Está en la página 1de 14

Cartografías visuales de la biopolítica: imágenes y desenclaves de las miradas / Víctor Silva Echeto

Foucault siempre ha sabido pintar maravi-


llosos cuadros como fondo de su análisis.
Gilles Deleuze

Cartografías visuales de la 1. Introducción


biopolítica: imágenes y
desenclaves de las miradas En Ojos abatidos. La denigración de la
visión en el pensamiento francés del siglo
Víctor Silva Echeto 1
XX, Martin Jay2, fiel al estilo que lo ca-
Universidad de Playa Ancha racteriza que mezcla el ensayismo con
el manual, realiza un recorrido, como
su título lo indica, por el pensamiento
francés del siglo XX, aunque no se li-
mita a él, y, también, como su título lo
esconde, recorre no solamente el pen-
samiento francés sino occidental, por
lo menos, desde Platón hasta el giro
postmetafísico (entre los que se en-
cuentran Foucault, Derrida, Debord,
Barthes, Metz, Levinas y Lyotard), no
incorporando, o, por lo menos, citán-
dolos brevemente, a pensadores que tu-
vieron una estrecha y, por qué no, como
la mayor parte de la filosofía, ambigua 39
relación con la imagen como Gilles De-
leuze, Félix Guattari, Jacques Rancière o
Alain Badiou.
En ese contexto, hay que recordar que
Gilles Deleuze y Félix Guattari3, se re-
fieren en diversas mesetas de las Mil que
ARCHIVOS DE FILOSOFÍA NOS 9-10 2014-2015
l

diseñan, a la noología así como al pa- menes escópicos que esa extraña rela-
ralelismo entre el pensamiento del/con ción entre pensamiento e imagen, pen-
Estado y la imagen pensamiento, mien- samiento y visión, y, entre pensamiento
tras que Deleuze individualmente escri- y mirada en occidente pasa a formar
be sus Estudios sobre el cine: La imagen- parte del trayecto iconoclasta, iconofó-
movimiento y La imagen-tiempo, además bico pero, también, y, paradójicamente,
de haber dedicado el curso de 1981 en con el ocularcentrismo.7
Vincennes a la pintura.4 No obstante, En este ensayo, pretendo ingresar al de-
pese a la interesante y también, por qué bate entre Foucault y Jay, fundamental-
no, contradictoria relación que tiene mente, a partir de la lectura de este últi-
Deleuze con la imagen visual, Jay hace
5
mo, convirtiendo terceros en discordias
referencia lateralmente al filósofo fran- a Deleuze y a Flusser.
cés citando sus estudios sobre Foucault, Para Jay, Foucault transita de la arqueo-
en el capítulo referido a éste, pero no le logía a la genealogía y desde ésta a la
dedica una parte del estudio. analítica, no obstante, no añade la breve
En el texto de Jay, además, pese a su etapa biopolítica, tan fructífera del pen-
subtítulo, no queda tan clara tal de- sador francés que se inicia con las confe-
nigración sino, más bien, una relación rencias en los años ‘70 en Río de Janei-
ambigua y ambivalente del pensamien- ro y continúa con los tres cursos que le
to occidental con la imagen visual y dedica en el Collège de France: Defender
con las miradas. Es así que en la tesis la sociedad (1975- 1976), Seguridad, te-
que se formula en las primeras pági- rritorio y población (1976- 1977) y Na-
nas se matiza el subtítulo. Indica Jay: cimiento de la biopolítica (1978- 1979).
40 “gran parte del reciente pensamiento Finalmente, y, brevemente, situaré la
francés, en una amplia variedad de relación entre régimen escópico panóp-
campos, está, de una manera u otra, tico, panóptico lumínico, seguridad y
imbuido por una profunda sospecha sociedades de control, en la era, llamada
ante la visión y ante su papel hegemó- por Flusser —y hay que decirlo no sin
nico en la era moderna”. 6
problemas8— de la imagen-técnica y de
En resumen, es con los llamados regí- la superficialidad.
Cartografías visuales de la biopolítica: imágenes y desenclaves de las miradas / Víctor Silva Echeto

Paralelamente, la relación entre Michel tración de la vida, pero, también, del


Foucault y el concepto de biopolítica cuerpo; interrogación por la seguridad y
no deja de ser enigmática. Sin ser el por el entramado de disciplinamientos
primero que formuló la noción, ya que y seguridades en el pasaje de la época
la biopolítica (con otras ideas similares clásica (según le llaman los franceses) a
como la de geopolítica) se encuentran la modernidad. Es, en definitiva, y me
en Rudolf Kjellen, ni el último, hoy sirvo aquí de Giorgio Agamben9, de la
ampliada por Toni Negri, Roberto Es- oikonomía como administración políti-
posito o Giorgio Agamben, su sistema- ca, como gestión cultural y visual.
tización forma solo parte de los últimos Con lo visual, tampoco Foucault tuvo
fragmentos de “La voluntad de saber”, una relación fácil. Si en sus primeros
primer tomo de la Historia de la Sexua- trabajos ocupa un lugar central de sus
lidad, sin embargo, en los cursos del Co- reflexiones: Nacimiento de la clínica, ar-
llège o en sus conferencias entre 1974 y queología de la mirada médica; Historia
1979, la biopolítica será problematizada de Locura; Las palabras y las cosas —que
por Foucault ubicándola en torno a la da paso al intercambio epistolar con
“sociedad”, “la seguridad”, “el territo- Magritte—, para transitar luego a la
rio”, “la población”, “la administración consideración de lo visual como disci-
de la vida”, “el cuerpo”, “el racismo”, “la plinamiento y control (panóptico) per-
biologización” y “el neoliberalismo”. diéndose, finalmente, en la analítica de
Es más, en el curso “Nacimiento de la la verdad.
biopolítica”, no se refiere explícitamen- Así las cosas, a los efectos de mi in-
te a la biopolítica sino al neoliberalismo vestigación, es interesante la relación
y a una supuesta extensión de aquella indirecta que se puede rastrear entre 41
en la idea de Vitalpolitik. No obstante, Warburg y Foucault, ya que uno de
como todo registro conceptual, la res- los primeros escritos sobre imágenes
puesta a la pregunta por la biopolítica visuales de este último es la introduc-
en Foucault, es compleja, críptica y dis- ción a Binswanger, a quien traduce al
continua. francés.10 Binswanger, paralelamente, es
La biopolítica, en Foucault, es adminis- el psiquiatra director de la clínica Be-
ARCHIVOS DE FILOSOFÍA NOS 9-10 2014-2015
l

llevue, donde fue trasladado Warburg, Lo interesante es recuperarlo para dise-


sobre él que escribe su historia médica ñar una metodología de análisis de lo
que, más que médica o psiquiátrica, es visual.
una ensayística sobre la vida de las imá- “La vida de las imágenes”, como le lla-
genes visuales. mo Aby Warburg, es el sustento que en-
Podría pensarse, aún, que el método “de carna “el cuerpo de las miradas”, en una
la ciencia sin nombre” warburgiano, tie- era donde la “batalla de las miradas” es,
ne una estrecha relación —por no decir también, la desterritorialización panóp-
influencias—sobre el de las “signaturas” tica del mirar.
foucaultiano de Las palabras y las cosas,
y el que actualmente está desarrollando 2. “¿Parresía visual?” La verdad de lo
Agamben. Es decir, el método hetero-
11
visual en Foucault y en Jay
tópico de lanzar signos y vincularlos sin
que entre ellos tuvieran alguna relación En La arqueología del saber, empero, se
previa. “[…] algo que en un signo o en produce un retroceso en el Foucault vi-
un concepto lo excede para reenviar- sual, quizás paralelo a su temprano ale-
lo a una determinada interpretación o jamiento de la fenomenología, ya que
para desplazarlo hacia otro contexto, el método foucaultiano se centra en lo
sin salirse sin embargo del ámbito de lo discursivo, definiendo lo que no forma
semiótico para constituir un nuevo sig- parte de ese registro por negatividad
nificado”. La signatura no es signo, ni (formaciones no discursivas). Es Gilles
símbolo, sino conexión indicial. Esta
12
Deleuze, no obstante, quien —en su
es la base metodológica en la que se ins- homenaje— recupera el Foucault vi-
42 cribe este ensayo. sual, indicando que “Foucault siempre
La enciclopedia china borgeana que ha sabido pintar maravillosos cuadros
inspira Las palabras y las cosas es un des- como fondo de su análisis”.13
tacado ejemplo del pensamiento por Para Deleuze: “Cuando se olvida la
signaturas heterotópico. A diferencia de teoría de las visibilidades se mutila la
Agamben, para Foucault queda anclado concepción que Foucault tiene de la
en el pensamiento del renacimiento… historia, pero también se mutila su
Cartografías visuales de la biopolítica: imágenes y desenclaves de las miradas / Víctor Silva Echeto

pensamiento, su concepción del pen- obstante, “no fue nunca una resistencia
samiento”. Así, “se lo convierte en una que pudiera derribar por entero el po-
variante de la filosofía analítica actual, der hegemónico que venía a prevalecer,
con la que no tiene casi nada en común únicamente evitaba su completa realiza-
(salvo quizá con Wittgenstein, si de él ción”. En el régimen escópico moder-
extraemos una relación original entre no, las prácticas “visuales alternativas
lo visible y lo enunciable)”. Michel existieron y pudieron ser nutrientes,
Foucault “siempre se sintió tan fasci- pero no pudieron restaurar la absoluta
nado por lo que veía como por lo que inocencia del ojo”.16 El interés de Jay,
oía o leía, y la arqueología tal y como justamente al centrarlo en la parresía,
él la concebía es un archivo audiovisual es preguntarse por los vínculos entre la
(empezando por la historia de las cien- veridicción —el decir verdadero— y la
cias)”. A Foucault le gusta enunciar y visualidad en Foucault, por ello la pre-
descubrir los enunciados de los demás gunta del título: “¿parresía visual?”. Pre-
“porque también tiene una pasión por gunta que ya se encuentra en Heidegger
ver”: lo característico de Foucault “es la pero, también, en Jacques Derrida en
voz, pero también los ojos”. La mirada, La verdad en pintura.17
la voz. “Foucault siempre ha sido un vi- A esta le suma otras interrogantes:
dente, a la vez que introducía en la filo- “¿entendió Foucault ciertos regímenes
sofía un nuevo estilo de enunciados, de discursivos fuera del conocimiento sos-
acuerdo con un doble movimiento, con tenido visualmente, la evidencia de los
un doble ritmo”. 14
ojos o sus extensiones, como una fuente
Es Martin Jay, en un texto sobre Pa- privilegiada de saber válido?”, o “¿argu-
rresía visual, quien discute esta pers-
15
mentó Foucault que la visualidad pudo 43
pectiva deleuziana sobre Foucault, a de algún modo establecer una táctica
partir de Flynn y Shapiro: “en toda su alrededor de la discursividad y proveer
ocupación sobre el poder, incluyendo el una base para una verdad que no fue-
poder del ojo para dominar lo que es ra meramente un efecto de un régimen
visto, Foucault reconoció, después de discursivo específico?” Y si esto es así,
todo, lo inevitable de la resistencia”. No “¿escapó de la fuerza gravitatoria del
ARCHIVOS DE FILOSOFÍA NOS 9-10 2014-2015
l

campo de poder en el que estaba in- ramente […] se traducen en expresio-


merso?” Aquí habrían de examinarse los nes positivas de otro orden visual que
candidatos para los modos alternativos se acerca a una verdad asentada en una
de experiencia visual y ver si pueden forma de vida, una práctica crítica cu-
ayudar a un “modo de decir la verdad yos efectos Foucault vino a valorar, tan-
—llámese parresía visual o quizás me- to teóricamente como en su propia vida
jor, ‘mostrar con verdad’”. como intelectual profundamente com-
Los argumentos, para intentar respon- prometido”. Esa restricción de lo visual
der a esas preguntas de Jay, toman como “para interrumpir las visualidades hege-
eje el libro de Deleuze sobre Foucault. mónicas podría no ser equivalente a la
“En buena parte de la literatura sobre denigración de toda experiencia visual,
Foucault que subraya su desconfianza pero está lejos de posicionarse en una
en la visualidad, incluyendo mi propio alternativa completamente saludable”,
trabajo, la dirección de esta contesta- esto es, “no hay veridicción del ojo, no
ción mutua está dirigida a favor del len- hay aprehensión intuitiva del mundo a
guaje interfiriendo la visualidad”. 18
través de la mediación de los sentidos”.
Jay indica que “hay modos (…) en los En otros términos, “no hay parresía vi-
que la resistencia al poder podría tomar sual para Michel Foucault, quien, como
formas visuales, pero éstas son enten- Derrida,20 habría advertido a Cézanne
didas por Foucault en términos am- de que su obligación de decir a su ami-
pliamente negativos”, es decir, “inter- go la verdad en pintura sería una deuda
ferencias en la visualidad hegemónica dejada sin pagar para siempre”.
de una era, como el desafío de Manet Aunque Jay, matiza sus argumentos
44 a la pintura perspectivista tradicional”. de Ojos abatidos, sigue moviéndose en
Éste desafío preocupará a Foucault en una línea que critica la ambivalencia de
un texto escrito parcialmente en 1968 Foucault sobre lo visual, pero esa ambi-
sobre Manet y que no acabará. El libro valencia —debería de saberlo Jay— for-
se publicó recientemente su traducción ma parte de todo ese proyecto discon-
al español. Estos enfrentamientos a las
19
tinuo sobre el que el pensador francés
prácticas dominantes de visualidad “ra- construyó su arqueología o, como en el
Cartografías visuales de la biopolítica: imágenes y desenclaves de las miradas / Víctor Silva Echeto

caso de Flusser, sus aporías más que idas Mientras que en La arqueología del sa-
y venidas. ber hay sendos capítulos referidos a
dos tipos de formaciones prácticas: las
3. Antecedentes en la obra de discursivas y las no discursivas. Gilles
Foucault Deleuze, posteriormente, no las define
por negación sino que se refiere a las
Se ha discutido mucho desde cuándo formaciones prácticas enunciables y a
Foucault encarna el análisis de lo que las visibles. Aclara, a su vez, para salir de
llamará, desde los años ‘70 en las co- la duda que ya desde El nacimiento de
nocidas conferencias de Río de Janeiro, la clínica lo visible se encuentra en las
biopolítica. Para algunos, como Edgar- estrategias y en las tácticas de Foucault:
do Castro, 21
no es posible considerar “Ahora vemos más claro que Foucault
que en la primera etapa de Foucault ya no ha cesado de estudiar esas dos for-
se encuentra el “marco del juego entre mas en los libros precedentes: en El na-
dispositivos juridiccionales y dispositi- cimiento de la clínica hablaba de lo visi-
vos veridiccionales”, por lo menos en
22
ble y lo enunciable; en La historia de la
obras como Las palabras y las cosas o La locura, de la locura tal y como la vemos
arqueología del saber, ya que en la prime- en el hospital general”, y, “del desvarío
ra “la descripción de las formación de las tal y como se enuncia en medicina (y
ciencias humanas, en términos de episte- en el siglo XVII no se cura en el hos-
me, permanece limitada al orden de las pital)”. Es decir, “lo que La arqueología
prácticas discursivas”. No obstante, no reconocía, pero todavía sólo designaba
es menos cierto que en Las palabras y las negativamente como medios no-discur-
cosas la imagen visual, desde la enciclo- sivos, encuentra en Vigilar y castigar24 su 45
pedia china pasando por el pensamiento forma positiva que es toda una constan-
de la semejanza y la similitud hasta lle- te en la obra de Foucault: la forma de
gar a la imagen del hombre borrándose lo visible, en su diferencia con la forma
“en los límites del mar” como “un ros- de lo enunciable”. Esto es y a modo de
tro” se disipa “en la arena”, la imagen 23
ejemplo: “a principios del siglo XIX, las
recorre transversalmente el texto. masas y poblaciones devienen visibles,
ARCHIVOS DE FILOSOFÍA NOS 9-10 2014-2015
l

salen a la luz, al mismo tiempo que los que convierte a la vida en un cadáver
enunciados médicos conquistan nuevos y redescubre en el cadáver la nervadura
enunciables (lesiones de los tejidos y co- frágil y arruinada de la vida”.
rrelaciones anatomofisiológicas…)”. 25
También, estos aspectos pondrían ma-
Es decir, ya el pensador es conciente de yores complejidades para descartar el
que las prácticas discursivas —en tanto giro visual en la obra de Foucault, al
dispositivos de poder— solo son po- considerar que es un pensador que pasa
sibles de analizar junto a las prácticas desde las prácticas discursivas a las de
de visibilidad e invisibilidad, entre las poder, sin ingresar al campo de lo vi-
que se encuentran las corporales. “No sual, como lo deja implícito en algunos
es exagerado decir que todo dispositivo momentos Jay. Esto no es así porque
es un caldo que mezcla visibles y enun- desde sus escritos de juventud —en una
ciables”. 26
Es, por ello, que el mismo etapa más fenomenológica— el pensa-
Foucault aloja a la representación y a la dor francés tiene un mostrado interés
ideología —como representación de la por estudiar la imagen y lo visual.
representación— al interior de la época Por lo tanto, lo que es menos discutido
clásica, posición criticada por algunos es el cruce transversal que tiene lo vi-
de los teóricos actuales del postmarxis- sual, sus ambigüedades y ambivalencias,
mo y del postpsicoanálisis. 27
en la obra del pensador francés, desde
En este contexto, en Las palabras y las la Historia de la locura hasta la Historia
cosas, vida, lenguaje y trabajo forman de la sexualidad, con puntos destaca-
parte de uno de los tantos triedros que dos como su temprana introducción a
diseña Foucault. En El nacimiento de la la obra de Binswanger pasando por Las
46 clínica, por su parte, adelanta el pasaje palabras y las cosas hasta llegar a textos
del “hacer morir y dejar vivir” al “hacer donde se encarna lo visual como Vigilar
vivir y dejar morir” que será uno de los y castigar o sus intercambios con Ma-
sustentos de la biopolítica, con la im- gritte que dan paso al libro publicado
portancia de la penetración visual en sobre el pintor belga.
el cuerpo. “La medicina del siglo XIX Es, por ello, que Martin Jay recuerda
estaba obsesionada por ese ojo absoluto que “en 1957, Canguilhem impartió
Cartografías visuales de la biopolítica: imágenes y desenclaves de las miradas / Víctor Silva Echeto

un curso en la Sorbona sobre el papel 4. A propósito de una enciclopedia


de la visión como modelo de cognición china
occidental. Aunque en aquella época
Foucault ejercía como docente en Upp- Es, no obstante, en Las palabras y las co-
sala, Suecia, es probable que enseguida sas, donde lo visual adquiere un estatuto
se pusiera al corriente de los contenidos filosófico. No son los filósofos más cita-
de aquel curso”. 29
dos y renombrados en la historia de la
Fue en ese momento que comenzó a filosofía los que allí se despliegan, sino
elaborar el discutido estudio sobre la un conjunto de imágenes y de miradas
historia de la locura en la época clásica, que, desde la enciclopedia china que
que, tras un primer intento frustrado en inspira la obra, se muestran y ocultan
la Universidad de Uppsala, se lo llevó como los reyes que aparecen en el espejo
a Hyppolite quien, al considerar que de las Meninas.31 Son, a su vez, esos re-
no podía aceptarse como una diserta- yes los que, junto a Velásquez, desnuda
ción en Filosofía, lo envío a Foucault el pensador francés. El poder visual de
a hablar con Canguilhem quien lo pa- las taxonomías, también, se encuentran
trocinó para su doctorat d´état en 1961, en el primer Flusser, el de su etapa bra-
como una introducción a la historia de sileña. Por ejemplo, en Natural mente,
las ciencias. En esa obra “mostraba has- diseña un índice taxonómico, muy si-
ta qué punto Foucault se percataba del milar a esas taxonomías recuperadas
papel de la visión, o, para ser más pre- por Foucault: Caminhos. Vales. Pássa-
cisos, de los regímenes visuales específi- ros. Chuva. O cedro no parque. Vacas
cos en las categorías culturales”. Y, a su (…) Natural: mente. O en A história do
vez, “demostraba con la misma fuerza diabo: A Infância do Diabo. A luxûria. 47
su resistencia a las demandas totalitarias A Ira. A Gula. A inveja e a avareza. A
de una Ilustración que había elevado su soberba.32
noción ocularcéntrica de la Razón al es- Es así que en el pliegue entre palabra y
tatuto de verdad universal”. 30
cosa, a la enciclopedia china la suceden
(o, mejor dicho, le preceden en época)
otras imágenes como son las de las taxo-
ARCHIVOS DE FILOSOFÍA NOS 9-10 2014-2015
l

nomías de destacado poder visual, es nerse juntas’ (unas al otro lado o frente de
decir, de fuerte impronta monstruosa si otras) a las palabras y a las cosas.34

tomamos a este término como derivado


de mostrar y de mirar: “Ya no estoy en No obstante, ante este desafío para la
ayuno —dice Eustenes—. Por ello se gramática que le imponen las heteroto-
encontrarán con toda seguridad hoy en pías o ese detenimiento de la palabra, se
mi saliva: Áspides, Amfisbenas, Aneru- acerca a la imagen visual y a una tierra
dutes, Abedesimones, Alartraces, Amo- mítica que la enaltece: “a esta distorsión
bates, Aspinaos, Alatrabanes, Aractes, en la clasificación que nos impide pen-
Asteriones, Alcarates, Arges, Arañas, sarla, a esta tabla sin espacio coherente,
Ascalabates, Atelabes, Ascalabotes, Ae- Borges les da una patria mítica, una re-
morroides”. gión precisa cuyo solo nombre constitu-
La diferencia, para Foucault, entre estas ye para el Occidente una gran reserva de
taxonomías y la enciclopedia china es utopías”. Es un
que “la monstruosidad que Borges hace
[…] espacio solemne, sobrecargado de fi-
circular por su enumeración consiste,
guras complejas, de caminos embrollados,
por el contrario, en que el espacio co- de sitios extraños, de pasajes secretos y de
mún del encuentro se halla él mismo en comunicaciones imprevistas; existiría así,
ruinas. Lo imposible no es la vecindad en el otro extremo de la tierra que habi-
tamos, una cultura dedicada por entero al
de las cosas, es el sitio mismo en que
ordenamiento de la extensión, pero que
podrían ser vecinas”.33 A ese no lugar, no distribuiría la proliferación de seres en
espacio en ruinas o espacio impensable, ningún espacio en el que nos es posible
Foucault le llamará heterotopías. Éstas nombrar, hablar, pensar.35
48
[…] inquietan, sin duda, porque minan La crítica que le realiza Magritte a
secretamente el lenguaje, porque impiden Foucault de confundir similitudes con
nombrar esto y aquello, porque rompen
semejanzas en Las palabras y las cosas,
los nombres comunes o los enmarañan,
porque arruinan de antemano la ‘sintaxis’
esto es, de confundir representación
y no sólo la que construye las frases — con simulación, lo llevará a este último
aquella menos evidente que hace ‘mante- a realizar un estudio sobre el pintor bel-
Cartografías visuales de la biopolítica: imágenes y desenclaves de las miradas / Víctor Silva Echeto

ga, donde la batalla hermenéutica entre (pan-óptico) y no ven (lugares a los que
imagen visual y enunciado, planteará, no llega la mirada). “Aquí, el análisis
también, la violencia interpretativa en- se hace cada vez más microfísico, y los
tre imagen y letra o, en términos más cuadros cada vez más físicos, expresan-
cercanos a ambos, entre similitud y se- do los ‘efectos’ del análisis, no en el sen-
mejanza, entre lo visible y lo enunciable. tido causal, sino en el sentido óptico,
Comparando la obra de Magritte con luminoso, de color: del rojo sobre rojo
los caligramas, la poesía visual y, suma- de los suplicios al gris sobre gris de la
ría, el concretismo, es decir, imagen y prisión”.37 El “análisis y el cuadro van a
letra simulan, por un lado, representan, la par; microfísica del poder y proyec-
por otro, e ingresa, nuevamente, en cri- ción política del cuerpo. Cuadros colo-
sis el espacio de los signos. Las biopolíti- reados sobre un mapa milimétrico”.
cas visuales, en el trayecto foucaultiano, La microfísica del poder es local en dos
aparecerán con más claridad en las con- sentidos: como oposición a lo global
ferencias de Río y en Vigilar y castigar. pero, también, como plano difuso o de
confusión (es decir, no es local como
5. Diagrama y cartografía localizable). Así las cosas, la microfísi-
ca del poder se pliega en el biopoder:
Desde las conferencias de Río, la céle- “‘El’ poder tiene como características
bre ecuación foucaultiana de vigilar y la inmanencia de su cuerpo, sin unifi-
castigar, como mirada que al vigilar cas- cación trascendente, la continuidad de
tiga, o como enunciado que se enrolla su línea, sin una centralidad global, la
en lo visible, se hace presente, introdu- contigüidad de sus segmentos, sin tota-
ciéndose la biopolítica de la mirada. A lización diferente: espacio serial”.38 49
diferencia de Guy Debord que concibe Gilles Deleuze que, cinco años antes
la sociedad de las imágenes como socie- de la escritura del homenaje a Foucault,
dad del espectáculo, para Foucault el
36
dictó un curso sobre pintura, utiliza-
espectáculo se reserva en el teatro de la ba el mismo concepto peirciano de
tortura, del castigo sin más, mientras diagrama que ya se encontraba en obras
que la vigilancia atañe a ojos que ven precedentes de Foucault, aunque sin
ARCHIVOS DE FILOSOFÍA NOS 9-10 2014-2015
l

mencionar, por parte de éste, al semió- ger, el Nacimiento de la clínica, la Histo-


tico estadounidense. El diagrama es esa ria de la locura en la época clásica o Las
dimensión informal del panóptico, es palabras y las cosas, es desde la analítica
decir, no completada, no organizada ni de La arqueología del saber, donde opaca
formalizada. “El diagrama ya no es el lo visible desde lo enunciable. No obs-
archivo, auditivo o visual; es el mapa, la tante, como en Esto (no) es una pipa,
cartografía, coextensiva a todo el campo la guerra declarada entre lo visible y lo
social”. En definitiva, “es una máqui- enunciable no tendrá, en Foucault, una
na abstracta. Se define por funciones y salida clara o concluyente. En cambio,
materias informales, ignora cualquier será parte de ese proyecto genealógico y
distinción de forma entre un contenido arqueológico, discontinuo y en devenir.
y una expresión, entre una formación A partir de esa constatación, se encuen-
discursiva y una formación no discur- tran muchas claves conceptuales para
siva. Una máquina casi muda y ciega, analizar la relación entre lo enunciable
aunque haga ver y haga hablar”. 39
El y lo visible, desde ese y, intersticio don-
diagrama es el caos-germen. de se ubica el no lugar de lo visual o la
heterotopía de la mirada, en momentos
6. A modo de conclusiones en que la “imagen técnica”,40 absorbe
los últimos resquicios de lo visual.
No hay una forma lineal de leer a Plantearse esas relaciones —lo visual
Foucault, como algunos críticos inten- como grieta—, desde una arqueología
tan hacerlo. Sus textos, cursos, investi- de la imagen, siguiendo el derrotero de
gaciones y conferencias están atravesa- Warburg, Benjamin o de Flusser, permi-
50 dos por ambigüedades, contradicciones, tirá diseñar metodologías de lo visual,
ambivalencias; entre ellos, su relación desde el diagrama que admite cartogra-
con la imagen visual. Si sus primeros fiar las imágenes, en épocas de GPS,
textos, de marcado énfasis fenomenoló- hiperrealidades o la emergencia de so-
gico, intentan cartografiar los archivos ciedades de control, que, en la posthis-
de lo visual, entre los que se encuentran toria, retornan a la genealogía, elogian-
su introducción a la obra de Binswan- do la superficialidad de la máquina.41
Cartografías visuales de la biopolítica: imágenes y desenclaves de las miradas / Víctor Silva Echeto

sobre cine. La imagen- movimiento. Barcelona:


Notas Paidós, 1994, p. 12.
6
Jay, M. Ojos abatidos. La denigración de la vi-
1
Víctor Manuel Silva Echeto, es postdoctorado sión en el pensamiento francés del siglo XX. Ed.
por la Universidad de Ginebra de Suiza, Doc- cit., p. 17.
tor en Estudios Culturales: Literatura y Co- 7
Se refiere a la centralidad de la mirada, de la
municación por la Universidad de Sevilla de visión y/o de los ojos. Jay explica que “como
España. Actualmente es profesor Asociado de en el caso de muchos neologismos, ‘ocularcén-
la Universidad de Playa Ancha de Chile y pro- trico’ u ‘ocularcentrismo’ a veces se escribe de
fesor invitado de la Universidad de Valencia en diversas formas en la bibliografía existente. A
España. Investiga sobre los vínculos entre ima- menudo aparece como ‘oculocéntrico’, o, me-
gen visual, comunicación intercultural y técni- nos frecuentemente, como ‘ocularocéntrico’”.
cas de la virtualidad, con un marcado énfasis Jay prefiere seguir usando el primer término.
teórico en el postestructuralismo. Ha escrito Jay, M. Campos de fuerza, Buenos Aires: Pai-
y editado más de 10 libros sobre estas temáti- dós, 2000, p. 12.
cas, destacándose (In)comunicación y catástrofe 8
El mismo Flusser reconoce problemático el
(ARCIS, Chile, 2012, en prensa), La máquina sintagma “imagen-técnica”, ya que la técnica
antropófaga (ARCIBEL, España, 2011), An- pondría en cuestionamiento la arqueología de
tropofagias (Biblioteca Nueva, España, 2007) la noción de imagen. Éste, en su historicidad,
y Escrituras híbridas y rizomáticas (ARCIBEL, no tiene vinculación directa con la técnica, en
España, 2004). la era posthistórica, donde se autonomiza de la
2
Jay, M. Ojos abatidos. La denigración de la visión producción manual humana anterior. Flusser,
en el pensamiento francés del siglo XX. Madrid: V. O universo das imagens técnicas. Elogio da
Akal, 2007. “¿Parresía visual? Foucault y la superficialidade. Sao Paulo, Annablume, 2008.
verdad de la mirada” en Estudios visuales, 9
Agamben, G. El reino y la gloria. Una genea-
http://www.estudiosvisuales.net/revista/pdf/ logía teológica de la economía y del gobierno.
num4/jay_4_completo.pdf número 4, enero, Homo sacer II, 2. Buenos Aires, Adriana Hi-
2004. Campos de fuerza. Entre la historia in- dalgo, 2008.
telectual y la crítica cultural. Buenos Aires: Pai- 10
Foucault, M. “Introdução” (in Binswanger)”,
dós, 2000. Michel Foucault, dittos & escritos I, Río de
3
Deleuze, G. y Guattari, F. Mil mesetas. Capi- Janeiro, Forense Universitária, 2010, pp. 71-
talismo y esquizofrenia. Valencia: Pre-textos, 133.
2000. 11
Agamben, G. Signatura rerum. Sobre el método,
4
El curso fue publicado en el 2007 con el título Barcelona: Anagrama, 2010.
Pintura el concepto de diagrama y corresponde 12
Idem, p. 158.
al curso dictado por Gilles Deleuze entre el 31 13
Deleuze, G. Foucault, Barcelona, Paidós,
5
de marzo y el 2 de junio de 1981.
En los Estudios sobre cine decide no incluir 14
1986, p. 78.
Idem, p. 78. 51
imágenes visuales que ilustren el análisis. Lo 15
El parresiastés es alguien que habla con verdad
explica Deleuze con las siguientes palabras: o “dice todo lo que tiene en mente: no oculta
“no incluimos ninguna reproducción que pu- nada, sino que abre su corazón y su mente por
diese ilustrar nuestro texto, porque es nuestro completo a otras personas a través de su dis-
texto, por el contrario, el que no querría ser curso”.
otra cosa que una ilustración de grandes pe- 16
Jay, M. “¿Parresía visual? Foucault y la verdad de
lículas cuyo recuerdo, emoción o percepción la mirada” en Estudios visuales, http://www.estu-
permanecen, en mayor o menor grado, en diosvisuales.net/revista/pdf/num4/jay 4_com-
cada uno de nosotros”. Deleuze, G. Estudios pleto.pdf número 4, enero, 2004, pp. 10-11.
ARCHIVOS DE FILOSOFÍA NOS 9-10 2014-2015
l

17
Derrida, J. La verdad en pintura. Buenos Aires, 23
Foucault, M. Las palabras y las cosas. México
Paidós, 2005. (DF), siglo XXI, 1986, p. 375.
18
Jay, M. “¿Parresía visual? Foucault y la verdad 24
Diría, más bien, que ya lo encuentra en las
de la mirada” en Estudios visuales, http://www. conferencias de Río, previas a Vigilar…
estudiosvisuales.net/revista/pdf/num4/jay_4_ 25
Deleuze, G. Foucault. Ed. cit., pp. 58-59.
completo.pdf número 4, enero, 2004, p. 16. 26
Idem, p. 65.
19
Foucault, M. La pintura de Manet. Barcelona, 27
Žižek, S. “El espectro de la ideología”, en Ideo-
Alpha Decay, 2005. logía. Un mapa de la cuestión, Buenos Aires,
20
Derrida, J. La verdad en pintura. Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2003.
Paidós, 2005. 28
Foucault, M. Esto (no) es una pipa. Barcelona,
21
Castro, E. “Qué hay de política en la biopolí- Anagrama, 1996.
tica”, en Biopolíticas del sur, Santiago (Chile), 29
Jay, M. Ojos abatidos. Ed. cit., p. 295.
ARCIS, p. 10. 30
Idem, p. 296.
22
Foucault lo explica en el curso de 1978-1979, 31
El espejo, además, ya aparece en Raymond
que cierre los tres sobre biopolítica: “Se tra- Roussel: “ese espejo que Roussel tiende a su
ta, después de todo, del mismo problema obra en el momento de morir y que pone
que me planteé con referencia a la locura, a delante de ella, en un gesto poco definido de
la enfermedad, a la delincuencia, a la sexuali- esclarecimiento y precaución, está dotado de
dad. En todos estos casos, la cuestión no pasa una extraña magia: hace retroceder la figura
por mostrar que esos objetos estuvieron ocul- central hacia el fondo, donde las líneas se con-
tos durante mucho tiempo antes de ser des- funden, aleja a mayor distancia el lugar en que
cubiertos, y tampoco por señalar que no son se produce la revelación, pero aproxima, con
más que ruines ilusiones o productos ideoló- una especie de miopía, lo que está más alejado
gicos que disiparán” a la bruma “de la razón del instante en que la obra habla. A medida
por fin llegada a su cenit. Se trata de mostrar que ésta se acerca a si misma su secreto se vuel-
las interferencias en virtud de las cuales una ve más denso”. Foucault, M. Raymond Roussel,
serie completa de prácticas —a partir del mo- México (DF), siglo XXI, 1992, p. 12.
mento en que se coordinaron con un régimen 32
Flusser, V. Natural: mente, Sao Paulo: Livraria
de verdad— pudo hacer que lo que no existía duas cidades, 1979. A história do diabo. Sao
(la locura, la enfermedad, la delincuencia, la Paulo, Annablume, 2005.
sexualidad) se convirtiera sin embargo en algo, 33
Foucault, M. Las palabras y las cosas. México
algo que, no obstante siguió sin existir. Es de- (DF): siglo XXI, 1986, p. 3.
cir, no [cómo] pudo nacer un error —cuando 34
Idem, p. 3.
digo que lo que no existe se convierte en algo, 35
Idem, p. 3.
no me refiero a que se trata de mostrar cómo 36
Debord, G. La sociedad del espectáculo, Valen-
pudo construirse efectivamente un error—, no cia, Pre-textos. 2000.
52 cómo pudo nacer la ilusión: no, lo [que] me Deleuze, G. Foucault. Ed. cit., p. 50.
37

gustaría mostrar es que cierto régimen de ver- 38


Idem, p. 53.
dad, y por consiguiente no un error, hizo que 39
Deleuze, G. Foucault, Barcelona: Paidós,
algo inexistente pudiera convertirse en algo. 1986, p. 61.
No es una ilusión porque es precisamente un 40
Flusser, V. O universo das imagens técnicas. Elo-
conjunto de prácticas, y de prácticas reales, lo gio da superficialidade. Sao Paulo, Annablume,
que lo ha establecido y lo marca así de manera 2008.
imperiosa en lo real”. Foucault, M. Nacimiento 41
Flusser, V. Filosofia da caixa preta, Sao Paulo:
de la biopolítica, México (DF): FCE, 2007, p. Annablume, 2011 y O universo das imagens
157. técnicas. Elogio da superficialidade. Sao Paulo:
Annablume, 2008.

También podría gustarte