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MINISTERIO DE ENERGÍA Y PETRÓLEO
PLENA SOBERANÍA PETROLERA:
LOS CONVENIOS OPERATIVOS
INFORME DIRIGIDO A LA ASAMBLEA NACIONAL
POR MEDIO DE LA
COMISIÓN PERMANENTE DE ENERGÍA Y MINAS
SOBRE
LA POLÍTICA DE MIGRACIÓN
DE LOS CONVENIOS OPERATIVOS
A EMPRESAS MIXTAS
Marzo de 2006
“Con la Apertura en los años noventa se produjo un verdadero asalto al
petróleo venezolano, un asalto coordinado por algunas instituciones
internacionales de los países consumidores y las grandes
transnacionales de siempre. Bien planificado y diseñado por lo demás, a
Petróleos de Venezuela se le asignó el papel de Caballo de Troya, un
papel que una meritocracia transnacionalizada estaba más que dis
puesta a asumir. Así, la esencia de la Apertura Petrolera puede
resumirse en pocas palabras: La globalización del recurso natural. Éste
ya no sería nacional sino que estaría a la libre disposición de los
poderosos países consumidores presentándose como los dueños del
Globo. ”
Ingeniero Rafael Ramírez
Ministro de Energía y Petróleo
Presidente de Petróleos de Venezuela, S. A.
Alocución a la Comisión Especial de la Asamblea Nacional
25 de Mayo de 2005
PLENA SOBERANÍA PETROLERA
1 SOBERANÍA PERMANENTE SOBRE LOS RECURSOS NATURALES
En Venezuela, sin embargo, la situación era muy distinta. Con su independencia de
vieja data, el sistema concesionario venezolano se regía por el derecho nacional y
cualquier disputa tenía que ventilarse, obligatoriamente, ante los Tribunales Nacionales
competentes sin que, en ningún caso, pudiera dar lugar a reclamaciones extranjeras.
Más, con la Reforma Petrolera de 1943, a las concesionarias se les obligó a reconocer,
explícitamente, también los derechos soberanos que asistían al Estado venezolano en
materia impositiva. Así, con ésta no sólo se aumentó la tasa de regalía mínima a un
sexto (16,67%) –el promedio, antes de la Reforma, era apenas de 9%– sino que también
entró en vigencia este mismo año la primera Ley de Impuesto sobre la Renta. Este
ejercicio permanente de los Derechos Soberanos del Estado venezolano llevó estas tasas
impositivas hasta llegar a 72% en 1975. Así, Venezuela, por treinta años, sirvió de
ejemplo a todos los demás países exportadores de petróleo y particularmente a los
países miembros de la OPEP, en el ejercicio de su soberanía, en el desarrollo de su
régimen fiscal petrolero y éstos sólo se equipararon con Venezuela, colectivamente en
1973, con la así llamada Revolución de la OPEP.
Con esta Revolución, los países consumidores tuvieron que aceptar, no sólo los
derechos soberanos en materia impositiva, sino el derecho soberano que asistía a los
países exportadores de regular la producción y, por ende, los precios del petróleo, por
tratarse de un recurso natural agotable y, más aún, no renovable. Este derecho, hasta
aquel entonces lo había ejercido, internacionalmente, el famoso Cártel Internacional del
Petróleo –las ‘Siete Hermanas’– en cooperación con las autoridades gubernamentales
estadounidenses quienes lo ejercían directamente dentro de los EEUU. Venezuela, por
su parte, lo venía reclamando para sí desde los años cincuenta, pero sin tomar acciones
decisivas; y desde la fundación misma de la OPEP, Venezuela abogaba dentro de esta
Organización para que asumiera, colectivamente, el control sobre la producción.
Evidentemente, si bien se trataba de un derecho soberano nacional, su ejercicio efectivo
necesitaba de la cooperación de todos los países exportadores de importancia. Pero los
demás países miembros de la OPEP, hasta 1973, estaban todavía sujetos a un sistema
concesionario de origen colonial. La OPEP, fundada en 1960, se convirtió en un
organismo intergubernamental de Estados verdaderamente soberanos sólo en 1973: era
ésta la esencia de la Revolución de la OPEP. Era ésta la nacionalización de facto, a la
cual siguió la nacionalización de jure.
¿Cómo puede explicarse semejante cambio en nuestra política petrolera, un cambio de
rumbo de ciento ochenta grados? ¿Cuál fue el instrumento del que se valió el interés
transnacional para impulsar la Apertura Petrolera? El punto de quiebre, obviamente, fue
la nacionalización con la cual culminó la política petrolera nacional de larga data. La
génesis de la empresa nacional, Petróleos de Venezuela, ya prefiguraba su captura y lo
que sería su triste papel de caballo de Troya en contra del interés nacional, lo que el
doctor Pérez Alfonzo llamó “La nacionalización chucuta”. El hecho es que la dirigencia
política de entonces se había vuelto autocomplaciente. Hace mucho tiempo ya que había
abandonado por completa la idea de una distribución popular de la renta petrolera; y
ahora, más cuantiosa que nunca, ésta era más que suficiente para acomodarse. Y lo más
fácil era entregar a la nueva empresa nacional, Petróleos de Venezuela, S. A., al tren
ejecutivo formado por las transnacionales. ¿Por qué complicarse la vida y seguir
adelante con la Corporación Venezolana de Petróleo (CVP), la empresa nacional creada
en 1960, auténticamente venezolana, un instituto autónomo controlado por el entonces
Ministerio de Minas e Hidrocarburos?
Más aún, ¿por qué no dejar de una vez la política petrolera misma en manos de ese tren
ejecutivo? Y así se hizo, y un tren ejecutivo con mente transnacionalizada tomó control
de la empresa nacional y, de manera gradual, de la política petrolera nacional. Para lo
cual se desarrolló una política de desmontaje de todos los mecanismos de control del
Estado venezolano y, en particular, del Ministerio de Energía y Minas, tradicional
asiento institucional del recurso natural de propiedad nacional. Éste había tenido como
norte valorizar el recurso natural sin negar, sin embargo, la legitimidad de la ganancia;
en cambio, el norte del nuevo ente administrador y regulador, era la ganancia del
inversionista además de negar la legitimidad del dueño del recurso natural y de su
aspiración a una renta.
1 LOS CONVENIOS OPERATIVOS: CONDICIONES ECONÓMICAS Y
CONTRACTUALES
En el Artículo 1º de la Ley Orgánica que Reserva al Estado la Industria y el Comercio
de Hidrocarburos (LOREICH), popularmente conocida como la “Ley de
Nacionalización”, aprobada por el Congreso de la República en 1975, se establece en su
primera parte que:
En el Artículo 5º de la Ley, se estableció la posibilidad de que la empresa petrolera
estatal celebrara convenios operativos con el sector privado, cuyo alcance era muy
limitado:
Sin embargo, la Meritocracia se valdría de estas últimas líneas, tan claras como inermes
e inocuas, para iniciar, en 1992, su política de privatización de Petróleos de Venezuela,
PDVSA. En tres rondas de licitación (1992, 1993 y 1997) y mediante una adjudicación
directa (1995), procedió a la cesión de la actividad reservada por la LOREICH,
utilizando una figura jurídica que se llamó oportunista y arbitrariamente Convenios
Operativos. Como se demostrará más adelante, estos Convenios Operativos no eran los
simples contratos de servicios contemplados por la Ley de Nacionalización sino, en
violación flagrante a ésta, el outsourcing de la actividad reservada.
Para convencerse de ello, basta recorrer el área de cualquiera de los treinta y dos
convenios que existían para el 2005, firmados por PDVSA con el sector privado entre
1993 y 1997. [1] PDVSA brilla allí por su ausencia, mientras las empresas privadas
exploran y producen. Para justificar en su momento ante la Comisión Permanente de
Energía y Minas del Congreso Nacional la legalidad de esa política, los abogados de
PDVSA, propios y contratados, alegaron básicamente dos argumentos. Uno, que el
petróleo producido en ningún momento dejaría de pertenecer a la Nación. Al respecto,
es importante acotar que la Ley de Nacionalización en su Artículo 1º y hasta en su pro
pio nombre oficial –Ley Orgánica que Reserva al Estado la Industria y el Comercio de
los Hidrocarburos– no se refería a la propiedad del petróleo sino a la actividad
productiva. Obviamente, la propiedad, en cuanto a la actividad, no es esencial: Un
panadero sigue siendo panadero aunque el pan que produzca no le pertenezca. Por otra
parte, en cuanto a la actividad, los abogados de PDVSA alegaban que ésta sería
supervisada y controlada por PDVSA. De nuevo, lo mismo se aplica al panadero que no
es dueño de la panadería en la cual presta sus ‘servicios’ bajo la supervisión del dueño
de la panadería: sigue siendo panadero.
En realidad, la propiedad estatal del petróleo en cuanto a su esencia de recurso natural,
tiene en Venezuela su origen en el Decreto que el Libertador dictó, desde Quito, el 24
de octubre de 1829; y la supervisión de las actividades productivas correspondientes,
por parte del Estado y el ministerio correspondiente, era característico del régimen
concesionario al cual se había puesto fin, precisamente, con la nacionalización.
Con la nacionalización, además de conservarse, desde luego, la propiedad del recurso
natural y la supervisión de las actividades productivas por parte del Estado, éste se
reservó también las actividades productivas relacionadas. Sólo podrían ejercerse, por
parte del sector privado, en asociación con la empresa del Estado, en casos
excepcionales y previa aprobación del Congreso de la República, tal y como se
estableció inequívocamente en la segunda parte del Artículo 5º:
1.1 Primera Ronda 1992 – 1993
La Primera Ronda abarcó, en 2005, tres convenios operativos, los cuales producían unos
30 MBD. Las áreas entregadas variaban entre 5.540 km2 y 280 km2. Los campos
entregados se calificaron de marginales y abandonados y fueron definidos, inicialmente
por lo menos, en tres dimensiones; no se permitiría la exploración de nuevos estratos.
Las contratistas se obligaron a cumplir con un programa mínimo de inversión. Se les iba
a remunerar fundamentalmente por dos conceptos: un estipendio operativo (OpFee) que
llevaba implícito la ganancia –su nivel inicial se determinó por licitación– y un
estipendio de capital (CapFee) para recuperar en el tiempo el capital invertido. Pero la
suma de los dos se sujetó a un estipendio máximo total (MTF: Maximum Total Fee), de
manera que en ciertas circunstancias la recuperación del capital podría postergarse en el
tiempo y, entonces, se pagaría en lo sucesivo y mientras que fuera pertinente, los
intereses correspondientes.
Esta estructura, a primera vista compleja, estaba concebida para simular la existencia de
un convenio de servicios operativos. En realidad, a la larga lo único importante era el
MTF, pues las contratistas iban a invertir en función del mismo, lo que por lo demás,
era perfectamente previsible. El MTF, a su vez, estaba indexado de acuerdo con una
cesta de crudos y productos que representaría, supuestamente, el valor del crudo
producido. En consecuencia, a lo largo las contratistas iban a cobrar, simple y
llanamente, un porcentaje del precio correspondiente. Así, el Convenio Operativo
Guárico Oriental (Teikoku) iba a cobrar el 70% del supuesto valor de la producción, y
Monagas Sur (HarvestVinccler) y Pedernales (Perenco) iban a cobrar el 54%.
Sin embargo, la cesta es la misma en los tres contratos y se concibió en función de un
crudo liviano. Pero, de hecho, solamente el Convenio Guárico Oriental (contrato
otorgado por Corpoven, el cual fue el primero en activarse) produce crudo liviano,
mientras que los otros dos (ambos otorgados por Lagoven) producen crudo pesado, de
un valor de mercado mucho menor. En consecuencia, las remuneraciones en estos dos
casos no representaron, en realidad, el 54% del verdadero valor de mercado, sino
porcentajes mucho mayores, al extremo que, en cuatro oportunidades, en el Convenio
Monagas Sur las remuneraciones a la contratista superaron el 100% del valor de los
hidrocarburos producidos; lo mismo ocurrió en dos oportunidades en el caso del
Convenio Pedernales. En definitiva, las remuneraciones a las tres contratistas
promediaron, entre 1993 y 2005, 77% del valor de la producción.
1.1 Segunda Ronda 1993 – 1995
La Segunda Ronda se conformó, en 2005, de once convenios operativos, los cuales
producían unos 200 MBD. Las áreas entregadas variaban entre 8.980 km2 y 215 km2.
Los campos entregados se calificaron como campos marginales inactivos mas no
abandonados, y ya fueron definidos en dos dimensiones, es decir, nada más por su
superficie, con lo cual se concedió también el derecho a explorar nuevos estratos más
profundos. La remuneración a las contratistas promedió 59% de los precios
contractuales. En este caso, éstos se determinan por tres fórmulas distintas, para crudo
liviano, mediano y pesado, respectivamente.
Al igual que en la Primera Ronda, las contratistas se obligaron a cumplir con un
programa mínimo de inversión, y el parámetro de licitación fue el OpFee. Pero,
adicionalmente, en la Segunda Ronda varios de los convenios establecen ‘incentivos’,
porcentajes fijos del valor del barril, que se empiezan a pagar al alcanzar la producción
acumulada un determinado nivel. ¡Se trata de una verdadera innovación!
Tradicionalmente, por más de 145 años de producción petrolera, en el mundo entero se
ha podido observar la práctica de que en los contratos petroleros, se estipulaba el pago
de bonos al alcanzar la producción acumulada ciertos niveles. Estos bonos,
invariablemente, los pagaba el productor, al dueño del recurso natural, puesto que la
producción acumulada confirmaba la excepcional riqueza de sus yacimientos. La
Meritocracia, en cambio, argüía al revés: La producción acumulada reflejaría la
excepcional destreza de la contratista la que, en consecuencia, bien merecía una
recompensa especial.
Peor aún, estos incentivos no estaban limitados siquiera por el estipendio máximo total
(MTF), con consecuencias a veces absurdas: pues el pago total al contratista, en ciertas
condiciones, excedería el valor total de la producción.
1.2 Una Adjudicación Directa: 1995
Este convenio operativo se destaca, en primer lugar, por el hecho de que en el momento
de firmarse en 1995 estaba produciendo unos 80 MBD. En la actualidad produce unos
110 MBD lo que lo convierte, con creces, en el convenio operativo más importante de
todos. En segundo lugar, este convenio se entregó por adjudicación directa, sin pago
alguno de un bono o algo por el estilo a favor de la República. El área entregada, de 628
km2, cubre todo el yacimiento.
En tercer lugar, tiene una estructura contractual diferente, y muy peculiar. El estipendio
operativo, supuestamente, sólo refleja los costos reales. Luego, se fijó por separado, una
ganancia por barril de 0,35 US$ para el primer año de operaciones; de 0,50 US$ para el
segundo; de 0,75 US$ para el tercero; y finalmente de 1,32 US$ indexado para el resto
del tiempo de vigencia del contrato de acuerdo con el precio del último trimestre de
1995. El resultado práctico es, sencillamente que la ganancia siempre representaría un
16,5% del precio definido en el convenio. Sin embargo, en este caso también hay
problemas con ese precio convencional: sólo se refiere al Boscán que se vende como tal,
como crudo asfáltico, pero no al Boscán que se mezcla y que se vende a un precio muy
inferior, el cual representa un porcentaje muy sustancial del total. La ganancia
garantizada puede llegar así, posiblemente y en el promedio, a un 25% del precio real.
En cuarto lugar, es éste el único convenio operativo en el cual se prevé que la contratista
recupere, durante los últimos diez años de la duración del convenio, el 100% del capital
invertido, independientemente de la ganancia convenida. En definitiva, en este convenio
PDVSA asumió todos los riesgos, y la contratista ninguno.
1.3 Tercera Ronda: 1997
Los 17 Convenios Operativos que quedaron de la Tercera Ronda para 2005, producían
unos 170 MBD. Las áreas entregadas variaban entre 428 km2 y 40 km2. Los campos
entregados se calificaron como campos marginales activos y producían, en el momento
de otorgarse, unos 50 MBD. En principio, también iban a durar veinte años. Sin
embargo, se les entregó, además, áreas nuevas para fines de su exploración, por un
período hasta de siete años y luego, en caso de éxito, las contratistas podrían
conservarlas por otros veinte años más. En esta ronda, el parámetro de licitación fue un
bono, el así llamado ‘Factor de Valorización’ (FDV). Éste sumó 2,2 MMMUS$.
La estructura de remuneración se revisó radicalmente. Se pagaría un estipendio base
que reflejaría simplemente los costos operativos reales de la producción base. Ésta
estaba definida por la producción previamente existente, la cual se iba a reducir en el
tiempo de acuerdo con cierto porcentaje representando el agotamiento natural de los
pozos, en el supuesto que no hubiera inversión nueva alguna. Además, se pagaría un
estipendio incremental por la producción por encima de la producción base, resultado
de nuevas inversiones efectuadas por las contratistas. Éste tiene dos componentes: Uno,
los costos reales incurridos y, dos, un porcentaje de la producción incremental
relacionado con la rentabilidad de la inversión. Sin embargo –hecho notable que se
explicará más adelante– antes de calcularse este porcentaje, a la producción incremental
se le resta la regalía a la tasa establecida por la legislación vigente (además de un muy
pequeño porcentaje por concepto de costos administrativos de PDVSA).
El resultado era entonces básicamente el siguiente: A la contratista se le remuneraba,
como mínimo, con el valor del 30% de la producción incremental y, como máximo, con
el valor del 83,33% de ésta. El porcentaje variaría en función de la rentabilidad de la
inversión. Empero, con el incremento de la tasa aplicable de la regalía con la nueva Ley
Orgánica de Hidrocarburos, de 16,67% al 30%, el porcentaje en cuestión sólo variaría,
desde entonces, entre 30% y 70%, lo que tuvo un impacto real muy significativo. El
promedio histórico ha sido 55%, a favor de las contratistas.
3 LA PARTICIPACIÓN FISCAL
Hasta ahora sólo se ha considerado el reparto del producto entre PDVSA y las
contratistas. Falta por considerar el impacto de los convenios operativos sobre el ingreso
fiscal, a través del impuesto sobre la renta, la regalía y el impuesto de exportación (el
así llamado valor fiscal de exportación).
1.2 Impuesto sobre la Renta
El primer hecho a resaltar con respecto al impuesto sobre la renta es que, a la par de que
los convenios operativos simulaban ser simples contratos de servicios y no productores
de petróleo frente a la Ley de Nacionalización, también pretendieron ser simples
contratos de servicios frente a la Ley de Impuesto sobre la Renta, de manera que la tasa
aplicable no sería la petrolera, entonces de 67,7% (hoy 50%), sino la nopetrolera,
entonces de 30% (hoy 34%).
De la misma manera como la vieja PDVSA había venido desmantelando al Ministerio
de Energía y Petróleo, también había venido desmantelando las estructuras de control
sobre el impuesto sobre la renta. En particular, en 1986, se eliminó la ‘Comisión de
Enlace entre el Ministerio de Hacienda y el Ministerio de Energía y Minas’ que venía
funcionando desde la época de las concesiones. Luego, al crearse en 1994 la nueva
autoridad en la materia, el SENIAT, en sustitución a la Dirección General de Rentas del
Ministerio de Hacienda, la Meritocracia impidió activamente que ésta tuviera una
Dirección de Petróleo. En consecuencia, los Convenios Operativos se fiscalizaron
regionalmente de acuerdo a las sedes legales de las compañías, sobre el trasfondo de
una desinformación sistemática e institucional.
Más, la Ley de Impuesto sobre la Renta se había reformado en los años noventa, de
manera que brinda a las contratistas un amplio y absurdo margen de maniobra para
minimizar, y hasta llevar a cero, el pago de ese impuesto. En particular, se introdujo el
concepto de pérdidas cambiarias, basado no en la pérdida real que pueda sufrir quien
trae divisas a un tipo de cambio y luego tiene que volver a pagarlo a otro; no, se aplica
siempre a la deuda total y no a la parte amortizada en el mismo año. Así, a lo largo de
los años algunas compañías acumulaban ‘pérdidas cambiarias’ que representaban varias
veces el monto del préstamo original. Peor, jamás tuvieron pérdidas algunas por este
concepto, por lo menos no frente al dólar, pues hasta 2004 todos los pagos se hicieron
en dólares, de manera que aquellas pérdidas eran el resultado de manipulaciones
contables, de transformar en el papel los dólares en bolívares, y luego los bolívares en
dólares.
La situación sólo cambió una vez derrotada la Meritocracia a raíz del Sabotaje
Petrolero. En junio de 2003, se creó por Decreto Presidencial una ‘Comisión
Interministerial para la Supervisión del Régimen Fiscal Petrolero’, presidido por el
Ministerio de Energía y Petróleo y con la participación de representantes del Ministerio
de Finanzas, el BCV y el SENIAT. Luego, en septiembre de 2004, el SENIAT creó una
‘División de Fiscalización de Minas e Hidrocarburos’. Es ésta División la que, al revisar
la situación, llegó a la conclusión que desde el punto de vista de la Ley de Impuesto
sobre la Renta, las contratistas eran productoras de petróleo. En efecto, sus ingresos
varían esencialmente con los volúmenes y precios, es decir, en función de la producción
de petróleo. Por lo tanto, la tasa aplicable no era la tasa no petrolera, sino la tasa
petrolera, y ésta ya se está aplicando en estos momentos a todos los períodos fiscales
todavía abiertos, es decir, de 2001 al presente. En 2001, la tasa petrolera estaba todavía
en 67,7%; desde 2002, ésta está en 50%. Pero nunca se recuperarán las pérdidas fiscales
sufridas desde 1993 a 2000.
1.4 Regalía
De allí se explica que en la Tercera Ronda, la regalía se deducía a la tasa legal vigente –
y no a una tasa contractualmente acordada– de los estipendios por pagar. En otras
palabras, jurídicamente la regalía la pagaba PDVSA, pero económicamente la pagaban
las contratistas. La expectativa de entonces era que la tasa legal iba a bajar. Nadie
consideraba la posibilidad de que, al revés, podría subir, como ocurrió con el Decreto
Ley Orgánica de Hidrocarburos que entró en vigencia en 2002 estableciendo una tasa de
regalía de 30%, en el marco de la política petrolera impulsada por el presidente Chávez.
1.5 Valor Fiscal de Exportación
El impuesto de exportación lo pagaba, definitivamente, PDVSA. En 1992, éste todavía
equivalía antes del impuesto sobre la renta, a una regalía adicional de 30%, para un total
de 46,67%. De manera que todos los Convenios Operativos de la Primera y Segunda
Ronda, forzosamente iban a generar pérdidas a PDVSA. Al igual como con la regalía,
los Convenios Operativos se estructuraron para presionar a favor de la eliminación de
este impuesto de exportación, lo que lograron en 1993. El Congreso de la República
aprobó una Ley sobre la Eliminación Gradual de los Valores Fiscales de Exportación
Aplicables a los Hidrocarburos, con la cual se iba a reducir a cero para 1996.
1.6 Conclusiones
En el marco del desarrollo de la “Apertura Petrolera”, la vieja PDVSA asumió frente a
los Convenios Operativos, el papel de administrador del recurso natural y de regulador
de la actividad productiva, papel éste que correspondía, tradicionalmente, al entonces
Ministerio de Energía y Minas. Al asumirlo, el norte de la vieja PDVSA era garantizar a
las contratistas sus ganancias, y no una renta al Estado venezolano. Además, ejerció este
papel con deliberada negligencia. Jamás ni siquiera se intentó corregir las situaciones
absurdas como las descritas, donde se llegó al extremo que PDVSA sufría pérdidas
netas por barril, incluso antes de cumplir con el pago de regalías. Existía un claro
compromiso con la privatización de PDVSA.
Por otra parte, la vieja PDVSA asumió frente a los Convenios Operativos, el papel de
‘paraguas fiscal’: las contratistas pagarían única y exclusivamente impuestos no
petroleros, mientras que PDVSA se encargaba de los impuestos petroleros. Entonces,
venido el caso, la vieja PDVSA se presentaría cínicamente con sus pérdidas, y
reclamaría los ajustes fiscales necesarios en defensa de la empresa nacional, como lo
hizo con el valor fiscal de exportación y como lo estaba haciendo con la tasa de la
regalía. PDVSA actuaba así como el vehículo.
El resultado final, y era éste el proyecto neoliberal, sería que la producción petrolera
estuviera sujeto a un régimen fiscal no petrolero, al igual como cualquier panadería. El
ejemplo a seguir, para la Meritocracia, era el régimen imperante en el Mar del Norte
británico donde, efectivamente, el gobierno ha ido eliminando todo impuesto petrolero;
el petróleo se considera un bien libre, gratuito, al igual como el agua del mar que rodea
las plataformas obviando el derecho soberano de los países productores a administrar la
tasa de explotación y valorizar adecuadamente sus recursos energéticos, petróleo y gas,
para preservarlos y utilizar su renta en beneficio del pueblo.
En su desbordante entusiasmo neoliberal y globalizador, la vieja PDVSA estaba más
que dispuesta de aceptar situaciones donde, de hecho, por cada barril producido no sólo
hubo pérdidas para ella, sino hasta para el Fisco Nacional. Semejante situación no tenía
precedente histórico, pues incluso las peores de las concesiones otorgadas en la época
gomecista pagaban, como mínimo, una regalía alrededor del cinco por ciento. Pero
ahora, entre el soberano y el productor privado, se había interpuesto una empresa
supuestamente nacional con el propósito deliberado de limitar el ejercicio de la
soberanía impositiva, lo cual se ha convertido en un esquema digno de la “ingeniería
financiera” de la Meritocracia, diseñado para expropiar al Estado venezolano y, por
ende, al pueblo de Venezuela, los ingresos justos provenientes de la renta petrolera, en
beneficio del interés transnacional y sus socios locales.
2 ARREGLO DE DISPUTAS
En esta Primera Ronda, la Shell se ganó el campo de Pedernales. Sin embargo, a esta
compañía el arbitraje nacional no le parecía suficiente, por lo que lo devolvió. Lo tomó
entonces la BP la que, sin embargo, exigió el derecho de explorar estratos más
profundos, lo que se le concedió. Luego, la Shell participó de nuevo en la Segunda
Ronda, ya que ahora PDVSA aceptó que se resolviera cualquier disputa mediante
arbitraje que tendría lugar, todavía, en Caracas, pero conforme a las reglas de la Cámara
de Comercio Internacional en París. El mismo arreglo se encuentra también en el
Convenio Operativo Boscán, adjudicado directamente.
En los Convenios Operativos de la Tercera Ronda la vieja PDVSA finalmente aceptó
–realmente debería decirse: impuso al país– que cualquier disputa se resolviera
mediante arbitraje que tendría lugar, ahora sí, en Nueva York, conforme a las reglas de
la Cámara de Comercio Internacional en París. PDVSA también aceptó ahora,
explícitamente, renunciar irrevocablemente, a sus privilegios soberanos como compañía
del Estado.
3 REGULACIÓN DE LA PRODUCCIÓN
Fue en el Convenio Operativo Boscán que se mencionó por primera vez la posibilidad
de una reducción en la producción, decretada por el Gobierno nacional. Sin embargo,
esta posibilidad se sujetó a que, previamente, hubiera habido una reducción formal de la
cuota OPEP, de manera que se negaba el derecho soberano del Estado venezolano en
esta materia. Más, aún en este caso se limitó su aplicación a ciertas condiciones.
Luego, en la Tercera Ronda, se encuentra la cláusula siguiente:
“Las Contratistas podrán ser obligadas a reducir la Producción como
resultado de medidas adoptadas por el Gobierno venezolano en
ejecución de obligaciones en tratados internacionales suscritos por la
República de Venezuela”.
De manera que, de nuevo, la autoridad de ordenar una reducción de la producción no se
derivaría de un derecho soberano, sino de la existencia de un ‘tratado internacional’ en
la materia. Obsérvese que ya no se menciona a la OPEP, sino genéricamente un ‘tratado
internacional’; y así se hizo no sólo en los Convenios Operativos de la Tercera Ronda,
sino también en los Convenios de Asociaciones de la Faja que fueron firmados
posteriormente al Convenio Operativo Boscán.
La razón fue que para los poderosos países consumidores y sus compañías
transnacionales, la cuestión no era ‘cuotas sí’ o ‘cuotas no’. Estaban bien conscientes de
la necesidad de un sistema de cuotas; la cuestión era quiénes controlarían el sistema de
cuotas: ¿los poderosos países consumidores, o la OPEP? En este sentido, los países
consumidores apostaban a la OMC, fundada en 1994, como un instrumento para
controlar el sistema de cuotas. Esta Organización incorporó en sus estatutos al GATT
(General Agreement on Tariffs and Trade) donde se estableció, ya en 1947, entre otras
la siguiente excepción:
Es este punto de vista que se reflejó en los Convenios Operativos de la Tercera Ronda
(al igual como en todos los Convenios de Asociación de la Faja): el derecho de regular
la producción no sería un derecho soberano sino que se derivaría de la existencia de
algún ‘tratado internacional’. Al mismo tiempo, a nivel internacional –la Apertura en
Venezuela, desde luego, sólo puede entenderse cabalmente en el contexto internacional–
los gobiernos de los poderosos países consumidores estaban trabajando para intimidar a
todos los países miembros de la OPEP, siendo en su mayoría también de la OMC, para
que aceptaran someter el sistema de cuotas de producción de petróleo a las reglas de la
OMC. Ésta, obviamente, está dominada por aquellos poderosos países consumidores.
De manera que la referencia a ‘tratados internacionales’ apuntaba a un futuro, donde c
el recurso natural estaría definitivamente globalizado y la OPEP convertida en un
commodity agreement, sujeto a reglas aprobadas por la OMC.
4 ILEGALIDAD DE LOS CONVENIOS OPERATIVOS
De lo anterior de por sí se desprende que los Convenios Operativos no sólo siempre
fueron contrarios al interés nacional y representaban más bien los intereses de los
poderosos países consumidores, sino que también fueron ilegales, por basarse en una
interpretación arbitraria de la Ley de Nacionalización, en la desinformación y el engaño
a la Comisión de Energía y Minas del Congreso de la República de entonces. Además,
pudo observarse cómo, con cada modificación del modelo de la Primera Ronda, se
hicieron cada vez más ilegales. A continuación resumimos los puntos principales que
sostienen estas conclusiones.
1.3 Aspecto Cuantitativo
La Exposición de Motivos de la Ley de Nacionalización, al referirse a los convenios
operativos previstos en el Artículo 5º, precisó que:
“…debe quedar muy claro que en ningún caso estas gestiones deberán
afectar la esencia misma de las actividades atribuidas. No se excluye así,
la celebración de convenios o contratos con empresas privadas para la
ejecución de determinadas obras o servicios por los cuales estas últimas
recibirían el pago en dinero o en especie, sin que en este último caso se
pueda comprometer un porcentaje fijo de la producción de un
determinado campo o la entrega de una cantidad substancial del
petróleo que desdibuje la figura del simple contrato de servicio u
operación. ”
Se trataba aquí de aclarar que los verdaderos convenios operativos, en todo caso,
tampoco podrían llegar a tener una importancia económica significativa dentro de las
actividades reservadas. De allí que al iniciarse esta política de cesión de la actividad
productiva, la Meritocracia le restó importancia económica al presentarlos como un
programa de reactivación de yacimientos marginales, abandonados o inactivos, incluso
habría que estar agradecidos que alguna empresa quisiese hacerse cargo de ellos. La
verdad era otra. Los 32 convenios operativos están produciendo, en la actualidad, unos
500 MBD. Además, obsérvese que uno de los convenios operativos – Convenio Boscán
– otorgado por adjudicación directa, estaba produciendo en el momento de entregarse,
unos 80 mil barriles diarios: Difícilmente podría calificarse como un campo marginal y
menos abandonado o inactivo.
Por otra parte, la remuneración por los ‘servicios’ prestados iba a variar directamente
con el precio del petróleo producido y, más aún, tal remuneración representó, en el
promedio sobre los 32 convenios y durante el período en consideración, el 55% del
valor bruto de la producción; y téngase presente que esta remuneración es neta de
regalía que paga PDVSA, no las contratistas.
De manera que los convenios operativos son ilegales, también por su importancia
económica. Pues las contratistas reciben una remuneración que representa, como se vio,
no sólo en promedio sino en todos los casos, un porcentaje muy significativo del valor
bruto de la producción; en lo esencial, su remuneración varía en función de los
volúmenes producidos y los precios de mercado. Con ello, sin lugar a dudas, de por sí se
‘desdibuja la figura del simple contrato de servicio u operación’. Por lo demás, la
duración de los mismos era de veinte años, aquí habría que volver a citar la primera
parte del artículo 5º de la LOREICH, donde al mencionarse la posibilidad de celebrar
convenios operativos, se establece claramente que:
“En ningún caso estas gestiones afecten la esencia misma de las actividades
atribuidas.” (al Estado).
4.1 Aspecto Cualitativo
La ilegalidad de los supuestos Convenios Operativos se desprende fundamentalmente
de su carácter de cesión. No se trataba de simples ‘Convenios de Servicios Operativos’
como los llamaba la vieja PDVSA. Con la nacionalización, además de reservarse, desde
luego, la propiedad del recurso natural y la supervisión de las actividades productivas
por parte del Estado, éste se reservó también las actividades productivas relacionadas
con el mencionado recurso. Sólo podrían ejercerse, por parte del sector privado, en
asociación con la empresa del Estado y previa aprobación del Congreso de la República,
tal y como se estableció inequívocamente en la segunda parte del Artículo 5º que ya se
citó arriba.
Quizás en este contexto es conveniente citar lo que en un Glosario preparado por la
Society of Petroleum Engineers, el World Petroleum Council y la American Association
of Petroleum Geologists se define como ‘pure service contract’:
Un contrato puro de servicios es un acuerdo entre un contratista y un
gobierno que típicamente cubre un servicio técnico definido que tiene
que prestarse por un tiempo determinado o completarse en un plazo
específico. La inversión de la contratista está típicamente limitada al
valor de los equipos, herramientas y personal usados para prestar el
servicio. En la mayoría de los casos el reembolso a la empresa de
servicios se establece en el contrato, sin que éste tenga vínculos
significativos con el desempeño del proyecto o factores de mercado. El
pago por servicios está normalmente basado en tarifas diarias o por
hora, un monto fijo por entrega llave en mano, u otro monto específico.
Los pagos pueden ser efectuados periódicamente o cuando se complete
el servicio. Los pagos en algunos casos pueden estar ligados a la
operación del campo, la reducción de costos operativos o a otros
parámetros relevantes. Los riesgos del contratista en este tipo de
contrato están usualmente limitados a sobrecostos no recuperables,
pérdidas derivadas del incumplimiento del contrato por el cliente o por
el contratista, o disputas contractuales. Estos acuerdos generalmente no
tienen exposición al volumen de la producción ni a su precio de
mercado, y en consecuencia usualmente no se reconocen reservas
conforme a los mismos. (http://www. spe.
org/spe/jsp/basic/0,,1104_3306579,00. html)
Esta cita habla por sí sola.
5 PONIENDO FIN A LOS CONVENIOS OPERATIVOS
Con el gobierno del Presidente Chávez y su política de Plena Soberanía Petrolera se
inició el movimiento para restablecer todos los aspectos de soberanía en esta materia
crucial para el desarrollo de nuestro país, desmontando la política de “Apertura
Petrolera” en todos sus aspectos. El Gobierno Bolivariano inició el desarrollo de esta
política soberana con el rescate de la regalía, de esta renta minera emblemática.
Primero, con la nueva Ley Orgánica de Hidrocarburos Gaseosos de 2000, se aumentó la
tasa de regalía usual de la Ley de Hidrocarburos de 1943, de un sexto (16 2/3%), a un
quinto (20%) como mínimo, sin flexibilidad hacia abajo. (En posteriores rondas de
licitación de licencias de gas no asociado, se utilizó a la regalía como parámetros de
licitación y las tasas ofertadas han llegado hasta 32,5%). En el 2001, en el Decreto con
Fuerza de Ley Orgánica de Hidrocarburos la tasa usual se elevó de 16 2/3% a un 30%,
se mantiene un mínimo de 20%, sin flexibilidad hacia abajo y como una medida
temporal para el desarrollo de campos maduros o crudo extrapesado de la Faja. Esta tasa
se aplicó, a partir de 2002, a PDVSA y, por ende, a los Convenios Operativos de la
Tercera Ronda. Con una producción alrededor de 170 MBD, la regalía adicional
representaba unos 22,7 MBD.
Pero esta medida no afectó a las dos primeras rondas, donde PDVSA ha sufrido o estaba
sufriendo pérdidas, por lo menos circunstancialmente, en ocho de los catorce contratos
que las conforman. De allí la decisión del Ministerio de Energía y Petróleo de limitar en
todos los casos, mediante un Instructivo fechado el 12 de abril de 2005, los pagos
totales al 2/3 del valor de los hidrocarburos producidos, con efecto al 1º de enero de
2005, esto lo hemos llamado “la regla de 2/3”. Aparte de que estos Convenios
Operativos eran ilegales, no era admisible, bajo ninguna circunstancia, que lo que
constituían, supuestamente, simples convenios de servicios operativos, llegaran al
extremo de causar pérdidas a PDVSA. De hecho, todas las contratistas terminaron
aceptándolo.
Por otra parte, el SENIAT recalificó a los Convenios Operativos como productores de
petróleo y, en consecuencia, revisó todas las declaraciones de impuesto sobre la renta de
las contratistas para los períodos fiscales abiertos – 2001 a 2004 – para aplicarles la tasa
petrolera de impuesto sobre la renta, además de iniciar un proceso de revisión
exhaustiva de los distintos mecanismos que se vinieron utilizando para evadir y dejar de
pagar impuestos, lo cual ha generado los reparos, multas y actuaciones que establece la
Ley del Islr.
Sin embargo, los Convenios Operativos como tal, son ilegales en su origen, como
hemos señalado anteriormente, y están al margen del marco legal vigente para el sector
de hidrocarburos. De allí que el Ejecutivo nacional, por intermedio del Ministerio de
Energía y Petróleo, inició un proceso para extinguir y hacer cesar los efectos de los
convenios operativos y ajustar la participación privada a nuestro Ordenamiento Jurídico,
una vez cumplidas las obligaciones legales y tributarias de éstos con el Estado
venezolano. A este proceso le hemos llamado “migración”.
Nuestro marco legal vigente, la Ley Orgánica de Hidrocarburos, en su Capítulo III,
Sección I, Artículo 22, “Del ejercicio de actividades primarias”, establece:
“Las actividades primarias indicadas en el artículo 9, serán revisadas por el Estado,
ya directamente por el Ejecutivo nacional o mediante empresas de su exclusiva
propiedad. Igualmente podrá hacerlo mediante empresas donde tenga control de sus
decisiones, por mantener una participación mayor del cincuenta por ciento (50%) del
capital social, las cuales a los efectos de este Decreto Ley, se denominan empresas
mixtas. Las empresas que se dediquen a la realización de actividades primarias serán
empresas operadoras”.
Así, nuestra Ley establece claramente el espacio y la normativa para la participación del
capital privado en nuestro sector de hidrocarburos, más aún en el espíritu de éste, está
claramente establecido que la participación será bajo control del Estado venezolano y
que en ningún caso la figura de empresas mixtas comprometerán nuestra soberanía, bien
sea en términos de propiedad de nuestras reservas, regulación de la producción,
preservación de nuestro recursos, ni en los aspectos fiscales. Por esta razón la Ley
establece en su Sección III, “De las Empresas Mixtas”:
En sus artículos 34, 35, 36 y 37 establece condiciones de regulación específicas para la
figura de empresas mixtas además de todas las partes que aplican tanto en las entidades
del Estado, Petróleos de Venezuela y sus empresas filiales, como las empresas mixtas.
De tal manera que, estando claramente definido el Marco Legal para la existencia de las
empresas mixtas y los mecanismos para su constitución y control, y toda vez que no se
vulnera ni nuestras leyes, ni nuestros preceptos constitucionales, el Ejecutivo nacional,
por medio del Ministerio de Energía y Petróleo, ha venido desarrollando un conjunto de
acciones para que el proceso de migración de los convenios operativos mencionados
anteriormente concluya con la conformación de empresas mixtas.
En este sentido, a partir de la emisión, por parte del Ministerio de Energía y Petróleo del
Instructivo del 12 de abril de 2005, se invitó a las contratistas a firmar Convenios
Transitorios por medio de los cuales aceptaban formalmente la ‘Regla de 2/3’, así como
su participación en el proceso de migración. Esta primera fase del proceso culminaría el
31 de diciembre de 2005 y se estableció un periodo de transición que se extendió por
otros seis meses, hasta el 31 de marzo de 2006, por razones eminentemente prácticas. Al
mismo tiempo se formaron Comités Ejecutivos Transitorios para cada uno de los
Convenios Operativos con cinco integrantes: tres nombrados por PDVSA, y dos por las
contratistas. Éstos, de acuerdo con un segundo Instructivo emanado del despacho de
Energía y Petróleo, de fecha 4 de noviembre de 2005, están a cargo de preparar el plan
de negocios para la fase inicial de las empresas mixtas, diseñar las políticas operativas,
establecer los programas de trabajo y, en general, tomar el control de todos los
Convenios Operativos a partir del 1º de enero de 2006.
Más, se instruyó a PDVSA dejar de ejecutar, a partir del 1º de enero de 2006, todos
aquellos Convenios Operativos cuyos contratistas no habrían firmado un Convenio
Transitorio para el 31 de diciembre de 2005. Todas terminaron por firmar, con la
excepción parcial de ExxonMobil. Esta compañía, socio minoritario en el Convenio
Operativo QuiamareLa Ceiba, se negaba a dar el permiso requerido a Repsol, el socio
mayoritario, compañía que ya había firmado Convenios Transitorios para otros tres
Convenios Operativos. Sin embargo, ExxonMobil, en el último momento accedió a
vender su participación al socio mayoritario y se firmó el Convenio Transitorio
respectivo. PDVSA, por su parte, ya había tomado todas las medidas para ocupar, si
fuera preciso, el campo QuiamareLa Ceiba el 1º de enero de 2006.
6 LAS EMPRESAS MIXTAS
Los Convenios Transitorios fueron firmados en varias etapas. El primer grupo que
aceptó las condiciones propuestas firmó el 4 de agosto de 2005. Eran Repsol, CNPC,
Harvest, Hocol, Vinccler, Inemaka, Suelopetrol y Open. El 6 de octubre de 2005,
siguieron Perenco, Tecpetrol y Teikoku; y el 19 de diciembre de 2005 Chevron, Statoil,
ENI, Total, BP y Samson.
En la medida en que firmaron, se iniciaron inmediatamente las conversaciones con las
compañías respectivas sobre todos los pasos legales y económicos por darse, además de
las discusiones y negociaciones pertinentes sobre el modelo de empresa mixta y sus
estatutos. En lo que sigue se presenta los principios y rasgos esenciales de todo el
proceso y de todos los documentos relevantes.
1.4 Estructura del Proceso de Migración
El proceso de migración pasa por un Contrato de Conversión. Una vez acordados con
una contratista el borrador del Contrato de Conversión y de los términos y condiciones
económicos, se firmará un Memorandum de Entendimiento, el cual estará sujeto todavía
a las aprobaciones requeridas, incluyendo la aprobación del Consejo de Ministros y de
la Asamblea Nacional. Solamente entonces se celebrará el Contrato de Conversión
definitivo, y se constituirá la Empresa Mixta autorizada por decreto presidencial.
1.5 Contrato de Conversión
El Contrato de Conversión es un contrato marco entre una empresa del Estado y la(s)
excontratista(s) del Convenio Operativo, cuyas características esenciales son las
siguientes:
• Prevé la constitución de una Empresa Mixta conforme a la Ley Orgánica de
Hidrocarburos, integrada por una empresa del Estado como accionista
mayoritario y por la excontratista como accionista minoritario.
• Establece las reglas básicas que regirán la Empresa Mixta y la forma de conducir
sus operaciones.
• Confirma la extinción del Convenio Operativo sin que medie la posibilidad de
reclamaciones posteriores.
• Confirma el papel de la Empresa Mixta como operadora y la autoriza a contratar
servicios sólo en la medida en que tales contratos no alteren su condición básica
de operadora.
• Restringe la transferencia de las acciones del accionista minoritario, tanto en
forma directa como indirecta, por vía de un cambio de control del propio
accionista minoritario, sin la autorización expresa del Ministerio de Energía y
Petróleo.
• Incorpora como anexos los diversos documentos (originales, versiones
preliminares o resúmenes) relativos al proceso de conversión, todos revisados y/
o aprobados en primera instancia por el Ministerio de Energía y Petróleo,
incluyendo:
• La Resolución que establece el Área Delimitada;
• El Plan de Negocios Inicial para la Empresa Mixta;
• El Contrato de Compra Venta de los Hidrocarburos entre la Empresa
Mixta y PDVSA;
• El Acta Constitutiva y Estatutos Sociales de la Empresa Mixta;
• Lista de activos transferidos (y auditados);
• La Resolución del Consejo de Ministros con respecto a la escogencia
directa de la Empresa Mixta;
• El Acuerdo de la Asamblea Nacional;
• El Decreto de Creación de la Empresa Mixta;
• El Decreto de Transferencia de Derecho de Ejercer las Actividades
Primarias.
6.1 Acuerdo de la Asamblea Nacional
Entre los documentos que se someterán a la Asamblea Nacional se incluirá el proyecto
de Contrato de Conversión y sus anexos, así como los términos y condiciones
propuestos. Entre éstos se destaca que el Estado, como mínimo, tendrá una participación
fiscal igual al 50% de los ingresos brutos de la Empresa Mixta. A esta participación
fiscal habrá que añadir la participación accionarial en las utilidades de la empresa.
6.2 Estatutos de la Empresa Mixta
El accionista mayoritario tendrá el poder de tomar las decisiones relacionadas con las
operaciones como, por ejemplo:
• La aprobación de todos los programas de trabajo y presupuestos anuales,
siempre que éstos estén en concordancia con el plan de negocios
acordado al inicio en el Contrato de Conversión.
• En general, todas las decisiones cuya aprobación no requiera
específicamente una mayoría calificada, siempre que éstas no fueran
contrarias a los intereses de la Empresa Mixta.
Los Estatutos proveerán una protección básica a los accionistas minoritarios al requerir
de una mayoría calificada para tomar ciertas decisiones, incluyendo:
• Cambios en los Estatutos;
• Cambios en el Plan de Negocios Inicial
• Fusión, disolución o liquidación de la empresa, o transferencia de sus
activos;
• Cambio en la política de dividendos;
• Modificaciones al Contrato de Compra Venta de Hidrocarburos;
• Selección de auditores externos;
• Renuncias de derechos substanciales.
La política de dividendos de la Empresa Mixta consistirá en distribuir todas las
utilidades líquidas disponibles luego de atender las necesidades de reservas, planes de
inversión y obligaciones financieras, fiscales y de otra índole. También contemplará
pagos anticipados en la medida en que la Junta Directiva lo considere factible y
prudente dada la situación y proyección financiera de la compañía.
6.3 Contrato de Entrega de Hidrocarburos
El Contrato de Entrega de Hidrocarburos mantendrá íntegramente el monopolio que en
esta materia retienen, de acuerdo con la LOH, las empresas 100% de propiedad del
Estado. Las Empresas Mixtas entregarán la totalidad de su producción de hidrocarburos
a PDVSA, y PDVSA venderá la producción a los clientes que considere convenientes.
Las Empresas Mixtas recibirán pago del valor de los hidrocarburos entregados en
dólares, conforme a precios del mercado.
7 COMPARACIÓN ENTRE LOS CONVENIOS OPERATIVOS Y LAS
EMPRESAS MIXTAS
1.6 Legalidad
La primera diferencia a resaltar, desde luego, es que los Convenios Operativos eran
ilegales, mientras que las Empresas Mixtas se ajustan estrictamente a la LOH. Son
empresas operadoras en las cuales una Empresa del Estado, como accionista
mayoritario, tiene el derecho a designar la mayoría de la junta directiva y al gerente
general, con lo que adquiere un control efectivo de la operación de los campos.
7.1 Participación Económica Nacional
Como ya se señaló, las Empresas Mixtas tienen un piso fiscal del 50% del valor de la
producción bruta. En cambio, los Convenios Operativos no tenían piso fiscal alguno y
llegaban hasta el extremo de causar pérdidas a la Nación. Además, no hay que olvidarse
que la empresa del Estado también tendrá una participación accionarial mínima de 60%
en la Empresa Mixta.
7.2 Plena Soberanía sobre el Recurso Natural
Las Empresas Mixtas no comprometen el derecho soberano de regular la tasa de
explotación del recurso natural, agotable y no renovable.
7.3 Plena Soberanía Jurisdiccional
En las Empresas Mixtas se establece la autoridad de los tribunales nacionales.
7.4 Áreas Delimitadas
En los pocos casos que los Convenios Operativos establecen limitaciones en cuanto a
los estratos que puedan explorar y explotarse, éstas desaparecerán, pues no hacen
sentido. Pero, al mismo tiempo, las áreas se reducirán drásticamente, al limitarse a las
que están siendo efectivamente explotadas o exploradas. ¡En los Convenios Operativos
las Áreas Delimitadas promediaban 1.398 km2!.
8 CONCLUSIONES
Con este Informe General el Gobierno Nacional se dirige a la Asamblea Nacional, por
medio de la Comisión Permanente de Energía y Petróleo, en búsqueda de que ésta
examine y discuta el proceso de migración, con miras a un acuerdo en apoyo a la
política gubernamental y los principios esenciales que la sostienen. Luego seguirán los
Informes Especiales sobre cada una de las Empresas Mixtas. El objetivo del Gobierno
nacional es finalizar el proceso de migración para el 31 de marzo. Quedará atrás, así,
definitivamente, el capítulo más vergonzoso de la historia petrolera nacional.
Para fines de esta discusión política se anexa a este Informe el Modelo del Contrato de
Conversión, el cual ya contiene los rasgos esenciales de los Contratos de Conversión
individuales que todavía están en proceso de discusión. También se anexan dos
Proyectos de Reformas Parciales del DecretoLey Orgánica de Hidrocarburos y de la
Ley que establece el Impuesto al Valor Agregado, los cuales tienen por objeto precisar
la base legal para la venta de hidrocarburos producidos por las Empresas Mixtas a
PDVSA y el marco regulatorio de las Empresas Mixtas.