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Tradicionalmente la sericicultura ha sido considerada una actividad doméstica, debido a que sus cuidados

no necesitan de una gran fuerza física, pudiéndolos realizar niños, mujeres y ancianos.

Las tierras más propicias para la crianza de la seda son las de regiones cálidas, con una altitud máxima
de 100 metros y con temperaturas medias de entre 16 y 25ºC. En las regiones frías también se puede
obtener cultivos pero de menor calidad.

El momento idóneo para su producción es la primavera, y dependiendo del tipo de gusano que se
emplee, se podrán obtener una o dos cosechas anuales sin utilizar medios artificiales.

Proceso de producción de la seda

El proceso de extracción de la seda es fundamentalmente manual, y el de hilado y transformado textil


puede realizarse industrial o artesanalmente.

El proceso artesanal para obtener una pieza de tejido de seda consta de aproximadamente doce pasos,
de los que aquí se enumeran los más importantes:

Cultivo del gusano de seda. En un espacio sombrío y aireado, y en una superficie aislada del suelo se
colocan los capullos, habitualmente en una cama de hojas de morera situada sobre cañas o cartón
perforado. Durante los 45-50 días, desde que rompe el huevo hasta que se extrae el capullo, los gusanos
necesitan ser atendidos permanentemente, alimentándolos dos veces al día, limpiando su lecho con
frecuencia y manteniendo una temperatura entre 19ºC y 25ºC.

Extracción. A partir del décimo día del capullaje se desmonta el entramado de hojas y se separa cada
capullo, quitándole la borra y las impurezas. Como la crisálida sigue viva se 'ahoga' con vapor o aire
caliente (tradicionalmente una sábana al sol), y si es necesario se procede al secado y a la selección de los
capullos para su venta o hilado. En este punto finaliza el trabajo de los agricultores.

Hilado o 'sacado'. Con esta actividad se inician las labores de la industria textil o del artesano sedero. Para
deshilar el capullo, que puede tener entre 800 y 1.500 metros de hilo, se cuece en una caldera de cobre
con agua a una temperatura de 80 a 100 grados centígrados, para que quede limpio del gres y aflojen el
hilo de seda, momento en que el artesano los deshila con una escobilla para pasarlos a un torno manual
que va formando madejas. Al devanado simultáneo de varios capullos se le llama seda cruda o en greña

Emparejar. Las madejas se colocan en la devanadera grande, y de ahí a la zarja (torno más pequeño) con 2
o 4 ruedas según el número de hebras que se quieran obtener, hasta los cañones. En este momento se
introduce un huso en el cañón que se gira para formar con las 2 o 4 hebras un único hilo de mayor
consistencia.

Para evitar las asperezas de la seda y que coja más torcedura se humedecen las hebras. Finalmente se
obtienen madejas.

Guisado. Las madejas se cuecen y blanquean con agua y jabón para quitarles las asperezas debida a la
sericina, removiéndolas para que se blanqueen por igual. Se aclaran con agua y se secan al sol.

Teñido. En este momento se puede proceder a teñir la seda con tintes naturales o dejarla en su color
original (blanco, amarillo, verde o rosa pálido).

Trenzado. Todavía en madejas, la seda vuelve a los cañones para hacer la urdimbre.

Tejido. La trenza obtenida pasa al telar donde empieza la tejeduría.

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