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La agresividad ha sido, en los últimos años una de las quejas más frecuentes por las que se

remiten a los niños a psicoterapia. Comportamientos tales como mentira, el enfrentamiento,


la .destructividad, la hostilidad, la desobediencia, la relación pobre y alterada con los
amigos son relatados frecuentemente por los padres que se quejan de la agresividad de sus
hijos.

Dado que este problema puede conllevar serias consecuencias para la vida del niño y la de
su familia, los terapeutas infantiles necesitan ser hábiles a la hora de evaluar
competentemente la agresión, su forma y sus desencadenantes con el fin de elaborar
intervenciones eficaces que produzcan cambios en el espacio de tiempo más corto posible.

Definición del comportamiento agresivo


A primera vista parece que el comportamiento agresivo es fácil de definir. Muchos
profesionales, así como muchos padres, afirman, de forma intuitiva, que “reconocen
claramente” a un niño agresivo. Sin embargo, los investigadores y terapeutas están lejos de
alcanzar una definición consensuada sobre este problema.

Cuando un niño hace algo considerado agresivo, el “contenido agresivo” generalmente se


encuentra en “los ojos de quien lo ve” y no en un acto intencional del niño. Los
comportamientos agresivos son aversivos frecuentemente para los adultos, aunque es
probable que para el niño tengan una función reforzadora y adaptativa.

Cuando un niño agrede es preciso observar en qué condiciones se emitió tal


comportamiento. Por ejemplo: una agresión situacional comparado con un patrón agresivo
recurrente es crucial en la evaluación de dicho comportamiento como problemático o no y
para la decisión de enviar al niño a tratamiento. Justamente en este punto es donde la
mayoría de educadores cometen el error de enviar al niño al psicólogo por
“comportamiento agresivo” cuando solamente puede ser una agresión situacional. (Alguien
lo provoco o insto al niño a agredir) En muchos casos el niño puede agredir al otro como
una forma de defenderse del ambiente hostil que lo rodea.

En el ámbito educativo es recurrente que los niños se encuentren en ambientes hostiles, es


algo inevitable. Las situaciones de bullying son detonantes de la agresividad del niño, por
lo mismo, es necesario conocer muy bien la situación antes de etiquetar al niño con
“conducta agresiva”.

Por otro lado, cuando las conductas agresivas y hostiles del niño son recurrentes hacia los
demás. Si amerita una intervención clínica que podría estar justificada, antecediendo las
conductas del niño.

Características de un niño agresivo


Definir en sí las características de un niño agresivo no es nada sencillo, pero tratare de
dar algunas pautas que considero pertinente previo a referirse a un niño como “agresivo”:

 Un niño agresivo es muy irritable


 Frecuentemente discute, genera contiendas y pelea
 Tiende a amenazar a sus compañeros y grupos de iguales
 Le fascina llamar la atención
 Poca tolerancia hacia los demás
 Impaciente
 Juega bruscamente con los demás

Cómo evaluar la conducta agresiva en niños


Llevar a cabo una evaluación minuciosa de todos los comportamientos presentados por el
niño puede ser útil para identificar si en realidad es agresivo o solamente es una agresión
situacional la que manifiesta. A continuación una breve explicación de cómo evaluar la
agresividad:

a) Identificar el problema real

La agresividad esconde en si misma otros problemas comportamentales y de interacción del


niño con su ambiente social y familiar que necesitan explorarse y describirse mejor previo a
etiquetar al niño con “conducta agresiva”.

b) Determinar la gravedad del problema

La agresión que se presenta es realmente un problema que precisa un tratamiento


psicológico o bien es una ocurrencia aislada y justificada? La gravedad del problema puede
medirse a través del daño que el niño causo en los otros.

c) Conductas repetitivas

Es necesario evaluar que las conductas sean frecuentes y repetitivas. De esta manera se
evidencia la agresividad del niño y por lo tanto puede referirse a un psicólogo.

Considero que estos tres puntos junto a las características del niño agresivo descritas
anteriormente son elementos básicos para evaluar la agresividad infantil.

Referencia: Caballo, Vicente E. “Manual para la evaluación de los trastornos


psicológicos” © Ediciones Pirámide Grupo Anaya, S. A. Madrid, España. 2006. Pág. 437

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