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Siempre me he convencido de que por tan poco que el hombre de las zonas rurales pueda tener,

no le falta el calor humano, aquel cariño por su tierra, sus hijos y- aunque a veces sea parecido a

un amor serrano- les aseguro que ama su mujer. Mucho antes de la llegada de los forajeros,

nuestros paisanos supieron de valores, lealtad y coraje. ¿No es acaso cierto que siempre han

trabajado, sudado la gota gorda sin mayor reproche ni reclamo? Si señores, estoy convencida que

la gente nuestra sierra (en particular) te recibe con un cariño sincero y puro, porque no todos los

extranjeros y extraños son malos de sentimientos adversos y oscuros; ese calor, ese corazón puro

y noble es el de nuestro cholo peruano, el que todos llevamos dentro en diferente medida (claro

está). Tanto cariño tengo por mi tierra que, aunque en estos tiempos ser sobreentienda o tantos

casos de corrupción nos decepcionen, me considero aun patriota; es de aquí que nace este

cuento, de lo más remoto de nuestro pasado y lo mas reciente del dolor/historia/memoria.

¡Silencio, silencio compañeros! – exclamó don Raúl un tanto exasperado.

Señores tenemos que ponernos de acuerdo, basta de discusiones; no podemos continuar con esta

situación. No les da a caso rabia el modo en que tratan a nuestros críos y que decir de nuestras

mujeres, ultrajadas, golpeadas…y nosotros, somos a caso indolentes? No señores, ¡vergüenza

debería darles no ser lo suficientemente hombres para cuidarlas, protegerlas, hacerlas sentir

seguras! Lloro, si, y no me da pena decirlo, lloro porque soy incapaz de cuidar a mi familia, mi

tierra. ¿Tan miserable puedo ser de no lograr siquiera proteger mis cultivos? - con una voz media

quebrantada Onirio Quispe logró expresar su pensamiento.

Compas cartas en el asunto tomar ya debemos. Desde que llego la Minera Paytay la vida se ha

vuelto insoportable y que hablar de los militaruchos que mas que protegernos para que están del

lado de esos ricachones, claro como ellos les dan un dinerito mas, coima nomas saben recibir.

(Doña Juana Sandoval entra)


Señores buenas tardes con todos. Habran ya visto que no podemos continuar asi.Hace unos días

logre contactar al teniente alcalde de Korikusi, le dije lo mal que aquí la pasamos, y bueno , ellos

también la están pasando mal con estos terrucos y los abusos de la Minería. Haciendo un par de

llamadas pudimos contactar a un representante del estado, del ministerio de minería para ser

exactos; lo cierto es que en tres días tendremos una reunión con el ministro y representantes de la

minera para ver si esta concesión va o no.

(Entró borracho Pedro CasiKullo) Y que más da, esos hombres nos ofrecen un buen dinero para

vender estas tierras, ¿qué más quieren? Déjense de tanta queja y véndanlas, si tanto sufren como

dicen. Interrumpió visiblemente alterado don Onirio.-Y es posible que no te des cuenta, tu mujer

murió por salvar estas tierras, ese pedazo de campo que desprecias. ¿Esos infelices la matan y ahí

queda? ¿Solo tomas?, que poco hombre eres!

Basta, ya basta o se largan- calmo doña Juana. Ahora, tenemos que elegir quienes irán a hablar, se

tiene que viajar al Cusco. Propuestas.

Que vaya Onirito y Raulcha- se alzo una voz entre los presentes. De pronto varias voces apoyaron

esta decisión, asi que, doña Juana comunico la decisión en los siguientes días.

(Viaje en camión, Trayecto Tamburco-Cusco)

En un pequeña Nissan del 67 los dos líderes campesinos se encontraban ya viajando hacia la

ciudad imperial juntamente con otros 10 compañeros entre abanquinos, curihuasinos y

lambraminos. Oye Raulito, es cierto todo lo que dijiste en la reunión. ¿Tanto sufres por tu familia y

chacra? - le pregunto dudoso. Pues si compadre, los soldados han venido hace un mes a mi casa

de noche, nos han tomado por sorpresa. Me gritaron y obligaron a salir de mi propia casa para

buscar a unos senderistas diciendo que se habrían ocultado en mi cuarto. ¡Patrañas! Solo

manosear a mi warmicha querían, mis hijitos asustados van desde aquel día, ni al colegio querían
ir porque el puesto cerca esta pues. Ay compa cuanta rabia, cuantas ganas de matar a esos perros,

cada día todos los días. - le confesó a Onirio. Que dolor y pena la tuya mi hermano, valor es lo que

hay que tener para hacerles algo a esos abusadores. ¿Y crees que no he querido matarlos? Claro

que sí, pero más perdería si dejara a mi pobre familia así, tan desamparada. Aguantarme por mis

pequeños nomas lo hago. - le explicó don Raúl con expresión aguantada.

Te entiendo hermano si la otra vez con el mismo cuentito han venido a mi casita y al no encontrar

nada no solo me sacaron mi platita sino mataron a mis cuye y gallinas esos malditos. - dijo don

Onirio. Dios vaya a saber que es peor compadre, si esos senderistas o este gobierno. Ambos tan

prepotentes con nosotros, ¿qué culpa podemos tener? Tranquilos queremos vivir y mira lo que

nos toca. (ambos se quedaron pensativos por largo rato)

(Al llegar el amanecer, ya por Mollepata, el carro se detiene y se escuchan un par de balazos y

groserías)

Sal, fuera de aquí, todos bajen. ¡Díganme quien es el tal Onirio, hablen o los mato a todos! - sin

titubear y exaltado pregunto un muchacho bastante joven. Nadie dijo nada, sollozos cubrían el

ambiente, nada más. Entonces repitió: ¡Los mato a todos, hablen!

Una voz titubeante se alzo entonces y con un dedo justiciero señaló: Es el, este señor ha estado

hablando durante el camino de los senderistas, su familia y la minera. Poco después se derrumbo

en el suelo, tanta impresión había sentido que su desnutrido cuerpo no pudo soportarlo.

En ese momento el grupo que acompañaba al joven armado dio la orden al chofer para que

prosiga su viaje, no sin antes pero, matar a dos personas por intentar huir.

Secuestrado don Onirio

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