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Gracia a Vosotros: Desatando la Verdad de Dios, Un Versículo a la Vez

Una fe sin concesiones en el horno ardiente, 1ª Parte


Escritura: Daniel 3:1-3
Código: 27-10
John MacArthur

Padre, te damos gracias porque podemos venir a Ti en los momentos de la vida que son
difíciles para nosotros y te agradecemos por Tu gran gracia para sostenernos en nuestros
tiempos de necesidad. Oramos por Rodney y su familia ante la pérdida de su abuelo; para que
Tú estés especialmente cerca de ellos y que ellos disciernan en esto el significado de la vida y
la eternidad, el significado de Cristo y Su resurrección; que ellos puedan llegar a conocer la
vida eterna que viene sólo a través de la fe en Él. Te agradecemos por Rodney y oramos para
que Tú le bendigas también en este momento. Y, Señor, a medida que nos acercamos a
estudiar Tu palabra esta noche, oramos con nuestros corazones y nuestras mentes abiertas
para que nos enseñes con Tu Espíritu y para que no estemos escuchando a una voz humana
sino escuchándote hablar a Ti. Para Tu alabanza y gloria oramos, amén.

Esta noche estamos estudiando Daniel capítulo tres. Y nos llevará un par de semanas
terminar con este tremendo capítulo, un capítulo emocionante con muchas verdades y
muchos principios que tratar. Confío que el Espíritu de Dios les haga conocer estas verdades
a medida que avanzamos. Reitera algunos de los principios de los que hemos hablado
especialmente en el capítulo 1.

En el capítulo 1 de Daniel hemos visto una situación tensa, la cual Daniel y sus amigos han
podido enfrentar con gran fe en Dios. Lo mismo veremos en el capítulo 3. Esta noche
queremos comenzar a ver al capítulo y veremos cuánto avanzamos a medida que lo
hacemos.

El otro día, leí una historia acerca de un hombre muy religioso que decidió comprar una
estatua de Jesucristo para su hogar. La compró, la llevó a su casa y la ubicó sobre una mesa
en la sala. A su esposa no le agradó cómo se veía con el resto de la decoración; y la puso en

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el comedor. Más tarde, el marido la cambió nuevamente a otra parte de la casa. Un niño de
dos años preguntó: “¿No pueden decidir qué hacer con Dios?”. Una pregunta muy profunda.
Hay muchas personas en este mundo que no pueden decidir qué hacer con Dios. Qué
haremos con Dios es realmente la pregunta del capítulo 3 de Daniel. Algunas personas no
saben dónde colocar a Dios. Y otras sí. Veremos acerca de un hombre que no sabía y tres
hombres que sí. Y establece el tema que es una constante a través de la Escritura y la historia
de la humanidad. El conflicto entre aquellos que le dan a Dios el lugar que Le corresponde y
aquellos que se niegan a hacerlo.

Permítanme darles una introducción; y el pasaje se desplegará para ustedes. El hombre es


básicamente religioso. Esto no tiene remedio. Es algo obvio cuando usted viaja por el mundo
y ve que todos los pueblos, razas y grupos étnicos tienen algún tipo de religión.
Inevitablemente, el hombre se reverencia ante un altar. Ya sea para adorar al Dios verdadero
o algún otro sustituto.

El capítulo 1 de Romanos nos lo cuenta. Dice que cuando el hombre conoció a Dios lo
glorificó no como Dios; y dándole la espalda al verdadero Dios, comenzó a adorar a la criatura
más que al Creador. Y creó dioses de madera y piedra; y comenzó a adorar al hombre y a las
bestias. En otras palabras, lo que Romanos nos dice desde el versículo 18 al 23 es que el
hombre es incurablemente religioso; y si le da la espalda al verdadero Dios, creará otros
dioses a partir de serpientes, pájaros, bestias y hombres. Y si no adora al Creador, adorará a
la criatura. Y cuando un hombre hace esto, e inventa y define a su propio dios, lo forma del
modo que él quiere que sea. Un ciclo interesante, en el que usualmente él se transforma
como su dios. Y entonces, el hombre fabrica un dios que quiere que exista.

El Antiguo Testamento nos dice mucho de la naturaleza religiosa del hombre y cómo lo hace.
Es característico del hombre crearse un dios como sí mismo; y ser luego más y más como él.
De esta manera, acomoda su pecado. Adorar al verdadero Dios es difícil porque usted debe
enfrentar la realidad de su ineptitud y de su pecado. Si usted rechaza esto, entonces inventa
un dios como usted; y de ese modo es mucho más fácil vivir con ese tipo de dios.

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En el Salmo 115 tenemos una descripción de cómo el hombre lo hace. Dice: “No a nosotros,
oh Jehová, no a nosotros, sino a Tu nombre da gloria, por Tu misericordia, por Tu verdad.” El
Salmo comienza con la afirmación de que Dios debe ser glorificado.

“Por qué han de decir las gentes: ¿Dónde está ahora su Dios? Nuestro Dios está en los
cielos; todo lo que quiso ha hecho. Los ídolos de ellos son plata y oro, obra de manos de
hombres. Tienen boca, mas no hablan;

Tienen ojos, mas no ven; Orejas tienen, mas no oyen; tienen narices, mas no huelen; Manos
tienen, mas no palpan; Tienen pies, mas no andan; No hablan con su garganta. Semejantes a
ellos son los que los hacen, y cualquiera que confía en ellos”. Los hombres inventan sus
propios dioses y son como ellos. La Biblia dice: “Y creó Dios al hombre a Su imagen”. Pero el
hombre crea dioses en su propia imagen…la rebelión máxima…el hombre inventando sus
propios dioses.

Existe un conflicto constante en el mundo entre la adoración al Dios verdadero y la adoración


a los falsos dioses -creados por la imaginación y la mente del hombre. Y las deidades creadas
por el hombre siempre expresan su pecado. No tenemos tiempo ahora para hacer un estudio
sobre la idolatría y ver esto en detalle. Pero a modo de ilustración, cuando esos hombres
inventan dioses, los mismos reflejan las deficiencias y los pecados del hombre. Leyendo el
Antiguo Testamento, por ejemplo, usted encontrará reiteradamente a un dios conocido como
Baal. Ese no es realmente un nombre propio. Es una palabra que significa simplemente
“señor”. Y hay muchos dioses paganos, muchos señores, muchos “baales”. Estudiando a los
“baales” de la historia antigua, encontraremos que ellos inevitablemente consumaban los
pecados del hombre en su carácter.

Un ejemplo: los cananeos y los pueblos alrededor de Israel creían que Baal era la fuerza
detrás del poder sexual en el hombre y la mujer. Baal era la fuerza sexual detrás de la
naturaleza humana. Y por lo tanto, cualquier acto sexual era un despliegue del poder de Baal.
De acuerdo a aquellos que adoraban a Baal, todas las relaciones sexuales eran actos
sagrados, ya que eran demostraciones de la gran fuerza del dios Baal.

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Los templos de Baal estaban ocupados por sacerdotisas conocidas como prostitutas
sagradas. Oseas 4:14 las llama en hebreo “mujeres santas”. Eran consideradas de esa
manera porque se pensaba que Baal mismo estaba activo en el acto sexual. Y entonces se
adoraba a ese dios con un acto sexual con una prostituta del templo.

Ese es el modo mediante el cual el hombre inventa sus dioses. Los acomoda a su propio
pecado. Cuando el hombre los crea, inevitablemente lo llevarán a la inmoralidad, ya que esos
dioses reflejarán el pecado del hombre que los inventó. Es por eso que Romanos 1 cita el
hecho que cuando conocían a Dios, no Le glorificaban como tal; cambiaron la Gloria de Dios
por una imagen; construyeron sus propios ídolos e inmediatamente leemos en el versículo 24:
“Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus
corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos”.

En otras palabras, está el rechazo al verdadero Dios en el versículo 21, el establecimiento de


falsos dioses en los versículos 22 y 23. Y la consecuente inmoralidad en el versículo 24.
Continúa hasta el versículo 32. Habla que Dios los entregó a pasiones vergonzosas. Habla de
la homosexualidad. Habla de “injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad; llenos de
envidia, homicidios, contiendas, engaños y malignidades; murmuradores, detractores,
aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a
los padres, necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia…”, etc. Y esas
son simples representaciones de un tipo de adoración que el hombre mismo construye. Y dice
que cuando el hombre lo hace, también le place hacerlo.

La idolatría es abandonarse a un estándar inmoral. En el Antiguo Testamento es llamada


también prostitución. Dice que Israel se prostituyó, que cometió adulterio.
La idolatría es entonces la corrupción de la adoración verdadera. Y desde el comienzo, el
hombre ha establecido falsos dioses; y el conflicto entre la adoración al Dios verdadero y la
adoración a los dioses falsos ha ocurrido a lo largo de toda la historia humana. Una afirmación
básica que deberíamos recordar. La idolatría es el problema más básico de la vida del hombre
en lo que respecta a Dios.

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Se preguntarán cómo lo sé. Lo dice en Éxodo 20. El primer mandamiento se relaciona con la
idolatría. Éxodo 20:3-4: “No tendrás dioses ajenos delante de Mí. No te harás imagen, ni
ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas
debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque Yo soy Jehová tu Dios,
fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta
generación de los que Me aborrecen, y hago misericordia a millares, a los que Me aman y
guardan Mis mandamientos.”

Aquí tenemos al primer y segundo mandamiento. El primero, no tener otros dioses delante de
Él. El segundo, no hacer ninguna imagen. El problema principal en los diez mandamientos y el
comienzo de todo es la afirmación de que ningún dios sustituirá al verdadero Dios. Esa es la
preocupación básica de Dios con el hombre. Y Romanos 1 nos traza el curso; el atroz
naufragio que resulta cuando tiramos a Dios por la borda. Cuando el hombre deja a Dios y se
voltea, inventa sus propios dioses porque que es incurablemente religioso. Y al crear sus
propios dioses, los hace como él, condenando a su alma en el proceso.

Éxodo 20 dice que “no tendréis otros dioses delante de Mí”. Isaías nos lo dice una y otra vez
en el capítulo 43. En Deuteronomio, el Señor nuestro Dios es un único Señor. La Biblia dice
explícitamente que no hay otros dioses más que el Verdadero Dios. Aplasta literalmente a
todos los ídolos ya sean de piedra, madera, metal, de la mente o del corazón, de las
emociones, tangibles o no, externos o internos. Todos los ídolos son aplastados en la
afirmación de Dios: “No tendrás dioses ajenos delante de Mí. No te harás imagen”. Y a pesar
de que es el primer y básico mandamiento de las Escrituras, es una amenazante realidad de
la historia de la humanidad -el hombre continúa inevitablemente yendo a la idolatría.

Leslie Flynn lo expone claramente cuando dice: “Como la corriente de un río que no puede ser
detenida, pero puede ser desviada, el anhelo del alma del hombre por un objeto de adoración
puede ser desviado con facilidad del verdadero Dios a otro dios”, fin de la cita.

La Escritura prohíbe la idolatría una y otra y otra vez. Permítanme darles una muestra de lo
que la Escritura enseña y así comprenderán un poco por qué Ananías, Misael y Azarías -los
tres hebreos que ustedes conocen como Shadrach, Meshach y Abdenego, sus nombres

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babilónicos- tomaron esta posición. Sabían que la idolatría era inaceptable para Dios. Sabían
que no podían complacer a Dios y reverenciar a la imagen de oro erigida en el capítulo 3.
¿Cómo lo sabían? Porque la Palabra de Dios es muy explícita. Y a pesar de que no tenían
toda la revelación de Dios como la tenemos nosotros, tenían lo suficiente para saberlo.

Les diré algunas de las cosas que la Escritura dice acerca de la idolatría. Consiste en: hacer
una reverencia ante imágenes, adorar imágenes, hacer sacrificios a imágenes, adorar otros
dioses, jurar por otros dioses, seguir a otros dioses, hablar en el nombre de otros dioses, mirar
a otros dioses, servir a otros dioses, temer a otros dioses, adorar al verdadero Dios a través
de una imagen, adorar a ángeles, demonios, hombre muertos, establecer ídolos en el
corazón, la codicia, sensualidad…porque todas estas cosas cambian la gloria de Dios por una
imagen. En la Biblia, la idolatría es descripta en estos términos. Una abominación a Dios,
Deuteronomio 7:25; Dios la aborrece, Deuteronomio 16:22; es vana e insensata, Salmo 115;
es sanguinaria, Ezequiel 23; abominable, Primera Pedro 4; inútil, Jueces 10:14; irracional,
Romanos 1; contamina, Ezequiel 20:7. Se dan una idea de cuán mala es, ¿no es así?
Cuando los hombres idolatran, las consecuencias son: se olvidan de Dios, se alejan de Él,
contaminan el nombre de Dios, profanan el santuario de Dios, renuncian a Dios, odian a Dios
y Le provocan. Y la Biblia dice que la idolatría será castigada con una muerte judicial, un juicio
terrible que termina en muerte, destierro, exclusión del cielo, tormento eterno.

Eso es muy serio. Dios dijo mucho acerca de la idolatría. Podemos resumir las advertencias
de la Biblia en tres simples oraciones. Cuando se trata de idolatría, usted debe hacer tres
cosas. Lo primero es huir. Primera Corintios 10:14, huir de los ídolos. Segundo, es evitarlos.
Primera Corintios 10:19-20: “Y no quiero que vosotros os hagáis partícipes con los demonios.”
Tercero, alejarse. Primera de Juan 5:21: “Hijitos, guardaos de los ídolos”. La Biblia dice huir,
evitar, alejarse –básicamente significan lo mismo. El tema de la idolatría es muy serio para
Dios.

Aun en nuestra sofisticada sociedad, la presencia de la idolatría es muy grande. Aun en una
sociedad que se supone cristiana, con orígenes bíblicos, presencia de iglesias y toda la
influencia cristiana, somos literalmente una sociedad llena de ídolos. En algunas sociedades
puede ser externa y en otras interna. Hay millones de personas en nuestra sociedad que

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nunca pensarían en inclinarse ante una piedra o madera o metal. Pero pasan toda su vida
inclinados ante un dios vacío o inútil establecido en sus mentes o corazones. Y un ídolo es
cualquier cosa que usted pone antes que Dios. Puede ser un automóvil, su pasatiempo, su
casa, su esposa o alguien más, o su chequera. Hace algunos años, unos estudiantes
cristianos respondieron cuáles eran los dioses más frecuentes en nuestro tiempo.
Mencionaron la ciencia, el comunismo, la democracia política, el nacionalismo, el ajuste
social, el humanismo, el secularismo, el conductismo y el culto al progreso. El doctor Andrew
Blackwood, profesor emérito de Princeton, enumeró más ídolos personales: “Estados Unidos
tiene los siguientes dioses: el ego, el dinero, el placer, el sexo, el romance, las diversiones, los
deportes, la educación.” Y agregó: “Necesitamos retornar al primer mandamiento a la luz de la
cruz”.

Si resumiéramos a los ídolos del siglo 20, obtendríamos una lista como esta. Primero que
nada, adoramos al dios de las posesiones, ¿no es cierto? Las posesiones usurpan el lugar de
Dios. ¿Pasa usted más tiempo pensando acerca de sus posesiones que en Dios? ¿Gasta
más energía, recursos, en sus posesiones que en Dios? Es un buen indicador que usted tiene
un problema en esa área. “El dios principal en nuestro tiempo es nuestro estándar de vida.
Estamos tan preocupados por las posesiones materiales que nos olvidamos que son un
regalo de Dios”, dice el doctor W. Stanford Reed de la Universidad McGill.

Entonces, uno de los ídolos del siglo XX son las posesiones. Otro: mucho, mucho amor al
dinero. Colosenses 3 dice: “Avaricia, que es idolatría” Cuando usted codicia algo, lo adora.
Otro es el orgullo. Y la avaricia, por cierto, o la abundancia, me hace pensar acerca del
hombre rico y sus graneros más grandes, ¿a usted no? “Derribaré mis graneros y los edificaré
mayores; y allí guardares todos mis frutos y mis bienes. Pero Dios le dijo: “Necio, esta noche
vienen a pedirte tu alma”” y no puedes vivir comiendo, bebiendo y regocijándote. Entonces,
las posesiones y la abundancia. Y luego el orgullo. Creo que el dios principal de nuestra
sociedad es el amor a uno mismo. Y podemos decir que las personas son un dios en nuestra
sociedad. Algunos idolatran literalmente a un hijo. Se convierte en una actitud perversa.
Algunos adoran a su pareja. Su amado. Un amigo.

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En contraste con eso, vemos a Ana, quien por mucho tiempo oró y suplicó a Dios por un hijo.
Y Dios se lo dio. Y ella no lo idolatró, se lo dio a Dios y dijo que así debía ser ya que era el
mejor lugar para el niño.

Y pienso en Abraham, quien esperó y esperó hasta que tuvo 100 años para tener un hijo. Y
luego Dios le dijo que quería a ese hijo en un altar y muerto. Y Abraham Le dijo a Dios que él
quería a ese hijo, pero no le adoraba más que a Él. Y si Tú le quieres matar y me dices que lo
mate, lo mataré. Pero nosotros hacemos dioses de las personas. Del orgullo, de la
abundancia, de las posesiones. No digo con esto que usted no debería amar a las personas;
que no debería comprometerse con su familia, hijos y esposa.

Una historia interesante. Antes que Charles Spurgeon se casara, llevó a su prometida al lugar
donde predicaría. La multitud los empujaba; y los separaron. Miles de personas empujaban
para oírlo predicar. Llegó a la plataforma; y luego de la reunión no la pudo encontrar. Fue a su
casa. Y la encontró enfadada. Ella le dijo que la había dejado en esa multitud sin preocuparse
por dónde estaba. A lo que él le contestó que lo lamentaba, pero que quizás lo que había
sucedido era providencial. No quería ser descortés, pero al ver una multitud como esa
esperándole para predicar, le abrumaba la responsabilidad de hacerlo y se olvidó de ella.
“Pero debemos establecer la siguiente regla en nuestro matrimonio. La orden de Mi Maestro
viene en primer lugar. Tú, en segundo lugar. ¿Deseas tomar el segundo lugar como mi
esposa, mientras que yo le doy el primer lugar a Cristo?”

Ella así lo quiso y se convirtió en una fiel esposa. Comprendo algo de eso. Ante la expectativa
del púlpito, la emoción del corazón, la mente comienza a funcionar y muchas cosas no pasan
por el pensamiento. Él amaba a su esposa, la amaba hasta morir, pero nunca la idolatró. Su
Dios era el verdadero Dios.

Podemos también decir que el placer es un dios en nuestra sociedad. El entretenimiento. Es


increíble. Cada vez que voy a los lugares como Disneylandia, Magic Mountain, etc. mi teología
se enloquece. Miro a mi alrededor y hay tantas cosas que me molestan. Es un mundo de
fantasía y las personas ni siquiera viven la realidad de la vida. Pagan todo ese dinero por un
minuto y medio de emoción y así viven. Regresan en el mismo automóvil, regresan a la misma

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casa, al mismo trabajo; y no pueden esperar a regresar y hacer todo nuevamente. Hay
personas que les gustaría tener eso en el fondo de su jardín. Vivir por la emoción. El
sentimiento. Amamos al placer más de lo que amamos a Dios.

Otro de los dioses de nuestra sociedad son los proyectos. No solo posesiones, abundancia,
orgullo, personas, placer; también los proyectos. La asociación cooperadora, la paz mundial,
los hobbies, los programas religiosos…proyectos.

Y luego está la prominencia. Algunos quieren el asiento principal en el banquete. Les gusta
ver sus nombres impresos, quieren ser jefes. Y todos estos dioses terminan en una vida
vacía.

El hombre es increíblemente religioso; adorará cualquier cosa. Una parábola nos dice acerca
de una ceremonia en el fondo de una iglesia con el fin de quemar ídolos. Cada persona había
arrancado de su corazón su posesión más preciada…ambición, su logro más querido. Y los
tomaron y los pusieron en una pila; y dijeron que quemarían a sus ídolos. Algunos pusieron
sus cabellos largos, otros sus títulos, otros sus antigüedades favoritas. Algunos pusieron su
tapado de visón. Pero ninguno pudo encontrar una cerilla. ¡Qué problema! Dice la parábola
que todos estuvieron de acuerdo en que el no haberlos podido quemar no significaba que no
querían renunciar a ellos. De a poco, fueron regresando a sus hogares. Uno o dos voltearon a
mirar mientras se alejaban.

Una señora no durmió bien esa noche y se convenció a si misma que lo que había entregado
no era un ídolo. A la mañana siguiente, regresó a la pila esperando no ser vista. Allí encontró
a su ídolo. Era el único que quedaba. ¡Cómo nos aferramos a nuestros ídolos!

Según la Escritura, no solo está mal adorar algo que no sea Dios, sino también está mal
adorar a Dios con el método erróneo. Recuerden cuando Dios le dijo a Saúl que no tomara
nada, que solo matara al rey y al ejército, pero que no tomara nada. Él regresó con todas esas
ovejas y animales; y cuando Samuel le preguntó qué sucedía, que no debía traer nada, le
contestó que las había traído para adorar a Dios. Samuel le dijo que el trono no estaba más

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en su familia. Dios quiere que Le adoren del modo que Él dice y no del modo que uno elige
adorarlo.

La idolatría es adorar al dios equivocado y adorar al Dios correcto de la manera errónea.


Tenemos que tener cuidado. Creo que adorar símbolos que puedan pasar por dios también es
idolatría. Todos sabemos de lo que es conocido como la controversia iconoclasta, de la
palabra eikon que significa “imagen.” A lo largo de la historia de la iglesia, en sus primeras
manifestaciones de romanismo, quisieron poner todo en estatuas. La iglesia romana aún lo
hace. Y las estatuas están en todas partes; y siempre ha existido una controversia. La iglesia
ortodoxa oriental finalmente destruyó todas las imágenes porque sintieron que era idolatría.
Aún hay crucifijos, otras imágenes y santos que representan un cierto tipo de idolatría. Y usted
podrá decir que no adora realmente a los ídolos, es solo la representación. Pero la transición
es tan sutil… Tan sutil.

Permítanme darles una ilustración. Miren en sus Biblias en Números capítulo 21… Números
capítulo 21. Les dije que ésta sería una larga introducción. De hecho, tendré el sermón para la
próxima vez. Números 21:6. ¿Recuerdan que el Señor envió serpientes ardientes? “Y Jehová
envío entre el pueblo serpientes ardientes, que mordían el pueblo; y murió mucho pueblo de
Israel.” Esto fue cuando ellos estaban como Moisés. Y el pueblo estaba siendo desobediente
a Dios. El Señor envía serpientes ardientes, muerden. Y el versículo 7: “Entonces, el pueblo
vino a Moisés y dijo: “Hemos pecado por haber hablado contra Jehová y contra ti; ruega a
Jehová que quite de nosotros estas serpientes.”

Y Moisés lo hizo. Él oró y el Señor contestó y dijo en el versículo 8: “Y Jehová dijo a Moisés:
“Hazte una serpiente ardiente y ponla sobre una casa; y cualquiera que fuere mordido y
mirare a ella, vivirá.”

Ahora, observen lo que sucedió. El pueblo de Israel había pecado. Dios dijo que habría un
castigo. Las serpientes les morderían. Si miraban al asta, vivirían.

Creo que el asta era un símbolo del poder de Dios. No había poder en él. El poder estaba con
Dios. Mirar al asta era simplemente una identificación con su fe. Vean lo que sucedió.

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Segunda de Reyes 18. Más tarde en la historia de Israel, llega Ezequías. Y vemos que en
Judea reina Ezequías y con él, llega un gran renacimiento. Una de las cosas está en el
versículo 4: “Él quitó los lugares altos, y quebró las imágenes, y cortó los símbolos de Asera”
detengámonos aquí. Disipó la idolatría. Continúa después: “E hizo pedazos la serpiente de
bronce que había hecho Moisés, porque hasta entonces le quemaban incienso los hijos de
Israel; y la llamó Nehustán.” Que quiere decir “pequeña cosa de bronce”. Él la trató con
desdén. En otras palabras, algo que había comenzado como un símbolo, se convirtió en un
ídolo. Y eso es siempre el peligro de un ícono. Que el hombre convierta al símbolo en un
ídolo. Por lo tanto, en la Escritura está prohibido tanto el adorar a un dios falso como adorar al
Dios verdadero de una manera errónea y adorar a Dios con una imagen errónea.
Habiendo comprendido que la idolatría está prohibida, miremos juntos Daniel 3. Recuerden
que estos jóvenes estaban bien educados en la doctrina y teología hebrea; y sabían
exactamente cómo Dios se sentía con respecto a los ídolos.

En el comienzo del texto encontramos cinco puntos principales. Comenzaré con el primero. La
ceremonia, versículos 1 al 3. “El rey Nabucodonosor…”. El rey del Imperio Babilónico, un
increíble imperio con poder que abarcaba desde el mundo conocido en el Medio Oriente y no
sabemos cuán lejos llegaba. “…hizo una estatua de oro cuya altura era de sesenta codos, y
su anchura de seis codos; la levantó en el campo de Dura, en la provincia de Babilonia.”
Nabucodonosor construye esta enorme imagen. Un acto idólatra. Algo muy extraño luego del
capítulo 2:47. ¿Recuerdan que en el capítulo 2 Daniel le dijo a Nabucodonosor su sueño? Él
tuvo este sueño acerca de una imagen que tenía una cabeza de oro y bronce, luego plata, y
luego hierro y arcilla mezclados. Él le dijo el significado de estas cosas y cómo los imperios
del mundo pasarían y serían destruidos. Y serían cortados por una piedra cortada no por
manos, en la fase de su confederación de diez reyes. Y continúa con la maravillosa
interpretación del sueño. Y Nabucodonosor sabe que Daniel le dice cosas que sus propios
magos y caldeos no sabían. Y en repuesta a eso, en el versículo 47, Nabucodonosor cae
sobre su rostro, versículo 46, lo adora a Daniel, etc. Y en el versículo 47 dijo: “Ciertamente el
Dios vuestro es Dios de dioses, y Señor de los reyes, y el que revela los misterios, pues
pudiste revelar este misterio”.

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Una gran afirmación. Tu Dios es el Dios de dioses. Tu Dios es la máxima deidad. Eso estaba
en el versículo 47. Dos versículos más tarde, él está construyendo un ídolo de sí mismo.
Inconstante. La demostración del poder de Dios no pudo anular su increíble ego. El hombre es
un egocéntrico. Creo que cuando Daniel comenzó a contarle su sueño, él dijo: “La cima es la
cabeza de oro –yo soy el oro, todo lo demás es inferior a mí.” Y ahí mismo Nabucodonosor no
prestó más atención y pensó “yo soy el oro”. Y por eso construyó una imagen de oro.
Nabucodonosor hizo una imagen de oro. Creo que era de forma humana hecha de oro, tan
grande, tan alta. Un alto pedestal sobre el cual estaba parado un hombre, una imagen de 60
codos de altura y 6 codos de ancho.

No creo que era de oro sólido. Eso hubiera sido prohibitivo en términos económicos; y un
problema para construir y mover. Es común encontrar información de cómo construían en
aquellos tiempos – construían una imagen de madera y la revestían con oro. Me parece que
es la mejor manera de considerar a esta imagen. En Isaías 40 y 41 encontrarán un par de
referencias a esa imagen de madera revestida en oro. Era la manera usual de construcción.
El costo sería igualmente increíble. Conseguir y extraer el oro era muy difícil en esa época.
Era increíblemente costoso.

Y 60 codos y 6 codos es una indicación interesante para nosotros, ya que los babilónicos
utilizaban un sistema sexagesimal. Nosotros usamos un sistema decimal. Ellos tenían un
sistema basado en los números 6. Y este es un indicador muy importante de la autenticidad
de Daniel como verdadero representante de los tiempos de Babilonia. Los críticos más
agudos quieren correrlo al tiempo de Cristo, para que las profecías sean del pasado. No
quieren que la Biblia haga predicciones, de otra manera sería un libro divino. Pero es
indicativa de los tiempos babilónicos al utilizar lo que se conoce como sistema sexagesimal en
vez del decimal.

Me resulta fascinante que sea de 60 codos por 6. Veo dos 6. El primer rey hizo una imagen de
sí mismo con 6; y si leen Apocalipsis 13 verán que el último gobernador del tiempo de los
gentiles también establecerá una imagen de sí mismo. Nabucodonosor fue el primero.
Apocalipsis 13:14-15: “…le hagan imagen…dar muerte a todos los que no adoran la
imagen…su número es seiscientos sesenta y seis.” Es como si comenzara con dos 6 y

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terminara con 3. Seis es el número del hombre. El hombre intenta seis, seis, seis, pero no
llega a siete. Ese es el número de la perfección reservado para Dios. Y Nabucodonosor es
como la imagen preliminar del anticristo.

Notarán en el versículo 1 que la levantó en el campo de Dura, provincia de Babilonia. El


campo de Dura estaba cerca de la ciudad, quizás diez kilómetros al sureste, en la provincia de
Babilonia. Un arqueólogo francés que realizaba unas excavaciones a unos pocos kilómetros al
sureste de la ciudad de Babilonia encontró un bloque enorme que debe haber sostenido a una
estatua u obelisco gigante. Al realizar más estudios, este arqueólogo francés se convenció
que esa es en efecto la base de la imagen de Nabucodonosor que aún está bajo la tierra
después de todos estos siglos. La imagen ya no estaba. ¿Por qué? Estaba hecha de oro.

El campo de Dura es un área plana en la cual la imagen sería visible, sobresaldría en la


planicie. Imagínense el sol en la zona…sería algo tan brillante que irradiaría y desplegaría una
grandeza increíble.

¿Qué estaba tratando de hacer y probar Nabucodonosor? Era un hombre muy inteligente, uno
de los mejores arquitectos, soldado, estatista del mundo. Traba de unificar a su nación a
través de un objetivo en común. Quería que todos se inclinaran ante él. Los Césares hicieron
lo mismo. Trataron de que todo el Imperio los adorara. Quería también la lealtad de todos sus
líderes. Quería asegurarse que ellos le eran fieles. Quería una sola religión; ya que temía que
una división en la religión –algo tan profundo en el corazón del hombre- causara una división y
fracturara al Imperio.

Hay algo más. Políticamente, considero que quería la unidad del Imperio; personalmente,
quería que le alabaran y la lealtad de sus líderes. Deseaba una única religión para mantener a
todos unidos. Pero más allá de eso, este hombre tenía un ego increíble y buscaba su propia
gloria. Se vio a sí mismo como la cabeza de oro; y perdió el control. Construyó la imagen para
que todo el mundo pudiera adorarle. Es un poco distinto de Herodes en Hechos 12. Él dio un
gran discurso. Se vistió con sus ropas elegantes y en Cesárea, dio un gran discurso y el
pueblo pensó que era la voz de un dios y no de un hombre. Les encantó, le creyeron. La Biblia

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dice que inmediatamente después fue comido por gusanos y murió, ya que no le dio la gloria a
Dios.

Nabucodonosor no fue comido por gusanos. Su merecido llega -como veremos más tarde- en
el capítulo cuatro. Pero buscó la gloria. Y todo esto plantea un conflicto para nosotros a lo
largo de capítulo, entre adorar al verdadero Dios y adorar a este maníaco humanista
egocéntrico.

Ahora, quiero que ustedes vean claramente la opción; porque esta es la opción que todos
tienen. O adoran a Dios o a falsos dioses. Aún como cristiano, nosotros podemos sentirnos
atraídos a adorar a falsos dioses. Esto es lo que dice este capítulo. Como el pequeño que
preguntó “¿Papá, dónde pondrás a Dios?” Es la pregunta que se nos hace a nosotros –
¿dónde pondremos a Dios?

Veamos rápidamente el resto de la ceremonia en los versículos 2 y 3, que dicen


esencialmente lo mismo: “Y envió el rey Nabucodonosor a que se reuniesen los sátrapas”.
“Sátrapas”, que literalmente significa “gobernadores”. Y de aquí en adelante, comienza el
rango descendiente. Los sátrapas eran los más altos jefes de las provincias en el Imperio
Babilónico.

Luego vienen los magistrados y capitanes. Gobernantes secundarios. “…los sátrapas, los
magistrados y capitanes, oidores, tesoreros, consejeros, jueces…” y luego de todas estas
personas dice: “… y todos los gobernadores de las provincias…” todos los que eran alguien
importante, vendrían a la dedicación de la imagen que Nabucodonosor había levantado. El
quiere la lealtad de todos, que todos ellos estén allí; y todos van.

Luego el versículo 3: “Fueron, pues, reunidos los sátrapas, magistrados, capitanes, oidores,
tesoreros, consejeros, jueces, y todos los gobernadores de las provincias, a la dedicación de
la estatua que el rey Nabucodonosor había levantado”. ¿Por qué repite todo? Cuando llegaron
los griegos y estaban escribiendo la versión griega conocida como la Septuaginta, saltearon el
versículo 3 porque dijeron que era ridículo, que repetía todo. ¿No podían abreviarlo? ¿Podían
decir que todos los llamados vinieron? Creo que es muy sutil. La repetición del versículo 3 es

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una mirada sutil humorística a la falta de integridad personal de todos los líderes del Imperio.
Reitera que todos ellos eran personas importantes, pero ninguno de ellos tenía el coraje de
decir no. Vinieron todos. Débilmente, siguieron al liderazgo de Nabucodonosor. Todos los
grandes. Fueron humillados; y todos permanecieron frente a la imagen que Nabucodonosor
había levantado.

Ahí están todos. Los grandes sátrapas, gobernadores, capitanes, como títeres, sin integridad,
sin carácter, sin nada. Respondieron a lo que se les había dicho. Si Nabucodonosor dice que
debemos adorar al ídolo, todos lo hacemos, debemos mantener nuestros trabajos.

Pero con algunos no era así. Veremos quiénes eran y por qué hicieron lo que hicieron y qué
sucedió la próxima semana. Oremos juntos.

Mientras que sus cabezas están inclinadas por un momento, permítanme compartir un
pensamiento o dos con ustedes. Es un capítulo conmovedor; recién comenzamos a verlo.
Pero éste es el momento de esta noche que comenzamos a examinar nuestros corazones.
¿Qué es lo que usted adora? ¿Hay algún ídolo en su vida? ¿En qué piensa usted? ¿Qué es lo
primero que le viene a la mente? Probablemente sea eso. ¿Qué ha colocado usted antes que
Dios? ¿Dónde ha colocado usted a Dios? Si usted no es cristiano, probablemente tenga todo
tipo de ídolos y esté viviendo una vida que niega la gloria de Dios. ¿Por qué no viene a
Jesucristo y lo hace su Salvador, confesándole como Señor? Luego, hay muchos de ustedes
cristianos que tienen a Cristo como Señor de su vida y sin embargo, se encuentran muchas
veces desviados como ese río impetuoso. Y se dan cuenta que están yendo en la dirección
equivocada, hacia los ídolos de este mundo. Este sería un tiempo maravilloso para abrir su
corazón y confesar al Señor que usted tiene algunos ídolos. Hemos hablado mucho acerca de
ellos, ¿no es así? En algunas categorías generales. ¿Ha examinado usted su corazón? ¿Qué
hay acerca de las posesiones o la abundancia o el orgullo o el placer, los proyectos, la
prominencia? ¿Es la educación, el prestigio, el sexo, el dinero? ¿Qué es? ¿Un pasatiempo,
los deportes, el entretenimiento? ¿Alguna cosa? ¡Oh, Cristo y sólo Cristo debe ser Rey!

Padre, habla a nuestros corazones esta noche. Que pongamos de lado a los dioses de este
mundo, el vacío, las deidades que no pueden responder y tan sólo nos roban de la virtud de

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Tu genuino, puro y eterno amor por nosotros. Que pongamos de lado los ídolos y Te
adoremos. Sin importar cuáles son los Nabucodonosores que existen en nuestras vidas que
en su dominio y soberanía nos piden que nos inclinemos, que nunca lo hagamos. Que nunca
nos inclinemos con el resto de la elite y permanezcamos donde debemos ante el Dios
todopoderoso, tomando una postura genuina y que nunca inclinemos nuestras rodillas a un
ídolo. Danos el carácter que vemos manifiesto en estos tres jóvenes. Nosotros, quienes
nombramos el nombre de Cristo y poseemos el poder del Espíritu que mora en nosotros, que
tenemos todos los recursos que ellos tienen y quizás aún más, que permanezcamos fieles;
ayúdanos a no hacer concesiones, no sólo a no comer la comida del rey y a no beber el vino
del rey sino a no adorar a los dioses del rey. Ayúdanos a mantenernos genuinos, inflexibles en
nuestro lugar de adoración y gloria a Ti. Te agradecemos en el nombre de Cristo, Amén.

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