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1.1.. La Crítica Textual en Colombia PDF
1.1.. La Crítica Textual en Colombia PDF
Introducción
1
Este capítulo es resultado parcial de la investigación «Estudio previo y edición crítica de la narrativa breve
de Tomás Carrasquilla», financiado por el Comité para el Desarrollo de la Investigación –CODI– de la
Universidad de Antioquia, y contó con el apoyo del programa de Estrategia para la Sostenibilidad del Grupo
de Investigación GEL 2014-2015, otorgado por la Vicerrectoría de Investigación de la misma Universidad.
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Profesor titular de la Universidad de Antioquia. Doctor en Teoría de la Literatura y del Arte y Literatura
Comparada de la Universidad de Granada. Áreas académicas: Ediciones críticas y Literatura
hispanoamericana. Miembro del Centro Internacional de Estudios Europeos y de Las Américas (CEYLA), y
del Grupo Estudios Literarios (GEL), Departamento de Lingüística y Literatura, Facultad de Comunicaciones,
Universidad de Antioquia (UdeA), calle 70 No. 52-21, Medellín, Colombia. e-mail:
edwin.carvajal@udea.edu.co
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Filólogo Hispanista de la Facultad de Comunicaciones de la Universidad de Antioquia; acreedor en cinco
oportunidades de la Matrícula de Honor por parte del Comité de Asuntos Estudiantiles del Consejo
Académico; joven investigador UdeA del Grupo de Estudios Literarios (GEL) en la línea de investigación
―Ediciones críticas de las obras de la literatura colombiana‖. e-mail: davidmes@hotmail.com.
del proceso editorial con énfasis filológico. De igual forma, se exponen diversos textos
literarios colombianos en edición crítica, como producto de proyectos editoriales de corto
aliento en el campo literario y cultural del país, los cuales han planteado retos importantes
en la concepción lectora de nuestra tradición literaria, y en la configuración misma de
nuevos cánones literarios. Finalmente, se presenta un balance crítico de lo que significa el
incipiente desarrollo de la crítica textual en Colombia, y con ello su escaso protagonismo
en la concepción y elaboración de ediciones críticas, o con criterio filológico, de obras
literarias colombianas de todos los tiempos.
Por lo que respecta a los tiempos modernos, la edición de textos críticos fue una
creación del humanismo de los siglos XV y XVI que, movido por su devota admiración por
la antigüedad grecolatina, se esforzó por recuperar aquel legado cultural en su máxima
pureza y por restaurarlo en sus textos originales, prescindiendo de las copias descuidadas,
reelaboraciones y adaptaciones que la Edad Media había puesto en circulación. De este
importante periodo en la historia de la crítica textual expresa Miguel Ángel Pérez que
A partir del humanismo entonces, se fue definiendo un método cada vez más
riguroso de reconstrucción de textos que, basado sustancialmente en la técnica de
clasificación y ordenación de manuscritos, se ha ido aplicando no ya sólo [sic] a los
textos grecolatinos, sino a otros campos muy diversos del pasado cultural. Así, en
el siglo XVI las corrientes de renovación y reforma religiosa se sirvieron de él para
fijar con criterios de autoridad el texto de la Biblia; los siglos XVII y XVIII lo
utilizaron fundamentalmente para la edición de documentos históricos; el siglo XIX,
atraído por el mundo medieval, comenzó a aplicarlo con rigurosidad científica a los
textos literarios de la Edad Media. Desde el siglo XX hasta nuestros días, a medida
que la filología ha cobrado mayor grado de desarrollo, de manera especial con el
surgimiento de la escuela italiana de la Nueva Filología, la restauración de los
textos en busca de su autenticidad se ha sentido cada vez más necesaria, incluso
para las obras contemporáneas o del pasado más inmediato (2010: 15)4.
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Para una detallada y completa historia de la crítica textual desde la antigüedad grecolatina hasta nuestros
días se recomienda el excelente libro Estudios de crítica textual (1979-1986) (2004), del filólogo Gaspar
Morocho Gayo.
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Esta división de las obras no solo obedece al criterio de periodización cronológico, sino también a las
distintas tendencias culturales que se evidencian en cada época, y a las diferencias desde el punto de vista de
los mecanismos, las técnicas y las situaciones prácticas que presiden la transmisión de los textos.
de hallar aquella versión originaria creada por el autor, o más próxima a las intenciones de
este.
Dicho estudio filológico adquirió autonomía disciplinar cuando diversos
investigadores europeos del siglo XIX, a la cabeza del alemán Karl Lachmann, sentaron las
bases teóricas y metodológicas para que la crítica textual, disciplina enmarcada en la
tradición de los estudios filológicos, fuera la encargada de la reconstrucción y
autentificación de los textos con criterio filológico6. De esta forma, se da importancia
capital a la naturaleza filológica de la crítica textual, entendida esta no en su significado
antiguo de conservación, restauración y edición de textos, sino en su significado actual de
teoría de la edición crítica de un texto.
En esta dirección, si bien gran parte de las obras de la tradición literaria colombiana
no ha sido editada con criterio filológico; la edición crítica contemporánea parte y ha
partido del principio filológico fundamental en la edición de textos medievales y
renacentistas, a saber: la recuperación del texto autentico tal como fue elaborado por el
autor en un momento histórico particular. No obstante, las dinámicas de transmisión textual
colombianas ponen de relieve algunas diferencias profundas en relación con la transmisión
textual europea. Un ejemplo de esto es la consideración de la tradición textual enteramente
impresa (y los actuales procesos hermenéuticos que impone la difusión del libro) en un
desplazamiento de la tradición textual manuscrita. Sin embargo, la manera de acercarse al
estudio de ambas tradiciones obedece a los principios teóricos de rigor científico propios de
la crítica textual7.
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Se debe recordar que uno de los principales obstáculos para la realización de ediciones críticas de textos de
la tradición textual medieval era la ausencia de documentación pretextual y material paratextual, lo que
originaba restauraciones un poco inseguras e hipotéticas. Esta situación no se cumple con los textos
contemporáneos, debido a la presencia de dichos materiales y de otros relacionados con la recepción y el
contexto del texto, lo que conlleva a restauraciones más sólidas y fidedignas si se llevan a cabo sobre la base
de principios ecdóticos.
seriamente por la crítica literaria hispanoamericana sino hasta la admirable edición de Kurt
Levy publicada en 1974 en Bogotá por el Instituto Caro y Cuervo, que aunque todavía no
puede llamarse crítica en sentido estricto, resultó muy estimulante para congregar a
especialistas del país y del extranjero entorno al estudio de la obra completa de este
importante escritor colombiano. Y lo que es todavía más importante, para que Carrasquilla
adquiera el verdadero renombre en las letras nacionales, que como todos sabemos, estuvo
muchas décadas condenado al olvido o a la indiferencia por parte de la crítica de nuestro
país.
Llegados a este punto surge la pregunta por el papel que cumple la crítica literaria
en la historia de la trasmisión del texto y en la fijación textual del mismo. Pues bien,
analizar e interpretar la obra literaria es el objetivo fundamental de la crítica literaria. Esta
finalidad, como es bien sabido, puede concretarse desde muy diversos enfoques y con muy
diferentes procedimientos metodológicos, cada uno de los cuales aportará sin duda su parte
de verdad y legitimidad particular. Pero,
un estudio literario que quiera partir desde el principio, que pretenda arrancar desde
el primigenio sentido literal del texto, y que no eche demasiado en olvido que la
obra, como bien afirmaba Robert Guiette, ha sido creada para ser leída más que
para ser analizada, debe asumir antes que nada una función orientadora y
enriquecedora de la comprensión misma. Debe contribuir entonces a que la
comunicación sea lo más completa, rica y precisa posible, antes de remontarse a
ningún tipo de abstracciones teóricas y especulativas (Pérez, 2010: 10).
En esta lógica filológica, la principal tarea que, por tanto, ha de acometer el crítico y
el historiador de la literatura es la de desentrañar los problemas que plantea la obra ya en su
puro nivel de lectura, esto es, las dificultades textuales, lingüísticas, referencias eruditas y
de contenido, entre otros, que pueden obstaculizar su recta comprensión. Entonces,
siguiendo los planteamientos de Pérez, el crítico debe asumir ―por encima de todo el papel
de intérprete, de hermeneuta, de mensajero y mediador entre la obra y el lector‖ (2010: 11).
De ese modo, en el estudio del texto literario, antes que la exégesis, esclarecedora de
múltiples sentidos, es necesaria la hermenéutica en su sentido más primigenio. Por tanto,
para que sea posible una interpretación segura hay que partir primero del texto, de su
fiabilidad y originalidad.
Figura No. 1. Portada de la edición crítica de El Moro de Figura No. 2. Portada de la edición crítica de La Marquesa
José Manuel Marroquín. de Yolombó del escritor Tomás Carrasquilla.
Si bien para esa época no se contaba con los avances metodológicos con los que
cuenta hoy la crítica textual para la construcción de ediciones críticas, los editores de estas
obras (Fernando Antonio Martínez, Seymour Menton, Rubén Páez Patiño y Kurt Levy)
pusieron en escena un trabajo crítico bastante riguroso con los recursos teóricos y
materiales textuales existentes, con el objetivo de editar la mejor y más completa edición de
estas obras literarias de nuestra tradición. Se debe aclarar que este impulso filológico de
aquella época difícilmente se sostiene hoy, pues en el Instituto Caro y Cuervo ya la
prioridad no son las ediciones críticas de textos literarios de nuestra tradición.
Figura No. 3. Portada de la edición crítica de Obra Figura No. 4. Portada de la edición crítica de Obra narrativa
poética Completa del poeta colombiano Aurelio Arturo. completa del escritor colombianos Álvaro Cepeda Samudio.
El caso más representativo de esta situación tiene que ver con la publicación en
edición crítica de la novela María de Jorge Isaacs. Se ha encontrado que la edición del
centenario de 1967, realizada por la Biblioteca de la Universidad del Valle, tuvo un fuerte
acento crítico, con los recursos filológicos de la época, y con los cuales Mario Salazar, su
editor, pudo publicar, quizás, la primera obra colombiana con criterio filológico. Otras
ediciones críticas de esta importante novela colombiana son las realizadas por Donald
McGrady con Cátedra en 1986, María Teresa Cristina con las universidades Externado y
del Valle en 2005 (además de que fue un proyecto editorial que publicó la obra completa
del escritor vallecaucano), y Flor María Rodríguez-Arena con Stockcero en 2008. Se debe
añadir, asimismo, que esta última investigadora publica en 2011 la edición crítica de
Manuela. Novela bogotana con la misma casa editorial en Estados Unidos. Si bien estas
dos últimas ediciones no privilegian el componente filológico, sí expresan una voluntad
férrea por fijar el texto más fidedigno a las intenciones estéticas de Jorge Isaacs y Eugenio
Díaz Castro. De igual forma, se debe destacar la labor crítica y editorial que desde hace más
de diez años realiza esta investigadora colombiana, pues en su trayectoria académica no
solo cuenta con estas dos ediciones críticas, sino con otras de mucha importancia para el
estudio de la literatura latinoamericana. Tal es el caso de las ediciones críticas de obras
literarias como Doña Bárbara de Rómulo Gallegos en 2009, Jovel: Serenata a la gente
menuda de Heberto Morales en 2009, El tungsteno y Paco Yunque de César Vallejo en
2007, El éxodo de Yangana de Ángel Felicísimo Rojas en 2007, Novelas y cuadros de la
vida suramericana de Soledad Acosta de Samper en 2006, y La emancipada de Miguel
Riofrío en 2005. Como se puede observar, es un trabajo académico importante, en solitario,
de trascendencia en el campo literario latinoamericano, y con los criterios filológicos
necesarios para el establecimiento de textos fiables y completos.
Figura No. 5. Portada de la edición crítica de la novela Figura No. 6. Portada de la edición crítica de la novela
María (2005). María (2008).
En este recorrido en solitario también se cuenta con las únicas dos ediciones críticas
que ha publicado la Editorial Universidad de Antioquia en su Colección Edición Crítica, en
un periodo de 23 años: Marea de ratas (1994) de Arturo Echeverri Mejía, y Estaba la
pájara pinta sentada en el verde limón (2003) de Albalucía Ángel. Sus editores críticos,
Augusto Escobar Mesa y Martha Luz Gómez, exponen con gran acierto un aparato crítico
que hace de estas dos publicaciones ediciones críticas en todo el sentido de la palabra. Hoy
en día nuestra editorial no se plantea publicar nuevas ediciones críticas, pese a que en el
Departamento de Lingüística y Literatura se cuenta con más de diez ediciones críticas
como producto de las investigaciones de profesores y estudiantes de la Maestría y el
Doctorado en Literatura.
Figura No. 7. Portada de la edición crítica de la novela Figura No. 8. Portada de la edición crítica de la novela
Marea de ratas. Estaba la pájara pinta sentada en el verde limón.
Figura No. 11. Portada de la edición crítica de la novela Figura No. 12. Portada de la edición crítica de la novela
Risaralda. Rosas de Francia.
Se cierra este recorrido panorámico por la edición crítica en Colombia con tres
publicaciones que en los últimos años han intentado hacer algún aporte importante al
trabajo ecdótico en sus ediciones. Y decimos ―intentan‖ porque solo basta con leer sus
primeras páginas para comprobar que el énfasis no es tanto filológico como sí crítico o de
anotación. Se trata entonces de las obras José Eustasio Rivera. Obra literaria realizada en
2009 por Luis Carlos Herrera Molina con la Pontificia Universidad Javeriana; Si yo fuera
tambó: poesía selecta de Candelario Obeso y Jorge Artel, edición de Graciela Maglia de
2010, realizada en Bogotá por las editoriales de la Universidad del Rosario y Pontificia
Universidad Javeriana y El jardín de las Weismann de Jorge Eliécer Pardo, realizada en
2013 por la Universidad del Tolima, sin detalles del editor o editores.
Figura No. 13. Portada de la edición crítica de antologías Figura No. 14. Portada de la edición crítica de la novela El
poéticas de los escritores Candelario Obeso y Jorge Artel. jardín de las Weismann.
Conclusiones
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Es importante mencionar que se tiene conocimiento de otras dos ediciones críticas de obras literarias
colombianas realizadas en el país a fínales de siglo XX; sin embargo, ante la imposibilidad de acceder a ellas
se decide no incluirlas en este estudio, pero se deja constancia de su existencia mediante la siguiente relación:
La novela Frutos de mi tierra, de Tomás Carrasquilla, edición crítica de Jorge Alberto Naranjo y Estella
María Córdoba Giraldo realizada en 1996 en Medellín, con ilustraciones de Horacio Longas y editada en
Marín Vieco Ltda.; y Obra poética de Luis Carlos López, edición crítica de Guillermo Alberto Arévalo,
realizada en Bogotá en 1976 por el Banco de la República. También se tiene conocimiento de dos ediciones
críticas de obras literarias colombianas realizadas en el extranjero. Son ellas la antología de cuentos de Álvaro
Cepeda Samudio Todos estábamos a la espera, edición crítica de 2005 a cargo de Jacques Gilard y editada en
Madrid por la Cooperación Editorial, y Vida de Sor Francisca Josefa de Castillo, edición crítica de Beatriz
Ferrús Antón y Nuria Girona Fibla, editada en Madrid en 2009 por Iberoamericana.
valoración crítica de las anteriores ediciones, con sus aportes o limitaciones al campo de la
edición crítica en Colombia:
2. Otro grupo de ediciones se concentra con mayor ímpetu en el aparato crítico de las
obras, fundamentalmente en su componente de ampliación del universo referencial
al que evoca cada una. Este componente, antes de ser constitutivo de una edición
crítica, lo es de aquellas ediciones anotadas o comentadas de gran circulación e
importancia en el mercado editorial latinoamericano. Baste recordar las excelentes
ediciones anotadas de Cátedra, Gredos, Ayacucho y Norma.
3. Del mismo modo, existe otro grupo de ediciones críticas que privilegian la
recepción de la obra antes que la obra misma. El ejemplo más claro lo constituye la
edición de El jardín de las Weismann, en la que se observa un trabajo excelente de
recepción crítica, y estudios sobre la obra misma, pero muy pobre desde el punto de
vista filológico, sin contar además, como se expresó antes, que no cuenta con una
introducción previa del editor, ni menos con los criterios seguidos para el
establecimiento del texto en edición crítica. Esto último también es muy común en
la mayoría de las obras expuestas en el apartado anterior.
Esperamos que estos ejemplos sirvan para insistir en la necesidad de ejercer nuestro
juicio crítico en el estudio de nuestra tradición literaria, a partir de ediciones críticas o con
criterio filológico, para así asumir interpretaciones más verosímiles, menos irresponsables,
más cercanas al principio de realidad textual, es decir, de tener la seguridad de trabajar con
la obra que guarda con fidelidad el pensamiento del escritor. Con esto queda claro que
como críticos no podemos ser indiferentes a la lectura de una u otra edición, sino, por el
contrario, ir siempre por la lectura más fiable, aquella que el editor crítico ha elaborado con
rigor académico.
Maas, Paul (2012). Crítica del texto. Sevilla: Universidad Internacional de Andalucía.
________ (2010). Nociones acerca de la edición crítica del texto literario. Ejercicios de
crítica textual. Madrid: UNED, pp. 35-48.