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HALHUUltt

Haci
acia un
cristianismo
adulto
R. ALBERDI

HACIA UN CRISTIANISMO
ADULTO

EDITORIAL ESTELA, S. A.
AVD. José ANTONIO, 563 - BARCELONA - 11
Reservados todos los derechos para
tos países de lengua castellana PRIMERA PARTE

© EDITORIAL ESTELA, S. A.
primera edición, febrero de 1964

EN EL MUNDO SIN SER DEL MUNDO

Nihil obstat: El Censor, J. M* Fondevila, S. I.


Imprimatur; t Gregorio, Arzobispo-Obispo de Barcelona
Barcelona, 9 de febrero de 1964

Núm. Reg.: 764-64 Depósito legal: T-179-64

TALLERES GRÁFICOS ALGUERO Y BAIGES, S. R. C. - TORTOSA


I

Mis queridos amigos barceloneses:

Hace años tuve ocasión de leer una frase de un autor


incrédulo que decía así: «Los cristianos; esa cofradía de
los ausentes». Os confieso que sentí indignación al leer la
frase, porque me parecía que constituía un insulto para
la conciencia cristiana y que no respondía a la verdad.
¿Estamos los cristianos tan ausentes de este mundo?
¿Somos unos seres tan estrafalarios que nada tenemos
que ver con este mundo en que se juega la suerte de los
hombres? Esa frase de Jean Guehenno, ¿no constituye una
injusticia, no es fruto de los prejuicios que un autor in-
crédulo alimenta siempre acerca de la conducta de los
cristianos ?
Al mismo tiempo sentí un profundo malestar. Adentra-
do por vocación en este sector apostólico que se ha venido
en llamar «lo social», había tenido ocasión de comprobar
que efectivamente nuestros cristianos más practicantes y,
al parecer, más fervorosos no se hallaban «metidos» de
lleno en este mundo, no se hallaban «comprometidos»,
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como prefiere decirlo la terminología más en boga. Pero, La separación entre religión y vida ha consumido ya
¿es tal nuestra ausencia que pueda justificar la desdeñosa montañas de tinta y de papel; ha sido combatida encarni-
frase con que he comenzado esta charla? zadamente en los últimos tiempos por aquellos cristianos
He aquí un tema que merece nuestra reflexión, ya que que asistían rabiosos e impotentes al espectáculo de tan-
afecta a nuestra manera de ser cristianos, incluso a la tos hombres valiosos alejados de la Iglesia y hasta de
misma esencia de la vida cristiana o, al menos, a sus ma- Dios por la conducta deplorable de muchos católicos, para
nifestaciones. Tema que no podemos eludir en manera los que la vida diaria, la de los negocios, de la cultura, de
alguna, tema que tenemos que afrontar decididamente, la política, de la diversión... se hallaba fuera de toda ins-
aúneme los resultados de nuestra reflexión nos lleven a piración religiosa, de todo control moral.
constataciones amargas y, también, a cambios radicales La separación entre religión y vida siempre se dará en
de actitud. el mundo y cada uno de nosotros contribuirá en buena
Una primera dificultad se me presenta cuando me fiio medida, a causa de nuestra infidelidad al mensaje y a la
en el auditorio, en vosotros que, justamente porque asistís vida que Cristo nos ganó con el sacrificio redentor. Es
a estas reflexiones hechas en común, estáis demostrando una situación de hecho que podemos combatir, defender,
de antemano que no va con vosotros la frase tantas veces o que nos puede dejar totalmente indiferentes.
repetida. Sucede ahora algo parecido a lo que ocurre cuan- La importancia mayor no se halla en la cuestión de
do se montan conferencias para combatir la detestable hecho, sino precisamente en la de derecho: en la actitud
costumbre de blasfemar; los asistentes no han blasfemado que debemos tomar ante ella. La separación entre religión
nunca y se hallan perfectamente convencidos de la estu- y vida, la ausencia del cristiano, la despreocupación por
pidez, prescindiendo de otras consideraciones más graves, los problemas que atenazan angustiosamente a los hom-
que significa la blasfemia. bres de hoy, ¿es legítima o condenable? Y, si un cristiano
Sin embargo, estimo que no es improcedente hablar de debe comprometerse y trabajar en este mundo por conse-
la condición del cristiano en el mundo, de la obligación guir una sociedad mejor, por impulsar el progreso real de
que como cristiano tiene de intervenir en los asuntos del la humanidad, ¿en qué podemos fundamentar esta obli-
mundo para lograr una convivencia social fundada en la gación?
justicia informada por el amor. Antes de abordar la cuestión, séame permitido decir
Es verdad que los aquí presentes se hallan convencidos que me parece excesiva la apreciación de Guehenno. Es
interiormente, por una especie de intuición cristiana, de cierto que hay muchos cristianos que no intervienen eri
la necesidad de intervenir en el mundo, de construir un este mundo, que no se comprometen, en el sentido que
mundo mejor y más justo; pero es posible que esa intui- corrirnlemente tiene esta palabra, pero la generalización
ción primera no sepa explicarse, no sea capaz de funda- es Abusiva. Por otra parte, hay que distinguir entre inter-
mentar la intervención del cristiano en el mundo, apare- vención en el mundo y «compromiso» de los cristianos en
ciendo como una opción alejada de la vida cristiana e el mundo, yu que muchos cristianos intervienen muy ac-
incluso en contra de ella. (Ivnmentc! en el mundo, pero por desgracia en un sentido
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totalmente distinto del de un auténtico compromiso cris- nos llevaría a una posición aberrante. Las dos tendencias
tiano, deben conservarse, pero son susceptibles de unilateralis-
mo, de exageración, hasta convertirse en errores peligro-
sos en el terreno doctrinal y en desviaciones nefastas en
TRASCENDENCIA Y ENCARNACIÓN el terreno del comportamiento práctico.
EN LA HISTORIA Las posturas doctrinales se reflejan inmediatamente en
lo que pudiéramos llamar el tipo de espiritualidad que, a
su vez, dan lugar a las actitudes frente a este mundo. Una
Tendremos ocasión de comprobar que muchas veces postura trascendentalista siempre tenderá a una espiritua-
las posiciones prácticas no obedecen a convicciones teóri- lidad de «alejamiento de este mundo»; mientras una pos-
cas ; el saber no coincide con la virtud y constantemente tura doctrinal encarnacionista se inclina a una «presencia
vulneramos aquello que quisiéramos defender y practicar. y actuación en el mundo», a lo que hoy se llama «el com-
Pero también es cierto que en muchos cristianos la ausen- promiso temporal». Cada una de ellas, como ya he adver-
cia del mundo corresponde a una mentalidad, a la con- tido, es susceptible de desviaciones y, también, de correc-
vicción de que su vida cristiana es independiente de su tivos.
actuación en el mundo; es otra cosa. En sentido contrario, Aun corriendo el riesgo, inevitable en una charla, de
bastantes cristianos se comprometen en el mundo, traba- una simplificación que no tiene en cuenta la complejidad
jan por construir una sociedad meior y más justa, obede- del problema, me atrevería a decir que los cristianos han
ciendo a una visión de fe y a imperativos de la carida?! evolucionado a lo largo de la historia de una espiritualidad
cristiana. de alejamiento de este mundo a otra de compromiso tem-
Estos dos grupos representan las dos posturas que se poral. Claro está que la afirmación se halla sujeta a toda
han hecho célebres dentro del Cristianismo y que se afron- clase de matizaciones y aclaraciones, pues en la misma
tan continuamente en nuestro tiempo. La postura de tras- época en que ha jugado una espiritualidad de alejamiento
cendencia estima que nuestra vida sobrenatural se halla podemos comprobar que los cristianos se han comprome-
muy por encima de las contingencias de este mundo. La tido en cierta forma, hasta dar lugar a lo que se ha llama-
postura encarnacionista cree que este mundo ha sidoi creado do cristiandad medieval. Prescindiendo de matizaciones
y redimido por Dios, cosa que evidentemente no niegan tan importantes, se pueden trazar las etapas de la forma
los otros, y que corresponde al cristiano vivir profunda- siguiente:
mente inmerso en el mundo, tratando de salvarlo, de co-
laborar con Cristo en este campo preciso.
Son dos tendencias legítimas dentro de los cristianos ESPIRITUALIDAD DE ALEJAMIENTO DEL MUNDO
tan legítimas que deben conservarse a toda costa para
mantener el misterio cristiano en toda su radical profun- Como han señalado muy bien diversos autores, los cris-
didad; de tal suerte que la dejación de cualquiera de ellas tianos han vivido largo tiempo esperando la venida inmi-
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nente de Cristo, es decir, la segunda venida de Cristo anun- San Pablo, parece normal que el hombre no se preocupe
ciadora del final de la Historia. Este sentimiento, que se excesivamente de él. No se puede perder el tiempo en la
advierte muy vivo en los mismos apóstoles, se ha prolon- transformación de este mundo que pasa; no hay que de-
gado prácticamente hasta la Edad Moderna; hasta que tenerse demasiado, sino lo menos posible, en las cosas de
el mundo ha adquirido consistencia propia y se ha hecho este mundo, puesto que hay que «usar de ellas como si
«protano». Es evidente que mucho antes de este aconteci- no se usase». w¿í¡iáiJ
miento capital ya se habían adoptado otras posturas, pero Es verdad que los hombres no tenemos más remedio
hablamos ahora de un clima interior y exterior, que se ha que vivir en este mundo, pero vivamos de manera que nos
traslucido en la espiritualidad de los cristianos. ocupen lo menos posible, con objeto de dedicarnos ínte-
En semejante situación de espíritu las cosas de este gramente a Dios, a la adoración, a la alabanza y a adquirir
mundo carecían de verdadera importancia. ¿A qué preo- las disposiciones necesarias contrariando las malas incli-
cuparse de la organización del mundo, de la explotación naciones que en nosotros ha producido el pecado.
de los recursos, de eso que después se ha llamado progre-
Jamás se llega a una afirmación errónea y la Iglesia de-
so, si todo va a acabar velozmente? Es preciso dedicarse
fiende en todo momento, frente a las afirmaciones heré-
a lo único necesario, a prepararse para el día definitivo,
ticas, la bondad de todo lo creado, que permanece aun
abandonando cualquier otra preocupación que pudiese
después del pecado original. Pero es evidente que se vive
distraer de lo principal.
un estado de ánimo que deprecia las realidades de este
El tipo que mejor encarna esta vivencia cristiana es el
mundo, que tiende a considerarlas como simple obstáculo
monje retirado del mundo, el enclaustrado y el eremita.
en la marcha hacia Dios.
Son los testigos de la trascendencia cristiana, los que re-
cuerdan a los demás aquella trase de permanente valor El P. Congar ha mostrado esta depreciación de las rea-
que nos ba legado el Evangelio: «¿De qué sirve al hombre lidades terrenas por lo que respecta ai matrimonio. Frente
ganar el mundo si llega a perder su alma?». a los errores de toda clase, que veían el matrimonio como
Este tipo de espiritualidad, propio de una vocación en- algo impuro, lo carnal como intrínsecamente malo, se ha
teramente legitima, dentro de ciertas condiciones, en el mantenido la auténtica doctrina cristiana: todo lo salido
seno de la Iglesia, se extendió prácticamente a todos los de las manos de Dios es bueno; el matrimonio ha sido
cristianos: monjes o seglares. En la práctica se llegó a elevado a la dignidad de sacramento y no puede ser pol-
descuidar algo tan importante como la vocación propia lo tanto malo, pero... es para cristianos que no saben su-
del seglar, lo que se explica perfectamente por la situación perar las tendencias carnales, para cristianos de segunda
de nuestro mundo occidental en aquellos momentos. Sig- categoría, a los que se ofrece el matrimonio como simple
nifica una especie de regresión de la espiritualidad seglar, sedativo de la concupiscencia.
que nabia encontrado agudos intérpretes en épocas ante- El mismo P. .Congar ha puesto especial interés en sub-
riores entre ios Padres de la Iglesia. rayar cómo, a pesar de este ambiente y del tipo de espiri-
Si la figura de este mundo pasa, como nos advierte tualidad dominante, sin embargo existía otra tendencia
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que hoy, con la perspectiva histórica de que disponemos,


nos llena de admiración.
SEPARACIÓN DE RELIGIÓN Y VIDA
Es el caso de San Gregorio VII, gran monje y gran
Papa, discutido como todas las figuras grandes, que, a
pesar de su condición de monje, reprocha a Hugo, duque Desde las profundidades de la Edad Media comienza a
de Borgoña, su entrada en el convento, considerada como esbozarse un movimiento tan profundo que sus olas de
una deserción frente a los graves peligros, a las grandes fondo barren nuestro mundo todavía. A una civilización
tareas que a los cristianos corresponden en el mundo de rural va a suceder una civilización industrial, que acabará
entonces. «¿Por qué no consideras, le dice al noble, en qué manifestándose en lo que, impropiamente quizás, se ha
peligro y miseria se encuentra la Santa Iglesia?... He aquí llamado la revolución industrial. A un mundo que encuen-
que los que parecen temer y amar a Dios, escapan del tra su centro en Dios va a suceder otro mundo centrado
combate de Cristo, posponen la salvación de los hermanos en sí mismo. La dependencia del hombre será sustituida
y buscan el descanso propio amándose tan solo a sí por un afán de liberación; el mundo va a conseguir su
mismos...». consistencia, lo «temporal» tenderá a adquirir una auto-
No nos engañemos. Esta actitud de Gregorio VII tam- nomía, tantas veces tan mal comprendida, respecto a lo
poco coincide con la postura encarnacionista como se en- espiritual. Los valores económicos lograrán imponerse
tiende hoy, pero indica bien a las claras que, en medio de hasta adquirir el predominio en la escala de valores de
una espiritualidad de alejamiento del mundo, predominan- la sociedad industrial.
te en la época, existe una preocupación militante, una
Ni siquiera podemos pretender trazar un esbozo de
comprensión de las tareas que hay que desempeñar en el
semejante evolución, que abarca siglos enteros y condi-
mundo, aunque sólo sea para permitir la vida de la Iglesia
ciona de manera tan decisiva nuestras representaciones y
en duro combate contra los que quieren arrinconarla. A
comportamientos de ahora. Basta para nuestro intento
una espiritualidad monástica de «alejamiento del mundo»
señalar unos cuantos hitos que nos demuestren el cambio
se unen tímidos esbozos de una espiritualidad militante
producido en los cristianos, el desgarrón o escisión interior
en medio del mundo.
que la nueva situación ha producido, al no adaptarse a la
Se ha mantenido rectamente la doctrina, no se ha ne- espiritualidad de alejamiento del mundo que todavía sigue
gado la bondad de la Creación; pero han quedado un poco constituyendo el clima general en el mundo cristiano.
olvidados los aspectos positivos que más tarde se pondrán
En esta evolución no es posible olvidar a uno de los
de manifiesto. Con este tipo de espiritualidad es evidente
principales protagonistas: el grupo burgués. Indudable-
que el papel del seglar quedaba despreciado y que su
mente la evolución se ha producido por un complejo de
mayor preocupación debería consistir en librarse de las
causas y la explicación unilateral se halla rechazada hoy
ataduras de este mundo que le impedían dedicarse a lo
por los mejores especialistas. Ni el materialismo histórico,
único necesario.
ni un idealismo desencarnado para el que «las ideas go-
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biernan el mundo» son capaces de proporcionar una ex- terior, los hombres experimentan la fiebre de transforma-
plicación adecuada. Pero no se puede discutir la impor- ción del mundo, que va a dar lugar al desarrollo prodigio-
tancia del grupo burgués en esta evolución. Ha sido él so de la ciencia y de la técnica. Los hombres creen que
quien ha impuesto una manera de ser, de vivir, de pensar; deben actuar en el mundo, el trabajo es glorificado a costa
él ha desplazado los ideales de la nobleza por otros nue- de la contemplación, la trascendencia palidece y va siendo
vos que vive nuestro mundo todavía, aunque hayan en- sustituida por una inmanencia cerrada sobre sí misma,
trado en crisis. quizás como reacción contra el exclusivismo de la postura
anterior.
El grupo burgués se especifica por su vuelta al mundo.
Frente a la actitud medieval de cierto despego del mundo, En la nueva situación el cristiano se encuentra despla-
frente a la actitud de la nobleza, que disfrutaba del mun- zado. Con una espiritualidad de «alejamiento del mundo»,
se halla de hecho metido totalmente en el mundo y en un
do y de sus bienes, al mismo tiempo que despreciaba a los
mundo que se desarrolla al margen de la Iglesia y muchas
que los producían, los burgueses han experimentado el
veces en contra de Ella; mientras los más fieles se limitan
deseo de volverse sobre el mundo, de transformarlo, de
a oponerse inútilmente a la marcha de la Historia y a
explotar sus inmensos recursos. En el seno de la tenden-
añorar nostálgicamente los tiempos mejores (?) del feu-
cia renacentista ,que significa también una vuelta al mun-
dalismo y de la cristiandad medieval.
do en el más amplio sentido de la palabra, la tendencia
Casi forzosamente se tenía que producir, y es lo que
burguesa presenta este carácter específico de dominio de
quisiera subrayar fuertemente ante vosotros, la trágica se-
la razón en el mundo económico, de aprecio de estos va-
paración entre la religión y la vida que ahora lamentamos
lores y de deseo de acumulación de riquezas.
y combatimos, Insensiblemente el cristiano experimen-
Sería sumamente ingenuo creer que el afán de dinero, taba el deslizamiento hacia un estado de cosas que ha
el espíritu de lucro, no ha existido en la Edad Media. Es sido calificado magistralmente por Guardini:
una constante de la vida humana y podemos descubrirlo «Consecuencia de ello es que, de un lado, surge una
en todas las épocas. La variación sustancial en este orden existencia laica autónoma, libre de influencias cristianas
de cosas consiste en que, durante la Edad Media, la acu- directas, y del otro un cristianismo que imita de un modo
mulación de riquezas era rechazada por la mentalidad co- característico esa «autonomía», Así como surge una cien-
lectiva, impregnada de motivos morales y religiosos. A cia puramente científica, una economía puramente econó-
partir de la Edad Moderna la acumulación de riquezas no mica, una política puramente política; nace también una
será solamente tolerada, sino que dispondrá en sus pri- religiosidad puramente religiosa. Dicha religiosdad pierde
meros tiempos de una justificación ética y religiosa con cada vez más la relación inmediata con la vida concreta,
el Calvinismo y su doctrina de la predestinación; con una su validez general es cada vez menor, se limita con crecien-
justificación ética, pero secularizada, a partir del triunfo te exclusividad a la enseñanza y práctica «puramente re-
del racionalismo. ligiosas»...».
En todo caso, a partir de la Edad Moderna este mundo Consumada la separación en general, todavía queda
comienza a agitarse como si llevase un demonio en su in-
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EN EL MUNDO SIN SER DEL MUNDO 21


una tarea: la de hacer interferir la moral en esta vida que
se ha separado de ella y de la religión. Es lo que se inten-
que esas formas desviadas de multiplicar vuestros bienes
tará por medio de la casuística. Situados los cristianos
tienen sus dificultades en la religión, y que si, entre los
en un contexto que no va con su espiritualidad de aleja-
intérpretes de la ley, se encuentran algunos que os lo to-
miento, es preciso acudir en su auxilio para salvar lo sal-
leran, todo el resto os condena; lo sabéis: pero esta misma
vable. No se planteará decididamente el problema de trans-
variedad de opiniones os tranquiliza; y para vosotros no
formación de este mundo en otro más acorde con la ins-
constituye motivo alguno de temor saber que, en materia
piración cristiana. Siguiendo el ambiente individualista
de salvación, tenéis contra vosotros la parte más numero-
de la época y —¿por qué no decirlo?— el camino más fácil
sa y segura».
para los bien situados, para los buenos cristianos que han
Si Massillon hubiese podido contemplar lo sucedido
digerido a gusto el capitalismo y se han encaramado a
posteriormente, probablemente tendríamos otra formula-
posiciones de privilegio, los moralistas se esforzarán por
ción. Los que amontonan riquezas por cualquier medio
encontrar los rasgos de una conducta individual que pue-
han tenido una parte numerosa de intérpretes de la ley
dan ser aceptados moralmente.
para tranquilizar su conciencia, aunque haya sido la parte
No pretendo ensañarme con un grupo social ni tampo- menos segura en materia de salvación.
co cargar la responsabilidad de lo sucedido solamente a De lo que no se puede dudar es de las consecuencias
los moralistas; pero ha sido tan grave la separación pro- que ha producido en la vida cri-stiana. La crisis se ha hecho
ducida, son tan grandes los males que se han derivado cada vez más profunda y la separación entre religión y
para la Iglesia, es tan frecuente todavía esta actitud entre vida ha constituido casi todo el modo normal de existencia
los cristianos, que es preciso ponerla al desnudo, comba- de los que seguían acudiendo n nuestras iglesias; mientras
tirla y poner de manifiesto sus raíces disimuladas pero los escandalizados, los que no comprendían cómo podían
verdaderas. conjugarse la injusticia y la explotación con la doctrina
En lugar de buscar una solución verdaderamente cris- del amor, la abandonaban progresivamente. Los que que-
tiana a una situación dramática para la vida cristiana, se rían ser verdaderamente cristianos no acababan de encon-
ha intentado una «tranquilización de las conciencas», con trar su espiritualidad de presencia y actuación en el mundo.
los resultados que hoy tenemos que deplorar. Porque no
hay duda de que la tranquilidad fue proporcionada a los
buenos burgueses que sabían unir perfectamente la pro-
secución del enriquecimiento individual por todos los me-
LOS CRISTIANOS COMPROMETIDOS
dios y la práctica religiosa vacía de contenido.
Massillon, el gran predicador, lo anunciaba ya en su
Sermón sobre la salvación: «Sabéis, decía dirigiéndose a
La reacción se produjo. El examen de la situación crea-
los burgueses, que el arte de aumentar vuestros tesoros
da al proletariado suscitó violentas protestas por parte de
debe casi siempre el éxito a la avaricia y a la injusticia;
los católicos a los que se hacía intolerable el espectáculo
de miseria moral y material que el proletariado ofrecía
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22 HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO

cubrir que la manera de ser cristiano del seglar no coin-


en el siglo XIX en los países de Europa occidental. Algunos cide ni debe coincidir con la manera del monie; se ha
grupos aislados comenzaron a atacar un sistema que se- hecho hincapié en que una de las misiones del seglar
gregaba injusticia por su simple funcionamiento y pedían cristiano en el mundo es la de participar en él para mode-
una acción concertada para modificarlo o cambiarlo ra- larlo de acuerdo con una inspiración cristiana. Este mo-
dicalmente. vimiento doctrinal ha adquirido proporciones insosoecha-
Cuando los Movimientos de Acción Católica, particu- das y encontrado la aprobación del Magisterio eclesiástico
larmente los especializados, intentaron en serio una cris- que, al mismo tiempo, ponía en guardia con las exagera-
tianización de los hombres de diversos medios en su vida ciones de una teología de la encarnación y de una herejía
diaria. troDezaron con un nuevo descubrimiento: estos de la acción.
hombres vivían en un ambiente, se desenvolvían en el seno Es imposible resumir siquiera las características de
de unas estructuras e instituciones, poseían y particiban esta nueva posición del cristiano comprometido en el mun-
de unas representaciones colectivas, de una mentalidad, do, pero podríamos intentar esbozar una actitud funda-
que no solamente no favorecía la vida cristiana, sino eme mental de la forma siguiente: el seglar cristiano, no Ha"
se oponía terminantemente a ella. Fue el gran descubri- mado a una vocación especial, debe comprometerse en el
miento del sustrato de condiciones sociales, materiales o mundo, nara transformarlo v dominarlo, rara consagrarlo
de otra clase, que ejercen una influencia muchas veces al Señor v ponerlo al servicio de los hermanos; no para
decisiva en la actitud y en los comportamientos prácticos, acumular riauezas ni por el afán simnle de construir un
así como en la misma mentalidad. humanismo cerrado a toda trascendencia.
Estos dos descubrimientos han llevado a una profundi- Hay aue decir desde ahora que esta postura cristiana
zación de la vida cristiana, de la misma manera que a la tiene semeianza con las que van tomando hombres aleja-
percepción del mundo real en que los cristianos desenvuel- dos de la Iglesia, pero que mantienen el respeto a la digni-
ven su vida, de un mundo que ha adquirido consistencia y dad de la persona humana. Contra la actitud capitalista
seriedad, de un mundo entusiasmado, y también decepcio- del mayor beneficio posible por todos los medios a su
nado, por las tareas grandiosas que desde todos los ángu- alcance, se ha alzado lo mejor de la humanidad pidiendo
los se le proponen. El cristiano se halla inmerso profun- una sociedad que tenga como principal preocupación el
damente en este mundo y en esas ocupaciones normales servicio del hombre concreto en todos los sectores: en el
de la vida en el mundo ha de encontrar la perfección de político, económico, social, científico, técnico, etc. En cam-
su vida cristiana. bio, es de lamentar que muchos de estos hombres todavía
Las preocupaciones de tipo práctico han favorecido y permanezcan en el terreno de un humanismo encerrado en
hasta provocado las investigaciones de tipo doctrinal. Los su inmanencia, considerando que la liberación del hombre
teólogos se han preguntado si la espiritualidad del seglar incluye todavía la repulsa de Dios.
cristiano debe ser una espiritualidad de alejamiento del En esto radica fundamentalmente la diferencia y tam-
mundo o de presencia y actuación en el mundo. Se ha co- bién en ello se contiene el principal peligro de desviación
menzado por revalorizar la misión del seglar, por redes-
24 HACIA UN CRISTIAKISUO ADUXTO

contra el cual nadie debe considerarse inmunizado. Nada


más cierto que la Encarnación del Hijo de Dios, con todas
las consecuencias que de tal hecho se derivan. Cristo ha
asumido nuestra naturaleza, excepto él pecado que los
hombres han añadido pero que no la ha corrompido, y al
asumirla ha valorizado, divinizándolo por así decirlo, todo
lo que pertenece a la naturaleza. El Génesis nos dice repe-
tidas veces, al narrarnos con su peculiar estilo la creación, II
la bondad de todo lo creado por Dios: «Y vio que era
bueno». Tras la Encarnación y la Redención, el cristiano
puede exclamar con entusiasmo: «No solamente es bueno,
sino que ha sido redimido».
El peligro está en reducir toda la vida cristiana a la
construcción de un mundo mejor, en terminar tomando Una vez que hemos desbrozado el camino, a propósito
a Dios como un medio para conseguir nuestros fines, cuan- del ataque dirigido contra los católicos, podemos pasar
do en realidad debemos construir el mundo mejor, con a la justificación doctrinal de la intervención de los
la ayuda de Dios, para ofrecérselo en acción de gracias y cristianos en el mundo. Hemos podido ver, a través de
como adoración práctica, efectuando lo que Pío XII lla- este breve recorrido histórico sobre los tipos de espiri-
maba la «consecratio mundo». La trascendencia de Dios, tualidad, que en el fondo se vislumbran dos aspectos de
la del cristianismo, debe ser mantenida a toda costa, pero la vida cristiana, que siempre habrá que conservar, pero
debe integrarse con este otro misterio cristiano de la En- cuya exageración y exclusivismo produce las dos desvia-
carnación y de la Redención. Si solamente aceptamos la ciones del intervencionalismo a ultranza y del abstencio-
trascendencia, tendremos un hombre religioso, pero no nismo estéril.
cristiano; si exageramos la nota encarnacionista, acaba- Es interesante que antes de fijarnos en los argumen-
remos por despojar a nuestra vida cristiana de todo alien- tos positivos que justifican y exigen la intervención de
to religioso, convirtiéndola en un simple humanismo con los cristianos en las cosas de este mundo, estudiemos las
referencias religiosas. objeciones que se presentan a la actitud encarnacionista
por los partidarios desviados de la trascendencia. Siem-
pre es útil saber lo que opina la tendencia contraria,
porque entre las proposiciones inaceptables se esconde
alguna verdad que corregirá nuestro propio punto de
vista, demasiado inclinado a la parcialidad. Mucho más
cuando, desde el punto de vista doctrinal, sabemos que
la postura abstencionista ha tomado pie en la trascen-
26 HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO
EN EL MUNDO SIN SER DEL MUNDO 27
dencia cristiana que nosotros debemos defender igual
mente.
Insisto en que solamente me preocupa ahora el punto 1. — CRISTO FUNDÓ UN REINO QUE NO ES DE ESTE MUNDO
de vista doctrinal, ya que hay muchos cristianos, y otros
muchos que no lo son, que no intervienen o no aceptan Se comienza por asimilar la función de los miembros
el compromiso temporal por razones muy diversas de las a la de la Cabeza en el Cuerpo Místico. Pues bien, Nues-
doctrinales: egoísmo, cobardía, comodidad, etc. De estas tro Señor afirmó terminantemente ante Pilato, en el mo-
últimas razones tendremos ocasión de hablar en otro mo- mento solemne en que se jugaba la vida: «Mi Reino no
mento. es de este mundo». Con lo que quedó claramente mani-
festado para siempre que el cristiano no tiene por qué
preocuparse de las cosas de este mundo, sino de las cosas
que .son del Cielo. ¿No nos dice San Pablo que busquemos
RAZONES DOCTRINALES DE LA NO INTERVENCIÓN las cosas de arriba, no las que están sobre la tierra?
Cristo no enunció solamente una doctrina, sino que la
puso en práctica. Frente a las concepciones que los ju-
En primer lugar, hay que decir que determinados tex- díos mantenían sobre el Reino de Dios, como un reino
tos de la Sagrada Escritura, tomados aisladamente, pa- temporal, Cristo se niega totalmente a ser proclamado
recen justificar la postura abstencionista, al menos hasta rey por las turbas y huye de ellas en el momento supre-
cierto punto. mo. Su Reino espiritual no debe ser confundido con una
Por ejemplo, anteriormente hemos hecho referencia a soberanía temporal cualquiera. A los apóstoles que le pre-
ese texto sobradamente conocido en que el Señor nos guntan por la restauración de Israel en el momento en
dice: «¿De qué sirve al hombre ganar el mundo si llega que sale de este mundo para ir al Padre, Cristo contesta
a perder su alma?». Si este texto se separa de otros que claramente: «No os toca a vosotros conocer los tiempos
figuran igualmente en la Sagrada Escritura, si se radica- o momentos oportunos que el Padre fijó en su propia po-
liza su contenido, si no se tiene en cuenta la aparente testad; mas recibiréis la fuerza del Espíritu Santo... y su
paradoja de los Evangelios, inmediatamente daremos en misión salvadora; no de una doctrina de tipo social.
la postura abstencionista. Hay que preocuparse de lo pu-
ramente religioso y procurar'tener el menor contacto po-
sible con el mundo, para evitar aunque sea el menor mal 2. — CRISTO SE NEGÓ A INTERVENIR EN LOS ASUNTOS DE ESTE
de la distracción. MUNDO
Podemos señalar algunos aspectos que se suelen men-
cionar normalmente por los abstencionistas desde el pun- A este respecto se trae a colación el famoso texto- de
to de vista doctrinal: San Lucas: «Maestro, di a mi hermano que reparta con-
migo la herencia. Él le dijo: Hombre, ¿quién me ha cons-
tituido juez o repartidor entre vosotros?» (Le, XII, 13 y
28 HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO EN EL MUNDO SIN SER DEL MUNDO 29
14). Con lo que demostró claramente que no le preocupa- leyes de su tiempo. Los apóstoles enseñaron parecida-
ban las cosas de este mundo, ni siquiera las referentes a mente que había que someterse al poder constituido, a
la moral, ya que se niega a intervenir en un asunto en que pesar de que no todas las medidas se conformaban con
podía jugarse la justicia de un reparto. la justicia: «etiam discolis». Con ello querían significar
Esto mismo aparecería, al decir de los trascendenta- que el centro de la vida cristiana no se halla en las tareas
listas radicales, en otras parábolas como la del mayor- de este mundo; que la figura de este mundo pasa y que
domo infiel, la de los viñadores de última hora, etc., en hay que usar de todas las cosas como si no se usase, se-
que nuestros conceptos salen mal parados y Cristo p a - . gún dice San Pablo.
rece no concederle excesiva atención a la justicia. Más aún; Cristo realizó algunos milagros para dar de
Todavía más claramente aparece a algunos la postura comer a la muchedumbre hambrienta, porque se compa-
de Cristo, que se niega a sacudir el yugo impuesto por decía de ella; pero estos milagros se realizaban como se-
los romanos a su pueblo. ¿No había sido conquistado el ñal de algo mucho más importante. Tanto es así, que Cristo
pueblo judío contra todo derecho? ¿No tenía razón al le- no quiso solucionar el problema de aquellas pobres gen-
vantarse contra un yugo que hoy llamaríamos colonialis- tes, cuando le era tan fácil hacerlo. Los preocupados por
mo? A Cristo no le preocupan semejantes cosas, sino so- solucionar los problemas materiales de la multitud ham-
lamente la construcción del Reino de Dios que no es de brienta; los que repiten hasta la saciedad que dos terce-
este mundo. ras partes de la humanidad padecen hambre todavía,
harían bien en recordar estos hechos significativos y con-
ceder más importancia a lo espiritual.
3. — CRISTO NO SE PREOCUPÓ DE LA REFORMA SOCIAL

Nada más lejos de Cristo que una preocupación por 4. —CRISTO SÓLO HABLÓ DE CARIDAD; NO DE JUSTICIA
la reforma social; por el cambio de estructuras e insti-
tuciones; incluso por solucionar el problema de la mi- Una buena prueba de que gran parte de los cristianos
seria tan grave también en aquel tiempo. Cristo no se nos hemos desviado del recto camino y de la verdadera
levantó contra las instituciones de su tiempo; nada dijo doctrina la podemos encontrar, al decir de los trascenden-
acerca de la esclavitud, como tampoco la atacaron los talistas, en la sustitución de la caridad por la justicia,
apóstoles. Aceptó simplemente las estructuras e institu- signo de la secularización de la vida contemporánea. Los
ciones de su tiempo y se esforzó por enseñar a los hom- cristianos se preocupan mucho por la justicia y quieren
bres su vocación de hijos de Dios, sin preocuparse por solucionar los problemas de este mundo gracias a la prác-
sacarles de la condición en que se encontraban. No de tica de esa virtud humana. Cristo, por el contrario, sola-
otra manera se expresa San Pablo. mente ha predicado la caridad y nimna sola mención ha
Cristo aceptó también el poder establecido y como es- hecho de la justicia.
taba establecido; pagó los impuestos y se conformó a las La justicia tiende a dividir, mientras la caridad pro-
30 HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO
EN EL MUNDO SIN SER DEL MUNDO 31
duce la unión. La determinación de lo tuyo y lo mío pro-
posible tampoco comprender adecuadamente Su vida a
voca la acritud de los de abajo y cierra el corazón de los
través de un episodio aislado de la misma. Es un peligro
de arriba; en cuanto que tal determinación se produce
del que nadie se libra y contra el que todos nos tenemos
en un ambiente de lucha y de tensión, debidas a la im-
que poner en guardia. Cada uno de nosotros tiende, de
precisión y a la falta de concreción de lo justo. La caridad
manera inconsciente, a buscar en la Sagrada Escritura
suaviza el ánimo de los que sufren abajo y predispone a
los argumentos para defender una tesis sostenida a prio-
la compasión el corazón de los situados en buena po-
ri; cuando en realidad deberíamos acudir a los textos sa-
sición...
grados con la mente limpia de prejuicios, sin reservas
No es afán de hacer caricatura del contrario para com-
mentales ni posturas apriorísticas, para aceptar lo que
batirlo más fácilmente después. Tales teorías se exponen
Cristo realmente nos enseña con Su vida y doctrina.
hoy por católicos asiduos practicantes, miembros de
Pongamos simplemente un ejemplo. Para saber en qué
nuestras organizaciones apostólicas y de formación cul-
consiste la caridad, un cristiano debe acudir a la figura
tural no escasa en otros terrenos. Es la postura defen-
de Cristo, a Su vida y Su doctrina; en lugar de partir de
dida por numerosos católicos hasta la guerra europea de
un concepto filosófico del amor o de lo que los hombres
1914, como decía Pío XI en la «Quadragesimo Anno». Es...
consideran normalmente como amor. El amor sobrenatu-
la confusión de la caridad con las obras de caridad.
ral no puede ser medido con nuestras categorías humanas,
sino que éstas han de utilizarse para iluminar lo que he-
mos aprendido de Cristo.
REFUTACIÓN DEL ESPIRITUALISMO Cristo es modelo de caridad en todo lo que hace y en
todo lo que dice; no solamente en algunos pasajes de su
DESENCARNADO
vida o en algunos de sus discursos, sino en todas sus ac-
tuaciones y en palabras que frecuentemente aparecen
contradictorias a nuestra limitada inteligencia. Y es que
Como siempre, los argumentos esgrimidos por los par-
la doctrina evangélica es una eterna paradoja; es un per-
tidarios del espiritualismo desencarnado, no por los
manente exaltar lo blanco y lo negro, como dice Cb.es-
partidarios de la trascendencia que todos debemos de-
terton, en lugar de difuminarlo todo en un gris borroso.
fender, encierran una parte de verdad; pero es una ver-
Cristo era caritativo cuando perdonaba a la adúltera,
dad parcial, que queda falseada al alejarla del contexto
cuando acudía al pozo a hablar con la samaritana, cuan-
y al olvidar otras verdades que contribuyen a completar
do recibía a Zaqueo, alimentaba a los pobres o moría en
el sentido de aquéllas.
la Cruz perdonando a todos; pero igualmente caritativo
A los partidarios del espiritualismo desencarnado ha-
cuando se enfrentaba con los escribas y fariseos, pronun-
bría que contestar qife no es lícito aislar una frase de los
ciando las maldiciones más terribles salidas de boca de
Evangelios, creyendo expresar con ella todo el contenido
hombre. Cristo ejercitaba la caridad cuando arrojaba a
de la doctrina expuesta por Nuestro Señor; como no es
los mercaderes del templo a golpe de látigo o se negaba
32 HACIA UN CRISTIANISMO ADUtTO
EN EL MUNDO SIN SER DEL MUNDO 33

a contestar a los fariseos, escribas y saduceos que pre-


que es de valor permanente de lo que solamente puede
tendían tentarle.
tomarse como directiva práctica adaptada a la circuns-
Solamente colocándonos en esta perspectiva podemos tancia de lugar y tiempo, no hacen más que recordar cómo
comprender la caridad; solamente con esta apertura to- debe portarse un cristiano en el mundo para acomodarse
tal seremos capaces de conservar el equilibrio superior, al espíritu del Evangelio. Un católico sabe o debe saber
que parece paradójico muchas veces, propio de los Evan- que la interpretación personal exclusiva de la Sagrada
gelios. Escritura, con total independencia del Magisterio y hasta
Todavía he de hacer una advertencia general, a pesar en oposición al mismo, es propio de algunas concepciones
de que no soy partidario de este tipo de argumentación. protestantes.
Los partidarios del espiritualismo desencarnado suelen Es exactamente lo que hacen nuestros espiritualistas
ser normalmente los que poseen un cierto talante inte- desencarnados. En 1963 acuden a las Encíclicas del Papa
grista, al menos en algunas de sus manifestaciones, con- León XIII, para defender lo que el Pontífice ordenaba o
cretamente en lo que se refiere a las relaciones sociales. recomendaba para 1891, olvidando, en cambio, los prin-
El integrista suele aparecer como celoso defensor de cipios de validez permanente formulados en la «Rerum
la ortodoxia, tan celoso que no duda en algunas ocasiones Novarum». En 1891 León XIII se les aparecía como sos-
en acudir a la delación, esa fea costumbre que ni siquiera pechoso e invocaban contra él las directrices formuladas
debería mencionarse entre los cristianos. Pertenece al por algún otro Papa para tiempos anteriores.
grupo que un buen amigo mío calificaba como de «arca-
Para estas gentes toda intervención de la Iglesia en
buceros de la ortodoxia», siempre dispuesto a disparar
estas materias es sospechosa; los sacerdotes que repiten
sobre todo aquel que se salga del orden establecido, de
las enseñanzas de los Pontífices son «progresistas» y, en
las costumbres aceptadas, de la rutina social o personal.
última instancia, sus palabras no son más que una inter-
Pero el integrista es ortodoxo a su manera; es decir,
pretación personal de la doctrina de la Iglesia. Son los
en tanto las disposiciones de la jerarquía van en el sen-
autores de la «conspiración del silencio», que también ha
tido que le conviene. Su concepto de la obediencia, y más
caído como un espeso velo sobre las últimas Encíclicas.
su práctica, se resienten del defecto fundamental que le
Los argumentos de los espiritualistas desencarnados
es propio: el de creerse especialmente iluminado y lla-
son fácilmente refutables a la luz de los principios ex-
mado por Dios a mantener a los demás en el buen camino ;
puestos. Me limitaré a señalar las incongruencias que se
que es el de conservar todo lo existente ,sin tener en
derivan de su postura.
cuenta los cambios producidos.
He aquí que en nuestra cuestión se han pasado al pro-
testantismo. Un católico debe saber que el Magisterio 1. — CRISTO NOS JUZGARA POR EL AMOR
adapta las enseñanzas evangélicas a las modalidades que
presenta nuestro tiempo. Cuando los Papas hablan a tra- Es bueno señalarlo desde ahora, aunque teóricamente
vés de las Encíclicas, distinguiendo siempre en ellas lo
los espiritualistas desencamados no tengan nada que opo-
34 HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO EN EL MUNDO SIN SER DEL MUNDO 35

ner; también ellos dicen que efectivamente la caridad es rán los justos diciendo: «Señor, cuándo te vimos ham-
el centro de la enseñanza de Cristo. He dicho teóricamen- briento y te dimos de comer...». Y respondiendo el Rey
te, porque en la práctica las cosas cambiarían muy radi- les dirá: «En verdad os digo, cuanto hicisteis con uno de
calmente. estos mis hermanos más pequeñuelos, conmigo lo hicis-
No está de más, sin embargo, ponerlo a la considera- teis» (Mt., XXV, 34-40).
ción de todos los católicos. La vida cristiana tiene como De manera que la altísima espiritualidad que Nuestro
centro la caridad, el amor sobrenatural con sus dos ver- Señor nos ha venido a traer se manifiesta al final en algo
tientes hacia Dios y hacia el prójimo. El cristiano no se tan banal como dar de comer a los hambrientos, visitar
salva ni llega a la perfección por el culto, la meditación, a los enfermos y los presos... Sí, afortunadamente, la per-
la pertenencia a asociaciones piadosas, ni siquiera por la fección de la vida cristiana se halla al alcance de todos,
recepción de los sacramentos, si todo ello no va unido en cuanto no requiere las costosas iniciaciones de ciertas
al desenvolvimiento normal de la caridad. religiones a que tanto se van aficionando ciertos grupos
Y la caridad que Cristo nos regala por su sacrificio en de cristianos. Las cimas de la vida mística tienen que aco-
la Cruz tiene manifestaciones bien originales. Cualquiera modarse a los humildes servicios al prójimo; la adora-
pensaría que la perfección de la vida cristiana, de la vida ción al Padre celestial, si quiere ser en espíritu y verdad,
que se integra en un Reino verdaderamente espiritual, ha de mezclarse con la preocupación por proporcionar lo
consistiría en un amor sobrehumano, como es en reali- indispensable para vivir al hermano carente de todo.
dad, que se independiza en lo posible de la condición del
espíritu encarnado. Y en este último punto se equivoca
totalmente. 2.—>CRISTO NOS ORDENA HACER LO QUE É L NO HIZO
Se ha repetido hasta la saciedad que la gracia no des-
truye la naturaleza, sino que la perfecciona; hace posible Uno de los errores de los espiritualistas desencarna-
que la naturaleza camine hacia la perfección gracias a la dos consiste en querer modelar la vida de los cristianos
ayuda de ese principio superior. La perfección del cris- sobre las actitudes exteriores de Cristo exclusivamente,
tiano no podrá prescindir de su condición de espíritu en- sin tener en cuenta su actitud interior y, sobre todo, sin
carnado; el amor de caridad no podrá independizarse del percatarse de que las misiones no son coincidentes.
hombre concreto de carne y hueso, de espíritu y materia. A los que nos dicen que Cristo no es un reformador
Y la auténtica caridad no se independiza. social hay que darles la razón. Efectivamente, Cristo no
Es lo que pone de manifiesto la gráfica descripción se propuso cambiar el mundo directamente, sino trans-
del juicio que nos ha dejado San Mateo: «Entonces dirá formar al hombre en su interior; no le interesaron las
el Rey a los de la derecha: «Venid, vosotros, los benditos estructuras directamente, sino el corazón de los hombres.
de mi Padre, entrad en posesión del Reino que os está A los que nos dicen que Cristo apenas se dedicó a enjugar
preparado desde la creación del mundo; porque tuve la miseria material existente, a levantar el yugo que pe-
hambre y me distéis de comer...». Entonces le responde- saba sobre los oprimidos, hay que darles igualmente la
36 HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO
EN EL MUNDO SIN SER DEL MUNDO 37
razón. Cristo pudo realizar un milagro continuado y sa-
tisfacer las necesidades más elementales de los pobres mitir la vida de Cristo y conducir al pueblo de Dios a su
atraídos por su palabra. destino. Junto a Ella, pero también penetrado por Ella,
A éstos habría que añadir todavía: la Iglesia es la con- el Mundo se tiene que esforzar por construir al hombre.
tinuadora de la misión de Cristo y tiene que salvar al Y para ello debe, ya lo veremos mañana, crear el conjun-
hombre, al hombre concreto, como decía Juan XXIII; to de condiciones en que cada hombre pueda alcanzar su
«espíritu, materia, inteligencia y voluntad»; pero la Igle- talla perfecta. A este hombre construido por el mundo se
sia no tiene como misión satisfacer directamente las ne- dirige la Iglesia para introducirlo en el pueblo de Dios;
cesidades materiales, ni siquiera las culturales, del hom- al mundo se dirige la Iglesia para proporcionarle la ayuda
bre. Este es el trabajo de la civilización, de la sociedad sin la que todos los planes de humanización se hallan con-
humana. Sin embargo la Iglesia, «imitando a Cristo y con- denados al fracaso.
forme a su mandato, ha mantenido constantemente en El cristiano seglar se halla en el punto de convergen-
alto la antorcha de la caridad durante dos mil años... se cia de la Iglesia y el Mundo. Es ciudadano del Mundo y
preocupa con solicitud del vivir diario de los hombres, debe colaborar en su construcción, con la aportación de
no sólo en cuanto al sustento y a las condiciones de vida, su técnica y de la doctrina y la vida que ha adquirido en
sino también cuanto a la prosperidad y a la cultura...» la Iglesia. Es miembro del Cuerpo Místico y debe cola-
(«Mater et Magistra»). borar en su extensión, en el afán de que la Vida llegue a
Cristo, que no ha solucionado los problemas materia- todos los hombres.
les de los hombres; que ha encomendado a su Iglesia
preocuparse del hombre concreto, pero sin invadir la es-
fera del César; Cristo propone a sus discípulos una doc-
trina de la perfección que consiste en dar de comer al LOS ARGUMENTOS POSITIVOS
hambriento, en visitar al enfermo y al preso; su apóstol
Santiago, el tremendo y concreto Santiago, nos dice que
«Religión pura e inmaculada a los ojos del que es Dios Un cristiano jamás debe limitarse a una postura ne-
y Padre, ésta es: asistir a los huérfanos y viudas en su gativa, ni a la refutación, por interesante que sea, de po-
tribulación, conservarse a sí mismo incontaminado del siciones no acordes con su doctrina. La actuación tem-
mundo». poral del cristiano en el mundo no puede apoyarse en
He aquí una de las aparentes paradojas en que tan fe- fundamentos tan débiles; necesita argumentos positivos,
cundo es el Evangelio. Todo deriva de nuestra condición una visión grandiosa de la tarea de los hombres en el
de espíritu encarnado y de la voluntad positiva que ha mundo; una seguridad de que la vida cristiana se perfec-
querido establecer un dualismo en el mundo. La Iglesia, ciona en las tareas temporales.
como institución de salvación, como depositaría de los Los argumentos en verdad no escasean. Para uno que
poderes de Cristo, tiene que predicar el mensaje, trans- se encuentra trabajando con todo empeño en la construc-
ción de un mundo más humano y justo puede resultar
38 HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO EN EL MUNDO SIN SER DEL MUNDO 39

hasta enojosa la repetición. Sin embargo, insisto ¿n que refiere al mundo contaminado por el pecado de los hom-
es conveniente siempre, necesario en algunas ocasiones, bres. Es el que aparece en el discurso de Cristo en la últi-
afirmar sus convicciones para que el trabajo resulte en- ma Cena: «Si el mundo os aborrece, sabed que a Mí me
tusiasmante y la vida cristiana progrese por los cauces ha aborrecido primero que a vosotros. Si del mundo fue-
debidos. rais, el mundo amaría lo que era suyo; mas pues no sois
Es absolutamente imposible exponer en una charla del mundo, sino que yo os entresaqué del mundo, por eso,
como la nuestra todos los fundamentos de la actuación os aborrece el mundo» (Jo, XV, 18-19).
temporal del cristiano, ni siquiera es necesario para nues- Un cristiano no puede ser del «mundo» entendido en
tro intento. Me limitaré a exponer algunos de los motivos este sentido, ni debe ser tan ingenuo que ignore el pecado
aue impulsan a la acción temporal al cristiano. Todos del «mundo». No se puede amar al «mundo» entendido en
ellos pueden reducirse a un único motivo: la caridad de este sentido que aparece en el Evangelio de San Juan.
Cristo nos urge. Sí, amigos de la justicia, no temáis al Por desgracia, bastantes cristianos que defienden un espl-
oírme hablar del único motivo de la caridad. Mañana v ritualismo desencarnado no han dejado de amar al «mun-
pasado hablaremos largamente de la justicia v podréis do» en el peor de los sentidos. La pura trascendencia
comprobar cómo la caridad no estorba al cumplimiento coexiste en ellos perfectamente con la celosísima salva-
de los deberes de justicia ni trata de suplantar a esta guardia de las posesiones y privilegios.
virtud; sino más bien la vivifica y la hace posible. En el mismo Evangelio de San Juan encontramos la
Todo se resuelve para el cristiano en el amor. Ni si- otra acepción de «mundo»; es decir, el salido de las
quiera, si se entiende bien la caridad, habría que hablar manos de Dios. De él se dice: «Porque así amó Dios al
de su doble vertiente para con Dios y para con el pró- mundo, que entregó a su Hijo Unigénito, a fin de Que
jimo. Quien ama a Dios, al Dios cristiano que se nos ha todo el que crea en Él alcance la vida eterna» (Jo., III,
revelado en Cristo, no puede dejar de amar a sus herma- 16), En las primeras páginas del Génesis aparece el mun-
nos los hombres, por quienes el Hijo de Dios ha muerto do salido de las manos de Dios y una afirmación tran-
en la Cruz. Bastaría la aceptación plena de Dios y del quila y grandiosa: «Y vio Dios que era bueno».
mensaje de amor que dirige al hombre para integrarlo Este mundo salido de las manos de Dios, cuya bondad
todo en ese grande y único amor que responde al Dios siempre ha defendido la Iglesia luchando contra toda
que nos amó primero. clase de herejías y desviaciones, ha sido afectado cierta-
mente por el pecado del hombre en virtud de esa miste-
riosa solidaridad que une al hombre a todo el universo.
1. —AMAR EL MUNDO Un mundo que estaba destinado a ser el pedestal del hom-
bre, el que le proporcionase lo necesario para realizar su
Es lo que podríamos llamar el argumento cósmico. El vocación personal, el que estaba pidiendo la criatura ra-
«mundo» aparece en la Sagrada Escritura con dos signi- cional que cantase la gloria del Creador, ha sido desviado
ficaciones fundamentales: una de ellas es peyorativa y se de su fin:
40 HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO . EN EL MUNDO SIN SER DEL MUNDO 41

«Porque la creación fue sometida a la vanidad, no lidad de satisfacer las necesidades materiales indispen-
de grado, sino en atención al que la sometió, con espe- sables para el desarrollo de la persona humana.
ranza de que también la creación misma -será liberada Santiago lo dice con su contundencia acostumbrada:
de la servidumbre de la corrupción, pasando a la libertad «Si un hermano o una hermana andan desabrigados o
de la gloria de los hijos de Dios» (Rom.. VIII, 20-21). desprovistos del sustento cotidiano, y uno de vosotros
No es mi intención entrar en la polémica de los exé- les dijere: «Id en paz, calentaos y saciaos», mas no les
getas, ni tampoco en la complicada cuestión de saber diereis lo necesario para el cuerpo, ¿qué aprovecha? Así
qué será de este mundo al final de los tiempos. Muchas también la fe. si no tuviere obras, muerta está por sí
posturas existen entre lo-s mismos católicos acerca de la misma» (Santiago, II, 15-16).
suerte que le está reservada, como también respecto a
La misma afirmación fundamental en San Juan, que
las obras de civilización y de cultura que los hombres
no hace sino confirmar el famoso texto referente al iui-
vamos construyendo y destruyendo.
cio va transcrito: «En esto hemos conocido la caridad,
Bastaría para mi intento mostrar que el cristiano, en en oue Él dio su vida por nosotros; también nosotros
virtud de su amor a Dios, debe amar también al mundo
debemos dar la vida ñor los hermanos. Pues quien pose-
salido de las manos de Dios y cooperar con Él en la gran
yere los bienes del mundo, y viere a su hermano tener
obra de la Creación; desentrañando las grandes riquezas
necesidad, v cerrarse sus entrañas, desviándose de él,
que Dios puso en el mundo para el hombre, haciendo que
.-•cómo la caridad de Dios mora en Él? Hiiuelos, no ame-
esas riquezas sean efectivamente para el hombre en lugar
mos de nal^bra v con la lengua, sino con obra y de ver-
de servir para su destrucción.
dad» (Jo., III, 16-18).
Semeiantes textos dan en tierra con toda clase de
fariseísmo aue pudiera darse entre cristianos. ¿Oué se
2. — AMAR AL HOMBRE CONCRETO
ha hecho de la caridad afectiva como única recomendada
en la SaprpHq Escritura sesún el parecer de algunos? Se
Cuando Cristo nos ordena amarnos como Él mismo ha convertido en efectiva, como corresponde al verdadero
nos amó, nos ordenaba un amor al hombre concreto, no amor. Nadie creería en un auténtico amor, si se olvida
al hombre entidad abstracta, sino al hombre espíritu de las necesidades más elementales de la persona amada.
encarnado, que necesita hallarse rodeado de una serie Nunca insistiremos suficientemente en este aspecto
de condiciones para desenvolver plenamente su vida hu- de la caridad. En un mundo que adquiere cada día una
mana. conciencia más asruda de las diferencias existentes entre
El hombre concreto no es un ser puramente espiritual, los hombres; de la mvusticia que entrañan tantas situa-
sino un ser misterioso que une de una manera entera- ciones ; del penoso espectáculo que ofrece un mundo que
mente misteriosa también el espíritu y la materia. Amar se llama civilizado y deia padecer hambre a dos terceras
al hombre debe significar, sin duda, otorgarle la posibi- partes de la humanidad; la caridad simplemente afee-
EN EL MUNDO SIN SER DEL MUNDO 43
42 HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO

tiva es motivo de burla para los hombres, que repetirían hiio de Dios; al que lo es ya de hecho o, por lo menos,
gustosamente el sarcasmo de Santiago. está, destinado a serlo en los designios de Dios. Amar al
Oue nadie se engañe, no obstante. Los bienes mate- hiio de Dios significa hacer todo lo posible para oue cada
riales son muv importantes para la vida del hombre, u r ) n nneda desarrollar con la plenitud posible su vocación.

constituven el elemento básico sobre el que debe cons- Evidentemente esta afirmación nos lleva, ante todo, a
truirse su vida, pero no deben mantener una primacía la consideración de nuestras tareas apostólicas. Un cristia-
que no les corresponde. El hombre es esníritu encarnado no debe hallarse preocupado siempre por la suerte de su
y hacemos bien en subrayar esta condición del hombre; hermano en el asunto mas trascendental de su vida; no le
pero no olvidemos, tendré ocasión de insistir fuertemente es lícita la postura de Caín: «;Sov acaso el guarda de mi
en ello, crae es espíritu y la vida del esníritu ha de des- hermano?» F.l afán de transmitir el mensaíe. de hacer
arrollarse nara consesruir la plenitud humana. partícipe al hermano de la verdad del Evantrelio. de la
Esto quiere decir, no hago más que apuntarlo, oue el vida al«~an7ada para todos ñor Jesucristo debe constituir
hombre concreto tiene necesidades de orden espiritual el emneño mavor de su existencia.
que ha de satisfacer. Frente a estas necesidades, los bie- Pero no me refiero ahora a esta tarea directamente
nes económicos aparecen como instrumentales, como los apostólica, sino a la actuación temporal del cristiano en
medios necesarios para conseguir los bienes más elevados relación con la vocación de hiio de Dios de cada uno de
del espíritu y de la cultura. los hombres. ;Tiene algo que ver la actuación temporal
Amar al hombre significará hacer lo posible para que con la vida cristiana de cada uno de los hombres?
el hombre tenga posibilidad de cultivarse, de desarrollar Es imposible negarlo. La experiencia lo muestra con
sus facultades espirituales. Amar al hombre significa crear toda claridad v el Magisterio se hace eco de este problema
las condiciones para que el hombre llegue al conocimiento oue en nuestro tiempo ha adquirido gravedad inusitada. La
de la verdad, para que pueda practicar la iusticía, para vida cristiana ha de vivirse en este mundo v se halla con-
que goce de auténtica libertad respecto a las presiones dicionada por la organización social; condicionada, he di-
interiores de los instintos y las exteriores del medio social. cho, no determinada como tos marxistas afirman con mavor
Amar al hombre significa crear una sociedad en que les o menor claridad.
sea posible a los hombres establecer una auténtica comu- El condicionamiento nace de la naturaleza social del
nión en el amor, comunión necesaria para la consecución
hombre y en nuestro tiempo la presión social aumenta en
de la plenitud humana.
virtud de la tendencia progresiva hacia la realización, en-
tendida en el sentido que Juan XXTTI le daba en la «Mater
et Magistra». Cada hombre depende cada vez más de las
3. —AMAR AL HIJO DE DIOS
estructuras de la sociedad en aue vive, de las instituciones
El cristiano que mira al mundo y a sus «emei antes con en que jurídicamente toman cuerpo las ideas de la época,
los ojos de la fe descubre en cada uno de los hombres al de las representaciones colectivas del medio social en que
se halla inmerso. t
44 HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO
EN EL MUNDO SIN SER DEL MUNDO 45
Tan acostumbrados nos hallamos a esta presión social de la Iglesia. Una vez que ha señalado los principios que
que prácticamente muchos acaban por no sentirla; no deben presidir la construcción del mundo, a los seglares
porque no exista, sino porque se ha llegado en algunos corresponde construirlo en la práctica, mediante la con-
casos a la identificación práctica del individuo con el grupo. junción de los principios con la técnica apropiada en cada
La vida personal no se distingue entonces de la vida social caso; aplicando los principios en programas que ya no
y el hombre queda reducido al conjunto de sus relaciones son del dominio de la Iglesia, sino elaboración propia de
sociales, sin que se manifieste el centro mismo de la vida la autonomía de los seglares y de su responsabilidad.
personal, sin que se viva la interioridad propia del ser
humano. Es una situación límite y patológica al mismo
tiempo, que no nos puede servir para montar el ideal de
las relaciones entre la persona y la sociedad.
LA ENSEÑíANZA DEL MAGISTERIO
En el orden de las condiciones materiales, todos sabe-
mos en alguna medida la influencia eme sobre la vida moral
y religiosa Duede eiercer el acondicionamiento de la vivien- Cuanto acabo de decir se halla claramente explicado en
da, los horarios v el ritmo del trabajo, la calidad de éste, la doctrina social de la Iglesia, esa doctrina que, en frase
la concentración de grandes masas, etc., etc. Ciertas con- de Pío XII, es obligatoria y sin cuya observancia no se
diciones de vida significan la carencia de aquel mínimo in- puede mantener la fe con seguridad.
dispensable que Santo Tomás requería para el ejercicio Para no hacer inacabable la exposición, me limitaré a
normal de la vida cristiana. poner de manifiesto los que considero puntos principales
Este coniunto de condiciones materiales v las represen- en lo relativo a la actuación temporal de los cristianos. Los
taciones colectivas modelan v configuran interiormente al textos son tan evidentes que casi no necesitan comentario.
hombre; de suerte que cuando muchos de nuestros con- Pero, así agrupados, fortifican la convicción que poseemos
temporáneos expresan un juicio sobre alerún aconteci- y contribuyen a que los desencarnados por ignorancia apre-
miento, casi podemos asegurar que es el iuicio del grupo cien a primera vista la postura del Magisterio, que les tiene
que se ha manifestado. Es uno de los peligros de la socia- que llevar a un cambio de conducta.
lización revelados por Juan XXIII; peligro que se puede
obviar, pero que no deja de ser desgraciadamente muv real.
La Iglesia no puede permanecer indiferente ante este 1. — LA IGLESIA DEBE INTERVENIR EN LO TEMPORAL
estado de cosas e interviene doctrinalmente, denunciando
los aspectos negativos de nuestra civilización y señalando Sea ésta la primera afirmación del Magisterio, aunque
los cauces positivos que permitirán la construcción de un no se refiera directamente a la actuación temporal de los
mundo en que el hombre sea respetado y ayudado en la cristianos. Si lo pongo en primer lugar es simplemente
prosecución de su quehacer de hombre. porque tengo la convicción de que es el primer punto de
Pero no es suficiente, aunque necesaria, la intervención apoyo que toma un sector de los partidarios de la trascen-
46 HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO EN EL MUNDO SIN SER DEL MUNDO 47

dencia pura, que conduce al espiritualismo desencarnado. para las opciones que puedan realizar los católicos dentro
Entre los inumerables que se pueden citar, desde León de las directrices religioso-morales que la Iglesia propor-
XIII a Juan XXIII, escojo uno de Pío XII por la trascen- ciona para la actuación en el mundo.
dencia y contenido doctrinal del discurso. Repitamos un texto conocidísimo de Pío XI, que ha
«Y ahora, ¿qué se sigue de todo esto para la Iglesia? sido confirmado repetidamente por los Pontífices poste-
Tendrá ella que vivir, hoy más que nunca, su misión; de- riores; enriquecido por nuevas aportaciones de los mis-
berá rechazar, más enérgicamente que nunca, aquella falsa mos en cuanto ensanchan los criterios de intervención. La
y angosta teoría —de su espiritualidad y de su vida inte- Iglesia ha acabado por decir que puede y debe intervenir
rior— que querría confinarla, ciega y muda, en el retiro en lo temporal en cuanto detenta la verdad sobre el hom-
del santuario. La Iglesia no puede, encerrándose inactiva bre. Limitémonos ahora a ese texto elemental, con objeto
en el silencio de los templos, abandonar su misión divina- de disipar sospechas y marcar los límites de la interven-
mente providencial de formar al hombre completo, y así ción. ! y¡ r
colaborar sin descanso a la constitución del sólido funda- «Mas renunciar al derecho dado por Dios de intervenir
mento de la sociedad. Esencial es en ella semejante misión. con su autoridad, no en las cosas técnicas, para las que
Considerada en este aspecto, la Iglesia puede definirse como no tiene medios proporcionados ni misión alguna, sino en
la sociedad de los que, bajo el influjo sobrenatural de la todo cuanto toca a la moral, de ningún modo lo puede
gracia por la perfección de su dignidad personal de hijos de hacer» (Pío XI, «Q. Anno,» 15-VII-31. Col. Ene. A. C, p.
Dios y por el desarrollo armónico de todas las inclinaciones 398, n. 14).
y energías humanas, edifican la potente trabazón de la con-
Notemos solamente un matiz que quedará más fuerte-
vivencia humana». (Pío XII, 20-11-46. Disc. al Sacro Colegio
mente afirmado en Pío XII. La Iglesia puede evidente-
Cardenal. Col. Ene. A. C, p. 329, n. 11)
mente, de acuerdo con el texto citado, intervenir en el
mundo desde su peculiar punto de vista. ¿Deberá también
hacerlo o es simplemente potestativo? Hay que contestar
2 . — NO EN LO PURAMENTE TÉCNICO que la Iglesia debe intervenir, no puede renunciar al dere-
cho, debe ejercitar su misión de guardiana del orden mo-
También es sobradamente conocido entre nosotros el ral. Claro está que a Ella corresponde la elección de los
pensamiento de la Iglesia en este punto; pero, por más que momentos y de los temas en cada caso preciso.
parezca increíble a estas alturas, hay gentes que no cono-
cen el punto de vista de intervención de la Iglesia en los
asuntos del mundo. De aquí que, ante cualquier interven- 3. — EL ESPIRITUALISMO DESENCARNADO CONDENADO
ción, piensen que saliéndose de su competencia hace polí-
tica o economía. Entramos ya en el conjunto de afirmaciones que se
La Iglesia no interviene en los asuntos de ese mundo refieren a la actuación temporal de los católicos. Comen-
en lo que es puramente técnico y deja un cauce amplio cemos por un texto negativo y positivo a la vez. Significa
48 HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO
EN EL MUNDO SIN SER DEL MUNDO 49
una condenación de la postura de algunos católicos que
quieren desentenderse de las cosas de este mundo en vir- «Al contrario, el espíritu y el ejemplo del Señor que
tud de un ideal de falsa trascendencia, ajeno por completo vino para buscar y salvar lo que estaba perdido; el pre-
al cristianismo. cepto del amor y, en general, el sentido social que irradia
«Guardaos de los que desprecian ese servicio cristiano de la buena nueva... las enseñanzas y exhortaciones de los
al mundo contraponiéndole un llamado «puro» «espiritual» Romanos Pontífices, especialmente en el correr de los úl-
cristianismo. Estos no han comprendido esta divina ense- timos decenios, sobre la conducta de los cristianos para
ñanza, comenzando por su fundamento: Cristo, verdadero con el prójimo, con la sociedad y el Estado, todo esto pro-
Dios, pero también verdadero hombre. El apóstol Pablo clama la obligación del creyente de ocuparse, según su con-
nos hace conocer el pleno, íntegro querer del Hombre-Dios, dición y su posibilidad, con desinterés y con valor, en las
que mira también a ordenar este mundo terreno...» (Pío cuestiones que un mundo atormentado y agitado tiene
XII, RM. Navidad 1955, Doc. Soc, p. 1174-1175). que resolver en el campo de la justicia social, no menos
Insistamos en ello una y otra vez. Todavía entre nos- que en el orden internacional del derecho y de la paz».
otros hay muchos católicos que no conocen la doctrina «Un cristiano convencido no puede encerrarse en un
pontificia y algunos que no quieren conocerla, aunque ocu- cómodo y egoísta aislacionismo, cuando es testigo de las
pan altos puestos en las organizaciones apostólicas El daño necesidades y de las miserias de sus hermanas; cuando le
que se ha hecho a la Iglesia es ya inmenso, puesto que ha llegan los gritos de socorro de los desheredados de la for-
aparecido a los ojos de muchos como protectora de situa- tuna; cuando conoce las aspiraciones de las clases traba-
ciones adquiridas. El falso espiritualismo ha alejado a jadoras hacia unas condiciones de vida más razonables
muchos hombres de la Iglesia y hasta del cristianismo, y justas; cuando se da cuenta de los abusos de un ideal
presentándolo como una doctrina a la que no preocupa en económico, que coloca el dinero por encima de todos los
absoluto la vida del hombre en el mundo. deberes sociales...» (Pío XII, RM. Navidad 1948, Col. Ene.
A. C, pp. 268-269).
Un comentario a este texto, que prácticamente no nece-
4. — E L CATÓLICO NORMALMENTE DEBE ACTUAR EN EL MUNDO sita comentario alguno, para indicar una vez más que la
doctrina pontificia no ignora ciertas vocaciones especiales
Es la afirmación positiva y contundente que los Papas que se dan dentro de la Iglesia. La doctrina expuesta vale
no cesan de urgir una y otra vez, en nombre de los prin- para la inmensa mayoría de los católicos seglares, para los
cipios cristianos. No pretendo exponer todas las razones que viven dentro y en medio del mundo, manteniendo ple-
que invocan los Papas para esta intervención y que, más o namente su condición seglar. El abstencionismo por parte
menos, pueden reunirse en los apartados generales que an- de estos seglares en nombre de cualquier espiritualismo
teriormente señalé. Nos basta la seguridad de que la vida falso o por simple comodidad se halla terminantemente
cristiana exige normalmente la intervención en el mundo prohibido por la Iglesia. ,
para ajustarlo a las exigencias cristianas.
50 HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO EN EL MUNDO SIN SER DEL MUNDO 51

«Para un grupo social tan considerable como el vuestro


5. — ACTUACIÓN EN EL MUNDO DE LAS IDEAS y ocupado en un sector tan fundamental de la producción,
es esencial mantener el contacto con los grandes movi-
El texto de Pío XII que acabo de citar es suficiente- mientos de opinión y con las grandes corrientes de ideas
mente explícito y nos da a conocer perfectamente el cam- que dirigen la evolución del país, y ejercitar allí un útil
po de actuación del cristiano en lo temporal, deshaciendo influjo, no con el solo fin de obtener ventajas particulares,
de una vez para siempre el mito del llamado «deber de sino por el mismo bien general. No basta, en efecto, tener
estado», cuando es tomado en sentido restrictivo. Pero principios justos, ni aplicarlos al estrecho círculo de la
bueno será fijar unos jalones que nos ayuden a penetrar propia vida personal, sino que es preciso difundirlos en
progresivamente en campos de actuación cada vez más derredor, hacer que de ellos se aprovechen otros, mostrar
complejos y abandonados por los católicos muchas veces. claramente su valor y su eficacia para el interés nacional...»
Uno de ellos es el de las ideas. Afortunadamente existe (Pío XII, Disc. a Cultiv. Directos. 18-V-55; «Ecclesia»,
en el mundo entero una corriente de renovación católica 28-V-55).
y el esfuerzo intelectual realizado por los católicos para
hallarse presente y participar en el mundo del siglo XX es
verdaderamente notable. 6. —ACTUACIÓN EN LA POLÍTICA
Sin embargo, si todo se limitase a un pequeño grupo de
intelectuales, aunque fuesen de extraordinaria categoría, Si la mencionamos de manera especial, es solamente
no se habría conseguido estructurar un mundo con crite- porque existe una prevención manifiesta de los católicos
rio. Las ideas tienen que descender y ser vividas por el. a introducirse en este rebaladizo terreno. Desde hace mu-
pueblo en general y, particularmente, por aquellos que cho tiempo ha venido considerándose el campo de la polí-
transforman de verdad el mundo. tica como el del juego sucio, en que la moral nada tiene
Igualmente un cristiano no puede acudir a la construc- que decir.'Los católicos han estimado que «meterse en polí-
ción del mundo con cuatro ideas elementales y simplistas, tica» significaba mancharse necesariamente. Esta opinión
destinadas a naufragar, quizás con el sujeto que las sus- es sustentada también en gran parte por los católicos que
tenta, ante síntesis e ideologías cuidadosamente elabora- intervienen en lo temporal, pero en otros sectores: social,
das, que presentan una concepción subyugante, aunque económico, cultural, asistencia!, etc. A todo ello se añade
tenga ingredientes falsos, del mundo, del hombre y de la la complejidad de la vida política, que exige unos conoci-
vida. La ignorancia de los católicos de todos los medios mientos nada comunes.
sociales es pavorosa y peligrosa a un tiempo. Claro está que no todos tienen aptitudes para desem-
A la corrección de este defecto atendía Pío XII en un peñar un puesto de ministro o de director general; pero
discurso a los cultivadores directos de la tierra; es decir, ya Pío XII nos advertía que la actuación en lo temporal
a ese sector que parece más preservado que cualquier otro debía realizarse «según su condición y posibilidad». Todos,
de la influencia de ideas perturbadoras. de una u otra manera, actúan en política, aunque no sea
52 HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO
EN EL MUNDO SIN SER DEL MUNDO 53

más que para confirmar el estado actual de cosas con su dos» (Pío XII, Carta de la Secretaría de Estado a la XVI
abstención. Semana Social de España, 8-V-56).
«Necesaria y continuamente la vida humana —la pri-
vada y la social— se encuentran en contacto con la ley y
el espíritu de Cristo; de ahí resulta, por fuerza de las cosas, 7.— E N LOS PUESTOS DECISIVOS
una compenetración recíproca del apostolado religioso y
de la acción política. Política, en el sentido noble de la Anteriormente he combatido esa «mística del fracaso»
palabra, no quiere decir otra cosa que colaboración para que intenta presentar como «voluntad de Dios» lo eme no
el bien de la ciudad (Polis). Pero este bien de la ciudad es sino resultado de nuestra falta de competencia. Con no
tiene una extensión muy grande, y, por consiguiente, es en menor visor hav eme luchar contra la tendencia a auedarse
el terreno político donde se discuten y se dictan también en la superficie de las cosas, en los fenómenos más llama-
las leyes de la mayor importancia, como las que conciernen tivos ñor dolorosos, que no llegan a las raíces profundas,
al matrimonio, la familia, el niño, la escuela, por limitarse a las verdaderas causas de los males sociales.
a estos ejemplos. ¿No son esas, acaso, cuestiones que inte- Tenemos necesidad de militantes cristianos en todos los
resan primordialmente a la religión? ¿Pueden dejar indi- niveles; en la base de la vida social, en los puestos inter-
ferente, apático, a un apóstol? (Pío XII, Disc. al Congr. medios v también entre los dirigentes. Las decisiones más
Mundial de Apostolado Seglar, Col. Ene. A. C, p. 1268). importantes, las que comprometen la vida de la nación
Esto ha sido verdad en todo tiempo, pero reviste una para muchos años, no se toman en la base, sino en centros
particular urgencia en el nuestro por diversas razones. Ante determinados eme es preciso alcanzar.
todo, porque la mayor complejidad de la vida social ha Una precisión se impone. El cristiano que aspira, cuando
producido una intervención creciente del Estado en todos tiene aptitudes, a ocupar un alto puesto en la sociedad o
los dominios. Pero también porque cada vez es mayor la a influir en los lugares decisivos de la misma, debe vigi-
participación activa del pueblo en la vida pública; parti- larse continuamente para evitar que la motivación prime-
cipación que los Pontífices no registran solamente en el ra, la del servicio a la comunidad, se convierta en un deseo
terreno de los hechos, sino a la que conceden claro valor de mando, de hacer prevalecer a toda costa sus opiniones.
normativo, como aparece explícitamente en la «Mater et Llegar a los centros importantes solamente puede signi-
Magistra» de Juan XXIII. ficar para un cristiano acrecentar el deseo de servir, inten-
tar modelar de una manera eficaz un sector de la vida con
«La cooperación a este fin, decía Pío XII, tantas veces
los principios cristianos.
olvidada por muchos, a causa de un inexplicable absentis-
mo de los problemas de la sociedad, puede llegar incluso En un mundo que buscaba una salida a la espantosa
a la participación en el gobierno de la cosa pública, que confusión creada por el último conflicto mundial, Pío XII
hoy ya no es privilegio de unos pocos, sino deber de todos, hizo oir su voz una vez más, aconsejando a los católicos
en función de las responsabilidades de que están investi- esta postura realista y que entraña grandes sacrificios de
preparación y de dedicación. Es mucho más fácil realizar
54 HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO EN EL MUNDO SIN SER DEL MUNDO 55

una labor abnegada en la base que llevar la misma abne- rreno de la especulación. Generalmente hemos alcanzado,
gación, más la preparación tan costosa, a los puestos de en esos sectores reducidos, un mínimo de instrucción (no
mayor responsabilidad. muy elevado); en pocas ocasiones se ha llegado al segundo
«A la evolución rápida de la sociedad y de sus institu- nivel de la educación; casi nunca se termina en la acción
ciones debe corresponder en el plano religioso un esfuerzo propiamente dicha, que es la que puede en verdad trans-
paralelo. Es importante que el cristiano se halle presente formar lo que no se halla enteramente de acuerdo con los
allá donde se ejerce una influencia decisiva para el bien. principios cristianos.
Atento en seguir el movimiento de las ideas, interviene a No basta poseer los principios cristianos para la acción,
tiempo para defender y promover los principios de la sana ni es suficiente tener un cierto dominio de los textos pon-
moral, apovada y prolongada por las luces de la Revelación tificios. Hay que dar un paso decisivo con la adquisición
en la legislación, las asociaciones y movimientos profesio- de los conocimientos técnicos indispensables para la ac-
nales y culturales, los medios de información; vela para tuación y con la educación social. Pero ni siauiera es esto
salvaguardar plenamente los derechos prcrroaativos de la suficiente. Se pueden elaborar magníficos programas que
persona humana frente a su destino temporal v eterno» se auedarán en... programas, si es que no se procede a la
(Pío XII, al Congreso Mariano del Canadá, 15-VIII-54). realización práctica. Como no basta a un empresario tra-
zar el programa de su empresa, si no pone en juego los
medios aue aseguren la producción y la venta del producto
en el mercado.
8.— MEDIANTE UNA ACCIÓN EFICAZ
Las palabras de Pío XII eran ya apremiantes: «Por ello
Juan XXIII nos ha resalado en la «Mater et Maeistra» nos dirigimos a los católicos del mundo entero, exhortán-
un peaueño tratado de vida cristiana aue debemos explotar' doles a no conformarse con buenas intenciones y bellos
convenientemente. En la última parte de la encíclica, la programas, sino a proceder decididamente a su realiza-
más pastoral de todas ellas por dirigirse a los cristianos ción práctica» (Pío XII, Aloe, al S. Col. Cardenalicio,
exhortándoles al cumplimiento de las orientaciones expues- 2-VI-48; Doc. Soc, p. 1128).
tas en las- tres primeras partes, ha querido señalarnos los Durante la guerra se había dirigido en términos desusados
tres momentos de la actuación del cristiano: instrucción, a los católicos del mundo entero, urgiendo la acción inme-
educación y acción. diata : «No lamentos, sino acción, es el precepto de la hora
presente; no lamentos sobre lo que es o lo que fue; sino
Nada más oportuno. Los católicos tenemos, por lo me-
reconstrucción de lo que surgirá y debe surgir para bien
nos entre nosotros, una especial predisposición a quedar-
de la sociedad» (Pío XII, RM. de Navidad de 1942, Col.
nos en el terreno de los principios, a perorar sin realizar.
Ene., 3 ed., p. 429).
Hasta en muchas organizaciones de tipo apostólico se ad-
vierte que han franqueado un primer paso, introduciendo
la preocupación por la actuación de los militantes en el
mundo; pero quedándose muy frecuentemente en el te-
56 HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO
EN EL MUNDO SIN SER DEL MUNDO 57

tudes heroicas y sacrificios heroicos» (Pío XII, Mensaje


a los católicos alemanes, 3-XI-50. Anuario Petras, n. 71).
9. — Y GRANDES SACRIFICIOS

Hay que disipar entre los católicos la creencia de que 10. — EN LA TAREA MÁS GRANDIOSA
este mundo puede arreglarse mediante un procedimiento
mágico que lo solucione todo sin sacrificio de nadie. Nin- Terminemos ya. He querido mostrar a lo largo de la
guna tarea verdaderamente grande se ha realizado sin charla que la actuación temporal del cristiano, en contra
costosos sacrificios y ésta es la más grande de todas en el de los partidarios del espiritualismo desencarnado, de los
orden humano. abstencionistas por diversos motivos, es algo específico del
El sacrificio afectará a todos los grupos sociales y para seglar que desarrolla normalmente su tarea en el mundo.
cada uno de ellos ha de presentar distintas modalidades; Juan XXIII nos ha hablado de ello largamente en la
pero en unas charlas dedicadas principalmente a profe- «Mater et Magistra». Allá se nos dice que la actuación tem-
sionales es preciso declarar con toda lealtad que vuestro poral del cristiano responde perfectamente al plan de la
grupo, por otra parte no el más favorecido de la actual Providencia y que debe ser fuente de perfección personal
sociedad, ha de afrontar sacrificios muy grandes con au- para cada uno de los que ardorosamente se entregan a
téntico espíritu de servicio. ella.
Hoy en día otros grupos en nuestro país ni siquiera Se nos dice también que esta actuación temporal cons-
con grandes sacrificios alcanzan el nivel de vida que puede tituye un verdadero apostolado, aunque no en la misma
considerarse mínimo en nuestra civilización. Vuestro línea que el apostolado jerárquico, deshaciendo las objecio-
grupo, hablaremos de ello más largamente, ocupa una nes que de siempre han tendido a acumular los «espiri-
buena posición en nuestra sociedad y no encuentra difi- tualistas». «Viene a ser un trabajo que no sólo contribuye
cultad mayor para una cierta holgura de vida que, en al- a su propia perfección sobrenatural sino también a exten-
gunos casos, pasa de verdadera holgura para transformar- der y difundir en los otros los frutos de la redención, y a
se en auténtico lujo. Una sana justicia distributiva pide fecundar con el fermento evangélico la civilización en que
que los sacrificios se repartan proporcionalmente entre los se vive y se trabaja» («Mater et Magistra», Ed. de la HOAC,
ciudadanos y cese la desigualdad irritante que nos tocará n. 262).
examinar. Nos queda por hacer una última afirmación y por de-
La admonición de Pío XII a los católicos alemanes no moler el último reducto de los opuestos a la actuación
ha perdido actualmente entre nosotros, en estos momentos temporal. Es verdad que constituye un apostolado, nos
de desarrollo económico: «Ser cristiano exige también im- dirán, pero no comparable al tradicional; siempre ha de
periosamente virtud y sacrificio. Siempre lo ha exigido; quedar firme que lo primario y fundamental es lo otro.
pero hoy lo exige muy especialmente, y no raras veces, vir- No entremos en comparaciones odiosas, ni confunda-
mos las distintas funciones de la Jerarquía y los seglares
58 HACIA UN CRISTIANISMO ABULTO

en la edificación del Reino de Dios. Lo único que nos in-


teresa, lo que es verdaderamente importante para los cris-
tianos que se han comprometido o ven la necesidad de
comprometerse en la actuación temporal, es conocer el
pensamiento del Magisterio en este punto. Con esta cita-
ción termino hoy:
«El llamamiento que Nos hicimos el año pasado a los
católicos alemanes se dirige también a los apóstoles se-
glares de todo el mundo, donde quiera que reinen la téc-
nica y la industria: «Una tarea importante os incumbe
SEGUNDA PARTE
—les decíamos—, la de dar a este mundo de la industria
una forma y una estructura cristiana... Cristo, por quien
todo ha sido creado, el Dueño del mundo, sigue siendo
también Dueño del mundo actual, pues también éste está
llamado a ser un mundo cristiano. A vosotros toca grabar- PRINCIPIOS PARA LA ACCIÓN
le la huella de Cristo» (Mensaje al Kolner Katholikentag,
2 de septiembre de 1956). Esta es la más pesada, pero
también la tarea más grande del apostolado del elemento
seglar católico» (Pío XII, Disc. al Congr. Mund. de Apost.
Seglar, «Ecclesia», 19-X-57).
Señores, lo acabáis de oír. No solamente la actuación
temporal del cristiano está recomendada, sino ordenada.
No solamente es buena, sino que constituye una tarea apos-
tólica verdadera. No solamente realizáis un apostolado,
sino que la actuación temporal, en las condiciones que he
intentado definir, es la tarea más pesada, pero la tarea
más grande del apostolado que debéis desarrollar los se-
glares. Hasta mañana.
Mis queridos amigos:

Posiblemente la charla de ayer le habrá parecido a


más de uno como una de tantas especulaciones a que tan
aficionados somos los cristianos. Los cristianos tenemos
mala prensa en el mundo de la eficacia; se nos acusa de
ineficaces, de estar llenos de buenas intenciones, pero de
ser totalmente inútiles cuando se llega al terreno de los
hechos.
¿Para qué tanta demostración —dirá alguno— sino
para disfrazar el poco interés que se tiene en la actuación
temporal verdadera, en la que pretende una eficacia y un
cambio reales en nuestro mundo? Ya no es ocasión de dis-
quisiciones, de saber si un cristiano debe mantenerse ale-
jado del mundo o debe comprometerse lealmente y parti-
cipar en las principales preocupaciones que asaltan al
hombre contemporáneo. Es la hora de actuar, abandonan-
do de una vez las sutilezas intelectuales.
Para un cristiano no se trata de sutilezas, sino de fun-
damentar debidamente su acción en el mundo, con objeto
de evitar lo que cada día realizan numerosos hombres com-
prometidos: no -saber por qué y para qué luchan. Para un
cristiano que sabe de la existencia de la vida eterna que
62 HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO PRINCIPIOS PARA LA ACCIÓN 63

aquí comienza, pero que se consuma fuera del ámbito de en nombre de la Iglesia porque no es de su competencia;
la Historia, la pregunta acerca de si debe comprometerse ni en nombre de ninguna ciencia, porque afortunadamente
o no, no es en manera alguna ociosa. tal receta no existe. Tenemos que trabajar todos, cada
Resuelta ayer la cuestión en sentido afirmativo, tenemos uno en su campo propio, para hallar aquellas soluciones
que dar hoy un paso más y muy importante para aproxi- que mejor se adapten a las situaciones cambiantes.
marnos a aquello que pedía Pío XII y que nuestros contem- En la primera parte de la charla, trataré dos temas de
poráneos corean: Ha llegado la hora de la acción. El pue- tipo general que todavía paralizan las fuerzas de muchos
blo, con su lenguaje expresivo y su fundamento en las católicos en discusiones bizantinas. En la segunda, procu-
grandes intuiciones, suele pedir hechos que corroboren las raré una exposición sintética de los principios fundamen-
palabras; el lenguaje de los hechos es el que convence y tales que deben presidir la construcción del orden social
hoy prontamente se llama charlatán a quien no confirma nuevo,
las convicciones con la conducta.
Hay algo de lo que no duda uno que desea comprome-
terse : la existencia de una injusticia social en el mundo, la
necesidad de cambiar algo que no se halla de acuerdo con
los principios cristianos. Es una intuición confusa en mu-
chos, pero no por ello menos firme. No se sabría explicar
con detalle en qué consiste en los diversos sectores de la
vida humana; pero nadie nos podría convencer de lo con-
trario, aunque no supiésemos contestar a sus argumentos.
Sin embargo, a la hora de comenzar la construcción de
ese mundo más ajustado a los principios cristianos, cons-
trucción en la que iremos de la mano con otros hombres
no cristianos pero que aceptan los grandes principios del
Derecho Natural, inevitablemente se plantea esta pregun-
t a : ¿Con arreglo a qué principios comenzaremos la cons-
trucción? ¿Por dónde tendremos que abordar la tarea?
La Iglesia no puede proporcionarnos las fórmulas prác-
ticas de la construcción del mundo; no es de su compe-
tencia, como vimos ayer. El que pretenda hallar en una
exposición de la doctrina de la Iglesia la receta mágica
que le solucionará todos los problemas de orden político,
económico o estrictamente social sufrirá una inevitable
decepción. Yo no os puedo proporcionar la receta mágica
I

Cuestiones previas

¿SANTIDAD O REFORMA DE ESTRUCTURAS?

La cuestión parece chocante propuesta de esta forma;


pero no ha sido elegida arbitrariamente. Desde hace largo
tiempo se viene hablando del tema y los católicos aparecen
escindidos en dos campos, a pesar de la existencia de una
doctrina suficientemente clara y de los datos que la misma
experiencia nos ha proporcionado.
Ninguno de los dos bandos establece el dilema como si
necesariamente la elección de uno de los términos haya de
eliminar al otro. Al contrario, las dos partes piensan que
se han de conseguir los dos objetivos; la diferencia reside
en que mientras los primeros creen que hay que comenzar
por la reforma personal, los segundos opinan que esta se
obtendrá como resultado de la creación de las condicio-
nes favorables mediante la reforma de las estructuras. Es
una cuestión de cronología la que se discute, pero que
envuelve otros aspectos de fondo.
66 HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO PRINCIPIOS PARA LA ACCIÓN 67

rior que de alguna manera imaginamos cuando menos, al


A. — Los partidarios de la reforma interior. tratar de hacer avanzar a una persona por la vida cristiana
hay que tener en cuenta lo que la herencia le dejó positiva
Su mentalidad podría traducirse fielmente de la si- o negativamente. Es verdad que la persona se hace por* el
guiente forma: «llagamos primeramente santos; la refor- trabajo de la libertad sobre los datos que nos proporciona
ma vendrá inevitablemente». Consciente de los peligros la naturaleza, pero los datos no son menos ciertos y con
que encierra toda clasificación arbitraria, me atrevo, sin ellos hay que contar siempre.
embargo, a identificar a los partidarios de esta postura con Y se cuenta en realidad; se cuenta con los datos que
el sector conservador de los cristianos. Admiten perfecta- acabo de mencionar; pero se cuenta mucho menos, si real-
mente que el mundo necesita alguna reforma, pero la con- mente cuentan de alguna manera, con los datos del mundo
templan con excesivo miedo. exterior, con la influencia del medio ambiente, de la clase
Sus puntos de apoyo son fuertes en un clima cristiano, social, del trabajo que se realiza, etc., etc.
ya que la vida cristiana en definitiva mira a un cambio Contra todos los determinismos hay que defender la
personal e intenta que cada persona se ponga en marcha libertad humana y afirmar la falsedad de aquellos; pero
hacia la santidad. Habrá que conservar de su postura esta esto no nos exime de admitir los condicionamientos de la
insistencia en la reforma interior, sin la cual no se cum- libertad. El hombre no es solo interioridad; está situado
plen los objetivos principales que pretendemos, aunque se en una sociedad, pertenece a un grupo social, se desarrolla
consigan algunas reformas de tipo social. en una civilización que no es igual en todos los tiempos y
Su defecto radical, a mi entender, se halla en que no lugares; el trabajo que realiza le marca profundamente;
han comprendido bien la estructura y dinamismo de la en una palabra: el hombre es un ser social y hunde las
vida personal; ni tampoco el dinamismo de la vida cris- raíces de su personalidad en las estructuras, instituciones,
tiana, y que no se resuelve en una simple interioridad, sino etcétera, en que vive.
que reclama y exige una proyección exterior y visible. De aquí que el empeño de lograr la santidad sin tener
En realidad parten de una concepción individualista en cuenta las circunstancias exteriores sea un empeño
de la persona humana. Cuando hablan de santidad están vano. Es verdad también que algunos hombres, seres ex-
pensando en dos cosas: en la extirpación progresiva de los cepcionales sin duda, son capaces de emerger del medio
defectos que se oponen a la vida cristiana y en el desarro- social y lograr su santidad gracias a las dificultades que
llo de las virtudes entendidas de forma excesivamente in- encuentran en su camino; pero esa no es la realidad de
dividualista y sin tener en cuenta el mundo en que esa todos los hombres. No hay más remedio que tener en
persona tiene que vivir. Es como si en un árbol considera- cuenta las «clases medias de la santidad».
sen solamente el tronco, las ramas, las flores... olvidando Si, al estudiar las causas de la descristianización, todos
la importancia de las raíces. admiten, en una u otra medida, la influencia ejercida por
Porque la persona humana no es en realidad esa estatua las condiciones en que se desenvuelve la civilización técni-
que vemos desde el exterior y solamente ese mundo inte- ca, particularmente para los trabajadores, parece obvio
68 HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO
PRINCIPIOS PARA LA ACCIÓN 69

que sean tenidas también en cuenta a la hora de renovar


intentado vivir su vida cristiana dentro de un cuadro de
el mundo desde sus cimientos. La inmensa mayoría de los
estructuras e instituciones opuestas en gran parte a los
hombres encuentra demasiadas dificultades en nuestro
principios cristianos. Vida cristiana individualista, que no
mundo.
se ha preocupado excesivamente de la reforma de un mun-
Todavía habría que oponer una dificultad más radical
do apartado de la inspiración.
que atañe a la esencia misma de la vida cristiana y yo no
La toma de conciencia de la importancia que para la
puedo más que mencionar. Se habla de hacer santos para
vida cristiana tiene el cuadro de estructuras e institucio-
que transformen después el mundo. ¿No ha llegado el mo-
nes en que se mueve ha sido fruto de una larga serie de
mento de preguntarse si, para el seglar de vocación nor-
causas. El desarrollo de la sociología y particularmente de
mal, es posible una santidad sin esfuerzo por transformar
la sociología religiosa; el estudio de las causas de descris-
el mundo?
tianización de los grupos sociales; los esfuerzos de pene-
El P. Y. de Montcheuil afirmaba muy agudamente: «El tración evangélica por parte, sobre todo, de los movimien-
deseo de santidad personal, si quiere llegar hasta el extre- tos especializados; un estudio más detenido y científico
mo de sus exigencias, no exige solamente una lucha en el del mismo hombre... todo ha contribuido a terminar con
interior contra los defectos personales y, en las relaciones la concepción individualista.
sociales, un esfuerzo de caridad individual a favor de los
En lugar destacado hay que colocar la influencia ejer-
que la Providencia pone en contacto inmediato con noso-
cida por la doctrina marxista y sus relaciones; no pre-
tros; pide una lucha contra todas las injusticias, contra
cisamente por la contaminación que se haya podido sufrir
todas las instituciones falseadas que, en el plano humano,
—que tampoco se puede negar en algunos casos—, sino
se oponen a la comunión de las personas, porque engen-
por la perspectiva que ha abierto sobre las relaciones en-
dran el aislamiento, la envidia y el odio. No hay santidad
tre lo económico y lo ideológico. Sin aceptar en modo al-
reflexiva sin que se preste atención no solamente al estado
guno la unilateral y exclusivista tesis, al menos en las
de nuestras relaciones individuales con el prójimo, sino al
formulaciones más radicales, de la infraestructura y la
estado de nuestras relaciones sociales y de las institucio
superestructura, se puede dar por adquirido el influjo y
nes que las expresan» (Y. de Montcheuil, «Problemes de
condicionamiento real que la vida económica ejerce sobre
vie spirituelle», p . 165).
todas las actividades espirituales.
Los más radicales han pasado fácilmente a otra conclu-
sión de enorme gravedad. Para ellos, solamente el comu-
B. — Los partidarios de la reforma de estructuras. nismo es capaz de transformar radicalmente este mundo
y crear las condiciones para que todos los hombres pue-
Forzosamente tenía que producirse una reacción entre dan vivir una vida plenamente humana. Conclusión cierta-
los católicos contra la posición anterior que ha predomina- mente inaceptable desde el punto de vista doctrinal;
do durante largo tiempo. Desde el derrumbamiento del desmentida terminantemente por las realizaciones histó-
orden medieval hasta época muy reciente los católicos han ricas que vamos contemplando.
PRINCIPIOS PARA LA ACCIÓN 71
70 HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO
solución viable para la construcción de un mundo mejor,
La equivocación en los principios ha llevado a un dis- habrá que esforzarse por cambiar las estructuras e insti-
tanciamiento tal en las conclusiones que ha merecido la tuciones de acuerdo con principios cristianos u otros. En
reprobación oficial de la Iglesia. Los partidarios de la todos los casos, se concede la primacía, en el orden del
tesis más radical establecen un razonamiento que puede tiempo, a la reforma de estructuras sobre la reforma in-
formularse así: Las condiciones en que vive el mundo de terior de las personas, aunque en orden de importancia
los trabajadores son tales que no permiten normalmente pase ésta por delante de aquélla,
una vida cristiana para la mayoría. Pero solamente el co-
munismo es capaz de transformar el mundo y organizar
otro en que se supriman esas condiciones y el hombre
C. — Doctrina pontificia.
pueda alcanzar la humanidad indispensable. Por consi-
guiente, los cristianos deben apoyar la acción del comu- La Iglesia no admite semejante dilema, ni siquiera cro-
nismo en todo el mundo hasta lograr su establecimiento
nológicamente hablando, sino que se decide por una si-
total. Solamente entonces se podrá proceder a la evange-
multaneidad de las reformas, más acorde con la doctrina
lización.
y con la misma experiencia. De esta manera el problema
La conclusión parece monstruosa, pero es lógica con- debatido queda resuelto doctrinalmente, aunque en la prác-
secuencia de las premisas que se han colocado. Hay que tica siempre cabe una acentuación mayor o menor según
desenredar la madeja del equívoco situado en las premi- las tendencias de cada cristiano, su situación particular
sas para poder combatir la conclusión. y su propia experiencia.
Lo que nos interesa a nosotros aparece con una luz des-
Ayer veíamos que la Iglesa pide la actuación temporal
lumbrante. La santidad es un empeño imposible en las
de los cristianos y rechaza las doctrinas del falso espiri-
actuales condiciones; no sólo la santidad, pero ni siquiera
tualismo. De intento dejé para esta ocasión un texto de
la predicación del mensaje evangélico a la mayoría de los
Pío XII en que aparecen reunidas las diversas facetas que
hombres. Todo ello solamente conduce en unos pocos a
el problema presenta y en que se ve con claridad que la
las «mixtificaciones de la vida interior», mientras que la
perfección de la vida cristiana incluye la acción para trans-
inmensa mayoría ni siquera se halla preparada para escu-
char el mensaje. formar el mundo. Larga es la citación, pero clara y de
gran densidad doctrinal.
La línea de acción es igualmente clara. Puesto que no
existen las condiciones indispensables para la tarea apos- «Que no se extinga en vosotros ni se haga débil la voz
tólica, lo primero que hay que abordar es la reforma de insistente de los dos Pontífices de las Encíclicas sociales,
estructuras; después vendrá la evangelización y será posi- que proclaman gravemente, a los que creen en la regene-
ble la reforma interior. En el caso de la postura radical, ya ración sobrenatural de la humanidad, el ineludible deber
hemos visto que la reforma de estructuras se ha de reali- moral de cooperar al ordenamiento de la sociedad y, en
zar mediante el apoyo de los cristianos al comunismo; en modo especial, de la vida económica, excitando a la acción
el caso de los que no admiten el comunismo como única no sólo a quienes participan de dicha vida, sino también
72 HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO PRINCIPIOS PARA LA ACCIÓN 73

al mismo Estado. ¿No es esto un deber sagrado para todo trario, todos los esfuerzos serán estériles...» (Pío XI,
cristiano? ...No os conduzcan a engaño los suscitadores «Q. Anno», Col. Ene. A. C, p. 418, n. 52)
de errores y de teorías malsanas, perversas corrientes, no La contestación se encuentra en parte en la misma En-
de crecimiento, sino más bien de corrupción y de destruc- cíclica y, sobre todo, en la cuarta parte de la «Mater et
ción de la vida religiosa; corrientes que pretenden que, ai Magistra» Es preciso distinguir entre una minoría de
pertenecer la redención al orden de la gracia sobrenatural hombres capaces de emerger de una situación y luchar
y al ser, por lo tanto, obra exclusiva de Dios, no necesita contra ella; y la mayoría, que sufre demasiado pesadamen-
nuestra cooperación en este mundo... Pero votros, cons- te la influencia de las estructuras, instituciones y repre-
cientes y convencidos de tan sacra responsabilidad, no os sentaciones colectivas. Como también es preciso distinguir
conforméis jamás, en el fondo de vuestra alma, con aquella el proceso primero de educación y la acción de enverga-
general mediocridad pública en que el común de los hom- dura capaz de restaurar el orden social entero.
bres no puede, si no es con actos heroicos de virtud, ob- En primer lugar, es preciso acudir a la experiencia
servar los divinos preceptos, siempre y en todo caso invio- para reafirmar una vez más el peso de la organización
lables» (Pío XII, 50 Aniversario de la «Rerum Novarum», social sobre la mayoría de los hombres, incluso cuando ese
Col. Ene. A. C, pp. 472-473). peso no es advertido por la creación de hábitos que con-
Este texto nos aclara negativamente la cuestión; nos forman al hombre con la sociedad en que vive. Una parte
confirma en aquello que nos decía ya el P. Y. de Mont- de las llamadas «técnicas del hombre» buscan afanosa-
cheuil de la santidad del seglar situado en el mundo. A mente esta integración del hombre en nuestra sociedad
los que quisieran comenzar por hacer santos para cambiar actual, haciendo desaparecer la inadecuación mediante el
posteriormente las estructuras la Iglesia responde que el cambio del hombre, no por la transformación de la so-
trabajo para cambiarlas, la actuación temporal, es uno de ciedad.
los elementos integrantes de la vida cristiana en la me- Nos decía Pío XI casi como continuación del párrafo
dida de la condición y posibilidad de cada uno. anteriormente citado: «Todos se impresionan casi única-
mente con las perturbaciones, calamidades y ruinas tem-
Todavía cabría afrmar que, aceptada la conclusión an-
porales. Y ¿qué es todo esto, mirando con ojos cristianos,
terior, hace falta un período de preparación, sin el cual
como es razón, comparado con la ruina de las almas? Sin
no es posible la transformación cristiana del mundo. In-
embargo, se puede decir sin temeridad que las condicio-
cluso alguna frase de Pío XI, que tan fuertemente insistió
nes de la vida social y económica son tales, que a una gran
en la necesidad de reforma de estructuras, inclina en ese
parte de los hombres les crean las mayores dificultades
sentido.
para cuidarse de lo único necesario, s u salvación eterna»
«Pero si consideramos este asunto más diligente e ín- (Pío XI, «Q. Anno», Col. Ene. de A. C , p . 418, n. 53).
timamente, decía el Pontífice, claramente descubriremos Si esas condiciones crean las mayores dificultades a la
que a esta restauración social tan deseada debe preceder mayor parte de los hombres, si una de las causas de des-
la renovación profunda del espíritu cristiano, ...de lo con- cristianización es justamente la mala organización social,
74 HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO PRINCIPIOS PARA LA ACCIÓN 75
no se puede esperar que todos esos hombres normalmente Con la misma claridad la doctrina de la Iglesia rechaza
puedan realizar un cambio tan total en su vida, si al mis- la postura de los partidarios de la reforma de estructura
mo tiempo no se procura un cambio de la organización ante todo. La Iglesia no admite de ninguna manera la de-
social que les ha alejado de la vida cristiana. Es necesario jación de su misión evangelizadora, cualquiera que sea
que el trabajo corporal no «se convierta a cada paso en la situación social en que se encuentre la humanidad o un
instrumento de perversión» y que cese la deplorable situa- pueblo determinado en una época histórica.
ción en que «de la fábrica sale ennoblecida la materia, Reconociendo plenamente el condicionamiento de la
mientras en aquella se corrompen y envilecen los hombres». vida religiosa por las estructuras sociales, la Iglesia niega
No solamente hay que enfrentarse con la casi imposibi- terminantemente todo determinismo y afirma la posi-
lidad práctica de la mayoría, sino que tampoco la minoría bilidad individual de vivir la vida cristiana, así como la
capaz de emerger de la sociedad llevará a buen fin su tarea de predicar el mensaje evangélico. Una cosa es admitir y
mientras no entre por el camino de la educación activa. comprender las dificultades que determinadas estructuras
Es la gran lección de los movimientos especializados que presentan a la vida cristiana; otra muy distinta condicio-
Juan XXIII ha recogido en la «Mater et Magistra». nar la predicación del mensaje a la transformación de las
«El paso de la teoría a la práctica es arduo por natu- mismas. Mucho más cuando la Historia desmiente tales de-
raleza, tanto más cuanto se trata de llevar a términos con- terminismos.
cretos una doctrina social como la cristiana». «Para actuar
En el discurso dirigido por Pío XII a la Acción Católica
cristianamente en el campo económico y social difícilmen-
Italiana en 1951 existe una referencia clara a esta postura,
te resulta eficaz la educación, si los mismos sujetos no
así como su refutación. En él podemos advertir cómo el
toman parte activa en ella, y si la misma no se desenvuelve
Papa admite la influencia de la organización social en la
a través de la acción. Con razón se suele decir que no se
vida cristiana, como ya hemos visto en Pío XI; pero tam-
consigue la aptitud para ejercer la libertad rectamente,
bién la firmeza con que combate toda pretensión de subor-
sino por medio del recto uso de la libertad. Análogamente,
dinar el apostolado a la transformación social.
para actuar cristianamente en el campo económico y social
«La actividad de la Acción Católica se extiende a todo
no se conseguirá educar sino por medio del concreto ac-
el campo religioso y social, es decir, hasta donde llega la
tuar cristiano en este ámbito» (Juan XXIII, «Mater et Ma-
misión y la obra de la Iglesia. Ahora bien, ya se sabe que
gistra», Ed. de la HOAC, núms. 231-233-234).
el normal crecimiento y fortalecimiento de la vida religio-
Creo que tendría que decir bastante más cosas a este sa supone una determinada medida de sanas condiciones
respecto e introducirme más a fondo en la cuestión. Efec- económicas y sociales. ¿Quién no siente que se le oprime
tivamente, estoy íntimamente convencido de que, pasando el corazón al ver en qué medida la miseria económica y ios
de la superficie al fondo, nos encontraríamos con el gran males sociales hacen más difícil la vida cristiana según los
problema de la esencia de la misma vida cristiana. Dejé- mandamientos de Dios, y exigen con demasiada frecuencia
moslo ahora y contentémonos con estas citaciones que sacrificios heroicos? Pero de aquí no se puede concluir que
dirimen la cuestión suficientemente. la Iglesia deba comenzar por dejar aparte su misión reli-
76 HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO PRINCIPIOS PARA LA ACCIÓN 77

giosa y procurar ante todo la curación de la miseria so ma social, porque la caridad no tolera semejantes dilacio-
cial. Si la Iglesia ha sido siempre solícita en la defensa y nes y en cada momento estamos obligados a hacer el bien
promoción de la justicia, ella, ya desde el tiempo de los posible. Se engañan igualmente los que quieren abandonar
Apóstoles, aun ante los más graves abusos sociales, ha toda tarea apostólica para realizar la reforma social, espe-
cumplido su misión, y, con la santificación de las almas y rando volver a aquella una vez que se hayan establecido
con la conversión de los sentimientos internos, ha tratado las debidas condiciones. Para ser verdaderamente cristia-
de iniciar el remedio incluso de los males y daños sociales, no hay que abordar las dos reformas simultánea y decidi-
persuadida como está de que las fuerzas religiosas y los damente.
principios cristianos valen, más que otro medio cualquie-
ra, para conseguir su curación» (Pío XII, 3-V-51, a la A.C.
Italiana, Col. Ene. 5 ed., p. 1252, n. 4).
Más tarde, y aprovechando la misma significativa fiesta ¿JUSTICIA O CARIDAD EN LA REFORMA SOCIAL?
de la vez anterior (la de la Ascensión), se dirige a las
A.C.L.I. insistiendo en el mismo punto; pero de una ma-
nera particular en la necesidad de la conversión interior De nuevo nos encontramos con otro de los temas que
para trabajar en la reforma de estructura*. El texto, de han constituido y siguen constiuyendo motivo de polémica
manera extremadamente densa, compendia la postura de entre católicos y no católicos. Entre los católicos porque,
la Iglesia frente a dos concepciones de la vida cristiana como en el problema anterior, se dan dos tendencias extre-
igualmente erróneas. mas e igualmente viciosas que se enfrentan sin llegar ja-
«Se engañan, por lo tanto, aquellos católicos, promo más a un acuerdo; con los no católicos porque general-
tores de un nuevo orden social, que defienden lo siguien- mente suelen mirar con compasión al que habla de caridad
te: Ante todo ,1a reforma social; luego ya se pensará en cuando se trata de reformas sociales.
la vida religiosa y moral de los individuos y de la sociedad. La polémica ha tenido sus razones históricas, que bre-
En efecto; no se puede separar la primera cosa de la se- vemente examinaré, pero prácticamente tenía que haber
gunda, porque no se puede desunir este mundo del otro, terminado, una vez que el Magisterio ha deslindado los
ni partir en dos al hombre que es un todo viviente» (Pío XII, campos, haciendo más comprensibles las relaciones exis-
14-V-53, Disc. a las A.C.L.I., Col. Ene. A.C, 5 ed., p. 1598, tentes entre las dos virtudes. No es así, sin embargo, sobre
número 7). todo entre nosotros, que recogemos con retraso lo que se
Resumiendo podríamos decir que la Iglesia pide la re- discute y se habla en el mundo. Ayer veíamos que contra
forma de costumbres y la de estructuras; que estas refor- la actuación temporal de los cristianos se objetaba que el
mas han de abordarse simultáneamente, puesto que no afán por la justicia tendía en muchos cristianos al menos-
es posible la una sin la otra en la unidad viviente que es el precio de la caridad; cuando ésta es la virtud que debe
hombre cristiano. Se engañan los que pretenden una san- solucionar los problemas de la vida social. En el extremo
tidad desencarnada, que después se ocuparía de la refor- contrario nos encontramos con los defensores a ultranza
78 HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO PRINCIPIOS PARA LA ACCIÓN 79

de la justicia, que estiman peligrosa la intromisión de la gobierno, mientras de esa función quedan excluidos los
caridad en estas cuestiones. demás grupos sociales. Hoy no se admite que las enormes
diferencias en la vida social y económica tenga su origen
en las leyes inmutables cuyo curso no se puede torcer, sino
A- — Por qué se ha planteado el problema. que los hombres se proponen como tarea de primordial
importancia cambiar la organización económica y social.
Ricos y pobres, opresores y oprimidos ha habido siem- No bastaría, sin embargo, la conciencia de la injusticia
pre en el mundo. En ninguna época histórica los hombres para explicar plenamente lo que sucede en nuestro mundo,
han conseguido una organización social tan perfecta que si al mismo tiempo el hombre contemporáneo no creyese
haya provocado el unánime asentimiento de sus miembros en la posibilidad de solucionar este estado de cosas. Los
y las luchas de los pobres contra los ricos, de los goberna- avances científicos y técnicos dejan vislumbrar la posibi-
dos para limitar el poder de los gobernantes constituyen lidad de llegar a una solucón, al menos parcial, de los más
un elemento de primordial importancia en la complicada graves casos de injusticia. Una mayor igualdad entre los
trama de la historia. hombres, el acceso a los bienes materiales y culturales
Pero existen grandes diferencias entre unas y otras por parte de todos los hombres, son objetivas que se con-
épocas, tanto en cuanto a la organización social, como en templan como posibles para un futuro próximo.
cuanto a la conciencia que la sociedad tiene de sus propios Durante el s. XIX han tenido lugar dos fenómenos de
problemas. Durante larguísimos períodos de tiempo la so- incalculable alcance. Por una parte, ha nacido el proleta-
ciedad se ha encontrado dividida en estamentos jerarqui- riado industrial, como fruto particular del sistema cono-
zados, a los cuales se pertenecía por nacimiento, sin que cido con el nombre de capitalismo liberal; masa de hom-
a nadie se le ocurriese preguntar por la justicia o injusticia bres que han vivido en condiciones infrahumanas, someti-
de tal jerarquización. Es verdad que repentinamente es- das a una explotación inicua que ha provocado una espan-
tallaba la revuelta largamente incubada; pero no pretendía tosa miseria material y moral. Por otra, el proletariado
normalmente acabar con el orden establecido, sino más industrial adquirió conciencia de la explotación injusta de
bien significaba una protesta contra los abusos dentro del que era objeto y ha llegado a la conclusión de que existen
orden y el deseo de ponerles término. posibilidades para salir de ella organizando una sociedad
Los tiempos han cambiado y hoy los hombres no admi- en que todos puedan ser hombres.
ten lo que anteriormente no planteaba problemas. Existe Eso pensaba el proletariado industrial, agitado por di-
una conciencia de injusticia, producto de causas comple- versas corrientes ideológicas que explicaban su situación
jísimas que no tengo tiempo de examinar ahora y que han e impulsaban a encontrar una salida a la misma. Los capi-
actuado desde hace largo tiempo sobre la mentalidad del talistas liberales pensaban de manera muy distinta, al
hombre contemporáneo. Hoy, por ejemplo, la mayoría de menos en la vida corriente, prescindiendo de las compli-
los hombres del mundo que se llama civilizado no admite caciones de pensamiento de los grandes teóricos. Para el
que un grupo social tenga una función permanente de capitalista liberal corriente, todo lo que sucedía era prác-
80 HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO
PRINCIPIOS PARA LA ACCIÓN 81
ticamente inevitable y consecuencia del funcionamiento
de las leyes económicas que su naturalismo social les hacía nos proporcionan tan abundantemente; mientras la otra,
concebir como inmutables. Por increíble que nos parezca compuesta de ingente muchedumbre de obreros, reducida
hoy, así han pensado... y así piensan todavía muchos de a angustiosa miseria, luchaba en vano por salir de la es-
los privilegiados de nuestra sociedad. trechez en que vivía» (Pío XI, «Q. Anno», Col. Ene. A.C.,
La pretendida absoluta libertad de los contratos hacía p. 389, n. 2).
creer al liberal que la justicia se había salvado en la vida El Papa ha planteado el problema social sin disimulos,
económica. Consecuentemente no se podía hablar de jus- con la valentía que le caracterizaba, con un lenguaje que
ticia al tratar de arreglar las deplorables consecuencias un pobre sacerdote no podría utilizar porque sería tachado
que el sistema acarreó consigo. La mseria de lo-s prole- inmediatamente de demagogia Dos clases sociales dividi-
tarios era inevitable desde el punto de vista económico das, una diferencia enorme entre ambas. He aquí el primer
y debida, en buena parte, a su mala administración, holga- aspecto del problema social que se completa con dos ca-
zanería, etc., etc. racteres : los que disfrutan de los bienes de la civilización
En este ambiente se mueven los católicos durante la son unos pocos; la mayoría se encuentra en una angustio-
segunda mitad del s. XIX; quiero decir los católicos que sa miseria. Veamos las soluciones que los diversos grupos
ocupan posiciones privilegiadas y que van a constituir proponen:
poco a poco casi la exclusiva clientela de nuestras iglesias. «Era un estado de cosas al cual con facilidad se avenían
Los obreros católicos se hallan ya en minoría y práctica- quienes, abundando en riquezas, lo creían producido por
mente aplastados por los que utilizan la religión para cu- leyes económicas necesarias; de ahí que todo el cuidado
brir sus injusticias. Solamente unos cuantos hombres para aliviar esas miserias lo encomendaran tan solo a la
generosos, pertenecientes a la aristocracia o al grupo de caridad; como si la caridad debiera encubrir la violación
los intelectuales, perciben el problema y procuran descu- de la justicia, que los legisladores humanos no sólo tolera-
* brir una solución con mayor o menor fortuna, con medios ban, sino aun a veces sancionaban» (ídem).
más o menos adecuados.
Es imposible extenderse en el comentario de este párra-
La situación ha sido maravillosamente descrita por fo lleno de intención, que cabe aplicar en su plenitud a
Pío XI al principio de la «Quadragesimo Anno». En primer muchas situaciones actuales. Pío XI hablaba de fines del
lugar, se describe la situación de una sociedad dividida en siglo pasado, pero en ciertos aspectos no hemos superado
dos clases que luchan encarnizadamente. todavía aquella etapa. Se podrían encontrar muchos cató-
«En efecto, cuando el s. XIX llegaba a su término, el licos, también en nuestras organizaciones apostólicas, a
nuevo sistema económico y los nuevos incrementos de la los que conviene enteramente el juicio del Pontífice. Se
industria en la mayor parte de las naciones hicieron que la podrían encontrar muchos mecanismos, de nuestra vida
sociedad humana apareciera cada vez más claramente di- social que de hecho favorecen tales situaciones.
vidida en dos clases: la una, con ser la menos numerosa,
Claro que los obrero* no pensaban como los capitalis-
gozaba de casi todas las ventajas que los inventos moder-
tas liberales. «Al contrario, los obreros, afligidos por su
angustiosa situación, la sufrían con grandísima dificultad
PRINCIPIOS PARA LA ACCIÓN 83
82 HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO
y se resistían a sobrellevar por más tiempo tan duro yugo... ees fueron rechazados como peligrosos innovadores, otras
Así también pensaban muchos católicos, sacerdotes y se- encontraron obstáculo entre sus mismas filas, en los de-
glares, que... no podían convencerse, en manera alguna, fensores de pareceres contrarios...» (ídem).
de que tan grande y tan inicua diferencia en la distribu- No es preciso continuar. El resultado lamentable es la
ción de los bienes temporales pudiera en realidad ajustarse apostasía de las masas obreras, el gran escándalo del s. XX,
a los designios del Creador Sapientísimo» (ídem). como decía el mismo Papa. Los obreros se han encontrado
El cuadro aparece perfecto. La mayoría de los católicos con condiciones objetivas de vida que dificultaban la prác-
que ocupan posiciones privilegiadas en la vida económica tica de la virtud y con una actitud de los católicos privi-
y social no se plantea problema alguno de justicia ni en legiados que les ha alejado de la Iglesia.
cuanto a la distribución de los bienes ni en cuanto a la «Es, por desgracia, verdad que las prácticas admitidas
situación deprimente y opresiva en que naufraga la dig- en ciertos sectores católicos han contribuido a quebrantar
nidad de los obreros. Hay que acudir a la caridad para la confianza de los trabajadores en la religión de Jesucristo.
remediar estas miserias, puesto que la justicia ha sido No querían aquellos comprender que la caridad cristiana
cumplida en los contratos. exige el reconocimiento de ciertos derechos debidos al
Entendámonos. Hay que acudir a la caridad entendida obrero y que la Iglesia los ha reconocido explícitamente.
a su modo; es decir, a una caricatura de la caridad. La ca- ¿Qué decir de ciertos patronos católicos que en algunas
ridad se reduce prácticamente a las llamadas obras de partes consiguieron impedir la lectura de Nuestra encí-
caridad, como medio de cubrir la violación de la justicia clica «Quadragesimo Anno» en sus iglesias patronales?
y de mantener en pie unas estructuras que segregan la ¿Qué decir de aquellos industriales católicos que todavía
injusticia. Se practican las obras de caridad en la medida no han cesado de mostrarse, hasta hoy, enemigos de un
suficiente para que los obreros continúen viviendo some- movimiento obrero recomendado por Nos mismo?». (Pío
tidos a la misma inicua explotación. Cada uno puede hacer XI, «Divini Redemptoris», Col. Ene. A. C, p. 452, n. 50).
el inventario de las cosas que conoce, para saber si la men- La reacción se tenía que producir necesariamente con
talidad que denunciaba Pío XI ha desaparecido. esa desmesura que es propia de toda reacción, con el clá-
La suerte de los otros, de los que querían una renova- sico movimiento pendular que lleva al extremo contrario.
ción más a fondo, estaba echada. Fueron combatidos sa- Frente a una caridad limitada a «las obras de caridad»,
ñudamente dentro del mismo campo católico, tachados de mantenedora de una situación, injusta, nació el afán de
revolucionarios y otras cosas peores en nombre de una solucionar la cuestión social, de organizar la sociedad
ortodoxia que servía a los privilegiados para mantener su nueva sobre bases de justicia exclusivamente. La caridad
posición de privilegio. Nos lo va a decir el mismo Pío XI. se había revelado sumamente peligrosa para las reformas
«En tan doloroso desorden de la sociedad buscaban sustanciales que había que acometer; en adelante se pres-
éstos sinceramente un remedio urgente y una firme defen- cindiría de ella.
sa contra mayores peligros; pero por la debilidad de la
Dolorosa reacción que se funda, como la posición an-
mente humana, aun en los mejores, sucedió que unas ve-
ii-rior, en una profunda ignorancia de lo que es la caridad.
84 HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO PRINCIPIOS PARA LA ACCIÓN 85

Para decirlo todo, hay que confesar que la enseñanza de (ídem, p. 354, n. 3). «Pero lo más grave es que el remedio
los manuales contribuyó en gran medida a esta confusión, por ellos propuesto es una clara injusticia porque la pro-
al alejarse de la enseñanza tradicional. La influencia libe- piedad privada es un derecho natural del hombre» (ídem,
ral se hacía sentir también en los autores, que no supieron n. 5). «Como los efectos siguen a su causa, así el fruto del
desprenderse del complejo individualista. La mayor parte trabajo en justicia pertenece a quienes trabajaron» (ídem,
de nuestros manuales se resienten todavía de él y no han p. 356, n. 8).
sabido integrar la dimensión social del hombre en la Hablando ya del remedio que propone la doctrina cris-
moral. El abismo se había abierto, pero el Magisterio ha- tiana señala que «toda la enseñanza cristiana, cuyo intér-
blaría hasta dejar en claro la cuestión. prete y depositaría es la Iglesia, puede en alto grado con-
ciliar y poner acordes mutuamente a ricos y proletarios,
recordando a unos y otros sus mutuos deberes, y ante todo
B. — La doctrina pontificia los que la justicia les impone» (ídem, p. 359-360, n. 15).
«Y el principalísimo entre todos los deberes de los
Presenta una perfecta continuidad desde León XIII amos es el dar a cada uno lo que se merezca en justicia.
hasta Juan XXIII, por mencionar solamente a los Papas Determinar la medida justa del salario depende de mu-
que han creado un cuerpo de doctrina social. En realidad chas cosas...» (ídem, n. 17). También cuando habla de la
la doctrina pontificia es la misma doctrina tradicional que acción del Estado indica que «entre los muchos y más gra-
Santo Tomás trazaba perfectamente en su tratado de la ves deberes de los gobernantes solícitos del bien público,
justicia; hasta el punto de que los Papas mencionan la se destaca primero el de proveer por igual a toda clase de
doctrina del santo continuamente. ciudadanos, observando con inviolable imparcialidad la
León XIII comienza con una afirmación que echaba justicia» (ídem, p. 365, n. 27). En el mismo orden de cosas
por tierra la creencia de los liberales de finales de siglo: «no es justo —ya lo hemos dicho— que el ciudadano o la
las relaciones sociales han de regirse por la virtud de la familia sean absorbidos por el Estado; antes bien, es de
justicia y los males que padece la sociedad proceden de justicia que a uno y a otra se les deje tanta independen-
una violación de la misma. cia...» (ídem, p. 366, n. 28).
Al comienzo de la «Rerum Novarum», León XIII afir- Hablando de los derechos de los obreros afirma: «Nadie,
ma que «la conciencia de Nuestro Apostólico oficio Nos por lo tanto, puede impunemente hacer justicia a la dig-
incita a tratar la cuestión de propósito y por completo, de nidad del hombre, de la que Dios mismo dispone con gran
modo que aparezcan claros los principios que han de dar reverencia...» (ídem, p. 368, n. 32). Hablando del salario
a esta contienda la solución que exigen la verdad y la jus- que ha de percibir el obrero, expone la doctrina que se
ticia». (León XIII, «Rerum Novarum,» Col. Ene. A. C, p. ha hecho célebre, por ir en contra de los postulados del
353, n. 1). !••" i capitalismo liberal: «Si él, obligado por la necesidad, o
Al hablar de los intentos socialistas de entonces los con- por miedo a lo peor, acepta pactos más duros, que hayan
dena porque «es, además, injusto por muchos títulos» de ser aceptados —se quiera o no se quierra— como im-
PRINCIPIOS PARA LA ACCIÓN 87
86 HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO

este único precepto supremo de la verdadera caridad, una


puestos por el propietario o empresario, ello es tanto como
someterse a una violencia contra la que se revuelve la caridad que prive al obrero del salario al que tiene estricto
justicia» (ídem, p. 370, n. 36). derecho no es caridad, sino vano nombre y mero simulacro
Me he extendido tanto en las citaciones de León XIII de caridad». (Pío XI, «Div. Redemp.», BAC Doc. Sic, p.
para mostrar la continuidad de la doctrina de la Iglesia, 871, n. 50).
pues en cuanto a los demás Pontífices las cosas son sobra- Pío XII ha continuado en la línea de su Predecesor.
damente claras. Como él ha establecido dos normas universales de las rela-
ciones sociales: la justicia y la caridad, que se complemen-
Pío XI negaba que la libre concurrencia pudiera ser el
tan, como señalaremos más tarde. Por lo que respecta a
principio rector de la actividad económica y ponía las
la necesidad de la justicia, recordemos los siguientes tex-
bases en las dos virtudes sociales: «Así que se ha de bus-
tos:
car algo superior y más noble para regir con severa inte-
gridad aquel poder económico; a saber: la justicia y la «¿Cómo, pues, incribir esta caridad efectiva y eficaz en
caridad social» (Pío XI, «Q. «Anno,» Col. Ene. A. C, p. el orden económico y social del mundo contemporáneo;
410, n. 37). cómo inscribirla, por supuesto, en términos de justicia;
porque, para ser auténticamente verdadera, la caridad
Más adelante añade: «Las relaciones que anudan el uno
debe tener siempre en cuenta la justicia a instaurar y no
al otro (capital y trabajo) deben ser reguladas por las leyes
contentarse con paliar los desórdenes y las insuficiencias
de una exactísima justicia conmutativa, apoyada en la ca-
de una condición injusta?» (Pío XII, Carta a la Semana
ridad cristiana» (ídem, p. 413, n. 41). «Finalmente, las ins-
Social Francesa, 7-VII-52, BAC Doc. S o c , 1129-1130, n. 5).
tituciones de los pueblos deben acomodar la sociedad en-
tera a las exigencias del bien común, es decir, a las reglas «La caridad podrá llevar, ciertamente, algún remedio a
de la justicia social...» (ídem, idem). muchas injusticias sociales, pero no basta: ante todo es
preciso que florezca, domine y se aplique realmente la
La justicia como norma de las relaciones sociales, que
virtud de la justicia». (Pío XII,» Evangelii Praecones»,
no tiene por qué entrar en colisión con la caridad, como
2-VII-51; «Ecclesia», 7-VII-51).
veremos posteriormente, aparece en su debido puesto en
Ni siquiera es necesario mencionar la enseñanza de
las siguientes palabras de Pío X I :
Juan XXIII por lo reciente. Bastaría ver el número de ve-
«Pero la caridad no puede atribuirse este nombre, si
ces que en la Encíclica se hace referencia a la «justicia y
no respeta las exigencias de la justicia; porque, como en-
equidad», a la justicia y humanidad» para convencernos
seña el apóstol, quien ama al prójimo ha cumplido la ley.
de la continuidad de la enseñanza pontificia.
El mismo apóstol explica a continuación la razón de este
Por último, abundando en el mismo sentido, los Metro-
hecho: pues «no adulterarás, no matarás, no robarás...»,
politanas españoles han insistido en la necesidad de la
y cualquier otro precepto en esta sentencia se resume:
justicia como reguladora de las relaciones sociales. Decían
«Amarás al prójimo como a ti mismo». Si, pues, según el
en la Instrucción colectiva de 3 de Junio de 1951:
apóstol, todos los deberes, incluso los más estrictamente
obligatorios, como el no matar y el no robar, se reducen a «La virtud de la caridad con el prójimo es muy excelsa,
88 HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO PRINCIPIOS PARA LA ACCIÓN 89

es también muy bella y atrayente; pero no creáis jamás a la ley de la justicia se una la ley de la caridad, que es vín-
que pueda suplir la de la justicia; ésta ha de ir por delante culo de perfección. Cómo se engañan aquellos incautos
y en primer lugar. De nada le ha de servir al que se haya reformadores que desprecian soberbiamente la ley de la
enriquecido con injusticias el practicar a manera de ador- caridad, cuidando sólo de hacer observar la justicia con-
no y muy trompeteadas algunas limosnas. Las limosnas mutativa...» (Pío XI, «Quadragesimo Anno,» Col. Ene. de
que Dios premia con la vida eterna son las que se prac- A. C , 5 ed., p . 421, n. 56).
tican cumplida primero toda justicia...» (Metropolitanos En el mismo sentido se manifiesta Pío XII: «La justi-
Españoles. Instrucción colectiva de 3-VI-51. «Ecclesia», cia tiene como misión establecer y guardar intactos los
30-VI-51, p. 9). principios de este orden de cosas que es la base primera
Establecida la primera parte, fácil resulta probar que y principal de una sólida paz. Sin embargo, por sí sola no
la doctrina de la Iglesia no abandona a la sola justicia el puede triunfar de las dificultades y obstáculos que muy
arreglo de las cuestiones sociales y la construcción de una a menudo se oponen al establecimiento y consolidación de
sociedad más humanamente organizada. Juntamente con la la paz...» (Pío XII, Mensaje de Pascua, 9-IV-39. Cia. Eglise
justicia, la caridad debe informar todas las relaciones so- et Soc. Econ., p. 223).
ciales. Las razones en que se basan los Pontífices son variadas.
Evidentemente este pensamiento se encuentra ya en Pío XI con León XIII insiste en que sólo la caridad es
León XIII: «...hagan cuanto puedan en trabajar por la capaz de unir los corazones, aunque la justicia sea capaz
salvación de los pueblos y sobre todo procuren defender de terminar con las luchas sociales; pero añade que «todas
en sí y encender en los demás, grandes y humildes, la ca- las instituciones destinadas a consolidar la paz y promover
ridad, que es reina y señora de todas las virtudes. Porque la colaboración social, por bien concebidas que parezcan,
la deseada salvación debe ser principalmente el fruto de reciben su principal firmeza del mutuo vínculo espiritual
una gran efusión de la caridad» (León XIII, «Rerum Nova- que une a los miembros entre sí; cuando falta ese lazo de
rum,» Col. Ene. A. C, 5 ed., p. 376-377, n. 48). unión, la experiencia demuestra que las fórmulas más
Pío XI, que tan fuertemente subrayó la misión de la perfectas no tienen éxito alguno...» (Pío XI, «Q. Anno».
justicia como reguladora de las relaciones sociales, que in- Col. Ene. A. C, 5 ed., p. 421, n. 56).
trodujo el término «justicia social» en la doctrina ponti- Quizás Pío XII da un paso más, advirtiéndonos sobre la
ficia, es terminante al exponer la necesidad de la caridad dificultad de practicar la justicia si el corazón no está ani-
junto a la justicia. mado por la caridad:
Recordemos el texto ya transcrito en que la regulación «Por eso, si a la inflexible y rigurosa justicia no se une
de la vida económica se otorga a la «justicia y la caridad en fraternal alianza la caridad, muy fácilmente los ojos del
social». Enfrentándose con los que orgullosamente pre- espíritu se ven impedidos de ver los derechos de los otros
tenden resolverlo todo con la justicia declara de manera como por una nube; los oídos se hacen sordos a la voz
categórica: de esa equidad que, con. una prudente y benévola aplica-
«Mas para lograr establecer todo ello, es menester que ción, puede desenmarañar y resolver con orden y según la
90 HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO

recta razón las controversias más ásperas y complicadas».


(Pío XII, Mensaje de Pascua, 9-IV-39).
Podríamos decir como conclusión que las dos virtudes
regulan enteramente las relaciones sociales; la caridad es
el alma de la justicia, la que permite su realización y es-
clarece sus preceptos; pero más allá de la justicia une
los corazones y prepara la unión de la sociedad como for-
mando una gran familia.
II

Un orden social para la persona humana

Dilucidadas dos cuestiones de principio, no hemos he-


cho más que desbrozar el camino para mostrar la doctrina
de la Iglesia respecto a la edificación de una sociedad al
servicio del hombre. La Iglesia no nos suministrará las
fórmulas técnicas porque no son de su competencia; pero
tampoco se limita a decir que hay que reformar las estruc-
turas juntamente con el interior del hombre; ni tampoco
a promulgar los principios o normas reguladoras de la
vida social. La justicia y la caridad sociales son suscepti-
bles de una concreción mucho mayor, aun sin descender
al terreno técnico,
Conviene insistir, sin embargo, por las confusiones que
continuadamente se producen aun entre los cristianos, a
pesar de la claridad y nitidez de la doctrina. Para muchos,
entre los que se incluyen numerosos católicos, la doctrina
de la Iglesia es objeto de comparación con otros sistemas
políticos, económicos y sociales. No es raro oír que la so-
lución de la Iglesia es mejor o peor que el capitalismo, el
socialismo o el comunismo.
92 HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO
PRINCIPIOS PARA LA ACCIÓN 93
El error se comprende en uno que no sea creyente. El
que carece de perspectiva religiosa generalmente no ve lidas solamente para un tiempo y lugar determinados, si-
más que el aspecto puramente humano de las cosas; cuan- gue siendo distinta de cualquier sistema y se halla en otro
do se enfrenta con la doctrina de la Iglesia en materia plano. En todo momento tenemos que ver en ella el punto
social, normalmente cree encontrarse con una doctrina po- de vista religioso-moral, que puede inspirar numerosas so-
lítica o económica más, comparable con los demás sistemas luciones, pero que no se identifica con ninguna de ellas.
existentes. La reducción de toda realidad a lo que sucede Punto de vista religioso-moral no quiere decir punto de
en este mundo, le incapacita para percibir el punto de vis- vista ineficaz; al contrario, los principios que vamos a
ta religioso-moral propio de la enseñanza de la Iglesia. enunciar son capaces de permitirnos un juicio acerca de
Más extraño es que esto mismo suceda entre los cató- la sociedad en que vivimos y también acerca de los pro-
licos ; más extraño todavía que el caso se dé con frecuencia gramas que se elaboran para su transformación. Son ca-
anormal entre los muy practicantes. Cada vez que aparece paces de orientarnos en la búsqueda de soluciones negativa
a la luz pública un documento pontificio sobre materias y positivamente; negativamente, en cuanto nos apartan de
sociales, experimentan un secreto malestar y hasta se per- los caminos que llevarían al aplastamiento del hombre;
miten comentarios desfavorables como: «La Iglesia no de- positivamente, en cuanto que nos trazan directrices sufi-
bería meterse en política»; «Esto no hace más que desunir cientemente concretas para establecer un orden social en
a los católicos», etc. el respeto a la persona humana en las distintas activida-
En el fondo revelan un desconocimiento radical de la des que implica la convivencia.
esencia misma de la vida cristiana y de la potestad de Es verdad que para que los principios de la doctrina
la Iglesia para intervenir en estas cuestiones desde su par- social de la Iglesia demuestren su eficacia se precisa vues-
ticular punto de vista. De ahí que también entre ellos sur- tro concurso, el de los seglares católicos, porque la doc-
jan las comparaciones de la doctrina de la Iglesia con otros trina, como decía Juan XXIII en la «Mater et Magistra»,
sistemas, alabando a derecha o izquierda las virtudes del debe traducirse en realizaciones concretas. La ineficacia
capitalismo o del socialismo; criticando la falta de concre- no puede ser achacada a la doctrina, sino a nuestra pereza
ción o la excesiva concreción de los principios. Todo ello mental, a nuestra cobardía y a nuestro gusto por el con-
procede de la misma fuente: la ignorancia del punto de formismo y la comodidad.
vista peculiar de la doctrina de la Iglesia. La asimilación
de la doctrina a un sistema más entre otros existentes o
posibles se hace inevitable. LA PERSONA HUMANA CENTRO DE LA DOCTRINA
Contra tales desviaciones, y antes de comenzar el estu- SOCIAL
dio de los grandes principios, que aún habremos de con-
cretar más, interesa poner de manifiesto que la doctrina
de la Iglesia, hasta en las concreciones últimas, hasta No creo que sería fácil encontrar hoy un solo sistema
cuando desciende a las sugerencias y recomendaciones vá- en que la persona humana no figure como meta de la or-
ganización social. Ha sido tan fuerte el sobresalto produ-
94 HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO PRINCIPIOS PARA LA ACCIÓN 95

cido por el aplastamiento del hombre en el mundo con- lidad de los hombres para llevarlos a la práctica integral-
temporáneo, que nadie se atreve a formular un sistema mente.
que no tenga como objeto salvar al hombre en peligro. Su- No es fácil mantener el equilibrio y poseer una sana
cede aquí algo parecido a lo que viene aconteciendo con concepción del hombre en la vida social, como prueban
la libertad o la democracia. No hay un -solo gobierno que las desviaciones que se registran constantemente en la his-
no se declare partidario de la libertad y de la democracia, toria de la humanidad. El hombre es un ser misterioso en
aunque en la práctica una y otra queden preteridas y ol- el que se pueden distinguir dos vertientes o aspectos com-
vidadas. plementarios, pero cuya exageración conduce a las dos des-
Tampoco parece dudoso que en nuestros días las viola- viaciones clásicas: el individualismo y el colectivismo'.
ciones de la persona van alcanzando un volumen y unas
características que provocan justamente la alarma de to-
dos. El progreso evidente realizado en otros sectores, cien- 1. — CONCEPCIÓN INDIVIDUALISTA
tífico, técnico, etc., quizás quede compensado en parte por
el estancamiento y hasta la regresión que se observa en La concepción individualsta, por lo que respecta a las
otros. relaciones entre el hombre y la sociedad, subraya uno de
Se ha hablado tanto del desfase entre progreso técnico los aspectos verdaderos, pero ignora o minimiza el otro.
y moral que casi no merece la pena insistir en ello. Es po- La persona humana es más bien considerada como simple
sible que los pesimistas hayan también exagerado lo malo individuo en una concepción atomista y mecánica, deriva-
que se encuentra en nuestro mundo. En todo caso, a medio da de las concepciones científicas y filosóficas imperantes
camino y por encima de todo pesimismo u optimismo irrea- en el siglo xvm.
les, adoptemos la conclusión más sensata; lo que se llama Los individualistas saben que el hombre vive en socie-
progreso es una noción ambigua y es difícil afirmar el pro- dad, pero su concepción de la vida social se ajusta a los
greso sin más puntualizaciones, como también resulta cánones individualistas. La sociedad es mera suma de in-
aventurado abandonarse al pesimismo y desgañitarse con- dividuos, sin que tenga consistencia propia y, en definitiva,
tra el mundo de la técnica y la socialización. se ha dicho todo lo que había que decir de la vida social
Todos los sistemas afirman la primacía del hombre y en cuanto se han examinado las relaciones entre los indi-
se confiesan al servicio del mismo. Todos los sistemas pre- viduos.
sentan grandes deficiencias en las realizaciones por ellos En esta concepción se ignora por completo o se mini-
inspiradas. Pero tenemos necesidad de establecer una dife- miza el aspecto social del hombre. Las relaciones sociales
rencia fundamental entre unos y otros; algunos sistemas del hombre aparecen como algo completamente exterior
fallan porque la concepción que sostienen del hombre es a su vida, pero que proceden de su simple individualidad;
una concepción viciada por algún error; las deficiencias no se ve que el hombre es social fundamentalmente y que
de los otros no se refieren a los principios, sino a la debi- la vida social le transforma y configura desde el interior.
Parece como si se pensase que la vida social es un mal
96 HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO PRINCIPIOS PARA LA ACCIÓN 97

menor que habrá que aceptar, desconociendo las tenden- formulé personalmente en un coloquio. La respuesta fue
cias del hombre a la comunión con los demás. una nueva pregunta que se me hacía: «Para Vd., ¿qué es
superior, el hombre o la especie?». La pregunta es ambigua,
pero suficiente para conocer la mentalidad del que la ha-
2. — CONCEPCIÓN COLECTIVISTA cía: era un colectivista.

Ya sé que es aventurado utilizar un término tan equí-


voco, pero estimo que nos entendemos cuando afirmo que 3, _ CONCEPCIÓN CRISTIANA
la concepción colectivista carga el acento en la colectivi-
dad, en el conjunto, convirtiendo en realidad a la persona La Iglesia se ha enfrentado siempre con este problema
en simple instrumento de aquélla. de las relaciones entre persona y sociedad, porque el pro-
Como el individualismo, el colectivismo es tan viejo blema siempre ha existido, aunque la formulación actual
como la misma humanidad. Siempre ha existido y siempre se deba al desarrollo de la Sociología.
existirá el peligro de las dos desviaciones, porque las dos, La respuesta de la doctrina social de la Iglesia no puede
como siempre sucede, se apoyan en un fundamento ver- ser más clara. La persona humana es el origen, sujeto, fun-
dadero. damento y fin de la vida social. De ahí una consecuencia
El colectivismo insiste en el aspecto social del hombre, de la que en seguida hablaremos: la sociedad se halla al
desde un punto de vista individual, y en la importancia de servicio de la persona y no al revés.
la colectividad, desde el punto de vista de la sociedad. Esta Esta primacía de la persona, la Iglesia la ha podido des-
no se reduce a las meras relaciones interpersonales, sino cubrir a través de la misma razón, por lo que puede coin-
que implica mucho m á s ; de la misma manera que el hom- cidir en la apreciación con otros sistemas personalistas,
bre no es pura intimidad, hasta el punto de que Marx ha aunque no sean de origen cristiano. Pero la Revelación ha
podido decir que el hombre prácticamente se reduce a sus
venido a añadir un fundamento mucho más sólido, al dar-
relaciones sociales.
nos noticia del origen y el fin sobrenatural a que el hombre
El colectivismo tiende, aunque no lo quiera, por más está destinado, así como de la dignidad fundamental que
que afirme su voluntad de salvar a la persona humana, a
este fin le confiere y los derechos que le acompañan.
degradarla y hacerla desaparecer bajo el peso de la vida
El P. Calvez ha podido decir que la antropología en que
social. La persona queda convertida finalmente en un ins-
se funda la doctrina social de la Iglesia descansa, a su vez,
trumento de la vida social, a la que se concede una entidad
en la persona de Cristo. A través de Él y en Él la Iglesia
superior. Claro que las matizaciones y gradaciones dentro
conoce como nadie lo que es la persona humana. Cada
del pensamiento colectivista, como en el seno del indivi-
hombre es como una imitación del modelo divino y debe
dualista, tienden al infinito.
esforzarse por la reproducción fiel del original; pero no
Quizás pueda expresarse la opinión de algunos de ellos
una reproducción y una semejanza exteriores, sino desde
por medio de la respuesta que dieron a una pregunta que
dentro, en cuanto que el hombre es transformado radical-
98 HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO PRINCIPIOS PARA LA ACCIÓN 99

mente por la participación en la vida divina que genero- La concepción cristiana del hombre se halla alejada de
samente se le ha ofrecido. todo individualismo, pero se aparta terminantemente de
Así no extrañará la postura intransigente de la Iglesia todo colectivismo que desconoce en definitiva el valor
al defender la primacía de la persona humana sobre la de la persona y la sumerge en la marea de la Historia, en
sociedad. Esta aparecerá como el «medio natural» para el el devenir de la Naturaleza o en la sociedad considerada
desarrollo de la persona, tendrá una cierta consistencia como transpersonal.
propia, pero jamás podrá tomar a la persona como instru- Esta concepción del hombre y también de sus relacio-
mento para la realización de sus fines, sino que para la nes con la sociedad nos permite emprender la construc-
sociedad la persona humana debe ser considerada en todo ción de una nueva sociedad alejada de toda clase de ilu-
momento como un fin. siones y de utopías, de signo individualista y colectivista.
La doctrina de la Iglesia en manera alguna puede con- Es un criterio de gran trascendencia práctica, del que se
fundirse con el individualismo. Este desconoce en su pro- derivarán principios más concretos para la acción social
fundidad el aspecto social del hombre. La Iglesia comienza del cristiano.
por aceptar el dictamen de la razón que nos asegura que
el hombre es un ser social y le añade el peso de la Revela-
ción. La salvación no es asunto puramente individual, sino
DIGNIDAD DE LA PERSONA Y DERECHOS
que tiene, como se dice hoy, una estructura fundamental-
mente comunitaria. La vida cristiana es eminentemente FUNDAMENTALES
personal, pero, por eso mismo, comunitaria.
La Iglesia sabe por la razón que la persona se perfec-
ciona en la comunión con los demás hombres. La persona Seguramente no ha habido, ni ha podido haber, época
humana es apertura, entrega, reconocimiento de los demás en la Historia en que tanto se hable de los derechos funda-
y reconocimiento por los demás; es comunión o pide la mentales de la persona humana. Las declaraciones en este
comunión. La consideración de que las necesidades huma- sentido abundan y hasta presentan coincidencias alentado-
nas piden la vida social y la cooperación viene después del ras, aunque haya divergencia en los principios que preten-
examen de esa estructura más fundamental del mismo den fundamentar los derechos.
hombre. Descendiendo, sin embargo, al terreno concreto en que
La Iglesia sabe por la Revelación que la perfección cris- pretendemos movernos, mi impresión particular es más
tiana del hombre se halla en la caridad, en la comunión dura. Tengo la convicción de que una buena parte de los
sobrenatural, que es una comunión de personas en la per- hombres, de que una parte muy considerable de nuestro
sona de Jesucristo, una comunión de bienes que se expresa propio pueblo ignora la dignidad fundamental de la per-
también en la Comunión de los Santos; y una comunión sona humana y los derechos que de ella se derivan.
en la acción encaminada a la salvación de todos los No me fijo exclusivamente en el impresionante número
hombres. de violaciones de que es objeto la persona entre nosotros.
100 HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO PRINCIPIOS PARA LA ACCIÓN 101

Estas siempre han existido y seguirán existiendo, aunque ejercitando los derechos fundamentales el hombre desa-
nuestra tarea es reducir en lo posible tales aberraciones, rrolla sus posibilidades y responde a la vocación a la que
acercándonos cada vez más al ideal humano y cristiano a ha sido llamado. Un hombre que no puede ejercitar sus
la vez. Mucho más peligroso me parece que fallen los cri- derechos fundamentales ve truncada o disminuida su po-
terios y que no se tenga conciencia de haber hecho algo sibilidad de hacerse verdaderamente hombre. Un cristiano
mal al atropellar la dignidad de cada persona y suprimir normal que no pudiera ejercitar los derechos más funda-
de alguna manera sus derechos efectivos. mentales no podría realizar plenamente su vocación de
Es posible que la mayor laguna que exista en la menta- cristiano, que es una vocación de libertad, de libre res-
lidad de muchos cristianos en este orden de cosas sea la puesta al llamamiento de Dios.
de desconocer que la persona humana se halla adornada de Una sociedad que no respete los derechos fundamen-
una suprema dignidad de la que derivan derechos funda- tales de sus miembros es una sociedad mal constituida.
mentales que nadie puede violar. Es muy fácil que el ver- Es lo aue quería decir Pío XII en su famoso Radiomcnsaje
balismo sea uno de los defectos en que normalmente in- de 1942:
currimos. Se acepta teóricamente todo lo que nos dice «Quien desea que aparezca la estrella de la paz y se de-
Nuestro Señor en los Evangelios... hasta el momento en tenga sobre la sociedad, contribuya por su parte a devolver
que hay que realizar la aplicación, todavía teórica, a la si- a la persona humana la dignidad que Dios le concedió desde
tuación práctica. Las Bienaventuranzas nos entusiasman el principio; opóngase a la excesiva aglomeración de los
hasta el momento en que tratamos de ver cómo hemos de hombres, casi a manera de masas sin alma; a su inconsis-
traducirlas a la vida cotidiana. tencia económica, social, política, intelectual y moral, a su
El pensamiento de la Iglesia es bien claro. La persona falta de sólidos principios y de profundas convicciones, a
humana está adornada de una eminente dignidad, que le su exhuberancia de excitaciones instintivas y sensibles, y
confieren su cualidad de ser espiritual, en el orden mera- a su volubilidad; favorezca por todos los medios lícitos,
mente humano; y su condición de hijo de Dios desde el en todos los campos de la vida, aquellas formas sociales
punto de vista de la Revelación. La persona humana es que posibiliten y garanticen una plena responsabilidad per-
el supremo valor, sometida a Dios, y jamás puede ser to- sonal, práctica realización de los siguientes derechos fun-
mada como medio por nadie. damentales de la persona: el derecho a mantener y des-
De esa doble dignidad, natural y sobrenatural, fluyen arrollar la vida corporal, intelectual y moral...».
unos derechos fundamentales, que sirven a la persona para A continuación el Papa enumera unos cuantos derechos
realizar su vocación. El hombre tiene como quehacer prin- fundamentales, sin pretender una exposición exhaustiva
cipal el de hacerse hombre, no el hacer cosas simplemente; de los mismos. Todos ellos pueden integrarse cómoda-
desde un punto de vista sobrenatural su quehacer princi- mente en los tres derechos que ha mencionado al princi-
pal es el convertirse en hombre cristiano. pio: a la vida corporal, intelectual y moral.
Este quehacer principal del hombre se logra a través
del ejercicio de los derechos fundamentales de la persona ;
PRINCIPIOS PARA LA ACCIÓN 103
102 HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO

católicos de izquierda y de derecha, decididos a utilizar los


procedimientos del terrorismo en la lucha por el poder o
1. — DERECHO A LA VIDA CORPORAL
en la represión de los mismos intentos?
Una de las mavores lacras de nuestro siprlo xx es la rea-
No me es posible el análisis ni siquiera de los derechos
parición de la tortura que la penetración de las ideas cris-
fundamentales más importantes en la situación concreta
tianas, el cultivo de la razón v la consideración del hombre
de nuestro mundo. Me limitaré a insinuar algunos de ellos,
habían hecho casi desaparecer. Y no es lo peor aue hava
haciendo ver los desafueros que se cometen y que a veces
reaparecido la tortura, ni siauiera practicada por católi-
no provocan el menor movimiento de indignación por-
cos : mucho peor es la defensa de la tortura como nrocedi-
que... precisamente se han hecho corrientes.
miento para el logro de los obietivos políticos, aun en el
¿Es necesario que diga que el primer derecho a la vida
terreno de los princinios. por católicos de buena voluntad
corporal es el derecho a nacer? ¿Tendré que insistir en las
pero terriblemente ignorantes de la doctrina cristiana, aun-
violaciones que sufre este derecho fundamental en nuestra
que la dortrina social de la Tslesia hava sido deHaradn ñor
civilización neomalthusiana? No lo creo; este es uno de los
Juan XXTTI «parte integrante de la concepción cristiana
derechos que todavía afortunadamente se mantienen cla-
de la vida».
ros por lo general. La práctica de procedimientos anticon-
Pío XTT fue terminante en sus declaraciones. Solamente
cepcionistas es sentida por muchos como una falta, aun-
la ignorancia puede excusar tantas violaciones: la ignoran-
que vaya empeorando la situación.
cia no culpable, no la ignorancia del aue prefiere seguir
Derecho a la vida, mis queridos amigos. Pero, ¿se pue-
siendo ignorante para excusarse del cumplimiento de pre-
de hablar de derecho a la vida en un mundo en que tan
ceptos clarísimos.
fácilmente se suprime a los hombres? ¿Tendremos que to-
«La instrucción indicia!, decía el Papa, debe excluir la
mar en serio este derecho fundamental en una época en
tortura física v el narcoanálisis; en primer lugar, noraue
que se vuelve a matar a los hombres por cualquier causa,
lesionan un derecho natural, aun cuando el acusado sea
y hasta sin causa alguna, por simple diversión?
realmente culpable; v, en segundo lugar, poroue muv a
Tengo para mí que una de las principales deficiencias menudo dan resultados erróneos. No es raro aue logren
de nuestra educación hace ya muchos años es el no haber exactamente las confesiones deseadas por el tribunal v la
sabido inculcar a los cristianos el respeto a la vida huma- condena del acusado, no poraue éste sea de hecho culpa-
na. ¿Cómo se explica que tantos católicos hayan ordenado ble, sino porque su energía física y psíquica se ha agotado
o contribuido a suprimir la vida de muchos hombres por y, en consecuencia, está dispuesto a hacer todas las decla-
la simple oposición de credos políticos, cuando no por raciones aue se auieran...» (Pío XII. TMsc. al VI Congreso
ofensas estrictamente personales? Internacional de Derecho Penal, 3-X-53. Doc. Jur. de la
¿Cómo explicarnos el constante recurso a la violencia BAC, pp. 406-407).
de la peor especie en las relaciones sociales, sino porque A continuación cita una declaración hecha en el mismo
ha fallado algo básico y sustancial, sacrificado al imperio sentido el año 866 por el gran Papa Nicolás I y exclama:
de la eficacia? ¿Cómo no lamentar la conducta de bastantes
104 HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO PRINCIPIOS PARA LA ACCIÓN 105

«¡Quién no desearía que durante el largo intervalo


transcurrido desde entonces no se hubiese jamás apartado 2. — DERECHO A LA VIDA INTELECTUAL
la justicia de esta regla! El hecho de que sea necesario
recordar esta advertencia, dada hace mil cien años, es una Los atentados a los derechos fundamentales que asisten
triste señal de los extravíos de la práctica judicial en el al hombre en su vida corporal son frecuentes e importan-
siglo xx». (Id., id.). tes; pero la importancia aumenta cuando lo que se halla
Todo ello por no hablar de otras violaciones de este de- en juego es la vida intelectual del hombre. Me limitaré a
recho fundamental en la aplicación de los conocimientos una breve referencia.
científicos. La Biología ha realizado avances tan conside- El hombre es un ser dotado de inteligencia y el objeto
rables que el hombre se muestra justamente orgulloso de de esta facultad es la verdad; una verdad que también se
ellos. ¿Se respeta siempre al hombre en las manipulacio- puede y se debe escribir con mayúscula, ya que la inteli-
nes a que pueden dar lugar los conocimientos científicos? gencia del hombre no puede descansar sino en la posesión
Algunas frases del biólogo materialista Jean Rostand per- de la Verdad.
miten la duda. Todo hombre tiene, por consiguiente, derecho a la ver-
«Algo en nosotros impide nuestra adhesión a ese dad. Sería sumamente instructivo recordar las continuas
mundo organizado, controlado, tecnicizado, standardizado, amonestaciones de Juan XXIII respecto a la verdad, pero
aséptico, blanqueado de todas las taras, purificado del no es esta la ocasión. Únicamente veremos cómo se con-
azar, del desorden, del riesgo... ¿Estamos seguros de que culca este derecho a la verdad en nuestra sociedad contem-
a fuerza de progreso no acabaremos barriendo un no sé poránea mediante procedimientos que los antiguos no po-
qué, que hace que se soporte el viejo mundo imperfecto dían utilizar por falta de desarrollo de la técnica.
y que se encuentre incluso la fuerza de acompañarle hasta Se ha hablado de la Prensa como el cuarto poder. Y
el fin? Sí, ciertamente, será la edad de oro... Nacidos de hov habría que hablar de nuevos y mavores poderes para
semillas seleccionadas, provistos de genes sin defecto, me- referirnos a la radio y la televisión. Todos hemos experi-
jorados por hormonas superactivas y por la ligera correc- mentado su influencia y sabemos cómo estos medios de
ción del encéfalo, todos los hombres serán bellos, inteli- comunicación configuran a los hombres de nuestro tiempo.
gentes. Se vivirá doscientos años o más. No habrá fracasos, El lenguaje, el canto popular, los modos de sentir y reac-
angustias, dramas. La vida será más segura, más fácil, más cionar, las actitudes ante los acontecimientos, etc., etc., se
larga... Pero, ¿merecerá la pena de ser vivida?» (J. Ros- deben en gran parte a la influencia y fastidiosa uniformi-
tand, «Peut-on modifier l'homme?»). dad, que nada tiene que ver con la ansiada unión de los
Y en otro lugar se pregunta si no habrá llegado el mo- hombres.
mento o va a ser posible en breve plazo el desdoblamiento Podemos afirmar con seguridad que la verdad no siem-
de la personalidad de manera que un hombre pueda de- pre es respetada. Debemos afirmar aún m á s : la propagan-
cir : Yo, soy él. da en nuestro tiempo tiende a convertir a los hombres en
muñecos mecánicos, privándoles de todo espíritu crítico y
106 HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO PRINCIPIOS PARA LA ACCIÓN 107

obligándoles prácticamente a seguir los dictados de los procedentes de eso que se ha denominado retraso moral
grupos organizados: industriales, comerciantes, sindicalis- frente al progreso técnico.
tas, políticos, artistas, etc., etc. Solamente quiero indicar o prevenir que la dificultad
El lavado de cerebro es una triste realidad y cuando que encontramos para una sana vida moral en la influen-
más profundo haya sido, tanto más el hombre que lo sufre cia que ejerce la sociedad, no ha de ser limitada exclusiva-
se hallará convencido de su personalidad y se admirará mente a los problemas que plantea el sexto mandamiento;
de la coincidencia de sus opiniones con las del periódi- ni tampoco debe excluirse a éste como parecen pretender
co, de la radio... sin darse cuenta de que él no hace más algunos, en manifiesta reacción contra la tendencia a con-
que repetir las opiniones y seguir las ideas que le han im- vertir la moral en moral de sexto mandamiento.
puesto a través de los medios de comunicación. En este capítulo habría que decir algo de lo más im-
portante en la vida del hombre: derecho a la elección de
estado, etc., etc, pero escapa a las posibilidades de la
3. — DERECHO A LA VIDA MORAL
charla.
También corresponde a este apartado el derecho de
asociaciones de los hombres para la realización de fines
La responsabilidad moral nace de esa condición que
particulares, de acuerdo con el bien común. Tema de gran
distingue al hombre de los demás seres de nuestro plane-
actualidad, ahora que la Iglesia vuelve a insistir en la ne-
ta. El hombre no solamente es inteligente, sino que, apo-
cesidad de los organismos intermedios entre el Estado y
yándose en la inteligencia es libre y, como tal, capaz de
las personas individuales. Hemos de abandonar el tema
responsabilidad moral. Puede y debe dar cuenta de sus
para proseguir nuestro esquema de principios.
actos.
Pero, antes de terminar este apartado sobre los dere-
Responsable de su destino en el orden natural como chos fundamentales de la persona humana, me permitiré
en el sobrenatural, el hombre necesita disponer de un mar- recurrir a la autoridad de Pío XII para destacar su tras-
gen de libertad para realizar su vocación. Pero también cendencia. Nunca insistiremos sobre ello suficientemente,
necesita el apoyo de la sociedad. El hombre es un ser so- sobre todo en una época en que se admiten demasiado
cial, entre otras razones, porque su vida moral depende fácilmente la violación de los mismos por razones políti-
de la ayuda que le presten los demás. Dicho con otras pa- cas u otras.
labras: necesitamos de la sociedad para el cumplimiento La Iglesia sostiene firmemente frente a todo positi-
de las normas morales, tanto en su conocimiento como en vismo jurídico que los derechos fundamentales los ha re-
su ejecución. cibido la persona directamente del Creador y que la socie-
Quizás sea éste el punto en que con más facilidad se dad política no hace más que reconocerlos.
advierten los fallos de nuestra civilización. Frente a los «Sin entrar en largas consideraciones teóricas, quere-
enormes beneficios que nos concede desde el punto de mos repetir y confirmar lo que frecuentemente hemos
vista material, descubrimos las lagunas y las oposiciones, afirmado y lo que Nuestros Predecesores no han dejado
108 HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO PRINCIPIOS PARA LA ACCIÓN 109
nunca de inculcar: el derecho a la vida, el derecho a la
integridad del cuerpo y de la vida, el derecho a los cuida-
dos que le son necesarios, el derecho a ser protegido de BIEN COMÜN Y DERECHOS FUNDAMENTALES
los peligros que le amenazan, son derechos que el individuo
recibe inmediatamente del Creador, no de otro hombre,
ni de grupos de hombre, no del Estado ni de grupos de Firmemente establecido el principio de la eminente dig-
Estados, n! de ninguna autoridad política». (Pío XII, Radio- nidad del hombre, de la que se derivan los derechos fun-
mensaje al VII Congr. Internac. de Médicos Católicos, damentales recibidos del mismo Creador, hemos de ver
ll-IX-56. Pensamiento Pontificio y Bien Común, n. 351). cómo se relaciona este principio con la vida social. Recor-
Por este motivo los derechos fundamentales son invio- demos una vez más el principio ya mencionado de que la
lables. No pueden ser suprimidos, ni su ejercicio imposi- sociedad es para el hombre y no el hombre para la socie-
bilitado arbitrariamente. La Iglesia se constituye en de- dad. Como decía el mismo Pío X I I : «El principio «civitas
fensora de los derechos fundamentales del hombre porque propter cives, non cives propter civitatem» es la enseñanza
reposan en la ley natural. Dicho sea esto en contra de la de los Papas León XIII, Pío X y Pío XI, no de manera
opinión demasiado extendida de que la Iglesia solamente ocasional, sino en términos explícitos, terminantes y pre-
debe preocuparse de las cosas del culto y de defender lo cisos». (Pío XII, Radiomensaje al VII Congreso Interna-
que se llama el campo eclesiástico. cional de Médicos Católicos. Id., 351).
«La Ley natural. He aquí el fundamento sobre el cual La sociedad cumple esta misión de ser el medio natu-
reposa la doctrina social de la Iglesia. Es precisamente ral y universal al servicio del hombre, mediante la búsqueda
su concepción cristiana del mundo la que le ha inspirado de su fin, que es el bien común. Con ello entramos en un
y sostenido a la Iglesia en la edificación de esta doctrina campo fecundísimo, a través de una noción propia de la
sobre tal fundamento. Cuando combate para conquistar escuela católica, cuyos términos no quedan siempre bien
o defender su propia libertad, es a la vez por la verdadera delimitados.
libertad, por los derechos primordiales del hombre por los
que la Iglesia combate. A sus ojos, estos derechos esen-
ciales son tan inviolables que, contra ellos, ninguna razón
1. — E L FIN DE LA SOCIEDAD ES EL BIEN COMÚN
de Estado, ningún pretexto de bien común podría preva-
lecer. Esos derechos están protegidos por una barrera in- Ante todo hemos de establecer el fin de la sociedad,
franqueable. Del lado de acá, el bien común puede dar le-
porque, aunque parezca increíble a estas alturas, no son
yes a su gusto. Pero del lado de allá, n o ; no puede tocar
pocos los cristianos que desconocen esta doctrina de la
estos derechos, porque son éstos lo que hay de más valioso
Iglesia. Unos ven al Estado como el enemigo que no hace
en el bien común...». (Pío XII, Disc. al Congreso de Estu-
sino poner impuestos y cargas inútiles y nocivas. Otros
dios Humanísticos, 25-IX-49. Doc. Jur de la BAC, p. 286).
estiman natural servirse de la maquinaria del Estado en
beneficio propio. Muchos aceptarían la noción de bien
110 HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO
PRINCIPIOS PARA LA ACCIÓN 111

común como fin del Estado y de la sociedad, pero desfi-


hay que referirse a todos los puntos que vamos tocando,
gurando su contenido.
particularmente a la concepción cristiana del hombre, que
«...la familia es sociedad imperfecta, porque no tiene
no es individualista ni colectivista.
en sí todos los medios para su propio perfeccionamiento;
Pío XII nos ha dado una definición del Bien Común,
mientras la sociedad civil es sociedad perfecta, pues en-
que después ha sido tomada por Juan XXIII y que se
cierra en sí todos los medios para su propio fin, que es el
viene repitiendo constantemente desde entonces. El texto
bien común temporal...». (Pío XI, «Div. 111. Magistri,
es justamente célebre y de una notable densidad, como
6-XI-29. Pensamiento Pontificio y Bien Común, n. 55).
tendremos ocasión de comprobarlo.
Expresamente se levantan los Papas contra un defecto
«La razón iluminada por la fe, señala a cada una de las
en que fácilmente pueden incurrir los que se hallen en el
personas y de las sociedades particulares en la organiza-
poder; el de convertir a la sociedad en una maquinaria al
ción social un puesto determinado y digno; y sabe, habla-
servicio de sus intereses particulares, individuales o de
remos solo de lo más importante, que toda la actividad del
grupo.
Estado, política y económica, está sometida a la realiza-
Dirigiéndose a la juventud decía Pío X I I : «...para que
ción permanente del bien común, es decir, de las condi-
el fundamento del nuevo orden social sea la justicia y no
ciones externas necesarias al conjunto de los ciudadanos
se deje de hacer ningún esfuerzo, a fin de que todos los
para el desarrollo de sus cualidades y de sus oficios, de su
ciudadanos, hasta el último, puedan vivir en condiciones
vida material, intelectual y religiosa...». (Pío XII, Radio-
por lo menos tolerables; para que toda la vida pública
mensaje Navidad 1942. Col. Ene. A. C, 5 ed, p. 211, n. 12).
mire a promover el Bien General y no los intereses parti-
En la misma noción de Bien Común aparece la preo-
culares de un partido o de una clase». (Pío XII, Disc. al
cupación de la Iglesia por la referencia a la persona. El
Movim. de la Vanguardia Católica Italiana, 4-1-48. Pensa-
Bien Común, como fin de la sociedad tiende solamente a
miento Pontificio y Bien Común, n. 208).
la realización de aquel principio fundamental: la sociedad
es el medio natural para el desarrollo de la persona hu-
mana.
2. — E L CONTENIDO DEL BIEN COMÚN
El conjunto de condiciones externas ha sido especifi-
cado sin pretensiones exhaustivas por los mismos Papas.
El Bien Común es una noción de tipo general que nos
Me limitaré a agrupar lo que en la doctrina pontificia se
dice todavía muy poco en relación con el fin de la sociedad,
dice en unos cuantos epígrafes que faciliten su compren-
aunque, por otra parte, nos dice ya mucho, en cuanto que
sión. Podríamos decir que el contenido del bien común está
se opone a que la sociedad sirva a fines particulares.
constituido por bienes materiales, culturales y espirituales,
Pero el Bien Común tiene un contenido y en los discur- necesarios todos ellos para la plena realización de la per-
sos de los Papas este contenido puede precisarse sufi- sona humana.
cientemente, examinando aquí y allá las precisiones que
los Pontífices han aportado. Para entenderlo, forzosamente
112 HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO
PRINCIPIOS PARA LA ACCIÓN 113

por falaces promesas y falsas doctrinas, se van alejando


A) Bienes económicos de la Iglesia, como si ésta ignorara o descuidara su mise-
rable suerte, cuando, por el contrario, con todos sus me-
La Iglesia, poseedora de una recta concepción del hom- dios tiende, no solo a iluminar con la verdad sus mentes,
bre, jamás lia caído en un falso espiritualismo que no no solo a elevar sus ánimos con la esperanza y aliento de
tiene en cuenta su condición de espíritu encarnado. La los bienes celestiales, sino a proveer, en cuanto está en su
Iglesia sabe que el pleno desarrollo de la persona incluye mano, sus necesidades de la vida presente». (Pío XII, Carta
también la preocupación por el cuerpo del hombre, que al Ministro General de los Capuchinos, 4-XII-49. Pensa-
forma una misteriosa unidad con el alma. Como alguien ha miento Pontificio y Bien Común, n. 218).
dicho muy acertadamente, la Iglesia es la primera que, de- Postura equilibrada y realista; criterio magnífico para
fendiendo a ultranza la espiritualidad del hombre, ha todos en la prosecución del Bien Común; punto muy im-
combatido a los herejes de todas las clases que veían el portante para el examen de conciencia de todos nosotros.
mal en la materia. ¿En qué medida está provista nuestra comunidad de los
Consiguientemente no podían faltar los elementos eco- bienes económicos? ¿Cómo está hecha la distribución de
nómicos en el contenido del Bien Común. Aunque sola- bienes? ¿Habrá que seguir impulsando al mismo ritmo el
mente sean de carácter instrumental y se subordinen a los aumento de los bienes económicos o será hora de conceder
culturales y espirituales, no por eso dejan de ser menos una mayor urgencia a los bienes culturales y espirituales?
necesarios y hasta pueden convertirse en los primeros en Preguntas que cada uno debe responder, atendiendo a su
cuanto a la urgencia de su realización. propia situación y a la de la comunidad nacional.
Sin embargo, se engañaría quien redujese el contenido
del Bien Común a los elementos de carácter económico.
Eso sería propio de una concepción materialista de la B) Bienes culturales
vida, de la que la Iglesia se aleja igualmente. La excesiva
riqueza, como la miseria abrumadora se oponen por igual No hace falta insistir en su importancia para el desa-
a la vida cristiana. rrollo de la persona humana. El hombre ha de vivir en su
«Todos conocen que en no pocas clases sociales la fe tiempo y cada época histórica presenta exigencias nuevas
cristiana languidece hasta el punto de producir con fre- en todos los órdenes. Se posee una cultura, como decía un
cuencia en las almas tedio y olvido de las cosas divinas. pensador, cuando se está en disposición de vivir digna-
Por una parte aquellos que están largamente provistos de mente y de ocupar un puesto en la sociedad en que des-
bienes no buscan a menudo otra cosa que abandonarse arrollamos nuestra existencia.
totalmente a los placeres y goces de la vida presente; y En nuestro caso concreto todavía es menos necesario
por otra, en cambio, a quellos que, angustiados por la in- encarecer la urgencia de la labor cultural. No pienso in-
digencia, deben procurarse, con sudorosa fatiga, un es- troduciros en la aridez de las cifras y de las estadísticas;
caso alimento para sí y para la propia familia, seducidos pero a nadie se le escapará la necesidad de incrementar
114 HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO PRINCIPIOS PARA LA ACCIÓN 115

los centros de todos los grados de enseñanza; de facilitar bien común por encima de las preferencias particulares.
el acceso de todos los grupos sociales, de todos los miem- Así aparece la paz como fruto del bien común, al mismo
bros capacitados y con aptitudes, a los estudios superiores; tiempo que constituye uno de sus elementos.
de trabajar para que las distintas manifestaciones artís- «La paz interna, pues, no pueden esperarla los pueblos
ticas se hallen al alcance de todos... sino de hombres —gobernantes o gobernados, jefes o
Últimamente se viene subrayando la necesidad de una meros partidarios—, que, al defender sus particulares in-
mayor preparación cultural para aumentar el rendimiento tereses y sus propias opiniones, no se obstinan ni se em-
económico. Así, se advierte la preocupación por aumentar pequeñecen en sus puntos de vista; antes bien saben
las exiguas cantidades presupuestadas en los diversos or- ensanchar sus horizontes y elevar sus miras al bien de
ganismos públicos. Es verdad que una mejor preparación todos». (Pío XII, Radiomensaje Navidad 1950. Pensamiento
cultural hará elevar la productividad, y en este sentido lo Pontificio y Bien Común, n. 247).
que se gaste en mejorar la instrucción constituye una óp- La paz, era el lema del pontificado de Pío XII, es obra
tima inversión; pero no habría que perder de vista que el de la justicia. No hay paz, ni puede existir verdadero or-
aspecto utilitario y puramente económico debe ceder la den, allá donde se viola sistemáticamente la justicia; don-
primacía a la preocupación por el perfeccionamiento del de, sobre todo, las estructuras segregan naturalmente la
hombre. El mejor rendimiento económico debe ser la injusticia. Hace poco mencionaba una frase de Pío XII don-
añadidura, que necesariamente se producirá si la población de afirma que el orden social nuevo debe fundarse sobre
aumenta su acerbo cultural. la justicia. Toda nueva citación sería estéril y superflua
ante verdad tan evidente.
La libertad es uno de los mayores bienes espirituales
C) Bienes espirituales del hombre; es la que permite*que el hombre se diferencie
profundamente de todos los demás seres en la realiza-
Hay que aclarar que cuando me refiero a bienes espi- ción de su destino; la que funda su ser moral. Hablo ahora
rituales como componentes del bien común, no he pasado de la libertad social, no simplemente de la libertad psico-
al plano específicamente cristiano, aunque los bienes sobre- lógica, sin que por eso niegue la relación que entre los dos
naturales ayuden poderosamente a su consecución. Hablo aspectos existe.
solamente de los bienes que responden a la naturaleza La doctrina de la Iglesia sobre la libertad es tan equi-
espiritual del hombre. librada que se puede comprobar simplemente con la com-
Uno de los bienes espirituales de mayor importancia paración de los textos de los últimos Papas. Mientras unos
es la paz. Solamente en un ambiente de paz y de tranqui- parecen combatir la libertad (León XIII, Pío X), los mas
lidad bien entendida encuentra el hombre las condiciones recientes se han convertido en ardientes defensores de la
necesarias para la realización de su vocación humano-cris- misma.
tiana. Y la paz surge cuando cada persona y cada grupo La oposición es solamente aparente y explicable por el
social, en el orden interno de una comunidad, busca el cambio de las circunstancias históricas, admitiendo ni
PRINCIPIOS PARA LA ACCIÓN 117
116 HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO
Estos derechos y deberes deben ajustarse cuidadosamente
mismo tiempo que, conforme transcurre el tiempo, se va y equilibrarse, de acuerdo con lo que exige la dignidad de
perfilando mejor el derecho fundamental del hombre al la persona humana y la familia por un lado, y el Bien Co-
ejercicio de su libertad. León XIII se enfrentaba con los mún por el otro». (Pío XII, Disc. al Embajador de Ingla-
abusos de la libertad provocados por un liberalismo exa- terra, junio de 1951. Pensamiento Pontificio y Bien Común,
gerado ; en tanto que Pío XII y Juan XXIII se encuentran n. 248).
ante un mundo en que la socialización y la intervención
creciente del Estado en todos los dominios van reduciendo
progresivamente el ámbito y la intensidad del ejercicio de
la libertad.
BIEN COMÜN Y DERECHOS FUNDAMENTALES
Libertad y bien común no deben oponerse sino armo-
nizarse convenientemente. Teóricamente la cuestión es'
clara; el sano ejercicio de la libertad es fundamental para Así se perfila mejor la relación del Bien Común con los
el Bien Común. A la inversa, si en nombre del Bien Común derechos fundamentales, a partir del ejercicio de la liber-
se coarta legítimamente algún ejercicio de la libertad, es tad. El planteamiento teórico es bastante claro y, sin em-
seguro que ello no redunda en perjuicio de la persona y bargo, se ha creado una verdadera confusión, base de abu-
solamente significa que un bien particular cede ante el sos en dos direcciones opuestas. O bien se sacrifican los
Bien Común, pero para la mejor realización de la persona. derechos fundamentales en nombre de un pretendido Bien
En la práctica será difícil en cada caso determinar las Común; o bien, en nombre de los derechos de la persona,
fronteras y establecer los límites con equidad. Siempre se niega la colaboración de los miembros de la comunidad
ha de correrse un riesgo, tanto menor cuanto más claros al Bien Común y se subordina éste a los bienes particu-
se hallen los principios. Una frase de Pío XII nos habla de lares.
esta armoniosa complementaridad.
«La libertad, como base de normales relaciones huma-
nas, no puede interpretarse como desenfrenada licencia, 1. — BIEN COMÚN Y BIENES PARTICULARES
ya sea de los individuos o de los partidos, de un pueblo
entero —la colectividad como se dice ahora—, o aun del La misma noción de Bien Común puede ser pervertida
Estado totalitario, que, con un desprecio absoluto, utili- por las distintas y erróneas concepciones sobre el hombre,
zará todos los medios para asegurar su propósito. No, la la sociedad y las relaciones entre ambos. La noción de Bien
libertad es algo del todo diferente. Es templo del orden Común para un liberal y para un totalitario es fundamen-
moral que se alza sobre líneas armoniosas, es el conjunto talmente distinta; las dos se diferencian a la vez de la
de derechos y deberes de los individuos y de la familia concepción católica.
—imprescriptibles algunos, aunque un aparente bien co- Para un liberal, en el sentido estricto de la palabra, el
mún se les pueda oponer—, de los derechos y deberes de bien común es simplemente la suma de los bienes particu-
una nación o Estado y de la familia de naciones y Estados.
118 HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO PRINCIPIOS PARA LA ACCIÓN 119

lares, no algo distinto de los mismos. Para un totalitario, principio proporcionan beneficios sustanciosos e inmedia-
el bien común es el bien de la sociedad en cuanto tal, en- tos a algunos empresarios, hasta que la misma vida eco-
tendida como algo transpersonal, en cuanto que conceden nómica, el clima social creado, etc., acaban convirtiendo
normalmente una entidad sustancial a la sociedad en las en ruinas lo que se creyó próspero negocio.
diversas escuelas.
La doctrina cristiana afirma la distinción entre bien
común y bienes particulares y una cierta superioridad de 2. — BIEN COMÚN REAL Y APARENTE
aquél sobre éstos, que habrá que explicar. Pero el bien
común conserva siempre un carácter eminentemente per- Los bienes particulares han de someterse al Bien Co-
sonal, no puede prescindir de la referencia a las personas. mún, como acabamos de decir, en cuanto que el Bien Co-
El Bien Común es el bien de la Sociedad en cuanto tal, mún representa al todo y el bien particular a la parte. Si
pero la doctrina católica se niega a ver en la sociedad un este principio no se pone en relación con los anteriores,
nuevo ser independiente y por encima de las personas que particularmente con la concepción del hombre y de sus
lo constituyen. derechos fundamentales, desembocamos inmediatamente
Para evitar las sutilezas que no son propias de este en el totalitarismo.
lusfar, trataré de hacer comprender la diferencia entre el Pero iustamente la doctrina cristiana evita ese escollo
Bien Común v los bienes particulares, al mismo tiempo en virtud de la coniunción de los dos nrincinios. Decía
que su estrecha conexión, mediante aleún ejemplo. Chesterton que la Iglesia nunca unía el blanco y el negro
El bien particular para un industrial puede consistir, a para crear un gris uniforme, sino oue exaltaba hasta el
primera vista, en aumentar el volumen de su negocio inde- paroxismo los dos colores para unirlos en una paradójica
finidamente, hasta asegurar el mayor beneficio o el volu- unidad. Así sucede en la doctrina del Bien Común en rela-
men óptimo de la empresa. Por otra parte, el Bien Común ción con los derechos fundamentales.
puede pedir en un momento determinado la disminución El P. Calvez ha distinguido bien entre los derechos
de la producción precisamente en ese sector económico en fundamentales y lo que él llama ventajas individuales.
que trabaja nuestro industrial. La oposición parece clarí- Estas últimas deben ceder ante el Bien Común, mientras
sima, pero es más aparente que real. que éste jamás puede violar los derechos fundamentales.
Si el industrial prosiguiese la expansión de su industria, El error de muchos consiste justamente en confundir unas
cuando en realidad perjudicaba al Bien Común, lo que su y otros.
cedería en última instancia es que toda la vida económica, Para que un hombre realice plenamente su vocación
por lo menos en el sector de que se trata, empeoraría pro- necesita ejercitar sus derechos fundamentales; pero a
gresivamente, recayendo finalmente las consecuencias en nadie se le ha ocurrido pensar que la realización plena de
el mismo industrial inmediatamente beneficiado. Es lo su vocación de hombre dependa de que posea una finca
que ha ocurrido y sigue ocurriendo con una política de de 5.000 Has. de tierra. Esta propiedad es una ventaja in-
bajos salarios, si éstos van en contra del bien común. Al dividual, un bien particular en el sentido más estricto,
120 HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO PRINCIPIOS PARA LA ACCIÓN 121

que debe subordinarse al Bien Común. La expropiación la nación... Este principio, descuajado de la ley ética...
puede resultar lícita y conveniente en un momento deter- pasa por alto, al confundir el interés y el derecho, el hecho
minado. fundamental de que el hombre como persona tiene dere-
El problema presenta otra vertiente en cuanto nos chos recibidos de Dios, que han de ser defendidos contra
enfrentamos con una concepción colectivista o totalita- cualquier atentado de la comunidad que pretendiese ne-
rista del Bien Común. He dicho que la característica del garlos, abolirlos o impedir su ejercicio. Despreciando esta
Bien Común para este grupo es su carácter transpersonal, verdad se pierde de vista que, en último término, el verda-
como transpersonal es también su concepción de la socie- dero bien común se determina y se conoce mediante la
dad. El peligro se halla aquí en colocar el Bien Común por naturaleza del hombre con su armónico equilibrio entre
encima de los derechos fundamentales, confundiendo éstos derecho personal y vínculo social...» (Pío XI, Mit Bren-
de nuevo con las ventajas individuales. nender sorge, 14-111-37. Col. Ene. A. C, 5 ed, p. 150, n. 28).
Pío XII adoptó una terminología especial para dar a El camino ha quedado abierto. Pío XII nos hablará del
conocer el problema, distinguiendo entre bien común real bien común aparente que pretende violar los derechos
y bien común aparente. El primero sería el que respeta e fundamentales. Entre las innumerables citas, escojamos
integra los derechos fundamentales del hombre; mientras una:
que el segundo los sacrificaría para conseguir el prestigio «El Estado no tiene que absorber al individuo ni a la
de la comunidad, la grandeza de una obra colectiva, etc. familia; cada uno conserva y debe conservar su libertad
A nadie se le puede ocultar la trascendencia de esta de movimientos en la medida en que no quede en peligro
doctrina que ilumina uno de los problemas más candentes el causar periuicio al Bien Común. Además, hay ciertos
de la vida social actual. Mientras que los liberales o neo- derechos y libertades individuales o familiares, que el
liberales están dispuestos a sacrificar el Bien Común a las Estado debe siempre proteger y que nunca puede violar o
ventajas individuales de un grupo social o partido polí- sacrificar a un pretendido Bien Común...». (Pío XII, Disc.
tico, los totalitarios y colectivistas corren el peligro, y ni Congr. Intern. de Cieñe. Administr., 5-VIII-50. Pensa-
caen en él, de sacrificar los derechos fundamentales en miento Pontificio y-Bien Común, n. 244).
nombre de un pretendido Bien Común. En realidad, unos Recordemos el discurso al Congreso de Estudios Hu-
y otros acaban en los mismos resultados, aunque por ca- manísticos. «A sus ojos estos derechos esenciales son tan
minos distintos y en beneficio de grupos sociales diversos. inviolables que, contra ellos, ninguna razón de Estado,
Para no alargar excesivamente esta charla, demasiado ningún pretexto de bien común podrían prevalecer».
densa por otra parte, me limitaré a citar algunos textos El problema se aclara, por fin, en cuanto eme los dere-
fundamentales. He aquí el primero, sobre el carácter per- chos fundamentales son pieza primordial del Bien Común.
sonal del Bien Común: Todo Bien Común que no englobe como parte integrante
«A la luz de las normas de este derecho natural puede los derechos fundamentales, es un Bien Común aparente.
ser valorado todo derecho positivo... Según este criterio «El Estado debería, por tanto, en virtud misma, por
se ha de juzgar el principio: «Derecho es lo que es útil a decirlo así, del instinto de conservación, cumplir todo
122 HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO PRINCIPIOS PARA LA ACCIÓN 123

aquello que, esencialmente y según el plan de Dios Crea- sacrificio que el bien común exige hoy, una prontitud y un
dror v Salvador, es su deber primordial, a saber: garantizar fervor que al haceros solícitos para cumplir vuestros de-
absolutamente los valores que aseguren a la familia el beres de católicos y de ciudadanos, os preserven de caer
orden, la dienidad humana, la salud y la felicidad. Esos en un «abstencionismo» apático e inerte, que sería grave-
valores, que son propiamente los elementos del bien mente culpable, cuando se hallan en juego los más vitales
común, jamás podrán ser sacrificados en aras de lo que intereses de la religión y de la patria». (Pío XII, Disc. a la
pudiera ser anarentemente un bien común». (Pío XTI, Disc. Nobleza del 14-1-48. Pensamiento Pontificio y Bien Común,
a Padres de familia, 18-IX-51. Doc. Jur. BAC, p. 324, n. 7). n. 209).
Terminemos por hoy. La vida social se halla al servicio
del hombre, porque éste es su origen, fundamento y fin.
La sociedad es el medio natural y universal para realizar
la vocación del hombre, porque gracias a ella es posible
el eiercicio de los derechos fundamentales. Para ello la
sociedad tiene que perseguir su fin propio que es el Bien
Común o coniunto de condiciones externas necesarias para
el pleno desenvolvimiento y desarrollo de los hombres.
Pero el Bien Común ha de ser real, que posibilite el eier-
cicio de los derechos fundamentales, frente a un bien
común aparente que los sacrifica. En cambio, todos tene-
mos aue estar dispuestos a sacrificar nuestras ventajas
individuales al Bien Común.
He dicho sacrificar nuestras ventajas individuales. He
aquí todo un programa para el cristiano de hoy, programa
difícil de cumplir porque cada uno de nosotros se apega
a sus veníalas individuales y porque apenas tenemos sen-
tido del bien común.
Pío XII lo preveía. Es cierto que el Estado es el gerente,
por decirlo así, del Bien Común; pero todos debemos
nuestra participación, cada uno a su nivel. El absentismo,
el frío y especulador egoísmo no deben encontrar cobijo
en un corazón cristiano.
«En segundo lugar, lo que esperamos de vosotros es
una prontitud de acción, en el momento presente, que no
se espante ni se desanime por la previsión de cualquier
TERCERA PARTB

HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO


Mis queridos amigos:

Nos hemos esforzado desde el primer día en hacer com-


prender que la vida cristiana en el mundo implica lo que
hoy se llama el «compromiso temporal»; es decir, la ac-
tuación en los diversos sectores de la vida humana para
acomodar las estructuras, instituciones, representaciones
colectivas, etc., a lo que la ley natural y la Revelación
piden.
Establecida la necesidad del «compromiso temporal»
para los seglares que viven normalmente en el mundo,
también hemos intentado sorprender los principios que,
según la doctrina de la Iglesia, han de presidir la construc-
ción de un mundo que ayude a cada hombre a la realiza-
ción plena de su quehacer de hombre y de cristiano. Esta
reflexión nos ha llevado a colocar la persona humana, de-
pendiente enteramente de Dios, como origen, fundamento
y fin de la vida social.
Adornada, en virtud de su doble dignidad natural y
sobrenatural, de unos derechos fundamentales, cuyo ejer-
cicio posibilita su realización mejor, la persona humana
es el trasfondo que nos permite fijar en cada momento
histórico los objetivos del Bien Común, en un equilibrio
armonioso de los complejos elementos que lo integran;
HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO 129
128 HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO
reformas: la interior del hombre y la de las estructuras de
en una dosificación prudente que atienda al desarrollo de la sociedad.
todas las facultades del hombre, a la satisfacción de sus Contra todo intento ingenuo e infantil de exclusivismo
necesidades entendidas en el sentido más amplio. y de oposición la Iglesia afirma que la vida social debe re-
Así hemos logrado escapar a las dos grandes tenta- girse por las normas de la justicia informada por la cari-
ciones de toda construcción del edificio de la convivencia dad. El hombre es uno, la vida cristiana es una unidad en
social: el individualismo, que sacrifica finalmente el bien la que caben las distinciones de las virtudes, pero en ma-
común a las ventajas individuales de los componentes de nera alguna su oposición.
un grupo; y el colectivismo, que sacrifica la persona a En este afán nuestro por escapar a un infantil «idea-
las exigencias de un pretendido bien común. La doctrina lismo», parece que encaja pcrlcctamonte en el cursillo
de la Iglesia se nos ha ofrecido como una síntesis armo- una tercera charla en que la concreción se lleve al máxi-
niosa de esos dos aspectos complementarios del hombre: mo, sin que por eso pretendamos la elaboración de rece-
el personal y el comunitario. tas apostólicas o temporales para uso de los irresolutos
y perezosos mentales.
También hemos podido advertir que la doctrina de la
En la última charla trataré de presentar algunas re-
Iglesia, sin invadir terrenos que no son de su competencia,
flexiones sobre el modo práctico de introducirse en el
presenta unos principios de actuación sumamente realis-
«compromiso temporal». Para los ya comprometidos no
tas. Es verdad que, por fidelidad a su propia esencia, re-
tendrá más valor que el de permitir recordar la historia
huye el planteamiento de problemas puramente técnicos;
de su actuación y una valoración cristiana de las diversas
pero eso no impide abrazar la realidad muy de cerca desde
etapas recorridas. Para los que quisieran introducirse, las
el punto de vista religioso-moral. La concreción siempre es
reflexiones de esta charla quizás les ayuden a esquivar
posible y debe realizarse, porque no es exclusiva del do- ciertas dificultades y a orientar sin pérdida de tiempo su
minio técnico; lo religioso y lo moral no han de permane- actividad por caminos de eficacia temporal y de aumento
cer en el terreno de las puras abstracciones, sino que re- de la vida cristiana.
claman una inserción profunda en las realizaciones más
Una segunda parte ha de ocuparse todavía del proble-
concretas de la vida cotidiana. ma de la reforma de estructuras. Tengo empeño en insistir
Esta misma sensación de equilibrio y de sano realismo en que no tratará de suministrar recetas que no existen
hemos podido percibir al-examinar los presupuestos gene- y que yo tampoco podría proporcionar aunque existiesen.
rales que la doctrina cristiana establece para la actuación Más bien pretenderá iluminar algunos campos concretos
de los cristianos en el mundo. Lejos a la vez de una pura de actuación, intentará hacer ver algunos de los problemas
interioridad que no se preocuparía debidamente de la re- que nuestra sociedad tiene planteados y que exigen la de-
forma de las estructuras; y de una excesiva exterioridad, dicación íntegra de los cristianos.
que no comprendería la necesidad de reformar al hombre
interiormente para realizar la reforma de estructuras; la
Iglesia afirma que hay que emprender a un tiempo las dos
I

Las etapas del compromiso temporal

Todo lo que exponga en esta parte no tiene más valor


que el de un simple indicador. Los casos varían tan prodi-
giosamente según el punto de partida, el temperamento de
cada uno, las circunstancias que le rodean, su gusto por
la justicia y por la buena organización de la vida social, la
pujanza de su vida cristiana, etc., que no es posible trazar
un camino uniforme.
Pero, si es imposible trazar de antemano los caminos
que seguirá el desarrollo de cada vocación particular, sí
parece conveniente sugerir aquellas características que
parecen comunes a bastantes casos de cristianos que co-
menzaron a comprometerse, partiendo de las exigencias
de su vida cristiana. Como es lógico, el camino no será el
mismo para los que se encontraban profundamente com-
prometidos y han descubierto la vida cristiana precisa-
mente a través del trabajo de reforma social.
132 HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO 133
HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO

nes, por grande que sea el acuerdo entre lo que se preten-


día y lo que se hizo, sólo parcialmente se ajustan a las
LA CREACIÓN DEL CLIMA INTERIOR exigencias crecientes del amor cristiano; siguen presen-
tando numerosas deficiencias, que exigen un reajuste per-
manente a las nuevas condiciones que la vida social, en
Para comprometerse seriamente, desde un punto de continuo devenir, presenta en cada época histórica.
vista cristiano, en la construcción de un mundo mejor, es Junto al no conformismo, también es necesario que
necesario que exista un clima interior y una convicción quien desee comprometerse posea un mínimo de sensibi-
suficientemente arraigada sobre las exigencias de la vida lidad respecto a la virtud de la justicia. Solamente quien
cristiana en este punto. Este punto de partida es de ex- se halle así sensibilizado podrá descubrir las deficiencias
cepcional importancia a mi entender; hasta tal punto que sociales en un mundo que admite grandes violaciones de
el compromiso quedaría falseado radicalmente, como su- los derechos fundamentales sin protesta, porque pertene-
cede en tantos casos, si la claridad no fuese suficiente al cen a la vida corriente. Hay que partir de lo que sucede
comenzar. Lo que no quiere decir, por otra parte, que todo diariamente y no nos choca, no por eso se halla de acuer-
ha de ser diáfano al principio; por el contrario, la reali- do con las exigencias de la ley natural y de la vida cris-
zación del compromiso temporal tiene que permitir una tiana. Es preciso someter a revisión nuestro comporta-
iluminación mayor de la vida cristiana. miento personal y las estructuras e instituciones de la vida
Esto supone, ante todo, que el cristiano que quiere co- social.
menzar a comprometerse se halla convencido de que el Por eso pienso que si alguna persona no percibe la in-
«compromiso temporal» pertenece a las exigencias de su justicia global que reina en el mundo; si un cristiano
vida cristiana; que no es un añadido arbitrario, ni una estima que solamente hay algunas deficiencias que una
concesión a la dificultad de los tiempos. En una palabra, labor individual puede fácilmente subsanar, sin abordar
se supone que nuestro cristiano ha superado los errores el cambio de buena parte de las estructuras e institucio-
de un esplritualismo desencarnado, combatido en la pri- nes, no se halla preparado para comprometerse temporal-
mera charla, de acuerdo con la doctrina pontificia. mente en el sentido que aquí se ha expuesto. Todavía tiene
Supone también que el cristiano es un no conformista, que atravesar una etapa de transformación, al cabo de la
en el sentido de que rechaza que nuestra sociedad consti- cual es posible se haya formado lo que ahora reclamo
tuya un modelo que simplemente hay qué perpetuar para como presupuesto. El caso es tan frecuente entre los
admiración de propios y extraños. El satisfecho no puede cristianos que no me ha parecido inútil la advertencia.
comprometerse, porque el compromiso entraña la convic-
ción de que esta sociedad debe ser reformada.
El conformismo es la actitud que el cristiano deberá
rechazar permanentemente. Una vez comprometido el cris-
tiano tiene que seguir pensando que todas las realizacio-
134 HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO 135

asociaciones apostólicas, en una especie de slogan al revés,


que aleja e impide prácticamente la acción. Nos hallamos
ACCIÓN AHORA MISMO en el extremo opuesto del activismo, extremo tan perni-
cioso como este último.
La necesidad de formación se convierte así en un mag-
Hay que precaverse inmediatamente contra una nueva nífico parapeto para escudar a los que no quieren actuar
tentación, también muy conocida en los medios cristianos. jamás. Bajo pretexto de que no se hallan preparados para
Se ha creado un clima interior, se ha logrado percibir, la aceptación de determinadas responsabilidades, los cris-
aunque sea confusamente, la injusticia de la vida social y tianos se encierran en un mundo de ideas que jamás les
la necesidad de llegar a una reforma global y profunda; llevará a la acción. La formación no termina nunca en el
pero todavía falta un paso importantísimo para llegar al hombre y constituiría una pretensión inadmisible la del
compromiso. Esta última decisión, su ausencia mejor di- hombre que se estimase suficientemente «formado», como
cho, esteriliza la buena voluntad de buena parte de nues- para dispensarse de posteriores reflexiones.
tros seglares; como esteriliza también, en nuestro campo Hay que decir todavía más. La formación en este orden
propio, la buena disposición de tantos sacerdotes. de cosas no será completa si se prescinde de la acción. Re-
A los cristianos se nos ha dicho una y otra vez que hay cordemos simplemente lo que de una vez para siempre se
que prepararse convenientemente para actuar. Gran ver- ha dicho en la «Mater et Magistra» de manera contun-
dad en la que yo insistiré más de una vez todavía, precisa- dente :
mente porque veo que en la vida de los que se comprome- «Para actuar cristianamente en el campo económico y
ten temporalmente falta el ingrediente de la competencia social difícilmente resulta eficaz la educación, si los mis-
que pide la doctrina de la Iglesia. Para algunos es fácil mos sujetos no toman parte activa en ella, y si la misma
lanzarse alegremente a la acción, incluso suponiendo que no se desenvuelve a través de la acción. Con razón se
los motivos son enteramente válidos, que la acción tem- suele decir que no se consigue la aptitud para ejercer la
poral se les ha presentado como exigencia de su vida cris- libertad rectamente, sino por medio del recto uso de la
tiana. Es mucho más difícil hacerles admitir prácticamen- libertad. Análogamente, para actuar cristianamente en el
te en su vida la necesidad de la preparación espiritual, hu- campo económico y social no se conseguirá educar sino
mana y técnica que la acción requiere. Así la acción pierde por medio del concreto actuar cristiano en este ámbito»
profundidad religioso-moral y carece de eficacia temporal (Juan XXIII, «Mater et Magistra». Ed. HOAC, p. 41, nú-
verdadera. El que quería comprometerse acaba convertido meros 233-234).
en mero repetidor de slogans totalmente negativos. Sería largo de exponer todo lo que nos dice la mejor
Los errores del «activismo» no nos tienen que hacer ol- Pedagogía y la experiencia concreta en este orden de co-
vidar lo que pretendía recordar a propósito del compromi- sas. Quien haya seguido de cerca la vida, los militantes
so. La necesidad de «formarse» se ha convertido en bastan- cristianos, sabe perfectamente dónde desemboca cada uno
tes medios cristianos, también en el seno de muchas de los métodos empleados. El puro activismo conduce a
136 HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO 137

los mayores desastres; destroza la vida cristiana del mili- porque cristianamente no podemos olvidar las personas a
tante y esteriliza su acción temporal apenas comenzada. la hora de construir una sociedad mejor. Sería vano em-
Una pretendida formación que relega indefinidamente la peño ocuparse de la reforma de estructuras, si al final
actuación concreta sólo es capaz de crear mediocres espe- perdíamos la visión y el contacto con las personas vivas
culativos, idealistas irresolutos o utópicos radicales. en cuyo beneficio hay que reformar la sociedad. Pero,
también, porque ese contacto personal nos permitirá «sen-
tir» con la persona que sufre la injusticia; ese sentimiento
constituirá el mejor motor de nuestra acción.
ANTE LA PRIMERA INJUSTICIA
2. — ¿En qué consiste la injusticia? No basta la pri-
¿Cuándo habrá de comenzar a actuar? Acabo de decirlo mera intuición, aunque ésta es preciosa para la acción. Es
en el apartado anterior: ahora mismo, por repetir una preciso determinar bien el caso, comprender su plantea-
frase famosa de un prelado también célebre. Es decir, en miento exacto, el contexto en que se produce, etc., etc. El
cuanto se percibe la primera injusticia concreta a nuestro primer movimiento impetuoso nos puede conducir al ex-
alrededor, en cuanto la injusticia global se haya concretado travío, si es que no tomamos la precaución de investigar
en algo que permite mi intervención. con alguna profundidad las circunstancias del caso.
Para quien se halla sensibilizado en las condiciones que
antes he mencionado, la ocasión se presenta, por desgra- 3. — ¿Responsables de la injusticia? No se trata, como
cia, inmediatamente. No tiene más que mirar alrededor es lógico, de culpar a una u otra persona, puesto que las
para sorprender algo que exige una reforma; en la vecin- intenciones seguirán ocultas en su última concreción, sino
dad, en la profesión, en la vida familiar, en la cultura, en simplemente de conocer de qué personas depende que
el terreno económico, social o político. Se necesita sola- aquella situación se haya producido o se mantenga. Es
mente que exista un mínimo de capacidad de observación muy probable que la misma estructura social y las institu-
y otro mínimo de capacidad de enjuiciamiento a la luz de ciones en que los hombres viven tiendan a producir el caso
la ley natural y de las exigencias de la vida cristiana. que nos ocupa. Siempre será verdad que alguien se halla
Una vez que haya sentido la injusticia y la necesidad al frente de las instituciones y que éstas marchan por de-
de reforma; en cuanto su conciencia cristiana le impulse cisiones que pueden modificar una situación injusta.
a hacer algo para remediar una situación deficiente; el
cristiano debe hacer una revisión que le llevará a la acción 4. — El primer impulso lleva a todos a querer resolver
en las mejores condiciones. Esta revisión elemental ha de la situación inmediatamente y a escoger los medios que
versar sobre los siguientes puntos: nos parecen más eficaces. Esto nos conduce a una actua-
ción puramente individual que fácilmente puede hacerse
1. — ¿Quién padece la injusticia? Necesitamos hacer- individualista, en cuanto pretendamos resolver los proble-
nos esta pregunta por muchos motivos. En primer lugar, mas gracias a nuestra exclusiva actuación personal. Tal
138 HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO 139

defecto es característico de los medios sociales que dispo-


nen de relaciones abundantes, de influencia en algún sec-
tor de la vida social. Se sabe que una simple llamada a REVISIÓN DE LA ACTUACIÓN
Don Fulano puede resolver la situación. Para eso pueden
Servir también las numerosas relaciones sociales de los
que se hallan bien colocados en la vida social. El activismo se distingue por la falta de reflexión fren-
Frente a esta tendencia, y sin abandonar naturalmente te a una acción en progresión constante, que acaba por
el empleo de medios que pueden resultar sumamente efi- devorarlo todo. Ni existe una preparación reflexiva de la
caces, hay que procurar estudiar brevemente el medio en acción, ni tampoco una revisión de la misma que nos per-
que se produce la injusticia, para tratar de desarrollar mita descubrir las deficiencias y orientar la acción poste-
una labor eficaz en las personas directa o indirectamente rior corrigiéndolas.
implicadas. De este modo se puede obtener una colabora- El cristiano comprometido somete continuamente su
ción para la misma acción y se contribuye al cambio de acción a un proceso de revisión, que abarca dos aspectos
mentalidad necesario para la reforma profunda. distintos y complementarios a la vez. Es necesario revisar
la acción desde un punto de vista más bien técnico, para
5. — El siguiente paso lleva a la fijación del objetivo averiguar los fallos cometidos que han tenido que provocar
concreto e inmediato que hay que conseguir. Hay que re- una disminución de la eficacia que buscaba la acción. Pero
chazar la tentación de querer resolverlo todo inmediata- también se impone una revisión de la acción desde el pun-
mente y atender al aspecto concreto que se nos ha presen- to de vista cristiano, para descubrir las posibles desvia-
tado. Enseguida se procede a la fijación de los medios ciones sufridas y encarnar nuestra vida cristiana en todos
adecuados para la consecución del objetivo, tarea de enor- los acontecmientos de la vida cotidiana.
me importancia para evitar quedarse en el terreno de las Este es el camino para llegar a un cristianismo adulto
buenas intenciones. La buena intención, en la que jamás y responsable frente al infantil que tantas veces se ve en
insistiremos suficientemente, es la que nos tiene que lle- cristianos perfectamente adultos en otra clase de proble-
var a la elección de los medios eficaces y permitidos a un mas. Trataré de explicar la orientación de la revisión a
crstiano. través de un ejemplo sumamente sencillo y actual.
Supongamos que nuestro cristiano decidido a actuar
6. — Solamente falta proceder a la realización, que debe temporalmente ha experimentado un sobresalto de inquie-
ser rápida, enérgica y eficaz. Ya no es el momento de de- tud en su conciencia ante un problema de vivienda. Una
tenerse a reflexionar; es el momento de la acción, que pobre familia con escasos ingresos económicos se ve abo-
sigue a una reflexión suficiente. Hay que acabar con toda cada a vivir en un departamento con derecho a cocina,
indecisión y ejecutar prontamente lo proyectado, aplican- pagando una cantidad astronómica por el alojamiento. La
do los medios escogidos. vida familiar se resiente, las riñas con los otros inquilinos
son constantes, etc., etc. Ese cuadro trágico que todos los
140 HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO
HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO 141

que se han asomado a la vida social han podido contem- constitución de la sociedad, ante la mentalidad reinante
plar repetidas veces. en los diversos grupos sociales, ante el sistema económico
Valiéndose de sus relaciones sociales, nuestro cristiano imperante, etc., etc.
ha conseguido alojamiento en una vivienda modesta, pero Inevitablemente deberá preguntarse por qué no se
digna; y parece que los problemas familiares han entrado construyen más viviendas que puedan satisfacer las nece-
por vía de solución. Una legítima satisfacción le embarga sidades de la comunidad; por qué se construyen, quizás,
al ver el bien que se ha podido hacer, al contemplar a viviendas de precios elevadísimos, mientras que escasean
esta familia en trance de llevar una vida normal. prodigiosamente las que deben ocupar aquellos que sola-
Muchísimos cristianos detienen ahí su acción, lanzán- mente pueden pagar un alquiler módico. Se preguntará
dose a continuación decididamente a la solución de otros por qué es tan elevado el costo de la vivienda; por qué se
casos parecidos. Indudablemente el trabajo no faltará ante realizan muchas otras obras cuya necesidad no es tan
la magnitud del problema de la vivienda, que padecemos evidente...
con tantos otros países. Ha desarrollado una buena acción, ¿Existe mejor medio para que nuestro hombre estudie
pero su cristianismo sigue siendo totalmente infantil. a fondo la constitución de la sociedad? Este es el momento
Si tras la primera acción hubiese hecho una revisión de en que averiguará que el sistema económico se halla mon-
la misma, esta revisión le hubiese permitido introducirse tado sobre el principio del lucro, del mayor beneficio po-
en el fondo de la problemática de la vivienda en lugar de sible. Si es leal, seguramente se dará cuenta de que ese es
quedarse en una acción que, en el mejor de los casos, con- el principio que gobierna también sus propias relaciones
seguirá la solución de unos cuantos casos parciales, dejan- económicas y condiciona tan profundamente su vida cris-
do intacto el fondo del asunto. tiana...
La primera observación de la revisión le hubiese ense- No es necesario que continúe la descripción. La refle-
ñado que el problema de la vivienda no se limita al que xión sobre un caso resuelto permite introducirse en la
le ha presentado la familia que ha recibido su auxilio, sino problemática mucho más amplia del caso general; coloca
que es un problema generalizado que afecta a miles y mi- al comprometido frente a las estructuras e instituciones
llones de personas. Un problema, por lo tanto, que no que condicionan la vida de todos nosotros; le sitúa en la
puede resolverlo él solamente, por muy- buena voluntad dureza de la vida real.
que ponga ni por grande que sea su influencia en determi- La reflexión cristiana le hará percibir como exigencia
nados organismos. En este momento está situándose en de justicia y de caridad la necesidad de continuar en el
plena realidad, abandonando el romanticismo que inevi- empeño, pero no limitado a la resolución del caso concre-
tablemente acompaña a nuestras primeras acciones. to, sino atacando las causas o raíces profundas del proble-
Si es consecuente, continuará con el estudio de las cau- m a : las estructuras, instituciones, mentalidad reinante en
sas que motivan la existencia del problema de la vivienda. su medio social y en otros grupos sociales, prejuicios y
Este estudio, profunda y sinceramente efectuado, le si- opiniones recibidas sin el menor espíritu crítico.
tuará ante problemas de gran envergadura, ante la misma Tres caminos se ofrecen a nuestro cristiano que co-
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HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO 143
inicnza a comprometerse, porque ha llegado a una bifurca-
ción peligrosa en que se va a decidir quizás la orientación temente las inevitables esperas, las lentitudes decepcio-
de toda su vida: Es posible que sucumba a la tentación nantes, el contacto con una comunidad retrasada de la
de facilidad. Yo no puedo complicarme la vida con pro- que se va separando sin remedio. Su final es el del revo-
blemas tan enormes; ¿qué voy a hacer frente a ellos, si lucionario profesional en busca de la eficacia por encima
desbordan mi capacidad por todas partes? Consecuente- de cualquier otra consideración; o el del resentido que
mente me seguiré dedicando a solucionar los casos indi- se mantiene siempre en el terreno de la utopía, sin contac-
viduales que mis influencias permitan, pero me despre- to con la verdadera realidad de una comunidad necesitada
ocuparé del gran problema que nos ofrece la perspectiva de evolución profunda.
de una solución inmediata». Por fin, nos encontramos ante la solución ideal, ancla-
También cabe perfectamente el movimiento de desco- da fuertemente en el realismo social. Nuestro cristiano
razonamiento y de escepticismo. «Esto no tiene arreglo, siente que está llamado a meterse en mayores empresas;
se dice el cristiano; es mejor volver a mi vida anterior, percibe y estudia cada día mejor la realidad social; com-
procurando cumplir mi deber de estado, siendo buen ma- prende de antemano la dificultad de una renovación como
rido, padre ejemplar y profesional escrupuloso. Todo el la que necesita nuestra sociedad y se decide a caminar
mundo alaba esta conducta, mientras que meterme en esos poco a poco por la vía de una eficacia mayor, compatible
otros problemas, tras de no resolver nada prácticamente, y exigida por el amor a los hermanos.
me va a traer complicaciones sin cuento, tendré que en-
frentarme con numerosas amistades, perderé el tiempo
que podía dedicar a mis negocios y a mi familia...».
Queda el caso del cristiano que ve la complicación de LA ACCIÓN ORGANIZADA
las cosas y decide continuar por el camino emprendido
para ser fiel a la voz de su conciencia, a las exigencias de
la caridad que la revisión de vida le ha permitido descu- Hemos llegado a uno de los momentos más interesantes
brir. Y todavía cabe una doble vía, nos encontramos ante del compromiso temporal. La romántica acción individual,
una nueva bifurcación. convertida en una acción colectiva, va a desembocar en
La profundización de las causas, el descubrimiento de una acción organizada e institucionalizada. También habrá
los bajos fondos de la sociedad puede provocar un resen- llegado el momento en que nuestro cristiano elegirá la zona
timiento tan grande que lleve al hombre generoso a una de su actuación temporal.
actitud utópica, alejada completamente de la realidad. La pretensión de renovar nuestra sociedad jamás pue-
Presa de una angustia obsesionante, atenazado por el deseo de ser individual. Un hombre necesariamente se ve des-
de eficacia a toda costa, es posible que caiga en la tenta- bordado por los problemas sociales de nuestro tiempo; un
ción de creer en las soluciones catastróficas; en el todo hombre necesariamente se estrella contra las estructuras
o nada de la reforma social. Es incapaz de aceptar pacien- e instituciones. La acción individual tiene que dar paso a
la acción en equipo, a la conjunción de los esfuerzos de
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HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO 145

muchos bajo una dirección conveniente: a una acción or-


todos que le son peculiares, aunque siempre en estrecha
ganizada. I
dependencia de todos los demás. Es un principio que siem-
Es cierto que en nuestro siglo el demonio de la organi-
pre habrá que recordar para evitar exclusivismos perjudi-
zación está causando daños sin cuento. Puede masificar,
ciales, en beneficio de la eficacia y en prevención de bru-
destrozar ese mínimo de intimidad que es necesario para
tales desengaños. Hay que reafirmar fuertemente la auto-
que la vida resulte verdaderamente humana. Pero no es
nomía relativa de cada sector y su estrecha interdependen-
menos cierto que solamente con una acción organizada
cia con los demás.
puede enfrentarse con posibilidades de éxito la renovación
profunda de la sociedad. En la «Mater e t Magistra» se nos En nuestros tiempos de especialización sería ingenuo
han descrito los inconvenientes y las ventajas del proceso y suicida querer abarcarlo todo. La vida social es extraor-
de socialización característico de nuestro tiempo. nariamente complicada y requiere un tratamiento particu-
Aun organizada, una acción puede ser transitoria o lar en los diversos sectores en que, más o menos, se halla
permanente. Un grupo puede fijarse perfectamente un ob- dividida. Quien quiera dedicarse a la vida municipal no
jetivo como meta, eligiendo los medios para conseguirlo puede pretender aplicar en ella los mismos métodos que
y creando una organización para ponerlos en práctica. De son válidos en la vida sindical. Y quien pretenda introdu-
esta manera se puede conseguir la creación de una escuela cirse en la vida política ha de -saber que existen técnicas
o guardería infantil, la elección de determinadas personas distintas de las empleadas en el campo cultural o familiar.
para ciertos cargos, el establecimiento de una cooperativa Frente a esta afirmación, que ha de ser mantenida con
de producción o de consumo, etc., etc. Pero no es suficien- toda firmeza, hay que colocar el otro principio de la inter-
te para la reforma social entendida en el sentido amplio dependencia de los diversos sectores de la vida social. El
que aquí he utilizado. «comprometido» en una meritoria labor de barriada no
El cristiano comprometido tiene que percatarse de la puede sostener lo que algún militante afirmaba: «Para
necesidad de una acción permanente y organizada, que desarrollar mi trabajo en la barriada yo no necesito saber
busque la transformación social en un sector determina- de política». Al contrario, tiene que saber que su labor
do. Con ello entra ya de lleno en el terreno institucional y de barriada se halla profundamente condicionada por la
estructural y comienza su acción de auténtico adulto. Pero vida política hasta en su misma existencia. Porque de la
tal decisión lleva aparejada la elección de su vocación es- vida política depende la mayor o menor libertad para
pecífica en el campo del compromiso. la fundación de asociaciones, la creación de nuevas insti-
tuciones culturales, etc.
El cristiano que ha comenzado a comprometerse ha
LOS CRITERIOS DE ELECCIÓN
tenido ocasión de ir conociendo la peculiaridad de cada
sector de la vida social, como también las aptitudes y afi-
La vida es una, pero realizada en distintos sectores,
ciones propias. Ahora es cuando se encuentra en las mejo-
cada uno de los cuales tiene un campo propio y unos mé-
res condiciones para elegir el sector que más conviene a
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HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO 147

su acción temporal; es decir, la realización de su vocación


manera que no todos pueden ocupar en la vida el puesto
particular en el campo de la actuación temporal.
profesional que desearían, pero no por eso dejan de ocu-
Los criterios que han de presidir una buena elección en
parse en algo que sirva para mantener su vida y propor-
esta materia son de dos clases: se ha de tener en cuenta
cionar un servicio a la comunidad.
la aptitud del sujeto que tiene que elegir, así como las
aficiones del mismo. Pero a este criterio subjetivo es pre-
ciso unir otro objetivo, referente a las necesidades de la
sociedad en que se vive y de la Iglesia en una localidad,
región o nación determinadas. ETAPAS DE LA ACTUACIÓN TEMPORAL
Nadie al comenzar tiene una idea muy definida sobre
sus aptitudes, ni tampoco puede conocer debidamente las
necesidades de la sociedad. Por eso resulta altamente in- Una vez elegido el sector de vida en que la actuación
genua la postura de los que pretenden descubrir su voca- temporal se va a desarrollar, la misma vida va indicando
ción temporal antes de comenzar su actuación. La elección las etapas que se deberán recorrer en función de las apti-
resultaría abstracta, falta de datos suficientes sobre sí tudes y de las necesidades que se vayan descubriendo.
mismo y sobre la realidad social. Es evidente que el cristiano comprometido en la actua-
Los militantes ya comprometidos aconsejan a todos los ción temporal tiene que buscar la eficacia de la misma.
que comienzan que intervengan en los casos que se les Hay que huir de una falsa «mística del fracaso», perver-
presentan en su contorno, sin esperar a conocer por exa- sión del sentido de la Cruz que todo cristiano debe poseer
men interior para qué vale cada uno. Una vez introducidos y vivir. El cristiano no solamente puede, sino que debe
en la acción, es fácil que tengan que cambiar de sector, ser eficaz en la realización de la vida cristiana. Esto le
al descubrir que sus aptitudes o las necesidades sociales obliga a la elección de los medios más adecuados para la
les impulsan en otra dirección. No es extraño que después consecución de los fines propuestos y a la prosecución de
de trabajar algunos años sin encontrar el campo propio, estos últimos con la máxima energía.
aparezca casi repentinamente, con motivo de algún acon- El sentido de la Cruz, en cambio, le tiene que prevenir
tecimiento, con toda claridad el sector de vida que se debe contra toda falsa ilusión. Frente a cualquier clase de opti-
ocupar al menos en la etapa próxima. mismo irreal; frente a un humanismo cerrado en su in-
Conviene advertir que hay que desechar cualquier ri- manencia, el cristiano sabe que en la construcción de una
gidez en la elección del sector de actuación temporal. Los sociedad mejor le aguarda el fracaso, aun después de po-
casos de vocación totalmente determinada son excepcio- ner en juego todos los medios lícitos y adecuados. Este
nales y siempre sujetos a un cambio en virtud de las ne- fracaso debe ser aceptado humildemente, como una de-
cesidades sociales. Nadie debe quedar inactivo porque no mostración más de nuestra contingencia, de la fragilidad
aparece la oportunidad de trabajar en el sector correspon- de los esfuerzos humanos y de la necesidad de una cons-
diente a su vocación, o que estima como tal, de la misma tante purificación.
Pero, supuesta la aceptación leal del fracaso en núes-
HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO 149
148 HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO
acometer una labor cultural de envergadura, evidentemen-
tros trabajos, el cristiano debe esforzarse por ser cada vez te no podrá limitarse a las gestiones dentro del propio
más eficaz y para ello deberá seguir ciertas normas ele- Municipio, sino que elevará su acción al plano nacional y
mentales que resumo a continuación: aun internacional.
Naturalmente que estoy hablando dentro del cuadro de
1) Ha de procurar tener un conocimiento de la reali- posibilidades de cada persona. No todos tienen capacidad
dad social. Esto le permitirá comprender los cambios de ni otras cualidades para llegar a las alturas; pero todos
situación y huir de la rutina en la acción. Desgraciadamen- deben tener siempre bien presente que para ser eficaces
te no es raro el caso de los que proceden siempre con es necesario llegar hasta los centros donde se toman las
arreglo al mismo esquema, sin comprender que las cir- decisiones que compromenten un sector de vida para
cunstancias han cambiado y que la acción debe acomo- largo tiempo; a las personas que toman las decisiones im-
darse a las necesidades del presente. portantes en la vida de una localidad, región o nación. Esta
Por poner solamente algún ejemplo que sirva para en- convicción les llavará a unirse en grupos, dentro de los
tender lo que quiero decir, basta hacer referencia a la cuales cada uno desempeña, en calidad de miembro, la
dimensión universal que ahora poseen casi todos los pro- tarea que se le asigna y que contribuye a la consecución
blemas. Empeñarse en solucionar una situación económica del fin perseguido.
sin referencia a la situación de la economía mundial es
casi condenarse al fracaso. Quien quiera hacer política, 3) El cristiano comprometido debe practicar en grado
en el mejor sentido de la palabra, no puede prescindir de muy elevado el desprendimiento de todas las cosas. Con-
la transformación que ha sufrido a partir de la progresiva cretamente, respecto a las obras, instituciones, etc., que
intervención del Estado en todos los sectores de la vida se vayan creando o en las que haya tenido una gran in-
humana. Quien quiera hacer sindicalismo adaptado y efi- fluencia.
caz no tendrá más remedio que aceptar que el sindicalismo
Para quien estime que todo lo que estoy diciendo tiene
de hoy es muy diferente del que tenía vigencia después de
muy poco de cristiano y mucho de táctica temporal, le
la guerra de 1914-18; a su vez el sindicalismo deberá trans-
brindo la consideración del ejercicio de virtudes que im-
formarse para adaptarse a los problemas que planteará la
plica un compromiso temporal bien realizado. ¡Es tan
automación, etc.
fácil apegarse a la obra propia, a la que se le dio vida qui-
zás ; a la que, cuando menos, se le didicó una buena parte
2) Como dice Suavet, el cristiano comprometido ha de del tiempo a costa de grandes sacrificios! ¿Cuántos son
saber dónde se toman las decisiones más importantes para los que saben abandonar la obra que crearon; colocar en
que su labor sea verdaderamente eficaz. Se limita la efica- su puesto a una persona competente y dedicarse por su
cia y hasta la acción resulta estéril, si no se acude a las parte a la creación de nuevas instituciones, a la reanima-
verdaderas y profundas causas de los problemas sociales. ción de las existentes, de acuerdo con las necesidades y
Se hace algo, ciertamente; pero se pierde la oportunidad aptitudes?
de caminar hacia una verdadera solución. Si alguien quiere
150 HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO 151

Es conveniente insistir en este punto, porque todos co- son los que tenemos que vivir todos los días. Así se explica
metemos graves torpezas, empeñándonos en continuar al que la práctica de las virtudes se reduzca a unos «clichés»
frente de alguna obra, cuando en realidad la deberíamos preparados a priori, sin «morder» en la vida de todos los
abandonar para ocuparnos en otra cosa más necesaria. días. Para los que confunden acción con activismo hay
¡ Qué poco comprendemos que servimos posiblemente para aquí un buen banco de prueba de las virtudes humanas y
lanzar nuevas instituciones, pero no para gobernarlas des- cristianas. Aquí los juegos de imaginación son bastante
pués ! ¡ Qué difícil es admtir que no se tiene iniciativa, pero más difíciles que en esos ejercicios de ideas y de imágenes
que en cambio, se poseen cualidades para continuar lo que a que se reduce muchas veces la vida cristiana.
otro puso en marcha! «Yo planté, Apolo regó...». ¿No es Permitidme la machaconería. La vida cristiana se halla
una buena ocasión para la práctica concreta de las vir- también aquí, en el compromiso temporal. Todo lo que
tudes? acabo de decir no es más que la aplicación de la caridad a
las circunstancias en que vivimos. Yo no comprendo la
4) El mismo Suavet indica muy acertadamente que el caridad del que la analiza teóricamente hasta dar en la
comprometido debe intentar llegar cada vez más arriba, sutileza; pero no es capaz de tomar la decisión, de adquirir
de acuerdo con sus aptitudes y con las necesidades que una competencia que le permita resolver a escala nacional
vaya viendo. Para eso es necesario preparar al que nos va los problemas de cientos y miles de hermanos.
a suceder. El desprendimiento juega en este momento su Etapas de compromiso temporal que implican decisio-
misión para ayudarnos a abandonar el ambiente agrada- nes sumamente graves en ocasiones. Decisiones que, por
ble en que nos sentíamos como en casa; para salir en su gravedad, exigen una reflexión cuidada acerca de todos
busca de nuevas posiciones y experimentar la sensación, los datos del problema. Reflexión que ha de hacerse, a ser
no siempre agradable, de tener que volver a comenzar. posible, en equipo y contando con la familia en los casados.
Preparar a los sucesores para que continúen la trayec-
toria de la obra emprendida, para que todo aquello no
quede convertido en obra puramente personal. Pero pre-
pararlos con la seguridad de que la obra no continuará ALGUNAS DIFICULTADES
exactamente con la misma dirección que le habíamos dado DEL COMPROMISO TEMPORAL
al nacer. Preparar a los sucesores renunciando voluntaria-
mente a todo paternalismo posterior; admitiendo la auto-
nomía que todos tienen que tener dentro de ciertos lími- En algunos sectores católicos el descubrimiento del
tes. Todo ello muy fácil de enunciar, tan difícil de poner «compromiso temporal» ha tenido atisbos de deslumbra-
en práctica, que se puede asegurar que exige renuncia- miento. Toda la perspectiva de la vida cristiana ha que-
mientos heroicos. dado modificada, no porque la misma vida cristiana se
Tengo la impresión de que la mayoría de los exámenes modifique, sino simplemente porque se ha descubierto
de conciencia no se fijan en estos puntos decisivos y que mejor un inmenso campo de aplicación.
152 HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO 153

Con ser enorme la ventaja obtenida, el descubrimiento mantener permanentemente un equilibrio, que tiende a la
implica también sus riesgos. Entre ellos hemos de men- ruptura, entre la dedicación a la mujer y a los hijos, entre
cionar el de convertirse en algo banal, en una especie de la necesidad de proporcionar a la familia los bienes nece-
slogan que se repite continuamente, sin saber a ciencia sarios y la no menor necesidad de practicar en serio la
cierta de qué se trata. Todavía hay algunos que estiman bienaventuranza de la pobreza.
que se realiza el compromiso temporal cuando uno se El equilibrio, a mi entender, se halla roto en la mayoría
priva de un cigarrillo (sic). de los hogares cristianos en el aspecto que ahora nos inte-
En todo caso, prescindiendo de esta perversión cari- resa. Estoy firmemente convencido de los males que un-t
caturesca del «compromiso temporal», es cierto que mu- educación individualista y una deficiente comprensión de
chos no se dan cuenta exactamente de los riesgos que las exigencias de la vida cristiana en el orden social han
entraña. De esta forma, o se queda uno en algo que no es producido. La mayoría de los hogares cristianos no están
ni puede llamarse compromiso temporal auténtico; o nau- preparados para comprender la necesidad del compromi-
fraga al tropezar con dificultades no previstas. so temporal con todas sus consecuencias.
No puedo pretender ni siquiera enunciar las más im- Cuando el marido o la mujer han descubierto indepen-
portantes. Por eso me limitaré a indicar algunas que tocan dientemente la necesidad de comprometerse; y uno de
muy cerca al medio social en que os desenvolvéis, aunque ellos ha decidido hacerlo sin reservas, no tardan en pre-
naturalmente, de una u otra manera, pueden ser aplicadas sentarse graves problemas que pueden dar al traste con
a otros medios sociales. la paz del hogar y el amor de los esposos. El peligro del
desequilibrio acecha al matrimonio.
Supongamos que es el marido quien ha descubierto la
1. — LA FAMILIA. exigencia cristiana del compromiso y desea ponerlo en
práctica. El compromiso temporal exige una dedicación
No es que la familia en cuanto tal signifique un obs- de tiempo, una aceptación de sacrificios que tocan a la
táculo para el compromiso temporal, puesto que cada uno vida del hogar, una necesidad de testimonio de vida cris-
debe tomarlo guardando el equilibrio entre sus ocupacio- tiana que implica la renuncia a ciertas posiciones adquiri-
nes familiares y lo que debe realizar al exterior. Me refiero das, la posibilidad de ser combatido, calumniado, perse-
a las dificultades que, de hecho, ofrece la familia a muchos guido...
cristianos de vuestro medio social que han percibido la Si la mujer no ha sido cultivada en el mismo sentido,
exigencia cristiana de la actuación temporal. lo que ocurre en muy escasas ocasiones, no tardará en
Toda nuestra vida podría resumirse en la búsqueda in- manifestarse la tendencia a la ruptura. La mujer, que
cesante de un equilibrio que se rompe una y otra vez. Equi- quizás no tiene inconveniente alguno en prescindir de la
librio entre Dios y el mundo, entre la oración y la acción, presencia del esposo, siempre que la ausencia se convierta
entre la intimidad y la exterioridad, entre la famila y la en la posibilidad de acrecentar el bienestar material del
sociedad. Aun dentro de la familia hay que luchar para hogar; o de subir en la consideración de los demás por el
154 HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO 155

acondicionamiento del mismo; o de mejorar la presenta- rarquía de valores. En nuestras familias cristianas pesa
ción personal, pondrá el grito en el cielo cuando se entere demasiado el olvido de los valores cristianos que han de
de que la ausencia del marido solamente procurará dis- incorporarse a la vida social.
gustos y acarreará sacrificios. Exquisito cuidado habrá que poner en la educación de
Es duro, pero hay que decirlo así. No estamos educados la mujer por parte del marido, del marido por parte de la
para emprender una labor desinteresada y prolongada por mujer, cuando se trata de la adopción de decisiones con-
el bien común. Se acepta el sacrificio de la ausencia del cernientes al compromiso temporal de cualquiera de ellos.
marido, si es que esa ausencia se ha de convertir en dinero Evidentemente no se puede sacrificar la paz del hogar por
o prestigio social. Se rechaza terminantemente en cuanto una impetuosa y precipitada decisión; pero tampoco pue-
se trate de obras desinteresadas que, además, proporcio- de abandonarse definitivamente el cumplimiento de las
nan disgustos. Claro que existen grandes compensaciones exigencias cristianas bajo pretexto de incomprensión.
en la actuación desinteresada, pero para percibirlas hace Con pena he de decir que los sacerdotes observamos en
falta un clima espiritual que todavía no se ha formado. esta materia una conducta especial. Si la desavenencia es
Esto puede darnos una idea del materialismo que ha inva- por otros motivos, tratamos evidentemente de salvaguar-
dido nuestra sociedad y del falseamiento de nuestra vida dar la paz del hogar; pero no dejamos de recordar los
cristiana. valores cristianos que han de vivirse en el seno del hogar.
No hay por qué decir que el caso se repite exactamente Basta recordar, por ejemplo, las exigencias del sexto man-
en sentido contrario. El marido está dispuesto a admitir damiento en el matrimonio. Cuando se trata de la actua-
muchas cosas si es que la salida de la mujer redunda en ción de los cristianos en el mundo, fácilmente olvidamos
beneficio de unos cuantos valores que él estima. Se enfure- las exigencias de la justicia y de la caridad. ¿Por qué no
ce cuando la mujer se empeña en trabajar desinteresada- realizar una labor educativa a propósito de la recepción
mente por los demás, haciendo padecer al egoísmo mascu- del sacramento de la Penitencia? A veces no se comprende
lino. bien qué se hace en tantas horas dedicadas a la dirección
Todavía es muy freceunte escuchar a muchos padres espiritual de cristianos de confesión y comunión frecuentes,
cristianos una grave recriminación porque sus hijos se
han complicado en tareas que no tienen una relación di-
recta con su preparación profesional o su vida familiar.
«¿Quién te manda a ti meterte en esas cosas?» «Si te hu- 2. — LAS POSICIONES PRIVILEGIADAS.
bieses dedicado al estudio, como era tu obligación, no te
verías ahora en este compromiso», etc., etc. En la vida española universitaria se está verificando un
Nadie duda de la obligación de estudiar, y malamente fenómeno sumamente curioso del que se pueden derivar
cumpliría su compromiso temporal quien pretendiese rea- maravillosas enseñanzas para el tema que estamos inten-
lizarlo a costa del cumplimiento de obligaciones primarias. tando iluminar. Tiene tanto más interés, cuan lo que de la
Pero todo tiene un límite y también debe existir una je- universidad precedéis en general los que os encontráis
1,16 HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO

ahora aquí, pretendiendo dilucidar la tarea de un cristiano HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO 157
en el campo de lo temporal.
El universitario, por joven y por universitario, siempre Sé perfectamente que en vuestro medio social no todo
tiende a ser radical; pero desde hace algún tiempo una es facilidad; conozco también los apuros iniciales de tan-
minoría inquieta tiende a desembocar en las soluciones tos médicos y abogados que ni siquiera ganan lo indispen-
más extremas, o que parecen serlo. La revolución se ha sable para vivir decorosamente. A pesar de ello, tengo que
convertido en etiqueta que distingue al universitario de- deciros que vuestro medio social es privilegiado dentro de
seoso de salir de la mediocridad general. Y no se crea que la vida de la sociedad española. Privilegiado económicamen-
estoy hablando de puro «snobismo», que también existe en te, ya que vuestros ingresos medios reales superan con mu-
abundancia; no, me refiero a jóvenes universitarios bien cho los de otros grupos menos favorecidos y que las dife-
intencionados y generosos, que realizan auténticos sacrifi- rencias son a veces irritantes. Privilegiado, porque vuestro
cios para adaptar su vida al ideal que la ilumina. medio social es rico en relaciones sociales; y ya sabemos
El fenómeno que apuntaba se produce en cuanto el que las relaciones valen casi siempre más que el mismo
universitario termina su carrera e ingresa en una profe- dinero.
sión ; es decir, cuando verdadera y plenamente forma parte Cuando se ingresa en vuestro medio social con pleno
de su medio social, ya que la vida universitaria constituye derecho, comienza el disfrute de una situación de privile-
como un medio artificial, que participa de las característi- gio; y con ella se insinúa el peligro inminente de lo que
cas del medio burgués, pero que no se asimila totalmente suelo llamar «la instalación». Se ha dicho que el hombre
a él. Incluso se advierte ya en el último año de carrera, en es el peregrino de lo absoluto y es verdad; pero en el hom-
que el universitario se hace más escéptico respecto a la bre existe una tendencia radical a instalarse en este mun-
acción social y va perdiendo fervor revolucionario. do, siempre que disfrute de una posición confortable en
Son innumerables los casos de universitarios que du- la vida social. Es el gran peligro de vuestro medio.
rante su permanencia en las aulas universitarias defen- Es muy difícil renunciar continuamente a las ocasio-
dieron, no sólo teórica sino prácticamente, posturas avan- nes que se presentan para reafirmar la posición adquirida
zadas de reforma social; desfondados por completo en y para mejorarla. Constituye una tentación permanente la
cuanto ingresaron en los cuadros de una profesión bien observación de la vida de los que se situaron, el deseo de
definida. De revolucionarios han pasado a conservadores tranquilidad y de comodidad que se hallan fácilmente al
en el peor sentido de la palabra. alcance de la mano. Es casi imposible sostener el asalto
La estructura social me parece que explica suficiente- de la mujer y de los hijos que no se explican por qué el
mente el lamentable fenómeno de dejación del ideal, aun- marido y el padre no aprovecha las ocasiones, como osten-
que éste fuese completamente equivocado. Lamentable, siblemente lo hacen los vecinos y conocidos.
porque en realidad el ideal ha sucumbido al materialismo En cuanto comienzan las concesiones, la actuación tem-
reinante en la sociedad y a la necesidad de conservar los poral de nuestro universitario cambia de signo. Ahora tra-
privilegios del grupo social. bajará para mantener unas estructuras que permiten vivir
cómodamente en nuestra sociedad y la satisfacción de
tantos caprichos que nuestra civilización se encarga de
118 HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO
HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO 159
excitar. Y cuando la vida práctica discurre por esos cauces,
de manera que los hombres no fuesen de alguna manera
el cambio de mentalidad no se dejará esperar. De los ata-
responsables de lo que sucede. Al contrario, en el fondo
ques del revolucionario se pasa fácilmente a la conformi-
de los problemas sociales, la Iglesia sabe que se encuentra
dad y a los intentos de justificación del «instalado»
el pecado, la violación de las virtudes que deben regular
la convivencia humana.
Un cristiano de vuestro medio social que, vuelvo a re-
3. — LA RUPTURA CON EL MEDIO SOCIAL
petirlo, ocupa como tal medio social una posición privile-
" ' • !

giada en nuestra sociedad, tiene que tropezar forzosa-


Se ha dicho por voces muy autorizadas que el aposto-
mente con el pecado encarnado en las estructuras e insti-
lado incluye dos momentos: el de la encarnación y el de
tuciones; con un pecado que favorece la posición del me-
la ruptura. Para transmitir el mensaje de salvación hay
dio social propio. Al enfrentarse con el pecado, necesaria-
que encarnar profundamente en el medio social que se
mente surgirá el enfrentamiento con el propio medio so-
trata de cristianizar; todo apostolado «desde fuera» corre
cial.
graves riesgos de fracasar. Pero la encarnación en el medio
Solamente los que han comenzado a trabajar seria-
social no supone, sin más, la aceptación o asunción de
mente en este campo me entenderán plenamente. Es muy
todo lo que pertenece al medio social. A semejanza de
difícil darse cuenta a priori del drama del hombre com-
Nuestro Señor, hay que asumirlo todo, menos el pecado.
prometido y enfrentado con su medio social. Al principio
Pues bien, el cristiano debe saber que en todo medio
chocan sus actitudes; más tarde se le llama extravagante;
social se ha encarnado el pecado. Prescindiendo de la po-
finalmente se le excluye de alguna manera, se le hace el
lémica cuestión acerca de la existencia de los pecados co-
vacío en la medida de lo posible, se le perjudica econó-
lectivos, puede afirmarse que cada medio social, porque
micamente y se intenta reducirle a posturas «razonables»
se ha formado de las aportaciones de los hombres que lo
por la sanción económica y el vacío social.
componen, tiene sus propios pecados característicos. Así,
un pecado que puede ser propio del medio obrero es el El P. Danielou ha descrito muy acertadamente la situa-
resentimiento. También vuestro medio social está impreg- ción del cristiano, refiriéndose al militante obrero:
nado de pecado, de pecados característicos cuya intensi- «Si tal es la condición de todo cristiano, lo es en grado
dad y frecuencia son mayores que en otros medios socia- sumo del cristiano obrero. De ahí que sea él quien en
les. nuestros días aparece como el testigo por excelencia. To-
dos lo rechazan. Lo rechaza la cristiandad, que n o puede
Si el compromiso temporal es la acción que el cristiano
admitir que se haga solidario de un movimiento que tiene
desarrolla para acomodar las estructuras e instituciones a
como fin el destruirla, y lo rechaza por un reflejo de auto-
las exigencias de los principios de la ley natural y de la
defensa. Lo rechazan los marxistas, que no pueden acep-
doctrina cristiana, es lógico que tropiece en primer lugar
tar el que rehuse aceptar sus ídolos. No hay duda de
con el pecado causante de la desviación. La doctrina cris-
que él es ese «desecho» del mundo, presentado en espec-
tiana no admite un total determinismo en la vida social,
táculo a los ángeles, que se halla en lo más profundo de
160 HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO

ese remolino que agita a nuestro mundo en gestación. Es


un verdadero signo de contradicción, ya que su situación
no corresponde a realidad alguna existente. Es una situa-
ción que tiene un sentido proféíico tan sólo. Pero es preci-
samente —y en este hecho estriba su importancia— imagen
del futuro, afirmación de lo imposible, un primer esbozo
de una civilización obrera cristiana». (P. Danielou, «Miste-
rio de la Historia», p . 101).
La ruptura no debe buscarse ni producirse como fruto n
del resentimiento, o de una especie de masoquismo, o
también de una falsa actitud victimal. Cualquier impru-
dencia en este sentido sería condenable. Pero la ruptura Sugerencias para la actuación inmediata
se producirá en cuanto el cristiano se enfrente con el pe
cado y se niegue a colaborar en él. El medio social no se
halla dispuesto normalmente a prescindir de las ventajas
que el pecado proporciona; ni se halla dispuesto a tolerar Como final de este cursillo acerca del compromiso tem-
posiciones. poral de los cristianos, podemos abordar de manera sin-
Pío XII decía que la obra actual pide renuncias y sa- tética algunos de los problemas que requieren la inserción
crificios para la práctica de la vida cristiana. Pide, incluso, de los cristianos para su solución. Me limitaré a hacer al-
sacrificios heroicos. Vuestro medio social, como cualquier gunas sugerencias, a descubrir horizontes para la actua-
otro, no se halla dispuesto al sacrificio ni a las renuncias ción temporal y a enjuiciar algunas situaciones de acuerdo
necesarias. Paradójicamente, me atrevería a decir que el con la doctrina de la Iglesia.
cristiano comprometido de vuestro medio social es el que No me cansaré de recordar que un cristiano compro-
combate por desmontar las posiciones en que vive insta- metido es el que se halla convencido de la necesidad de re-
lado, con objeto de que la convivencia social pueda reali- formar y construir nuestro mundo desde los cimientos.
zarse en la justicia y el amor. Las palabras son de Pío XII e indican bien hasta dónde
nos tienen que llevar las exigencias de nuestra vida cris-
tiana.
El campo de actuación es enorme; la vida social se
halla dividida en sectores interdependientes como decía
hace poco. Las actividades pueden ser innumerables y to-
das muy respetables, porque todas son necesarias para la
recta convivencia social y porque tienen siempre el mismo
objeto: restablecer el orden social en la justicia y el amor.
HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO 163

líu la imposibilidad de tocar todos los problemas, me limi La doctrina de la Iglesia acerca de la retribución del
taré a indicar algunos que me parecen esenciales. trabajo había sido formulada ya con claridad por los Papas
anteriores. Particularmente Pío XI había señalado tres
criterios para fijar la justa retribución: las necesidades
del trabajador y de su familia, la situación de la empresa
REFORMAS DE LA VIDA ECONÓMICA y el bien común. Juan XXIII ha insistido en estos criterios,
pero las aplicaciones que ha realizado respecto al bien co-
mún nos permitirán perfilar algunos aspectos que nece-
Comenzaremos por la vida económica, no porque sea sitan la urgente reflexión de los católicos y una acción in-
lo más importante de la vida humana, sino porque la vida mediata, aunque a largo plazo en cuanto a los resultados.
económica nos proporciona los elementos indispensables Nos dice Juan XXIII que hay que tener en cuenta el
para vivir, y sin vida no hay actividad de ninguna clase, bien común nacional e internacional en la retribución del
por muy espiritual y elevada que sea. Los bienes econó- trabajo, así como en la fijación de los dividendos, del bene-
micos son muy necesarios, pero de carácter instrumental, ficio total, de las remuneraciones correspondientes al tra-
al servicio y para la consecución de los bienes culturales bajo de dirección. Hay que agradecer al Papa estas deter-
y espirituales. minaciones. Normalmente el criterio del bien común ha
solido servir hasta ahora para asegurar que los salarios
no deben ser tan altos que provoquen el paro obrero; pero
A. — Distribución de la riqueza y la renta nada se decía del bien común en relación con los dividen-
dos y con los altísimos sueldos de algunos cargos. Veamos
Es inevitable abordar este problema, aunque conozco las consecuencias que tiene la aplicación del bien común
perfectamente el desagrado que provoca. Muchos estiman en la fijación de las retribuciones.
que se ha hablado demasiado de una justa distribución y
El Papa señala las exigencias del bien común en el
que es hora de hacer el silencio sobre esta cuestión, con
plano nacional tanto como en el internacional. No me pue-
objeto de producir más y parar la atención en otros pro-
do detener ni siquiera en su enunciación, aunque llegaría-
blemas importantes. No todo se arregla con dinero, dicen.
mos a conclusiones muy prácticas para la actuación en el
Y tienen razón; pero no toda la razón.
campo económico. Solamente me voy a fijar en un aspecto
Juan XXIII en la «Mater et Magistra» ha vuelto a hacer
que para mí reviste capital importancia y del que nos
referencia a este problema en un capítulo dedicado a la
evadimos continuamente.
retribución del trabajo. En él comienza por afirmar que
Señal indudable de que se respeta el bien común es
existe una retribución deficiente del trabajo, incluso en los
el armonioso desarrollo de la economía, que no consiste
países desarrollados y acaba enunciando los criterios de
simplemente en una mayor producción de bienes, sino en
una justa y equitativa distribución. No es, pues, ocioso que
una recta y justa distribución de los mismos. La Iglesia no
nosotros mencionemos el problema.
ha favorecido jamás el igualitarismo en las restribuciones,
164 HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO
HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO 165
sino que lo ha combatido como contrario a la naturaleza
de las cosas; pero reclama, en cambio, una disminución Esto es extraordinariamente grave; tan grave que cae-
de las diferencias económico-sociales entre los grupos hu- ríamos plenamente en la censura que Pío XII dirigía a una
manos. cierta concepción del desarrollo económico y que el Papa
«Mientras las economías de las diversas naciones evo- Juan XXIII recoge y confirma: «Si tal justa distribución
lucionan rápidamente y con ritmo aún más intenso des- de bienes no fuese realizada o no estuviese más que imper-
pués de la última guerra, creemos oportuno llamar la fectamente asegurada, el verdadero fin de la economía
atención sobre un principio fundamental; a saber: que nacional no sería alcanzado, supuesto que, cualquiera que
el desarrollo económico debe ir acompañado y proporcio- fuese la opulenta abundancia de bienes disponibles, el pue-
nado con el progreso social; de suerte que de los aumentos blo, no habiendo sido llamado a participar en ellos, no
productivos tengan que participar todas las categorías de sería rico, sino pobre». (Pío XII, Doc. Soc. BAC, p. 1128,
ciudadanos. Es necesario vigilar atentamente y emplear número 6).
medios eficaces para que las desigualdades económico-so- El examen de conciencia se impone y también la adop-
ciales no aumenten, sino que se atenúen lo más posible». ción de medidas eficaces como el Papa pide. Examen de
(Juan XXIII, «Mater et Magistra». Ed. HOAC, p. 17, n. conciencia que dejo a vuestro cargo, recomendándoos que
73). establezcáis una sencilla comparación entre vuestros in-
gresos totales, los que solamente se declaran ante Dios, y
El paralelismo del progreso económico y del social es
los que percibe un sencillo trabajador. A través de la com-
un principio fundamental según el Papa. Y ese paralelis-
paración de presupuestos podréis realizar una aproxima-
mo se mide también por la atenuación de las diferencias
ción a la realidad social y económica.
económico-sociales entre los distintos grupos.
Examen de conciencia también respecto a los medios
Es preciso comparar este principio fundamental con
que se revelan eficaces para cambiar tal estado de cosas.
nuestra realidad. No os voy a atosigar con cifras y esta-
La Iglesia no interviene en las cuestiones puramente téc-
dísticas, pero me parece que las palabras de Juan XXIII
nicas, pero urge las morales y religiosas. Vosotros tendréis
implican una grave responsabilidad para todos los cató-
que determinar si una más justa distribución ha de reali-
licos. Es preciso que nos fijemos en estadísticas reales; es
zarse a través de la modificación del sistema tributario o
necesario que las elaboremos, si no existen todavía; es ab-
de otra forma cualquiera. Deberéis elegir el procedimien-
solutamente imprescindible que sepamos si al progreso
to que os parezca más eficaz, atendidas las circunstancias
económico acompaña el progreso social y si las diferen-
de nuestro país. Pero primeramente necesitáis convence-
cias entre los grupos sociales tienden a atenuarse.
ros íntimamente de la absoluta necesidad de la reforma
Yo no os lo podría asegurar ni en uno ni en otro sen-
y renunciar a los criterios del liberalismo económico que
tido. Solamente sé que el Sr. Ministro de Hacienda en unas
públicamente se exponen todavía por dirigentes de la vida
declaraciones de hace algunos años, al comienzo del Plan
económica.
de Estabilización, afirmaba que las rentas de trabajo ha-
bían disminuido en comparación al período anterior.
Ifif) HACIA UN CRISTIANISMO APULTO
HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO 167

empresa necesita una autoridad fuerte para subsistir, que


B. — Participación activa de los trabajadores se opone a todo intento de participación activa de los tra-
bajadores. Por otra parte, Vdes. deberían contar más con
La «Mater et Magistra» está montada sobre la idea de la incompetencia radical de nuestros trabajadores en la
la participación, como garantía del pleno desarrollo de la vida económica».
persona humana. Efectivamente, menguados serían los fi-
La objeción tiene sólidos puntos de apoyo, pero no re-
nes de la doctrina social de la Iglesia si se limitase a pedir
siste tampoco a la crítica. En primer lugar porque me
una más justa distribución de la riqueza en el mundo. No
hace sospechar que los que la formulan desconocen tan
solo de pan vive el hombre y, con ser muy importante
profundamente la moral, como los moralistas pueden des-
todo lo que afecta a su vida material, todavía tiene mayor
conocer las cuestiones económicas. Los moralistas no pi-
valor lo que contribuye a su desarrollo espiritual, a lo que
den imposibles; señalan direcciones para la acción, metas
es específicamente humano.
que hay que conseguir desde el punto de vista moral, pero
Porque la Iglesia conoce al hombre sabe que para que dejando suficiente libertad a los técnicos para el enjuicia-
se desarrolle plenamente necesita ejercitar sus facultades miento concreto. Veámoslo en este caso preciso.
armoniosamente en todas sus ocupaciones. Es preciso que
No habrá un solo moralista que no reconozca la nece-
el hombre en sus actividades haga jugar a su inteligencia,
sidad de una autoridad robusta en la empresa; el mismo
ejercite su voluntad, emprenda libremente y bajo propia
Juan XXIII ha afirmado su necesidad en los párrafos que
responsabilidad determinadas tareas. No es extraño que
comentamos. Lo que niegan los moralistas, siguiendo fiel-
haya insistido en este tema de la participación dentro del
mente al Papa, es la incompatibilidad de la autoridad con
cuadro de la vida económica.
la participación activa; de la misma manera que la niegan
«Porque en la naturaleza de los hombres se halla invo- en el terreno político o en cualquier otro campo.
lucrada la exigencia de que, en el desenvolvimiento de la
Todo depende de la concepción que se tenga de la auto-
actividad productora, tengan posibilidad de empeñar la
ridad y de la participación. Si la autoridad se entiende
propia responsabilidad y perfeccionar el propio ser».
como dominio tiránico de unos hombres sobre otros, es
(Juan XXI rT, «Mpter et Magistra». Ed. HOAC, p. 18, n. 82).
claro que existe la incompatibilidad. Pero al mismo tiempo
Y añade el Papa: «Por tanto, si las estructuras, el fun-
nos alejamos de la concepción cristiana de la autoridad,
cionamiento... entorpecen sistemáticamente el sentido de
que es un servicio al bien común. Si se comprende la par-
responsabilidad... un tal sistema económico es injusto, aun
ticipación activa como el reino de la anarquía, también es
en el caso de que, por hipótesis, la riqueza producida en
claro que no tolera la coexistencia con una autoridad fuer-
él alcance altos niveles y sea distribuida según criterios
te. Pero la participación no implica anarquía, sino demo-
de justicia y de equidad». (ídem., n. 83).
cracia en el sentido que la defiende la Iglesia. Y la de-
Conozco perfectamente la tenaz objeción que se suele mocracia pide, por definición, autoridad.
oponer a esta doctrina: «Vdes., los eclesiásticos, son mora-
Cabe discurrir de la misma manera respecto a la com-
listas ; pero no tienen en cuenta las condiciones reales. Una
petencia de los trabajadores. Se afirma una y o t r a vez que
168 HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO 169

los trabajadores carecen de la preparación necesaria para caces para lograr la competencia necesaria en un grupo
intervenir en estas cuestiones. Pues bien, ha llegado el mo- de trabajadores representantes de sus compañeros. Y esa
mento de verificar la veracidad de estas afirmaciones y de competencia implica un aspecto práctico que hay que abor-
sacar las consecuencias oportunas, cualquiera que sea la dar prudente, decidida y progresivamente. En el seno de
conclusión a que lleguemos. la empresa existen muchas actividades en las cuales puede
Personalmente opino que la mayoría de nuestros traba- desarrollarse la capacidad y el sentido de responsabilidad
jadores carecen, por desgracia, de la preparación necesa-
de los trabajadores de la misma. Hay que poner buena vo-
ria. Creo que se puede afirmar sin temor a ser desmentido
luntad e imaginación; las que se emplean cuando se ma-
que la culpa no recae precisamente sobre ellos, sino sobre
nejan los datos económicos y se trata de obtener una ma-
la constitución de una sociedad que no les ha permitido
adquirirla. Al mismo tiempo, me parece que hay que su- yor rentabilidad.
brayar el esfuerzo realizado por una minoría de trabaja- Los Papas piden una participación activa en el plano
dores que probablemente podrían intervenir ya en nume- de la economía nacional e internacional, por la dependen-
rosas cuestiones referentes a la vida de la empresa y a la cia que liga la vida de las empresas a la política económica
economía nacional. Es peligroso desconocer la evolución y, en general, a las decisiones importantes que se toman
de esta minoría; es dejar de manifiesto el orgullo de clase en este terreno.
aferrarse a concepciones que ya no responden a la rea- Algunos de vosotros os encontráis dentro de una em-
r rn
lidad. - ."**W%r*R presa en la vida económica; otros, en cambio, os desen-
Habría que decir algo más en este orden de cosas. La volvéis en el campo de las profesiones liberales que man-
autoridad suprema corresponde en las sociedades anóni- tienen un estatuto más independiente. Unos y otros no os
mas, al menos nominalmente, según la legislación, a la podéis desentender de esta participación. Participación
Junta General de Accionistas. No es demasiado pedir a los personal vuestra y de vuestros órganos de representación;
cristianos que examinen lealmente si muchos accionistas esfuerzo para que en la vida económica se realice la parti-
se hallan mejor preparados que los trabajadores para el cipación de los demás grupos sociales, mediante organi-
desempeño de tan delicada función. ¿El accionista que en- zaciones verdaderamente representativas, auténticas y efi-
carga a un Banco la compra de unas acciones, con la mira caces.
puesta exclusivamente en la buena inversión y en el divi-
dendo que percibirá al final del ejercicio, se halla mejor
preparado que el trabajador que pasa gran parte de la PROBLEMAS DE ORDEN SOCIAL
vida dentro de la empresa?
Admitamos la falta de preparación de la mayoría. Si la
participación activa de los trabajadores es una meta que Entre los muchos que se pueden clasificar bajo esta
nos hemos de proponer según la doctrina de la Iglesia, es ambigua denominación, me referiré solamente a algunos
necesario que con toda urgencia se pongan los medios efi- que presentan una acuidad mayor. Ahí hay campo para
todas las generosidades y competencias.
170 HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO
HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO 171

la enseñanza son más numerosos que los que en realidad


A. — Democratización mlturcí.
llegan.
Particularmente hay que atender al problema de la
Con ella ligamos directamente con el último aspecto
igualdad de oportunidades. El fondo creado por el Estado
considerado. Si los trabajadores en general carecen de la
con este nombre responde a una noble ambición: la de
formación indispensable para participar activamente en
que nadie quede por bajo de sus posibilidades intelectua-
la vida económica, tanto en el plano de la empresa como
en el nacional, se debe evidentemente a que han tenido les por falta de medios económicos. Nos hallamos, sin em-
cerrado en buena parte el acceso a la cultura. bargo, muy lejos de la meta.
Según datos proporcionados por técnicos de la educa-
Consultad las estadísticas, comenzando por la enseñan-
ción, solamente el 5 % de los estudiantes de la enseñanza
za primaria. A pesar de todos los esfuerzos realizados, to-
superior son hijos de colonos, braceros, artesanos y jor-
davía el panorama nacional presenta lagunas enormes. In-
naleros. Las cifras no necesitan comentario, sobre todo si
suficiencia de escuelas y de maestros; reducidos ingresos
se tiene en cuenta lo que representan esos grupos sociales
económicos y malas condiciones de vivienda de los mis-
mos; necesidad de una cada vez mejor preparación peda- en el total de la población del país. Una buena parte de
gógica... Comparad lo que se ha dedicado en nuestro país los que comienzan el bachiller o los estudios universita-
a la enseñanza primaria con otros gastos realizados y qui- rios abandona el empeño a los primeros años por dificul-
zás llegaréis a la convicción de que es preciso cambiar la tades económicas.
escala de valores. Ahí está el hecho b r u t o ; ahí la elocuencia de las cifras.
Sobre ellas ha de elaborarse un juicio cristiano que nos
¿Quién dudará de los resultados conseguidos en cuanto
permita conocer la penetración real de nuestra vida cris-
a la enseñanza profesional? Bastaría también hacer hablar
a las estadísticas para convencer a los más reacios. Pero tiana en el entramado social. Si la distribución de las ri-
todos confesamos que son insuficientes. El desarrollo eco- quezas y de la renta; si la estructuración de nuestra socie-
nómico de nuestro país está exigiendo perentoriamente la dad es tal que permite el acceso a los estudios superiores
creación de más especialistas y técnicos, el aprovechamien- a los dotados económicamente, en tanto que lo impide a
to de tantos talentos que todavía se desperdician. la mayoría de la población, la conclusión es bien sencilla:
nuestra sociedad necesita una seria reforma para adaptar-
Si pasamos al campo de la enseñanza secundaria o su-
se a los principios cristianos.
perior, el panorama se hace más sombrío. No voy a juzgar
de la eficiencia de nuestros Institutos, Colegios y Univer- Nadie oponga que todo esto pertenece al dominio de la
sidades ; solamente os invito a que consultéis de nuevo las imaginación y a las utopías propias de gentes que no co-
estadísticas y observéis las proporciones. Hay pocos uni- nocen las posibilidades reales del país. Constituiría una
versitarios para un país que quiere progresar económica ingenuidad por mi parte pensar que todo ello se puede re-
y socialmente; hay pocos universitarios y bachilleres, so- solver inmediatamente, como si solamente dependiese de
bre todo, si es que los aptos para llegar a estos grados de la firma de un decreto. No; lo que afirmo solamente es
que la situación actual es viciosa y hay que reformarla con
172 HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO 173

la urgencia posible. Y para sentir la urgencia y agotar al mundo en esa dirección, al intensificar las relaciones
hasta las últimas posibilidades hay que estar muy conven- humanas complicando la trama de la vida social.
cido de la injusticia social y muy decidido a la aplicación En la misma encíclica se señalan los peligros inheren-
de medidas eficaces. En otros países se han realizado pro- tes al proceso de socialización y la manera de obviarlos.
gresos sustanciales. Efectivamente, la intensificación de las relaciones entre los
El acceso a los bienes de la cultura no solamente signi- hombres implica un doble riesgo: el de la pérdida de inte-
fica la entrada en los estudios superiores para los verda- rioridad, al invadir lo social el terreno de la intimidad; y
deramente aptos. Se extiende también a otros dominios el peligro de estatización, por la creciente intervención del
como el del arte, etc. ¿Por qué no realizar un esfuerzo Estado aun en los campos más próximos al desarrollo per-
gigantesco para poner a disposición de todos las grandes sonal.
obras de la literatura, música, pintura, etc.? ¿Por qué no Contra esos dos peligros la Encíclica indica los reme-
cultivar la sensibilidad del pueblo, alelándolo al mismo dios convenientes, puesto que el tono que utiliza el Papa
tiempo de un empleo de los tiempos libres que después Juan XXIII al hablar de la socialización es más bien opti-
criticamos con injusta dureza? mista. Solamente se impedirá el proceso de masificación
y de estatización, si existen asociaciones intermedias que
Acceso a la cultura de los niños, de los adolescentes y
cumplan estas dos condiciones: autonomía efectiva res-
de los jóvenes; pero también de los adultos. Tengo la im-
pecto de los poderes públicos y participación activa de sus
presión de que en nuestro país se hace muy poco para
miembros en la vida de la asociación.
aumentar la cultura de los adultos. No solamente su pre-
A mi entender, es preciso fomentar estos organismos
paración profesional con vistas al aumento de producti-
intermedios en nuestro país, donde la densidad social es
vidad; sino también el cultivo humano que perfecciona
escasa. Cuando la sociedad, entendida como ese conjunto
directamente al hombre. He ahí una gran tarea en que
de organismos intermedios dotados de las cualidades men-
muchos de vosotros podríais volcar los talentos recibidos
cionadas, apenas existe; nos encontramos en una situación
y llenar una vida que quizás se distribuye entre el trabajo
peligrosa desde todos los puntos de vista. La persona hu-
para ganar dinero y el simple disfrute, posiblemente tedio-
mana no encuentra las estructuras e instituciones necesa-
so, de los bienes y posición adquiridos.
rias para desarrollarse; no hay contrapeso a la actuación
del Estado. El resultado es una masificación progresiva y
una estatización opresora, que puede desembocar en un
B. — Densidad de vida social estallido social.
Deberían multiplicarse las asociaciones de tipo fami-
La Iglesia insiste muy particularmente en su doctrina liar, dedicadas a los problemas específicos de la familia
social sobre la existencia de asociaciones intermedias en- en nuestra sociedad industrial. Dentro de esas asociacio-
tre el Estado y las personas particulares. El proceso de nes familiares, se ha de buscar a toda costa la parti-
socialización analizado en la «Mater et Magistra» encamina cipación activa de los padres, mediante procedimientos
174 HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO
HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO 175
adecuados como encuestas; descubrimiento de matices co-
rrespondientes a nuestra época y que modifican profun- choques más o menos violentos, que actúan a la manera
damente la vida familiar; tratamiento de los problemas de válvula de seguridad de las tensiones sociales.
educativos de acuerdo con los adelantos pedagógicos y Las tensiones sociales siempre existirán y no constitu-
atendiendo a las características de la adolescencia y juven- yen mal alguno mientras se mantienen dentro de ciertos
tud actuales, etc. límites. Por el contrario, pueden indicar la vitalidad de
Junto a las asociaciones familiares tienen perfecta ca- una sociedad que se desarrolla y en que todos toman parte
bida las de tipo cultural, bien dedicadas a la cultura en su activa. Es natural que se produzcan las tensiones entre
conjunto, bien especializadas en un sector de la misma. grupos de intereses, entre opiniones diferentes acerca de
Sin olvidar la tarea de culturización de los adultos, tan las mil cuestiones de la vida social.
abandonada y tan necesaria en nuestro país. Las posibili- Cuando las tensiones, que en manera alguna niegan la
dades serán tanto mayores cuanto más libremente y sin colaboración, degeneran en la lucha de clases en sentido
trabas puedan desarrollar sus actividades bajo la alta vi- marxista, nos encontramos ante una sociedad enferma.
gilancia de la autoridad pública. Porque la lucha de clases en sentido marxista no solamen-
Mención especial merece en nuestra época el problema te significa un enfrentamiento de los grupos sociales, sino
de los tiempos libres. Es cierto que desgraciadamente no que encierra un espíritu de odio y una tesis catastrófica
es mucho el tiempo libre que queda a la mayoría de la acerca del progreso social. Se espera la sociedad perfecta
población, teniendo en cuenta las horas que han de dedi- del futuro del alumbramiento doloroso del odio y la vio-
carse al trabajo remunerador para poder subsistir. Pero lencia.
el problema se presenta ya desde ahora y ha de adquirir Para llegar a una colaboración de los grupos sociales,
un volumen mucho mayor en el futuro. Tenemos que am- tal y como la entiende la doctrina de la Iglesia, hay que
pliar el horizonte de los tiempos libres, reducido hoy a proceder a una reforma de las estructuras e instituciones
unas cuantas diversiones comercializadas y no pocas veces que imposibilitan el diálogo por su misma naturaleza. Esto,
masificadoras y degradantes. en el aspecto objetivo de la cuestión. Desde el punto de
vista subjetivo, es necesario que cada grupo social se es-
fuerce por combatir aquellos defectos característicos que
C. — Colaboración social más se oponen a una leal colaboración.
Por lo que se refiere a vuestro medio social, creo que
No nos engañemos. Los grupos sociales luchan entre los cristianos tienen que hacer un serio esfuerzo para ha-
sí, de forma poco visible normalmente; violentamente cer desaparecer la conciencia de superioridad que se ad-
cuando se presenta la ocasión propicia. Que esta última vierte en casi todas las manifestaciones de la vida social
forma no es más peligrosa que la primera en realidad, lo y el espíritu paternalista en las relaciones con otros gru-
comprenderá cualquiera que pulse el estado de ánimo lar- pos sociales y que es lógica consecuencia de la primera.
vado que se va creando y desarrollando cuando faltan los La conciencia de superioridad no se manifiesta sola-
mente en las relaciones interpersonales. Diría que es don-
176 HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO
HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO 177
de menos se manifiestan, afortunadamente, pues va pene-
la consecución del bien común, es la actividad más noble
trando poco a poco la creencia firme en la dignidad de
entre las terrenales.
todas las personas humanas. Es en el terreno de la rela-
ción entre grupos sociales donde surge el espíritu de clase Por un misterioso proceso, cuyo esclarecimiento nos
o de casta, que niega a los miembros de otro grupo social llevaría demasiado lejos, los cristianos se han ido retiran-
el derecho, la competencia, la posibilidad de participar en do del campo de la política con las consecuencias que se
ciertas tareas colectivas. advierten en todo el mundo. Este es el momento en que
Vuestro grupo social considera como algo específica- parece vencida la repugnancia anterior y en que valerosas
mente suyo la dirección de las empresas, la gestión de la minorías de católicos se han lanzado a la vida pública con
administración pública y prácticamente todas las tareas Ja aspiración de ordenarla según criterios cristianos.
rectoras de la sociedad. Cuando representantes de los tra- Los cristianos han temido la contaminación al introdu-
bajadores industriales o agrícolas pretenden opinar en cirse en el terreno político, juzgado como el de los nego-
esas cuestiones, se encuentran con una negativa rotunda, cios sucios, el de las zancadillas alevosas, de las ambiciones
con una oposición furiosa que no duda en recurrir a todos desmedidas. No querían mancharse las manos, en frase
los medios, tan abundantemente colocados en sus manos. de un célebre escritor; pero es muy posible que la verda-
Hay que llegar a una sociedad en que cada hombre mire dera razón de su defección en la política no fuese esa. Es-
a todos los demás como iguales en dignidad, como directa- tos cristianos no querían mancharse las manos; pero no
mente interesados en la vida de la comunidad y partici- se daban cuenta de que en realidad les faltaban los brazos.
pantes activos de la misma, con la sola diferenciación de «No es suficiente rebajar la naturaleza para elevarse
las funciones respectivas. Pero hay que partir del hecho en el terreno de la gracia... Porque no tienen la fuerza
que tan bien calificaba un buen amigo m í o : es que en (y la gracia) de ser de la naturaleza creen que son de la
nuestra sociedad, todavía un hombre de una clase social gracia. Porque no tienen valor humano, juzgan que han
mira a otro hombre de distinta clase social como a otra penetrado en lo eterno. Porque no tienen valor para ser
clase de hombre. del mundo, creen que son de Dios. Porque no tienen el
valor de pertenecer a uno de los partidos de los hombres,
creen que pertenecen al partido de Dios. Porque no son
del hombre, creen que son de Dios. Porque no aman a
ACTUACIÓN EN EL ORDEN POLÍTICO nadie, creen que aman a Dios». (Peguy).
Algo hay de eso en muchas posturas de alejamiento del
mundo, aunque se presenten como producto de una espi-
Sí; también un cristiano debe introducirse en este cam-
ritualidad elevadísima. Toda la grandeza que posee el ale-
po de la vida social en sentido amplio. A pesar de la mala
jamiento del mundo, cuando es la respuesta generosa a
prensa de que goza, quizás más particularmente entre los
una auténtica vocación o llamamiento de Dios, desaparece
cristianos, la vida política, por ocuparse directamente de
y se convierte en mezquindad en el momento en que res-
178 HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO
HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO 179
ponde al miedo a la vida, a un afán desequilibrado de
pureza. más norma que la salida de manos del legislador humano.
La doctrina de la Iglesia nos habla también de la inter- Niega el Derecho Natural y la sujeción que a él debe el
vención en el campo de la política. Pío XI afirmaba, en Derecho positivo.
primer lugar, el derecho y el deber de los católicos a in- Una de las consecuencias del positivismo jurídico, y de
tervenir en la vida política; también nos ha indicado las otras doctrinas o concepciones jurídicas, es el imperio de
razones de tal intervención. la fuerza sobre el Derecho, tomado en toda su amplitud.
«Lo cual no impide, por otra parte, que cada uno de los En la Introducción a los Documentos Jurídicos de la BAC
católicos pueda pertenecer a organizaciones de carácter nos dice Carlos Viada:
político, siempre que en su programa y en su actividad «El que una norma sea declarada obligatoria en el Es-
den la garantía necesaria de tutelar los derechos, de no tado por el poder legislativo no basta para crear un ver-
atacar a Dios y a los derechos de la Iglesia. Más aún; el dadero derecho. El error del positivismo jurídico estriba
preocuparse de la vida política y aun el participar en ella en considerar la ley como norma suprema del derecho,
es deber de caridad social, porque todo ciudadano tiene error que está en la base del absolutismo del Estado y que
la obligación de preocuparse cuanto pueda del bien de su equivale a la deificación del Estado mismo». (Doc. Jur.
propia nación». (Pío XI, al Card. Cerejeira, 10-XI-33. Col. BAC, Prólogo, XII).
Ene. de A.C., 5 ed., pp. 1107-1108). Efectivamente, Pío XII, que combatió sin descanso el
La Iglesia posee una doctrina acerca de la vida política, positivismo jurídico, no dejó de advertir que su principal
siempre desde su punto de vista religioso-moral. En ella fruto era el Estado totalitario.
se nos dice qué es la autoridad, su misión, límites del po- «Debía venir el Estado totalitario de impronta anticris-
der, obediencia que deben los ciudadanos a las leyes jus- tiana, el Estado que —por principio, o al menos de he-
tas, etc., etc. En los últimos tiempos ha insistido de ma- cho— rompía todo freno frente a un supremo derecho di-
nera particular en unos cuantos principios, en atención a vino, para descubrir al mundo el verdadero rostro del
las circunstancias históricas, particularmente habida cuen- positivismo jurídico... Este «derecho legal» en el sentido
ta de la creciente intervención del Estada en todos los aquí expuesto, ha transtornado el orden establecido por el
campos de la vida social. Creador; ha llamado al desorden orden; a la tiranía, auto-
También en el terreno de la política me limitaré a hacer ridad; a la esclavitud, libertad; y al delito, virtud patrió-
unas cuantas sugerencias, siguiendo el pensamiento de la tica». (Pío XII, Disc. a la Rota Romana el 13-XI-49. Doc.
Iglesia para esta época histórica. Jur. BAC, p. 307, n. 11-12).
Admitida la religación entre Derecho y Moral, como en-
A. — Reino del Derecho seña la doctrina cristiana, nos situamos inmediatamente
en el plano del respeto a los derechos fundamentales de
Pío XII ha reñido una gran batalla en contra del posi- la persona, que deben ser reconocidos en el ordenamiento
tivismo jurídico, concepción del Derecho que no admite jurídico positivo. Con ello se trata de evitar la arbitrarie-
dad del poder y de promover la garantía de una vida pa-
INO HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO

HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO 181


i l u t a dentro del orden justo. Es el centro de la enseñanza
de Pío XII en su Radiomensaje de Navidad de 1942. una de las energías en pacífica cooperación...» (Pío XII.
«Quien desea que la estrella de la paz aparezca y se de- ídem, p. 179, n. 15).
tenga sobre la vida social, coopere a una profunda reinte-
gración del ordenamiento jurídico... Del ordenamiento ju- B. — Opinión pública
rídico querido por Dios deriva el inalienable derecho del
hombre a la seguridad jurídica, y con ello a una esfera Una de las mayores preocupaciones de la Iglesia en
concreta de derecho, protegida contra todo ataque arbi- nuestro tiempo es el proceso de despersonalización y de
trario... La relación entre hombre y hombre, del individuo masificación que se está verificando como producto de
con la sociedad, con la autoridad, con los deberes sociales, numerosas causas en la sociedad industrial. Nuestra vida
la relación de la sociedad y de la autoridad con cada uno social ofrece perspectivas y posibilidades no conocidas an-
de los individuos, deben cimentarse sobre un claro funda- teriormente, pero también entraña riesgos contra los que
mento jurídico y estar protegidas, si hay necesidad, por nos debemos prevenir.
la autoridad judicial. Esto supone: a) Un tribunal y un El hombre no se realiza plenamente como persona en
juez que reciban sus normas directivas de un derecho cla- tanto no sea capaz de un juicio acertado sobre los aconte-
ramente formulado y circunscrito, b) Normas jurídicas cimientos en que se ve sumergido en la vida social; juicio
claras, que no puedan ser tergiversadas con abusivas ape- que permite una acción proporcionada dentro de los cau-
laciones a un supuesto sentimiento popular y con meras ces en aue se sitúa la libertad humana en unas circuns-
razones de utilidad, c) El reconocimiento del principio tancias determinadas.
que afirma que también el Estado y sus funcionarios y las Siendo el hombre sujeto y no objeto de la vida social,
organizaciones de él dependientes están obligados a la debe participar en ella activamente, como veremos a con-
reaparación y a la renovación de las medidas lesivas de tinuación v para ello es condición imprescindible que en
la libertad, de la propiedad, del honor, del mejoramiento toda sociedad exista una opinión pública que «...es, en
y de la vida de los individuos». (Pío XII, RM. Navidad efecto, el patrimonio de toda sociedad normal compuesta
1942. Doc. Jur. BAC, pp. 187-188, núms. 45-52). de hombres que, conscientes de su conducta personal y
social, están íntimamente ligados con la comunidad de la
Ahí tenemos todo un programa. Con semejantes prin- que forman parte. Ella es en todas partes, y en fin de
cipios podemos enfrentarnos con nuestro ordenamiento cuentas, el eco natural, la resonancia común, más o menos
jurídico, tratando de corregir sus deficiencias y ajusfándolo espontánea, de los sucesos y de la situación actual en sus
lo más perfectamente posible a la doctrina que ve en el espíritus y en sus juicios». (Pío XII, La Prensa Católica y
Derecho un «ordenamiento cuya misión no es dominar, la Opinión Pública, 18-11-50. Col. Ene. AC, 5 ede, p. 333,
sino servir, tender al desarrollo y crecimiento de la vita- núm, 2).
lidad de la sociedad en la rica multiplicidad de sus fines, La concepción cristiana del hombre se debate entre
conduciendo hacia su perfeccionamiento a todas y cada otras que a sí mismas se llaman «realistas», pero que
desconocen alguno de los aspectos esenciales, por donde
182 HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO 183
caen necesariamente en una u otra desviación. Los indi- sociedad que es la inexistencia de opinión pública: «el
vidualistas desconocen la naturaleza social del hombre; caso en que la opinión pública se calla en un mundo de
los colectivistas aniquilan la persona humana reducién- donde aun la iusta libertad está desterrada y donde solo
dola prácticamente a sus relaciones sociales. las opiniones de los partidos en el poder, la opinión de
Dos concepciones extremosas del hombre encontramos los iefes o de las dictadores, está autorizada a deiar oir su
respecto a su bondad o maldad, en íntima conexión con voz» CIdem. ídem). Pero también el caso de los países en
la división anterior en individualistas y colectivistas, aun- que existe tal libertad y, sin embargo, faltan los requisitos
que las pareias de conceptos no puedan identificarse. Para interiores:
unos, el hombre es naturalmente bueno y solamente las «Tan deplorable v acaso más funesta todavía por sus
estructuras e instituciones lo pervierten. Para otros, en consecuencias es la de los pueblos donde la opinión pú-
cambio, hav eme desconfiar plenamente de la bondad del blica permanece muda, no por haber sido amordn/nda por
hombre v de su capacidad. Es preferible transmitir a la una fuerza exterior, sino poraue le faltan aouellos renui-
sociedad todos los atributos que al hombre deben adornar. sitos interiores que deben existir en todos los hombres
Las dos concepciones dan lugar a las correspondientes que viven en comunidad». (ídem, ídem).
posturas en el programa de la opinión pública. Los conven-
A cada uno de vosotros corresponde el análisis, indivi-
cidos de la bondad natural del hombre son partidarios de
dual v en eemipo, acerca de uno de los hechos trne más
una libertad sin límites, aunque en la realidad social que
nos deben preocupar ¿Existe una verdadera opinión pú-
estructuran la libertad sea solamente el patrimonio de un
blica entre nosotros? ; E n aué medida hav que modificar
grupo social. Los que desconfían del hombre, hasta caer
algunas estructuras e instituciones para eme no «ruede
en una especie de maniqueísmo social, prefieren restringir
abosada? ¿Faltan en la población los reouisitos indispen-
la libertad individual y traspasar al Estado, la clase social,
sables para eme exista una opinión pública normal?
etc, esa noble prerrogativa del hombre.
La opinión pública existe, según el Papa, «hombre*? r>m-
La concepción cristiana huye de tales extremos y acaba fundamente penetrados del sentimiento de su responsabi-
siendo verdaderamente realista, porque atiende a todo lidad y de su íntima solidaridad con el medio en aue vi-
lo que es el hombre; no desconoce sus defectos y el pecado ven». Comencemos el examen de nuestra sociedad, pero
original que fue su patrimonio al nacer; pero se resiste a bueno será que le preceda el examen personal para saber
admitir una corrupción total y cree en las posibilidades si cada uno de nosotros llena las condiciones que se re-
que se ofrecen al hombre en el ejercicio de sus facultades, quieren para la existencia de una opinión pública.
particularmente de su inteligencia y de su voluntad libre.
Una tarea inmensa se nos abre. Hav que preparar a los
Por eso, la Iglesia reclama la existencia de una opinión
hombres para ocupar con responsabilidad el puesto que
pública y donde aprecia su inexistencia afirma que «se
les corresponde en la vida social. Hay que prepararlos des-
debería ver un vicio una enfermedad, una irregularidad de
de ahora, aprovechando todas las oportunidades, hacién-
la vida social». (Pío XII. ídem, p. 333, n. 3).
doles participar activamente en la vida de todas las aso-
Dos causas señala Pío XII de ese vicio grave de una
ciaciones intermedias, ayudándoles a formarse un criterio
HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO
HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO 185
l'ioplo, gracias al cual puedan emitir un juicio sobre los
acontecimientos de la vida social. La mayoría de nuestros lidad social. Con ello se crean las condiciones más conve-
católicos se halla lejos de este ideal del hombre y de la nientes para que nuestra vida social caiga en alguna de
vida en sociedad. las desviaciones que ha señalado la doctrina de la Iglesia.
Per supuesto, la falta de preocupación por la vida polí-
tica, cuyo fin es el bien común, es al mismo tiempo una de-
C. — Participación en la vida política ficiencia moral y la privación de uno de los medios que
contribuyen a la realización personal.
He comenzado por intentar demostrar que los prejui- Tenemos que reaccionar, ante todo, contra ciertas con-
CJ
os de muchos católicos acerca de la vida política son in- cepciones de la vida política que no pueden ser admitidas
fundados, al menos en derecho, aunque muchas veces ten- por la doctrina de la Iglesia; a pesar del margen de libertad
gan razón en cuanto a los hechos. Pero, si precisamente en que ésta concede a las opciones sobre la forma de gobierno,
la vida política diaria aparecen todos los defectos que se la estructuración del poder, etc.
le achacan, es justamente por la deserción de los que Evidentemente hay que rechazar de plano todas aquellas
tendrían que aportar su espíritu y competencia. concepciones que niegan la necesidad de una autoridad,
Se habla en todo el mundo de la despolitización, en el a la que tienen por principal responsable de todos los ma-
sentido de que los ciudadanos de una nación no se preo- les sociales. La Iglesia ha condenado todas estas teorías y
cupan de la vida política; dejando este dominio al arbitrio ha afirmado continuamente la necesidad de la autoridad
de unas cuantas personas que encaminan fácilmente a las como gerente del bien común, como servicio prestado a
demás, valiéndose de todos los medios de propaganda que la comunidad.
la técnica facilita. Concedida la despolitización en este Hay que rechazar igualmente de plano las pretensiones
sentido es un grave mal y una responsabilidad que recae de una libertad ilimitada en la vida social. La libertad ha
sobre los católicos también. de tener unos cauces y está contenida dentro de las fron-
Es difícil determinar la causa y el efecto, porque las teras del Derecho Natural y del Derecho positivo conforme
acciones van seguidas de reacciones que, a su vez, actúan con aquel. Vivir libremente no significa ciertamente la po-
sobre las primeras. ¿La despolitización es causa de que sibilidad de hacer lo que cada uno quiera en todos los
solamente un grupo o unos cuantos grupos de personas se órdenes. La Iglesia, que defiende ardientemente la libertad
ocupen de la vida pública? ¿O será más bien el esfuerzo de los ciudadanos frente a un poder que siempre corre el
dirigido y organizado de estos grupos el que ha originado peligro de extralimitarse, no es parca en las afirmaciones
la despolitización? Probablemente las dos cosas actúan sobre las limitaciones lícitas de la libertad en la vida so-
como causas y efectos a la vez. cial.
Nuestro país no se libra de esa tendencia general; y la Con la misma energía rechazamos también aquellas
apatía, la desgana, el abandono de las responsabilidades concepciones que tienden a hacer del hombre objeto y
cívicas aparecen a primera vista al observador de la rea- no sujeto de la vida política. Tales concepciones se hallan
muy en boga en nuestro tiempo, de ahí la insistencia de
IHO HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO

HACIA U N CRISTIANISMO ADULTO 187


ION Pupas más recientes en denunciar los peligros del tota-
litarismo, del autoritarismo, del absolutismo del Estado, comunidad, a la que nos hemos referido. Pero esto tiene
como aniauiladores de los derechos fundamentales de la lugar, o puede tener lugar en igualdad de circunstancias,
persona humana. también en las otras formas legítimas de gobierno». (Pío
En un discurso, poco conocido, a la Sagrada Rota Ro- XII. ídem, pp. 208-209-210, núms 8, 11 y 14).
mana, a propósito de las diferencias entre el ordenamiento Por donde aparece que hay dos formas políticas con-
jurídico civil y el eclesiástico, procedentes de la diferencia denables : el totalitarismo y el autoritarismo; y otra que
de naturaleza entre el Estado y la Iglesia, Pío XII condenó puede ser sana: la democracia, junto a otras formas que
los esfuerzos del totalitarismo, del autoritarismo y de la no se mencionan. Los que se dediquen a la vida política
falsa democracia, que «...han invocado para confirmar y tienen una referencia negativa y también otra positiva:
para sostener sus opiniones, las presuntas analogías con «toda comunidad humana» debe «asegurar duraderamente
la potestad eclesiástica» (Pío XII. Disc. a la Rota Romana, la unidad en la diversidad».
2-X-45. Doc. Jur. BAC, p. 208, n. 6). Los partidarios del «autoritarismo» en economía o en
Partiendo de que «una de las exigencias vitales de toda política pueden adoptar un slogan antiguo, el que podía
comunidad humana, y, por lo tanto, también de la Iglesia servir de divisa al despotismo ilustrado». «Todo para el
y del Estado, consiste en asegurar debidamente la unidad pueblo, sin el pueblo». Frente a él, los católicos deben le-
en la diversidad de sus miembros», el Papa analiza cada vantar bandera, afirmando con la doctrina de la Iglesia:
una de las formas. «Todo para el pueblo, con el pueblo».
«...el totalitarismo es siempre incapaz de satisfacer esta Poco más me queda por decir, después de haber abu-
exigencia, porque da al poder civil una extensión inde- sado tan extraordinariamente de vuestra atención. La doc-
bida, determina y fiia en el contenido y en la forma todos trina social de la Iglesia es clara y obligatoria. Ella señala
los campos de actividad, y de este modo oprime toda legí- unos cauces para la vida social, sin imponer en manera
tima vida propia...». alguna opciones que pertenecen al terreno de la pura téc-
«Pero a aquella exigencia fundamental está muy lejos nica económica, social o política. Dentro de esos cauces
de satisfacer la otra concepción del poder civil, que puede queda campo libre para la opción personal de cada cris-
ser destinada con el nombre de «autoritarismo», porque tiano, para la opción de posturas bajo su propia respon-
excluye a los ciudadanos de toda participación eficaz o sabilidad y sin comprometer a la Iglesia.
influjo en la formación de la voluntad social. Divide, por Es preciso poner inmediatamente manos a la obra:
tanto, a la nación en dos categorías, la de los dominadores «Solamente sobre los principios y conforme al espíritu del
y la de los dominados, cuyas recíprocas relaciones vienen cristianismo pueden llevarse a cabo las reformas sociales
a ser puramente mecánicas...». tal cual son imperiosamente requeridas por las necesida-
Por fin, en cuanto a la democracia moderna: «Sin duda, des y las aspiraciones de nuestro tiempo. Estas exigen por
donde está vigente una verdadera democracia teórica y parte de unos espíritu de renuncia y de sacrificio; por
práctica, está colmada aquella exigencia vital de toda sana parte de los otros sentido de responsabilidad y de resis-
tencia; de todos un trabajo arduo y duro. Por ello Nos
188 HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO

mgimos a todos los católicos del mundo entero, exhortán-


dolos a no contentarse con buenas intenciones y bellos
Programas, sino a proceder decididamente a su realiza-
ción práctica». (Pío XII).
«No lamentos, acción es la consigna de la hora; no la-
mentos de lo que es o de lo que fue, sino reconstrucción
de lo que surgirá y debe surgir para bien de la sociedad»
(Pío XII, RM. Navidad 1942. Doc. Jur. Bac, p. 184, n. 31). índice
Quería recordaros que a vuestro medio social, a vos-
otros particularmente, los cristianos que deseáis trans-
formarlo, convienen las palabras de Pío XII a los católicos
alemanes en que se piden sacrificios y sacrificios heroicos.
Pero sacrificios que no se aceptan resignadamente y sin PRIMERA PARTE. — EN EL MUNDO SIN SER DEL MUNDO ... 7
alegría. San Pablo nos dice que Dios ama al que da alegre-
mente. ¡Qué pena produce el espectáculo de tantos cató- I. — Trascendencia y encarnación en la historia 12
licos aplastados bajo el peso de unos mandamientos que Espiritualidad de alejamiento del mundo 13
Separación de religión y vida 17
deberían ser alas para volar por el camino del amor y se Los cristianos comprometidos 21
han convertido en pesadas losas que oprimen al hombre.
Cuando os invito, en nombre de la Iglesia, a participar II. — Razones doctrinales de la no intervención 26
en la construcción de un mundo mejor, más humano, más 1. — Cristo fundó un Reino que no es de este mundo 27
2. — Cristo se negó a intervenir en los asuntos de este
justo y más abierto al cristianismo, os invito a vuestra
mundo , 27
propia perfección personal; a una vida llena, vivida con 3. — Cristo no se preocupó de la Reforma social 28
entusiasmo generoso que no se asusta ante las dificulta- 4. — Cristo sólo habló de caridad; no de justicia 29
des ; que. se halla dispuesto a arrostrar los mayores sacri-
ficios, porque esa es la voluntad de Dios y porque todo Refutación del esplritualismo desencarnado 30
coopera al bien de los que le aman. 1. — Cristo nos juzgará por el amor 33
Muchas gracias. 2. — Cristo nos ordena hacer lo que Él no hizo 35

Los argumentos positivos 37


1. — Amar el mundo , 3jj
2. — Amar al hombre concreto 40
3. — Amar al Hijo de Dios 42

La enseñanza del magisterio ^g


1. — La Iglesia debe intervenir en lo temporal 45
2. — No en lo puramente técnico 4g
190 HACIA UN CRISTIANISMO ADULTO H A C I A UN CRISTIANISMO ADULTO 191

3 - E l esplritualismo desencarnado condenado B i e n c o m ú n y derechos f u n d a m e n t a l e s 117


4 E l católico n o r m a l m e n t e debe a c t u a r en el m u n d o 48 1. — B i e n c o m ú n y bienes p a r t i c u l a r e s 117
•> A c t u a c i ó n en el m u n d o de las ideas 2. — B i e n c o m ú n real y a p a r e n t e 119
6 A c tua c ión e n la política *>1
'• — E n los puestos decisivos •"
8 M e d i a n t e u n a acción eficaz 54 TERCERA PARTE. — H A C I A UN CRISTIANISMO ADULTO ... 125
9
Y grandes sacrificios S6
10 E n la tarea m á s grandiosa 57 I . — Las etapas del compromiso t e m p o r a l 131
L a creación del clima interior 132
SECUNDA P A R T E . _ P R I N C I P I 0 S p A R A L A A C C I 0 N 59
Acción a h o r a m i s m o 134

• —Cuestiones previas 65 A n t e la p r i m e r a injusticia 136


Revisión de la a c t u a c i ó n 139
¿ S a n t i d a d o Reforma de e s t r u c t u r a s ? 65
L a acción organizada 143
A. — ¿ o s partidarios „ de
.~„ la
«* reforma
, vi urina interior ..
Los criterios de elección 144
— ' tro
B . — Los partidarios de la reforma de estructuras E t a p a s de la actuación t e m p o r a l 147
C. — Doctrina pontificia •
A l g u n a s dificultades del compromiso t e m p o r a l 151
¿ J u s t i c i a o caridad en la r e f o r m a social? '' 1. — La familia 152
A . — Por qué se ha planteado el problema '° 2. — Las posiciones privilegiadas 155
B . — La doctrina pontificia : 84 3. — La r u p t u r a con el m e d i o social 158

I I . — U n orden social p a r a la persona h u m a n a 91 I I . — Sugerencias p a r a la actuación i n m e d i a t a 161


L a persona h u m a n a centro de la d o c t r i n a social 93 R e f o r m a s de la vida económica 162
1. — Concepción i n d i v i d u a l i s t a 95 A . — Distribución de la riqueza y la renta 162
2. — Concepción colectivista ,. ,.. 96 B. — Participación activa de los trabajadores 166
3. — Concepción cristiana 97
P r o b l e m a s de o r d e n social 169
D i g n i d a d de la persona y derechos f u n d a m e n t a l e s 99 A . — Democratización cultural 170
1. — Derecho a la vida corporal -inn B . — Densidad de vida social ... 172
2 . - Derecho a la vida i n t e l e c t u a l in- C. — Colaboración social 174
3. — Derecho a la vida m o r a l ,„,
A c t u a c i ó n en el o r d e n político 176
B i e n c o m ú n y derechos f u n d a m e n t a l e s 1n„
A . — Reino del Derecho 178
B . — Opinión pública 181
1. — E l fin de la sociedad es el b i e n c o m ú n l n 0
C. — Participación en la vida política 181
2. — E l contenido del bien c o m ú n ,
A) Bienes económicos .
' 112
u
B) Bienes culturales ...
' 7 Vi
C) Bienes espirituales ..
114

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