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La insólita historia del

torero que huyó cuando


se le acabó el valor

| EMEEQUIS | 22 de enero de 2009
; Sucedió en México: un novillero huyó despavorido luego de intentar
darle el primer pase a su toro. Y luego se lo llevaron a la delegación. Su crimen:
no dar muerte al animal.
Un futuro torero lleno de ingenio, gallardía y, sobre todo, valentía. Ese era
Cristian Hernández hasta la tarde del domingo 13 de junio de 2010, día en que
los ojos negrísimos de esa mole de 471 kilos que tenía enfrente le recordaron
lo que las pesadillas le machacaban desde hacía un año. En una tarde como
aquella, lluviosa y copada de nubes negras, moriría cogido por el toro. Así que
no pudo más: soltó el capote y corrió hasta saltar la barda del ruedo.
Insólita historia la de este joven queretano de 22 años, que en unos minutos
pasó de ser una gran promesa al hazmerreír de la afición taurina.

Por Diego Mendiburu dmendiburu@m-x.com.mx


Fotografías: Eduardo Loza

—¡Pendejo, no sirves para esto! —le gritó, colérica, una mujer ciso instante en que un triste día de junio
pasada de kilos y entrada en años. de este año clavó la vista en ese toro que,
Los manazos en la puerta del copiloto estaban a punto hecho un bólido de carne y huesos, iba di-
de quebrar los vidrios del auto. recto hacia él.
—¿Me oyes? ¡No sirves para esto!
La furia de los insultos, la rabia de esa sexagenaria, hicie-
ron que Cristian Hernández saliera de la profunda vergüenza La sangre le escurre desbordada por el vien-
en que se había sumergido. tre. Cristian se mira el abdomen y entiende:
Fue la última humillación, la última de las decenas de está muriendo.
agresiones que ese día recibió Cristian a bordo del auto que lo Es una tarde de nubes negras, lluvia co-
llevó de la Plaza México, uno de los más grandes escenarios piosa y un ruedo enlodado. Con sus afiladas
del toreo mundial, a la delegación Benito Juárez. manos trata de impedir que la sangre fluya,
Alzó los ojos y miró a la señora de cabello platinado. pero de nada sirve. Por los dedos se le esca-
Estuvo a punto de explotar, pero no lo hizo. Porque lo contu- pa la vida. A pesar de que está en medio de
vieron. Porque ya había pasado lo peor. Pero también porque una gigantesca plaza, sabe que abrazará a la
la señora tenía razón. muerte con su propio verdugo como único
Cristian Hernández ya no servía para torear. No hacía testigo. Está solo. Empapado, temblando
falta que una señora ya mayor se lo dijera. Él lo supo desde de frío, mira a su asesino desde el suelo, a
que, unas decenas de minutos antes, tuvo enfrente al segundo un animal que supo traducir su miedo en
toro de la tarde y recordó vívidamente la extraña sensación ataque.
de sentir cómo un cuerno se encaja en el cuerpo. Miedo. Eso sentía Cristian, miedo, como
Como si fuera de nuevo el 23 abril de 2010, fecha en que nunca antes lo había experimentado.
recibió la segunda cornada de su vida, sintió cómo la parte Maldito toro. Maldita Lluvia. Maldi-
más punzante de los más de 40 centímetros del cuerno ra- ta suerte. Cristian resbaló en el fango y el
jaba su piel y penetraba violentamente, deshilachando en astado, desbocado desde toriles, alzó la
su camino el músculo tibial anterior, casi hasta topar con cabeza y le atravesó el vientre con uno de
una placa de metal colocada en su pierna izquierda por un sus pitones.
percance anterior. Y luego calor, mucho calor, cuando trató Así moría Cristian Hernández en sus
de apoyar su pie y se encontró con que pisaba un enorme propias pesadillas. De noche en noche, so-
charco formado por su propia sangre. ñando su propia muerte, como en una tra-
Ese abril de 2010 Cristian dejó de ser torero. Pero gedia griega, esa escena se construyó en su
él aún no lo sabía, porque faltaba lo peor. Que pasa- cabeza un año antes de que le huyera al toro
ran dos meses. Que llegara esa tarde. Que llegara en la monumental Plaza de Toros México.
el infame augurio. Que entrara en pánico, saliera
huyendo del ruedo y la gente lo repudiara.
No tenía manera de saber eso sino hasta el pre- Cinco. Dieciocho. Se grabó los palpitantes
números rojos del reloj, la primera imagen le ayudó a pasar un par de horas. Serían las más agradables
que tuvo ese domingo. de toda la jornada.
Día 13. Número cabalístico aun para Qué diferencia con respecto a los días en que gozaba las
quienes son menos supersticiosos que un corridas de toros. No fue hace mucho, considerando que
torero. Intentó olvidar eso y dormir un rato Cristian apenas cumplió 22 años en mayo pasado. Desde
más. Volvió a cerrar los párpados, pero ya no niño asistía a las plazas y a los 10 años, en lugar de meterse a
pudo conciliar el sueño. El reloj seguía ahí. los cursos de verano de futbol, prefirió tomar sus primeras
Había empezado la cuenta regresiva. lecciones de toros en la Plaza Santa María de Querétaro.
Se dio cuenta entonces de que vivía el día “Lo disfrutaba —añora Cristian, bajando la mirada
más largo de su existencia. Y su cuerpo co- mientras cuenta su vida en un bar de Querétaro—. Era un
menzó a exudar: en cada objeto que tomaba niño. Era un juego”.
dejaba una marca, una humedad. A partir de En el primer año de preparatoria pensó que la toreada
entonces, y hasta el final del día, las manos podía ser mucho más que un pasatiempo. Decidió tratar
de Cristian no dejaron de sudar. de hacer una carrera como torero profesional. Cambió los
Para distraer su angustia prendió la te- dóciles becerros por toros de cientos de kilos. “Te sientes
levisión. Se le antojaba ver un buen partido bien cuando te das cuenta de que puedes dominar a un toro, a
del Mundial de Futbol en Sudáfrica, pero se una bestia. Te sientes un fregón”, afirma, corrige su postura
tuvo que conformar con el noticiero matu- y su rostro se vuelve una sonrisa alargada.
tino. Si por él hubiera sido, jamás se hubiera Debutó como novillero profesional el 23 de abril de 2005.
liberado de las apretadas sábanas blancas de Desde entonces participó en 54 corridas, se presentó en mu-
la cama que domina el cuarto 401 del hotel chas plazas de la República y cortó 42 orejas.
Holiday Inn. Tenía que levantarse porque Pero ese domingo 13 de junio no pensaba en cortar ore-
toda su vida había luchado para ser tore- jas o salir en hombros. Se conformaba con salir limpio, sin
ro y este día podía ser el definitivo. Cortar heridas.
dos orejas y conseguir la alternativa, dejar Ese día 13 tocaron a la puerta de la habitación. Su padre
de ser novillero y convertirse en un torero y su apoderado le traían noticias. Torearía novillos de la
profesional. Eso es lo que esperaba. ganadería tlaxcalteca De Haro: primero a Alucinado, el se-
A las nueve de la mañana tocaron la gundo de la tarde, y cerraría su participación con el quinto,
puerta de su habitación. Era su padre, Román un astado “cárdeno claro, bragado caribello y cornidelantero
Hernández, y su apoderado, Pedro Escami- con 471 kilos”.
lla, quienes lo buscaban para que bajara a Su nombre: Augurio.
desayunar al restaurante.
Cristian aprovechó para servirse todo lo
que pudo. Huevos, salchichas, pan. Pero una —¿Y de qué color es? ¿De qué tamaño? ¿Es más grande el
vez que se sentó a la mesa, nada se le antojó. otro? ¿Se ve que ya está muy hecho?
El apetito se esfumó. Pinchó un pedazo de Cristian se convirtió en un temeroso chiquillo preguntón.
melón, otro más de sandía, y eso fue todo Nunca había reaccionado así, ni cuando le tocó lidiar toros
lo que su cuerpo admitió. más grandes y agresivos que los de esa tarde.
Sus acompañantes no hablaron mucho —¡Todo mundo quería a ese toro! —dijo don Román para
porque comprendieron el nerviosismo del tranquilizar a su hijo. Pero de poco sirvió, porque la preo-
muchacho. Torear en la México, la plaza más cupación de Cristian creció cuando se enteró de que ese toro
importante de América, donde el ídolo de era el más viejo de la corrida, el más hecho. “Eso los vuelve
Cristian, el sevillano Morante de la Puebla, más astutos”, explica.
salió por la puerta grande hace un par de Dejó ver que no estaba bien. Algunos colegas suyos
años, no era poca cosa. pasaron a saludarlo, tratando de levantarle el ánimo con
Qué bueno que no se les ocurrió cruzar felicitaciones y palabras de aliento.
palabra porque Cristian deseaba que se lar- “Eres un pedazo de torero”, le dijo uno. “Puedes con
garan cuanto antes. Quería estar solo, y que esto y más”, le dijo otro. “Hagas lo que hagas —mencionó
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no se dieran cuenta de que no podía dejar alguien, por último— vas a tener mucho mérito. Todos te
de sudar. van a valorar”.
Por fin se fueron al sorteo donde se sa- Quiso creerles. “Claro, he tenido grandes tardes con toros
bría qué toros le tocaría lidiar al muchacho. muy difíciles”, se dijo, y recordó aquel 1 de enero de 2006 en
Cristian pidió la cuenta; cuando regresó el que cortó dos orejas en la Plaza Santa María frente a otros
mesero se apresuró a pagar y corrió a su ha- dos novilleros de mejor cartel. Pero se estaba engañando. A
bitación. Chance y ahora sí habría futbol. diferencia de otras ocasiones, ahora no hizo planes con sus
amigos para festejar luego de la corrida. Esa tarde —estaba
seguro— no iba a terminar bien.
Se acostó en la cama, prendió la televisión y “El toro me pudo haber matado. De hecho no me veía des-
se encontró el partido de Serbia contra Gha- pués esa tarde. Le juraba a mi familia que si estaba bien des-
na. Aunque nada vertiginoso, el encuentro pués del domingo, era ganancia, pasara lo que pasara”.
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Cristian y su apoderado habían buscado la oportunidad El novillero aún recuerda las últimas pa-
de torear en la Plaza México desde inicios del año. Sería su labras que escuchó antes de salir del hotel:
esperado regreso a ese recinto, luego de que un año antes el “Te ves muy seguro. Hoy va a pasar algo”.
novillero tuvo una actuación discreta, aunque positiva. Fue el primer novillero en llegar a la plaza
Originalmente torearía el 6 de junio, pero por alguna de toros. Para ingresar al ruedo es necesario
mala jugada del destino esa fecha cambió. atravesar un túnel de 40 metros que pasa
“Deseaba esa fecha porque en esa novillada eran toros por debajo del tendido (las gradas). Renato
buenos, de una ganadería prestigiada. No quería que fuera se adelantó para dejar el capote y la espada
cómodo, pero que tuviera posibilidades de triunfar. Me la del torero en el callejón, lugar donde per-
cambiaron a una novillada que, si salíamos bien, sin una manecen los tres matadores que participan
cornada, era ganancia. Desde ahí me empecé a sugestionar. en las corridas.
No sé si fue el destino, los toreros son muy supersticiosos, Entonces se quedó solo. El túnel parecía
pero el domingo yo sentí algo”. hacerse más largo y frío a cada paso que daba.
Dicen que cuando más mal la pasa uno, mejor salen las A la mitad, se detuvo, se recargó contra la
cosas. “Y la estaba pasando mal porque pensaba en la res- pared y comenzó a hablar en voz alta con
ponsabilidad de ese día. Verte anunciado en la México pesa, él mismo.
y más con toros de esa ganadería, bravos, duros. Creía que —¿Puedes o no?
sería una tarde importante”. —Sí, sí puedo —se respondió.
A las 2:30 de la tarde se metió a la regadera. Trató de —¿Tienes los huevos?
relajarse. Quince minutos antes de las tres de la tarde, Re- —Sí, sí los tengo.
nato Martínez, su mozo de espadas desde hacía tres años, —¡Entonces lucha por lo que quieres
lo ayudaba vestirse con su traje oro y rosa, aquel que había ser!
mandado hacer a la Sastrería de Toreros Fermín, de España,
un año atrás. Con aquel ajuar, de más de 25 mil pesos, hizo
su primera aparición en la Plaza México. Muy pocas personas asistieron a la corrida.
“Tenía mucha ilusión depositada en él —recuerda Apenas unos 2 mil aficionados fueron testi-
Martínez—. Es una gran persona, un gran amigo, y tenía gos de ese día bochornosamente histórico.
mucho valor”. Su apoderado coincide: Cristian era conocido Aun así, como dictan los rituales taurinos,
por poseer buena técnica y, sobre todo, por ser muy valiente los tres novilleros (Alfonso Mateos, Cristian
y profesional. Hernández y David Aguilar) salieron a partir
Pero algo ya andaba mal. Renato notó que, a diferencia plaza con decoro.
de otras ocasiones, y como suelen hacer todos los toreros, Mateos y Aguilar, como todo torero
Cristian no se puso las medias rosas sentado en el borde de en paseíllo, regalaron sonrisas al público.
la cama. Las tomó y se fue al baño, solo. “Él no hacía eso. Él no lo hizo. Estaba serio y con la mirada
Ahí fue cuando lo noté más nervioso”. perdida.
Luego Cristian se hincó ante el improvisado altar que Presenció desde el callejón la faena al pri-
colocó desde la noche anterior en el tocador del cuarto del mer toro de la tarde, que en nada contribuyó
hotel. Estampitas de la Virgen de Guadalupe y la Divina al espectáculo. Poco pudo hacer el novillero
Providencia escoltaban a la imagen más importante de todas: Mateos, quien sólo se llevó aplausos al dar
un pequeño San Charbel de metal, el santo al que este torero la estocada final.
le rezaba con devoción los días que era llamado al ruedo. Y “Yo voy a hacerlo mejor”, pensó Cris-
recitó mentalmente la oración que David Silvetti difundió tian, quien encontró dentro de sí algo de
entre novilleros y matadores: enjundia.
¡Oh, Señor del gran poder y majestad!, Llegó su turno con el segundo toro de la
dador de la fuerza y de las cualidades, tarde: Alucinado. Pero de inmediato se escu-
te pido perdón por mis debilidades humanas, charon los primeros truenos y la lluvia co-
te ofrezco sinceramente mi actuación de este día ... menzó a deslavar los sueños de Cristian.
Tras algunos pases, vino el primer aviso:
Y repitió, como siempre: Cristian debía ya de matar el toro. Renato
Que si un fracaso se suma a otro, le pasó la espada y el novillero lo intentó,
me des el valor de superarme… con mal tino: la estocada quedó a la mitad.
No quedó más opción que el descabello, un
Terminó y nadie dijo nada más. Un silencio absoluto recurso poco halagador pero necesario para
sustituyó cualquier comentario banal. A ningún torero acelerar la muerte del animal.
se le dice palabra alguna después de la oración, porque Puntilla en mano, Cristian se acercó
ese momento supone el de mayor tensión y nerviosis- al toro. Lo miró de frente. Sonó el segun-
mo. Cristian salió de su cuarto, y acompañado de su do aviso, pero él nunca lo supo. Se perdió
padre, su apoderado y su mozo, bajó hasta el lobby en aquellos ojos negrísimos que le hicieron
del hotel para abordar su Volvo S4O y comenzar el recordar con tétrica nitidez la tarde del 30
recorrido, sin escalas, hacia la Plaza de Toros. de agosto de 2009, cuando sufrió por vez
primera en su carrera la cornada de un toro pierna izquierda. El cuerno se le estaba encajando justo entre
embravecido. la herida de la cornada anterior y las huellas de una fractura
En esa ocasión recibió al toro a porta ga- de tibia y peroné producto del pisotón de otro bovino.
yola, arrodillado en medio del ruedo, suerte Enganchada aún la pierna en el pitón, Pocas Pulgas
espectacular y peligrosa. Pero en ese enton- —como se llamaba el toro— alzó la cabeza y Cristian re-
ces Cristian era un chico tan seguro como voloteó por los aires, cayó al suelo y se levantó tan rápido
engreído. Dócil y ligero, alcanzó a esquivar la como pudo. Pero entonces sintió su pierna húmeda. Bajó la
cabeza del animal, no así su cuerpo. El toro, mirada y vio la media empapada en rojo.
de nombre Alcalde, lo arrolló bruscamente Esa cornada lo marcó. Así que podría entenderse porqué
aventándolo cuatro metros hacia atrás. Con- ya no se atrevió a matar a su primer toro de la tarde en la
fundido y en medio de una nube de polvo, Plaza México.
Cristian vio que el toro se acercó de nuevo “Se bloqueó. No sé qué pasó por su cabeza. Pero no pudo
y, estando en el suelo, le clavó el pitón en la matar al toro”, recuerda su mozo de espadas. Sonó el tercer
pantorrilla izquierda. No sintió dolor hasta aviso y Alucinado regresó vivo a toriles, mientras el público
que estaba fuera del ruedo y le dijeron que abucheaba al novillero.
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la herida medía 10 centímetros hacia arriba Cristian sabe bien lo que pasó por su mente en ese mo-
y ocho hacia adentro. Que el cuerno avanzó mento: “Imaginé muchas cosas, que si me pegaban otra
hasta que topó con su peroné. cornada en esa pierna quedaría inservible. Ahí comencé a
La segunda cornada había sido más trau- pensar que no valía la pena seguir arriesgándome”.
mática. Era 23 de abril de 2010 y estaba por David Aguilar tuvo suerte con el tercer toro. Cristian
terminar una faena de alarido en la plaza lo observaba y reconocía la buena tarde de su compañero.
Santa María. Se esperaba que pasara algo Pero ya había perdido el espíritu competitivo. “Me sentí
con él. Que destacara, que diera el estirón. intimidado. Perdí el deseo de ser alguien. No quería su-
Era la oportunidad de hacerse con un triunfo perar lo que el otro novillero había hecho, me conformaba
en su estado e ir por la alternativa. Pero se con salir vivo”.
engolosinó con los pases. Cuando el toro se La estaba pasando mal. “Pensé: ‘¿Qué hago aquí? Daría
agachó lo prendió de la espinilla, de nuevo la lo que fuera por estar en mi casa viendo televisión’, donde
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lo más peligroso habría sido que me cayera el toro se había seguido de frente, y corrió. Soltó el capote
del sillón”. y apretó la carrera. Al llegar a la barrera que separa al ruedo
Cristian Hernández se dio cuenta en del callejón, saltó bruscamente para caer de bruces.
ese preciso instante que había dejado de Se paró rápidamente e hizo un ademán: ¡a la chingada!
ser un torero. Sólo faltaba que los demás lo El toro, quizá el más confundido de todos, permaneció en
supieran. el centro del ruedo, siguiendo con la mirada la derrotada
caminata del novillero.
Cristian corrió por su vida. Tuvo pánico.
Había visto cómo moría. Una tarde de nubes “Vi por mi vida. Sabía que mi carrera no iba a trascen-
negras, lluvia copiosa y un ruedo enlodado. der más. Lo peor que un torero se puede imaginar es que el
Solo. Empapado, temblando de frío. Miedo. animal se le vaya vivo. A mí se me fueron dos. No era lo mío.
Eso sentía Cristian, miedo, como nunca an- Lo que quería era estar tranquilo, sano y salvo. Me quité
tes había experimentado. un peso de encima. Me monté en mi macho y dije ‘háganle
Maldito toro. Maldita Lluvia. Maldita como quieran, pero yo ya no salgo’, y no salí”.
suerte. Lo querían obligar a salir a matar al toro. Enardecido,
Esa tarde se hizo realidad el 13 de junio el público no dejaba gritar.
de 2010. “¡Pareces muñequita! ¡Culero! ¡Chinga a tu madre!”.
En el sueño, uno de los cuernos del toro “Me quedé contrariado —admite Renato Martínez—.
atravesaba el vientre del novillero, provo- Jamás había visto que eso sucediera, pero menos me ima-
cando la hemorragia que acababa con su giné que pasara con Cristian. Me le acerqué y le dije: ‘Si no
vida. lo quieres torear, aunque sea mátalo’”.
Pero Cristian no estaba dispuesto a que “No, no lo voy a matar —le respondió Cristian—. Que
la pesadilla se cumpliera. No quería morir. se vaya vivo”.
Había que cambiar el final. “¿Qué pasó, Cristian? ¡Venga, vamos al toro!”, le increpó
Allí estaba, en medio de una tormenta Pedro Escamilla.
que nada más lo perseguía a él. Después de “No”.
su primer toro, la lluvia cesó, y no regresó Entonces se les acercó el juez de callejón, quien repre-
hasta que el queretano fue llamado a lidiar senta al juez de plaza. “Tiene que salir a matarlo”, le dijo
el quinto de la tarde, el infame Augurio, a a Escamilla.
eso de las 6:30 de la tarde. “Yo casi me hincaba ante Cristian —recuerda el apode-
“Parecía brujería –dice Pedro Escamilla, rado—. ‘Por favor, agarra la espada y mátalo’”.
el apoderado–. Increíble: durante el cuarto La gente siguió gritando: “¡No sirves! ¡Retírate!”.
toro salió un sol radiante. Y sólo a él le llovió. De tantos chiflidos e insultos, Renato Martínez se quedó
La tormenta marcó el inicio del calvario”. sordo. “Estábamos en shock”.
Con el ruedo completamente encharca- El juez de callejón se acercó al novillero y le ordenó
do, era imposible torear. matar al toro. De nuevo, el joven se rehusó. Y la comedia
Aun así, con todo en contra, Cristian continuó.
tomó su capote, avanzó con los últimos —Que lo mates.
gramos de aplomo que le quedaban y esperó —No.
a que la puerta de toriles se abriera. Sintió —Sal a matarlo.
las miradas de 2 mil pares de ojos y una sutil —No.
vibración. La sensación comenzaba en sus —Tienes que matarlo. Está en tu contrato.
pies y terminaba en su mandíbula. Era su —No.
sangre, recorriendo su cuerpo al ritmo de los —¿Por qué no quieres matarlo?
latidos de su corazón. Levantó la mirada y Y Cristian soltó:
vio cómo se abría la puerta de toriles. —Porque me faltan huevos.
El piso se cimbró. Escuchó las pisadas —Que porque le faltan huevos —citó el juez de plaza frente
de una mole de casi 500 kilos que se acer- al walkie talkie que lo comunicaba directamente con Roberto
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caba como locomotora. El toro, de cabeza y Andrade, el juez de plaza.


cuartos traseros blancos, sorprendió tanto
a Cristian que éste ni oportunidad tuvo de
acomodarse en el centro del ruedo. El animal Ante una escandalera que crecía, Cristian decidió volver
no desaceleró, no dudó ni por un segundo, a al ruedo. Avanzó unos cuantos pasos, se llevó las manos a
diferencia del novillero, que apenas alcanzó la nuca y se desprendió la castañeta, un añadido de cabe-
a levantar el brazo derecho para intentar dar llo artificial que asemeja la antigua coleta que se dejaban
un pase. A la bestia ya nadie la paraba. crecer los toreros del siglo XIX. Al quitársela, anunciaba
El toro levantó su cornamenta y poco fal- su retiro.
tó para que cogiera a Cristian, que entonces La gente le respondió con una nutrida lluvia de botellas
sí, ya tampoco se detuvo. Tras esquivar al y cojines.
animal, el joven dio media vuelta, vio que El torero regresó al callejón y le entregó la coleta artifi-
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cial a Renato. Los reporteros se acercaron de inmediato. –No le digas nada –le aconsejó, mien-
“Me faltaron un par de huevos. Esto no es lo mío”, reiteró tras metía primera al ver que las puertas se
Cristian ante los micrófonos de televisión. A las pocas horas comenzaban a abrir.
esas declaraciones daban la vuelta al mundo. El video ha “Me dio coraje —dice ahora Cristian—.
sido reproducido más de 65 mil veces en YouTube. De alguna forma la justifico porque pagó un
Después de que el juez de plaza hiciera sonar los tres boleto. Pero ¿qué me puede decir la señora de
avisos, un policía intentó llevarse a Cristian. Lo jaloneó, estar frente a la cara de un toro? Nada”.
pero su mozo salió a defenderlo. Con el automóvil lleno de pequeñas
—¡No lo jalen, que no es ningún ratero! Nada más díganos abolladuras llegaron al hotel y subieron a
por dónde nos vamos y ya —intervino Renato Martínez, cons- la habitación. Ahí estaban todas las perso-
ciente de que se había desacatado el reglamento taurino. nas importantes en la vida del joven de 22
“Los toreros y los banderilleros me apoyaron —cuenta años: sus padres, su mozo, su apoderado y
Cristian—, decían que no podían llevarme detenido porque sus amigos.
me quité el añadido y había renunciado a mi carrera. Como “Cuando la plaza se me caía, volteé hacia
torero, ya no tenía nada que hacer, no me podían exigir nada”. donde estaba reunida mi familia, que estaba
A punto estuvieron de liarse a golpes los banderilleros, los toda en un mismo tendido; se pararon y me
policías y los inspectores de seguridad. demostraron su apoyo. Mis hermanos hasta
Finalmente Cristian llegó a un acuerdo con la autoridad: bajaron porque pensaban que la gente me
iría al hotel, subiría a la habitación, se bañaría y cambiaría, y golpearía”.
bajaría voluntariamente a la recepción, donde lo esperarían
dos inspectores para acompañarlo a la delegación.
Todos quedaron conformes, excepto los reporteros, Llegaron a la delegación Benito Juárez pa-
fascinados con la idea de ver a un torero, vestido con su sadas las siete de la noche. Cristian declaró
traje de luces, tras las rejas. ante un juez cívico y se le trató de imponer
—¡No va a ir, llévenselo así como está, rapidito! —gritó una multa. Nadie sabía cuánto tenía que pa-
un hombre con grabadora en mano. gar, ya que el reglamento taurino tiene 29
Para evitar a la prensa, Cristian y su mozo tuvieron que años sin actualizarse y jamás se había dado
salir por el patio de caballos, pero al llegar al estacionamiento una situación semejante.
no pudieron evadir a los aficionados. “Como juez de plaza tengo varias obli-
—¡Lástima por el traje! —oyó Cristian, y cuando miró gaciones con respecto al reglamento tauri-
hacia el lugar de donde provenía esa voz sólo alcanzó a ver no —explica Roberto Andrade, presente ese
cómo un líquido ámbar le caía encima. Quedó bañado en domingo en la plaza—. Una de ellas es que
cerveza. el espectáculo se desarrolle conforme a lo
Llegaron a su automóvil y ahí se encontraron con el re- acordado. Que si hay tres señores anunciados
presentante legal de la plaza, quien les explicó que solamente para matar a seis novillos, tienen que hacerlo,
se trataba de una falta administrativa. porque hay personas que pagan por ver este
El ahora ex novillero parecía ausente. Lo único que decía espectáculo, que es público, no privado”.
es que ya no quería volver a torear. Después de rendir su declaración, Cris-
Cristian, su mozo de espadas, su apoderado, el juez de tian pagó una multa cuyo monto le prohi-
callejón y el abogado se subieron al Volvo. Comenzaron a bieron informar, aunque según sus acom-
avanzar por el túnel por el que al mismo tiempo salían todos pañantes no dio ni un peso. Salió pasadas
los aficionados que minutos antes insultaron al novillero. las 10 de la noche.
No habían tenido suficiente desahogo: lo siguieron inju-
riando a la distancia, mientras su auto avanzaba. Cuando
se quedaban un poco rezagados, pateaban el vehículo. Le En su casa, la habitación de Cristian Her-
aventaban botellas de refresco vacías. nández es temática: toros y más toros. En
El auto se detuvo ante la reja de salida, que estaba cerra- la pared de la cabecera de su cama se enci-
da. La tormenta no había parado y la gente, que adentro del man fotografías de su paso por los ruedos,
túnel estuvo a salvo, se alejó del vehículo. Todos, excepto así como imágenes de matadores famosos.
una persona. Las puertas de su clóset son una imitación
—¡Pinche ratero, desvergonzado! de las de los toriles, y las espadas con las
Cristian salió de su letargo y giró la cabeza. Vio que las que mataba cuelgan de una percha junto al
huesudas manos de una anciana golpeaban el vidrio del mueble del televisor.
copiloto, tan fuerte que pensó que la ventanilla explo- A pesar del reloj Omega, el Volvo, su
taría en pedacitos. iPhone y su Nextel Ferrari, Cristian com-
—¡Pendejo, no sirves para esto! –gritó la señora, parte su cuarto con el mayor de sus herma-
llena de odio. nos —quien, por cierto, es charro— y vive
Cristian estuvo a punto de responderle a esa sin muchos lujos en el hogar de sus padres,
mujer vieja, de rizos cortos y rubios. Pero Renato ubicado en la colonia Centro de la ciudad
lo detuvo. de Querétaro.
“Cuando te estás jugando la vida,
y encima no lo estás disfrutando,
no tiene caso. Me quité un peso
de encima. Estoy tranquilo. Dicen
que el valor de los toreros se esca-
pa por los hoyos de las cornadas.
Es cierto (...) De hoy en adelante,
todo lo que haga lo voy a disfrutar.
Siempre tuve miedo al fracaso.
Lo más feo ya pasó”

“El torero tiene un papel social –opina De hecho, el sueño de este joven era convertirse en un
Cristian–. La gente te ve diferente, piensa que famoso matador de toros, triunfar en España y ser aclamado
eres distinto. Pero uno debe valer por lo que por multitudes... Y una semana después de su última corrida
es, no por lo que hace. Si dejas de ser torero como novillero, su perfil de Facebook se comenzó a llenar
y la gente se te voltea es porque no era fiel, de imágenes de España. Él con la Puerta de Alcalá detrás, la
nada más te hablaba por ser torero”. Gran Vía o la Plaza de las Ventas, en Madrid. La televisora
En poco tiempo se multiplicaron los vi- ibérica Cadena Tres lo invitó, con todos los gastos pagados,
deos y las notas de prensa generados en el a relatar su historia.
mundo por su asombrosa huida. Irónicamente, Cristian cumplió su sueño. Un mexicano
“Me di a conocer a nivel mundial. Ni partiendo plaza en la madre patria.
habiendo cortado tres orejas y salido en
hombros de la Plaza México se hubiera ha-
blado tanto de mí. He recibido llamadas de El joven queretano platica de buen humor, con mucha segu-
España, Colombia, Ecuador; hasta salí en ridad, como si ya hubiera olvidado aquella tarde. Todavía no
la primera plana del New York Times” (la lo supera, pero admite no tener arrepentimiento alguno.
nota se tituló: “Torero cobarde: matador “No estoy deprimido, porque ya no disfrutaba torear.
mexicano huye de toro”). Cuando te estás jugando la vida, y encima no lo estás dis-
Ahora le ha caído una lluvia de propues- frutando, no tiene caso. Me quité un peso de encima. Estoy
tas. Desde hacer crónica de toros en un sitio tranquilo.
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web, hasta ser imagen de diversos movi- “Dicen que el valor de los toreros se escapa por los hoyos
mientos antitaurinos. Recibió un correo de de las cornadas. Es cierto. Lo que pasó ese día fue la crónica
Ingrid Newkirk, presidenta y fundadora de de un petardo”.
PETA, la principal organización defensora El futuro de Cristian no es incierto. Continuará estu-
de los derechos de los animales en Estados diando la carrera de arquitectura, que siempre llevó a la par
Unidos, quien ofreció pagarle la multa con la de su pasión taurina. Espera graduarse el año entrante, a
que supuestamente fue sancionado. menos de que un ataque de pánico lo haga salir despavorido
Pero Cristian aún es aficionado a los to- del examen profesional.
ros. “Nunca aceptaría, porque sigo siendo —De hoy en adelante, todo lo que haga lo voy a disfrutar.
amante de la fiesta brava; parecería que es- Siempre tuve miedo al fracaso. Lo más feo ya pasó. Ahora
toy muy ardido y que como no triunfé en los que me he retirado me doy cuenta de que ser torero es una
toros, ahora les voy a tirar”. vanidad. ¶
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