Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Nelson García
Boko Haram y la expansión de la violencia en Nigeria... pp. 57-72.
Nelson García
CEAA-ULA
Mérida-Venezuela
gpnelsonjavier@gmail.com
Resumen
Desde el surgimiento en el año 2002 del grupo extremista Boko Haram, en
Maiduguri, capital del estado de Borno, la federación nigeriana ha vivido momentos
de creciente inestabilidad por las arremetidas contra las instituciones públicas,
así como hacia la población civil, situación que se ha manifestado en secuestros,
asesinatos y desplazamientos forzados, llevando al gobierno nigeriano a entablar
una lucha sin tregua en alianza con los países vecinos (Chad, Camerún, Níger y
Benín) que busca neutralizar al grupo. De ahí que el interés del presente trabajo
radique en analizar el impacto de este grupo insurgente en Nigeria.
Palabras clave: Boko Haram, Estado de Borno, Maiduguri, Nigeria.
Abstract
Since the emergence in 2002 of the extremist group Boko Haram in Maiduguri,
capital of Borno State, the Nigerian federation has lived moments of growing
instability that are onslaughts against public institutions as well as to the civilian
population, manifest in kidnapping, murders and forced displacement, leading the
Nigerian government to engage in a relentless struggle in alliance with neighboring
countries (Chad, Cameroon, Niger and Benin) that seeks to neutralize the group.
Hence the interest of this work is to analyze the impact of this insurgent group
in Nigeria.
Keywords: Boko Haram, Borno State, Maiduguri, Nigeria.
1. Introducción
Nigeria, al igual que la totalidad de los países que conforman el
continente africano, son creaciones estatales artificiales que emergieron a
partir de 1950-1960 (con las excepciones de Egipto y Etiopía, que no fueron
colonizados y Liberia que adquirió la independencia en 1847) luego del
proceso de dominación que se institucionalizó con la Conferencia de Berlín
(1884-1885)1. Este hecho sentó las bases que condicionarían al continente,
no sólo durante la avanzada imperialista sino posterior a la misma, dado que
después de finalizado el dominio europeo las dificultades heredadas fueron
diversas por cuanto han condicionado la cimentación de la institucionalidad
que emerge. Las contradicciones a lo interno de cada país que accedía a la
independencia política no se hacían esperar para diseñar las respuestas que
harían frente al fenómeno de la descolonización como un hecho irreversible.
Las amenazas que se cernían sobre los noveles países no eran problemas
menores, es decir, “la necesidad del desarrollo económico, la modernización
de las sociedades, el progreso social y la defensa de la independencia y la
soberanía” (Álvarez, 2006: 38).
La formación del Estado postcolonial en Nigeria ha sido en buena
medida dramática, tortuosa y en muchos casos se llegó a dudar de la vialidad
y consolidación por las fuerzas internas que han mediado en el afianza-
miento de este ámbito. Así, la variable étnica se ha hecho sentir con gran
fuerza desde que este país accedió a la independencia, ya que su edificación
se planteó sobre una amalgama de culturas yuxtapuestas cuyo modo de
organización se formalizó una vez instaurada la tutela colonial por Gran
Bretaña a finales del siglo XIX. En adelante, se organizó el actual territorio
de Nigeria sobre la base de tres regiones delimitadas cultural y políticamente,
en función de los intereses de la metrópolis. De esta forma, la zona norte de
mayoría musulmán, habitada por hausas y fulani mantendrá su integridad
cultural y política bajo el estatuto de protectorado y controlada bajo la
administración indirecta; en tanto que el sur, dividido al mismo tiempo en
la región occidental y del este mantuvo el carácter autónomo. En cuanto a
Nigeria occidental, habitada por los yoruba como grupo étnico mayorita-
rio, se componía de un paisaje religioso predominantemente animista con
algunos sectores islamizados, mientras que el este, habitada por los igbos,
serían en buena medida endebles ante el avance del cristianismo durante
la ocupación británica.
Estas tres fuerzas culturales se han hecho sentir en sus respectivas
regiones, actuando de contrapeso en la dinámica interna de Nigeria desde
comercio —no solo en este lugar— sino en buena parte de África occidental.
La administración a lo interno de este espacio una vez delimitada las zonas de
influencias por las potencias europeas en la Conferencia de Berlín, se edificó
bajo la clásica lógica imperial británica manifiesta en el “divide et impera”
que condicionó el destino de cada posesión, donde para el caso específico de
la administración inglesa se llevó a cabo bajo la concepción del indirec rule
(Calchi, 1970:21) como principio de dominación. A partir entonces, surge
“en 1914 de la amalgama hecha por el colonizador británico de los territorios
que denominó: Protectorado de Nigeria del norte y Colonia y Protectorado
de Nigeria del sur” (Zoctizoum, 1992: 310). Lo cual se reforzará una vez
consolidado el dominio imperial a través de disposiciones legales como la
Constitución Richard, promulgada en 1946 por el gobernador sir Arthur
Richard que ratificaba la división del “país” en tres regiones, norte, este y
oeste, donde cada una tendría una asamblea autónoma que haría frente a
las dificultades que se presentaran.
Después de lograda la independencia política del Reino Unido en
1960 y posteriormente dar el paso hacia el establecimiento como República
en 1963, Nigeria enfrentó diversos escenarios, entre ellos: el de unificar en
un territorio de 923. 768 km2 a diversos grupos étnicos,3 cuyas diferencias
habían sido alimentadas durante el proceso de colonización. Por ello, los
conflictos interétnicos no se hicieron esperar, lo que derivó en el primer
golpe de Estado en enero de 1966, a través del cual Nnamdi Azikive es
derrocado por Aguyi-Ironsi disolviendo el sistema federal y estableciendo una
república unitaria, generando niveles elevados de violencia, especialmente
en los estados del norte, donde los igbos que vivían fuera de su tierra —la
región oriental— fueron muertos o forzados a marcharse (Álvarez, 1976: 46).
En adelante, la situación nacional fue compleja en todos los ámbitos,
lo que hacía más recurrente el ascenso de gobiernos por medio de la fuerza
como una de las “vías rápidas” hacia la toma del poder. Así, el ambiente de
inestabilidad política propició la llegada de Yakubo Gowon a la presiden-
cia, el cual restablece el sistema de gobierno federal. Con ello, las débiles
estructuras del Estado siguieron exhibiendo contradicciones, al tiempo que
afloraron las rivalidades entre el gobierno federal presidido por Gowon
y la región oriental, que se encontraba bajo el dominio de Odumegwu-
Ojukwu. De esta forma, los vínculos entre ambos líderes se volvieron tensos,
dando pie para que Ojukwu pidiera ante la Asamblea regional declarar la
independencia de esta zona del país, que a partir del 30 de mayo de 1967
se llamaría República de Biafra, siendo uno de los intentos de secesión de
mayor impacto en África. El conflicto duró tres años (1967-1970), bajo
4. Conclusiones
Instaurada la democracia en Nigeria a partir de 1999, finalizaba
con ello el dominio de los militares en la dirección del Estado. Este nuevo
momento fue significativo por cuanto dejaba atrás las duras represiones a
los derechos humanos impuestas por los dos gobiernos anteriores (Baban-
gida, 1985-1993, Abacha, 1993-1998). Sin embargo, ello no significó que
las contradicciones en los diversos ámbitos siguieran afectando el curso
de este país del África occidental, donde los conflictos interétnicos siguen
siendo recurrentes, así como problemas de corrupción y el mantenimiento
de los índices de pobreza están haciendo contrapeso a la frágil estabilidad
nacional. A este cuadro general se le suma la violencia que están impulsando
los grupos insurgentes como Boko Haram y Ansaru —este último surgió
como una escisión de Boko Haram en 2012—, lo cual hace más compleja
la dinámica interna.
Por otro lado, es importante destacar que el mundo musulmán en
la hora presente está viviendo momentos de aceleradas convulsiones. La
radicalización de pequeños grupos que han instrumentalizado al Islam
hacia el establecimiento de un Estado islámico ha hecho que la percepción
que se tiene sobre estas sociedades sea objeto de prejuicios, especialmente
en Occidente. Este fenómeno manifiesto en una cruzada yihadista global
ha cambiado de alguna forma especial la política internacional, por varias
razones: en primera instancia, el progresivo avance de estas sectas radicales
deja al descubierto las debilidades de los Estados donde actúan sus células.
Ello resulta de suma importancia por cuanto deja al borde del colapso o en
su defecto exhibe debilidades estatales que pueden marcar su regular curso.
En segundo lugar, la constante violación de los derechos humanos no deja
de captar la atención de organismos internacionales y ONG, traducido en
asesinatos en masas y desplazados internos, lo que ha condicionado sobrema-
nera el ritmo de vida de las sociedades que padecen el fenómeno. De igual
forma, como tercer aspecto está el tema de la defensa en los países que han
decidido entablar una lucha sin cuartel a los patrocinadores e impulsores
del terrorismo. Esto ha significado, que los sistemas de seguridad se vean
reforzados por temor a represalias, que si bien es cierto han sido ratificadas
por los líderes radicales, como por ejemplo las constantes amenazas de
Mohamed Yasuf, líder de Boko Haram a los gobiernos europeos.
Los sistemáticos ataques del grupo radical han hecho que el gobierno
nigeriano asuma medidas contundentes manifiestas en reforzadas acciones
militares ante el claro avance de la secta que toma terreno y que además
Notas
Referencias