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Capilla Sixtina
Capilla Sixtina
La Capilla Sixtina es una capilla del Palacio Apostólico de la Ciudad del Vaticano, la residencia
oficial del papa. Se trata de la estancia más conocida del conjunto palaciego.
Durante el pontificado de Sixto IV, un grupo de pintores renacentistas que incluía a Sandro
Botticelli, Pietro Perugino, Pinturicchio, Domenico Ghirlandaio, Cosimo Rosselli y Luca
Signorelli realizó dos series de paneles al fresco sobre la vida de Moisés (a la izquierda del
altar, mirando hacia El Juicio Final) y la de Jesucristo (a la derecha del altar), acompañadas por
retratos de los papas que habían gobernado la Iglesia hasta entonces en la zona superior y por
cortinas pintadas con trampantojo en la zona inferior.
Las pinturas fueron concluidas en 1482, y el 15 de agosto de 1483, con motivo de la festividad
de la Asunción, Sixto IV celebró la primera misa en la capilla y la consagró a la Virgen María.1 2
Entre 1508 y 1512, por encargo del papa Julio II, Miguel Ángel decoró la bóveda, creando una
obra de arte sin precedentes que cambiaría el curso del arte occidental.3 4 Años después, tras
el Saco de Roma, pintó también El Juicio Final en la pared del altar entre 1536 y 1541, para los
papas Clemente VII y Pablo III.5 Más de 500 años después, los frescos de Miguel Ángel siguen
atrayendo a multitud de visitantes a la capilla, y son considerados una de las obras cumbre de
la historia de la pintura
Arquitectura
Estructura
El espacio interno está dividido en tres niveles, de los cuales el inferior es un sótano alto con
varias ventanas utilitarias y un acceso al patio exterior. El sótano está cubierto por una robusta
bóveda que sustenta la capilla. Encima está el espacio principal, la Capilla Sixtina, cuya bóveda
está a una altura de 20,7 metros. El edificio tenía seis ventanas altas y arqueadas en cada lado
y dos en cada extremo, pero algunas de ellas han sido tapiadas. Sobre la capilla hay otra planta
con salones para la Guardia Suiza Pontificia. En esta planta se construyó una pasarela al aire
libre que sobresalía de la fachada y rodeaba el edificio, sustentada por una arcada que surge
de las paredes. Esta pasarela ha sido cubierta, pues originaba goteras en la bóveda de la
capilla.
Las proporciones del interior de la capilla utilizan la longitud como medida de referencia:
dividida por tres da el ancho y dividida por dos da la altura. Para mantener la proporción, había
seis ventanas a cada lado y dos en cada extremo. Las proporciones claramente definidas
fueron una característica de la arquitectura renacentista y reflejaban el creciente interés en la
herencia clásica de Grecia y Roma.
El techo de la capilla es una bóveda de cañón rebajada, con lunetos que rodean los arcos de las
ventanas. La bóveda está cortada en sentido transversal por pequeñas bóvedas formadas
sobre cada ventana, que la dividen en su nivel inferior en una serie de pechinas elevadas sobre
pilastras situadas entre las ventanas. La bóveda de cañón estaba pintada originalmente de
color azul brillante con estrellas doradas, según un diseño de Piermatteo da Amelia.7 El
pavimento es de cosmatesco, un estilo decorativo que usa mármol y piedra coloreada en un
diseño que refleja la proporción que existía antiguamente en la división del interior y también
marca el camino procesional desde la puerta principal, utilizado por el papa en ocasiones
importantes, como el Domingo de Ramos.
Frescos
Frescos laterales
Pared sur
La pared sur está decorada con los frescos de La vida de Moisés, pintados entre 1481 y 1482.
Partiendo desde el altar, son:
Paso del Mar Rojo, de Cosimo Rosselli, Domenico Ghirlandaio o Biagio d'Antonio
Pared norte
La pared norte alberga los frescos de La vida de Cristo, también pintados entre 1481 y 1482 y
que incluyen:
Pared oeste
En la pared oeste hay dos frescos que sustituyen a los originales, pintados por Ghirlandaio y
Luca Signorelli respectivamente, que fueron destruidos por el hundimiento del arquitrabe de la
puerta en 1522:
Resurrección de Cristo, de Hendrick van den Broeck (1572), sobre el original de Ghirlandaio
Disputa sobre el cuerpo de Moisés, de Mateo Pérez de Alesio (1574), sobre el original de
Luca Signorelli
Miguel Ángel quedó intimidado por las dimensiones del encargo y dejó claro desde el principio
que prefería rechazarlo. Él se consideraba escultor antes que pintor, y sospechaba que algunos
de sus rivales habían aconsejado al papa que le encargase un proyecto de tan gran escala para
verle fracasar. Para Miguel Ángel, el proyecto era sólo una distracción de su trabajo como
escultor de mármol, que le había mantenido ocupado durante los años previos.24
Para alcanzar el techo, Miguel Ángel necesitaba un soporte que fuera fácil de desmontar para
no entorpecer las celebraciones en la capilla. La primera idea fue del arquitecto del papa,
Donato Bramante, que diseñó un andamio colgado del techo con cuerdas. Miguel Ángel
consideró esta idea totalmente inadecuada, ya que dejaría el techo agujereado una vez
terminado el trabajo, y decidió diseñar el andamio él mismo.
El problema fue presentado al Papa, que autorizó a Miguel Ángel que construyera su propio
andamio. Miguel Ángel creó una plataforma de tablas de madera sujetas sobre soportes
creados a partir de agujeros de las paredes, a la altura de las ventanas. Al contrario de lo que
se cree, no tenía que tumbarse sobre el andamio para pintar, sino que pintaba de pie.26
Miguel Ángel usó colores vivos, fácilmente visibles desde el suelo. En los lunetos situados
sobre las ventanas pintó a los antepasados de Cristo. Sobre ellos, en las pechinas, pintó en
orden alternativo a los profetas y a las sibilas, con Jonás sobre el altar y Zacarías en el otro
extremo. En la parte central pintó nueve escenas del Génesis. Originalmente solo se le encargó
pintar doce figuras, los Apóstoles. Rechazó el trabajo porque él se consideraba escultor, no
pintor. El papa le dio permiso para pintar las escenas y figuras bíblicas que él eligiera como
compensación. Cuando terminó el trabajo, había pintado más de 300 figuras, que mostraban la
Creación, Adán y Eva en el Jardín del Edén y el Diluvio Universal.
La bóveda tiene unas dimensiones de 40 metros de largo por 13 de ancho, lo que significa que
la superficie pintada por Miguel Ángel ocupa unos 460 metros cuadrados.
Resurrección de Cristo
Miguel Ángel quedó intimidado por las dimensiones del encargo y dejó claro desde el principio
que prefería rechazarlo. Él se consideraba escultor antes que pintor, y sospechaba que algunos
de sus rivales habían aconsejado al papa que le encargase un proyecto de tan gran escala para
verle fracasar. Para Miguel Ángel, el proyecto era sólo una distracción de su trabajo como
escultor de mármol, que le había mantenido ocupado durante los años previos.24
Las fuentes de inspiración de Miguel Ángel no están fácilmente determinadas; teólogos
joaquinistas y agustinianos estaban entre las influencias de Julio II. Tampoco se sabe en qué
grado contribuyó su mano a la elaboración de cada una de las imágenes.25
Bóveda
Para alcanzar el techo, Miguel Ángel necesitaba un soporte que fuera fácil de desmontar para
no entorpecer las celebraciones en la capilla. La primera idea fue del arquitecto del papa,
Donato Bramante, que diseñó un andamio colgado del techo con cuerdas. Miguel Ángel
consideró esta idea totalmente inadecuada, ya que dejaría el techo agujereado una vez
terminado el trabajo, y decidió diseñar el andamio él mismo.
El problema fue presentado al Papa, que autorizó a Miguel Ángel que construyera su propio
andamio. Miguel Ángel creó una plataforma de tablas de madera sujetas sobre soportes
creados a partir de agujeros de las paredes, a la altura de las ventanas. Al contrario de lo que
se cree, no tenía que tumbarse sobre el andamio para pintar, sino que pintaba de pie.26
Miguel Ángel usó colores vivos, fácilmente visibles desde el suelo. En los lunetos situados
sobre las ventanas pintó a los antepasados de Cristo. Sobre ellos, en las pechinas, pintó en
orden alternativo a los profetas y a las sibilas, con Jonás sobre el altar y Zacarías en el otro
extremo. En la parte central pintó nueve escenas del Génesis. Originalmente solo se le encargó
pintar doce figuras, los Apóstoles. Rechazó el trabajo porque él se consideraba escultor, no
pintor. El papa le dio permiso para pintar las escenas y figuras bíblicas que él eligiera como
compensación. Cuando terminó el trabajo, había pintado más de 300 figuras, que mostraban la
Creación, Adán y Eva en el Jardín del Edén y el Diluvio Universal.
La bóveda tiene unas dimensiones de 40 metros de largo por 13 de ancho, lo que significa que
la superficie pintada por Miguel Ángel ocupa unos 460 metros cuadrados.
El Juicio Final
El Juicio Final fue pintado por Miguel Ángel entre 1536 y 1541, tras el Saqueo de Roma de 1527
por las fuerzas mercenarias del Sacro Imperio Romano Germánico, que terminaron con el
Renacimiento romano, poco antes del Concilio de Trento. El trabajo fue hecho en una gran
escala, y ocupa toda la pared este, situada tras el altar de la capilla. El Juicio Final es una
representación de la segunda venida de Cristo y el Apocalipsis. Las almas de la humanidad se
elevan o descienden, juzgadas por Cristo. La pared en la que El Juicio Final está pintado se
inclina ligeramente sobre el espectador en su parte alta, y está pensado así para que el fresco
infunda temor y respeto al poder de Dios. A diferencia de los otros frescos de la capilla, las
figuras son muy musculosas y parecen algo torturadas, incluso la Virgen María, en el centro
junto a Cristo, parece estar encogida.
El Juicio Final fue objeto de disputa entre el cardenal Gian Pietro Carafa y Miguel Ángel. Como
representó figuras desnudas, el artista fue acusado de inmoralidad y obscenidad. Carafa y
Monseñor Sernini (embajador de Mantua) organizaron una campaña de censura (conocida
como la "campaña de la hoja de parra") para borrar los frescos. Cuando el maestro de
ceremonias del papa, Biagio da Cesena, dijo que era vergonzoso que en un lugar tan santo se
hubieran representado todas esas figuras desnudas, y que era una decoración propia de un
baño público o de una taberna, pero no de una capilla papal,27 Miguel Ángel le representó en
el fresco como Minos, el juez del infierno. Se dice que cuando Cesena se quejó al Papa, el
pontífice respondió que su jurisdicción no incluía el infierno, por lo que el retrato se
mantendría.
Los genitales del fresco fueron cubiertos más tarde por el artista Daniele da Volterra,28 al que
este trabajo le hizo ganarse el apodo de "Il Braghettone" ("El Pintacalzones").