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tomo 4 (1860-1877)

Obras de la Organización
Nacional

antología de
obras de teatro
argentino
desde sus orígenes a la actualidad

selección y prólogo Beatriz Seibel


Zuloga, Leopoldo
Antología de obras de teatro argentino desde sus orígenes a la actualidad : 1860-1877 : > prólogo
obras de la organización nacional / Leopoldo Zuloga ; Pedro Echagüe ; Casimiro Prieto
Valdés ; ilustrado por Oscar Ortiz ; con prólogo de Beatriz Seibel. - 1a ed. - Buenos Aires :
Inst. Nacional del Teatro, 2008.
v. IV, 322 p. : il. ; 22x15 cm. - (Historia teatral) EL TEATRO EN LA ÉPOCA DE LA ORGANIZACIÓN
ISBN: 978-987-9433-63-8 NACIONAL
1. Teatro Argentino. I. Echagüe, Pedro II. Prieto Valdés, Casimiro III. Ortiz, Oscar,
ilus. IV. Seibel, Beatriz, prolog. V. Título El 20 de febrero de 1852 Justo José de Urquiza entra a la ciudad de
CDD A862
Fecha de catalogación: 07/08/2008 Buenos Aires al frente del Ejército Aliado Libertador de Entre Ríos,
Esta edición fue aprobada por el Consejo de Dirección del INT en Acta Nº160/07. Corrientes, República Oriental y Brasil; comienza la etapa denominada
Ejemplar de distribución gratuita - Prohibida su venta de la Organización Nacional. Si la Nación es la construcción política de
la diversidad, todos están de acuerdo en la necesidad de la unión, pero
los desiguales desarrollos económicos son un gran obstáculo por la
desproporción de recursos entre Buenos Aires, el Litoral y el resto del
país, que origina múltiples conflictos. Reaparecen las ideas del
CONSEJO EDITORIAL
> Beatriz Lábatte
liberalismo y el librecambio es el centro de los intereses, por la necesidad
> Gladis Contreras de acceder a los mercados europeos y por la influencia del capitalismo
> Carmen Saba
británico que se proyecta en todo el mundo.
> Marcelo Jaureguiberry
> Carlos Pacheco En el teatro, la Compañía Dramática Nacional anuncia en el
Argentino “funciones patrióticas” en homenaje al “Grande Ejército
Aliado de Sud-América”, pero Urquiza elige ir el 22 de febrero al
STAFF EDITORIAL
Victoria, donde presenta ópera una compañía lírica francesa que viene
> Carlos Pacheco de Montevideo. En octubre, la compañía del Argentino sigue actuando
> Raquel Weksler y destaca su condición “nacional”; en el Victoria se presenta una
> Elena del Yerro (Corrección)
> Mariana Rovito (Diseño de tapa) compañía lírica italiana y una “sociedad escogida” ocupa el teatro casi
> Gabriel D’ Alessandro (Diagramación interior) lleno; a fin de mes debuta en el Argentino una compañía de circo,
> Grillo Ortiz (Ilustración de tapa)
pantomimas y teatro con Eugenio y Rosalía Hénault. El 5 de diciembre,
© Inteatro, editorial del Instituto Nacional del Teatro en la función de beneficio de Rosalía, una hora antes del comienzo se
ISBN: 978-987-9433-63-8
eleva un globo aerostático en la puerta del teatro; en la 1ª parte, El
triunfo de Zéfiro, Rosalía y Eugenio hacen una “gran ascensión” desde el
Impreso en la Argentina - Printed in Argentina.
Queda hecho el depósito que marca la Ley 11.723.
proscenio hasta la cazuela, conduciendo un carro sobre dos ruedas
Reservados todos los derechos. tirantes y la vuelta al proscenio se cubre de fuegos artificiales; en la 4ª
parte interpretan la pieza en dos actos Los tres rivales.
Impreso en Buenos Aires, septiembre 2008.
Primera edición: 3.000 ejemplares
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prólogo

El público favorece la ópera y el circo con su despliegue sainetes y bailes. Muchos integrantes de esta compañía se quedan a
espectacular, lo mismo que sucede en otros países, y los actores locales residir y trabajan largos años en nuestro medio; Francisco Torres muere
se dispersan. A fines de 1852 un grupo parte hacia Montevideo, pero allí en Rosario en 1875. Santiago Ramos (1825-1902), músico, actor,
también reina la ópera y pronto algunos van hacia Salto, Uruguay. cantante, compone e interpreta los primeros tangos locales para escena;
Benito Giménez se instala en Paraná en 1853 como primer actor y son “tangos de negros” o “tango americano”.
director en el teatro 3 de Febrero; en enero de 1854 abre temporada con La compañía de Torres estrena varias obras en 1855 en el Victoria;
12 funciones de abono. Luego se traslada a Rosario, donde inaugura el de autores locales son Las víctimas del amor de Bernabé Demaría, La
primer teatro en julio de 1854; por la llegada de un circo, en agosto se huérfana de Junín de Pedro Lacasa, Venganza de un alma noble de
bautiza a la sala Teatro Nacional para diferenciarla. Miguel García Fernández (hijo), que habría estrenado también la revista
En 1853 se registra la actuación de Trinidad Guevara y Pascual Himno al progreso, con música de Santiago Ramos.
Ruiz en Mendoza, al frente de un elenco que hace temporadas de abono El primer local llamado Café Chantant se inaugura en 1855 en la
en el Teatro 25 de Mayo, construido dos años antes en la ciudad. calle Chacabuco 48; anuncia con avisos en francés música y canciones,
Para el verano de 1853/54 un grupo de actores vuelve a Buenos y breves piezas francesas o italianas. Para Navidad se inaugura un Teatro
Aires desde Montevideo, pero los empresarios no facilitan sus salas, la Mecánico, con el célebre autómata Sully que hace evoluciones
prensa dedica el mayor espacio a la ópera, el prestigio es para los elencos gimnásticas en el jardín de un Sultán.
europeos, y los artistas locales regresan a Montevideo.
En 1853 la Legislatura autoriza la entrada de inmigrantes y el año LA DISPERSIÓN DE LOS ACTORES LOCALES
siguiente comienzan a llegar las primeras familias europeas.
En enero de 1855 Fernando Quijano vuelve de Montevideo con la
LA COMPAÑÍA ESPAÑOLA DE TORRES Y ESTRENOS LOCALES Compañía Hispanoamericana que dirige, y ninguna de las dos salas le da
espacio; en mayo retorna y el Victoria le permite dar dos funciones
En octubre de 1854 viene la Compañía del Teatro de Cádiz, “de semanales alternando con los españoles de Torres, pero no logran
verso y zarzuela”, contratada por comerciantes españoles de Buenos suficiente público y se despiden reponiendo Argia de Juan Cruz Varela.
Aires. Está dirigida por Francisco Torres Ballester, con Matilde Larrosa, Quijano vuelve a Montevideo y una parte de la Compañía
José García Delgado, futuro ídolo de las porteñas, su esposa, Valentina Hispanoamericana va a Rosario convocada por Benito Giménez;
Rodríguez, Carmen Rodríguez, María Barreda, Vicente Reina entre debutan en junio de 1855 y en noviembre se suma la familia Ródenas
otros, además de bailarines y orquesta; el asesor literario es Francisco de que viene de actuar en Mendoza. La empresa de Giménez quiebra y la
Paula Villalobos, el director musical Santiago Ramos y los coreógrafos sala se remata en diciembre; la última función se realiza el 6 de enero de
Manuel Casas y Diego Giménez. El 10 de diciembre debutan en la sala 1856 y al día siguiente comienza a demolerse el teatro. Los actores van
que pasa a llamarse Teatro Principal de la Victoria, con dramas, a Paraná, donde habrían trabajado hasta fin de año, cuando el elenco se
zarzuelas en varios actos y comedias de magia, además de petipiezas, dispersa.

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prólogo

Las noticias posteriores sobre los actores locales muestran que se Stowe, donde se registra el primer tango en escena, cantado por Santiago
retiran de la profesión en su mayoría, salvo algunos que se incorporan a Ramos. Es el “tango americano”, denominación que viene de España,
compañías españolas y continúan trabajando en Montevideo y en giras. originado en la habanera cubana, muy popular y de moda desde 1850;
Los españoles Joaquín Argüelles y Juan Ródenas con su familia, su se interpreta por actores blancos caracterizados de negros.
esposa Angustias González y sus dos hijos, que actúan en Buenos Aires
desde 1837, siguen de gira por provincias. EL TEATRO DEL PORVENIR Y LA DESPEDIDA DE TRINIDAD
La única opción para los autores locales es estrenar sus obras con las GUEVARA
compañías españolas y después con las italianas o francesas, prácticamente
hasta 1890, cuando comienzan a resurgir las compañías criollas. Cuando el empresario cierra el teatro Argentino, Francisco Torres
construye e inaugura el 12 de octubre de 1856 el Teatro del Porvenir,
LA COMPAÑÍA ESPAÑOLA DE MATILDE DUCLÓS en la calle Piedras 21/25, para trabajar con su compañía. Trinidad
Guevara, que había sido la actriz favorita de los porteños, vuelve a
En Buenos Aires en 1856 se presentan en el teatro Victoria una Buenos Aires ese año, y Torres ofrece su sala para una función
compañía lírica italiana y la compañía española de Matilde Duclós, que extraordinaria a beneficio, el 25 de noviembre. Trinidad tiene 58 años y
obtiene gran repercusión. Matilde hace largas giras por Latinoamérica y agradece en el programa el “auxilio en mi mala situación”; los diarios
su sobrina nieta, Matilde Rivera, nacida en Brasil, será una destacada comentan que llueven coronas de flores y tiene un gran aplauso a telón
primera actriz del teatro argentino del siglo XX. La Duclós estrena el abierto, pero la presentan como una evocación del pasado. Muere el 24
drama histórico Amor y patria del emigrado uruguayo Alejandro de julio de 1873 a los 75 años, con 46 años de trabajo en escena;
Magariños Cervantes y otro emigrado oriental, Heraclio Fajardo, edita olvidada, no hay ningún comentario en los diarios.
ese año Camila O'Gorman, cuyo estreno entorpece la censura.
En agosto Matilde Duclós presenta La dama de las camelias con EL TEATRO DE COLÓN
gran éxito; se había estrenado en París cuatro años antes en 1852. Esta
obra cierra el ciclo romántico y abre el drama burgués; el escenario se En 1857 se inaugura en Buenos Aires el Teatro de Colón, con
convierte en salón. Se impone el realismo con su mensaje social, su capacidad para 2.500 personas, en el mismo terreno donde en 1805 se
rebelión política; Alejandro Dumas (hijo) critica los prejuicios sociales y había comenzado a construir el Coliseo Grande, nunca finalizado. Se
en escena comienzan a regir el medio ambiente y la realidad. hace a todo lujo y con grandes novedades técnicas, como la iluminación
a gas. En febrero, para Carnaval, se realizan bailes de máscaras; el 25 de
EL PRIMER “TANGO AMERICANO” EN ESCENA abril para la Gran Apertura se presenta La Traviata con Enrico
Tamberlick y Vera Lorini, y el 5 de mayo para la Inauguración Oficial
Ese año en el Argentino la compañía de Francisco Torres presenta se ofrece La Cenerentola con Tamberlick y Ana Cassaloni.
una versión teatral de la novela La cabaña del tío Tom de Harriet Beecher

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prólogo

EL GAUCHO Y EL MATE EN ESCENA artistas españoles como Manuel Casas y José García Román, que
actuaban el año anterior en Buenos Aires; allí se habría estrenado el
Los actores españoles llegan y se quedan; integran diferentes elencos “juguete cómico en verso” De novio a padrino, primera obra de un joven
de drama o zarzuela, que varían por divisiones y conflictos. que reside un tiempo en Córdoba, Nicolás Granada (1840-1915),
En el Victoria la compañía de Santiago Ramos, director, primer nacido en Buenos Aires, destacado autor en el siglo XX.
actor cómico y maestro director de zarzuela, estrena el 22 de octubre de En 1860 en el Victoria la compañía española dirigida por Francisco
1857 un programa en 7 partes. En la 5a. se presenta la comedia en un Torres trabaja solo en funciones extraordinarias y estrena varias obras
acto, “cuadro de costumbres porteñas, primera en el género”, titulada El locales: el 21 de abril Amor, esperanza y fe de Eduardo Gordon; el 3 de
gaucho en Buenos Aires o sea Todas rabian por casarse, de Estanislao del mayo Un ejemplo, tres actos en verso del joven Tomás Gutiérrez; el 25
Campo, con música de Ramos, quien interpreta al protagonista; la obra de mayo Rosas, drama en tres actos y en verso de Pedro Echagüe; en julio
no ha sido hallada. Ramos compone para esa pieza la música del tango Bruno el tejedor y Último cuadro de un drama de Gutiérrez. Las
Tomá mate, che, que tiene éxito por largos años cantado por actores funciones comienzan a las 7 y 1/2 de la noche y siguen con la estructura
cómicos vestidos de mujer. El éxito repercute en el circo: el 5 de anterior; una sinfonía, una pieza de tres actos, un sainete.
diciembre la compañía de Eugenio Hénault estrena en el Argentino, en
la 8a. parte del espectáculo, el cuadro costumbrista El mate y los gauchos; LA COMPAÑÍA ESPAÑOLA DE RITA CARBAJO Y JUAN
se desconoce su autor y no ha sido hallada. En diciembre de 1857 BERENGUER
todavía se presentan dos obras locales más: Falucho, héroe de Buenos
Aires, drama del actor español Vicente Reina, llegado con Torres, y Los En octubre de 1860 se presenta en el Victoria la compañía española
apuros de un sábado, petipieza del poeta montevideano Laurindo de Rita Carbajo (1838-1919), y su familia, que se queda en el país. Rita
Lapuente, residente en Buenos Aires. toma la nacionalidad argentina y es una de las actrices favoritas de los
porteños. El empresario es su marido, Juan Berenguer, con quien tendrá
ESTRENOS LOCALES EN BUENOS AIRES Y EN CÓRDOBA seis hijos, cinco de ellos argentinos; con los niños forman una compañía
infantil. Rita y Juan son abuelos paternos del profesor Arturo Berenguer
En el Colón, la compañía española de Matilde Duclós estrena en Carisomo, importante estudioso del teatro argentino en el siglo XX. En
1858 dos dramas locales: Las mujeres de José Mármol y Desengaños de la Montevideo se han unido a esta compañía tres actores criollos, Santiago
vida de Eduardo Guillermo Gordon, publicado en Montevideo en 1860. González, Modesto Vásquez y Fernando Quijano.
En Córdoba en 1858 debuta en septiembre la Compañía Olímpica
Griega Italiana dirigida por Federico Holmer, una familia circense que CIRCO Y MUÑECOS
se prolonga hasta fines del siglo XX en el circo criollo, caracterizado por
su segunda parte con una obra de teatro. En noviembre inicia allí su En el Nuevo Teatro Hipódromo de Plaza Monserrat, inaugurado
temporada de teatro la compañía de la familia Ródenas, junto con en 1859, se presenta en 1860 la compañía “ecuestre y gimnástica de

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prólogo

Nueva York” con los directores Noble y Odell, y la compañía ecuestre Caseros en 1852, se publica en 1861. La compañía de Rita Carbajo
de Alejandro Lowande, donde habrían trabajado volatines del país. Esta estrena La novia del hereje, teatralización de la novela de Vicente Fidel
familia viene del circo norteamericano, se radica en Brasil y hace largas López por Miguel García Fernández (hijo), alumno del autor.
giras. Sebastián Suárez, payaso, comienza en 1860 las actividades del En San Juan, entre 1861 y 1872 Pedro Echagüe presenta sus obras,
Circo Flor América en un baldío porteño; la compañía de artistas como la comedia De mal en peor publicada en este tomo.
criollos se completará con su esposa Dolores Tissera y sus 9 hijos, y
origina la dinastía circense de los Rivero que se extiende por un siglo. LAS PRIMERAS DRAMATURGAS
En Chascomús en 1862, los hermanos Luis y Gabriel Anselmi,
nacidos en Montevideo, comienzan con las giras trashumantes bajo la En 1862 se publica la primera obra teatral escrita por una mujer: la
carpa circense. Años después se separan y Luis (1845/1916), continúa comedia de costumbres Clemencia, drama en tres actos en verso de Rosa
con su familia, iniciando otra famosa dinastía de artistas de circo criollo. Guerra, dedicada al presidente general Bartolomé Mitre; incluye la
Los espectáculos de muñecos mecánicos y títeres son frecuentes en crítica social y la reflexión sobre la situación de la mujer, así como la
Buenos Aires en estos años; se presentan diferentes obras y una serie de necesidad de una educación completa. Esta autora trabaja como maestra
Mosquito secretario, Mosquito desterrado, Mosquito centinela. desde los 13 años y llega a tener una escuela para niñas elegida por las
familias pudientes. Además de educadora, es novelista y periodista; en
OBRAS LOCALES EN DISTINTAS REGIONES 1852 se cree que dirige el segundo periódico escrito por mujeres, La
Camelia, firmado por Las Redactoras cuyo lema es “Libertad, no
El proceso de unificación de Italia y las acciones de Garibaldi, licencia; igualdad entre los sexos”, y ese mismo año funda otra revista
cuando al tomar Sicilia y Nápoles es aclamado libertador, inspiran varias que dirige con su nombre, La Educación, y colabora en varios medios.
obras: Fernando Quijano estrena en 1860 en el Victoria su “alegoría En 1864, año de su muerte soltera, se publica póstumamente un libro
mitológica en un acto y en verso” con música, Italia libre; Eduardo de poemas, Desahogos del corazón.
Gordon escribe La libertad de Italia o Después del triunfo en 1859, En 1862 se registra la obra de otra educadora, Adela Zucarelli, que
Tomás Giráldez es autor en 1860 de Garibaldi en Nápoles y La toma de escribe una comedia para niñas de 9 a 11 años, alumnas de su Colegio
Gaeta, que no llegan al estreno. Italo-Franco-Argentino, con quienes hace teatro varios años.
En Mendoza, se publica el sainete político El gobierno de Nazar de La importante educadora, novelista y periodista Juana Manso
Leopoldo Zuloaga, sátira política del gobernador fechada en 1860, que (1819-1875), publica en 1864 su obra La Revolución de Mayo, drama
se incluye en este volumen. histórico en cinco actos. En mayo se anuncia el estreno en la compañía
En Buenos Aires en 1861, se estrena en el Colón un drama sobre la española de José García Delgado, que no se concreta por “falta de
Revolución de Mayo, La América libre de Bernabé Demaría; el drama en personal”; en junio, la Manso solicita suscriptores para publicar su obra
verso en dos actos ¿Locos o cuerdos?, está entre sus obras publicadas en y lo logra en septiembre. La documentación para los personajes, los
1906. La comedia Don Tadeo de Claudio Mamerto Cuenca, muerto en lugares, el lenguaje, funcionan como apoyo del objetivo moralizador,

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prólogo

mítico y político de la obra. Escribe otras piezas no halladas. periodista, político, educador, dramaturgo. Es su primer drama,
En el Código Civil vigente desde 1871 se formaliza la situación estrenado a los 22 años con la compañía de Joaquín Argüelles, que abre
legal de las mujeres, consideradas menores que necesitan autorización de un nuevo teatro provisorio. Fernández se une a la actriz argentina
sus padres o maridos para trabajar, manejar su dinero o sus bienes. Arminda Argüelles, hija del director español, con quien se casa más
tarde. En Concordia, Eduardo Gordon escribe el apropósito en un acto
AUTORES LOCALES EN BUENOS AIRES Y EN PROVINCIAS La Patria, dedicado al general Urquiza y editado ese año.
En Córdoba hay estrenos locales: Un pasante y un dragón, comedia
En 1863 el director español Francisco Torres estrena Los leones de en tres actos no hallada de Pedro Rivas, poeta y periodista, y El General
Buenos Aires, un acto en verso de Tomás Giraldez, periodista, novelista, Garibaldi, drama en tres actos y en verso, sin firma.
poeta, soldado, que ridiculiza a los dandis, llamados “leones”. Ese año se
estrenan también dos obras de Carlos Luis Paz (1837-1874), novelista, EDUARDA MANSILLA: CRÍTICA TEATRAL
abogado, soldado; el drama en tres actos Mala madre, y Jean Valjean,
adaptación de la novela Los miserables de Victor Hugo. En 1864 por primera vez una mujer escribe crítica teatral: es
En Gualeguaychú en 1863, Emilio Onrubia estrena a los veinte Eduarda Mansilla con el seudónimo de Daniel, en el semanario La Flor
años su primera obra, La coqueta de Gualeguaychú, sátira de sus del Aire. En el primer artículo, critica el espíritu de especulación que
habitantes. Onrubia (1849-1907), nacido en Paraná, Entre Ríos, es invade la escena y propone un plan de acción; “pedimos el
periodista y político. Residente en Buenos Aires, estrena varias piezas y establecimiento de un conservatorio de música y declamación y una ley
abre el teatro Onrubia en 1889, demolido en 1942. protectora del Teatro Nacional”, que obligue a las empresas a poner en
En 1864 en Buenos Aires, Lucio V. Mansilla estrena su drama escena obras nacionales. Es una precursora: meses después, el diario La
Atar-Gull o Una venganza africana en el Victoria con la compañía Tribuna comenta la resistencia de la empresa dramática para poner en
española de José García Delgado; es una adaptación de la novela de escena obras de autores locales y opina que la Municipalidad debería
Eugenio Sué. Después estrena la comedia costumbrista Una tía con la hacer un reglamento de teatro para obligar a presentarlas.
misma compañía, y otra comedia, Lluvia de sobrinos, en coautoría con Eduarda Mansilla (1835-1892), periodista, narradora, compositora,
Nicolás Granada. Ese año se repone en el Victoria, con Juan Berenguer, dramaturga, escribe en 1873 en Francia, donde se traslada con su marido
De novio a padrino, la obra de Nicolás Granada estrenada en Córdoba diplomático, el “proverbio en un acto” Similia Simílibus, estrenado en
en 1858. Otro drama de Tomás Gutiérrez en tres actos y en prosa, Tal francés en París. Regresa a Buenos Aires en 1879; en 1881 estrena el
es el mundo, se estrena en la misma sala; está editado en 1863. También drama La marquesa de Altamira por una compañía española y una
se publica la tragedia Lucía Miranda de Miguel Ortega. traducción italiana con la compañía de Morelli; la obra se edita el mismo
En Entre Ríos, se presenta en 1864 en Concepción del Uruguay, El año. En 1883 estrena el drama Los Carpani, no hallado, y publica Similia
ángel bueno y el ángel malo de Francisco F. Fernández (1842-1922), Simílibus, que se estrena en francés en 1884.

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prólogo

LA GUERRA DEL PARAGUAY Y LOS ESPECTÁCULOS actores del Victoria y el Argentino, a beneficio de los inválidos de la
guerra del Paraguay.
En 1865 nuestro Congreso aprueba en secreto el Tratado de la
Triple Alianza entre Argentina, Uruguay y Brasil, y se desata la trágica COMPAÑÍAS FRANCESAS, ITALIANAS, ESPAÑOLAS
guerra contra Paraguay, que termina con la derrota de ese país en 1870.
En los campamentos argentinos en Paraguay, y en Asunción, los En 1868, en el Colón se presenta ópera italiana; en el Victoria la
soldados y oficiales hacen funciones de teatro. compañía española de Rita Carbajo y Luis Cubas estrena en octubre La
En Concepción del Uruguay, Entre Ríos, en marzo de 1865 mano de Dios, drama en 3 actos y en verso del residente cordobés Pedro
Francisco F. Fernández estrena El 25 de Mayo de 1810 y Triple Alianza, Rivas; en el Franco-Argentino actúan los Bufos Parisienses; en el Salón
con la compañía de Joaquín Argüelles; se han sumado actores locales y del Recreo hay títeres. Una compañía de circo se anuncia por la calle “a
aficionados orientales. En 1881 publica un tomo con 6 piezas, entre ellas caballos y en carros”, con “una música al frente”.
su drama “histórico-contemporáneo” en tres actos Solané, sobre el En 1869, se autoriza en Carnaval el primer corso para máscaras y
alzamiento de gauchos contra “gringos y masones” en Tandil, Buenos comparsas, un recorrido fijo en las calles engalanadas, y continúan los
Aires, que produce 37 muertes. Es uno de los dramaturgos más estudiados bailes de máscaras en los teatros y en casas particulares. El 15 de octubre
de este período, con abundante bibliografía; sus obras son interesantes se estrena en el Victoria una obra local, el juguete Tío y sobrino del
como documentos históricos y pueden consultarse en la Biblioteca de futuro historiador Adolfo Saldías (1850-1914).
Argentores y en la Biblioteca Nacional. Ese año comienza la serie de visitas de grandes actores italianos con
En Córdoba en 1865, Pedro Rivas estrena dos obras, La Hermana la llegada de la trágica Adelaida Rístori, a los 47 años, que debuta con
de Caridad y el juguete cómico Los pretendientes de Julia con la compañía Medea de Legouvé traducida al italiano. Sarmiento, que la había visto
infantil italiana de Niños Florentinos; además publica la alegoría El actuar en Nueva York, la visita en su hotel no como presidente, sino
juramento argentino. “como uno más de sus grandes admiradores”.
En Buenos Aires, el único estreno local registrado en 1865 es el También llega el artista circense genovés Pablo Raffetto (1842-
drama sentimental de Carlos Luis Paz, Caridad. Pero en 1866 se hacen 1913), quien se queda a residir con su familia; desarrollará una
funciones a beneficio de las víctimas de la guerra del Paraguay: el importante trayectoria en el circo criollo. Y reaparece el Circo Italiano
periodista, novelista y autor Luis V. Varela estrena el apropósito dramático Chiarini, que había actuado en 1829/30; presenta acrobacias, bailes,
Amor filial con la compañía de García Delgado a beneficio de los pantomimas, farsas y escenas cómicas.
huérfanos y heridos de Curupaytí, batalla librada el 22 de septiembre de En 1870, en Carnaval se autoriza el desfile de carruajes en los corsos
1866, una terrible derrota donde muere Dominguito, el hijo de Domingo de las calles Rivadavia, Victoria y Florida, recorridos por las grandes
F. Sarmiento. A fines de 1866 se presenta en el Teatro del Recreo la comparsas criollas, las de negros, pardos y mulatos al son de sus
alegoría del residente cordobés Pedro Rivas El juramento argentino, por candombes, las de “falsos negros” de jóvenes de clase alta, y las
españolas, italianas, francesas, de las colectividades de inmigrantes.

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prólogo

En la nueva sala inaugurada el 23 de mayo de 1870, el Teatro de la Tristany es un abogado y periodista español radicado en Rosario.
Alegría en Chacabuco 151/55, una compañía española estrena A la una, En Gualeguay, un grupo de aficionados estrena Dios perdona de Rafael
a las dos y a las tres de Nicolás Granada. En el Victoria, Casimiro Prieto Barreda, que presenta 2 actos en Buenos Aires y el 3º en Paraná.
Valdés estrena la zarzuela local en un acto y en verso Flores y abrojos, con
música de Ricardo Sánchez Allú; este presenta en octubre su caricatura LA SOCIEDAD DE AMIGOS DEL TEATRO NACIONAL
en un acto Tres gobiernos bufos con su propia letra y música. Prieto
Valdés y Sánchez Allú son españoles residentes desde 1867 en Buenos En 1872 se forma esta Sociedad para apoyar a los autores locales
Aires. con dramaturgos españoles residentes; se quejan de la indiferencia con
que se mira en Buenos Aires la dramaturgia y el poco o ningún apoyo
LA FIEBRE AMARILLA, LOS CONVENTILLOS Y EL TEATRO que se presta a los que la cultivan. Un eco de esta campaña resuena en
Chivilcoy cuando se estrena ese año la comedia en un acto y en verso
Entre febrero y mayo de 1871 una epidemia de fiebre amarilla azota Una venganza feliz de Manuel López Lorenzo (1842-1883), español que
Buenos Aires y muere un 8% de la población; se cree que es una llega en 1864, periodista, poeta, político, maestro.
consecuencia de la guerra de Paraguay y el hacinamiento de soldados, como En Gualeguaychú, Entre Ríos, el español Francisco Torres estrena
la epidemia de cólera de 1867/68. La fiebre amarilla se presenta en un El triunfo de la inocencia, “drama de costumbres escrito en esta ciudad”,
conventillo de San Telmo, después en la Boca, y se extiende rápidamente. en 3 actos y en verso cuyo autor se ignora, y señala que “la compañía
En el sur están los conventillos, surgidos en la década de 1850; son casas cree llenar un deber poniendo obras nacionales”; presenta también Los
antiguas que se alquilan por habitaciones, y entre los inquilinos misterios de Entre Ríos, otra pieza sin mención de autor.
predominan los inmigrantes, pero también hay porteños y provincianos.
Las viviendas de la élite se mudan al norte de la Plaza de Mayo. EL MARTÍN FIERRO
El gran trágico italiano Tomás Salvini, de 42 años, debuta en julio
de 1871 en el Colón, con poco éxito económico por las consecuencias José Hernández (1834-1886), publica en Buenos Aires en 1872 la
de la peste, y ofrece varias funciones a beneficio de los huérfanos por la obra poética El gaucho Martín Fierro. El gaucho perseguido cuenta al
fiebre amarilla; estrena el drama local El ciego de Luis V. Varela en estilo de los payadores las injusticias que padece cuando los ferrocarriles,
italiano. Después llega el famoso actor italiano Ernesto Rossi y también los alambrados, la agricultura, las industrias, la inmigración, producen
sale de gira por provincias como lo hiciera Salvini. grandes transformaciones sociales; en 1879 publica La vuelta de Martín
En el Alegría, la compañía española estrena el juguete en un acto y Fierro. El espectáculo de los payadores, el contrapunto improvisado con
en verso ¡Vaya un nene! de Casimiro Prieto Valdés, su segunda obra. canto y guitarra, se describe en la segunda mitad del siglo XIX por
En Rosario, se estrena y edita La exposición en Córdoba, zarzuela en numerosos testimonios, en distintas regiones del país. La reflexión ética
un acto y en verso de Manuel R. Tristany con música de Santiago de Hernández inspira a los payadores hasta la actualidad; en especial su
Ramos, sobre la exposición industrial y la inauguración del ferrocarril; consejo, hacia el final: “Procuren, si son cantores, /el cantar con

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prólogo

sentimiento /no tiemplen el estrumento por sólo el gusto de hablar /y partida se compone de 20 soldados, el sargento y un oficial, más 10
acostúmbrense a cantar /en cosas de jundamento”. Para 1917 se han hombres del batallón de guardia, en total 32. Este episodio tendrá
editado más de 100.000 ejemplares de Martín Fierro, éxito nunca relevancia en el teatro argentino a partir de 1884, diez años después,
alcanzado por libro alguno en América, y numerosas versiones teatrales cuando sube a escena en una compañía circense la pantomima Juan
se suceden desde 1890 hasta hoy. Moreira, protagonizada por José Podestá. Transformada en drama
gauchesco en 1886, Moreira se convierte en símbolo del gaucho
ARTISTAS ITALIANOS Y ESPAÑOLES perseguido, y se han estrenado más de 50 distintas versiones teatrales
hasta hoy. Mientras tanto el Circo Francés, que ahora encabeza Félix
En 1873 las visitas de famosos artistas italianos continúan con el Hénault, hijo de Eugenio, se instala en Corrientes y Paraná con la
retorno de Ernesto Rossi en el Colón, y el debut en el Ópera de la “compañía ecuestre, mímica, acrobática y de bailes”, que el domingo 28
célebre Jacinta Pezzana (1841-1919), actriz, directora y maestra, que de junio a las 2 en punto, anuncia antes de comenzar la función, un
actúa largamente en el Río de la Plata. “sorprendente vuelo acrobático que atravesará la calle Corrientes a la
En el Victoria, Luis Mejía Escassany, actor de la compañía española altura de 30 varas por 40 de largo”. En 1875, José Podestá logra su
de García Delgado, estrena su sátira Las cuatro candidaturas, y Rafael primer contrato profesional como trapecista circense con la compañía de
Barreda edita su comedia en un acto y en verso Serafín y Serafina. Félix Hénault, en gira por Uruguay.
En Corrientes y Paraná, el empresario César Ciacchi inaugura el
Nuevo Circo Arena, una construcción de madera, la primera de este LOS ARTISTAS, LAS OBRAS LOCALES Y UNA ESCUELA
género en la ciudad “por su comodidad, elegancia, ventilación y
espacio”, donde la Real Compañía Ecuestre de David Guillaume, una de El trágico italiano Tomás Salvini vuelve al Colón en 1875; en el
las más antiguas dinastías italianas, presenta acrobacia y pantomimas de Victoria debuta en febrero la compañía española de Hernán Cortés y en
gran espectáculo. En la Plaza del Parque, Libertad y Tucumán, actúa la marzo en el Alegría el elenco español de Leopoldo Burón.
familia Casali, italianos que fundan su circo en 1850 en Milán; se Por una ordenanza municipal del 26 de junio se prohíbe la
quedan a residir y participan activamente en el circo criollo. La representación de la “caricatura político-dramática” en un acto y en
compañía de Raffetto vuelve a la Plaza del Parque y en enero de 1874 verso El sombrero de Don Adolfo de Casimiro Prieto Valdés, anunciada
está en Corrientes y Paraná. en el Alegría; la obra se edita ese año y está incluida en este volumen.
Otros estrenos locales son El frac y el chiripá de Antonio Díaz; Ir
LA MUERTE DE JUAN MOREIRA por lana y salir trasquilado, juguete cómico que acompaña la obra
anterior y El mate de las Morales, juguete cómico precedido de un elogio
En Buenos Aires, el 1º de mayo de 1874 una noticia policial en El del mate, ambos de Florencio Escardó (1841/1898), quien nace en
Nacional informa que el 30 de abril en Lobos, “ha muerto peleando Juan Buenos Aires y vive en Montevideo, estrenando en ambas ciudades.
Moreira, el famoso malhechor”. En su grupo son cinco hombres; la

20 antología de obras de teatro argentino 21


prólogo

Pureza y vicio, drama en tres actos y en verso de Fernández Espadero, se LA SOCIEDAD PROTECTORA DEL TEATRO NACIONAL
edita en 1875 y el poeta Pedro B. Palacios -Almafuerte- escribe su drama
en cuatro actos y en verso, Pobre Teresa, que se conserva en su museo. En 1877, el 14 de junio se forma en Buenos Aires esta sociedad,
El 17 de junio se inaugura una Escuela de Música y Declamación, con “lo más brillante de la intelectualidad porteña”. El joven poeta
creada por ley el año anterior y reglamentada por decreto del 16/3/1875; Martín Coronado es un entusiasta promotor y uno de los secretarios,
cuenta con 300 matriculados y 600 inscriptos, pero no hay noticias junto con el poeta Rafael Obligado; el presidente es el Dr. Juan María
posteriores sobre la implementación de la enseñanza, en particular de la Gutiérrez, rector de la Universidad, que en 1871 había publicado un
libro sobre historia del teatro de Buenos Aires. Entre los dramaturgos
parte teatral, denominada en esa época “declamación”.
están Francisco F. Fernández que ha llegado ese año a la ciudad, Miguel
En 1876 en el Colón actúa la compañía española del famoso José
García Fernández, Florencio Escardó, destacados literatos y
Valero (1808-1891), de escuela naturalista moderada como la de Julián
personalidades. Una polémica en los diarios señala que en Buenos Aires
Romea, gran estudioso y muy preocupado por la exactitud de las puestas
hay solo cuatro dramaturgos y que también es necesario formar actores
en escena; en el elenco está el reconocido actor Juan Reig, quien se
argentinos, contratar compañías dramáticas, remunerar con el tanto por
queda en el país. Hacia fines de la década del 70, algunas mujeres ciento a los autores, fundar una academia de declamación.
comienzan a descender de los palcos familiares y de la cazuela hacia la Mientras tanto, la compañía española de Hernán Cortés y Tula
platea del Colón, como sucede en los teatros elegantes de Europa. Castro, con Luis Cubas y José Navarrete entre otros, estrena en 1877
El empresario Luis Forlet, tenor llegado al país con una compañía varias obras locales en el Alegría: Lo que puede el mate de Francisco de la
francesa y periodista, estrena la “revista crítico-satírica-homeopática y Torre Torrens, música de Avelino Aguirre; La rosa blanca, tres actos en
agrícola” Las locuras porteñas en el Variedades, cuya presentación verso, primera obra del poeta porteño Martín Coronado, incluida en
termina con un gran escándalo. Florencio Escardó escribe ese año No este tomo; La batalla de Santa Rosa (Luchas civiles) del español radicado
especular con papel y Los dos preceptores, juguetes cómicos aparentemente Salvador Alfonso; Un chileno en Buenos Aires o Un marinero argentino
no estrenados. Y en el Alegría se estrenan dos zarzuelas bufas en un acto del actor Manuel Labrada y Campos, con alusiones a conflictos
en prosa y verso de Casimiro Prieto Valdés, música de Ricardo Sánchez limítrofes con Chile, que motiva una resolución municipal; Siempre se
Allú, Receta contra la crisis y La emancipación de la mujer, esta última acaba donde se empieza de Florencio Escardó, drama napoleónico
incluida en el presente tomo. editado ese año en Montevideo; y Contra soberbia, humildad de Matilde
En la esquina de México y Buen Orden se instala un circo donde Cuyás, primera dramaturga que sube a escena, obra publicada en este
trabajan los Hermanos Carlo y luego la troupe de artistas locales de volumen.
En Rosario, en 1877 se estrenan dos comedias en el Olimpo, No
Antonio Pereyra y sus hijos; tendrán larga actuación en el circo criollo.
más empleo y El último medio, del autor local Santos Fernández; en la
En Rosario, la compañía española de Rita Carbajo estrena la revista La
misma sala en 1878 se presentan Marejadas de Aurelio Flores y dos obras
situación y la crisis con alusiones a la política local, cuyo autor se desconoce.

22 antología de obras de teatro argentino 23


prólogo

de Marianito de la Torre, La francesita Lisson y El gallego Mondoñedo, intelectualidad porteña. Luego se estrena con éxito Luz de luna y luz de
dramaturgos locales. incendio de Martín Coronado, un drama “calcado en las escenas de la
En Concepción del Uruguay, Entre Ríos, Benigno Teijeiro tiranía” de la época de Rosas.
Martínez estrena en 1877 en el Teatro 1º de Mayo su obra Misterios del En el Alegría, en junio se presenta La conciliación de Rafael Barreda,
tío Pascual; en 1878 Por acá y por allá y la zarzuela Guerra a los solteros, que alude al acuerdo de partidos políticos que lleva a la presidencia a
con música del maestro Lagarza. En esa ciudad se inicia Martiniano Avellaneda, y Lo que no puede callarse de Eduardo Bustillo, parodia de Lo
Leguizamón (1858-1935), con Apuros de un sábado, presentada a que no puede decirse del español Echegaray. En julio se estrena Cartas
beneficio en 1877 por un grupo de estudiantes entre los que está el trascendentales de Eduardo Bustillo, en agosto Pobrecitos de los pobres de
autor, y con La Bandera de Los Andes en 1878. Salvador Mario -Luis Ocampo-, que muere en 1879.
En abril de 1878 la Sociedad Protectora del Teatro Nacional elige En julio el Victoria no presenta ninguna obra local; en agosto se
su junta directiva definitiva, y entabla negociaciones con el empresario estrena Los misterios de Buenos Aires, petipieza anónima, y Las quintas de
del Victoria, para estrenar obras locales seleccionadas por la Sociedad, Echavarría; el día 22 se anuncia que por razones económicas se disuelve
pagando un porcentaje al autor. El convenio se firma por cinco meses y la compañía. A partir de allí, la Sociedad Protectora del Teatro Nacional
se presentarán las piezas nacionales, americanas o españolas elegidas por cesa prácticamente en sus actividades.
el jurado constituido por Bartolomé Mitre y Olegario V. Andrade. A
partir de allí se producen varios conflictos, con los autores rechazados CIRCO Y PANTOMIMAS
por el jurado, y con la otra sala. Hernán Cortés, empresario del Alegría,
alega que está siempre dispuesto a representar obras nacionales y En abril de 1878 se presenta en el circo Arena la Compañía Ecuestre
recuerda las estrenadas el año anterior. Cortés estrena desde abril piezas de Cotrelly, que estrena la pantomima Cendrillon -Cenicienta- actuada
locales: dos obras breves del poeta y periodista español Eduardo Bustillo, por niños. Entre ellos está la niña porteña Rosalía Robba, quien más
su director artístico, residente entre 1877 y 1880, Razón de estado, con tarde será famosa como Rosita de la Plata (1869-1940). Estaría
alusiones a la actualidad política, y el drama Agustina de Zaragoza; vendiendo flores en el circo, cuando Cotrelly la incorpora al elenco y
Mazarino, drama en 3 actos del poeta español residente Carlos M. de luego propone al padre llevarla para que aprenda el arte circense, a
Egozcue; dos piezas breves, Entre un tigre y un oso de Salvador Mario, cambio de trabajar 10 años sin sueldo, costumbre de la época. Rosita viaja
seudónimo de Luis Ocampo, poeta santafecino, y Un alma del otro a Europa, se consagra como écuyère, y después regresa a Buenos Aires.
mundo de C. Perié. En Córdoba se presenta en abril el circo de Guillermo Carlo y
En junio se anuncia en el Victoria con la compañía española que Albano Pereyra con la pantomima Cendrillon; en agosto están en Buenos
dirige Francisco Rodríguez, la inauguración de “las tareas del Teatro Aires con su carpa en Buen Orden y México. Al año siguiente los
Nacional”, con la obra elegida por el jurado de la Sociedad: Monteagudo Pereyra continúan en ese circo y los Carlo regresan a Europa; volverán
de Francisco F. Fernández, drama en tres actos dirigido por el autor; en 1884.
asiste el presidente Avellaneda junto a lo más destacado de la

24 antología de obras de teatro argentino 25


prólogo

EL TEATRO POLITEAMA ARGENTINO Y JUAN MOREIRA –Almafuerte– estrena su drama en tres actos y en verso No hurtar.
El predominio de las compañías españolas, italianas y francesas, con
Esta nueva sala de Corrientes 1478/90, casi esquina Paraná, donde sus repertorios de ópera, drama, comedia, zarzuela, opereta, varieté, se
estuviera el circo Arena, se abre el 1/2/1879 con un gran baile de extiende en Argentina y en otros países de Latinoamérica, y la actividad
Carnaval; el 16/6 se presentan la compañía lírica del Colón y el célebre circense es continuada, aunque no se anuncia regularmente en los
tenor Tamagno, con el presidente Avellaneda y 3.500 espectadores. La diarios. Las grandes figuras europeas recorren las salas del continente y
inauguración oficial se hace el 6/9 con el trágico italiano Rossi que las nuevas modas teatrales se introducen a través de ellas, ya que los
debuta con Otelo. Es el teatro más amplio de la ciudad; en lugar de intérpretes locales se han dispersado. En Buenos Aires se abren nuevas
cazuela y paraíso tiene una extensa gradería. Como su nombre lo indica, salas, especialmente lujosas para la ópera o el varieté francés, surge el café
la sala se dedica a múltiples espectáculos y por ser de madera tiene una chantant y se registra la actividad de titiriteros y espectáculos de
excelente acústica; para los circos, la pista se instala en el centro de la autómatas, así como de grupos filodramáticos, en muchos casos de las
platea y el escenario se transforma en gradería. Es modificado varias colectividades de inmigrantes.
veces y demolido en 1956. Allí se estrena en 1884 la pantomima circense Desde 1862 editan y luego estrenan en Argentina las primeras
Juan Moreira, clave del teatro del siglo XX. mujeres dramaturgas, como Rosa Guerra, Juana Manso, Matilde Cuyás;
El gaucho perseguido aparece en el folletín con el Juan Moreira de desde 1864 escriben crítica teatral como Eduarda Mansilla. El teatro en
Eduardo Gutiérrez, publicado entre el 28/11/1879 y el 8/1/1880 en el la escuela aparece también desde 1864 con obras para niñas.
diario La Patria Argentina, basado en el caso real; cuatro años después Los autores locales, entre ellos varios españoles residentes, estrenan
será adaptado a la escena. Obtiene gran suceso y es editado como libro, en las compañías españolas y a veces traducen sus obras para compañías
lo mismo que las otras novelas gauchescas del autor, originalmente italianas o francesas; hay una producción continua, con muchos autores
folletines. Gutiérrez describe a Moreira como payador y lo elogia con que estrenan pocas obras. Se inician dramaturgos que tendrán
ardor; cabe recordar que era sobrino nieto de Bartolomé Hidalgo, el importante obra posterior, como Coronado, Granada, Leguizamón,
poeta fundador del género gauchesco en la literatura. Onrubia; salvo el primero, debutan en provincias y luego producen en
Buenos Aires. El teatro político es frecuente; dramas, comedias, sátiras,
AUTORES LOCALES SIN COMPAÑÍAS NACIONALES revistas, se ocupan de la actualidad con fuerte carga de opinión.
En las compañías trashumantes de circo, que en su mayoría
En Buenos Aires en 1879, se anuncian óperas y operetas en francés presentan pantomimas, se están formando intérpretes criollos que
y en italiano, una compañía dramática italiana y una española, una intervendrán activamente en el resurgimiento del teatro nacional del
sociedad filodramática italiana, circos con pantomimas, magia y teatro siglo XX. Aparecen nuevas familias circenses criollas y otras francesas o
de muñecos. Los anuncios en francés o en italiano muestran la fuerte italianas que se radican y adoptan modalidades locales.
presencia de las colectividades y la moda francesa en su apogeo. En provincias hay salas donde se presentan compañías profesionales
En Mercedes, donde reside hace 3 meses, el poeta Pedro B. Palacios y de aficionados; allí estrenan los autores locales, aunque la mayoría de

26 antología de obras de teatro argentino 27


prólogo

sus obras no han sido halladas. También actúan compañías circenses y actuación para salir rápidamente de la crisis, y esto fue aprovechado por
de títeres; las giras son usuales para todo tipo de espectáculos. la oposición. Más que la fidelidad histórica, interesan las posibilidades
de los personajes, expresados con la exageración propia de la farsa, y se
OBRAS DE LA ORGANIZACIÓN NACIONAL 1860-1877 esboza una caricatura grotesca, que provoca comicidad y conserva
vigencia por su aguda crítica.
En este período se han seleccionado seis piezas por su interés para El sainete sube a escena en Mendoza en 2002, con el grupo
ser puestas en escena, ya sea con su texto original, o en versiones o Comando Viceversa en su sala, dirigido por Walter Neira. “En su
adaptaciones. Las cuatro obras de un acto son sátiras, dos de ellas concepción el director hizo hincapié en los códigos corporales para
políticas, y dos con mujeres como protagonistas, una que quiere elegir destacar la burla, la parodia y la sátira llevados a la desmesura casi
marido, y otra que se rebela contra su marido. Las dos piezas dramáticas expresionista, sobre todo en la caracterización exterior, inspirada en los
en tres actos también tienen protagonistas femeninas y aparece la personajes del pintor Molina Campos”, afirma José Navarrete.
primera dramaturga que sube a escena en Buenos Aires.
Se presenta entonces el teatro en verso y en prosa, en uno o varios DE MAL EN PEOR
actos, con valiosos textos dignos de ser recuperados.
La comedia en verso en un acto De mal en peor de Pedro Echagüe,
EL GOBIERNO DE NAZAR probablemente sube a escena en San Juan en 1868, cuando el autor
presenta varias de sus obras en el teatro Vasconcellos.
El sainete político en un acto El gobierno de Nazar de Leopoldo Es una divertida pieza donde Juanita, la protagonista, organiza un
Zuloaga (Mendoza 1827-Santiago de Chile 1881), está fechado en plan para lograr que su padre acepte a su amado novio Paciente. Tras el
1860. Es el texto teatral más antiguo de Mendoza, según el profesor José desfile de serenatas de ridículos pretendientes, Rompegalas con tambor
Navarrete, investigador mendocino, quien ha colaborado y trompa, Caliche con el negro Muleque y su organito, Policarpo con su
generosamente con esta Antología, acercando la obra, informaciones y violonchelo, logra su objetivo con éxito. La acción transcurre en la calle
comentarios. Se reedita en 1927 en Mendoza, en Homenaje a Leopoldo y en el balcón de la casa de Juanita.
Zuloaga, poeta, escritor, periodista y político, en el centenario de su Pedro Echagüe, periodista, poeta, novelista y dramaturgo porteño,
nacimiento: 1827-1927, de Agripino Amado Méndez (compilador). voluntario en el ejército de Lavalle, acompaña sus restos hasta Bolivia y
Según Navarrete, la pieza, compuesta en versos octosílabos con vive emigrado en ese país, Chile y Perú; en ese período escribe varias
métrica y rima de buen nivel, presenta a Su Excelencia, el gobernador obras teatrales, algunas estrenadas en Chile. Regresa a Buenos Aires y es
Nazar, a quien nunca se menciona con su nombre, mostrando voluntario en la batalla de Cepeda de 1859; en 1860 estrena en el
brutalidad y prepotencia, y huyendo al final con el dinero de las apuestas Victoria su drama en tres actos y en verso Rosas. Después trabaja en San
del juego de naipes. Laureano Nazar fue el último gobernador federal Juan como visitador de escuelas, y entre otros cargos es instructor
entre 1859 y 1861, año del gran terremoto, en el que tuvo una mala general de la Policía y juez del Crimen. Allí se radica, se casa y funda su

28 antología de obras de teatro argentino 29


prólogo

familia, y estrena varias obras desde 1861; dirige una compañía infantil El autor Casimiro Prieto Valdés (1847-1906), es un joven español
y escribe por encargo del gobierno sanjuanino un Tratado de residente desde 1867; estrena varias piezas en Buenos Aires, ejerce el
declamación. En la década de 1920 se bautiza una calle con su nombre. periodismo con el seudónimo de Aben Xoar y dirige publicaciones como
Uno de sus hijos, Juan Pablo Echagüe -Jean Paul-, nacido en San Juan El Alba y El Arlequín, donde incluye numerosas escenas dialogadas.
en 1875, será un prestigioso crítico teatral y escritor en Buenos Aires; El sombrero de don Adolfo es la primera obra de teatro prohibida por
una biblioteca que lleva su nombre funciona en la casona colonial donde la Municipalidad. Poco antes, había autorizado una pieza de actualidad,
vivió Pedro Echagüe en San Juan. ordenando la supresión de los nombres propios y en la creencia que sería
la única de su género que se pondría en escena, pero los actores se
EL SOMBRERO DE DON ADOLFO caracterizan de modo que los personajes son fácilmente reconocibles, y
el interés del público hace que inmediatamente se anuncien varias obras
En Buenos Aires, se anuncia el próximo estreno de la “caricatura satíricas similares. Los títulos de estas piezas confirman la opinión
político-dramática” en un acto y en verso El sombrero de Don Adolfo de municipal de que se trata “de lucrar con las pasiones de todos nuestros
Casimiro Prieto Valdés en el Teatro de la Alegría, por una compañía partidos, sin consultar para nada las conveniencias de la sociedad, ni el
española. Pero la ordenanza municipal del 26 de julio de 1875 prohíbe respeto debido a las personas”. De acuerdo a la ordenanza del 19/2/1861
la representación de la pieza, que se edita ese mismo año. Puede que reglamenta la censura teatral, se presenta a la Municipalidad El
considerarse la primera obra del género revista, según Jacobo de Diego. sombrero de Don Adolfo, pero en este caso la opinión es que debe
Sus personajes son Patricia, que simboliza la Patria, Don Domingo, prohibirse por ser contraria al orden público. Entre los considerandos se
Don Adolfo, Don Nicolás y un criado, en obvia referencia a Sarmiento, dice que “es peligroso que los partidos se apoderen del teatro y lo
Alsina y Avellaneda. La acción se sitúa en Buenos Aires en octubre de manejen como arma de combate”, y que “el teatro se convertiría en un
1874 y es una sátira del presidente Avellaneda, presentado como el verdadero campo de batalla”; la resolución niega el permiso para poner
discípulo obediente y adulador de un Sarmiento enérgico y pedante, con en escena la pieza y prohíbe en adelante “la representación de toda obra
citas de sus propios textos. del mismo género”.
En septiembre de 1874 se había iniciado una revolución Casimiro Prieto Valdés apela esta resolución ante la Suprema Corte
encabezada por Mitre contra Nicolás Avellaneda y Mariano Acosta, de Justicia que la deniega, y entonces presenta una demanda contra la
elegidos para la Presidencia de la nación en controvertidas elecciones. Municipalidad, donde expone sus argumentos y pide que se permita la
Avellaneda era el candidato de Sarmiento, presidente en ejercicio, y gana representación. En el diario La Nación se entabla una polémica entre
con el apoyo de las provincias. Alsina, vicepresidente de Sarmiento, Santiago Estrada, de la Municipalidad, y José María Gutiérrez, abogado
renuncia a su candidatura para apoyar a Avellaneda. El 12 de octubre, defensor de Prieto Valdés, acerca del derecho municipal a la censura y
en plena revolución, asumen Avellaneda y Acosta; Alsina es designado sobre la libertad del autor para usar la escena como medio de sátira
ministro de Guerra. En diciembre los mitristas se rinden en Junín, política. Finalmente, la Suprema Corte establece que la censura teatral
Buenos Aires, y en Santa Rosa, Mendoza. es “una necesidad de orden público” y que la Municipalidad está

30 antología de obras de teatro argentino 31


prólogo

facultada para reglamentarla; por lo tanto rechaza la apelación a los estudio crítico de Rafael Obligado y Atanasio Quiroga en la Academia
tribunales de Justicia. Esta interesante pieza merece ser revisada. Argentina de Artes, Ciencias y Letras, fundada el 9 de julio de 1873.
La acción, en una casa de campo de la provincia de Buenos Aires,
LA EMANCIPACIÓN DE LA MUJER sucede en el jardín con flores y arbustos de la entrada, el balcón de la
planta alta, un salón interior. La protagonista, Irene –Tula Castro–, una
En el teatro Alegría en diciembre de 1876 se estrena la zarzuela bufa niña de 15 años, huérfana sin fortuna, ha enloquecido. Desvaría triste y
en un acto en prosa y en verso La emancipación de la mujer de Casimiro melancólica, vestida de blanco con el cabello suelto, obsesionada con las
Prieto Valdés, con música de Ricardo Sánchez Allú. Ha sido editada el rosas blancas. Gaspar -Hernán Cortés-, joven médico, decide curarla y
año del estreno y en 1878 se repone en la misma sala. Sánchez Allú, se enamora de ella. El secreto de la locura de Irene es un misterio del
español que llega en 1867 a Buenos Aires igual que Prieto Valdés, es pasado y el personaje de Ramón hace un eficaz contrapunto cómico con
tenor, músico, compositor y director, y aporta producciones locales. los sucesos dramáticos. La canción que Irene repite: “De novia llevo el
Esta ingeniosa sátira se inicia con Amalia, la protagonista, de pie velo / sobre la frente / y lloro sin consuelo / mi amor ausente”, junto con
sobre una silla en la sala de su casa, comenzando un discurso por los el tema de las rosas, trae reminiscencias de Doña Rosita la soltera de
derechos de las mujeres con “Ciudadanas...”, frente a sus amigas y un Federico García Lorca, una obra del siglo XX. El poético clima
coro de señoras. A su marido le dice que “la esclava se ha cansado de sufrir romántico de la pieza de Coronado tiene el encanto del siglo XIX y es una
el ominoso yugo”, y en diálogo con Braulia reflexiona, “por qué nos interesante obra para ser puesta en escena.
quieren buenas, / si nos hacen ellos malas”, imitando la redondilla de la
poeta mexicana Sor Juana Inés de la Cruz (1651-1695), “y después de CONTRA SOBERBIA, HUMILDAD
hacerlas malas / las queréis hallar muy buenas”. Sin embargo hacia el
final, Braulia opina: “Pero basta ya de extremos, / ya que, ingratas, El 28 de noviembre de 1877 la compañía española de Hernán
olvidamos, / que si por ellos lloramos / también por ellos... comemos”, y Cortés y Tula Castro estrena en el Alegría el drama en 3 actos y en prosa
el acto termina con un coro lloroso de Todas, pidiendo perdón al marido. Contra soberbia, humildad de Matilde Cuyás, de 18 años, la primera
mujer dramaturga que sube a escena.
LA ROSA BLANCA Joven autodidacta nacida en Buenos Aires, Cuyás (1859-1909),
dedica su obra a Avellaneda, Mitre y Alsina; luego produce novelas
La compañía española de Hernán Cortés y Tula Castro estrena el cortas y colaboraciones periodísticas. Era “bella, elegante, inteligente y
16 de junio de 1877 en el Teatro de la Alegría el poema dramático en autora celebrada” por los escritores de su tiempo, algunos de los cuales
tres actos en verso La rosa blanca, primera obra estrenada del poeta le dedican sus obras; no quiere casarse sino destacarse en las letras, y
porteño Martín Coronado (1850-1919), importante dramaturgo en el habría vivido en Entre Ríos y en Uruguay. Cuyás consigue estrenar su
siglo XX. pieza “por el tesón que puso en lograr su representación”, según consta
La obra está fechada el 27/6/1874; en septiembre se presenta un en la edición de la obra, que reproduce parte de la correspondencia con

32 antología de obras de teatro argentino 33


prólogo

empresarios y el mismo Cortés. No vacila ante las postergaciones, los BIBLIOGRAFÍA:


problemas de la compañía, el requisito de la censura previa en la
Municipalidad. El 14 de noviembre El Comercio del Plata anuncia con BISCHOFF, Efraín U., Tres siglos de teatro en Córdoba 1600-1900,
el título “Dramaturgo con faldas”, la noticia del ensayo de la pieza de Universidad Nacional de Córdoba, 1961.
“una señorita argentina”. La crítica de El Correo Español comenta que “la CASTAGNINO, Raúl H., Literatura dramática argentina 1717-1967,
concurrencia fue bastante regular, la mejor que para presenciar el estreno Pleamar, Buenos Aires, 1968.
de obras del país ha concurrido a los teatros de Buenos Aires”; agrega DE DIEGO, Jacobo A., Entre Ríos en la dramática argentina, Cuadernos
que la autora fue llamada a escena al final de cada acto y dos veces en el de Divulgación Cultural 1, enero-febrero, Dirección de Cultura, Entre
último. La crítica de La Ondina del Plata, revista literaria para mujeres, Ríos, 1970.
firmada por Adelfa, elogia con entusiasmo a la autora, porque “los – Diez años de teatro (1852-1862), Investigaciones y Ensayos Nº18,
resortes que mueven la acción están llenos de verosimilitud, la propiedad Academia Nacional de Historia, Buenos Aires, 1975.
de los caracteres es natural” y aprueba con entusiasmo la moralidad de – Grotesco y Revista, Galerna, Buenos Aires, 1987.
la obra. Un padre cree que la felicidad de su hija estriba en el dinero, KLEIN, Teodoro, El actor en el Río de la Plata II. De Casacuberta a los
pero el pretendiente hipócrita resulta un delincuente y el verdadero Podestá, Asociación Argentina de Actores, Buenos Aires, 1994.
amor triunfa con el enamorado pobre, empleado del padre primero, y PODESTÁ, José J., Medio siglo de farándula. Memorias, Río de la Plata,
después periodista exiliado a causa de sus escritos. El personaje de María Talleres de la Imprenta Argentina de Córdoba, 1930.
reflexiona: “¡Que haya de influir tanto el dinero en el corazón de los SEIBEL, Beatriz, Historia del teatro argentino, Corregidor, Buenos Aires,
hombres!”. Y Alfredo, el empleado, reacciona ante el padre que invoca 2002.
los privilegios del dinero: “No, los hombres somos todos iguales, los
pueblos con torrentes de sangre ahogaron para siempre los privilegios”.
Finalmente, se defiende el derecho de las mujeres a elegir marido,
todavía una causa pendiente, en una pieza bien construida, con
excelentes diálogos.
Sería un mensaje opuesto a La emancipación de la mujer y muestra
la preocupación social frecuente en la dramaturgia de las primeras
autoras; está muy presente el discurso ético que antepone los valores
humanos sobre los intereses económicos o las apariencias sociales. En
1937, la obra es editada por el Instituto de Literatura Argentina dirigido
por Ricardo Rojas, gracias a un manuscrito donado por la familia de la
autora y fechado en Montevideo el 24 de junio de 1877.

34 antología de obras de teatro argentino 35


El gobierno de
Nazar
Leopoldo Zuloaga
> el gobierno de nazar
Sainete político en un acto en verso.

PERSONAJES
MARÍN
DELATOR
EMIGRADOS CHILENOS
GARAY
EL CURA PONCE
AHUMADA
EL NEGRO CHABOT
GUDIÑO
ARGAÑARAZ
SU EXCELENCIA
COMANDANTE PÁEZ, edecán de Su Excelencia
UN TRAMPOSO

MARÍN: (Con el jopo espeluznado)


¡Con que esos tunos se van
sin que logre yo mi intento!
¡Oh rabia! ¡Oh furia! ¡Oh tormento!
No; no se me escaparán.
Infames, viles, osados,
insolentes, atrevidos,
difamadores, bandidos,
anarquistas, desalmados…
¡Escribir contra un ministro!
¿Quién tanta audacia creyera?
Pronto, en la ciudad entera
que se practique un registro,
que se circunden las casas

antología de obras de teatro argentino 39


el gobierno de nazar

de soldados y de espías, El furor mi vista amengua


que cierre la policía y la bilis se me irrita.
calles, caminos y plazas. ¡Uy!, me viene la pepita
No se irán, lo juro a fe y se me traba la lengua…
por mi jopo y mi pepita, No puedo hablar… Solo quiero
caerán, canalla maldita, que me los traigan al punto…
y los crucificaré. Si se escapan… soy difunto…
Pronto, pronto una partida yo me muero… ¡yo me muero!...
vuele al Retamo; otra más (Cae al suelo pataleando).
a la villa de La Paz
Un delator entra corriendo.
y un piquete a La Dormida.
Que se guarde el Tunuyán, DELATOR: ¡Señor, señor!, vuelva en sí;
Uspallata y el Planchón, traigo un denuncio muy cierto…
las Lagunas, el Zanjón MARÍN: (Sin abrir los ojos).
y el camino de San Juan. ¿Se han escapado? Estoy muerto,
Salgan veinte comisiones muerto, bien muerto, ¡ay de mí!
por ciénagas y desiertos,
DELATOR: Zuloaga se va el maldito
cierre los campos abiertos
disfrazado de peón…
un cordón de decuriones.
Tropa por los cuatro vientos MARÍN: (Da un brinco).
en ristre alerta la lanza, ¡Cómo! ¿Por dónde? ¡El bribón!
que la tierra en mi venganza ¡Ahora sí que resucito!...
retiemble hasta en sus cimientos. ¡Hola!, que los decuriones
Los he de hacer cien mil trizas, al momento en esta hora
traerlos a arrastradera, a la cárcel sin demora
quemarlos en una hoguera, conduzcan todos los peones.
y hasta aventar sus cenizas. Un emigrado chileno entra azorado con el jopo en desorden.
¡Ea!, todos al momento
satisfagan mi impaciencia; UN EMIGRADO CHILENO:
tráiganlos a mi presencia ¡Señor!, sin aliento llego;
que de cólera reviento. se nos va Mira esta noche

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el gobierno de nazar

dentro del cajón de un coche MARÍN: (Muy serio)


que el diablo le prenda fuego. ¡Todos caerán, uno a uno!
¿Y permitirá el Gobierno Allane usted, ponga en jaque,
que se escape ese verdugo de hoy más todo miriñaque,
sin estrujarle hasta el jugo por si se encuentra ese tuno.
en la prensa del Infierno?
Si no hay inmune lugar
Nosotros aquí apoyamos
ni en la tierra ni en el agua,
cuanta maldad se comete,
en cambio que el gabinete ¿por qué también las enaguas
nos dé lo que deseamos. no se habrían de allanar?
A perseguir le ayudamos, EL CURA PONCE:
cuanto destruye aplaudimos, Es cierto, tiene razón,
y si liberales fuimos según mis propias doctrinas,
hoy de déspotas la echamos.
pues en cosas femeninas
Nadie a pícaros nos gana,
doy siempre mi absolución.
lo ve bien su señoría,
aprovechamos el día GARAY: Vengo también a anunciar
quién sabe que habrá mañana. que ya se hallan prisioneros
Mira se va, pues señor, los bribones de tenderos
y quedamos sin venganza… que se me ordenó arrestar.
MARÍN: (Escribiendo) Su señoría dispondrá
He aquí una orden: sin tardanza si porque tengan enmienda,
que se cumpla con rigor. se les quitará la tienda
A la cárcel los cocheros, o se les azotará.
queda el fabricar vedado No debemos andar flojos
clase alguna de rodado con crímenes tan perversos:
con multa a los carroceros. a los que lean tales versos
que se les saquen los ojos.
GARAY: (Entrando)
¡Señor!, Ipiaza ha volado MARÍN: (Con aire de duda)
vistiéndose en vez del fraque ¿Qué dice la teología?
un inmenso miriñaque Dé su opinión, señor Cura…
con que se va disfrazado.

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el gobierno de nazar

LOS EMIGRADOS CHILENOS: y al punto vendrían por tierra


Señor, lo que más apura todas nuestras bienandanzas,
es que obre la policía. con las grandes esperanzas
Respecto de esos pegotes que nuestro designio encierra.
la ley no manda en contrario, Perdidos sin remisión,
ya probamos en el diario descubierta la malicia,
que pueden darles de azotes. nuestro influjo en la justicia,
Lo que importa es atrapar nuestra obra de corrupción,
a los que van disparando, la prensa que manejamos,
pues irán desparramando el poder que dirigimos,
cuanto interesa ocultar. las trampas que concebimos,
¿De qué nos habría servido el tesoro que saqueamos,
matar la publicidad todo desaparecerá;
a golpes de autoridad y por desgracia en un día
y haber el miedo esparcido, nuestro plan de compañía
si esos pícaros sin fe, con nosotros se hundirá.
no oponiéndoles tropiezo Aún es tiempo de impedir
en el umbral del Congreso tan atroz calamidad;
llegasen a poner pie? perseguirlos sin piedad,
Los escucharán, sin duda, que jamás se puedan ir.
porque el Zuloaga es audaz, MARÍN: (Alborotado)
temerario y pertinaz Sí, sí; corramos, volemos,
para la verdad desnuda. que la cólera me inflama,
Y el Mira con su opinión, mi corazón ronca y brama
por la altura que ocupara, ¿Por dónde los seguiremos?
nos hará costar muy cara
GARAY: Por aquí.
su activa persecución.
Ellos abrirán la puerta DELATOR: No; por acá.
a las mil quejas que alzaran AHUMADA: Aquí va el rastro.
entonces, las que hoy pensaran EL NEGRO CHABOT:
quizás no hallarlas abiertas, Es de mula.

44 LEOPOLDO ZULOAGA antología de obras de teatro argentino 45


el gobierno de nazar

GUDIÑO: Ese polvo que circula en menos de dos suspiros,


indica que es por allá. cañones de siete tiros
MARÍN: Esparzámonos, señores que alcancen hasta San Luis.
por todos lados y ¡espuela! AHUMADA: (Aparte).
No hay que andarse con cautela Eso de armas tiene púas
para tales salteadores; que traen un recuerdo amargo;
no haya consideración, por eso yo nunca cargo
partan todos como rayos, sino limas y ganzúas.
cansen, revienten caballos, GUDIÑO: (Aparte).
armen bulla y confusión, Yo soy un domingo siete
atropellen cuanto al paso que en confusiones me hallo,
encuentren, sin miramiento, nunca he montado a caballo
estoy rabioso, sediento, sino en algún moginete.
de mandobles y de hachazos. ¿Qué diablos haré?
Cual furibundo huracán,
LOS EMIGRADOS:
cual atronador torrente,
(Aparte).
cual la lava incandescente
Nosotros,
del más terrible volcán,
sólo hombres somos de pluma
invadamos, arrasemos,
y no entendemos en suma
tiro aquí, sablazo allá,
ni de sables ni de potros;
maten, maten, sin piedad,
basta ya con la carrera
nada, nada perdonaremos…
y el susto que hemos llevado,
Garay, con toda la comitiva de soldados, espías y delatores, saltando de medio lado
sale al galope y desparrama su gente en diversas
direcciones, con gran ruido y aparato. por sobre la Cordillera.
Ya cargamos a ese tonto
ARGAÑARAZ: (Enredado en las colas del frac) de pólvora fulminante,
Señor, en este percance, y antes que el polvo levante
creo que mejor sería escabullámonos pronto;
el llevar artillería, nuestro papel es reírnos
que tiene mayor alcance. por debajo del bigote,
Yo puedo poner aquí,

46 LEOPOLDO ZULOAGA antología de obras de teatro argentino 47


el gobierno de nazar

y azuzando a ese pegote ¡la perra que se me han d'ir!


pelechar y divertirnos. Y tuavía por socorro,
MARÍN: ¡Partamos! ¡Listo estoy ya! si no los topa mi gente,
Si me viera Su Excelencia allá mi primo y pariente
envidiara mi presencia los chicoteará hasta el Morro.
y mi espíritu marcial COMANDANTE PÁEZ, EDECÁN DE SU EXCELENCIA:
(Pone el pie en el estribo). Disposiciones tan varias
dejan toda ciencia atrás,
Su Excelencia aparece con falucho de plumas y chiripá.
pero no estaría demás
SU EXCELENCIA: sumar las extraordinarias.
¿Ande va usted a encajarse
SU EXCELENCIA:
con su traza de macaco?
¡Qué extraordinarias ni cuernos!...
Venga, no sea badulaco,
Aquí yo mando y ¡chitón!...
¿no ve que va a desarmarse?
¡Vaya la Constitución
No quiero, ¡por San Calistro!,
con su pito a los infiernos!...
que su negra calentura
Yo no entiendo de leyendas
lo lleve a la sepultura
que me impidan ir al trote:
y me deje sin ministro.
mi derecho es el garrote,
Pero, ¿de dónde diablos sale
mi política las riendas.
el meter tanto alboroto?
De esto ni un paso reculo,
Yo nunca me descogoto
si el pueblo me manda torcido
por cosa que no lo vale.
¡pobre ley!, le pego un bufido
MARÍN: (Acercándose con humildad). y lo hago sentar de c…
Es que acaban de escapar… Y yo no hablo de por ver;
SU EXCELENCIA: ya saben mis intenciones,
Ya lo sé… ¡buenas virutas! ¡barajo!, tengo calzones:
deje que los lleve p… al que me la haga hi de j…
luego los han de boliar. Van a ver esos gorgojos
Agorita hice salir si yo me paro en pelillos:
comisiones como cruces. los hi de cargar de grillos
desde los pies a los ojos.
Ni anque jueran avestruces:

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el gobierno de nazar

Hi de hacer otro ejemplar MARÍN: (Huele el chifle y estornuda, extiende la carpeta, la cepilla y le
como el que ya han presenciado: estira las arrugas).
vivos por el empedrado A ver, ¿ya están los dados
los hi de hacer arrastrar. señor Oficial Mayor?
Y después de achucharrarlos
AHUMADA: (Soplando el polvo de los dedos)
en una hedionda prisión,
montados en un pilón Están prontos, sí señor,
hasta Chile hi de aventarlos. emplomados y limados.
(Los pone sobre la mesa).
LOS EMIGRADOS:
Eso se llama energía SU EXCELENCIA:

y firmeza sin igual… Venga don Engañaraz


(Bajo) y diga cómo anda el fondo.
No hay dos como este animal ¿Hay banca?
para hacer una avería. ARGAÑARAZ: (Metiendo el brazo hasta medio cuerpo en una de las colas del
MARÍN: Tranquilo quedo ahora… ¡Bien! frac. Aparte).
¡Por Dios, que está hondo
ARGAÑARAZ: Pienso que tales razones
el bolsón de Barrabás!...
valen más que mis cañones.
(Saca un papel y un bulto).
AHUMADA: Y que mis ganzúas. A la orden que ayer me dio
EL CURA PONCE: Vueselencia, el Tesorero
Amén. responde que no hay dinero,
que ya el erario quebró,
SU EXCELENCIA:
que no hay ni para pagar
Dejemos pues este asunto
un mes sólo a los serenos.
que están mis nervios en cris…
¡A ver: un trago de anís MARÍN: ¿Y el impuesto?
y pasemos a otro punto!... ARGAÑARAZ: ¡Estamos buenos!
(A Marín) ¿El impuesto popular?
Arregle Don la carpeta Con él pagué a Su Excelencia
y mientras llega Garay, lo que anoche ganó a Usía.
moje el gargüero, ¡velay!... MARÍN: Pues que entre la Policía,
(Le pasa el chifle). por ser caso de insolvencia,
Juguemos una peseta…
50 LEOPOLDO ZULOAGA antología de obras de teatro argentino 51
el gobierno de nazar

a reemplazar los serenos; por haber leído unos versos


que así no habrá que pagar, esos tenderos perversos
pudiendo el sueldo atrasar que la multa a sufrir van.
uno o dos años lo menos. Por consiguiente…
LOS EMIGRADOS: LOS EMIGRADOS:
¡Soberbio! ¡Palmerston mismo Alto ahí,
tal concepción no tuviera! eso no le toca al fisco,
(Bajo) cual si se chupara un prisco
¡Dios santo, qué ratonera! si no en mitad.
Esto pasa de cinismo. SU EXCELENCIA:
ARGAÑARAZ: Treinta pesos aquí traje, ¡Cómo así!
último resto obtenido LOS EMIGRADOS:
de los mil que se han pedido Como decimos, señor,
al Síndico del Buen-Viaje. entre nosotros y el juez
SU EXCELENCIA: hay un trato de interés
Eche acá… que cumplimos con rigor.
Nosotros para hacer reales:
ARGAÑARAZ: Item cuarenta,
por el diario, por la ciencia,
por entradas de este día
por el foro, por la influencia,
que entregó la policía
fabricamos criminales;
de multas, según su cuenta. azuzamos, intrigamos,
SU EXCELENCIA: iniciamos cien procesos,
Eche… y como diestros sabuesos
las talegas olfateamos.
ARGAÑARAZ: Doscientos pesotes
Si alguien lee versos, el diario
que el Juez remite…
grita luego: “¡Azotes!, ¡multas!”.
SU EXCELENCIA: Si sus maldades ocultas
¡Cañueta! se citan a un fraile nefario,
ARGAÑARAZ: Por una humana conmuta le defendemos al punto
de una sentencia de azotes. para estrujar al autor.
Empero aún presos están ¿Se persigue a un escritor?,

52 LEOPOLDO ZULOAGA antología de obras de teatro argentino 53


el gobierno de nazar

también es nuestro el asunto. GUDIÑO: ¡Qué mozos tan temerarios!


¿Quiere cerrarse una imprenta?, AHUMADA: Así son los mercenarios…
ya estamos tras el fiscal;
doquier sembramos el mal EL CURA PONCE:

con tal que nos haga cuenta. ¡Se nos metió Satanás!
Por su parte, el Juez aplica ARGAÑARAZ: Pero, señores…
la pena cual la pedimos,
GUDIÑO: No hay pero,
estruja al que le exigimos
con esos suizos belitres.
o, de no, lo crucifica;
y como en este negocio AHUMADA: Son una banda de buitres
mutuamente nos servimos, tratándose de dinero.
el fruto nos repartimos LOS EMIGRADOS:
en amistoso consorcio. ¡Y consiente Vueselencia!...
La mitad para el Gobierno, (Bajo)
de la otra, en justa armonía, En buena estamos metidos
se parte la compañía con este hato de bandidos.
con el arreglo más tierno;
MARÍN: (Con síntomas de pepita)
de modo que de esa suma
¡Prudencia, amigos, prudencia!
de los tenderos, nos toca…
cien justos. LOS EMIGRADOS:
¡Suizos, buitres, mercenarios
Durante este discurso Su Excelencia ha estado guiñando a nosotros! Qué torpe pago
su gente, para que arme camorra a los emigrados.
a los servicios…
ARGAÑARAZ: Parece loca SU EXCELENCIA:
esta canalla de pluma ¡Me c…
cuando siente olor a plata. en sus servicios… canarios!
Pero es el caso, señor… ¿Qué me importan esos malos
SU EXCELENCIA: palotes y algarabías,
(A Argañaraz) si puedo hacer de las mías
Eche acá, se hará mejor y gobernar bien a palos?
la suma de que se trata, ¡Eh!, que se guarden su enojo
y queden todos en paz… los pelagatos trompetas,

54 LEOPOLDO ZULOAGA antología de obras de teatro argentino 55


el gobierno de nazar

yo en asuntos de pesetas
lo que apestillo no aflojo. MARÍN: Vamos; olvidemos esto,
son genialidades, chanzas;
LOS EMIGRADOS:
cada hombre tiene sus cosas
(Asustados y retirándose a un rincón. Bajo)
peculiares mientras manda.
¡La sacamos de mi flor!
Nos roban lo que robamos. LOS EMIGRADOS:

¡Entre qué gentes estamos; (Con entusiasmo)


a un pícaro otro mayor! ¡Oh, sí! Federico el Grande
también las tuvo y famosas;
ARGAÑARAZ: Pero, señores; si al fin
la historia, en su áureo pico
los doscientos de la gresca,
confundirá sin violencia
aún andan de ellos en pesca
el tipo de Su Excelencia
y no están hechos botín.
con el del Gran Federico.
Puede ser, según el juez,
Mañana una apología
que los tenderos apelen,
brillante haremos, señor,
y que los doscientos vuelen
del señor Gobernador
o se reduzcan después;
y otra de su Señoría,
que la paz vuelva reputo
¡qué de virtudes por cientos!...
con lo que decir acabo.
mas… si conseguir pudiera
MARÍN: (Dando un suspiro ahogado) no la mitad, la tercera
¡Eso hubiera dicho el pavo! parte de aquellos doscientos!...
SU EXCELENCIA: SU EXCELENCIA:
(Mirando de reojo) Che, Gudiño, echá la gente
Que el diablo te lleve, bruto. que venga a jugar al monte
LOS EMIGRADOS: aquí a mi lado o enfrente.
(Bajo) ¿Convidaron los demás?
No perdamos la esperanza
AHUMADA: ¿Quiénes?
y recobremos el puesto…
SU EXCELENCIA:
Se enderezan y se acercan a la mesa. Marín sale a su ¡Eh!, por descontado,
encuentro, sonriéndose, con la boca de oreja a oreja. todo fallido o quebrado,

56 LEOPOLDO ZULOAGA antología de obras de teatro argentino 57


el gobierno de nazar

los tramposos y otros más. GARAY: (Llega cubierto de polvo).


Me gustan esos paisanos, Malas nuevas desembucho,
porque nunca en sus gabetas se escaparon, ¡ay de mí!...
hacen falta las pesetas SU EXCELENCIA:
que aliviaron a otras manos; (Se levanta bamboleándose).
que no den nombres pocados,
¿Se escaparon? ¿Cómo así?
me atraco a pillos de jaulas
y no puedo ver, por maulas MARÍN: (Con síntomas de pepita).
a los que llaman honrados; ¡Que se escaparon! ¿Qué escucho?
con que así, recoja la hebra GARAY: ¡Ay!, de nada, lo concibo,
y le mando que me ataje me ha valido la Gramática,
a naides que aquí se encaje política, diplomática,
que no haya hecho trampa o quiebra. ni derecho positivo!
AHUMADA: Allí vienen. ¡No me valió el Peña y Peña
paradojas, turbulencias,
Entra una pandilla de espuelas roncadoras, capas
apolilladas, sombreros grasientos, etcétera. inmunidad y tantas ciencias
que la emigración me enseña!
SU EXCELENCIA: Me he quebrado los tornillos
(Examinando las caras) en estudio consular
¡Buen envase! y no he podido alcanzar
Toda gente de pelea… a esos grandísimos pillos.
sólo aquel… puede que sea Pienso ya con Su Excelencia
medio honrado… pero, pase. que para salir del paso
vale más que un libro, un lazo
El pelotón circunda la mesa, y Ahumada va señalando su y el garrote que la ciencia.
lugar por categorías a los fallidos, a los quebrados, a los
serviles de profesión, a los imbéciles y a los emigrados. Se Escuálido me hacía cruces,
principia el juego de naipes y dados, con intervalos de vino paradójico corría,
y aguardiente. Mucha bulla, reniegos, carcajadas. Marín
hace de maestro de ceremonias y llena constantemente el ¡impunidad!, me decía,
vaso de S. E. Su Excelencia eructa como un trueno cada ¡a qué extremo no conduces!
diez segundos, y de cuarto en cuarto de hora se levanta a
orinar a dos pasos de la mesa, y torna a beber, jugar y Yo aconsejaré al Gobierno
eructar. Los emigrados chilenos retocan la historia de la como de tanto bellaco…
Constituyente e intercalan nuevos caracteres.

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el gobierno de nazar

SU EXCELENCIA: ¡Aquí mis pistolas! ¡Listo!


(Pateando impaciente) ¡Mis pistolas!, ¡mis pistolas!
Al grano, don badulaco, (Corre desalentado a otro cuarto, volteando sillas y mesas;
¡y acabe, por el infierno! confusión general).
LOS EMIGRADOS: MARÍN: (Con el jopo espeluznado)
(Bajo) ¡Se fueron! Voy a morir.
Vive Dios, que el mulatillo No, no lo puedo sufrir,
nos va saliendo pedante, yo muero…
lástima que ese elefante (Cae pataleando).
tenga tan duro el colmillo SU EXCELENCIA:
que sino… ¡cielos divinos!, (Vuelve a aparecer).
le hiciéramos al instante ¡Allá van las bolas!
en estilo altisonante (Tira las boleadoras al medio del grupo).
decir cien mil desatinos…
Exclamaciones, desparramo y disparada.
GARAY: Digo, pues, que he galopado
sin alcanzar a ninguno Me desquitaré con esto,
mas no queda coche alguno de la rabia que me inmuta
ni peón que no haya apresado. ¡y cuidado, hi… de p…
Si parece a Su Excelencia, con hacer un solo gesto!
que los peones se fusilen (Se arroja sobre todos los montones de dinero y hace un atado con
y los coches se aniquilen la carpeta, yéndose con él).
en un fogón, experiencia
Todos los concurrentes permanecen tendidos, unos en el
tendrán en esta ocasión suelo, otros debajo de las mesas.
los que por su mal pecado
quieran fugarse en rodado ARGAÑARAZ: (Alzando con cautela la cabeza por bajo una de las colas del frac).
o con el disfraz de peón. ¿Si estaré vivo?
SU EXCELENCIA: EL NEGRO CHABOT:
(Dando un puñetazo y haciendo saltar los vasos y botellas) ¡Qué copo!
¡Con que se fueron! ¡Por Cristo!
Yo necesito cebar UN TRAMPOSO QUE GANABA:

mi rabia en alguien, matar… Mal haya suerte cornuda.

60 LEOPOLDO ZULOAGA antología de obras de teatro argentino 61


el gobierno de nazar

EL CURA PONCE: ¡Oh, no!, que antes me verán


Aquí anda el Diablo sin duda, tomar veneno…
¡me voy a traer el hisopo! ARGAÑARAZ: (Aparte)
Sale y tras él van levantándose y desapareciendo como ¡Jesús!
sombras los convidados. ¡Si le produce aquel flus
del que se tomó en San Juan!
MARÍN: (Llorando a gritos)
Perdido, sí, estoy perdido… LOS EMIGRADOS:
¿Por qué ese pecho cobarde
LOS EMIGRADOS:
se anonada por tan poco?
No desespere, señor;
¿Su Señoría está loco?
fibra, entereza, valor,
Para vengarse aún no es tarde.
no hay que darse por caído.
Dos pícaros han volado;
MARÍN: ¡Ay!, perderé el ministerio, ¿qué importa? Sólo son dos,
la imprenta, la vocalía, y aún nos quedan, ¡vive Dios!
no me dirán Señoría, por coger un buen puñado.
que es el más grato sahumerio… Godoy, el chico y el viejo,
LOS EMIGRADOS: el cónsul de Manuel Montt,
¡Locura infausta! Sosa, Bustos y don León
MARÍN: (Moribundo) y aquel otro gran conejo
¡Tampoco de don Juan Rosas. Aún más,
se acordarán ya, ¡oh, dolor!, ¿se han olvidado de Videla?
ni aun para hacerme tutor ¿y los dragones? ¡Canela!
siquiera de un triste loco! ¿y otros que aún hay más atrás?
LOS EMIGRADOS:
Su Señoría no es leso
(Aparte) para no contar por cierto
Vaya un imbécil… como enemigo encubierto
todo ese Club del Progreso.
MARÍN: (Con voz de ultratumba)
Esos que le hacen la corte
Perder, con adulón embeleso,
tantas y tantas pitanzas, si pudieran al pescuezo
¡que en tan locas esperanzas le apretaran un resorte.
me pensaba enriquecer!
62 LEOPOLDO ZULOAGA antología de obras de teatro argentino 63
el gobierno de nazar

Son serviles y adulones aurora de patriotismo


que a todo el que arriba sube venid, venid a mis brazos,
hoy le alzan en una nube ahora consiento en vivir,
y ayer fueron sus sayones. puesto que nos han de unir
Eche la vista a los lados: tan estrechísimos lazos.
no hallará más que contrarios,
federales y unitarios, Se abrazan con entusiasmo.
comerciantes y hacendados.
TRÍO FINAL: Que nuestro canto guerrero
Es un pueblito, no hay duda,
y nuestro bello estandarte
de salvajes y bandidos,
saquémosle los sentidos digan de hoy más: “¡Gloria al arte
y cuenten con nuestra ayuda. de robar honra y dinero!”.
Hay mucho que destruir, Tremolan en alto el frac de Argañaraz, como el símbolo más
hay mucho que cosechar; fiel de la idea; Marín abre tamaña boca extasiado.
no hay, señor, que desmayar,
LOS EMIGRADOS:
no hay que dejarse morir.
Si enemigos todos son, (Retirándose en puntillas de pie, entre bastidores)
¡guerra a las bolsas de todos! Vaya un mundo impertinente
Para arruinar hay mil modos para un pueblo, y cual el fruto
a quien haga oposición. que de un imbécil y un bruto
Fundemos aquí el imperio saca la Constituyente.
de nuestra Constituyente
y mientras el sol caliente
seremos el ministerio. FIN
MARÍN: (Volviendo en sí)
Mendoza, 10 de septiembre de 1860.
¡Oh, apóstoles del saber!
¡Oh, mártires de un tirano
que no comprendió, inhumano,
todo vuestro gran valer!
Soles de liberalismo,
de democracia lumbreras,
de altiva honradez palmeras,

64 JUAN BAUTISTA ALBERDI antología de obras de teatro argentino 65


De mal en peor
Pedro Echagüe
> de mal en peor
Comedia en un acto.

PERSONAJES (Por orden de aparición)

PACIENTE
JUANITA
ROMPEGALAS
BRAULIO
CALICHE
MULQUE
DON POLICARPO

ACTO ÚNICO

EL TEATRO REPRESENTA UNA CALLE: A LA IZQUIERDA DEL


ACTOR HAY UNA CASA CON PUERTA DE ENTRADA Y UN BALCÓN.
ES DE NOCHE. SALE PACIENTE Y SE DETIENE FRENTE AL BALCÓN.

ESCENA PRIMERA

PACIENTE: Un postigo se halla abierto,


y transparenta el cristal,
la luz que alumbra la alcoba
de mi adorada beldad.
Vela por mí…
Suenan las doce.

Son las doce,


ya poco debe tardar.
Esperaré aun cuando el hielo

antología de obras de teatro argentino 69


de mal en peor

descienda mi sangre a helar. JUANITA: Aunque la noche es obscura


Ser tan pobre como soy… (Se va retirando del balcón y no es fácil atinar…
hasta quedar en la vereda opuesta). me parece que aquel bulto… (Tose).
Ser su padre tan tenaz,
PACIENTE: ¡Dios mío! Esa es la señal… (Va hacia el balcón).
tan caprichoso… ¿ah, qué estrella
¡Juanita!
me trajo un día a su umbral?
Ya se ve; huérfano, aislado, JUANITA: ¡Paciente, amigo!...
sin parientes, sin hogar, PACIENTE: Bella mía, ¿cómo estás?
y con instintos opuestos JUANITA: Sin verte, amándote tanto,
a los de todo haragán, ¿cómo lo podré pasar?
quise aprender algún arte ¿Recibiste mi esquelita?
y ocasión tuve de hallar
en el padre de Juanita, PACIENTE: Bien te lo puede explicar
un profesor especial, el hecho de hallarme aquí.
un joyero cual no cuenta Tu buena prima Pilar
otro alguno esta ciudad. nunca excusa en tu servicio
Pero si el cincel mostró hacer lo que a hacer le das;
en mi mano habilidad, y hoy de mañana…
fue al par que en mi alma sentía JUANITA: Bien, pues,
crecer de amor un raudal. no hay tiempo a desperdiciar,
Joven Juanita, yo joven, y en breves palabras quiero
ella bella sin igual, decirte amigo lo que hay.
yo sensible hasta el extremo, Seis meses van ya corridos
generosa ella demás, desde la noche fatal
ambos caímos bien pronto en que mi padre de casa
en extravío fatal. te arrojó tan sin piedad:
seis meses desde esa noche
que en juramento formal,
ESCENA SEGUNDA declaré delante de él
cual lo pudiste escuchar,
Paciente y Juanita. Al balcón. ser tuya, o morir soltera

70 PEDRO ECHAGÜE antología de obras de teatro argentino 71


de mal en peor

si no lo podía lograr. ¿Piensas la pueda olvidar?...


Desde ese entonces, continuo Esta noche es, prenda mía,
mi padre alardeando está víspera de tu natal,
ser el más condescendiente y aun que mi presente es pobre
de cuantos padres habrá. anticipado ahí va. (Tira al balcón un anillo envuelto en un
PACIENTE: Condescendiente en el nombre, papelito).
tirano en la realidad. JUANITA: ¡Hermoso anillo!
JUANITA: Clasifícale cual gustes, PACIENTE: No tiene
mas déjame continuar. más mérito que el de estar
Desde ese entonces, repito, trabajado con el oro
me amonesta sin cesar que comienzo a ganar ya.
que pasee y me distraiga, JUANITA: ¿Tuya es la obra?
y busque cuanto a mi edad
pueda prestarme ilusiones, PACIENTE: Sí, mía.
pueda mi antojo llenar; JUANITA: Te felicito por más.
pues si para darme pruebas Pero vuelvo a mi relato,
de su mucha voluntad, que importa no descuidar
tiene que sufrir me ausente que la hora avanza y pronto
esposa de algún galán, nos debemos separar.
soportará hasta mi ausencia Tú conoces cuán chistosa,
caro Paciente, con tal cuán amena y popular
que te olvide!... es mi prima, para quien
PACIENTE: ¿Habrase visto no hay irremediable mal;
persistencia más bestial? y ha tomado por su cuenta
¿Conque porque mía no seas, el que sufro, remediar;
más que seas de un patán? explotando de mi padre
la conducta en uso actual.
JUANITA: De su ofrecimiento amigo, Con tal intento, ha dos meses
ventaja piensa sacar. que intriga sin descansar
¿Qué noche es esta? haciendo creer a tres tercos,
PACIENTE: ¿Qué noche?... averiados además,

72 PEDRO ECHAGÜE antología de obras de teatro argentino 73


de mal en peor

que tengo hacia sus personas JUANITA: ¿Qué bien? El de hacerme tuya.
un afecto singular: PACIENTE: ¡El camino es singular!
esto, por supuesto, lo hace
JUANITA: Pero no dudoso.
contando conque no hay
la relación más pequeña PACIENTE: ¿Cómo?...
entre los tres a burlar. JUANITA: ¿Crees acaso que podrá
Y ellos, que admiten por mías ser mi padre indiferente
las misivas que les da a la impresión infernal
fraguadas allá a su antojo que de mis tres pretendientes
mi buena prima Pilar, al verlos recibirá?
han tenido ya el coraje Yo estaré por el más feo,
de procurarme y trabar él por ninguno estará
diálogos en que la duda y ya que no sea esta noche,
dejé estudiosa al final. mañana a mucho tardar
Ahora bien, a fundamento conocerá sus personas…
de ser mañana San Juan,
PACIENTE: ¿Pues no las conoce ya?
y con anuencia obtenida
de mi padre en especial, JUANITA: Sólo de nombre.
a traerme una serenata PACIENTE: Está bien,
cada uno en particular, prosigue amiga, ¿qué más?
precisamente, sin falta, JUANITA: Lo demás es de esta farsa
mis tres tenorios vendrán. el objeto principal.
PACIENTE: Y de semejante farsa Diré que quiero casarme,
¿qué bien, di, reportarás? no lo permito dirá
Si se encuentran aquí, acaso mi padre… le porfiaré
haya una gresca fatal… tal vez me porfíe él más;
JUANITA: Tienen horas señaladas le acordaré sus promesas
y a sus horas llegarán. y no las podrá negar,
pero buscando en la lucha
PACIENTE: Persisto en lo dicho, amiga,
términos para transar,
¿qué bien vas a reportar?...
te recordaré, y entonces,

74 PEDRO ECHAGÜE antología de obras de teatro argentino 75


de mal en peor

cierta estoy, te aceptará BRAULIO: (Dentro)


como prenda intermediaria Gracias, señores:
para afirmarse la paz. lindo ha estado y sin el susto
PACIENTE: Quiera el cielo, amiga mía que me ha llevado, mi gusto
que termine bien tu plan. alcanzará a los mayores.
¡Muy buena noche!...
JUANITA: Escucha, siento pisadas…
ROMPEGALAS: Eso no,
PACIENTE: Yo también siento se dan. que si un ataque le gusta,
Tal vez del primero sean (En aire burlón) con otro ataque se ajusta
que al viento viene a arrojar el gusto que al susto huyó.
las notas que en dulce son Por otra parte, preciso
anticipen tu natal: completar mi diligencia,
prudente es que me retire… y Juanita su presencia
JUANITA: No lejos de por acá, hasta aquí traerme no quiso.
que importa todo lo observes. ¡Ataque!
Se repite el ataque y el baile.
ESCENA TERCERA
BRAULIO: ¡Por Dios, ya basta!
ROMPEGALAS:
Rompegalas, un tambor y un trompa.
Paciente se retira por un bastidor de la derecha del ¿Qué ha de bastar, señor mío?
espectador, apareciendo a ratos por el fondo del mismo mientras no me quite el frío
costado.
aquí juro hacerme plasta.
ROMPEGALAS: Juanita además, no aporta,
Muchachos, esta es la casa, y a ella destino una diana,
y este es el campo del ataque (Dando un golpe con el pie en que durará hasta mañana
el lugar que se para)
consultando sea corta…
la trompa sus sones saque,
¡Diana! (Se toca).
atruene el tambor la plaza.
¡Ataque! BRAULIO: (Dentro, después de oír la diana)
¡Juanita, por Dios!
Tocan ataque unos breves momentos y Rompegalas baila ¿qué te has hecho?... ¿Así me dejas
en un pie girando sobre el otro.

76 PEDRO ECHAGÜE antología de obras de teatro argentino 77


de mal en peor

despedazar las orejas BRAULIO: (Aparte)


con el ruido más atroz? O estoy soñando despierto
¡Juana! (Llamándola). o no sé lo que me pasa…
¿Yo hacer cuartel de mi casa
JUANITA: ¡Señor!
regenteado por un tuerto?...
BRAULIO: ¿Qué te has hecho? ROMPEGALAS:
JUANITA: Pero señor, ¿qué he de hacerme? ¡Con cuánta atención me mira! (Aparte).
con la diana entretenerme
BRAULIO: ¡Con cuánto aplomo se queda! (Idem).
repantigada en mi lecho.
ROMPEGALAS:
ROMPEGALAS:
¡¡Diana!! (Se toca). Si hay algo en que servir pueda…
BRAULIO: (Dentro). BRAULIO: Sí, mi señor Rompelira.
¡Esto ya es insoportable! ROMPEGALAS:
(Abre la puerta de calle y sale a la escena con gorro de dormir, en Rompegalas, mi señor.
mangas de camisa y con pantalón, caminando sólo con las BRAULIO: Dispense usted si confundo…
medias).
ROMPEGALAS:
¡¡Caballero!!... (¡ay Dios, un tuerto!...) Yo solo quedo en el mundo
ROMPEGALAS: de tal nombre portador
Se sorprende usted, ¿no es cierto? y no es extraño…
Nada más justificable.
Yo no tenía el honor BRAULIO: Pues bien…
de conocer su persona, señor Rompe…
pero tanto bien me abona ROMPEGALAS: Rompegalas.
mi corneta, y mi tambor. (Señalando a ambos).
BRAULIO: Siento mis orejas malas…
Ignoro si usted sabrá
malas mis piernas recién.
que soy Julián Rompegalas,
Sin duda el aturdimiento…
o el sargento come balas
como se me nombra ya. la emoción… la hora y el frío…
Pero estoy de amor furioso En resumen, señor mío (Incómodo),
por aquel ser de su ser (Señalando al balcón) quiero dormir al momento.
con quien usted puede ver Este traje no es a fe
en mí un hijo y un esposo. propio para hacer la corte,

78 PEDRO ECHAGÜE antología de obras de teatro argentino 79


de mal en peor

y espero que usted se porte ROMPEGALAS:

generoso, yéndose. Esta es mi mano. (A Braulio).


ROMPEGALAS:
¡Con que hasta mañana!
Como soldado me agrada BRAULIO: ¡Amén!
la franqueza, ¡vive Dios!
y veo que entre los dos
puede ser bien observada; ESCENA CUARTA
pero para dar aliento
a mi amante corazón, Braulio, Paciente. Al fondo.
quisiera sobre el balcón BRAULIO: ¡Estoy abismado!... ¡y luego,
ver a Juanita un momento. sobre abismado, furioso!
BRAULIO: ¡Juana!... ¡Juana!... (Parándose junto al balcón. Llamándola a PACIENTE: ¿Quién te inspiró viejo odioso
gritos). jugara tu hija con fuego?
JUANITA: (Dentro) ¡Padre, voy! BRAULIO: De mal grado estuvo Dios
Buenas noches, Don Julián. (Asomándose). cuando inventó la mujer,
ROMPEGALAS: pues en ella hubo de hacer
Hurí de las del Corán del capricho un saco atroz.
buenas también te las doy. ¿Después de aquellos amores
JUANITA: Mi padre está un poco enfermo de Juanita con Paciente,
y es preciso se recoja. hoy ella admite imprudente
ROMPEGALAS:
de este cíclope las flores?...
(Aparte) Ella que tanto burlaba
¡Y hoy tan luego se le antoja las caras de mascarón,
enfermarse a este estafermo! para su propia irrisión
Será hasta mañana. (A Juanita). hoy un mascarón alaba;
y es lo peor que ni derecho
JUANITA: Bien.
me cabe reconvenirla,
ROMPEGALAS:
pues que yo supe decirla
¿A qué hora?
podría hacer lo que ha hecho.
JUANITA: Lo más temprano (Se entra).
que se pueda.

80 PEDRO ECHAGÜE antología de obras de teatro argentino 81


de mal en peor

ESCENA QUINTA de exprofeso te mandé,


tú las sabes, y ahora sé,
Juanita al balcón, luego Caliche y el Muleque. que en que las sepa te empeñas?
JUANITA: Se ha entrado… tras sí cerrando MULEQUE: Ya trumpizamos señó
la puerta a llave y cerrojo: crun lo portón.
si lo espanta el de un solo ojo
CALICHE: Pues descanso
¿qué no hará todo mi bando?
dale a la máquina, ganzo,
Siento pisadas, y allí
que lo demás lo haré yo.
a corta distancia, veo
sombras que a mi juicio, creo Al verlos Juanita en medio de la escena, dice los siguientes
versos y se retira cerrando el balcón
son de la gente en marcha aquí. (Medio se oculta).
CALICHE: (Saliendo) Muleque, ¿andamos ya cerca? JUANITA: Mientras a su desempeño
(Saliendo por el fondo derecho del actor. Muleque trae un se da esta otra división,
organito al hombro). blando asiento en mi colchón
buscaré, ya que no sueño.
MULEQUE: Sin señó, mi cencritita.
CALICHE: Llama a la puerta, Muleque.
CALICHE: Si ves que alguien viene, evita
llegar, ¡que hay gente muy terca! El negro da con el llamador ocho golpes seguidos.

MULEQUE: Su mincé ya conocía BRAULIO: (Dentro) ¡Santa Bárbara bendita!...


ra casa?1 A quien sea Dios permita
CALICHE: Si fuese así, que la mano se le seque
carbón del diablo, de ti,
Muleque da 14 golpes.
¿para qué, di, me valdría?
La dulce prenda a quien vengo ¡Santo Dios de la Paciencia!
a celebrar, la he tratado ¿qué delito he cometido
allá en un barrio apartado, para morir aturdido
en casa que amistad tengo. entre atronante insolencia?
¿A que tomaras las señas CALICHE: ¿Respondieron?
MULEQUE: Sin señó.
1. En la jerga empleada por el negro, es indispensable que la erre se emplee con el valor de ere
aun cuando se halle al principio de palabras.

82 PEDRO ECHAGÜE antología de obras de teatro argentino 83


de mal en peor

CALICHE: Pues allá va mi esquinazo. CALICHE: Como se calla esa ingrata,


MULEQUE: Minjó que lotro gorpazo… que acaso oyó mi tocata,
que acaso mi voz oyó.
CALICHE: ¡Calla! Que a llamar voy yo. (Toca algún pequeño trozo).
MULEQUE: ¿Re gómprio otra vez?
BRAULIO: (Dentro) Gracias, mil gracias, señores…
CALICHE: Primero
o señor, su acaso es uno;
de mi música el sonido,
salir me fuera importuno…
otra vez busque el oído
sintiendo estoy mil dolores.
de esa cruel alma de acero.
Mañana me haré visible
a cualquier hora del día. Toca otra vez el órgano, y al concluir llama Muleque con
nuevos golpes. Braulio abre de pronto la puerta y se
CALICHE: Respóndemele a ese Usía presenta en el traje que apareció anteriormente, y con un
que es un mal criado insufrible: grueso garrote en la mano.
que no busco su persona
ni gusto tendría en verla,
que es Juanita, es esa perla ESCENA SEXTA
la que mi venida abona. (Hace señas a Muleque
y este vuelve a dar golpes en la puerta). Caliche, Muleque, Don Braulio y luego Juanita al balcón y
Paciente al fondo.
BRAULIO: (Dentro) ¡Basta ya por Barrabás! BRAULIO: (Dentro) ¡Esto es ya inaguantable!
MULEQUE: Dice er amo a su mincé ¿Quién es usted? (A Caliche, saliendo) ¿Qué pretende?
que es un ambitrioz y que CALICHE: Si a lo que vengo no entiende
no re importa vere más; excusado será que hable.
que ará cama se cariente
y que repache aca ñiña, BRAULIO: ¿Añade usted la ironía
cararé prata re piña al imperdonable insulto
branco eré mafiel ro riente que asociado de ese bulto (señala a Muleque)
y yo ingrego pa mi cuenta aun se me hace todavía?...
que su mincé es un man criao, CALICHE: Usted se empeña en debates
que re gorpiao… ¡re gorpiao!... en que a fe, no quiero entrar.
y amber quien es no presenta
BRAULIO: Es que usted ha creído hallar
Ya ro reté y se calló. (Viniendo de carrera hasta donde está Caliche).
mi casa, casa de orates:

84 PEDRO ECHAGÜE antología de obras de teatro argentino 85


de mal en peor

y para el torpe insolente ¡Adiós tirana deidad


que ordenó hacerme pedazos flor asida a estéril piedra!...
la puerta, a tener dos brazos En este carbón de piedra
no le dejara ni un diente. más que en ti cabe lealtad.
¡Ah, Juana, Juana, hija mía!... (Vase por donde entró).
(Mirando al balcón).
PACIENTE: Este ya va desahuciado
De tu desquite soy blanco,
con la música a otra parte.
antes un tuerto, ahora un manco,
¡que faltará todavía! BRAULIO: ¿Pero en qué tiempo y con qué arte
Juana estos monstruos ha hallado?
JUANITA: Señor Caliche, escuché (Asomándose)
Tentaciones de subir
con gusto su primer pieza
hasta su alcoba me dan
y hasta olvidé la torpeza
y aplicarle allí de plan
del preliminar de usté,
hasta obligarla a decir…
pero el modo escandaloso
Pero Braulio, tente y cuenta
con que después se ha portado,
que tú el de la culpa has sido,
su educación me ha mostrado
le negaste un buen marido
y su falta de reposo.
ella te ofrece una afrenta.
Puede usted, por consiguiente,
(Se entra y cierra la puerta).
marcharse y no volver más,
que yo no sufro jamás
acción alguna insolente: ESCENA SÉPTIMA
usted faltando a mi padre
faltó a la familia entera, Don Policarpo, Braulio, y algunos niños: dos traen faroles
con luz, otro un banquito sobre el cual se sienta Policarpo
y aquí… sépalo siquiera que viene cubierto de una capa con la cual cubre el
ni cuzquito hay que nos ladre. violoncelo; su figura no sólo es ridícula sino extraña, y lo
particulariza una gran joroba y el tartamudeo con que habla.
CALICHE: Muleque, toma el cajón
(Le ayuda a alzarlo). POLICARPO: Bartolo, ti-ti-ti-tira
mi ca-capa, que el fri-frío,
MULEQUE: Ya ro tengo sobre é romo.
me pa-pasa los hue-huesos,
CALICHE: (Para sí). Como prudente, me como y te-temo un res-frio-frío.
de mi rabia la impresión. Ta-también mi instru-trumento

86 PEDRO ECHAGÜE antología de obras de teatro argentino 87


de mal en peor

siente hela-ladas sus venas, BRAULIO: (Dentro). ¿Otra vez?... ¡Ay Dios, me muero!...
y pue-pueden sa-saltar Ya no sé lo que me pasa…
cual de mi-mialma las penas. Uno cree cuartel mi casa,
BARTOLO: ¿Pero señor, si ya estamos otros la creen reñidero;
al pie mismo del balcón y si lo primero fue
y a qué abrigar el violón detestable hasta lo más
si al aire libre lo precisamos? no va lo segundo atrás
ni queda atrás lo tercero.
POLICARPO: Pues ento-tono el gaznate
De manera que en rigor,
(Hace por preparar la garganta)
por lo que sigo sufriendo,
y za-zampo el esquinazo.
puedo decir que voy yendo
Se sienta en el banquito "o silla sin respaldo" de donde se sin tregua de mal en peor,
levantará cuando sea necesario, saliendo por detrás, para sin tregua, de mal en peor.
no voltear el violoncelo que dejará delante del asiento y será
sostenido por un niño, mientras no vuelve Policarpo a BARTOLO: Sí, señor.
ocuparlo: dos o más violines u otros instrumentos, tocarán
detrás de bastidores un simple acompañamiento al POLICARPO: ¿Y qué?
desentonado eco con que Policarpo se empeña en cantar,
figurando a la vez pulsar las cuerdas del violoncelo en BARTOLO: Que esa
remedo de pizzicato.
la música, cual allá
BARTOLO: Y si la niña hace caso jamás se la imaginaron.
del canto, se rinde al trote. POLICARPO: ¿De-de-debo repetir?
POLICARPO: (Canta) En el tie-tie-tiempo de María Castaña BARTOLO: ¿Cómo no? Tras el efecto
una ga-gallina solía ca-cantar conseguido, en mi concepto
con el ca-careo de ca-caramba se debe otro producir.
los gallos nos hacen ca-ca-ca-carear
POLICARPO: Pues allá-ya-ya-ya voy.
Pío-pío-pío-pío-pío-po.
Pío-pío-pío-pío-pío-po. BARTOLO: Y yo a la puerta a observar (Va hasta ella y espía
¡Cocorocoó! por el ojo de la cerradura).
Por lo que pueda tronar
Sale del asiento, golpea las manos sobre los muslos aquí a la mira me estoy.
estirando los brazos como en remedo del aleteo y vuelve a
su asiento después de repetir tres veces el cocorocó. Los POLICARPO: (Canta). Hermo-mosa estrella-sa-sale al balcón
niños todos remedan el cacareo, evitando hacerlo a un
tiempo: Bartolo da golpes en la puerta. que Po-policarpo vie-viene a cantar,

88 PEDRO ECHAGÜE antología de obras de teatro argentino 89


de mal en peor

con el ca-careo del ca-ca-caramba cuando sois todos vosotros


los gallos nos hacen ca-ca-ca-carear. lo más raro que hasta hoy vi?
Pío-pío-pío-pío-pío-po. POLICARPO: Yo… yo… yo…
Pío-pío-pío-pío-pío-po.
JUANITA: (Saliendo) ¡Cuánta crueldad!...
¡¡Cocorocó!!
BRAULIO: ¿Recién descender te place?
Los niños lo hacen como la primera vez: Bartolo pega un
brinco y dispara de la acera gritando. JUANITA: Es que recién usted hace
la más negra iniquidad.
BARTOLO: ¡Sálvese el que pueda! ¡Amedrentar al más manso!...
POLICARPO: ¿Qué hay? (Sumamente asustado). BRAULIO: Yo también soy manso a fe,
El niño que ha tenido el violoncelo se dispara con él por el y mi paciencia apuré
bastidor más inmediato; los otros se dispersan llevándose machacada hoy sin descanso.
los faroles y el banco. Braulio abre la puerta y se presenta
armado de una lanza. De mi sangre a tal extremo
siento agitada la acción
que a no perder la razón
ESCENA OCTAVA reventar ardido temo.
JUANITA: Pues otro tanto, señor,
Policarpo, Braulio, Juanita, Paciente, al fondo.
puedo yo decir de mí.
BRAULIO: (En ademán de atropellar a Policarpo)
POLICARPO: ¿Y qué-qué-ha-hago aquí?
¿Qué ha de haber?... ¡Pero que miro! (Retrocediendo)
no es un hombre, es un vampiro JUANITA: Interrogue usted su amor.
de cría del Paraguay. BRAULIO: ¿Y este sátiro también
tiene corazón para eso?
Policarpo se pone a temblar.
JUANITA: ¿De su pasión al exceso
Vete de aquí condenado,
no está penando recién?
o en la punta de esta lanza
En festejo de mi día
si no trae forro tu panza
viene amoroso esta noche
te elevo al aire ensartado.
y de su canto en reproche
¿Qué habéis pensado de mí
salta usted como una arpía;
ya los unos, ya los otros
y por matar mi esperanza

90 PEDRO ECHAGÜE antología de obras de teatro argentino 91


de mal en peor

dándome un nuevo dolor, le perdí… porque usted quiso


contra el dueño de mi amor asesinar mi ilusión,
enristra usted una lanza. trocando en negro panteón
BRAULIO: ¿Con que es este ¡Santo Dios! mi soñado paraíso.
el preferido en los tres? Loca entonces o por lo menos
pues si ello es así, lo es frenética hasta lo más,
por ser él el más feroz. juré procurar la paz,
en el reino de los buenos;
JUANITA: ¿Y qué importa la belleza
Don Policarpo es un santo
sin virtudes en el alma?
de la esfera a que me atengo,
Padre, le pido a usted calma,
y a pedirlo esposo vengo…
no obre usted con ligereza.
y, o soy de él, o de este manto (Desenvuelve un manto de
Bajo el peso de los años capuchina que trae debajo del brazo y lo coloca sobre sus
la hermosura desaparece, hombros).
mientras la virtud acrece
si la instruyen desengaños; BRAULIO: ¡Juana! (¡terrible dilema!)
y en la vida conyugal Con que quieres… ¿Y tú dime (A Policarpo),
la hermosura verdadera, quieres?...
está en la paz, si ella impera, PACIENTE: ¡La escena es sublime! (Desde el fondo y riendo).
no en el bulto personal.
BRAULIO: Vamos, responde postema;
Este nuevo Cuasimodo (Señalando a Policarpo)
¿quieres?... (Arremangándose el puño de la camisa
este extracto de fiereza, del brazo en que tiene la lanza).
para mí, con mucho pesa
más que otro hombre lindo en todo. POLICARPO: ¿La lanza?... No… no… (Retirándose).
Si a los instintos de su alma BRAULIO: ¿Casarte?
pudiera usted penetrar,
POLICARPO: Sí-sí-sí-sí. (Siempre retirándose).
cierta estoy, la habría de hallar
digna de divina palma. BRAULIO: ¿Con ella?...
Cuando por primera vez JUANITA: (Con empeño) ¡Se habla de mí!
ardió en mí de amor el fuego, BRAULIO: ¡Calla! que el que habla soy yo.
el más hermoso mancebo ¿De qué vives?... ¿Con qué cuentas?… (A Policarpo).
su amor juraba a mis pies;

92 PEDRO ECHAGÜE antología de obras de teatro argentino 93


de mal en peor

POLICARPO: Te-te-tengo dos-dos rentas. de quien eres, digno no es.


JUANITA: Es albeitar con despachos Yo tengo de qué vivir,
y pasante de una escuela. tú eres joven y algo bella,
y acaso al cénit tu estrella
PACIENTE: ¡Qué aprenderán, por su abuela
recién empieza a subir.
los infelices muchachos!
Ser mujer y caprichosa,
BRAULIO: ¿Con que te hallas decidida?... (A Juanita). antojadiza y porfiada,
¿Con que te hallas decidido?... (A Policarpo enristrando la por experiencia alcanzada
lanza). sábese, es la misma cosa.
Pues antes que seas marido Atendida esta razón,
voy a arrancarte la vida. y atendida mi promesa,
Policarpo se dispara. perdono tu ligereza,
perdona mi exaltación.
JUANITA: ¡Padre, por Dios!... (Arrodillándose delante de
JUANITA: ¿Y este vacío que queda?...
Don Braulio, como intentando impedir que siga a Policarpo).
(Señalando el corazón afectadamente).
BRAULIO: (En aire de triunfo). ¡Se fugó!...
BRAULIO: ¡Ya lo llenarás!
JUANITA: En su lugar aquí quedo;
JUANITA: ¿Con qué?
hiera usted, no tengo miedo… (Presentando el pecho).
BRAULIO: Con otro que te ame a fe
BRAULIO: ¿Yo, tu asesino? ¡Ah, eso no! (Alzándola) y que honrarte demás pueda;
que si en mi loco arrebato un artífice… un doctor…
me desconozco a mí mismo,
JUANITA: ¿Un artífice? (Con sumo interés) Aquí tengo…
aun así en tu dicha cismo,
la obra de…
de tu dicha sólo trato.
Juana del alma, hija mía, BRAULIO: (Aparte)
transemos; hace un instante ¡Vamos, un rengo!
que con lenguaje insinuante JUANITA: Un joyero superior
tu voz calma me pedía. (Presentando la sortija que le dio Paciente).
Transemos, transemos, pues;
BRAULIO: ¿Un joyero?... ¿Un hombre de arte?
ese orangután cobarde…
¿del arte mío?
reconócelo, aún no es tarde,

94 PEDRO ECHAGÜE antología de obras de teatro argentino 95


de mal en peor

JUANITA: ¡Es verdad! BRAULIO: ¿Y los otros?... (Admirado).


BRAULIO: (Virgen de la Caridad, JUANITA: ¡Padre mío,
ponte esta vez de mi parte). perdón!... Farsa ha sido todo;
¡Precioso trabajo!... ¿Y bien, yo procuraba a mi modo
de quién, y cómo lo hubiste? lograr lo que ver confío.
JUANITA: De un hombre que llora triste BRAULIO: ¿Pero nos falta el sargento
su amor y perdido Edén. citado para mañana?
BRAULIO: ¿Y a dónde se halla? JUANITA: Venga cuando le dé la gana,
PACIENTE: (Saliendo) sabrá de mi casamiento.
¡Aquí está! BRAULIO: Te anticipas…
JUANITA: Sí, pues leo
ESCENA ÚLTIMA en su corazón precioso,
que acepta usted por mi esposo
Braulio, Juanita, Paciente. a quien esposo deseo.
BRAULIO: ¡Paciente! BRAULIO: Hija, es la verdad, y añado,
que andando de mal en peor,
PACIENTE: El mismo, señor.
al término lo mejor,
BRAULIO: ¿Con que es tuyo este primor? a los tres nos ha alcanzado.
PACIENTE: Mejor trabajo hago ya.
BRAULIO: ¿Y en qué tiempo has aprendido?
FIN
PACIENTE: En esas horas serenas
de la noche, en que mis penas
dar no podía al olvido.
BRAULIO: ¿Con que la sigues amando?
PACIENTE: Y la amaré hasta la muerte.
BRAULIO: (A Juanita) ¿Crees tú que él hará tu suerte?
JUANITA: Sin él viviré penando.

96 PEDRO ECHAGÜE antología de obras de teatro argentino 97


El sombrero de
Don Adolfo
Casimiro Prieto Valdés
> el sombrero de don adolfo
Caricatura político-dramática, en un acto y en verso.

PERSONAJES ACTORES
PATRICIA Doña Eloísa Baena De Bouron
DON DOMINGO Don Manuel González
DON ADOLFO Don Alfredo Cirera
DON NICOLÁS Don Eduardo Carbajo
UN CRIADO Don Miguel Carbajo

LA ESCENA EN BUENOS AIRES, OCTUBRE DE 1874.

AL QUE LEYERE
El autor, en descargo de su conciencia literaria, se apresura a declarar que
las palabras subrayadas que pone en boca del histórico personaje Don
Domingo, pertenecen a este exclusivamente.

ACTO ÚNICO
SALA RICAMENTE AMUEBLADA. PUERTA AL FORO Y DOS
LATERALES: LA DE LA DERECHA DEL ACTOR CUBIERTA CON UN
POITIER. AL LADO DE ESTA UN BALCÓN. AL LEVANTARSE EL
TELÓN APARECE PATRICIA LEYENDO UN PERIÓDICO. ÓYENSE
DENTRO REPETIDOS CAMPANILLAZOS.

ESCENA PRIMERA

PATRICIA, CRIADO

PATRICIA: ¿Quién llama con tanto fuero?

antología de obras de teatro argentino 101


el sombrero de don adolfo

Ya estoy de visitas harta. Con él, dentro de un momento,


¿Qué hay? pues lo exige su interés,
CRIADO: Tome usted esta carta iré a ponerme a sus pies.
que me entregó un caballero. Su amigo leal…”
(Declama)
PATRICIA: ¿Espera? Presiento
CRIADO: Marchose ya. que no me ha de hacer feliz
(Vase). ese plan tan seductor.
PATRICIA: No sé qué nuevo temor Campanillazo dentro.
me asalta, que ya el valor
abandonándome está. De seguro que el doctor
(Mirando la carta) me presenta un infeliz.
Letra del doctor… me exalta (Al criado, que sale)
tanto empeño… ¿Han vuelto a llamar?
(Lee). CRIADO: Sí, a fe;
“Cara amiga; ahí fuera está un sombrero,
la necesidad me obliga dije mal, un caballero
a hablar con usted sin falta. que quiere hablar con usted.
Una entrevista le pido
PATRICIA: ¿Será, tal vez, el doctor
por cuestión de alto interés,
que aquí estuvo la otra tarde?
y pues la pido cortés
espero ser recibido. CRIADO: No es él.
Muchos desean su amor, PATRICIA: Pues dile que aguarde,
mas de hacerla feliz trato que estoy en el tocador.
presentando un candidato (Vase izquierda).
que me parece el mejor.
No le trate con desdén,
porque es intenso su afán; ESCENA SEGUNDA
usted conoce al galán
DON ADOLFO, con un sombrero descomunal, que deja en
y el galán la quiere bien. una silla. CRIADO

102 CASIMIRO PRIETO VALDÉS antología de obras de teatro argentino 103


el sombrero de don adolfo

CRIADO: Pase usted, la señorita pues soy amable, galán


no va a tardar en salir. y he de amarla mientras viva.
(Vase) Quiero luchar sin temor
y tendré, de amores ciego,
D. ADOLFO: Vamos, esto no es vivir,
contra sus desdenes, fuego,
mi alma su amor necesita.
contra su desvío, amor.
Si me desdeña, por Dios,
De fijo la doy flechazo
que a mi rival le irá mal,
y peca si oye mi pico;
pues mato hoy a mi rival
si me desdeña, suplico,
de una pesadumbre… o dos.
si acepta mi amor… ¡la abrazo!
Es tan bella la doncella,
Al ver su rostro hechicero
que al mirarla el alma mía
lanzo de amor un suspiro.
se deleita y se extasía
Si dice que sí, ¡respiro!
y pena amante por ella.
Si dice que no, ¡me muero!
Por más que la cause enojos,
Ella es mi único placer
¿cómo no quiere que estalle
y a abordarla voy sin miedo.
si me enamora su talle
¡La necesito! ¡No puedo
y me asesinan sus ojos?
pasar sin esa mujer!
¡Esto es hecho! mi pasión
(Mirando por el balcón)
la confieso con afán
¡Mas qué veo! Hacia aquí
y o renuncia a otro galán
se encamina ese simplón
o no tiene corazón.
con su amigo… ciertos son
Pronto saldremos del paso;
los toros. Mas no perdí
sale, la miro, me mira,
la partida. ¡Por quien soy
lanzo un suspiro, suspira,
que a la niña no se arrima!...
la hablo, la rindo y me caso.
Y lo que es él, se aproxima…
Mas si por otro, falaz,
¡Y lo que es yo, no me voy!
me olvida y en furor entro,
Pues estoy solo, me oculto
salgo, le busco, le encuentro,
y así al fin podré saber
le hablo, le mato y en paz.
lo que se propone hacer,
Pero imposible es que esquiva
y después le busco el bulto.
se muestre a tan hondo afán,
(Se oculta tras del poitier).

104 CASIMIRO PRIETO VALDÉS antología de obras de teatro argentino 105


el sombrero de don adolfo

ESCENA TERCERA D. NICOLÁS: Al fin.


D. DOMINGO: Sé en enamorarla diestro.
DON DOMINGO, con bastón, DON NICOLÁS, CRIADO,
DON ADOLFO (oculto) D. NICOLÁS: Con tan insigne maestro
venzo o soy un galopín.
CRIADO: Entren ustedes.
D. DOMINGO: Pues pretendes con ardor
D. NICOLÁS: ¡Qué criado
a esa doncella rendir,
tan obsequioso y cumplido!
has de mentir y mentir,
D. DOMINGO: ¡Por Cristo que estoy rendido! te lo dice tu Mentor.
CRIADO: Pues espere usted sentado. D. NICOLÁS: Jamás pagarle podré
(Mirando a todos lados) tanto favor y desvelo…
¡Calle! ¿y la otra visita? ¡Usted es mi padre!... ¡mi abuelo!
D. DOMINGO: ¿Qué visita? Para mí lo es todo usted.
CRIADO: Un caballero D. DOMINGO: Fíngele amor con vehemencia;
que ha poco entró ligero toda ella es fuego.
a hablar con la señorita. D. NICOLÁS: Yo estopa.
D. DOMINGO: Se habrá marchado. D. DOMINGO: Con énfasis)
CRIADO: No tal, En mis viajes por Europa
al menos no lo presumo… adquirí mucha experiencia,
D. DOMINGO: Pues entonces, se ha hecho humo. y si te fías de mí
no malogrará tu plan
CRIADO: Es que yo…
ese rondador galán
D. DOMINGO: ¡Vete, animal! que no se aleja de aquí.
Vase el criado.
Su intención ha de ser vana
si pintas bien tu pasión.
D. NICOLÁS: Aprendí bien la lección
ESCENA CUARTA que usted me dio esta mañana.
Esclavo de sus consejos
Dichos menos CRIADO seré siempre.

D. DOMINGO: Al fin llegamos.


106 CASIMIRO PRIETO VALDÉS antología de obras de teatro argentino 107
el sombrero de don adolfo

D. DOMINGO: Y harás bien, y las muchachas bombones.1


que este mundo es un belén Todos, por sabio y hermoso,
y has de creer a los viejos. me amaban con frenesí,
conque no extrañes que así
D. NICOLÁS: ¡Y hay quien su conducta afea! sea un poco vanidoso.
D. DOMINGO: Muchos me silban, mas son D. NICOLÁS: ¡Y pensar que su saber
gentes de mal corazón, hay quien pretende negar!
gallos de mala ralea
dignos sólo del desprecio, D. DOMINGO: Cuando uno empieza a brillar
se empieza el necio a ofender.
y no de altivos agravios,
¿Qué importa que la traición,
pues no es justo que los sabios
con su mano criminal
hagamos caso del necio, me hiera si su puñal
conmigo en consorcio van se embota en mi corazón?
genio y talento profundo. No me asusto ni me aterro
¡Yo soy antorcha del mundo y no podrá darme caza,
y doctor de Michigan! pues a guisa de coraza
¡llevo cáscara de fierro!
D. NICOLÁS: Está usted trescientos codos
Mas hablemos de otra cosa
arriba del necio vulgo.
que al fin se me hará justicia.
D. DOMINGO: Lo sé bien, y lo divulgo, D. NICOLÁS: Sí, sí, hablemos de Patricia
¡yo sé mucho más que todos!
y olvidemos tanta prosa.
A los cinco años leía
Verá usted, si me desbordo
de corrido y sin trabajo,
y al ver tanto desparpajo como me porto y me exalto.
el mundo entero decía: D. DOMINGO: Hombre, háblame más alto
“De la suerte al blando arrullo, porque estoy un poco sordo.
pues nada tiene de bobo, No olvides que hay un rival
será el asombro del globo que sus amores codicia.
y de su patria el orgullo”.
Y tras de estas predicciones, D. NICOLÁS: Pues dígale usted a Patricia
algunos me daban pesos, que le despida.
las madres flores y besos,
1. Histórico.

108 CASIMIRO PRIETO VALDÉS antología de obras de teatro argentino 109


el sombrero de don adolfo

D. DOMINGO: No tal. D. ADOLFO: (Saliendo)


D. NICOLÁS: ¿Y si ella al otro se inclina? ¡Será lo que tase un sastre!
Mire usted que estoy en ascuas. D. NICOLÁS: ¡Mi rival! ¡Cielos! Mentor,
D. DOMINGO: Desbáncale y santas pascuas. me temo algún batacazo.
Yo trabajé a la sordina D. DOMINGO: ¡No, por dios! fuerte es mi brazo
escribiendo a sus hermanas y en mí se encarna el valor.
de provincias, y he obtenido A mí el peligro me agrada
lo que ansiaba. y nunca el miedo me abruma,
y cuando dejo la pluma
D. NICOLÁS: Precavido es para tomar la espada.
anduvo usted. Jamás rehúyo la lid,
D. DOMINGO: Fueron vanas y sábete desde hoy,
tus esperanzas sin mí. y no lo olvides, que soy
la nueva edición del Cid.
D. NICOLÁS: ¿Y accederán a mi enlace? Nunca el valor me faltó
D. DOMINGO: Pues a mí me satisface, aunque fuera el trance fiero…
hombre, claro está que sí. D. ADOLFO: ¿Quién es usted, caballero?
Hoy espero recibir
D. DOMINGO: ¡Caballero, soy Don Yo!
su respuesta decisiva,
y en llegando la misiva D. ADOLFO: La respuesta es algo chusca.
¡a casarse y a vivir! D. DOMINGO: Yo soy el astro luciente
D. NICOLÁS: ¡Cuán buen y sabio es usted! que brilla resplandeciente
Mas aquí tiene parientes y que al mundo entero ofusca.
Yo hice siempre gran papel,
y creo…
y mi fama lo revela,
D. DOMINGO: Vamos, ¿presientes como dómine, en la escuela,
que han de oponerse? como jefe, en el cuartel.
D. NICOLÁS: Sí, a fe. Yo el mar crucé, viento en popa,
para honor de mi país,
D. DOMINGO: Pues aunque haya un desastre y fama dejé en París
y tenga que hacer el bú, que llenó pronto la Europa.
el esposo serás tú. Yo hablé con Thiers, que asombrado

110 CASIMIRO PRIETO VALDÉS antología de obras de teatro argentino 111


el sombrero de don adolfo

me escuchó con atención, tratome mal la fortuna;


de escuelas, de educación ¡no pude dar con ninguna
y otras cosas que he olvidado. Infanta Micomicona!
Yo trabé conocimiento, Mis teorías eran bellas,
sin escrúpulos ni ambages pero no logré, es lo cierto,
con bastantes personajes deshacer ningún entuerto
que aplaudieron mi talento. ni acorrer a las doncellas.
D. ADOLFO: (Aparte)
Hice a mi suerte un reproche
y caminando sin rumbo,
Prefiero escuchar con calma
aquí un tumbo, allá otro tumbo,
historia tan divertida, entré en Burgos ya de noche.
y disputar en seguida No hallé más que gentes toscas,
al otro, de amor la palma. y me alegré, voto a tal,
D. DOMINGO: En todas partes memoria de no ver la catedral
dejé de mí. ni al célebre Papa-moscas.2
Renunciando ya a la lid
D. ADOLFO: No me extraña y obrando con más prudencia,
D. DOMINGO: También estuve en España. salí de allí en diligencia
con dirección a Madrid.
D. ADOLFO: Pues continúe su historia.
Pero mi suerte tirana
D. DOMINGO: Salí, de nuevo afán presa, me partió… ¿y a quién no irrita?
de Francia, con arrogancia, ¡La diligencia maldita
y como me hallaba en Francia, no tenía forma humana!
me despedí a la francesa, Llegué a Madrid y mi porte
entré en España, altanero, les gustó de tal manera,
impelido por mi afán, que al poco rato yo era
jinete en brioso alazán la fábula de la Corte.
cual andante caballero; Hablé del idioma en mengua,
y entreme en toda espesura y al tratar de ortografía
para ver si conseguía se murió de apoplejía
alguna, por dicha mía, la Academia de la Lengua.
caballeresca aventura. Aunque les hablara recio
Pero aunque el rasgo me abona no les inspiraba agravios,
2. Histórico.

112 CASIMIRO PRIETO VALDÉS antología de obras de teatro argentino 113


el sombrero de don adolfo

y admirábanme los sabios de hacer ilustre mi historia.


y hasta me aplaudía el necio. Mi aspiración era homérica
Estando con andaluces y siendo estrecha la Europa,
cierta tarde en una tienda, cruzando el mar viento en popa,
vi una hecatombe estupenda me dirigí a Sud América.
de generales con cruces. Por fin recogimos velas
Como yo al arte idolatro, y a suelo patrio llegué,
lo propio que adoro a Marte, y poco después fundé
para inspirarme en el arte un depósito de escuelas.
iba a menudo al teatro; Mi patria ayer me admiró
y al asomar mi nariz, y hoy me admira el mundo entero.
¡mire usted que es mucho asunto! Ese soy yo, caballero,
salía a la escena al punto ¡caballero, ese soy yo!
el perro de cierta actriz.3 D. ADOLFO: ¿Y a qué viene tanto alarde
Mirábale con enojos,
de valor, que no me asusta?
ajeno a tales sorpresas,
Quiero a la niña, me gusta
pero el perro… ¡ni por esas!
no me apartaba los ojos. y no peco de cobarde.
Y aunque mucho discurrí D. NICOLÁS: Yo la amo también.
nunca supe si salió D. ADOLFO: ¡Mal rayo!
para que le viese yo ¿Y ella?
o para verme él a mí.
Estuve en Madrid un mes, D. NICOLÁS: Padece de antojos;
y al fin salí muy ligero si le hablo de amor, enojos,
con patillas de torero si no la miro, desmayo,
y sombrero calañés. si le echo una flor, se engríe,
Todo el país recorrí si ensalzo sus pies, me adora,
admirando a troche y moche, si le escribo versos, llora,
y casi siempre de noche, si amante suspiro, ríe.
los monumentos de allí. De esto saco en conclusión
Ansioso de nueva gloria que me quiere con ternura;
por fin dejé el suelo hispano una voz me lo asegura
con el deseo, no vano, del fondo del corazón.
3. Histórico.

114 CASIMIRO PRIETO VALDÉS antología de obras de teatro argentino 115


el sombrero de don adolfo

D. ADOLFO: Pues no cante usted victoria ESCENA QUINTA


porque no cedo la palma,
que esa mujer es mi alma Dichos, PATRICIA
y su pasión es mi gloria. PATRICIA: Amigo…
D. DOMINGO: Hable claro y sea franco. D. NICOLÁS: ¡Es usted una estrella!
D. ADOLFO: Yo creo que harto me explico. PATRICIA: Excuse toda lisonja.
D. DOMINGO: Hombre, pues lo que es el chico D. NICOLÁS: Ese escrúpulo… de monja
me parece que no es manco. sienta mal en una bella.
Jamás en lidiar pensó
PATRICIA: (Aparte)
pues sólo en amores sueña,
¿Si vendrá a hablarme de amor?
mas, ¡qué diablo! si se empeña…
D. NICOLÁS: (Aparte)
D. ADOLFO: ¿Qué va a empeñar? ¿el reloj?
Hoy me trata sin desvío.
D. NICOLÁS: (Mirando a la izquierda)
PATRICIA: ¿Verdad que hace mucho frío?
Patricia viene.
D. NICOLÁS: (Le toma la mano)
D. DOMINGO: Pues bien, (A Don Adolfo)
No siento más que calor.
ocultémonos los dos
y usted verá, vive Dios, PATRICIA: ¿Eh?
si le trata con desdén. D. NICOLÁS: Permítame que estreche
esa mano deliciosa.
D. ADOLFO: (Aparte)
Horrible duda me asedia… D. ADOLFO: (A Domingo)
(Alto) ¿Lo ve, usted? ¡la ira me acosa!
Corriente, me oculto, pero… D. DOMINGO: (A Don Adolfo)
Sígame usted, caballero, ¡No eche pelos en la leche!
y que empiece la comedia. PATRICIA: ¡Caballero! ¡qué atrevido!
DON DOMINGO y DON ADOLFO se ocultan tras del D. NICOLÁS: Señorita, ¡yo la quiero!
poitier, asomando únicamente la cabeza durante la escena
que sigue. Mi afán es noble y sincero
y anhelo ser su marido.
D. DOMINGO: ¡El muchacho se portó!...

116 CASIMIRO PRIETO VALDÉS antología de obras de teatro argentino 117


el sombrero de don adolfo

Con vehemencia, sin empacho… D. NICOLÁS: Si en su amor deja que mande


"¡Con el tiempo este muchacho ya verá cómo me aplico,
sabrá tanto como yo!".4 que aunque soy bastante chico
tengo el corazón muy grande.
PATRICIA: (Aparte) Mi amor no es mentido y vano
Su figura me da risa. ni es ilusorio mi anhelo,
D. NICOLÁS: Hable usted, cara de rosa, y pues su amor es mi cielo
que ya me cansa la prosa deje que entre…
solteril, y llevo prisa. (Va a abrazarla)
Yo soy un joven honesto PATRICIA: (Riendo)
y de virtuoso presumo; ¡Atrás paisano!
yo no bebo, yo no fumo,
soy amante, soy modesto. D. NICOLÁS: Ya que en mi querer no hay maca
Al amor todo lo inmolo. ¿por qué se opone a su curso?
Pues mi vida es el amor; D. DOMINGO: A Don Adolfo)
yo sé bailar con primor, En echando yo un discurso,
yo canto como un chingolo. ya verá cómo se aplaca.
Como la quiero sin tasa,
D. NICOLÁS: Yo soy galán, soy discreto
de amor me siento morir
y mi gusto se acomoda
y sólo anhelo asumir
el gobierno… de esta casa. a las leyes de la moda
Conque, carita de sol, que siempre acato y respeto.
¿me da el sí que le pedí? La inventen gordos o flacos
a toda moda me atrevo,
D. DOMINGO: (A Don Adolfo)
y para ser alto, llevo
Ahora va a dar el sí.
botines con grandes tacos.
D. ADOLFO: Sí, señor; el sí… bemol. Mis gustos no son ruines.
PATRICIA: Su pretensión es quimérica. Lo cual todo el mundo alaba.
D. NICOLÁS: En negras dudas me abismo… PATRICIA: (Riendo)
Yo creía que llevaba
D. DOMINGO: A mí me pasó lo mismo
grandes tacos… con botines.
al volver de Norte América.

4. Camprodon.

118 CASIMIRO PRIETO VALDÉS antología de obras de teatro argentino 119


el sombrero de don adolfo

D. ADOLFO: (A don Domingo) pediré alas al viento.


¡Y que a escucharle me avenga! (Vase).
Habló antes con tal empacho…
D. DOMINGO: (A don Adolfo)
ESCENA SEXTA
Es que a veces el muchacho
se hace la chancha renga. Dichos menos DON NICOLÁS
D. NICOLÁS: Del mundo entero a despecho
PATRICIA: ¿Pero qué es lo que aquí pasa?
será mía.
D. ADOLFO: Dispense usted, señorita,
PATRICIA: ¿Suya?
mas de ardides necesita
D. NICOLÁS: ¡Mía! quien en amores se abrasa.
Para saber si el afán
Don Adolfo sale de su escondite y tropieza en la silla donde
está el sombrero, el cual rueda por el suelo. que siento, al placer extraño,
no corría al desengaño
PATRICIA: ¡Jesús! ¿qué es esto? Creía como al mar los ríos van,
que se desplomaba el techo. me oculté, mientras de amores
le hablaba con torpe labio
D. DOMINGO: (Aparte)
el protegido… de un sabio
¡Qué torpe! Se descubrió. (Señalando a don Domingo)
PATRICIA: (A Don Adolfo)
¿Estaba usted aquí? Patricia saluda.

D. ADOLFO: ¡Mi bien! D. DOMINGO: ¡Oh! muchas gracias, señores.


PATRICIA: (Viendo a Don Domingo) Que soy un sabio es notorio.
¡El doctor aquí también! D. ADOLFO: Aunque enojada me riña
D. DOMINGO: hoy ha sacado usted, niña,
Sí, señora, soy Don Yo. un alma del purgatorio.
(A Don Nicolás)
La mía vivía en pena,
mas salió de pena al cabo,
Ve a casa y trae al momento
¡Y es tan dulce ser esclavo
las cartas que hayan llegado.
cuando es de amor la cadena!
D. NICOLÁS: Para volver a su lado Harto se comprende, a fe,
(Por Patricia) que no ama usted a mi rival;

120 CASIMIRO PRIETO VALDÉS antología de obras de teatro argentino 121


el sombrero de don adolfo

conque diga si hago mal D. DOMINGO: ¡Dudar del valor


en idolatrar a usted. de un descendiente de moros!
D. DOMINGO: Yo destruiré su obra. D. ADOLFO: (A Patricia)
D. ADOLFO: ¡Calle usted, pues si me exalta!... Haga usted, por caridad,
que en sus labios un sí vibre.
D. DOMINGO: ¡Caballero, usted me falta!
PATRICIA: Caballero, no soy libre
D. ADOLFO: ¡Caballero, usted me sobra!
y acato la voluntad
PATRICIA: (Suplicante) de los que mandan en mí.
Caballeros… Si usted consigue la palma…
D. DOMINGO: No tolero D. ADOLFO: Me están desgarrando el alma
que se me insulte y ultraje; esas palabras que oí.
desciendo de alto linaje
D. DOMINGO: Inútil es porfiar
y soy todo un caballero.
Cuando en mi alma la ira estalla y esperar, tiempo perdido;
el acero es mi recurso… yo sé que mi protegido
¡A veces con un discurso es el que se va a casar.
he ganado una batalla! D. ADOLFO: ¿Tiene pruebas?
(Énfasis)
D. DOMINGO: Las tendré
El vulgo, que piensa mal,
si usted se espera un momento;
se burla de mi pericia,
ya que negó mi talento
pero al fin se hará justicia
mi talento probaré.
nombrándome general.
Renuncie usted a los laureles
D. ADOLFO: Pues sepa usted, señor mío, y a su empeño, pues es vano.
aunque la faz ponga adusta,
D. ADOLFO: ¡Hombre! Cante usted de plano.
que su espada no me asusta
y no me asusta su brío. D. DOMINGO: ¡Yo no canto sin papeles!
D. DOMINGO: Yo sólo cedo a los lloros
de la mujer… ESCENA ÚLTIMA
PATRICIA: Por favor…
Dichos, DON NICOLÁS
D. ADOLFO: Sí, ¿eh?

122 CASIMIRO PRIETO VALDÉS antología de obras de teatro argentino 123


el sombrero de don adolfo

D. NICOLÁS: Llego loco de contento. “Cásense sin dilación


D. DOMINGO: ¿Vino el correo? aquí estamos como ratas
y más pobres cada vez;
D. NICOLÁS: (Le da unas cartas). se nota gran escasez
Sí, a fe. de frutos de cuatro patas”.
D. DOMINGO: (A Don Adolfo) De Corrientes… “Pues sin maca
Hombre de Dios, ¿lo ve usted? adora el chico a la bella.
Aquí está el consentimiento. Cásese con la doncella
Cartas que esperaba ansioso ya que ésta quiere casaca.
y que mandan a la niña Te suplico que recuerdes,
que a mi voluntad se ciña que te estamos esperando;
al elegir un esposo. mis hijas te están bordando
Mas veamos el contenido unas zapatillas verdes”.
(Lee) D. ADOLFO: Ea, basta de lectura.
de estas cartas… Tucumán;
D. DOMINGO: ¿Se da usted por vencido?
“Todos acordes están
en ceder a su pedido. D. ADOLFO: Si le quiere por marido
Aquí aplaude todo el mundo insistir fuera locura.
su elección y su deseo; Harto se vé que se inmola…
mande usted por el correo D. DOMINGO: ¡Caballero!
un ejemplar del Facundo”.
De Córdoba… ¡claro está! D. ADOLFO: (A don Nicolás)
“Que se case con el chico. A él le cabe
Recuerdos a Federico defenderla.
y que venga por acá”. D. DOMINGO: ¡Es que no sabe
De Santa Fe… “Por quien soy
manejar una pistola!
que sus deseos alabo;
de dormir la siesta acabo D. NICOLÁS: (Tendiendo la mano a don Adolfo)
y a dormir la siesta voy”. Caballero…
(A don Adolfo)
D. DOMINGO: ¡Mira qué haces!
Vea como la elección
a todo el mundo alboroza. D. NICOLÁS: Ya que el éxito corona
Esta otra es de Mendoza… mi afán, mi pecho ambiciona
(Lee)

124 CASIMIRO PRIETO VALDÉS antología de obras de teatro argentino 125


el sombrero de don adolfo

que hagamos presto las paces. debo y debo cuanto valgo,


Como siempre los parientes ¿qué me regala?
dan a un matrimonio guerra
D. DOMINGO: Hombre, algo…
y a mí la guerra me aterra.
Mira, toma este bastón.
Con sus consejos prudentes
podré feliz gobernar D. NICOLÁS: (A Patricia)
en mi casa y fuerte ser… ¿Me amas?
¿Acepta usted? PATRICIA: Pues no hay más recurso
D. ADOLFO: Con placer, tuya soy.
hombre, ¿pues no he de aceptar? D. NICOLÁS: ¡Dulce momento!
En eso mi afán se encierra. D. DOMINGO: Ahora que viene a cuento,
D. DOMINGO: (Con sorna) Voy a echar otro discurso.
¿De veras? (Al público)
D. ADOLFO: Aunque le pese. Si escuchaste con placer
este juguete ligero,
D. DOMINGO: (Con explosión) da un aplauso a este sombrero
¡Eso es como si le diese y otro aplauso a mi saber.
la cartera de la guerra! Ya ves que te hablo y te abordo
D. ADOLFO: (A Don Nicolás) sin que me arredre la suerte;
Ya que ella al fin se acomoda si me silbas, silba fuerte
a casarse, caballero, porque estoy un poco sordo.
voy a darle este sombrero Pero el que silbe primero
como regalo de boda. puede escapar como un galgo
pues de lo contrario, salgo
D. DOMINGO: (Tomándolo) ¡y le meto en el sombrero!
Hombre, por Dios, es muy grande
(Se lo pone)
¿Cómo me estará? ¡friolera! FIN
Parece una pajarera
¡Como achicarle no mande!...
D. NICOLÁS: (A don Domingo)
Y usted, a quien mi posición

126 CASIMIRO PRIETO VALDÉS antología de obras de teatro argentino 127


La emancipación
de la mujer
Casimiro Prieto Valdés
> la emancipación de la mujer
Zarzuela bufa en un acto, en prosa y verso.

Música del maestro


Don Ricardo S. Allú

PERSONAJES ACTORES
AMALIA Doña Emilia Leonardi
BRAULIA Doña Dolores B. de Cuello
JACOBA Doña Jacoba Dardalla
DON MELCHOR Don Pío Hermosa
LUCAS, criado Don Medina
CORO DE SEÑORAS

LA ACCIÓN AQUÍ, ALLÁ Y EN TODAS PARTES.

ACTO ÚNICO
LA ESCENA REPRESENTA UNA SALA AMUEBLADA CON GUSTO.
PUERTAS LATERALES Y UNA AL FORO.
SOBRE UNA MESA CIGARROS Y DOS FLORETES.
AL LEVANTARSE EL TELÓN APARECE AMALIA, DE PIE SOBRE UNA
SILLA, EN TORNO DE LA CUAL ESTÁN AGRUPADAS BRAULIA,
JACOBA, Y LAS SEÑORAS DEL CORO.

antología de obras de teatro argentino 131


la emancipación de la mujer

ESCENA PRIMERA y le vamos a dar una paliza,


si en buena lid al déspota vencemos.
AMALIA, BRAULIA, CORO DE SEÑORAS
AMALIA: Él quiere que su dulce compañera
AMALIA: Ciudadanas: ha tiempo que mi esposo penetre en la cocina
está contra nosotras muy furioso. y se trueque, ¡oh baldón! en cocinera…
Si le pido dinero para hilo,
BRAULIA: ¡Pues vaya una ocurrencia peregrina!
me lo niega y se queda tan tranquilo;
¿y le obedeces?
no nos quiere llevar a la zarzuela
y antes que un peso soltará… una muela. AMALIA: Sí, que a voz en grito,
No quiere el descastado afirma que le tengo… medio frito.
ni bailes, ni teatros, ni paseos, JACOBA: ¿Cocinas a tu esposo?
y con este sistema malhadado, AMALIA: ¡Por supuesto!
¡nos vamos a quedar como fideos! y es un plato, en verdad, muy indigesto;
Nuestro amor y cariño dio al olvido por esto del amor en la ancha mesa
y nos odia, señoras, de tal suerte le pongo ceño adusto,
que aquí se muestra huraño y desabrido, y de ocultarlo, hipócrita, no trato,
y lejos de nosotras se divierte. pues, señoras, no es plato de mi gusto
No consintamos, no, señoras mías, el susodicho plato.
que a pretexto de hacer economías,
JACOBA: ¿Y no le amabas antes?
nos meta hoy en vereda,
aunque nuestra conducta alguien reproche, AMALIA: Con anhelo,
¡guerra, pues, al percal! mas el amor de esposo
es como el caramelo,
TODAS: ¡Viva la seda!
que llega a hacerse, al fin… empalagoso.
AMALIA: ¿Queréis pasear a pie? Conque, nada, señoras, guerra al vándalo,
TODAS: ¡Queremos coche! y si no ceja el truhán y nos asedia,
AMALIA: ¡Muy bien! Vuestro entusiasmo armemos un escándalo…
el triunfo de mi causa garantiza; ¡al que no quiere caldo… taza y media!
¿y si lucha el tirano? Mi marido reniega de las modas
y procura irritarnos de mil modos,
BRAULIA: ¡Lucharemos!
y nos trata… cual trata el hombre a todas.

132 CASIMIRO PRIETO VALDÉS antología de obras de teatro argentino 133


la emancipación de la mujer

BRAULIA: ¡Sí todos son lo mismo! BRAULIA: Procedamos.


JACOBA: ¡Todos! AMALIA: ¿Juráis obedecerme?
TODAS: ¡¡Todos!! TODAS: (Extendiendo el brazo)
AMALIA: Señoras, no cedamos, por San Pablo, ¡Lo juramos!
y gastemos desde hoy a troche y moche, AMALIA: Ea, pues, ¡a luchar!
y si nos lleva el diablo BRAULIA: Sí, sí, luchemos
al menos que nos lleve… y démosle un millón de desazones.
TODAS: ¡Eso es! ¡en coche!
AMALIA: Alcemos ya pendones
BRAULIA: Yo necesito un traje. contra el vil opresor, nadie le tema,
JACOBA: Yo una falda moaré, color canario. y en ellos inscribamos este lema
con rojos caracteres:
AMALIA: Ciudadanas, ¡por Dios! ese lenguaje ¡Queremos más placeres!
no me parece muy parlamentario. ¡Abajo el vil Nerón de nuestros días!
BRAULIA: Peores tonterías ¡No más economías!
se oyen todos los días Si queréis alcanzar renombre y gloria,
en el mismo Congreso. mostrad tesón y espíritu valiente
y el dios de la victoria
AMALIA: ¡Orden, señoras mías!
cubrirá de laureles vuestra frente.
JACOBA: ¡Algo difícil me parece… eso! Rompamos toda valla,
AMALIA: ¡Al orden, ciudadanas! ya que el amor del hombre es embeleco,
y entremos, ciudadanas, en batalla
JACOBA: ¡Que si quieres!
de patrióticos himnos al dulce eco.
AMALIA: ¡Parece esto un Congreso… de mujeres!
Canto
Señoras, discutamos
con mucha parsimonia y mucho tino; Ya que el hombre nos humilla
¿qué partido tomamos e insolente nos desdora,
contra el vil, contra el cruel, contra el indino y si encuentra su costilla
que se opone, tenaz, a nuestros gustos? el caníbal la devora;
BRAULIA: ¡Matémosle a disgustos! trabajemos sin descanso
AMALIA: Procedamos con orden. hasta hacerle comprender

134 CASIMIRO PRIETO VALDÉS antología de obras de teatro argentino 135


la emancipación de la mujer

que no quiere estar abajo AMALIA: Ea, dejadme sola con mi esposo,
por más tiempo la mujer. pues quiero con ahínco
AMALIA, BRAULIA Y CORO:
explicarle desde hoy cuántas son cinco.
¡Sus! ¡a luchar!
¡sus! ¡a vencer!
ESCENA II
¡alcemos pendones!
¡y abajo el infiel!
AMALIA, DON MELCHOR
¡Al arma, ciudadanas!
Entremos pronto en lid D. MELCHOR: Buenas tardes.
y suene por doquiera AMALIA: ¡Buenas tardes!
el eco del clarín. D. MELCHOR: ¿Qué tono es ese, señora?
Tararí-Tararí.
El dios de la victoria AMALIA: Tono de la menor.
propicio nos será, D. MELCHOR: ¡A mí no me levante usted el gallo!
si al son de los tambores AMALIA: Yo no le levanto a usted nada.
luchamos con afán.
D. MELCHOR: Sin embargo… ese acento… ¿me dirá usted
Rataplán-Rataplán.
qué significa ese acento?
¡Al arma, ciudadanas!
¡abajo el hombre! ¡sus! AMALIA: Significa que mi paciencia está ya agotada; significa que
y si del matrimonio la esclava se ha cansado de sufrir el ominoso yugo de su
no carga con la cruz marido, y significa…
Pim, pam, pim-pim, pam, pum. D. MELCHOR: Sí, y significa que voy a romperte algo.
¡Sus! ¡a luchar!
AMALIA: No será la primera vez.
¡sus! a vencer!
¡alcemos pendones D. MELCHOR: Es cierto.
y abajo el infiel! AMALIA: Usted es de esos que en los clubes y en la tribuna y en la
prensa declaman contra la tiranía y ponen de oro y azul a
Declamado
los déspotas de la tierra y enderezan piropos y ditirambos
JACOBA: Valientes ciudadanas, nuestro hermano a la libertad, y en su casa… en su casa arrojan la hipócrita
máscara y desmienten sus humos patrioteros esclavizando
se acerca presuroso,
a sus pobrecitas mujeres. Pero la hora de nuestra
con aire altivo y ademán ufano. regeneración social se acerca.

136 CASIMIRO PRIETO VALDÉS antología de obras de teatro argentino 137


la emancipación de la mujer

D. MELCHOR: ¿Ha concluido usted, doña cotorra? Le aconsejo a usted AMALIA: Ahí tiene usted a esa vieja millonaria que se lo come a
que no coma perejil; el perejil es un veneno muy activo usted con los ojos.
para los loros. D. MELCHOR: ¡Horror! Ese es un libro encuadernado… en pergamino
AMALIA: Es que yo no me muerdo la lengua. que no debe salir del archivo… de doncellez. Me
D. MELCHOR: Y hace usted perfectamente, porque correría también el dormiría con él en las manos.
grave riesgo de envenenarse. AMALIA: Le participo a usted que esta noche voy a la zarzuela. Ya
AMALIA: ¿Te asustas de que hayamos abierto, por fin, los ojos? sabe usted que me muero por la zarzuela. ¡Basta de
esclavitud!
D. MELCHOR: No, no me asusto de que los hayáis abierto; lo que me
asusta es el porvenir que nos espera a los casados; la D. MELCHOR: ¡Señora! ¡señora!
emancipación de la mujer es la anarquía del hogar AMALIA: Usted me niega todos los gustos y esto está muy mal
doméstico, es el petróleo aplicado… al amor. hecho. ¡Clarito! Pero sepa usted que desde hoy rompo
AMALIA: (Llevándole de un brazo a un lado) La mujer debe ser igual al mis cadenas y recobro la libertad perdida.
hombre. Voy a vestirme para ir al teatro.

D. MELCHOR: (Idem) Cuando el hombre sea igual a la mujer. D. MELCHOR: ¡Ya! ¡A vestirte! ¿querrás lucir tus hombros, y tu garganta,
y… verdad? ¡Señor! ¡y dice que va a vestirse! ¡No, señora!
AMALIA: ¿Y no lo es?
Para ir al teatro las mujeres no se visten… ¡se desnudan!
D. MELCHOR: (Después de mirarla de hito en hito) Me parece… que no. Así nos dan a los casados tan inefables… disgustos.
AMALIA: La sociedad y la política deben concedernos iguales AMALIA: ¡Claro! Si no nos dais para vestirnos, es natural que nos
derechos. desnudemos. Hasta luego.
D. MELCHOR: ¡Qué lenguaje! Se conoce que ha leído usted mucho de D. MELCHOR: ¡Abur!
algún tiempo a esta parte.
AMALIA: ¡Salud y petróleo!
AMALIA: ¿Estás pesaroso de que lea?
D. MELCHOR: Sí, porque la literatura de las mujeres debe ser tan solo…
ESCENA III
la lista de la lavandera.
AMALIA: La mujer está en la obligación de instruirse, caballero; de
DON MELCHOR
saber.
D. MELCHOR: ¡Cuerno! No me dio mal rato…
D. MELCHOR: ¡Ya! ¿Conque me he casado con un libro? Pues que me
¡estoy dado a Lucifer!
traigan el segundo tomo… aunque sea prestado.

138 CASIMIRO PRIETO VALDÉS antología de obras de teatro argentino 139


la emancipación de la mujer

¡hola!, ¿conque mi mujer ¿quiere lucir? ¡a planchar!


saca los pies del plato? ¿quiere teatros? ¡a bordar!
Por lo visto, voto a tal, ¿quiere pasear? ¡a barrer!
sus deberes dio al olvido, Y contra la tiranía
y en esta casa he perdido no clame, altiva, en mi ofensa,
toda la fuerza moral. pues en los clubs y en la prensa
¿Quién me ha metido, Señor, ya clamo yo todo el día.
en este conyugal lío? En esta jaula… de amores,
(Transición) que cante, alegre y sencilla,
¡Era un viernes!... sentí frío como la dulce avecilla
y busqué en ella… calor; canta en su nido de flores.
y hoy reniego, por mi nombre, Y no me ponga en un tris,
de tan mentidos placeres… ni se olvide de quién soy,
¿Por qué serán las mujeres pues mientras sufre, yo estoy…
la chimenea… del hombre? regenerando el país.
El amor, voto a Satán,
y nadie en contra responda,
es una especie de fonda, ESCENA IV
o mejor, un restaurant;
donde yo, sorbido el seso, Dicho, BRAULIA

pedí, con pasión sencilla, BRAULIA: Me alegro encontrar a usted.


una sabrosa costilla, D. MELCHOR: (La calamidad número dos. ¡Mi cuñada!).
y hoy estoy royendo… el hueso.
BRAULIA: Caballero, creo que usted no ignorará que todavía estoy
Reniega del despotismo
en estado de merecer…
de que hago alarde, la arpía,
sin que comprenda que hoy día D. MELCHOR: Sí, señora, sí; ya sé que está usted en estado de merecer…
todos hacemos lo mismo. (una paliza).
No me llame, pues, bolonio, BRAULIA: Y si no me he casado, no crea usted que haya sido por
ni le asuste tanta traba, falta de pretendientes, que los he tenido… así, y uno de
que la libertad acaba… ellos fue un coronel, que murió ¡ay! en el campo de
donde empieza el matrimonio. batalla, de un ataque…
¿Quiere bailar? ¡a coser!
140 CASIMIRO PRIETO VALDÉS antología de obras de teatro argentino 141
la emancipación de la mujer

D. MELCHOR: ¿A la bayoneta? D. MELCHOR: No me casé, me casaron. Yo vivía muy bien soltero; pero
BRAULIA: No señor, de un ataque de pulmonía. iba a visitar a las de Rodríguez, y ¡hola! ¿conque esas
tenemos, picarón? ¿se casa usted con una de las de
D. MELCHOR: ¿Es muy larga esa historia? Porque, francamente, yo no
Rodríguez? ¿cuándo, cuándo es la boda? Pues, señor, me
tengo tiempo, y se la podría contar usted a su abuela.
iba a ver a las de López, ¡hombre! ¡y qué callado se lo tenía
BRAULIA: Yo estoy mala; el amor me consume y me voy a morir… usted! ¡pues si me han dicho que se casa usted con la
D. MELCHOR: ¡Cáspita! ¡quién fuera cura, para ayudarla… a morir! menor de las de López! guárdeme usted unos dulces.
Temo que no pueda ella sola. Visitaba más tarde a una viuda cualquiera, ¡mire usted
que la tal viudita es muy larga! Conque, ¡ojo! Y no deje
BRAULIA: ¡Cruel! ¿por qué no me saca usted a paseo?
usted que se ponga ella los pantalones; hay que atarla
D. MELCHOR: Corriente; la sacaré a usted a paseo… con un organillo, corto. Saludaba en la calle a la de González, ¡si no puede
para que el público crea que ando exhibiendo una mona; usted negar que se muere por esa rubia! Y la noticia de mi
nos ganaremos la vida así. casamiento corría al instante por toda la ciudad; porque
BRAULIA: Yo no necesito un novio, caballero; mi alma es una vela nada hay que corra tanto… como una mala noticia. ¡Por
que está consumiendo la llama del amor. esto me casé! Para que no continuaran mortificándome.
D. MELCHOR: Bueno, pondré un avisito en el diario, que diga: “Ojo, BRAULIA: ¡Bien se ha venido usted! y lo peor es que nosotras somos
¡futuros suicidas! Se ofrece la blanca mano de una las víctimas inocentes de su venganza. Nos tiene usted
jovencita de diez y ocho… a setenta años”. completamente esclavizadas.
BRAULIA: ¡Jesús! ¡treinta años, caballero, treinta años! D. MELCHOR: ¡Que quiere usted! noto aquí tanta frialdad, que me
D. MELCHOR: ¿Treinta? Todas las solteronas se plantan a los treinta; parece que estoy en Rusia, y por esto me he convertido en
parece que juegan ustedes a la treinta y una. autócrata.

BRAULIA: Todo se lo perdono a usted, con tal que me dé un novio. BRAULIA: Diga usted más bien en oso blanco.

D. MELCHOR: ¿Lo quiere usted alto o bajo? D. MELCHOR: ¡No me ponga usted en el disparadero, doña Braulia, no
me ponga usted en el disparadero! Veo que será preciso
BRAULIA: De un tamaño regular.
aprender a tocar la flauta.
D. MELCHOR: Pero… ¿de veras piensa usted todavía en… esas cosas?
BRAULIA: ¿La flauta?
BRAULIA: ¡Ah! ¿qué es la vida, sin amor?
D. MELCHOR: Sí, para ver si domestico a ustedes, ya que dicen que la
D. MELCHOR: ¿Qué? una balsita de aceite. música domestica a las fieras.
BRAULIA: Entonces, ¿por qué se casó usted? BRAULIA: Le prevengo a usted que yo también necesito…

142 CASIMIRO PRIETO VALDÉS antología de obras de teatro argentino 143


la emancipación de la mujer

D. MELCHOR: ¿Una flauta? AMALIA: ¿Eh?


BRAULIA: ¡Estulto! Necesito un marido… ¿lo oye usted? ¡Un BRAULIA: Quiero decir… ¡doncella!
marido! AMALIA: ¡Hombres! ¡hombres! Todos son
D. MELCHOR: ¡Ya, ya! Supongo que no querrá usted dos. igualitos… ¡Qué malvados!
BRAULIA: No me subleve usted la bilis; estoy muy enferma; creo BRAULIA: ¡Si todos están cortados
que me ha sentado mal la comida. por idéntico patrón!
D. MELCHOR: ¿Se le ha sentado mal la comida? AMALIA: Ven a una, y se quedan lelos,
Pues mire usted, tráguese usted una silla, para que se le y ardiendo en fuego de amores,
siente bien. le dan ramitos de flores
BRAULIA: ¡Esto es demasiado! Ya que no bastan las razones, y le compran caramelos.
recurriremos a la fuerza y va a haber un escándalo. Si es la mujer caprichosa,
¡Queremos ser libres! ¡queremos emanciparnos! ¡abajo el sus caprichos, ¡ay! respetan
hombre! ¡mueran los déspotas! y a los gustos se sujetan
D. MELCHOR: ¡Música! ¡música! Voy por una flauta. (Vase). de la que ansían por esposa.
En ella cifran su anhelo
con un amor insensato,
ESCENA V y la piden su retrato,
y tras el retrato, pelo.
AMALIA, BRAULIA Y de su amor en desdoro,
AMALIA: ¿Y mi marido? y esta es, quizá, la más negra,
hacen la corte… a la suegra,
BRAULIA: Se ha ido.
al perro, al gato y al loro.
AMALIA: ¿Enojado? Por un dulce ¡te idolatro!
BRAULIA: Y exaltado. aun el hombre más adusto
AMALIA: ¿Sí, eh? ¿con que se ha enojado lleva a su novia con gusto
el tuno de mi marido? todas las noches al teatro.
Si la mujer quiere un chal,
BRAULIA: Reniego ya de mi estrella, el chal le compran ligeros,
pues con tan contraria suerte, sin ver esos… caballeros
moriré… de mala muerte. que así la acostumbran mal.

144 CASIMIRO PRIETO VALDÉS antología de obras de teatro argentino 145


la emancipación de la mujer

¿Por qué nos dan tantas alas, “¿Qué ha hecho usted de aquel duro,
en vez de dulces cadenas, que le di el año pasado?”.
ni por qué nos quieren buenas, Cuando vuelve el estafermo
si nos hacen ellos malas? tarde y pálido al hogar,
BRAULIA: Y lo terrible es, ¡bribones! siempre viene de velar
que este estado se prolonga… a un amigo… que está enfermo.
¡ay, el día que se ponga Nunca le ves complaciente,
la mujer, los pantalones! pues se queja todo el día:
– ¡Que esta sopa está muy fría!
AMALIA: Se casa el hombre, y al año
– ¡Que este vino está caliente!
ya el amor en su alma no arde,
– ¡Que esta ensalada es… de malvas!
y vuelve a su casa tarde,
– ¡Que está cruda la costilla!
con ceño adusto y huraño.
– ¡Que hay un pelo en la tortilla,
Si la mujer, con empeño
y quiero tortillas… calvas!
quiere probar que le adora,
Cuando en su casa hay visita,
“¡Ya le he dicho a usted, señora,
mima a su mujer, artero,
que vengo muerto de sueño!”.
y engaña, ¡ay! al mundo entero
Cuando la mujer se escama,
con su falsedad maldita;
y en celos su alma se agita,
pues, descendiendo a otra esfera,
si el hombre es culpable… grita,
sin ver que esto le desdora,
y si es inocente… brama.
se la pega a su señora,
Mas si una mira al primero
el bribón… ¡con la niñera!
que pasa, el truhán se encocora;
y hay aquello de: “¡Señora! BRAULIA: ¿Y en pos de vanos placeres,
¿quién es ese caballero?”. necio el corazón se exalta?
Por entre flores camina, ¿por qué han de hacer tanta falta
y en el vicio se relaja los hombres… a las mujeres?
y mientras ella trabaja, ¿No nos dan mil desazones?
descansa él… en la oficina. ¡y ellos mandan, Dios bendito!
Pides un duro al malvado, Nada, lancemos el grito
para salir de un apuro: de ¡abajo los pantalones!
Yo me emancipo y laus deo.

146 CASIMIRO PRIETO VALDÉS antología de obras de teatro argentino 147


la emancipación de la mujer

AMALIA: ¿A dónde vas? llegó por fin nuestro día.


BRAULIA: A la calle, AMALIA: Dices bien, hermana mía;
a lucir mi airoso talle, voy a secundar tus planes.
y al teatro y a paseo.
¿De qué principio en virtud
hemos de sufrir tal yugo? ESCENA VI
¡quien obedece al verdugo
Dichos, CORO DE SEÑORAS, con el rostro muy empolvado
merece la esclavitud!
AMALIA: Pero… ¿vas a salir sola? AMALIA: Ciudadanas: el hombre se cree superior a nosotras, y es
necesario abatir su orgullo colocándonos a su mismo
BRAULIA: ¿No salen ellos? ¡por Cristo!
nivel. Empecemos, pues, por imitarle en sus vicios.
quien me insulte que ande listo
¡Fumad!
porque llevo una pistola.
Mas si alguien me da flechazo, Canto
le persigo, le enamoro,
AMALIA: Es preciso, señoras,
y si no cede a un ¡te adoro!
para probar,
le pego un pistoletazo.
que nos queremos todas
AMALIA: (Con candor) ¿Y si él te mata? Me pesa emancipar,
que salgas… hay tanto tuno… imitar a esos pícaros
BRAULIA: No abrigues temor alguno, beber, jugar,
pues voy a volver… ilesa. y decir chicoleos
La libertad recobré, y hasta fumar.
ya que el mundo a ello me obliga… CORO: ¡Fumemos, todas, fumemos!
si me busca alguna amiga
AMALIA: ¡Bravo! Para empezar,
di que estoy en el café.
cada cual un habano
AMALIA: ¿Pero has perdido el meollo? debe tomar,
BRAULIA: En fuego de amor me abraso, de esta caja del monstruo
y quiero ver si de paso que abierta está.
puedo robar algún pollo. CORO: Cada cual un habano
Ea, ¡basta de desmanes! debe tomar, etc.

148 CASIMIRO PRIETO VALDÉS antología de obras de teatro argentino 149


la emancipación de la mujer

AMALIA, BRAULIA Y CORO: ¡me lloran los ojos!


¡Atención! ¡me ahoga la tos!
Sentémonos en círculo ¡Ay, que me caigo!
con cierto sans façon; ¡Ay, qué vaivén!
cortemos con los dientes ¡Ay, ay, que no puedo
la punta del… ejem! ¡Qué horror! tenerme en pie!
¡Cual pica, como escuece,
qué pícaro sabor!
Se saca luego un fósforo ESCENA VII
se rasca en el cartón,
se enciende, se aproxima, AMALIA, CORO DE SEÑORAS, DON MELCHOR, luego
LUCAS
se chupa ¡y se acabó!
Declamado
AMALIA: Si todos los vicios
que hemos de imitar D. MELCHOR: ¡Puf! ¡qué olorcillo! ¡y qué atmósfera! ¿se dedican ustedes
son tan agradables a fumar? Decididamente tendré que poner aquí, en lugar
como lo es fumar de rinconeras, polizontes. No serán un adorno muy
¡ay, amigas mías! bonito, pero serán más útiles. ¿Y mi cuñada? ¿dónde está
fuerza es convenir, mi cuñada? ¡que me traigan, viva o muerta, a mi cuñada!
en que no podremos
AMALIA: Se fue a buscar novio.
¡ejem! ¡ejem! (Tosiendo)
D. MELCHOR: ¿A buscar novio?
CORO Y BRAULIA:
¡Ejem! ¡Ejem! AMALIA: Ya que usted no se lo proporciona…
¡Ay, amigas mías! D. MELCHOR: Mejor le proporcionaría un revólver de seis tiros. ¿Todavía
fuerza es convenir, piensa en casarse esa condenada vieja?
en que no podremos
AMALIA: Mi hermana no es tan vieja, caballero.
mucho resistir.
¡Ejem! ¡ejem! D. MELCHOR: Sí, ya sé que no es tan vieja; la pobre solo tiene tres o
¡Ejem! ¡ejem! cuatro años menos… que su abuela.
AMALIA: El amor la devora.
AMALIA, BRAULIA Y CORO:
¡Ay, ay, qué mareo! D. MELCHOR: (Con enojo) ¡Que se vaya a un sitio fresco!
¡Ay, ay, qué sabor!
150 CASIMIRO PRIETO VALDÉS antología de obras de teatro argentino 151
la emancipación de la mujer

AMALIA: Sus encantos empiezan a marchitarse… derechos que la sociedad concede a la mujer; pero las
D. MELCHOR: Pues si quiere conservarse, que se ponga en vinagre. No cadenas se rompen por fin, y de la crisálida de la
veo el por qué, habiendo tarros de aceitunas, no pueda esclavitud, surge brillante la mariposa de la libertad. He
haber tarros de solteronas. dicho.

AMALIA: ¿Quiere usted que la entierren con palma? D. MELCHOR: ¡Lucas! ¡Lucas!

D. MELCHOR: Me importa poco que la entierren con palma o sin palma, LUCAS: ¿Señorito?
con tal que… la entierren. D. MELCHOR: Un vaso de agua a la señora (Vase el criado).
AMALIA: Si viviera mi mamá, no nos faltaría usted como nos falta. TODAS: Nosotras queremos…
D. MELCHOR: ¡Mi suegra! ¡pobre señora! La infeliz se fue al infierno a D. MELCHOR: A ver, pónganse ustedes de frente… ahora de perfil…¡qué
poner una casa de tormentos. abuso tan escandaloso de la harina! No parece sino que se
AMALIA: Usted no tiene corazón. han escapado ustedes de la sartén. ¿Son ustedes
mujeres… o sardinas?
D. MELCHOR: Corazón tengo, pero no lo uso.
AMALIA: Consuélese usted, porque la moda de empolvarse es
AMALIA: No solamente ha salido mi hermana, sino que saldremos
general.
también nosotras cuando nos acomode.
D. MELCHOR: Eso es, y mal de muchos… consuelo… de casados.
D. MELCHOR: No se olviden ustedes del bozal.
AMALIA: Es usted un indino. ¡Siempre poniéndonos esa cara!
AMALIA: El marido de doña Eufrosia es mucho más complaciente
que usted. D. MELCHOR: Me pondré la otra.
D. MELCHOR: Pues cásense ustedes con el marido de doña Eufrosia, y AMALIA: No tiene usted cariño ni a la camisa que lleva puesta.
digan ustedes a ese caballero que se divierta. D. MELCHOR: A la que, por más señas, le faltan dos botones.
AMALIA: Él no le niega a su señora ningún gusto. AMALIA: Yo no soy costurera de nadie.
D. MELCHOR: En cambio ustedes no me niegan ningún disgusto. D. MELCHOR: Ya lo veo. Ustedes están reñidas con la aguja. Por eso, al
AMALIA: Yo no he gozado ni un momento de reposo desde nuestra llegar la noche, suelen exclamar: ¡Jesús! ¡como ha pasado
luna de miel. el día! No he hecho nada. Y es la verdad, la única verdad
que dicen ustedes.
D. MELCHOR: ¿Nuestra luna de miel? Aquello no fue luna de miel,
señora; aquello fue luna de melaza. AMALIA: Repito que el marido de doña Eufrosia es más amable con
su costilla.
AMALIA: Usted nos ha esclavizado a todas, negándonos los

152 CASIMIRO PRIETO VALDÉS antología de obras de teatro argentino 153


la emancipación de la mujer

D. MELCHOR: ¡Dale con el marido de doña Eufrosia! ¡un hombre a AMALIA: Yo le sigo a usted; según la epístola de San Pablo, la mujer
quien su mujer se le pega que es un gusto! Decididamente debe seguir al marido.
hay que creer en la metempsícosis; ese caballero debe D. MELCHOR: Se conoce que San Pablo era soltero.
acordarse todavía de cuando era asno.
AMALIA: Quiero saber dónde va usted, mientras no reconozca
AMALIA: Imite usted a sus semejantes. usted nuestros derechos.
D. MELCHOR: ¡Cáspita! ¿El marido de doña Eufrosia es mi semejante? D. MELCHOR: ¡Nunca!
Mi prójimo será, pero mi semejante… ¡un demonio!
AMALIA: ¿Nunca? Señoras, sonó la hora de nuestra regeneración
JACOBA: Sepa usted que nosotras necesitamos casarnos. ¡Nos social.
estamos pasando que es un dolor!
D. MELCHOR: (Muy seco) ¿Qué hora tiene usted?
D. MELCHOR: Sí, ya sé que se han vuelto ustedes rancias…
AMALIA: (Idem) Las siete y seis.
JACOBA: ¡Un insulto! Nos dará usted una satisfacción.
D. MELCHOR: ¡Las siete y seis!... es decir ¡las trece! ¡bonita hora para
D. MELCHOR: La satisfacción me la darán ustedes si se mueren del regenerarse! A la primera que me siga, le suelto un tiro.
cólera. (Con ademán de sacar un revólver del bolsillo)
JACINTA: (Arrojándole un florete) Tendrá usted que batirse conmigo; TODAS: ¡Ay!
recoja usted el florete.
BRAULIA: (Al entrar tropieza con Don Melchor) ¡Bárbaro!
D. MELCHOR: (Colocándose a un lado) ¿A cuántos pasos de distancia?
D. MELCHOR: Mi tocaya.
¡Cristo! Veo que será necesario encerrar a ustedes en una
jaula; ya me explico por qué tienen rejas algunas casas de
familia. ESCENA VIII
AMALIA: No vuelva usted a poner los pies en esta casa, caballero.
AMALIA, BRAULIA, CORO DE SEÑORAS
D. MELCHOR: Entraré cuando quiera.
BRAULIA: ¡Socorredme!
AMALIA: Haremos barricadas.
AMALIA: ¿Qué hay, mujer?
D. MELCHOR: Lo que harán ustedes son borricadas.
BRAULIA: Sostenme, por compasión,
AMALIA: ¡Qué corazón tan duro!
que me da la convulsión,
D. MELCHOR: Así lo necesitan ustedes… ¡duro! y no me puedo tener.
AMALIA: Es usted un monstruo con patillas. AMALIA: Mas, ¿qué ha pasado?
D. MELCHOR: Queden ustedes… con el diablo.

154 CASIMIRO PRIETO VALDÉS antología de obras de teatro argentino 155


la emancipación de la mujer

BRAULIA: Al salir, creen que hay revolución.


tras de cuatro frases sosas, Y viendo que el lance es serio,
me dijo un pollo unas cosas… a juzgar por las alarmas,
que no se pueden decir. la tropa corre a las armas
Le lanzo una maldición, ¡y hasta tiembla el ministerio!
mas por esto no se aleja,
AMALIA: Mas… ¿qué fue del seductor?
y el tuno me llama vieja,
¿emprendió, tal vez, la fuga?
¡y tras de vieja, pendón!
Viendo el bribón que me irrita, BRAULIA: El vil me llamó… ¡verruga
en lugar de irse… a paseo, del sexo bello! ¡qué horror!
me pregunta… ¿qué Museo Y al huir, con dos o tres,
de antigüedades habita? dijo, para fin de fiesta:
Después estrecha mi talle “Mire usted que lleva puesta
¡así le divida un rayo! la peluca del revés”.
yo tiemblo, y no me desmayo… AMALIA: Mal salió la tentativa
porque me encuentro en la calle. de nuestra emancipación.
Le apunto con mi pistola,
BRAULIA: Yo me rindo a discreción,
para ver si así concluyo…
pues me acordaré mientras viva
él me la quita, yo huyo
del lance.
y piso a un perro la cola.
Salta el animal furioso, AMALIA: ¡Necios cuidados!
y para colmo de males, ¿qué harías tú en mi lugar?
rompe el perro unos cristales BRAULIA: Callar, callar y callar…
con un ruido estrepitoso. como algunos diputados.
El dueño de estos se irrita, Y el consejo no te asombre,
y tras del perro se arroja; pues empiezo a comprender
el dueño del can se enoja que vale más atraer
y tras de aquél corre y grita. con nuestro cariño al hombre.
Y crece la confusión
AMALIA: Nos juega tales partidas
y todos cierran las puertas,
que se hace odiar con vehemencia.
pues las gentes, inexpertas,

156 CASIMIRO PRIETO VALDÉS antología de obras de teatro argentino 157


la emancipación de la mujer

BRAULIA: Pues hija, ten más paciencia; JACOBA: Se oyen pasos.


sin él estamos perdidas. AMALIA: Debe ser
AMALIA: ¿A un necio temor te inmolas? mi esposo…
Vamos, has perdido el seso. BRAULIA: Temo el encuentro…
BRAULIA: Me arrepiento; lo confieso… venid, venid allá adentro
Ahora que estamos solas. y os diré lo que hay que hacer.
AMALIA: ¡Continuar en la opresión! Vanse.
¿y eres tú quien me aconseja?
BRAULIA: ¡Es que me han llamado vieja ESCENA ÚLTIMA
y tras de vieja, pendón!
AMALIA: Melchor me odia y el maldito DON MELCHOR, luego AMALIA, BRAULIA y CORO DE
SEÑORAS
procaz me insulta y me humilla,
pues aunque soy su… costilla Canto
ya no le abro el apetito.
D. MELCHOR: ¡Reniego de mi estampa!
BRAULIA: El amor que el alma abrasa ¿por qué, por qué, por qué,
es un guiso delicioso viviendo bien soltero
que devora todo esposo me casé?
feliz y alegre en su casa. Pescome fatal suegra,
Mas es preciso, con arte, ¡horror, horror, horror!
variar el guiso, hija mía, y hoy mísero reniego
pues como le canse un día…
del amor.
se va a comerlo a otra parte.
Ayer todo eran fiestas,
Con besos llenos de ardor
¿qué tal, qué tal, qué tal?
procura darle, al fin, caza…
los besos son la mostaza y hoy réstame tan sólo
en la mesa del amor. un dogal.
Conque basta ya de extremos, Salen Amalia, Braulio y Coro de Señoras.
ya que, ingratas, olvidamos,
que si por ellos lloramos La casa está tranquila
también por ellos… comemos. ¡oh bienhechora paz!

158 CASIMIRO PRIETO VALDÉS antología de obras de teatro argentino 159


la emancipación de la mujer

AMALIA: ¡Ay! trabajaremos


D. MELCHOR: ¿Eh? y evitaremos
la tentación…
BRAULIA: ¡Ay!
si mitiga con afán
D. MELCHOR: ¿Eh? nuestro afán de diversión.
TODAS: ¡Ay, ay, ay! D. MELCHOR: ¿Eh?
D. MELCHOR: ¿Qué músicas son estas? TODAS: ¡Perdón!
¿por qué llorando están? D. MELCHOR: ¡Perdono a tutti!
AMALIA: ¡Ay! AMALIA: Si en pos de una quimera
D. MELCHOR: ¿Eh? rompí de amor los lazos,
BRAULIA: ¡Ay! a tus amantes brazos
hoy vuelvo con afán;
D. MELCHOR: ¿Eh? y si feliz consigo
TODAS: ¡Ay, ay, ay! que me ames, desde ahora,
D. MELCHOR: ¿Se han vuelto ustedes locas? seré de pasta-flora,
¿a qué ese guirigay? de miel y mazapán.
En nido de albas rosas
TODAS: No ¡ay!
de embriagador aroma,
D. MELCHOR: ¿Se están burlando ustedes? cual cándida paloma
¿o acaso sueño yo? mi amor te arrullará;
TODAS: ¡Ay! no. y al fuego de mis ojos,
Arrepentidas sin penas ni rigores,
a usted venimos la flor de los amores
y le pedimos en tu alma brotará.
dulce perdón… CORO: ¡Mirad el muy tunante,
¡si no es usted un caimán qué amelonado está!
o un oso con pantalón!
D. MELCHOR: ¿Eh?
TODAS: ¡Perdón! FIN
Siempre hacendosas

160 CASIMIRO PRIETO VALDÉS antología de obras de teatro argentino 161


La rosa blanca
Martín Coronado
> la rosa blanca
Poema dramático en 3 actos..

PERSONAJES ACTORES
IRENE Srta. Tula Castro
ADELA Sra. Matilde Macías De Cortés
GASPAR, joven médico Sr. Hernán Cartés
MAURICIO, esposo de Adela Sr. Mariano Ruiz
RAMÓN, primo de Adela Sr. José Navarrete
BRUNO, jardinero Sr. Fernando Cubas

LA ACCIÓN PASA EN LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES.

ACTO PRIMERO
JARDÍN CUBIERTO DE FLORES Y ARBUSTOS, CON CALLES QUE SE
EXTIENDEN EN TODAS DIRECCIONES: LA DEL CENTRO ES RECTA
Y TERMINA EN UNA ESCALINATA DE MÁRMOL, SOBRE LA CUAL
SE LEVANTA LA CASA DE CAMPO DE MAURICIO, QUE CUBRE EL
FORO CON SU FACHADA ANTERIOR. EN EL CENTRO DE ESTA
FACHADA, EN LA PARTE BAJA, HAY UNA PUERTA DE HIERRO, A
TRAVÉS DE LA CUAL SE DESCUBRE UN PATIO ENLOSADO; EN LA
PARTE ALTA, SE VE UNA SERIE DE BALCONES ENTREABIERTOS.
BANCOS RÚSTICOS, ETCÉTERA.

ESCENA PRIMERA

ADELA, GASPAR

ADELA: Le aseguro a usted, doctor,


que esa locura me extraña,
porque nunca la acompaña

antología de obras de teatro argentino 165


la rosa blanca

ni el más leve malhumor. no querrá que muera loca.


GASPAR: ¡Es tan niña, y luego tiene Yo tengo fe, aunque me abrume
un genio tan apacible! este incesante dolor:
El furor es imposible no crea Dios a la flor
cuando se trata de Irene. para quitarle el perfume.

ADELA: No sabe usted la tristeza GASPAR: (Pensativo; luego con animación)


que por ella me devora… ¡Alma noble! ¡qué enseñanza!
cada día, cada hora, y yo vacilo… ¡oh vergüenza!
verla así, no hay entereza… ¡Que un ser tan débil me venza
en la fe y en la esperanza!
GASPAR: Bien lo creo, que a juzgar No será… de ningún modo…
por lo que siento yo mismo, ¡doy a usted gracias, señora!
requiere mucho estoicismo Usted me hace grande… ahora
ver a Irene sin llorar. me creo capaz de todo.
Aquella dulce expresión, Ayer tarde, cuando oí
aquella doliente calma, que en nombre de su reposo,
llevan la noche de su alma me suplicaba su esposo
al fondo del corazón. que permaneciera aquí;
ADELA: ¡Ay, doctor! Si la salud tuve miedo… la demencia
devolverla usted pudiera… de Irene me parecía
quizá el remedio estuviera incurable, y no quería
en su propia juventud. luchar contra la impotencia;
GASPAR: ¡Quince años! y menos ¡ay! contemplar
su mal, y a cada segundo
ADELA: Sí: yo confío
verlo más grave y profundo
en la ciencia… noble y fuerte,
sin poderlo remediar;
sabe vencer a la muerte,
y entonces un pensamiento
¿no es verdad, amigo mío?
cobarde me dominó,
GASPAR: Pero… ¿y si usted se equivoca? y por no decir que no,
ADELA: ¡No, no! Triunfe usted por ella… dije… ¡qué remordimiento!
Dios que la hizo tan bella,

166 MARTÍN CORONADO antología de obras de teatro argentino 167


la rosa blanca

ADELA: Dijo usted que reservaba sobre la que más insiste.


su respuesta decisiva… Además, le gusta andar
que después… con la cabellera suelta,
GASPAR: Fue una evasiva… y entre sus hebras envuelta
¡quedarme!... no lo pensaba. la verá usted sin cesar.

ADELA: ¿Y ahora? GASPAR: Sí: ya lo había observado…


¡pobre Irene! Ni me atrevo
GASPAR: Estoy decidido:
a mirarla: me conmuevo…
me quedo…
voy a ser niño a su lado.
ADELA: (Con alegría)
ADELA: Sin embargo…
¿De veras?
GASPAR: ¡Oh! Bien sé
GASPAR: Sí;
que es necesario ser duro
no ha de decirse de mí
como el mármol… y, lo juro,
que esta lección he perdido.
por salvarla lo seré.
¡Nunca! Ahora tengo sed
Arriba del corazón
de esa lucha redentora…
están la ciencia y mi nombre,
¡que Dios me guíe señora!
y el médico es más que un hombre
ADELA: Allí está: mírela usted. cuando cumple su misión.
Indica a uno de los balcones, donde ha aparecido Irene Irene se retira del balcón y desaparece.
vestida de blanco, con el cabello suelto y en melancólica
actitud; allí permanece sin mirarlos hasta el fin de la escena
siguiente.
ESCENA III

ESCENA II
ADELA, GASPAR

ADELA, GASPAR, IRENE (en el balcón) ADELA: Se va: parece que hubiera
sentido… tal vez Mauricio
GASPAR: ¡Siempre lo mismo! que llega. Al menor indicio
ADELA: Se viste sale, y al paso le espera.
de blanco todos los días: GASPAR: (Señalando a Mauricio que atraviesa el patio en traje de montar
es una de sus manías
168 MARTÍN CORONADO antología de obras de teatro argentino 169
la rosa blanca

y trayendo su látigo en la mano). Irene hasta entonces era


Pues esta vez le ha dejado una niña encantadora,
adelantar, y ya está tan fresca como la aurora
en el patio. de un día de primavera.
ADELA: Ella vendrá Algo de melancolía
a verle aquí: no hay cuidado. dejaba entrever, es cierto,
pero nunca al descubierto,
sino envuelta en su alegría.
ESCENA IV ¿Quién había de pensar
que esa nube pasajera
ADELA, GASPAR, MAURICIO toda su vida pudiera
con sus sombras enlutar?
MAURICIO: ¡Hola! Estamos todavía
No puedo olvidarlo: bella
de conferencia; y ¿qué tal?
como una blanca visión,
¿qué dice el doctor del mal?
en el medio del salón
ADELA: Que se queda, y que confía. estaba la noche aquella;
MAURICIO: Gracias a Dios, que por fin cuando de pronto su boca
nos depara este consuelo… deja escapar un gemido,
¡Si me figuro que el cielo y en tierra cae sin sentido…
desciende hasta mi jardín! ¡para levantarse loca!
Doctor: ayer hizo un año ADELA: (Designando a Irene que avanza hacia ellos)
que llamé a Adela mi esposa, Calla, que no te oiga.
y un año que no es dichosa
también… ¿verdad que es extraño? GASPAR: Viene
Porque usted dirá sin duda al jardín.
que quien ama y es amado ADELA: (A Mauricio)
no puede ser desgraciado ¿Te ha visto?
sobre la tierra desnuda. MAURICIO: Sí;
Pero ¡fatal coincidencia! al pasar.
fue en nuestra fiesta de boda
que, para amargarla toda, ADELA: La trae aquí
se declaró esa dolencia. el cariño que te tiene.

170 MARTÍN CORONADO antología de obras de teatro argentino 171


la rosa blanca

ESCENA V ADELA: Yo no; ¡pero tan joven!


IRENE: Sí; soy niña
GASPAR, ADELA, MAURICIO, IRENE
tengo quince años… Mira, tú eres bueno…
IRENE: (Habla lentamente y sin levantar los ojos). (A Gaspar, en tono confidencial).
¡Vaya! Todos reunidos… es muy bello… Haz que Adela esta noche no me riña
en medio de las flores… ¡qué de cosas cuando me encuentre rosas en el seno.
se sueñan! GASPAR: ¿Y por qué ha de reñirte?
MAURICIO: Muchas, sí. IRENE: Es que me encantan
IRENE: (Después de una pausa). las rosas blancas… y ella… ella prefiere
Y en el cabello las rojas… las que ríen… las que cantan…
¿cuáles te gustan más? (A Mauricio). pero no las que lloran… no las quiere.
MAURICIO: ¿A mí? Las rosas GASPAR: Porque te ama…
IRENE: Rosas… blancas ¿verdad? Siempre me has dicho. IRENE: Mucho… yo he pensado
MAURICIO: Es que esas simbolizan la pureza. ponerme en los cabellos cada día
una rosa… una sola… con cuidado…
IRENE: Las blancas… ¡ah! ¿y a ti? (A Gaspar). para que no me vea… sufriría…
GASPAR: Tengo capricho ¡Como no ama las blancas!... Un instante
por las blancas también: dicen tristeza. la tendré, nada más… porque en seguida
la ocultaré en el seno… y mi semblante
IRENE: Tristeza… es cierto, es cierto… y a ti, hermana, a nadie le dirá que está escondida.
¿cuáles te gustan más?
ADELA: ¡Juzgue usted cuánto sufro! (A Gaspar)
ADELA: Las rojas: dime,
¿no te agradan? GASPAR: ¿Y yo, señora?

IRENE: ¡Oh, no! Yo busco ufana ADELA: Me ahoga la emoción cuando la escucho.
todo lo que no alegra… lo que oprime. MAURICIO: ¡Alma mía, valor!
ADELA: ¿Entonces ya no tienes ilusiones? IRENE: (A Gaspar)
¿te falta la esperanza, cuando apenas Mira que llora
te alejas de la infancia? no se lo digas ¿oyes?... llora mucho…
IRENE: ¿Tú te opones GASPAR: ¿Es un secreto?... bien: será guardado;
a que quiera las blancas… y las penas? pero en cambio…
172 MARTÍN CORONADO antología de obras de teatro argentino 173
la rosa blanca

IRENE: ¿Qué quieres? ESCENA VI


GASPAR: Tu cariño,
GASPAR, ADELA, MAURICIO
tu confianza.
GASPAR: ¡Rosas blancas! (Pensativo).
IRENE: ¿Tú has sido desgraciado
antes… alguna vez… cuando eras niño? MAURICIO: Son el sueño
de su vida sin ventura:
GASPAR: ¡Oh, sí!
siempre tenerlas procura
IRENE: Pues bien: entonces… te prometo con particular empeño.
que te amaré… como a mis rosas… calla
ADELA: Yo no sé por qué esas flores
esto también… lo quiero… es un secreto.
(Irene observa a Adela que se lleva el pañuelo a los ojos).
forman toda su delicia…
¡viera usted! las acaricia,
MAURICIO: ¿Lágrimas?... ¡Ah! las besa, las dice amores…
ADELA: (Tratando de serenarse) En su lecho, en donde quiera
Mi corazón estalla. que ella esté, se encuentran rosas,
IRENE: No te dije… me voy… te recomiendo (A Gaspar) blancas siempre…
que tú me la consueles… yo querría, MAURICIO: Candorosas
mas no sé… yo no puedo… no comprendo como su alma…
sino lo que es tristeza. GASPAR: (Aparte)
ADELA: (Con ternura) (Si esto fuera).
¡Hermana mía! ADELA: ¿Y bien, doctor?
MAURICIO: Ten calma. GASPAR: (Ensimismado)
IRENE: Adiós… los dejo… en los rosales Sí, tal vez…
voy a buscar mis rosas… no lo digas… ADELA: Hable usted…
mis rosas blancas, dulces… mis iguales…
MAURICIO: ¿Hay esperanza?
suspiran como yo… somos amigas.
(Se aleja con lentitud por la derecha). GASPAR: El mal hasta el alma alcanza,
a pesar de su niñez.
Mas no importa: sin recelo
me ha hablado como a un amigo,

174 MARTÍN CORONADO antología de obras de teatro argentino 175


la rosa blanca

dejándome ser testigo ADELA: No:


de su más íntimo anhelo; ¿podría ignorarlo yo,
y hoy que sé cuánta ternura su hermana?
se enlaza a su desvarío, GASPAR: Estoy confundido…
creo… ¿dice usted que nunca ha amado?
ADELA: ¿Qué? ADELA: ¿Acaso el amor se vela
GASPAR: Que el triunfo es mío… a una hermana?
(¡y también la desventura!) GASPAR: (Ensimismado y con alegría)
MAURICIO: ¡Oh! ¡Qué dicha! ¡Nunca!
GASPAR: A ustedes dos MAURICIO: Adela
toca ahora darme ayuda. mil veces me lo ha jurado.
ADELA: ¡Cómo! Yo también pensé lo mismo,
mas hoy tengo la conciencia
GASPAR: La verdad desnuda (Con gravedad) de mi error, y la evidencia
exijo en nombre de Dios. de haber sondeado un abismo.
MAURICIO: ¡La verdad! GASPAR: Pero entonces…
GASPAR: Un hombre honrado MAURICIO: Lo que existe
que ejerce su ministerio, solamente en el pasado,
puede aclarar un misterio voy a fiarlo al hombre honrado…
con la historia del pasado.
GASPAR: ¿Es un secreto?
MAURICIO: Comprendo, señor doctor,
MAURICIO: Y muy triste.
¿usted cree que hay de por medio…?
GASPAR: Sabré olvidarlo mañana
GASPAR: Que hay que buscar el remedio
si es necesario.
de una locura… de amor.
MAURICIO: Quizá.
MAURICIO: ¡Oh! ¡no!
ADELA: Sépalo usted desde ya:
ADELA: Jamás ha sentido
es que Irene no es mi hermana.
su corazón
GASPAR: ¡Ah!
GASPAR: ¡Nunca!

176 MARTÍN CORONADO antología de obras de teatro argentino 177


la rosa blanca

MAURICIO: Fruto desventurado y si ha descorrido el velo…


de una pasión borrascosa, ¡infeliz desheredada
en el hogar de mi esposa del arrullo y la mirada
halló un asilo sagrado. de un amor lleno de cielo!
Entonces… no me ha engañado
ADELA: Sí: ¡mi madre me la dio
mi experiencia: esa locura
por hermana y compañera;
es toda amor… es ternura
la pobre expósita era y soledad!
tan dulce! ¡cuánto la amó!
ADELA: (En tono de reproche)
GASPAR: ¡Expósita! ¿y ella sabe? ¿A mi lado?
ADELA: No, señor. GASPAR: Sí, señora, su razón
GASPAR: Y si un descuido, no ha resistido al vacío,
una palabra… y si está loca es… de frío,
ADELA: A su oído de frío en el corazón.
no ha llegado.
GASPAR: El caso es grave. ESCENA VII
Aunque es posible afirmar
que un amor sin esperanza ADELA, GASPAR, MAURICIO, BRUNO
no surge allá en lontananza
BRUNO: (A Mauricio, entrando por el fondo)
su locura a iluminar;
Señor…
¿quién puede decir que a ella
no trajo un rumor el viento, MAURICIO: ¿Qué hay?
y avivó un presentimiento BRUNO: Hace un instante
de su alma? llegó un jinete a la puerta,
MAURICIO: ¿Y quién? y no encontrándola abierta
se la llevó por delante.
GASPAR: Su estrella
tal vez Irene no ignora MAURICIO: ¿Algún beodo?
que, huérfana sin fortuna, BRUNO: No, señor,
fue proscripta de su cuna es un joven muy decente…
sin ver la primera aurora;

178 MARTÍN CORONADO antología de obras de teatro argentino 179


la rosa blanca

y si el señor lo consiente GASPAR: Mucho gusto…


lo haré entrar, aunque es mejor… RAMÓN: (Volviéndose a Bruno)
MAURICIO: ¿Está aún? ¿Oyes, Cerbero?
BRUNO: Allí le dejo, Soy su primo, y aquí…
furioso con el caballo, BRUNO: Pero…
y dale a llamar serrallo RAMÓN: … entro y salgo a mi albedrío.
a esta casa, y fortín viejo…
BRUNO: Sí, señor.
MAURICIO: ¡Vaya un lance!
RAMÓN: Ahora falta
BRUNO: Y no se va, que al caballo que está allá
y dice que si supiera le abras la puerta.
la señora que está afuera,
BRUNO: (Con una sonrisa burlona)
me pondría…
Ya, ya…
MAURICIO: (Recapacitando)
RAMÓN: Que lo que es ese… no salta.
¿Quién será?
Vase Bruno por el fondo.

ESCENA VIII
ESCENA IX
ADELA, GASPAR, MAURICIO, BRUNO, RAMÓN
ADELA, MAURICIO, GASPAR, RAMÓN
RAMÓN: (Entra rápidamente por el fondo, y se dirige al grupo sin
cumplimientos). Durante esta escena, Gaspar permanece retirado de los
¡Qué casa, válgame Cristo! demás personajes, y examina las plantas del jardín.
Si no salto las paredes… MAURICIO: Pero, hombre, ¿de dónde sales,
ADELA: ¡Ramón! (Reconociéndole con asombro). después de tan larga ausencia?

RAMÓN: ¿Cómo están ustedes? RAMÓN: ¡Pché! Un caso de conciencia,


Buenos todos, por lo visto… porque al fin primos carnales…
Caballero… (Saluda a Gaspar). MAURICIO: Explícate.
ADELA: (Presentándolo) RAMÓN: La familia
Un primo mío. debe ser unida… y ¡vamos!

180 MARTÍN CORONADO antología de obras de teatro argentino 181


la rosa blanca

aunque alguna vez rompamos ningún fatuo… y aquí estoy,


el tiempo nos reconcilia. ya ves ¡como si tal cosa!
Con que, me habrás entendido… Dime ¿tienes escopetas?
Es natural. ¡Pues no hay más!
MAURICIO: A lo menos…
Cazaremos, y además,
RAMÓN: Con verdad, si hay guitarra, unas piruetas…
enojo y rivalidad,
ADELA: ¡El mismo de siempre! (A Mauricio).
todo lo he dado al olvido.
MAURICIO: Viene
MAURICIO: ¡Gran tronera! ¿Y de tu parte
tal como lo conocí…
te enfadaste por lo serio?
RAMÓN: ¡Qué quieres!... ¡Ah, diablo! Aquí
RAMÓN: ¿Lo dudabas? Sin misterio:
(Mirando en derredor)
tuve ganas de matarte.
falta alguien: ¿dónde está Irene?
ADELA: ¡Aturdido!
ADELA: Bien sabes… (Poniéndose triste)
RAMÓN: ¡Pues es nada!
RAMÓN: Sí, me parece
¡Querer uno a una doncella,
que a mi madre le escribiste
y meterse entre uno y ella
que estaba loca… y ¿persiste
un tercero de colada;
la enfermedad, o decrece?
y quedarse todo un primo
sin la prima de repente, MAURICIO: El doctor nos asegura
y en la sala estar presente que puede curarla…
como una mesa de arrimo; RAMÓN: Pues…
y oír luego que incomoda, ¿y el doctor?... ya caigo… este es:
su amor… y por conclusión, (Indicando a Gaspar)
recibir invitación me ha gustado… ¿a que la cura?
para el baile de la boda!
Razón había, y bastante, ADELA: ¡Dios lo quiera!
para treinta desafíos… RAMÓN: Pero en fin,
pero los rencores míos ¿dónde está?
nunca pasan adelante. ADELA: (Señalando a la derecha)
Luego tú la haces dichosa ¿Ves a lo lejos
y ella te quiere, y no soy
aquellos rosales viejos

182 MARTÍN CORONADO antología de obras de teatro argentino 183


la rosa blanca

al extremo del jardín? ADELA: Mira, Mauricio, mira (Sin volverse)


Allí… Ramón está a su lado:
RAMÓN: ¡Oh! Qué pensativa le reconoce al parecer…
es ella… ¿y qué hace? MAURICIO: Delira...
ADELA: Divaga va a enseñarle las rosas que ha arrancado.

RAMÓN: La hablaré… ¡como no me haga Gaspar se aproxima y observa fijamente, olvidado de todo.
llorar a lágrima viva!
ADELA: Todas son blancas…
(Vase por la derecha).
MAURICIO: Todas.
ADELA: Se enajena
ESCENA X
con ellas… una flor coloca ahora
en su frente… ¡qué pena! (Conmovida).
GASPAR, ADELA, MAURICIO
GASPAR: (Con vehemencia y sin poder contenerse)
MAURICIO: (Volviéndose a Gaspar, mientras Adela sigue con la vista a
Ramón) ¡Valor, valor! ¡La salvaré, señora!
¿Por qué tan retirado, ¡Lo juro! Aunque sin calma
doctor? ¿Soñaba usted? vea pasar las horas de mi vida,
aunque trueque mi alma por su alma,
GASPAR: (Se aproxima ensimismado)
y mi razón por su razón perdida.
Soy de las flores
amigo apasionado, ADELA: ¿Qué dice usted? ¿la duda,
y me encantan su aroma y sus colores. se desvanece al fin?
MAURICIO: Venga usted, venga usted; hoy es mi día GASPAR: En vano, en vano
hoy comprendo a la ciencia en su grandeza lo pretendí ocultar. La lengua muda
y torna mi alegría, cuando habla el corazón es más que humano.
y mi esperanza a despertar empieza. Mi amor me vence.
La vuelta de Ramón se me figura MAURICIO: ¡Amor!
un presagio feliz: la Providencia
GASPAR: Y me arrebata.
le trae tal vez a ser de mi ventura
Yo amo a Irene hace tiempo.
partícipe y testigo, tras la ausencia…

184 MARTÍN CORONADO antología de obras de teatro argentino 185


la rosa blanca

MAURICIO Y ADELA: que repite mi nombre suspirando…


(Con asombro) MAURICIO: Doctor, cúrela usted y luego…
¿Cómo? ¿A Irene?
ADELA: Luego
GASPAR: ¿Y por qué no decirlo, si es tan grata hágase usted querer: yo se lo mando.
La dulce confesión? ¿Qué me detiene?
GASPAR: Gracias, ya soy feliz: toda una vida
Huérfana, con el alma desolada,
no bastará a mi anhelo
virgen el corazón, ¿quién no la adora?
para arrancarla al mal, y estremecida
la luz de su mirada
llevarla a ser el ángel de mi cielo.
de azul de cielo el porvenir colora.
¡Ah! Si cruel su destino la condena
¡Ah! Cuando hace un momento
a eterna soledad; si se levanta
la intuición de otro amor veló sombría
entre ella y mi alma, de ilusiones llena,
mi más bella esperanza… ¡aún lo siento!
esa locura horrible que me espanta;
¡Qué dolor! ¡Qué amargura! ¡Qué agonía!
entonces este cielo que he forjado,
¡No más! No más pretendo
será en mi vida triste y peregrina,
ocultar mi pasión, tan grande y pura
como el cielo sin luz del desgraciado,
que la única dicha que comprendo
que tan sólo en sus sueños se ilumina.
es abismar mi vida en su locura.
MAURICIO: ¡La amaba usted así!
ESCENA XI
GASPAR: Dios es testigo
de que ese amor sostiene
MAURICIO, ADELA, GASPAR, RAMÓN, IRENE
mi fe, amigos míos.
RAMÓN: (Dice dentro los primeros versos: luego aparece conduciendo de la
ADELA: Yo bendigo mano a Irene, que le sigue sin resistencia).
la mano del Señor, que salva a Irene. ¡Cuando yo lo decía!
¡Amada! ¡Dicha inmensa! Esta niña me ha puesto
¿Dónde el amor no alcanza en su ternura, los nervios en desorden. Prima mía,
para apagar su sed, su sed intensa a ver si puedes tú… cámbiala el gesto.
de abnegación, de triunfo…? Hazle reír, que estoy… yo no he nacido
GASPAR: Y de ventura. para ver pesadumbres, y me falta
¡Oh! si ella es mía, si a escucharla llego

186 MARTÍN CORONADO antología de obras de teatro argentino 187


la rosa blanca

el valor, y aunque lucho, en un descuido… (Se acerca a Irene con resolución)


¿quién detiene una lágrima que salta? ¿Y si yo las amara?
ADELA: Eres bueno y sencillo, IRENE: Te daría
Ramón. la que guardo en mi seno…
IRENE: Le he dado rosas la que en mi frente… ¡chit! ella lo oiría,
para que ame el dolor. y va a llorar.

RAMÓN: Soy un chiquillo. RAMÓN: ¡Y yo! bueno… ¡muy bueno!


(Se enjuga una lágrima).
IRENE: ¿No es verdad que las hallas muy hermosas?
IRENE: ¡Tú también! Pues entonces no te digo…
RAMÓN: Adela, dímele algo… Voy a decirlo a… ¿cómo te llamas? (A Gaspar).
IRENE: Estando triste
GASPAR: Gaspar.
se aduerme el corazón… la flor que exhala
efluvios de tristeza… la que viste IRENE: Tú eres mi amigo…
un velo de penumbra… ¿cuál la iguala? tú no lloras, Gaspar… tú sí las amas.
Por eso yo me encanto RAMÓN: (¡Loado sea Dios! me deja).
con mis rosas tan blancas… me parecen (Continúa paseándose).
ojos que vela el llanto…
IRENE: ¿Te acuerdas de mi idea?... ya está hecha
estrellas que en la bruma palidecen.
la siento que se queja
Tú las quieres… y tú… ¿por qué te admira
aquí… sobre mi pecho (La acción).
(Habla sucesivamente a Mauricio, a Gaspar y luego a Ramón, a
Ya la verás… me está observando…
quien continúa dirigiéndose).
que te incite a quererlas? ¿Por qué Adela RAMÓN: (¿Cómo
llora cuando las mira? me escabullo?)
Mejor… esto consuela. ADELA: ¡Ay, Mauricio, si no fuera
¡Si supiera llorar!... yo lo adivino… la esperanza!
muy dulce debe ser.
RAMÓN: (Y el caso es que si tomo
RAMÓN: (Se pasea agitado) la puerta sin…)
¡Y que me vea
MAURICIO: ¡Dichoso del que espera!
reducido… demonio! Este es camino
de volver a las lágrimas… ¡pues sea! IRENE: Tiene yo no sé qué… cuando a cortarla (A Gaspar)

188 MARTÍN CORONADO antología de obras de teatro argentino 189


la rosa blanca

fue mi mano al rosal, se estremecía… ESCENA XII


y luego, en mi cabeza al colocarla,
la escuché suspirar… me conocía. MAURICIO, ADELA, GASPAR, IRENE

RAMÓN: (Se da una palmada en la frente y se mete en medio del grupo con ADELA: Ramón se ha enternecido: (A Gaspar)
aire resuelto). por no oírla se va.
Basta de caras largas… GASPAR: Oh, sí: revela
¡Ea! ¡A vivir! Tú prima, de la fiesta un bello corazón.
serás reina amazona… tú te encargas
IRENE: ¿Por qué se ha ido?
de dirigirnos. (A Mauricio).
La hubiera visto… no… me mira Adela.
MAURICIO: ¿Qué avalancha es esta? (Lleva la mano al seno y luego la retira vivamente).
RAMÓN: ¡Qué diantre! Un plan magnífico: la luna Las rojas son las suyas…
deben saber ustedes que está llena… ¡Pobre mi rosa blanca! Te desdeña…
¿Hay caballos? Es claro… ¡qué fortuna! dice que eres muy pálida… que huyas
Pasaremos la noche más amena. te manda cuando sueña.
Pero tú no… ¿no es cierto? (A Gaspar).
ADELA: ¿Piensas?
RAMÓN: Nada: se trata GASPAR: No, niña mía. (Ensimismado).
de una cosa a que nadie se resiste… IRENE: (Aplicando el oído)
¡desairar una hermosa cabalgata No habla… ¿tú la escuchas?
a la luz de la luna, fuera chiste! ¡Ay! ya estará marchita… la habrá muerto
MAURICIO: ¿Lo dices seriamente? la estrechez… voy por otra… tengo muchas.
(Se aleja por la derecha, cantando pausadamente estos versos)
RAMÓN: ¡No! Si es broma… De novia llevo el velo
Voy a ensillar… ¿dónde es la cueva sobre la frente,
del Cancerbero aquel? ¡Por allá asoma y lloro sin consuelo
Pascual! (Llamando). mi amor ausente.
ADELA: Bruno (Corrigiéndole).
RAMÓN: Es lo mismo: que se mueva.
ESCENA XIII
(Vase por el fondo).
MAURICIO, ADELA, GASPAR

190 MARTÍN CORONADO antología de obras de teatro argentino 191


la rosa blanca

GASPAR: ¡Ese canto! (Estremecido). Yo lo alzaré con la vida


y el calor del sentimiento.
ADELA: Es vez primera
¡Es desgraciada! Que a amar
que usted se lo oye ¿verdad?
todo en torno la convide…
Lo aprendió de tierna edad
¡no tiene madre! ¡que olvide
sin comprenderlo siquiera.
la cuna por el hogar!
Hoy con la misma inocencia
lo repite… Irene ignora MAURICIO: ¿Y usted cree que la reacción
lo que es el amor que llora, vendrá?...
y lo que vale una ausencia. GASPAR: Del triunfo respondo;
GASPAR: (¡Ah! respiro) siempre hay ternura en el fondo
del más duro corazón.
ADELA: (Con intención)
Y el suyo, que de inocencia
En su locura
y de candor está henchido,
ya ve usted, no lo ha olvidado…
¿no ha de tener un latido
pero no está en el pasado
para romper su demencia?
quien llenará su ternura.
ADELA: ¡Y usted, doctor, nos quería
GASPAR: No me haga usted delirar,
abandonar! ¡qué egoísmo!
señora… ¡la quiero tanto!...
GASPAR: Es que miraba el abismo,
ADELA: El amor de usted es santo:
señora, y me estremecía.
ella lo sabrá premiar.
¡Amar lo imposible era
MAURICIO: Sí, cúrela usted, doctor, amar a Irene… y mi amor
y suya será en seguida crecía ante ella!
aquella alma redimida
ADELA: Doctor,
por la ciencia y el amor.
el que ama no desespera.
GASPAR: La ciencia… el amor… así
GASPAR: Hoy lo comprendo.
comprendo su salvación:
que lata su corazón… ADELA: Pues bien,
y que lata… para mí. ya lo sabe usted: salvada,
¡Pobre espíritu sediento esa niña desgraciada
de amor, de amor sin medida! puede llenar un Edén.

192 MARTÍN CORONADO antología de obras de teatro argentino 193


la rosa blanca

GASPAR: ¡Un Edén!... ¡Un Edén mío! GASPAR: ¿Y me quieres?


ADELA: Vamos, Mauricio, ella viene: IRENE: ¡Tanto!
que la hable a solas… que Irene al hablarme tú me encanto…
no tema… porque tú me has comprendido
MAURICIO: (A Gaspar) GASPAR: ¡Oh, gloria! (Enajenado).
Se la confío.
IRENE: Cuando viniste,
(Vase con Adela por el fondo).
todos querían que fuera
alegre… que no estuviera
ESCENA XIV melancólica… ni triste.
No sabían el anhelo
GASPAR que me consume… no… no…
pero tú lo sabes.
GASPAR: (Con la mirada fija en el punto por donde llega Irene)
GASPAR: Yo…
Mi blanca virgen soñada… ¡sé que tu amor es el cielo!
¡qué hermosa es! ¡Resplandece Que te adoro… ¡que anonada
su tristeza, que parece tu imagen mi pensamiento,
luminosa y perfumada! que llena mi alma siento
de la luz de tu mirada!
ESCENA XV IRENE: Mira: ¡qué bella! es mi flor…
mi rosa blanca… muy bella…
GASPAR, IRENE (Saca del seno una rosa que guarda luego).
IRENE: ¿Estás solo? (Por la derecha). GASPAR: ¡La rosa blanca! (Transición).
GASPAR: ¡Solo!... sí… IRENE: Sí: ella
con mis sueños… ¿tienes miedo? también comprende el dolor.
IRENE: No lo creas… yo no puedo ¡Cuántos suspiros no da
tener miedo junto a ti. al viento si se la toca!

GASPAR: ¡Bien mío! GASPAR: (Como saliendo de un sueño y con desesperación)


¡Loca! ¡Dios mío! Está loca…
IRENE: Te he prometido
quererte…
194 MARTÍN CORONADO antología de obras de teatro argentino 195
la rosa blanca

¡lo había olvidado ya! Ya es algo.


(Se queda inmóvil, cruzado de brazos y con los ojos fijos en el BRUNO: ¡Si están en pie
suelo). desde las seis!
RAMÓN: ¿Y por qué
FIN DEL ACTO PRIMERO a mí no me han despertado?
BRUNO: Siempre el sueño se respeta
cuando el cansancio de un viaje…
ACTO SEGUNDO RAMÓN: ¡Y yo que anoche me traje
a mi cuarto la escopeta!
SALA ELEGANTEMENTE DECORADA EN LA CASA DE CAMPO DE
MAURICIO; AL FONDO DOS BALCONES: A LA DERECHA, EN BRUNO: El señor me encargó…
PRIMER TÉRMINO, PUERTA DE ESCALERA QUE COMUNICA CON
LA PARTE BAJA; EN SEGUNDO TÉRMINO OTRA PUERTA QUE DA RAMÓN: ¿Dices
A LA HABITACIÓN DE GASPAR. A LA IZQUIERDA: PUERTA que te encargó? ¡Fresco estoy
TAMBIÉN QUE CONDUCE AL CUARTO DE RAMÓN. con mi caza! ¿Adónde voy
a hallar ahora perdices?
Y la perdiz es mi fuerte…
ESCENA PRIMERA
¡y les tenía una gana!
RAMÓN, BRUNO
¡Paciencia! Será mañana:
lo que es hoy, ¡vaya una suerte!
Bruno está colocando flores en los floreros de la sala; ¿Y dónde están?
Ramón sale por la puerta de la izquierda.
BRUNO: Don Mauricio
RAMÓN: ¡Soledad… y es mediodía!
y la señora, allá adentro…
¡Hola, Bruno!
RAMÓN: ¿Y la niña? Si la encuentro
BRUNO: ¿Señor?
otra vez, doy beneficio...
RAMÓN: ¡Diantre! ¡Hombre! ¿y el doctor?
tienen sueño de sochantre
BRUNO: Salió
si es que duermen todavía.
al campo de madrugada…
BRUNO: No, señor.
RAMÓN: ¿También está levantada
RAMÓN: ¿Se han levantado? Irene?

196 MARTÍN CORONADO antología de obras de teatro argentino 197


la rosa blanca

BRUNO: Sí, ya bajó. IRENE: Ven a verlas: está llena


RAMÓN: ¿Adónde? de rosas (Alzando la canasta).
RAMÓN: (Inquieto al observar que Bruno se dirige a la puerta).
BRUNO: Al jardín: allí ¡Te marchas, Bruno!
las horas muertas se pasa…
BRUNO: Sí, señor.
RAMÓN: (Como hablando consigo mismo)
RAMÓN: (Bajo, aproximándose a él).
Pues… el jardín de esta casa
Mándame a alguno…
no se ha hecho para mí.
BRUNO: ¿Y para qué, si es tan buena?
(Vase por la derecha, primer término).
ESCENA II

RAMÓN, BRUNO, IRENE ESCENA III

IRENE: (Por la derecha, primer término: trae en la mano una pequeña


RAMÓN, IRENE
canasta de mimbre, llena de rosas blancas).
Ya no lloras… haces bien… IRENE: Aún tienen las gotas de rocío…
(A Ramón). Yo misma en el jardín siempre las riego…
yo misma, sí… ¡su corazón y el mío
RAMÓN: ¡Irene! (Retrocediendo).
laten tan a compás!
IRENE: ¡Se goza tanto
RAMÓN: (Empieza a pasearse)
sin llorar… el llanto... el llanto! (¡Palo de ciego!).
Mis lágrimas no se ven.
IRENE: Me han dicho que es muy dulce entrar al templo
RAMÓN: (¡Las mías sí: son tamañas!). y abismarse en plegarias silenciosas…
BRUNO: (Examinando los floreros) yo creo estar allí cuando contemplo
Creo que todo está listo. el sueño de letargo de mis rosas.
IRENE: ¿Huyes de mí? Y di ¿por qué no abres los balcones?
RAMÓN: ¡Yo! ¿me has visto? RAMÓN: ¿Quieres?
IRENE: Como te alejas… IRENE: Si es que tus lágrimas…
RAMÓN: Te engañas. RAMÓN: (Abre uno de los balcones)
(No tardan).

198 MARTÍN CORONADO antología de obras de teatro argentino 199


la rosa blanca

IRENE: De ahí las puedes ver… mis ilusiones Perfuman mis recuerdos… compañeras
están allá… con ellas… me las guardan. de mis sueños, me buscan… mi alma anida
RAMÓN: Hay muchas rosas, ya lo veo. en sus hojas… ¡si tú las comprendieras!
IRENE: Observa RAMÓN: ¿No vuelves al jardín?
si están todas dormidas… si respiran… IRENE: Ciño mi frente
Cuando duermen… ya sabes… las enerva de rosas blancas para estar tranquila…
un ángel que las besa… y no suspiran. tan tiernas y tan tenues se las siente
Déjame ver a mí… tú no conoces… que desmaya la luz en la pupila.
(Le aparta suavemente y se inclina sobre el balcón). Escúchame: ¿tú sufres?
no has empezado a amarlas todavía… RAMÓN: (Vivamente)
(Escucha un momento, luego retrocede).
¡Ya lo creo!
Duermen… cierra… que el eco de las voces
es decir, me parece…
las puede despertar.
IRENE: Triste… y niño…
RAMÓN: (Cierra el balcón).
serás también su amigo… a ti las veo
(¡Ay, madre mía!).
exhalar en perfumes su cariño.
IRENE: Estas sí ya no duermen… en secreto
RAMÓN: (Soy de cera, está visto).
(Con los ojos fijos en su canastilla)
(Lleva el pañuelo a los ojos).
están hablando todas de su hermana…
de mí, ¿no lo oyes tú? IRENE: (Observándole)
¡Siempre el llanto!
RAMÓN: ¿Y con qué objeto
las cortas? RAMÓN: (Volviéndose de uno y otro lado para ocultar el rostro).
¡Llorar! Si soy a prueba… será el humo.
IRENE: Se las robo a la mañana.
La mañana es alegre… ellas padecen IRENE: Pues bien, no llores ya… verás que encanto
con la luz… del crepúsculo son hijas… hay en mis rosas blancas.
como yo, ¿no lo sabes?... enmudecen RAMÓN: (Con afectada serenidad) Lo presumo.
al sol… aquí no sufren… no te aflijas. IRENE: (Toma de la mano a Ramón y le hace sentar en un sillón, sin que
RAMÓN: Mucho te gustan. aquel oponga resistencia; luego le va colocando como indican los
versos).
IRENE: ¡Yo! ¡Si son mi vida!

200 MARTÍN CORONADO antología de obras de teatro argentino 201


la rosa blanca

Siéntate… ven… aquí… baja los ojos… ADELA: (Llega con su esposo por la derecha, primer término, y abarca la
así… pon la cabeza reclinada… escena con una mirada).
la mano al corazón… ¡Pobre Ramón! (Bajo a Mauricio).
RAMÓN: (Estos antojos… MAURICIO: (A Ramón)
¡firme, Ramón!). ¿Qué tal? ¿Has descansado?
IRENE: Apaga la mirada. RAMÓN: Un poco… (Siempre esforzándose por aparecer tranquilo).
El brillo las deslumbra… te repito IRENE: Las va a ver… si yo pudiera…
que aman la sombra… vaya… no te muevas… no las quiero mirar… (Se retira a la
RAMÓN: ¿Qué vas a hacer de mí? izquierda).
IRENE: Habla bajito… RAMÓN: (Va hacia la derecha).
tímidas son… y si la voz elevas… (¡Ya me han cercado!)
(Va poniéndole rosas en los cabellos).
MAURICIO: ¿La tenías aquí por compañera?
Esta es muy dulce… y esta… y esta tiene
un suspiro de amor en cada hoja… RAMÓN: Hace un momento.
esta es igual a mí… Se llama Irene… MAURICIO: ¿Y bien?
¿no sientes que arrulla tu congoja? ADELA: Te ha conmovido,
Mira… ya están… sobre tu sien cautivas, lo conozco.
sueñan.
RAMÓN: No tal. (Mirando a todas las puertas).
RAMÓN: (Irguiéndose con un estremecimiento nervioso que hace caer las
flores a sus pies). ADELA: (Observa las rosas)
¡No puedo más! ¡Ah! ¿Y estas flores?
IRENE: ¡Oh Dios, qué bello! IRENE: (Se vuelve sin aproximarse).
¡Parecen ilusiones fugitivas No están tristes, hermana… se han dormido…
Esas rosas que caen de tu cabello! no pueden sonreír… ¿oyes?... no llores.
MAURICIO: ¿Y ha de llorar? ¿Por qué? También las ama.

ESCENA IV IRENE: ¡Las ama! ¿Y a las rojas? (Pensativa).


ADELA: No las quiero,
RAMÓN, IRENE, MAURICIO, ADELA porque a ti no te agradan.
RAMÓN: (Con fingida sorpresa).

202 MARTÍN CORONADO antología de obras de teatro argentino 203


la rosa blanca

¿Quién me llama? RAMÓN: (Volviendo a sus paseos).


¿no has oído? (Pues… aunque la escopeta me fusile
MAURICIO: (Sonriendo) me largo sin remedio antes que venga).
Yo no.
ADELA: (Bajo a Ramón) ESCENA V
¡Nunca sincero!
Tienes el corazón despedazado, MAURICIO, RAMÓN, ADELA
y lo ocultas, lo sé. MAURICIO: (A Ramón)
RAMÓN: ¡Cuando te digo! Muy pensativo te has puesto.
Lo que hay es que mis nervios… RAMÓN: ¡Yo!
MAURICIO: (A Irene, que se acerca a él). MAURICIO: ¡Si estás desconocido!
¿No has notado Tú, que eras tan aturdido,
la momentánea ausencia de tu amigo? tan bullicioso… ¿qué es esto?
IRENE: De mi amigo… RAMÓN: Nada… que revuelvo aquí (La frente)
MAURICIO: Gaspar; eres ingrata, cierto plan.
pues no lo recuerdas. MAURICIO: ¡Es singular!
IRENE: ¡Ay! es cierto… No sabías cavilar
¿se enojará? cuando yo te conocí.
MAURICIO: ¡Quién sabe! Pero trata RAMÓN: Aguarda. (Yendo hacia la izquierda)
de hacérselo olvidar.
MAURICIO: ¡Pero Ramón!...
IRENE: Es que no acierto…
¡Ah! sí… qué tonta… le daré una rosa… RAMÓN: Ya vuelvo. (Entra en su cuarto).
la más bella y más blanca… toda olvido… ADELA: (A Mauricio que va a detenerlo)
la traeré del rosal... voy presurosa... Déjalo; va
estas no viven ya… las he oprimido… a desahogarse, que está…
Dile que espere, que no tardo… dile ¡porque tiene un corazón!
que se va a consolar cuando la tenga…
(Vase).

204 MARTÍN CORONADO antología de obras de teatro argentino 205


la rosa blanca

ESCENA VI ESCENA VII

MAURICIO, ADELA MAURICIO, ADELA, RAMÓN

MAURICIO: Aún no he visto a Gaspar. RAMÓN: (Sale con la escopeta y demás avíos de caza).
ADELA: Pasea, según parece… Aquí me tienes.
su amor hacia Irene crece MAURICIO: ¿De caza?
y ese amor la ha de salvar. RAMÓN: Pues.
MAURICIO: Así lo espero. MAURICIO: ¡A estas horas!
ADELA: La adora… RAMÓN: ¿Te admira?
¿Y sabes que ha madrugado? No es la hora, es el que tira…
¿y qué dices de mi traza?
MAURICIO: Es de todo enamorado
No es mala, ¿eh?
levantarse con la aurora.
(Se echa al hombro la escopeta).
Al hallarte en mi camino
tal fui yo, y en mi desvelo MAURICIO: ¿Pero a quién
te buscaba por el cielo se le ocurre?
como un astro peregrino. RAMÓN: Tú eres novicio…
Llena de luz se ofrecía la perdiz, pobre Mauricio,
a mi amor tu faz sonriente, siempre cree que no la ven.
y absorto, helada la frente, (Vase por la derecha).
siempre me encontraba el día.
Jurara que en el balcón
ESCENA VIII
Gaspar la noche ha pasado,
y en cada eco ha escuchado
MAURICIO, ADELA
un eco en su pasión.
Ante la imagen risueña MAURICIO: ¡Ahora sí que es Ramón!...
que nuestro delirio exalta, ¡Salir de caza a las diez
el sueño del cuerpo falta… en primavera! (Se echa a reír).
¡sólo el alma duerme y sueña! ADELA: Tal vez
va huyendo de otra emoción.

206 MARTÍN CORONADO antología de obras de teatro argentino 207


la rosa blanca

MAURICIO: Quizá, pero aquella ufana de los hijos del dolor.


actitud… ¡Me da una risa Y el amor ha de triunfar
esta caza que improvisa de la demencia de Irene
a las diez de la mañana! que en la lucha que sostiene
Además, ya no estoy triste, juega su cielo Gaspar.
Adela mía: me siento MAURICIO: ¿Te has fijado?... ya no hiela
casi feliz, y el contento de mi niña la mirada…
a la ocasión no resiste. ya su alma desolada
Gaspar es un sabio, Adela, algo siente y algo anhela.
un sabio que ama, y combate ¿No es verdad que hora tras hora
porque el mal no le arrebate es más tierno su delirio?
toda la dicha que anhela. ¡Noche horrible de martirio,
Tengo fe en él, cada día al fin presiento tu aurora!
le admiro más… y me alcanza
esa sublime esperanza
que le anima y que le guía. ESCENA IX
ADELA: Sí; Gaspar tan solo ha ido
MAURICIO, ADELA, GASPAR
al fondo de su locura,
y a la luz de su ternura GASPAR: (Por la derecha, primer término)
la sombra ha desvanecido. Amigos míos…
Siempre la ciencia, desnuda MAURICIO: Doctor,
de la vida de la fe, ¿de vuelta ya? Bienvenido.
para nuestras almas fue
ADELA: Veo que usted hoy ha sido
amarga como la duda.
valiente madrugador.
¡Siempre la vacilación
y el frío del desaliento! GASPAR: En el campo me complace,
Le faltaba el sentimiento porque es en la soledad
para llenar su misión. que en toda su majestad
Pero Gaspar… el amor se admira el día que nace.
Aquí, sobre la llanura
es más grande que la ciencia:
que sin límites se extiende,
el amor es providencia

208 MARTÍN CORONADO antología de obras de teatro argentino 209


la rosa blanca

cada vez que el alba asciende GASPAR: ¡Oh, Irene, gracias!...


el nombre de Dios murmura; (Toma la flor y se abstrae contemplándola).
aquí ostenta la mañana
IRENE: Oye… no la oprimas
más esplendor, más belleza:
aquí tienes la grandeza sonríela a menudo… y ella… ella…
de la tierra americana. a cada beso que en su frente imprimas
se tornará más pálida y más bella.
¿No te dije? Ya ha huido (A Mauricio)
ESCENA X su enojo con la flor… ¡mi rosa exhala
tan lánguido perfume!
MAURICIO, ADELA, GASPAR, IRENE
ADELA: Es que él no ha sido
IRENE: Mucho he tardado, pero… (Por la derecha, primer término: malo jamás, y tú…
ha dejado su canastita y trae sólo una rosa en la mano).
IRENE: ¿Yo he sido mala?
para no despertarlas… no quería…
¡es tan dulce y ligero ADELA: ¡Tal vez!
el sueño que la noche les envía! IRENE: (Con pena)
Dime, ¿estás enojado (A Gaspar) ¡Dios mío! ¿Es cierto?
porque no te recuerdo? Yo he oído ¿Puedo ser mala?
que al corazón no es dado MAURICIO: Con Gaspar, tu amigo,
ocultar la tristeza del olvido. lo fuiste al olvidarle.
GASPAR: ¿Tú me olvidaste? IRENE: Es que te advierto
IRENE: Sí: por un momento… que un instante no más… tengo un testigo.
¿no observas que estoy trémula… mis ojos MAURICIO: ¡Un testigo! ¿Cuál es?
no puedo alzar a ti… ya ves que siento
IRENE: (Se apodera de la flor que tiene Gaspar).
mi culpa y tus enojos?
Esta lo sabe…
GASPAR: ¡Enojos para ti! ¿y lo creíste? esta, que ha poco se meció en mi frente…
IRENE: ¡Qué importa! Toma y calma su hálito suave
tu pena… no resiste evocó los recuerdos de mi mente.
a su dulzura la ansiedad del alma. El tuyo estaba allí: surgió el primero (A Gaspar)
(Le da la rosa).
ávido de la luz de su caricia…
pregúntale… su pensamiento entero

210 MARTÍN CORONADO antología de obras de teatro argentino 211


la rosa blanca

(Le vuelve la rosa). GASPAR: Amor.


te dirá con delicia.
IRENE: ¡Amor!
Ella gusta de hablar con los que ignoran
lo que es dicha y bonanza… GASPAR: Un eco que suspira,
los tristes la enamoran… un afán que no cesa…
sus amigos no tienen la esperanza. IRENE: ¿Y es blanco?
GASPAR: ¿Quieres que aquí la ponga? GASPAR: Sí: tu rosa lo respira.
(Lleva la flor al ojal).
IRENE: Déjame recordar… (Lleva la mano a la frente y se queda
IRENE: No… no… va a tener frío… que en tu seno inmóvil y profundamente abstraída).
viva feliz… que nada se interponga
GASPAR: (A media voz)
entre ella y tú, Gaspar… ¡eres tan bueno!
Creo prudente
GASPAR: ¿A mi cariño llamas que no los vea a ustedes… ¡la devora
bondad? (Guarda la rosa en el pecho). una sed de expansión!...
IRENE: ¿Me quieres mucho? ADELA: Acaso siente…
GASPAR: ¡Te daría GASPAR: Fíjese usted, señora.
la vida de mi ser!...
ADELA: ¡Es verdad… y medita!
IRENE: Pues si me amas,
GASPAR: No: combate…
no me la hagas sufrir… piensa que es mía.
MAURICIO: ¿Con el mal?
ADELA: Pero tú… me parece
que no le quieres… GASPAR: Con la fuerza que comprime
su ternura… ya es tiempo… allí…
IRENE: ¡Yo!... solo sin fuego
(Sin apartar los ojos de Irene, les designa la puerta de la
quiere mi corazón… porque padece…
izquierda).
como la flor sin riego.
MAURICIO: Me abate
GASPAR: ¿Y no sientes un algo indefinido,
esa lucha…
un anhelo… una voz que te consterna
diciéndote al oído ADELA: ¡La ahoga!
una palabra vagarosa y tierna? GASPAR: La redime.
IRENE: ¿Y qué palabra es esa?
Mauricio y Adela entran por la izquierda.

212 MARTÍN CORONADO antología de obras de teatro argentino 213


la rosa blanca

ESCENA XI Hay otro amor, Irene, que destella


en el límite vago de la infancia,
GASPAR, IRENE lo entrevé la doncella
GASPAR: ¡Irene! (Inclinándose hacia ella) al través de su cándida ignorancia.
Es fuego y es temor; duda y anhelo;
IRENE: (Con un estremecimiento)
tristeza y bienestar: en un segundo
¡Ah! Soñaba adormecida…
llena la vida, y se remonta al cielo,
GASPAR: Y bien ¿has encontrado porque no basta a contenerle el mundo.
el amor? La inquietud le acompaña,
IRENE: Una luz desvanecida… va en pos de un ideal eternamente,
¿eso es? Lo he soñado. y ora en llanto se baña,
GASPAR: ¡Una luz! ora sonríe como el sol naciente.

IRENE: De mis rosas IRENE: Explícamelo bien… estoy suspensa…


este sueño aprendí: en su perfume tu voz me ha confundido…
hay ondas luminosas no puedo comprender…
en que el alma se anega… y se consume. GASPAR: El alma inciensa,
GASPAR: ¿Pero no amas? abre las rosas y embellece el nido.

IRENE: ¿Yo? Yo quiero a Adela, IRENE: Las rosas…


y a Mauricio… (Los busca en derredor). GASPAR: Ese amor les da frescura.
No están… los dos se han ido… IRENE: El nido…
GASPAR: ¿Tal vez te desconsuela? GASPAR: El ave trémula lo exhala,
IRENE: No… decías que amar… oculta en la espesura,
GASPAR: No has comprendido. sobre su amado suspendida el ala.

IRENE: ¿Y por qué? IRENE: ¿Es así? ¿No me engañas?

GASPAR: No es el plácido cariño GASPAR: ¡Te lo juro!


de hermana, el sentimiento IRENE: Debe ser imposible…
que reclamo a tu espíritu… de niño GASPAR: Irene, mira
es ese amor sin lucha y sin tormento. (Abre el balcón y la conduce a él)

214 MARTÍN CORONADO antología de obras de teatro argentino 215


la rosa blanca

ese cielo tan puro IRENE: ¡Oh!


en que la luz parece que se aspira. GASPAR: ¿Y oponer a la orfandad su encanto,
Contempla esa llanura, que dilata y al desierto su vida?
su verdor a tus pies: llena de flores, Allí se goza tanto,
expande el corazón y lo arrebata que la orfandad se olvida.
en pos de sus perfumes y colores. ¡Irene! ¡Irene! ¡Que el amor te inunde!
Eso es amor que en la creación rebosa, ¡Que alce la tempestad bajo tu seno!
y busca el alma humana El hielo en él se funde…
para hacerse inmortal… Tú, silenciosa, tu corazón de arrullos está lleno.
¿no le respondes? IRENE: Mi corazón…
IRENE: ¡Yo!... quizá… mañana... (Con agitación creciente).
hoy no puedo… me abruma
GASPAR: Escucha, ¿no sería
el frío de mi ser… espera… espera…
para ti lo supremo, enamorada,
GASPAR: ¡Muda a su voz! Te llama… absorber por tus labios la ambrosía
IRENE: Es que la bruma de un beso delirante?
me envuelve. IRENE: Estoy helada…
GASPAR: ¡Te suplica! GASPAR: (La toma de las manos).
IRENE: (Agitada)
En este momento Adela y Mauricio aparecen por la
¡Si pudiera!... izquierda y escuchan conmovidos.
GASPAR: Te nombra… es una madre desolada
Une tus manos a mis manos: lanza
que ha perdido su hija… ¡que adivina
un rayo de tus ojos a mis ojos…
su terrible orfandad! ¡Y callas!
¡Mi alma y la tuya sellarán su alianza,
IRENE: ¡Nada! y escucharé tu voz puesta de hinojos!
No puedo… siempre el frío me domina… No tienes una madre… mas ¿qué importa?
dile que cese… Será tuyo el Edén… ¡y aún no estallas!
GASPAR: ¡Huérfana! ¿Has oído? Siempre muda y absorta,
tu ternura desborda… ¡y tú la callas!
¡Huérfana! ¡Sola!... y el amor… ¿no sabes
(La observa firmemente).
que tú puedes también tener un nido,
¡Oh, ventura!
cual lo tienen las aves?
(Retrocediendo lleno de gozo).

216 MARTÍN CORONADO antología de obras de teatro argentino 217


la rosa blanca

ESCENA XII GASPAR: No le haga usted fuerza: le conviene


salir al aire libre.
GASPAR, IRENE, MAURICIO, ADELA
IRENE: (Volviendo al lado de Gaspar)
ADELA: ¡Mi niña! Si ella llora,
(Corre a ella). dila que es ilusión... que en pos de Irene
GASPAR: (Deteniéndola) el amor se alejó… me llama ahora.
¡En la corola (Vase por la derecha).
de la flor, cual la gota de rocío,
ha brillado una lágrima, una sola!
ESCENA XIII
Dios le vuelve el perfume.
MAURICIO: (Le estrecha la mano) GASPAR, MAURICIO, ADELA
¡Amigo mío!...
GASPAR: ¡Esa lágrima!
ADELA: ¡Se salva!
ADELA: Doctor,
GASPAR: Es la primera, Dios le trajo a usted aquí,
la más difícil. a salvarla.
ADELA: ¡Gracias! ¡Dios bendiga GASPAR: Para mí…
su amor de usted, Gaspar! ¡qué egoísta es el amor!
GASPAR: Quien ama, espera; MAURICIO: ¡Egoísta un corazón
usted lo ha dicho, mi querida amiga. amante!
IRENE: (Alza tímidamente los ojos, y mira ADELA: Yo no lo creo:
en torno suyo). yo el egoísmo no veo
Y esa voz… ¡ah! mi hermana… donde hay tanta abnegación.
va a llorar si la oye. (Se dirige a la derecha). No, no lo creo: usted mismo
MAURICIO: ¿Ya nos dejas? está convencido de ello,
lo sé; su amor tiene un sello
IRENE: Sí, me voy a buscarla… muy lejana
que no es el del egoísmo.
la acabo de escuchar: me daba quejas.
GASPAR: Sin embargo, me sostiene
MAURICIO: Mas…
en la lucha, sin cesar,

218 MARTÍN CORONADO antología de obras de teatro argentino 219


la rosa blanca

una visión del hogar… MAURICIO: Pero en fin ¿quién asegura?...


¡del hogar donde esté Irene! ¿por qué esa duda, doctor?
Hoy no es día de tristeza
ADELA: Se engaña usted: su ternura
rebosa de sacrificio… sino de júbilo: así…
así quiero yo a Mauricio, Ya me hacías falta aquí.
y le quiero con locura. (A Ramón, que aparece por la derecha)
No es la dulce recompensa Adelante buena pieza.
de esa ternura, el anhelo
de usted, su afán, su desvelo,
ESCENA XIV
cada vez que en ella piensa;
es su dicha solamente
MAURICIO, GASPAR, ADELA, RAMÓN
lo que pide al porvenir…
usted sabría morir RAMÓN: (Con la escopeta a la espalda; al ver a Gaspar, avanza
para serenar su frente. alegremente).
Amigo doctor, felices
GASPAR: Es verdad… mi amor alcanza
días…
hasta inmolarle mi Edén…
la salvaría también MAURICIO: ¿Y la caza? A ver:
sin un rayo de esperanza.. ¿será cosa de poner
¡Oh! ¡Si Irene al arrancar epitafio a las perdices?
su espíritu a la demencia, RAMÓN: ¡Vaya!...
nada más que indiferencia
me hubiera de revelar! MAURICIO: ¿Te parece extraño?
Desgarra mi corazón Se conoce que eres listo…
sólo el pensarlo… y no obstante Recién sales… por lo visto
mi sueño de todo instante me las concluyes este año.
es volverle la razón… RAMÓN: ¡Estás de bromas!
Que con ella su desvío
MAURICIO: Y es claro…
mis ilusiones destruya,
que diga su voz “soy tuya”, ¡Figúrese usted, Gaspar,
a un amor que enlute el mío; que se nos marcha a cazar
¿qué importa, si mi dolor a las diez!...
en ofrenda a su ventura…? RAMÓN: Yo no reparo…

220 MARTÍN CORONADO antología de obras de teatro argentino 221


la rosa blanca

MAURICIO: ¡Y si usted viera qué ufano para que esté satisfecho,


echó al hombro la escopeta! que me hablen: no he sido hecho
RAMÓN: ¡Qué moler! de pasta de solitario.

MAURICIO: ¿Vendrá repleta MARICIO: ¿Y qué hiciste?


la bolsa? Echaré una mano… RAMÓN: En el jardín
RAMÓN: ¡Vamos, hombre! Les diré, estaba Irene, y no había
la verdad, y ¡santas pascuas! de ir… tampoco quería
Irene me pone en ascuas, que me viera tu mastín.
me hace dar un no sé qué. MAURICIO: ¿Hablas de Bruno?
No me lo explico yo mismo RAMÓN: ¡Y qué cierto
el porqué, pero es el cuento es que lo que más se huye!...
que lo triste de su acento siempre el diablo contribuye
descompone mi organismo. a que uno haga un desacierto.
No hace mucho sucedió… Me dirigía a la puerta
¡y por cierto que he soltado de entrada, y precisamente,
cada lagrimón menguado!... me lo veo de repente
ADELA: ¿Y te avergüenzas? con tamaña boca abierta.
RAMÓN: ¡Pues no! Lo eché al demonio, emprendí
la retirada, y me puse
GASPAR: Hace usted mal…
a pasearme… ¿Y hay quien use
ADELA: Por supuesto. estas armas por aquí?
RAMÓN: Ello fue que a todo trance MAURICIO: Son excelentes.
quise esquivar otro lance,
RAMÓN: ¡No es nada
y me fui con un pretexto.
lo que pesan! ¡Diantre! Voy
Y es el caso que no bien
a guardarla, porque estoy
me hallé al fin de la escalera…
con la espalda magullada.
¡demonio! Me desespera (Vase por la izquierda).
estar solo, y allí ¿quién?
Yo no vivo: es necesario,

222 MARTÍN CORONADO antología de obras de teatro argentino 223


la rosa blanca

ESCENA XV de Irene, que noche y día


con rosas está soñando.
MAURICIO, GASPAR, ADELA
ADELA: Bien sabes su preferencia
MAURICIO: ¡Vea usted si es aturdido! por la blancas… ¿y qué cosa
recién cae en que le pesa pensabas?
la escopeta; ¿a que regresa
RAMÓN: Que fue una rosa
con ella muy compungido?
así, blanca… ¡es coincidencia!
¡Hombre más incorregible!
¿Recuerdas cuando te hacía MAURICIO: Ramón, haznos el favor
la corte? Yo me moría de explicarte.
de risa… ADELA: Si hay por medio
GASPAR: Y es muy sensible. rosas, será sin remedio
una aventura de amor.
ADELA: ¡Si es un niño!
RAMÓN: Algo de eso hay en mi historia…
MAURICIO: ¡Y tan leal
¡y aún no les he contado!
en medio de sus extremos!
¡Cómo desde que he llegado
Mi esposa y yo lo queremos
estoy hasta sin memoria!
como a un hijo.
MAURICIO: Pues cuenta.
GASPAR: Es natural.
Lo que es yo, siempre he amado RAMÓN: Amigo Gaspar,
esos caracteres llenos a usted apelo.
de candor, francos, ajenos ADELA: ¿Se trata
al futuro y al pasado. de apelar?
MAURICIO: Vamos, relata
esa historia singular.
ESCENA XVI
RAMÓN: Pues… nadie en la tierra ignora,
MAURICIO, GASPAR, ADELA, RAMÓN porque no cabe disfraz,
de todo lo que es capaz
RAMÓN: Mira, venía pensando (A Adela)
un hombre que se enamora.
en esa extraña manía
En otros tiempos, primita,

224 MARTÍN CORONADO antología de obras de teatro argentino 225


la rosa blanca

cuando yo te festejaba, puse en práctica otro plan


¿puedes creer que me gustaba algo mejor, con Irene.
encontrarme esta visita? MAURICIO, ADELA, GASPAR:
(Designa a Mauricio). ¡Con Irene!
ADELA: Pero yo no tengo nada RAMÓN: Si los duelos
que ver… son menos con pan, me dije,
RAMÓN: ¡Que no! ¡Si por ti, he de hacer que en mí se fije
y por nadie más, urdí su atención, dándola celos.
aquella calaverada! Y dicho y hecho: a su frente
Juzgue usted si me pondría (A Gaspar) noche a noche platicaba
fuera de quicio un rival con Irene, y me mostraba
que como punto final con Adela indiferente…
en mis amores caía. GASPAR: Dice usted…
GASPAR: Se comprende (Sonriendo). (Óyese cantar dentro a Irene).

RAMÓN: Rabié tanto, RAMÓN: Creo que es ella


que acabé por decidirme, la que canta… voy a ver.
no sólo a tenerme firme (Mira por el balcón).
sino a vengar mi quebranto. Pues… Irene… ¡esto es nacer
un hombre con mala estrella!
GASPAR: ¿De qué modo?
(Torna al medio de la escena).
RAMÓN: Empecé Ya vuelve… a mi cuarto: allí
por ser de noche infalible me refugio… (Quiere irse).
en la sala… esto es horrible
MAURICIO: (Le detiene)
para todos… ¡pero qué!
¿Adónde vas?
Ellos, no por esas… era
¿No concluyes?
de verlos: como si tal…
ni lo tomaban a mal, RAMÓN: ¡Si no hay más!
ni lo notaban siquiera. ADELA: ¿Y la rosa?
Entonces yo, y aquí viene MAURICIO: Vamos, di.
mi historia, con mucho afán

226 MARTÍN CORONADO antología de obras de teatro argentino 227


la rosa blanca

RAMÓN: (Sin apartar los ojos de la puerta de entrada). MAURICIO: (¡Cuánto padece!)
¡La rosa! ¿Hablé de una rosa? ADELA: (Yendo hacia Gaspar con ansiedad)
¡Y es verdad! Todo un enredo ¡Por Dios! Que esta decepción
fue aquello… pero no puedo no influya… de usted lo implora…
detenerme, pues no es cosa…
GASPAR: (Alzando la frente con majestad)
ADELA: Dime al menos… ¡Soy el médico, señora…
RAMÓN: (Con inquietud y apresuramiento). Ya no tengo corazón!
Yo le di (Se dirige vacilando a la segunda
a Irene una rosa blanca… puerta de la derecha).

ADELA, MAURICIO: Adela y Mauricio le siguen tristemente con la mirada.


¡Tú!
Se vuelven simultáneamente hacia Gaspar; éste se ha FIN DEL ACTO SEGUNDO
alejado algunos pasos, tiene en sus manos la rosa que le dio
Irene, y la destroza convulso, con la frente baja y
olvidado de todos.
ACTO TERCERO
RAMÓN: (La salida está franca…
pues señor, largo de aquí!) LA MISMA DECORACIÓN DEL ACTO PRIMERO; ES DE NOCHE, Y
(Vase por la izquierda). LA ESCENA ESTÁ ILUMINADA POR LA LUZ DE LA LUNA.

ESCENA XVII ESCENA PRIMERA

MAURICIO, ADELA, GASPAR GASPAR, RAMÓN

MAURICIO: ¡Gaspar! RAMÓN: ¿Conque nos deja usted? ¡Vaya una cosa
GASPAR: (Sin atenderle) inesperada!
¡Amor que enloquece! GASPAR: Sí, me voy tan luego
¡Amor eterno! como Irene se salve… si es dichosa,
ADELA: ¡Gaspar! ¿qué hago yo aquí?

GASPAR: ¡Qué sueño… y qué despertar!... RAMÓN: Perdone usted, soy lego,
¡Dios mío!

228 MARTÍN CORONADO antología de obras de teatro argentino 229


la rosa blanca

¿puede decirse que en su actual estado la soledad que arrulla y adormece,


la cura es infalible? el silencio que abstrae, todo me halaga.
GASPAR: Amigo mío, RAMÓN: Sí, pero un día más…
cada lágrima suya ha conquistado GASPAR: (Con desesperación)
un rayo para su alma. Un día… un día...
RAMÓN: Desconfío… ¿no sabe usted que en una hora sola
Sucumbe el corazón a su agonía?
GASPAR: ¿Y por qué? ¿No sabe usted que el desengaño inmola?
RAMÓN: Muchas veces, verbigracia, RAMÓN: ¡Diablo! ¿Qué tiene usted?
un hombre se enternece… y ¡vamos! suelta
a llorar… pues en viendo una desgracia GASPAR: (Cambio brusco).
ello viene de sí, no tiene vuelta. ¿Qué tengo? nada…
mi ciencia es caridad: cada segundo
GASPAR: ¿Y bien? me llama al pie de un lecho desalada,
RAMÓN: Pues si uno yerra y desatina, ¡porque hay tantos dolores en el mundo!...
cuando es débil y llora, ¿por ventura y yo ansío volar, y a un tiempo mismo
ha de creer que el alma se ilumina, llevar la salvación y el pensamiento…
y se deshace en llanto la locura?
GASPAR: (¡Qué lástima y es bueno!) Hay situaciones ESCENA II
en que el llanto lo es todo: si aterido
desmaya el corazón sin ilusiones, GASPAR, RAMÓN, MAURICIO
una lágrima lo alza estremecido.
MAURICIO: (Ha entrado por el fondo y escuchado las últimas palabras del
Entonces bajo el cielo nada alcanza,
médico).
lo que el llanto, que borra la amargura,
¿Habla así por ventura el egoísmo,
abre el alma a la voz de la esperanza,
noble Gaspar, con sentido acento?
y despierta el afán de la ternura.
RAMÓN: Ahí verás… ¿y sabes? Ni a mañana
RAMÓN: En fin, usted sabrá… ¿pero a qué viene
espera para irse.
este viaje, doctor, tan repentino?...
yo ni creo… ¡y de noche!... no conviene: MAURICIO: (Sorprendido)
mire usted que hay diez leguas de camino. Dices…
RAMÓN: Digo
GASPAR: ¿Qué importa, si esta noche resplandece
bañada por la luna? Su luz vaga, que se marcha esta noche… ¡es mucha gana!

230 MARTÍN CORONADO antología de obras de teatro argentino 231


la rosa blanca

MAURICIO: ¡Esta noche! suspirar al espacio, que acaricia


RAMÓN: ¿Lo dudas? Ven conmigo. con sus blancos destellos…

MAURICIO: ¡Tan pronto! (Con dolor). RAMÓN: (Mirando al cielo).


Aún crece.
RAMÓN: Ya tu Bruno endemoniado
GASPAR: Este jardín a la expansión convida:
tiene listo el caballo: ven a verlo.
Irene aquí… la convulsión suprema
GASPAR: No será sin haberla rescatado, alienta ya en su ser… aquí a la vida
no tema usted. tornará y al amor… ¡tierno poema!
MAURICIO: Gaspar, ¿puedo creerlo? (Con amargura otra vez).

GASPAR: Sí, me marcho esta noche: decidido RAMÓN: (Que ha estado un momento pensativo)
estoy a ello: la razón me impone… ¡Hombre! Amigo doctor, tengo una idea:
mas antes de partir habré cumplido… ni sirvo para lástimas, ni me hallo
respondo a usted… a gusto, es la verdad… quien me lo crea
no falta, y no está lejos mi caballo.
MAURICIO: ¡Que así nos abandone! ¿Quiere usted que emprendamos la jornada
GASPAR: Es necesario… aproximarse miro los dos? En un momento se le ensilla.
el instante del triunfo… se desata GASPAR: ¡Marcharse usted!
en mí la tempestad, y este retiro
RAMÓN: ¡Si Irene me anonada!
me rechaza de sí… ¡porque me mata!
Yo haré que la ansiedad que la consume MAURICIO: ¡Tú también!
se impregne de esta atmósfera de calma, RAMÓN: ¡Si es mi eterna pesadilla!
que en la luz, en el aire, en el perfume,
A continuar así, tal vez suceda
descienda el sentimiento hasta su alma.
que envejezca en un mes.
Pero nunca esta página sombría,
abismo de pasión, leerán sus ojos… GASPAR: (Conmovido)
(Con una frialdad llena de amargura) Es sólo mío
¡que a su amado sin lágrimas sonría, el deber de partir: usted se queda
llena de timidez y de sonrojos!... para hacerla feliz.
MAURICIO: Doctor… RAMÓN: (Con admiración)
GASPAR: (Con calma) ¡Qué desvarío!
Ahora es la ocasión propicia: Feliz.
la luna melancólica parece
GASPAR: (¡No la ama!)
232 MARTÍN CORONADO antología de obras de teatro argentino 233
la rosa blanca

RAMÓN: Y mire usted, ya sale… MAURICIO: (Con arrebato)


(Indica un balcón donde ha aparecido Irene, y sobre el cual está ¡Usted suicida!
inclinada, con su canastita de rosas en la mano y los ojos fijos en
GASPAR: Y yo quiero vivir: quiero mi ciencia
el punto en que se supone estar los rosales).
trocar en religión; quiero ser grande,
Y luego vendrá aquí… y luego… amigo,
que el doliente me llame providencia,
yo me voy con usted… nada me vale,
que consuelo y aliento me demande.
como la vea… tiemblo… y me atosigo.
Y siempre la amaré… de su recuerdo
(Vase por el fondo mirando repetidas veces al balcón).
renacerá mi fe cuando vacile…
¡Déjeme usted partir! Ya que la pierdo,
¡que el bien al menos mi dolor asile!
ESCENA III
Irene toma algunas rosas, y las coloca en los cabellos.
GASPAR, MAURICIO, IRENE (en el balcón)
MAURICIO: (Con profunda tristeza)
Toda esta escena es a media voz. Pues bien, sí… para usted, no le detengo…
¡cómo ha de ser! En las venturas mías
GASPAR: ¡Figura virginal! Su ser respira nunca falta una sombra, y hoy que tengo…
una tristeza lánguida que encanta,
que inunda el alma… mi razón delira GASPAR: Irene en breve alejará…
cuando ante mí su imagen se levanta. IRENE: ¡Qué frías!
¡Mi amor, amor!... Por Dios; que no la vea (Se quita las rosas y las arroja al jardín; luego desaparece del
feliz sin mí! Déjeme usted que huya, balcón).
que lleve lejos mi dolor, que sea
consuelo del que sufre… Irene es suya…
¡es suya para siempre! ESCENA IV
MAURICIO: Hasta mañana
aguarde usted. MAURICIO, GASPAR

GASPAR: No puedo... estallaría GASPAR: Ya no las quiere: las flores


mi pobre corazón: es sobrehumano no bastan a su ansiedad;
una lucha tan cruel, y moriría. las halla frías… ¡frialdad
¡Oh! lo sé: lo infinito del martirio hermana de sus dolores!
hace terrible el peso de la vida, MAURICIO: Es que se cumple, Gaspar,
y en medio de las sombras del delirio el afán de usted.
la muerte es redención (Sombrío).
234 MARTÍN CORONADO antología de obras de teatro argentino 235
la rosa blanca

GASPAR: ¡Sublime No lo dude usted: prometo


expresión! Irene gime ser de mármol… y llegar
porque aún no puede amar. hasta el fin, sin revelar
Lo presiente, estremecida mi agonía y mi secreto.
como una virgen que avanza MAURICIO: ¿Podrá usted?
hacia el altar… ¡Mi esperanza,
mi gloria, mi Edén!... ¡perdida! GASPAR: Cuando se invoca
el deber… ¡ah! yo lo siento:
MAURICIO: ¡Ah, basta! Sufro… daría
¿cómo ha de faltarme aliento
por ver a usted fuerte… para salvar a la loca? (Con fingido desdén)
GASPAR: (Arrebatado de dolor) Pero… ni un instante más
Sí… después… mirarla sonriente
mas la adoro, y la creí para él, indiferente
mía, para siempre mía… para mí… ¡eso, jamás!
¡Y me la roban! ¡Sin calma Allí el médico termina
me dejan, y sin consuelo! y enmudece la razón…
¡Y me arrojan de mi cielo ¡que allí nace una ilusión
con el vacío en el alma! y otra al cielo se encamina!
MAURICIO: Vamos… MAURICIO: Harto lo inmenso comprendo,
Gaspar, de su sacrificio,
GASPAR: (Reaccionando).
para que quiera el suplicio
¿Qué he dicho? ¿he mostrado
agregar…
debilidad? Me avergüenzo…
¡yo, la ciencia, yo, que venzo GASPAR: ¡Suplicio horrendo!
donde otros han escollado! Basta que luche, que asista
Amigo Mauricio, ha sido al despertar de su amor,
que de mi angustia a merced, que la mire en derredor
no pude… perdone usted buscarle… ¡y que lo resista!
al hombre que le ha afligido. Basta que ante ella respire
MAURICIO: ¡Perdonar! el fuego del sentimiento,
y que al eco de mi acento
GASPAR: Le volverá su labio por él suspire.
el médico a Irene, llena Basta, sí: ¡cuánta amargura
de alegrías, y esta pena habré entonces apurado!
ella la resarcirá.
236 MARTÍN CORONADO antología de obras de teatro argentino 237
la rosa blanca

¡Voy a ser tan desgraciado ADELA: Su voluntad


cuando estalle su ternura! siempre es justa y siempre es buena.
¡Quién sabe qué premio tiene
reservado a usted!
ESCENA V
MAURICIO: La gloria
MAURICIO, GASPAR, ADELA le aguarda, y en su memoria
borrará tal vez…
ADELA: (Por el fondo).
Me ha dicho Ramón… GASPAR: ¡A Irene,
imposible!
GASPAR: ¿Que yo
me marcho? Es cierto, señora; ADELA: Y luego el santo
la noche está encantadora, placer del bien que destella…
y un viaje así… ¡Gaspar! ¡qué misión tan bella
ADELA: Eso no, es la de enjugar el llanto!
no piense usted engañarme. GASPAR: He ahí mi afán.
GASPAR: ¿Ha olvidado usted que existe ADELA: ¡Oh, sí!,
mi amor?... para usted: cruel sería
que la luz del nuevo día
ADELA: ¡Es verdad, qué triste! le encontrara a usted aquí.
GASPAR: ¿Y que ella no puede amarme? Los celos matan, Gaspar,
ADELA: ¡Ay! Sobrado desconsuelo desgarran el corazón,
me causa: usted ha traído y ella puede en su pasión…
la paz a esta casa, ha sido ¡no, no!... ¡Yo quiero evitar!...
amparo de nuestro duelo;
Irene aparece en la escalinata; permanece un instante
¡y no poderle volver inmóvil, y avanza después con lentitud hacia ellos.
tanto bien, y desolado,
verle huir de nuestro lado GASPAR: ¡Irene! (La descubre).
sin sus ensueños de ayer! MAURICIO: Ya llega.
GASPAR: Dios lo ha querido: condena
ADELA: (A Gaspar)
mi vida a la soledad; ¿Quién
sin ella…

238 MARTÍN CORONADO antología de obras de teatro argentino 239


la rosa blanca

pudiera a su desvarío Yo… jamás me hallo tranquila


arrebatarla, Dios mío, una ansiedad de llorar
para usted, feliz también? me domina… sin cesar…
mi espíritu se aniquila.
GASPAR: ¿Y no te calmas?
ESCENA VI
IRENE: Me afano,
MAURICIO, GASPAR, ADELA, IRENE y mi ansiedad siempre crece…
le busco… y se desvanece…
IRENE: Yo no sé por qué mis rosas y mi voz le llama en vano.
están ahora tan yertas…
todas me parecen muertas, ADELA: ¿Buscas? ¿Llamas?
todas… ¡y eran tan hermosas! IRENE: Ni siquiera
No ha mucho sobre mi frente comprendo… es algo muy vago…
las puse… y me helaron… es que me arrastra con su halago
muy extraño, mucho… ¿ves? hacia sí… ¡y no me espera!
(Aproxima una rosa a la frente de Gaspar).
como nieve se las siente. GASPAR: Es la demencia que expira…
(Bajo a Mauricio).
GASPAR: ¿Ya no las quieres? MAURICIO: Doctor, ¿cómo agradecer?
IRENE: ¿Me es dado IRENE: (A Gaspar, retirándose algunos pasos)
acaso?... pero ese frío Ven… que no vaya a saber
que exhalan… ¡y cuando ansío Adela… acércate… mira
calor!... mi cuerpo está helado. (Levanta la faz aproximándola a él).
ADELA: Irene mía, tu amigo Hay una lágrima aquí…
hará cesar las angustias una lágrima que acaba
que sufres. de desbordarse… me ahogaba…
IRENE: Quizá estén mustias GASPAR: ¿Y te ha consolado?
porque han vivido conmigo.
IRENE: Sí.
Las otras… voy al rosal
Mas aún siento opresión,
a verlas… tengo la luna…
allá duermen en su cuna… ¡oh, mucha!... y desasosiego…
junto a mí… ¡yo soy glacial! y frío, que aumenta el fuego
que tengo en mi corazón.
240 MARTÍN CORONADO antología de obras de teatro argentino 241
la rosa blanca

GASPAR: ¡Fuego!... ¡para él! Es necesario que él la ame


(Con amargura y para sí). de rodillas… ¡y que clame
MAURICIO: (Que le ha escuchado) por aquel amor celeste!
Gaspar, ¡Cuánta ternura refleja
recuerde usted… esa frente inmaculada!...

IRENE: (A Gaspar) MAURICIO: ¡Ramón!... será desgraciada,


Voy a verlas: doctor: ya ve usted, se aleja…
yo vivo para quererlas… GASPAR: Que le adore… ¡si es tan bella
yo sé sus penas calmar. y tan dulce! Que delire
Y ellas también… si no han muerto… de pasión… ¡que no respire
si duermen las pobrecillas… por Dios, sino para ella!
caminaré de puntillas, MAURICIO: Mucho temo que Ramón…
y verás… no las despierto… ADELA: Tal vez…
No: ni un eco, ni un murmullo
se alzará bajo mi pie… GASPAR: La amará, señora,
GASPAR: ¿Y qué harás? porque atrae, porque enamora,
porque llena la creación.
IRENE: Aspiraré ¡La amará, porque a su lado
su perfume, que es arrullo… hay un cielo de ventura,
Hace olvidar… ¡el olvido! porque es niña, porque es pura
(Se vuelve hacia Adela).
y el dolor la ha desgarrado!
Tú las quieres… todavía
no saben… hermana mía, MAURICIO: Sin embargo, ese aturdido…
yo se lo diré al oído. no tengo fe en él: es bueno
(Vase por la derecha). en el fondo, mas… me lleno
de inquietud.
ADELA: ¡Y le ha querido!
ESCENA VII
GASPAR: ¡Hasta la locura! (Con acento reconcentrado).
MAURICIO, GASPAR, ADELA ADELA: Pero…
puede cambiar.
GASPAR: (Mirándola alejarse)
¡Oh, que cueste lo que cueste!...
242 MARTÍN CORONADO antología de obras de teatro argentino 243
la rosa blanca

GASPAR: El amor ¡Listos!... y el señor don Bruno


es poderoso. no quería… ¡vaya un conde!
ADELA: Doctor, ¡Si bajo la piel esconde
yo creo en él. una humareda ese tuno!
¡Con que mi caballo estaba
GASPAR: ¿Y?...
lejos, y con repetir
ADELA: Y espero. que no me había de ir,
Es aturdido, no tiene y qué sé yo! me cargaba.
las fuerzas del heroísmo, Hasta que tuve yo mismo
pero ser bueno es lo mismo que ensillar; ¡y qué remedio!
para la dicha de Irene. con aquel tonto no hay medio
MAURICIO: ¡Hágalo Dios! sino romperle el bautismo.
GASPAR: Lo repito: ADELA: Hablemos serios, Ramón;
la amará, puesta de hinojos, Irene te ama.
cuando un rayo de sus ojos RAMÓN: ¿Qué dices?
le revele el infinito; MAURICIO: La verdad: no martirices
cuando su voz, impregnada más su pobre corazón.
de dulzura y de cariño
RAMÓN: ¡Hombre!
con el lenguaje del niño
le demande una mirada. MAURICIO: ¿La quieres tomar
Lo sé: de mi marcha en pos (Con gravedad)
feliz a mi Irene dejo, por esposa?
feliz… ¡ah! ya no me quejo RAMÓN: ¡Es inaudito!...
de la voluntad de Dios. es para poner el grito…
vamos, hable usted, Gaspar.
GASPAR: Yo… yo sin vacilación
ESCENA VIII
le entregaría mi vida…
MAURICIO, GASPAR, ADELA, RAMÓN RAMÓN: ¡Aquella mala partida!...
casi tiene usted razón.
RAMÓN: (Por el fondo, se ha detenido un momento examinando la escena,
y al no encontrar allí a Irene, ha avanzado resueltamente). GASPAR: ¿Quién, como usted, adorado

244 MARTÍN CORONADO antología de obras de teatro argentino 245


la rosa blanca

con un amor delirante, tontería resultara!...


con sus ternezas de amante hice mal… pues se repara…
no borra el dolor pasado? prima, me caso con ella.
Ramón, ella ha enloquecido ADELA: Tu nobleza no podía
por usted… menos…
RAMÓN: (Pensativo). GASPAR: (Con admiración)
Sí… lo confieso… ¡Corazón de oro!
no pensé.
RAMÓN: Lo que sí, ya saben… lloro
GASPAR: ¿Y bien? cada vez que desvaría.
MAURICIO: ¿No es eso ¡Hombre! ¿y aquella figura
bastante? ¿Estás pervertido? blanca? (Fijándose en la derecha).
RAMÓN: ¡Sí, me acuso! ¡Sí, me llega ADELA: Es Irene, que deja
al alma! los rosales…
ADELA: De ti depende RAMÓN: (Inquieto)
reparar… a ella tiende Ya me aqueja
los brazos. mi mal… ¡pues es cosa dura!
GASPAR: ¿Y quién se niega? Y esa culpa que además
me destroza… no hay valor…
RAMÓN: No, no… doctor… no, mil veces,
yo pagaré con amor
la amaré.
¡pero no me exijan más!
MAURICIO: Ahora sí (Vase conmovido por el fondo).
te admiro…
RAMÓN: Si alcanzo así
ESCENA IX
a devolverla con creces…
GASPAR: Es un dulce sacrificio MAURICIO, GASPAR, ADELA
que da la felicidad…
MAURICIO: (Mirando a la derecha).
RAMÓN: ¡Los celos! Calamidad
Vuelve.
de los que no tienen juicio.
¡Cómo creer que de aquella GASPAR: (Estremecido).
Sí.
246 MARTÍN CORONADO antología de obras de teatro argentino 247
la rosa blanca

ADELA: (A Gaspar) ESCENA X


¿Sufrirá tanto
como antes? ¿Habrá lucha GASPAR, IRENE
otra vez?
IRENE: (Viene con la frente baja, mirando tristemente su canastita de
GASPAR: Y angustia… mucha… rosas).
hasta deshacerse en llanto. Muertas todas… ¡heladas
ADELA: No sabría resistir… como mi sien!... su arrullo me abandona,
Vámonos. (A Mauricio). sus hojas perfumadas
no más serán mi pálida corona.
MAURICIO: Sí; yo también
GASPAR: (Dominando su emoción)
desmayaría…
Aún queda el amor, que paso a paso
ADELA: Pues ven… viene a inundar tu espíritu doliente.
mirarla así es morir.
IRENE: ¿Y volverán acaso
MAURICIO: Aguarda… (Interroga a Gaspar con la mirada). a revivir y a acariciar mi frente?
GASPAR: No, es mejor GASPAR: Sí, la luz y la vida
que a nadie a su lado encuentre… llegan con el amor: blanca aureola
para que no reconcentre de los hijos del bien, donde él anida
ese llanto salvador. yergue la flor soberbia su corola.
Hela ahí… pronto la hora Torna de tu desmayo,
va a sonar… (A Mauricio que le estrecha la mano). Irene mía, que el hogar te espera:
Yo seré fuerte… pide al amor un rayo
ADELA: Doctor… (Con tristeza). para que alumbre tu existencia entera.
GASPAR: ¡Silencio! (Bruscamente; les señala el fondo). IRENE: (Inmóvil y sin alzar los ojos)
Algo… un extraño gozo
Los dos esposos se alejan sin volver la cabeza.
me agita con tu voz… otra vez dime…
La muerte… que acá en mi corazón tengo un sollozo
¡la bendeciría ahora! y una fuerza invisible lo reprime.
(Alza los ojos al cielo con desesperación). GASPAR: Mira, voy a explicarte
lo que se siente: el cielo se colora,

248 MARTÍN CORONADO antología de obras de teatro argentino 249


la rosa blanca

sonríe la creación, todo comparte IRENE: (Con agitación extrema).


de nuestro ser la aurora. Es cierto… sí… se muere…
IRENE: ¡Qué bello! (Como en sueños). de soledad… y de dolor… ¡la nada!
que no crea… ni espere…
GASPAR: (Tembloroso) que enloquezca de angustia… ¡desgraciada!
Se adivina No le digas… a ella (Delirio)
la dicha de los ángeles, se sueña dio el corazón… y a mí… le amo… le adoro…
con una cuna… he besado la huella
IRENE: ¡Así! de su pie… no le digas… ¡te lo imploro!
GASPAR: Donde ilumina GASPAR: ¡Oh, piedad para mí!
una mujer su faz… ¡su faz risueña! IRENE: ¡Su amor! Desvía
IRENE: ¡Así! (Junta las manos: su canastita se le escapa). de Irene el corazón… ¡y es mi esperanza!
¡soy niña… sola… madre! ¡Madre mía!
GASPAR: El aire en torno se perfuma,
¡no tengo madre! ¡y mi agonía avanza!
ondas de luz deslumbran la mirada,
(Se aproxima a Gaspar).
y el pensamiento abruma
Escucha; yo le amaba… como un sueño…
la imagen del Edén medio velada:
¡la imagen del hogar! Allí el anhelo porque él nunca me dijo… ni a mi lado
de infinito se calma: se estremeció… buscaba con empeño
la lágrima es consuelo mis ojos, nada más… ¡nunca me ha amado!
allí, porque no hay sombras en el alma. ¡Nunca!... palabra horrible
que el corazón me arranca…
IRENE: ¡Así! (Con un estremecimiento convulsivo que se renueva a cada
palabra de Gaspar). ¡Ah! ¿por qué me engañó? ¿por qué insensible
no tuvo compasión?... ¡la rosa blanca!
GASPAR: Los brazos al azar tendidos,
se busca en torno con afán creciente GASPAR: Vacilo… ¡calla!
una forma velada a los sentidos, IRENE: Aquella flor… emblema
bella como ilusión de adolescente. de pasión… de pureza… de ternura…
(Con vehemencia y dolor) aún mis labios quema
Y si los brazos caen sin estrecharla… el beso que le di… lo amargo dura…
y el desierto se mira Observa ese salón… hay muchas luces…
donde la mente se elevó a encontrarla, (Se aproxima aún más a Gaspar y vuelve a exaltarse su delirio).
Irene, entonces… ¡de dolor se expira!

250 MARTÍN CORONADO antología de obras de teatro argentino 251


la rosa blanca

Muchas galas… y flores… ESCENA XI


y espejos… ¿Me conduces
al altar?... ¿te conmueven mis dolores? GASPAR, IRENE, MAURICIO (en el fondo)
¿Amparas a la huérfana, que anhela IRENE: (Siempre con los ojos bajos)
ser tuya… solo tuya, eternamente? Ella no te oye… dime que me adora
Ya no quieres a Adela, tu corazón, que para Irene alienta…
¿no es verdad? ¡Infeliz!... ella presiente… jamás una promesa seductora
Me rechazas… me alejas… de tu labio escuché… y estoy sedienta.
ven… te ruego… soy tuya… y mudo… y frío… Sedienta de tu voz… celosa y triste,
corres a ella… y ríes… y me dejas… porque nada tu amor me ha revelado…
y me matas.. ¡Mauricio! Amor… ¡bien mío! sólo la rosa que a Ramón pediste
(Con un grito del alma: echa los brazos al cuello de Gaspar y me entregara en tu nombre…
estalla en sollozos).
GASPAR: ¡El desgraciado!
GASPAR: ¡Mauricio! ¡Él! (Óyese el ruido de uno de los balcones que se
IRENE: Escucha… hermana mía… ella te llama
cierra con estrépito).
vete de aquí… me sacrifico… y muero…
¡Le amabas! ¡Oh! me espanta…
eres suyo… ¡perdón! suyo… te ama…
me estremece… ¡le amabas!... tu locura
yo no quiero que sufra… no… ¡no quiero!
estalló aquella noche… aquella… ¡cuánta
(Con angustia, oprimiendo la mano de Gaspar; de pronto le mira
desolación!... ¡te robó tu ventura! fijamente, le aparta de sí con espanto y retrocede algunos pasos).
Te vuelvo a la razón… soy un infame… ¡No es él! ¡No es él! ¿En dónde estoy? La noche…
despierto tus recuerdos… y te quito ¡la soledad! ¿Quién es usted?
el olvido que Dios…
GASPAR: ¡Oh, deja!
IRENE: (Más calmada, pero delirando aún).
que te pida perdón… que a tu reproche
No huyas… dame
arranque la amargura de la queja…
tu mano… es mía… (Se la toma).
IRENE: ¿Quién es usted?
GASPAR: ¡Dios, Dios infinito!
GASPAR: Te salvo y te condeno…
Mauricio traspone la puerta de hierro del fondo, y se alumbro tu alma, Irene, y te arrebato
detiene recatándose: su actitud revela una agitación suma,
y ora observa ansiosamente los balcones y la puerta, o
al olvido, tu bien… a tu ángel bueno…
escucha estremecido lo que hablan Irene y Gaspar. ¡soy tu verdugo! Y de dolor me abato…
Y ante ti desfallezco, y humillando

252 MARTÍN CORONADO antología de obras de teatro argentino 253


la rosa blanca

a tus plantas mi ciencia, queda contemplándola con ansiedad).


perdón de mi delito te demando… ¿Dónde mi paso
¡perdón, porque he curado tu demencia! guiaré para olvidar?
IRENE: Tengo miedo… estoy sola… nadie viene… MAURICIO: (Agitado)
este jardín… ¿Y de qué modo…?
GASPAR: Tu labio delirante ¿cómo evitar?... los celos… ¡esos celos
me reveló el secreto ¡pobre Irene! que amargan la existencia!... yo creía
¿por qué no ahogué tu corazón de amante? que en mi casita aislada… mis desvelos
la llenaron de paz… ¡y está sombría!
IRENE: (Yendo a él rápidamente).
(Se inclina hacia Irene).
Mauricio… ¿sabe usted? ¿y dónde… dónde? ¡Y es mi niña, mi niña idolatrada,
¿dónde está?... una vez mirarle anhelo… la que va a herir a mi infeliz esposa!
¡sería tan feliz!... ¡y no responde!... ¡Pobre Adela!... Gaspar, su alma enlutada
es mío… quiero verle… si es mi cielo… gemirá silenciosa.
GASPAR: (Con acento sombrío). GASPAR: Lo sé… ¡pero quién sabe!
¡Tu amor es imposible!
MAURICIO: (Con espanto)
IRENE: No sea usted cruel… sólo un segundo… ¿Ese desmayo
un segundo no más… ¡silencio horrible! la muerte puede ser?
¡y calla aún!
GASPAR: ¡La muerte! ¡Bella
GASPAR: ¡Tu amor no es de este mundo! y sublime esperanza! Mata el rayo…
IRENE: ¡Ha muerto!... ¡ah! ¿por qué el dolor no ha de matarla a ella?
(Lanza un grito de agonía, tiende los brazos, y pierde el sentido). La observan los dos, teniendo cada uno una mano de Irene
entre las suyas.
Gaspar la recibe en los suyos, y al mismo tiempo Mauricio
corre a su lado.

MAURICIO: ¡Desventurada! ESCENA XII


GASPAR: Acaso…
GASPAR, MAURICIO, IRENE, RAMÓN
MAURICIO: Yo estaba allí… (Le designa el balcón).
Yo solo: lo sé todo… RAMÓN: (Habla dentro)
¡cuánta desgracia! Espera… voy a ver (Asoma por la puerta de hierro y mira a la
escena).
GASPAR: Aquí (Coloca a Irene en uno de los bancos y se
254 MARTÍN CORONADO antología de obras de teatro argentino 255
la rosa blanca

Adela, corre… ADELA: (Contemplándola con delicia)


¡Se va a morir! ¡Tan pura!
(Avanza consternado). ¡Tan niña!
Señor, ¡quién lo creyera! MAURICIO: (¡Pobre Adela!)
ADELA: (Dentro). ADELA: Estoy ufana…
¡Cielo santo! voy a mirar tus labios sonrientes,
RAMÓN: No temas… la socorre voy a verte feliz… a oír gozosa
Gaspar. tus secretos de amor.
ADELA: (Que viene desvelada por el fondo) GASPAR: (Dolorosamente)
¡Dios mío! ¡Inmóvil! (¡De amor!)
RAMÓN: (Indicándole a Gaspar) ADELA: (A Mauricio, tomando su mano y colocándola sobre el corazón de
Como él quiera… Irene).
¿Lo sientes?
Late, se anima… ese matiz de rosa…
ESCENA XIII ¡Ah! Pero olvido… aquí, al lado mío,
hay un dolor inmenso…
GASPAR, MAURICIO, IRENE, RAMÓN, ADELA
y al contemplarla salva, desvarío,
ADELA: (Se ha sentado en el banco y tiene la cabeza de Irene sobre sus y sólo en ella pienso.
rodillas). Por eso todos tristes, con los ojos
¡No!... vive aún… su corazón palpita… (Examinándolos)
y ya no está demente (A Gaspar) en tierra, conmovidos…
¿no es verdad? Ya conoce… ¡pobrecita! lo comprendo.
Yo borraré las nubes de su frente. RAMÓN: ¡Yo triste! Son antojos
GASPAR: (¡Y yo!). que te vienen.
ADELA: (Sonriendo) ADELA: (A Mauricio)
Ven, mírala… de su locura ¿No escuchas los latidos?
nada queda… mañana, ya mañana Se aproxima el momento
renacerá la paz. en que alzará radiante su cabeza;
MAURICIO: (Con un esfuerzo) ¡ay! ¿por qué en mi contento
¡Oh, sí! ha de haber esta sombra de tristeza?

256 MARTÍN CORONADO antología de obras de teatro argentino 257


la rosa blanca

MAURICIO: ¡Sombra! Es verdad. (A Adela)


GASPAR: Señora, es necesario… de perfume de amor… ¡cómo me quedo
me someto… y me alejo. si ha llevado mis rosas la tormenta!
(Se aleja con tristeza por el fondo, entonando su cantar favorito):
MAURICIO: (Bajo y con acento de súplica) De novia llevo el velo
Todavía sobre la frente
no he llegado a la cima del calvario… y lloro sin consuelo
una hora no más… mi amor ausente.
GASPAR: (Bajo, con desesperación)
MAURICIO: ¡Oh, providencia!
¡Me mataría!...
ADELA: ¡Irene, de mi vida!
ADELA: (Que continúa contemplando a Irene)
Se ha estremecido toda… ha suspirado… RAMÓN: Ese canto…
y su seno se agita… GASPAR: Esa voz, esa mirada…
me ahoga la alegría… ¡ha recobrado
MAURICIO: ¡Loca!
la vida y la razón!
(Con inmenso júbilo) GASPAR: ¡Sí, para siempre! (Con voz ahogada).
¡Oh! ¡Gracias! ADELA: ¡Está perdida!...
IRENE: (Se incorpora y la aparta suavemente) (Se arroja con desesperación en brazos de su esposo).
¡Quita! GASPAR: (Tendiendo los brazos hacia Irene).
RAMÓN: ¡Al fin! Mi amor, mi único amor… ¡estás salvada!
Mauricio y Gaspar retroceden. Adela la tiende los brazos.

ADELA: ¿Me reconoces? Soy Adela, FIN DEL TERCERO Y ÚLTIMO ACTO
tu hermana, que te adora… ¡que ha gemido
tanto tiempo sin ti!... ven y consuela 27 de junio de 1874.
mi dolor… y lo olvido.
IRENE: (Se pone rápidamente en pie en medio de la conmoción general, y
luego habla con extravío, dirigiéndose ya al uno, ya al otro).
Dicen que ha muerto… que esperar no puedo
(A Gaspar)
que mis flores se han ido… voy sedienta

258 MARTÍN CORONADO antología de obras de teatro argentino 259


Contra
soberbia,humildad
Matilde Cuyás
> contra soberbia, humildad
Drama en 3 actos y en prosa.

PERSONAJES
MACARIO
JUSTO
MARÍA
ALFREDO
CAROLINA
LEOPOLDO
PASCUAL

ACTO PRIMERO
CUARTO ESCRITORIO RICAMENTE AMUEBLADO, ALFOMBRAS,
CUADROS, MESA CON RECADO DE ESCRIBIR Y ALGUNOS LIBROS.
PUERTA AL FORO Y LATERALES.

ESCENA 1ª

Don Justo, al alzarse el telón se hallará escribiendo. Don


Macario aparece en la puerta un momento después.

MACARIO: Señor don Justo, ¿da usted su permiso?


JUSTO: Oh, don Macario adelante, adelante amigo mío. (Sale a
recibirlo y se dan las manos con efusión). ¿A qué debo el placer
de ver a usted por mi despacho tan temprano?
MACARIO: Al deseo de hacer a usted una visita, y como además tenía
que hablar a usted de un asunto de interés, resolví venir tan
de mañana, quizá a importunarlo.
JUSTO: ¿Importunarme? Nada de eso don Macario; cuanto más

antología de obras de teatro argentino 263


contra soberbia, humildad

que ya son las ocho, hora en que siguiendo mi vieja JUSTO: ¿No le gusta a usted el tabaco?
costumbre, comúnmente estoy de pie. (Señala el sofá). MACARIO: Renuncié a él convencido de que el hombre menos
MACARIO: (Sentándose) Yo soy lo mismo, hasta ahora no he podido fumador, al fin de los años se gasta una fortunita en cigarros.
acostumbrarme a levantarme tarde: que no parece sino que JUSTO: Qué admirable fuerza de voluntad; pues yo no he podido
todavía estamos en nuestros verdores y que no hemos ser tan económico aunque comprendo que es perjudicial.
hecho fortuna según el poco regalo con que nos tratamos. (Se dispone a fumar).
JUSTO: Y eso que como nos vamos haciendo viejos debíamos MACARIO: Sin embargo, por no pasar por descortés aceptaré el que
disfrutar lo que hemos ganado. usted me ha ofrecido (Tomando un cigarro de la petaca que le
MACARIO: Así debía ser: pero yo soy de parecer que se debe dejar a los presenta de nuevo don Justo) ¡Y son habanos!
hijos que gocen lo que sus padres adquirieron. JUSTO: Sí, señor, legítimos.
JUSTO: Siempre que para hacerlo no se sufran privaciones, porque MACARIO: Pues entonces me va usted a permitir que tome otro.
cuando se saben educar los hijos como usted ha educado al
JUSTO: Los que usted guste.
suyo, un padre no debe nunca afligirse por su porvenir.
MACARIO: (Toma dos que guarda en sus bolsillos). Son excelentes.
MACARIO: Seguramente; digo porque como yo he pasado sin pena
alguna toda clase de privaciones para poder darle una JUSTO: Hablando de capitales y de empresas con Leopoldo
posición desahogada, me parece que todos debieran hacer solemos diezmar estas filas. (Fuman).
lo mismo. MACARIO: Dejándome el encargo de visitar a usted partió hoy por un
JUSTO: Muy digna de encomio es su conducta, amigo mío, y negocio a mi pueblo de campo, donde piensa pasar unos días.
mucho debe agradecerle su hijo los sacrificios que a usted JUSTO: ¿De manera que usted descansa completamente en él?
le cuesta su bienestar.
MACARIO: Hace ya años que se ha hecho cargo de todos mis asuntos.
MACARIO: Sí, señor: me paga con creces cuanto he hecho por él y esa
JUSTO: Pues debe usted sentirse orgulloso, amigo mío de tener un
es mi más dulce recompensa. (Aparte) ¡Si él la verdad
hijo tan laborioso.
supiera!
MACARIO: (Afectando indiferencia) Es apto y tiene suerte para los
JUSTO: Y es sin duda la mejor que se debe esperar de un hijo
negocios. ¿Y María?
(Ofreciéndole cigarros).
JUSTO: Buena. No se habrá levantado aún cuando no ha venido a
MACARIO: (Con amabilidad) Gracias.
darme los buenos días. Cuando usted guste podremos
JUSTO: ¿No fuma usted de éstos? tratar del asunto que a mi casa le conduce.
MACARIO: Ni de ésos ni de otros. MACARIO: Precisamente de María y Leopoldo es. (Pausa). Recordando

264 MATILDE CUYÁS antología de obras de teatro argentino 265


contra soberbia, humildad

Leopoldo la promesa que ha tres meses, usted le hizo, sepamos así a qué atenemos; porque esos plazos comienzan
cuando por no querer entonces María, se prolongó el a despertar en mi hijo la inquietud de la duda y de los
matrimonio para más adelante, pretende de usted el celos.
cumplimiento de su palabra, confiando que no faltará JUSTO: (En son de broma) Ese es real de todo enamorado; mas en
usted a ella y hará que su niña se decida. este caso, no le asiste la razón a su hijo, amigo mío.
JUSTO: Mucho me ofende don Macario; esas dudas que de mí MACARIO: (Con intención) Quizá más de la que usted supone.
tiene Leopoldo, sabiendo cuán cumplidor soy de mi
JUSTO: ¿A ver, a ver? Explíqueme usted más claro don Macario.
palabra y no ignorando en la gran estima que le tengo, si
bien ella no está aún muy dispuesta a casarse, yo la MACARIO: Me explicaré, puesto que usted lo quiere y yo también lo
aconsejaré como lo tengo ofrecido y se resolverá. deseo. Hace algún tiempo que Leopoldo ha observado que
un joven ama a María; esto le ha irritado como es natural
MACARIO: Pero, eso requiere mucho tiempo y mi hijo desearía no
y lo que ha venido a aumentar la llama de sus celos ha sido
esperar más del que ha transcurrido, desde que usted le
un anónimo que ha recibido ayer.
otorgó su consentimiento.
JUSTO: (Con energía) Yo don Macario en su lugar no hubiera dado
JUSTO: Yo, amigo mío, no puedo remediar eso porque, aunque
cabida a tan inconsiderados celos, sino por mi hija, por su
padre, no debo contrariar tanto los deseos de mi hija, que
propia dignidad al menos.
son permanecer soltera algunos meses más.
MACARIO: Esa prudencia más se aviene a nuestra experiencia y años
MACARIO: Eso prueba que María poco o nada ama a Leopoldo, amigo
que a su pasión.
mío.
JUSTO: (Con viveza) Pero, ¿quién es ese hombre? ¿Qué dice ese
JUSTO: No es eso, no es eso don Macario: sino que como es una
anónimo? ¿Dónde está?
muchacha tan mimosa, que hace y deshace a su antojo,
cree que casándose perderá la libertad que hoy goza y MACARIO: (Sacando del bolsillo una carta que le entrega a Justo) El anónimo
como aún es muy joven desea aplazar la boda por un es éste.
tiempo; pero no por eso debe Leopoldo dudar de su cariño JUSTO: (Coge la carta con precipitación y después de leerla la arroja al suelo
que nadie mejor que yo sabe que le ama verdaderamente. con indignación). ¡Miente ese papel infame, mi hija atesora
MACARIO: En fin, yo confío que usted sabrá cumplir la empeñada en su alma bastante virtud para cometer tal liviandad, y si
palabra. en vez de esas letras fuera una lengua quien se hubiera
atrevido a arrojar sobre su honor tan asquerosa mancha la
JUSTO: Todo; menos faltar a ella.
arrancaría con mis manos, convencido, don Macario, que
MACARIO: No obstante, como sería muy satisfactorio que de una vez mi hija es tan inocente de la falta que se la acusa como el
se decidiera, soy de parecer que usted la hable al respecto y día que vio la luz primera!

266 MATILDE CUYÁS antología de obras de teatro argentino 267


contra soberbia, humildad

MACARIO: (Con desdén) Debe usted despreciar ese anónimo que sin ESCENA 2ª
duda lo ha trazado la mano villana de quien no tuvo
bastante valor para estampar el nombre; pero por MACARIO: (Mirando con recelo) ¡¡Qué idea feliz!! ¡No podía producir
calumnioso que sea lo que de su hija dice, no extrañe usted mejor efecto! El contenido del anónimo ha despertado en
que Leopoldo tenga deseos de apresurar el enlace. su corazón una sospecha terrible que a pesar de disimularla
JUSTO: (Con dignidad) Don Macario, hay calumnias que no se la he conocido perfectamente. Gracias a esa artimaña se
deben ni se pueden despreciar, lo que ese papel dice es apresurará el matrimonio, que, en verdad, falta nos hace;
muy grave para un hombre que, como yo, estime su porque siguiendo así se hará imposible cubrir por mucho
tiempo nuestra verdadera posición. Leopoldo me arruina
reputación, y por eso quiero que usted me diga quién es ese
de día en día con la promesa de que me devolverá cuando
hombre.
se case lo que le doy, y aunque estamos ya en la miseria no
MACARIO: (Con indiferencia) No merece tanta importancia a mi ver. puedo obligarle a trabajar; porque su insolencia me
JUSTO: Es favor que yo exijo de usted. anonada; pero yo soy el culpable de sus arraigados vicios,
pues no le supe educar. ¡Sí…! De su vergonzosa vida es
MACARIO: Si usted se empeña…, el hombre que no nombra ese papel
causa tan sólo mi imperdonable abandono. ¡Ah! Temo a
vive en esta casa y usted le honra con su confianza. veces que este hombre descubra… (Viendo aparecer a don
JUSTO: (Con asombro) ¡¡Aquí!! Justo) A saber que usted se tomaba tanta molestia por una
MACARIO: Sí. cosa que desdén sólo merece hubiera evitado esta
entrevista.
JUSTO: Su nombre.
MACARIO: Alfredo Bellavista.
ESCENA 3ª
JUSTO: (Con duda y sorpresa) Alfredo… Se habrá atrevido a fijarse en
María.
Macario y Justo
MACARIO: Como es audaz, quizá ha soñado conquistar su corazón
JUSTO: (Con gravedad) En cuestiones como éstas el desdén arguye
sabiendo que obtendrá su fortuna siendo dueño de su
poca delicadeza; por lo demás descuide usted don Macario
mano.
que, tanto como Leopoldo, deseo yo ese enlace.
JUSTO: Ahora mismo voy a mandarle llamar y aunque no dudo de
MACARIO: Pues entonces me retiro con la confianza que usted pondrá
su inculpabilidad preciso es que yo sepa la verdad.
todo el empeño posible para que se realicen nuestros
Dispense usted que le deje un momento solo.
deseos.
Macario se inclina en señal de asentimiento y Justo vase por JUSTO: Hoy mismo voy a saber la verdad de cuanto ha ocurrido, y
una puerta lateral.

268 MATILDE CUYÁS antología de obras de teatro argentino 269


contra soberbia, humildad

entre tanto diga usted a Leopoldo que continúe como implorar su perdón, que yo creo me otorgará la reconocida
siempre sin demostrar nada que pueda ofender a María. bondad de María.
MACARIO: Se entiende, amigo mío, cuanto más que sería cruel MARÍA: Sí; lo concedo desde ya en gracia a la buena intención que
ofenderla por una calumnia grosera. usted ha tenido.
JUSTO: Gracias… Y que no sean sólo los asuntos de importancia MACARIO: Yo prometo formalmente enmendarme en lo sucesivo.
los que me proporcionen el gusto de ver a usted por mi Vaya, vaya… no quiero detenerlos más. Adiós María, que
casa. se conserve usted siempre tan bella.
MACARIO: (Disponiéndose a salir, dará el frente a la puerta por donde María MARÍA: Adiós, don Macario, que se conserve usted tan galante.
aparece). Vendré más a menudo a molestar a usted.
Don Justo acompaña a Macario hasta la puerta, hablan en
voz baja deteniéndose en ella;

ESCENA 4ª (María avanza al primer término). ¿A qué habrá venido aquí


este viejo solapado? Quizá a pedir a mi padre que apresure
Dichos y María el casamiento. Pienso que obré muy mal prometiendo a
MARÍA: (Con desagrado al ver a Macario) Ah, don Macario, ¿es usted? Leopoldo mi mano, y pues no sentía verdadero amor por
MACARIO: Celebro haberme detenido tanto, pues eso me proporciona él debí desoír los consejos paternales, antes que consentir
el gusto de verla, lo cual mucho me complace. en esa promesa que hace indisculpable mi sumisión. No
puedo resignarme a ser suya y siento como rubor de
MARÍA: Tal puedo decir también, aunque no esperaba encontrarle haberlo así ofrecido ahora que conozco los vicios que le
aquí. dominan y que es hipocresía lo que mérito creí. Vamos,
MACARIO: Yo soy así, de repente me aparezco y a fuer de buen amigo por más esfuerzos que hago no puedo vencer la repulsión
no he querido demorar más días sin venir a saludarla. que día en día me inspira. Cuánto más noble es Alfredo.
MARÍA: (Con ironía y amabilidad) Si es amable don Macario; pero Él, con elocuentes palabras me ha hecho comprender lo
algo más de interés, supongo le habrá traído aquí, pues a que degrada a una mujer aceptar al hombre que le dan las
desear verme no hubiera usted venido a esta hora. conveniencias, pero su corazón no. Cuando comparo a los
dos, siento que, a mi pesar, el alma menospreciando al uno
MACARIO: ¿De qué manera que sin sospecharlo he cometido un error?
eleva al otro hasta los sueños del ideal. Y porque es pobre,
(Dirigiéndose a don Justo) ¿Qué dice usted a esto mi amigo?
mi padre le mira con hiriente desdén. ¡Que haya de influir
JUSTO: Que en ese sentido no transige nunca, ni aun conmigo.
tanto el dinero en el corazón de los hombres!
MACARIO: (Siguiendo la broma) Pues entonces me veré obligado a

270 MATILDE CUYÁS antología de obras de teatro argentino 271


contra soberbia, humildad

ESCENA 5ª MARÍA: Es en verdad muy activo.


JUSTO: Como que es hijo de don Macario.
JUSTO: (Volviendo de acompañar a Macario). Hija mía, ¿cómo has
MARÍA: Pero me parece que es mucho más pródigo, por la
pasado la noche?
conducta que le veo observar desde que le conocemos.
MARÍA: Muy bien, papá, ¿y usted?
JUSTO: Bueno fuera que no gastara más; al fin don Macario es
JUSTO: Perfectamente no he vuelto a sentir la menor molestia. viejo y la sociedad no le impone las exigencias que a los
(Siéntase a escribir). jóvenes; además, ¿qué hombre medianamente acomodado
MARÍA: (Aparte) Cuánto quisiera saber de qué han tratado. ¿Parece no gasta? Él, es único hijo, sus negocios le reportan buenas
padre que está usted más ocupado que de costumbre? ganancias y su padre es rico; otros con su fortuna
derrocharían mucho más.
JUSTO: Sí, tengo entre manos un asunto de la mayor importancia
que luego te diré lo que es. MARÍA: No obstante, no falta quien dice que su liberalidad es harto
extremada.
MARÍA: Advierto a usted que no soy curiosa.
JUSTO: Eso dirán los envidiosos que nunca faltan, que como no
JUSTO: Cualidad rara en las mujeres.
pueden imitarle se vengan censurándole.
MARÍA: Eso dicen los hombres que nos calumnian. MARÍA: Pero, a mí me han asegurado que juega, papá, y si eso es
JUSTO: No será sin razón. Buenas sois las mujeres. cierto yo creo que no puede tener cualidad buena.
MARÍA: Pues, ¿qué diremos de los hombres? Si ellos no fueran tan JUSTO: (Con enfado) Bueno, bueno, dejemos eso para después,
malos seguramente seríamos mejores. ¿Verdad? estoy muy ocupado y puesto que siempre te veo dispuesta
(Cambiando de entonación) Ah, se me olvidaba. ¿Quiere a creer todo lo malo que se te diga excusamos hablar de él.
usted papá que vayamos esta noche a la ópera? MARÍA: Yo no lo aseguro, padre, sólo repito lo que ha llegado a mis
JUSTO: Francamente hija, a mí no me divierte mucho, porque no oídos.
entiendo jota de música y a decir verdad más me gustan los JUSTO: Ni debiste dar crédito a esas voces que propalan siempre la
valses y habaneras que tocas, que todas esas sublimes maledicencia, ni aun decírmelo no teniendo la
partituras; pero en fin, iremos que a trueque de no
certidumbre, porque nadie mejor que yo sabe qué clase de
entender está el placer de dar mi opinión.
vida es la suya.
MARÍA: Supongo que como siempre Leopoldo nos acompañará.
MARÍA: (Con humildad) Bien, pero creo que por eso no se enfadará
JUSTO: No, porque se halla ausente por unos días a causa de un usted conmigo, puesto que esta conversación no tiene
negocio. Ya lo ves, tratándose de intereses, no descansa su consecuencias para Leopoldo y sólo la ha motivado el
actividad infatigable. interés que nos inspira.

272 MATILDE CUYÁS antología de obras de teatro argentino 273


contra soberbia, humildad

JUSTO: (Con serenidad) No me enfado, pero deseo que seas más preciso que se hubieran borrado de su corazón las máximas
justa con él, que en verdad lo merece. que yo he esculpido en él. ¡Sí!... fuera dudas ruines, ese
MARÍA: Siempre he puesto el mayor empeño en hacerle grata anónimo lo ha dictado la envidia, y lo que Leopoldo ha
nuestra amistad. creído notar, son tan sólo fantasmas con que los celos
turban su razón. No obstante, aunque lo deseo, no puedo
JUSTO: Ya hablaremos, ya hablaremos sobre eso con más tiempo.
tranquilizarme. ¡Oh! yo enseñaré a ese necio a medir la
MARÍA: Pues que está usted tan ocupado voy a dejarlo solo. Hasta distancia que hay de mí a él.
luego padre mío.
JUSTO: Anda con Dios, hija mía.
ESCENA FINAL
MARÍA: (Aparte, alejándose) Siento haberle disgustado.
JUSTO: (Aparte) Temo que haya sospechado algo de la verdad. ALFREDO: (Saluda respetuosamente). Buenos días don Justo.
JUSTO: (Con sequedad) Buenos los tenga usted; sin duda habrá
ESCENA 6ª usted extrañado que le mande buscar con tanta premura.
ALFREDO: Imaginé al instante que algún asunto de interés sería la
Don Justo paseándose; oportunamente levanta el anónimo causa de su llamado.
que pone sobre el escritorio.
JUSTO: No se ha equivocado: si no he esperado la hora que usted
JUSTO: Es necesario que yo sepa si es cierto o no lo que ese acostumbra a venir ha sido porque una cuestión de la
anónimo dice, porque aunque no quiera creerlo, siento la mayor importancia que tengo que dilucidar me lo ha
duda apoderarse de mi corazón, recordando el desdén con impedido.
que María trata a Leopoldo de un tiempo a esta parte. (Con
ALFREDO: Ha hallado usted algún error en las cuentas de ayer.
despecho) Cuando al buscar la causa pienso que mientras yo
ciegamente en mi hija confiaba, ella abusando de mi JUSTO: No es eso.
confianza concedía entrevistas a un hombre sin mi ALFREDO: Estoy a sus órdenes. Qué le ocurrirá que de tan mal talante
consentimiento… Mas eso no es posible, yo me hubiera le ha puesto.
apercibido de algo porque es imposible que tanta JUSTO: Creo que usted habrá comprendido en el tiempo que hace
tranquilidad mostrara quien vive ocultando tan viles que nos conocemos que entre mis muchos defectos
engaños no estando avezada a ellos. Que él la ame, puede descuella y domina a todos la gran estimación que profeso
ser; pero que María corresponda a su afecto, que ella, mi al oro. Apreciándolo en tanto nada me parece más
hija ame, hasta olvidar su decoro a un dependiente de su repugnante que la pobreza, ni nada más inferior que el
padre, no es creíble, no puede ser; porque para eso sería hombre que, careciendo de él y olvidando que el dinero lo
274 MATILDE CUYÁS antología de obras de teatro argentino 275
contra soberbia, humildad

constituye todo, avanza hasta donde no debe y de donde es atrevido a fijarse en ella más de lo que debe un joven como
preciso hacerle retroceder; y pues pienso de ese modo, ¿no usted.
le parece digno de castigo el que un hombre quiera ALFREDO: (Con turbación) ¿Quién ha dicho a usted que yo?...
igualárseme? JUSTO: (Con enojo, presentándole el anónimo que toma del escritorio)
ALFREDO: Sin duda alguna, puesto que en nada estima usted la ¿Quién? Por desgracia mía ha sido este papel; lea usted ahí.
honradez. (Señala y mientras Alfredo lee don Justo lo contempla con ansiedad,
como deseando adivinar la verdad por la impresión que causa en el
JUSTO: (Con acritud) La honradez es para mí una prenda que vale
semblante de aquel la lectura de la carta). Cuando un hombre
más o menos según quien la posee; pero no debo extrañar
como yo lee un contenido de esos que con la publicidad le
que usted se explique de ese modo porque a no ser su
conducen al colmo del ridículo, en su justa indignación
audacia tanta, no se hubiera atrevido a más de lo que
tiene derecho…
debiera.
ALFREDO: (Interrumpiéndole) A nada, porque siendo una calumnia
ALFREDO: (Con sorpresa) ¡Qué decís señor! ¿Acaso tenéis motivos de
infame, por decoro, por respeto de sí mismo no debe ni
queja contra mí?
aun enseñarlo a aquel a quien se difama, siquiera para no
JUSTO: Sí, los tengo y muy poderosos. desmerecer de la estimación que se le tiene. (Poniendo el
ALFREDO: Contra mí: no lo comprendo. anónimo sobre el escritorio) Al pensar que puede ser cierta
JUSTO: (Con reconvención) Sí… contra usted que olvidando que tan grosera mentira hace usted poca justicia a la virtud de
hace un año le di asilo en mi casa, un sitio en mi mesa, un su hija; yo con ser un extraño no hubiera dado cabida en
puesto en mi comercio y un lugar distinguido en mi mi pecho a las sospechas que os agitan.
corazón; ingrato a tantos favores paga mis bondades, JUSTO: (Disimulando su turbación) Es que yo no he dudado.
dando margen a que la maledicencia se cebe en mi ALFREDO: ¿Entonces a qué mostrarme ese anónimo, si está usted
nombre. convencido de que es falso cuanto dice?
ALFREDO: Pero, ¿cómo y cuándo he dado motivo a estas duras JUSTO: (Con energía) Pero, ¿es cierto que usted ama a mi hija, que
reconvenciones? ¿No velo por vuestros intereses como si olvidando la distancia que media entre ambos, usted con
fueran míos? ¿No he cumplido con exactitud mis loca audacia intenta llegar hasta ella alentado por locas
obligaciones y siempre no he procurado aumentar la esperanzas?
prosperidad de vuestra casa?
ALFREDO: (Con dignidad) Si nunca ha visto usted acción reprensible en
JUSTO: Sobre eso no tengo queja de usted; en cambio no puedo mi conducta, si le consta que la he respetado siempre cual
perdonarle que conociendo mi modo de pensar y sabiendo yo debía, si cree en su hija y no duda de mi honradez debió
cuáles son mis miras respecto a mi hija se haya usted

276 MATILDE CUYÁS antología de obras de teatro argentino 277


contra soberbia, humildad

excusar tan enojosa pregunta, pues el que yo la ame en barrera que divide la miseria de la opulencia, comprenderá,
silencio ni a vos ni a ella os ofende en nada. mal que le pese, que hay mucha distancia entre usted y yo.
Nunca, vuelvo a repetirlo, consentiré que se una a un
JUSTO: (Con indignación) Pero es que yo no consiento, no quiero
hombre pobre y aunque su salvación y la mía dependiera
que vuestros sueños insensatos creáis que puedan de que os cediera su mano, me hundiría en el abismo antes
realizarse, porque son un delirio, un imposible que hacen que hacerla esposa de un dependiente de su padre.
enardecer de indignación mi sangre al ver que usted no lo
ALFREDO: ¿Quién os la pide señor, para que la neguéis? El orgullo
ha creído así.
ciega a tal punto vuestra razón que no veis cuán frágil
ALFREDO: El respeto y el silencio que he observado durante un año sostén vuestra vanidad se levanta.
abonan demasiado a favor mío, destruyendo sus
JUSTO: ¿No reconocéis, pues, los privilegios del dinero?
aventuradas suposiciones.
ALFREDO: (Con energía) No; los hombres somos todos iguales, los
JUSTO: Si yo nada he comprendido culpa habrá sido de mi poca
pueblos con torrentes de sangre ahogaron para siempre los
perspicacia y no de su recato, pues su discreción no ha sido
privilegios.
tanta, cuando ha dado ocasión a ese aviso.
JUSTO: ¡Los del oro, no!
ALFREDO: De algún prudente amigo que, como un venenoso reptil se
oculta en la sombra y muerde a tientas. Al herirme con esas ALFREDO: Dios no hizo la fortuna patrimonio exclusivo de un
mezquinas dudas olvida usted que a su hija con la misma número determinado, sino para todos los hombres
arma hiere a la vez. JUSTO: (Señalándole la puerta) ¡Salid de mi casa inmediatamente!
JUSTO: No, de ella no dudo yo, como no dudo que respiro, que ALFREDO: ¿Quién sois para insultarme de esa manera? ¿Qué os he
vivo en este instante; pero contra usted que ha dado hecho para que me arrojéis de vuestra casa?
motivo con su necia pasión a que la censura fije sus JUSTO: ¡No quiero ni debo dar explicaciones; y como a pesar de ser
miradas en nosotros, contra usted, que olvidando su igual a mi podéis moriros de hambre, tomad para que no
posición alimenta tan irrealizables aspiraciones sabiendo os falte pan! (Le arroja una cartera con dinero que saca del
que nunca consentiré que mi hija se una a un hombre escritorio).
pobre, es contra quien se excita todo mi enojo.
Alfredo que está próximo a la puerta dirige una mirada a don
ALFREDO: Rechazo esas reconvenciones injustas y aunque no poseo el Justo de suprema desesperación, avanza dos pasos con
oro a montones, como soy honrado, derecho tengo a ademán siniestro, duda, vacila y haciendo un movimiento
desesperado desaparece precipitadamente.
creerme igual a vos, igual a ella, pues no existe ni
reconozco esa distancia que usted coloca entre su hija y yo.
JUSTO: Pues media tanta que nunca podréis salvarla para FIN DE ACTO PRIMERO
aproximaros a ella; si, separado constantemente por esa

278 MATILDE CUYÁS antología de obras de teatro argentino 279


contra soberbia, humildad

ACTO SEGUNDO ¿Qué motiva esa taciturnidad que siempre observo en tu


semblante, ese desgano de concurrir a las diversiones que
JARDÍN CON ESTATUAS, BANCOS, ÁRBOLES, AL FONDO UNA han sido tu embeleso?
VERJA. DON JUSTO Y MARÍA SENTADOS EN UN BANCO.
MARÍA: (Disimulando su emoción) ¿Yo, triste? No tal, aprensiones son
padre mío que nacen del excesivo amor que usted me
ESCENA 1ª profesa.
JUSTO: Esa es una evasiva María para no contestar a lo que yo te
MARÍA: Si usted no me hubiera hecho tantas promesas de pregunto. Aunque ignoro la causa, adivino que sufres, por
enmienda, resuelta estaba a reñirle severamente; porque no consiguiente tengo derecho a exigir que confíes ese
puedo resignarme a que un hombre que como usted tiene escondido pesar a tu padre que tanto te ama.
una buena posición se dé tan poco reposo, necesitándolo
MARÍA: (Con acento persuasivo) Pero si yo no sufro padre, no
tanto sus achaques y años.
experimento mal alguno; si algún cambio habéis notado en
JUSTO: Tienes razón, hija mía; pero qué quieres, como he hecho mí, no lo atribuyáis a ninguna causa grave, creedme.
mi fortuna trabajando, no lo puedo remediar…
JUSTO: Ni eso me convence, ni quiero que trates de engañarme
MARÍA: (Interrumpiéndole) Porque usted no quiere vencer, no sé si María.
decir ese vicio o esa costumbre, pues teniendo personas
MARÍA: (Con aflicción) ¿Mas por qué no me creéis padre mío?
que le desempeñen bien no sé yo que haya necesidad de
afanarse para todo. JUSTO: (Con severidad) Porque no dices la verdad. Antes que mis
ojos lo vieran, comprendió mi amante corazón que en el
JUSTO: Eso es verdad, mas siento unos deseos tan grandes de
tuyo se ocultaba un pesar; sin poder hallar la causa,
aumentar lo que poseo, que sin desearlo llego a olvidar que
confuso y afligido largo tiempo he esperado con ansiedad
necesito reposo. Pero, dejando esto aparte, quiero que
paternal que la alegría volviera a mostrarse en tu
hablemos de otro asunto que nos interesa mucho a los dos.
semblante. (Con emoción y ternura) ¿Por qué no has hecho
MARÍA: (En son de broma) Me dispongo a escuchar con toda la partícipe a tu padre de ese sentimiento que te abruma y te
gravedad de que soy capaz. reconcentras en tu egoísta silencio? ¿Por qué dejas que se
JUSTO: Hace algún tiempo que con gran disgusto he observado en apodere de mi alma mortificante incertidumbre? ¿Quién
ti que de una jovialidad constante pasaste a una melancolía como yo, hija mía, se apresurará a complacerte? ¿Quién
continua, de una alegría perenne a una tristeza no como tu padre se sacrificará para proporcionarte lo que
interrumpida; ¿qué es lo que ha ocasionado ese cambio tan pueda hacer tu ventura? Tú sabes que mi mayor, mi única
repentino no habiendo experimentado desgracia alguna? felicidad consiste en verte dichosa, porque tú eres la alegría

280 MATILDE CUYÁS antología de obras de teatro argentino 281


contra soberbia, humildad

de esta casa, el orgullo de mi vejez, la luz que en el porvenir cada vez más a mi pesar aumentaba, pero mi destino o la
alumbra los postreros días de este ser que vive al calor de compasión que por él sentí cuando le vi infortunado y
tus brazos. despreciado por usted, llevome, padre, a amarle como no
MARÍA: (Con visible emoción) ¡Padre de mi alma! (Aparte) Dios mío, creí nunca.
el valor me falta para esa confesión. JUSTO: (Con perceptible severidad) ¡No más, calla! (Aparte) No me
JUSTO: (Conmovido) Pero, lloras María; vaya, eso me disgusta; ya engañé, mis dudas han salido ciertas. (Con despecho). El
sabes que jamás he podido ver lágrimas en tus hermosos hipócrita ha conseguido al fin interesarla mostrándose
ojos. Vamos, cesa de afligirte y cuéntamelo todo. desventurado a sus ojos, y más astuto que yo ha sabido sacar
ventaja de su vergüenza logrando lo que tanto quise
MARÍA: Padre mío, yo no puedo ser franca con usted sin ofenderlo.
impedir, pero aunque me apene su dolor, aunque lo
JUSTO: ¡Sin ofenderme! deplore por ella, yo sabré defraudar las intenciones
MARÍA: Sí, sin ofenderle, sin incurrir en su desagrado no puedo soberbias de ese ambicioso audaz. (Dirigiéndose a María) Tu
confesaros qué es lo que causa ese pesar que yo he querido deber y mi voluntad te imponen que olvides esa pasión que
inútilmente ocultar a vuestros ojos. como un sueño desconcertado ha venido a turbar tu alegría,
olvídala por tu felicidad y la mía, comprendiendo que
JUSTO: ¿Tan grave es lo que tienes que confiarme, que a pesar de
jamás será realidad.
mi indulgencia para castigo, temes mi enojo?
MARÍA: (Aparte) Olvidar, ¡ay de mí! Es imposible, por más que yo
MARÍA: Sí, porque a sus ojos padre, soy culpable.
lo quiera.
JUSTO: (Con admiración) Tú, culpable, ¿y de qué?
JUSTO: (Con reconvención) ¡He ahí lo que son las mujeres! Quién
MARÍA: (Suplicando) No me exijáis que yo os lo diga.
diría que después de rechazar tan excelentes partidos fijaras
JUSTO: Lo quiero y lo mando; ¿piensas que puedo vivir tranquilo tu atención en un… Pero a mí mismo debo culparme por
viendo que cada día aumenta ese malestar que te aleja de haber sido demasiado indulgente contigo y no haberte
todo extraño trato y hasta de mi cariño? No, no; quiero obligado a aceptar alguno de los que te pretendieron que
saber la verdad aunque ella dolorosa me sea. hubiera hecho tu felicidad, y no digamos que fueran
malos, don Robustiano que fue el primero que te solicitó
MARÍA: (Con mucha emoción) Yo os amo padre mío, sí, mucho no lo
era a mi ver un hombre estimable por todos conceptos,
dudéis; pero el temor de ofenderos me ha contenido, pues
honrado, carácter apacible y buena educación; mas no te
me he hecho acreedora a vuestro enojo, dando cabida en agradó porque era viudo, como si los viudos tuvieran
mi corazón a un afecto que usted desaprobará siempre. alguna mancilla; por eso luego el abogado Estiende
(Con excitación creciente) Con constancia superior a mis tampoco fue de tu gusto, por otras razones tan poderosas
fuerzas batallé para desechar de mi alma esa pasión que

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contra soberbia, humildad

como esas y así has desechado a cuantos sucesivamente te MARÍA: ¡Ah, padre mío! Cuán equivocado está usted al creer que
han pretendido. Leopoldo me ama; a él sólo lo induce el interés de poseer
MARÍA: Pero, padre mío, si yo no amaba a ninguno de esos su fortuna que sabe disfrutará a su antojo cuando sea mía.
hombres, ¿cómo había de contraer tan pesados lazos? JUSTO: En qué fundas esa acusación tan grave. ¿No es rico él?
JUSTO: ¿Y crees que consentiré que pertenezcas a ese hombre ¿Acaso necesita para vivir como vive hoy, del dinero que tu
aunque lo ames? No, nunca. Justo es que si me permití que unión pueda proporcionarle? ¿Por ventura si no te amara
rechazaras el bien que se te brindaba, impida al menos tu como afirmas, crees que consentiría en esperar el término
desventura. de esos plazos que tú impones? Veces mil me ha repetido
que a pesar de tu indiferencia para con él y aunque su
MARÍA: ¿Pensáis que sería desgraciada con quien el sacrificio de su
dignidad lo obliga, no puede renunciar a tu cariño…
vida haría por mi felicidad?
MARÍA: (Con marcada expresión) ¿Y si Leopoldo engañara a usted,
JUSTO: Sí; porque la esperanza de poseer una fortuna presta al que
padre mío?
la codicia la audacia suficiente para ofrecer absurdos y jurar
imposibles. JUSTO: Engañarme a mí. ¿Crees tú que a un hombre como yo se
puede alucinar tan fácilmente? Además, ¿qué necesidad
MARÍA: (Con vehemencia). ¿Que él ambiciona vuestro dinero? Oh,
tiene de engañarme? A mí no se me alcanza la razón, sino
no lo creáis padre, su alma es demasiado grande para que
la muy poca tuya al suponerle capaz de esa vileza. Por lo
la esclavice el oro y jamás podría…
tanto, aunque no dejo de comprender que Leopoldo tiene
JUSTO: (Con severidad y aspereza) ¡Basta! Como si su vida se hubiera algunos defectos, quiero que razonando (como espero de
extinguido, sólo así debes acordarte de él; yo nunca podré tu buena inteligencia) consideres que es imposible
ceder la mano de mi hija al hombre que encubriendo su encontrar un hombre perfecto, y por lo mismo haciendo el
desmedida ambición y orgullo bajo una apariencia gusto a tu padre accedas a su pretensión.
modesta, con tan ruin engaño, se ha hecho indigno de mi
MARÍA: ¿Es decir, padre mío, que nada os importa mi felicidad? ¿El
aprecio.
sacrificio que hago de mi corazón y de la paz de mi alma?
MARÍA: ¿Y quiere usted por eso que dé mi mano a Leopoldo? ¿Es decir que nada ha valido la resistencia que hasta ahora
JUSTO: Naturalmente que además de amarte mucho, es un he opuesto a este tenaz empeño de unirme a un hombre a
muchacho de muy buena cabeza; trabajador que no dudo quien yo no amo?
aumentará los miles que yo te deje; ayer sin ir más lejos, me JUSTO: (Con calma y pesar) ¿Con que te rebelas contra la autoridad
decía que no quiere que yo gaste un cobre para la boda, paterna? ¿Así pagas, hija soberbia, mis desvelos y de esa
que todo le parece poco para ti. manera recompensas los trabajos que pasé para darte una

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contra soberbia, humildad

fortuna, ese es el premio que destinabas a los afanes que condescenderé con sus deseos, aunque mi rebelión
sobrellevé para hacerte brillar en la sociedad, de ese modo despierte su injusto enojo. Pero si persiste, si se empeña su
coronas los sacrificios de quien tanto te ama? ¡Hija ingrata! firmeza. ¡Oh! Sólo de pensarlo tiemblo. Si unida para
Quizá algún día sepas la inmensa amargura que a un padre siempre a ese hombre que no amo, siento que me son
causa la rebelión de una hija. (Enjúgase los ojos muy odiosos los deberes que contra mi voluntad contraje, ¿qué
conmovido). impedirá que rompa sus lazos si llega día en que mi
MARÍA: (Con voz enternecida) ¡Padre, padre mío! Perdonad si en un resignación concluya?
momento de irreflexión pude ofenderos; dispuesta estoy a
hacer vuestro gusto, sí, de todo corazón. (Llora).
ESCENA 2ª
JUSTO: Vuelve entonces a ocupar el puesto que
momentáneamente dejaste en el corazón de tu padre (Se María y Carolina
abrazan. Pausa).
CAROLINA: (Apareciendo) Señorita venía a saber si…
MARÍA: ¡Vuestro perdón me causa un placer inefable!
MARÍA: (Interrumpiéndola). Ven, tengo que hablarte. Carolina, tú
JUSTO: Y a mí perdonarte, una satisfacción gratísima. Pero no sabes lo que me pasa; no ignoras cuánto sufro y en la
tratemos más de eso, y pues tengo que hacer algunas desesperada posición en que me encuentro, dime
diligencias voy a dejarte sola. francamente, ¿qué harías tú en mi lugar?
MARÍA: ¿Va usted a salir ahora mismo? CAROLINA: (Con vacilación) Yo, señorita, no sé porque la situación es
JUSTO: Sí; conque, hija mía, hasta luego. algo comprometida
MARÍA: Hasta luego, padre (Se abrazan). MARÍA: Sí, mucho; porque yo sin pensar lo que hacía he prometido
a mi padre casarme y no sé cómo retroceder.
JUSTO: (Con emoción al alejarse) ¡Ah, ella ignora cuánto pesar me
causa tenerla que contrariar tan severamente! CAROLINA: Pero, ¿y don Alfredo?
MARÍA: (Después de verlo desparecer) Señor Dios de los buenos, ¿por MARÍA: Te he llamado para que me des un consejo que pueda
qué en esta desdicha así me desamparas? Qué débil soy, me ayudarme a salir de esta angustiada situación, evitando mi
someto a su voluntad inflexible, como si ella no me casamiento con Leopoldo.
impusiera un cruel sacrificio, como si mi obediencia no CAROLINA: Francamente el caso es grave, señorita, y yo soy torpe para
causara mi desventura. Pero yo no puedo, no debo aconsejar a usted algo provechoso; si fuera otra cosa podría
resignarme, mi padre me obliga porque el error ciega su dar mi dictamen; pero como de hombres se trata y son el
razón; mas yo escuchando la voz de mi corazón, no mismísimo demonio no soy voto en la materia; porque a

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contra soberbia, humildad

pesar de tener novio, es tan diferente a los demás, tanto, CAROLINA: Pues a fe no es el mozo para tenerle tanta confianza; con
que a veces dudo si es hombre. Figúrese usted que hasta esa cara de hipócrita que tiene.
ahora no le he oído otra palabra que “ya lo creo”. Si le
digo, Ruperto te quiero mucho, me contesta “ya lo creo”
(Remedando). Ruperto, ¿nos casamos pronto?, “ya lo creo”. ESCENA 3ª
Ruperto, me eres infiel, “ya lo creo”. De manera que con
un hombre así… Leopoldo aparece y sigue avanzando, Carolina al verle hace
un ademán de sorpresa y desaparece luego que éste saluda
MARÍA: (Con impaciencia, interrumpiéndola) Pero si no se trata de eso a María.
ahora. ¡Oh! ¡Qué desgracia no tener quien me de un
LEOPOLDO: (Con respetuosa amabilidad). Pido a usted mil perdones
consejo, quien me sugiera una idea que iluminando las
María por haberme tomado la libertad de llegar quizá a
sombras de mi mente dé a mi alma la resolución que le
incomodarla.
falta!
MARÍA: (Aparte). ¡Dios mío, favorecedme! (Con amabilidad) Nada de
CAROLINA: Yo lo siento mucho, mas no quisiera que por mí…
eso Leopoldo, existe bastante confianza entre nosotros y
MARÍA: Pero vamos a ver; puesta en la disyuntiva de sacrificar tu creo que no dudará usted, pues de ella le hemos dado
corazón o desobedecer a tu padre, ¿qué harías tú? suficientes pruebas. (Se dan las manos).
CAROLINA: ¿Yo? Resistir con todas mis fuerzas.
LEOPOLDO: Distinción es esa amiga mía que no acierto a agradecer
MARÍA: Sí, a eso me siento inclinada, aunque a mi padre sé que le bastante.
causará mucho sentimiento mi desobediencia.
MARÍA: No debe agradecerse como favor lo que se cobra con
CAROLINA: Déjele usted que se desespere, que más vale que sea ahora justicia; es usted un buen amigo, y no lo asiste razón para
y no después cuando el mal no tenga remedio. Caramba extrañar que mi padre y yo correspondamos con sincero
con la tenacidad del amo, ¿parece que no hubiera otro cariño a su leal amistad.
hombre que don Leopoldo?
LEOPOLDO: (Aparte) Me sorprende tanta amabilidad. Cuán gratas son
MARÍA: Mi padre es crédulo, Carolina, y él con su estudiado María a mi corazón esas palabras cuya armonía ha sido tan
artificio ha sabido captarse sus simpatías, o mostrándole anhelada por mí siempre. (Con pasión) El que como yo ha
por amor lo que sólo es disfrazado. En balde trato con mis sido desdeñado, el que como yo ha sufrido el tormento
dudas de despertar las suyas, en balde con mis recelos y insoportable del desdén, llevando en su alma el tesoro de
temores quiero quitar de sus ojos esa venda que le cubre una pasión inextinguible, cuando oyes esas frases que el
por mi mal; el engaño es tan completo que su corazón se corazón tanto anhela absorbe en su alma la divina imagen
ha hecho inaccesible a la duda. de la esperanza con la avidez que el sediento el agua;

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contra soberbia, humildad

porque para él la esperanza es la vida, ella le alienta en su ESCENA 5ª


martirio y le enseña la soñada recompensa de sus ensueños
de amor. Leopoldo viéndolas desaparecer se levanta y comienza a
pasearse.
MARÍA: (Con gravedad y confusión) Siempre, Leopoldo, he agradecido
su sincera amistad y he procurado corresponder a ella. LEOPOLDO: Estoy resuelto a fingirle más amor que nunca; quizá de su
memoria se está borrando el recuerdo de Alfredo y logren
LEOPOLDO: No, María, usted me ha juzgado mal, incapaz me ha creído
mis palabras hacerle alguna impresión, es necesario que esa
de abnegación y sacrificios. mujer me crea y venciendo mi constancia su indiferencia
MARÍA: Sus quejas son injustas, si no lo he sabido demostrar, he consiga al fin hacerla mi esposa. Difícil se va haciendo
sabido comprender sus méritos, amigo mío. seguir el engaño, la suerte me es contraria y el juego cada
vez me arruina más; sacar dinero a mi padre me cuesta
LEOPOLDO: Razón me asiste decirlo al pensar que jamás usted de ello
infinito y preciso es continuar la farsa comenzada, hasta
me ha dado pruebas, María.
que se realicen mis deseos. ¡Oh! ¡¡Si ese hombre, que tan
orgulloso es, descubriera que es el blanco y el juguete de
mis planes…!! (Con satisfacción) Pero, no, la red está bien
ESCENA 4ª
tendida, que sólo le inspiro ciega y completa confianza.
Perseverancia y audacia necesito para alcanzar lo que
Dichos y Carolina. Leopoldo al verla hace un gesto de enfado.
anhelo y aunque el corazón de esa mujer conserve aún el
LEOPOLDO: (Con enojo, aparte) Qué intempestiva es esta muchacha. recuerdo de Alfredo, con mis protestas y juramentos
triunfaré de su constancia, sí triunfaré; y cuando algún día
CAROLINA: Señorita acaba de llegar un hombre que pide con urgencia
sea mía esa codiciada fortuna, sabrá esa mujer que tanto
ver a usted, a pesar de haber dicho que está usted ocupada
me humilla lo que cuesta esta farsa necia.
insiste en verla; porque, según dice, tiene una carta que
sólo en sus manos debe entregar.
MARÍA: (Mirando a Carolina) ¿Qué podrá ser? ¿No le has dicho que ESCENA 6ª
tú puedes entregármela?
CAROLINA: Sí, señorita. María aparece guardando en el pecho un papel sin verlo
Leopoldo, este al apercibirla se sienta en el banco.
MARÍA: (Dirigiéndose a Leopoldo) En fin, voy a ver, usted perdone
Leopoldo. LEOPOLDO: ¿Qué tal? ¿Era algo de importancia?

LEOPOLDO: (Inclinándose) Es usted muy dueña. MARÍA: Una invitación para baile.
LEOPOLDO: Tenemos unos criados tan torpes que por lo más
María y Carolina se alejan.
insignificante le incomodan a uno.

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contra soberbia, humildad

MARÍA: (Con emoción; aparte) Su carta anunciándome nuevos mismo, y que cuando yo creía haber llegado al fin nos
peligros, ha infundido en mi corazón el valor que le hallamos en los principios.
faltaba. Dios mío, ¡¡que la generosidad de este hombre a él MARÍA: Y no puede suceder de otra manera, Leopoldo; triste me es
y a mí nos salve!! (Dirigiéndose a Leopoldo) Yo le suplico decirlo; pero yo no amo a usted lo suficiente para casarme
Leopoldo que disculpe… y de eso debe usted haberse convencido tiempo hace.
LEOPOLDO: (Interrumpiéndole) ¿Qué pueden ya decir mis labios que
LEOPOLDO: Usted debió haberme manifestado esos sentimientos antes
usted no haya comprendido María? Qué repetirán que no de ahora María, porque debe comprender, que después de
moleste su atención, de oírme ya cansada. alimentar la esperanza de ser dueño del corazón que se
MARÍA: No. Leopoldo, no molesta aquello que el corazón estima y ama, es muy doloroso renunciar a él. Yo he acariciado la
agradece, aunque le extrañé siempre, juzgándole con idea que usted correspondía a mi cariño y hoy me es
justicia reconocí sus méritos y le creí desde el primer terrible convencerme de lo contrario.
instante capaz de abnegación y sacrificios. MARÍA: El temor de enojar a mi padre me ha contenido hasta
LEOPOLDO: El de mi vida haría, si a usted le fuera necesario. ahora; pero sin embargo aún es tiempo para retroceder.
MARÍA: Gracias Leopoldo, gracias, esas palabras devuelven a mi LEOPOLDO: ¿Para retroceder, María? ¿Sabe usted lo que dice?
pecho la esperanza. MARÍA: ¿Qué menos puede hacer un hombre digno al oír lo que
LEOPOLDO: (Con pasión) María en lo que depende de mí, juro a usted acabo de decirle?
que quedará complacida. (Aparte) Comienzo a recelar algo LEOPOLDO: Tarde es ya para retroceder. No se juega impunemente con
desagradable. el corazón de un hombre; hoy amo demasiado a usted para
MARÍA: (Con sentimiento) Aunque le estimo mucho, usted Leopoldo acceder a su pedido.
no ignora, que a las repetidas instancias de mi padre, MARÍA: Pero debe usted comprender que no habiendo recíproca
consentí en prometer a usted mi mano para un tiempo que correspondencia, no es posible la felicidad.
yo dejé indeterminado, porque me sentía poco inclinada al
LEOPOLDO: Yo haré de modo que mi conducta conquiste su amor.
matrimonio; ya ha tiempo que se me importuna
diariamente para que cumpla mi promesa y hoy veo que no MARÍA: Vano empeño Leopoldo, si yo hasta ahora no he podido
me queda otro recurso para evitarlo que confiar en su amar a usted, menos podré amarle en adelante.
bondad; sé que usted es generoso en extremo y no dudo que LEOPOLDO: Es decir que sin compasión alguna y después de haber
si se cumpliera mi promesa causaría la eterna desventura de burlado mis esperanzas, después de haber dejado que mi
dos personas que de otra manera pueden ser muy felices. alma albergara las más hermosas ilusiones, hoy usted me
LEOPOLDO: Se infiere de lo que usted dice María, que estamos en lo obliga a despojarme de ellas, como si para hacerlo fuera la
voluntad bastante.
292 MATILDE CUYÁS antología de obras de teatro argentino 293
contra soberbia, humildad

MARÍA: (Con emoción) Leopoldo, amigo mío, piense que mi LEOPOLDO: (Con reconvención) Suya será la culpa de cuanto acontezca,
gratitud hacia usted será eterna. pues su rigor me induce a la venganza (Vase
LEOPOLDO: (Fingiendo desesperación) Lo que usted me pide es un precipitadamente).
sacrificio superior a mi valor.
MARÍA: Si usted en verdad me ama, ¿cómo su razón pretende que ESCENA 7ª
yo haga aquello mismo que por cruel usted no puede?
María sola
LEOPOLDO: Pero yo he sido el engañado, al menos a exigir tengo más
derecho. MARÍA: ¿Hasta cuándo, Dios mío, habré de luchar con suerte tan
MARÍA: (Con severidad) No, engañado no puede llamarse aquel a contraria? ¡Porque ante esa fatalidad que me persigue son
quien no se dieron esperanzas, aquel a quien jamás se juró varios mis esfuerzos y porque no puedo romper ese odioso
amor ni se le hicieron concebir ilusiones que no habían de compromiso! La tenacidad de ese hombre me amedrenta;
realizarse nunca. persistirá en su empeño sí, pues sabe que en mi padre tiene
LEOPOLDO: ¡Oh! Me desespera su crueldad, pues ni tiene usted su más firme apoyo. Sola y sin amparo, veo que, al fin
consideración ni lástima alguna a mi cariño. tendré que ceder en esta contienda… ¡Pero no! Dios, de
vuestra misericordia mi salvación espero.
MARÍA: Su tenacidad y no mi rigor es la que le daña; amigo mío,
piense que uniendo nuestros destinos a la vez que se hace Al retirarse María del jardín, se encuentra con Alfredo que
entra.
desgraciado me hace muy infeliz también.
LEOPOLDO: ¿Pero, no me teme usted la reprobación de su padre
cuando sepa su determinación de no cumplir lo que él ESCENA 8ª
prometió, cuando comprenda, que quizá inducida por
sentimientos fatales, usted desatiende sus consejos y mi ALFREDO: (Con alegría) ¡María!
pasión?
MARÍA: (Con alegría) ¡Alfredo!
MARÍA: Mi amor filial le sabrá convencer de que es injusto su
ALFREDO: Bien mío por fin puedo verte. (Con pasión) Si supieras cuán
enojo.
inmenso es el placer que mi alma experimenta, yo que por
LEOPOLDO: (Con despecho) Yo me vengaré de Alfredo, sí, en ese hombre estos instantes de felicidad años de mi vida diera, que
odiado causa de su desvío para conmigo, estallará mi siempre como piensa el desterrado en la patria en ti mi
desesperación. pensamiento puesto, mira cómo sufriré al verme de ti
MARÍA: (Con altivez) Acabemos de una vez. alejado.

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contra soberbia, humildad

MARÍA: (Con emoción) ¡Alfredo! Ah, cuánto también lloro al pensar amemos, ¿no es verdad María que nadie en la tierra
en nuestra suerte, en nuestra aciaga suerte, que no impedirlo puede? ¿Qué ni la distancia ni la desventura
encuentro medio de mejorar. En vano discurro, en vano serán bastante para que me olvides?
con mis súplicas imploro el favor del cielo, la esperanza de MARÍA: ¿Dudas, acaso?
esa anhelada ventura cada vez se aleja más de mí.
ALFREDO: No, no, ángel de mi vida; pero soy tan sin ventura que
ALFREDO: No con llanto María, sino con firme resolución debes hasta creo que me faltará tu amor, que es para mí la
vencer los obstáculos que se oponen a nuestra felicidad, existencia toda, la luz que ilumina por completo mi alma.
contra esa tiranía que al sacrificio te obliga, contra ese fatal
MARÍA: Piensa que esas sospechas me ofenden. (Con ternura y pasión)
error que como desbordante torrente, amenaza
precipitarnos en el antro de la desesperación, debe Yo no te podré olvidar, no Alfredo, mientras anime mi
oponérsele la fe que al corazón alienta y la voluntad corazón un soplo de vida.
inquebrantable que emanando de un alma que ama nos ALFREDO: (Con gravedad) ¡María, ha llegado el momento, para mí
enseña que cuando la justicia y el derecho nos asisten, es tan muy doloroso, de revelarte una cosa, que pluguiera al cielo
difícil dominar un corazón como las grandes revoluciones. nunca hubiera tenido precisión de decirte!
MARÍA: Sí, dices bien, es preciso oponerse, yo me siento con valor MARÍA: (Con angustia) Alfredo, me aterra tu anuncio.
para sufrir todo antes que cejar en mi justo empeño (Con
ALFREDO: Tú sabes la azarosa vida que llevo desde que al periodismo
sobresalto). Pero, ¿cómo te has atrevido a entrar aquí a estas
me dediqué; no ignoras también que a causa de mis
horas?… Es una imprudencia y temo por ti.
escritos heme acarreado la antipatía de los que no profesan
ALFREDO: Carolina me ha visto entrar, ¿no te decía en la carta que mis ideas; hoy me es difícil subsistir aquí y por lo tanto he
vendría a verte? resuelto expatriarme.
MARÍA: Sí, mas creí que vinieras cuando las sombras de la noche MARÍA: ¿Separarnos? ¡No, no es posible!
pudieran ocultarte.
ALFREDO: Piensa que es indispensable.
ALFREDO: Un acontecimiento imprevisto me ha precisado a no
MARÍA: Pero, ¿quieres abandonarme; quieres que el dolor de tu
esperar que ella llegue.
ausencia me mate? (Llorando) ¡Alfredo, tú no me amas!
MARÍA: (Con temor y aflicción) ¿Te amenaza acaso algún peligro? No ALFREDO: (Con ternura) ¿Que no te amo? ¿Cuando no hay sacrificio
me lo ocultes Alfredo, no me lo ocultes, yo no quiero
que no hiciera por ti? ¿Cuando por darte una prueba de ese
ignorar nada que se relacione contigo. ¡Ah! ¿Por qué
mismo amor penetro en esta casa de la cual se me arrojó
amándonos tanto nos hizo el cielo tan desdichados?
como al ser más despreciable? Dudas de mí cuando sabes
ALFREDO: Impedir que seamos felices la suerte podrá, pero que nos que amarte más no es posible.

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contra soberbia, humildad

MARÍA: ¿Por qué, entonces, quieres alejarte? Decídete María, considera que es ciega su obstinación y
ALFREDO: Es absolutamente necesario María. que tus temores la ventura alejarán para siempre de
nosotros.
MARÍA: Quizá cambiando tu modo de ser, pudieras subsistir aquí,
modera tus ideas, calma tu pluma; Alfredo, haz ese MARÍA: (Con angustia) Pero mi padre, Alfredo; mi padre
sacrificio en obsequio de nuestro amor. avergonzándose de mí me maldecirá y no me perdonará
nunca.
ALFREDO: Lo que me pides, vida mía, no puedo hacerlo ya.
ALFREDO: Suplicaremos su perdón y a un padre que, como el tuyo,
MARÍA: (Con desesperación) ¿Pero no entiendes que yo no quiero que
tanto te ama, más fácil le es perdonar que maldecir. Piensa
te separes de mí?
que en estos instantes de tu decisión depende nuestra
ALFREDO: Hay un medio para no separarnos. (Aparte). ¡Oh, me eterna felicidad o nuestra condenación eterna.
avergüenza y me humilla mi propia dignidad! El único
MARÍA: El escándalo Alfredo, me aterra.
recurso que hoy nos queda para no separarnos es María
que sigas mi suerte. ALFREDO: La desgracia que te amenaza es mil veces peor.

MARÍA: (Con asombro) ¿Tú que dices amarme tanto, me propones la MARÍA: ¡Dios mío! ¡Dios mío!
deshonra?
ALFREDO: Indigno es de ti y de mí, sí, María, lo sé, pero es del único ESCENA FINAL
modo que podemos ser felices.
MARÍA: (Con energía) No podremos ser dichosos nunca, cuando el Dichos y Carolina
primer paso que damos para alcanzar esa felicidad, es
CAROLINA: (Azorada) Señorita, señorita, ahí viene el amo.
faltando a nuestro deber.
ALFREDO: ¡Huyamos, María, huyamos!
ALFREDO: Un sacerdote nos unirá y de rodillas, después
imploraremos el perdón de don Justo, viendo que no MARÍA: (Con desesperación) ¡Nunca, nunca!
queda otro remedio él se resignará y yo le probaré que soy ALFREDO: Pérfida, no me amas, no. Por mero gusto has admitido mis
digno de ser su hijo. juramentos de amor, burla y no cariño han sido tus
MARÍA: ¡Faltar a mi deber, nunca! Lo que me propones es por promesas de amor y constancia, pues ellas te
demás terrible y yo amo demasiado a mi padre para proporcionaban para Leopoldo un rival, para tu vanidad
amargar de ese modo su existencia. un triunfo más. Quizá por mofa cruel consentir hicísteme
que me amabas; sí, necio fui cuando creyendo sinceras tus
ALFREDO: Pero, si me amas, debe también horrorizarte el pensar que
palabras olvidé que yo era tan sólo un pobre, un miserable
te obligarán a casarte con Leopoldo a quien tanto odiamos.
y tú la hija de un millonario. Mujer sin corazón; ¿por qué

298 MATILDE CUYÁS antología de obras de teatro argentino 299


contra soberbia, humildad

te has complacido en engañarme, quién te obligó a hacer parte, no parece sino que la suerte se complace en girar su
tantos juramentos de amor; di quién? voltaria rueda contra mí.
MARÍA: Alfredo, Alfredo, no prosigas; tus quejas me hacen pedazos MARÍA: (Con abatimiento). Qué desgracia; cuando yo creía que ya
el corazón, yo te amo como el primer día, te seguiré do usted se retiraría a descansar de los negocios, es menester
quiera que tu vayas, la vida más penosa me será venturosa más que nunca su actividad y cuidado; pero no por eso
contigo, todo lo olvidaré por ti, sí, tu corazón ya no siente debe usted desalentar, padre mío, que no siempre han de
compasión por mí. salir los negocios a medida del deseo.
CAROLINA: (Con aflicción) Don Alfredo por favor márchese usted, el JUSTO: El valor es nada cuando la suerte no favorece; desde que tú
amo ya llega. caíste enferma hasta ahora empezaron a marchar mal mis
ALFREDO: ¡Pues tú lo has querido, adiós para siempre!... negocios; tanto, que casi no hay un día que no
experimente alguna pérdida. (Con mal humor) Los malos
María, que ha tomado a Alfredo de las manos, intenta sucesos parece que tuvieran imán, porque se atraen de una
detenerle, él se resiste, ella duda, vacila entre quedarse o
seguirle; Alfredo, que logra por fin desasirse de María, vase manera admirable.
precipitadamente, ésta viéndole partir cae desmayada,
Carolina corre en su socorro. Pausa; María se enjuga los ojos y don Justo se sienta al lado
de ella.

FIN DEL ACTO SEGUNDO Por eso María, ahora que felizmente nada hace temer por
tu salud, debes cuanto antes unirte a Leopoldo, porque
siendo él mi yerno, quizá en un momento dado pueda
ACTO TERCERO salvarme de algún conflicto; en vista pues de eso yo espero,
que no dilatarás el instante de darme ese gusto; además,
SALA LUJOSAMENTE AMUEBLADA. AL ALZARSE EL TELÓN, DEBE como no es nada satisfactorio el estado de mis negocios
HALLARSE MARÍA SENTADA EN UNA BUTACA DEMOSTRANDO EL
ABATIMIENTO DE UNA PERSONA CONVALECIENTE; DON JUSTO
quiero más que nunca verte casada; porque una vez que
PASEÁNDOSE CABIZBAJO Y PENSATIVO. tengas quien mire por ti, no me afligiré tanto.
MARÍA: ¿Cree usted padre que Leopoldo es tan rico como aparenta
serlo?
ESCENA 1ª
JUSTO: No tengo motivos para dudarlo; ¿los tienes tú acaso?
Don Justo y María MARÍA: Pienso que nadie como usted con tanto empeño a ese
respecto se habrá enterado.
JUSTO: Pues sí, hija mía, los tiempos han cambiado mucho; he
tenido algunas pérdidas considerables, de un año a esta JUSTO: Bien, entonces, ¿a qué viene esa pregunta?

300 MATILDE CUYÁS antología de obras de teatro argentino 301


contra soberbia, humildad

MARÍA: (Disimulando) Deseaba saber solamente si de él pensamos indemnizará de las pérdidas sufridas, con que ya ves, no
del mismo modo los dos. tienes motivos para entristecerte tanto.
JUSTO: Aunque no tiene aquí sus posesiones, cosas hay que para MARÍA: Sí, Dios no ha de querer que esta aflicción continúe.
creerlas no es necesario palparlas. Mira, María, yo no dudo JUSTO: Pues que resuelta estás iré a ver a Leopoldo de paso que voy
que serás feliz; porque a pesar de ser Leopoldo algo liberal a mis quehaceres para participarle tu decisión. Si no lo
se enmendará; como te tiene amor renunciará a otras encuentro en su casa y llega él a venir tú misma se lo dices y
diversiones que puedan serle perjudiciales, pues es ninguna que vaya a buscarme a la Bolsa, pues necesito hablar con él.
parte lo pasará tan bien como a tu lado.
MARÍA: (Aparte). ¡Oh, Dios mío, eso más! ¿Y no le parece a usted
MARÍA: (Ocultando sus lágrimas) Ya que tan necesario considera mal, padre mío, que yo se lo diga?
usted esa unión no retardaré yo padre el momento de
JUSTO: Con él hay bastante confianza, y debes considerarle ya
hacer vuestro gusto.
como tu futuro esposo; a lo menos yo lo encuentro muy
JUSTO: Y el tuyo también, se entiende; si yo supiera, que crees mis natural.
miras hijas de otro interés que no sea tu felicidad María…
MARÍA: Está bien, así lo haré ya que usted lo desea.
MARÍA: No, no padre mío, sé yo lo que me amáis, y que nada os
JUSTO: Hasta la vuelta, pues, hija mía. (Vase).
interesa tanto como mi bienestar.
JUSTO: (Con ternura, tomándole las manos) Sí, hija mía, no lo dudes MARÍA: (Despidiéndole) Adiós, padre mío.
jamás, nada me importa en el mundo como tu ventura que
yo aún a costa de mi vida te quisiera proporcionar. ESCENA 2ª
MARÍA: (Con emoción y cariño) Padre mío; ah, cuánto también yo
quisiera daros la tranquilidad que hoy os falta. María sola

JUSTO: Pero a pesar de lo que te he dicho no quiero que te aflijas; MARÍA: Oh, no sé cómo he podido reprimir la desesperación que
mala es en efecto nuestra posición mas no desesperante. me abraza el alma; pensar que después de tanto resistir al
MARÍA: Verle a usted angustiado me causa un pesar inmenso que fin sucumbo. Que mi padre, que tanto amo, es quien me
me impide alegrar mi corazón mientras no vea yo en su obliga a consumar ese cruel sacrificio; que debo morir para
rostro el contento que le animó antes. la ventura y la calma; sí, porque unido mi destino al de ese
JUSTO: Bien, mas debemos confiar que mejorará nuestra situación; hombre sólo la muerte puede separarlos. ¿Y, he de
todas mis esperanzas se hallan hoy puestas en un negocio resignarme, he de someterme cuando con los ojos del alma
del que espero obtener un brillante resultado, que me veo el horrible porvenir que me espera? Basta ya de

302 MATILDE CUYÁS antología de obras de teatro argentino 303


contra soberbia, humildad

obediencia y sumisión, nada me detendrá, quiero CAROLINA: Si usted supiera qué alegre se puso al verme; me abrazó…
emanciparme de la opresión que me abruma, y que venza ya lo creo, como que hacía tanto tiempo que no nos
mi corazón todos los obstáculos; mi padre en su tenaz veíamos, me dijo muchas cosas que me alegraron no poco.
porfía mi desdicha no ve; pero, ¡qué digo, ay de mí! Hoy MARÍA: Pero, ¿quién? Explícate de una vez, pues no te comprendo.
no es el capricho ciego el que lo induce a obligarme sino el
CAROLINA: Él, señorita; él
temor y la necesidad. Sí, su faz angustiosa dice más a mi
corazón que sus palabras, trata aún de disimular el mal MARÍA: (Con ansiedad) ¿Mas quién es él? Habla, di pronto.
estado de su fortuna para no causarme ese pesar mientras a CAROLINA: Válgame Dios. ¿No lo adivina usted por mi emoción y
él le consume en silencio el dolor de tan grandes alegría?
quebrantos sufridos. Dios mío, si llegara el día en que mi
MARÍA: Ah… ya: ha llegado Ruperto.
padre careciendo de sus bienes, la suerte le obligaría… No,
no, me estremezco sólo al pensarlo. Padre mío, si depende A tiempo que Carolina va a contestar aparece Leopoldo en la
puerta, y con ademán respetuoso saluda a María; Carolina al
de tu hija el evitarlo, no llegará para ti ese día fatal, tendrás verle hace un gesto de contrariedad que no lo ven Leopoldo ni
quien te ampare, quien te ayude a recobrar tu fortuna María.
aunque del corazón de tu hija huya para siempre la
CAROLINA: (Aparte) Malhaya la suerte mía, ahora que iba a decirle que
felicidad. (Siéntase y llora).
he visto al señorito Alfredo, se aparece este estafermo.

ESCENA 3ª
ESCENA 4ª
Carolina entra apresuradamente y muy fatigada déjase caer
en una silla. LEOPOLDO: Deseoso de saber cómo sigue su importante salud no he
querido esperar más sin venir a verla.
CAROLINA: Gracias a Dios señorita; ay, qué cansada vengo.
MARÍA: Gracias por tanta atención, amigo mío. (Se dan las manos y
MARÍA: (Con interés) ¿Qué es lo que tienes? ¿Por qué vienes tan
toman asiento. Aparte) Oh, Dios haced que cese en mí la
fatigada Carolina?
aversión que este hombre me inspira.
CAROLINA: Ay, qué cansancio, ay… Si usted supiera de dónde
LEOPOLDO: A lo que parece se siente usted mejor.
vengo… ay qué sofocón… me mandó buscar y aunque
usted nada sabía, fui a verle… ¡qué calor! Y he venido por MARÍA: Sí, mi mejoría, gracias a constantes y cariñosos cuidados es
esas calles como si me hubieran nacido alas. cada día más notable.

MARÍA: Pero, ¿a quién has visto? LEOPOLDO: La felicito sinceramente por ella y me doy a mí mismo la
enhorabuena.

304 MATILDE CUYÁS antología de obras de teatro argentino 305


contra soberbia, humildad

MARÍA: Mucho agradezco ese interés, Leopoldo… LEOPOLDO: (Con ironía) Oh, poco a poco, amiga mía, antes mi
LEOPOLDO: (Interrumpiéndola) Interés que no es de ahora María y que impaciencia no aguardaba plazos, mi entusiasmo no podía
es el más grande, o mejor dicho el único que en mi corazón tolerar con paciencia el tiempo que tan lentamente para mi
domina a todos los demás. Qué tristes han transcurrido afán transcurría, pero ahora es muy distinto.
para mí los días desde que esa cruel enfermedad me privó MARÍA: (Levantándose con asombro) Leopoldo, ¿qué dice usted? No
del placer de verla; cuán largas e interminables han sido las comprendo… ¿por qué se explica usted así?
horas de su dolor al pensar que no podían aliviarla de él los
LEOPOLDO: Porque hasta ahora no me he permitido expresarme con
ardientes deseos de mi corazón.
franqueza; pero suplico a usted vuelva a sentarse, pues
MARÍA: Consuelo grato es Leopoldo para el que sufre saber que sus deseo que me escuche.
males se deploran.
MARÍA: (Con dignidad, permaneciendo de pie) Necesito que usted me
LEOPOLDO: Pero usted que nunca me ha creído, usted que nunca dé una explicación de estas palabras tan extrañas como
acogió con fe las expresiones de mi cariño, tampoco creerá incomprensibles.
ahora sinceros mis sentimientos María. (Aparte) Aunque es
LEOPOLDO: Cuando por primera vez la vi, comprendiendo que mi
extraña su emoción mal contengo mi ironía.
corazón se interesaba por usted, me dije si lograra hacerme
MARÍA: Ah, sí, hoy lo creo Leopoldo, lo creo y… (Aparte) Oh Dios amar de esa joven, que según dicen es insensible al amor,
mío confiaba en ti que no llegaría este momento. Esa además de casarme con una mujer bonita tendré algunos
creencia que me anima y su constante amistad le miles el día que su padre muera.
conquistan la recompensa anhelada.
María hace un movimiento de indignación.
LEOPOLDO: (Aparte, con irónica alegría) Oh, mi desprecio, así la herirá mejor.
No comprendo bien María de esas palabras el sentido aunque Empecé pues a solicitarla con verdadero afán, comprendí
ellas extraña emoción en mi corazón han producido. un día que usted no era para todos tan desdeñosa como
MARÍA: (Con desesperación) ¡Señor! ¿Dónde hay tanta fe para resistir
para mí, observé, me convencí y resolví alejar de aquí a
esta prueba? (Dominándose) Quiero decir que se ha resuelto Alfredo, a quien usted amaba más de lo que yo creía.
en su favor; que de la porfía que ha tanto tiempo MARÍA: (Con indignación) Increíble parece que se pueda llevar hasta ese
sosteníamos al fin es usted vencedor. extremo una farsa tan repugnante. Aunque con justicia
LEOPOLDO: Ah, con que es decir que usted se decide, por fin se resuelve siempre le he juzgado y pocas dudas abrigué respecto a sus
usted a premiar mi constancia. intenciones, como jamás pensé que su doblez llegara a tanto,
hoy que por sus propios labios de la verdad me convenzo,
MARÍA: Sí, decidida estoy, y ya que esa es mi voluntad y la de mi deploro tanto mi confianza como me avergüenzo de haberle
padre, de la suya tan sólo ahora depende todo. llamado amigo.

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contra soberbia, humildad

LEOPOLDO: (Con sarcasmo) Oh, usted viéndose joven, rica y hermosa no privaciones que nunca su mente ha imaginado, la
creía que aquel hombre que tantos desdenes toleraba se cercarán necesidades crueles y no tendrá usted con qué
alzaría un día para devolvérselos como la humillación satisfacerlas.
merecía. MARÍA: (Con desesperación) ¡Oh, basta, basta!
MARÍA: Sí, nunca pudo mi mente concebir que hubiera en el LEOPOLDO: El rico, el opulento don Justo antes, no tendrá quizá en
mundo un ser tan malvado y mezquino que se arrastrara breve ni un techo que le cobije; si entonces usted
primero para luego morder. recordando que la he amado quiere ahorrarse muchos
LEOPOLDO: Hombre soy de cuya mente no se borran nunca los sinsabores…
agravios recibidos, que cuando le humillan y en su orgullo MARÍA: (En el colmo de la indignación) Ni una palabra más, ni una
le hieren sufre, y calla, pues su despecho a ocultar le enseña más digo porque daré voces y a todo el mundo mostraré el
sus agravios, porque es como la montaña que apacible en hombre infame que sin tener agravios se venga de una
la apariencia fuego desvastador en su seno encierra, que mujer indefensa; llamaré a mis criados, a esos criados ante
como no perdona ni nunca olvida cuando llega el los cuales se humilló usted más de una vez y como también
momento se venga siempre. os odian os arrojarán de aquí, porque indigno sois ya de
MARÍA: (Con indignación) Desprecio tan solo puede despertar en ese que esta casa os cobije.
mezquino anhelo de venganza que le anima; pero si LEOPOLDO: Sí, basta, van a separarnos quizá para siempre la dura mano
asombro de cinismo me causa, pienso con indignación del infortunio y la ancha senda del vicio; pero antes era
cómo en mi propia casa osa su atrevimiento a faltarme de necesario que de sus desdenes me vengara, que la
esa manera. descubriera quien yo era, que le mostrara cuánto dolor,
LEOPOLDO: El que por largo tiempo su despecho contiene no repara ni cuánta miseria mi corazón albergaba, para que ese
en hora ni en lugar cuando del pecho cual torrente de lava recuerdo fuera la expiación de tantas humillaciones. Eso
le deja al fin escapar. anhelé desde que supe que la desgracia iba a descargar
MARÍA: Pues cuando a un hombre le ciega de tal manera su odio sobre usted su terrible azote, eso quise y ha sido.
insano que a olvidar el decoro llega se le hace comprender MARÍA: (Con angustia y desesperación) Hombre infernal ¿quién te ha
mal que le pese el respeto que a una mujer se debe. autorizado para pronosticar mi ruina; por qué tu odio
LEOPOLDO: Ese orgullo acabará pronto, sí, concluirá porque la implacable se venga con esos augurios fieros? y si es verdad
adversidad que ha tiempo persigue a su padre no lo dejará lo que tu voz fatal me anuncia, ¿por qué cediendo a un
hasta anonadarlo por completo, entonces se verá usted sentimiento noble no hay en ese corazón pequeño más
reducida a la pobreza más extrema, tendrá que sufrir compasión y rencor menos?

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contra soberbia, humildad

Óyese la voz de don Justo que llama con desesperación a JUSTO: La muerte es preferible a la vida que nos espera.
María.
MARÍA: Yo soportaré la pobreza con resignación, y la satisfacción
de vivir a vuestro lado me infundirá el valor que os falta,
ESCENA 5ª sí, padre, sí, superará a vuestra desdicha esa santa
resignación que Dios tras el infortunio envía.
Dichos y Don Justo que aparece en la puerta con el LEOPOLDO: (Se aproxima a María evitando en lo posible que don Justo lo vea).
semblante descompuesto y manifestando en toda su
persona que algún grave trastorno lo acontece. Mucha virtud necesita una mujer pobre que ha sido rica
para resistir a la tentación del oro.
JUSTO: María… María, hija mía, estoy arruinado.
JUSTO: Crees desdichada que es un día un mes o un año, no; es
MARÍA: ¡Padre mío! (Lo abraza. Pausa). toda una vida lo que tendrás que dedicar a ímprobo
Leopoldo medio oculto por una cortina muestra gozarse en el trabajo, largas horas del reposo sacrificadas, horas de
dolor de ambos. constante dedicación en premio de mezquina recompensa.

JUSTO: Estoy arruinado, sí, completamente arruinado; yo que a mi MARÍA: (Con desesperación) Teniendo a vos qué me importa la miseria.
muerte creí dejarte una fortuna. JUSTO: Nuestro porvenir me espanta, tinieblas y sombras por do
MARÍA: (Dominando su llanto) ¡Padre, valor! quiera mis ojos ven y cuanto más me afano por sondear la
luz apacible en mi triste destino más las sombras le oculta,
JUSTO: Valor dices, valor me recomiendas, ah, tú no comprendes más en la oscuridad se hunde; pero yo quiero para ti otro
cuán horrible es el golpe que nos amaga. ¿Por qué me porvenir, otro destino que más bello lo vean los ojos de mi
castigó Dios de una manera tan cruel, por qué me reduce alma; hay un hombre que te ama, que será tu amparo,
a la miseria? ¿Qué he hecho, para que la desventura me ¿verdad que si tu padre te ruega por su tranquilidad
precipite en ese abismo cuyo nombre me espantó siempre? accederás a ser su esposa?
La vida me es insoportable, para acabar con ella sólo
MARÍA: Eso padre es ya imposible.
necesito un instante de resolución, para arrostrar la miseria
el valor de un mártir. JUSTO: ¿Imposible?
MARÍA: Ha llegado el instante de arrancar la máscara al miserable
MARÍA: Oh, no digáis eso padre mío, no; pensad que aún tenéis
que por mucho tiempo ha engañado a usted; al hombre
una hija que os ama más que a su vida, que con sus caricias
infame que después de haber fingido vilmente por mí un
y consuelo templará el rigor de vuestra suerte; no me
amor que sólo vil especulación era, sabiendo nuestra
abandonéis, no me dejéis en la orfandad, porque el dolor
posición al ofrecerle hoy mi mano, tuvo la osadía de
de vuestra pérdida me mataría.
proponerme la deshonra.

310 MATILDE CUYÁS antología de obras de teatro argentino 311


contra soberbia, humildad

JUSTO: (Con asombro y consternación) ¿Qué dices? Leopoldo… será Pascual y Carolina se van avergonzados.
posible que él…, ¿es verdad eso hija mía, es verdad, o de
Ah, yo nunca pude imaginar que esto pudiera sucederme,
tu aversión tan sólo desahogos son esas horribles palabras?
jamás pensé que para mí luciera un día en que aprisionado
MARÍA: No, padre, mío, os lo juro; en su sed de venganza nada por las férreas cadenas del infortunio tendría que sufrir las
reparó su cruel deseo y como si su rencor con mi más crueles afrentas sin poderlas castigar. Al mirar en toda
humillación aún no estuviera satisfecho, gozarse ha su realidad mi posición siento apoderarse de mi alma la
querido en vuestro dolor también. desesperación que deben experimentar los condenados del
JUSTO: (En el colmo de la desesperación) ¡¡Por qué, Señor, así tu cólera infierno.
sobre mi cabeza se desata!! Y está aquí ese infame; has MARÍA: ¿Qué nos importa ya ese hombre, padre mío, por qué ha
venido a gozarte con mi desesperación, a reírte de mi de aumentar nuestra intensa aflicción ese recuerdo?
dolor… pero pedazos voy a hacerte entre mis manos, has Cuando quien nos ofende tan distante está de nosotros que
querido deshonrar mis canas porque soy pobre, más caro ni aun sus agravios pueden ya herirnos, por vos y por mí,
vas a pagar tu ruin deseo. padre, olvidarlo.
LEOPOLDO: Sí; me he vengado cual deseaba, me creísteis y hoy me JUSTO: ¡Olvidar, dices, jamás! ¿Crees que podré olvidar que he
burlo… me desdeñásteis y os humillo. sido el vil juguete de ese hombre, que víctima he sido del
Leopoldo al oír las palabras de María trata de salir, don Justo más infame de los engaños? Oh; no cabe en mi corazón
que le ve avanza hacia él, este intenta huir, don Justo le mayor despecho, no abrigará nunca cólera tan inmensa
sujeta, se traba una pequeña lucha, pero Leopoldo logra como impotente, porque si al recordarlo, mi encono
desasirse y huye precipitadamente.
contra él se excita, contra mí mismo también me irrito. Yo
MARÍA: (Llamando) Carolina, Pascual, impide que don Justo salga. engañado tan villanamente, escarnecido de tan cruel
manera, yo que siendo honrado con orgullo me llamé su
JUSTO: (Viendo desaparecer a Leopoldo) Aunque las entrañas de la
amigo; esto es superior a mis fuerzas, golpes son del
tierra te cobijen; allí te alcanzará mi venganza.
destino que en la más lúgubre desesperación me hunden…
Distinciones, riquezas, hermosas ilusiones de la mente que
ESCENA 6ª os anhela y os ve lejos, sirenas que adormecéis el corazón
de aquellos que os poseen, ¿por qué no les decís que
Carolina y Pascual entran presurosos
espumas del mar de la vida tan sólo sois, y que basta el leve
soplo de un día que os toque para destruiros y arrojar
JUSTO: (Con actitud) ¿A qué venís aquí? Idos, quiero estar ¡solo con vuestros despojos en las inconmensurables playas del
mi hija!, ¿lo oís? Completamente solo. olvido?

312 MATILDE CUYÁS antología de obras de teatro argentino 313


contra soberbia, humildad

MARÍA: ¿Qué tormento Dios mío! (Llora). JUSTO: (Con confusión) Siento vergüenza al mirarle, pues su
generosidad me humilla.
JUSTO: Pobre, sin amigos…
ALFREDO: Por franco y leal deseo inducido he vuelto a penetrar a esta
MARÍA: (Interrumpiéndole) Los amigos no os faltarán, ¿cómo si os
casa, para cumplir, según mi corazón, con mi deber de
apreciaban antes, os olvidarán ahora que los necesitáis?
amistad; si vos don Justo la voluntad estimáis y sabéis que
JUSTO: Tú ignoras que la sociedad, mezcla odiosa de vanidad y los buenos deseos llegan más allá del hombre, aceptad
miseria, acata al que encumbrado ve, que aunque el rico es cuanto soy y cuanto puedo, puesto que, de seros útil es
el que menos da, todos quieren ser sus amigos aun a costa inmensa mi voluntad.
de bajezas. Desde el momento que sepan mi ruina, la
JUSTO: (Conmovido y confuso) Mi desgracia es Alfredo de las que
esquivez reemplazará al afecto; harán que no me conocen
tarde se consuela un hombre…
y todos huirán de mí por temor que pueda serles gravoso.
ALFREDO: Nunca es el infortunio tan grande que no pueda olvidarlo
el corazón de un amigo.
ESCENA 7ª
MARÍA: (Muy conmovida) Sí, sí, padre mío, con él compartiremos
nuestra desventura hoy que el aislamiento y el dolor nos
Dichos y Alfredo
rodea.
ALFREDO: (Con voz conmovida, entrando) Aún tenéis amigos leales y JUSTO: Dios mío, si esa es vuestra voluntad, si vos queréis
verdaderos. humillarme por ese hombre; cómo no he de besar el polvo
MARÍA: (Con asombro y pasión) ¡Alfredo! de la tierra cuando vuestro poder me obliga.
JUSTO: (Con asombro y confusión) ¿Alfredo… en mi casa?
ALFREDO: Sabiendo don Justo que podría ser útil la presencia de un ESCENA 8ª
amigo me he atrevido a presentarme aquí…
Dichos y Carolina seguida de Don Macario
JUSTO: (Con aspereza) Yo, caballero, no he solicitado los servicios de
nadie. CAROLINA: Señorita, este señor (por don Macario) se empeña en que
ALFREDO: (Con dignidad) Suponiendo que nunca los habíais de pedir, aquí está su hijo, como no quería convencerse he tenido
aunque los míos insignificantes sean, yo os los vengo a que traerle hasta acá.
ofrecer.
Macario dirige una mirada absorta a todos.
MARÍA: Padre mío, no rechaceís a un amigo sincero ahora que tan
pocos tendréis. JUSTO: Aquí no hay nadie que pueda interesar a usted.

314 MATILDE CUYÁS antología de obras de teatro argentino 315


contra soberbia, humildad

MACARIO: (Con aflicción) ¡Dónde está pues, mi hijo, qué se ha hecho! JUSTO: ¡¡Así vengan los hombres!! ¡¡Venid a mis brazos hijos míos!!
CAROLINA: Nosotros qué sabemos ¿cree usted que nos da cuenta MARÍA: Padre mío, bendito seáis.
dónde va? Vaya. ALFREDO: Esto es lo único que anhelaba mi corazón, María, bendito
JUSTO: Nombrar en esta casa a su hijo es insultarnos, aún más de tu amor que me proporciona tanta felicidad.
lo que hemos sido, libradme pues, de vuestra presencia CAROLINA: (Enjugándose los ojos). Pobre señorita, después de tanto sufrir
porque a mi pesar, aunque yo no quiero siento agitarse en
al fin se realizan sus deseos.
mi corazón la ira que me abrasa al pensar tan sólo que sois
su padre. ALFREDO: Confío en Dios que no nos abandonará y con mi amor y
MACARIO: ¿Qué decís? Pues está perdido, antes de mucho la justicia mi trabajo creo que aunque pobres, seremos felices.
le habrá preso. Voy corriendo en tu auxilio hijo mío, quizá MARÍA: Sí; no impedirá nuestra pobreza que la felicidad nos sonría.
aún es tiempo de salvarse. ALFREDO: Todos los goces no los proporciona el dinero, a su manera
(Sale precipitadamente). también los pobres son dichosos.
Don Justo, Alfredo y María que se hallarán en medio de la
ESCENA 9ª escena se abrazan y permanecen así unidos con la mayor
emoción.

Dichos menos Don Macario JUSTO: (Con voz conmovida y solemne) ¡Omnipotente padre y Señor,
infinitas gracias os doy por vuestra dura pero merecida
JUSTO: (Con sorpresa) ¡Qué ha dicho! Leopoldo…
lección, tu mano justiciera arrancó la venda que mis ojos
ALFREDO: Leopoldo ha falsificado una firma, robando una cantidad cubría, para que todo con su verdadero color lo vea! ¡Al
considerable y la justicia con actividad le busca para escaparse la fortuna de mis manos, ahogó para siempre el
castigar su delito. afecto que la tenía; mientras rico, soberbio fui; desprecié la
MARÍA: ¡Gran Dios! ¡Quién puede dudar de tu justicia! pobreza y la virtud; hoy pobre, cual Job, como él me
resigno a mi suerte, acato tu justicia divina, y reverente
JUSTO: (Conmovido) Sólo los hombres como yo; reconozco mi
ante ella me inclino, cumpliendo tu precepto: Contra
error y de él sinceramente me arrepiento. Si usted Alfredo
soberbia, humildad.
me guarda rencor yo le pido que olvidando mi injusticia,
(Al pronunciar la última palabra, don Justo inclina la cabeza sobre
me perdone si en un momento de ofuscación arrojé sobre
el pecho).
su frente honrada una mancha de la que hoy con todo mi
corazón me avergüenzo y me arrepiento.
FIN DEL ACTO TERCERO
ALFREDO: Todo está ya olvidado completamente.

316 MATILDE CUYÁS antología de obras de teatro argentino 317


> índice

> Prólogo ................................................................................................................ pág. 5

> El gobierno de Nazar ...................................................................................... pág. 37


LEOPOLDO ZULOAGA

> De mal en peor ................................................................................................ pág. 67


PEDRO ECHAGÜE

> El sombrero de Don Adolfo .......................................................................... pág. 99


CASIMIRO PRIETO VALDÉS

> La emancipación de la mujer ...................................................................... pág. 129


CASIMIRO PRIETO VALDÉS

> La rosa blanca .................................................................................................. pág. 163


MARTÍN CORONADO

> Contra soberbia, humildad .......................................................................... pág. 261


MATILDE CUYÁS
> ediciones inteatro

• narradores y dramaturgos • dramaturgia y escuela 2


Juan José Saer, Mauricio Kartun Prólogo: Jorge Ricci y Mabel Manzotti
Ricardo Piglia, Ricardo Monti Textos de Ester Trozzo, Sandra Vigianni,
Andrés Rivera, Roberto Cossa Luis Sampedro
En coedición con la Universidad • didáctica del teatro 1
Nacional del Litoral
Coordinación: Ester Trozzo, Luis Sampedro
Colaboración: Sara Torres
• el teatro, ¡qué pasión! Prólogo: Olga Medaura
de Pedro Asquini
Prólogo: Eduardo Pavlovsky • didáctica del teatro 2
En coedición con la Universidad Prólogo: Alejandra Boero
Nacional del Litoral
• teatro del actor II
• obras breves de Norman Briski
Incluye textos de Viviana Holz, Beatriz Prólogo: Eduardo Pavlovsky
Mosquera, Eduardo Rivetto, Ariel Barchilón,
Lauro Campos, Carlos Carrique, Santiago • dramaturgia en banda
Serrano, Mario Costello, Patricia Suárez,
Susana Torres Molina, Jorge Rafael Otegui y Coordinación pedagógica: Mauricio Kartun
Ricardo Thierry Calderón de la Barca Prólogo: Pablo Bontá
Incluye textos de Hernán Costa, Mariano
Pensotti, Hernando Tejedor, Pablo Novak,
• de escénicas y partidas José Montero, Ariel Barchilón, Matías
de Alejandro Finzi Feldman y Fernanda García Lao
Prólogo del autor
• personalidades, personajes y temas
• teatro (3 tomos) del teatro argentino (2 tomos)
Obras completas de Alberto Adellach
de Luis Ordaz
Prólogos: Esteban Creste (Tomo I), Rubens Prólogo: Jorge Dubatti y Ernesto Schoo
Correa (Tomo II) y Elio Gallipoli (Tomo III) (Tomo I) - José María Paolantonio (Tomo II)

• las piedras jugosas • manual de juegos y ejercicios teatrales


Aproximación al teatro de Paco Giménez de Jorge Holovatuck y Débora Astrosky
de José Luis Valenzuela Segunda edición, corregida y actualizada
Prólogos: Jorge Dubatti y Prólogo: Raúl Serrano
Cipriano Argüello Pitt
• antología breve del teatro para títeres
• siete autores (la nueva generación) de Rafael Curci
Prólogo: María de los Ángeles González Prólogo: Nora Lía Sormani
Incluye obras de Maximiliano de la Puente,
Alberto Rojas Apel, María Laura Fernández, • teatro para jóvenes
Andrés Binetti, Agustín Martínez, Leonel
Giacometto y Santiago Gobernori de Patricia Zangaro

• dramaturgia y escuela 1 • antología teatral para niños


y adolescentes
Prólogo: Graciela González de Díaz Araujo
Antóloga: Gabriela Lerga Prólogo: Juan Garff
Pedagogas: Gabriela Lerga y Ester Trozzo Incluye textos de Hugo Álvarez, María Inés
Falconi, Los Susodichos, Hugo Midón,
M. Rosa Pfeiffer, Lidia Grosso, Héctor Presa,
Silvina Reinaudi y Luis Tenewicki
• nueva dramaturgia latinoamericana • teatro de identidad popular • antología de obras de teatro argentino • antología de obras de teatro argentino
Prólogo: Carlos Pacheco En los géneros sainete rural, circo criollo -desde sus orígenes a la actualidad- -desde sus orígenes a la actualidad-
Incluye textos de Luis Cano (Argentina), y radioteatro argentino tomo II (1814-1824) tomo IV (1860-1877)
Gonzalo Marull (Argentina), Marcos de Manuel Maccarini Obras de la Independencia Obras de la Organización Nacional
Damaceno (Brasil), Lucila de la Maza Selección y Prólogo: Beatriz Seibel Selección y Prólogo: Beatriz Seibel
(Chile), Victor Viviescas (Colombia), • caja de resonancia y búsqueda
Amado del Pino (Cuba), Ángel Norzagaray de la propia escritura • nueva dramaturgia argentina • referentes y fundamentos.
(México), Jaime Nieto (Perú) y Sergio Hacia una didáctica del teatro con
Blanco (Uruguay) Textos teatrales de Rafael Monti Incluye textos de Gonzalo Marull,
Ariel Dávila (Córdoba), Sacha Barrera Oro adultos I
• teatro/6 • teatro, títeres y pantomima (Mendoza), Juan Carlos Carta, Ariel de Luis Sampedro
Obras ganadoras del 6º Concurso de Sarah Bianchi Sampaolesi (San Juan), Martín Giner,
Nacional de Obras de Teatro Prólogo: Ruth Mehl Guillermo Santillán (Tucumán), Leonel
Giacometto, Diego Ferrero (Santa Fe) y
Incluye obras de Karina Androvich, Daniel Sasovsky (Chaco)
Patricia Suárez, Luisa Peluffo, • por una crítica deseante
Lucía Laragione, Julio Molina y de quién/para quién/qué/cómo • antología de obras de teatro argentino
Marcelo Pitrola. de Federico Irazábal -desde sus orígenes a la actualidad-
Prólogo del autor tomo III (1839-1842)
• becas de creación
Obras de la Confederación y emigrados
Incluye textos de Mauricio Kartun, • antología de obras de teatro argentino
Luis Cano y Jorge Accame. Selección y Prólogo: Beatriz Seibel
-desde sus orígenes a la actualidad-
tomo I (1800-1814) • dos escritoras y un mandato
• historia de la actividad teatral Sainetes urbanos y gauchescos
en la provincia de corrientes de Susana Tampieri y María Elvira Maure
Selección y Prólogo: Beatriz Seibel
de Marcelo Daniel Fernández Presentación: Raúl Brambilla de Segovia
Prólogo: Ángel Quintela Prólogo: Beatriz Salas
• teatro/7 • 40 años de teatro salteño (1936-
• la luz en el teatro Obras ganadoras del 7º Concurso
Nacional de Obras de Teatro 1976). Antología
manual de iluminación
Incluye obras de Agustina Muñoz, Luis Selección y estudios críticos:
de Eli Sirlin Marcela Beatriz Sosa y Graciela Balestrino
Prólogo de la autora Cano, Silvina López Medín, Agustina Gatto,
Horacio Roca y Roxana Aramburú
• las múltiples caras del actor
• diccionario de autores teatrales
la carnicería argentina de Cristina Moreira
argentinos 1950-2000 (2 tomos) •
Palabras de bienvenida: Ricardo Monti
de Perla Zayas de Lima Incluye textos de Carolina Balbi, Mariana Presentación: Alejandro Cruz
Chaud, Ariel Farace, Laura Fernández, Testimonio: Claudio Gallardou
• laboratorio de producción teatral 1 Santiago Gobernori, Julio Molina
Técnicas de gestión y producción y Susana Villalba
• lavalija
aplicadas a proyectos alternativos de Julio Mauricio
de Gustavo Schraier • saulo benavente, ensayo biográfico
Coedición con Argentores
Prólogo: Alejandro Tantanián de Cora Roca Prólogo: Lucía Laragione y Rafael Bruza
Prólogo: Carlos Gorostiza
• hacia un teatro esencial • el gran deschave
Dramaturgia de Carlos María Alsina • del teatro de humor al grotesco
Obras de Carlos Pais de Aramando Chulak y Sergio De Cecco
Prólogo: Rosa Ávila Coedición con Argentores
Prólogo: Roberto Cossa
Prólogo: Lucía Laragione y Rafael Bruza
• teatro ausente • teatro/9
Cuatro obras de Arístides Vargas Obras ganadoras del 9º Concurso Nacional • una libra de carne
Prólogo: Elena Francés Herrero de Obras de Teatro de Agustín Cuzzani
Incluye textos de Patricia Suárez y Coedición con Argentores
• el teatro con recetas M. Rosa Pfeiffer, Agustina Gatto, Prólogo: Lucía Laragione y Rafael Bruza
de María Rosa Finchelman Joaquín Bonet, Christian Godoy,
Prólogo: Mabel Brizuela Andrés Rapoport y Amalia Montaño
Presentación: Jorge Arán

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