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Acompañamiento terapéutico

Integrantes: Pablo Aguirre Zepeda, Jaime Arenas & Manuel Carrillanca.

Docente: Juan Alberto Muñoz Almonacid

Asignatura: Fundamentos Teóricos de la Psicología Comunitaria.

Puerto Montt, 28 de junio de 2017.


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Resumen

En este trabajo se hablará de lo que es el Acompañamiento Terapéutico (AT), todo

esto partiendo por la definición del Trastorno Mental Grave y Crónico, para luego entrar en

lo que es en la definición de AT, sus orígenes y de que lo componen ya sea de los roles o

profesionales involucrados, además de las ventajas de poder aplicarlo.

Acompañamiento Terapéutico

De acuerdo a Saiz y Chévez (2009) el concepto de Enfermedad Mental Grave y

Duradera, o también conocido como Trastorno Mental Grave y Crónico (en adelante como

TMGC) es empleado para definir a un extenso y heterogéneo grupo de personas que sufren

de trastornos psiquiátricos graves. Goldman, Gatozzi y Tanbe (1981, p. 22) lo definen como

“Personas que sufren ciertos trastornos psiquiátricos graves y crónicos como: esquizofrenia,

trastornos maniaco-depresivos y depresivos graves recurrentes, síndromes cerebro-

orgánicos, trastornos paranoides y otras psicosis, así como algunos trastornos graves de la

personalidad, que dificultan o impiden el desarrollo de sus capacidades funcionales en

relación a aspectos de la vida diaria, tales como: higiene personal, autocuidado, autocontrol,

relaciones interpersonales, interacciones sociales, aprendizaje, actividades recreativas y de

ocio, trabajo, etc.; y que además dificultan el desarrollo de su autosuficiencia económica.

Asimismo muchas de estas personas han estado hospitalizadas en algún momento de sus

vidas, variando su duración según los casos”.

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Chile es un país con altas tazas de enfermedades mentales. De hecho, la proporción casi

duplica a Estados Unidos mientras que la tasa de suicidios en nuestro país supera el promedio

la de los países de la OCDE (Valdés & Errázuriz, 2012). Pero desgraciadamente el

financiamiento no ha estado a la altura de los problemas que existen, por lo que las tasas aún

siguen aumentando.

A pesar de las dificultades, existen las herramientas para poder tratar todos los problemas

posibles dependiendo de los recursos y la situación. En este caso, hablaremos del

Acompañamiento Terapéutico.

Genéricamente podría definirse el acompañamiento terapéutico (AT) como una práctica

sociocomunitaria con funciones rehabilitadoras que suele emplearse como técnica

complementaria dentro de estrategias multidisciplinarias de intervención (Rosique, González

de Vega & Sanz, 2014), siendo su escenario las situaciones cotidianas y en la calle, donde

evita las situaciones artificiales e institucionalizadas como consecuencia del ingreso

prolongado.

Los orígenes de la AT están en Argentina, que surgió en la década de los sesenta como una

alternativa y reacción a la internación cerrada y la marginación social consecuente. Poco a

poco se ha ido expandiendo a otros ámbitos de carácter educativo, asistencial o judicial,

buscando de esta manera favorecer la integración social, la resocialización, la toma de

contacto con el exterior y potenciando el desarrollo de la autonomía del paciente (Rosique,

González de Vega & Sanz, 2014). Se puede definir como un dispositivo de baja exigencia,

no directivo, que desde una perspectiva clínica y socio-comunitaria brinda atención y apoyo

a familiares y usuarios ambulatorios, en espacios públicos o privados, individual o grupal,

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promoviendo la participación y la autonomía del usuario en la toma de decisiones acerca de

su tratamiento, sea éste en el ámbito de la prevención, la asistencia social o la inserción social

(Saiz & Chévez, 2009). Su intervención debe ser aplicada en casos de aislamiento social,

enfermedad mental crónica y drogo-dependencias (Seidmann y Muchinik, 1998), sobretodo

en casos en donde el usuario no dispone de los recursos necesarios, sean físicos, psíquicos o

sociales, para acceder a recursos de salud regulares de forma autónoma y sostener su

tratamiento en el tiempo (Saiz & Chévez, 2009) más aún en un país donde la salud mental es

problema y cuesta dinero llevar a cabo un tratamiento como es Chile.

Su función es sostener el encuadre continente del tratamiento fuera de los espacios

propiamente terapéuticos, mientras que el paciente reconstituye su red o se estabiliza en el

tratamiento. Además, funciona como andamiaje, potenciando el desarrollo progresivo de las

posibilidades del paciente.

De tal manera que el paciente genere una relación en diferentes ambientes y contextos con

su Acompañante, con el cual logre potenciar su inserción, esto le da opciones para la

búsqueda de posibilidades de ayuda, en su misma vida diaria, (Manson, Rossi, Pulice et al.,

2002), Hablando de lo que es el rol del AT, es igual de fundamental que el psicólogo,

trabajador social, y/o enfermero, los cuales cumplen su función relacionados en la institución,

en cambio el acompañante terapéutico es más complementario en la vida del paciente, donde

este , mediante lo que es una intervención clínica, pasa a ser un “agente de salud socio

comunitario”, Duarte, (2005) dice que la definición como tal , incluye dos partes claves ,

como “agente”, significando hacer u obrar, y “al servicio de una intervención clínica, dando

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un significado de tal acompañamiento es tomado como una intervención, y no tratamiento

como tal, pero está sujeto a estrategias de carácter psicoanalítico, psicológico y psiquiátrico.

Las tres partes que apoyan al Paciente son , el psicólogo dando terapias individuales

,familiares y/o grupales para generar estrategias , el Trabajador social , que evalúa la red y

elimina obstáculos que puedan llegar a delimitar el mismo trabajo, y el AT, como aporte

siempre de información y características de manera que se puedan resolver ciertos problemas

generados (Dabas, 2000), podríamos decir que mientras el Trabajador social trabaja con la red

el AT se especializa en estar en la red , dice Sluzky , (1996).

La intervención AT complementa su trabajo con múltiples profesionales, los cuales pueden

darse de acompañantes mediante sea necesario: psicólogo, Trabajador Social, Enfermero,

Educador, etc., donde cada uno posee funciones propias de acuerdo a su perfil profesional y

ejerciendo igualmente de acompañantes cuando sea necesario (Saíz & Chevés, 2009).

En resumen, el AT es un dispositivo a desplegar en la vida cotidiana del paciente, ya sea

ingresado o en tratamientos ambulatorio y es una tarea que se realiza siempre en equipo,

mientras que los objetivos son planteados por el profesional tratante. Esto lleva a la

continuidad del tratamiento con el ámbito socio-comunitario y forma parte de manera

integral, siendo articulado con una estrategia que incluya factores familiares, psicosociales,

familiares, laborales y comunitarios (Sluzki, 1996).

Finalmente, la intervención será mediante la palabra, los actos, su cuerpo, en situaciones en

donde el acompañado necesite sostén y contención, permitiendo acercarse a condiciones que

faciliten el tratamiento (Kuras de Mahuer & Resnisky, 2004, 2005) partiendo por un vínculo

positivo y de confianza.

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Lo más importante cuando del trabajo de AT se trata es lograr crear un lazo de confianza

mutua entre él acompañante y el sujeto acompañado, ya que dicho encuentro entre estas dos

personas que necesitan de espacio para desenvolverse y tiempo necesario para desarrollar el

plan de trabajo, junto con alcanzar los objetivos propuestos. Por ello para que tal vínculo se

logre, se debe considerar que el acompañamiento terapéutico no se trata de un resultado al

azar, sino que requiere de su tiempo y espacio para desarrollo idóneo.

Por otra parte es muy importante considerar la intervención del AT en situaciones donde no

solo existen las crisis en estructuras neuróticas sino que también son abordables estructuras

tales como: psicóticas esquizofrenias y perversas. Esto para evitar que se vuelva crónico,

para conservar o recuperar algunos aspectos de ellas. También se considera la posibilidad de

trabajar con personas que padecen alguna discapacidad, ya sea en el traslado al lugar de

rehabilitación, como también asistiendo y ser un auxiliar en distintos tratamientos que han

sido indicados por médicos, kinesiólogos, terapeutas ocupacionales, etc.

Como un esquema, las ventajas del acompañamiento terapéutico AT son:

1. Facilitar la contención del sujeto en crisis y su familia en situaciones de emergencias

clínicas.

2. Facilitar la autonomía y confianza en si mismo del sujeto, en el devenir del proceso

del acompañamiento terapéutico.

3. Brinda atención permanente y seguimiento personalizado de la evolución del sujeto.

4. Promueve la reinserción educativa, laboral y recreativa.

5. Permite sostener los vínculos familiares y sociales que resultan convenientes en

función del tratamiento terapéutico.

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6. Propicia la detección temprana de síntomas ante una posible recaída, disminuyendo

los riesgos a través de una adecuada contención.

Podemos concluir que el AT pretende lograr lazos firmes y sólidos entre dos personas, luego

de esto se espera alcanzar un nivel de confianza en donde se podrá desarrollar una relación

estrecha que se empeña en dar énfasis a la implicación de la familia, los estilos de vida

saludables, la prevención y la continuidad de cuidados asociados a la rehabilitación. También

es importante y muy valioso el AT ya que considera los objetivos de la rehabilitación

psicosocial tales como: la inclusión, la autonomía y la desestigmatización de los pacientes.

Referencias

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Duarte, C. (2005). Ética y técnica en el Acompañamiento Terapéutico. Brasil: Ediciones

Sobornost.

Errázuriz, P., & Valdéz, C. (2012). Salud Mental en Chile: El Pariente Pobre del Sistema de

Salud. Junio 20, 2017, de Universidad Diego Portales Sitio web:

www.udp.cl/funciones/descargaArchivos.asp?seccion=documentos&id=132

Goldman, H., Gatozzi, A. y Tanbe, C. (1981). Defining and counting the chronically mentally

ill. Hospital and Community Psychiatry, 32, 22-22.

Kuras de Mahuer, S. y Resnisky, S. (2004). Acompañantes terapéuticos: Actualización

Teórico-clínica. Buenos Aires: Letra Viva.

Kuras de Mahuer, S. y Resnisky, S. (2005). Territorios del Acompañamiento terapéutico.

Buenos Aires: Letra Viva.

Rosique, M T; González de Vega, C; Sanz, T; (2014). Acompañamiento terapéutico: práctica

y clínica en un hospital psiquiátrico. Revista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría,

34() 583-587. Recuperado de http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=265031397010

Saiz Galdós, J; Chévez Mandelstein, A; (2009). La Intervención Socio-Comunitaria en

Sujetos con Transtorno Mental Grave y Crónico: Modelos Teóricos y Consideraciones

Prácticas. Psychosocial Intervention, 18() 75-88. Recuperado de

http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=179814022009

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Seidmann, S. y Muchinik, E. (1998). Aislamiento y Soledad. Buenos Aires: Eudeba.

Sluzki, C. (1996). La red social: frontera de la práctica sistémica. España: Gedisa.

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