el tiempo. Las especies
capaces de moverse a través de hábitats perturbados aumentarán en
abundancia en los fragmentos aislados y pequeños de hábitat no pertur-
bado. La mayoría de los parques nacionales y reservas de la naturaleza
son demasiado pequeños para mantener poblaciones de especies con
capacidad de dispersión restringida (Figura VI.10).
Segundo, la fragmentación del hábitat reduce la capacidad de los
animales para buscar alimento. Muchas especies animales requieren
moverse a través del paisaje para alimentarse. Un recurso dado puede
necesitarse sólo durante unas pocas semanas al año, incluso sólo una vez
en varios años. Cuando el hábitat se fragmenta, las especies confinadas
en un único fragmento son incapaces de migrar en búsqueda de esos
recursos escasos en su ámbito normal de hábitat. Por ejemplo, durante
los episodios de escasez de frutos, muchos primates frugívoros buscan
activamente aquellos pocos árboles dispersos que poseen frutos abun-
dantes. La destrucción del bosque para la construcción de caminos
puede evitar que estos monos alcancen los árboles con frutos, porque
171
Amenazas para la diversidad biológica interrumpe la unidad del dosel del bosque, y muchos primates son inca-
paces o no están dispuestos a descender al suelo y cruzar el paisaje abierto
intervenido. Otro grupo de mamíferos severamente afectado por la frag-
mentación es el de los grandes herbívoros, cuyas migraciones son impe-
didas por las cercas. Forzados a sobrepastorear un hábitat inapropiado, se
producen hambrunas de los animales y degradación del hábitat.
Recuadro VI.3. Fragmentación del bosque templado y las
aves del sur de Chile
Mary F. Willson
Iván Díaz
Los extensos bosques templados lluviosos siem- dad de las aves y de la presencia de corredores de
preverdes del sur de Chile están siendo rápida- hábitat que faciliten su movimiento entre los
mente fragmentados para habilitar campos agrí- fragmentos de bosque.
colas y de pastoreo o para producir madera, leña y Estos tres factores pueden ser examinados
astillas. En todo el mundo, la fragmentación del para algunas aves del bosque templado del sur de
bosque tiene efectos dramáticos sobre algunas Chile:
especies tales como las aves, especialmente aquellas
del sotobosque (Willson et al., 1994). Este proble-
ma es particularmente grave en el sur de Chile, Densidad poblacional:
debido a que la fragmentación será total en
menos de 20 años, y en estos ecosistemas El carpintero negro patagónico (Campephilus
f o restales un alto porcentaje de aves lo consti- magellanicus) requiere árboles emergentes para
tuyen especies terrestres y endémicas (Fjeldså y anidar y alimentarse (Willson et al., 1996). Esta
Krabbe, 1990). especie puede usar fragmentos pequeños, pero se
La fragmentación afecta el número de indi- necesitan varios fragmentos cercanos para mantener
viduos, su éxito reproductivo y su capacidad de una sola familia. Dos especies endémicas de aves
dispersión hacia nuevas áreas. La densidad pobla- terrestres pertenecientes a la familia Rhynocripti-
cional depende de la calidad del hábitat, de la dae, el chucao (Scelorchilus rubecula) y el huet-huet
capacidad de las aves para llegar al fragmento y de (Pteroptochos tarnii), son afectadas de manera dis-
su éxito reproductivo. A su vez, el éxito reproduc- tinta por la fragmentación. Los chucaos pueden
tivo depende de la capacidad de los adultos para habitar tanto grandes bosques continuos como
encontrar pareja, evitar que sus nidos sean destru- bosques fragmentados, pero su densidad es depen-
idos o depredados y de la supervivencia de los diente de la presencia de quebradas con cursos de
juveniles. Si la capacidad de las aves de moverse agua cubiertos de vegetación densa. El huet-huet,
entre fragmentos para encontrar espacios en los en cambio, es de mayor tamaño y posee grandes
cuales establecer sus propios territorios es mayor, áreas de actividad, no encontrándose por lo tanto
los adultos tienen mayores probabilidades de en fragmentos pequeños. Otra especie endémica del
encontrar pareja. Además, la dispersión aumenta sotobosque, el colilarga (Sylviorthorhynchus desmursii)
del flujo génico, incrementando la variabilidad habita en claros o márgenes de bosque cubiertos
genética y disminuyendo la posible endogamia. por bambú (Chusquea quila). También se le
172 La capacidad de dispersión depende de la movili- encuentra en matorrales de los bordes de fragmen-
tos y en campos abandonados dominados por Éxito de dispersión:
arbustos con ramaje denso, especialmente en los
primeros 1-2 metros sobre el suelo (Díaz, 1999). Las especies migratorias —como la viudita y el fío
Un pequeño tiránido endémico, la viudita fío— y las especies generalistas de hábitat —como
( C o lorhampus parvirostris), está presente sólo en el picaflor, el zorzal y el fío fío— no tienen dificul-
bosques continuos o en fragmentos de mediano tades para moverse entre los fragmentos. Sin embar-
tamaño con estructura y composición vegetal simi- go, para muchas aves del sotobosque la dispersión
lar a la del bosque original. En contraste, un de un fragmento a otro puede ser un serio proble-
tiránido migratorio, el fío-fío (Elaenia albiceps) y ma. Chucaos, huet-huets, colilargas y otras aves del
otros frugívoros del dosel, como el zorzal (Turdus sotobosque no cruzan campos abiertos o praderas
falklandii), se encuentran ampliamente distribuidos (Sieving et al., 1996), pero pueden movilizarse a
no sólo en bosques continuos, sino también en través de corredores con vegetación densa, con un
pequeños fragmentos, cortavientos y huertos, y su ancho mayor a los 10 m (Sieving et al., en prensa).
densidad no decrece con la fragmentación. Para el colilarga se ha encontrado que su éxito
reproductivo depende de la probabilidad que ten-
gan los machos de encontrar pareja. Este evento
Éxito reproductivo: está directamente relacionado con la presencia de
corredores de hábitat que permitan el movimiento
Aquellas especies que construyen nidos con forma de los colilargas entre los fragmentos de bosque
de taza, como los zorzales (Turdus falklandii), fío- (Díaz, 1999).
fíos (Elaenia albiceps) y picaflores (Sephanoides galer- La fragmentación afecta de manera diferente a
itus), sufren altos niveles de depredación de nidos (a las diversas especies aves del bosque en el sur de
menudo >75%) particularmente en los bordes de los Sudamérica. Sin embargo, se pueden ofrecer algu-
fragmentos (Willson, manuscrito en preparación). nas recomendaciones para el diseño del paisaje, que
Parece dudoso que estas poblaciones puedan man- incluyen: (1) la conservación de cursos de agua
tenerse por sí mismas en bosques fragmentados (tal cubiertos por vegetación en el mosaico de terrenos
vez podrían ser mantenidas vía inmigración desde agrícolas; (2) el mantenimiento y restauración de
bosques continuos cercanos). En cambio, otras cortavientos de plantas nativas (>10 m de ancho), y
especies que anidan en cavidades o que construyen (3) la realización de talas que mantengan fragmen-
nidos cerrados, tales como los chucaos, huet-huets y tos de bosque intacto (>5-6 ha) conectados con
colilargas, presentan un éxito reproductivo mayor otros fragmentos por medio de corredores de
(comúnmente sobre un 80%) y pueden mantener vegetación
poblaciones viables en los fragmentos.
173
Porcentaje de individuos que se mueven
entre hábitats boscosos y no-boscosos con dis-
tintas coberturas de vegetación (terreno abier-
to, vegetación dispersa o vegetación densa)
en respuesta a reproducción (“playback”) de
cantos en cinta grabadora. Las cuatro
especies de rinocríptidos —chucao
(Scelorchilus rubecula),huet-huet (Pteropto-
chos tarnii), churrín de la Mocha ( E u g r a l-
la paradoxa) y churrín ( S c ytalopus magel-
lanicus)— y una especie de furnárido, el
colilarga (Sylviorthorhynchus desmursii)
habitan en el suelo y/o el sotobosque bajo
(<2 m) de los bosques del sur de Sudaméri-
ca. (Datos de Sieving et al., 1996).
Efectos de borde.
Cambios microclimáticos.
La luz del sol es absorbida y reflejada por las capas de hojas, particular-
mente en las comunidades boscosas. En general, menos del 1% de la
energía luminosa alcanza el piso del bosque. El dosel del bosque amor-
tigua el microclima del piso del bosque, manteniéndolo relativamente
frío, húmedo, sombreado durante el día, reduciendo el movimiento del
aire y atrapando el calor durante la noche. Cuando el bosque se corta,
estos efectos desaparecen. En la medida que el piso del bosque queda
expuesto a la radiación solar directa, el suelo llega a calentarse mucho
más durante el día y, careciendo del dosel que reduce las pérdidas de
calor y humedad, durante la noche es también mucho más frío y menos
húmedo. En estudios de fragmentos de bosque del Amazonas, los efectos
microclimáticos se hicieron evidentes a más de 100 m al interior del
bosque. Las flores silvestres tolerantes a la sombra del bosque templado,
las especies de árboles de sucesión tardía en el bosque tropical y los ani-
males sensibles a la humedad, como algunos anfibios, son rápidamente
eliminados por la fragmentación del hábitat que altera las condiciones
microclimáticas, generando así un cambio en la composición de especies
de la comunidad (Recuadro VI.4)
Una de las primeras evidencias de extinción local de quedó convertido en una isla de 1 500 ha que
especies debida al aislamiento de un fragmen- mantiene un fragmento aislado del bosque original.
to de bosque en el Neotrópico proviene de la avi- En 1923, diez años después de construido el canal,
fauna de Barro Colorado en Panamá. Barro Col- la isla de Barro Colorado fue decretada reserva
orado era un pequeño cerro en Panamá central, biológica. Desde entonces se ha documentado la
cuyos bosques fueron escasamente intervenidos extinción local de más de 50 especies de aves y la
hasta el siglo diecinueve, cuando una mitad de la disminución poblacional de otras especies de aves,
colina fue convertida a terrenos agrícolas. A principalmente del sotobosque (Sieving y Karr,
comienzos del siglo XX, como resultado de la con- 1997; Robinson, 1999).
strucción del canal de Panamá, se inundaron los En varias localidades del Neotrópico la existen-
terrenos que rodeaban al cerro y Barro Colorado cia de inventarios de especies previos a la frag- 175
mentación ha permitido documentar la extinción
de aves en relación con los procesos de frag- rapaces son especialmente afectados por la frag-
mentación de bosques. Por ejemplo, los inventarios mentación (Turner, 1996). Otros grupos taxonómi-
de aves realizados por una expedición del Museo cos son, en cambio, más resistentes. Por ejemplo, en
Americano de Historia Natural en 1911 en dos los fragmentos de bosque amazónico en la región de
localidades de bosques húmedos de montaña en los Manaos la diversidad de mamíferos pequeños y de
Andes de Colombia han permitido demostrar la ranas no ha disminuido en los fragmentos
extinción local del 30% de las aves del bosque origi- pequeños, comparados con el bosque continuo
nal, asociada a la fragmentación del bosque durante (Malcolm, 1997). En el caso de las ranas, la
el siglo XX (Kattan et al., 1994, Renjifo, 1999). La respuesta de las especies a la fragmentación depende
documentación más dramática y directa de los efec- más de la presencia de microhábitats de reproduc-
tos de la fragmentación se ha obtenido en el proyec- ción en los fragmentos, que del área del fragmento
to “Dinámica Biológica de los Fragmentos de en sí.
Bosque” en la región amazónica en las cercanías de Además de los efectos directos sobre los organis-
Manaos. En este proyecto se fragmentó el bosque mos, la fragmentación puede tener efectos indirec-
en un diseño experimental que dejó fragmentos de tos a través de cascadas de interacciones interespecí-
1, 10 y 100 ha en una matriz de pastizales. Varios ficas. La ausencia de aves frugívoras en los
grupos de organismos fueron monitoreados antes, fragmentos podría alterar los patrones de disemi-
durante y después de la fragmentación, lo que per- nación de semillas, lo que se traduciría en cambios
mitió constatar la desaparición local de aves, abejas en la estructura de la vegetación. La ausencia de
euglosinas y otros organismos en el curso de los mamíferos y aves grandes puede disminuir la diver-
años siguientes al aislamiento de los fragmentos sidad de escarabajos estercoleros, lo cual altera los
(Lovejoy et al., 1986). patrones de reciclaje de nutrientes en los fragmen-
En ausencia de inventarios pre-fragmentación, tos (Klein, 1989).
los efectos de la fragmentación se han estudiado Para poder predecir la respuesta de los organ-
comparando la composición de especies en parches ismos a la fragmentación es necesario comprender
de bosque de diferentes tamaños. De acuerdo con la los mecanismos de extinción, es decir, cuáles son
relación especies-área de la teoría de biogeografía de los factores ecológicos que causan la extinción de
islas, puede esperarse que el número de especies dis- especies. Turner (1996) identificó seis mecanis-
minuya con el tamaño del fragmento. Willis (1979) mos de extinción en bosques tropicales fragmen-
fue uno de los primeros en utilizar esta aproxi- tados: (1) eliminación total de ciertos hábitats en
mación, estudiando en el sudeste brasileño tres un paisaje; (2) restricción del tamaño de las
remanentes de bosque de distinto tamaño: 1 400, poblaciones; (3) prevención o reducción de la
250 y 21 ha. Los fragmentos contenían respectiva- inmigración (es decir, aislamiento de la
mente 202, 146 y 93 especies de aves y las especies población); (4) efectos de borde; (5) efectos de
de los fragmentos pequeños eran subconjuntos de orden superior (es decir, cascadas de interacciones
los conjuntos de especies encontradas en los frag- interespecíficas), y (6) inmigración de especies
mentos más grandes. Este patrón de “subconjuntos exóticas. En la región neotropical se han realizado
anidados” sugiere que las extinciones no son aleato- escasos estudios que evalúen rigurosamente estos
rias, sino que siguen un cierto orden (e. g., Blake, u otros mecanismos de extinción. Estudios cuida-
1991). dosamente diseñados permitirían comprender la
Los estudios sobre los efectos de la frag- dinámica de extinción, predecir e idealmente mit-
mentación han identificado grupos de especies o igar los efectos de la fragmentación, y evaluar el
gremios ecológicos especialmente vulnerables. Así valor de los fragmentos de bosques remanentes
por ejemplo entre las aves, los frugívoros grandes como refugios de diversidad biológica en paisajes
del dosel, los insectívoros del sotobosque y las antropogénicos.
176
El borde del hábitat es generalmente la región más fluctuante del VI. Destrucción y degradación
fragmento (Figura VI.11). Los bordes pueden alcanzar temperaturas del Hábitat
diurnas muy altas, cuando el ángulo del sol es bajo, y temperaturas noc-
turnas muy bajas debido a la ausencia de amortiguación
por la vegetación. Sin embargo, un tejido denso de
enredaderas y de especies pioneras de rápido crecimiento
en el borde del fragmento a menudo crea una barrera que
reduce los efectos de la perturbación ambiental en el inte-
rior del fragmento. El borde del bosque juega un papel en
cierto grado análogo al de una membrana biológica fun-
damental en la preservación de la composición del frag-
mento forestal (Williams-Linera, 1990, 1993).
Los cambios en el viento pueden tener un efecto sig-
nificativo en los hábitats forestales fragmentados. En un
bosque intacto, la velocidad del viento se reduce sustan-
cialmente por el efecto del dosel de árboles. El viento se
mueve con mucha fuerza sobre el bosque pero se reduce a
una brisa suave en el interior. Cuando un hábitat se frag-
menta, el viento es capaz de penetrar a través del bosque
y, aunque su impacto es mayor en el borde expuesto a la
fuerza total del viento, los movimientos del aire pueden
tener efectos a una considerable distancia desde el borde,
particularmente en un terreno plano. La mayor fuerza del
viento y la turbulencia del aire dañan directamente la veg-
etación en el borde, donde pueden encontrarse
numerosos árboles muertos, aunque incluso los árboles
que han crecido protegidos en el interior pueden sufrir
defoliación y quiebre de ramas o incluso ser derribados (A)
(Laurance, 1991b, 1994; Essen, 1994). Pese a que tales efectos son más Figura VI.11. (A) La tala del bosque
evidentes dentro de los 200 m desde el borde, se ha notado daño a más para generar praderas en Brasil pro-
500 m del borde en los bosques lluviosos de Australia. El aumento del duce bordes abruptos que modifican
impacto del viento conduce también a una mayor sequedad del suelo, el microclima del bosque lluvioso.
(Fotografía de R. Bierregaard).
menor humedad del aire y mayor pérdida de agua desde la superficie de
las hojas. Este déficit hídrico puede afectar a muchas especies de plantas
del interior del bosque.
(B)
Figura VI.11. (B) Diversos efectos en 1997 y 1998. La combinación de fragmentación, acumulación de
de la fragmentación del hábitat, leña provocada por la tala selectiva y fuego en campos agrícolas con-
medidos desde el borde hacia el
interior de un fragmento de bosque
tribuyeron a la expansión de este desastre ambiental (Leighton y
lluvioso del Amazonas. Por ejemplo, Wirawan, 1986).
las mariposas adaptadas a la pertur-
bación migran 250 m dentro del
bosque y la humedad relativa Interacción interespecífica.
del aire se reduce dentro de los 100
m del borde del bosque. (Según
Laurance y Bierregaard, 1997)
La fragmentación del hábitat aumenta la vulnerabilidad del fragmento a
la invasión por especies de plagas exóticas y nativas. El borde del bosque
representa un ambiente perturbado, con alta fotosíntesis y rico en nutri-
entes, donde muchas especies de plagas de plantas y animales aumentan y
se dispersan hacia el interior del fragmento (Janzen, 1983; Paton, 1994).
Por ejemplo, las semillas de plantas dispersadas por el viento pueden ser
llevadas a grandes distancias hacia el interior del fragmento, donde
pueden colonizar áreas soleadas en los claros abiertos por árboles y arbus-
tos que han muerto recientemente, ya sea por causas naturales o antrópi-
cas. La ausencia de especies de aves y mamíferos puede tener múltiples
efectos en “cascadas de interacciones interespecíficas” (Recuadro VI.4).
Contaminación
181
Recuadro VI.5. Agricultura y conservación: el aguilucho
langostero de Argentina.
María Elena Zaccagnini
La noticia del envenenamiento masivo de pobla- aparecían muertos en el campo o bien tenían una
ciones del aguilucho langostero (Buteo swainsoni) notoria disminución poblacional (Canavelli y
ocurrido en 1996 en su área de distribución estival Zaccagnini, 1996).
en el Hemisferio Sur conmovió a la opinión públi- Esta situación impulsó una estrategia de conser-
ca, a la comunidad científica y a las organizaciones vación para el aguilucho, que no sólo pretendía
de conservación internacional (Di Silvestro, 1996; analizar el impacto de los plaguicidas sobre esta
Line, 1996). El problema ya había ocurrido antes especie, sino también evaluar la prácticas agrícolas
(Woodbridge et.al., 1995) y en todos los casos la sobre la biodiversidad de los ecosistemas. Se inte-
causa había sido el uso de un peligroso plaguicida, graron medidas y actividades que permitieran rever-
el Monocrotophos (Azodrin). Aproximadamente tir efectivamente y en el largo plazo las limitantes
20 000 aguiluchos murieron por intoxicación para la conservación de la fauna silvestre en el con-
(ingestión, contacto e inhalación), según se com- texto agropecuario. La puesta en marcha de este
probó mediante los análisis diagnósticos de mues- programa incluyó la participación de diversos sec-
tras de tejido nervioso, plumas y contenido gas- tores gubernamentales, no gubernamentales, educa-
trointestinal de los animales colectados (Goldstein cionales, científicos, agrícolas y de la industria agro-
et al., 1996). El producto, aunque descontinuado química, pertenecientes tanto a la comunidad
en Estados Unidos desde 1988, siguió siendo nacional como internacional.
ampliamente usado en Argentina y otros países lati- El plan de acción promovió la articulación
noamericanos para el control de plagas de insectos y inter-institucional (nacional e internacional)
ácaros en praderas y cultivos, principalmente alfal- e inter-disciplinaria de diversos componentes:
fa, soya y maíz. (1) regulación y ajuste de las normas sobre registro
Hasta 1996 el impacto de los plaguicidas sobre de plaguicidas; (2) ajustes de la comercialización y
la vida silvestre no era un problema importante uso de Monocrotophos en la región pampeana; (3)
para las instituciones argentinas, incluyendo a las investigación básica y aplicada sobre la ecología del
organizaciones agropecuarias gubernamentales y aguilucho y su relación con el uso de agroquímicos;
privadas y a las organizaciones conservacionistas. El (4) extensión y comunicación sobre la base de
caso aguilucho marcó un comienzo, ya que el gobier- talleres realizados con productores agropecuarios,
no emprendió un operativo de emergencia para asesores agrícolas, aplicadores de agroquímicos y
diagnosticar la situación en terreno. En pocas semanas escuelas agrotécnicas, incluyendo transferencia tec-
se documentaron 18 casos de mortalidad en la nológica sobre control no contaminante de plagas
región central de la pampa húmeda, poniendo en agrícolas y criterios de manejo integrado de plagas,
evidencia que la agricultura pampeana estaba cau- junto con la difusión de los beneficios de la fauna,
sando un daño importante sobre el aguilucho y, especialmente las aves rapaces, para la agricultura, y
probablemente bajo su “paraguas ecológico”, otras (5) desarrollo de capacitación, entrenamiento, elabo-
especies de la fauna nativa podrían estar sufriendo ración de procedimientos operativos estandarizados
impactos negativos similares. Testimonios de más de campo y laboratorio, con el objeto de establecer
de 300 productores y aplicadores consultados en el un programa nacional de vigilancia y monitoreo
primer estudio contabilizaron más de 20 especies de cuyos resultados se incorporarán en la toma de deci-
182 aves y mamíferos silvestres que reiteradamente siones, según las misiones y funciones de cada una
de las instituciones participantes. Además, la partici- estos desafíos. El programa cuenta con un Manual
pación activa y comprometida de las principales de Procedimientos Operativos Estandarizados
compañías fabricantes del principio activo permitió (Uhart y Zaccagnini, 2000), basado en las normati-
limitar la disponibilidad del químico en la región vas nacionales y en las capacidades propias del país.
de distribución del aguilucho y una multinacional Estas normas, junto con un programa de vigilancia
descontinuó su comercialización nacional e interna- activa y monitoreo ecotoxicológico de campo (por
cional. los organismos de control y en cooperación con
Tres años de aplicación del programa permi- organizaciones de voluntarios), permitirán evaluar
tieron un cambio sustancial: (1) prohibición total los éxitos logrados y conocer el estado de conser-
de uso de Monocrotophos en Argentina; (2) un vación de la fauna en los ecosistemas agrícolas. Así
mejor conocimiento del uso de los insecticidas en el se podrá detectar y actuar a frente a eventuales
control de plagas en la región pampeana, que impactos en el futuro.
resultó en disminución del uso de pesticidas, y (3) El programa de conservación del aguilucho lan-
avances en el conocimiento de la ecología de aguilu- gostero requiere el afianzamiento de alianzas
cho y la reducción significativa de los incidentes de interinstitucionales y estrategias cooperativas, ya
mortalidad del aguilucho. También se documentó que la resolución de los problemas dependerá de la
una variedad de impactos sobre otras especies de la coordinación de acciones entre los distintos respon-
fauna nativa. sables (productor, profesional asesor y aplicadores,
Un aspecto crucial en este proceso ha sido la organismos de registro y control, de manejo y con-
toma de conciencia de la población e instituciones servación, investigadores, ambientalistas, edu-
sobre los riesgos ambientales de la agricultura y de cadores y extensionistas). La experiencia de este
las necesidad de alianzas para revertirlos en el corto programa muestra que se puede revertir una causal
plazo. Ahora el panorama es más optimista frente a de peligro, no sólo para una especie, sino en benefi-
cio del conjunto de especies de la vida silvestre que
convive con el ambiente agropecuario.
Mortandad masiva del aguilucho langostero (Buteo swain-
soni) después de aplicaciones del plaguicida Monocrotophos
para el control de insectos y ácaros en diversos cultivos
(derecha). (Fotografía de María Elena Zaccagnini).
En el pasado la gente supuso que la atmósfera era tan extensa que los
materiales que se liberaran hacia el aire serían ampliamente dispersados y
sus efectos serían mínimos. Pero en la actualidad varios tipos de contami-
nantes del aire están tan ampliamente extendidos, que han comenzado a
dañar ecosistemas completos y a cambiar el clima global del planeta.
Lluvia ácida. Las industrias tales como las fundiciones y las plantas
de energía que funcionan con petróleo y carbón liberan al aire enormes
cantidades de nitratos y sulfatos, los cuales se combinan con la humedad
atmosférica para producir ácidos nítrico y sulfúrico. Estos ácidos se
incorporan a las nubes y bajan el pH (la medida estándar de la acidez)
del agua de lluvia. A su vez, la lluvia ácida reduce el pH del agua del
suelo y de los cuerpos de agua, tales como lagos y lagunas. A medida que
la acidez de los cuerpos de agua aumenta, muchas especies de peces
mueren inmediatamente o tienen problemas durante el desove. Muchas
lagunas y lagos en países industrializados han perdido gran parte de sus
comunidades animales como resultado de la lluvia ácida. Estos cuerpos
de agua dañados se encuentran a menudo en áreas supuestamente prísti-
nas, a cientos de kilómetros de las fuentes más importantes de contami-
nación urbana e industrial; por ejemplo, la acidificación es evidente en el
39% de los lagos de Suecia y en el 34% de los lagos de Noruega (Moi-
seenko, 1994). La mayor acidez y la contaminación del agua son los dos
factores probablemente responsables de la dramática reducción de las
poblaciones de anfibios en todo el mundo (Recuadro V.1). La mayoría
de las especies de anfibios depende de los cuerpos de agua durante al
menos una parte de su ciclo de vida, y una reducción en el pH del agua
provoca aumento de la mortalidad de huevos y juveniles (Beebee et al.,
184 1990; Blaustein y Wake, 1995). La acidez también inhibe los procesos
microbianos de descomposición de la materia orgánica en el suelo de los eco- VI. Destrucción y degradación
sistemas terrestres, reduciendo la tasa del reciclaje mineral y la productivi- del Hábitat
dad.
Los efectos de la contaminación del aire sobre las comunidades
forestales han sido intensamente estudiados debido al enorme valor
económico de los bosques en términos de producción
de madera, manejo de cuencas y recreación. La lluvia
ácida daña y debilita muchas especies de árboles y los
hace más susceptibles al daño por insectos, hongos y
enfermedades (Figura VI.14). En grandes áreas de
Europa y el noreste de América del Norte la muerte
masiva de árboles del bosque se ha atribuido a la lluvia
ácida y otros componentes de la contaminación del aire
(Edwards, 1994). Cuando los árboles mueren, otras
especies del bosque también se extinguen localmente,
especialmente aquellas más susceptibles a la contami-
nación. Los líquenes —organismos simbióticos com-
puestos de hongos y algas— pueden sobrevivir en
algunos de los más severos ambientes naturales, pero
son particularmente susceptibles a la contaminación del
aire. Debido a que cada especie de liquen tiene distintos
niveles de tolerancia a la contaminación aérea, los
líquenes se han utilizado como indicadores biológicos
del nivel de contaminación del aire. Figura VI.14. Los bosques de todo
el mundo, especialmente en las
Producción de ozono y depósitos de nitrógeno. Los automóviles, plantas regiones templadas del Hemisferio
productoras de energía y otras actividades industriales liberan hidrocar- Norte, están experimentando los
buros y óxidos de nitrógeno como productos de desecho. En presencia efectos de la lluvia ácida, depósitos de
nitrógeno, daño por ozono, ataque
de la luz solar, estos productos químicos reaccionan con la atmósfera
de insectos y enfermedades. Estos
para producir ozono y otros productos secundarios colectivamente lla- árboles muertos fueron fotografiados
mados smog fotoquímico. Aunque el ozono en la capa superior de la en 1988 en Carolina del Norte, Esta-
atmósfera es importante en la filtración de la radiación ultravioleta, altas dos Unidos. (Fotografía de Jim
concentraciones de este compuesto a nivel del suelo dañan los tejidos MacKenzie, WRI).
vegetales, afectando a su vez a las comunidades biológicas y reduciendo
la productividad agrícola. El ozono y el smog son perjudiciales para la
gente y los animales cuando se inhalan, de tal manera que el control de la
contaminación del aire beneficia a las personas y a la diversidad biológi-
ca.
ción y para cocinar también contribuye a este proceso. La deforestación Figura VI.15. En el efecto inver-
puede ser crucial, puesto que si se disminuye la superficie fotosintética, nadero los gases y el vapor de agua
forman una capa alrededor del plane-
se reduce la fijación del CO2 atmosférico. En los últimos 100 años la
ta que actúa como el techo de vidrio
concentración de CO2 en la atmósfera ha aumentado en un 20%, desde de un invernadero, permitiendo la
290 partes por millón (ppm) a 350 ppm (Figura VI.16), y se proyecta entrada de la energía solar (ondas
que se duplicará a mediados del siglo XXI. Incluso si los planes acordados cortas) y atrapando el calor (ondas
en la conferencia de Kioto en 1997 para reducir la producción de CO2 largas) generado en la superficie de la
fueran instantáneamente implementados, la reducción inmediata del Tierra. (Según Gates, 1993).
nivel del CO2 atmosférico actual sería mínima, debido a que la molécula
de CO 2 reside en la atmósfera durante un promedio de 100 años antes
de ser fijada por las plantas y los procesos geoquímicos naturales. Este
retardo implica que los niveles de CO 2 atmosférico continuarán aumen-
tando en el corto plazo.
Otro gas de invernadero significativo es el metano, que ha aumenta-
do desde 0.9 a 1.7 ppm en los últimos 100 años como resultado del cul-
tivo del arroz, la ganadería, la actividad microbiana en basurales, la liberación
durante la producción de combustible fósil y la quema de bosques tropi-
cales y praderas. El metano es mucho más eficiente en la absorción de
calor que el CO2, de manera que incluso a bajas concentraciones con-
tribuye significativamente al efecto invernadero. Las reducciones en los
niveles de metano son difíciles de lograr debido a que su producción está
estrechamente asociada con la actividad agropecuaria.
Muchos científicos creen que estos mayores niveles de gases de inver-
nadero ya han afectado el clima del planeta y que sus efectos aumentarán
en el futuro. Existe evidencia confiable que sugiere que el clima global se
ha calentado entre 0.3 y 0.6°C durante el último siglo (IPCC, 1996). La
predicción de los patrones climáticos futuros es extremadamente com- 187
Amenazas para la diversidad biológica
Es probable que muchas especies no sobrevivan al calentamiento Figura VI.17. Los modelos de
provocado por los humanos, debido a que éste ocurrirá mucho más rápi- simulación de clima global predicen
damente y en un paisaje antrópico que presenta mayores barreras para la que el nivel de CO2 se duplicará a
migración, comparado con los períodos de calentamiento que mediados del siglo XXI y las tem-
sucedieron a las glaciaciones durante el Pleistoceno. Para los bosques peraturas aumentarán significativa-
mente. Se pronostican temperaturas
deciduos del noreste de América del Norte, las especies de plantas ten- superiores en los continentes y lati-
drán que migrar entre 500 y 1 000 km hacia el norte para seguir la onda tudes elevadas, esto es, más cercanas
de aumento térmico, entre 1 y 3.5°C, durante el próximo siglo (Davis y a los polos. (Según IPPC, 1996).
Zabinski, 1992). En cambio, después de la última glaciación pleistocéni-
ca las especies de árboles migraron hacia América del Norte a una tasa de
10 a 40 km por siglo, esto es, a tasas entre 50 y 100 veces más lentas que
las requeridas por el cambio climático actual. Además, la urbanización,
el deterioro ambiental y la fragmentación del hábitat provocada por las
actividades humanas dificultarán o impedirán la migración de muchas
especies. Muchas especies con distribución limitada y/o baja capacidad
de dispersión se extinguirán, favoreciendo a las especies más amplia-
mente distribuidas y/o dispersadas en las nuevas comunidades.
Se espera que los efectos del cambio climático global sobre la tem-
peratura y la precipitación sean menos dramáticos en los trópicos que en
las zonas templadas (IPCC, 1996; Bawa y Markham, 1995). Sin embar-
go, cambios pequeños en la cantidad y oportunidad de la lluvia podrían
tener grandes efectos sobre la composición de especies, ciclos reproduc-
tivos de las plantas y susceptibilidad a los incendios. El impacto de tales
cambios sobre las poblaciones de aves migratorias podría ser bastante 189
Amenazas para la diversidad biológica dramático. Algunos modelos sugieren que los huracanes serán más
severos y frecuentes en las áreas tropicales, afectando la estructura de los
bosques.
Aumentos del nivel del mar. Las temperaturas más cálidas en los próximos
50 o 100 años podrían derretir glaciares y hielos polares, elevando los
niveles del mar entre 0.2 y 1.5 m. Las comunidades costeras de baja alti-
tud —como los humedales— se inundarían y no podrían desplazarse
tierra adentro debido a la presencia de caminos, barreras para el control
de inundaciones y asentamientos humanos, eliminando el hábitat de
muchas especies de aves, invertebrados, peces y plantas propias de esos
ecosistemas. En las áreas tropicales los manglares serán severamente afec-
tados por el aumento del nivel del mar, cuya profundidad impedirá el
establecimiento de nuevas generaciones de plantas. Regiones, países y
ciudades a baja altitud como Buenos Aires, Bangladesh o Venecia
podrían quedar bajo el agua dentro de unos 100 años. Existe evidencia
que este proceso ya ha comenzado, puesto que en los últimos 100 años el
nivel de los mares ha aumentado entre 10 y 25 cm, debido probable-
mente a un aumento de la temperatura global (IPCC, 1996).
El aumento de los niveles del mar es potencialmente perjudicial para
muchas especies del arrecife de coral que crecen a una profundidad pre-
cisa, con una determinada combinación de luz y movimiento del agua.
Una tasa de aumento del nivel del mar de un metro por siglo requeriría
un incremento de 10 mm al año, una tasa alcanzada sólo por los corales
de más rapido crecimiento (Grigg y Epp, 1989). La mayoría de las
especies de los arrecifes de coral tienen crecimientos más lentos y, por lo
tanto, serán incapaces de compensar el aumento del nivel del mar y
morirán al quedar gradualmente sumergidos.
Los arrecifes de coral son afectados también por el aumento de las
temperaturas marinas. Las temperaturas del agua del Océano Pacífico
anormalmente altas durante 1982 y 1983 condujeron a la muerte de algas
simbióticas asociadas con los corales. En consecuencia, el coral “blanquea-
do” careció de hidratos de carbono esenciales, provocando la muerte masi-
va del 70 al 95% del área a 18 m de profundidad (Brown y Ogden, 1993).
Resumen
Para discutir
Lecturas sugeridas
194
X. Ética ambiental: raíces y ramas
latinoamericanas
Ricardo Rozzi
L
a ética ambiental representa una dimensión crucial de la
conservación biológica, puesto que los orígenes de la crisis ambi-
ental actual radican en el modo de relación establecido por la
sociedad industrial con el mundo natural (White, 1967; Bor-
mann y Kellert, 1991; Rozzi, 1999; Davidson, 2000). Por lo
tanto, la ética ambiental concierne tanto a las sociedades humanas como
a la naturaleza y procura el bienestar de ambas.
La teoría de la evolución propone que los seres humanos poseen un
origen común con todas las especies biológicas. La ecología reconoce que
los seres humanos establecen interacciones ecológicas con una multitud
de especies biológicas y procesos ecosistémicos. Variadas culturas indíge-
nas americanas conciben a los seres humanos como “hijos y habitantes”
de la Tierra. En consecuencia, para la ética ambiental la Tierra y los seres
humanos no constituyen dos esferas separadas. Más aún, los tipos de
relaciones que establecemos con la naturaleza se parecen a aquellas que
establecemos entre los seres humanos. Si los humanos nos explotamos
los unos a los otros entonces muy probablemente haremos lo mismo con
los demás seres vivos. En cambio, si aprendemos a respetarnos y a ser so-
lidarios en nuestras relaciones con las diversas personas y culturas de
América y del mundo, entonces podremos construir una base sólida para
establecer relaciones respetuosas y solidarias con el conjunto de los seres
vivos. Por esta razón la ética ambiental no es una postura ambientalista o
conservacionista que trate disociadamente del “medio ambiente sano” o
de los derechos animales, sino que analiza críticamente las relaciones de
los seres humanos con el ambiente del que forman parte y cuestiona los
modos de vida y de desarrollo en cuanto inciden en tales relaciones
(Naess, 1973; Sosa, 1990).
Como disciplina académica, la ética ambiental se instauró en las uni-
versidades sólo a mediados de los setenta (Callicott, 1989; Rolston,
2000). Sin embargo, las tradiciones culturales de innumerables etnias
albergan una antigua y vasta diversidad de éticas en los modos de valorar
y relacionarse con el mundo natural, que hoy es desentrañada por estu-
281
Rozzi R. 2001. Éticas ambientales latinoamericanas: raíces y ramas.
En “Fundamentos de Conservación Biológica: Perspectivas Latinoamericanas”,
Primack, R., R. Rozzi, P. Feinsinger, R. Dirzo & F. Massardo , pp. 311-362. Fondo de Cultura Económica, México.
El valor de la diversidad biológica
(A)
— ¿Qué ética impera en una empresa como la petrolera Oxy que toma
posesión del territorio de los uwa en Colombia y procede con sus obras,
pese a que los uwa han manifestado que cometerán suicidio colectivo si
se desarrolla tal proyecto? (Figura X.4)
Hace más de un siglo que Darwin proveyó una mejor comprensión sobre el
origen de las especies. Ahora sabemos algo que era desconocido para las
numerosas generaciones anteriores: los humanos son sólo compañeros de
viaje con otras especies biológicas en esta “odisea de la evolución”. Tal
conocimiento debiera habernos inculcado ya un sentido de parentesco con
otros seres vivos, un deseo de vivir y dejar vivir, un respeto ético por nue-
stros parientes cercanos y lejanos.
288
Rozzi R. 2001. Éticas ambientales latinoamericanas: raíces y ramas. Continúa página 294
En “Fundamentos de Conservación Biológica: Perspectivas Latinoamericanas”,
Primack, R., R. Rozzi, P. Feinsinger, R. Dirzo & F. Massardo , pp. 311-362. Fondo de Cultura Económica, México.
Recuadro X.1. Similitudes y diferencias interculturales en
las éticas ambientales
Ricardo Rozzi
Francisca Massardo
El Continente Americano alberga una reticulada mundo que inicia el tercer milenio. En consecuen-
constelación de visiones de la naturaleza que nos cia, los biólogos de la conservación latinoameri-
señalan cuán variadas pueden ser nuestras rela- canos deberíamos estudiar con la misma seriedad
ciones con el mundo animal, vegetal y físico. Tal las narrativas indígenas y los textos de ecología cien-
constelación cultural representa uno de los panora- tífica.
mas más fértiles para visualizar un tejido de rutas Para conservar y articular la riquísima variedad
alternativas y complementarias a los patrones de miradas y modos de habitar sobre el mundo natural
valóricos y modos de relación con el mundo natu- es indispensable:
ral, promovidos por la arrolladora ola de globalización Primero, reconocer que existe tal diversidad;
que homogeniza la cultura y los paisajes ecológicos. por lo tanto, los problemas ambientales no ocurren
Adelantándose a esta ola, en los años sesenta el entre la humanidad y el medio ambiente, sino que
antropólogo francés Claude Lévi-Strauss planteaba surgen entre modos de mirar y habitar que son
desde el Viejo Mundo la defensa de la refinada red específicos para sociedades y ecosistemas particu-
de cosmologías indígenas que habita en el Nuevo lares.
Mundo, señalando que: Segundo, estudiar cada una de las narrativas,
incluida la científica, desde el punto de vista de la
La mitología latinoamericana pertenece al patrimo- ecología humana y de la conservación biológica.
nio cultural de la humanidad a la par con la
Tercero, complementar y coordinar las diversas
mitología de la Antigua Grecia y Roma y aquella del
Cercano y Lejano Oriente. miradas en el contexto de las realidades sociales y
políticas actuales procurando mantener los proce-
Estas palabras abren el prólogo de la colección sos evolutivos e históricos que son constitutivos de
“Folk Literature of South American Indians” editada la diversidad biológica y cultural.
por Johannes Wilbert entre 1970 y 1990 (UCLA La articulación de la diversidad biocultural pre-
Latin American Center Publications). Las narrati- senta un desafío conceptual enorme que se debate
vas de culturas que habitan ecosistemas tropicales entre dos polos: similitud y diferencia. La similitud
(como los warao o los tukano), andinos (como los corresponde a una visión que enfatiza estructuras
quechua o los aymara) o subantárticos (como los universales en la naturaleza humana y el universo.
yamana o los selknam) son textos acerca del medio Bajo esta concepción, la racionalidad de todos los
ambiente y de las relaciones que con éste pueden seres humanos compartiría estructuras fundamen-
establecer las sociedades americanas. Tales narrati- tales (por ejemplo, la filosofía de Kant o la
vas han brotado de largas historias de interacciones antropología de Lévi-Strauss) o sería posible des-
con los ecosistemas y dan cuenta de “detalles” que cubrir leyes científicas que den cuenta de una mul-
escapan a los modelos elaborados por ecólogos que tiplicidad de procesos que se desenvuelven en diver-
tienen una experiencia de campo comparativa- sas situaciones ambientales (por ejemplo, las leyes
mente ínfima con aquellos ecosistemas. A su vez, de gravitación universal de Newton o de selección
los científicos aportan aproximaciones críticas para natural de Darwin). La diferencia, en cambio, dirige
articular la diversidad biocultural en el contexto del su atención hacia aquellos aspectos de un fenómeno
natural o visión de mundo que no pueden ser asimi- 289
Rozzi R. 2001. Éticas ambientales latinoamericanas: raíces y ramas.
En “Fundamentos de Conservación Biológica: Perspectivas Latinoamericanas”,
Primack, R., R. Rozzi, P. Feinsinger, R. Dirzo & F. Massardo , pp. 311-362. Fondo de Cultura Económica, México.
lados por otras. Por lo tanto, tales fenómenos son vivencia en el marco de la sociedad contemporánea
incomparables y tales visiones son inconmensu- globalizada. Ensayemos la similitud o analogía
rables, en el mismo sentido que pueden serlo dos entre la teoría de ecosistemas y una cosmología
concepciones científicas (Kuhn, 1962). Frente a su indígena americana basada en una profunda conexión
vivencia de las grandes diferencias de cosmovi- “ecosistémica”.
siones, el antropólogo Richard Nelson (1982) se En el sur de Chile un grupo de los mapuches o
pregunta luego de pasar varios años viviendo con gente de la tierra (mapu=tierra, che= gente) habita
los koyukon en Alaska: en las montañas donde crecen las araucarias o
pehuenes. Este grupo se denomina pehuenche
¿Qué es el cuervo para mí? ¿Un ave del género (pehuen= araucaria; che=gente) y su subsistencia
Corvus, como dicen los científicos, o una persona,
depende en los frutos de este árbol. Los clanes
una deidad, como narran los ancianos koyukon?
¿Cómo convivir entre estos mundos contrastantes? pehuenches se identifican con grupos de araucarias
que son vistos como familias. Desafortunadamente
Si queremos contribuir a la continuidad de los hoy este pueblo confronta uno de los conflictos
cursos históricos y evolutivos de los diversas cul- ambientales más álgidos de Sudamérica: su territo-
turas y ecosistemas que mantienen el mosaico de rio está siendo inundado por una serie de represas
paisajes ecoculturales, entonces debemos hacernos que además cortan el flujo del río más grande de
cargo de la encrucijada planteada por Nelson. A la Chile, el Bío-Bío. La noción de pertenencia a la
vez, debemos esforzarnos por encontrar puentes de tierra albergada por los pehuenches es ignorada por
comunicación intercultural que permitan la nece- los programas de biología o es considerada como
saria comprensión y respeto mutuo para la con- una “curiosidad” que poco tiene que ver con la
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ecología. Sin embargo, los argumentos de los del azufre contenido en su estructura proviniera de
pehuenches y de ecólogos de ecosistemas para solici- las emisiones volcánicas, entonces la ciencia des-
tar la suspensión de los trabajos construcción de la cubriría un vínculo nutricional entre el volcán, las
represa pueden presentar notables similitudes. araucarias y la gente similar a la concepción
Para los pehuenches los seres humanos y otros pehuenche.
seres vivos descienden de aquellos que sobrevivieron Desde el punto de vista ecosistémico está claro
en una cumbre volcánica, salvándose de una gran que las represas alteran los flujos de nutrientes como
inundación. La noción de ser gente de la tierra los el azufre o el fósforo, y que podrían afectar el crec-
liga también a los volcanes bajo la conciencia que en imiento de las algas río abajo y en las bahías marinas
los frutos del pehuén, uno come también los min- donde éstos desembocan. De esta manera se alteraría
erales del volcán. Un análisis químico muestra que el crecimiento de las algas y se afectarían las cadenas
las emisiones de los volcanes son ricas en azufre, un tróficas y la abundancia de peces, importantes tanto
componente de dos aminoácidos esenciales: la cisteí- para la dieta de los pehuenches como para la pesca
na y la metionina. Estos aminoácidos no pueden ser comercial en la Bahía Talcahuano donde desemboca el
sintetizados por el organismo humano y deben por Bío-Bío. De esta manera, tanto las narrativas indíge-
lo tanto ingerirse en la dieta. Precisamente los frutos nas ancestrales como las explicaciones científicas con-
del pehuén contienen estos aminoácidos y si parte temporáneas denotan conexiones ecológicas entre los
mundos vegetales, la tierra y los seres humanos.
Los pueblos indígenas comparten una característica “conocimiento ecológico tradicional” difiere del
que afecta profundamente sus modos de relación modo prevaleciente en la tecnología y ciencia occi-
con la biodiversidad y la tierra: ellos han habitado y dental, es que descansa fuertemente en la investi-
subsistido en los ecosistemas nativos por un gación de algunas variables seleccionadas y su análi-
número de generaciones muy superior al de los sis por medio de cuerpos teóricos fundados en las
conquistadores o colonos europeos. Mientras que la matemáticas y la lógica (Rozzi y Massardo 1999a).
historia de interacciones de los pueblos indígenas En consecuencia, el conocimiento indígena con-
con sus ambientes naturales ha transcurrido trasta con el “occidental”, en que el primero es más
durante varios siglos o incluso milenios, la historia inmediato y sensorial y está embebido en sus
de los colonos de la civilización moderna e industri- filosofías, la percepción de las otras especies, sus his-
al lleva sólo decenas de años en algunos parajes del torias, ceremonias, normas sociales, valores y
“Nuevo Mundo”. lenguaje. En cambio, el conocimiento de la sociedad
La prolongada historia y las formas de vida en urbana e industrial es más mediatizado, sobre todo
contacto con su ambiente han dado origen a sofisti- hoy cuando los ciudadanos observan la naturaleza
cados modos de conocimiento arraigados en la por televisión o en Internet con mucho mayor fre-
experiencia directa de los pueblos indígenas. Tal cuencia que su contacto directo con los ecosistemas
modo de conocimiento, denominado hoy y las comunidades biológicas (Rozzi 2001). 291
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Aun en regiones de climas tan rigurosos como obtenían también de los lobos marinos. Construían
los extremos latitudinales del Continente Ameri- sus canoas con corteza de ciprés y vivían en tiendas
cano, han habitado etnias que se han desenvuelto de cuero y ramas de lenga, y todavía fabrican her-
en medio de los densos bosques que cubren las mosos cestos de junquillo (Marsippospermum gran-
costas y de los ambientes marinos y estuarinos que diflorum). En el extremo norte, las culturas nativas
reticulan el paisaje de fiordos y canales. En estas dos de la costa noroeste utilizaron centenares de
regiones extremas —la austral de Chile y Argentina, especies de plantas en su vida diaria que expresan la
y la boreal de Estados Unidos y Canadá— las filosofía de “conservándolos vivos”. Las plantas
poblaciones nativas han desarrollado estrategias y tuvieron un papel muy importante en la dieta de
modos de vida que han conservado los ecosistemas estos pueblos, complementando su alimentación
y mantenido sus recursos, una noción que los rica en animales marinos como el salmón, mariscos,
kwakwaka’wakw (grupo indígena de la costa lobos marinos, focas y ballenas. La localización
noroeste) llaman “conservándolos vivos” (Turner y geográfica del recurso, particularmente del salmón,
Deur, 1999). indujo la emergencia de poblados que a su vez pare-
En el extremo austral, al sur del Canal de Bea- cen haber aumentado las demandas por recursos
gle, los yamana (o yaganes) cosechaban su “pan” de vegetales en las vecindades de estos asentamientos.
los hongos del género Cyttaria que crecen sobre los El cedro rojo (Thuja plicata), considerada a
árboles de la especie Nothofagus (coigües y lengas), menudo como “la piedra angular” de la tecnología
colectaban bayas de chaura (Pernettya mucronata) y de la costa noroeste, era sujeto de reverencia y de
calafate (Berberis buxifolia), obtenían la carne medi- múltiples aplicaciones culturales: su madera servía
ante la caza de lobos marinos y aves, peces, de la para fabricar canoas, casas, tótems, cajas y muchos
recolección de centollas y mariscos y de las ballenas otros productos; su interior fibroso se empleaba
que ocasionalmente varaban en la playa; el aceite, para la confección de vestimentas, canastos, cuerdas
esencial para la alimentación y para proteger sus y elementos ceremoniales; sus ramas y raíces eran
desnudos cuerpos en las heladas latitudes, lo utilizadas para la cestería. Además, el cedro rojo era
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considerado un árbol sagrado —como otras por los indígenas de la costa noroeste para consumo
especies de árboles y plantas—del que se creía tenía inmediato o almacenados para el invierno. Estas
un espíritu que al ser tratado sin respeto podía plantas crecen en ecosistemas estuarinos, marismas
causar daño a las personas. y planicies intermareales junto con otras especies de
La corteza del cedro y otros árboles era arranca- raíces comestibles (Turner 1995). Recuerdos de
da en largas tiras y los cosechadores han aprendido ancianos como los del Jefe Hereditario Adam Dick,
desde pequeños a no cosechar demasiado para evi- kwakwaka’wakw, describen que el trébol costero de
tar la muerte del árbol. En el pasado también se primavera era tradicionalmente cultivado en hábi-
cosechaban de esta manera tablones sin dañar al tats intermareales, los cuales eran expandidos a
árbol y se podaban ramas y raíces, sólo unas pocas través de prácticas de relleno de suelo y labranza de
de cada individuo de manera de no comprometer la la tierra, cosecha selectiva y replante de fragmentos
vida del árbol. Hoy encontramos todavía estos de rizomas, construcción de camas de siembra, des-
“árboles culturalmente modificados”, cuyas tiras de malezamiento, transplantes y marcado de parcelas
corteza o tablones removidos nos expresan una manejadas por clanes o grupos familiares definidos
filosofía general de no ocasionar la muerte o daño (Deur, 2000; Deur y Turner, en preparación).
innecesario a los árboles u otras formas de vida En las vegas húmedas crecen también los bulbos
(Deur y Turner 1999). También pueden encon- del camas (Camassia quamash y C. leichtlinii) que
trarse árboles de otras especies cuya corteza fue par- ofrecieron una importante fuente de hidratos de
cialmente cosechada para medicina, tintura, o carbono a los primeros habitantes desde el sur de la
árboles cuya corteza interna fue cosechada como isla de Vancouver (Canadá) hasta California (Esta-
alimento, aunque dejando suficiente para mantener dos Unidos) y el este de las Montañas Rocallosas.
el árbol vivo. Los nativos mantuvieron estos hábitats que también
Otras especies —tales como el trébol costero de producían una variedad de otras plantas
primavera (Trifolium wormskioldii) y el cinquefoil comestibles y especies útiles mediante prácticas de
(Potentilla anserina ssp. pacifica)— eran cosechadas fuego controlado, desmalezadura, cosecha selectiva
y re-siembra. Estos hábitats han sido muy restringi-
dos debido a la urbanización, a especies invasoras
(Dactylis glomerata, Cytisus scoparius) y por la elimi-
nación obligatoria del fuego desde la época colonial
hasta el presente.
El fuego se utilizaba también para mantener
áreas abiertas y bordes de bosque donde los salal
crecen mejor y las parcelas de salal manejadas de
este modo también pertenecían a clanes o individu-
os. El salal (Gaultheria shallon) es un arbusto siem-
preverde que produce bayas que son cosechadas en
grandes cantidades y deshidratadas para su con-
sumo durante el invierno y constituyen un compo-
nente importante de la dieta en la costa noroeste.
(B)
(B)
(C)
de una sola especie, la mayoría de las veces exótica, están “ordenados” a
distancias equidistantes, presentan una edad uniforme y las especies dis-
tintas son eliminadas mediante desmalezamiento y la aplicación de her-
bicidas. El modelo de la producción en serie de las fábrica reemplaza así a
los diversos bosques nativos, reduciéndolos a “monocultivos uniformes”
(Shiva, 1998). La fisionomía de las plantaciones contrasta marcadamente 299
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El valor de la diversidad biológica con aquella de los ecosistemas forestales, donde el sotobosque presenta
una rica diversidad de especies y una alta complejidad estructural (Figu-
ra X.7b y c). Tal riqueza de especies y estructuras parece un “abandono”
y un “desorden” a quienes promueven la uniformidad y la unidimension-
alidad en las plantaciones (Capítulo XXII).
La nueva ecología forestal (Capítulo XVIII) ha encontrado, sin
embargo, cada vez mayor evidencia acerca de la importancia que tiene el
“desorden de los bosques” para las interacciones bióticas, de hábitats para
peces y microhábitats para hongos, bacterias, líquenes e insectos, y para
procesos ecosistémicos como los flujos hídricos y de nutrientes (Capítu-
lo II). Este cuadro de complejas y múltiples interacciones ecológicas nos
estimula a derivar la siguiente metáfora para superar la unidimensionali-
dad de los monocultivos de la mente y del paisaje:
Tal como la caída de árboles y las aperturas del dosel permiten que la
luz llegue a los estratos más bajos de los bosques y estimulen el crec-
imiento de una diversidad de plantas y otros organismos, en Lati-
noamérica es urgente crear aperturas culturales en los modelos económi-
cos y políticos dominantes que estimulen el crecimiento y la expresión
de un sinnúmero de valores y prácticas culturales silenciadas.
Tal como bajo el dosel emergente habita la mayor diversidad biológ-
ica de los ecosistemas forestales, bajo los discursos dominantes borbotean
las “éticas ambientales silenciadas” de la mayoría de las personas que
habitan en nuestros países.
La superación del encierro generado por la omnipresencia de sis-
temas políticos o económicos, dogmas científicos o religiosos, flexibiliza
la búsqueda de alternativas ecológicas y culturales. Además abre criterios
para una mayor comprensión y revaloración de otros modos existentes
para conocer y habitar el mundo natural. Más urgente que inventar solu-
ciones para los problemas de conservación parece necesario detenerse a
escuchar y ponderar alternativas que ya existen, pero que no pueden
expresarse. La “apertura de claros culturales” permite superar la negación
que ejerce la cultura dominante sobre de la diversidad de perspectivas
valóricas, económicas y éticas. Para que germinen proyectos como el de
la Laguna la Cocha, se requiere una ética ambiental asociada a un senti-
do de justicia social y a una legislación que regule proyectos económicos,
tales como la construcción de centrales hidroeléctricas. Es necesario
superar el “efecto sombra” de los modelos políticos y económicos domi-
nantes y “abrir claros” que permitan la expresión de la “mega-diversidad”
de valores y anhelos de vida latentes en América Latina y el mundo.
Estas situaciones nos presentan un desafío ético puesto que como biólo-
gos de la conservación debemos ser responsables frente a las expresiones
que surgen desde las comunidades que habitan los paisajes eco-culturales
del Continente Americano, por extrañas que éstas nos parezcan. Desde
el punto de vista de una ética ambiental equitativa y solidaria
deberíamos, en principio, poner el mismo esfuerzo para conocer, com-
prender y preservar una plantita tan peculiar como la Lacandonia uniflo-
ra (Figura V.2) que el que destinamos para conocer, comprender y
preservar la cultura del singular pueblo de los lacandones. Como científi-
cos responsables no debiéramos idealizar ni tampoco descartar acrítica-
mente las propuestas indígenas o rurales. El rigor ético y científico
debiera conducirnos a examinar las necesidades de las diversas especies
biológicas y culturas tan cuidadosamente como las necesidades de nues-
tra propia especie y cultura.
La ética ambiental comparada resalta la diversidad sincrónica que
todavía existe en los contrastantes ecosistemas y culturas del mundo.
Desde el extremo sur y al extremo norte de América existen culturas tan
refinadas como los yaganes y los kawakw’ala (Recuadro X.2). En un eje
temporal, las crónicas, las pinturas, la arqueología y otras “huellas
humanas” en el paisaje muestran cuán distinto ha sido el mundo en el
pasado. La ética ambiental comparada examina esta diversidad diacróni-
ca y los procesos históricos que se despliegan en tales cambios para con-
frontarnos con la máxima kantiana: ¡el mundo es una tarea por hacer!
(Kant, 1787). Como eco a esta máxima ética, el escritor argentino
Ernesto Sábato inicia su libro Resistencia diciendo que “a veces me levan-
to con una esperanza demencial de que un mundo más humano está al
alcance de nuestras manos, hoy es un día de ellos”. Esta constatación nos
libera del encierro de la cultura dominante y fundamenta el proyecto de
la conservación biológica, puesto que los mundos naturales y culturales
(y sus interrelaciones) han sido distintas en el pasado y podrán ser difer-
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El valor de la diversidad biológica entes en el futuro. De nosotros depende este cambio, pero éste no puede
ser arbitrario porque los sistemas ecológicos y sociales tienen propiedades
y límites que deben ser considerados cuidadosamente. En este contexto,
el análisis ético e histórico provee una plataforma para pensar hacia
donde seguir.
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La preservación de la naturaleza. Ética ambiental: raíces y ramas
latinoamericanas
Como consecuencia del utilitarismo y la unidimensionalidad de la ética
anterior, naturalistas y filósofos criticaron tempranamente el trato hacia
las colonias (Capítulo I). En el siglo XVIII, el filósofo alemán Herder
criticaba el trato de las colonias como meros proveedores de recursos nat-
urales al servicio del optimismo y la euforia de la Ilustración Europea y
exigía, en cambio, reconocer la diversidad cultural. Criticaba la visión de
la Ilustración como un grado superior de civilización, cuestionaba la
noción de progreso que implicaba avanzar hacia una única “Cultura
Universal” inspirada por la sociedad europea moderna y recomendaba
hablar de “culturas” en plural. Demandaba un respeto por la diversidad
de culturas que requería entender a cada cultura en sus propios términos
y frente a los optimistas de la modernización y la sociedad industrial,
Herder criticaba:
¿Podrían ustedes nombrar algún lugar donde los europeos hayan llegado
sin una codicia ilimitada, palabras con doble intención, formas violentas de
opresión, enfermedades y regalos fatales? Europa no debiera connotarse
como la más sabia región de la tierra, sino como la más arrogante, agresiva
y orientada hacia el dinero: lo que ha entregado a los pueblos de otras
regiones no es civilización sino la destrucción de sus propias culturas
(Herder, 1793 en Gare, 1998).
Los argumentos legales y morales son dinámicos, y pueblos de muy distinto tipo, produciéndose un
nuevas conceptualizaciones pueden ofrecer sólidos vínculo que tardó mucho en ser comprendido y
fundamentos para la protección del medio ambi- normado. Los conquistadores europeos definieron
ente. En este recuadro se describirá brevemente el ciertos derechos para los indígenas, los que no
desarrollo histórico de la noción de derechos fueron necesariamente respetados. Durante el
humanos, que en sus expresiones más recientes primer tercio del siglo XVI religiosos y filósofos,
incorporan el derecho a un medio ambiente como los sacerdotes Bartolomé de las Casas o Fran-
ecológicamente íntegro, no sólo para los seres cisco de Vitoria, fundándose en una concepción del
humanos, sino también para todos los seres vivos. derecho natural de inspiración católica, declaraban
En la Antigüedad Clásica no hubo declara- el derecho a la libertad de los indígenas y el derecho
ciones universales de derechos humanos, sino que a resistir guerras injustas, como las que frecuente-
estos derechos existieron de modo distinto al actual mente hacían los españoles a los antiguos habitantes
y sin declaraciones que los definieran. Se considera americanos.
habitualmente que la Carta Magna firmada por el Tanto la Carta Magna como algunas declara-
rey de Inglaterra Juan Sin Tierra en 1215 constituye ciones relativas a los derechos de los indígenas
la primera declaración de derechos humanos moder- americanos pueden ser clasificadas dentro de la lla-
na. En ella la nobleza y el clero obtienen de Juan mada “primera generación” de derechos humanos,
Sin Tierra un compromiso de respeto para una serie que está constituida por los derechos civiles y políti-
de garantías individuales y materiales. Posterior- cos, tales como el derecho a la vida, a la libertad y a
308 mente, la conquista de América puso en contacto a la asociación. Su formulación más coherente ocurrió
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entre los siglos XVI y XVIII, y en su funda- bajo, de ahí que pueda discutirse si propiamente
mentación filosófica se pueden distinguir dos ten- son derechos aparte o un capítulo de otros más rele-
dencias. Por una parte, la representada por el filóso- vantes. Sin embargo, algunos movimientos sociales,
fo inglés John Locke (1632-1704), quien sostiene especialmente de izquierda, consideran que sin los
que la sociedad debe garantizar los derechos indi- derechos de segunda generación, los de primera son
viduales, pues éstos se originan en el estado de nat- abstractos e inútiles. En esa perspectiva fue enuncia-
uraleza —por lo tanto, al Estado sólo le corre- da, en 1947, la Carta Internacional Americana de
sponde reconocerlos y promoverlos— (véase el Garantías Sociales, que enumera los derechos del
Tratado sobre el Gobierno Civil, 1690). Por otra trabajador.
parte, el filósofo francés Jean Jacques Rousseau Una situación paradójica se produce con la “ter-
(1712-1778), sostiene que en el estado de natu- cera generación” de derechos humanos (véase
raleza el hombre perecería si no cambiara su forma Haarscher, 1993). Éstos están referidos al medio
de ser. Por lo tanto, todos los derechos ciudadanos ambiente, y pueden abarcar desde el derecho a vivir
se deben al contrato social y se subordinan a éste en un ambiente libre de contaminación (véase, por
(véase El Contrato Social, 1762). ejemplo, la Constitución de la República de Chile),
La primera generación de derechos humanos hasta el supuesto que todos los seres vivos, y no sólo
está recogida en la Declaración de Derechos del Hom- los humanos, poseen derechos. Esta terc e r a
bre y del Ciudadano de 1789 y en la Declaración de g e neración es la más polémica de todas, pues se le
Universal de Derechos Humanos de 1948. Cabe critica que carece de sujeto nítido que reivindique
destacar que ya durante la Revolución Francesa su derecho y al mismo tiempo no existe un objeto
hubo quejas en el sentido de que se hablaba de claro sobre el cual reivindicarlo. ¿A qué sujeto indi-
derechos del “hombre” (droits de l´homme) y no del vidual, colectivo o político le corresponde reclamar,
hombre y de la mujer. Para evitar una posible por ejemplo, por la destrucción de la capa de
fuente de discriminación, hoy se prefiere el término ozono? ¿A quién hacerle la exigencia? ¿Qué autori-
“derechos humanos”, válido para cualquier sexo. dad se pronuncia sobre la validez del reclamo?
La “segunda generación” de derechos humanos ¿Dónde comienza y dónde concluye el objeto “capa
la constituyen los derechos sociales y económicos. de ozono” y en qué umbral se fija su carácter de
Algunos autores estiman que estos derechos no “destruida por la contaminación”?
tienen un fundamento natural, puesto que no son Los especialistas coinciden en que sin un sujeto
inalienables y tienen un carácter derivado; esto es, de derecho, sin un objeto de derecho y sin una
no pertenecen a cada hombre independientemente autoridad que castigue la transgresión, no existe
de su voluntad, sino que derivan de decisiones propiamente un derecho, sino sólo una convención
vitales tales como el tipo y cantidad de trabajo que moral. Con todo, cada día se tiende a flexibilizar
cada cual quiera realizar, de modo que la sociedad más los conceptos jurídicos para acoger en ellos los
no tiene la obligación de garantizarle un mínimo de problemas ambientales. Caso especial es el relativo a
bienestar. Esos derechos han sido recogidos en si los animales no-humanos son sujetos de derecho
declaraciones recientes, como el Pacto Internacional y dignos de consideración moral, como proclaman
de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, propuesto las corrientes filósoficas de Liberación Animal y
por las Naciones Unidas en 1966 y que entró en Derechos Animales (véase Kwiatkowska e Issa,
vigencia en 1976. En esta declaración los Estados 1998). Esta postura es resistida por la conciencia
firmantes se obligan a garantizar, entre otras cosas, jurídica tradicional, de modo que los derechos de
“un salario equitativo e igual por trabajo de igual los animales podrían ser clasificados en una cuarta
valor, sin distinciones”, “la higiene y la seguridad en generación de derechos, ya no humanos, sino general
el trabajo” y el “derecho de toda persona a fundar de los seres vivos.
sindicatos”. Algunos de los derechos de segunda Podemos concluir que el concepto de derechos
generación, como la abolición de la esclavitud, son humanos se ha ido constituyendo poco a poco y
corolario de otros de la primera generación, aunque que sus características, aun cuando se les declare
referidos al ámbito más directamente ligado al tra- inalienables, se han ido fijando y completando con 309
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el paso del tiempo. Los cambios culturales y
sociales, aunque lentos, imponen exigencias a juris-
tas, filósofos y políticos. Eso sucedió con algunos
derechos hoy considerados evidentes, como la liber-
tad y la vida, que parecían absurdos cuando en
numerosos países aún estaba vigente la esclavitud.
Por ello, cabe pensar que, tal vez con modifica-
ciones, los derechos de segunda y tercera generación
se irán asentando en la conciencia jurídica, cultural
y política de la humanidad, siendo probable que en
algunas décadas se les pueda considerar como algo
evidente.
Ética ecocéntrica.
Neruda abre su canto con “el hombre de tierra, barro trémulo o arcilla”,
“el olvidado lenguaje de los ríos arteriales y las aguas” y un “aroma que
trepa desde las raíces de su árbol” para mirar integradamente la natu-
raleza y los pueblos americanos desde la nórdica tierra de los búfalos
hasta el marino extremo antártico.
En este capítulo podemos apreciar cómo algunas metáforas tales
como “de arcilla, del agua y del árbol” se cantan reiteradamente en los
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El valor de la diversidad biológica lenguajes poéticos indígenas y castellanos, en religiones y filosofías de
distintas regiones, como también en las ciencias ecológicas y evolutivas.
Así podemos intentar la comunicación entre las ramas de un árbol de
diversos lenguajes, cuyos cantos anhelan, sin embargo, nociones éticas y
cognitivas comunes a las distintas disciplinas y culturas.
Recientemente los científicos han comenzado a interesarse por la
indagación de los valores estéticos de la diversidad biológica (Recuadro
X.5). Sin embargo, la aproximación científica es todavía muy incipiente
puesto que el análisis estético se basa fundamentalmente en aproxima-
ciones de la economía de mercado donde la valoración de las especies
depende del “gusto” de las personas encuestadas. Tal como se advierte en
las poesías de Neruda o Lienlaf, el sentido estético no se reduce a la
“belleza” o “fealdad” de las especies, medida por el gusto de ciertos gru-
pos de personas en determinados momentos históricos, sino que la
búsqueda artística apunta hacia una comprensión de las especies inmer-
sas en sus interacciones ecológicas para construir una apreciación estética
de las estructuras y procesos ecosistémicos de los que formamos parte.
Esta percepción estética se despliega dentro de un sistema de nociones y
búsquedas de sentido plástico, filosófico e histórico donde las especies
participan de múltiples relaciones ecológicas, sociales y culturales. “La
sabiduría silenciosa de quien habla el lenguaje del agua” como señalaba el
poeta Lienlaf, se expresa cuando se logran las condiciones de autonomía,
equidad y subsistencia. Por lo tanto, para una genuina ética ambiental
latinoamericana es indispensable integrar las dimensiones ecológicas,
culturales y sociales, tal como canta el poeta Esteban Gumucio (1978):
316 (B)
Rozzi R. 2001. Éticas ambientales latinoamericanas: raíces y ramas. Continúa página 322
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Recuadro X.5. Cuando la admiración salva vidas: ¿cuál es el
valor estético de un animal silvestre?
Fernando Milano
Reiteradas veces surgía la pregunta: ¿cuánto vale un Las especies de amplia distribución mundial
jaguar, un pecarí, un zorrino o un flamenco? Un que son consideradas tradicionalmente bellas o
trabajo realizado en Córdoba, Argentina, fue el atractivas por nuestra cultura de fuerte influencia
marco para desarrollar esta inquietud. Debido a la europea —flamencos, mariposas, patos, liebre, tor-
dificultad de responder la pregunta en términos tugas, águilas y garzas— tuvieron los puntajes más
económicos (Hastings, 1986; Hammit et al., 1993), altos para los escolares (entre 4.33 y 3.92). Los
realicé una evaluación del valor estético que la fauna carnívoros (zorro, puma, gato montés) y dos roe-
silvestre tiene para los visitantes a la Laguna Mar dores sudamericanos (cuis y carpincho, este último
Chiquita en la provincia de Córdoba (Milano, el roedor de mayor tamaño en el mundo), consti-
1996). Esta es un área protegida, declarada Sitio tuyeron el segundo grupo en puntaje de preferen-
Hemisférico de la Red Hemisférica de Reservas para cias (entre 3.76 y 3.45). Un tercer grupo (entre
Aves Playeras (1994), que combina la avifauna 3.25 y 2.87) correspondió a especies peligrosas o
acuática con la fauna típica del Chaco semiárido. frecuentemente consideradas desagradables (víbo-
En el Centro de Visitantes se consultó sobre las ras, quirquincho, insectos, comadreja, zorrino,
características y preferencias de la fauna a cuatro lagartos y sapos). En último lugar (entre 2.27 y
tipos de visitantes: grupos escolares (nueve a once 1.21), se ubicaron especies autóctonas poco conoci-
años), veraneantes, visitantes al centro de inter- das u observadas (corzuela, jaguar, pecarí, chorlos,
pretación del área protegida y ecoturistas. Las pre- hurón), que el 40% de los encuestados desconocía.
guntas se presentaron como un cuestionario En los otros grupos sólo debían contestar esta
autoadministrado, indagando sobre el gusto por pregunta aquellas personas particularmente intere-
observar diferentes especies silvestres a lo largo de sadas en conocer la naturaleza: 50, 70 y 100% de
una excursión. Las opciones de respuesta tenían un los veraneantes, visitantes al centro y ecoturistas,
valor de cero a cinco: no la conozco (0); no me respectivamente.
gusta (1); me gusta un poco (2); me gusta bastante Los veraneantes mostraron mucho
(3); me gusta mucho (4); me gusta muchísimo (5). desconocimiento o baja valoración de especies
En todos los grupos encuestados el flamenco regionales típicas (chorlos, pecarí), denotando esca-
fue la especie predilecta. También conocidos como so contacto con la reserva, pero destacaron especies
parinas, los flamencos incluyen cinco especies, tres tradicionalmente consideradas bellas (por ejemplo,
de ellas están en la Laguna Mar Chiquita: el fla- garzas, flamencos y mariposas). Los ecoturistas valo-
menco chileno (Phoenicopterus chilensis), la parina raron también estas últimas; sin embargo,
grande (P. andinus) y la parina chica (P. jamesi), mostraron aprecio por especies típicamente
siendo el primero el más abundante. Los flamencos regionales. Entre ellas el zorrino, el carpincho, la
eran una de las especies estéticamente (y también corzuela, el gato montés, los chorlos, la tortuga, los
culinariamente) predilectas en la antigua Roma. lagartos y el pecarí, como también por aquellas que
Como puede verse, el flamenco constituye una generan sensaciones de movimiento y emoción,
especie idiosincrática de Sudamérica, a la vez que como el águila, el puma, el jaguar y el zorro (Rolston
una especie carismática en la cultura occidental. III, 1987). Los visitantes al centro aparecieron
como una transición entre ambos grupos. 317
Rozzi R. 2001. Éticas ambientales latinoamericanas: raíces y ramas.
En “Fundamentos de Conservación Biológica: Perspectivas Latinoamericanas”,
Primack, R., R. Rozzi, P. Feinsinger, R. Dirzo & F. Massardo , pp. 311-362. Fondo de Cultura Económica, México.
Los flamencos, el coypo y el ñandú merecieron de promoción de áreas naturales y como vía de sen-
algunas consideraciones adicionales: las dos sibilización del público contra la caza furtiva, el
primeras son emblemáticas del lugar, la primera por comercio ilegal o la destrucción de hábitats.
su abundancia y colonias de nidificación y la segun- — Promover la difusión de las especies más apreciadas
da por la cantidad de criaderos y la industria a través de la venta de recuerdos y souvenirs (vesti-
peletera derivada que hay en la zona. El ñandú menta, pósters, etc.), mecanismo que genera ingre-
tuvo un alto puntaje en los cuatro grupos, proba- sos y hace partícipe al visitante.
blemente debido a su fisonomía y protagonismo — Valorar los hábitats a través de las especies que
histórico. Los tres grupos encuestados mostraron los habitan.
también gran afinidad por las aves poco frecuentes
y de difícil observación, remarcando la gran moti- En un trabajo sobre los valores de la biodiversi-
vación que genera la rareza. En cambio, algunas dad, Paul y Anne Ehrlich (1992) consideran cuatro
especies caracterizadas como temibles o desagradables valores fundamentales: éticos, estéticos, económicos
—serpientes, comadreja, anfibios— tuvieron bajos directos y económicos indirectos. La belleza natur-
puntajes para los tres grupos. al genera, sin duda, un nivel de satisfacción espiri-
Este trabajo permitió dar una serie de recomen- tual más allá del marco en el que se experimente.
daciones a través de las cuales el valor estético se En el contexto recreativo y turístico los valores
presentó como una herramienta que permite: estéticos pueden convertirse en económicos, lo cual
es de particular importancia para especies que no
— Incorporar en proyectos de educación formal y pueden ser utilizadas de manera extractiva. En
no formal la importancia ecológica de especies poco 1991 los estadounidenses gastaron más de 18 000
valorizadas o desconocidas, así como la difusión de millones de dólares para observar, fotografiar y ali-
estas últimas, resaltando su valor estético y pro- mentar fauna silvestre.
moviendo su uso apreciativo. Si logramos abrir caminos para que la belleza
— Evaluar cuantitativamente la evolución de estos natural sea descubierta, habremos podido fundir los
proyectos educativos luego del diagnóstico inicial, valores estéticos, éticos y económicos en una com-
ya que las valoraciones poseen un puntaje. binación vital para muchas especies para las cuales,
— Utilizar las especies más valoradas como forma probablemente, no haya otra salida.
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Rozzi R. 2001. Éticas ambientales latinoamericanas: raíces y ramas.
En “Fundamentos de Conservación Biológica: Perspectivas Latinoamericanas”,
Primack, R., R. Rozzi, P. Feinsinger, R. Dirzo & F. Massardo , pp. 311-362. Fondo de Cultura Económica, México.
Preferencias estéticas por especies o grupos de especies silvestres
para los veraneantes, visitantes al centro, ecoturistas y escolares
(orden decreciente según medias del grupo “veraneantes”)
GRUPOS ENCUESTADOS
Nombres científicos: ñandú (Rhea americana); coypo (Myocastor coypus); quriquincho ( Chaetophractus vellerosus);
corzuela (Mazama gouazoubira); liebre (Lepus capensis), gato montés (Felis geoffroy); carpincho (Hydrochoreis hydrochaeris),
cuis (Microcavia australis), chimango (Milvago chimango - Falconidae); hurón (Galictis cuja); comadreja (Didelphis alviventris).
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Rozzi R. 2001. Éticas ambientales latinoamericanas: raíces y ramas.
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Recuadro X.6 Diversos paradigmas científicos para
los biólogos de la conservación
Ricardo Rozzi
Una de las mayores dificultades para abordar en propiedades materiales de los seres vivos y entes físi-
nuestras academias -en particular en la enseñanza cos, gestó una revolución científica que posicionó a
de las ciencias biológicas- los complejos problemas los objetos de estudio y a quienes los investigaban
ecosociales que afectan a Latinoamérica radica en la fuera del marco puramente teológico y condujo al
disociación entre ciencia y ética, entre los modos de establecimiento de las universidades y de la ciencia
vivir y los modos de conocer el mundo. Para un moderna.
antropólogo o un psicólogo las interconexiones El nuevo empiricismo centró su atención en la
entre las esferas cognitivas y prácticas pueden ser descripción de los objetos materiales y postergó la
obvias. En cambio, en la enseñanza y práctica de los mirada o la reflexión de los investigadores sobre sí
biólogos estos vínculos rara vez se tratan, y generan mismos. Por ejemplo, el estudio en las interac-
la ilusión de estar tomando datos y describiendo ciones entre los colibríes y las flores se habría dirigi-
fenómenos que están más allá del investigador. De do hacia estos objetos “en sí mismos”, y las estruc-
esta manera se disocian las esferas de la vida profe- turas racionales desde las cuales los científicos
sional y de la vida personal. El trabajo pasa fre- observaban las aves y las plantas habrían sido omiti-
cuentemente a ser concebido como una tarea pura- das del análisis.
mente técnica. Para facilitar la comprensión de las La omisión anterior estimuló una segunda rev-
dimensiones que son omitidas con esta “aproxi- olución científica liderada por filósofos modernos
mación técnica” y analizar las influencias recíprocas en los siglos XVI y XVII, quienes propusieron que
entre la cultura y las ciencias ecológicas y evolutivas, el estudio de los objetos naturales debía incluir
ilustraré cómo varía el estudio de las interacciones tanto a los objetos estudiados (por ejemplo, plantas
de un colibrí y sus flores desde distintas perspectivas y aves) como a las estructuras mentales y supuestos
científicas que han adquirido preponderancia en cognitivos de quien las estudiaba. Para estos pen-
distintas épocas históricas (aunque en realidad sadores el contraste entre los astrónomos Tolomeo y
siempre han coexistido). Copérnico representaba un caso ejemplar. Tolomeo
Hacia fines de la Edad Media el redescubrimen- había concluido que la Tierra era el centro del uni-
to y la traducción de los trabajos de Aristóteles y verso basándose en sus observaciones empíricas al
otros pensadores de la antigua Grecia sobre historia ver girar el sol en torno a la Tierra. Copérnico, en
natural, motivó a los monjes a no restringirse a los cambio, centró su atención sobre sus reflexiones
textos teológicos y salir a explorar fuera de los lógicas y matemáticas para proponer -en contra del
monasterios en la búsqueda de respuestas a sus sentido común, de los aparentes datos empíricos y
indagaciones sobre los fenómenos naturales de la institucionalidad- que la Tierra giraba en
(Bowler, 1993). La mirada de los monjes se dirigió torno al sol. Los científicos modernos copernicanos
entonces con interés hacia la elaboración de cuida- dirigieron su atención tanto a las estructuras men-
dosas descripciones de especímenes vegetales, ani- tales o cognitivas como a los objetos estudiados.
males, minerales y se escribieron obras tan impor- Bajo esta concepción, el estudio de los colibríes y las
tantes como De Vegetabilibus et Plantis y De flores ya no trataría de estas aves y plantas en sí mis-
Animalibus de Alberto Magno (1200-1280). Esta mas sino de los fenómenos que nos representamos
320 salida de los monasterios para investigar las de ellos en nuestras mentes.
Rozzi R. 2001. Éticas ambientales latinoamericanas: raíces y ramas.
En “Fundamentos de Conservación Biológica: Perspectivas Latinoamericanas”,
Primack, R., R. Rozzi, P. Feinsinger, R. Dirzo & F. Massardo , pp. 311-362. Fondo de Cultura Económica, México.
Los encuentros que naturalistas de los siglos mulan las descripciones y explicaciones de los fenó-
XVIII y XIX comenzaron a tener en sus explo- menos naturales, debiera fortalecer nuestro trabajo
raciones a través del mundo con culturas con- en al menos cinco aspectos: (1) una mejor com-
trastantes entre sí y muy diversas de la nuestra, prensión de las interrelaciones entre los sistemas
reforzaron la concepción de que nuestras estruc- culturales y ecológicos que subyacen a los diversos
turas mentales no dependen sólo de nuestra modos de conocer y de relacionarse con los ecosis-
biología, sino también de nuestra cultura y lengua- temas regionales; (2) una mejor preparación de los
je. Se debilitaba así el supuesto moderno de una biólogos de la conservación para comprender los
razón universal para dar paso a una pluralidad pos- diversos conocimientos etnoecológicos y, en conse-
moderna. Para comprender la paradoja moderna de cuencia, para respetar y relacionarse con culturas
que “un mismo fenómeno natural” es visto o expli- distintas; (3) una mayor conciencia de los límites de
cado de manera diferente por distintos culturas o validez de la ciencia occidental contribuiría a pre-
científicos, la perspectiva posmoderna señala que es venir una arrogancia científica frente a formas de
necesario considerar los contextos culturales y conocimiento ecológico tradicional; (4) a nivel per-
ambientales de cada investigador. Así el estudio de sonal habría un mayor interés por examinar los vín-
las interacciones entre el colibrí y sus flores incluiría culos entre nuestro trabajo científico y nuestro
también un concienzudo análisis de los lenguajes modo de vivir, y por contextualizar nuestras aproxi-
con que este fenómeno es observado y descrito. maciones científicas con nuestros contextos cultur-
Metáforas evolutivas contrastantes, como por ejem- ales; (5) una mayor comprensión de que los modos
plo la “selección natural” y la “deriva natural”, con- de explicar el mundo natural y habitar en él están
llevan mundos culturales distintos y conducen a esencialmente conectados y que la ciencia occiden-
distintas formas de entender las interacciones entre tal —funcional a la sociedad industrial y tecnológi-
plantas y animales (Rozzi et al., 1998). ca— constituye sólo uno de los sistemas cognitivos
Para la biología de la conservación latinoameri- y éticos que se despliegan dentro la inaprensible
cana contemporánea, la individualización y carac- diversidad de modos de mirar y habitar los intrinca-
terización de las sociedades y/o personas que for- dos paisajes bioculturales de Latinoamérica.
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Rozzi R. 2001. Éticas ambientales latinoamericanas: raíces y ramas.
En “Fundamentos de Conservación Biológica: Perspectivas Latinoamericanas”,
Primack, R., R. Rozzi, P. Feinsinger, R. Dirzo & F. Massardo , pp. 311-362. Fondo de Cultura Económica, México.
El valor de la diversidad biológica Una alternativa a la filosofía cartesiana emana de la filosofía de David
Hume y de la concepción evolutiva de Charles Darwin. El filósofo y el
biólogo británicos recuperaron para la cultura occidental una cosmo-
visión en que el hombre y todos los seres vivos comparten un origen
común (Rozzi, 2002). Este sentido de parentesco con todos los seres
vivientes estimula un respeto ético que trasciende a las personas humanas
para considerar y proteger a las diversas manifestaciones de vida. Inspi-
radas en esta visión evolutiva y ecológica, en la década de los sesenta, tres
valerosas mujeres primatólogas demostraron con su entrega cómo la
ciencia y la filosofía ambiental pueden motivar cambios en la percepción
y en la acción por la conservación. Jane Goodall, Dian Fossey y Birute
Galdikas, dedicaron su vida al estudio a largo plazo de grupos de chim-
pancés, gorilas y orangutanes, respectivamente. A diferencia de la ciencia
cartesiana basada en números, ellas distinguieron individuos entre sus
monos. Los observaron y convivieron con ellos por varios años y su
investigación arrojó un conocimiento tan refinado acerca de la conducta
de nuestros parientes biológicos más cercanos, que rápidamente motivó
un compromiso ético en estas tres mujeres. Además de sus estudios pri-
matológicos, ellas comenzaron a dedicar gran parte de su tiempo a la
educación y a la política de la conservación. Dian Fossey se involucró
a tal punto en la defensa de los gorilas y la destrucción de su hábitat que
murió defendiendo a sus monos contra la caza furtiva (Recuadro X.7).
Las tres primatólogas nos muestran cómo las personas transforman
sus actitudes éticas cuando las ideas acerca de ellas mismas, acerca del
mundo y de su relación con él se modifican profundamente (Callicott,
1999). Recientemente, en la década de los noventa la gran difusión cien-
tífica acerca de la belleza e importancia de los polinizadores ha estimula-
do el interés por estos organismos y hoy se llevan a cabo proyectos para la
conservación de colibríes, palomas, murciélagos y mariposas polinizado-
ras (Buchmann y Nabhan, 1996). Así, los cambios en la comprensión y
percepción de los otros seres vivos y sistemas ecológicos influyen sobre
nuestras actitudes éticas hacia ellos y generan también cambios en las
políticas ambientales y prácticas productivas. Biólogos latinoamericanos
tan notables como Osvaldo Reig, Leon Croizat y Nelson Papavero no
sólo han contribuido al conocimiento científico, sino que también han
contribuido a forjar la visión que tenemos del mundo y del respeto ético
que le debemos.
La filosofía ambiental y las ciencias ecológicas proveen de esta man-
era modelos cognitivos acerca del mundo natural y de nuestra relación
con él, contribuyendo a forjar valores y normas morales. A su vez, las
transformaciones en los modos de concebir el mundo podrían conllevar
sustanciales transformaciones éticas en los modos de una relacionarnos
con el mundo, incluyendo las relaciones de los seres humanos entre sí.
Por esta razón, a partir de la interrelación entre los modos de conocer y
de habitar nuestras realidades individuales, sociales y ecológicas, la
filosofía ambiental propone una mayor integración entre las éticas y las
ciencias ecológicas y evolutivas (Rozzi, 1999). La ética ambiental per-
322 mite incorporar en la conservación biológica, cursos y programas de
Rozzi R. 2001. Éticas ambientales latinoamericanas: raíces y ramas.
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investigación acerca de las responsabilidades éticas de los seres humanos Ética ambiental: raíces y ramas
con la naturaleza (Goulet, 1996), puesto que ésta constituye el funda- latinoamericanas
mento para el sustento de la vida, incluida la humana. Una aproxi-
mación científica que vincula explícitamente a la teoría con la práctica
con la vida personal y con la ética, demanda, sin embargo, nuevos
modos de hacer ciencia y concebir el conocimiento científico congru-
entes con los rápidos cambios de paradigmas y teorías que experimentan
las ciencias entrado el siglo XXI (Recuadro X.6).
La ética ambiental no es simplemente un cuerpo normativo que los
biólogos de la conservación deban obedecer como un mandato externo o
adoptar como un aditamento profesional. Las teorías científicas y el tra-
bajo de los biólogos de la conservación junto a filósofos, ecólogos,
antropólogos, gobernantes, artistas, pescadores y los diversos miembros
de la sociedad, van construyendo guías éticas enraizadas en aproxima-
ciones cognitivas para reconocer, analizar y diseñar los múltiples modos.
—existentes o posibles— de habitar y valorar los paisajes ecológicos y cul-
turales de cada región en Latinoamérica y el planeta.
Los seres humanos son los parientes vivientes más mismos habían cazado y extrayendo termitas de sus
cercanos de los grandes monos: chimpancés, gorilas nidos usando hojas de pasto arrancado. Este último
y orangutanes. A pesar de la fascinación ejercida hallazgo causó sensación: fue el primer ejemplo de
durante siglos, la mayor parte de lo que sabemos de un animal distinto al humano utilizando herramien-
los grandes monos la hemos aprendido en los últi- tas (Morell, 1993). El método de Jane Goodall de
mos 35 años. Nuestro conocimiento descansa en nominar (más que numerar) animales individuales
gran medida sobre el trabajo pionero de tres pri- y enfocarse sobre las características únicas de cada
matólogas: Jane Goodall, Dian Fossey y Birute individuo para explicar la dinámica de grupo fue
Galdikas. Estas mujeres fueron pioneras en los estu- criticado por algunos primatólogos. Con el tiempo,
dios a largo plazo en sus respectivos temas y even- sin embargo, llegó a ser estándar. Por el seguimiento
tualmente dedicaron más de su tiempo a los esfuer- paciente de los grupos de chimpancés a lo largo de
zos de conservación que sólo al propósito de lograr las generaciones obtuvo nueva información acerca
conocimiento científico. de su estructura social. En su segunda década de
Jane Goodall comenzó su estudio de los chim- investigación, Jane Goodall y sus asociados hicieron
pancés en 1960 en Gombe, Tanzania. Su trabajo de descubrimientos más extraordinarios, incluyendo
campo fue rápidamente recompensado. Durante los canibalismo dentro de los grupos y guerra elaborada
primeros tres meses ya había sido testigo de activi- y premeditada entre grupos. El trabajo en Gombe está
dades que ningún investigador había observado, entre los estudios de campo continuos sobre el compor-
incluyendo chimpancés comiendo carne que ellos tamiento animal más prolongados jamás realizado. 323
Rozzi R. 2001. Éticas ambientales latinoamericanas: raíces y ramas.
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Dian Fossey comenzó estudiando gorilas de incluyeron observaciones a largo plazo, seguimiento
montaña en 1966 en Zaire, pero dentro de un año de años de los mismos individuos, el acostum-
fue desalojada de su sitio original de estudio por la bramiento de grupos de primates a la presencia de
guerra civil. Se trasladó al borde del Parc Nacional humanos, observaciones mucho más cercanas que
des Volcans de Ruanda, y durante los siguientes 18 las realizadas previamente y una apreciación por la
años éste fue su sitio de investigación y su hogar. De individualidad de los animales estudiados. Tales
acuerdo a su obituario, publicada en la revista métodos, que permitieron a los investigadores
American Anthropologist en 1986, los escritos cientí- desarrollar una empatía con los monos, desafiaron
ficos de Dian Fossey “proveyeron a los antropólogos la actitud prevaleciente, que valoraba la objetividad
y zoólogos con la primera información precisa sobre y el desapego emocional como elementos esenciales
desarrollo del comportamiento y la organización de la “buena ciencia”. En estos casos, sin embargo,
social de los gorilas en la naturaleza” (Hausfater y la relación con los animales de estudio no fue una
Kennedy, 1986). Por ejemplo, ella fue la primera barrera, sino un paso esencial para un conocimiento
investigadora en notar que las hembras se trans- científico profundo.
fieren entre grupos y en documentar que los La empatía condujo a las tres primatólogas a
machos matan a los gorilas infantes para inducir el luchar por la conservación de las especies de
estro en las hembras: dos claves importantes en la grandes monos, todas en peligro por la caza furtiva,
dinámica social del gorila. Lo mismo que Jane destrucción del hábitat y crecimiento de la
Goodall en Gombe, Dian Fossey desarrolló en su población humana. Mientras que sus escritos y
sitio de estudio, Karisoke, el centro para investi- glamorosa carrera ayudaron a aumentar el
gación de campo en su área. conocimiento popular acerca de la naturaleza y el
Birute Galdikas se embarcó en su trabajo pio- apoyo a su conser vación, Jane Goodall estuvo satis-
nero entre los orangutanes en Borneo en 1971. fecha con concentrarse en la investigación y dejar el
Birute Galdikas tuvo un objeto de estudio más difí- trabajo de conservación directo a otros. Eventual-
cil. A diferencia de los chimpancés y los gorilas, los mente su actitud cambió como resultado de la ame-
orangutanes son mayoritariamente solitarios, lo naza directa a los chimpancés alrededor de su sitio
cual dificulta el estudio de sus interacciones sociales de estudio. Ella notó que “todavía era el mejor lugar
o habituarlos a la presencia de observadores en el mundo para mí. Pero comprendí que los
humanos. Son, además, los únicos monos arbóreos chimpancés me necesitaban de otra forma…y supe
grandes y a menudo viven en bosques pantanosos, y que tenía que usar el conocimiento que los chim-
esto hace que su búsqueda y seguimiento sean pancés me dieron para luchar por salvarlos” (Miller,
extremadamente dificiles. Sin embargo, con años de 1995). En la actualidad, Jane dedica mucho de su
paciente estudio, Birute Galdikas descubrió infor- tiempo a la educación y a la política de conser-
mación básica sobre la dieta de los orangutanes, vación, criticando la destrucción del hábitat, el
mapeó sus ámbitos de hogar y catalogó sus variadas comercio ilegal de chimpancés y el abuso de los
vocalizaciones. Ella agregó mucho a lo poco que se chimpancés en la investigación médica.
conocía acerca de la vida social de este mono, docu- Birute Galdikas también ha estado activamente
mentando los algunas veces prolongados cortejos involucrada en la conservación. Desde sus primeros
entre machos y hembras, cuidado maternal y ban- años en Borneo ayudó a la rehabilitación de oran-
das juveniles errantes. El trabajo de Birute Galdikas gutanes que estaban en cautiverio para que se liber-
condujo a la creación de un centro de estudio que aran y los acompañó durante años en su reintroduc-
ha apoyado el trabajo de nuevas generaciones de ción en los ecosistemas de origen. Con el tiempo su
científicos. labor de conservación se enfocó más hacia la preser-
El éxito científico de estas primatólogas descan- vación del hábitat, la clave para la preservación de
só en parte sobre los nuevos métodos de estudio los orangutanes en el medio silvestre, y fue clave
que desarrollaron, que permiten a los investigadores para frenar la tala de bosques en su área de estudio,
estudiar los efectos de las diferencias individuales la reserva de caza Tanjung Puting. Galdikas tam-
324 sobre la dinámica social de grupo. Estos métodos bién ha trabajado para educar a los residentes
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locales, especialmente a los niños, acerca de los parque liderando patrullas armadas contra los
orangutanes y la necesidad de protegerlos, recur- cazadores furtivos. Su asesinato en 1985 fue moti-
riendo a las tradiciones locales de respeto por esta vado probablemente por sus actividades anti-caza
“gente del bosque” (el significado de la palabra furtiva. En 1985 Dian Fossey había abandonado la
orangután en Indonesia). colección de datos y se había dedicado tiempo com-
Dian Fossey no se dio el lujo de esperar para pleto a la conservación activa. Sus métodos y su
transformarse en conservacionista. Como muchos renuncia a la ciencia fueron criticados por algunos,
otros científicos de campo, vio cómo su objeto de pero otros vieron sus esfuerzos como esenciales,
estudio era destruido frente a sus ojos. En este caso, incluso heroicos, para salvar a una población al
los gorilas de montaña estaban siendo asesinados borde de la extinción. Dian Fossey tuvo sus priori-
para capturar infantes para los zoológicos europeos dades en orden: “cuando trabajas con cualquier tipo
y para colectar trofeos de cabezas y manos. También de especie rara, la primera prioridad es trabajar por
los gorilas estaban muriendo accidentalmente en las su protección. La ciencia es necesaria sólo secun-
trampas de los habitantes locales para cazar dariamente” (Morell, 1986).
antílopes, a la vez que los granjeros y su ganado Las contribuciones de estas tres científicas son,
estaban reduciendo y degradando permanente- en realidad, triples. Primero, ellas han creado un
mente su hábitat dentro y fuera del parque. Con impresionante cuerpo de conocimiento sobre las
alrededor de sólo 600 gorilas de montaña rema- especies que constituyen nuestros parientes biológi-
nentes en dos poblaciones aisladas, esta subespecie cos más cercanos. Segundo, lograron que la comu-
de gorila es la más amenazada de los grandes nidad internacional tomara conciencia acerca de la
monos. Dian Fossey publicitó el destino de sus condición de amenaza para estas especies y asum-
gorilas en presentaciones públicas alrededor del ieron una posición eminentemente activa y de sacri-
mundo y pidió al gobierno de Ruanda y a organis- ficio en nombre de los monos. Por último, ellas
mos internacionales colaborar en su protección. proveen un modelo para la mujeres jóvenes, cientí-
Pero, frente a la relajada aplicación de las reglas del ficas y estudiantes a través del mundo, inspirán-
parque, ella también practicó lo que llamó “conser- dolas para enriquecer el mundo científico y la con-
vación activa”: destruir las trampas de los cazadores servación de la biodiversidad con sus propias
furtivos, balear al ganado que pastaba dentro de contribuciones.
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El valor de la diversidad biológica Resumen
Para discutir
1. ¿Quiénes son, por un lado, las personas más afectadas y, por otro lado,
quiénes son los principales agentes de los cambios ambientales que ocur-
ren en su pueblo o región? ¿Qué nociones éticas podrían atenuar tales
problemas y conducir hacia un mundo más equitativo para los diversos
seres humanos y las demás especies biológicas?
Lecturas sugeridas
L
a conservación biológica y el bienestar social son comple-
mentarios, no opciones contrapuestas, como generalmente se
presentan. Numerosos casos expuestos en los capítulos anteri-
ores sustentan esta noción que modifica la perspectiva de una
supuesta disyuntiva entre desarrollo y conservación. Este libro demuestra
que confrontamos una gran crisis, tanto ecológica como social. Las
causas de esta crisis ecosocial parecen derivar precisamente de la diso-
ciación entre los sistemas sociales y ecológicos y, por lo tanto, las solu-
ciones podrían surgir de la reconexión de estos sistemas.
La valoración múltiple de los ecosistemas y las aproximaciones inter-
disciplinarias de la conservación biológica permiten considerar los víncu-
los entre la diversidad biocultural y las complejidades socio-políticas
involucradas en los problemas sociales y ecológicos de Latinoamérica. En
este capítulo examinaremos diversos casos y perspectivas ofrecidas en los
capítulos anteriores, con el fin de integrar y proponer aproximaciones
que den cuenta de las interrelaciones entre los problemas sociales y
ecológicos y que, a su vez, procuren establecer programas de conser-
vación que atiendan tanto al bienestar humano como al de otros seres
vivos.
¿Cuáles son los desafíos de la conservación en servación consiste en articular esos dos campos,
América Latina para el siglo XXI? Podría dudarse ofreciendo medidas de protección que se comple-
que la pregunta sea válida preguntándose si existe menten con las estrategias de desarrollo, por ejemp-
una agenda regional y si presenta particularidades lo, integrando la preservación de la biodiversidad en
propias. La respuesta es afirmativa: el continente un estilo de desarrollo sustentable. Se necesitará
presenta atributos ecológicos propios que requieren mejorar la sensibilidad social, entender las deman-
acciones de conservación específicas. Esas particu- das de los campesinos y empresarios, fortalecer el
laridades no se limitan a los muy promocionados sentido ciudadano en la búsqueda del bien común y
ambientes tropicales, puesto que también existen potenciar los campos políticos democráticos, donde
los ambientes marinos, las zonas áridas, los bosques la sociedad discuta y analice cómo manejar y dis-
y las estepas templadas y frías australes o las áreas tribuir sus recursos naturales.
montañosas, así como muchos otros ecosistemas. Un segundo plano de tensiones se centra entre
En esta compleja asociación de ecosistemas se la tarea del científico y el compromiso del militante
encuentran naciones que los están usando bajo conservacionista. Muchas veces al amparo de la
estrategias productivas que también poseen una neutralidad científica se ha abusado de estudios
identidad propia. Sea por los atributos ecológicos como listas de fauna y flora, contribuyéndose muy
como por los políticos y sociales, es ineludible dis- poco a las medidas de conservación para preservar
cutir los desafíos de la conservación en el conti- esas especies. La biología de la conservación
nente. enfrenta decididamente esta cuestión, vinculando
Estos desafíos se mueven en un campo de ten- las investigaciones con las actividades necesarias
siones entre diversas perspectivas que es necesario para la conservación. Esa militancia podrá ser de
reconocer. muy distinto tipo, desde artículos de divulgación en
En un primer plano se observan en las tensiones la prensa hasta la palestra de un discurso público.
entre la conservación y el desarrollo. Muchos sec- La acumulación de información científica es indis-
tores latinoamericanos siguen viendo a las consid- pensable para la conservación y es urgente en
eraciones ambientales como una restricción al América Latina, dados sus déficits, pero por sí sola
desarrollo y un impedimento a los procesos produc- no genera estrategias de conservación. En este caso
tivos. Considerando la extensión de la pobreza en el biólogo de la conservación latinoamericano
América Latina, la desigualdad social, los atrasos deberá buscar sus equilibrios entre los requerimien-
en educación o salud y los problemas de empleo, las tos de conocimientos originales y las acciones
demandas del desarrollo son enormes. Por lo tanto, urgentes de conservación.
las presiones en este nivel son muy fuertes y oscilan Un tercer nivel de tensiones más interno se
entre la prédica por medidas ambientales que enfa- encuentra dentro de las propias disciplinas científi-
tizan las prohibiciones (de donde su efectividad es cas envueltas en la conservación. Éstas incluyen
baja) al extremo donde todo vale (continuándose concepciones y modelos que pueden estar en
con los estilos de desarrollo tradicional y dejando a pugna, tal como en el caso de la consideración de
la conservación como un mero enunciado de las comunidades como entidades reales que poseen
aspiraciones). El desafío para los biólogos de la con- una evolución sucesional determinada o como sim- 645
ples agregados de especies individuales. Las implica- tradiciones milenarias que pueden complementar
ciones de seguir una u otra concepción en la conser- la aproximación científica. En cualquier caso, per-
vación pueden ser muy distintas; por ejemplo, una manece la certeza que no se puede permitir la extin-
interpretación de la sucesión ecológica como un ción de una especie y que ésta constituye un fin
proceso lineal determinado motivaría prácticas de último de un biólogo de la conservación.
restauración entendidas como la recuperación de Los desafíos que nos aguardan son inmensos, y
estadios perdidos en la marcha de la comunidad. La los equilibrios para avanzar en ellos son delicados.
experiencia demuestra que estas concepciones revis- Ni más ni menos que en otros órdenes de la vida.
ten un carácter provisorio: es el mejor conocimien- La biología de la conservación es ciencia y debe
to con el que se dispone en un momento dado. El mantener esa base científica con la mayor rigurosi-
peligro reside en confundirse y creer que el modelo dad posible. Pero es más que ello. Requiere tam-
de moda es la verdad. El biólogo de la conservación bién: (1) humildad para entender las propias limita-
en América Latina debe estar muy atento a ello, en ciones de esa ciencia y escuchar respetuosamente
especial cuando esos modelos son desarrollados otras formas de conocimiento, como las que ofre-
en gran medida en otros países, para otros tipos de cen las comunidades locales; (2) osadía, para
ecosistemas. El desafío consiste en moverse en un defender esas ideas ante la opinión pública y las
campo donde se enfrentarán distintos grados de reparticiones gubernamentales; y sobre todo, (3)
incertidumbres, con los que habrá que convivir. una obstinada perseverancia en el trabajo y con-
También exige atender a otros conocimientos, tinuidad en los proyectos en el largo plazo para
como los saberes locales indígenas o campesinos lograr la conservación de la riqueza biológica del
que ofrecen una valiosa información encerrada en continente.
(A)
659
Recuadro XXII.2. Historia natural LOCAL y ciencia ecológica
UNIVERSAL: los sistemas semillas-granívoros en desiertos de
Sudamérica y Norteamérica
Luis Marone
Javier López de Casenave
Víctor R. Cueto
El ecólogo, como cualquier ser humano, tiene una oriental. La monterita de collar (Poospiza torquata),
percepción de la naturaleza con ineludibles compo- emberízido común en el Monte central, consume
nentes subjetivos. Las consecuencias de esta subje- fundamentalmente semillas en otoño-invierno, al
tividad en el estudio de los ecosistemas merecen un igual que otras especies de esa familia. Pero, a dife-
atento análisis epistemológico. La observación cien- rencia de otros emberízidos del área que comen
tífica debe ser intersubjetiva, es decir, todo dato semillas del suelo, la monterita es un granívoro pre-
debería poder ser registrado por más de un obser- dispersivo que come sobre las panojas de gramíneas.
vador (Pickett et al., 1994). Así, la comunidad cien- Por lo tanto, si P. torquata fuera considerada
tífica reduce los sesgos individuales de sus miem- granívora terrícola, el consumo de semillas sobre el
bros, evaluando la calidad de sus enunciados suelo por el conjunto de las especies de aves
observacionales y eliminando los que están equivo- granívoras sería sobrestimado. Usando cálculos
cados (tales como aquellos que no expresan una bioenergéticos (López de Casenave, 1999) la
correspondencia con los hechos). Sin embargo, sobrestimación promedio para diez inviernos habría
aunque establecer hechos en la naturaleza requiere sido de un 32%, superando el 100% en algunos de
observaciones detalladas, a veces esas observaciones ellos (en 1988 y 1997). El análisis de la historia na-
se suponen correctas sin suficiente corroboración o tural de las aves del Monte permite, en cambio,
evaluación crítica. Si esas distorsiones se introducen postular una relación realista entre la abundancia de
en cadenas inferenciales (por ejemplo, un experi- semillas y consumidores, ya sea eliminando a
mento) el error original se propaga irremediable- P. torquata de las estimaciones de impacto sobre el
mente. banco de suelo (Marone et al., 1998) o sugiriendo
Tales distorsiones pueden ser introducidas por un mejor estimador de disponibilidad de semillas
preconcepciones teóricas, muchas veces importadas para la P. torquata (tal como sólo semillas en pie).
de otros sistemas y, por lo tanto, insuficientemente Las hormigas granívoras del género Pogono-
evaluadas frente a la nueva situación empírica. Un myrmex, comunes en desiertos americanos, ofrecen
ejemplo de esto queda ilustrado por la confusión otro ejemplo de cómo las observaciones erróneas de
entre granívoros predispersivos (que consumen la historia natural pueden afectar la interpretación
semillas sobre las plantas) y posdispersivos (que de los experimentos. La tasa de remoción de semi-
consumen semillas en el suelo). Esta confusión llas por hormigas ha sido estimada en varios desier-
surge, en ciertos casos, simplemente porque el com- tos del mundo usando un experimento clásico,
portamiento de alimentación de los animales se aunque importado, donde se ofrecen semillas en
supone, sin más, a partir de su estado taxonómico cebaderos ubicados sobre el suelo. Un supuesto
(por ejemplo, todas las aves de la familia Embe- restrictivo de estos experimentos es que la tasa
rizidae o las hormigas del género Pogonomyrmex son de remoción en cebaderos simula la tasa natural de
granívoras terrícolas). Hemos estudiado el posible consumo. Cuando realizamos un experimento
impacto de las aves granívoras sobre las reservas de de esas características en el Monte, nos sorprendió
semillas en el Desierto del Monte, una región que la baja frecuencia de individuos de Pogonomyrmex
corre al pie de la Cordillera de los Andes, desde el en los cebaderos. Seguramente influenciados por
660 extremo noroeste de Argentina hasta la Patagonia preconcepciones teóricas importadas, esperábamos
que estas hormigas iban a ser muy frecuentes, dado Un ejemplo un tanto diferente acerca del efecto
que son granívoros estrictos que remueven muchas de las observaciones imprecisas sobre las cadenas de
semillas en los experimentos de Norteamérica. El razonamientos lo brindan los estudios sobre dieta
resultado obtenido nos indujo a estudiar mejor el de aves. En el Monte, algunas especies como Elae-
comportamiento alimentario de las Pogonomyrmex: nia albiceps (Tyrannidae) suelen tener grandes can-
observaciones preliminares sugieren que cosechan tidades de semillas en sus tractos digestivos (por
una importante proporción de semillas sobre las ejemplo, del género Lycium). Pero estas semillas no
plantas de gramíneas en el Monte. Debimos son consumidas per se sobre las plantas o el suelo,
entonces desprendernos de aquellas preconcep- sino que son incorporadas al consumir frutos
ciones y estudiar la historia natural de las hormigas carnosos enteros. Confundir frugivoría con
para poder interpretar mejor nuestros experimen- granivoría conduce a conformar equivocadamente
tos. el conjunto de especies granívoras y, como se vio en
Esta experiencia deja también enseñanzas sobre el caso de la P. torquata, este error se propaga a lo
la importancia del análisis metodológico para inte- largo de las cadenas inferenciales.
grar el conocimiento ecológico (véase Pickett et al., Los ecólogos y biólogos de la conservación
1994). Las tasas experimentales de remoción de aumentaremos la probabilidad de alcanzar resulta-
semillas en desiertos con diferentes proporciones de dos significativos si somos capaces de evaluar críti-
hormigas que se alimentan sobre las plantas y sobre camente nuestros enunciados observacionales, com-
el suelo podrían variar no sólo porque las hormigas binando experimentos cuidadosamente diseñados
difieren en su importancia como granívoros entre con largos períodos de observación de la historia
desiertos, sino también como consecuencia de natural de las especies en los sistemas que estudi-
sutiles diferencias en la historia natural de los amos y procuramos conservar (W. Resetarits, en
ensambles. Roush, 1995).
661
Conservación y sociedades humanas En la escuela resulta sencillo salir de la sala de clases para observar el
vecindario donde pueden realizarse actividades de dibujo, descripción,
formulación de preguntas o reflexiones acerca de las casas, plazas, jar-
dines, árboles en las avenidas, líquenes que crecen sobre los troncos de
los árboles, arroyuelos donde se pueden también tomar muestras de agua
para observar bajo la lupa los diversos protozoos, algas o invertebrados.
El conocimiento que emana de estas actividades simples y la sensibi-
lización frente a la belleza y diversidad del mundo natural –donde los
seres humanos somo sólo una especie entre millones—constituye una
experiencia crucial para una conservación biológica perdurable.
En la universidad pueden realizarse, con bajo costo, excursiones para
reconocer y describir las especies, hábitats, comunidades biológicas, eco-
sistemas y hábitos de vida de las poblaciones humanas regionales. Este
tipo de observación directa del entorno biótico, cultural y social es tan
estimulante y esencial a nivel universitario para la sensibilización, com-
prensión y cuestionamiento científico, como lo es la exploración a nivel
escolar. Además, las organizaciones naturalistas, las comunidades indíge-
nas y otras personas interesadas en la conservación pueden sumarse a
estas experiencias. La participación de académicos y estudiantes con la
comunidad posibilita la experiencia de desentrañar ciclos de vida, diversidad
de formas de vida y de interacciones entre ellas en su conjunto. Esta experi-
encia participativa puede inspirar el accionar político, social, económico,
antropológico, legal o filosófico con mayor arraigo en las refinadas y
múltiples tramas de la diversidad biológica y cultural (Rozzi, 2000).
Es necesario integrar también la diversidad del paisaje, considerando
en los esfuerzos de la conservación biológica tanto los “ecosistemas prísti-
nos” como los “ecosistemas antrópicos”. Robin Chazdon (1998) ha enfa-
tizado la importancia que tienen los bosques secundarios para la conser-
vación de los bosques tropicales. Bosques primarios y secundarios se
complementan en la actual matriz del paisaje latinoamericano y deben
complementarse también en los esfuerzos de conservación en esta región
(Figura XXII.9)
Es necesario comprender también la íntima conexión entre los eco-
sistemas y los conocimientos locales. Tal como en los pueblos recolec-
tores del Chocó (Recuadro XX.3) o los extremos latitudinales de
América (Recuadro X.2), el conocimiento acerca de las plantas está li-
gado al momento y lugar donde se colectan los frutos, el conocimiento
científico está también indisolublemente ligado a los ecosistemas y los
contextos culturales donde se ha generado (Rozzi, 1999). Las particula-
ridades de las situaciones locales pueden permanecer ocultas cuando son
analizadas con la mirada de modelos o métodos que se presentan como
universales, pero que en realidad también están circunscritos a sus
lugares natales.
¿Qué hubiera ocurrido sin en vez de masificar el ganado bovino, éste
se hubiera combinado con el manejo de las poblaciones de ñandú y de
camélidos en las pampas argentinas? ¿Qué ocurriría si en vez de instalar
las plantaciones monoespecíficas de eucalipto se manejaran los bosques
662 nativos del sur de Brasil? ¿Qué ocurriría si además de aprender los méto-
XXII. Desafíos para la conservación
biológica en Latinoamérica
(A)
La ciencia y la sociedad son dinámicas, pero el cam- centros. Estas ideas y aproximaciones “importadas”
bio histórico no niega la responsabilidad presente. a los países latinoamericanos pueden ser muy útiles,
Así, laboriosamente y con decisión, nos motivadoras y beneficiosas. Sin embargo, no siem-
empeñamos en integrar práctica y teoría en la pre es así. Cada país, provincia, ciudad o zona rural
biología de la conservación. Abiertos a una perma- de América Latina presenta circunstancias únicas y
nente revisión crítica del conocimiento y rediseño muy distintas a aquellas de los países mencionados
de los programas de investigación, educación, legis- arriba con respecto a la política, la sociedad, la his-
lación, protección y manejo de ecosistemas, hemos toria, la biología y otros aspectos de la historia na-
expuesto aquí lo que percibimos sinceramente tural y la manera de percibir e interactuar con el
como algunos de los problemas más urgentes que medio ambiente. Se deduce que ustedes, los lectores
confrontan los paisajes biológicos y culturales. de este texto, no deben seguir acríticamente la
Exploramos a la vez posibles respuestas a tales sabiduría convencional, los modelos “universales”
desafíos y las acciones que pudieran implementar del campo de la biología de la conservación. Es
tales respuestas en el diversificado mosaico del Con- imprescindible, en cambio, desarrollar cuidadosa-
tinente Americano. En este esfuerzo nos parece mente perspectivas y acercamientos a la biología de
imprescindible rescatar, respetar y enfatizar el valor la conservación arraigados en los contextos ecológi-
de los “puntos de vista” locales, en regiones rurales, cos y culturales locales, donde los ojos, los oídos y
áreas protegidas, comunidades indígenas y también los cerebros están familiarizados con estas reali-
en las comunidades multiculturales de los centros dades. En este sentido, la habilidad de observar y
de investigación y de toma de decisiones políticas pensar facultan para proponer soluciones o caminos
en la urbe. de manera independiente o conjuntamente con
En primer lugar, debemos reconocer que otros colegas latinoamericanos y extranjeros. Sele-
muchos de los conceptos, aproximaciones, prácticas ccionen lo más apropiado de la gran cantidad de
y políticas de la biología de la conservación contem- acercamientos a la biología de la conservación y
poránea han sido planteados en los países indus- modifíquenlo según las particularidades locales, o
trializados de las regiones templadas del Hemisferio según éstas planteen acercamientos innovadores. En
Norte y Australia. Tales países presentan una histo- los otros recuadros ya han encontrado a muchos
ria más larga en este campo y ofrecen mayores opor- profesionales latinoamericanos que lo han hecho.
tunidades de empleo como biólogo de la conser- La aproximación planteada en el Recuadro
vación y para la publicación de estudios o teorías; XVIII.1 está dirigida a la indagación de los
además, existe una mayor cantidad de personas tra- entornos locales y regionales. ¿Qué deseamos con-
bajando en esta área, gran número de programas servar?: los paisajes, los seres vivos que habitan en
académicos, políticas y ministerios involucrados en ellos y sus interacciones. ¿Quiénes son las personas
la conservación y un apoyo financiero que lo per- más familiarizadas con estos entornos y que, por lo
mite. Muchos profesionales de la conservación tanto, podrían percibir los problemas de conser-
biológica en América Latina han realizado estudios vación con una mayor agudeza enraizada en las his-
en centros académicos de Europa o Norteamérica, o torias de convivencia con aquellos paisajes?: cierta-
664 han basado sus cursos en textos preparados en tales mente los miembros de las comunidades locales,
quienes en su gran mayoría no son biólogos de la que enfatizan el sentido común y la habilidad de
conservación certificados. En este escenario, el ciclo pensar, las inquietudes de los lugareños conducirán
de indagación planteado en el recuadro XVIII.1 a preguntas, indagaciones y aplicaciones más ade-
permitiría una integración entre las preguntas y for- cuadas a dicho paisaje. Nosotros, los biólogos de la
mas de exploración traidas desde fuera por los bió- conservación, no tenemos todas las respuestas; ni
logos de la conservación y aquellas preguntas y siquiera tenemos todas las preguntas.
conocimiento tradicional cultivado por las comu- La biología de la conservación, como toda cien-
nidades locales (Feinsinger, 2001). cia, es social. Su historia ha influido sobre, a la vez
Este tipo de indagación conjunta debiera con- que ha sido influida por, cambios en las perspectivas
ducir a nuevas formas de exploración, nuevos sociales y políticas. Aquello que observamos hoy ha
ensayos, nuevos modos de relación. Esto exige que sido estructurado por aquella azarosa deriva históri-
los biólogos de la conservación aprendamos a ca, por nuestros peculiares modos de entrenamiento
escuchar, a abrir primero los oídos a las preguntas y académico y por las sociedades en que nos ha toca-
conocimientos locales y evitar actitudes de arrogan- do vivir. En este libro hemos enfatizado temas que
cia académica. A través de la indagación realmente han parecido relevantes a los autores y editores, a
participativa podrán formularse preguntas contesta- colegas de la biología de la conservación en América
bles sobre el terreno acerca de la diversidad biológi- Latina y otras regiones, y esperamos que también a
ca, procesos ecológicos y modos de relación de las los diversos lectores de este texto. Si este libro
poblaciones humanas con los ecosistemas. Se hubiera sido escrito hace 50, o aún hace diez años
podrán ensayar preguntas en escalas históricas de las atrás, habría enfatizado temáticas muy distintas, y
tradiciones orales y registros complementarios acer- estamos seguros que dentro de cinco décadas los
ca de cambios en el paisaje. A través de una práctica futuros lectores se reirán al mirar la tabla de con-
conjunta del Ciclo de Indagación u otros métodos tenidos y muchos de los enfoques.
Resumen
670
Sección V
Aplicaciones prácticas
XV. Establecimiento de áreas protegidas
Richard Primack
Ricardo Rozzi
Peter Feinsinger
L
a protección de hábitats es la manera más efectiva para preservar
la diversidad biológica. Un paso crítico para la conservación de las
comunidades biológicas es el establecimiento de áreas protegi-
das legalmente, gobernadas por leyes y reglamentos que permi-
tan diferentes grados de uso tradicional y/o comercial por la comunidad
local, uso recreativo, investigación científica y preservación del hábitat.
Para asegurar que una vez establecidas las áreas protegidas alcancen su
propósito, es necesario generar poder político y recursos financieros con-
siderables.
La mayor parte de las primeras áreas protegidas se establecieron para
proteger cuencas hidrográficas que aseguraban la provisión de agua para
la agricultura y los asentamientos humanos, o como lugares escénica-
mente atractivos (Figura XV.1). El énfasis en el papel de las reservas en
la conservación de la biodiversidad es reciente. Las áreas protegidas
pueden establecerse de diversas formas, pero los mecanismos más
comunes son la acción del gobierno (a menudo a nivel nacional, pero
también a niveles internacional, regional y local) y la adquisición de ter-
renos por organizaciones de conservación o por particulares. Si bien la
legislación y la compra del terreno no aseguran su preservación, consti-
tuyen un fundamento para lograrlo.
Las áreas protegidas también se han establecido por iniciativa de
sociedades tradicionales que desean mantener sus modos de vida o
preservar sus tierras. En países tales como Colombia, Bolivia, Estados
Unidos, Canadá y Malasia los gobiernos nacionales han comenzado a
reconocer los derechos de las sociedades tradicionales. Tal reconocimien-
to ha ocurrido frecuentemente después de conflictos legales seguidos por
la prensa. En muchos casos la lucha por de los derechos locales ha provo-
cado violentas confrontaciones (a veces con pérdida de vidas) con las
autoridades de gobierno que pretenden imponer proyectos de desarrollo
(Gadgil y Guha, 1992; Western et al., 1994).
419
Aplicaciones prácticas
CUADRO XV.1. Áreas protegidas y manejadas en diversas regiones geográficas del mundo.
aproximación, debido a que algunas veces las leyes que protegen los par-
ques nacionales y los santuarios de la naturaleza no se aplican en la reali-
dad; por el contrario, algunas secciones de áreas manejadas que no están
técnicamente protegidas, están cuidadosamente protegidas en la prácti-
ca. Así, la incerteza acerca del número y tamaño de las áreas protegidas
proviene de los diferentes estándares usados y del grado de protección
real sobre un área designada. La cobertura de las áreas protegidas varía
ampliamente entre países. Por ejemplo, dentro de Latinoamérica los por-
centajes de área protegida varían entre un 27% en Costa Rica, 18% en
Chile, 8% en México y un 0.24% en El Salvador.
El establecimiento de áreas protegidas ha aumentado en este siglo y
alcanzó su máximo en los años setenta y principios de los ochenta (Figu-
ra XV.2). La disminución durante los ochenta refleja la disminución de
la voluntad política de los ciudadanos y gobiernos para designar más
422 áreas protegidas, junto a la noción que ya se habían creado suficientes.
XV. Establecimiento de áreas protegidas
Las áreas protegidas no podrían llegar a cubrir un gran porcentaje de la Figura XV.2. Número (línea) y área
superficie terrestre, (quizás sólo entre el 7 y el 10%), debido a que otras (barras) incorporada en nuevas áreas pro-
necesidades de la sociedad humana exigen usos intensivos de la tierra. tegidas creadas en intervalos de cinco años.
Muchas áreas protegidas se ubican en terrenos considerados de escaso (Según McNeeley et al., 1994).
valor económico, como laderas volcánicas, cumbres montañosas, desier-
tos o glaciares (Recuadro XV.1).
La conservación marina ha quedado muy postergada respecto a la
terrestre (Agardy, 1997). La determinación de provincias biogeográficas
para el ambiente marino es mucho más difícil que para el terrestre,
debido a que es menos conocido, los límites son menos definidos y la
dispersión de larvas y adultos es más amplia (Grassle, 1991). Los científi-
cos han descrito 40 provincias marinas, utilizando una combinación de
la distribución de animales marinos relacionados (costa, bancos de arena,
océano) y de las propiedades físicas que afectan su ecología y distribu-
ción (corrientes, temperatura) (Hayden et al., 1984).
Se están realizando esfuerzos internacionales urgentes para proteger
la diversidad biológica marina en cada una de estas provincias biogeográ-
ficas, estableciendo parques marinos comparables a los parques terrestres
(Kenchington y Agardy, 1990), tales como la Reserva Marina Hol Chan
en Belice, valiosa para la creciente industria del ecoturismo. Se han crea-
do más de 1 300 áreas protegidas marinas y costeras en el mundo, que
cubren en total cerca de 800 000 km2 (Agardy, 1997). La mitad de esta
superficie corresponde a las tres áreas protegidas marinas: el Parque
Marino de la Gran Barrera de Arrecifes en Australia, el Parque Marino de
Galápagos y la Reserva del Mar del Norte de Holanda. Cerca del 25% de
las 300 reservas de la biósfera internacionalmente reconocidas incluyen
hábitats costeros o estuarinos (Ray y Gregg, 1991). La protección de los
viveros de especies de invertebrados y peces comerciales y el mantenimien-
to de áreas para recreación y pesca están entre las principales razones 423
Aplicaciones prácticas económicas para el establecimiento de estas reservas. Desafortunada-
mente, muchas de ellas sólo existen en el papel y reciben poca protección
contra la sobreexplotación y la contaminación. La regulación de la
cosecha de peces que migran en aguas internacionales es compleja y la
contaminación del agua puede dañar áreas costeras extensas y mares
cerrados (Norse, 1993).
Una pregunta antigua en el ámbito de la biología de las zonas de borde con otros ambientes no protegi-
la conservación es: ¿cuánta área es necesario prote- dos. Mientras más pequeñas y aisladas sean las
ger para salvaguardar en forma efectiva el patrimo- reservas, serán más afectadas por flujos ecológicos
nio biológico de una región o un país? Ha habido que provienen de la matriz no conservada (por
muchos intentos de responder esta pregunta de ejemplo, invasión de especies exóticas, contami-
manera general, usando como herramienta los pre- nantes químicos, acceso de cazadores furtivos,
ceptos de la teoría de biogeografía de islas (Harris, incendios, etc.). La alternativa más favorable al
1984). De acuerdo con esta relación teórica entre objetivo de conservar la biodiversidad (tal como
el número de especies y el área en una región, al una gran reserva continua) es a menudo impractica-
menos un 10% de la extensión original de hábitat ble porque los territorios más ricos están ocupados
natural debería mantenerse para conservar el 50% por ciudades o caminos, o son utilizados con fines
de las especies presentes originalmente en ese hábi- productivos desde hace mucho tiempo.
tat (Soulé y Sanjayan, 1998). Existen, sin embargo, En consecuencia, es necesario conocer en
numerosas complicaciones con este guarismo. Por detalle la distribución de las áreas protegidas en la
un lado, este 10% de hábitat silvestre puede estar región, su geometría e interconexión mediante
repartido de muchas maneras: una sola área continua, corredores de hábitat. Asimismo, a medida que
varias áreas pequeñas discontinuas, dos grandes blo- mejores datos de inventarios biológicos están
ques conectados, etc. La distribución espacial, frag- disponibles, la ubicación de las áreas protegidas (en
mentación y forma de las áreas protegidas determi- especial aquellas con mayor concentración de diver-
nan su utilidad con fines de conservación. Si se sidad biológica, con mayor representación de tipos
quiere conservar especies que habitan grandes terri- de comunidades, especies endémicas y en estado de
torios, una gran cantidad de áreas pequeñas pueden conservación crítico) condiciona la efectividad del
ser insuficientes para prevenir su extinción. Por otro sistema de reservas.
lado, si muchas especies tienen ámbitos de hogar El sistema de áreas silvestres protegidas de Chile
circunscritos, numerosas áreas protegidas pequeñas es citado como un ejemplo de conservación en
deberían encontrarse conectadas por corredores de Sudamérica, considerando la gran proporción de su
hábitat para servir a su propósito. Otros problemas territorio destinada a parques y reservas: cerca de
relevantes incluyen la pérdida de hábitats interiores un 20%. Como referencia, Costa Rica, protege un
424 en pequeñas reservas y la sobre-representación de 12% de su territorio, y el promedio de protección
Regiones Administrativas de Chile en el ámbito regional de los bosques templados,
su latitud media en la costa oeste de Sudamérica, la superficie cubierta por plantaciones comerciales
(Pinus radiata y Eucalyptus spp.) como indicador de intensidad de uso actual, el número de
géneros leñosos totales y endémicos como un índice de la distribución de biodiversidad, y la pro-
porción del área total regional protegida en Parques y Reservas (PR) correspondiente a cada latitud.
Región Latitud Sur Plantaciones forestales* Géneros leñosos Géneros % del área total
(ha x103) endémicos en PR
en países latinoamericanos es inferior al 5%. Es latitudes más septentrionales y hábitats más esta-
posible evaluar la efectividad del sistema de áreas bles, ubicados en la Cordillera de la Costa, particu-
protegidas de Chile tomando en consideración el larmente entre 36-40°S (Villagrán, 1995). Muchas
conocimiento actual sobre la distribución de la especies endémicas cuya distribución no se extiende
riqueza y endemismo florístico de los bosques tem- más de un grado de latitud sobreviven en la zona
plados, al sur de los 35° (Armesto et al., 1992; costera entre 38-39° S (tales como Gomortega keule,
Arroyo et al., 1996). En esta región existen 59 par- Nothofagus alessandrii, Pitavia punctata). Las zonas
ques y reservas que totalizan aproximadamente 13 biológicamente más ricas del bosque templado aus-
millones de hectáreas protegidas, lo que representa tral están en gran medida fuera del extenso sistema
un 32% del territorio sobre 35°S de latitud. Sin chileno de parques y reservas, coincidentes con
embargo, es notorio que la repartición de los par- áreas de intenso uso agro-forestal, así como con
ques y reservas en el ámbito regional está sesgada mayor concentración urbana (Armesto et al.,
hacia latitudes altas (sobre 43°), donde encon- 1998).
tramos un 90% del total de territorio protegido. La Las perspectivas de aumentar la representación
proporción de área regional protegida está inversa- de bosques en parques y reservas son limitadas
mente relacionada con la riqueza florística y debido a la creciente demanda por uso de bosques,
endemismo genérico de la flora leñosa de los suelos y agua, la tenencia privada de la tierra y la
bosques templados, que se concentra entre las lati- gran superficie en parques y reservas estatales. En
tudes 36 y 40° S (Armesto et al., 1998). consecuencia, áreas de alto endemismo y riqueza
Esto no es sorprendente. Por un lado, los par- florística seguirán críticamente amenazadas por las
ques y reservas han sido ubicados en áreas de escasa actuales tendencias de degradación y sustitución de
productividad o mayor estrés ambiental, seleccionadas bosques. El manejo de los ecosistemas fuera de los
por su belleza escénica (por ejemplo cumbres de parques y reservas será crítico para la sobrevivencia
volcanes), y en territorios remotos o inaccesibles de muchas especies únicas y de distribución
(por ejemplo los campos de hielo patagónicos). Por restringida. Es erróneo, entonces, suponer que los
otro lado, las reconstrucciones del paleoclima y la problemas de conservación de la biodiversidad se
vegetación durante el último período glacial (18-20 resuelven con un extenso sistema de parques y
mil años AP) sugieren que los bosques templados reservas. Para resolver esta incongruencia se requiere
fueron empujados por el avance de los hielos hacia impulsar la protección de tierras que mantienen
425
remanentes de vegetación nativa en áreas sometidas uso y conservación, similar al modelo de reservas
a manejo, a la vez que promover esfuerzos de extractivas aplicado en Brasil y Bolivia, puede susten-
restauración para conectar estas, a veces diminutas, tar gran parte de la biodiversidad (Smith-Ramírez,
áreas. El uso mixto de los paisajes con fines de pro- 1999). El apoyo a programas que refuercen el víncu-
ducción y conservación debe ser una meta en la lo entre la investigación científica y la educación
planificación del uso de recursos naturales. En tierras ambiental (Armesto et al., 1996) es una tarea urgente
indígenas, donde no es ético comprar o enajenar para que la conservación de la biodiversidad se
tierras para la preservación, una estrategia mixta de extienda mas allá de las áreas protegidas.
Si las áreas protegidas cubren sólo un pequeño porcentaje del área total
del mundo, ¿cuán efectivamente pueden preservar las especies? Las con-
centraciones de especies ocurren en lugares particulares en el paisaje: a lo
largo de gradientes altitudinales, yuxtaposiciones de diferentes forma-
ciones geológicas, zonas geológicamente antiguas y en lugares que tienen
abundancia de recursos naturales críticos, tales como corrientes y ojos de
agua en hábitats áridos, cavernas y árboles huecos que pueden ser usados
para anidar por algunas especies de aves, murciélagos y otros animales, o
afloramientos salinos que proveen nutrientes minerales esenciales
(Carroll, 1992; Recuadro XV.1).
A menudo el paisaje contiene grandes extensiones de tipos de hábitat
uniforme y sólo pequeñas áreas de tipos de hábitats raros. En este caso, la
protección de la diversidad biológica probablemente no dependerá
tanto de la preservación de grandes áreas del tipo común de hábitat, sino
de la inclusión de áreas representativas de todos los tipos de hábitat en
un sistema de áreas protegidas. Los recientes planes de manejo de conser-
vación para Sarawak, en la costa noroeste de Borneo, han enfatizado la
necesidad de distribuir nuevos parques nacionales con el objeto de cubrir
los tipos más importantes de vegetación y comunidades biológicas
426 (Kavanaugh et al., 1989). Los siguientes ejemplos ilustran la efectividad
potencial de las áreas protegidas de extensión limitada: XV. Establecimiento de áreas protegidas
Establecimiento de prioridades
Las mayores extensiones de bosques lluviosos tem- tos encontrados en estas regiones: el lobo (Canis lupus)
plados del mundo se encuentran en el sur de Chile en el Hemisferio Norte y el puma (Felis concolor
y en la costa noroeste del Pacífico, en Estados araucana) en el Hemisferio Sur (Figura V.1) han
Unidos (Alaback, 1991). Ambos ecosistemas com- sido considerados animales peligrosos, temidos y
parten historias geológicas y climas similares, al admirados. Tanto el lobo como el puma siguen sien-
extremo que tales factores han influenciado el do perseguidos y cazados, pese a estar clasificados
desarrollo de sus respectivas faunas (Meserve y como especies amenazadas (IUCN). Además, pocas
Jaksic, 1991). En ambas regiones la colonización áreas protegidas satisfacen los requerimientos de
humana ha estado asociada con extensos incendios grandes territorios para la supervivencia de estas
producidos para habilitar terrenos agrícolas, con especies (Mella y Simonetti, 1994). La conservación
desarrollo urbano intensivo, incendios y tormentas del puma y el lobo demandan, por lo tanto, esfuer-
de viento y, en décadas recientes, por la actividad zos fuera de las áreas protegidas, aun cuando experi-
forestal, originando con esto una dramática reducción encias recientes demuestran el papel fundamental de
de las áreas boscosas (Veblen y Ashton, 1978; estos depredadores como especies clave en el man-
Thomas et al., 1990). Esta destrucción acelerada de tenimiento de la estructura y composición de las
los ecosistemas de bosque ha repercutido fuerte- comunidades dentro de las áreas protegidas.
mente sobre un grupo particularmente importante El lobo fue completamente extirpado en
de los bosques antiguos: los depredadores, los cuales muchas regiones de Estados Unidos a principios del
cumplen un papel fundamental puesto que siglo XX y, recientemente, gracias a un programa de
mantienen el equilibrio de las poblaciones de her- reintroducción de grandes carnívoros, unas 30
bívoros y por lo tanto la salud del ecosistema. manadas de lobos vuelven a recorrer las Montañas
Los grandes depredadores despiertan sentimien- Rocallosas. Una nueva comprensión ecológica de la
429
función esencial que desempeñan los depredadores diferencias de flora y fauna entre los bosques tem-
dentro de las comunidades biológicas ha conducido plados del sur de Chile y de la costa noroeste de
a su revaloración (Pickett y Rozzi, 2000). Donde Estados Unidos, ambas regiones están habitadas por
los lobos fueron eliminados, las poblaciones de cier- especies de búhos moteados congenéricos: Strix
vos y otros ungulados aumentaron a tal punto que occidentalis en el Hemisferio Norte y Strix rufipes o
impedían la regeneración de la vegetación, alteran- concón en el Hemisferio Sur. La distribución,
do profundamente la fisionomía del ecosistema de abundancia y viabilidad de los búhos moteados
bosque; en vez de un bosque estructuralmente com- están ineludiblemente ligadas a la existencia de
plejo, con árboles y plántulas, arbustos y herbáceas, bosques maduros, de antiguo crecimiento y ambas
existía un ecosistema simplificado con sólo árboles especies, S. occidentalis y S. rufipes, presentan nota-
viejos y pasto (Coughenoury Singer, 1996). Afortu- bles similitudes respecto a las características estruc-
nadamente, algunas poblaciones de lobos han per- turales del hábitat utilizado, tamaño del ámbito de
sistido en Canadá y Alaska, como también en Asia y hogar y uso de presas (Thomas et al., 1990,
Europa. En los años ochenta algunos lobos alcan- Martínez, 1993, 1996; Martínez y Jaksic, 1996).
zaron el norte de los Estados Unidos y en 1986 se La edad del bosque y la incidencia de ocu-
registró la primera reproducción de lobos en Mon- pación por búhos están fuertemente correla-
tana. Ésta fue celebrada por los conservacionistas cionadas. En Oregon (en la costa noroeste del Pací-
como un augurio de recuperación de las pobla- fico) más del 93% de los sitios con presencia de
ciones. Pero una recolonización natural habría tar- búhos moteados corresponde a rodales de más
dado muchos años y la reintroducción de los lobos de 100 años de edad. El tamaño mínimo de los
en los ecosistemas era urgente. Así, en 1995 el ámbitos de hogar de las parejas de búhos moteados
Departamento de Vida Silvestre de Estados Unidos oscila entre 320 a 800 ha (Doak, 1989), depredan-
liberó en las montañas de Yellowstone e Idaho 66 do selectivamente sobre mamíferos arborícolas
lobos que fueron capturados en Canadá. Pese a su (ardillas, Glaucomys sabrinus) y trepadores (ratas
importancia en las interacciones ecológicas, su rein-
troducción no ha sido bien recibida por todos los
ciudadanos, en particular por los ganaderos,
quienes temen por la vida de su ganado. El debate
público generado al respecto ha puesto en evidencia
la fragilidad de la perspectiva conservacionista
frente al poder de los grandes rancheros.
Otros depredadores, aunque más pequeños que
los grandes carnívoros, también tienen requerimien-
tos especiales para su conservación: la presencia de
hábitats específicos. El búho moteado, por ejemplo,
representa un caso emblemático para la conser-
vación de los bosques antiguos. No obstante las
430
de bosque, Neotoma spp.). En Chile los búhos de superior a 100 años, cobertura del dosel superior a
bosque no habitan rodales con edades inferiores a 70%, árboles dominantes con diámetros superiores
los 100 años. Sus ámbitos de hogar oscilan entre a 28 cm, más de cinco tocones/ha que posean al
180 a 1 200 ha, variación que dependerá de si se menos 20 cm de diámetro, signos de decadencia
trata de bosque continuo o fragmentado. Estas aves tales como detritos leñosos en el suelo y árboles
depredan selectivamente sobre roedores y marsupiales emergentes con ramas rotas o pudrición central.
arborícolas (Irenomys tarsalis, Dromiciops gliroides) y Ambos búhos son similares respecto a sus
roedores trepadores (Olygorizomys longicaudatus). requerimientos de hábitat y también en cuanto a
La edad promedio de los árboles dominantes en que confrontan la acelerada pérdida de los bosques
rodales de crecimiento secundario es de 129 años, lluviosos templados, hecho que está reduciendo sus
mientras que en bosques de antiguo crecimiento es probabilidades de supervivencia (Martínez y Jaksic,
230 años. Un modelo general de la estructura del 1997). Junto al puma y al lobo, ilustran algunos de
hábitat utilizado por búhos de bosque, con inde- los complejos problemas para el establecimiento
pendencia del estado sucesional y de la composi- de áreas protegidas adecuadas para la conservación de
ción de especies arbóreas, incluye los siguientes ele- estas especies clave.
mentos: bosques multiestratificados, edad del rodal
434
requieren atención urgente e ilustran políticas gubernamentales que no XV. Establecimiento de áreas protegidas
funcionan en el terreno y deben modificarse; también detectan correla-
ciones entre los elementos abióticos y bióticos del paisaje y ayudan a la
planificación de parques a que incluyan diversidad de los ecosistemas,
sugiriendo sitios de búsqueda de especies raras.
Muchos de los animales tropicales migran altitudi- altitud) —en la mayoría de los casos en dos migra-
nalmente; sin embargo, los detalles de estas migra- ciones separadas— hacia dos localidades de hábitats
ciones son poco conocidos (Loiselle y Blake, 1991; de bosque de menor altitud en las pendientes del
Stiles, 1985). Las migraciones estacionales son muy Pacífico y del Atlántico de las montañas Tilarán.
importantes ecológicamente, puesto que generan Primero se movieron hacia abajo de la pendiente
interrelaciones entre las diversas comunidades de del Pacífico entre 1 000 y 1 400 m, donde per-
los ecosistemas montanos neotropicales. Así, la manecieron durante tres o cuatro meses en frag-
movilidad estacional debe constituir una consideración mentos de bosque sin protección. Luego retro-
fundamental para la conservación de los paisajes. El cedieron a través de su área reproductiva hacia las
quetzal, Pharomachris mocinno, es una de las localidades en la pendiente del Atlántico (entre 500
grandes aves frugívoras que realiza migraciones alti- y 1 000 m), donde permanecieron durante dos o
tudinales. Considerando los movimientos esta- tres meses. Posteriormente volvieron a su área de
cionales del quetzal, hemos evaluado el diseño de nidificación para una nueva temporada de repro-
una red de áreas protegidas de Costa Rica respecto a ducción.
su capacidad para proteger a los migrantes esta- Existen 11 zonas de vida (incluyendo los tres
cionales (Wheelwright, 1983). cinturones de transición) en Costa Rica sobre los
Para identificar los hábitats forestales necesarios 500 m, que constituye el límite de la distribución
para la supervivencia del quetzal, se rastrearon aves del quetzal (Holdridge, 1967). La población del
con radiotelemetría para determinar su ciclo anual quetzal se reproduce fundamentalmente en la zona
en las montañas Tilarán de Costa Rica. Se insta- vital del bosque lluvioso montano bajo. Esta zona
laron radiotrasmisores a los quetzales dentro de sus vital está bien representada en la Reserva de Mon-
áreas reproductivas en la Reserva de Bosque de teverde (57 km2) y en otras zonas de Costa Rica
Neblina de Monteverde y se monitorearon sus (1 578 km2, 46% del total de Costa Rica).
movimientos diariamente. Las localizaciones se La zona vital del bosque lluvioso premontano
graficaron sobre un mapa, registrando también su en la pendiente del Atlántico, ocupada por los quet-
comportamiento y fuentes de alimentación. zales durante la segunda parte de su migración
Se marcaron y monitorearon 26 individuos anual, también está representada en la Reserva
(incluyendo ocho recapturas) durante un período Monteverde (173 km2) y en Costa Rica (1 038
de tres años. Las aves marcadas migraron cada año km2, 23%). En contraste, las zonas de vida uti-
desde sus áreas de nidificación (sobre 1 500 m de lizadas por los quetzales en la pendiente del Pacífico 435
durante su primera migración —el bosque mon- vación de bosque con los propietarios de las tierras.
tano húmedo bajo y el bosque húmedo premon- Debido a que los hábitats de la pendiente del
tano— están muy pobremente representadas en la Pacífico están dedicados a la agricultura intensiva,
Reserva Monteverde (9 km2) y a través de Costa proponemos que la opción más viable para proteger
Rica (92 km2, 5%). suficiente hábitat dentro de estas zonas de vida es el
Los datos colectados sobre el uso de hábitat en estable- cimiento de una red de corredores
este estudio demostraron interconexiones biológicas alrededor de los fragmentos remanentes de bosque.
entre varios de los hábitats más importantes de Estos fragmentos podría proveer áreas críticas de ali-
Mesoamérica. La actual falta de protección de los mentación. Al mismo tiempo, la integración de los
hábitats de la pendiente del Pacífico provoca que fragmentos en una matriz de corredores facilitará la
los quetzales y otros migrantes altitudinales se participación de los propietarios en actividades que
reduzcan en número y eventualmente se extingan a promuevan la cooperación a través de sus tierras,
medida que los hábitats naturales remanentes de la debido a que, más que acciones aisladas de conser-
pendiente del Pacífico sean eliminados. Deben ha- vación, es imprescindible realizar un esfuerzo de
cerse esfuerzos para expandir la protección a estos grupo para expandir el hábitat existente para la con-
hábitats, a través de su inclusión en áreas protegidas servación de estas especies.
o mediante programas cooperativos de conser-
436
Representatividad (km2) de las zonas de vida montanas
(>500 m.s.n.m.) en la Reserva Monteverde y en las zonas protegidas de Costa Rica.
Aproximaciones internacionales
CUADRO XV.4. Países con la mayor cantidad de especies en los seis grupos
de organismos mejor conocidos.
Fuente: Conservation International. Los datos para mariposas son de Collins y Morris (1985)
y para las angiospermas son de Davis et al., (1986).
aLos números de especies de plantas corresponden a estimaciones.
439
Aplicaciones prácticas Africa: Los bosques montanos de Tanzania y Kenia, los grandes lagos y
la isla de Madagascar.
Áreas silvestres
Existen áreas extensas que han sido menos afectadas por la actividad
humana, tienen baja densidad poblacional y es poco probable que sean
desarrolladas en el futuro cercano. Éstos podrían ser los únicos lugares
sobre la Tierra donde los grandes mamíferos podrán sobrevivir en la natu-
raleza. Estas áreas silvestres pueden mantenerse como controles para
estudiar las comunidades naturales con mínima influencia humana. En
el trópico se han identificado tres extensas áreas silvestres que se consideran
como prioritarias para la conservación (Figura XV.6) (Conservation
International, 1990; Bryant et al., 1997):
África. Una extensa área de África ecuatorial centrada en Zaire tiene baja
densidad poblacional y hábitat no perturbado, e incluye grandes sectores
de Gabón, República del Congo y Zaire. La guerra y la carencia de con-
trol gubernamental previene la efectividad de las actividades de conser-
vación en partes de la región.
441
Aplicaciones prácticas mentados sobre la reproducción de 218 especies dentro de 2 827 parce-
las de 10 x 10 km que cubren toda Gran Bretaña, se analizaron tres posi-
bles sistemas de reservas, considerando su capacidad para proteger sitios
reproductivos de las aves, incluyendo sólo el 5% de las celdas. Estos tres
sistemas se crearon para proteger: (1) áreas que contienen la mayoría de
las especies, (2) especies raras (con distribución geográfica restringida) y
(3) una serie de áreas complementarias seleccionadas por la mayor combi-
nación de número de especies. Los resultados del análisis muestran que,
aunque la selección de áreas clave para las especies incluye un mayor
número de especies de aves por celda, se pierde el 11% de las especies de
aves raras. En contraste, seleccionando las áreas complementarias se logra
la protección de todas las especies de aves y se obtiene, probablemente, la
estrategia más efectiva de conservación. Las áreas complementarias
pueden seleccionarse de acuerdo con especies adicionales o hábitats
representativos que no están protegidos. La ventaja de este enfoque es
que cada área protegida adicional se agrega al conjunto de la diversidad
biológica protegida.
Prioridades nacionales
Resumen
Para discutir
Lecturas sugeridas
445
XVIII. Conservación fuera
de las áreas protegidas
Richard Primack
Ricardo Rozzi
Peter Feinsinger
Francisca Massardo
E
s imprescindible complementar los esfuerzos de conservación
que se llevan a cabo dentro de las áreas protegidas con iniciati-
vas de conservación fuera de ellas (Gradwohl y Greenberg,
1988; Western y Pearl, 1989). Como señalara Western (1989):
“si no podemos salvar las áreas naturales fuera de las áreas protegidas, no
será mucho lo que sobrevivirá dentro de ellas”. Más del 90% del planeta
permanece y permanecerá fuera de las áreas protegidas; por lo tanto,
numerosas especies raras quedarán inevitablemente fuera de las zonas
bajo protección. Al mismo tiempo, la mayoría de estas tierras sin protec-
ción no son intensivamente usadas por los humanos, y conservan en
algún grado su biota original. Por último, una confianza desmedida en el
papel de los parques y reservas para la protección de la biodiversidad
puede llevar a una contraproducente “mentalidad de asedio” que consi-
dera que “como dentro de los parques las especies están bien protegidas,
entonces las especies fuera de ellos pueden ser rápidamente explotadas”.
Como unidades legalmente establecidas para manejo de tierras, los par-
ques nacionales tienen límites (McNeely, 1989). Pero la naturaleza no
conoce límites, y los avances recientes de la biología de la conservación
están demostrando que los parques nacionales son por lo general demasi-
ado pequeños para conservar efectivamente los grandes mamíferos o
árboles que se intentan preservar.
La estrategia de establecer nuevos parques nacionales de gran tamaño
para proteger la diversidad biológica y reservas de la biósfera para prote-
ger a las sociedades tradicionales ha sido retóricamente adoptada por
países como Brasil y Malasia, en respuesta a las críticas internacionales
sobre sus intensas políticas de desarrollo. Sin embargo, si se degradan las
áreas que circundan los parques, la diversidad biológica dentro de las
áreas protegidas disminuirá debido a que muchas especies migran a
través de los límites del parque para acceder a los recursos que éste no
puede proveer, al menos en algunas épocas del año.
En general, mientras más pequeña sea un área protegida, mayor será
su dependencia de los terrenos aledaños para la persistencia de la diversi-
503
Aplicaciones prácticas dad biológica en el largo plazo. Además, el número de individuos de una
especie dentro de los límites del parque puede ser menor que el tamaño
poblacional mínimo requerido para su viabilidad. Por ejemplo, la pan-
tera de Florida (Felis concolor coryi) es una subespecie del puma que habi-
ta exclusivamente en el sur de Florida, donde actualmente sobreviven
menos de 50 individuos (Maehr, 1990). Esta pantera en peligro de extin-
ción fue adoptada como animal emblemático del estado de Florida en
1982 y desde entonces ha recibido atención por parte del gobierno y de
los investigadores. La mitad del ámbito de distribución geográfico actual
de la pantera está en tierras privadas, y todos los animales rastreados con
radiotelemetría pasan al menos una temporada en tales terrenos, que
poseen los mejores suelos y un mayor número y abundancia de especies
de presa (Figura XVIII.1). En consecuencia, éstos son los terrenos
preferidos por las panteras. La adquisición de las 400 000 ha de terreno
privado ocupado por esta especie es financiera y políticamente muy difí-
cil. Tampoco parece posible evitar los proyectos de desarrollo en estos
sectores. En este escenario se ha propuesto que lo mejor para conservar a
la pantera es educar a los propietarios acerca de su valor ecológico y
estético, como también de su derecho a seguir existiendo. A la vez, se ha
considerado financiamiento para aquellos que adopten prácticas de
manejo de hábitat que permitirían la supervivencia de la pantera, tales
como minimizar la fragmentación del hábitat y mantener bosques pan-
tanosos (Maehr y Cox, 1995).
504
raras son la clave para la supervivencia de muchas especies en el largo XVIII. Conservación fuera
plazo. Las actividades de educación para la conservación abarcan una de las áreas protegidas
amplia gama de edades, grupos sociales y aproximaciones. Por ejemplo,
la iniciativa de Árboles para la Vida realiza siembras de especies arbóreas
nativas con niñas y niños, quienes podrán tener la experiencia de ver cre-
cer estos árboles durante sus vidas (Rovira, 1998). En el otro extremo
generacional, se imparten talleres para personas de la “tercera edad”
quienes pueden transmitir sus conocimientos a los más jóvenes. Una
experiencia que ha sido muy fértil en va- rios países de Sudamérica es la
“indagación ecológica en el patio de la escuela” (Recuadro XVIII.1).
Esa innovadora y sencilla aproximación ha sido incorporada por el Min-
isterio de Educación de Chile en los talleres para profesores que exploran
una educación más conectada con los entornos cotidianos, ecológicos y
sociales, dentro del programa Mejoramiento de la Equidad y Calidad de
la Educación (véase Rozzi et al., 1997b). Otros programas de gobierno
de numerosos países informan a los constructores de caminos y viviendas
acerca de la ubicación de especies raras o amenazadas y los asesoran para
modificar sus planes, evitando el daño a esos sitios.
En las regiones desérticas las especies corren menos riesgos que otras
comunidades no protegidas, porque se consi- deran marginales para el
uso y la habitación humanas. Del mismo modo, las áreas montañosas
son por lo general demasiado escarpadas e inaccesibles para el desarrollo,
pero son frecuentemente manejadas por los gobiernos como cursos de
agua valiosos que producen un suministro de agua estable y previenen las
inundaciones. Estas áreas son también importantes refugios de las comu-
nidades naturales. No obstante, en la actualidad las presiones demográfi-
cas conducen a poblar todos los rincones del planeta, incluso las regiones
de montaña. En los Andes del sur de Colombia, por ejemplo, una región
de exuberante biodiversidad a casi 3 000 m de altitud comenzó a sufrir
desastrosos efectos derivados de su poblamiento a mediados del siglo
XX. Sin embargo, recientemente la naturaleza del impacto humano
adquirió una dimensión positiva a través de una iniciativa campesina
basada en actividades productivas sustentables, educación y mejoramien-
to del hogar (Recuadro XVIII.2).
No sólo en áreas remotas, sino también en sectores urbanos puede
favorecerse la vida silvestre mediante acciones tales como el cultivo de
plantas en los balcones de edificios centrales, mantenimiento de jardines
en el patio de las casas y el cuidado de parques urbanos (Rapoport,
1993). Los programas de conservación deberían poner mayor énfasis en
la ecología urbana, puesto que más del 70% de la población latinoamer-
icana vive en ciudades (Figura XVIII.2) —porcentaje que ha aumenta-
do rápidamente en las últimas décadas, desde un 57% en 1970, al 65%
en 1980 y al 73% en 1995 (CEPAL, 1999)—. Además, los programas y
espacios para la educación ecológica en centros urbanos son cruciales
porque aumentan la conciencia del impacto de los niveles de consumo,
la producción de basura y otras acciones de la ciudadanía sobre el ambi-
ente. Por otra parte, es en los bancos, la bolsa de comercio, las empresas
públicas y privadas ubicadas en los centros urbanos, donde se toman las 505
Aplicaciones prácticas
507
Contin[ua p[agina 516
Recuadro XVIII.1. Indagación ecológica en el patio de la
escuela
Laura Margutti
Ramona D. Oviedo
Margarita Herbel
Peter Feinsinger
Una conservación biológica perdurable sólo será de escuelas urbanas contienen rincones con posi-
posible cuando los adultos estén familiarizados con bilidades para investigar las ciencias ecológicas y sus
su ambiente y conscientes de los efectos de las deci- aplicaciones. Allí podemos encontrar malezas y pas-
siones que se tomen con respecto al mismo. Los tos, musgos, líquenes, arañas, hormigas. La mayoría
niños de hoy son los adultos del mañana. A través de los patios tienen además árboles, arbustos, her-
de sus experiencias y contexto social particular báceas, aves y numerosos organismos pequeños,
desarrollarán actitudes propias sobre la naturaleza incluidos los del suelo. En cualquier patio es posible
que los rodea y sobre las formas de habitarla y con- investigar una gama de procesos ecológicos: intera-
servarla. Dichas actitudes, junto con el conocimien- cciones entre especies y con los factores físicos, dis-
to directo del entorno y la manera de pensar, van a tribución espacial, microambientes, diversidad de
incidir profundamente a la hora de tomar deci- especies, descomposición, disturbios, alternativas
siones relacionadas con el ambiente y los seres de manejo del micropaisaje y más.
vivos. Por ello es básico que despleguemos todos los Desde el año 1994 hemos promovido la
esfuerzos para que los niños no pierdan contacto “enseñanza de la ecología en el patio de la escuela”,
con la tierra y adquieran una comprensión profun- realizando talleres para educadores y biólogos en los
da y vital de la naturaleza y sus interacciones. que se propone el Ciclo de Indagación como acer-
Los niños comprenden y recuerdan mejor los camiento pedagógico. Los docentes y luego los
conceptos cuando los aprenden por experiencia alumnos aprenden sobre la manera de observar la
directa y personal. Sin embargo, en la dinámica naturaleza y plantear preguntas, diseñar y realizar
escolar que prevalece hoy en día se prefieren activi- las indagaciones para responderlas y reflexionar
dades rápidas que contengan mucha información o sobre los resultados obtenidos (Feinsinger et al.,
que pretendan imponer las actitudes “correctas”, 1997). Cada indagación en el patio escolar pasa por
evitando que los alumnos realicen sus propios des- las tres etapas del ciclo. En particular, ponemos
cubrimientos. Las clases de ciencias naturales y edu- énfasis en la siguiente reflexión: ¿cómo se podrían
cación ambiental más protagónicas para los niños se extrapolar los resultados a ámbitos más amplios?
reducen a esporádicas salidas de “campo” y sesiones Luego de realizar varios talleres comprendimos
puntuales de laboratorio. Proponemos una manera que para sostener un programa local era necesario for-
alternativa en la que el niño puede aprender activa- mar equipos estables de docentes y biólogos que con-
mente sobre los componentes y procesos naturales. taran con el indispensable apoyo institucional. Así
Esta alternativa presenta un marco basado en las nació el proyecto de innovación educativa “Ecología
ciencias naturales, en la historia natural local y en en el patio escolar en la Patagonia Argentina”, del
las interacciones entre los seres humanos y el resto Centro Regional Universitario Bariloche, Universidad
del entorno natural. Destaca la experiencia de Nacional del Comahue. El mismo se lleva a cabo
primera mano en el entorno cotidiano del niño y desde julio de 1998 con el apoyo financiero de la
sus maestros: el patio de la escuela. Fundación Kellogg. Trabajamos en siete escuelas de
Nuestra primera impresión suele ser que el Bariloche con 20 docentes involucrados, ocho biólo-
patio es un lugar desolado, con demasiado “cemen- gos y/o profesores de biología y aproximadamente
508 to” y poca “naturaleza”. Sin embargo, aun los patios 500 alumnos de primaria y secundaria
Los resultados logrados hasta el momento son El Ciclo de Indagaciónconstituye una versión directa y sencil-
muy satisfactorios. Además de desarrollar los temas la del esquema de la investigación científica. El proceso
conceptuales del curriculum de ciencias naturales, a incluye tres fases: plantear la pregunta, responderla según la
través del ciclo de indagación los docentes están experiencia de primera mano y reflexionar sobre los resulta-
adquiriendo: mayor confianza para salir y llevar dos de la segunda fase y sus implicaciones para la primera.
Esta reflexión debería considerar no solamente la construc-
adelante actividades en el patio escolar, flexibilidad
ción original de la pregunta, sino también la manera de
para retomar las inquietudes de los alumnos y tomar los datos y el significado que los resultados obtenidos
transformarlas en objetivos de actividades de habili- de la indagación de primera mano tendrían para ámbitos más
dad para hacer de la reflexión una práctica cotidiana amplios. Este proceso reflexivo podrá conducir a otra fase
y mayor confianza para poder cumplir con las más: la aplicación.
nuevas pautas del contenido curricular vigente. En
Argentina la ley Federal de Educación número
24.195 incluye, en todos los ciclos del curriculum de Por otro lado, los alumnos están desarrollando
la Educación General Básica, conceptos sobre la una mayor capacidad de observación, integrada a
conservación de la diversidad biológica, el manten- un mayor conocimiento de la historia natural del
imiento de los procesos ecológicos esenciales y el paisaje cotidiano, los procesos biológicos y los efec-
aprovechamiento de las especies y de los ecosistemas tos de las perturbaciones sobre los seres vivos, una
con criterios de desarrollo sustentable. Los mismos mayor habilidad y desenvoltura en la práctica de
pueden ser planteados como contenidos transver- reflexionar sobre lo aprendido y capacidad para
sales, entendidos como temas interdisciplinarios. relacionarlo con sucesos y patrones del mundo
externo al patio.
Se han iniciado programas de “enseñanza de la
ecología en el patio de la escuela” en otros paisajes
argentinos y de Belice, Bolivia, Colombia, Chile,
Ecuador, Guayana, México, Perú y Venezuela.
Creemos que estas propuestas, que dependen más
del entusiasmo de las personas involucradas y
menos del presupuesto, constituyen rutas sólidas y
viables hacia la conservación biológica en el futuro.
Las aguas de la Laguna del Guamues o La Cocha, comenzaron a notar cómo los recursos naturales,
ubicada en la zona andina del sur de Colombia otrora abundantes y generosos, empezaban a
(2 760 de altitud), fluyen por las laderas orientales escasear: las maderas finas se agotaron, la presas de
de los Andes para luego formar el gran río Putu- caza no se encontraban, la pesca disminuía y las
mayo, importante afluente del Amazonas. Es una fuentes naturales de sustento eran cada vez más difí-
región muy húmeda y cubierta de selvas y páramos, ciles de conseguir. La actividad principal de los
con un gradiente altitudinal que va desde los 4 200 campesinos era la producción de carbón vegetal a
hasta los 250 msnm, donde entra en contacto con partir de las selvas maduras de mate, una especie de
las selvas de la Amazonía. En esta zona se encuentra Clusia de alta montaña. Los hombres de la familia
una de las mayores concentraciones de flora y fauna se dedicaban a la dura tarea de talar, cortar y que-
del planeta. La cuenca del Alto Putumayo-Gua- mar, para luego acarrear y comercializar el carbón,
mues es extremadamente rica en especies de insec- mientras que las mujeres dedicaban su tiempo a las
tos (más de 850 especies de mariposas diurnas) labores del hogar y la crianza de los hijos.
mamíferos, aves (más de 860 especies), anfibios, y En el Departamento de Nariño se había forma-
plantas (más de 16 especies de palmeras). Pese a esta do en los años ochenta la Asociación Para el Desa-
exuberante diversidad de especies y su alto grado de rrollo Campesino (ADC), una ONG que buscaba
endemismo (un 45% de las especies de mariposas y trabajar con campesinos y agricultores apoyándolos
orquídeas), la biota —y más aún la ecología— de en aspectos como organización, comercialización,
esta región es todavía muy poco conocida. La sistemas productivos sustentables, educación ambi-
Cocha es una de las pocas grandes lagunas alto-an- ental y mejoramiento del hogar. Al llegar a La
dinas al norte de la línea ecuatorial, y está rodeada Cocha, la ADC también detectó aquello que los
de inmensas montañas, conos volcánicos, páramos campesinos habían notado: el impacto de sus activi-
y selvas todavía poco fragmentadas por la actividad dades estaba empobreciendo los ecosistemas y al
antrópica. mismo tiempo a la comunidad residente. Fue
Hace aproximadamente 40 años se inició una entonces cuando los líderes comunitarios y fun-
fuerte actividad colonizadora por parte de
campesinos sin tierra que buscaban
mejores oportunidades de vida. Al llegar a
la laguna se dedicaron a la tala y extracción
de maderas finas, producción de carbón
vegetal y conversión de los terrenos abier-
tos en potreros y cultivos de papa. Luego
de 30 años de dedicarse a estas actividades,
510
cionarios de la ADC se plantearon la búsqueda de más rentable y menos esforzada para los hombres,
alternativas productivas para contrarrestar la quienes decidieron seguir apoyando a sus mujeres y
situación. dejar de lado la explotación del carbón vegetal. Este
Una de las alternativas discutidas fue la cría y cambio viene ocurriendo desde 1990 y cada vez
producción semi-comercial del cuy (Cavia porcellus), abarca a más carboneros y familias campesinas.
o conejillo de Indias, que asado constituye el plato Mediante el trabajo de educación ambiental
predilecto del sur de Colombia, donde se cría arte- que paralelamente desarrollaba la ADC se logró que
sanalmente en las zonas rurales. Esta tan apetecida por iniciativa propia los campesinos decidieran
especie es también una de las carnes más costosas mantener sus bosques como reserva para el futuro
del país, por lo que se pensó que este pequeño ani- de sus hijos. Actualmente la Red de Reservas Nat-
mal sería una fuente alternativa de ingresos famil- urales “José Gabriel Villota” de La Cocha cuenta
iares, que podría ocupar a mujeres y niños cerca de con más de 38 reservas afi- liadas, cubriendo unas 1
la casa. El éxito que tuvo la cría tecnificada del cuy 600 ha. Se ha convertido en un modelo de conser-
y su gran aceptación en el mercado hizo que esta vación para la sociedad civil, tanto de Colombia
actividad pecuaria fuera creciendo y requiriera de como de los países vecinos. Muchas organizaciones
mano de obra adicional. Las mujeres entonces con- de agricultores y campesinos de otras regiones de
trataron a sus maridos e hijos mayores —hasta ese Colombia están visitando La Cocha para aprender y
momento dedicados a la fabricación de carbón— compartir vivencias con sus compañeros, ahora
para que realizaran trabajos como producción y maestros en producción y desarrollo sustentable.
acarreo de forraje, mantenimiento y limpieza de los Conceptos como inventarios de fauna y flora,
galpones de cría y otras actividades relacionadas con restauración de ecosistemas, creación de corredores
la cría de los cuyes. Esta nueva actividad resultó ser biológicos entre fragmentos y reservas, zonificación,
planes de manejo y sistemas sustentables
de producción agropecuaria, son actual-
mente de uso diario en la región. Algo más
importante aún, son términos llevados a la
práctica por los propios miembros de la
comunidad de La Cocha, quienes se
pueden considerar con orgullo como los
gestores de uno de los movimientos con-
servacionistas más importantes y de mayor
perspectiva para el futuro de la conser-
vación de la biodiversidad de los Andes
colombianos.
511
Recuadro XVIII.3. Una iniciativa vecinal para la conser-
vación de una laguna urbana
Eduardo Tarifeño
Mónica Rojas
Eduardo Hidalgo
Mónica Santelices
513
Recuadro XVIII.4 Cambios en el método de cultivo del café
y sus efectos sobre la biodiversidad
Carolina Murcia
517
Recuadro XVIII.5. Recuperación y manejo de la vicuña
Teresa Tarifa
La vicuña (Vicugna vicugna) es un camélido cuerdas (Torres, 1992). Con esta práctica era posi-
sudamericano de singular belleza y de gran impor- ble capturar entre 20 000 a 40 000 animales;
tancia ecológica y económica que habita en las muchos eran cazados, pero la mayoría de los guana-
regiones alto andina y puneña de los Andes de cos y vicuñas se esquilaba y luego se liberaba. Los
Argentina, Chile, Perú, Ecuador y Bolivia, entre los chaku se hacían cada cuatro a cinco años y se con-
3 000 a 5 000 m de altitud y entre los paralelos sideraba un privilegio real, celebrándose con
9º30’y 29º00’ de latitud sur. Sólo recientemente grandes fiestas (Cabrera y Yepes, 1940). Este pro-
esta especie se ha recuperado del peligro de extin- cedimiento favorecía la conservación y uso sus-
ción a la que había sido llevada por la cacería indis- tentable de los recursos que proporcionaba la
criminada motivada por su valiosa lana. En los últi- vicuña. Con la lana se confeccionaban prendas de
mos años se ha reiniciado un programa de manejo vestir usadas por los nobles locales e imperiales y
sustentable en todos los países de su área de dis- por los caciques (Hurtado de Mendoza, 1987).
tribución, exceptuando Ecuador, que beneficia a las Después de la conquista del Imperio Incaico
comunidades locales. por los españoles, la vicuña fue cazada irracional-
La vicuña es especialmente apropiada para un mente y sus poblaciones comenzaron a disminuir,
plan de manejo y una alternativa para la economía situación que se mantuvo durante la Colonia y la
de las comunidades locales puesto que: (1) a partir República, pese a la prohibición de su caza y de los
de su lana es posible elaborar telas de alta calidad y chakus (Hofmann et al., 1983). Los gobiernos de
alto valor económico; (2) por sus características cada país continuaron dictando leyes y decretos
biológicas es capaz de sobrevivir exitosamente en prohibiendo la caza, transporte y comercialización.
áreas sobreexplotadas no apropiadas para la agricul- Pero estas medidas fueron insuficientes para normar
tura y la ganadería doméstica y así incrementa la la utilización de la vicuña, llevándola en los años
producción secundaria de esas tierras (Hofmann et sesenta a la extinción en Ecuador, y al borde de la
al., 1983), y (3) las grandes poblaciones tienen tam- extinción en los otros países.
bién un atractivo turístico que puede ser aprovecha- En el período incaico había entre 1 000 000 a
do (Jungius, 1971). 1 500 000 vicuñas en todo su rango de distribución;
El aprecio por la lana de vicuña es milenario. en los años cincuenta quedaban cerca de 400 000
En escenas pictóricas del periodo Arcaico Tardío de animales, pero la intensificación de la presión de
la cultura andina (3 500 a 1 000 a.c.) (Hurtado de caza, la demanda comercial y el incremento del
Mendoza, 1987) y en crónicas sobre el Imperio ganado doméstico provocaron que en 1965
Incaico se ilustra la técnica de su aprovechamiento, quedaran tan sólo 6 000 individuos (Nowak,
conocida como chaku o chaco. En esta forma de 1999). Esta dramática situación condujo en 1969 a
manejo ancestral, 20 000 a 30 000 hombres forma- que los países con poblaciones de vicuña y la comu-
ban un círculo de hasta 150 km de circunferencia, nidad internacional tomaran medidas más radicales
en el interior del cual quedaban atrapadas miles de para protegerla. Perú y Bolivia suscribieron el Trata-
vicuñas y otros camélidos. El círculo se iba cerrando do de La Paz, comprometiéndose a impedir la caza
y los animales eran así obligados a entrar en corrales y comercialización de vicuñas y sus productos (Car-
518 construidos con piedra o con estacas unidas con dozo, 1994). Se adhirieron a este Tratado Argentina
en 1971 y Chile en 1972. Más adelante, en 1979, II de CITES (Torres, 1992; Wheeler y Hoces,
se evaluaron los resultados obtenidos por el Trata- 1997). El resto de las poblaciones de Perú se trans-
do, y todos los países, incluido Ecuador, firmaron el firieron en 1995, y ciertas poblaciones en Argentina
Convenio de la Vicuña, que en 1989 fue renovado y Bolivia, en 1997. Estos países están solicitando la
indefinidamente (Cardozo, 1994). La Unión Inter- reclasificación de la vicuña de “especie en peligro” a
nacional para la Conservación de la Naturaleza la categoría de “amenazada” en el Acta de Especies
(UICN) declaró a la vicuña como especie rara y en en Peligro de Estados Unidos, con fin de abrir el co-
peligro y se prohibieron el comercio local e interna- mercio con este país (Federal Register, 1999).
cional de sus productos mediante su inclusión, en Las experiencias de manejo están en concordan-
1970, en el Acta de Especies en Peligro de Estados cia con la realidad de cada país. Pero en todos los
Unidos, y en 1975, en el Apéndice I de la Conven- casos en que los campesinos son propietarios de las
ción sobre el Comercio Internacional de Especies tierras, ellos se constituyen en los responsables de la
Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES). conservación y el manejo sustentable de la vicuña
Los convenios binacionales y multinacionales como recurso, y son los receptores de los beneficios
permitieron una lucha más efectiva contra los con- económicos provenientes de su aprovechamiento.
trabandistas, se disminuyó el impacto del tráfico y La forma de manejo es regulada por la legislación
se desarrollaron investigaciones conjuntas y cam- de cada país. El manejo incluye la captura (y la uti-
pañas de difusión (Hofmann et al., 1983). Estas lización de los materiales para ello), la esquila, la
acciones desempeñaron un papel importante en la clasificación de la fibra de acuerdo con la parte del
recuperación de la vicuña, evitando su extinción. animal de la cual proviene, el pesado, embalado,
No obstante, la conservación de la especie en el marcado, sellado, registro y almacenaje de ésta en
largo plazo sólo será posible si las comunidades un lugar seguro, hasta que se completen las autor-
locales en cuyas tierras se encuentra la vicuña izaciones para su comercialización (Federal Register,
reciben beneficios tangibles. Esto porque el incre- 1999).
mento de sus poblaciones ha causado competencia En Argentina la utilización de la vicuña se basa
por pastos con las llamas, alpacas y ovejas, animales en el uso sustentable de las poblaciones silvestres en
de los que depende la sustentación económica de la provincia de Jujuy, y también se trata de desarro-
los campesinos locales (Torres, 1992). llar poblaciones en semicautiverio en áreas cercadas
La recuperación de las poblaciones permitió en las provincias de Catamarca, Jujuy, La Rioja,
que en 1987 se reabriera el comercio internacional Salta y San Juan, donde las tierras que constituyen
de telas y otros productos obtenidos de la lana de el hábitat de la vicuña son propiedad de rancheros
vicuñas vivas trasquiladas, mediante la transferencia que han sido entrenados para su manejo (Federal
de algunas poblaciones de Perú y Chile al Apéndice Register, 1999). La producción de lana bajo estas
últimas condiciones ha crecido en pop-
ularidad entre los rancheros, quienes
consideran que apoyar este tipo de pro-
grama incrementa su status (Federal
Register, 1999).
519
Poblaciones de vicuña en los países de su ámbito de distribución, comparando datos
de seis años reportados por diferentes autores.
POBLACIÓN ESTIMADA DE INDIVIDUOS
aHofmann et al., (1983), bCardozo (1994), cConsiderada extinta para 1971 (Jungius, 1971), dInformación oficial,
producto de los primeros censos (Cardozo, 1994), fDGB (1999), gTorres (1992), hReintroducidas a partir
de poblaciones provenientes de otros países de la región.
Las especies de aves de mayor tamaño en América por alimento con el ganado o transmisión de enfer-
son los dos avestruces americanos o ñandúes. El medades parasitarias. Estos factores, sumados a la
más grande, Rhea americana, habita las sabanas y caza, generaron una disminución poblacional del
pampas de Brasil, desde el Marañón y Mato Grosso ñandúl que determinó, en 1986, la prohibición de la
hasta Rio Grande do Sul, Paraguay, Uruguay y el comercia- lización de productos y subproductos de
Chaco boliviano; también es abundante en las lla- ejemplares silvestres, quedando autorizada sola-
nuras centrales de Argentina. Este ave corredora mente la originada a partir de ejemplares de cri-
alcanza pesos de hasta 40 kg, y sus nidos pueden adero. No obstante, los cazadores furtivos con-
contener de 12 a 40 huevos. La otra especie, Pteroc- tinúan diezmando las poblaciones silvestres en busca
nemia pennata, presenta una distribución disyunta, del cuero y plumas, que venden ilegalmente a val-
con poblaciones en la Puna Altiplánica de Chile, ores de entre 8 y 10 dólares por individuo. Aunque
Bolivia, Perú y el noroeste argentino (suri). Hay la carne de ñandú ha sido consumida tradicional-
otro grupo de poblaciones en las tierras patagónicas mente en el ambiente rural, actualmente no tiene
australes, desde Neuquén hasta Magallanes mercado en Argentina y es desechada por los
(choique o ñandú petizo), y recientemente ha sido cazadores. Otros países como Uruguay, Canadá,
introducida en Tierra del Fuego. Esta especie alcan- Estados Unidos e Inglaterra, en cambio, han comen-
za un peso de 35 kg y pone entre 12 y 25 huevos zado a valorar comercialmente la carne y la grasa de
por nidada. Por su gran tamaño, los ñandúes fueron este animal, aunque todavía a baja escala.
muy apreciados por su carne, huevos, plumas, A pesar de la baja valoración que sufre esta
cuero, grasa y huesos por múltiples culturas indíge- especie en Argentina, algunos ganaderos protegen al
nas (véase el Capítulo X), por los gauchos y con- ñandú por su valor estético y cultural, así como por
tinúan teniendo, ética y estéticamente, valor para su potencial productivo. La protección constituye
nuestra sociedad. una de las claves para su conservación. Muchas
En la pampa argentina, hasta hace poco era poblaciones han desaparecido, particularmente en
común el desplume de este animal (con su posterior las zonas agrícolas de la región pampeana, y la ma-
liberación) para la comercialización de las plumas, yoría de los núcleos remanentes oscilan entre 20 y
utilizadas en la fabricación de artículos de limpieza y 100 animales. En general, se considera que un
vestimenta. El cuero también tuvo demanda: entre municipio ganadero de la Pampa Húmeda, de
1950 y 1985 se exportaron entre 10 000 y 20 000 aproximadamente 500 000 ha, podría albergar entre
unidades anuales, principalmente a Japón, Estados 400 y 1 600 individuos. La recuperación pobla-
Unidos, Italia y Francia. Sin embargo, el valor de la cional a partir de estos núcleos podría ser rápida con
especie se subestimó al irse desarrollando gradual- un manejo apropiado.
mente el notable gran potencial agropecuario de Desde la década del ochenta, la comercia-
muchos de los territorios que ocupaba, así como lización internacional de las grandes aves corredoras
por la ausencia de mercados importantes. Como (avestruz, emú y ñandú) ha aumentado significativa-
consecuencia, los agricultores los exterminaron o los mente. Esto, sumado a los riesgos de la agricultura,
desplazaron, alegando daños agrícolas, y muchos la inestabilidad en el mercado de granos y la baja
ganaderos los rechazaron, suponiendo competencia rentabilidad ganadera, ha provocado que algunos 521
productores consideren al ñandú como un recurso mitiría desarrollar un sistema productivo mixto,
productivo alternativo. reforzando la producción de bovinos y contribuyen-
Los escasos intentos de producción comercial do a conservar la biodiversidad del pastizal. La pro-
del ñandú se han orientado hacia el manejo intensi- ducción intensiva podría, a su vez, complementar
vo (alto número de animales/ha), con sumi- nistro los criaderos extensivos con fines específicos, como
de alimento, medicamentos y refugio. Paralelamente el abastecimiento de ciertas demandas del mercado,
la Pampa Deprimida, área de la Provincia de Buenos no obstante la necesidad de subsidios para la pro-
Aires de nueve millones de hectáreas, atraviesa una ducción y la carencia de intera- cción con sus hábi-
crisis económica debido a la baja rentabilidad de la tats originales.
producción de ganado bovino, su principal activi- En los últimos años tanto Brasil (Dani, 1993)
dad. Como los suelos de esta región son limitantes como Argentina han promovido la utilización del
para la agricultura, el 75% de la superficie corre- ñandú, investigando su comportamiento, dinámica
sponde a pastizales naturales, los cuales conservan en poblacional (Navarro et al., 1998), alimentación
buena medida la biodiversidad de la Pampa Húme- (Milano et al., 2000), tecnología de carnes, etc. Por
da. Los sistemas productivos en esta región son de su parte el INTA Bariloche y la Universidad
baja rentabilidad pero muy eficientes en términos de Nacional de Córdoba en Argentina realizan este
energía fósil (energía producida/energía fósil con- esfuerzo con el choique o ñandú petizo, con-
sumida), aspecto fundamental en el marco de la sus- tribuyendo a la diversificación productiva de la
tentabilidad, ya que no requieren gran cantidad de Patagonia, región sometida a importantes niveles de
insumos (Cahuepé et al., 1982). La producción bov- desertificación.
ina en un establecimiento tipo de 600 ha con mane- De este análisis se desprenden tres puntos
jo tradicional mejorado (110 kg carne/ha/año con importantes: (1) la conveniencia de priorizar al
una carga animal de 0.75 equivalente vaca/ ha), per- ñandú frente a la introducción de especies exóticas
mitiría apenas cubrir los gastos de la familia propi- productivas como el búfalo o el avestruz africano;
etaria, ya que generaría un ingreso neto anual de 15 (2) la necesidad de generar un mayor valor económi-
000 dólares.. En este escenario, la incorporación de co para la especie y su ecosistema original. Esto
criaderos extensivos de ñandú (bajo número de ani-
males en grandes superficies de terreno), permitiría
aumentar la productividad por ha con bajos sub-
sidios energéticos indivi- duales (alimento, med-
icación, calefacción). Por otra parte, la dieta de los
ñandúes está compuesta por un alto porcentaje de
plantas dicotiledóneas, poco consumidas por los
bovinos en áreas de vegetación na- tural y presentes
en condiciones de sobrepastoreo (Somlo et al.,
1994). Además, el ñandú es fácil de arrear, incapaz
de saltar alambrados para bovinos y se encuentra en
poblaciones silvestres en la región, todo lo cual per-
522
puede representar un potencial económico, ya que garantizando tanto la vigencia de la legislación ade-
su carne y el sistema productivo propuesto se cuada como su estricto cumplimiento.
enmarcan en las reglamentaciones de productos La reflexión final pone en evidencia nuestra cul-
orgánicos, lo cual podría significar un sobreprecio tura de insumos y descubre, en la antigua historia
respecto a las carnes no orgánicas; (3) el gran riesgo natural, posibles respuestas para el futuro del desa-
del recrudecimiento de la caza furtiva que puede rrollo agropecuario y de la conservación de la biodi-
generarse con la apertura del mercado y la necesidad versidad.
de proteger a la especie del consiguiente colapso,
En el planeta existen 23 especies de caimanes y importaciones dio origen a una red de tráfico ilegal
cocodrilos, y diez de ellas son propias de Lati- de pieles de Caiman (Gaski y Hemley 1988). Antes
noamérica: seis caimanes y cuatro cocodrilos. Estos de 1984 las estadísticas de exportación de CITES
reptiles habitan en prácticamente todos los ecosis- mostraban que más del 80% de las pieles de caimán
temas acuáticos de tierras bajas, incluyendo ríos, comercializadas que eran declaradas se obtenían ile-
arroyos, lagos, pantanos, marismas y muchas aguas galmente, y este porcentaje crecía considerable-
costeras salinas, desde el norte de Argentina hasta mente al incluir las pieles no declaradas. Pese a que
México y las Antillas. Por más de un siglo las pieles tanto la baba como el yacaré poseen distribuciones
de cocodrilo han sido utilizadas para la manufac- amplias y se adaptan a condiciones ecológicas diver-
tura de productos exóticos de cuero. La caza comer- sas, cuando los niveles de exportación de pieles
cial asociada con la extracción de las pieles condujo excedieron el millón anual hubo preocupación al
a una drástica disminución de las poblaciones y considerar los efectos de la cosecha no manejada
determinó la clasificación de la mayoría de los coco- sobre las poblaciones silvestres y subrayó la necesi-
drilos como especies en peligro. La cacería de co- dad de desarrollar programas para una cosecha
codrilos en Latinoamérica comenzó en México y manejada.
parte de América Central a fines del siglo XIX y, en Desde mediados de los sesenta hasta principios
el sector norte de Sudamérica, en 1930. Las de los setenta algunos países como Estados Unidos,
primeras especies cazadas fueron los grandes coco- Papúa, Nueva Guinea y Zimbawe buscaron desa-
drilos (Crocodylus spp.), y cuando estas especies rrollar planes de manejo que incluyeran la cosecha
comenzaron a escasear a mediados de siglo, los de las poblaciones de cocodrilo. Desde ese entonces
cazadores dirigieron su atención hacia el caimán los programas de uso sustentable de cocodrilos han
negro del Amazonas (Melanosuchus niger), y en la llegado a ser un negocio lucrativo de la vida silvestre
década de los sesenta a los caimanes más pequeños, en todo el mundo para una serie de negociantes,
la baba y el yacaré (Caiman crocodylus y C. yacare). desde cazadores, peleteros, propietarios y rancheros,
La alta demanda por pieles de baba y yacaré, la hasta comerciantes de pieles, curtidores y fabri-
falta de control legal, los bajos precios de las pieles cantes en cueros. En América Latina, Venezuela fue
obtenidas ilegalmente y la incapacidad de los países el primer país que inició un programa de cosecha
para regular adecuadamente las exportaciones e legal a gran escala para el caimán. Después, los pro- 523
gramas de cosecha manejada en Honduras, cocodrilo aumentaron en los ochenta, pero cayeron
Nicaragua, Guyana, Paraguay y Colombia iniciaron abruptamente en 1991-1992. La caída en los pre-
la producción de pieles con programas de reproduc- cios de las pieles fue un hecho mundial para todas
ción en cautiverio en ranchos. las especies de cocodrilos comercializados, resultan-
A diferencia de los patrones históricos de caza do en la reducción significativa de las compras de
comercial, donde el lucro en el corto plazo era el pieles, con importantes repercusiones para los pro-
objetivo fundamental, las cosechas manejadas hoy gramas de manejo de cocodrilos basados en el uso
en día están basadas sobre una comprensión de la comercial. Los niveles de cosecha en Venezuela
biología de poblaciones de las especies involucradas, fueron drásticamente restringidos (Thorbjarnarson
teniendo la sustentabilidad de la cosecha como el y Velasco, 1999), y en Brasil quebró un gran
objetivo fundamental. El monitoreo de las pobla- número de ranchos para caimán. Los precios repun-
ciones cosechadas tiene la primera prioridad en los taron a mediados de los noventa pero volvieron a
programas de uso sustentable de cocodrilos, y la caer bruscamente, fundamentalmente como resul-
evidencia sugiere que los niveles de caza han estado tado de la crisis económica en Asia.
dentro de los niveles sustentables (Ross, 1998). La historia de los programas de manejo de
Sin embargo, existen límites en el uso de la cosecha de cocodrilos muestra las ventajas y desven-
explotación comercial como una aproximación para tajas de una aproximación de conservación basada
la conservación de estas especies (Thorbjarnarson, sobre la cosecha sustentable. La demanda por los
1999). En la medida que el número de programas productos de cuero de cocodrilo transformó el
de cosecha de cocodrilo proliferó, el suministro de manejo comercial del caimán en una alternativa
pieles legales aumentó. A mediados de los noventa atractiva para negociantes y autoridades nacionales
el comercio de pieles de cocodrilo y lagarto
(Alligator mississippiensis) tuvo la enorme cifra
histórica de 500 000 pieles al año, y el comer-
cio del caimán produjo algo más de un millón
de pieles al año. Al mismo tiempo, el mercado
para los productos de cuero de reptil se ha
mantenido relativamente estable y está
enfrentando la competencia creciente con otras
pieles exóticas, como la de avestruz. En
muchos mercados los precios de la piel de
524
de manejo de vida silvestre. En los últimos 20 años programas de conservación de cocodrilos basados
el éxito de estas aproximaciones puede evaluarse a completamente en su uso sustentable muestran
través del número de países que comenzó las cose- claramente que la “sustentabilidad” de esta aproxi-
chas manejadas, el cambio radical desde la obten- mación depende de los caprichos del mercado del
ción de pieles en forma fundamentalmente ilegal a cuero de reptiles exóticos, un mercado que parece
una legal, la cantidad de investigación y monitoreo ser cíclico y no únicamente relacionado con la pro-
de poblaciones de las especies manejadas comercial- ducción de pieles. Esto significa que las autoridades
mente, y la recuperación de las poblaciones de una de vida silvestre deben ser críticas con aquellos pro-
serie de especies de cocodrilo (Messel, 1991). gramas dirigidos solamente hacia la piel. Debieran
Las limitaciones de una aproximación de uso examinar formas de diversificación hacia la produ-
sustentable para el manejo de poblaciones de coco- cción local de carne u otros productos, en particular
drilos son evidentes, principalmente respecto a su aquellos que agreguen valor local a la cosecha,
efectividad con especies en peligro, tales como el dejando áreas y poblaciones protegidas que ase-
cocodrilo del Orinoco. Los intentos para establecer guren la supervivencia de la especie.
La región de Los Llanos corresponde a una extensa Desde comienzos de la década de los setenta
provincia biogeográfica que cubre sabanas y muchas fincas han trabajado con el aprovechamien-
bosques deciduos en gran parte del norte y oeste de to legal del chigüire o capibara (Hydrochaeris
la cuenca hidrográfica del río Orinoco, en hydrochaeris) y de la baba (Caiman crocodylus).
Venezuela y Colombia. En Venezuela, Los Llanos Estos programas de cosecha fueron establecidos por
cubren aproximadamente 253 000 km2, con sólo la Dirección de Aprovechamiento y Conservación
dos parques nacionales y dos refugios de fauna que de la Fauna del Ministerio del Ambiente MARNR-
suman 1 196 km2. La mayoría de Los Llanos está PROFAUNA. Aunque la cosecha comercial ha
en propiedades privadas o fincas ganaderas, tradi- tenido altibajos (Thorbjarnarson y Velasco, 1998,
cionalmente llamadas hatos o fundos, algunos con 1999), el marco legal permitió el manejo diversifi-
más de 80 mil ha. La ganadería extensiva de bovi- cado de los recursos biológicos de las fincas involu-
nos ha sido la actividad comercial tradicional de cradas, que incluso han establecido programas de
Los Llanos desde la Conquista. ecoturismo, incrementando así la entrada de divisas
Varias fincas en Los Llanos de Venezuela, tales durante los períodos de devaluación y estancamien-
como Masaguaral, El Frío, Piñero y El Cedral, son to económico de Venezuela. La diversificación
reconocidas internacionalmente por sus actividades económica puede ser potencialmente lucrativa. Por
de conservación e investigación biológica. Otras ejemplo, el ingreso estimado para tres grandes fin-
fincas también realizan excelentes programas de cas por concepto de ganado vacuno oscila entre 7 y
conservación, pero son menos conocidas. La mayor 23 dólares/ha, más siete dólares/ha y cuatro
parte de estos programas ha sido iniciada y man- dólares/ha por la cosecha del chirigue y baba,
tenida gracias al interés personal, financiamiento y respectivamente (Hoogesteijn y Chapman, 1997).
dedicación de los dueños de las fincas. Los ingresos por ecoturismo son difíciles de cuan- 525
tificar, pero una de las fincas estudiadas tuvo un empleos y manteniendo niveles aceptables de con-
ingreso anual bruto de 350 000 dólares (equiva- servación de fauna y hábitat. Sin embargo, para
lente a 4-21 dólares/ha). producir este cambio es necesario que el Estado
A pesar de los beneficios económicos poten- fomente enfoques productivos sustentables,
ciales, la explotación ganadera compatibilizada con otorgándoles el reconocimiento que se merecen y
la conservación no se ha extendido masivamente. estableciendo programas de incentivos fiscales y de
Por el contrario, Los Llanos de Venezuela han capacitación, permitiendo el acceso a capital opera-
experimentado una de las mayores tasas de destru- tivo. Si el Estado no apoya el cambio, la conser-
cción de hábitat en los últimos 20 años, incluyendo vación sustentable continuará dependiendo de la
el drenaje y destrucción de los humedales y la pérdi- iniciativa privada de unos pocos dueños de fincas.
da de más del 60% de los bosques. En el cuadro se Las fincas son manejadas bajo la tutela personal de
resumen algunos de los complejos y múltiples fac- sus dueños, y aun cuando algunas de ellas han
tores que han llevado a numerosas fincas medianas establecido mecanismos sucesorios de manejo, un
y pequeñas a la agricultura intensiva de maíz, sorgo gran reto será establecer mecanismos que permitan
y arroz, o bien a la ganadería con pastos exóticos y regulen la continuidad de los planes de manejo
manejados. El desarrollo agropecuario ha conduci- mixtos, que integren la producción agropecuaria y
do a la destrucción de los otrora imponentes la conservación en el largo plazo de la flora y fauna
bosques del piedemonte andino y de los bosques de de Los Llanos de Venezuela.
galería de los grandes ríos llaneros, alteración de
humedales y contaminación masiva del
ambiente con agroquímicos. En el cuadro
se contrastan los factores económicos y
sociales limitantes con aque- llos que per-
miten compatibilizar la conservación y las
actividades productivas.
Después de describir el panorama que
presenta Venezuela, cabe preguntarse: ¿son
compatibles la conservación y las activi-
dades agropecuarias en Los Llanos? Sí, son
compatibles, puesto que las grandes exten-
siones de tierras en esta región podrían ori-
entarse hacia actividades que pueden max-
imizar el retorno económico, generando
526
52
Aplicaciones prácticas La productividad de las praderas, medida como peso animal/km2 al
año, varía con la cantidad de lluvias, siendo superior el número de
especies en las zonas con cantidades intermedias de precipitación. La
presencia de ganado fuera de los parques no afecta al número de especies
silvestres presentes, aunque reduce levemente la productividad. Pareciera
que el pastoreo limitado del ganado puede ser compatible con la conser-
vación de la vida silvestre en algunas circunstancias, y que el espacio
comercial puede aumentar el área efectiva de las reservas de vida silvestre.
Incluso en áreas donde existe ganadería comercial parece existir un cam-
bio mínimo en los tipos de especies silvestres presentes. Para apoyar este
punto, Western (1989) ha señalado que el pastoralismo humano, como
el de los masai en Tanzania, ha existido en África del este por más de 3 000
años, sin que se halla extinguido uno sólo de los grandes herbívoros.
Una serie de factores ayuda a la persistencia de la vida silvestre en las
áreas sin protección del este de África, las cuales sustentan una conside-
rable población rural (Western, 1989). Muchas especies silvestres son
valoradas por su carne, y por lo tanto se estimula su presencia en las
praderas. La ganadería privada, en la cual las especies silvestres y el gana-
do se manejan en conjunto, resulta más beneficiosa que el manejo de
ganado doméstico únicamente. Otras especies silvestres pueden encon-
trarse en bajas densidades o son esquivas e ignoradas por los ganaderos.
Algunas áreas contienen vida silvestre que no es utilizada por la gente
debido al suministro inadecuado de agua, guerras, enfermedades o
inaccesibilidad del terreno. Aquí la vida silvestre puede desarrollarse sin
interferencias. Algunas especies, como el elefante, son toleradas porque
abren la vegetación leñosa para el establecimiento de praderas y mejoran
el hábitat para el ganado. Por último, aunque algunas especies están pro-
tegidas por leyes contra la caza y el comercio, muchas otras especies per-
sisten simplemente porque la gente disfruta con su presencia.
En Kenia y países vecinos existe actualmente un movimiento para
crear nuevas políticas de gobierno que permitan a las comunidades
rurales y propietarios beneficiarse directamente de la presencia de
grandes animales de caza (Baskin, 1994). Con la asistencia de agencias
donantes internacionales se están creando empresas de ecoturismo local
que ofrecen caminatas, fotografía, canoas y safari a caballo. Cuando el
terreno está adecuadamente provisto de animales, se permite la caza de
trofeos, con altos precios adicionales por la carne y las pieles.
La continuidad de la existencia de las especies silvestres en áreas sin
protección en África depende de una estructura social estable y de la
segura tenencia de la tierra de la población. Estas características se
encuentran en las sociedades tradicionales de África, donde el control de
los recursos está estrictamente regulado por una autoridad reconocida y
las necesidades actuales pueden ser pospuestas para lograr el mejo-
ramiento de la producción futura de los recursos. Pero aquellos países
que hoy presentan propiedad inestable de los recursos y quiebres de
autoridad, altas migraciones y pobreza, probablemente van a experimen-
tar mayor deterioro ambiental y destrucción de las comunidades biológi-
528 cas, debido a que en estas circunstancias la gente debe centrarse en satis-
facer sus necesidades inmediatas, con poca preocupación por el valor XVIII. Conservación fuera
futuro de los recursos. En los países con inestabilidad política ocurre una de las áreas protegidas
proliferación incontrolable de armas de fuego en las áreas rurales y una
incapacidad para controlar la caza furtiva. En un estudio sobre los fac-
tores que afectan el nivel poblacional del elefante africano, los más
importantes fueron la cantidad de desórdenes civiles y, en menor grado,
el nivel socioeconómico de la población (Burrill et al., 1986). Las pobla-
ciones de elefantes en países políticamente estables aumentaron un 2.5%
al año, mientras que en aquellos inestables están disminuyendo en un
16% anual. La alfabetización de la población, el incremento del ingreso
anual y las medidas de conservación también contribuyen al aumento de
las poblaciones de elefantes.
Manejo de ecosistemas
532
turbaciones y la regeneración de estos bosques. En muchos bosques la XVIII. Conservación fuera
caída de uno o unos pocos árboles abre claros que constituyen focos de de las áreas protegidas
regeneración, especialmente de especies intolerantes a la sombra
(Hartshorn, 1978). Los claros contienen también las mayores abundan-
cias de algunos grupos de insectos (Braker, 1991) y de aves, como los
picaflores que visitan las flores con néctar que frecuentemente se concen-
tran en los bordes y claros. Por lo tanto, los bosques primarios o antiguos
presentan una alta heterogeneidad espacial derivada de esta dinámica.
En los bosques tropicales de Surinam se ha implementado un sis-
tema de tala selectiva y pequeñas talas con una frecuencia de 20 a 25
años que emulan la formación de claros en el bosque. Las talas en forma
de claros evitan la erosión del suelo y el lavado de nutrientes que se pro-
ducen con las talas a gran escala. La protección del suelo considera tam-
bién la remoción de los troncos con el máximo de cuidado por sendas
definidas. Las empresas forestales de Surinam explotan un máximo de 50
especies arbóreas, que representan sólo entre el 10 y el 20% de las
especies. El proyecto de tala selectiva CELOS ha promovido el uso de un
mayor número de especies, y con el fin de favorecer el crecimiento de
tales especies, algunos de los árboles no comerciales son estrangulados,
pero sus troncos son dejados en el sitio, para su descomposición y reci-
claje de nutrientes. Estas medidas favorecen el crecimiento de las especies
comerciales a la vez que mantienen el hábitat forestal con una diversidad
florística y faunística, permiten la cosecha de productos no maderables,
mantienen los nutrientes y protegen las cuencas hidrográficas (Gradwohl
y Greenberg, 1988).
En Costa Rica el Centro Agronómico Tropical de Investigación y
Enseñanza (CATIE) ha ensayado prácticas de tala selectiva que también
se basan en la creación de espacios con mayor radiación luminosa que
estimulan procesos de liberación o crecimiento de árboles de alto y
mediano valor comercial (Finegan, 1997). En la primera etapa se corta el
dosel de árboles que cubre a los individuos de especies de interés comer-
cial. Esta tala cumple un doble propósito: (1) genera ingresos prove-
nientes de la madera aserrable y de la leña que se obtiene del dosel al ini-
cio del tratamiento y (2) aumenta la llegada de luz al follaje de las
especies de interés. En la segunda etapa se ubica cada árbol valioso y de
buena calidad y se completa el proceso de su liberación mediante la tala
de cada árbol vecino que pueda significar competencia por la luz y/o
otros recursos. Bajo este tratamiento las tasas de crecimiento volumétrico
de los árboles comerciales duplican a aquellas registradas en las parcelas
sin tratamiento.
Junto con formas de manejo centradas en las especies maderables, en
muchos bosques tropicales se llevan a cabo prácticas que consideran pro-
ductos no maderables. En los bosques amazónicos se están ensayando
formas de manejo mixtas que incluyen la recolección de productos no
maderables, la plantación de especies de especial interés por sus produc-
tos maderables y la siembra de especies de interés agrícola (Capítulo
VIII, Clüsener-Godt y Sachs, 1995). Dentro del área del bosque maneja-
do, las actividades de cosecha se realizarían en el cinturón externo, dejan- 533
Aplicaciones prácticas do hacia el centro del área las prácticas agrarias o silvícolas más intensas
(Anderson, 1990). Esta aproximación mixta refuerza la economía del
modelo de las reservas extractivas (Capítulo XX).
Los bosques templados también han sido manejados para una serie
de productos no maderables y servicios ecosistémicos, aunque desde el
arribo de los colonos europeos la producción de madera ha sido el objeti-
vo más importante (Hansen et al., 1991, 1995; Halpern y Spies, 1995).
Sin embargo, recientemente en la región de los bosques de coníferas del
noroeste de Estados Unidos se ha generado un intenso debate entre
ambientalistas y la industria maderera acerca de las opciones de produ-
cción de madera versus la conservación de la única especie de lechuza
moteada del norte (Strix occidentalis caurina). Esta polémica ha promovi-
do una intensa investigación y ensayo de prácticas de manejo que su-
gieren posibles soluciones de compromiso.
Después de incendios, tormentas de viento y otras perturbaciones,
los bosques de la costa del noroeste tienen cuatro distintos estados suce-
sionales:
1. Más del 90% del planeta permanece y permanecerá fuera de las áreas
protegidas; por lo tanto, es fundamental trabajar por la conservación
fuera de ellas. Las especies animales que viven en las áreas protegidas a
menudo se alimentan o migran hacia las tierras sin protección, donde
quedan expuestas a la caza, la pérdida del hábitat y otras amenazas. En
áreas remotas no protegidas, y en hábitats manejados con sistemas tradi-
cionales o con criterios ecológicos, existe una considerable diversidad
biológica. Tales hábitats no protegidos son vitales para la conservación.
537
Aplicaciones prácticas 2. Las agencias de gobierno, organizaciones privadas de conservación,
empresas y propietarios privados han comenzado (o deberían comenzar)
a colaborar para lograr los objetivos de conservación a través de progra-
mas educativos, manejo de poblaciones de fauna nativa (lo que permite
diversificar las economías de los países), prácticas agroforestales de
policultivos, hábitats de uso múltiple y planes de manejo ecosistémico
que permitan la utilización de recursos naturales en forma sustentable.
Para discutir
Lecturas sugeridas
539
Aplicaciones prácticas
540
XXII. Desafíos para la conservación
biológica en Latinoamérica
Ricardo Rozzi
Peter Feinsinger
L
a conservación biológica y el bienestar social son comple-
mentarios, no opciones contrapuestas, como generalmente se
presentan. Numerosos casos expuestos en los capítulos anteri-
ores sustentan esta noción que modifica la perspectiva de una
supuesta disyuntiva entre desarrollo y conservación. Este libro demuestra
que confrontamos una gran crisis, tanto ecológica como social. Las
causas de esta crisis ecosocial parecen derivar precisamente de la diso-
ciación entre los sistemas sociales y ecológicos y, por lo tanto, las solu-
ciones podrían surgir de la reconexión de estos sistemas.
La valoración múltiple de los ecosistemas y las aproximaciones inter-
disciplinarias de la conservación biológica permiten considerar los víncu-
los entre la diversidad biocultural y las complejidades socio-políticas
involucradas en los problemas sociales y ecológicos de Latinoamérica. En
este capítulo examinaremos diversos casos y perspectivas ofrecidas en los
capítulos anteriores, con el fin de integrar y proponer aproximaciones
que den cuenta de las interrelaciones entre los problemas sociales y
ecológicos y que, a su vez, procuren establecer programas de conser-
vación que atiendan tanto al bienestar humano como al de otros seres
vivos.
¿Cuáles son los desafíos de la conservación en servación consiste en articular esos dos campos,
América Latina para el siglo XXI? Podría dudarse ofreciendo medidas de protección que se comple-
que la pregunta sea válida preguntándose si existe menten con las estrategias de desarrollo, por ejemp-
una agenda regional y si presenta particularidades lo, integrando la preservación de la biodiversidad en
propias. La respuesta es afirmativa: el continente un estilo de desarrollo sustentable. Se necesitará
presenta atributos ecológicos propios que requieren mejorar la sensibilidad social, entender las deman-
acciones de conservación específicas. Esas particu- das de los campesinos y empresarios, fortalecer el
laridades no se limitan a los muy promocionados sentido ciudadano en la búsqueda del bien común y
ambientes tropicales, puesto que también existen potenciar los campos políticos democráticos, donde
los ambientes marinos, las zonas áridas, los bosques la sociedad discuta y analice cómo manejar y dis-
y las estepas templadas y frías australes o las áreas tribuir sus recursos naturales.
montañosas, así como muchos otros ecosistemas. Un segundo plano de tensiones se centra entre
En esta compleja asociación de ecosistemas se la tarea del científico y el compromiso del militante
encuentran naciones que los están usando bajo conservacionista. Muchas veces al amparo de la
estrategias productivas que también poseen una neutralidad científica se ha abusado de estudios
identidad propia. Sea por los atributos ecológicos como listas de fauna y flora, contribuyéndose muy
como por los políticos y sociales, es ineludible dis- poco a las medidas de conservación para preservar
cutir los desafíos de la conservación en el conti- esas especies. La biología de la conservación
nente. enfrenta decididamente esta cuestión, vinculando
Estos desafíos se mueven en un campo de ten- las investigaciones con las actividades necesarias
siones entre diversas perspectivas que es necesario para la conservación. Esa militancia podrá ser de
reconocer. muy distinto tipo, desde artículos de divulgación en
En un primer plano se observan en las tensiones la prensa hasta la palestra de un discurso público.
entre la conservación y el desarrollo. Muchos sec- La acumulación de información científica es indis-
tores latinoamericanos siguen viendo a las consid- pensable para la conservación y es urgente en
eraciones ambientales como una restricción al América Latina, dados sus déficits, pero por sí sola
desarrollo y un impedimento a los procesos produc- no genera estrategias de conservación. En este caso
tivos. Considerando la extensión de la pobreza en el biólogo de la conservación latinoamericano
América Latina, la desigualdad social, los atrasos deberá buscar sus equilibrios entre los requerimien-
en educación o salud y los problemas de empleo, las tos de conocimientos originales y las acciones
demandas del desarrollo son enormes. Por lo tanto, urgentes de conservación.
las presiones en este nivel son muy fuertes y oscilan Un tercer nivel de tensiones más interno se
entre la prédica por medidas ambientales que enfa- encuentra dentro de las propias disciplinas científi-
tizan las prohibiciones (de donde su efectividad es cas envueltas en la conservación. Éstas incluyen
baja) al extremo donde todo vale (continuándose concepciones y modelos que pueden estar en
con los estilos de desarrollo tradicional y dejando a pugna, tal como en el caso de la consideración de
la conservación como un mero enunciado de las comunidades como entidades reales que poseen
aspiraciones). El desafío para los biólogos de la con- una evolución sucesional determinada o como sim- 645
Rozzi R. & P. Feinsinger. 2001. Desafíos para la conservación biológica en Latinoamérica.
En “Fundamentos de Conservación Biológica: Perspectivas Latinoamericanas”
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ples agregados de especies individuales. Las implica- tradiciones milenarias que pueden complementar
ciones de seguir una u otra concepción en la conser- la aproximación científica. En cualquier caso, per-
vación pueden ser muy distintas; por ejemplo, una manece la certeza que no se puede permitir la extin-
interpretación de la sucesión ecológica como un ción de una especie y que ésta constituye un fin
proceso lineal determinado motivaría prácticas de último de un biólogo de la conservación.
restauración entendidas como la recuperación de Los desafíos que nos aguardan son inmensos, y
estadios perdidos en la marcha de la comunidad. La los equilibrios para avanzar en ellos son delicados.
experiencia demuestra que estas concepciones revis- Ni más ni menos que en otros órdenes de la vida.
ten un carácter provisorio: es el mejor conocimien- La biología de la conservación es ciencia y debe
to con el que se dispone en un momento dado. El mantener esa base científica con la mayor rigurosi-
peligro reside en confundirse y creer que el modelo dad posible. Pero es más que ello. Requiere tam-
de moda es la verdad. El biólogo de la conservación bién: (1) humildad para entender las propias limita-
en América Latina debe estar muy atento a ello, en ciones de esa ciencia y escuchar respetuosamente
especial cuando esos modelos son desarrollados otras formas de conocimiento, como las que ofre-
en gran medida en otros países, para otros tipos de cen las comunidades locales; (2) osadía, para
ecosistemas. El desafío consiste en moverse en un defender esas ideas ante la opinión pública y las
campo donde se enfrentarán distintos grados de reparticiones gubernamentales; y sobre todo, (3)
incertidumbres, con los que habrá que convivir. una obstinada perseverancia en el trabajo y con-
También exige atender a otros conocimientos, tinuidad en los proyectos en el largo plazo para
como los saberes locales indígenas o campesinos lograr la conservación de la riqueza biológica del
que ofrecen una valiosa información encerrada en continente.
(A)
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Rozzi R. & P. Feinsinger. 2001. Desafíos para la conservación biológica en Latinoamérica.
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Recuadro XXII.2. Historia natural LOCAL y ciencia ecológica
UNIVERSAL: los sistemas semillas-granívoros en desiertos de
Sudamérica y Norteamérica
Luis Marone
Javier López de Casenave
Víctor R. Cueto
El ecólogo, como cualquier ser humano, tiene una oriental. La monterita de collar (Poospiza torquata),
percepción de la naturaleza con ineludibles compo- emberízido común en el Monte central, consume
nentes subjetivos. Las consecuencias de esta subje- fundamentalmente semillas en otoño-invierno, al
tividad en el estudio de los ecosistemas merecen un igual que otras especies de esa familia. Pero, a dife-
atento análisis epistemológico. La observación cien- rencia de otros emberízidos del área que comen
tífica debe ser intersubjetiva, es decir, todo dato semillas del suelo, la monterita es un granívoro pre-
debería poder ser registrado por más de un obser- dispersivo que come sobre las panojas de gramíneas.
vador (Pickett et al., 1994). Así, la comunidad cien- Por lo tanto, si P. torquata fuera considerada
tífica reduce los sesgos individuales de sus miem- granívora terrícola, el consumo de semillas sobre el
bros, evaluando la calidad de sus enunciados suelo por el conjunto de las especies de aves
observacionales y eliminando los que están equivo- granívoras sería sobrestimado. Usando cálculos
cados (tales como aquellos que no expresan una bioenergéticos (López de Casenave, 1999) la
correspondencia con los hechos). Sin embargo, sobrestimación promedio para diez inviernos habría
aunque establecer hechos en la naturaleza requiere sido de un 32%, superando el 100% en algunos de
observaciones detalladas, a veces esas observaciones ellos (en 1988 y 1997). El análisis de la historia na-
se suponen correctas sin suficiente corroboración o tural de las aves del Monte permite, en cambio,
evaluación crítica. Si esas distorsiones se introducen postular una relación realista entre la abundancia de
en cadenas inferenciales (por ejemplo, un experi- semillas y consumidores, ya sea eliminando a
mento) el error original se propaga irremediable- P. torquata de las estimaciones de impacto sobre el
mente. banco de suelo (Marone et al., 1998) o sugiriendo
Tales distorsiones pueden ser introducidas por un mejor estimador de disponibilidad de semillas
preconcepciones teóricas, muchas veces importadas para la P. torquata (tal como sólo semillas en pie).
de otros sistemas y, por lo tanto, insuficientemente Las hormigas granívoras del género Pogono-
evaluadas frente a la nueva situación empírica. Un myrmex, comunes en desiertos americanos, ofrecen
ejemplo de esto queda ilustrado por la confusión otro ejemplo de cómo las observaciones erróneas de
entre granívoros predispersivos (que consumen la historia natural pueden afectar la interpretación
semillas sobre las plantas) y posdispersivos (que de los experimentos. La tasa de remoción de semi-
consumen semillas en el suelo). Esta confusión llas por hormigas ha sido estimada en varios desier-
surge, en ciertos casos, simplemente porque el com- tos del mundo usando un experimento clásico,
portamiento de alimentación de los animales se aunque importado, donde se ofrecen semillas en
supone, sin más, a partir de su estado taxonómico cebaderos ubicados sobre el suelo. Un supuesto
(por ejemplo, todas las aves de la familia Embe- restrictivo de estos experimentos es que la tasa
rizidae o las hormigas del género Pogonomyrmex son de remoción en cebaderos simula la tasa natural de
granívoras terrícolas). Hemos estudiado el posible consumo. Cuando realizamos un experimento
impacto de las aves granívoras sobre las reservas de de esas características en el Monte, nos sorprendió
semillas en el Desierto del Monte, una región que la baja frecuencia de individuos de Pogonomyrmex
corre al pie de la Cordillera de los Andes, desde el en los cebaderos. Seguramente influenciados por
660 extremo noroeste de Argentina hasta la Patagonia preconcepciones teóricas importadas, esperábamos
Rozzi R. & P. Feinsinger. 2001. Desafíos para la conservación biológica en Latinoamérica.
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que estas hormigas iban a ser muy frecuentes, dado Un ejemplo un tanto diferente acerca del efecto
que son granívoros estrictos que remueven muchas de las observaciones imprecisas sobre las cadenas de
semillas en los experimentos de Norteamérica. El razonamientos lo brindan los estudios sobre dieta
resultado obtenido nos indujo a estudiar mejor el de aves. En el Monte, algunas especies como Elae-
comportamiento alimentario de las Pogonomyrmex: nia albiceps (Tyrannidae) suelen tener grandes can-
observaciones preliminares sugieren que cosechan tidades de semillas en sus tractos digestivos (por
una importante proporción de semillas sobre las ejemplo, del género Lycium). Pero estas semillas no
plantas de gramíneas en el Monte. Debimos son consumidas per se sobre las plantas o el suelo,
entonces desprendernos de aquellas preconcep- sino que son incorporadas al consumir frutos
ciones y estudiar la historia natural de las hormigas carnosos enteros. Confundir frugivoría con
para poder interpretar mejor nuestros experimen- granivoría conduce a conformar equivocadamente
tos. el conjunto de especies granívoras y, como se vio en
Esta experiencia deja también enseñanzas sobre el caso de la P. torquata, este error se propaga a lo
la importancia del análisis metodológico para inte- largo de las cadenas inferenciales.
grar el conocimiento ecológico (véase Pickett et al., Los ecólogos y biólogos de la conservación
1994). Las tasas experimentales de remoción de aumentaremos la probabilidad de alcanzar resulta-
semillas en desiertos con diferentes proporciones de dos significativos si somos capaces de evaluar críti-
hormigas que se alimentan sobre las plantas y sobre camente nuestros enunciados observacionales, com-
el suelo podrían variar no sólo porque las hormigas binando experimentos cuidadosamente diseñados
difieren en su importancia como granívoros entre con largos períodos de observación de la historia
desiertos, sino también como consecuencia de natural de las especies en los sistemas que estudi-
sutiles diferencias en la historia natural de los amos y procuramos conservar (W. Resetarits, en
ensambles. Roush, 1995).
661
Rozzi R. & P. Feinsinger. 2001. Desafíos para la conservación biológica en Latinoamérica.
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Conservación y sociedades humanas En la escuela resulta sencillo salir de la sala de clases para observar el
vecindario donde pueden realizarse actividades de dibujo, descripción,
formulación de preguntas o reflexiones acerca de las casas, plazas, jar-
dines, árboles en las avenidas, líquenes que crecen sobre los troncos de
los árboles, arroyuelos donde se pueden también tomar muestras de agua
para observar bajo la lupa los diversos protozoos, algas o invertebrados.
El conocimiento que emana de estas actividades simples y la sensibi-
lización frente a la belleza y diversidad del mundo natural –donde los
seres humanos somo sólo una especie entre millones—constituye una
experiencia crucial para una conservación biológica perdurable.
En la universidad pueden realizarse, con bajo costo, excursiones para
reconocer y describir las especies, hábitats, comunidades biológicas, eco-
sistemas y hábitos de vida de las poblaciones humanas regionales. Este
tipo de observación directa del entorno biótico, cultural y social es tan
estimulante y esencial a nivel universitario para la sensibilización, com-
prensión y cuestionamiento científico, como lo es la exploración a nivel
escolar. Además, las organizaciones naturalistas, las comunidades indíge-
nas y otras personas interesadas en la conservación pueden sumarse a
estas experiencias. La participación de académicos y estudiantes con la
comunidad posibilita la experiencia de desentrañar ciclos de vida, diversidad
de formas de vida y de interacciones entre ellas en su conjunto. Esta experi-
encia participativa puede inspirar el accionar político, social, económico,
antropológico, legal o filosófico con mayor arraigo en las refinadas y
múltiples tramas de la diversidad biológica y cultural (Rozzi, 2000).
Es necesario integrar también la diversidad del paisaje, considerando
en los esfuerzos de la conservación biológica tanto los “ecosistemas prísti-
nos” como los “ecosistemas antrópicos”. Robin Chazdon (1998) ha enfa-
tizado la importancia que tienen los bosques secundarios para la conser-
vación de los bosques tropicales. Bosques primarios y secundarios se
complementan en la actual matriz del paisaje latinoamericano y deben
complementarse también en los esfuerzos de conservación en esta región
(Figura XXII.9)
Es necesario comprender también la íntima conexión entre los eco-
sistemas y los conocimientos locales. Tal como en los pueblos recolec-
tores del Chocó (Recuadro XX.3) o los extremos latitudinales de
América (Recuadro X.2), el conocimiento acerca de las plantas está li-
gado al momento y lugar donde se colectan los frutos, el conocimiento
científico está también indisolublemente ligado a los ecosistemas y los
contextos culturales donde se ha generado (Rozzi, 1999). Las particula-
ridades de las situaciones locales pueden permanecer ocultas cuando son
analizadas con la mirada de modelos o métodos que se presentan como
universales, pero que en realidad también están circunscritos a sus
lugares natales.
¿Qué hubiera ocurrido sin en vez de masificar el ganado bovino, éste
se hubiera combinado con el manejo de las poblaciones de ñandú y de
camélidos en las pampas argentinas? ¿Qué ocurriría si en vez de instalar
las plantaciones monoespecíficas de eucalipto se manejaran los bosques
662 nativos del sur de Brasil? ¿Qué ocurriría si además de aprender los méto-
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XXII. Desafíos para la conservación
biológica en Latinoamérica
(A)
La ciencia y la sociedad son dinámicas, pero el cam- centros. Estas ideas y aproximaciones “importadas”
bio histórico no niega la responsabilidad presente. a los países latinoamericanos pueden ser muy útiles,
Así, laboriosamente y con decisión, nos motivadoras y beneficiosas. Sin embargo, no siem-
empeñamos en integrar práctica y teoría en la pre es así. Cada país, provincia, ciudad o zona rural
biología de la conservación. Abiertos a una perma- de América Latina presenta circunstancias únicas y
nente revisión crítica del conocimiento y rediseño muy distintas a aquellas de los países mencionados
de los programas de investigación, educación, legis- arriba con respecto a la política, la sociedad, la his-
lación, protección y manejo de ecosistemas, hemos toria, la biología y otros aspectos de la historia na-
expuesto aquí lo que percibimos sinceramente tural y la manera de percibir e interactuar con el
como algunos de los problemas más urgentes que medio ambiente. Se deduce que ustedes, los lectores
confrontan los paisajes biológicos y culturales. de este texto, no deben seguir acríticamente la
Exploramos a la vez posibles respuestas a tales sabiduría convencional, los modelos “universales”
desafíos y las acciones que pudieran implementar del campo de la biología de la conservación. Es
tales respuestas en el diversificado mosaico del Con- imprescindible, en cambio, desarrollar cuidadosa-
tinente Americano. En este esfuerzo nos parece mente perspectivas y acercamientos a la biología de
imprescindible rescatar, respetar y enfatizar el valor la conservación arraigados en los contextos ecológi-
de los “puntos de vista” locales, en regiones rurales, cos y culturales locales, donde los ojos, los oídos y
áreas protegidas, comunidades indígenas y también los cerebros están familiarizados con estas reali-
en las comunidades multiculturales de los centros dades. En este sentido, la habilidad de observar y
de investigación y de toma de decisiones políticas pensar facultan para proponer soluciones o caminos
en la urbe. de manera independiente o conjuntamente con
En primer lugar, debemos reconocer que otros colegas latinoamericanos y extranjeros. Sele-
muchos de los conceptos, aproximaciones, prácticas ccionen lo más apropiado de la gran cantidad de
y políticas de la biología de la conservación contem- acercamientos a la biología de la conservación y
poránea han sido planteados en los países indus- modifíquenlo según las particularidades locales, o
trializados de las regiones templadas del Hemisferio según éstas planteen acercamientos innovadores. En
Norte y Australia. Tales países presentan una histo- los otros recuadros ya han encontrado a muchos
ria más larga en este campo y ofrecen mayores opor- profesionales latinoamericanos que lo han hecho.
tunidades de empleo como biólogo de la conser- La aproximación planteada en el Recuadro
vación y para la publicación de estudios o teorías; XVIII.1 está dirigida a la indagación de los
además, existe una mayor cantidad de personas tra- entornos locales y regionales. ¿Qué deseamos con-
bajando en esta área, gran número de programas servar?: los paisajes, los seres vivos que habitan en
académicos, políticas y ministerios involucrados en ellos y sus interacciones. ¿Quiénes son las personas
la conservación y un apoyo financiero que lo per- más familiarizadas con estos entornos y que, por lo
mite. Muchos profesionales de la conservación tanto, podrían percibir los problemas de conser-
biológica en América Latina han realizado estudios vación con una mayor agudeza enraizada en las his-
en centros académicos de Europa o Norteamérica, o torias de convivencia con aquellos paisajes?: cierta-
664 han basado sus cursos en textos preparados en tales mente los miembros de las comunidades locales,
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quienes en su gran mayoría no son biólogos de la que enfatizan el sentido común y la habilidad de
conservación certificados. En este escenario, el ciclo pensar, las inquietudes de los lugareños conducirán
de indagación planteado en el recuadro XVIII.1 a preguntas, indagaciones y aplicaciones más ade-
permitiría una integración entre las preguntas y for- cuadas a dicho paisaje. Nosotros, los biólogos de la
mas de exploración traidas desde fuera por los bió- conservación, no tenemos todas las respuestas; ni
logos de la conservación y aquellas preguntas y siquiera tenemos todas las preguntas.
conocimiento tradicional cultivado por las comu- La biología de la conservación, como toda cien-
nidades locales (Feinsinger, 2001). cia, es social. Su historia ha influido sobre, a la vez
Este tipo de indagación conjunta debiera con- que ha sido influida por, cambios en las perspectivas
ducir a nuevas formas de exploración, nuevos sociales y políticas. Aquello que observamos hoy ha
ensayos, nuevos modos de relación. Esto exige que sido estructurado por aquella azarosa deriva históri-
los biólogos de la conservación aprendamos a ca, por nuestros peculiares modos de entrenamiento
escuchar, a abrir primero los oídos a las preguntas y académico y por las sociedades en que nos ha toca-
conocimientos locales y evitar actitudes de arrogan- do vivir. En este libro hemos enfatizado temas que
cia académica. A través de la indagación realmente han parecido relevantes a los autores y editores, a
participativa podrán formularse preguntas contesta- colegas de la biología de la conservación en América
bles sobre el terreno acerca de la diversidad biológi- Latina y otras regiones, y esperamos que también a
ca, procesos ecológicos y modos de relación de las los diversos lectores de este texto. Si este libro
poblaciones humanas con los ecosistemas. Se hubiera sido escrito hace 50, o aún hace diez años
podrán ensayar preguntas en escalas históricas de las atrás, habría enfatizado temáticas muy distintas, y
tradiciones orales y registros complementarios acer- estamos seguros que dentro de cinco décadas los
ca de cambios en el paisaje. A través de una práctica futuros lectores se reirán al mirar la tabla de con-
conjunta del Ciclo de Indagación u otros métodos tenidos y muchos de los enfoques.
Resumen
670
Rozzi R. & P. Feinsinger. 2001. Desafíos para la conservación biológica en Latinoamérica.
En “Fundamentos de Conservación Biológica: Perspectivas Latinoamericanas”
Primack, R., R. Rozzi, P. Feinsinger, R. Dirzo, F. Massardo y colaboradores, pp. 661-688. Fondo de Cultura Económica, México.