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DERECHO PENAL I OMISIÓN: PROPIA E IMPROPIA

“Año de la Diversificación Productiva y del Fortalecimiento de la Educación”

UNIVERSIDAD NACIONAL
“HERMILIO VALDIZÁN”

FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS POLÍTICAS

TEMA:

LA OMISIÓN: PROPIA E IMPROPIA

CURSO : Derecho Penal I

DOCENTE : Leoncio Vásquez Solís

AÑO : 3ro CICLO: V

ALUMNA : TUCTO CRISTOBAL, Ana María

HUÁNUCO – PERÚ
2015

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DERECHO PENAL I OMISIÓN: PROPIA E IMPROPIA

LA OMISIÓN:
PROPIA E
IMPROPIA

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DERECHO PENAL I OMISIÓN: PROPIA E IMPROPIA

ÍNDICE

INTRODUCCIÓN……………………………………………..…………….…..……… 1

CAPÍTULO I

LA OMISIÓN
1.1. ANTECEDENTES..……………………………………………………..……….. 2
1.2. CONCEPTO………..…………………………………………………………….. 3
1.3. NORMATIVIDAD………………………………..……………………………….. 4
1.4. COMISIÓN Y OMISIÓN…………………………………………………….…… 6

CAPITULO II

LA OMISIÓN PROPIA
2.1. CONCEPTO……………………………………………………………………… 9
2.2. DELITOS DE OMISIÓN PROPIA………………….……………………..……. 10
2.2.1. Tipo Legal Objetivo…………………………………………………..… 10
2.2.2. Autor……………..……………………………………………….……… 10
2.2.3. Deber de Actuar………………………………………………………… 10
2.2.4. Omisión de la Acción Esperada...……………….……………………. 11
2.2.5. Posibilidad de Ejecutar el Comportamiento Exigido...……………… 11
2.3. IMPUTACIÓN DE LA OMISIÓN PROPIA..……………………………………. 12
2.3.1. Imputación Objetiva…….................................................................. 12
2.3.2. Imputación Subjetiva………………………........................................13

CAPITULO III

LA OMISIÓN IMPROPIA
3.1. CONCEPTO……………………………………………………...………………. 14
3.2. DELITOS DE OMISIÓN IMPROPIA………………….………………………… 15
3.2.1. Tipo Legal Objetivo………………………………………..…………… 15
3.2.2. Deber de Garante………………………………………………………. 16
3.2.3. Tipo Legal Subjetivo………..………………………………………….. 17
3.3. TIPOS LEGALES AMPLIADOS…..……………………………………………. 18
3.3.1. Tentativa…………………….............................................................. 19
3.3.2. Autoría y Participación………………………..................................... 19

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DERECHO PENAL I OMISIÓN: PROPIA E IMPROPIA

CONCLUSIONES………………………………………………………………………. 21

BIBLIOGRAFÍA……………………………………………………………….………… 22

ANEXOS………………………………………………………………………...………. 23

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DERECHO PENAL I OMISIÓN: PROPIA E IMPROPIA

INTRODUCCIÓN

El presente trabajo se ocupará de tratar acerca del tema de la omisión,


centrándose de manera especial en lo que respecta a los delitos tanto de omisión
propia e impropia. No puede dejarse de reconocer que se trata de un desafío
interesante, pues como se ha afirmado en la doctrina, se está frente a una de las
áreas más difíciles de abordar, lo que ha suscitado una importante discusión
teórica. Se buscará pues, de exponer los aspectos más esenciales. El problema
central que tradicionalmente se presenta es el siguiente: cómo a un “no hacer” se
le puede atribuir un resultado, esto es, cómo el “no hacer” podría causar
naturalmente hablando un determinado resultado. Es precisamente ahí donde se
encuentra la discrepancia en la doctrina, se ha entendido que gran parte de las
figuras penales se construyen como tipos de comisión u omisión impropia, es
decir, sobre la base de un hacer activo. Por lo tanto, se presentarían dificultades
serias como para poder otorgar una relevancia jurídica a la omisión un “no hacer”
frente a un determinado resultado.

Para ello, y a fin lograr un orden en la exposición del tema elegido, se comenzará
desarrollando el concepto y la definición de “omisión”, diferenciándose de la
acción, como así también sus principales concepciones. Luego se abordará lo
relativo a la diferencia respecto a la comisión y omisión, cuyo objetivo será
introducir el tratamiento de la “omisión propiamente dicha”, para finalmente
concluir con el análisis de los “delitos propios e impropios de omisión”,
comparando críticamente las ideas postuladas por la teoría tradicional y la
llamada teoría finalista de la acción.

Por lo tanto, espero que este trabajo pueda incrementar nuevos conocimientos y
ahondar en las ya obtenidos, en relación al tema tratado en sus diversas
descripciones y especificaciones, quedando con la satisfacción de brindar tal vez
limitados conocimientos pero esperando que sean fructíferos en el saber jurídico.

La Alumna.

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CAPÍTULO I

LA OMISIÓN

1.1. ANTECEDENTES
La Cláusula General de Equivalencia aparece por vez primera en nuestro
ordenamiento jurídico con el Código Penal de 1991, teniendo como fuente
de inspiración el Proyecto Alternativo Alemán de 1966.

Durante años se consideró a la “omisión” como una forma más de


comportamiento humano, entablándose agudas polémicas respecto a la
posibilidad de formular un concepto unitario de acción que englobara
aquellas dos (supuestas) formas de conducta: la acción y la omisión. Se
buscaba elaborar un concepto de acción que conservara absoluta
neutralidad valorativa y que a la vez fuese compatible con los restantes
niveles de análisis de la estructura del delito, de forma tal que constituya el
elemento limitativo llamado a excluir de antemano las conductas que
carezcan de relevancia penal1.

Sin embargo, con el transcurrir del tiempo se esclareció que la omisión dista
mucho de ser un simple “no hacer” sino que se trata de “no hacer algo a lo
que se estaba obligado2, y considerando que los deberes de actuación se
establecen únicamente a nivel del tipo penal se concluyó acertadamente que
era imposible la existencia de omisiones antes del tipo. Es así que se
formula el hoy comúnmente aceptado concepto normativo de los delitos
omisivos.3

En la actualidad no existe discusión alguna respecto al reconocimiento de la


acción y la omisión como las formas básicas de aparición del delito, las
cuales a su vez según su elemento subjetivo pueden ser dolosas o culposas,
surgiendo así las cuatro posibles formas de aparición delictiva: comisión
dolosa, comisión culposa, omisión dolosa y omisión culposa.

1 CEREZO MIR J., Curso de Derecho Penal Español - Parte General, 4ta. ed., T.I, Tecnos, Madrid
- España 1994, p. 262.
2 ZAFFARONI R., Manual de Derecho Penal, Ediciones Jurídicas, Lima – Perú 1994, p. 452.
3PEÑA CABRERA R., Tratado de Derecho Penal: Estudio Programático de la Parte General;, Ed.
Grijley, Lima - Perú 1995, p. 470.

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1.2. CONCEPTO

Conceptualizando de forma normal, omisión es la abstención de hacer o


decir algo, el no hacer la acción que es posible. También es una falta, un
descuido o una negligencia por parte de alguien encargado de realizar una
tarea y que no la realiza.

Procede del latín omissĭo, ōnis. Se pueden considerar como sinónimos de


'omisión' palabras como: olvido, falta, distracción, supresión, descuido y
negligencia.

El concepto normativo de omisión en Derecho Penal, es un delito o falta


consistente en abstenerse de actuar ante una situación que se considera un
deber legal, como la asistencia a menores, discapacitados.

Por tanto la Omisión no consiste en un comportamiento pasivo sino en


abstenerse de realizar aquel comportamiento que debiera haberse hecho.
Así, por ejemplo, un médico no cometería delito por omisión en caso de no
atender el seguimiento del paciente, la omisión no es que el médico no haga,
lo relevante a efectos penales se produce cuando ese médico evita el
cumplimiento de sus obligaciones, es decir, lo que manda la norma.

Anteriormente se ha mencionado que la conducta es la base de la norma


penal. Sin embargo, una conducta no se concentra únicamente en un actuar,
sino también en un dejar de actuar, así la doctrina penal ha definido a la
omisión como una modalidad de comportamiento humano que podemos
llamar de silencio conativo para el alcance de determinada meta o propósito
debidamente anticipada por el agente, o para mantenerse en dicho estado
(de silencio) por el motivo que sea pero debiendo y pudiendo actuar.

Por otra parte Muñoz Conde4 concibe esta modalidad delictual que no es un
simple no hacer nada, sino que hacer una acción que el sujeto está en
situación de hacerlo. Así mismo el profesor Bramont Arias – Torres5 califica
a la omisión como aquella conducta que transgrede una norma imperativa
que es castigado por no hacer lo que la norma ordena.

4 MUÑOZ CONDE, Teoría General del Delito, Madrid, p. 65.


5 BRAMONT ARIAS TORRES, Luis Miguel, Derecho Penal, parte general, Ed. EEDLI, Lima 2008,
p. 244

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En consecuencia es de notarse que tras de la ausencia de producción de


movimientos, que realiza el sujeto activo, debe concurrir indispensablemente
el elemento subjetivo que ha de ser en este caso el Dolo, el mismo que es
exteriorizado a través de la omisión del deber de actuar, contraviniendo de
esa manera una norma de mandato.

La doctrina nacional configura a la acción como la manifestación más


genuina de la proyección del poder humano destinado a transformar una
realidad, de lo cual, si no existe una variación material de la realidad, que se
traduzca a través de un menoscabo normativo de valor, no se podría imputar
a una persona un resultado típico. Aparentemente la concepción de la
omisión se encuentra limitada, o mejor aún, no encuentran fundamento
frente a la idea conceptual de la acción, pero Villa Stein,6 dentro de la
doctrina nacional, hace una muy acertada definición al respecto señalando
que la omisión como tal, es una forma ampliada de modalidad de ejecución,
por lo tanto, la omisión debe de situarse dentro del concepto de acción, que
su realización ha de tener un desenlace típico, o mejor aún, relevante
jurídicamente.

1.3. NORMATIVIDAD

El Derecho Penal peruano reconoce la diferencia entre acción y omisión


(artículo 11, Código Penal). Así como existen imputaciones dolosas e
imprudentes que se realizan por comisión, también existen estructuras de
imputación omisivas. Este tema presenta actualmente un gran interés y
debate, por ser muy controvertido.

Fuera de las descripciones típicas no existen omisiones penalmente


relevantes sino solo acciones. La omisión es una forma típica de prohibir
acciones. Por ello, la omisión es un concepto de carácter normativo en
referencia a una acción determinada y exigida en una situación social
concreta siempre que el sujeto tenga capacidad psicofísica para esa acción. 7

6 VILLA STEIN Javier, Derecho Penal, parte general, Ed. Grijley, Lima 2008, p. 271 – 273.
7VILLAVIECENCIO TERREROS, Felipe A., Derecho Penal, parte general, Ed. GRIJLEY, Lima
2007, p. 651 – 653.

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Ejemplo: omite quien no presta auxilio inmediato a un herid que encuentra


en una autopsia (artículo 127, Código penal).

La definición de omisión que se utiliza en el Derecho Penal, supone que no


toda omisión deba ser sancionada penalmente. Ella se refiere solo a
determinados comportamientos evitables que lesionan bienes jurídicos. La
conducta omisiva siempre está referida a una acción determinada.

Esto no quiere decir que estemos ante una definición negativa, sino más
bien limitativa. Se deduce de ello que el autor de la conducta omisiva debe
encontrarse en condiciones de poder realizar la conducta activa, si no existe
la posibilidad de acción no habrá omisión.8

En general, el Derecho Penal contiene tanto normas prohibitivas como


normas imperativas en las primeras, las conductas que las infrinjan
consistirán en un hacer; en las segundas, las conductas que las afectan
consistirán en un no hacer la acción que la norma ordena. La diferencia
entre acción y omisión va a depender del criterio valorativo de los objetos de
referencia que utilicemos para analizar la conducta humana. Así, lo que nos
interesa ahora son las normas imperativas que contienen mandatos
determinados que ordenan acciones y cuya infracción constituye la esencia
de los delitos de omisión. Por consiguiente, siempre detrás de un delito de
omisión hay un mandato determinado (prestar auxilio, avisar a la autoridad:
deber de mandato).

A veces el Código Penal contiene preceptos que equiparan en su texto la


realización de un hecho con la omisión de otro. Ejemplo: abuso de autoridad
del funcionario público (artículo 376, Código penal), falsa declaración
(artículo 409, Código penal), etc.

Sin embargo en la actualidad, y producto de la teoría negativa de la acción


que propone que la posición de garante es en elemento común de los delitos
de comisión y omisión, se origina una tendencia al abandono de su
diferenciación. El planteamiento más extremo diferencia la problemática de

8 MUÑOZ CONDE / GARCÍA ARÁN, 2002, p. 238. Para generar un juicio de desaprobación en
relación a una conducta omisiva, no basta solamente la comprobación de que alguien ha omitido
una acción que podía haber realizado, es necesario que la omisión responda a una acción
esperada.

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la imputación penal de las acciones y las omisiones según que los deberes
provengan de la organización personal o de los deberes en virtud de
responsabilidad institucional.

1.4. COMISIÓN Y OMISIÓN

La dogmática penal distingue los tipos penales según se expresen en la


forma de la infracción de una prohibición de hacer o en la forma de una
desobediencia a un mandato de acción. En el primer caso se trata de delitos
de comisión; en el supuesto segundo de delitos de omisión. Lógicamente es
posible que todos los delitos de comisión se expresen en la forma de delitos
de omisión, así como también es posible que los delitos de omisión sean
expresados en la forma de la prohibición de acciones. En los delitos de
comisión se sanciona la omisión de otras acciones que hubieran sido las
adecuadas al derecho y también en los de omisión se sanciona la realización
de una acción que no es la mandada. Si el legislador expresa su voluntad en
una forma u otra es por razones prácticas, pero no por fundamentos que
vayan más allá.

En verdad tanto en los delitos de comisión como en los de omisión se trata


del sentido que tiene un determinado comportamiento. La prohibición y el
mandato de acción se refieren por razones prácticas a distintos aspectos del
comportamiento que le dan sentido: en la prohibición al comportamiento
mismo (delitos de comisión); en el mandato de acción a lo que el
comportamiento debería haber sido delitos de omisión.9

Determinar si se trata de una acción de comisión o de omisión es una


cuestión que no presenta dificultades cuando se pueda tener en cuenta el
aspecto exterior del comportamiento. La acción de comisión se percibe con
mayor nitidez en los casos en que el agente dispara sobre la víctima, la
apuñala o sustrae un bien mueble, pues el comportamiento ejecutado
presenta una dimensión dinámica y constituye la causa de la realización del
delito previsto en el tipo legal. La omisión, por el contrario, consiste en dejar
que los hechos sigan su curso.

9 BACIGALUPO, Enrique, Manual de Derecho Penal, parte general, Ed. TEMIS, Colombia 1996, p.
223.

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Distinguir entre comisión y omisión es una tarea ardua cuando la acción


reviste una forma ambigua y resulta difícil precisar el criterio decisivo para
calificarla como una de ellas. Esta dificultad es, en particular frecuente en el
ámbito de los delitos culposos, puesto que la culpa presupone, con
frecuencia, una omisión, consistente en no tomar las precauciones
necesarias y de manera correcta para evitar que el daño se produzca
(violación del deber objetivo de cuidado). Así, por ejemplo, a un ciclista que,
de noche conduce su bicicleta sin el faro reglamentario, se le reprochará el
hecho de conducir un vehículo en malas condiciones o de haber omitido
instalar el faro en el mismo vehículo. De igual manera, cabe preguntar si el
fabricante que entrega a sus obreros materia prima contaminada debe ser
reprimido por no haber entregado dicho material de trabajo o por no haberlo
desinfectado.

Aunque con menos frecuencia, el mismo tipo de dificultades existen en los


delitos dolosos. Los ejemplos más conocidos son los relativos al hecho de
salvar a una persona en peligro. Por ejemplo, quien al escuchar las llamadas
de auxilio de un individuo que está por ahogarse y le lanza un salvavidas,
pero luego lo retira al reconocer en la persona en peligro a uno de sus
enemigos. Así mismo, el caso de quien impide al socorrista se coloca,
dolosa o culposamente, él mismo, en incapacidad de prestar auxilio a
alguien en peligro. Un caso en particular importante es el relacionado con la
eutanasia. Por ejemplo, un médico puede provocar la muerte de un paciente
agonizante inyectándole un fármaco determinado, pero así mismo
abstenerse, desde el inicio, de someterlo a un tratamiento dirigido a
mantenerlo con vida o desconectar los aparatos de respiración artificial. En
esta última hipótesis, la duda subsiste en cuanto a la manera de calificar el
comportamiento del médico, en la medida en que puede considerarse que
obró por comisión (interrumpir el funcionamiento de los aparatos) o por
omisión (abstenerse de iniciar tratamiento o de continuar el comenzado). En
doctrina, se afirma con frecuencia que se trata de una omisión, en la medida
en que el médico tenga un deber de garante en relación con la víctima. Se
trataría de un caso de eutanasia pasiva impune.

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DERECHO PENAL I OMISIÓN: PROPIA E IMPROPIA

Los criterios para superar esta dificultad, consistente en diferenciar entre


comportamientos de comisión y de omisión, son diversos. Sin embargo,
ahora hay consenso sobre que se trata más bien de una cuestión normativa
y no empírica. Así, debe tenerse en cuenta el sentido social del
comportamiento para determinar el aspecto significativo que atribuye a esta
conducta de relevancia para el derecho penal. Si bien es cierto que con esto
no se ha progresado en la solución del problema, puesto que es
indispensable aún determinar qué criterio normativo se debe aplicar, también
es verdad que se tiene la ventaja de considerar insuficientes tanto al criterio
de causalidad como a la teoría del factor decisivo o energía positiva. 10

Algunos autores, luego de destacar la deficiencia de estos criterios y las


dificultades para aplicarlos a los casos concretos, consideran más eficaz, en
caso de duda, decantarse porque se trata de una acción de comisión.

En realidad, no hay criterio absoluto para resolver el problema en la


aplicación práctica de la ley. En general, se admite el criterio de la
subsidiaridad, en el sentido de que es necesario, primero, determinar si el
comportamiento constituye una comisión y, si este no es el caso, plantearse
la cuestión si se da o no una omisión. En otros términos, esta es examinada
en la medida en que una acción de comisión no pueda ser establecida. Este
criterio resulta admisible a condición de que solo se consideran los
comportamientos que crean o aumentan el peligro, pero no los que evitan su
producción.

10 HURTADO POZO, José, Manual de Derecho Penal, Parte General I, Ed. GRIJLEY, Lima 2005,
p. 742 – 745.

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CAPÍTULO II

LA OMISIÓN PROPIA

La doctrina ha desarrollado una clasificación de lo que se conoce como la


omisión, las mismas que han de variar en cuanto a su forma y al fondo del hecho,
por contener elementos distintos de tipo objetivo, empero estos han de partir de la
ausencia de acción voluntaria de parte del agente y la realización de éstas; siendo
divididas estas en Propia o Puras, e Impropia, o comisión por omisión

2.1. CONCEPTO
Se le conoce como aquella acción, en la que el agente rehúsa y omite
cumplir una norma imperativa. Desde otro punto de vista se sostiene que los
delitos propios de omisión contienen un mandato de acción que ordena
realizar una acción, sin tomar en cuenta a los efectos de la tipicidad si esta
evitó o no la lesión del bien jurídico.

Los delitos de omisión propia ya contienen un mandato de acción y se


castigan por la simple infracción de dicho mandato. Por ello, los delitos de
omisión propia son delitos de mera actividad. La omisión propia está prevista
expresamente en la ley penal. Ejemplo: omisión de prestar auxilio inmediato,
omisión legal de actos oficiales, omisión de prestación de auxilio cometida
por autoridad policial, etc.

Nuestra legislación penal ha tomado en cuenta esta idea, plasmándola


dentro de la parte especial del Código Penal, en los siguientes artículos:

 Artículo 126°, Omisión de socorro y exposición a peligro.


 Artículo 127°, Omisión de auxilio o aviso a la autoridad.
 Artículo 149°, Omisión de prestación de alimentos.
 Artículo 229°, Omisión de deberes de funcionarios públicos.
 Artículo 352°, Omisión de resistencia a rebelión, sedición o motín.
 Artículo 377°, Omisión, rehusamiento o demora de actos funcionales.
 Artículo 407°, Omisión de denuncia.
 Artículo 424°, Omisión de ejercicio de la acción penal.
 Artículo 429°, Omisión de consignar declaraciones en documentos.

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DERECHO PENAL I OMISIÓN: PROPIA E IMPROPIA

2.2. DELITOS DE OMISIÓN PROPIA


2.2.1. TIPO LEGAL OBJETIVO
A partir de la descripción de los delitos de omisión hecha por el
legislador en los tipos legales deben deducirse cuáles son las
circunstancias que constituyen los elementos explícitos e implícitos
del comportamiento incriminado.

Como ya lo hemos indicado, la realización de un tipo legal relativo a


una omisión propia supone la desobediencia de un mandato del orden
jurídico con independencia de los efectos que puedan generarse. Por
ejemplo, prestar auxilio (art. 127) o proporcionar los alimentos o los
subsidios impuestos por el derecho de familia (art. 149). De acuerdo
con la descripción contenida en el tipo legal, hay que identificar al
autor de la omisión y determinar en qué contexto debe desobedecer
el mandato de la norma preceptiva implícita en dicho tipo.

2.2.2. AUTOR
Toda persona puede ser autora de un delito de omisión, en la medida
en que el legislador ordena la ejecución de ciertos comportamientos a
todo individuo que se encuentre en la situación prevista en el tipo
legal. De manera excepcional, igual que con respecto a los delitos de
comisión, el círculo es limitado a ciertas personas. Por ejemplo, solo
quien, legalmente o de hecho, tiene la responsabilidad de cuidar a un
menor de edad o una persona incapaz de valerse por sí misma puede
cometer el delito de exposición o abandono previsto en el art. 125.

2.2.3. DEBER DE ACTUAR


En el tipo legal, el legislador establece el contexto en que surge el
deber de actuar. El cumplimiento de este deber tiene el objetivo de
evitar que se produzca el perjuicio o la puesta en peligro del bien
jurídico de terceros. Según el art. 126, por ejemplo, la víctima debe
haber sido herida o incapacitada por el autor; según el art. 149, el
agente debe tener la obligación de prestar los alimentos que
establece una resolución judicial.

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DERECHO PENAL I OMISIÓN: PROPIA E IMPROPIA

Para que el delito sea consumado, en todos estos casis, basta que el
agente se abstenga de ejecutar el comportamiento ordenado; por
consiguiente, es superfluo preguntarse si la víctima ha sufrido un
perjuicio.

2.2.4. OMISIÓN DE LA ACCIÓN ESPERADA


Como ya lo hemos afirmado, la norma preceptiva implícita al tipo legal
que prevé un delito de omisión exige que se ejecute un
comportamiento determinado. En otros términos, dicha norma impone
la obligación de obrar. El autor realiza, por lo tanto, el tipo legal
cuando viola dicho mandato; por ejemplo, no cumple con el deber de
auxiliar a la persona que está en grave e inminente peligro. (art. 127).

El vocablo “omisión” no significa pues que el autor debe permanecer


del todo inactivo. Así, él puede continuar, simplemente, ejecutando el
comportamiento que venía realizando o cualquier otro. Por ejemplo,
se aleja del lugar donde se encuentra la persona en peligro o del lugar
donde él mismo provocó el accidente. En realidad, es suficiente que
su comportamiento no sea aquel ordenado por el orden jurídico:
prestar auxilio a la persona en peligro. Los actos que realice, por el
contrario, deben ser conformes a la finalidad de la norma, la misma
que tiende a evitar que se perjudiquen bienes de terceros. Si a pesar
de todos sus esfuerzos, el agente no logra evitar, descartar o
disminuir el peligro, no se le puede imputar que haya incurrido en una
omisión dolosa.

2.2.5. POSIBILIDAD DE EJECUTAR EL COMPORTAMIENTO EXIGIDO


Ante todo, hay que recordar que nadie está obligad a hacer lo
imposible. Saber si a una persona se le puede, con razón, exigir que
intervenga ante un peligro depende de las circunstancias del caso
concreto. Ella debe poseer las condiciones físicas y psíquicas que le
permitan obrar conforme al derecho. Así, por ejemplo, no se puede
exigir a quien no sabe nadar y no cuenta con otros medios para
intervenir (pedir ayuda a terceros o disponer de un salvavidas) que
socorra a una persona que corre el peligro de ahogarse. Lo mismo

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DERECHO PENAL I OMISIÓN: PROPIA E IMPROPIA

hay que admitir respecto al chofer, responsable de un grave


accidente, que sufre una crisis nerviosa tan intensa que lo incapacita
para socorrer a las personas heridas.

Los delitos de omisión propia son similares a los delitos de pura


actividad, en la medida en que en ambos es innecesaria la producción
de un resultado. Los delitos de omisión propia son delitos de
desobediencia, cuya realización consiste en el simple hecho de no
cumplir la acción que el ordenamiento jurídico espera que sea
ejecutada. sin embargo, a veces, el legislador ha restringido la
represión de la omisión propia, previendo la creación de un peligro
como elemento constitutivo del tipo legal. Sucede así, en el caso de la
falta contra la seguridad pública consistente en omitir la vigilancia que
corresponda sobre un insano mental, en donde solo se reprimirá al
autor cuando la “omisión constituye un peligro para el enfermo o los
demás” (art. 451). Sin embargo, la defectuosa redacción de eta
disposición puede hacer pensar que se trata solo de una simple
condición objetiva de la punibilidad.

2.3. IMPUTACIÓN DE LA OMISIÓN PROPIA


2.3.1. IMPUTACIÓN OBJETIVA
La imputación de un delito omisivo es una operación inversa a la del
delito de comisión. En el de omisión debe subsumirse la conducta
realizada en la descrita por el tipo. En el delito de omisión, la tipicidad
se comprueba demostrando que la conducta realizada no se subsume
en la descripción de la acción ordenada.
En principio, tienen aquí validez los criterios generales desarrollados
para la imputación del tipo comisivo. En el tipo doloso de omisión
propia se pueden distinguir tres elementos estructurales de la
imputación al tipo objetivo: situación típica generadora del deber, no
realización de la conducta ordenada y capacidad para realizar la
acción ordenada. Estas categorías tienen como objetivo comprobar
que la conducta realizada por el omitente no fue la mandada.

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DERECHO PENAL I OMISIÓN: PROPIA E IMPROPIA

2.3.2. IMPUTACIÓN SUBJETIVA


La atribución es al dolo. En realidad, puede comprenderse al dolo
sobre la base de la conciencia y la voluntad de realización del delito
omisivo. Generalmente, el sujeto es conciente de la situación típica y
de su deber de actuar, y también decide omitir concientemente; el
contenida de su voluntad responde a la no realización de la conducta
ordenada. En estos casos, el suceso psicológico es, por lo menos,
similar a la voluntad de realización de un delito de comisión doloso.
Ejemplo: el policía sobornado con una alta suma de dinero que no
impide la fuga de un preso (art. 414). Las dificultades para generalizar
este criterio se encuentran en los casos en que el autor de la omisión
es totalmente indiferente o está de acuerdo con el resultado que
amenaza producirse y, por ello, no necesita decidirse por la
inactividad. Ejemplo: el tercero, quien observa un accidente y no tiene
conciencia de prestar ayuda. Es evidente que aquí falta toda decisión
y, por lo tanto, no hay voluntad de realización.
A nuestro juicio, a fin de evitar esta dificultad, el dolo en el delito
omisivo debe ser comprobado al nivel del conocimiento. Así, bastará
que el sujeto tenga conciencia de la situación típica de la conducta
que realiza, de su capacidad para actuar y de otras circunstancias
típicas. Con ello, se mantiene en vigencia su mandato a realizar una
conducta ordenada.11

11 VILLAVICENCIO TERREROS, Felipe A., Ob. Cit., 2007, p. 656 – 659.

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DERECHO PENAL I OMISIÓN: PROPIA E IMPROPIA

CAPÍTULO III

OMISIÓN IMPROPIA

3.1. CONCEPTO

Es la omisión que no se menciona expresamente en el tipo, el mismo que


describe comportamientos activos, pero que, sin embargo, valorativamente
resultan equivalentes, por lo que se autoriza su inclusión y su consecuente
sanción (art. 13, Código Penal). Ejemplo: el salvavidas que intencionalmente
omite rescatar a otro quien circunstancialmente se está ahogando. Esta
omisión es impropia y debe discutirse en el tipo de homicidio (art. 106,
Código Penal, en relación al artículo 13). Así, no son delitos que cuentan con
un tipo penal específico, sino son una posible modalidad en el tipo comisivo.
Esencialmente, la omisión impropia supone punible no evitar el resultado
pues equivale a la producción activa del mismo. Además, estos delitos
exigen un deber especial de protección (posición de garante)

Para sancionar penalmente a los delitos de omisión impropia no basta la


simple infracción de un mandato determinado, se requiere verificar si se
lesionó o no el bien jurídico protegido, es por ello que los delitos de omisión
impropia o comisión por omisión son delitos de resultado.

Además, se pueden identificar omisiones impropias tipificadas, es decir,


expresamente previstas por la ley y en las que el legislador describe
explícitamente la omisión del garante al que se le imputa una afectación a un
determinado bien jurídico (lesión o peligro), no siendo de aplicación el
artículo 13 del Código Penal y ubicando su objeto de estudio en la parte
especial. Ejemplo: el funcionario o servidor público –garante- que permite
que otro use un bien perteneciente a la administración pública (art. 388).

En la doctrina nacional, la denominación usada para referirse a estos delitos


no es uniforme, pues algunos autores utilizan la expresión “comisión por
omisión”.

La noción de omisión impropia se basta materialmente en la posibilidad de


consumar todo delito de comisión mediante una acción de omisión. En otras
palabras, una mera omisión es considerada apropiada para provocar la

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DERECHO PENAL I OMISIÓN: PROPIA E IMPROPIA

lesión o la puesta en peligro prohibida por la norma implícita en los tipos


legales que prevén los delitos de comisión.

En el nivel normativo, el hecho de provocar un resultado mediante una


omisión debe ser considerado equivalente al hecho de producirlo mediante
una comisión para poder vincular el comportamiento de omisión al
comportamiento de comisión. Esta apreciación depende tanto de la manera
como el legislador haya descrito el comportamiento de comisión en el tipo
legal respectivo, como de la posibilidad que tenga el autor para evitar que
sobrevenga el resultado perjudicial. En efecto, la omisión solo es equiparable
a la comisión si el autor tiene un deber especial de intervenir y proteger al
titular del bien jurídico en peligro. De esta manera, se ha adoptado el modelo
mixto alemán de considerar la omisión impropia como una omisión
cualificada por la índole y la intensidad especiales del deber.

3.2. DELITOS DE OMISIÓN IMPROPIA

3.2.1. TIPO LEGAL OBJETIVO


A semejanza de los delitos de omisión propia, los delitos de omisión
impropia implican la existencia de una situación de peligro, la no
ejecución de la acción esperada (ordenada por el ordenamiento
jurídico) y la posibilidad real de que el agente obre de acuerdo con el
deber impuesto por la norma.

Mientras que en los delitos de comisión el autor crea o aumenta un


peligro no autorizado, en el caso de los delitos de omisión, no se
descarta o no se disminuye, a pesar de que se puede hacer, el peligro
que representa la situación fáctica prevista por el tipo legal. Entre las
múltiples posibilidades que tiene el autor de actuar, decide no realizar
aquella que le permitiría neutralizar el peligro.

Teniendo en cuenta que, conforme a lo que se deduce sin mayor


dificultad del art. 13, la omisión impropia supone la aplicación a
contrario del tipo legal relativo a un delito de comisión, resulta
indispensable considerar lo previsto en dicho tipo legal al apreciar la
situación de peligro, ya que su finalidad es, precisamente, evitar que
se produzca el daño o la puesta en peligro de un bien jurídico. Por

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DERECHO PENAL I OMISIÓN: PROPIA E IMPROPIA

consiguiente, la omisión impropia solo puede ser concebida en


relación con ciertos delitos de comisión. Así, por ejemplo, resulta difícil
imaginar la comisión de un acto sexual por omisión (art. 171), de una
coacción (art. 151), de un falso testimonio (art. 409) o de una
falsificación de documentos (art. 427).

3.2.2. DEBER DE GARANTE

Los delitos de omisión impropia, a diferencia de los de omisión propia,


constituye delitos especiales, puesto que solo quien, en razón de su
situación personal, tiene el deber de evitar la producción del resultado
prohibido puede ser el autor de tal acto.

La posición de garante tiene, por lo tanto, la función de determinar,


entre las personas que pueden evitar, mediante un acto positivo, la
realización del resultado, aquella que tiene el deber de intervenir para
garantizar que este no se produzca. Dicha posición resulta, así
mismo, útil para imputar, a quien se ha abstenido, el perjuicio que ha
afectado al bien jurídico protegido mediante el tipo legal respectivo.
Así, en caso de un incendio, muchas personas se encuentran quizás
en situación de salvar al niño que pide auxilio. Si no intervienen,
pueden ser reprimidas, según las circunstancias, por omisión de
prestar auxilio a una persona en peligro (delito de omisión propia, art.
127), pero solo, por ejemplo, al padre del niño, en caso de estar
presente, podría imputársele la muerte de este, ya que él tiene un
deber de garante en relación con la integridad corporal y la vida del
infante.

El deber de evitar el resultado deriva de la posición de garante. Este


deber constituye un deber jurídico y no solo moral como había sido
establecido en el texto original del art. 13, ni tampoco es el basado en
la simple buena fe. Se trata, pues, de una obligación jurídica
particular, estrechamente vinculada al estatus especifico del autor.
Por consiguiente, el deber de obrar, en los delitos de omisión
impropia, se corresponde con el deber de abstenerse, relativo a los
delitos de comisión. Dicho deber, en los delitos de omisión impropia,

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DERECHO PENAL I OMISIÓN: PROPIA E IMPROPIA

constituye un elemento normativo, ya que su existencia debe ser


determinada mediante un juicio de valor de orden jurídico.

En el art. 13, como lo hemos visto, el legislador no se limita a


establecer que el agente tenga el deber de intervenir, sino que indica
las fuentes de donde surge este deber. Primero, alude al orden
jurídico cuando se refiere a la presencia de un “deber jurídico” y,
luego, a la situación de peligro inminente, creada por el mismo
agente. De esta manera, la disposición mencionada se orienta hacia
el criterio formal, con el que, durante mucho tiempo, la doctrina ha
considerado que el deber de garante debía estar basado en la ley, un
contrato o el peligro creado por el autor.

En cuanto a la posición de garante en virtud de las instituciones, el


fundamento es la idea de que el único medio para garantizar la
libertad de cada individuo es la existencia de relaciones sociales
durables y reconocidas por el ordenamiento jurídico. Relaciones que
son denominadas “instituciones” (por ejemplo, relaciones entre padres
e hijos, marido y mujer, relaciones de poder estatal, presencia de una
justicia y una administración sometidas a derecho, etc.). En este
marco, se consideran los deberes que se derivan de los vínculos
naturales de las personas o relacionados con la comunidad, de la
aceptación de una función de protección y aun de la responsabilidad
por los comportamientos de un tercero.

3.2.3. TIPO LEGAL SUBJETIVO

El dolo, como en el caso, de los delitos de comisión, constituye en los


delitos de omisión el elemento central del tipo legal subjetivo. En
principio, todos los tipos de dolo son admisibles.

En lo que respecta al elemento cognitivo del dolo, el autor debe tener


conocimiento de la situación concreta de peligro o, al menos, de que
esta se produzca y de sus propias posibilidades de actuar. En el caso
de la omisión impropia, debe ser consciente, además, de que tiene la
obligación de realizar el acto ordenado por la ley. Es decir que no
basta que sea consciente de las circunstancias materiales en las que

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DERECHO PENAL I OMISIÓN: PROPIA E IMPROPIA

actúa y, en particular, del resultado que puede provocar, sino que


debe saber que, mediante su abstención, incumple su obligación de
garante de intervenir. Si se equivoca con respecto a uno de los
elementos del tipo legal objetivo, el dolo no existe porque el error
impide que el agente tenga consciencia de lo que hace (art. 14).

En cuanto al factor volitivo del dolo, el agente debe tener la voluntad


de abstenerse. Con pleno conocimiento de las circunstancias propias
del tipo legal, decide permanecer pasivo ante el mandato de obrar de
una manera determinada. Sin embargo, la voluntad en materia de
omisión no se presenta de la misma manera que en materia de los
actos de comisión. Está claro que muchas veces el autor decide
efectivamente abstenerse, por ejemplo, cuando el chofer que ha
provocado el accidente de tránsito abandona el lugar de los hechos
con el fin de evitar el control policial, dejando así sin asistencia al
conductor lesionado del otro vehículo. Sucede sin embargo, con cierta
frecuencia, que el agente no toma de manera clara una decisión y
solo asume su inactividad poco a poco, en función del desarrollo de
los hechos. En estos casos, es suficiente que el autor tenga
conciencia de la situación objetiva y de la posibilidad de intervenir, de
modo que, en buena cuenta, asumen de modo progresivo su falta de
acción en función del desarrollo de los hechos.

En relación con la omisión impropia, la voluntad debe estar dirigida a


la materialización del perjuicio típico, en la medida en que el autor,
mediante su abstención, espera que el resultado posible se realice.
En otros términos, quien se abstiene debe mostrar que está dispuesto
a asumir la producción del resultado como una consecuencia de su
omisión. Por todas estas peculiaridades, en doctrina se prefiere
hablar de cuasi dolo. Algunos autores, llegan a afirmar que el
elemento subjetivo falta en los delitos dolosos.

3.3. TIPOS LEGALES AMPLIADOS

Teniendo en cuenta que la omisión propia es una forma de delito de pura


actividad, cabe preguntarse si es posible admitir la tentativa.

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3.3.1. TENTATIVA
Está fuera de cuestión el hecho que en el delito de omisión se dan
situaciones que corresponden a la tentativa del delito de comisión.
Ejemplo: el sujeto que nada hace ante un peligro que resulta
oportunamente eliminado por la intervención de un tercero. Si
partimos del peligro de cuya neutralización se trata, se presenta una
situación parecida al delito de comisión: “La tentativa comienza
cuando, en caso de demora en intervenir en pos de un salvamento
aumenta el peligro de producción del resultado, ella estaría acabada
cuando quien permanece inactivo ha desaprovechado la última
chance de una intervención salvadora y el resultado aun así no se
produce.”12

En este sentido, es perfectamente posible el desistimiento en tentativa


inacabada y en tentativa acabada, como las interrupciones externas.

Se acepta la tentativa inidónea cuando por ejemplo, el agente ha


supuesto erróneamente que el bien jurídico que debe proteger se
encuentra en peligro ante lo que permanece inactivo. Aquí no se
aprecia un resultado de peligro y, además no sería posible realizar la
apreciación del juicio de equivalencia tal como lo establece el artículo
13, lo que implica la impunidad de esta forma de tentativa.

3.3.2. AUTORÍA Y PARTICIPACIÓN


Es necesario referirnos previamente a la autoría. El criterio del
dominio del hecho no cumple función alguna en los delitos de omisión
en los que el autor no ejecuta la conducta ordenada. El omitir como tal
no transmite ningún dominio sobre el curso del acontecer. Solo
presupone la posibilidad de influir en él. Básicamente, autor es
justamente aquel que no ejerce este dominio potencial en contra de
su deber de actuar.

Tratándose de delitos de infracción de deber, es perfectamente


posible la coautoría por omisión allí donde existe un deber común.
Ejemplo: dos funcionarios penitenciarios que se ponen de acuerdo

12 VILLAVICENCIO TERREROS, Ob. Cit., p. 674 – 675.

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para permanecer impasibles ante la fuga de un interno. Por el


contrario, no se acepta la autoría mediata por omisión. En el supuesto
del que aplicando fuerza física irresistible sobre otro, impide que este
último realice la acción de salvamento se da solo la acción positiva del
que impide realizar la acción mandada y de esta manera lesiona al
bien jurídico.

En relación a la participación, es posible diferenciar dos situaciones:


participación por omisión y participación por acción en un delito de
omisión. La teoría predominante no acepta la instigación por omisión
debido a que mediante la omisión no se crea la decisión de cometer el
delito en el autor sino que solo no se impide que la decisión aparezca.
La instigación al delito omisivo debe ser más propiamente llamado
disuasión. A través de ella, el interferente procura, precisamente al
contrario de lo que sucede en la instigación de a los delitos de
comisión, obtener que el obligado no actúe, no observe el mandato de
actuar. Si la disuasión corresponde a una participación en delito
omisivo o si debe ser considerada en la perspectiva de un delito de
comisión, es un asunto extremadamente controvertido.

La complicidad omisiva en el delito comisivo es aceptada. En la


doctrina, los autores que admiten la complicidad activa en un delito
omisivo se circunscribe a la llamada complicidad psíquica.

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CONCLUSIONES

1. Los Delitos de Omisión responden a un principio de solidaridad humana en


virtud del cual se responsabiliza a un sujeto que es el que omite, a realizar
una determinada prestación dirigida a salvaguardar un bien jurídico o a que
no impida la producción de un resultado típico estando obligado a ello.

2. Los delitos de omisión, en general, son aquéllos donde se desaprueba por el


ordenamiento jurídico no un hecho que se ha llevado a cabo, sino algo que el
Estado exige que se realice pero no se hace. O como define Silva Sánchez,
“la omisión consiste en la no-realización de una prestación positiva de
salvaguarda de un bien jurídico”. Es el caso típico de la madre que deja morir
a su hijo recién nacido, por inanición.

3. Dentro de esta clase de delitos se pueden diferenciar los propios, y los


impropios o de comisión por omisión. La clasificación de éstos se ha hecho a
través de varios criterios. Entre los principales está el que considera las
omisiones propias como aquéllas que están expresamente descritas en la
normatividad penal, mientras que las impropias son las que surgen de la
interpretación de ciertos tipos, que en principio se entendería como si sólo se
pudieran realizar mediante una acción, pero que también se pueden cometer
por medio de una omisión, ya que el resultado sería el mismo que si se
hubiera obrado activamente.

4. En las omisiones propias la norma exigiría al sujeto la realización de


determinada acción salvadora en razón a criterios de solidaridad que se
imponen en cabeza de los individuos; en cambio, en las omisiones impropias
la norma exigiría del sujeto la evitación del resultado que se quiere impedir
con la norma.

5. Ejemplos de las dos clases de omisión serían, para la omisión propia, el del
tipo de omisión de socorro; es decir, cuando por ejemplo un individuo pasa
por el lugar de un accidente y, pudiendo ayudar a los heridos, no lo hace. Y
un ejemplo de la omisión impropia está en el homicidio por omisión; así, un
caso de éste es el ya mencionado de la madre del recién nacido que no le
proporciona alimentos y, debido a esto, el bebé muere.

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BIBLIOGRAFÍA

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Parte General, Ed. Grijley, Lima - Perú 1995.

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10. RUIZ NOSETE, Enrique L., Derecho Penal, Parte Especial en Preguntas y
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ANEXOS

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