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El viaje que nos propone “Reinos Inferiores” es tremendamente sugerente y me

ha motivado muchas ideas e interpretaciones durante su lectura. Sus poemas


representan la contemplación y la quietud ante la vorágine del mundo diario.

Una de sus principales características es la presencia de la naturaleza. Estos


elementos se suceden y nos van deslumbrando a la vez que nos introducimos
en este mundo cargado de imágenes. Al inicio hay una clara antítesis entre la
ciudad y la naturaleza que se va desdibujando en muchos momentos del
poemario. Las descripciones son magníficas. No sólo por la belleza que nos
muestran sino también por el pensamiento que hay detrás de ellas y que nos
hace reflexionar. La memoria de las piedras, las flores del ginkgo creando una
alfombra amarilla, las gotas de agua que erosionan la piedra y el púrpura de las
flores de alhelí son algunos de los ejemplos de la belleza de la naturaleza que
adornan los poemas aquí presentes.

Si buscas conocer, adéntrate en el verde


donde se desintegra la cuadrícula
y el plano arrastra su lona pudorosa

[…]

La ciudad era tierra de nadie


donde crecían los juncos
que prestaron adorno proletario a los recibidores.

Después de la naturaleza vienen los ciclos. El paso del tiempo es implacable y


vemos que al verano le sucede el invierno que hiela el corazón. Las urracas
llenan la ciudad creando imágenes en blanco y negro. Muchas veces la voz
poética tiene un monólogo interior que expresa en segunda persona y que nos
involucra dentro de los sentimientos y contradicciones que expresa como ese
buen augurio que puede representar el negro de las urracas.

Has decidido convertirlas en buenos presagios,


alas precisas que interrogan la continuidad del aire
y al aire suspendidas cauterizan.

En algunos momentos el poemario se aleja de esta contemplación de la


naturaleza y de la confrontación con la ciudad para hablarnos de temas más
humanistas como la diferencia y distancia entre lo divino y lo humano que se da
cita en la capilla Sixtina o la historia detrás de las cariátides, esas mujeres
griegas. Esta última visitación de lo clásico nos ofrece muy bellas descripciones
y una profunda reflexión detrás de las conocidas estatuas. Es un canto a la
belleza y a aquello que queda de digno en las ciudades. Una visita a los
clásicos con una mirada renovada.
La belleza es tensión, orden, acierto, adecuación, mensaje.
Fuisteis hermosas de ese modo.
Columnas erguidas, útil belleza esclava.

Reinos inferiores nos habla de esos pequeños detalles que muchas veces
escapan a nuestra visión en este reino en el que vivimos y donde predominan
la ciudad, las cuadrículas, el ruido y el gris, frente a unos reinos inferiores
cargados de color. Se trata, en definitiva, de unos textos motivados por el
pensamiento, la reflexión y el diálogo interior. Un libro necesario para salvarnos
del ruido mundano.

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