Está en la página 1de 10

Salón de Belleza

.
Personajes: Nuria, Doña Remedios, Sra. Pilar, Sra. Rodríguez, Sra. Soraya
ACTO ÚNICO
Se abre el telón mostrando en el escenario, un salón de belleza con sus espejos, sillas y
productos de belleza. Entran en escena Doña Remedios y su sobrina Nuria, una joven
atractiva con un peinado muy esponjado y bastante maquillaje. Su tía va arreglada de forma
más sencilla.

Doña Remedios: Hija, yo te agradezco que hayas venido a ayudarme con el salón, pero creí
que te faltaba un año para completar tus estudios de belleza…

Nuria: Ay tía, yo no necesito todos esos títulos para hacer lo que tú. Es más, tus clientas van
a estar encantadas con la nueva fórmula que desarrollé. (Se toca el cabello). ¿A poco no es
una maravilla?

Doña Remedios: No pues sí, te ha quedado muy bonito el pelo. Pero, ¿estás segura de que
es bueno para la salud?

Nuria: Que si, tía. Que yo misma elaboré este champú… pero tú que vas a saber, si no
conoces de esto. Mejor ve abriendo para que la clientela pueda probarlo por sí misma.

(Doña Remedios suspira y comienza a acomodar sus instrumentos para cortar el pelo. Entran
tres señoras muy elegantes, Pilar, Soraya y la señora Rodríguez.)

Señora Pilar: Remedios, estamos ansiosas por probar ese maravilloso champú del que tanto
nos hablabas.

Señora Soraya: Sí, yo necesito un buen tratamiento para estas puntas resecas (tocándose el
pelo).

Nuria: Pasen por aquí, señoras. Que yo misma les voy a dar el tratamiento completo.

(Las clientas ocupan sus lugares, mientras Nuria saca una botella de su champú y comienza
a lavarles el pelo)

Nuria: Ya verán como saliendo de aquí quedan divinas.

Señora Rodríguez: Mmm… niña, eso se siente maravilloso. Siento un hormigueo riquísimo
en mi cuero cabelludo.

Doña Remedios: ¿Un hormigueo?

Nuria: Debe ser por los extractos naturales que puse en mi champú, ¡es buenísimo!

(Doña Remedios coge uno de los frascos y lo olfatea, arrugando la nariz).

Doña Remedios: Pero hija, ¿qué le has puesto a esta cosa? Huele muy raro. Enjuágales la
cabeza a estas señoras, tengo un mal presentimiento…

Nuria: ¡Ay, tía! Ya te dije que tú no conoces nada sobre estas cosas, ¡déjame trabajar!

Señora Soraya: Ay, ay, me pica mucho la cabeza.


(Doña Remedios se acerca a ella y se espanta).

Doña Remedios: ¡Pero si se le está cayendo el pelo!

Señora Soraya: ¡¿Qué?! (se toca el cabello)

(Las tres señoras se levantan de sus sillas con el pelo enjabonado, gritando histéricas y
tratando de quitarse el champú de encima. Al suelo caen grandes mechones de cabello
mojado que ellas observan con espanto).

Doña Remedios: ¡Pero Nuria, ¿qué hiciste?!

Nuria (nerviosa): Yo… eh… mi fórmula… creí que ya funcionaba… yo…

Doña Remedios: ¿Cómo que ya funcionaba? (Se acerca a ella y le quita el cabello, que ha
resultado ser una peluca). ¡Pero si estás calva!

Señora Rodríguez: ¡Mentirosa!

Señora Pilar: ¡Estafadora!

Señora Soraya: ¡Embustera! ¡Devuélvenos nuestro cabello!

Entre las tres empiezan a corretear a Nuria chillando y lanzando alaridos, hasta que se resbala.
Doña Remedios suspira y niega con la cabeza.

FIN
Uru, la araña
Personajes: Narrador, Rey, Uru, Dios, Consejero, Secretarios
PRIMER ACTO
Se abre el escenario mostrando la escenografía de un palacio quechua y a un rey con un
tocado, sentado sobre su trono. Junto a él, está una jovencita morena y guapa, vestida con
una túnica y una corona de piedras preciosas.

Narrador: Existió una vez un sabio rey quechua que solo tenía una hija, la princesa Uru. El
rey hacía todo lo posible por educarla como a una chica noble y sincera, pero la joven tenía
un carácter terrible y se la pasaba haciendo rabietas.

(Uru discute con su padre, quien hace ademanes para no perder la paciencia).

Narrador: Uru era una muchacha frívola y malcriada a la que no le preocupaba el bienestar
de sus súbditos. Y así, un día le dio un disgusto tan grande a su padre, que él cayó fulminado
al suelo…

(El rey se lleva las manos al corazón de repente y cae muerto. Uru se arrodilla alarmada a su
lado, mientras los secretarios rodean al hombre, asustados).

Narrador: La princesa Uru se convirtió en reina…

SEGUNDO ACTO
Uru se encuentra sentada en su trono, limándose las uñas con desdén. En ese momento llega
su consejero real.

Consejero: Majestad, tengo noticias para usted. Sus súbditos demandan una audiencia, están
muy preocupados por las cosechas y el aumento en los impuestos, ellos afirman que no les
alcanza para pagar. Tenemos que ser comprensivos…

Uru (enojada): ¡¿Cómo te atreves a hablarme de esa manera?! Soy la reina y se hará lo que
yo diga.

Consejero: Pero majestad, sus súbditos…

Uru: ¡Esos buenos para nada tendrán que obedecer mis órdenes! De lo contrario, mandaré
que los cuelguen.

(Los secretarios de la reina entran en ese momento, con timidez).

Secretario 1: Con todo respeto majestad, creo que tiene que considerarlo…

Secretario 2: Ya las personas están comenzando a rebelarse, podríamos tener una guerra…

(Uru se levanta enojada de su trono y toma un látigo que tenía al lado, blandiéndolo ante el
terror de los hombres).

Uru: ¡Nadie nunca se atreverá a cuestionarme a mí! ¡De rodillas! ¡Qué van a pagar muy caro
por esta insolencia!

(El secretario y sus consejeros se arrodillan con miedo. Entonces, entra en el escenario una
hermosa mujer vestido con una túnica dorada).
Diosa: ¡Alto! Ya basta de tanta crueldad. No has sido justa con tu gente, Uru. Los dioses no
estamos complacidos con este trato. Es por eso que ahora, yo te condeno a adoptar la forma
más horrible de todas.

(Uru es rodeada por una nube misteriosa…)

TERCER ACTO
Se abre el telón mostrando un escenario liso, en el que se proyecta la sombra de una telaraña
y la de una marioneta con ocho brazos, que va tejiendo a toda prisa.

Narrador: Ese fue el fin de la reina Uru y el principio de su condena. Dicen que hasta hoy en
día, teje su telaraña escondida entre las ruinas de su palacio, castigada por su arrogancia. Así
continuará, sin poder mostrarse a la luz del sol por su fealdad y el espanto que ocasiona en la
gente.

FIN
La ratita presumida
Personajes
Ratita, Ratón, Gallo, Cerdo, Gato, Perro

(La ratita deja de barrer, mientras se encuentra mirando el suelo, por algo que le inquieta).

Ratita: Pero mira, ¿Qué es esto? Una moneda de oro. Seguro se le cayó a alguien pero,
ahora no hay nadie alrededor, si no aparece nadie por ella, me compraré algo que quiero.
(Mira para todos lados y después de un buen rato…)

Ratita: Bueno, parece que no ha venido nadie por la moneda, ahora la pregunta es ¿qué
podré comprarme con esta moneda? ¡Ah ya lo sé! Unas agujas para coser mi delantal. No,
mejor no porque me podría pinchar, mejor me compraré un sombrero nuevo. (Sale de
escena)
(Entra el Gallo buscando a la ratita)

Gallo: ¿Ratita? Oh no, acaba de salir. Daré un paseo y regresaré a buscarla en un rato.
(Sale y entra el cerdo).

Cerdo: Por las alcachofas de mi tío Eugenio, no está la Ratita, ¿se iría a buscar algo de
comer? Volveré después a buscarla.

(Sale el cerdo, entra la ratita presumida con su nuevo sombrero y regresa el gallo).

Gallo: Ratita presumida, ¡que bella que estás hoy!

Ratita: Gracias Sr. Gallo por el cumplido.

Gallo: ¿te casarías conmigo?

Ratita: ¿Y por las noches que harás?

Gallo: Al llegar la hora de la media noche, gritaré a todo pulmón: Kikirikiii

Ratita: No, no puedo casarme contigo, me asustaré si haces eso.


(Llega el cerdo…)

Cerdo: Ratita presumida, hoy estás más guapa que nunca.

Ratita: Se lo agradezco, Señor cerdo.

Cerdo: ¿Te gustaría casarte conmigo?

Ratita: ¿Y por las noches, qué harás?

Cerdo: En las noches me paseo por toda la casa gritando para ahuyentar a los ladrones
¡oink,oink!

Ratita: No, no me casaré contigo, porque me asustarás en las noches.


(Entra un viejo perro…)

Perro: Bella ratita, estás bien guapa hoy.

Ratita: Gracias, Sr Perro.


Perro: ¿te casarías conmigo?

Ratita: si me dices ¿qué harías por las noches?

Perro: con la llegada de la noche, me encanta ladrar y así poder desear las buenas noches
a todos los vecinos. Guau Guau.

Ratita: No, no me casaré contigo, ya que en horas de la noche me asustarás.


(Entra el gato)

Gato: ¡jamás en mi vida había visto una ratita màs bella que usted! ¡Me haría el honor de
casarse con este sencillo gato?

(La ratita se mueve toda coqueta al escuchar las dulces palabras del gato)

Ratita: Muchas gracias por su cumplido, pero ¿Qué harías por las noches?

Gato: cuidarìa sus lindos y dulces sueños.

Ratita: Sì, acepto casarme contigo.

(Se toman del brazo y salen. Luego fuera de escena se escuchan gritos)

Ratita: Auxilio, Auxilio, el gato me quiere comer.

(Entra la ratita corriendo perseguida por el gato)

(Entre el ratón detrás y le lanza una red al gato).

Gato: Ratita mía, sino me sacas ¿cómo nos casaremos?

Ratita: no me casaré con usted, señor gato. Aquí el valiente, el que ha querido salvarme y
el que me ha dado protección es el señor ratón.

Ratón: Gracias Ratita presumida, ante todo siempre supe que usted sería el amor que yo
tanto había estado esperando.

Ratita: Con usted comeré el mismo queso y la misma felicidad.

(Se casaron y fueron felices para siempre tal y como los dos lo planearon)

FIN
La liebre y su violín
Personajes: Liebre, Zorro, Conejo, Ruiseñor, Oso
PRIMER ACTO
Se abre el telón mostrando un hermoso bosque en su escenografía. Hay un violín
abandonado debajo de un árbol. Entra la liebre caminando de manera distraída y se fija en el
instrumento.

Liebre: ¡Vaya! ¿Pero quién habrá dejado esto aquí? (Toma el violín en sus manos y lo
examina con asombro). Desde luego, es un violín estupendo. Me pregunto quién sería tan
tonto como para dejarlo.

Entra el zorro en escena.

Zorro: Liebre, nuestros amigos están recolectando comida para el invierno. ¿Vas a venir a
ayudar?

Liebre: Mira lo que me he encontrado, ¿verdad que es bonito?

Zorro: Deja eso y ven a ayudar, que cuando llegue el frío no vamos a poder salir a buscar
comida.

(Salen los dos de escena).

SEGUNDO ACTO
Están el conejo, el zorro, el ruiseñor y el oso recogiendo frutos del bosque cuando llega la
liebre y se sienta en una roca.

Ruiseñor: ¿Hoy si nos vas a ayudar?

Liebre: Luego, que tengo que practicar con mi violín.

Oso: ¡Pero si todos los días has estado practicando y nunca nos ayudas en nada! ¿Cómo
crees que vamos a poder recoger suficiente comida para el invierno si sigues así?

Liebre: ¡Que luego les ayudo!

Conejo (negando con la cabeza): El invierno ya está a la vuelta de la esquina. Cuando


empiece a hacer frío, te vas a acordar de nosotros.

TERCER ACTO
El telón se vuelve a abrir, mostrando esta vez la escenografía de un bosque nevado. La
liebre camino en la intemperie con su violín, sujetándose el estómago.

Liebre: ¡Qué hambre tengo! No me queda nada de comer en mi casa, tal vez los demás
tengan algo.

(Se acerca a sus amigos animales, que se encuentran haciendo una fogata para cocinar sus
alimentos).

Liebre: ¿No pueden darme algo de comer?


Oso: ¿A ti? ¿Qué nunca nos ayudaste? Mientras nosotros nos esforzábamos tú solo querías
practicar con ese tonto violín.

Conejo: Ahora mira quien vuelve arrastrándose, ¿ya te cansaste de tocar?

(La liebre se agacha avergonzada).

Zorro: Amigos, no hay que ser tan malos con él. Se ha equivocado, pero démosle otra
oportunidad.

Oso: ¿Por qué? Si no ha hecho nada por ayudarnos.

Ruiseñor: Pues creo que tengo una idea, ¿qué si nos tocas algo mientras comemos? Las
canciones alegrarán el invierno.

Liebre (alzando la cabeza entusiasmada): ¡Eso sí puedo hacerlo! He mejorado bastante con
el violín.

La liebre comienza a tocar mientras una bella melodía suena de fondo. Todos los animales
comienzan a bailar alrededor de la fogata. Luego, comparten la comida con la liebre y se
sientan a disfrutar de sus alimentos.

Zorra: ¿Ven como la música también puede ser útil?

Liebre: Es verdad, pero reconozco que he sido muy egoísta. De ahora en adelante, prometo
hacerme un tiempo entre las prácticas de violín para ayudarlos más en el bosque. ¿Me
perdonan?

Conejo: Te perdonamos, pero no te vuelvas a comportar así.

Ruiseñor: Los buenos amigos siempre se perdonan, ¡ahora a comer!

Todos siguen riendo y comiendo, mientras la liebre toca otra canción.

FIN
La mona, aunque se vista de seda…
Personajes: Mona, Pavo Real, Tigre, Pantera, Elefante, Mono anciano
PRIMER ACTO
La mona se encuentra en su casa arreglándose para la gran fiesta de la selva. Se pone un
vestido de seda y se prueba un sombrero mientras se contempla en un espejo de mano.

Mona: ¡Pero qué guapa estoy! Voy a ser la envidia de todos esos animales mugrientos
cuando me vean usando estas cosas tan lindas.

(Alguien toca a la puerta y la mona va a abrirle. Es el Pavo Real, que se queda sorprendido
al verla vestida de tal manera).

Pavo Real: ¿Qué es eso? ¿De dónde sacaste tantas cosas?

Mona: A unos humanos que vinieron de safari se les cayeron las maletas de su coche.
¿Verdad que es todo muy bonito? ¡Qué suerte he tenido de encontrarlo!

Pavo Real: Los animales no usamos cosas de humanos, por eso tenemos plumas o pelo.
No está bien fingir ser algo que no somos.

Mona: ¡Bah! Tú que sabrás, estás celoso porque ahora me veo más bonita que tú con todas
esas plumas. Vámonos ya a la fiesta que se hace tarde.

(Los dos salen).

SEGUNDO ACTO
Hay varios animales congregados en torno a un banquete con frutas silvestres, divirtiéndose
y hablando. De pronto llega la mona y todos se quedan sorprendidos al verla.

Tigre: ¡Pero qué elegante!

Pantera: Y qué ridícula, ¿dónde se ha visto que una mona se vista de humano?

Elefante: Se ve muy extraña con todas esas cosas.

(La mona se pavonea delante de sus amigos, luciendo su vestido).

Mona: ¿Verdad que me veo bonita? Ninguno de ustedes podría verse así de bien con estas
cosas tan finas.

(Se para al lado de la mesa y ve la comida con desprecio).

Mona: ¿Qué no hay platos ni cubiertos aquí?

Pantera: No los necesitamos, somos animales.

Mona: ¡Qué falta de educación! Yo sí soy una mona decente, no como ustedes.

(La mona comienza a comer con ademanes remilgados, mientras los otros la miran con
disgusto).
Tigre: ¡Vaya presumida! Deberíamos darle una lección.

Mono anciano: Más rápido cae un hablador que un cojo. Si hay algo de lo que ningún
animal puede escapar, es de su naturaleza. (Toma una fruta y la arroja hacia la mona,
ensuciando su cabeza).

La mano, furiosa, se olvida de sus modales y comienza a saltar y a aullar ruidosamente.


Toma otra fruta y la arroja hacia el viejo mono, pero le da al Pavo Real. Enseguida este hace
lo mismo, iniciando una guerra de comida de la que participan todos los animales.

Mono anciano: Ahí la tienen, la que se creía una gran señora sigue siendo una monita
común y corriente. No importa cuántos adornos ni vestidos bonitos se ponga, nunca será
más que eso.

(La mona baja la cabeza avergonzada, se cruza de brazos y se sienta enojada)

Mono anciano (volviéndose al público): Recuerden bien esta lección amiguitos, nunca traten
de ser algo que no son, porque lo más importante es ser fiel a uno mismo.

FIN

También podría gustarte