Está en la página 1de 8

IMPLANTACION DEL EUROCENTRISMO EN AMERICA

Las repúblicas de la América del Sur son producto y testimonio vivo de la acción
De la Europa en América. Lo que llamamos América independiente no es más que
La Europa establecida en América; y nuestra revolución no es otra cosa que la
desmembración de un poder europeo en dos mitades, que hoy se manejan por sí
mismas…el salvaje esta vencido, en América no tiene dominio ni señorío.
Nosotros, europeos de raza y de civilización, somos los dueños de la América.
Juan Bautista Alberdi

A quienes han pretendido mantenernos sometidos a los designios de los centros


de poder, tanto en Épocas coloniales como en estos tiempos de imperios,
Declaramos: con el ejemplo de Simón Bolívar, la valentía de nuestros hombres
Y mujeres que conformaron el Ejército Libertador, reafirmamos nuestro
Compromiso con el Proyecto Bolivariano, nuestra indoblegable entrega a la lucha
por la liberación nacional y por la construcción de la patria.

Manifiesto antiimperialista en Defensa de la Patria


Poderes del Estado Venezolano
Por fortuna se ha visto con frecuencia un pausado de hombres libres vencer a
Imperios poderosos. Simón Bolívar (Carta a Juan Bautista Irvine, agente
Norteamericano, 1819)

Hoy, las fuerzas coloniales, enemigas de la independencia, son enormemente


Más poderosas que hace dos siglos. El imperio más grande y poderoso que
Haya existido en la historia de la humanidad no da tregua en su ambición infinita.
Una vez más, somos testigos de las pretensiones opresoras que ya desde
Tiempos de la doctrina Monroe atentaban directamente contra el ideal bolivariano
De la unión. Pero en esta ocasión el pueblo de nuestra América está ¡en pie
De lucha, porque ha vuelto a levantarse, esta vez hecho millones. Ha vuelto a
Rebelarse para reivindicar el martirio de millones de aborígenes masacrados en el
mayor genocidio registrado en la historia de la humanidad, como lo fue la
Conquista y colonización de nuestro continente. Ha vuelto para liberar a los
Descendientes de los millones de hijos de la madre Õ frica que fueron arrancados
A sangre y fuego de su vientre para vivir condenados a la esclavitud. Ha vuelto
para recibir el legado de los hombres y mujeres que en la primera gesta de
independencia dieron su sangre por construir un territorio de libertad, con sus
luchas patrióticas en defensa de nuestra América libre y soberana. EL
INVENTARIO DE AGRAVIOS Es por ello que la caja de los truenos volvió a ser
Abierta por quienes pretenden frenar el Ímpetu libertario de ese pueblo. Tras una breve
pausa de aparente voluntad de construir una coexistencia respetuosa entre el imperio y
nuestros países, la farsa de la democracia estadounidense ha reeditado su viejo dictatum.
Tras los resultados de las elecciones legislativas de Estados Unidos, resucita el pacto
bipartidista que pretende imponerle al mundo la Desde Caracas, capital de la República
Bolivariana de Venezuela, los hijos e hijas de esta tierra que fue cuna y recinto predilecto
de nuestro Libertador Simón Bolívar; los representantes de los Poderes Constitucionales,
del Poder Popular y de todo nuestro pueblo, declaramos en este manifiesto la siguiente
posición en defensa de nuestra patria: Planteamos al mundo la determinación de
derrumbar las cadenas imperiales que nos han mantenido dominados hasta nuestros días.
Sacar adelante el proyecto que está ¡permitiendo liberar a los pueblos históricamente
oprimidos de nuestra América es el objetivo estratégico. Quienes hemos tomado la
decisión de construir nuestra propia historia, basada en los inalienables principios de
autodeterminación y soberanía, hemos decidido continuar el tránsito en el sendero de la
definitiva independencia de nuestras naciones, como continuación de los proyectos
enmarcados en las gestas independentistas planteadas por nuestros libertadores hace
doscientos años.1sumisión a los designios del imperio yanqui, tras la ilusoria fachada de
su falsa democracia. En una vergonzosa demostración de soberbia imperial, los nuevos
factores hegemónicos del parlamento estadounidense comienzan a lanzar sus amenazas a
nuestra región, demostrando con ello que el sistema capitalista no distingue diferencias
partidistas ni figuras más o menos carismáticas, que su proyecto es uno solo, y que su
supervivencia depende del sometimiento de nuestros pueblos y de la conculcación de
nuestros derechos para poder llevar adelante el expolio de nuestros recursos naturales y la
explotación inescrupulosa de nuestros hombres, mujeres y niños. Las amenazas ya han
sido proferidas, en alta voz y bajo el patrocinio del propio congreso estadounidense, desde
cuya emblemática sede nuestros países han sido abiertamente amenazados por una ultra
derecha embriagada en sus delirios de victoria electoral, escoltada por un aquelarre
compuesto por señalados representantes de los sectores más reaccionarios, de las
oligarquías más rancias, de las clases históricamente dominantes, de los apátridas del
continente. Por ello, no podemos subestimar el poder que nos amenaza. En el contexto del
siglo XXI, cuando los pueblos de nuestra América han decidido tomar el control sobre su
propio destino, se intenta desconocer la voluntad popular plasmada en los procesos
constituyentes, descalificándolos como manipulaciones al sistema democrático, sólo
porque no se pliegan a la pantomima de democracia burguesa al gusto estadounidense,
diseñada para contener los excesos de las mayorías en contra los privilegios de las
minorías, según el planteamiento de James Madison, uno de sus principales ideólogos.
Dentro de este esquema, resulta pasmoso el descaro y la tranquilidad con la que los
conjurados admiten estar trabajando por la exclusión del sistema internacional de los
países de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), buscando
provocar un aislamiento como el que han venido intentando contra la gloriosa Revolución
Cubana desde hace más de 50 años. En ese propósito, se pretende desconocer la voluntad
popular, arrojando dudas sobre aquellos procesos electorales cuyos resultados no son
favorables a sus aliados políticos locales, sus lacayos incondicionales. En este entretejido
de patriarcas, el imperio intenta convencer al mundo de que la libertad de prensa comienza
y termina con la satisfacción de los intereses corporativos de unos cuantos propietarios de
empresas capitalistas del tráfico de información, y pretende imponerse el secuestro de la
verdad como doctrina. También se intenta descalificar cualquier corriente del pensamiento
que no haga reverencias al altar del neoliberalismo, que no se incline ante el tótem del mal
llamado “libre mercado€•, o que no sucumba ante el fetiche de una apertura comercial
fraudulenta, pensada para facilitar y legitimar que las grandes economías del norte devoren
a las del sur, modelo perverso que en los Últimos treinta años ha sumergido a los pueblos
del mundo en la inequidad y en la pobreza. Se pretende satanizar a un gobierno como el de
Venezuela, legítimamente instaurado por la voluntad popular, que se ha perfilado a lo largo
de once años como catalizador del desarrollo y constructor del bienestar de su pueblo. En la
misma línea, se acusa de dependencia y concentración de poder a la acción
mancomunada de las instituciones del Estado, solamente porque comparten una visión y
un proyecto de país, recogido en una Constitución refrendada popularmente. Se desprecia
el nacimiento de nuevos actores económicos, los cuales reducen las desigualdades
sociales, mediante la democratización de las oportunidades y la redistribución de la
riqueza, políticas que a su vez, no se conjugan con los intereses de las transnacionales y de
las oligarquías, cuestión que quiebra la tradicional estructura económica basada en la
conocida división internacional del trabajo, modelo generador de desigualdades entre el
centro y la periferia del poder económico mundial. Nuestra nueva independencia pasa por
quebrar las lógicas supranacionales de dominación, generadoras de pobreza y demás
problemas sociales. Se ha pretendido desconocer los avances en materia de reducción de
la pobreza, puesto que nuestra meta, en ese sentido, no es apaciguar la miseria, sino acabar
con los factores económicos que la originan. La imposición del pensamiento liberal-
burgués, manipula una y otra vez con el chantaje del supuesto desarrollo económico,
que desde su lógica toma en cuenta Únicamente los tamaños de las economías y
la2generación de supuesta riqueza, que no es más que la plusvalía de las grandes
corporaciones, despreciando los avances de las sociedades en términos sociales, culturales
o ambientales, y la evolución de otros indicadores integrales de aceptación internacional,
como el Õíndice de Desarrollo Humano o el Coeficiente de Gini, son simplemente
despreciados. Con una audacia que raya en la temeridad, se desvirtúa co
n mentiras la realidad de lo que pasa en nuestros países, desconociendo los avances en
educación, en inclusión social, en democratización del acceso a la información, a los
alimentos, a las fuentes de trabajo, al uso de la tierra, a la salud, y en definitiva, en el
aumento de la equidad social. Los tecnócratas defensores del modelo de expoliación de
nuestros países pretenden blindar para su disfrute exclusivo y excluyente sectores
estratégicos de la economÃa como la banca, los servicios públicos, la extracción de
materias primas o la explotación de la tierra, en virtud de lo cual alzan sus voces con
indignación frente a la acción firme y decidida del Estado popular y patriótico en la
regulación y control de estos sectores primordiales para el desarrollo nacional de nuestras
sociedades. AsÃ, se desconoce la potestad de los Estados para ejercer su soberanÃa sobre
los sectores sensibles de la economÃa, que tradicionalmente se han mantenido en manos de
los grupos poderosos que han impedido el acceso del pueblo a los beneficios que por
derecho propio tiene sobre éstos. Por todo lo anterior, el proyecto redivivo de estos
sectores retrógrados descalifican las figuras de lÃderes electos con masivo apoyo popular,
y para ello no escatiman en manipular, a través de su potente aparato de difamación
masiva, las realidades regionales, históricas o culturales, dejando en evidencia el carácter
racista, supremacista, de su comportamiento, que remonta a los tiempos de la Alemania
nazi y de la Italia fascista. De esa misma materia es que está hecha la demonización de la
cultura musulmana y en particular del digno pueblo persa, pretendiendo correr un velo de
“maldad― como justificación para imponer a nuestros paÃses con quién pueden y
con quién no pueden vincularse, criminalizando las normales relaciones entre los
miembros de la comunidad internacional.Mientras tanto, quienes argumentaban que el
imperialismo era un concepto pasado de moda, pueden ver en esta arremetida la más
rampante y soez muestra de la prepotencia imperial estadounidense, que tanto terror y
miseria ha sembrado en nuestros paÃses a lo largo de la historia y que sólo es de necios o
de cómplices tratar de ignorar. Una vez más, resulta vergonzoso el papel servil de
algunos felones al servicio de potencias extranjeras, que aún continúan viviendo de la
explotación y sumisión de su propio pueblo, y que ponen el poder económico, polÃtico,
cultural y mediático que aún detentan, al servicio de destruir la Revolución Bolivariana,
no por los errores que ésta pueda haber cometido, sino por sus enormes aciertos: por
haber puesto al servicio del pueblo las riquezas de la nación, por haber recuperado la
soberanÃa, la dignidad y la esperanza del pueblo venezolano, y por haber sido artÃfice de
la auténtica unidad con otros pueblos de nuestra América, que hoy logra sus mayores
frutos en el ALBA. Ante estas pretensiones, se reivindica el pensamiento y acción del
Libertador Simón BolÃvar y la idea de la unión, que elevan y defienden los pueblos del
continente. LLAMAMIENTO AL PUEBLO DE VENEZUELA Frente a las absurdas
pretensiones y amenazas de estas corrientes imperiales que vienen desde los Estados
Unidos, nuestro llamado es a la unidad y movilización permanente en defensa de la patria,
en defensa de la Constitución y en respaldo al Jefe de Estado, que son objeto de una
conspiración y agresión permanente. Por eso, respaldamos la necesidad de reaccionar
como pueblo unido, dejando de lado nuestras diferencias menores, poniendo por delante la
dignidad nacional, el patriotismo, el deseo de igualdad y justicia que hoy, como hace
doscientos años, anida en el corazón de cada hombre y mujer de buena voluntad de
nuestra tierra. Es por esto que llamamos a los hombres y mujeres que aman a Venezuela, a
manifestar su justa indignación contra la obscena amenaza a nuestra Nación, que se
organiza desde la propia capital de los Estados3Unidos, con la complicidad de la
oligarquÃa apátrida, continental y nacional. Convocamos, pues, a la defensa irrestricta de
la patria, con la movilización popular, porque está en juego el futuro de Venezuela. En
los campos, en los rÃos, en la selva, en el monte, en los llanos, en los andes, en el mar, en
cada hogar, en cada aula, en cada oficina, fábrica y taller, los patriotas deben conocer y
denunciar el peligro que se cierne sobre nuestra patria, actuando con responsabilidad, con
organización, con unidad y conciencia nacional.proclamamos que nuestra respuesta a la
amenaza imperialista será: más unidad, más independencia y más integración.
¡Viva Venezuela libre y soberana! ¡Viva la patria de Simón BolÃvar! ¡Viva el
ALBA! ¡Vivan los pueblos del mundo! Desde el Palacio Federal Legislativo de Caracas,
sede de la soberana Asamblea Nacional de la República Bolivariana de Venezuela. Dado,
firmado y sellado a los veintitrés dÃas del mes de noviembre de dos mil diez. Año
200º de la Independencia y 151º de la Federación. Por el Poder Ejecutivo Nacional
HUGO CHÕVEZ Presidente de la República Bolivariana de Venezuela Por el Poder
Legislativo Nacional CILIA FLORES Presidenta de la Asamblea Nacional Por el Poder
Judicial LUISA ESTELLA MORALES Presidenta del Tribunal Supremo de Justicia Por el
Poder Ciudadano GABRIELA DEL MAR RAMÕREZ Defensora del Pueblo Por el
Poder Electoral TIBISAY LUCENA Presidenta del Consejo Nacional ElectoralNo
volveremos a ser colonia, pues por nuestras venas palpita la sangre de Guaicaipuro, de
Simón BolÃvar, de Ezequiel Zamora, de Manuela Sáenz y del Negro Primero, de todos
los hombres y mujeres que a diario construyen la patria con amor, responsabilidad y
sacrificio. A LOS PUEBLOS DEL ALBA, DE NUESTRA AMÉRICA Y DEL MUNDO
El golpe de Estado en Honduras, el acicate insurreccional en Bolivia, el intento de golpe y
magnicidio en Ecuador, el intento por desconocer la soberanÃa de Nicaragua sobre su
territorio, el acoso histórico contra Cuba y las amenazas directas a Venezuela, son el
preámbulo del hostigamiento que la derecha del norte desatará contra nuestros paÃses, y
las recientes maniobras contra los paÃses del ALBA en la OEA son testimonio irrefutable
de la siniestra operación en marcha. Frente a esta arremetida, nuestra estrategia seguirá
siendo la unidad y el desarrollo de los proyectos grannacionales y de los demás acuerdos
de integración entre los paÃses de América Latina y del mundo, en abierta oposición
al hegemonismo estadounidense. El pueblo de Venezuela, los pueblos del ALBA, los
pueblos de nuestra América y del mundo, venceremos las pretensiones del imperialismo
yanqui, que no intenta otra cosa que salir de sus crisis con más guerra y saqueo a los
pueblos del mundo. En estos tiempos del Bicentenario, ratificamos nuestro compromiso
inclaudicable con la culminación de la preciada obra de la independencia, con la
consolidación de la soberanÃa y con la construcción de la unidad entre nuestros pueblos,
ante lo cual4<br />
UNIDAD DIDÁCTICA II: IMPLANTACIÓN DEL EUROCENTRISMO EN AMÉRICA
El colonialismo: germen del Pensamiento conservador<br />Colonialismo<br />De
Wikipedia, la enciclopedia libre<br />Saltar a navegación, búsqueda <br />Origen
histórico<br />Se ha propuesto fusionar este artículo o sección con Imperios de ultramar,
pero otros wikipedistas no están de acuerdo.Por favor, lee la página de discusión de ambos
artículos y aporta tus razones antes de proceder en uno u otro sentido.<br />En términos
generales puede decirse que las primeras colonias aparecen con los indígenas hace 5.500
años. Existieron colonias sumerias, babilónicas, egipcias, fenicias, cartaginesas, griegas,
romanas, mayas, incas, aztecas, japonesas, chinas, hindúes, ghanianas, malianas, etc. En el
siglo XV, la expansión europea dio lugar a colonias similares a las romanas, griegas, etc. en
continentes como América Asia, Oceanía, prolongándose en los siglos XVI, XVII y
XVIII.<br />Esquema sobre fechas de acceso a la independencia en época reciente.<br />El
colonialismo es la influencia o la dominación de un país por otro más poderoso de una
forma violenta, a través de una invasión militar, o sutil, sin que intervenga la fuerza. Los
motivos pueden ser poder, riqueza o dominio. Esta dominación puede ser política, militar,
informativa, cultural, económica o étnica.<br />También se le puede llamar
neocolonialismo para hacer referencia a una dominación de tipo económico, e incluso
político, sobre un estado jurídicamente independiente. En sentido similar se utilizan los
términos imperialismo y nuevo imperialismo.<br />La importancia colonial y su
historiografía ha tenido un gran rol dentro de las disciplinas históricas, y se ha visto
robustecida en los últimos años a raíz de la necesidad de comprender mejor los procesos
globales.<br />La colonialidad del actual patrón de poder<br />Para lo que aquí
específicamente interesa, los principales productos de la experiencia colonial son: 1) La
“racialización” de las relaciones entre colonizadores y colonizados. En adelante, “raza”, un
constructo mental moderno, sin nada que ver con nada en la previa realidad, generado para
naturalizar las relaciones sociales de dominación producidas por la conquista, se constituye
en la piedra basal del nuevo sistema de dominación, ya que las formas de dominación
precedentes, como entre sexos y edades, son redefinidos en torno de la hegemonía de
“raza” [3]. Los originarios términos extremos de ese nuevo sistema de dominación son, de
un lado, los “indios”, término colonial en el cual son embutidas las numerosas identidades
históricas que habitaban este continente antes de la conquista ibérica y, del otro, los
colonizadores, que desde el siglo XVIII se autoidentificarán, respecto de los “indios”,
“negros”y “mestizos”, como “blancos” y “europeos”.<br />2) La configuración de un
nuevo sistema de explotación que articula en una única estructura conjunta a todas las
formas históricas de control del trabajo o explotación (esclavitud, servidumbre, pequeña
producción mercantil simple, reciprocidad, capital), para la producción de mercaderías para
el mercado mundial, en torno de la hegemonía del capital, lo que otorga al conjunto del
nuevo sistema de explotación su carácter capitalista. <br />3) El eurocentrismo como el
nuevo modo de producción y de control de sujetividad - imaginario, conocimiento,
memoria - y ante todo del conocimiento. Expresa la nueva subjetividad, las relaciones
intersubjetivas, que se procesan en el nuevo patrón de poder. Es decir, los nuevos intereses
sociales y las nuevas necesidades sociales que se generan y se desarrollan dentro de la
experiencia de la colonialidad del poder, en especial de las relaciones entre el nuevo
sistema de dominación social ordenado en torno de la idea de “raza” y el nuevo sistema de
explotación capitalista. Ese es el contexto que modula la novedad de la experiencia del
tiempo nuevo, de radicales cambios histórico-sociales, de nuevas relaciones con el tiempo y
con el espacio, el desplazamiento del pasado por el futuro como la nueva edad dorada de
realización de los anhelos de la especie. En suma, el proceso que será nombrado pronto
como modernidad. El eurocentramiento del control del nuevo patrón de poder implicó que
la elaboración intelectual sistemática del modo de producción y de control del
conocimiento tuviera lugar, precisamente, en la Europa Occidental que se va constituyendo
en el mismo tiempo y en el mismo movimiento histórico. Y la expansión mundial del
colonialismo europeo lleva también a la hegemonía mundial del eurocentrismo. <br />4)
Finalmente, el establecimiento de un sistema nuevo de control de la autoridad colectiva, en
torno de la hegemonía del Estado - Estado-Nación después del siglo XVIII - y de un
sistema de Estados, de cuya generación y control son excluidas las poblaciones
“racialmente” clasificadas como “inferiores”. En otros términos, se trata de un sistema
privado de control de la autoridad colectiva, en tanto que exclusivo atributo de los
colonizadores, ergo “europeos”o “blancos” [4]. Ese patrón de poder, que comenzó a ser
constituido hace cinco siglos, es mundialmente hegemónico desde el siglo XVIII. <br />Si
bien las luchas anticolonialistas han logrado desconcentrar relativamente el control del
poder, arrebatando a los colonizadores el control local de la autoridad colectiva y en gran
parte del mundo ésta incluso se ha hecho formalmente pública, admitiendo la participación,
en general pro-forma, de los miembros de las “razas inferiores”, el control central y
mundial no ha dejado de ser eurocentrado. Más aún, está en curso un proceso de
reconcentración del control mundial o global de dicha autoridad, en beneficio de los
europeos [5]. Y en una buena parte del mundo actual excolonial, principalmente en
América y Oceanía, los “blancos” y lo “europeo” han logrado mantener el control local del
poder en cada una de sus dimensiones básicas. En América, por eso, las cuestiones
referidas al debate de lo “indígena” no pueden ser indagadas, ni debatidas, sino en relación
a la colonialidad del patrón de poder que nos habita, y desde esa perspectiva, pues fuera de
ella no tendrían sentido. Es decir, la cuestión de lo “indígena” en América y en particular en
América Latina, es una cuestión de la colonialidad del patrón de poder vigente, al mismo
título que las categorías “indio”, “negro”, “mestizo”, “blanco”. <br />En consecuencia, no
es complicado entender que en todos los contextos donde el control inmediato del poder
local no lo tienen los “blancos”, ni lo “europeo”, el término “indígena” no tiene la misma
significación, ergo tampoco las mismas implicaciones. Así, en el Sudeste de Asia, en India,
Indonesia, Filipinas, en los países situados en la antigua Indochina, quienes son
identificados como “indígenas” y han terminado aceptando tal identificación, así como
quienes los identifican de ese modo, no mientan para nada ninguna referencia con lo
“europeo”, con lo “blanco”, en suma con el colonialismo europeo. Allá los grupos o
poblaciones “indígenas” son aquellos que habitan las zonas más aisladas, más pobres, por
lo general en la floresta o en la tundra, cuyos principales recursos de vida, a veces los
únicos, son el bosque, la tierra, los ríos, y sus respectivos habitantes, vegetales o animales.
Tales poblaciones son oprimidas, discriminadas, despojadas de sus recursos, sobre todo
ahora en tiempos de la “globalización”, por los otros grupos no “blancos”, ni “europeos”
(por lo mismo, tan “nativos”, “aborígenes” u “originarios” como los otros) que en esos
países tienen hoy el control inmediato del poder, aunque sin duda asociados a la burguesía
“global” cuya hegemonía corresponde a los “europeos” y “blancos”. En países como India,
la clasificación de la población en términos de castas, agrava esa situación de los adivasi
(“indígenas”), los vincula y equipara a los dalits (“intocables”), al imponerles un secular
sistema institucionalizado de discriminación y de opresión [6]. Y bajo el renovado dominio
de los brahmines y su fundamentalismo “comunalista”, esa situación es hoy aún peor y más
violenta. Las demandas de los “indígenas” del Sudeste asiático son, pues, en todo lo
fundamental, diferentes que los de sus homónimos latinoamericanos. Sus movimientos de
resistencia son cada vez más amplios y organizados y los conflictos regionales que ya
producen irán en la misma dirección. La actual virulencia del chauvinismo fundamentalista
del “comunalismo” es una de sus claras señales [7]. <br />La colonialidad del poder y la
cuestión nacional en América<br />Con la derrota del colonialismo británico primero, e
ibérico después, en América se instala una paradoja histórica específica: estados
independientes articulados a sociedades coloniales.<br />Ciertamente en el caso de Estados
Unidos, la nacionalidad del nuevo estado correspondió a la de la mayoría de la población
del nuevo país, que no obstante su origen y filiación “europea” y “blanca”, con su victoria
anticolonial se otorga una nueva nacionalidad. La población “negra”, inicialmente la única
sometida a la colonialidad del nuevo poder dentro de las sociedades coloniales britano-
americanas, e impedida de tener parte alguna en la generación y control del nuevo estado,
era minoritaria a pesar de su importancia económica, como lo será pronto la población
“india” que sobrevivió a su cuasi exterminio, a la conquista de sus tierras y a su
colonización con posterioridad a la constitución del nuevo país, de la nueva nación y de su
nuevo estado. <br /> <br />En el caso de los países que se constituyen en la América que se
desprende del colonialismo ibérico, sea en el área española o más tarde en la portuguesa, el
proceso es radicalmente diferente: los que logran asumir finalmente el control del proceso
estatal forman, de un lado, una reducida minoría de origen “europeo” o “blanco”, frente a la
abrumadora mayoría de “indios”, de “negros” y de sus correspondientes “mestizos”. <br
/> <br />De otro lado, los “indios” eran siervos en su mayoría y los “negros”, salvo en el
Haití resultante de la primera gran revolución social y nacional americana del período de la
modernidad, eran esclavos. Esto es, esas poblaciones no sólo estaban legal y socialmente
impedidas de tomar alguna participación en la generación y en la gestión del proceso
estatal, en su condición de siervos y de esclavos, sino que además no habían dejado de ser
poblaciones colonizadas en tanto “indios”, “negros” y “mestizos” y, en consecuencia,
tampoco tenían opción alguna de participar en el proceso estatal. La sociedad continuó
organizada, largamente, según el patrón de poder producido bajo el colonialismo. Era, pues,
seguía siendo, una sociedad colonial, en los mismos tiempo y movimiento histórico en que
se independizaba, se formaba y se definía el nuevo estado. Ese nuevo Estado era
independiente del poder colonial, pero, simultáneamente, en su carácter de centro de
control del poder, era una ceñida expresión de la colonialidad del poder en la sociedad.¿De
cuál “nación” eran los nuevos estados que se constituían? ¿De los “europeos” o “blancos”
que se llamaban ahora “mexicanos”, “peruanos”o “brasileños”, esto es que también se
otorgaban una nueva identidad nacional? Pero estos eran una minoría realmente muy
pequeña en todas partes, aunque relativamente no tanto en Chile, donde la mayoría de la
población “india” no había sido colonizada y ocupaba todo el territorio al Sur del Bío-Bío y
resistió aún por otro siglo antes de ser cuasi exterminada y colonizada, como lo había sido
más temprano en Argentina y en Uruguay, bajo otras condiciones y con otros resultados.
Por el contrario, la nacionalidad de dichos estados no tenía nada que ver con las
poblaciones colonizadas de “indios”, “negros” y “mestizos”. No obstante, éstas eran la
abrumadora mayoría de quienes quedaban encuadradas dentro de las fronteras de los
nuevos estados. La nacionalidad de los nuevos estados no representaba a las identidades de
la abrumadora mayoría de la población sometida a los nuevos estados. En rigor,
originalmente les era contraria. En ambas dimensiones fundamentales, el nuevo estado
independiente en esta América (Latina), no emergía como un moderno estado-nación: no
era nacional respecto de la inmensa mayoría de la población y no era democrático, no
estaba fundado en, ni representaba, ninguna efectiva ciudadanía mayoritaria. Era una
ceñida expresión de la colonialidad del poder.

También podría gustarte