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FASES DEL PROCESO DE COACHING

E
l proceso de coaching da comienzo con la fijación de la meta
que se pretende lograr y llega a su fin en el momento que ésta
se ha alcanzado y el coachee ha alcanzado su objetivo. Por
tanto, un coachee si tiene varios objetivos, es preciso dividirlos en
procesos, de modo que cada proceso cuente con una meta a alcanzar,
siendo que cuando se haya logrado el objetivo propuesto se da por
finalizado y cerrado ese proceso y se da comienzo a un proceso
nuevo.

Aunque no hay un sistema establecido, el coaching suele efectuarse a


lo largo de sesiones semanales, quincenales o mensuales, de entre 45
y 90 minutos de duración aproximadamente, donde el coach y el
coachee se reúnen para deliberar sobre las necesidades, los objetivos,
las estrategias, los medios, recursos y herramientas necesarios para

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conseguir la meta propuesta, y determinan y diseñan el plan de
acción, que integre las actuaciones precisas a llevar a cabo durante
todo el proceso y en cada sesión, definiendo, igualmente, la
temporalización de cada una de ellas. Es un proceso en el que es
conveniente detenerse, con el fin de planificar correctamente y al
detalle las distintas actuaciones y la posterior ejecución del plan de
acción (debemos evitar las prisas).

El proceso de coaching consta de seis fases, según establece la ICF


(International Coach Federation):

Generación del Contexto

Es la primera fase del proceso, en la cual el cliente analiza el motivo


por el que ha precisado la intervención del coach: el objetivo. En esta
fase, el coachee pretende ayudar al coachee a establecer el objetivo a
lograr, de modo que sea consciente del obstáculo que le impide lograr
su meta y de las necesidades que presenta (es habitual que el objetivo
sea modificado en varias ocasiones hasta definir el acertado). Esta es
una fase de toma de contacto, en la cual debe favorecerse el ambiente
adecuado de confianza entre ambas figuras participantes; ha de
favorecerse el conocimiento entre coach y coachee. Algunos recursos
que favorecen tal conocimiento son los siguientes:

La línea de la vida: se trata de una representación gráfica de aquellas


situaciones o circunstancias que han generado una influencia
destacable en el coachee hasta llegar a la condición actual, en la que a
día de hoy se encuentra la persona.

- Mapa mental: se fundamenta en el desarrollo gráfico de la


concordancia entre el sentido interior del individuo
(capacidades, valores, talentos, carencias, propósitos y
valoración de la persona) y la realidad exterior en la que ésta se
encuentra, con el fin de favorecer la organización de las ideas.
- Perfil de valores: proporciona la toma de consciencia de los
propios valores, por parte del coachee.
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- Perfil evaluación de aprendizaje: a través de la
cumplimentación del cuestionario de estilo de aprendizaje, se
detecta el sistema de aprendizaje más efectivo y de mayor
interés para el coachee (activistas, reflexivos, pragmáticos,
teóricos).
- El eneagrama: ofrece una autoevaluación de las
particularidades de la personalidad y dota de análisis
fundamentales vinculados a las debilidades y fortalezas de la
persona, los sistemas de comunicación que emplea, sus
relaciones con los demás y la forma en que trabaja con los otros.

Situación actual

En esta fase, el coach ha de haber procurado el establecimiento de un


clima de confianza y bienestar con el coachee, de modo que el coach
haya adquirido la información necesaria que le permita determinar la
situación actual de su coachee para, así, poder identificar la
circunstancia real, detectar las necesidades, plantear los objetivos y, a
fin de cuentas, poder planificar adecuadamente el plan de acción que
va a desembocar en el éxito del proceso de coaching.

Situación futura:

Sólo mediante el conocimiento certero de la situación real del cliente,


el coach podrá ayudarle a plantear y fijar el objetivo a perseguir para
lograr la meta final. Es preciso provocar que el coachee o cliente salga
de su zona de confort para favorecer su adaptación al cambio, así
como que el cliente acepte y mantenga los compromisos aceptados
para conseguir el objetivo final. Asimismo, es necesario realizar una
reflexión acerca de las probabilidades o herramientas que nos
encaucen hacia el logro del/los objetivo/s planteado/s. Tales objetivos,
las herramientas para su consecución, las actividades o acciones a

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desempeñar, la temporalización y demás aspectos de relevancia han
de incluir y conformar el plan de acción que nos llevará a la
consecución de la meta.

Retroalimentación

La retroalimentación es una herramienta que se emplea de forma


constante en el proceso de coaching. Consiste en el desarrollo efectivo
de las conversaciones e interacciones entre coach y coachee, de modo
que ambos se entiendan y expresen adecuadamente, es decir, que la
transmisión del mensaje se realice de forma óptima. La comunicación
entre ambas partes (coach y cliente) ha de caracterizarse por su
transparencia, sinceridad, asertividad y confianza.

Plan de Acción

El coaching supone acción. En el momento en que hemos definido y


fijado el objetivo o meta a conseguir, según las necesidades
detectadas, debemos proceder al paso siguiente, entendido como el
de la ejecución práctica que favorezca progresos y un claro avance
hacia el objetivo buscado. El atleta va experimentando cambios y
asume la responsabilidad de sus actos, superando sus temores, así
como los obstáculos y dificultades que le impiden avanzar hacia la
consecución de sus planteamientos. El deber del coach es ayudar al
coachee a buscar las posibles alternativas y seleccionar las más
convenientes con su situación y sus recursos, favoreciendo la solución
del problema existente por parte del propio coachee; el coach ha de
manejar la habilidad de la persuasión en su apoyo al deportista, pues
de esta forma se facilitará el acercamiento hacia los objetivos
prefijados en el plan de acción. De este modo, el coach mediante el
diseño y posterior ejecución del plan de acción desarrolla una
intervención específica para lograr la modificación y favorecer una
mejora de aquellas áreas vinculadas al cliente que lo requieran así. A
modo de ejemplo, destacar el uso y seguimiento de una agenda en el
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caso de que una persona no sepa o no se considere lo suficientemente
capaz de recordar eventos o gestionar su tiempo o, también, la
práctica de unos ejercicios de respiración cada mañana antes de salir
de casa si la persona tiene problemas de autocontrol, entre otros,
puede ayudar a la persona a producir mejoras en su conducta y en su
modo de vida, en general. Es sustancial que los cambios que se han
de producir se transformen en hábitos y se mantengan en el tiempo,
generándose sin obligación y de forma automática.

Seguimiento

Una vez se ha logrado alcanzar el objetivo planteado previamente, es


aconsejable desarrollar un seguimiento del estado de tal objetivo, con
la finalidad de observar la situación que presenta el coachee una vez
el proceso de coaching ha llegado a su fin y se ha determinado como
cerrado. El coach ha de evaluar si el cliente mantiene los hábitos
adquiridos o si, por el contrario, se ha desviado del camino que había
definido el plan de acción, de modo que no actúe en relación a lo
aprendido durante las sesiones de coaching. También, es preciso
reseñar que en esta fase ha de existir una adecuada retroalimentación
entre coach y coachee, de forma que se potencien los progresos y los
logros alcanzados. Por tanto, se requiere hacer hincapié en el
mantenimiento y en la constancia de los procedimientos adquiridos
durante el proceso por parte del deportista.

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