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En los seres vivos se están desarrollando continuamente una serie de reacciones químicas
que, si se realizaran en un laboratorio, sólo podrían llevarse a cabo mediante altas
temperaturas, descargas eléctricas u otras fuentes de energía que las células no podrían
resistir.
Por ello, las reacciones que tienen lugar en los organismos no pueden ser violentas, lo cual
se consigue gracias a la existencia de los biocatalizadores, entre los cuales el lugar más
destacado lo ocupan los enzimas. Para que una reacción se lleve a cabo es necesario que las
sustancias que van a reaccionar (sustratos) reciban una determinada cantidad de energía que
las active, denominada energía de activación.
En base a lo anterior destaca el papel de los catalizadores, que se definen como aquellas
sustancias que, al disminuir las necesidades de energía de activación de una reacción, la
facilitan y la aceleran.
Los catalizadores no intervienen en la reacción que catalizan, de tal manera que, una vez
terminada ésta, quedan libres y pueden volver a ser utilizados, no se consumen durante la
reacción.
La gran mayoría de las reacciones en los seres vivos necesitan ser catalizadas para que
ocurran a una velocidad apreciable.
Todos las enzimas conocidas son proteínas de gran solubilidad en los medios líquidos del
organismo. Salvo raras excepciones son solubles en agua. Según su composición se clasifican
en dos grupos:
Los enzimas, además de ser unos catalizadores muy eficaces, presentan un alto grado de
especificidad química, es decir, son capaces de inducir la transformación de un sólo tipo de
moléculas y no de otros que también se encuentran presentes en el medio de reacción. Un
enzima es capaz de discriminar entre dos sustancias que potencialmente podrían actuar como
sustratos.
Aunque los enzimas son en general muy específicos comparados con cualquier catalizador
artificial, su grado de especificidad resulta ser muy variado. Existen enzimas con una
especificidad muy estricta que sólo reconocen a un sustrato determinado y no inducen la
transformación de otras moléculas aunque estén estructuralmente muy relacionadas con él.
Algunos tipos de especificidad de enzimas son: