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Los profesionales de salud mental

y el tratamiento del malestar


Alberto Ortiz Lobo*
Introducción signos, aspectos estéticos, presencia de factores
de riesgo, por la probabilidad de padecer en el
Hablar sobre el malestar nos hace presupo- futuro una enfermedad o por el sufrimiento que
ner que sabemos lo que es, que lo tenemos provocan algunos alejamientos de la normalidad
bien definido, pero las cosas no son tan claras. o del ideal2,3. Esta expansión de la medicina, que
Para entendernos, en este trabajo llamaremos ahora abarca muchos problemas que antes no
malestar a aquel sufrimiento psíquico legítimo, estaban considerados como entidades médicas,
proporcionado, adaptativo y por tanto, no es lo que se ha denominado medicalización. Este
patológico, vinculado a los avatares de la vida fenómeno de la medicalización de la vida cotidia-
cotidiana. Esto a su vez, nos llevaría a tener que na y, más concretamente, de la psiquiatrización o
definir qué es legítimo o no, cuánto es lo pro- psicologización ha sido ya ampliamente analiza-
porcionado en cada caso, si hasta cierto punto do2,4-6 y en su proceso de desarrollo intervienen
la enfermedad también es adaptativa, etc… y distintos agentes.
no hay consenso al respecto. El malestar se nos La industria farmacéutica y sanitaria participa
puede difuminar por los lados. Para resolver la en la ampliación de los límites de la enfermedad
distinción entre “normalidad” y malestar pode- para poder expandir sus mercados allá donde
mos apelar a la subjetividad y entender que un pueda sensibilizar más a sus potenciales benefi-
sujeto se encuentra mal cuando así lo siente, ciarios: aspectos estéticos, molestias fisiológicas
pero lo tenemos más complicado para trazar la o síntomas leves pero frecuentes, reducción de
frontera entre malestar y enfermedad. Este es factores de riesgo o evitar las consecuencias de
un dilema que siempre será provisional porque comportamientos no saludables a los que no se
la enfermedad tiene carácter de construcción desea renunciar. Además, los medios de comu-
social. La separación entre lo normal y lo pato- nicación favorecen en la población la formación
lógico es coyuntural, depende del significado de expectativas que están por encima de la rea-
que le es atribuido en distintas épocas y entre lidad, contribuyendo a generar la creencia en
distintas culturas. Determinar qué condiciones una inexistente medicina omnímoda. Por otro
van a ser consideradas enfermedad correspon- lado, el mayor nivel de vida suele ir unido a una
de a cada sociedad, que articulará un procedi- cultura de consumismo (medicina incluida) por
miento de exención de obligaciones y provisión lo que en las sociedades más desarrolladas cada
de tratamiento y cuidados encaminadas a resol- vez más se instala el rechazo de la enfermedad
verla o paliarla1. En última instancia, es en la y la muerte, como partes inevitables de la vida.
consulta de los servicios sanitarios donde los Por si fuera poco, desde la Administración y des-
profesionales sancionan qué es enfermedad y de los gestores de servicios sanitarios se rehúye
qué no. la definición explícita de las prestaciones inclui-
* Psiquiatra. SSM de Sala- En los países desarrollados, cada vez más se das y excluidas de las carteras de servicios y
manca, Área 2, Madrid. define la enfermedad ante simples síntomas o tampoco se aprecia interés en la implantación

26 Átopos
de métodos para racionalizar la introducción de Marco terapéutico Si entendemos que
nuevos fármacos y tecnologías en los servicios no todo sufrimiento
es una enfermedad,
sanitarios2. Una vez que la definición de enfermedad men- entonces tenemos
Pero son los profesionales los mayores prota- tal y la frontera entre lo normal y lo patológico es que delimitar bien
gonistas de este fenómeno. Sin su participación provisional, fluctuante y sometida a intereses qué tratar y qué no.
los demás agentes de la medicalización no con- políticos, económicos y sociales configurando así Si indicamos un
tratamiento,
seguirían la respuesta deseada a sus demandas o las distintas clasificaciones nosológicas1 (¿qué nos implícitamente estamos
la expansión de los límites de la enfermedad deparará la CIE-11 y el DSM-V?), tal vez sea más tratando el problema
necesarios para el incremento de su mercado útil hacer un abordaje de esta problemática des- del paciente
terapéutico. Es la mirada médica la que transfor- de un punto de vista distinto al psicopatológico. como algo patológico.
ma objetos sociales específicos en categorías de Es finalmente el tratamiento el que sanciona la
enfermedad. Los profesionales, como comunidad enfermedad por lo que puede ser más interesan-
científica, contribuyen desde su conocimiento a te analizar los condicionantes y consecuencias de
construir qué es enfermedad e, individualmente, hacer esta indicación.
en su práctica técnica diaria, sancionan lo que se A pesar de los intentos por objetivar la enfer-
debe tratar y lo que no2. medad mental, los índices de concordancia entre
Todo este fenómeno de la medicalización profesionales de la salud mental a la hora de
alcanza su máximo exponente en el terreno de la hacer un diagnóstico es extraordinariamente bajo
salud mental. En este campo, la tecnología que ya que la subjetividad y prejuicios del terapeuta
podría “objetivar” la enfermedad es precaria. No son determinantes7. La interpretación de los sín-
existe un catálogo de prestaciones claro en la car- tomas en salud mental nos aleja más que a cual-
tera de servicios en los servicios sanitarios públi- quier otro profesional del sueño de la medicina
cos. El mercado potencial para las empresas de objetivar la dolencia de nuestros pacientes. El
médico farmacéuticas está siendo ilimitado en la diagnóstico y tratamiento en salud mental reposa
psiquiatría y los beneficios de las patentes de en el encuentro intersubjetivo único entre pacien-
antidepresivos y nuevos antipsicóticos así lo ates- te y terapeuta. Si entendemos que no todo sufri-
tiguan. Los medios de comunicación y la pobla- miento es una enfermedad, entonces tenemos
ción se hacen eco de que el sufrimiento psíquico, qué delimitar bien qué tratar y qué no. Si indica-
el malestar, es evitable mediante intervenciones mos un tratamiento, implícitamente estamos tra-
técnicas sanitarias. Finalmente, algunos profesio- tando el problema del paciente como algo pato-
nales están colonizando campos pseudoespecia- lógico, que se va a beneficiar de una intervención
lizados (desde el mobbing al bullying pasando técnica sanitaria.
por la ortorexia) o amplían los márgenes de la Un aspecto crucial a la hora de analizar el tra-
enfermedad (en forma de trastornos subumbra- tamiento del malestar es el ámbito asistencial. Si
les, estados prodrómicos...) para abrirse nuevas el encuentro paciente-terapeuta se realiza en un
puertas a su desarrollo profesional, obtener contexto privado, la opinión del paciente es fun-
mayor reconocimiento, capacidad de influencia y damental en la indicación de tratamiento. El acto
poder, además de un incremento en sus ingresos. clínico está mediado por un aspecto mercantil y
El objetivo de este trabajo es reflexionar sobre el paciente puede solicitar consumir una psicote-
el papel de los profesionales de salud mental en rapia o una pastilla para levantar el ánimo. La
el tratamiento del malestar, las implicaciones clí- demanda de tratamiento casi se identifica con su
nicas y asistenciales derivadas, así como las alter- indicación. El papel del profesional puede perder
nativas posibles. relevancia en esa decisión (aunque tal vez ética-

Átopos 27
La clave estaría en saber mente no debería ser así) y llegar a convertirse en polémica nos puede ayudar a tomar esta decisión
si ante el problema un expendedor de escucha o prescripción merce- al menos con mayor criterio.
humano que tenemos
delante vamos a obtener
narias8. Las reflexiones de este trabajo no van
mejores resultados especialmente dirigidas a este ámbito privado.
considerándolo En un contexto público en cambio, donde los ¿Por qué habría que tratar el malestar?
una enfermedad profesionales gestionan los recursos sanitarios
que si no fuera
tratado como tal.
para elevar la salud mental de la población, es Hay muchos argumentos y tendencias que res-
fundamental la correcta distribución de esos re- paldan el tratamiento del malestar, de cualquier
cursos y es inaceptable el dispendio de tiempo y sufrimiento psíquico por el que el paciente con-
dinero en problemas que no se van a beneficiar sulta. Todos parten de una filosofía común, la
de intervenciones sanitarias. En este contexto se posibilidad de hacer sentir mejor a las personas
suma al compromiso clínico y ético con el pa- aplicando unas técnicas propias de expertos, en
ciente, el compromiso con la sociedad en la me- este caso de especialistas no solo en enfermeda-
dida en que somos sus representantes sanitarios. des, sino en saber cómo vivir mejor la vida. El ob-
La clave estaría en saber si ante el problema jetivo de los servicios sanitarios no es otro que
humano que tenemos delante vamos a obtener procurar la salud de sus ciudadanos y esta fue
mejores resultados considerándolo una enferme- definida por la OMS en 1946 como el bienestar
dad que si no fuera tratado como tal2. Esta consi- físico, psíquico y social9. Es una perspectiva posi-
deración tal vez más útil en otros ámbitos de la tivista, que confía en que la ciencia aplicada pue-
medicina, es prácticamente inservible en térmi- de aliviar el sufrimiento que inevitablemente apa-
nos absolutos en salud mental donde se abordan rece en el enfrentamiento consciente con la
problemas complejos del terreno de las emocio- realidad. En el caso de la salud mental, esta opti-
nes, las ideas y las conductas. Aquí los protocolos mista perspectiva terapéutica se desarrolló en el
de intervención no están bien definidos (ni siquie- contexto de la reforma psiquiátrica que desestig-
ra para los psicofármacos), la objetivación del matizaba a los psiquiatras como únicamente los
problema se intenta hacer en ocasiones de forma médicos de los locos y acercaba el tratamiento
ingenua a través de tests (¡qué lejos queda de la de lo psíquico a los equipos de atención primaria
biopsia!) y por tanto, la investigación sobre el y salud mental, popularizándose así las psicotera-
impacto de las intervenciones clínicas en estos pias y los psicofármacos10. Estas son las he-
casos fronterizos lamentablemente apenas existe. rramientas básicas de los profesionales de salud
Es el profesional, con su bagaje técnico, su bio- mental y su sustento teórico no encuentra fronte-
grafía y sus circunstancias personales y laborales, ras en el tratamiento de cualquier síntoma o sufri-
en su encuentro con un determinado paciente el miento psíquico.
que inclina la balanza hacia el tratamiento o no, Desde un punto de vista psicoterapéutico, no
hacia la enfermedad o la normalidad. hay apenas obstáculos para tratar a cualquier pa-
Ante esta decisión, es imprescindible conocer ciente que lo demande. En cualquier teoría psico-
lo mejor posible los pros y contras, los posibles terapéutica siempre hay margen para indicar un
beneficios así como la iatrogenia de indicar trata- tratamiento. Siempre habrá que modificar alguna
miento, porque en ningún caso se trata de una conducta mal aprendida, creencias irracionales o
intervención baladí. Aun no está resuelto si hay pensamientos automáticos susceptibles de una
que proporcionar o no tratamiento en salud men- reestructuración cognitiva, mecanismos de
tal a todo paciente con malestar que lo demande, defensa poco maduros que esconden conflictos
por el simple hecho de hacerlo. Analizar esta inconscientes que habrá que desvelar, dinámicas

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familiares sujetas a leyes no explicitadas que será les y personales para sacarle el mayor rendimien-
conveniente trabajar o angustias existenciales por to posible a su vida12, pero en un nivel más cerca-
analizar. La indicación de psicoterapia está deter- no, la terapia de aconsejamiento (counselling) y
minada más por la motivación del paciente que de apoyo tiene un planteamiento parecido, de
no por la falta de posibilidad de un trabajo tera- desarrollo de la parte más “sana” del paciente
péutico. cuando tiene que adaptarse a las vicisitudes de la
La psicofarmacología también tiene expectati- vida13.
vas casi ilimitadas en su capacidad de mejorar En definitiva, los profesionales nos encontra-
cualquier síntoma o malestar psíquico. Incluso mos en un contexto sanitario donde un paciente
hay autores que proponen el desarrollo de una que sufre y se siente mal, aunque no pueda ser
subespecialidad denominada “psicofarmacología diagnosticado estrictamente de una enfermedad
paliativa” que se encargaría de aliviar el malestar mental, demanda nuestra ayuda, creemos que
derivado de vivir. Defienden el empleo de psico- disponemos de herramientas para hacerlo y no
fármacos adaptados a cada paciente para optimi- nos falta vocación para ello. ¿Por qué no habría-
zar la calidad de vida subjetiva. El objetivo de mos de tratar el malestar?
esta especialidad no sería inducir euforia en los
pacientes (como haría la cocaína) sino mejorar
síntomas desagradables (como postulan que ¿Y por qué no habría que tratarlo?
haría, por ejemplo, el Prozac®). Desde su punto
de vista, hay que atender al paciente siempre que En oposición a lo anterior, existe una perspec-
subjetivamente plantee cualquier malestar: él tiva terapéuticamente más conservadora, que
ejerce de árbitro de los resultados terapéuticos y podría estar basada en aquel principio hipocráti-
el médico tiene el papel de informar, aconsejar y co de primum non nocere. No se trata de un pun-
prescribir11. to de vista novedoso, Ivan Illich ya advertía de los
Además del planteamiento puramente técnico peligros de la medicalización hace casi 30 años y
que respalda el tratamiento del malestar, hay analizaba la iatrogenia que producen los trata-
planteamientos asistenciales que también lo ava- mientos médicos14.
lan. La prevención primaria individual, por ejem- La repercusión social más importante de esta
plo, también justifica el tratamiento de pacientes psiquiatrización o psicologización de la vida
sin una enfermedad mental diagnosticable. Se cotidiana es que se está extendiendo la creen-
basa en que en aquellos casos donde se sospe- cia de que la gente no puede enfrentar las vici-
cha que los factores de riesgo y de vulnerabilidad situdes de la vida sin una asistencia profesiona-
se conjugan en el posible desarrollo de un tras- lizada, lo que genera en los individuos una
torno mental es necesaria una intervención tera- actitud pasiva ante el sufrimiento. Con esta ide-
péutica. El paciente está sano, pero desde esta ología se prepara a la gente para consumir, no
perspectiva, precisa un tratamiento profiláctico. para actuar. Más aún, como el malestar indivi-
Como el malestar
Incluso más allá de la prevención y la promo- dual frecuentemente es fruto de una contradic- individual
ción, hay una oferta asistencial basada en poten- ción social, esta se oculta en el momento que frecuentemente es fruto
ciar la salud, en el crecimiento y desarrollo estéti- este sufrimiento es recluido en un espacio téc- de una contradicción
co del individuo, de su cuerpo y su psique. En el nico, aparentemente neutral15. El problema social, esta se oculta
en el momento que este
extremo aparece el coaching, esos guías perso- colectivo del malestar (paro, precariedad labo- sufrimiento es recluido
nalizados en lo psicológico que ayudan y aconse- ral, inmigración, desarticulación de las institu- en un espacio técnico,
jan al cliente en sus distintas opciones profesiona- ciones sociales...) se ha convertido en un pro- aparentemente neutral.

Átopos 29
La calidad de las blema de salud individual, en un problema pri- de evitar el uso innecesario de las intervencio-
intervenciones en todo vado. Es más fácil cambiar los propios deseos nes sanitarias y que debería primar sobre cual-
caso solo asegura que
las cosas se hacen bien,
que el orden del mundo y, cuando las opciones quier opción preventiva y curativa si lo primero
pero no evita los efectos económicas, sociales y políticas se encuentran que queremos es no dañar a nuestros pacien-
adversos de las cosas fuera del sujeto, lo psicológico se halla dotado tes18. Esta consideración pone en tela de juicio
bien hechas. de una realidad si no autónoma, sí al menos también a la prevención primaria individual.
autonomizada. Indicar tratamiento en este sen- Aunque puede ser importante en algunos
tido puede conducir a un “adaptacionismo” casos, no nos puede hacer olvidar los efectos
personal frente a situaciones sociales injustas y adversos que produce ni tampoco que también
contribuir a bloquear cualquier posibilidad de hay una perspectiva social o colectiva de la pre-
un planteamiento colectivo para luchar contra vención aun más importante y que ahorraría
ellas15,16. muchas de esas prevenciones individuales. En
Por otro lado se está produciendo un cambio cualquier caso, la prevención individual no sue-
cultural en el significado del dolor, el sufrimiento le ser tarea de los equipos de salud mental sino
y la muerte. Estas ya no son experiencias esencia- de atención primaria, que es el dispositivo de la
les con las que cada uno tiene que habérselas “red profesionalizada” con el que contactan
dentro de su sistema de significados ancestral mayor número de ciudadanos a lo largo del año
sino que la nueva cultura médica lo ofrece como y de la vida de cada uno de ellos19.
problemas evitables14. Con las nuevas promesas Desafortunadamente, la “ciencia del bienes-
de la psiquiatría y la psicología ya no cabe tener tar” está poco desarrollada. No tenemos datos
sentimientos negativos o desagradables, por muy ni información sobre si las intervenciones psico-
legítimos o adaptativos que sean. Ahora pode- terapéuticas o psicofarmacológicas mejoran el
mos obtener, si no la felicidad, cuando menos la malestar de las personas. No hay investigacio-
anestesia. nes epidemiológicas que nos digan si el pro-
Pero además de las repercusiones sociales y nóstico del malestar mejora con las intervencio-
culturales están las más cercanas, las clínicas. nes y si el balance riesgo-beneficio es positivo20.
Con el terapeutismo exagerado que acarrea la Tratar el malestar no va a comportar más salud
medicalización, se expone cada vez más a los porque esta no depende básicamente de la
pacientes a más intervenciones. La actividad del asistencia y tampoco supone menos “enferme-
sistema sanitario es uno de los factores de ries- dad” porque buena parte de los problemas
go más importantes desde el punto de vista de atendidos no tienen solución psicológica ni psi-
la salud pública dadas la frecuencia y gravedad quiátrica21.
de sus efectos adversos17 y, evidentemente, las Por último tenemos que considerar los aspec-
intervenciones en salud mental no escapan a tos económicos del tratamiento del malestar. Nos
esto. Cuando indicamos una intervención psico- guste o no, los profesionales somos responsables
terapéutica o psicofarmacológica, exponemos de gestionar los limitados recursos asistenciales
al paciente a efectos beneficiosos pero también de nuestro Sistema Nacional de Salud y tenemos
indeseables. La calidad de las intervenciones en que considerar qué pacientes necesitan mucho,
todo caso solo asegura que las cosas se hacen quiénes menos y quiénes nada. Un sistema que
bien, pero no evita los efectos adversos de las no tiene recursos para tratar la enfermedad más
cosas bien hechas, así que se trata de un pro- prevalente, la caries, tal vez no pueda permitirse
blema de calidad pero también de cantidad. Así tratar el malestar, ni siquiera aunque encontrára-
ha surgido la prevención cuaternaria, que trata mos un tratamiento eficaz.

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El papel de los profesionales la disfunción sexual femenina. Pero el, por ahora,
de salud mental fracaso de su intento, no tiene tanto que ver con
el cuestionamiento crítico de los profesionales
Si el paciente acude a los servicios de salud sino especialmente con el de las asociaciones
mental es porque su malestar tiene un significado feministas27.
“médico” promovido por la cultura actual. Antes En estas circunstancias, la situación de los pro-
la cultura aportaba significados distintos que per- fesionales de la salud mental no es sencilla. La
mitían afrontar el malestar en otros contextos, sin demanda creciente de la población en nuestras
ninguna necesidad de medicalizarlo. ¿Podemos consultas esperando el alivio de su sufrimiento es
pretender cambiar esto? ¿Nos toca asumir sin el puntal de una presión social que nos exige una
más esta demanda y el papel que se nos otorga respuesta inmediata, eficaz y para todo. Por otro
en esta sociedad individualizada? lado, afortunadamente dudamos en muchas oca-
Los profesionales de la salud mental son los siones de nuestras capacidades terapéuticas
principales agentes de la psiquiatrización-psicolo- cuyas limitaciones chocan, además, con nuestra
gización de la vida. La ampliación de los límites vocación de ayuda. Finalmente, la decisión de
de las enfermedades mentales o la aparición de indicar o no tratamiento está determinada en
otras nuevas está respaldado por profesionales, buena medida por el profesional, como hemos
solos o unidos en sociedades científicas y muchas visto, por su personalidad, su biografía, su forma-
veces financiados por la industria farmacéutica y ción profesional y por las circunstancias laborales
empresas sanitarias. En estas zonas de incerti- y vitales concretas. Su responsabilidad es deter-
dumbre entre lo normal y lo patológico las reco- minante en esta circunstancia ante el paciente y,
mendaciones de expertos y sus guías clínicas se de forma implícita, en contribuir a la psiquiatriza-
convierten en las fuentes de información funda- ción o no.
mentales2. Sin embargo, sí que podemos hacer cosas
De esta manera, como buena parte de la para resolver este dilema de la mejor manera
investigación está sesgada por los intereses eco- posible. Los profesionales de la salud mental
nómicos, hemos asistido en los últimos años a la podemos desarrollar una mayor actitud crítica
creación de la fobia social como la tercera enfer- con la información “científica” habitual, siempre
medad mental más prevalente, a la epidemia de llena de novedades prometedoras que, con el
la depresión22 o de los trastornos por déficit de paso de los años, pocas veces se materializan en
atención e hiperactividad en la infancia23 (y en el fructuosos avances en la asistencia clínica. Por
adulto) y nos está tocando asistir a la expansión otro lado, tenemos que reconsiderar el daño que
Los profesionales de la
del espectro bipolar que nos va a convertir en podemos infligir a nuestros pacientes con nuestro
salud mental podemos
presuntos consumidores de eutimizantes y más deseo de ayudarles y replantearnos, cada vez, si desarrollar una mayor
antidepresivos24, al espectacular aumento de las el considerarlos enfermos va a ser lo más benefi- actitud crítica con
víctimas de acoso laboral que precisan psicotera- cioso para ellos. Nadie dudaría en tratar a un la información
“científica” habitual,
pia25 y de los niños con síndrome de alienación paciente con una depresión mayor y sancionarlo
siempre llena de
parental que no pueden salir adelante sin su psi- así, como enfermo, de la misma manera en que novedades
cóloga infantil26. A pesar de todo, hay casos aisla- tampoco se nos debería ocurrir indicar tratamien- prometedoras que,
dos que resisten esta tendencia: desde hace unos to en un duelo normal, aunque nos lo demanden. con el paso de los años,
pocas veces se
años una alianza de profesionales expertos y la Lógicamente, no hay una respuesta así de clara
materializan
industria farmacéutica pretende crear una nueva en los casos fronterizos, cada profesional lo resol- en fructuosos avances
enfermedad con una prevalencia extraordinaria, verá del mejor modo con su paciente pero es en la asistencia clínica.

Átopos 31
En este contexto, necesario evaluar cuidadosamente los riesgos y aquel subgrupo de pacientes que además tiene
es importante beneficios. grandes beneficios secundarios por estar enfer-
reconsiderar y reivindicar
la indicación de
En este contexto, es importante reconsiderar y mo (exención de responsabilidades laborales,
no tratamiento por la reivindicar la indicación de no tratamiento por la familiares, judiciales...). Tal vez pretender que
que damos de alta que damos de alta a nuestros pacientes en la eva- acepten una resignificación de sus síntomas sea
a nuestros pacientes luación. Indicar no tratamiento en salud mental es ingenuo y solo quepa informarles de forma
en la evaluación.
una intervención muy frecuente en nuestra activi- honesta de nuestra intervención y su justificación.
dad clínica cotidiana, ya que casi la tercera parte En cualquier caso, no deja de ser llamativo que
de los pacientes que acuden a los centros de sa- una intervención tan frecuente, con tanta relevan-
lud mental es dada de alta en la primera entrevis- cia clínica y que técnicamente precisa del manejo
ta28, sin embargo ha sido poco estudiada y valo- de habilidades psicoterapéuticas haya sido tan
rada. poco evaluada y dignificada29.
La indicación de no tratamiento tiene ele-
mentos terapéuticos, ya que de alguna forma
modifica la visión que tiene el paciente de sí Conclusiones
mismo. El problema de la narrativa del paciente
es considerarse “enfermo” y así, signos y sínto- Estamos inmersos en un proceso de psiquia-
mas de la normalidad los vive como algo pato- trización-psicologización de la vida cotidiana
lógico. En otras ocasiones, el sujeto no se consi- complejo en el que los profesionales de salud
dera como enfermo, pero presenta creencias y mental, si no son los mayores responsables, sí
expectativas erróneas en torno a lo que puede que son los últimos. Se está etiquetando de
obtener de recibir un tratamiento. Con esta enfermos a personas con malestar que pode-
intervención buscamos una nueva interpretación mos considerar sanas y se les está sometiendo a
de sus síntomas, de sus expectativas. El objetivo tratamientos que conllevan indudables efectos
es contextualizar su sufrimiento en su biografía, adversos, tanto por el mismo proceso de etique-
en sus circunstancias, propiciando un papel más tado como “anormal”, como por los posibles
activo que le lleve a gestionar sus emociones y efectos de las terapias, que nunca son absoluta-
a afrontar las dificultades fuera del contexto mente inocuas.
sanitario29. Las formas no profesionalizadas de afrontar las
Considerar la indicación de no tratamiento dificultades se están devaluando y olvidando, y la
como una intervención psicoterapéutica, además, capacidad de las personas de valerse por sí mis-
le permite al profesional ver al paciente como mas y sentirse capaces de superar los problemas
alguien que necesita ayuda (para entender que se está reduciendo. Cuanto mayor es la oferta de
no es un enfermo y no precisa tratamiento) y no “salud”, más gente responde que tiene proble-
como un usuario equivocado y al que hay que mas, necesidades, enfermedades. Cuanto más
comunicarle el alta del servicio en un trámite gasta una sociedad en asistencia sanitaria, mayor
burocrático. Probablemente esto le permitirá al es la probabilidad de que sus habitantes se con-
paciente sentirse comprendido en su sufrimiento sideren enfermos, mayor es la percepción de
y no expulsado sin más del servicio sanitario y al malestar y dependencia. Mientras, en las zonas
profesional sentirse más cómodo con la interven- con servicios sanitarios menos desarrollados esta
ción. percepción es menor30.
Obviamente, esta intervención no se hace de El profesional de salud mental tiene la última
la misma manera ni es igualmente exitosa con palabra en todo este asunto y ha de considerar

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con actitud crítica tanto sus herramientas tera- putative speciality to optimise the subjective quality
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