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FRACASADO1
GONCAL MAYOSSOLSONA
Universidad de Barcelona
11 faut Etre toujours ivre. Tout est la: c'est l'unique question.
Pour ne pas sentir l'horrible fardeau du Temps que brise vos
épaules et vous penche vers la terre, il faut vous enivrer sans
tdve. Mais de quoi? De vin, de poésie ou de vertu, 2 votre guise.
Mais enivrez-vous ... Pour n'etre pas les esclaves martynsés du
Temps, enivrez-vous sans cesse! De vin, de poésie ou de vertu,
a votre guise.
Baudelaire, Le Spleen de Paris, 1869
A los amigos -tan ricos en entusiasm- de Plasencia.
RESUMEN:
SUMMARY:
Entre los dos momentos opuestos -pero siempre radicales y des- '
mesurados- de entusiasmo y de aflicción que marcan la poética y el
pensar holderliniano, va oscilando siempre intermitentemente sin llegar
nunca al salto malabar que, por ejemplo, daba en un momento dado Hegel
o - e n otro contexto polític- Heidegger. Holderlin con su aparente I
patetismo nos conduce por un camino que inaugura gran parte de nuestro l
2. No nos interesa ahora, el hecho que dicha frase pueda ser invertida. Ciertamente,
se puede pensar que el fracaso inevitable a que se ve abocado el proyecto emancipatono
holderliniano podría haberse evitado quizás si hubiera leído a Marx. Por nuestra parte
creemos que esto puede ser cierto, pero que entonces Holderlin sería irreconocible en
la postura que creemos mostrar aquí. Tendría que haber cambiado totalmente su proyecto
emancipatono y vital. En definitiva, ya no sena el mismo. Seguramente la oposición,
e incluso, la incompatibilidad del planteamiento de Holderlin y Hegel, incluiría por lo
que respecta a nuestro asunto también a Marx. Nuestro interés se centra en pensar esta
incompatibilidad -profunda, coherente y radical- de los respectivos proyectos eman-
cipatorios.
3. En el llamado «Thalia-fragment», F. Holderlin, Samtliche Werke und Briefe, 2
vol, 1, pg. 484. La traducción de las citas, cuando no especificamos lo contrario, es
nuestra.
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3
encontrar en el Ión y en el Fedro. Entusiasmo -&u0ouotaopós-
significa literalmente «endiosamiento»,posesión o inspiración divina del
alma entusiasta. Significa la inspiración o frenesí que provocan los dioses
en los hombres escogidos - e l poeta, el filósofo- y que los conduce
más allá de sí mismos, de sus límites. De esta manera se realiza lo que
Holderlin llama mil veces como presencia de los dioses en los hombres.
Para él entonces los hombres son divinos, son dioses, son uno con los
dioses o en ellos habita un dios.
Hay que interpretar las frecuentes alusiones de Holderlin a los dioses
y a lo divino, a lo infinito y a lo absoluto, no como la postulación de
una trascendencia. Como los idealistas -Fichte, Schelling, Hegel- no
concibe lo absoluto como trascendente sino como inmanente. Su divi-
nidad, que asimila al absoluto infinito y eterno, no es pues un más allá,
sino el elemento más vivo y vivificador efectivamente presente en la
realidad. Aún más que para estos autores, Holderlin insiste en enfatizar
la inmanencia y pertenencia a este mundo de lo divino absoluto. La
finitud, la miseria de nuestra situación caída, consiste precisamente en
el olvido -la ausencia de percepción o de empatía- de lo divino que
permanentemente nos envuelve. La finitud es sencillamente la privación
del absoluto vivificador que rodea al débil sujeto humano. El entusiasmo
es la señal divina de la presencia actual, efectiva y plena de la divinidad
en nosotros. Su pérdida o su inadvertencia -aunque lo divino no se halla
apartado de nosotros- nos sume en un lúcido reconocimiento de nuestra
indigencia, es nuestra indigencia y miseria; pero no el signo de su
trascendencia o imposibilidad.
La presencia cerca de los hombres -cabe o en nosotros- de lo
divino es la apuesta especulativo-poética de Holderlin. Ello hace al
hombre divino, lo convierte en un dios entre dioses -los hombres que
lo comparten. Sólo cuando todos los hombres reconocen en sí lo divino
y edifican en el entusiasmo fraterno su templo, es restablecido efectiva-
mente el ideal de Saturna regia. Incluso este ideal no es un misterioso
más allá sino la emancipación tal como la piensa Holderlin- ahora y
aquí de la humanidad. Por todo ello sólo en el entusiasmo -a la vez
divino y divinizador-, los hombres están realmente cabe sí.
Es importante remarcar que, en la tradición clásica y moderna, la
situación de ser poseído implícita en el entusiasmo, conlleva un descen-
trarniento del hombre, literalmente un enajenamiento o alienación. El
hombre deja de estar en sí y está en la divinidad, poseído por ésta. Pero
para Holderlin es exactamente lo contrario. Sólo en el entusiasmo, en la
posesión divina, en la exaltación poética, en la fogosidad del ánimo, en
el arrebato y en un frenesí audaz, está el hombre verdaderamente en sí
mismo. Sólo entonces es auténticamente sí mismo, uno con su ser más
pleno, vivo y rico. En este momento el hombre es lo que ha de ser, lo
que ha deseado siempre ser, lo que es llamado a ser y no lo que la
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5. «Liebt die Gotter und denkt freundlich der Sterblichen!». Op. cit., 1, pg. 223.
6. «Was der Alten Gesang von Kindem Gottes geweissagt,
Siehe! wir sind es, wir; Frucht von Herperien ist's!
Wundebar und genau ist's als an Menchen esfiillet,
... denn wir sind herzlos, Schatte, bis unser
Vater ~ t h e erkannt
r jeden und allen gehort.» Op. cit., 1, pg. 314.
7. En dicha obra tanto Holderlin como Schelling i Hegel coinciden con lo que Schiller
afirmaba en sus Cartas: que «para resolver en la experiencia el problema político, se
precisa tomar el camino de lo estético, porque a la libertad se llega por la belleza» y
que «la obra de arte más perfecta que cabe es el establecimiento de una verdadera libertad
política». (Op. cit. V,pg. 314 y 313 respectivamente. Traducción castellana de Manuel
García Morente, Madrid, Espasa-Calpe, Col. Austral, pg. 15 y 13 resp.).
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Por otra parte en Wie wenn am Feiertage ... lega a los poetas la
siguiente tarea:
«Los pensamientos del espíritu común están,
silenciosamente acabados, en el alma de los poetas.
Desde largo tiempo familiarizada con el infinito,
súbitamente herida se estremece con el recuerdo
y logra, inflamada por el sagrado rayo,
el fruto nacido del amor, obra de dioses y hombres,
el canto, que a ambos testimonia.
...
Y por ello ahora los hijos de la tierra
beben sin peligro el fuego divino.
Pero a nosotros corresponde, ipoetas!
permanecer a cabeza descubierta
bajo las tormentas de dios,
asir con nuestras propias manos
el rayo mismo del padre y
entregar al pueblo, envuelto
en el canto, el don divino.^^
13. «das nüchteme Lied»: «Sol1 es sein, so vergiss dein Heil, und schlummere
Klanglos!~(Op. cit., 1, pg. 266).
14. «Wenn der Schatten vaterlicher Ehre,
Wenn der Freiheit letzter Rest zerfallt,
Weint mein Herz der Trennung bittre Zahre
und entflieht in seine schome Welt.» (Op.cit., 1, pg. 144).
15. <c... und wenn die reissende Zeit mir
Zu gewaltig da Haupt ergreift und die Not und das Irrsal
Unter Sterblichen mir mein sterblich Leben erschüttert,
Lass der Stille mich dann in deiner Tiefe gedenken.~(Op. cit., 1, pg. 279).
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las respuestas son varias, incluso, diferentes, pero siempre son respuestas
a una misma y permanente problemática. Así podemos interpretar: el
amor de Melita o Diótima; la sorpresa del reconocimiento del primer
igual, del primer hombre: Adamas; la amistad en una tarea política
emancipatoria de Alabanda; la última entrega desengañada de Empé-
docles; la soledad derrotada en el seno de la buena y bella naturaleza
que restaña sus heridas en Hiperión.
Estas son las respuestas a que intermitentemente se encuentra abo-
cado Holderlin, en un trágico pero esforzadamente entusiasta Bil-
dungsroman. Hiperión responde perfectamente a la idea de Bildungs-
roman, típica del primer romanticismo: un romanticismo, todavía
directamente confrontado con el proyecto ilustrado, que por una parte
quiere trascender pero que, por otra parte, se ve aún obligado a modular.
Holderlin y gran parte de los primeros románticos (inmediatamente
influenciados por la exaltación revolucionaria en Francia) ponen a un
nivel paralelo el ideal de comunidad y de servicio ético a la humanidad,
así como la satisfacción de los impulsos más íntimos, espontáneos y
sublimes del hombre. Esos mismos impulsos, conducen a Holderlin a
ponerse al servicio de la causa suprema y más noble, que no es otra que
la libertad. Pero ésta ya no puede ser alcanzada con un ideal meramente
abstracto como se proponían los ilustrados,sino que tiene que ir paralela
a la movilización total del ser humano real y a la creación de unos lazos
espirituales de solidaridad entusiasta y fraternal de los hombres.
Para Holderlin, en concreto, la búsqueda de la Vereinigung, que
siempre concentró sus anhelos, tiene en todo momento una componente
amorosa, una componente fraterna y una componente claramente po-
lítica. La búsqueda de la Vereinigung equivale para él a la aspiración
hacia la plenitud absoluta. Hacia este ideal trifonte se proyecta siempre
Holderlin con la radicalidad que caracteriza su personalidad. También
aquí se cumple su lema que «lo que para mí no es el todo, y eterno todo,
es nada para mí».
La poética holderliniana parte de esta aspiración hiperbólica, irreduc-
tible, radical e inconciliable con medias tintas por muy real-objetivas que
sean. Igual como la meditación cartesiana se inicia con una duda hi-
perbólica que se niega a detenerse ante cualquier pensamiento que no
anule absolutamente toda posibilidad de dudar, Holderlin parte también
de una aspiración hiperbólica típica en el romanticismo y que podríamos
calificar de fáustica. Parte siempre de un anhelo por la superación de la
escisión que impide a los hombres ser y sentirse divinos. Este anhelo es
tan irreductible como predestinado al fracaso e intuido como imposible.
Frente al malestar o el desasosiego por la escisión que percibe en
su época, en su Germania, se propone la reinstauración de la época griega,
la patria griega de todos los hombres entusiásticamente divinos. Holder-
lin vive esta patria efectivamente por breves momentos en su poesía,
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