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Monografía Etnográfica

Organización, Sociedad y Cultura

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No podemos presentar a un pueblo, sin antes ubicar al lector geográficamente y ofrecer, en este
sentido, una descripción de sus características particulares, pues es allí donde se debe posicionar la
mirada en primer lugar, ya que esto ayudará luego a comprender la forma de vida local y las
costumbres. Por otro lado y siendo no menos importante, nos ocuparemos en esta introducción, de
aportar datos históricos relevantes que ayudarán a entender la idiosincrasia de los nativos y
lugareños.

La ciudad de Loncopué está ubicada al noroeste de la provincia del Neuquén, limitando al Norte
con los departamentos Ñorquín y Pehuenches, al Este con Añelo, al Sur con Picunches y al Oeste con
el país vecino Chile. Está ubicado en la confluencia del Rio Agrio y el Arroyo Loncopué donde se
instaló aproximadamente en el año 1882 el fortín Loncopué.

Presenta relieve de pre cordillera al Oeste y


mesetas y montes al Este, con una pronunciada
depresión con dirección Este, lo que resguarda al
ejido urbano de los fuertes vientos, típicos de
la Patagonia.

En cuanto a la vegetación predomina la


estepa arbustiva de monte y la estepa patagónica,
donde abunda la vegetación achaparrada como
los coirones, molles y chacay. Hacia el noroeste
se encuentran además bosques nativos de
Pehuenes, Ñires y Colihues, entre otras
especies.

El clima es frio y sub húmedo andino al


Oeste, mientras que desde el centro hacia el Este se torna semiárido de montaña.

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Etimológicamente el nombre proviene de la lengua Mapuche y hay varias definiciones sobre el
significado de la palabra “Loncopué”.

Según Raone, Loncopué significa “Cabeza de Cacique” y el nombre deriva de una lucha que
tuvieron 2 caciques, cerca del Arroyo Loncopué y el Río Agrio. Ambos caciques murieron, pero la
cabeza de uno de ellos quedó enterrada en el lugar.

Lonco-Cabeza y Pué-Pasión, cabeza poseída por cierta pasión de afecto u odio “cabeza que
ama” o “cabeza que odia”.

Según el Dr. Ambrosio Delfino “Lonco” significa “Cabeza” y “Hue” o “Tue” significa “Lugar”. Lugar
donde residían los principales caciques.

Las tierras donde hoy se emplaza el departamento de Loncopué, antiguamente fueron habitadas
por comunidades indígenas de Pehuenches y Mapuches que se dedicaban a la agricultura y a la
ganadería. Eran comunidades que tenían un lenguaje propio, una religión bien conceptuada y
practicaban el Nguillatún: ritual a través del cual elevaban sus plegarias a los Dioses para hacer
que lloviera y creciera así el pasto para su ganado. Esta mención será especialmente descripta, más
adelante.

Los Mapuches o “Gente de Tierra” tenían como Cacique a Don Feliciano Purrán, un guerrero que
durante la denominada “Conquista del Desierto” luchó por sus tierras y por la libertad de su pueblo.

Purrán se reunía en Loncopué con todos los Caciques de la zona para armar estrategias y
combatir a los “Huincas” (hombres de tez blanca) que estaban al mando del General Julio Argentino
Roca y que habían establecido los fortines de Hualcupén, Loncopué y Río Agrio, como se mencionó al
inicio.

Roca realizó varios intentos de poder negociar las tierras con las comunidades indígenas, pero al
no tener éxito dio la orden de invadirlas y de terminar con las tribus. Luego vendió estas tierras al
exterior y con las ganancias obtenidas pagó los gastos de las campañas militares.

La primera fecha que se conoce como fundación de Loncopué es el 20 de octubre de


1900 cuando el misionero Salesiano Padre Juan Gagliero y el Padre Mateo Gabotto bendicen al
pueblo, al cementerio y al templo de Nuestra Señora del Pilar, nombrándola Patrona del Pueblo. La
imagen de la Virgen fue traída a lomo de caballo desde el Fuerte General Roca, por pedido de Don
Pedro Nazarre Basabe el primer poblador de Loncopué.

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OTRAS FECHAS IMPORTANTES

 22 de diciembre de 1884: por decreto de Poder Ejecutivo Nacional es designado “Campana


Mahuida” (Paraje perteneciente al Departamento Loncopué como asiento de la capital del territorio).

 5 de febrero de 1885: se crea la Estafeta de Correo ya con el nombre “Loncopué”.

 1 de febrero de 1900: es delineado el pueblo efectuándose la primera plantación de árboles.

 1 de Julio de 1909: por decreto del Poder Ejecutivo Nacional se crea el Juzgado de Paz,
atendido por Don Pedro Nazarre Basabe hijo.

 20 de octubre de 1915: por decreto del Poder Ejecutivo Nacional es designado el pueblo de
Loncopué cabecera del departamento del mismo nombre.

 16 de mayo de 1924: por resolución Gubernamental se crea la Comisión de Fomento.

 30 de junio de 1931: por decreto del Poder Ejecutivo Nacional se aprueba el ejido de
Loncopué.

 14 de octubre de 1957: mediante Decreto Provincial, el comisionado Federal de la Provincia


del Neuquén, crea la Municipalidad, que fue gobernada por una junta de vecinos; ellos fueron los

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señores: Almendra Francisco, Garrafa Emilio, Guevara Carlos, Java Jesús, Navascues Joaquín y
Zingoni Héctor.

El escudo de la localidad fue instituido


el 16 de Marzo de 1982 bajo Decreto Nº 422. Su
creador fue el Sr. Manuel Guevara, miembro de
una de las familias más antiguas de nuestra
localidad.
Su forma estilizada recuerda la del escudo provincial
y su figura, es el sentir del siglo XX , el adelanto y
la superación. Los laureles y el sol, parte de nuestro
Escudo Nacional simbolizan el legado de gloria y
libertad heredado de nuestros mayores y
junto con el azul celeste y blanco, son testimonio
de argentinidad.
En el mapa con la forma del departamento, el punto
ubica a Loncopué como cabecera del mismo de
donde emerge el cuerno de la abundancia,
ofreciendo tales elementos: a) Minería. b)
Ganadería. c) Energía en los caudales de agua. d) Paisajes cordilleranos. e) Álamos plantados por
algunos de los pioneros. Enmarcando la base del escudo dos ramas de laureles entrecruzadas que
significan Gloria. Sobre los laureles el pergamino con el nombre de nuestra localidad.

Esta monografía pretende abordar la cultura local basándose en el relato y las vivencias de
algunos de los primeros pobladores, como así también los nativos y sus descendientes. Allí se verán
reflejados los aspectos económicos, sociales, las costumbres y creencias de aquella época. Muchas
de las cuales se mantienen prácticamente intactas hasta hoy en día, dándole al lugar la distinción de
pueblo tranquilo, amigable y acogedor.
Para dar inicio, es importante destacar que la población local tuvo siempre una marcada
influencia de trabajadores que venían de otras provincias, la mayoría de ellos militares, comerciantes y
docentes. En cuanto a los primeros y para describir claramente la dureza de la época, nos
detendremos aquí, para contar una pintoresca anécdota que tiene como protagonistas a los sargentos
Bogarín y Videla.
“Ambos salieron un día de Codihue, con la comisión de conducir la tropilla del Mayor Ruibal, en
dirección a Ñorquín. Al cruzar el valle de Loncopué les salió al encuentro un grupo de indígenas,
Bogarín que iba bien montado se adelanta y emprende a sablazos contra los mismos y Videla más
práctico descarga su carabina casi a quemarropa. Matan a dos indígenas y los demás se les disparan
arriando la tropilla. Bogarín los corre haciéndoles fuegos, pero al subir la cuesta notan que la huella se
divide en varios ramales estrechos y sinuosos, producto de las características del campo. En esa
extensión, los animales se dispersan y los indígenas abandonan la empresa, pero no sin antes
lancear en varios puntos el cuerpo de los caballos que no lograron arrebatar".
El sargento Bogarín era un tipo de gaucho entrerriano con algo de huaso chileno; rubio de cara
colorada, lampiño. Era una persona simpática, generoso y buen camarada, se había hecho acreedor a
la estima de sus compañeros de campaña, que le apodaban “bulla de indio”. Llevaba su indumentaria
cuanto podía aguantar, ya que era hombre muy desgarbado. Casi siempre estaba destacado en los
puestos de caballada.

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El sargento Videla, por su parte, era la antítesis de Bogarín, era un mendocino serio, cordial,
bondadoso que tenía ese aire bonachón y pachorriento, que caracterizaba al antiguo hombre de la
provincia de Mendoza. Era de profesión platero y por supuesto muy estimado dadas las ventajas que
se podrían sacar de su oficio y amistad.

El viejo tanque de agua.


En la actualidad sigue en funcionamiento y desde allí se
abastece a una amplia zona del pueblo.

Comenzaremos aquí a describir anécdotas e historias de


algunos pioneros, sus hijos y nietos, con el objetivo de poder
desandar la historia local, de la mano de vívidos relatos y
recopilaciones que serán, en suma, el soporte principal de este
trabajo.
Loncopué comenzó a construirse de "ranchitos" de adobe con techos de carrizo, la mayor
cantidad de casas se concentraba en la costa del Arroyo Loncopué y sobre la avenida donde hoy
están ubicadas la iglesia, la cooperativa, y las propiedades de la familia Lopatin. Había pocas casas,
no había puentes y estaba la usina a orillas del Arroyo Loncopué.
Según "Don Oscarpio Burgos" también había una capilla y un juzgado de paz en la hoy llamada
estancia Santa Isabel que le pertenecía a Pedro Nazarre.
Nos dice "Doña Anita" (Rosa Ana Asef), antes la vida era más tranquila, no teníamos noticias de
nada y no sabíamos lo que pasaba en el mundo. El pueblo era tan chico que se terminaba en el ex
barrio docente y la cancha de futbol. En ese tiempo los estancieros tenían privilegios que se le
acabaron con la llegada de Perón al gobierno. El pueblo comenzó hacer valer sus derechos.

Recuerda "Doña Chana" (Norma Susana Amarante), lo que le contaba su abuela: cuando
comenzó a formarse el pueblo “cada uno agarraba lo que quería” sin embargo con el paso de los años
se lotearon y vendieron los terrenos de propiedad de las hermanas Nazarre, quienes cobraban 10
pesos por lote.
Según "Don Pancho" (Francisco Almendra), ocurrió una inundación donde se quedó mucha
gente sin casa, razón por la cual se construyó uno de los primeros barrios de la localidad, el barrio
San Lorenzo, donde fue a vivir toda la gente que habitaba en la rivera del arroyo Loncopué. Durante la
catástrofe, además, cayó un helicóptero en el Río Agrio, donde "Don René Hernández", otro vecino
del pueblo, participó auxiliando a los accidentados.
Una de las primeras instituciones fue la escuela número 13, ubicada en frente a la parroquia.
Otra institución importante era la policía, que era de adobe y techo de coirón (estaba cerca del edificio
actual). La sala de primeros auxilios se ubicaba en donde se encuentra la actual Biblioteca Popular.
Los primeros hoteles fueron el Hotel Yey, ex hotel Loncopué de Miguel Jabat y el Hotel Pire Rayen de
la familia Palma; donde tocaban y cantaban orquestas de tango.
En la sala de primeros auxilios, que era muy precaria solo trabajaban cuatro mucamas
enfermeras, que también hacían las veces de parteras.

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En esos tiempos para higienizar a los enfermos, realizar la limpieza y la comida se acarreaba el
agua del canal, cerca de la plaza y en el invierno debían romper el hielo que se formaba por las
heladas.
Cuando iban a buscar a los enfermos que se encontraban en el campo algunas veces no podían
llegar, entonces los traían en “guandos”, que eran camillas hechas de palos o en un carro.
En esta "salita" se destacó el Dr. José Venier, quien era una “eminencia” como profesional y una
excelente persona. Con los precarios medios de que disponía la sala, “él operaba gente hasta de Las
Lajas”. Nos cuenta "Doña Catita Ramírez", una anécdota de una intervención quirúrgica a un chico
que se había lastimado la pierna con un horno de lata, donde el Dr. solamente alumbrado con la luz
de algunos autos, faroles y linternas que la gente llevaba, realizó la cirugía.
Para curar algunas enfermedades como la pulmonía, la fiebre, el empacho, el mal de ojo,
utilizaban hierbas medicinales de la zona como palo de piche, hojas de durazno, manzanilla, rosa
mosqueta, ruda, etc.
Cuando algún vecino fallecía, sobre todo un niño lo velaban sentado y lo llevaban de casa en
casa porque los vecinos lo pedían prestado. Los velorios duraban dos o tres días; se llevaban flores al
cementerio y parte de ellas se tiraban al río en homenaje a los ahogados.

Avenida San Martín en los inicios


del pueblo

Los comercios más importantes fueron los de Simón Sturze (frente al hospital actual), el de
Jaime Lopatin, Natalio Cimis, los hermanos Gargallo. Estos últimos se encargaban de la
correspondencia y la carga de mercadería. Todo se transportaba en carros que tardaba un mes desde
Zapala a Loncopué.
Todos los comercios eran de ramos generales, compraban y cambiaban cueros y lanas de,
liebres, zorros, zorrinos y cerdas de caballo, a la gente del campo por ropas, alpargatas y comestibles.
La mayoría de la gente realizaba huertas, una de las costumbres era sembrar en los viejos
corrales de las chivas, para un mejor aprovechamiento de la tierra y el abono de los animales.

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La alimentación típica se basaba en pucheros de chivo, pan casero, tortas fritas y ñaco, además
de los productos de las huertas como lechuga, cebolla, ajo, maíz, trigo, chauchas, papas y zapallos.
Con el trigo, el maíz y las chauchas hacían la tradicional “chichoca” para el invierno; época en la
que escaseaba la verdura. También hacían sopas de “pancutras” (mezcla de harina y huevos).
Un método que se empleaba para conservar carne era el “charqui”, consistía en el salado de la
carne y su posterior secado en una instalación que no permitiera el contacto con insectos.
Durante el verano se recolectaban 4 o 5 bolsas de piñones y para poder abastecerse todo el año
los enterraban en pozos que eran tapados con hojas secas de arvejas. Se cocinaba en un fogón, en
ollas de hierro y el pan en horno de lata.
En el molino de Florentino Merino (ubicado en la actual estancia “El Nido”), se molía el trigo, era
escasa la harina y el azúcar, productos que se traían de chile, además de ropas y otras mercaderías.
La energía eléctrica se proporcionaba solo durante algunas horas del día y también de noche; el
resto del día se las arreglaban con velas y lámparas a kerosén. Si había cumpleaños o fiestas, se
pagaba para que la suministraran más tiempo.
En 1965 se constituye una cooperativa de agua, a cargo del Dr. Gorni donde se organizó lo
concerniente a la reglamentación para el tendido de la red de agua.
En ese entonces, la basura de las casas se retiraba dos veces por semana, la levantaban con
palas en bolsas de arpillera y las colocaban en un carro para luego tirarlas. Más tarde se comenzó con
la tarea de concientización de los pobladores para que sea más organizada e higiénico el trabajo de
recolección; debía la gente colocar la basura dentro de tachos y la recolección se haría todos los días
de mañana y de tarde.
Ya en 1981 el pueblo contaba con estación de servicio, banco y escuela secundaria. Eran
pequeñas instituciones.
En cuanto a la educación, la relación con las familias era amena, los docentes visitaban las
casas de los alumnos, eran muy amables y respetuosos; entre la familia y la escuela se recuperaba a
los alumnos para que vuelvan a escolarizarse.
Doña Ercilia Garrafa fue la primera directora del Centro de Enseñanza para el Hogar, creado
durante la gestión del Sr. Intendente Nisembaum.
Las fiestas se realizaban en las casas donde velaban los santos. Sacaban a la virgen para
velarla y celebraban con asado, empanadas y cazuela, alegrados por la música de guitarras, se
hacían “ramadas” (costumbre chilena que gira alrededor de la comida y el baile).
Las fiestas patrias se festejaban con gran entusiasmo, se juntaba la gente del pueblo y el campo,
se hacían domadas y había cantinas para divertirse. Se formaba la comisión de fiestas y los
estancieros donaban vacunos para el asado popular, esta celebración duraba entre 4 o 5 días.

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Don Carlos Guevara. 24 de Julio de 1930.
Pionero y miembro de la junta de vecinos
que gobernaron la recién formada Municipalidad.

En cuanto a las costumbres, cuentan que


los mapuches que habitaban en cercanías a
Loncopuè, realizaban rogativas llamadas
NGUILLATUN, estas eran iniciadas con cabalgatas, llevando las banderas rituales que pedían lluvia y
buen tiempo en épocas propicias. Esto consiste en pedir rogando al Dios de la raza NGUENECHEN
(amo o dueño de la gente) que les envié lluvias a los campos, que el mismo les ha dado, que les haga
acrecentar las haciendas y sembrados, que mire por la salud y bienestar de los pehuenches que son
hijos y les de fuerzas para trabajar. Como se ve la rogativa está prácticamente bien inspirada y es
importante mencionar que las comunidades y las familias descendientes directas que habitan los
diferentes parajes de la localidad, siguen hoy en día practicándola.
Preside la ceremonia el cacique de la tribu invitante y es principal oficiante, el NGUEMPIN
(dueño o privilegiado de la palabra) acompañado por una machi que a su vez era la sacerdotisa,
curandera y pitonisa. En virtud de estos privilegios, tiene la misión de tocar el tambor, ritual cuyos
sones advierten a NGUENECHEN, que sus hijos reclaman su atención. La función del NGUEMPIN es
la de promover todos los años la reunión, ocuparse de lo concierte a la práctica de la ceremonia y de
impetrar al dios para que acuerde los beneficios que su pueblo solicita.
La ceremonia se desarrolla en una pista de unos 15 mts. En su mayor diámetro y de 3 a 4 mts de
calzada, en cuyo centro se ha levantado el REHUE (altar) que es una especie de caballete rustico
hechos con ramas de pehuén o araucaria (árbol paterno del pehuenche) y en regiones donde no lo
hay, de árboles o arbustos del lugar. Los gajos del árbol se plantan en una pampa accesible por igual
a toda la concurrencia, se debe contar con agua, pasto y leña, que son los elementos imprescindibles
para un buen alojamiento. Los concurrentes se alojan en ramadas o chozas de ramas (una para cada
familia).

El ritual lo inicia la machi al aclarar el día, cantando la canción llamada el Pillantun de la machi,
que es una invocación dirigida a las almas de los antepasados gloriosos de la raza y que moran en el
interior de los volcanes y también en la bóveda celeste. Después el cacique ordena el sacrificio de los
corderos y el ofrecimiento de los corazones a NGUENECHEN, se ponen a asar las reses cuyas
vísceras se arrojan a un fuego que forma parte del esoterismo del ritual, desde el cual suben los
olores al cielo para congraciarse con Dios y los héroes que se regocijan presenciando la rogativa de
los mortales, pues les recuerda los NGUILLATUNES que ellos también celebraron. Entre tanto ya
están listos los PURRUFES o bailarines que se visten con pantalón corto o calzoncillos arremangados
a la mitad del muslo, sobre el que se adapta un pañolón anudado en la parte posterior, de modo que
simule la cola de un avestruz, una banda tejida que lleva cocida unos cascabeles y un poncho
delgado extendido por la espalda de manera horizontal y sostenido por ambos brazos en extensión
simulando alas de aquella ave, una vincha hecha de penacho de plumas multicolores, el resto del

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cuerpo está cubierto por
dibujos con rayas
blancas y azules
formando cruces anillos
y combinaciones. Estos
reciben a las
invitaciones, se forma
una columna donde
encabezan los
bailarines (haciendo
gambetas a imitación
del avestruz) luego el
jefe de ceremonias (representa al cacique) y la terminan
los invitados y gente de la tribu invitante y por ultimo
gente a caballo encabezado por 2 niños; los cuales
inician una vuelta a AHUIN, a todo el correr de sus
cabalgaduras alrededor de todo el recinto repitiendo 4
veces. Mientras realizan esto gritan, revolean ponchos y
agitan rebenques al aire, con el objeto de ahuyentar al HUECUFU (demonio) y demás espíritus
malignos que pudieran perturbar con su presencia invisible el desarrollo de la rogativa. Los niños
inocentes dan carácter de pureza a la liturgia. Sus caballos están pintados con rayas blancas, azules y
doradas, para representar el cielo con sus nubes y el sol.
Ya se ha iniciado junto al rehue la danza ritual, al compás del cultrún que toca la machi en forma
continua y monótona acompañada en algunos pasajes por la salmodia de las mujeres que se han
sentado en semicírculo a la orilla de la pista.
El cultrún o tambor araucano es un instrumento semiesférico, de madera, cubierto por parche de
cuero bien estirado. En este parche se dibuja una cruz de brazos iguales, utilizando tinta roja, en la
cual sus extremos terminan en 3 ramas divergentes que al llegar al borde se continúan en forma
convergente por debajo. Representa los 4 puntos cardinales, presenta una orejuela para ser sostenido
contra el pecho, mientras se lo bate con un palillo. Este elemento solo es tocado por la machi ya que
es un objeto sagrado, no se vende ni se presta, ni se regala.

La coreografía del baile consta de 5 momentos:

 El avestruz en el huevo..
 Nacimiento del ave por ruptura del cascaron.
 Primeros pasos.
 Correrías por la pampa.
 Gambeteos cuando dispara en las cacerías.

Cada bailarín pasa por esos 5 momentos y solo abandona el baile cuando se sienta rendido por
el cansancio. La ceremonia termina por lo común al tercer día, con la participación de las mujeres, se
realiza un acto donde se reitera al Dios de la raza, su protección y ayuda y se finaliza con una danza
en círculo tomadas de la mano y estrechándose cada vez más, como queriendo fusionar anhelos y
voluntades en una cordial unión. Los hombres por afuera y las mujeres por adentro girando en sentido
contrario espiritual.

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Otra costumbre que le da una identidad propia a Loncopué es la Trashumancia. Como ocurre en
gran parte del Norte Neuquino, aquí se practica aún hoy, la trashumancia de los rebaños, lo que
consiste en el traslado de los animales a mediados de noviembre hacia los campos altos de la
cordillera en busca de los pastos y el agua que le servirán de sustento a sus animales, y en marzo y
abril el regreso a los campos de invernada, también en busca de las pasturas.

Aunque desconocida por muchos y valorada por pocos, la Trashumancia ha sido uno de los ejes
culturales, sociales y económicos de esta zona por cientos de años, logrando mantenerse viva,
gracias a su geografía y la lejanía de los principales centros urbanos de la región.

La actividad requiere de mano de obra capacitada para la producción de animales, la cual se


adquiere con la experiencia y sabiduría a través de generaciones, siempre está presente el trabajo en
familia; ya que generalmente, con la llegada de la época estival, los arrieros emprenden una larga
caravana hacia los campos de cordillera junto a toda su familia, para realizar esta labor, lo que
requiere mucho sacrificio y dedicación.

La trashumancia es también una forma de vida, que define la vestimenta, la música, el baile, las
comidas, la confección de las viviendas y la educación de las comunidades rurales.

Si bien nació como alternativa a la economía agropecuaria de los crianceros se transformó


además en un hecho cultural de gran envergadura para la identidad de los habitantes de la zona. De
esta manera lo nuevo y lo viejo, el porvenir y lo ancestral conviven en la localidad y es quizás una de
las tradiciones más loables de antaño.

Si nos referimos a creencias, nuestro pueblo ha mantenido algunas que se relacionan o dan
origen a elementos comunes que nos rodean, por ello describiremos las más conocidas.

La del ojo de agua: que era el


sitio donde brotaba agua, apta
para el consumo. Según la
leyenda vivía una aborigen que
todas las noches adoraba a las
estrellas y charlaba con ellas,
esta se enamoró de Nahuel
un aborigen poderoso. Pero él
contrajo una enfermedad y murió.
La joven lloró mucho la muerte de
su amado y lo hizo donde antes
admiraba las estrellas; por eso allí
se formó el agua.

La del culebrón: cuentan los pobladores que para que uno tenga un buen pasar, social y
económico, existe el gran pacto con el culebrón (aliado del diablo) el cual se define como un ser

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místico local de mediano porte, con cuerpo de cocodrilo y cara de gato o de serpiente con patas cortas
y emplumado que emite un silbido agudo. Este nace de un huevo de gallo, de tamaño inferior a los
conocidos. La persona que quiere realizar el pacto debe empezar a cuidar ese huevo, donde el
culebrón aparenta la forma de un pez. Se comenta en el pueblo, que las personas que poseen un
culebrón, son mayoritariamente estancieros (más destacados por su jerarquía social y su poder
económico) y si ellos quieren tener bienestar económico o abundante ganado, se lo alimenta con
sangre o leche. Pero este personaje también tiene perjuicios, porque la persona que lo tenga en su
poder tendrá que soportarlo hasta después de su muerte. Dice la gente, que el culebrón, frecuenta o
visita la tumba de su amo.

La del origen del nombre del Cerro Campana: proviene del sonido que se escucha debajo de la
tierra; los días de mucho viento, apoyando la oreja en el suelo se escucha el sonido lento y profundo
del tañer de una campana. Algunas personas suponen que el viento penetra en la misteriosa cueva
del cerro Campana hasta el corazón del mismo haciendo sonar una enorme campana. Otros dicen
que fueron los duendes quienes desmoronaron los túneles de la cueva para resguardar las vetas de
oro con la cual construyeron la gran campana de la que, en los días de mucho viento, se escucha su
sonido.

Las patas de la culebra: se advierte sobre el peligro que se corre al jugar con una culebra o con
una serpiente.

Biológica y morfológicamente está comprobado que las serpientes no tienen patas, sino que su
locomoción se debe a movimientos ondulantes, o sea que repta o se arrastra. Sin embargo al parecer
esto no es así ya que dichos reptiles al estar relacionados con el mal, siempre están acompañados
por maldiciones, maleficios y embrujos, que podrían hacerles aparecer patas.

He aquí una historia de una indígena de Loncopue que jugando, con sus hermanos, tiro al fuego
una culebra y esta mostró sus patas como las de un cien pies. Lo raro es que solo ella se las vio.

Luego se lo contó a su abuela y esta le dijo, que toda aquella persona que le ve las patas a la
culebra será desgraciada para el resto de su vida. Crease o no la mujer vive aún en Loncopuè y según
cuentan sus hermanos, está siempre enferma y en las más extrema pobreza.
Esta breve descripción es resultado de la búsqueda de información y la recopilación de datos
que los integrantes del grupo han conseguido. Pretende darle cuerpo a esta monografía etnográfica y
es el deseo de todos los integrantes, presentar de manera clara lo que representa el "SER" de los
habitantes de Loncopuè Nuestro pueblo.

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