0 calificaciones0% encontró este documento útil (0 votos)
27 vistas4 páginas
El documento resume el libro "Discurso a mis estudiantes" de Charles Spurgeon. Spurgeon discute la importancia de que los predicadores tengan una vida devocional fuerte y estén seguros de su salvación. También enfatiza la necesidad de preparar los sermones con diligencia y predicarlos con pasión. Finalmente, destaca la importancia de que los predicadores mantengan un buen carácter y testimonio en todo momento.
El documento resume el libro "Discurso a mis estudiantes" de Charles Spurgeon. Spurgeon discute la importancia de que los predicadores tengan una vida devocional fuerte y estén seguros de su salvación. También enfatiza la necesidad de preparar los sermones con diligencia y predicarlos con pasión. Finalmente, destaca la importancia de que los predicadores mantengan un buen carácter y testimonio en todo momento.
El documento resume el libro "Discurso a mis estudiantes" de Charles Spurgeon. Spurgeon discute la importancia de que los predicadores tengan una vida devocional fuerte y estén seguros de su salvación. También enfatiza la necesidad de preparar los sermones con diligencia y predicarlos con pasión. Finalmente, destaca la importancia de que los predicadores mantengan un buen carácter y testimonio en todo momento.
Estudiantes AUTOR Charles Spurgeon AÑO 2003 EDITORIAL Editorial Mundo Hispano
La palabra de Dios en 1 Tim. 4:16 nos habla
de tener cuidado de nosotros mismo y de nuestra doctrina, este es la manera introductoria que utilizo el escritor para comenzar su obra, Somos hijos pero también obreros de Dios que debemos estar dispuestos para realizar la buena obra de Dios, en otras palabra cada uno de nosotros es un instrumento en las manos de Dios pero que eso no los haga sentirse o sublevarse creyendo ser indispensables en la obra de Dios. Lo hemos podido ver cuando Dios utiliza a personas indoctas a llevar la buena palabra de Dios y los resultados son impresionantes sin embargo debemos estar dispuestos a servir a Dios con los dones y talentos que él no ha dado nuestra espíritu alma y cuerpo son nuestros principales instrumentos a disposición en la obra de Dios. Cada predicador debe tener la firme convicción de ser salvo, vemos como muchos predicadores hablan de algo que ni ellos mismo creen o piden a su congregación que haga algo que ellos nunca harían, “les piden y les dan pautas para logra ir al cielo, cuando ellos mismo están retrocediendo y descendiendo al mismo infierno” Además el predicador debe tener una piedad vigorosa, no estimar ser más de lo que es y tener bastante cuidado, podrá ser muy docto y sabio, pero Satanás es más docto y puede entrar en su corazón para al final convertirlo en siervo suyo. Debemos guiar, corregir, ayudar y edificar a los santos pero esta tarea sola la podrá cumplir aquella persona de espíritu y corazón fuerte. El carácter del predicador debe estar de acuerdo con sus obras ministeriales, a muchos se les olvida que la labor ministerial y la vida en santidad es en todo tiempo y no en el leve momento en que subimos al pulpito, para después bajarnos y olvidarnos por completo de que somos ministros de un Dios justo y Santo. Que lo predicado en el pulpito se manifieste con nuestras obras al pueblo, no dejemos que nuestro mal testimonio pervierta o daña nuestra doctrina. “En un ministro de Dios deben estar en armonio su lengua su corazón y su mano” Pag. 11 Considero totalmente verdadera la idea del autor donde la oración y el predicador deben ser enlazados con lazos de relación fuerte, es de suma importancia su vida íntima y devocional para lograr el objetivo divino de parte de Dios en su predicación al público. El nivel de oración de un predicador no debe ser similar al de un creyente común su comunión debe ser más íntima y profunda. De nada servirá nuestra biblioteca llena de libros y nuestra mente de conocimiento si no tenemos una continua vida de oración con el Señor. La oración privada que tengamos será nuestra preparación para nuestra oración en público es decir, nuestro corazón estará preparado dispuesto y entregado para llevar oraciones celestiales al pulpito y a la congregación. A la hora de Preparar nuestro sermón debemos ser muy específicos y diligentes en cada elemento que formara parte de su composición, debemos llevar a la congregación sermones sólidos, importantes y abundantes. No es subirnos al pulpito hablar, debemos comunicar instrucciones con la mayor importancia sin perder el tiempo en palabrerías que no aportaran nada a la iglesia. El asunto de cada sermón obviamente debe ser inspirado y dirigido por Nuestro amado Señor pero a su vez debe ir ligado a las necesidades y situaciones que encontramos en nuestra congregación. A la hora de predicar nuestra voz es un punto muy importante a tener en cuenta, pero cabe decir de nada sirve la voz más dulce si no tiene nada que decir. Muchos predicadores se preocupan más por cómo suena su voz y el color de la misma que de las palabras que pronunciaran con ella. Sin embargo debemos tener en cuenta nuestra voz a la hora de predicar, debe saberse manejar el tono en los momentos debidos junto con el volumen de la voz pero sobre todo que suene natural, no algo forzado ni ficticio. Debemos ser muy cuidadosos con nuestras palabras y saber manejar nuestro lenguaje recordando siempre el lugar en donde estamos parados y el pueblo al que nos dirigimos. Como poder llamar la atención de nuestra gente, ¿Cómo? ¡Si se duermen¡ están en otras cosas, bostezan, lo más probable es que el problema no esté en ellos, quizás somos nosotros como predicadores, cuando veamos eso en nuestra congragación o donde estemos predicando será porque estamos fallando en algo ¿Quizás el mensaje si es acorde al tipo de público? ¿Quizás mis palabras no son adecuadas? ¿Quizás no es interesante nada de lo que hablamos?, es hora de comenzar a trabajar en cada uno de los anteriores aspectos para que así el mensaje de Dios cumpla su propósito principal. De nada nos servirá la improvisación en el pulpito es como no haber preparada tan siquiera nada, peor es comparado a como si estuviera leyendo. El ministro no improvisa las palabras pero si el vocabulario. (Pag. 103) Como regla general se debe tener cuidado del manejo de la introducción de nuestro sermón, ya que si es muy extensa causa mala impresión, además no repitamos siempre la misma idea variando las palabras. Considero que lo más fundamental es amar lo que predicamos ponerle el corazón y sentir antes que cualquier persona esa palabra en lo profundo de nuestro corazón. La regla fundamental es vestirnos del Espíritu Santo, si lo hacemos, nuestra preocupación por la atención será segundaria ya que estaremos revestidos del poder de Dios. Algo muy importante que menciona el autor es el carácter emocional del Predicador, ningún predicador está exento de sufrir pruebas o tribulaciones o que su alma se aflija, al contrario uno de los propósitos por los cuales el Señor permite estos procesos es para recordarnos que venimos del polvo. Muchas veces el éxito, la falta de descanso o una traición del ministro más cercado al predicador puede ser, alguno de los factores que causaran efecto en el estado de ánimo del Predicador. Debemos tener en cuenta que el ministro sea el lugar donde este y con la gente que este debe siempre mantener su postura y carácter como ministro. Aclaremos que el ministro no se convierte en un ermitaño, al contrario al bajar del pulpito debe ser muy sociable. Lo importante es que cada conversación tenga un fin aprovechable para cada participante. Teniendo en cuenta lo dicho por el autor, manifiesto mi opinión considerando fuertemente estar de acuerdo con sus palabras, dando siempre importancia a la Palabra de Dios y la responsabilidad que demanda ser predicador. Pienso firmemente que un predicador que no implemente el poder de la oración en su ministerio, es como un carro sin gasolina, como un avión sin combustible, como un jugador sin uniforme, no tendría la cualidad principal y característica que lo diferencia. Querido lector es necesario entender el poder de responsabilidad que demanda el ser predicadores y el grado de compromiso que exige de nosotros, es darlo todo, dar nuestra vida por predicar las Buenas Nuevas, no importando nuestra situación o nuestro querer hacer. siempre dando prioridad al mandato de Dios por predicar la Palabra. Invito a cada uno de ustedes, a detenerse por un momento en la obra de predicador que realiza para reflexionar en lo siguiente; ¿Estoy netamente convencido y seguro de la labor que realizo en la obra de Dios, es a la cual él me llamo? ¿Cumplo o busco mejorar mi perfil como predicador en un sentido totalmente integral?, Si realmente tienes dudas aun en estos factores considere el leer completamente el libro “Discurso para mis estudiantes”, Sé que le será de gran ayuda y claridad para su vida y ministerio. Pablo Andrés Novoa Patiño Seminario bíblico – Asambleas de Dios – Sabatino Homiletica