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El mejor HGDMA: Hospital de Gomers y Mucho más en América

“La vida es como un pene: cuando blanda, de poco vale;


cuando dura, para darte por el culo.”
El Gordo, médico residente en La Casa de Dios.

La casa de Dios, novela escrita por Samuel Shem, en donde relata la historia de un
interno que intenta llevar sus primeros pasos como doctor en un hospital donde todas sus
aspiraciones y creencias sobre la profesión se vienen abajo, por descubrir el verdadero
método de un hospital de estados unidos en los años sesenta y setenta. Roy, el protagonista,
con sus amigos Chuck, el enano, Potts, etc. Encuentran que su profesión soñada no es como
se la imaginaban; lo que provoca que unos pocos aprendan de aquella angustiosa situación,
mientras otros, terminan siendo dominados por aquel sitio. Entre sus distintas alusiones al
tiempo actual estadounidense están las múltiples críticas al presidente en aquella época
(Richard Nixon), también entra en cabida las concepciones sobre los negros, los judíos, las
enfermeras, los doctores, etc. En realidad, la obra de Samuel Shem es un texto que en su
multivariada información de la sociedad, deja deslumbrar muchos de los aspectos directos de
los agentes de una de las profesiones más pedidas y más soñadas por los americanos: la
medicina.

Para Martha Nussbaum, la literatura de por sí, tiene que influir en la vida pública de
todo lector que se sumerja en la lectura, pero su influencia no debe ser igual en todos los
niveles, por ejemplo, al leer Dickens nos llenamos de compasión, al leer al Bukowski de
odio, con Carver de impresión realista y se podría seguir con la lista. Por lo mismo, cada obra
debe ilustrar su máxima capacidad para llevar al lector a ir más allá de lo que está leyendo,
para esto, se debe tener en cuenta que cada obra se debe constituir a partir de una explotación
de utilidades y no de su reproducción. Es decir, en cada lectura debe desembocar en una
alteración al orden de lo que ya conocemos, más no repetir lo que ya todos saben. Para
Nussbaum, es fundamental hablar de lo que para todos es común y nadie se percata de ello,
lo público, lo que es de todos y a la vez nadie, pues falta mucho para que algo que es de
todos, sea apropiado por ellos mismos. Y he ahí la tarea de la literatura, transmitir aquello
público que es de todos (la verdad, por ejemplo), no olvidando que lo público serán las voces
que no se han oído.
Por lo anterior, se hablara de algunos aspectos de la novela de Samuel Shem, pero no
se hablará de lo que ya todos han leído y visto en la obra, sino de lo que tal vez muchos al
leer no se percataron, pues es una de las condiciones para que la obra literaria como decía
Nussbaum, pueda influir, pues debe tener aspectos únicos que le permitan legitimarse como
tal. Aunque en muchos casos, no todos los lectores (no por su falta de lectura o
intelectualismo), pueden entrever estos aspectos, por eso, la tarea de este escrito es sacarlos
a luz, partiendo de una lectura objetiva y analítica. Cabe aclarar también que a lo largo de lo
propuesto, de los aspectos a señalar, algunos ya hayan sido vistos, pero si así fue, aquí se les
dará un matiz distinto.

¿Cuál es el sueño americano de toda persona en EEUU? ¿Graduarse?, ¿casarse?,


¿tener un empleo estable?, ¿ser el mejor de la familia?, ¿conseguir cumplir un sueño? Este
es el primer juego que realiza Shem en la obra, y el primer aspecto con respecto a lo ya dicho:
el sueño americano. Aunque en la obra no se toma aquel sueño generalizando a todo el país,
dado que lo asimilan en la medicina, aun así, tiene una tonalidad distinta. Para toda persona,
siempre su sueño tiene que ver con conseguir todo lo material posible, y así, llenar todos los
vacíos que en la vida, por no decir que los logros cumplen casi la misma función. Puede que
sea así para muchos, pero esto puede cambiar en cualquier momento, algo puede
introyectarse en el sujeto con ánimo de cambiar su sueño o hasta superarlo. De esta forma,
en la novela, Roy afirma que tanto él como sus compañeros estaban viviendo el sueño
americano. Por supuesto que, en aquel momento de lo mucho a lo que se referían, no era algo
banal, sino a la droga posible de hacer olvidar cualquier calamidad, cualquier frustración,
cualquier dolencia; el sexo, el cual les permitía cumplir el mayor sueño: suplir la tristeza o
rabia con aquel acto. Pues sí, el autor juega con la noción del sexo en todo el libro, pues
demuestra que aunque el humano dolido por su vida, siempre tendrá la opción libidinosa a
su alcance para olvidar todo, desde un cargo incesante como médico a una vida de mierda.

La felicidad, es otro aspecto importante en la casa de Dios, donde unos deslumbran


su felicidad con rabia, otros con tranquilidad o con una exacerbada obsesión. Jo, para los
internos y de seguro para los lectores, es la típica persona que cree que al conseguir su
“sueño” lograría el nirvana, pero lastimosamente al ver que no era así, se despoja de todo
raciocinio y tiene que aprisionarse en aquel mundo que la misma persona crea por su
abstinencia a ver la realidad. Aunque en la novela, Shem juega con esa condición humana,
pues cataloga la felicidad no por acciones sino por las personas que pueden dar aquella escala
de insatisfactorio pero necesario, estable pero con limitantes, y realista como sensata. De esa
forma, en el rango insatisfactorio estaría Jo con su exagerada labor como doctora; en lo
estable estarían Chuck, Roy, y el enano, pues aunque no están en el estanque, tampoco
pueden avanzar a lo que en realidad quieren; y en la realista como sensata, estaría el particular
gordo, pues no hay nadie como él, que vea en la vida la vía fácil como salida no para la
felicidad, pues no hay, el gordo así lo demuestra y argumenta, sino para llegar al estado
neutro, relajado y simple de toda vivencia humana. De ahí, que Shem juegue tanto con los
estados de los personajes intentando buscar un refugio donde puedan ser felices, aunque esta
no exista ni allá ni en ninguna parte.

Por otro lado, está la ambivalencia del trabajo en que se sitúa la novela, dado que
por un lado está el querer ser bueno y por el otro, deber ser malo. Y no malo con respecto a
la profesión, pues si bien cada sujeto en la casa de Dios comenzó intentando ser lo mejor,
terminó resignándose por ser de lo peor, pero daba la casualidad que, al ser “malo”, todo se
alineaba para que todos creyeran que era así como se actuaba (aunque fuese de forma
mediocre), era lo conveniente y aceptable para todos. A nadie le interesaba que los métodos
no fueran los concedidos ni aceptados por todos, sino que aquel resultado conseguido fuera
el ideal y necesario para cerrar la boca y creer que todo estaba bien. He ahí el arte de acicalar.
No es que se quiera con esto decir que en la sociedad siempre al ser malo/mediocre en algo
signifique que te va a ir bien a ti y a los que te rodean y que, con ello juega Shem, no, porque
si fuese así, no se diría aquí, dado que eso ya todos lo saben. Con lo que juega, argumenta y
ejemplifica el autor es con el vaivén de querer ser bueno pero terminar siendo el peor (para
ti) pero el mejor para el resto, dejando de lado y al olvido toda creencia de que en la vida real
se logra todo yendo por el sendero de lo correcto en el que todos presuponen ir pero nadie en
realidad ve, no, nunca se logrará algo así, ni ahora, ni nunca.

Del mismo modo, está la compulsión en el libro de los doctores por ser doctores, por
salvar, por curar, por ayudar. Todo esto se viene abajo varias veces por las palabras del gordo,
quien le expone siempre a los internos casos en los que aquel pensamiento no tiene cabida
en aquel lugar: “los médicos crean complicaciones, no ayudan ni curan”. El gordo dice esto
con algo más que solo con respecto a los Gomers, este piensa así porque las personas nunca
serán lo que ellos en realidad son, porque si fuese así, hace tiempo habríamos conseguido el
siglo de las luces y la ilustración pedida y confirmada por tantos. Por eso la asistencia en la
medicina, en la educación, en la política, en la evolución, en la vida humana, siempre será
una farsa disfrazada de intentos inútiles en los que siempre se arruinan las cosas intentándolas
mejorar, y esto lo demuestra la casa de Dios. Así, Shem en su novela crea una enfermedad
incurable en la casa de Dios y deslumbra una muy parecida en la realidad, igual sin cura.

Es necesario recalcar que, en la introducción del libro se habla acerca de la


importancia que muchos estudiantes de medicina le han tomado desde su publicación hasta
el momento, de hecho allí se afirma que es la biblia de la medicina: la casa de Dios. Pero
la pregunta esencial de este asociamiento de los estudiantes es, ¿por qué? Será tal vez que es
el manual para que los estudiantes tengan presente a lo que se van a enfrentar o es quizás,
que en aquel libro se encuentra la clave de la profesión cuando se esté ejerciendo. Estas dos
posibles hipótesis, muchos de los lectores tal vez se las hicieron, pero que tal hubiese una
tercera, pero cuál. Si repasamos las distintas características con las que está formado el libro,
y que entre ellas se puede nombrar una importante para delimitar esta tercera condición para
que se considere una biblia: la puesta en escena de la condición humana. No hay libro que
hable mejor del comportamiento del hombre con respecto a la vida que no debe seguir sino
transformar y perseverar, pues es una atadura que no muchos pueden lograr soltar. Es como
si a un chico que es policía en formación le dieran un libro donde le mostraran en realidad la
bazofia de mundo al que va tener que enfrentarse; la corrupción, el engaño, lo burdo de la
sociedad, etc, cosas que tan solo sabría un policía con experiencia y firmeza para escribirlas
todas, jugando con aquel atroz destino que a todos (dependiendo de la profesión) les espera.

El juego con lo sexual en la obra, como ya se ha mencionado, es un recurso muy


usado en la obra por Shem, quien usa los instintos libidinosos reprimidos en cada personaje
(por no decir todos), y los explota en todo el transcurso de la trama. Y aquel es el siguiente
aspecto para traer a colación, el desarrollo de lo sexual en la obra. Ahora bien, el sexo fue
usado como droga por los personajes para lograr salir de aquel genocidio, llamado por ellos
mismos, medicina, y no solo ven en aquel acto, algo cotidiano, algo normal, no, el uso
frecuente de este, los hace poner en un pedestal aquella sensación de excitación y realización
de sus más adentrados deseos libidinosos, por lo cual los hace inclinarse a una búsqueda
permanente de este pequeño pero a la vez gran detalle en muchos momentos, llegando así, a
considerar el acto de satisfacción sexual como la época dorada. Cada uno de los internos
principales del libro (Chuck, Roy y el enano), encontraron en el sexo algo más que una cura,
encontraron el lugar donde calmaban su ansiedad por dejar la vida y aún más descubrieron
que aquel acto era tan magnífico, que hasta ventajas les traía, tómese por ejemplo, el caso de
la Cérvix Sociable en la que gracias a que dos de los tres protagonistas mencionados se
acuestan con las funcionarias, les facilitó muchos trances con respecto a los Gomers. De
aquel modo, Shem demuestra que aun en situaciones de insuficiencia motivacional, la
sexualidad es el auge para salir adelante, motivarse (como lo hizo el enano gracias a la ayuda
que Chuck y Roy le hicieron con Muslos de Trueno), y salirse con la suya. Nada más
placentero para el lector que ver como algo que tan indiferente, tan ocultado por la gente,
puede ser tan factible al usarlo de buena manera, como lo hicieron los protagonistas y/o el
autor en su obra.

Por consiguiente, teniendo en cuenta que el tema sexual es fundamental en el libro y


un poco ignorado por los lectores, aunque en el mismo se explique mucho por medio del
personaje Cohen, este doctor en sus pocas apariciones en la obra acierta en muchas aserciones
que no servirían exponer aquí, pues en el texto ya las dice, como también su precisión al
hablar de los comportamientos y acciones de los internos como de los pacientes de la casa de
Dios, con respecto a la teoría Freudiana. Ese es el siguiente aspecto a tratar teniendo en cuenta
la novela: la identificación sexual. Freud en el texto “Psicología de las masas y análisis del
yo” propone que las masas se unen y organizan basadas en un proceso identificatorio y no
gregario, pues es la identificación que un sujeto tiene con otro con respecto a un rasgo que le
permite estar con él y conformar dicha masa. Esta curiosa característica se refleja en la casa
de Dios, en los internos. Freud argumentó que la identificación tenía la ambivalencia de
siempre querer ser y querer tener, y que ambas eran el origen frente al complejo de Edipo,
pues el niño quiere ser como su padre a la vez que quiere tener a su madre como objeto
sexual, esta misma ambivalencia se puede observar en muchas masas y puede a la vez
graficarse con dos líneas, una vertical y una horizontal, donde las personas que vean en otras
un rasgo común, se identificarán con ellas quedando en la parte horizontal, y en la parte
vertical estará aquel deseo o ideal que busquen con sus respectivos limitantes para llegar a él
(las limitaciones pueden causar más el efecto identificatorio).

De esta forma, en la casa de Dios, tanto Roy, Chuck y el enano se identifican los unos
con los otros, pues todos quieren llegar a la placidez sexual, posicionándose en la parte
horizontal, y aquella placidez se establece verticalmente. Lo importante de este efecto
identificatorio en la novela es ver cómo le afecta a uno de los tres compañeros el conseguir
un evento sexual como a la vez pensarlo. También el cómo influye el compañerismo por
buscar nuevos placeres sexuales, o por encontrarlos. En pocas palabras, el efecto de
identificación con respecto a lo sexual produce el desarrollo del éxtasis sexual en la novela,
pues si no hubiese la “hermandad” ninguno conseguiría nada, a la vez que, el estilo sexual
creado por el autor se desvanecería y dejaría un efecto maravilloso de lado. Por ello, es tan
fundamental la identificación que el autor hace dentro de la obra con respecto a los
personajes; ellos impulsan y explotan al máximo la sensualidad en la casa de Dios. Lo demás
que puede corresponder a Freud, sea lo sexual o el narcisismo crónico en la casa de Dios, le
queda a Cohen y a Berry, personajes del libro.

Un aspecto de igual importancia y con igual referencia a Freud, es el cambio de


papeles que el autor como buen psiquiatra, conocedor de dolencias problemas de la mente y
de la vida social, une todo ello y más en la obra, demostrándolas no con los pacientes como
sería normal, sino con los doctores. Lo normal sería que los doctores a partir de su experiencia
notaran aquellas repetidos dilemas psíquicos y físicos en sus pacientes, pero para Shem no
es así, para él, lo fundamental es cambiar todo, y mostrar los conflictos que serían más
visibles en los enfermos que en los que están sanos, los que salvan, los que parecen no
enfermarse contra nada, ya que siempre están combatiendo a lo que muchos temen. Samuel
Shem invierte tanto los papeles, que parece un juego donde Freud en vez de analizar y
recolectar datos sobre el narcisismo (por ejemplo) en sus pacientes, lo hiciera sobre sí mismo.
Nada mejor, que un doctor como Shem, psicoanalizando a otros doctores (aunque sean
ficticios).

Como último aspecto a analizar, son las reglas de la casa de Dios, que desde el inicio
hasta el desenlace del libro se van mostrando como pasos para consumir la historia como
interno y como lector. Por eso, creo conveniente hablar de una regla más, de agregarla como
lo hizo en su momento Roy, pues queda claro que aunque todas ellas cumplen una función
importante, todas van guiadas a una implícita, una de la experiencia que el texto tuvo con el
lector. La siguiente regla que va a ser agregada, es una que muchos tal vez pensaron pero
nadie la ha dicho… Regla XIIII Las reglas siempre pueden dar cuenta del más precario
tratamiento en las salas; y de lo más agresivo por parte de los mismos Gomers o sus casos,
igual todo depende de cómo vayan evolucionando. En la novela, desde el inicio hacia casi el
final, nos demuestra que las cosas pueden ser tan engorrosas con respecto a los Gomers o
demás cuestiones, que nunca puedes saber qué tan mal se pondrá la situación, porque siempre
va de mal en peor, de hecho esa podría ser otra regla…

A modo de conclusión, es necesario recordar la importancia que tiene este texto con
respecto a la estética literaria, y aunque no se hayan tomado aspectos teóricos literarios, no
significa que deja de ser fundamental tanto para su posicionamiento como obra universal de
la literatura, como de una obra predilecta de la constitución de diferentes teorías literarias;
diferentes análisis que dejan entrever todo lo que quiso decir el autor, lo que no, lo que oculto,
la paratextualidad de todos sus capítulos, sus juegos, sus aspectos filosófico-sociales, y por
supuesto, su gran importancia como eje modular de la enajenación de lo que muchos creen
saber pero que en realidad ignoran, todo esto y más, puede ser encontrado en las hojas de la
casa de Dios de Samuel Shem.

Gracias…

Escrito por:

Jojhan Mauricio Paez Bello. 20162160322.


Ivonne Damaris Ariza García. 20162160003

Referencias:

Freud, Sigmund. (2015). Psicología de las masas y análisis del yo. España: Fv editions.

Nussbaum, Martha. (2002). La imaginación literaria en la vida pública. México: Andrés


Bello.

Shem, Samuel. (1978). La casa de Dios. México: Hermes 10.

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