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Los muros y su impacto

Los muros y sus impactos en


un contexto histórico mundial

Lyndsay Carlisle

E
n casos de conflicto territorial, el viejo refrán de “los buenos cercos
propician buenos vecinos” lleva siglos guiando las políticas. Desde la
Gran Muralla China en el siglo V a.C. (BBC News 2007) al reciente
Muro Israelí en la Margen Occidental (Gaouette 2003), muros, cercos y otras
barreras llevan miles de años dividiendo poblaciones. Estos proyectos han
tenido grandes impactos sobre las sociedades y los ambientes naturales en que
fueron construidos, y la documentación de sus consecuencias puede servir
como una guía importante para quienes diseñan políticas al considerar una
de las barreras más importantes de nuestros tiempos: la de la frontera entre
México y Estados Unidos.
Con diseño de doble valla y proyectado para abarcar una extensión de 1,127
km, el muro, junto con los caminos, sensores, reflectores y cámaras que lo
acompañan, ya está parcialmente aprobado. El Congreso de Estados Unidos
ha destinado $1.2 mil millones de dólares para la construcción de 595 km de
muro fronterizo para finales del 2008 (Ustinova 2007). Socialmente, el proyecto
ya ha originado tensiones, no sólo en México sino también en Estados Unidos.
Mientras que las autoridades mexicanas hablan sobre alternativas, el gobierno
de norteamericano ha aprobado leyes que permiten pasar por alto muchas
protecciones legales, incluyendo leyes ambientales como la Ley de especies en
peligro de extinción (Endangered Species Act), que pudieran frenar el proceso
de construcción (Kerasote 2007). Las comunidades locales adyacentes al muro

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lamentan su falta de inclusión en el proceso de planeación, pero muchos
norteamericanos afirman que un gobierno más severo es el precio que hay
que pagar por tener una frontera segura. El muro está diseñado para detener
la migración ilegal de México hacia Estados Unidos (Ustinova 2007), pero al
entorpecer el tránsito humano también se obstruye la circulación animal, la
polinización y la dispersión de propágulos, y en última instancia, se provocan
alteraciones en los delicados ecosistemas a lo largo de la frontera.
Este tipo de impactos de ninguna manera carece de precedentes. La Gran
Muralla China es uno de los muros más famosos del mundo. Esta muralla, que
supuestamente es visible desde el espacio exterior, ha impactado enormemente
durante miles de años el desarrollo social y ecológico de China. Construida
originalmente para defender sus fronteras durante el Periodo de los Reinos
Combatientes, la muralla se modificó a través de los años para unir a China
y a la vez, para mantener fuera a otros invasores posteriores, sobre todo a los
mongoles y a los manchúes. Finalmente, estos últimos conquistaron China
y establecieron la dinastía Ts’ing, pero la muralla permanece hasta hoy y se
extiende unos 6,400 km (Zimmerman 1997).
Sin embargo, la Gran Muralla ha tenido efectos sobre el desarrollo de
China que van mucho más allá de lo militar; ha creado diferencias sociales
permanentes, enraizadas en las antiguas divisiones entre aquellos habitantes
de la estepa pastoral vecina y los que vivían dentro de China, un país que se
ha convertido en uno de los gigantes industriales de más rápido crecimiento
en el mundo (Jagchid et al. 1991). Además, hay evidencias recientes de que la
muralla ha causado una diferenciación genética significativa entre las especies
vegetales que habitan a cada uno de sus lados (Su et al. 2003).
Hay estudios de grandes carreteras que muestran resultados similares en
el caso de animales. Se estudió la carretera de Ventura, en California, y se
demostró que al ser un límite artificial del territorio reproductivo, entorpeció
la migración animal, lo que a su vez produjo diferenciación genética (Riley et
al. 2006). Las barreras humanas, como la Gran Muralla China y la Carretera
de Ventura entre otras, tienen el poder de influenciar no sólo la dinámica
social de la fauna, sino también la dinámica genética de especies importantes
de flora y fauna.
Hay otros límites que son menos famosos que la Gran Muralla, pero que
también pueden constituir un poderoso ejemplo. En la década de 1950, el
gobierno de Botswana construyó una serie de cercos para resolver el conflicto
inherente entre la vida silvestre y el ganado. Resulta notable que los cercos
construidos en el delta de Okavango para evitar la propagación de enfermeda-

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des del ganado, han contribuido enormemente a una disminución en la vida


silvestre local. A ñúes azules, cebras, búfalos, antílopes y otras especies se les
ha cortado su ruta migratoria, lo que ha provocado su muerte por deshidra-
tación y por enredarse en los cercos intentando alcanzar las reservas de agua.
Es importante señalar que otros estudios sugieren que estos efectos dañinos
pueden revertirse al retirar algunos de los cercos (Mbaiwa 2006).
Se ha observado efectos similares en los alrededores de la frontera entre
China y Mongolia, donde miles de gacelas han sido encontradas muriendo por
inanición o ya muertas debido a que una valla de hierro impide su migración.
Algunas de ellas han sido cazadas por zorras, que no son sus depredadores
naturales, porque su estado de debilidad les impide alcanzar refugio. Algu-
nas mueren intentando saltar la valla. Las comunidades locales de la región
están trabajando con las autoridades nacionales para establecer una reserva
internacional para las gacelas, con la esperanza de que eso ayude a aminorar
el problema (China Taiwán 2004).
Es interesante, sin embargo, que las autoridades citan la degradación de
los pastizales como la causa principal de que las gacelas mueran de inanición.
Eso podría llevarnos a pensar entonces que para salvar a dicha especie es más
importante restaurar el medio ambiente que quitar la valla o desarrollar una
reserva. Sin embargo, un estudio realizado en Mongolia sostiene que los espa-
cios cercados que el gobierno chino promueve para desarrollar pastizales en la
Región Autónoma Interna de Mongolia en realidad han acelerado el proceso
de degradación. Por lo tanto, aparentemente la valla no sólo constituye una
barrera física que impide la migración de las gacelas, sino que es también
la causa de la destrucción de sus reservas alimenticias. Estos dos ejemplos
nos enseñan que debemos prestar atención y tener cuidado de preservar los
hábitats de la vida silvestre, las reservas de alimento y de agua, así como los
patrones migratorios (Williams 2003).
Los ejemplos finales mostrarán cómo en ocasiones las barreras divisorias
pueden tener consecuencias imprevistas para comunidades locales humanas
y de vida silvestre. El primer ejemplo es uno de los desastres de cercado más
famosos en la historia. El Cerco del Dingo, de aproximadamente 5,320 km
de longitud, fue construido para mantener a esta especie fuera del sureste de
Australia, con el fin de proteger a las ovejas que ahí pastaban. El cerco fue
construido por el gobierno durante los años cincuenta y contaba con el apoyo
entusiasta de los rancheros ovejeros; pero produjo un problema mucho mayor
del que podrían haber ocasionado los dingos. Dado que es un depredador de
los canguros, retirarlo ocasionó que la población de estos últimos creciera, re-

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duciendo el número de ovejas que la tierra puede sostener (Kerasote 2007).
Otro ejemplo es un muro que se encuentra en las cercanías de la frontera
entre India y Pakistán. En realidad es una pared de lodo con un laberinto de
alambre de púas, construido en territorio disputado, en Cachemira, y está
diseñado para mantener a la población india a salvo de los guerrilleros pa-
kistaníes, en un área que ha sido el motivo de dos de las tres guerras que ha
habido entre ambas naciones. El muro es parte de un proyecto de seguridad
de 2,897 km de longitud, cuya construcción aparentemente está ocasionándole
a los indios mayor sufrimiento. Por un lado, la barrera está erigida dentro
de la línea fronteriza, limitando el acceso de agricultores a sus granjas que
ahora quedan del otro lado del muro (Lakshmi 2003). Un segundo efecto,
aún más sorprendente, es que el muro trastornó los patrones migratorios de
osos y leopardos, ocasionando que los animales deambulen hacia las aldeas
y ataquen a las personas, provocando muchas muertes. Se han realizado
esfuerzos para evitar los incidentes repartiendo folletos que advierten a los
aldeanos del peligro, pero aún no se ha encontrado una solución al problema
(Pahalwan 2006).
No todas las desgracias provocadas por la construcción de barreras in-
volucran animales y migración. El año pasado, una lluvia de siete días, que
normalmente habría sido una bendición para los agricultores palestinos,
se convirtió en una pesadilla cuando sus cosechas se inundaron, porque el
Muro de la Margen Occidental, construido por Israel como una frontera de
seguridad entre su país y Palestina, formó una represa. El agua fue retenida
durante una semana y pronto se mezcló con todo tipo de contaminantes e
incluso con aguas residuales y permaneció estancada durante tres días, por
no estar dispuesto Israel a abrir las puertas hasta que se logró una coordina-
ción en los niveles más altos. La inundación destruyó todas las cosechas, la
única fuente de ingreso para la gente, y ocasionó NIS 1.5 millones en daños
estimados (aproximadamente $330,000 dólares) (Saad 2005).
Los daños no son el único problema. La construcción del muro está afue-
ra de la Línea Verde y algunos afirman que Israel lo está construyendo para
anexarse permanentemente una gran parte de la Margen Occidental. El muro
está ubicado en territorio disputado, donde muchos consideran que queda la
nueva frontera efectiva, y ocasiona que la mayoría de las fuentes de agua pota-
ble queden del lado israelí (Arsenault 2004). La mayoría de los palestinos lo ve
como un intento de destruir su economía y quitarlos de la Margen Occidental
de forma definitiva; por su parte, los israelíes lo consideran una medida de
seguridad necesaria para acabar con la violencia transfronteriza y proteger a

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sus ciudadanos (Gaouette 2003). Junto a todos los desacuerdos, está el muro y
su mal manejo que ha ocasionado que en el 2006, comunidades agrícolas sanas
fueran transformadas, en cuestión de horas, en sentinas de contaminación, y
que granjeros saludables se precipitaran hacia la ruina financiera.
Todos estos casos muestran que a lo largo de la historia hay temas recu-
rrentes, en lo referente a la construcción de muros, que ilustran lecciones
importantes para quienes definen las políticas hoy en día en relación al muro
fronterizo entre México y Estados Unidos. Nos relatan historias de seguridad
nacional, de desórdenes políticos, de fortaleza humana, del reino vegetal y
animal, y de inundaciones y escasez de agua. Sin embargo, al final de cuentas
todos relatan la misma historia, la que describe una huella ecológica masiva
que afecta bancos genéticos, migración, supervivencia y sustento de los seres
humanos. Muestran que los muros tienen el potencial no sólo de dividir, sino
de destruir. El conocimiento que nos brindan estos proyectos y algunas de
sus consecuencias demuestran que la naturaleza es compleja y que alterar su
equilibrio puede causar incontables daños no sólo a los pastizales, las plantas y
los animales, sino a los seres humanos también. Para proteger los recursos, la
vida silvestre y las personas que habitan a lo largo de la frontera, es necesario
no repetir los mismos errores.

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